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martes, 8 de septiembre de 2020

Spadaro asegura que Francisco no ha cerrado la puerta a los curas casados (Carlos Esteban)



El Padre Antonio Spadaro, director del órgano jesuita La Civiltà Cattolica, sigue ejerciendo de exégeta del Papa. En un infumable artículo en la citada publicación, el confidente de Francisco comparte notas de Su Santidad que sugieren que el asunto de los ‘viri probati’ no está en absoluto cerrado, pese a la decepción que sufrieron los renovadores con la exhortación postsinodal Querida Amazonia.

Nada está nunca cerrado, porque se trata de ‘abrir procesos’ y dejar que el tiempo -que, como ya sabrán, es mayor que el espacio, sea esto lo que fuere- vaya imponiendo las reformas por la vía de los hechos. Ya conocen la rutina.

Claro que sólo funciona en una dirección. Si una novedad de las que constituyen las demandas de los ‘renovadores’ no se aprueba o incluso parece denegarse, se insiste. Sin parar. Y nada con respecto a ellas es ‘asunto zanjado’. Los asuntos solo se zanjan en el otro sentido: si se aprueba la codiciada reforma, ya se pretende que “no hay vuelta atrás”.

Si uno bucea en la densa prosa del Padre Spadaro -que ya revolucionara la aritmética cuando aseguro que 2 + 2 no siempre es igual a 4-, advertirá esa concepción magmática, casi líquida, de la realidad eclesial, como interpretación ‘autorizada’ del pensamiento de Francisco. Da a la palabra ‘jesuitismo’ un significado más profundo. “Que tu sí sea sí y que tu no sea no” no va con Spadaro.

Así, la reforma que plantea el Papa, afirma el jesuita, “es un proceso verdaderamente espiritual, que cambia – ahora lentamente, ahora rápidamente – incluso las formas, lo que llamamos estructuras”.

¿Qué pasó en el pasado Sínodo de la Amazonia, para que el documento final recomendara unas reformas de calado que el pontífice ignoró olímpicamente en su exhortación postsinodal? Spadaro responde, citando al Papa: “Debemos entender que el Sínodo es más que un Parlamento; y en este caso específico no pudo escapar a esta dinámica. Sobre este tema fue un Parlamento rico, productivo e incluso necesario; pero no más que eso. Para mí esto fue decisivo en el discernimiento final, cuando pensé en cómo hacer la Exhortación”.

Discernimiento, la palabra mágica de este pontificado. No se podía discernir correctamente porque hay “un ambiente que acaba por distorsionar, reducir y dividir la sala sinodal en posiciones dialécticas y antagónicas que no ayudan en nada a la misión de la Iglesia. Porque todo aquel que se atrinchera en “su verdad” acaba siendo prisionero de sí mismo y de sus posiciones, proyectando sus propias confusiones e insatisfacciones en muchas situaciones. Así, caminar juntos se vuelve imposible”, según la nota papal que comparte con nosotros Spadaro.

La cuestión -cualquier cuestión que demanden los renovadores- sigue, pues, abierta, según el director de La Civiltà Cattolica: “No se trata aquí de resolver la cuestión entre quién tiene razón y quién no, ni si el Papa está de acuerdo o no con el tema de la ordenación sacerdotal de viri probati . Aquí surge la pregunta de cómo se toma una decisión, de la mentalidad y de la necesidad de un discernimiento verdaderamente libre”. Ya saben, lo importante son los procesos.

Carlos Esteban