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martes, 22 de septiembre de 2020

Lo que preocupa a nuestros obispos (Carlos Esteban)



“¿Tanto le preocupa a la gente que los benedictinos tengan que salir o no salir de ese monasterio?”, ha preguntado retóricamente el presidente de la Conferencia Episcopal Española y Arzobispo de Barcelona, cardenal Juan José Omella, en una entrevista en su cadena COPE. Pero la pregunta es: ¿qué les preocupa verdaderamente a los obispos españoles?

Arriesgaré una respuesta a la pregunta de Su Eminencia: Nada. O muy poco a muy pocos. Quiero decir, lo que preocupa, preocupa mucho y preocupa a bastantes fieles no es que unos benedictinos tengan o no que trasladarse de este a aquel monasterio, algo que ni siquiera sería noticia de primera. No, lo que preocupa es que el traslado en cuestión no lo disponga la Orden, o siquiera el ordinario del lugar, sino el gobierno, un gobierno, por lo demás, abiertamente hostil a la Iglesia.

Lo que preocupa es que la jerarquía eclesiástica española parezca no apoyar jamás a los suyos frente al gobierno, que ceda constantemente ante el gobierno, salvo en lo que se refiere a un puñado de asuntos -inmatriculaciones, IBI, clases de religión- que significan, al cabo, cuotas de poder.

Creo sinceramente que los católicos españoles pasarían por alto incluso esta cesión si vieran a sus pastores centrados con celo evangélico en la salvación de las almas de sus fieles. Pero no es así, y oímos mucho más a menudo a nuestros prelados perorando de lo que ignoran, como la ecología, que apenas tiene incidencia en la vida cristiana de su rebaño y que no parece figurar de modo muy prominente en dos mil años de predicación cristiana -empezando por el propio Evangelio-, que sobre Cristo y las realidades sobrenaturales.

Omella y su vicepresidente, el cardenal arzobispo de Madrid Carlos Osoro, han estado en Roma con Su Santidad, y a la vuelta, ante las declaraciones del gobierno de que el Valle de los Caídos se convertirá en un cementerio civil y se ‘estudiará’ retirar la gigantesca cruz de piedra, han mostrado cualquier cosa menos irritación.

Así, Osoro hizo estas desconcertantes declaraciones: “Que ese lugar sea un lugar donde volvamos a recuperar la fraternidad, la reconciliación, la paz… que volvamos a lo que es fundamental y dejemos de vivir de adverbios y de adjetivos. Lo importante son los sustantivos y son dos: hijos de Dios y hermanos de todos los hombres. Luchar por esto es una gran oportunidad”.

Volver a recuperar. Olviden la redundancia: lo que está diciendo el arzobispo es que si en un cementerio hay una cruz, o hay una abadía, no puede haber fraternidad, reconciliación o paz. Sólo el secularismo garantiza esas cosas tan bonitas, esos ‘importantes sustantivos’. Sorprendente en un sucesor de los apóstoles, cuya única razón de ser es dar testimonio de lo que significa esa cruz y afirmar que es la única esperanza de fraternidad, reconciliación y paz verdaderas. Porque si la manera de que haya paz, reconciliación y fraternidad es que un cementerio pase a ser civil y elimine la cruz, entonces quizá él mismo debería preguntarse qué significa su cargo.

A los católicos españoles no nos debe importar la cruz, no nos debe importar que un gobierno secular tome decisiones sobre un espacio eclesiástico. Pero tiene que importarnos muchísimo el equilibrio climático, algo que ni uno entre cien mil (o, probablemente, nadie en absoluto) tiene la posibilidad de alterar con su actitud o sus acciones diarias.

Entendido, Eminencias.

Carlos Esteban