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miércoles, 5 de junio de 2019

Esta iglesia no es la de Cristo, el gay pride del padre Martin, el calvario de Pell, la apostasía de occidente.



«Una iglesia que se comporta así no es la iglesia de Cristo». Son palabras del ex director del Banco Vaticano Ettore Gotti Tedeschi. Son palabras que nos tienen que hacer reflexionar por quién las dice, que ha sufrido y sufre una tremenda injusticia personal, y por su contenido. La iglesia es ‘una’ y solamente puede ser la de Cristo. A lo largo de la historia hemos tenido de todo lo que podamos imaginar,  pero siempre ha permanecido viva la llama del evangelio en medio de las dificultados. Esta luz la han mantenido viva los santos, no sólo los canonizados oficialmente, esa multitud inmensa que nadie puede contar de toda lengua, raza y religión. El que no está contra nosotros está a favor nuestro, no nos metamos con él.

La preocupación que nos inunda al escuchar las anteriores palabras es que son la consecuencia de una situación muy sería que está afectando de lleno a la unidad en la iglesia. La unidad no está en seguir a éste o aquel, sino en seguir a Cristo. Algo estamos haciendo muy mal cuando quien debería ser ejemplo de servicio al evangelio está a otra cosa.

Hoy tenemos dos manifestaciones públicas que nos hacen ver que estamos perdiendo la orientación. El jesuita Martín desea un buen mes de gay pride a la comunidad LGBT, y el Papa Francisco se convierte en un icono al fin del ramadán para los musulmanes que rezan en las plazas de muchas ciudades europeas. 

Algo está cambiando y es muy complicado que un cristiano se identifique con unos pastores que defienden lo que nos aleja de Cristo. La iglesia se desmorona ante la indiferencia de sus propios pastores. No podemos buscar seguridades a nuestra fe en las realidades de este mundo y estamos sometidos a una purificación que nos tiene que llevar a recuperar las raíces de la fe o desapareceremos.

Estamos viendo cómo la iglesia, tal como la conocemos, está desapareciendo. El cierre de monasterios y conventos a un ritmo acelerado e imparable. Se nos vendía que mejor la calidad que la cantidad. Ahora estamos sin cantidad y de la calidad mejor no hablar. Un clero secular, envejecido y sin sustitución, que va dejando muertas miles de iglesias y devociones. Los más jóvenes viven esta situación con una enorme desorientación que les lleva a apegarse a una tradición que ya no existe, o a caer en una indigestión continua. Los fieles están buscado guías que no encuentran. Es una situación endemoniada en donde no se ve la salida.

Las noticias de cada día son como alarmas que nos hablan de lo que vivimos y vemos pero es complicado descubrir las claves internas que están provocando esta situación tan difícil de entender.

Ha muerto el cardenal Elio Sgreccia, muy desconocido y gran experto en bioética, llevaba tiempo jubilado. En Roma se dice que los cardenales mueren de tres en tres. El cardenal Sgreccia es un gran estudioso de la bioética católica, un verdadero bastión para la defensa de la familia muy silenciado por las hordas revolucionarias de estos tiempos de tempestades. Veremos los próximos días si la sabiduría popular romana se asienta en la realidad.

Siguen los coletazos de la entrevista del Papa Francisco sobre el tema McCarrik. Por un lado están los hechos y por otro la complicación de los mismos provocada por quien tendría que solucionarlos. Seguimos la noticia que tendrá muchas más ramificaciones.

La situación del cardenal Pell en Australia recupera su interés en la prensa italiana. Siempre hemos defendido la inocencia del cardenal y que el origen de sus problemas australianos tiene raíces en el Vaticano. Por ahora, poco más que empezamos la apelación que durará un tiempo. No tenemos mucha confianza en un cambio radical pero lo seguiremos con atención.

Interesante artículo sobre la apostasía de occidente. Es una situación inédita en la historia que está teniendo enormes consecuencias. Todavía no somos conscientes de lo que estamos perdiendo y no somos capaces de imaginar las repercusiones en el futuro inmediato. Lo que es seguro es que viviremos la fe en un mundo muy distinto del que conocemos y en el que tendremos que hacer presente a Cristo.

«…el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.»
Buena lectura.

SPECOLA