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jueves, 6 de junio de 2019

“De una ambigüedad desmedida”. Un teólogo de la Congregación para la Doctrina de la Fe le da un suspenso al papa (Sandro Magister)


Padre Thomas Weinandy

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Esa frase nunca habría salido indemne del examen de la Congregación para la Doctrina de la Fe, si el papa Francisco hubiera dejado que la controlaran.

Pero no ha sido así. En el solemne documento sobre la fraternidad humana del 4 de febrero, firmado conjuntamente en Abu Dabi por Francisco y el Gran Imán musulmán de al-Azhar, Ahmed el-Tayeb, figura la siguiente afirmación:
“El pluralismo y la diversidad de religión, color, sexo, raza y lengua son expresión de una sabia voluntad divina, con la que Dios creó a los seres humanos”.
Nada que objetar al color, sexo, raza y lengua. Pero que Dios también quisiera la diversidad de religión es una tesis nueva y temeraria para la fe católica. Porque entonces ya no valdría lo que el apóstol Pedro, el primer papa, predicaba lleno de Espíritu Santo después del Pentecostés, es decir, “no hay otro nombre por el que nosotros debamos salvarnos” si no es Jesús, ya que su actual sucesor pone al mismo nivel todas las religiones.
Un mes después, en la audiencia general del 3 de abril, de regreso de otro viaje a tierras musulmanas, Marruecos, el papa Francisco intentó arreglar la mala jugada. “No debemos asustarnos de la diferencia” entre las religiones, dijo. “Dios ha querido permitir esta realidad” con la “voluntad permisiva” de la que hablan “los teólogos de la Escolástica”. En todo caso “debemos asustarnos si no trabajamos en la fraternidad, para caminar juntos en la vida”.
Pero tampoco en este caso, aunque el texto de esta audiencia general hubiera sido sometido primero al control de la Congregación para la Doctrina de la Fe, habrían aprobado este parche.

Hemos perdido la cuenta de las veces que el papa Francisco ha rehusado pedir o aceptar la opinión de la Congregación, cuya misión es la de comprobar la fidelidad al dogma.

Si lo hubiera hecho, por ejemplo, con “Amoris laetitia”, la exhortación sobre el matrimonio y el divorcio, la habría escrito de manera menos aventurada, sin provocar esos “dubia” – firmados y publicados por cuatro cardenales – a los que Francisco no ha querido responder, imponiendo el silencio también a la Congregación dirigida entonces por el cardenal Gerhard L. Müller.

Y hoy que se acerca la aprobación del nuevo equipo de la curia vaticana, ya se ha filtrado que la más penalizada será precisamente la Congregación para la Doctrina de la Fe, de cuyo organigrama forma parte también la Comisión teológica internacional, la flor y nata de los teólogos de todo el mundo.

Uno de los treinta teólogos que componen la Comisión no ha querido rendirse y quedarse callado. Y el 2 de junio ha publicado una argumentada declaración de protesta contra la afirmación del documento de Abu Dabi que atribuye la diversidad de las religiones a la voluntad creadora de Dios.

Este teólogo es el estadounidense Thomas G. Weinandy, 72 años, franciscano, cuya dolorida y meditada carta dirigida al papa Francisco en 2017 ya conocen los lectores del blog Settimo Cielo, la cual también se quedó sin respuesta:

> Un teólogo escribe al Papa: Hay caos en la Iglesia y usted es una causa

Aquí tienen la referencia al texto íntegro de su nueva intervención, esta vez bajo la forma de un auténtico ensayo teológico, publicado en “The Catholic World Report”, la revista on line de Ignatius Press, la editorial fundada y presidida por el jesuita Joseph Fessio, antiguo discípulo de Joseph Ratzinger y miembro de su “Schulerkreis”:

> Pope Francis, the uniqueness of Christ, and the will of the Father

El padre Weinandy se toma muy en serio la gravedad del asunto, que presenta de la siguiente manera:

“Pope Francis is noted for his ambiguous statements, but I find the indeterminate meaning contained in the Abu Dhabi statement the most egregious. By implication, it not only devalues the person of Jesus, but it also, and more so, strikes at the very heart of God the Father’s eternal will. Thus, such studied ambiguity undermines the very Gospel itself. Such implicit doctrinal subversion of so foundational a mystery of the faith on the part of Peter’s successor is for me and for many in the Church, particularly the laity, not simply inexcusable, but it most of all evokes profound sadness, for it imperils the supreme love that Jesus rightly deserves and merits.”

“El papa Francisco es conocido por sus afirmaciones ambiguas, pero encuentro que el sentido indeterminado de la afirmación contenida en el documento de Abu Dabi ha superado el límite. Implícitamente no sólo devalúa la persona de Jesús, sino que también, y mucho peor, ataca directamente el corazón de la eterna voluntad de Dios Padre. Por lo tanto, esta estudiada ambigüedad mina desde la raíz la verdad del Evangelio. Esta implícita subversión doctrinal de un misterio de la fe tan fundamental por parte del sucesor de Pedro es para mí y para muchos en la Iglesia, especialmente entre los laicos, no sólo inexcusable, sino que sobre todo provoca una inmensa tristeza, porque pone en peligro el amor supremo que Jesús merece justamente”.

Ya en el año 2000 la Congregación para la Doctrina de la Fe, cuyo prefecto era Ratzinger, había avisado de lo importante que era desechar tergiversaciones y errores relativos a Jesús como único salvador del mundo. Lo había hecho con la declaración “Dominus Iesus”, con la cual, como dijo su autor y con el pleno acuerdo del papa Juan Pablo II, quería reafirmar precisamente este “elemento irrenunciable de la fe católica” respecto a cualquier otra religión.

Pero, a pesar de esto, o precisamente por esto, la “Dominus Iesus” fue acogida con una ráfaga de críticas, no sólo desde fuera, sino también desde dentro de la Iglesia, incluso por parte de teólogos y cardenales famosos, como Walter Kasper o Carlo Maria Martini.

Y esas críticas son precisamente las que hoy se encuentran recogidas y condensadas en el fragmento del documento de Abu Dabi que el padre Weinandy desaprueba.

Pero aún hay más. Después de remitirse al “Dominus Iesus” y de reconocer su mérito, el padre Weinandy escribe que ni siquiera esa declaración supo llegar al fondo del asunto:

“Because of this inadequacy, missing is the full truth and beauty of who Jesus is; and so, what is not fully appreciated is the manner in which he is the universal Savior and definitive Lord. I want in this essay to make evident what is lacking in ‘Dominus Iesus,’ and in so doing, further nullify any interpretation of the Abu Dhabi document which could affirm, or even suggest , that Jesus and other religious founders are of equal salvific value, and thus that God willed all religions in the same manner as he willed Christianity.”

“A causa de esta insuficiencia se pierden la verdad y la belleza de lo que es Jesús y no se aprecia plenamente el modo en que él es el Salvador universal y Señor definitivo. En este ensayo mío lo que quiero es hacer evidente lo que falta en la ‘Dominus Iesus’ y, de esta forma, invalidar todas las interpretaciones del documento de Abu Dabi que afirmen o, por lo menos, sugieran que Jesús y otros fundadores de religiones tienen el mismo valor salvífico, y que, por lo tanto, Dios quiso todas las religiones del mismo modo en que quiso el cristianismo”.

Por eso es necesario leer el ensayo del padre Weinandy. Que concluye así:

“What I have articulated here may be obvious to all faithful Christians. Nonetheless, given the ambiguity contained within the Abu Dhabi statement that Pope Francis signed, a strong reaffirmation is now necessary. One would like to think (the forever giving him the benefit of the doubt) that Pope Francis unwittingly, and so not consciously aware of the doctrinal implications of his signature, did not intend what the document seems to declare.

“Regardless, no one, not even a pontiff, can undo or override the will of God the Father concerning Jesus his Son. It is God the Father who ‘has highly exalted him and bestowed upon him the name which is above ever name.’ The Father has eternally decreed that at the name of Jesus, and not at the name of Buddha, Mohammed, or the name of any other past, present, or future religious founder, that ‘every knee should bow, in heaven and on earth and under the earth, and every tongue confess that Jesus Christ is Lord.’ To do so is not simply to glorify Jesus, but also ‘to the glory of God the Father’ (Phil. 2:9-11). In his love the Father has given the world Jesus his Son (Jn. 3:16), and ‘there is no other name under heaven given among men by which we must be saved’ (Acts 4:12). In this supreme truth we are to rejoice in gratitude and praise.”

“Lo que he explicado aquí puede resultar obvio a todos los fieles cristianos. Sin embargo, debido a la ambigüedad contenida en el documento de Abu Dhabi firmado por el papa Francisco, es necesaria una enérgica reafirmación. Me gustaría pensar – siempre concediéndole el beneficio de la duda – que el papa Francisco, involuntariamente y por lo tanto sin una plena consciencia de las implicaciones doctrinales de su firma, no quería decir lo que el documento parece declarar.

“En cualquier caso nadie, ni siquiera un pontífice, puede anular o ignorar la voluntad de Dios Padre relativa a su Hijo Jesús. Dios Padre ‘le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre’. 

El Padre estableció eternamente que al nombre de Jesús, y no al nombre de Buda, Mahoma o de cualquier otro pasado, presente o futuro fundador religioso, ‘toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios Padre’ (Filipenses, 2, 9-11). Con su amor el Padre dio al mundo Jesús, su Hijo (Juan 3, 16) y ‘no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos’ (Hechos 4, 12). Debemos alegrarnos en esta suprema verdad con gratitud y oración”.
Sandro Magister