BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS



jueves, 20 de diciembre de 2018

VOX, el islam y la lista negra de Pedro Sánchez (Alfonso Basallo)



Sigue la polémica de Vox, al que tildan de xenófobo, un sambenito sencillo para un problema complejo como el de la inmigración. Pero Vox no ha dicho que vaya a expulsar a los inmigrantes, sino a los ilegales; ni que vaya a echar a los musulmanes, sino cerrar mezquitas salafistas. Lo más polémico no es eso, lo más polémico es que quiera excluir el islam de la enseñanza pública.

El columnista de ABC, Hughes, sagaz observador de la actualidad, ha puesto el dedo en la llaga. Se ha puesto un tanto pejiguero con Vox y su propuesta de excluir el islam de la enseñanza pública.

Le parece bien que el partido de Abascal proponga cerrar mezquitas radicales y salafistas; pero le parece menos bien que quiera negar el derecho a los niños españoles musulmanes a recibir clases de islam.

Y argumenta: si se admite la presencia de la religión en la escuela pública, ha de admitirse cualquiera que un número determinado de españoles pueda solicitar bajo ciertos criterios; de lo contrario, hay un tratamiento claramente discriminatorio.

Es verdad que no es lo mismo el islam que el cristianismo; es verdad que el multiculturalismo representa una amenaza y que, como decía Giovanni Sartori, atribuir a todas las culturas “igual valor” equivale a adoptar un relativismo absoluto que destruye la noción misma del valor. Si todo vale, nada vale.

Pero, si lo pensamos bien, Hughes tiene parte de razón: o nos creemos la libertad religiosa y el derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos o no nos lo creemos.

Y eso vale tanto para la religión musulmana -hecha la salvedad de quienes desde mezquitas o madrassas inciten al delito o prediquen la yihad-, como para la religión católica
.

[Si lo que cuenta es el Bien Común, esta separación Iglesia-Estado es, cuando menos, discutible ... ¡esto es mío!]

Porque el problema que tiene España no es que se enseñe la fe de Mahoma en las escuelas, sino que se arrincone la fe en Cristo en las aulas y se pretenda reducir la religión al ámbito privado, dejándola al borde de la catacumba.

Y en esas llevamos un tiempo, sobre todo cada vez que llega la izquierda (primero con la ofensiva laicista de Zapatero, y ahora con la de Sánchez), porque la derecha, como siempre, ni fu ni fa sino todo lo contrario. Ya se sabe, mientras el PP se responsabiliza de las cuentas; el PSOE se dedica a la ingeniería social.

Lo alarmante no es que se imparta el Corán en las escuelas, sino que, optar por las asignatura de religión católica vaya a convertirse en “cosa de héroes”, como ha dicho el portavoz de la Conferencia Episcopal, ante el proyecto del Gobierno Sánchez de reducir las horas lectivas y suprimir el cómputo de la nota para pasar de curso o acceder a una beca.

El mismo artículo 27 de la Constitución que garantiza a los padres musulmanes que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones, garantiza lo mismo a los padres cristianos, con el agravante de que ésta última es la religión mayoritaria de los españoles.

Ése es el quid de la cuestión. El enemigo está dentro, no fuera de nuestras fronteras. Como advirtió Churchill, la mayor amenaza para la civilización occidental no viene de otras civilizaciones, sino “de nuestra propia pusilanimidad”.

El problema es el patológico odio de Occidente hacia sí mismo del que hablaba Benedicto XVI. Y ése es el espectáculo que nuestros gobernantes están dando a integrantes de otras culturas, como la musulmana, que llegan a España y que se disponen a tomar el relevo demográfico.

Ellos vienen con su religiosidad y se encuentran con una Europa que ha renunciado a su ADN trascendente. O con unos gobiernos -como el del señor Sánchez- que legislan en contra de las convicciones profundas de la mayoría de los ciudadanos, llevándose por delante irrenunciables derechos constitucionales.

Eso es lo grave. La cristofobia explícita del Gobierno socialista y sus aliados podemitas. En los pocos meses que lleva Sánchez no ha sido capaz de sacar los presupuestos, pero le ha faltado tiempo para hacer una lista negra de 3.000 templos, cuya inmatriculación quiere impugnar. Pretensión de escaso recorrido que demuestra su ignorancia jurídica y su trasnochado anticlericalismo.
Alfonso Basalló