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lunes, 28 de diciembre de 2015

Feliz Navidad (Juan Manuel de Prada)

(Para leer el original, pinchar aquí)


Decía Chesterton que en Navidad celebramos un trastorno del universo. Adorar a Dios significaba hasta la Navidad alzar la mirada a un cielo inabarcable que nos estremecía con su vastedad; a partir de la Navidad, adorar a Dios significa dirigir la mirada hacia el interior de una cueva lóbrega, para reparar en la fragilidad de un niño que llora en un pesebre. Las manos inmensas que habían modelado el universo se convierten, de súbito, en unas manos diminutas que tiemblan en el frío de la noche y buscan el calor del pecho de su Madre. Divinidad y fragilidad habían sido hasta ese momento conceptos antitéticos; pero la Navidad los obliga a juntarse, en un pasmoso oxímoron que hace tambalear nuestras certezas y subvierte por completo nuestras categorías mentales. Los hombres, que desde la noche de los tiempos se habían arrodillado ante la furia apabullante de los elementos, deciden arrodillarse de repente ante un recién nacido, mucho más pequeño y desvalido que ellos mismos, pues ni siquiera ha podido ser alumbrado en una posada. Ante una tempestad o una lluvia de estrellas uno puede arrodillarse con miedo; ante un niño que ha nacido en una cueva, como un proscrito, uno sólo puede arrodillarse con amorosa y emocionada piedad.

Pero este oxímoron que celebramos en Navidad enseguida golpea nuestra credulidad. ¿En qué cabeza cabe que un Dios que hasta entonces había sido invisible e incorpóreo, omnipotente y glorioso, tome la apariencia (y no sólo la apariencia, sino también el cuerpo y el alma) de un niño? Semejante cosa sólo podría ocurrírsele a un Dios que estuviese loco de remate; pues no hay locura más rematada que la locura de amor. Al asumir Dios la fragilidad de la naturaleza humana, se inauguró una nueva era de la Humanidad, que desde entonces pudo entender mejor el sentido sagrado de la compasión; pues, desde el momento en que Dios se había hecho frágil como nosotros mismos, resultaba más fácil abrazar la fragilidad del prójimo, volviéndonos nosotros también locos de remate (y, en efecto, la caridad siempre ha parecido una forma insufrible de locura a quienes no la sienten). Por eso la Navidad puede considerarse una fiesta de locos rematados; y por eso, cuando falta el manantial originario de esa locura, se convierte en una fiesta indecente, puro sentimentalismo vacuo que revuelve las tripas y estraga el alma, por mucho que finjamos alegría y regocijo (o, sobre todo, cuando fingimos alegría y regocijo). Pues deja de ser verdadera fiesta, para convertirse en un aspaviento disfrazado de algarabía, atracón de turrones y vomitera nocturna; una sórdida orgía consumista, aderezada con unas dosis de humanitarismo de pacotilla.

Muchas personas sienten, en medio de los regocijos navideños, una suerte de dolor sordo o sentimiento de amputación, que a veces se identifica con una nostalgia de la inocencia perdida; pero que en realidad es conciencia dolorida de que el sentido originario de la fiesta les ha sido arrebatado, y con él la posibilidad de una genuina felicidad. El hombre contemporáneo persigue la felicidad como si de una fórmula química se tratase; pero esta búsqueda suele saldarse con un fracaso, pues en el mejor de los casos obtiene una sensación efímera de bienestar, o bien un placebo euforizante, apenas un analgésico que le distrae por unos pocos días el dolor en sordina que lo martiriza. Y este dolor (que a veces se presenta como hastío o tedio de vivir, a veces como indolencia y acedia, a veces como desesperación y angustia) es la consecuencia directa de una amputación. No hay felicidad sin una aceptación íntegra de nuestra naturaleza, que incluye una vocación religiosa; y tal vocación no se puede extirpar sin un grave menoscabo de nuestra propia naturaleza. El hombre contemporáneo, al negar su vocación religiosa, se ha convertido en un ser amputado y, por lo tanto, infeliz; y, como el manco que en los días que anuncian tormenta siente un dolor fantasmagórico en el brazo que le ha sido arrancado, el hombre contemporáneo siente más que nunca esa amputación en las fechas navideñas.

«Quitad lo sobrenatural y no encontraréis lo natural, sino lo antinatural», nos enseña Chesterton.Quitadle a la Navidad su cataclismo sacro, ese trastorno del universo del que hablábamos más arriba, y no encontraréis la verdadera fiesta, sino su parodia grotesca y antinatural: consumismo bulímico, humanitarismo de pacotilla, torpe satisfacción de placeres primarios; correteos, en fin, de un gallo al que han arrancado la cabeza y que bate las alas desesperadamente, mientras se desangra y agoniza.

Juan Manuel de Prada

Los Santos Inocentes. ¿Y por qué no matamos a los recién nacidos? (Eulogio López)

Original aquí

Añado también un vídeo de Eulogio López sobre este tema

3:13 minutos

  • ¿En qué se diferencia un feto un día antes de nacer del mismo bebé un día después?
  • El infanticidio es más sincero que el aborto: matar al niño en el seno materno, antes de nacer, y a escondidas.
  • Y no es ni más ni menos cruel o inmoral que el aborto.
  • La diferencia: que al niño recién nacido se le ve y se le toca.
  • Es lo mismo que distingue al aborto del anticonceptivo.
Es una dirigente menor de Izquierda Unida pero estoy seguro que representa el sentir de otros miembros de su formación, del 50% de los políticos españoles y del 100 por 100 de las feministas.
A fin de cuentas, ya nada nos asombra en las salvajadas sobre el asesinato del más inocente y más indefenso de todos los seres humanos, el concebido y no nacido.
Y tiene razón. Veamos: ¿qué diferencia a un niño 24 horas antes de nacer y 24 horas después, cuando aún -importante dato- no ha sido inscrito en el Registro Civil? En casi nada. ¿Entonces?
Nuestra feminista tiene razón: si el feto es suprimible, el bebé también. Eso sí, a partir de ahí, se abren inquietantes interrogantes. Porque claro, en qué se diferencia un bebé recién nacido de un bebé de tres meses? En casi nada. Sólo es un poco más grande. ¿Y de un bebé de 1 año? No mucho, sólo en el tamaño. De hecho, podíamos alargar el aborto libre hasta que los niños no tengan uso de razón. Pongamos los siete años de edad. Hasta entonces, que la madre, no el padre, por supuesto, decida si vive o muere. Ya lo tengo: lo mas progresista es el aborto libre (y gratuito, esto es importante) hasta los siete años de edad.
Día de los Santos Inocentes… e indefensos. ¿Qué por qué no hemos llegado aún al infanticidio? Fácil, porque todo la diferencia -poco ontológica, pero palpable- entre un feto al que le faltan 24 horas para nacer y ese mismo bebé 24 horas después de haber nacido es esto: que el segundo se ve y se toca. Es la misma diferencia entre aborto y anticonceptivo. Se considera que el segundo es un remedio para evitar el primero cuando en realidad, todos los anticonceptivos presentes hoy en el mercado pueden ser abortivos. Son, de hecho, potencialmente abortivos. Sólo que del aborto podemos ver, al menos, los restos, las pocas veces que nos los enseñan.
En definitiva, ver o no ver, lo que revela que vivimos tiempos de enorme profundidad intelectual. En cualquier caso, la festividad de los santos inocentes se refiere a la matanza de Belén para niños ya nacidos y hasta los dos años de edad. Unos 2.000 años después, nuestros queridos políticos nos proponen seguir el mismo camino.
Y la pregunta es: ¿que haría la mayoría si el deseo de nuestra chica de Izquierda Unida se hiciera realidad? Algunos aplaudirían, otros asegurarían que es una cuestión de conciencia personal y unos terceros que no han tenido tiempo de ocuparse del tema. Es lógico: los miembros de los tres grupos ya estarán talluditos: no corren peligro alguno.
Eulogio López

Ayuntamiento de Madrid. Los pobres con móvil de Manuela y el padre Ángel (Eulogio López)

Original aquí

  • La España de las mentiras: Navidad es el nacimiento de Cristo pero, al parecer, Cristo no fue invitado al Ayuntamiento de Madrid.
  • Cómo iba a serlo si la alcaldesa presume de atea.
  • Por cierto, las hermanitas de los pobres de la calle Martínez Campos dan de comer al doble de pobres que Manuela y el cura Ángel, sólo que 365 días al año. Y sin teles que lo filmen.
  • Por el contrario, la mano derecha del Padre Ángel sabe lo que hace su mano izquierda… además de saberlo los otros seis millones de madrileños.
  • Carmena, como Lenin, es muy consciente de que los buenos curas deben ser fusilados, pero que a los heterodoxos, a los afines… hay que mimarlos. Resultan muy útiles.
Alguien, creo que fue Aleksandr Solzhenitsyn, el autor de Gulag, definió al comunismo como la gran mentira. En efecto. El nazismo es brutalidad pero el comunismo es la misma brutalidad disfrazada de justicia social (antes) y ahora de democracia, con los chicos de Podemos.
Unos chicos, los de Pablo Iglesias, que, en efecto, podrían llegar al poder en España y convertirnos en la Venezuela donde falta hasta el papel higiénico y donde se asesina al disidente.
Sí, el comunismo actual en España se llama Podemos, sólo que mucha gente, o no se lo cree o no está dispuesta a creérselo. Pero vamos con las mentiras. Naturalmente, Podemos se cuida muy mucho de atacar la Navidad. Todo lo contrario: doña Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid –que no es de Podemos- ofrece al Padre Ángel -cuánto bueno- la sede municipal de Cibeles (en la imagen) para ofrecer una cena de Nochebuena a los pobres. Pobres con móvil, claro está, haciéndose selfis con su salvadora Manuela, buen patrimonio inmobiliario.
Y es que, aunque el padre Ángel se empeñe en lo contrario, una cosa es la pobreza en España, otra en Venezuela y otra en el Congo.
Pero, a fin de cuentas, la iniciativa está muy requetebién. No tanto la lacrimógena parafernalia televisiva montada en torno a ella. Las hermanitas de los pobres de la calle Martínez Campos (sólo éstas), sin cámaras de TV y sin alabar a la comunista Manuela, reparten cada día el doble de las comidas que el padre Ángel, tan discreto, repartió el día de Nochebuena en el Ayuntamiento.
Creánme, Navidad no consiste en dar de comer a los pobres en Nochebuena, entre otras cosas porque los pobres necesitan comer todos los días del año.  
Aún así. Lo de la cena de Nochebuena seguiría estando bien pero no quita que sea el padre Ángel el mismo que coqueteó con el aborto en un programa de televisión para quedar bien con la modernidad o el mismo que retó a su obispo, el de Madrid, monseñor Carlos Osoro, utilizando a la parroquia que se le ha encomendado para hacer homenaje, no a Pedro Zerolo, el apóstata profesional,  sino a la homosexualidad de Pedro Zerolo, con activistas gay traídos de no se sabe dónde y curas con estola bandera arco iris, lo que, además de profanación, supone una horterada de mucho cuidado.
En aquel entonces, el Arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, le llamó al orden. El padre Ángel, siempre humilde y obediente, advirtió que la próxima vez no le pediría permiso al obispo (no se lo había pedido y debiera haberlo hecho) sino a la alcaldesa comunista de Madrid, Manuela Carmena, quien “seguro que no me pone tantas pegas”.
Y por supuesto que no se las pone. La alcaldesa, como buena comunista, conoce todos los senderos de la demagogia. Y sabe, como Lenin, que los buenos curas deben ser fusilados, pero que a los  heterodoxos, a los afines, hay que mimarlos. Resultan muy útiles.
Buena prueba de la impostura de Nochebuena en la casa consistorial madrileña es que, siendo la Navidad el nacimiento de Cristo, Cristo no había sido invitado a la cena del padre Ángel y doña Manuela. ¿Cómo iba a serlo si doña Manuela es una comunista atea, que no cree en Cristo? Los pobres sólo le interesaban para darse un baño filantrópico a su costa y utilizando al cura Ángel como tonto útil. De la misma forma que al padre Ángel le interesan para hacer caridad, aunque eso sí, su mano derecha bien conoce lo que hace su mano izquierda… al igual que otros seis millones de madrileños.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com

viernes, 25 de diciembre de 2015

Nochebuena. Un mundo a la espera (Eulogio López)

Original pinchando aquí

  • En el momento actual, la sensación global es que algo tiene que ocurrir, aunque no se sepa el qué.
  • Entre otras cosas, porque la humanidad ha llegado a un consenso global: las cosas no pueden seguir como están.
  • Uno de los problemas es que los líderes mundiales no marcan los tiempos: es el tiempo quien les marca a ellos.
  • Pero el problema mayor es que somos incapaces de convertirnos. Por tanto, incapaces de cambiar el mundo.
  • No olvidemos que el hombre es libre, pero no es dueño de su destino: tiene que cumplir su pacto con el Creador y con su propia condición.
  • Por eso, algunos esperamos, otra vez, “el primer milagro”.

  • Hoy es un buen día para leer “el primer milagro” un cuento de Navidad de Azorín. Pueden hacerlo aquí. Don José Martínez Ruiz no es el mejor narrador, pero tenía la, no sé si virtud o característica, de dejar abiertos sus relatos. No les voy a estropear este corto y entrañable cuento navideño, con escenario en Belén, pero sí les recordaré que trata de una conversión paulina, inesperada y brusca. Justo lo que hoy necesita el mundo.
En el siglo XXI habita una humanidad a la espera. ¿A la espera de qué? Eso es lo que no sabe y tampoco cuenta con líderes que se lo expliquen. De hecho, los líderes sociales, políticos o intelectuales son los más despistados de todos. No marcan los tiempos, son los tiempos quienes les marcan a ellos.
Pero el problema mayor es el que plantea Azorín: somos incapaces de convertirnos. Por tanto, incapaces de cambiar el mundo. Sí, hablo de la conversión a Cristo. Por eso andamos tan despistados y por eso, a pesar de estar moviéndonos constantemente, no conseguimos enderezar un rumbo que nos lleva al abismo. Porque la conversión cristiana, que no el progresismo, es lo que provoca el cambio. Por eso estamos estancados.
Ahora bien, lo que está claro es que le mundo está a la espera. Estancados pero a la espera de acontecimientos. La humanidad ha llegado a un consenso global que podremos resumir así: algo tiene que ocurrir. Entre otras cosas, porque la otra parte del consenso, llamado sentido común, advierte a cualquiera de que las cosas no puede seguir como están, con un vestido que tiene tantos rotos como descosidos. Y no me refiere al ecosistema, me refiero al hombre, a la sociedad, no al planeta.
El busilis de la cuestión es que Dios existe independientemente de que le hombre crea o no crea en él. Lo contingente es la creatura no el Creador. Y otra cosa que ha olvidado la sociedad moderna es que el hombre es libre para violar la ley de Dios pero no para evitar las consecuencias de tal violación. El hombre puede cambiar de actitud pero no de naturaleza.
En plata: si el hombre no se convierte a Cristo, el mundo, al menos este mundo actual, nuestro mundo, no tiene remedio. Y lo malo, en esta Nochebuena de 2015, es que observo pocas ganas de regresar al hogar natural del hombre, a los puertos seguros de allende los mares. No sé si queda mucho tiempo.
¿Y qué ocurrirá si no se da esa conversión imprescindible? Pues probablemente que la olla, que ya soporta demasiada presión, estalle. ¿Será para mal? El estallido sí, el post-estallido no. Apunta hacia un mundo nuevo de aire limpio y no viciado.
¿Y esto va a ocurrir? No necesariamente, depende de cada uno y de todos. Pero las voces proféticas -ésas de la que no hacemos caso sino a posteriori- aseguran que la olla ya soporta demasiada presión.
En verdad, Feliz Navidad para un mundo a la espera.
Eulogio López

jueves, 24 de diciembre de 2015

Discurso de Clausura del Sínodo - 12 (Análisis crítico)


Porque, además, cabe el peligro de interpretar las palabras del Papa como si toda persona que viene a este mundo se fuera a salvar necesariamente; y esto independientemente de cuál sea su conducta, puesto que Dios es clemente y misericordioso. Acerca de este tema se puede leer algo en mi otro blog (pinchar aquí).

En fin: sigamos con el discurso del santo Padre. El Sínodo ha significado muchas cosas y, según sus palabras, parece que han sido cosas buenas ... El cómo ha llegado a esa conclusión es una pregunta que me hago, aunque la respuesta a la que llego no coincide con sus aseveraciones, pues, con los pocos datos de que dispongo, lo que he podido observar no coincide, sino que es más bien todo lo contrario de lo que el papa Francisco expone en su alocución. 

Lo que yo he visto es demasiada división (y no precisamente enriquecedora) entre el conjunto de los cardenales; y esto con respecto a unas cuestiones que ni siquiera debieran haber sido planteadas nunca, pues no admiten discusión ... siendo lo más grave, a mi entender, el hecho de que tales cuestiones, cuya respuesta ya se conoce desde el comienzo del cristianismo, hayan sido planteadas al pueblo cristiano en forma de encuesta (Véase aquí y aquí). 


Y luego está la situación que, en términos generales, se está viviendo actualmente en la Iglesia, a nivel de altas jerarquías y que es muy preocupante. Por poner algún ejemplo:

- ¿Dónde ha quedado la realeza de Cristo, de la que no se habla? Todo el mundo sabe que la Iglesia no es una democracia ni puede serlo, en modo alguno. Tuvo un Fundador, que es Jesucristo ... y el Papado como Institución tiene un carácter divino. Jesucristo encomendó a Pedro el cuidado de su Iglesia. Y este cuidado se lo encomendó sólo a Pedro ... y a todos sus sucesores, en comunión con Pedro, que han sido los diferentes Papas, vicarios de Cristo en la Tierra, cuya misión ha sido, es y seguirá siendo, la de transmitir con fidelidad la Doctrina recibida. 


Cualquier intento de democratizar a la Iglesia queda fuera de la voluntad de su Fundador (ver aquí y aquí) ... La Constitución Jerárquica de la Iglesia le es esencial. La Iglesia de Cristo es únicamente la Iglesia católica: ésta -y ninguna otra- es la Iglesia verdadera, que es gobernada por el sucesor de Pedro y por los obispos en comunión con él. 

El conjunto de los obispos o colegio episcopal, si si separa del Papa, deja de tener autoridad. Sin embargo, hay muchos obispos, en especial los alemanes, que no tienen muy clara esta idea. El propio Papa se define a sí mismo como el obispo de Roma ... que ciertamente lo es, pero no al modo y manera en que pueda serlo cualquier otro obispo, pues en cuanto Papa tiene un Primado absoluto. El mero hecho de hablar de Papa emérito, refiriéndose al cardenal Ratzinger (que, además, sigue vistiendo de blanco, como si aún mantuviera su condición de Papa) indica que hay un clima de confusión en el seno de la Jerarquía Eclesiástica, clima que no hace ningún bien al sencillo pueblo cristiano.

- Tenemos luego el hecho de que, desde el primer día en que Francisco tomó el relevo de Benedicto XVI, lo primero que hizo fue el pedir ser bendecido por los fieles. Es el Papa el que tiene que bendecir como Vicario y representante de Cristo en la tierra que es. Causa verdadero estupor el ir observando cómo el santo Padre pide continuamente ser bendecido ... incluso por miembros de otras religiones: rabinos, imanes, anglicanos, etc ... como si eso fuese señal de humildad siendo, como es, signo de capitulación ante el mundo y de avergonzarse de Jesucristo como el único que nos puede salvar (Hech 4, 12).

- La pastoral católica debería de pasar por dar a conocer a los católicos el auténtico contenido de su fe, de modo que sepan dar razón de su esperanza a todo el que se lo pida (1 Pet 3, 15), pero no es eso lo que está ocurriendo. Dentro de las obras de misericordia está aquella que dice: "Enseñar al que no sabe". Esta obra de misericordia, tan necesaria, no se está practicando en la Iglesia. 

- Y, sin embargo, no es este desconocimiento -real- que posee la inmensa mayoría de los fieles cristianos lo que preocupa al santo Padre, sino que su máxima preocupación, según se deduce de los hechos, parece estar centrada en temas como el ecumenismo, el diálogo inter-religioso y el medio ambiente, entre otros. 

- Nos encontramos también con el hecho de que el papa Francisco es considerado por la inmensa mayoría de la gente como el papa de los pobres. Pero lo que se viene observando en la Iglesia, desde el Concilio Vaticano II es, en cambio, un gran derroche de dinero, en particular en viajes papales. Desde 1962 han tenido lugar 148 de estos viajes (de ellos 11 el papa Francisco) y lo peor de todo es que no se puede hablar de que haya habido en esos viajes una verdadera Evangelización, puesto que los hechos cantan. Y según éstos, es cada vez menor el número de católicos que viven conforme a su fe, una fe que -en realidad- desconocen.

El papel principal del Papa, según se puede leer en el link anterior, es el de salvaguardar la pureza de la fe, mantener la integridad de la moral católica, y disciplinar a aquellos católicos, bien sean sacerdotes, obispos o líderes cívicos, que causen escándalo debido a su enseñanza heterodoxa y mal ejemplo ... Sin embargo, lo que hoy en día se observa es justamente lo contrario: nos encontramos ante una Iglesia en descomposición, empeñada en eliminar cualquier vestigio de sobrenaturalidad que se encuentre como si se tratara de un virus que hubiera que extirpar lo más pronto posible. Son hechos reales -aunque poco conocidos, por ser silenciados-el lamentable caso de los Franciscanos de la Inmaculada (pinchar aquí y aquí), el caso de la destitución de Monseñor Liviéres, recientemente fallecido (pinchar aquí y aquí), un obispo con ideas ortodoxas y fiel a la Tradición, etc...


Todo esto -y mucho más- es causa de sufrimiento para todos aquellos que pretenden vivir su fe con fidelidad a las enseñanzas de Jesucristo pues, al fin y al cabo, todos -si estamos en estado de gracia- somos parte del Cuerpo Místico de Cristo. Tal vez ese sea el sacrificio que hoy nos está pidiendo el Señor a todos los cristianos: hacer realidad en nuestra vida las palabras del apóstol san Pablo: "Tengo que completar en mi carne lo que falta a la Pasión de Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia" (Col 1, 24)
(Continuará)

Feliz Navidad ... con perdón (Fray Gerundio)


Para leer el artículo original pinchar aquí
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He decidido tomarme las Navidades con espíritu de burbuja. O sea, aislarme de todo lo exterior y vivir el Nacimiento del Niño Dios con la mayor intimidad posible. Tengo interés en que sean unas navidades católicas, como antaño. Mi celda se ha convertido en un pequeño portal de Belén en el que pueda admirar el Misterio, vivir la venida del Hijo de Dios -el Verbo se hizo carne-, sin ambigüedades, sin distingos, sin filologías, sin acomplejamientos y sin irregularidades en la fe (vamos, sin herejías). Me lo aconsejan una vez más los médicos, que están muy interesados en que mis coronarias no se atasquen e incluso se refrigeren un poco con el donaire, la risa sana y el espíritu de regocijo que surge ante la comicidad tronchante de nuestra Iglesia, que pugna por ser lo más neutral posible para dar cabida a todos. Al fin y al cabo, -dicen- la Iglesia es Madre y no madrastra. Es la calle y no la institución. Es la periferia y no el centralismo. Es el amor y no las exigencias.

Mis novicios modernistas están contentos. Dicen que por fin se habla en la Iglesia de la misericordia de Dios. Vienen a mi celda para felicitarme anticipadamente las Navidades al modo moderno (que es el que a ellos les va), y para eso me traen muy ufanos el anuncio que han visto en 13 TV, que es la cadena televisiva de la Conferencia Episcopal Española. Me he quedado de piedra cuando he podido ver el anuncio en cuestión. Debe de haberlo pensado alguno de los ideólogos de la cadena, moderno -por supuesto-, que lee el Evangelio desde la modernidad y sitúa a la Sagrada Familia entre tantas familias de la calle que se ven apresuradas por el nacimiento de un nuevo niño. Todo muy natural, laico, guay y chic. No me extraña que la propia Conferencia Episcopal haya reconocido -con la boca pequeña- su culpa en la descristianización de España. Pero si ésta es la única forma de felicitar la Navidad que se les ocurre, apañados vamos. Menos mal que ya nadie le hace caso. Se han desprestigiado ellos mismos.

El mensajito final es de lo más surrealista y delirante, aunque expresa perfectamente el núcleo del problema. Acorde con las más actuales doctrinas místicas:

La luz está en tí

Y es que son Navidades antropocéntricas. Y siguiendo las doctrinas al uso, deben de ser Navidades en las que pensemos en un mundo mejor. Eso que decía San Juan, de que la Luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la acogieron, está pasado de moda y es una fruslería sin importancia. Porque, en realidad, Jesucristo viene a hacernos conscientes de que en nosotros está la salvación. Él es un mero recordatorio de que la fraternidad es su Gran Regalo. Las velitas del vídeo de marras expresan esa luz que todos llevamos dentro y que no quieren compartir los pepinillos en vinagre. Y todo, en la Plaza del Portal de Belén. ¡Qué lindo!

Les he dicho a mis novicios bobos que yo quiero felicitar las Navidades diciendo que el Niño Jesús ha venido a salvarnos de nuestros pecados. No sé cómo hacerlo para no herir sensibilidades. Ya no se puede convertir a los judíos. Ni hacer proselitismo con ellos. No hay que vulnerar al agnóstico. No hay que maltratar al ateo. No hay que magullar al protestante (tan cercano a nosotros). No hay que desollar al musulmán. No es bueno contusionar al masón. Nada de lacerar al adúltero. Nada de zaherir al amante de Isis. No se puede lisiar al siervo de Gea. Nada de bendecir al que es de otra creencia y nada de bendecir bambinos para el Belén, porque eso es una tradición algo mágica con la que hay que acabar.

La verdad es que nunca hubo más totalitarismo en la Iglesia. Ahora que tanto se habla de libertad, descentralización, sinodalidad y sensus fidelium, no se puede poner en duda el holocausto. No se puede titubear sobre el cambio climático. Ni se puede pensar de pasada en que el evolucionismo es falso. No se puede vacilar sobre la Nueva Misa. No se debe cuestionar cualquier Palabra del Santo Padre, devenida Magisterio en cuanto es pronunciada. Hay que luchar por las tres T: Tierra, Trabajo, Techo. Y hay que acoger. Y hay que respetar la respetuosidad, aunque parezca un trabalenguas pontificio.

Mis novicios no comprenden que una vez que hemos declarado que todas las religiones son iguales, que todos estamos en el mismo propósito de buscar la paz, que nos une el mismo aprecio por la salvación de la Tierra, que luchamos todos juntos por abolir la pena de muerte, que tenemos todos por padre a Dios (se llame como se llame) y que Dios es madre, la conclusión lógica es que ya no sirve de nada la venida de Cristo. De ahí que en el Vaticano lo mismo se haga una puesta en escena masónica, que un Congreso ginecológico estético (ojo con esto), que una danza de los Hare Krisna, que un espectáculo de luz New Age, que una audiencia a los rabinos para merendar e incluso alguna reflexión litúrgico-pastoral sobre Star Wars. De hecho, ya nos han tomado la delantera los protestantes, que en esto de ser payasos en Misa son mucho más serios que nosotros y nos llevan 450 años de ventaja. Miren si no, la celebración de estos pastores y pastoras. La Fuerza les acompaña, sin lugar a dudas. Pronto habrá una parroquia católica dispuesta a repetir el ensayo. No se puede ser más panoli ni más superficial.

El Santo Padre ha dado a la Curia 10 recetas de antibióticos para curar los males que la aquejan. Aquí se los pongo, aunque reconozco que mis neuronas están algo atascadas. Parece entresacado de un documento neoevangelizador.

“Misionariedad y pastoralidad”

“Idoneidad y sagacidad”
“Espiritualidad y humanidad”
“Ejemplaridad y fidelidad”
“Racionalidad y amabilidad”
“Inocuidad y determinación”
“Caridad y verdad” 
“Honestidad y madurez”
“Respeto y humildad”
“Dadivosidad y atención”
“Impavidez y prontitud”
“Atendibilidad y sobriedad”

Les ha dicho que "la reforma de la Curia seguirá adelante con determinación, lucidez y resolución porque Ecclesia semper reformanda". Es verdad: solamente que se le ha olvidado que siempre que se decía antiguamente este adagio (aceptado durante toda la existencia de la Iglesia) se añadía que esta reforma era in capite et in membris. Francisco está de momento entregado a la reforma de los miembros. El tema de la cabeza, se abordará dentro de un tiempecito. Voy a ver si preparo una lista de 10 antibióticos para la Reforma de la Cabeza.

Mientras tanto, seguiré con los pastores y la burrita y el buey. Y una Navidad en la que se respeten en mi celda las tres T: Turrón, Tortas y Tradición. Lo mismo es la última Navidad …

¡¡Feliz Natividad del Señor!!

Fray Gerundio

martes, 22 de diciembre de 2015

20-D. Españoles: preparaos para luchar, de nuevo, contra el comunismo (Eulogio López)


En el siguiente vídeo de título España en guerra ... más o menos civil (duración 1:58 min) el director de Hispanidad nos cuenta algo que ya nos había adelantado en un artículo anterior  el cual reproduzco también aquí: sus previsiones fueron acertadas.

  • Independientemente del resultado final, el neo-comunista Pablo Iglesias se convierte en el eje ideológico de España.
  • Es decir, son tiempos de guerra civil. Eso sí, distinta a la 1936: ahora será una guerra de todos contra todos.
  • Y tiempos de persecución clara contra los católicos, en una mezcla de cristofobia y anticlericalismo.
  • En particular, los neocomunistas (Podemos) y progres varios (PSOE), con el PP en su línea habitual: mirando hacia otro lado.
  • Mimbres de esa persecución: ideología de género, ecopanteísmo e identificación de cristianismo con fascismo.
  • Y la persecución ya ha comenzado: si no lo creen, atrévase a poner en duda la ley contra la violencia de género y verá lo que le ocurre.
Los votos escrutados todavía no pueden considerare definitivos cuando redacto está crónica pero, en cualquier caso, ya se vislumbra lo que son estas elecciones: desastre del PP, desastre del PSOE, Ciudadanos se desinfla y Podemos se convierte en el eje ideológico de España. No sé si “los olorosos” de Pablo Iglesias, como se le conocen en la derecha más reaccionaria, entrarán en el Gobierno pero eso es lo de menos: ahora todo pivota sobre un profe de políticas de escaso currículo, ignorante, pedante, chavista, engreído, grosero (“nosotros no hacemos el amor, nosotros follamos”), agnóstico (es decir, ignorante), amante de la propiedad pública (o sea, del dinero de los demás) al que si le dejamos –y le estamos dejando- acabará como sus adorados Hugo Chávez y Nicolás Maduro: con homicidios selectivos y profanación de iglesias. Su modelo es ese, el chavismo, una revolución comunista que ya ni oculta los asesinatos que perpetra hasta en los mítines electorales del adversario.
Y por cierto, los chicos de Podemos son tan corruptos como los partidos de la casta. Todavía no han sido pillado en grande robos porque tampoco han tenido un gran poder. Pero dentro de sus dimensiones han resultado terribles: todo tipo de pillerías laborales y fiscales, el apoyo chavista, etc, etc.
Pablo Iglesias es una neocomunista: es decir un bolchevique violento y demagogo, que vendería a su madre por lograr el poder. E insisto: lo de menos es que consiga ese poder, lo malo del 20 de diciembre es que le ha entronizado como eje ideológico. Es decir, que en España impera el pensamiento débil.
Y a partir de ahí, los españoles, especialmente los católicos, que son lo opuesto al neocomunismo de Podemos, pero también al progresismo del PSOE, de Ciudadanos y del PP, deben prepararse para enfrentar, una vez más, como en 1936, al neocomunismo, que es la vieja tiranía comunista pero que ahora pretende llegar al poder por la vía de las urnas, no de las armas.
Verbigracia: el puñetazo que un menor propinó a Rajoy no hubiera sido posible sin el ambiente creado por el neocom (neo-comunista) Pablo Iglesias. Hasta los proetarras de Bildu le han dejado el campo libre a Iglesias quien, como el viejo Lenin, ha sabido aglutinar a todos los extremismos e independentismos habidos en España, además de feminismos, homosexualismo, verdes de religión panteístas, clérigos progres y demás mariachis.
En definitiva, son tiempos de guerra civil. Si lo prefieren, de enfrentamiento civil, porque no será una guerra como la de 1936. Será una guerra de todos contra todos. Comenzará como ya ha comenzado: con el imperio de lo políticamente correcto: ideología de género, identificación de cristianismo y fascismo, eco-panteísmo y la tradicional envidia comunista que se concreta en los recortes a la propiedad privada y en la sustitución de las libertades por los derechos. Esa persecución de lo políticamente correcto ya ha comenzado: consiste en que todo aquel que se queja de las directrices progres sea calificado de antidemocrático, fascista y claramente perseguible por la ley. Ejemplo: los delitos de odio. Ejemplo concreto: atrévase a poner en duda la ley contra la violencia de género y verá lo que le ocurre.
Y serán tiempos de persecución clara contra los católicos, en una mezcla de cristofobia y anticlericalismo. En particular, los neocomunistas (Podemos) y progres varios (PSOE), con el PP en su línea habitual: mirando hacia otro lado. En eso si nos parecemos al periodo 1931-1936: el verdadero enemigo del espíritu miliciano era la iglesia.
Españoles, especialmente católicos españoles, preparaos para luchar, otra vez, contra el comunismo.
Eulogio López

lunes, 21 de diciembre de 2015

Los misericordiosos: el regreso de una herejía (Hirpinus)


Artículo tomado de Adelante la fe


En sus tiempos, San Agustín, tuvo que combatir, entre otras, una herejía difundida en el seno de la Iglesia por algunos autores, que para nosotros son anónimos, llamados los misericordiosos por sus opiniones (V. Bartman, Manuale di teologia dogmatica, Vol. I, pág. 230 y Vol. III, págs. 403 y ss).

Fundándose en las Sagradas Escrituras, que exaltan la misericordia de Dios inmensa y universal, los misericordiosos llegaron a negar la existencia del infierno.

A San Agustín no le fue difícil hacer notar que los puntos de las Escrituras alegados por aquellos heréticos, se refieren todos a la vida presente y ninguno al más allá; y que, por consiguiente, no son absolutos al excluir el juicio final, personal y universal, a partir de las diferentes suertes de salvación y de perdición que, en la Eternidad, les aguardan a los buenos y a los reprobados.

Es indudable que Moisés, los profetas y los salmos proclaman, continuamente, la misericordia de Dios; y que nuestro señor Jesucristo, Verbo Encarnado, la ha ilustrado con conmovedoras parábolas (el hijo prodigo, la oveja perdida, etc.); y la ha practicado personalmente con los pecadores (Mateo, la Magdalena, Zaqueo, el buen ladrón, etc.). Sin embargo, la misericordia de la que hablan el Antiguo y el Nuevo Testamento, no es una misericordia incondicional: presupone siempre la conversión del pecador (“se hace más fiesta en el cielo por un pecador que se arrepiente…”). Por tanto, Dios no es un Deus dimidiatus: su misericordia no excluye su justicia.

«¿Dios es amigo de los hombres? ,– escribe san Juan Crisóstomo-, Sí, pero es también un juez justo. ¿Perdona los pecados? Sí, pero da a cada uno según sus obras. ¿Olvida la iniquidad? Sí, pero también la castiga. ¿No hay en estas cosas una contradicción? No, si distanciamos estos hechos en el tiempo».

«Aquí abajo Él borra las culpas por el bautismo y la penitencia, pero las castiga en el otro mundo con el fuego y los tormentos» (Homilía en la Epístola a los efesios, 4, 10). Por eso, San Agustín, puede oponerse a las tesis escriturales citadas por los misericordiosos; aquellas tesis que amenazan con castigos eternos a los pecadores que no se arrepientan. Y Santo Tomas explica (S. TH., Suppl. Q. 99 a. 2, ad 1) que: «Dios, por cuanto está en Él, tiene misericordia para todo, [pero] su misericordia, porque esta ordenada de su sabiduría, no se extiende a aquéllos que se han hecho indignos de misericordia».

¿Qué dirían los Padres y los Doctores de la Iglesia, de la actual e insípida “misericordia” que se quiere extender, también, a los impenitentes?

Hirpinus

20-D. ¿España ha dejado de ser católica? (Eulogio López)

Unas consideraciones de Eulogio López, el director de Hispanidad, acerca de la votación del 20-D. Añado también un video del mismo autor en esta entrada, relacionado con la misma idea; y es que España ha dejado de ser católica: Esta afirmación fue realizada por Hazaña en 1931 pero ahora se está haciendo realidad, desgraciadamente, a la vista de los resultados obtenidos.

Duración 3:07 minutos

  • El voto en blanco falló.
  • El catolicismo expulsado de la vida pública española… en un país en el que se confiesa católico más de un 70% de la población.
  • Pero el catolicismo no puede dejar de ser lo que es así que habrá que concluir que España, en efecto, ha dejado de ser católica.

¿Cómo es posible que más de un 70% de los españoles se declaren católicos y que, al mismo tiempo, los partidos afines al voto católico hayan obtenido unos resultados residuales? Por ejemplo, el derechista VOX se ha quedado en los 58.000 votos, un 0,2% de los sufragios emitidos, mientras el izquierdista SAIN se quedó en menos de 5.000 votos, un 0,02% de los sufragios emitidos. Dos partidos fieles a los principios no negociables (vida, familia, libertad de enseñanza y bien común), pero taponados.
El voto en blanco, otra opción del cristiano desencantado con la Banda de los Cuatro (PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos) se quedó en el 0,75%, lejos del 1,37% de los anteriores comicios. Y era, en verdad, otra opción para un católico coherente. Fue la escogida por el abajo firmante.
En definitiva, el voto católico no existe y hay que preguntarse que pasa por la cabeza de 10 millones de españoles que, sólo es un ejemplo, acuden a misa cada domingo.
Y como el catolicismo no puede dejar de ser lo que es, habrá que concluir algo mucho más grave: que España, en efecto, ha dejado de ser católica.
Eulogio López

sábado, 19 de diciembre de 2015

¿Qué hago con mi voto? (Jesús Ortiz López)

(Un buen artículo que merece la pena leer antes de votar)



Votar es algo serio y por eso cada uno sopesa a quién votar. Dentro del abanico de partidos e ideologías el voto no es resolver un crucigrama o un sudoku, pues no hay una solución exacta, y por eso no encuentro un partido que me convenza; y ellos lo saben: por eso apelan al voto útil o simplemente a impedir que gobierne el contrario. Con más razón ningún partido político puede encarnar la doctrina católica sobre las cuestiones sociales. Sin embargo, me parece que hay grados de acercamiento o al menos de no rechazo expreso a esos valores en el respeto de la persona humana.

Ahora los obispos españoles no se pronuncian, pues consideran que los documentos publicados en los últimos años son suficientes para orientar la decisión de los católicos. Quizá esto implica un frío distanciamiento de partidos que decían inspirarse en ideas cristianas y que han demostrado lo contrario, como el Partido Popular, el PNV vasco o la CiU catalana.

Necesariamente hay que aterrizar a la hora de votar conociendo las propuestas de los partidos sobre la vida, la educación y la familia como temas capitales. Y tendré que informarme de su programa no en los platós de televisión sino leyéndolos con espíritu crítico mientras recuerdo las experiencias recientes. 


Aquí un católico responsable se encuentra con serias dificultades y con la tentación de no votar a ninguno, que también es un modo de participar en estas elecciones. Además, una cosa es el incumplimiento de los compromisos, otra la ambigüedad y otra las propuestas contrarias a la ley natural, de la que todos se olvidan, pues su ideología no parce admitir la existencia de supuestos prejurídicos, es decir, morales o de naturaleza y condición humana. Añadamos a esto que el laicismo agresivo o el de guante blanco ignora la ley natural y lucha frontalmente contra todo lo católico.

A la vista están los embates a las creencias jibarizando los Belenes, como la alcaldesa Carmena de Ahora Madrid; la supresión de imágenes en los tanatorios, como en la Valencia de Ribó; la eliminación de los conciertos con escuelas de inspiración cristiana, como la Junta de Andalucía de Susana; o el acoso a la clase de religión libremente elegida en la escuela. No digamos el mantra de acabar con los Acuerdos con la Santa Sede y modificar el artículo 16 de la Constitución, o la demagógica propuesta de no suprimir el IBI para las instituciones eclesiásticas, ocultando que no es un favor, sino la legislación vigente aplicada también a las fundaciones de los partidos políticos y los sindicatos.

Todo el populismo participa de esa asechanza a lo católico,  intentando construir una sociedad post-cristiana en la que Dios sea irrelevante en la vida pública y en la educación, confiando en que eso ayudará a eliminar a Dios de las conciencias

Parece que no han cambiado desde aquella propuesta marxista de eliminar la “alienación religiosa” como condición para acabar con las demás alienaciones, a fin de instaurar el paraíso comunista, ya experimentado, por cierto, en la URSS durante setenta años, en la China de Mao o en el Vietnam de Pol Pot. De todo ello dan testimonio silencioso las calaveras apiladas en interminables galerías. 

Y porque cuando los hombres quieren establecer el paraíso en la tierra suelen traer el infierno que, al decir de Sartre, “son los otros”. Y ahora la versión podémica actual quiere tomar el cielo al asalto, corrigiéndose después diciendo que llamarán al timbre, para no asustar al votante ingenuo. Un esperpento.

A la vista de todo esto, un católico coherente no buscará una perla política sino aplicará los principios para votar, hoy y ahora, aquella opción que más se acerque al bien común integral de la persona humana y tenga menos rechazo de la ley natural expresada en la defensa de la vida, la libertad de educación y el fortalecimiento de la familia. Desde luego no conviene votar mirando la televisión y menos con las tripas, sino con la cabeza despejada y con mucho corazón.

Jesús Ortiz López

NOTA DE RECTIFICACIÓN CON RELACIÓN A LA EXCOMUNIÓN "LATAE SENTENTIAE"


Con relación al tema de la excomunión debo hacer aquí una rectificación, después de haber consultado con un especialista en Derecho Canónico. Copio aquí lo que dice textualmente el punto 1398 del Código de Derecho Canónica: Quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión "latae sententiae" ...

Y, a fuer de ser sincero, debo de reconocer que, propiamente hablando, quien vota - incluso - a un partido abortista no se puede decir de él, sin más, que esté "procurando" el aborto, por el mero hecho de haber votado de esa manera. No se puede hablar de colaboración directa -y ni siquiera indirecta- con el aborto. De modo que no se le podría aplicar, en este caso, la excomunión "latae sententiae". De ser así, toda la Conferencia Episcopal estaría, entonces, excomulgada ...

Yo pensaba que tal votación suponía una complicidad y que tal complicidad equivalía a una colaboración con el aborto. No hay tal. En esto reconozco que me he equivocado. Mi consulta con el experto en Derecho Canónico debería de haber sido previa a todo cuanto he escrito sobre el asunto de la excomunión ... asunto que incluso aparece en mi carta abierta al santo Padre.

Rectifico, pues. Y lamento el error en el que he incurrido y, sobre todo, en el que pueda haber hecho incurrir a otros ...

Eso sí: lo que sigue siendo cierto, aun cuando no estuviese excomulgado, es que aquel que vote a un partido claramente abortista tiene -o debería de tener- un problema de conciencia. Y no quiero ir mucho más allá en mis afirmaciones.

No obstante, sí es conveniente aclarar a aquellos que vayan a votar al PP (pensando que es un partido de valores) que sería conveniente que conociesen las disposiciones vigentes en la actualidad en lo que se refiere al aborto, que se reflejan en el BOE de 4 de marzo de 2010, la llamada "Ley Aido" ( Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de lainterrupción voluntaria del embarazo). En el artículo 18 se habla con toda claridad del derecho al aborto por parte de la mujer.

Cierto que tales disposiciones fueron dadas por el gobierno del PSOE ... pero cierto igualmente que ninguna de ellas ha sido modificada en absoluto, pudiéndolo haber sido, dada la mayoría absoluta de la que ha disfrutado el PP desde que comenzó a gobernar (20 de Noviembre de 2011) en esta última legislatura, incumpliendo así sus promesas en este sentido. 

En el programa electoral actual del PP (página 90) se dice que "el Partido Popular está comprometido con el derecho a la vida y pondrá en marcha un Plan de apoyo a la maternidad para ayudar a aquellas mujeres que quieran ser madres y se encuentren en una situación de especial dificultad" ... todo lo cual no deja de ser sino una declaración de intenciones, sin ningún tipo de concreción. Además, dado el panorama actual, le sería muy difícil el cumplirlas incluso aun cuando las hubiera hecho -que no es el caso- ... puesto que no lo hizo cuando ha tenido mayoría absoluta y sí ha podido hacerlo.

De manera que aunque el PP, en su programa electoral, no se declara abortista abiertamente ... los hechos son los que cantan. Y estos hechos ya los conocemos: inoperancia total en asuntos de valores, manteniéndose los mismos del PSOE, como se ha puesto de manifiesto en esta legislatura.

Y visto lo visto ... pues que cada cual actúe en conciencia, a la hora de emitir su voto. Esto es lo que hay, de momento.

José Martí

El voto de los católicos (por Francisco Vázquez)

(Artículo publicado en ABC el 13 de diciembre y posteriormente por Religión en libertad). Francisco Vázquez es uno de los más populares líderes socialistas de los últimos años. Se definió a sí mismo como "socialdemócrata, católico y españolista"

Francisco Vázquez

Llegan a España tiempos de urnas, que mientras las haya, siempre podremos decir que son mejores que aquellos en los que brillan por su ausencia, permitiendo que otros decidan por nosotros. Son muy diversos los motivos que inducen a los ciudadanos a elegir entre la amplia oferta de candidaturas que se presentan en cada convocatoria electoral. Parece lógico que las razones ideológicas o las de adscripción partidaria sean las determinantes a la hora de emitir el voto, pero lo cierto es que ni son las únicas, ni siquiera las más frecuentes. 

En el elector pesan muchas otras motivaciones, tales como la confianza que le inspire un candidato, la aprobación o repulsa de la acción del gobierno, su personal apreciación de si la situación general ha mejorado o empeorado, e incluso la valoración de su propia coyuntura, votando a quien considere mejor atienda sus necesidades o defienda sus intereses.

La experiencia incluso nos enseña que el sufragio puede variar según sea la naturaleza de los comicios: local, autonómica, generales o europeas, llegando al extremo de ser distinto el resultado obtenido por el mismo partido en el escrutinio final de dos citas electorales celebradas el mismo día, como sucedió en La Coruña con ocasión de unas elecciones municipales y europeas, realizadas simultáneamente y que prácticamente con los mismos votos uno y otro, ganó Manuel Fraga para el PP en las europeas y yo para el PSOE en las municipales.

Parafraseando a un insigne dirigente socialista, el histórico Indalecio Prieto, podíamos resumir el sentido último del voto diciendo que el común de los mortales selecciona su papeleta o bien con la cabeza, o bien con el corazón, o bien con el estómago, pues muchas y muy distintas son las causas de nuestra opción, siempre legítima y democrática, porque es la expresión de un acto de libertad. En la obligada recapacitación que nos sirve para decidir nuestro voto, me gustaría introducir un elemento más para la reflexión, que no es otro que cuál debe ser el sentido del voto de los católicos españoles y ello por diversas razones.

La primera y nada baladí por cierto es que si entendemos por católicos, no el número de bautizados, sino solamente el de practicantes nos encontramos ante una minoría significativa de la población, ya que su número supera los diez millones de personas. La segunda y muy novedosa, es que por vez primera desde la instauración de la democracia, los católicos españoles inexplicablemente no cuentan con la orientación pastoral de sus obispos, que han hecho mutis por el foro, como si todo el monte electoral fuera orégano y el resultado final, fuese cual fuese la opción ganadora, en nada afectase al futuro de la Iglesia.

Cierto es que gracias a una sabia decisión de la Conferencia Episcopal que encabezaba el llorado cardenal Tarancón, en nuestro país afortunadamente no han ningún partido confesional. Cierto es también que conforme a las resoluciones del Concilio Vaticano II y a lo establecido en la vigente Constitución, en España existe una total separación y autonomía entre la Iglesia y el Estado, estando consagrado en nuestro ordenamiento jurídico el principio de libertad religiosa.

Y cierto es que la propia doctrina de la Iglesia en materia social y política tiene una lectura tan amplia que permite acogerse bajo su ideario a múltiples ideologías, incluso contradictorias entre sí, siempre que cumplan un denominador común mínimo en cuestiones de ética, moral, libertad y democracia. Todo ello nos lleva a los católicos, e incluso a los no católicos respetuosos con el principio de libertad religiosa, a examinar con atención los programas electorales y los mensajes políticos lanzados por los diferentes partidos, compromisos que en muchos casos son ya realidad, vistas las conductas y decisiones tomadas en relación con el hecho religioso, por muchos de los responsables de gobiernos municipales y autonómicos, que en este caso sí han cumplido a rajatabla sus previos anuncios electorales.

En estos años últimos, los católicos nos hemos visto engañados por unos y amenazados por otros, y siempre ninguneados por todos, carentes del más mínimo gesto de atención o de cariño, como el que reciben otras minorías (más minoritarias) por razones de género, inclinación sexual, confesión religiosa o sencillamente por presuntos derechos históricos. Se ha llegado incluso a expulsar o marginar a los parlamentarios que en ejercicio de la libertad de conciencia han defendido el derecho a la vida, mientras que «a sensu contrario» la indisciplina en favor de la muerte del nasciturus se ha saldado simplemente con una sanción económica. 


Los programas de gobierno nos anuncian como «prioridad generacional» la laicización de la sociedad española, a través de una batería de propuestas que rompiendo el espíritu conciliador de la Transición, busca seducir el hecho religioso al ámbito exclusivo de lo privado, atentando contra el derecho de libertad religiosa y teniendo como enemigo a batir a la Iglesia Católica. Para ello se anuncia en la pretendida reforma de la Constitución, la derogación en el artículo 16 de toda referencia a la Iglesia y la sustitución del término aconfesional para definir al Estado, por el más agresivo de laico. Se establece la derogación de los Acuerdos con la Santa Sede, suprimiendo así los derechos jurídicos, económicos, institucionales y educativos que regulan el estatus de la Iglesia española y sus instituciones.

Se propone derogar la vigente ley de Libertad Religiosa para así suprimir la presencia pública de símbolos religiosos y prohibir cualquier manifestación religiosa por parte de las autoridades e instituciones del Estado.

Se denuncia la financiación de la enseñanza pública concertada, fundamentalmente religiosa, dejando sin amparo a dos millones de alumnos, y olvidando que este sistema fue una creación del PSOE de Felipe González. Se considera como un privilegio las exenciones fiscales que en materia de IBI goza la Iglesia, al igual por cierto que todas las instituciones de igual naturaleza, anunciando su modificación, así como en lo referido a las inmatriculaciones patrimoniales de la Iglesia. Nada queda salvo proponer quemar conventos. Pero no nos confundamos, lo propuesto no es una improvisación anticlericalista para arañar unos votos. Es un capítulo más de un planificado y coordinado ataque contra la Iglesia y los valores que representa.

Cuando en estas fiestas de Navidad los ayuntamientos boicotean la condición cristiana de estos días, no prohíben las fiestas, simplemente sustituyen los símbolos y referencias cristianas por un modelo festivo que responde a sus criterios ideológicos, imponiendo un prototipo paganizado en adornos y celebraciones, convirtiendo la Navidad en un remedo de los arcanos solsticios de invierno. Abetos y no belenes.

Hoy los católicos de España ni debemos guardar silencio ni mucho menos experimentar un temor vergonzante. ¡Cuánto damos, sin decir ni pedir! Quienes tienen a gala para nada relacionarse con la Iglesia, en justa reciprocidad reciban en las urnas su mismo trato por parte de los católicos.

 Francisco Vázquez