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domingo, 4 de abril de 2021

Cardenal Walter Brandmüller: «Quieren el sacerdocio femenino, el cisma en Alemania ya ha comenzado»

 SECRETUM MEUM MIHI


Aparece hoy una entrevista en Il Messaggero con el presidente emérito del Comité Pontificio de Ciencias Históricas, el cardenal Walter Brandmüller. Esta es una traducción, con algunas adaptaciones, de Secretum Meum Mihi.

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«¿El cisma en Alemania? De hecho ya ha iniciado. Técnicamente podemos hablar del cisma cuando hay en acto un proceso que lleva a desprenderse de la comunión jerárquica, del Papa». El cardenal Walter Brandmüller, presidente emérito del Pontificio comité de Ciencias históricas, gran conocedor de las dinámicas de la Iglesia, tiene pocas dudas de lo que está ocurriendo. «El cisma, en pobres palabras, es la negación de la comunión jerárquica al obispo o al Papa, cosa que está sucediendo ante nuestros ojos, basta con mirar las declaraciones o posiciones tomadas por muchos obispos alemanes».

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Desde hace tiempo se solicitan reformas sustanciales, por ejemplo en el frente del celibato sacerdotal, de la ordenación femenina y también, últimamente, la bendición de las parejas homosexuales...

«La demanda más urgente de estas reformas nace sobre todo de los funcionarios del catolicismo organizado, de los movimientos, del Comité Central de católicos alemanes que entonces son para la abrumadora mayoría dependientes de las estructuras eclesiásticas porque, no olvidemos, que la Iglesia católica es el segundo mayor empleador después del Estado en Alemania. Para volver a lo del cisma hay que tener cuidado de no confundir dos aspectos, el cisma y el disenso a nivel doctrinal respecto a la doctrina, porque en este caso se trata de herejía. En el caso alemán tenemos ambos aspectos».

Tal vez sea solo una fase de crisis pasajera...

«En mi opinión, la situación en Alemania está comprometida porque no solo existe la negación de la comunión jerárquica, sino también el disenso en el plano magisterial. A veces puede haber disensos que no implican necesariamente un cisma. Este caso, en cambio, es todo nuevo y en mi opinión preocupante».

¿Podría amplificarse aún más la distancia con Roma?

«Como le decía: en este caso también tenemos disensión dogmática sobre las verdades de la fe. Lo que implica el delito de herejía. Lo que ocurre en Alemania es cisma y herejía desde un punto de vista dogmático».

¿Por han llegado a tanto, según Usted?

«Hace tiempo que piden el sacerdocio femenino, la comunión para los divorciados vueltos a casar, la aceptación de la homosexualidad, la bendición de las parejas homosexuales. Es un deslizamiento sobre las posiciones protestantes, tal vez quieran una Iglesia unida con los protestantes».

¿Y la cuestión sobre el celibato sacerdotal?

«Aunque no se trata de una cuestión doctrinal, se trata siempre de una tradición apostólica. Inaceptable».

¿Quién, según Usted, se unirá a este cisma?

«No sabría con precisión. Pero puedo decir con certeza que la mayoría de los católicos alemanes son indiferentes a todo esto. Tenemos una sociedad altamente secularizada, la participación en la misa dominical se refiere como máximo al 10 por ciento de la gente. Los que se adhieren a las tesis progresistas son personas vinculadas al Comité Central católico pero la mayoría de los fieles son indiferentes, créame. El secularismo galopa rápido y la distancia de los fieles a la Iglesia se ha incrementado».

Técnicamente, ¿cuándo comienza un cisma?

«Es un proceso. No hay un solo acto. Los cismas históricos se han materializado a lo largo del tiempo a partir de que ya no se reconocía la autoridad del Papa y de la jerarquía. El comienzo de un acto cismático es éste, luego las formas se realizan de otra manera. Por ejemplo, el gran cisma de occidente de 1054 no fue el resultado de un único momento. No se cristalizó en una fecha determinada, sino que fue un proceso formalizado a finales del siglo XII».

Y luego también estaba Lutero...

«Esa era una herejía, más que un cisma. Lutero negaba los dogmas fundamentales, rechazaba los sacramentos excepto el bautismo y la Eucaristía. En cualquier caso, es difícil contar los cismas de la historia. En la Iglesia antigua, por ejemplo, fueron muchos y luego a lo largo de los siglos han ido disminuyendo».

¿Y el cisma de Lefebvre?

«Los lefebvrianos son muy fieles pero no reconocen los desarrollos del Vaticano II que, en mi opinión, se ha malinterpretado en el sentido de que no distinguen entre el valor dogmático y vinculante de las cuatro constituciones dogmáticas y de esos textos de contenidos disciplinarios prácticos que son de carácter pastoral jurídico y que, por tanto, están sujetos al cambio de la historia».

Pero, ¿no cree Usted que es correcto asignar a la mujer en la Iglesia un peso mayor del que siempre ha tenido hasta ahora, es decir, casi cero?

«En el futuro, las mujeres pueden jugar un papel de gran importancia. Pueden ser responsables de las finanzas de la Iglesia, por ejemplo. Pueden dirigir el IOR pero no pueden ocupar el cargo de secretario de Estado o prefecto de congregación porque la ordenación sacerdotal es indispensable. Pueden ocupar roles de vértice en todos los roles donde se trate de una consecuencia del orden sagrado».

¿Seguirá siempre la Iglesia siendo tan machista?

«La Iglesia tiene dos niveles, el dogma de los sacramentos y su posición en la sociedad actual. La mujer podrá tener posiciones de vértice en el segundo campo, sin ningún problema. Pero nunca podrá ser sacerdote, obispo...»

¿Ni tampoco cardenalesa?

«Hay un debate. Pero la elección del Papa en el cónclave es un acto del más alto ministerio pastoral vinculado al sacramento del orden».

Pobres mujeres, siempre al márgen...

«Los hombres somos mucho más pobres, piense que nunca podremos parir...»

Franca Giansoldati