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sábado, 27 de junio de 2020

La pretensión infantil de anular el pasado, el Papa Francisco hacia los curas casados, recemos por México, nuestros curas héroes.




Estos días se va extendiendo por todo el mundo una corriente irracional iconoclasta que nos podía parecer superada en la historia. Podemos encontrarnos con fanáticos irracionales que destruyan las mejores obras de arte porque los retratados son blancos. Estamos pasando de un afán de relectura de la historia incluso con leyes que deciden que historia es la buena y cuál, la mala y la destrucción de la historia. Es un paso más en la pretensión ilusa de la creación de una nueva realidad a la que el pasado le estorba. Lo vemos también en la Iglesia en donde asistimos al intento de crear, refundar, una nueva iglesia, realmente una nueva religión, intentando presentar todo el pasado como malo.

Con la caída de los imperios siempre se ha producido un intento irracional de destruir todo lo que ese imperio significaba. En todos estos momentos han quedado grupos, muy minoritarios, que han sabido conservar los tesoros acumulados por nuestros antepasados y transmitirlos a las generaciones posteriores. Pensemos en el trabajo increíble de los copistas medievales a los que debemos la conservación de la antigüedad clásica, de los grandes filósofos y literatos, del derecho romano. Las culturas precolombinas americanas las conocemos gracias al trabajo de los religiosos que recogieron su historia y conservaron sus lenguas. El paso del tiempo hace que muchos tesoros materiales y culturales se pierdan irremediablemente pero siempre quedan hombres cultos y lúcidos que protegen contra la barbarie los mejor de cada tiempo.

Lo que estamos viendo no casa mucho con la supercultura moderna que nos quieren vender. Nos quieren hacer creer que hasta que llegó esta generación todo en el mundo era oscurantismo. Los arquitectos de nuestras grandes catedrales medievales eran unos pobres subnormales y la cultura que las generó un periodo a olvidar. Somos lo que somos gracias al patrimonio genético que hemos recibido de nuestros padres y a la cultura en la que hemos nacido y vivido. Esta vuelta a la barbarie también la vemos en el ámbito religioso en el que se pretende olvidad, ocultar, y no tenemos duda que sí fuera posible destruir, todo lo que huele a catolicismo. A Italia la llamamos la tierra de los campanarios y su imagen y sonido dan forma material a una cultura milenaria. El sugerente sonido de los campanarios alemanes saltando sobre sus nevadas montañas. Las mil y una iglesias y ermitas que siembran nuestra geografía hasta en los lugares más recónditos. Este es nuestro mundo y es nuestra cultura.

Pretenden cortarnos el cordón umbilical que nos une a nuestro pasado. La grandeza del ser humano en cada generación es saber asimilar como propio todo lo que nuestros sabios y santos nos han legado. Vivir sin pasado es imposible, lo necesitamos, nn huérfano dedica su vida a buscar a sus padres biológicos sin los que no puede entenderse. Como católicos necesitamos nuestra historia, no podemos caer en un cristianismo de diseño que nos vende que nuestros padres y abuelos eran unos subnormales que no entendían nada. Sabemos que no es así, listos y tontos lo hay en todas las épocas, también ahora. La verdad, la bondad y la belleza son propias de todos los tiempos y los trascienden cuanto más se acercan a Dios y a Ël nos acercan. Destruir el pasado no nos trae un presente mejor y nos deja perdidos ante el futuro incierto. Los obispos de California nos ofrecen una defensa titulada: ‘ Declaración de los obispos de California sobre la remoción de las estatuas del Santo Serra en el estado’.

Interesante artículo sobre el tema siempre presente de los ‘curas casados’. La exhortación post-sinodal Querida Amazonia, de dos de febrero de 2020, ha guardado silencio sobre el tema de los sacerdotes casados ​​y las diaconisas, pero esto no significa que estas dos afirmaciones hayan sido abandonadas por teólogos progresistas. Sandro Magister informa en su blog Settimo Cielo del 8 de junio de 2020, las palabras alarmantes del Padre Antonio José De Almeida, conocido por desarrollar las propuestas ultra progresistas presentadas por el obispo Fritz Lobinger, obispo de Aliwal (Sudáfrica) de 1987 a 2004, que prevé «equipos de ancianos» a la cabeza de parroquias, hombres o mujeres, célibes o sacerdotes casados, ordenados y con el poder de celebrar misa. El papa Francisco ha citado repetidamente las propuestas del obispo Lobinger como líneas de reflexión, sin condenarlas nunca.

Para el padre De Almeida el silencio del Papa sobre el tema de los sacerdotes casados ​​no indica una renuncia. Solo tendrá que hacerse por etapas. El «primer paso» será «enumerar las razones por las cuales una diócesis intenta ofrecer la ordenación de hombres casados». Una diócesis también podría dar este primer paso por iniciativa propia, pero «sería mejor decidir hacerlo con las diócesis vecinas, quizás a nivel de una provincia eclesiástica o en una conferencia episcopal regional». Este sería «el segundo paso».

El «tercer paso» tendrá lugar una vez que se haya desarrollado el «proyecto»; por lo tanto, se tratará de «presentar la solicitud a la Santa Sede». “¿Y la Santa Sede responderá favorablemente? «, El Padre De Almeida respondió con confianza:» Ciertamente, la Santa Sede puede hacerlo. En el contexto amazónico y dado el proceso sinódico iniciado por el anuncio del sínodo especial para el Amazonas, no tengo dudas al respecto «. También podría suceder que mientras tanto se instituya un «rito amazónico» en la región sobre el modelo de las Iglesias sui iuris, como los católicos griegos, para los cuales existe un «sacerdocio casado». En este caso, «esto cambiaría todo», porque el «sacerdocio casado» en sí mismo sería parte de este nuevo rito autónomo. Mucho nos tememos que este periodo de epidemia puede pretender acelerar estas cosas. Lo seguiremos con mucha atención.

El Papa Francisco cercano a México, a las víctimas y los heridos del violento terremoto que, a última hora de la mañana de ayer, conmocionó al sur de México: «Oremos por todos ellos». «Que la ayuda de Dios y los hermanos les dé fuerza y ​​apoyo», «hermanos y hermanas, estoy muy cerca de ustedes». Un terremoto de magnitud 7.4 sacudió la costa del Pacífico en el sur del país, ya muy castigado con la crisis de salud causada por la epidemia. Nuestros lectores mexicanos no informan de que todavía sienten cientos de réplicas, mientras que el Servicio Geológico de los Estados Unidos, ha alertado del riesgo de tsunami que puede afectar a las costas de México, Ecuador, Panamá, Costa Rica, El Salvador, Guatemala , Honduras, Nicaragua, Perú y Hawai. No dudamos que la madrecita de Guadalupe les dará fuerza para salir de estas y de peores con la alegría que les caracteriza.

Terminamos agradeciendo a tantos sacerdotes, miles, que han estado atendiendo, y lo siguen haciendo, a sus fieles en estos momentos tan complicados. No solo de pan vive el hombre y menos ahora. Necesitamos la oración en tiempos tan deshumanizados, necesitamos a Dios presente en medio de la epidemia. No podemos pretender hibernar la fe. La fe es necesaria siempre pero mucho más en tiempos de prueba. Estamos viendo cómo los que se atrincheran dentro de los muros y suprimen todas sus actividades pasando a ser un holograma se siente molestos, y califican de infantilismo, a tantos que no han dejado de estar presentes junto a sus fieles. No necesitan darles de comer, están comiendo con ellos, o pasando hambre a su lado, sus alegrías son sus alegrías y sus penas sus penas. Sus despensas, y sus escasos bolsillos, son trasparentes y no se alojan en paraísos fiscales o en complicadas tramas inmobiliarias. Los fieles para nuestros sacerdotes tienen nombres y apellidos, son su familia. Insultarlos tachándolos de infantiles porque intentan facilitar los sacramentos en estos tiempos oscuros denota una ignorancia monumental, o quizás, Dios no lo quiera, una maldad tan refinada que solo puede provenir del propio Satanás.

«…se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme.»

Buena lectura.