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martes, 16 de octubre de 2018

Cadoré, superior de los dominicos: “El futuro de la Iglesia es la apertura al cambio” (Carlos Esteban)



“Cambio” es una de las palabras clave de este sínodo, como lo es de todo el pontificado de Francisco y lo fue de la intervención en la rueda de prensa de ayer del superior de los dominicosPADRE BRUNO CADORÉ.

El sínodo tiene cada día más pinta de ser un vacío ejercicio de Relaciones Públicas con un mensaje que relance la ‘primavera eclesial’ profetizada en el último concilio, con su adaptación al Mundo y sus consecuencias estadísticamente desastrosas. Mucho ruido pero, nos tememos -o esperamos-, pocas nueces.

Ayer fue el turno de palabra -digámoslo así- de los religiosos, e intervinieron Cadoré por los dominicos, Arturo Sosa por los jesuitas y Marco Tasca por los franciscanos, además de la auditora laica chilena Silvia Teresa Retamales.
“La gente cambia cuando se siente acogida, cuando encuentra apertura, así que tenemos que cambiar porque todo está cambiando, la cultura cambia, las tensiones históricas”, dijo Cadoré, el superior de unos dominicos que, no hay más que oírle, han cambiado lo suyo desde Santo Domingo de Guzmán.
Y ésta es, creo, la marca de la Iglesia, remachó Cadoré. “El futuro de la Iglesia es la apertura hacia el cambio, no sólo estar abierto ante algo nuevo por sí mismo, sino con el fin de provocar cambio, y esto es lo que veo que está sucediendo, ésta es mi esperanza.

Y nuestros temores, porque si la ‘roca’ se convierte en una cambiante magma, si la ‘marca’ de la Iglesia no es que sea una, santa, católica y apostólica, fundada por Cristo, cuyas palabras no pasarán ni cuando hayan pasado el cielo y la tierra, estamos ante una realidad que puede ser muy interesante, pero que no es católica.

Este cambio cambiante que, por lo visto, pretendía introducir el último concilio y que no acabó de producirse, fue también el eje de la intervención del jesuita SOSA, el hombre que nos recordó en su día que en tiempos de Jesús no había grabadoras y que, por tanto, no podemos estar seguros de que dijese lo que los Evangelios dicen que dijo.
“El Vaticano II introdujo un modelo eclesiológico que aún no se ha hecho realidad, un modelo de Iglesia propuesto por el Vaticano II con el pueblo de Dios en el centro, dijo. 
Cristo, desde luego, no parece estar en el centro del modelo de Sosa o Cadoré, a juzgar por su ausencia en las palabras de ambos superiores.
El modelo eclesiológico de Sosa es, ciertamente, distinto del tradicional
“No hay una jurisdicción para toda la Iglesia”, asegura. “Con mucha frecuencia olvidamos que el Papa no es el jefe de la Iglesia. Es el Obispo de Roma. Como Obispo de Roma tiene otro servicio para la Iglesia, que es tratar de lograr la comunión de toda la Iglesia de la mejor manera posible. Francisco siempre repite, si usted recuerda, que él es el Obispo de Roma –déjeme repetir eso– y él siente que los otros obispos son responsables de sus propias Iglesias con quienes pueden entrar en diálogo”.
Más perlas de Sosa: 
“La Iglesia debería mostrar el rostro multicultural del Dios que se reveló en Nazaret y promover una ciudadanía universal que reconozca la riqueza que aporta la diversidad cultural, construyendo por tanto un mundo multicultural”.
Sus palabras son tan misteriosas que uno está tentado de pensar que se ha limitado a acumular aleatoriamente palabras de moda. 

¿Qué puede significar, por ejemplo, que Jesús tenía un “rostro multicultural”? 
Que el Hijo de Dios hecho hombre redimiera a las personas de todo tiempo, raza y condición no significa que Él mismo no fuera alguien concreto, de una raza específica, en un momento de la Historia y con una cultura particular.

En cuanto a promover “la ciudadanía universal” -una obsesión que todos los clérigos en ascenso parecen compartir con Soros-, no nos parece demasiado compatible con esa multiculturalidad que alaba. En cuanto a que la Iglesia reconozca la diversidad cultural, debe de tratarse de una broma: la Iglesia no sólo reconoce ya esa diversidad, sino que fue la primera en hacerlo, como puede comprobar quien compare la imagen de la Virgen de Guadalupe con una madonna china.

En cuanto a SILVIA TERESA RETAMALES MORALES nos aleccionó de que 
muchos no católicos piden “una Iglesia más abierta”, concretamente, “una Iglesia multicultural abierta a todos, que no juzgue ni discrimine contra las minorías, o la gente con orientaciones sexuales diferentes, o los pobres.
Si la Iglesia ha discriminado alguna vez a los pobres, es la primera noticia que tengo

En cuanto a lo demás, me sorprende que una institución, la que sea, deba reaprender su propia doctrina de quienes no la comparten. Y si la Iglesia “no juzga”, tenemos un serio problema.

Es imposible hablar de moral sin juzgar, sin determinar que esto es bueno y esto otro es malo. Todos lo hacemos todo el rato, también el Mundo y también los amantes de los aires renovadores, aunque lo malo sea el plástico en los océanos.

Carlos Esteban