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martes, 16 de noviembre de 2021

El futuro de la Iglesia en Europa (Cardenal Robert Sarah Conferencia)



Draguignan, 18 de Sept de 2021

Introducción (1)

Queridos amigos,

Yo deseo, en primer lugar, agradeceros por el honor que vosotros me hacéis, viniendo a escucharme, pero en efecto, yo no he venido en mi nombre, sino en el nombre de Jesús. Es a él a quien vosotros escucháis a través de mi voz, (torpe, inhábil, imperfecta), y el tema de mi conferencia, que les fue anunciado, es la Visión del futuro de la Iglesia en Europa...

Tengan certeza que no soy un profeta, ni un hijo de profetas, por hablar del futuro, pero, en mi último libro, “Se hace tarde y anochece”. Allí, yo trato de analizar la crisis de la fe, la crisis sacerdotal, la crisis de la Iglesia, el derrumbamiento espiritual del occidente... Después de haberlo leído, un periodista me hizo la siguiente pregunta:

¿Qué respondería Ud., a los que podrían estimar, que este libro es pesimista (ver alarmista)?

Yo le respondí que “Se hace tarde y anochece” trata de hacer una constatación, un diagnóstico, con el máximo de prudencia, con gran preocupación por el rigor, la precisión, y la objetividad.

Me parece que no estoy muy lejos de la verdad, y de las realidades de cosas, y de situaciones que vivimos hoy. Bien cierto, los carteles de la decadencia de occidente y del mundo pueden parecer sombríos, pero ya el papa Benedicto XVI, él mismo ha dicho, en 2005 en Subiaco, un mes antes de su elección a la silla de San Pedro: El dijo que el occidente atraviesa una crisis como no se ha visto en toda la historia de la humanidad. La realidad está allí. Lo que ahora aparece a plena luz del día tiene causas profundas. Se debe tener el coraje y la honestidad de denunciar con claridad.

1. Crisis espiritual de la fe

La crisis que viven el clero, la Iglesia, el occidente y el mundo, es radicalmente una crisis espiritual. Es una crisis de la fe en Dios. Uno no puede decir que no hay crisis de la fe, cuando vemos bien que las iglesias en la mayoría de los países europeos están vacías. A título de ejemplo: En Alemania, cada año, hay 200000 católicos que abandonan la Iglesia Católica, paralelamente, 300.000 protestantes que abandonan la iglesia protestante. El descenso de la fe en la presencia real de Jesucristo está al corazón de la crisis actual de la Iglesia y de su declinación, sobre todo en occidente. Realmente no se cree más en la presencia real de Jesucristo. Después de ver un sacerdote celebrar la misa, uno puede saber si tiene la fe o no... Cuando el sacerdote tiene la eucaristía uno puede saber si él tiene la fe o no... Por como se comportan cuando la gente viene a pedir la eucaristía sobre la lengua uno puede saber si él tiene la fe o no, el padre que les trata mal (es decir que no sabe lo que él tiene en sus manos).

Uno ha dicho frecuentemente (dice George Bernanos), uno frecuentemente ve con lágrimas de impotencia, de pereza, o de orgullo, que el mundo se descristianice, pero el mundo no ha vencido a Jesucristo... Somos nosotros que lo hemos recibido por él, es de nuestro corazón que Dios se retira... Somos nosotros que nos descristianizamos... miserables...

2. Reemplazo de la misión fundamental de la Iglesia

En lugar de afirmar que, la cuestión cristiana de la fe, y la misión fundamental de la Iglesia, es el anuncio del evangelio, y el nombre de Jesucristo, único salvador del mundo... Alguno pasa mucho tiempo a hablar de la homosexualidad, del recibimiento a los inmigrantes, de diálogo, de la apertura, del medio ambiente, de cuestiones socio económicas, de política... Otro organiza toda una estrategia de presión por hacer cambiar la enseñanza de la Iglesia, sobre el celibato, sobre la moral sexual. Yo no digo que haya que minimizar o despreciar esas cuestiones importantes y urgentes, que la Iglesia las debe también enfrentar con franqueza y a la luz del evangelio y la revelación.

3. Rechazo de Dios en las conciencias

Dios, por lo tanto, está puesto de costado. La crisis espiritual que nosotros atravesamos es casi mundial, pero ella tiene su origen en Europa. El rechazo de Dios está en la conciencia occidental. No solamente Dios es rechazado, pero Frederick Nietzsche, que uno podría considerarlo como el vocero de occidente, afirma que Dios está muerto. Dios resta muerto y somos nosotros que lo hemos matado, somos los asesinos de Dios... al temor de Dios en el mundo de los hombres, Nietzsche opone la profecía del superhombre capaz de reemplazar a Dios. Hoy el hombre ha tomado el lugar de Dios. Él se hace Dios y dicta nuevas leyes. Eso que Dios había prohibido, el hombre lo legaliza hoy.

Matar un niño, eso es malo, pero la Europa legaliza el aborto. Dios dijo, el hombre no abandonará jamás a su mujer y la mujer no abandonará jamás a su esposo, los dos no son que una sola carne. Hoy el hombre legaliza el divorcio. Él se pone en lugar de Dios. Ese rechazo de Dios y esta crisis de fe, no se trata de un problema intelectual o teológico, en el sentido universitario del término, se trata de encontrar una fe viva, una fe que impregna y transforma la vida. Si la fe no encuentra una vitalidad nueva, convirtiéndose en una convicción profunda y una fuerza real gracias al encuentro personal e íntimo que ella instaura con Jesús, todas las reformas de la Iglesia que nosotros emprendamos quedarán ineficaces y vacías, y nos encaminará hacia la ruina total. Esta pérdida de sentido de la fe es la fuente y la raíz de la crisis de la civilización, de la crisis de la iglesia, del sacerdocio, que atravesamos hoy.

Como en los primeros siglos del cristianismo, cuando se derrumbó el imperio romano, todas las instituciones humanas parecen hoy, ser la voz de la decadencia. Y perdiendo el sentido de Dios, uno socava los cimientos de toda civilización humana y abre la puerta a la barbarie totalitaria. El hombre separado de Dios es reducido a su sola dimensión horizontal. Esta amputación es justamente una de las causas fundamentales de los totalitarismos que han tenido consecuencias trágicas en el siglo XX. Oscureciendo la referencia a Dios, uno deja lugar al relativismo y a una concepción absolutista, ambigua, de la libertad, que termina por enlazar al hombre a los ídolos. Si Dios pierde su carácter central, el hombre pierde su justo lugar y él no reencuentra nunca su lugar en la creación, en las relaciones con los otros. El rechazo moderno de Dios nos encierra en un nuevo totalitarismo: el del relativismo y del liberalismo absoluto que no obedece ninguna ley, si no es la del lucro (ganancia material sin escrúpulos).

4. Crisis inédita del sacerdocio

El sacerdocio mismo ha entrado en una crisis inédita, única en la historia de la Iglesia. Cierto, hay una minoría de sacerdotes que están en una crisis profunda, pero igual, si hubieran sido sólo dos, cuando un miembro sufre es todo el cuerpo que sufre. Cuando yo estoy incapacitado de una mano, mi mano me incapacita todo mi cuerpo.

Entonces, el sacerdocio mismo ha entrado en una crisis inédita y única en la iglesia:

El celibato sacerdotal es considerado como una realidad inhumana, imposible, una imposición cruel de la cual hay que deshacerse. Yo no pienso que en el pasado, nosotros hayamos pasado por acusaciones tan fuertes, tan horribles, como esas dirigidas actualmente contra cardenales, obispos, sacerdotes, algunas veces, incluso condenados a penas de prisión.
Cierto, el clero no ha sido siempre ejemplar en su conducta. Ya en el siglo VII, Gregorio Magno, se quejaba que había demasiados sacerdotes, porque muchos aceptaban el ministerio sacerdotal, pero no hacían el trabajo del sacerdocio. ¡Qué diría de hoy que somos 400.000 sacerdotes! Pero reconozcamos que eso que está orquestado de manera maquiavélica, y eso que es real hoy concerniente al clero, es inédito, es doloroso.

5. Demolición de la familia, decadencia, homosexualidad

En el transcurso de la historia del mundo y de los pueblos, no parece que haya existido una civilización donde los pueblos hayan legalizado el aborto, como he dicho recientemente, donde la homosexualidad, la eutanasia, han demolido la familia y destruido el matrimonio, a un punto tal como lo hace el occidente hoy. Esos son, por lo tanto, aspectos esenciales de la vida humana: si no hay más familia, si no hay más matrimonio, la sociedad desaparece. Estamos en una situación difícil, y la crisis es profunda, grave, y peligrosa para la supervivencia de la humanidad. El mundo moderno está en una crisis que amenaza mortalmente nuestro futuro.

6. Progreso en beneficio del mal

Cierto, no debemos ignorar los éxitos extraordinarios del occidente en el plano de la ciencia y la tecnología. En efecto, es evidente, que el mundo moderno presenta una extraordinaria intensidad de vida intelectual con maravillosos prodigios y progresos de todas las ciencias, el desarrollo extraordinario de las letras y las artes. El progreso fantástico de una multitud de técnicas, poniendo cada vez más medios al servicio del hombre sobre toda la faz del planeta, el desarrollo considerable de relación o de contactos humanos gracias a tecnologías prodigiosas, es verdaderamente excepcional: Los medios de comunicación social.

Los hombres han podido servirse frecuentemente de toda esa tecnología, de todo ese progreso, para hacer el mal, difundir mentiras, incitar a la violencia y a la rebelión, provocar guerras, y destruirse mutuamente. Sería absurdo negar que, incluso así, esos medios técnicos son buenos, son reales progresos. Igualmente hay que notar una proliferación increíble de corrientes de pensamiento y de ideologías, las más diversas.

A pesar de todos esos aspectos positivos y esos inmensos éxitos científicos y tecnológicos, no podemos honestamente, negar el déficit crónico de la natalidad, sobre todo en occidente. La demolición programada de los fundamentos de la familia y el matrimonio, los vicios contra natura, los actos pedófilos, abusos de menores, los actos homosexuales y los horrores de la pornografía, que profanan y malignizan el cuerpo masculino y femenino. Todo eso manifiesta una profunda crisis antropológica y una decadencia de la civilización en occidente. Como decía el papa Benedicto XVI (él fue un hombre que verdaderamente estuvo presente, y que estudió el occidente de manera profunda y seria. Uno puede fiarse de él, cuando analiza la situación del mundo occidental hoy): él decía así:

“El matrimonio monógamo, la estructura fundamental de la relación entre la esposa y el esposo, así como la familia concebida como célula de formación para la comunidad social, es eso lo que se debe modelar y debe llevar la fe cristiana y la fe bíblica. La Europa no sería más la Europa, si esa célula fundamental del organismo social desapareciese y se viese totalmente transformada. Nosotros sabemos todos hasta qué punto el matrimonio y la familia están amenazados. Ellos lo están, en razón del divorcio, hecho siempre más fácil, lo que ha hecho desaparecer el carácter indisoluble: ellos lo están también, en razón de nuevos comportamientos que se van generalizando: la vida común de un hombre y una mujer sin la forma jurídica del matrimonio, en ruidoso contraste, se ve ahora personas homosexuales, que reclaman de manera paradojal, que su vida común sea jurídicamente reconocida, para ser asimilados más o menos al matrimonio. Esta tendencia nos hace salir de la historia moral de la humanidad”.

Yo pienso que eso que Benedicto XVI ha dicho es para retener de una manera absoluta.

7. Ideología de género: Rebelión contra Dios

Hablemos de la ideología de género, que viene a agravar la crisis antropológica. Esta ideología deja entender que cada uno se crea a sí mismo, hasta su identidad sexual, por lo tanto, uno puede elegir ser un hombre, o una mujer o una persona neutra... ¡Jamás en la historia de la humanidad uno ha visto una tal degradación del hombre! hacerse uno mismo, elegir su sexo, cambiar de sexo...

La ideología de género es en ciertos aspectos, superada, cuando uno habla al presente, de personas androgénicas o agenéricas, entre otras categorías que se multiplican en el discurso contemporáneo...

Y así, podríamos ser todo y nada, según nuestros estados de ánimo interiores, de cada uno... Una manera de sustraer al hombre, de los límites de su condición humana, en tanto que todos, tenemos que recibirnos (aceptarnos) en nuestro propio cuerpo de hombre o de mujer, que nos han sido dados, en lugar de creer que nos damos a nosotros mismos, que nos creamos a nosotros mismos. Es por eso que un hombre no cambiará jamás a mujer y una mujer no se convertirá jamás en un hombre, a menos que se mienta a uno mismo o juegue con las apariencias...

¿Cómo hemos llegado a una demencia tal, a tal una crisis? Es porque masivamente hemos rechazado a Dios. Dios no tiene ya lugar en la sociedad. El único ambiente donde él es tolerado, es considerado y consignado a residencia vigilada: Es en el dominio privado. El hombre a tomado el lugar de Dios.

Él edita nuevas leyes en total oposición a las de Dios y a las de la naturaleza.
El hombre occidental estima y permite que hombres puedan legalmente casarse entre ellos y las mujeres igualmente entre ellas y que esas parejas del mismo sexo puedan adoptar niños, rompiendo y enturbiando radicalmente todo el sistema filial y parental.

Entonces, cuando uno tiene la impresión de luchar por la supresión o la abolición de la pena capital, ¡es una comedia hoy!, todo el mundo desea que se suprima la pena capital y al mismo momento la muerte de los niños por nacer se ha hecho legal, el aborto se ha convertido en un derecho de la mujer, uno eutanasia legalmente las personas ancianas o las enfermas.

Mientras uno combate por todos lados contra la mutilación genital aplicada inhumanamente en ciertos países, conjuntamente uno legaliza en occidente la mutilación de personas que desean cambiar de sexo.

Yo tuve que tratar un caso, cuando todavía era prefecto del culto divino y las disciplinas de los sacramentos:

Una mujer casada, 11 años de matrimonio, su marido puede ser, muerto o separado, eso no figura en su legajo, ella decide convertirse en hombre. Ella se hace operar, un seno, segunda operación, el otro seno, tercera operación el útero, y se convierte en un trans perfecto, reconocido por la ley francesa. Yo no sé si el obispo ha controlado su legajo. Esa persona entra al seminario y hace toda su teología, ella es ordenada diácono, pero el obispo que le ordenó va a la pensión y su sucesor encuentra su legajo. Él me escribe, mire la situación en que me encuentro, ¿qué Piensa Ud? Yo le dije: Escuche, vea a esa persona, hagan un comunicado juntos, y diga que aplaza la ordenación (faltaban tres meses para la ordenación) y rechace esa ordenación sine die y yo le digo porque: “Su ordenación diaconal es inválida, porque uno ha ordenado una mujer”. Fue así como impedimos la ordenación de una mujer en Francia.

En otro caso, una chica de 13 años, ya hace 2 años, ella se preparaba para la confirmación. El obispo nos escribió: “¿esta chica desea ser hombre, ha comenzado su tratamiento, sus padres están de acuerdo, yo confirmo una mujer o un hombre?”.

Yo le escribí: “es una persona que se rebela contra Dios, porque la rebelión contra Dios es el pecado, es negar eso que Dios me ha hecho, es decir Señor tu me has hecho mujer, tú has hecho mal Señor, yo voy a convertirme en hombre. Y bien, no confirme esta mujer, a menos que Ud la convenza que quede como mujer”.

Estos son casos que pueden ocurrirnos frecuentemente hoy. Véanlo vosotros: al mismo tiempo que uno combate contra las mutilaciones genitales, en occidente se legaliza esta mutilación...

Yo me disculpo al dar estos casos precisos, pero lo que yo escribo es por una larga observación; el diagnostico es preciso, real, objetivo y yo solamente voy a llamar la atención de que los occidentales van hacia una deriva irreparable, si no dejan de querer transformar al hombre, haciéndolo Dios.

Vivimos hoy en la confusión, un verdadero caos se desparrama. Hay allí un rechazo a ese recibir de Dios. El derrumbamiento espiritual, la confusión en la enseñanza doctrinal y moral de la Iglesia, y la erosión de la fe cristiana, tienen por lo tanto, caracteres puramente occidentales.

8. Rechazo de la paternidad VS beneficio a cualquier precio

Desearía señalar en particular el rechazo a la paternidad.

Se ha convencido a nuestros contemporáneos que para ser libre no se debía depender de nadie. Hay allí un error trágico. Los occidentales están persuadidos que recibir es contrario a la dignidad de la persona humana. Pero el hombre civilizado, él es fundamentalmente heredero: él recibe una historia, una cultura, un idioma; él recibe una religión, una fe, un nombre, una familia, una tradición, una patria... El hombre civilizado es un heredero. Eso es lo que lo distingue del bárbaro. Rechazar el inscribirse en una red de dependencia, de tradición, de herencia, de filiación, nos condena a entrar desnudos en la jungla de la competencia de una economía abandonada a ella misma, porque del rechazo de aceptarse como heredero, el hombre se condena al infierno de la mundialización liberal sin referencias morales ni éticas, donde los intereses individuales se enfrentan sin ninguna otra ley que la del beneficio a cualquier precio.

En el libro “Se hace tarde y anochece” intento recordar a los occidentales que la verdadera razón de ese rechazo de la herencia, de ese rechazo de la paternidad es, en el fondo, el rechazo a Dios, el rechazo a Dios dentro de la sociedad occidental. Recibimos de Él, nuestra naturaleza de hombre y de mujer; Dios ha creado al hombre a su imagen, a la imagen de Dios él les crea, “hombre y mujer los creó”. Eso por lo tanto, se convierte en insoportable a los espíritus modernos. La ideología de género es efectivamente un rechazo a recibir de Dios su naturaleza sexual.

Algunos en occidente, se rebelan contra Dios y se oponen frontalmente contra su creador y Padre, y se mutilan horriblemente, pero inútilmente para cambiar de sexo. Sin embargo, cambian fundamentalmente nada en su estructura de hombres y de mujeres. La ciencia lo prueba. Podemos mutilar una mujer para transformarla en hombre, nada cambia. Igualmente sucede con el hombre. El occidente rechaza recibir y sólo acepta aquello que él mismo construye.

9. Transhumanismo

El transhumanismo es el último avatar de esos movimientos. Como vemos, más el mundo va mal y amenaza derrumbarse, más se debe soñar; es necesario alimentar las poblaciones con promesas exorbitantes, magnificar al hombre, volverlo inmortal, volverlo todopoderoso. Pero vemos muy bien cómo los virus nos hacen tomar conciencia de nuestra fragilidad, de nuestra nada. Nosotros que nos creemos poderosos… un virus nos ha hecho reconocer, notar, que morimos, que no somos eternos. Nadie es eterno. Nosotros estamos hechos para encontrarnos con el Señor, porque estamos sólo en peregrinación aquí. Estamos hechos para los siglos de los siglos.

10. El hombre está hecho para la eternidad

Entonces, cuanto peor va el mundo y amenaza derrumbarse, más deben darse promesas exorbitantes varias veces, revelándonos otro error, que consistiría en considerar un progreso continuo, con el cual lo más perfecto estaría siempre en el futuro, y el presente es una etapa hacia algo mejor.

Contra tal error, hay que repetir que Jesucristo es absolutamente perfecto, en todos los órdenes, que la perfección absoluta y definitiva se realizó en él, que nada puede ser más perfecto, ni será jamás perfecto, y que la Iglesia no esperará jamás una perfección nueva, que no encuentra desde su origen. La Iglesia es perfecta, desde el origen, y santa, desde el origen. Todas las reformas de la Iglesia son falsas. Somos nosotros los que nos debemos reformar, no la Iglesia. La Iglesia es santa. Lo proclamamos en el Credo. Uno desea crear una Iglesia nueva, una Iglesia moderna, pero no la de Cristo.

Cristo y el cristianismo son definitivos, para la eternidad.

Pero nosotros, los miembros de la Iglesia, debemos reformarnos, convertirnos. Debemos convertirnos en cristos. Es por eso que nosotros llevamos el nombre de cristianos, debemos ser cristos. Yo digo frecuentemente a los sacerdotes, ustedes no son solamente alter Christus, otros cristos, ustedes son ipse Christus, Cristo, Él mismo, y cada uno, cada cristiano, puede decir la misma cosa. Es Cristo quien se prolonga en mi vida. Cuando uno vea un cristiano, uno debe ver a Cristo, cuando uno escucha un cristiano, uno debe escuchar a Cristo. Toda la verdad de Dios nos es dada y revelada en Cristo. Jamás una nueva verdad se agregará a esa de la revelación.

La cruz de Cristo es una fuente infinita de santidad a la cual no habrá jamás nada que agregar. Jamás un santo agregará nada a la santidad de Jesucristo. Jamás habrá otro medio que los siete sacramentos establecidos por Jesucristo, otras sociedades que la iglesia fundada por Él, pudiendo ser salvadas y santificadas por Él. Jamás vendrá después del cristianismo una religión nueva y superior que Él (Cristo) hubo preparado.

Decimos Cristo es el mismo, ayer, hoy y siempre. Debemos creer esto mismo y vivir esto mismo. Lo que la fe cristiana nos hace afirmar, excluye otro error: la de considerar la evolución de la creación marchando hacia su fin como una evolución continua y sin ruptura. La fe cristiana nos hace considerar en la historia dos partes esencialmente diferentes: antes y después de Cristo. Antes de Cristo, lo perfecto y definitivo, no ha sido todavía realizado. Y en Dios y en el futuro, a partir de Cristo, Él es realizado.

Cristo no es en la historia, una etapa hacia algo más perfecto, superior. Él es una línea que nos hace llegar a la cima. Con Cristo vemos bien que, detrás de la ilusión de nuevos horizontes, de una humanidad magnificada, bien podría aparecer una humanidad finalmente disminuida, una humanidad desnaturalizada, mutilada.

11. Redescubrir a Dios

Entonces, ¿qué hacer para salir de todas estas crisis y de la confusión moral y antropológica? ¿Quién echó a Dios del mundo de los hombres?

Para salir de su crisis, el hombre debe redescubrir a Dios y su amor infinito por nosotros. Debemos convencernos absolutamente que jamás la humanidad se encontrará en un orden puramente natural, donde ella podrá realizar su destino, por el simple desarrollo de la naturaleza humana, por la simple evolución de la persona humana. Es para la eternidad y de una manera inmutable que Dios nos ha creado, para ser infinitamente más que hombres y tener en nosotros mismos, una naturaleza puramente humana.

Dios nos ha hecho para nosotros, para reencontrar la naturaleza divina, porque nosotros compartimos Su vida divina. Jamás Cristo ha venido para mantenernos humanamente, sino para elevarnos hacia el Padre, para divinizarnos. Jamás Cristo nos ha dicho “sed perfectos como hombres perfectos”, “realízense plenamente en vuestra humanidad”. Él ha dicho “sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”.

Estamos hechos para Dios y nuestro corazón está inquieto en la medida que no descansa en Dios. Ese es el corazón de nuestra fe: creer que desde ahora podemos compartir la vida de Dios. Entonces, está establecido para la eternidad que ¡los hombres no pueden realizar sus destinos, sino es dentro de un orden sobrenatural, donde por los dones enteramente gratuitos de la gracia de Dios, ellos son hijos de Dios!
No le fue dicho “sed perfectos de una perfección humana”, de pleno desarrollo en el dominio humano, sino “sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”.
El hombre encontrará y se realizará, y realizará su perfección, no solamente en el plano humano, sino en Dios.

Lo que creemos, es la respuesta que Dios da, a la pregunta ineludible, sobre el sentido de la existencia humana. Esta respuesta está entera, en un adagio, que es tradicional en la Iglesia desde los primeros siglos. Parece que el primero en utilizarlo fue San Ireneo, obispo de Lyon, que murió en el año 200. Este adagio fue repetido por los padres de la Iglesia, sean del occidente, o del oriente. Yo se los voy a citar en latín para que el tenga su carácter de autenticidad. Decía San Ireneo:

“Dei homo factus est ut homo fieret Deus”, esto es, “Dios se hace hombre para que el hombre se haga Dios”. Es entonces urgente re-evangelizar occidente. Ayudarlo a reencontrar las raíces cristianas de su cultura, de su ser. Occidente debe reencontrar la fuente de su vida, de su historia, de su cultura, sino se arriesga a paganizar el mundo entero. Si occidente se rechaza y se encierra en su laicismo, en su autonomía respecto de Dios, se arriesga a desaparecer y morir, como lo hemos dicho antes.

Un árbol, no importa lo vigoroso que sea, si pierde sus raíces muere.

Un río, por majestuoso que él sea, si es aislado de su fuente, él se seca y desaparece. Gracias.

Cardenal Robert Sarah

lunes, 15 de noviembre de 2021

La integración católica (Bruno Moreno)



Veo que últimamente se ha puesto de moda, en los documentos eclesiales, hablar de “integración” con respecto al tema de los inmigrantes en general y, en particular, en nuestro caso, de la inmigración hacia España (por alguna razón no parece que a nadie le preocupen mucho los emigrantes españoles en el extranjero, que ya son millón y medio).

Supongo que no sorprenderé a nadie si digo que, como es habitual, dichos documentos suelen meterse en multitud de temas que no son de la competencia de la Iglesia o incluso muestran predilección por esos temas ajenos y, a menudo, extremadamente complejos. Resulta tentador ponerse a hablar de tales asuntos, que dan lugar a discusiones sin número, pero, como estamos en un blog católico, me ha parecido más oportuno examinar la cuestión de la integración de los inmigrantes en su aspecto más propiamente católico.

Lo primero que conviene decir sobre este tema es que la Iglesia es algo muy especial. No existe en ella un concepto análogo al del “multiculturalismo” tan elogiado y en boga hoy en ámbitos políticos. Al margen de cuáles puedan ser las ventajas y desventajas seculares de esa multiculturalidad, el “multirreligionismo” es diametralmente opuesto a la doctrina de la Iglesia, fuera de la cual no hay salvación. Cristo es el único Señor de cielos y tierra y solo Él tiene en sus manos la vida eterna.

En ese sentido, la integración, para la Iglesia, solo puede ser la conversión a la fe católica, en cumplimiento del mandato evangélico: id y haced discípulos de todos lo pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Uno no se integra en el pueblo de Dios mediante un papel, una decisión jurídica o el cumplimiento de unos requisitos formales, sino mediante el milagro de la fe y de la gracia que transforman el corazón. Solo entonces se cumplen las palabras de San Pablo, todos los que habéis sido bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo: ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, porque todos sois uno en Cristo Jesús.

Durante dos milenios, la Iglesia ha ido literalmente al fin del mundo conocido para cumplir el mandato de Cristo. Ya en tiempos de los Apóstoles llegó el anuncio del Evangelio hasta España al oeste y la India al este. Las calzadas romanas, las caravanas de especias, las legiones, los barcos mercantes… todo servía para ir a donde hiciese falta para predicar a Cristo al mundo entero. Cuando España descubrió un Nuevo Mundo, más allá de las fronteras del antiguo, los misioneros recorrieron un continente entero, valle por valle, montaña por montaña y desierto por desierto, a menudo a pie, para que no quedase nadie que no hubiera escuchado la más importante noticia de todos los tiempos, para que todo el mundo pudiera subir al arca de salvación que es la Iglesia. Y no contenta con eso, España mandó misioneros al Japón, a Filipinas, a la India, a China, a Alaska, a África… a todas partes.

Los tiempos han cambiado. Ya no hace falta ir al fin del mundo a buscar a personas que no tienen fe, porque la mitad de los españoles están en esa situación (y lo mismo se puede decir, mutatis mutandis, de los demás países antiguamente católicos). Por si eso fuera poco, las corrientes migratorias traen constantemente a nuestras costas a multitud de personas de otras religiones procedentes de diversas zonas del mundo. De nuevo, al margen de lo que se pueda decir sobre esto desde el punto de vista meramente secular, parece evidente que la respuesta de la Iglesia solo podría ser una: dedicarse con todas sus fuerzas a la evangelización de esos millones de personas que tiene a su alrededor y que Dios ha puesto a su alcance precisamente para eso.

¿Vivimos, entonces, en una nueva edad de oro de la evangelización? Er… Más bien no. Parece que, en vez de lanzarse a predicar a tiempo y a destiempo y cansarse de bautizar, como San Francisco Javier, los prelados escriben documentos en los que se dedican a pontificar sobre los efectos sociales de la inmigración, un tema en el que no tienen especial autoridad, y callan vergonzantemente sobre la grave obligación que tiene la Iglesia de evangelizar y catequizar a esos inmigrantes. Al contrario, parece que lo eclesialmente correcto es criticar el proselitismo y dedicar los esfuerzos al diálogo interreligioso, la fraternidad universal y la ecología. Parece que incluso sugerir que queremos que los inmigrantes se conviertan es de mal gusto.

Cuántas parroquias hay que dan dinero a los inmigrantes o les buscan trabajo, pero no les predican la fe, que es lo que más necesitan. Cuantos católicos, clérigos o laicos, están dispuestos a hablar sobre si la inmigración actual es buena o mala y sobre si debe ser así o asá (temas complejos sobre los que caben diversas posturas entre los católicos), pero no se les ocurre rezar por la conversión de esos inmigrantes, hablarles de Jesucristo y de nuestra Señora, ofrecer misas y sacrificios por su conversión, animarles a acudir a la parroquia o a un grupo católico, etc. Gracias a Dios, hay honrosísimas excepciones (yo conozco a varias de ellas), pero, si somos sinceros, nos veremos obligados a reconocer que la evangelización de los inmigrantes debe de tener, con suerte, el número ciento y algo en la lista de prioridades de la Iglesia española.

Lo más frecuente (¡Dios nos perdone!) es que los inmigrantes que vienen a España se conviertan al agnosticismo, el hedonismo y la adoración del dinero, que son las religiones mayoritarias en España hoy en día. Incluso los inmigrantes católicos de Hispanoamérica a menudo o bien pierden totalmente la fe o se hacen protestantes en la patria de sus antepasados. España ha pasado de “evangelizadora de la mitad del orbe, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma” a ser sal sosa, predicadora de la apostasía y el bienestar mundano, y una provincia más del mundo globalizado, indistinguible de cualquier otra.

No sé muy bien lo que es todo esto, pero estoy seguro de que no tiene nada que ver con esos casi dos mil años anteriores de evangelización del mundo entero. Del mismo modo que parece que el mundo se ha vuelto loco y sigue una dirección suicida, rechazando y odiando precisamente lo más valioso que tiene en su historia, sus culturas y sus tradiciones, también da la impresión de que gran parte de la Iglesia se haya vuelto loca, con el mismo deseo suicida que lleva a despreciar lo único necesario y a cambiarlo por baratijas políticamente correctas.

Todo esto produce ciertas ganas de llorar, pero el mensaje final solo puede ser de esperanza. A fin de cuentas, ya sabíamos que somos un desastre y que no podemos nada (y si no lo sabíamos, empecemos por ahí, que es un buen comienzo). Quien convierte al mundo es el Espíritu Santo, no nosotros. Y al Espíritu le bastan un puñado de personas, digamos doce, para llevar la fe hasta los confines de la tierra. Ya lo ha hecho y lo volverá a hacer, si así lo quiere. Lo único que nos toca a nosotros, siervos inútiles, es ponernos en sus manos, rezar y recordar que todo es gracia.

Bruno Moreno

sábado, 13 de noviembre de 2021

Juan Pablo III o Juan XXIV | Actualidad Comentada | 12-11-2021 | Pbro. Santiago Martín FM

Magnificat TV - Franciscanos de María


Duración 10:32 minutos

https://youtu.be/HaLc0bEfxoU

Tragacionistas y negacionostas. La nueva lucha de clases Un artículo de Pablo Blas Villarmín



Que la sociedad mundial, tal como la conocíamos, está siendo atacada por entes dotados de un enorme poder, es una realidad que los mismos hechos nos ponen en evidencia. Solo es necesario observar los cambios sociales, culturales, éticos, religiosos, etc, que se imponen a la sociedad. 

Como ejecutores, en primer lugar, la clase política con su poder de fabricar leyes antisociales[1]

Le sigue la clase periodística con empresarios que hoy viven de la subvención, fijándoles aspectos de su línea editorial, y periodistas comprados y sumisos que ejercen una crítica falsa y socialmente envenenada. 

Así mismo, las instituciones públicas y por ello sociales: el poder judicial, el orden público y la misma sanidad sujetas a leyes, órdenes y protocolos que emergen de un “arriba”, muchas veces indefinido y que se ven obligados a obedecer, en aras de su estabilidad.

Todo lo anterior que presagiaba tormenta, estalló en España con toda su virulencia a partir de Marzo de 2020, provocando una escalada de terror sin parangón en la población, al sumarse la muerte horrible de nuestros mayores, atrapados en residencias, con protocolos sanitarios hoy absurdos como el uso del paracetamol como único remedio y la prohibición de autopsias a los fallecidos[2]; seguido de medidas políticas malintencionadas, hoy día declaradas inconstitucionales y que solo produjeron, pobreza y miseria. 

La guerra contra la sociedad había comenzado, el factor sorpresa había concluido con enorme éxito para sus creadores y una sociedad aterrorizada ansiaba una solución urgente, huyendo de cualquier sentido crítico ni siquiera analítico de la situación.

Entonces empezaron la segunda batalla. La solución no fue investigar a fondo el virus [3], sino poner en circulación, experimentales inyectables transgénicos, que no vacunas, con la increíble cualidad de actuar sobre nuestro sistema inmune con objeto de limitar los efectos del “bicho” sin eliminarlo, para lo cual, ha de estar vacunada un enorme porcentaje de la población. 

Solo con el terror se podía conseguir que la población aceptase esta realidad, aceptación que empieza a resentirse al ver día a día, que se sigue utilizando el miedo como medio, al tiempo que sus pobres esperanzas disminuyen. La variante delta no la soporta la vacuna.


Durante este tiempo, la verdad buscada por los mal llamados negacionistas[4] se acentuaba, y hoy sabemos:

-Si no hay virus atenuados en los inyectables, no son vacunas.

-Si no se ha podido aislar el virus Sar. Cov 2, ni existe el virus ni sus variantes.

-La presencia de grafeno en los inyectables está demostrada científicamente desde el 2 de noviembre. Esta sustancia es un veneno que afecta , sobre todo al corazón (infartos miocarditis), al torrente sanguíneo (trombos),y al cerebro (enfermedades neurològicas) capaz además de excitarse e interactuar con las ondas electromagnéticas (Antenas),. Su presencia puede detectarse por pegarse objetos metálicos en el lugar de la inyección y después por el pecho y frente.

-Y lo más asombroso, a las personas vacunadas se les ha introducido lo que solo puede ser un micro o nano chip capaz de identificar a cada persona mediante una dirección MAC (Media Access Control) cuya capacidad de aceptar órdenes, decisiones exteriores, etc, todavía desconocemos.

Todos estos hechos son increíblemente negados por los medios de comunicación que deberían informarnos y por los creadores de los inyectables que, sin informar, han cometido semejantes aberraciones. 

Imaginemos, aunque es mucho imaginar, que el resto de colectivos sociales han sido igualmente engañados, junto a la población en general.

La tercera batalla ya parece haber sido declarada por todos los medios de comunicación globalistas, la consigna es clara: ¿qué hacemos con los negacionistas?

Todo depende del grado de frustración de los afirmacionistas hoy llamados tragacionistas al verse inmersos en una situación de difícil solución y que ellos han contribuido a crear. Viviendo en una fantasía tecnológica prefabricada y antisocial, con nombres sugestivamente llamativos como postmodernismo y transhumanismo. Falsa realidad creada concienzudamente por los poderosos y que la están transformando en una devastadora catástrofe, usando la mentira [5] y el terror como armas psicológicas, esas sí, postmodernas.

El enemigo común es uno solo. No nos equivoquemos de bando.

Postdata: La desintoxicación del grafeno es posible.

*Un artículo de Pablo Blas Villarmín

[1] ¿Qué sociedad aprobaría estas leyes: Derecho de la mujer al aborto. Eutanasía por decisión médica o judicial. Ideología de género: No importa el sexo sino el “género que uno se construya”. Los padres carecen de autoridad frente a los hijos.

Políticas migratorias infames que con culturas antagónicas solo pueden desestabilizar y deteriorar la convivencia. Etc.

[2]Impidiendo un estudio a fondo de la enfermedad.

[3]Noviembre de 2121 no se ha aislado el virus Sar. Cov 2. Cientificamente no existe.

[4] Actitud que consiste en la negación de determinadas realidades y hechos históricos o naturales relevantes especialmente el holocausto .

[5] La mentira es el arma de Satanás

viernes, 12 de noviembre de 2021

"Después de la crisis de salud, vendrá la ecológica y transhumana" (Monseñor Viganò)



El Dr. Robert Kennedy jr. con su Fundación estará en Europa en los próximos días [ ver ] y participará en dos importantes eventos, en Milán y en Berna en Suiza. Hoy, viernes 12, habrá una gran manifestación en Berna, con motivo de la cual Mons. Viganò para ofrecer un Mensaje, que resumo a continuación. Aquí el video . Aquí el índice de precedentes y correlaciona.


Mensaje del arzobispo Carlo Maria Viganò, ex nuncio apostólico en los Estados Unidos de América, para la manifestación contra las medidas pandémicas en la Confederación Suiza


Queridos amigos, muchos de ustedes nunca hubieran pensado que Suiza eventualmente seguiría a Italia y otras naciones en el cumplimiento supina de los dictados de la élite, incluso en el asunto de una emergencia pandémica. Su Confederación, de hecho, ya está muy por delante de otros países en el camino de la globalización y la huella del Nuevo Orden Mundial está muy marcada en la vida de las grandes ciudades suizas. Y así como Suecia se salvó de los cierres de y las máscaras, habría creído que incluso en Suiza las medidas para supuestamente contener el contagio no habrían adoptado el modelo fallido del que Italia es, en cambio, un ejemplo trágico. Por otro lado, tener el Foro Económico Mundial su propia sede en Davos, podría haber esperado que Klaus Schwab le hubiera impedido experimentar de primera mano lo que le espera a toda la humanidad, si tan solo permitiéramos que su delirante Gran Reinicio se completara [1], compartió por la ONU bajo el nombre de Agenda 2030[2]. Sin embargo, si piensa en lo que se le mostró el 1 de junio de 2016 con la inauguración del túnel de San Gotardo, debería tener una idea sobre los principios inspiradores de este Nuevo Orden [3].

Está aquí hoy para protestar contra el endurecimiento de las medidas sanitarias y de control adoptadas por el gobierno federal suizo con el pretexto de la denominada pandemia. Lo que le espera a Suiza, como saben, ha sido adoptado total o parcialmente en otros países, incluidos Italia y Francia. La discriminación para los no vacunados ya es una realidad en muchos países, así como el seguimiento de los ciudadanos mediante pasaporte de vacunación, la suspensión del salario para los que no se someten al control y la posibilidad de que las autoridades públicas legislen derogando las leyes ordinarias. ya la propia Constitución.

Pero déjame hacerte algunas preguntas.

Protestas por una limitación de tus libertades constitucionales, o porque te das cuenta de que estas primeras medidas de control son solo el primer paso de una anulación progresiva de tu libertad individual, absorbida por un Estado / Médico que decide por ti cómo tratarte, a un Estado / Maestro ¿quién decide si y cuándo puede salir de casa, trabajar, ir a un restaurante, viajar?

¿Se está manifestando contra el pase verde pero aún acepta la narrativa sobre la pandemia y las vacunas, o se ha dado cuenta de que esta farsa colosal se basa en un virus producido en el laboratorio, que se propagó para crear una emergencia pandémica que daría el pretexto para traer la toda la humanidad?

Has salido a la calle porque te molesta tener que escanear tu código QR para entrar a la oficina y fábrica, y en cualquier caso has inoculado el suero del gen experimental, o la ineficacia de estas llamadas vacunas, el riesgo de efectos incluso eventos adversos graves a corto y largo plazo, y la falta de responsabilidad de las compañías farmacéuticas que lo están utilizando como conejillos de indias y que si enferma o muere no tendrán que pagar daños ni responder penalmente ante ningún tribunal?

Y finalmente: ¿has decidido protestar porque la libertad que invocas para no ser sometido a controles de salud es esa misma libertad en nombre de la cual crees el derecho a matar niños en el útero, ancianos y enfermos en la cama del hospital? ¿Esa misma libertad que legitimaría las uniones homosexuales y la teoría de género ? ¿Es esta la libertad a la que apela? ¿La libertad de ofender la Ley de Dios, blasfemar Su Nombre, violar la ley natural que Él ha inscrito en el corazón de cada hombre?
Porque si lo que quieres es solo ser libre para hacer lo que quieras, tu manifestación no tiene sentido: son ellos mismos los que te hablan de la igualdad de género, el derecho a la "salud reproductiva", la eutanasia, la gestación subrogada y la libertad sexual. que hoy los tienen a todos en sus garras, decidiendo lo que es mejor para ustedes en nombre de "su bien", la salud pública o la protección del planeta. Ellos son los que pronto combinarán el pase verde con su identificación digital, con su cuenta corriente, con sus impuestos, salario, seguridad social y estado de salud, y al hacerlo, por "su propio bien", podrán Decide si puedes trabajar, viajar, ir a un restaurante, comprarte un bife o más bien algunos insectos.
Esa libertad te hizo creer que eres "libre", mientras que los que te quieren sirvientes obedientes te dejan correr tirando de la correa, dándote la ilusión de poder hacer lo que quieras, de tener "derecho" a abortar, vivir en contra de los preceptos de la moral natural y cristiana, poder comportarse como si Dios no existiera, como si nunca tuvieras que presentarte ante él el día del juicio.

Pero esto no es libertad: es licencia, es libertinaje. La libertad de condenar tu alma, ciertamente no la libertad de vivir honestamente y merecer el cielo. La verdadera libertad, en cambio, es la facultad de actuar dentro de los límites del Bien, y esta es la libertad a la que debes aspirar, esta es la libertad que debes reclamar con valentía y orgullo, esta es la libertad que "establecerá libres ”(Jn 8,32).

La libertad de elegir no dejarse engañar por las promesas de quienes le ofrecen un mejor futuro eco-sostenible, inclusivo, tolerante, resiliente y de género fluido , mientras lo obligan a comprar solo los productos que han puesto a disposición en Internet, por encargo. almuerzo y cena con la entrega , para ser atendido con telemedicina, para seguir las lecciones en educación a distancia, no para ir a la oficina con trabajo inteligente .

Me refiero a la libertad de decir no a quien, al vislumbrar el progreso en el mundo del trabajo y mostrarle con entusiasmo el tiempo libre que puede disfrutar con horas reducidas, está reduciendo su salario, eliminando las protecciones sindicales, privándolo de los medios. de subsistencia para mantener una familia, obligándolos a vivir en apartamentos cada vez más pequeños, cada vez más anónimos, cada vez más en los suburbios. Dile no a los que primero te privan de la autonomía de un trabajo creando desempleo y eliminando especializaciones profesionales, y luego te ofrecen los ingresos de ciudadanía con los que esclavizarte, chantajeado por un estado que decide en qué condiciones puedes trabajar.

La libertad que debe reclamar es la de no aceptar supinamente la narrativa de los medios, el colosal fraude de toda una categoría subordinada a la élite, comprometida en difundir mentiras y censurar la verdad, pagada para apoyar el poder y reprimir la disidencia; la libertad de esperar que los periodistas redescubran la dignidad de la ética profesional, de la deontología, y no la infamia de la esclavitud cortesana a maestros que nunca se conforman con el poder.

La libertad de expresión que todos deben invocar, y especialmente aquellos de ustedes que tienen puestos de responsabilidad o ejercen profesiones relacionadas con la emergencia actual - médicos, paramédicos, policías, magistrados, políticos - es la libertad de revelar corrupción, conflictos de interés, connivencia, silencio, complicidad de un sistema basado en el engaño, el fraude, el terrorismo psicológico y la manipulación de la realidad. La libertad de negar su consentimiento a un crimen de lesa humanidad cometido con despiadada determinación.

Podemos preguntarnos si, con la victoria de este referéndum el 28 de noviembre, algo cambiará. La Constitución suiza favorece la participación activa de los ciudadanos y dará una fuerte señal al Consejo Federal para que desista de sus intenciones. Pero no creas que tu batalla por los derechos fundamentales termina aquí: el ataque es global y todos deben ser conscientes de la amenaza que se cierne sobre todos nosotros.

No se trata de un choque en el que podamos vencer al enemigo común solo con las fuerzas humanas: es una batalla de época, en la que los destinos de la humanidad en su conjunto y los de cada uno de nosotros individualmente, en el tiempo y en los demás, están en juego la eternidad. Se trata de nuestra propia vida, nuestra identidad, nuestra individualidad. Y sobre todo: los proponentes del Gran Restablecimiento son intrínsecamente anticristianos y anticristianos, porque este "Nuevo Orden" no es más que un caos infernal.

Se le da la oportunidad de decidir. No tanto si el pase verde es ilegítimo, sino si quieres negar definitivamente lo que queda de tu libertad, dejándote imponer la pesadilla distópica de una tiranía que es hoy sanitaria, mañana ecológica o transhumana. 

Y que Dios ayude y proteja a los suyos.

Monseñor Viganó

_______________________________
[1] Véase el sitio web del Foro Económico Mundial : https://www.weforum.org/great-reset/
[2] Véase el sitio web de las Naciones Unidas: https://unric.org/it/agenda- 2030 /
[3 ] https://www.youtube.com/watch?v=g0B28vi3u8c

¿Hacia dónde va la «Iglesia sinodal»? (Monseñor Héctor Aguer)



El Sumo Pontífice ha convocado para octubre de 2023 la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, para tratar el tema «Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión»

Y, para ello, ha establecido que desde este año, en todas las diócesis del mundo, se convoquen asambleas para «escuchar al pueblo de Dios». En otras palabras: la Iglesia ha entrado en un estado deliberativo permanente, de tres años, a escala planetaria. ¿Se persigue, acaso, relativizar la composición jerárquica de la Iglesia, para darle poder ejecutivo «a las bases»? ¿Se están analizando «nuevos ministerios» laicales; que compitan con los ministerios ordenados, los limiten y hasta, eventualmente, se constituyan en sucedáneos de ellos? ¿Va camino la «Iglesia sinodal» de transformarse en una democracia liberal?

Causa, como mínimo, sorpresa que en los últimos años se haya insistido tanto en cuestionar la supuesta «autorreferencialidad» de la Iglesia, ¡y ahora se convoque a un sínodo para potenciar lo que se supone fuera de lugar! ¿No ha llegado la hora de releer, y llevar a la práctica, lo que enseña el libro de los Hechos de los Apóstoles? Sería una oportunidad inmejorable para que la «Iglesia en salida» imitase aquel ardor misionero de Pentecostés; con la conmovedora confesión de la fe, y el martirio de los apóstoles y los primeros discípulos.

Desde hace más de seis décadas, hablamos del aggiornamento eclesial. Etimológicamente, la palabra significa poner al día (giorno). ¿Existe, acaso, algún día que dure varios lustros? Y, además, ¿se ha profundizado, en este tiempo, en el mandato que nos da Jesucristo: Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado (Mt 28, 19-20)? ¿Y, también: Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará (Mc 16, 15-15)? Cumplir con lo que nos pide el Señor, evangelizar, y hacer nuevos hijos suyos no es proselitismo, sino un acto de obediencia, y de justicia; y fuente de verdadero gozo. Da mihi animas caetera tolle (Dadme almas, y llévate todo lo demás), repetía San Juan Bosco; en tiempos no menos difíciles para la Iglesia.

En distintos artículos publicados por InfoCatólica sostuve que en estos días nuestros, muchos temen la división de la Iglesia. Desde una perspectiva relativista se apunta como responsables a los grupos de conservadores y progresistas, como si fueran igualmente ideologizados; ambos deberían sumergirse en el gran río que es la Iglesia, donde caben todos (no nos engañemos: en realidad, para el relativismo unos más que otros), o considerarse cada uno cara de gran poliedro, que es la figura eclesial. En esa visión quienes molestan son quienes adhieren, por razones históricas y teológicas, sobrenaturales, a la Gran Tradición católica, y se resisten a adoptar los «nuevos paradigmas» propuestos y sostenidos oficialmente. Conservadores y progresistas (quizás estos nombres no sean los adecuados), si no endurecen e ideologizan su posición, podrían ser matices respetuosos de la ortodoxia doctrinal, y compartir pacíficamente la tarea pastoral.

Lo puse de relieve en mi trabajo «Lamentable retroceso», a propósito de Traditionis custodes: El actual Pontífice declara que desea proseguir todavía más en la constante búsqueda de la comunión eclesial, y para hacer efectivo este propósito, ¡elimina la obra de sus predecesores poniendo límites arbitrarios y obstáculos a lo que aquellos establecieron con intención ecuménica intraeclesial y de respeto a la libertad de sacerdotes y fieles! Promueve la comunión eclesial al revés. Las nuevas medidas implican un lamentable retroceso. La pax litúrgica que, con sabiduría y excelsa caridad, buscó Benedicto XVI con Summorum Pontificum, ha sido barrida de un plumazo. Un nuevo Papa deberá restablecer la plena y absoluta libertad de todos los sacerdotes, sin necesidad de tener que pedir permiso a su obispo, para celebrar la «Misa de antes».

Resulta sorprendente la dureza de la reacción del Vaticano frente a lo que denomina una moda; especialmente, entre los más jóvenes. ¿Acaso una moda no es de por sí pasajera y, con frecuencia, muy fugaz? Está claro que, en la práctica, no la considera como tal; y, por eso, se dio esta respuesta desproporcionada.

Me consta que muchos jóvenes de nuestras parroquias están hartos de los abusos litúrgicos que la jerarquía permite sin corregirlos; desean una celebración eucarística que garantice una participación seria y profundamente religiosa. No hay en esta aspiración nada de ideológico. Esos jóvenes –y algunos que ya no lo son- no van a Misa para ver un espectáculo, o a celebrarse a ellos mismos; van para darle gloria a Dios, santificarse, y llevar luego a todas partes el dulce aroma de Cristo. Por otra parte, ya que hay que estar bien atentos a los signos de los tiempos, y a la escucha, ¿no deben ser escuchados estos hermanos nuestros; enraizados en lo más puro de la Tradición y la Ortodoxia?

Hace nueve años, en 2012, convocado por el entonces Papa Benedicto XVI, tuve el honor de participar en el sínodo de la Nueva Evangelización. Me conmovió, especialmente, la exposición de Tomasso Spinelli, joven catequista, de 23 años, de la Diócesis de Roma. Yo cuando lo escuché me dije: leeré este mensaje a los seminaristas. Sus palabras fueron rubricadas con el aplauso más importante del Sínodo. «Ustedes los sacerdotes (dirigiéndose a los Obispos) –dijo- han hablado sobre el papel de los laicos. Yo, que soy laico, quiero hablar del papel de los sacerdotes.

«Nosotros los jóvenes –añadió Tomasso- tenemos necesidad de guías fuertes, sólidos en su vocación y en su identidad. Es de ustedes, sacerdotes, de quienes nosotros aprendemos a ser cristianos, y ahora que las familias están más desunidas, su papel es todavía más importante para nosotros. Ustedes nos testimonian la fidelidad a una vocación, nos enseñan la solidez en la vida, y la posibilidad de elegir un modo alternativo de vivir, siendo éste más bello que el que nos propone la sociedad actual.

«Mi experiencia –remarcó el joven- testimonia que allí donde hay un sacerdote apasionado, la comunidad, en poco tiempo, florece. La fe no ha perdido atractivo, pero es necesario que existan personas que la muestren como una elección seria, sensata y creíble. Lo que me preocupa es que estos modelos se han convertido en una minoría. El Sacerdote ha perdido confianza en la importancia de su propio ministerio, ha perdido carisma y cultura. Veo sacerdotes que identifican ‘dedicarse a los jóvenes’ con ‘disfrazarse de joven’; o, peor aún, vivir el estilo de vida de los jóvenes. Y lo mismo en la liturgia, ya que en el intento de hacerse originales se convierten en insignificantes. Les pido el coraje de ser ustedes mismos. No teman, porque allí donde sean auténticamente sacerdotes, allí donde propongan sin miedo la verdad de la fe, allí donde no tengan miedo de enseñarnos a rezar, nosotros los jóvenes los seguiremos. Hacemos nuestras las palabras de Pedro, ‘Señor, ¿a quién iremos? Solo Tú tienes palabras de vida eterna’. Nosotros tenemos hambre de lo eterno y de lo verdadero».
Tomasso nos dejó una hermosa lección de amor a Cristo y la Iglesia. Casi una década después sus palabras son de una enorme actualidad. Jóvenes como él son parte de la solución, y no del problema. Está en nosotros, los pastores, constituidos como tales por el mismo Jesucristo; y no por ningún consenso humano, ni desviaciones antropocéntricas, guiarlos, enseñarles y conducirlos al encuentro con Dios. Les advierte San Pablo a los Corintios: Que cada cual se fije bien de qué manera construye. 

El fundamento ya está puesto y nadie puede poner otro, porque el fundamento es Jesucristo (1 Cor 3, 10-11). Esa es la verdadera salida que nos pide el único Señor de la Historia. La que siempre va hacia adelante; hacia el encuentro definitivo en la Eternidad…

+ Héctor Aguer.-

Buenos Aires, miércoles 10 de Noviembre de 2021.
Memoria de San León Magno, Papa y Doctor de la Iglesia.
En Argentina, Día de la Tradición.-

jueves, 11 de noviembre de 2021

Carta abierta del teólogo dominicano P. Wojciech Gołaski: "Debo dar testimonio del tesoro de los santos ritos de la Iglesia"



En nuestra traducción de Rorate Caeli , quien proporciona el texto en inglés, propongo la siguiente carta abierta al Papa Francisco del P. Wojciech Gołaski OP, ya publicado en polaco. Independientemente de dónde se encuentre el tema de la FSSPX, merece una lectura cuidadosa por su formidable crítica de las " Traditionis Custodes ". Aquí el índice de los precedentes sobre el TC.


Jamna, 17 de agosto de 2021
Su Santidad el Papa Francisco
Domus Sanctae Marthae
La Santa Sede
Ciudad del Vaticano

A la atención de:
Rev. Maestro General de la Orden, Gerard Francisco Timoner III OP
Rev. Provincial de la Provincia de Polonia, Paweł Kozacki OP
SE Obispo de la Diócesis de Tarnów, Andrzej Jeż
Rev. Superior de la Casa Jamna, Andrzej Chlewicki OP
Hermanos y Hermanas de la Orden,
Superior Rev. del Distrito Polaco de la Fraternidad de San Pío X, Karl Stehlin FSSPX
Omnes quos res tangit

Santísimo Padre,

Tengo 57 años y me uní a la Orden Dominicana hace 35 años. He hecho votos perpetuos durante 29 años y he sido sacerdote durante 28. Solo tenía vagos recuerdos de mi primera infancia de la Santa Misa en la forma anterior a la reforma de 1970. Dieciséis años después de mi ordenación, dos amigos laicos (desconocidos entre sí) me instaron a aprender a celebrar la tradicional Santa Misa. Los escuché.

Fue un shock para mí. Encontré que la Santa Misa en su forma clásica:

dirige toda la atención del sacerdote y de los fieles hacia el Misterio,
expresa, con gran precisión de palabras y gestos, la fe de la Iglesia en lo que sucede aquí y ahora en el altar,
fortalece, con un poder igual a su precisión, la fe del celebrante y del pueblo,
no induce ni al sacerdote ni a los fieles a ninguna invención o creatividad personal durante la liturgia,
al contrario, los coloca en un camino de silencio y contemplación,
Ofrece al número y naturaleza de sus gestos la posibilidad de incesantes actos de piedad y amor a Dios,
une al sacerdote y a los fieles, colocándolos en el mismo lado del altar y volviéndolos en la misma dirección: versus Crucem , versus Deum .
Me dije a mí mismo: ¡esto es la Santa Misa! ¡Y yo, sacerdote desde hace 16 años, no lo sabía! Fue un eureka poderoso , un descubrimiento, después del cual mi idea de la Misa no pudo seguir siendo la misma.

Desde el principio me llamó la atención que este ritual era lo opuesto al estereotipo. En lugar de formalismo, libre expresión del alma ante Dios. En lugar de apatía, el fervor del culto divino. En lugar de distancia, proximidad. En lugar de extrañeza, intimidad. En lugar de rigidez, seguridad. En lugar de la pasividad de los laicos, su conexión profunda y viva con el misterio (fue a través de los laicos, después de todo, que fui conducido a la Misa tradicional). En lugar de un abismo entre sacerdote y fieles, una estrecha unión espiritual entre todos los presentes, protegida y expresada por el silencio del Canon. Al hacer este descubrimiento, me quedó claro: esta misma forma es nuestro puente hacia las generaciones que vivieron antes que nosotros y nos transmitieron la fe.

Desde el principio experimenté la poderosa atracción espiritual de la Misa en su forma tradicional. No fueron los signos en sí mismos lo que me atrajo, sino su significado, que el alma puede leer. El solo pensamiento de la próxima celebración me llenó de alegría. Busqué todas las oportunidades para celebrar con entusiasmo y ganas. Muy pronto maduró en mí la certeza absoluta de que, si hasta el final de mis días hubiera celebrado la Misa (así como todos los sacramentos y ceremonias) sólo en su forma tradicional, no me hubiera faltado la forma postconciliar en lo más mínimo.

Si alguien me hubiera pedido que expresara en una palabra mis sentimientos sobre la celebración tradicional en el contexto del rito reformado, habría respondido "alivio". Porque fue un verdadero alivio, de una profundidad indescriptible. Era como el de quien, habiendo caminado toda su vida con zapatos con un guijarro que roza e irrita los pies, pero que no tiene otra experiencia de caminar, ofrece, 16 años después, un par de zapatos sin guijarros y las palabras: "Aquí", "Póntelos", "¡Pruébatelos!". No solo redescubrí la Santa Misa, sino también la sorprendente diferencia entre las dos formas: la que se usa desde hace siglos y la posconciliar. No conocía esta diferencia porque no conocía la forma anterior. No puedo comparar mi encuentro con la liturgia tradicional con un encuentro con alguien que me adoptó y se convirtió en mi padre adoptivo. Fue un encuentro con una Madre que siempre ha sido mi Madre, pero no la había conocido.

En todo esto me acompañó la bendición de los Supremos Pontífices. Habían enseñado que el misal de 1962 " nunca había sido derogado legalmente y, por lo tanto, ha permanecido, en principio, siempre permitido ", y agregaron que " lo que había sido sagrado para las generaciones anteriores ha permanecido sagrado y grande incluso para nosotros, y no podría convertirse de repente en completamente prohibido, ni siquiera considerado dañino. A todos nos corresponde preservar las riquezas que se han desarrollado a través de la fe y la oración de la Iglesia y darles el lugar que merecen ”(Benedicto XVI, Carta a los obispos , 2007). A los fieles también se les enseñó: “Por su venerable y antiguo uso, el forma extraordinariaser mantenido con el honor que le corresponde "; se ha descrito como “un tesoro precioso que debe guardarse” ( Instrucción Universae Ecclesiae , 2011). Estas palabras siguieron a documentos anteriores que permitieron a los fieles utilizar la liturgia tradicional después de las reformas de 1970, la primera de las cuales Quattuor abhinc annos de 1984. La base y fuente de todos estos documentos sigue siendo la Bula de San Pío V, Quo primum tempore (1570).

Santo Padre, si, sin olvidar el solemne documento del Papa Pío V, tenemos en cuenta el marco temporal que abarca las declaraciones de sus inmediatos predecesores, tenemos una duración de 37 años, de 1984 a 2021, durante los cuales la Iglesia ha dicho a los fieles, con respecto a la liturgia tradicional, y cada vez con más fuerza: “Hay un camino. Puedes caminar por él ".

Por tanto, me embarqué en el camino que me ofrece la Iglesia.

Quien sigue este camino, quien quiere que este rito, que es el vaso de la divina Presencia y de la divina Oblación, dé fruto en su propia vida, debe abrirse enteramente para encomendarse a sí mismo y a los demás a Dios, presente y obrando en nosotros a través del recipiente de este sagrado rito. Y eso es lo que hice, con total confianza.

Luego llegó el 16 de julio de 2021.

Por sus documentos, Santo Padre, supe que el camino que había recorrido durante 12 años había dejado de existir.

Tenemos declaraciones de dos Papas. Su Santidad Benedicto XVI había afirmado que el Misal Romano promulgado por San Pío V " debe ser considerado la expresión extraordinaria de la lex orandi de la Iglesia católica de rito romano ". Sin embargo, Su Santidad el Papa Francisco afirma que " los libros litúrgicos promulgados por los Papas San Pablo VI y San Juan Pablo II (...) son la única expresión de la lex orandi del rito romano ". Por lo tanto, el reclamo del sucesor contradice el de su predecesor aún vivo.

¿Puede una cierta forma de celebrar la Misa, confirmada por la Tradición inmemorial y secular, reconocida por cada Papa, incluido usted, Santo Padre, hasta el 16 de julio de 2021, y santificada por haber sido practicada durante tantos siglos, dejar de repente de ser la lex orandi? del rito romano? De ser así, significaría que esta característica no es intrínseca al rito sino que es un atributo externo, sujeto a las decisiones de quienes ocupan cargos de alta autoridad. En realidad, la liturgia tradicional expresa la lex orandi del rito romano con cada gesto y cada frase y con el todo que la compone. También la expresión de la lex orandi también está garantizada, como siempre ha sostenido la Iglesia, por su uso ininterrumpido desde tiempos inmemoriales.Debemos concluir que la primera afirmación papal [de Benito] tiene bases sólidas y es verdadera y que la segunda [de Francisco] es infundada y falsa. Pero a pesar de ser falso, todavía se le otorga el poder de la ley. Esto tiene consecuencias sobre las que escribiré a continuación.

Las concesiones sobre el uso del Misal de 1962 tienen ahora un carácter diferente a las anteriores. Ya no se trata de responder al amor con el que los fieles se adhieren a la forma tradicional, sino de dar a los fieles tiempo -cuánto no nos dicen- para "volver" a la liturgia reformada. Las palabras del Motu Proprio y su Carta a los Obispos dejan bien claro que se ha tomado, y ya está en marcha, la decisión de eliminar la liturgia tradicional de la vida de la Iglesia y arrojarla al abismo del olvido: no se puede En las parroquias, no se deben formar nuevos grupos, se debe consultar a Roma si hay que decirlo nuevos sacerdotes. Los obispos ahora deben ser verdaderamente Traditionis Custodes, “Custodios de la Tradición”, y no en el sentido de guardianes que la protegen, sino más precisamente en el sentido de guardias de prisión.

Permítanme expresar mi creencia de que esto no sucederá y que la operación fallará. ¿Cuáles son las razones de esta creencia? Un análisis cuidadoso de ambas cartas del 16 de julio destaca cuatro componentes: hegelismo , nominalismo , fe en la omnipotencia del Papa y responsabilidad colectiva . Cada uno es un componente esencial de su mensaje y ninguno se reconcilia con el depósito de la fe católica. Dado que no pueden reconciliarse con la fe, no se integrarán en ella ni en la teoría ni en la práctica. Examinémoslos en orden.

1) Hegelismo . El término es convencional: no significa literalmente el sistema del filósofo alemán Hegel, sino algo que se deriva de este sistema, es decir, la comprensión de la historia como un proceso bueno, racional e inevitable de cambio constante. Esta forma de pensar tiene una larga historia, desde Heráclito y Plotino, hasta Joaquín de Fiore, Hegel, Marx y sus herederos modernos. La característica de este enfoque es dividir la historia en fases, de manera que el inicio de cada nueva fase se une al final de la anterior. Los intentos de "bautizar" el hegelismo no son más que intentos de dotar a estas supuestas fases históricas de la autoridad del Espíritu Santo.Se supone que el Espíritu Santo le comunica a la siguiente generación algo que no le habló a la generación anterior, o incluso que imparte algo que contradice lo que dijo antes. En el último caso, debemos aceptar una de tres cosas: o en ciertas etapas la Iglesia no ha obedecido al Espíritu Santo, o el Espíritu Santo está sujeto a cambios, o lleva consigo contradicciones.

Otra consecuencia de esta cosmovisión es un cambio en la forma en que entendemos la Iglesia y la Tradición. La Iglesia ya no se ve como una comunidad que une a los fieles trascendiendo el tiempo, como sostiene la fe católica, sino como un conjunto de núcleos pertenecientes a las distintas fases. Estos grupos ya no tienen un lenguaje común: nuestros antepasados ​​no tenían acceso a lo que el Espíritu Santo nos dice hoy. La tradición en sí misma ya no es un mensaje estudiado continuamente; más bien consiste en recibir siempre cosas nuevas del Espíritu Santo.Luego llegamos a escuchar, como en su Carta a los Obispos, Santo Padre, de la "dinámica de la Tradición", a menudo con una aplicación a eventos específicos. Es un ejemplo de ello cuando escribe que "la última etapa de esta dinámica es el Concilio Vaticano II, durante el cual los obispos católicos se reunieron para escuchar y discernir el camino indicado a la Iglesia por el Espíritu Santo". Este razonamiento implica que una nueva fase requiere nuevas formas litúrgicas, porque las primeras eran adecuadas para la fase anterior, que ha terminado. Dado que esta secuencia de etapas es sancionada por el Espíritu Santo, a través del Concilio, quienes se aferran a las formas antiguas y tienen acceso a las nuevas se oponen al Espíritu Santo.

Sin embargo, tales opiniones son contrarias a la fe. La Sagrada Escritura, norma de la fe católica, no proporciona ningún fundamento para tal comprensión de la historia. Más bien, nos enseña una comprensión completamente diferente. El rey Josías, al enterarse del descubrimiento del antiguo libro de la Ley, ordenó que la celebración de la Pascua se llevara a cabo de acuerdo con él, a pesar de una interrupción de medio siglo (2 Reyes 22-23). Asimismo, Esdras y Nehemías a su regreso del cautiverio babilónico celebraron la Fiesta de los Tabernáculos con todo el pueblo., estrictamente según los documentos antiguos de la Ley, aunque habían pasado muchas décadas desde la celebración anterior (Ne 8). En cualquier caso, los antiguos documentos de la ley sirvieron para renovar el culto divino después de un período de desorden. Nadie pidió un cambio en el ritual debido a que habían llegado nuevos tiempos.

2) nominalismo. Mientras que el hegelianismo afecta la comprensión de la historia, el nominalismo afecta la comprensión de la unidad. El nominalismo implica que la introducción de la unidad externa (a través de una decisión administrativa de arriba hacia abajo) equivale a lograr una unidad real. Esto se debe a que el nominalismo suprime la realidad espiritual al tratar de captarla y regularla con medidas materiales. Escribe, Santo Padre, que: "Para defender la unidad del Cuerpo de Cristo me veo obligado a cancelar la facultad concedida por mis predecesores". Pero para lograr este objetivo, la verdadera unidad, sus antecesores tomaron la decisión contraria, y no sin razón. Cuando se entiende que la verdadera unidad incluye algo espiritual e interno y, por lo tanto, difiere de la mera unidad externa, ya no se busca simplemente en la uniformidad de los signos externos. De esta manera no se logra la verdadera unidad, sino el empobrecimiento, y lo contrario de la unidad: la división.

La unidad no resulta de la revocación de las facultades, la revocación del consentimiento y la imposición de limitaciones. El rey Roboam de Judá consultó a dos grupos de consejeros antes de decidir cómo tratar con los israelitas, que deseaban mejorar su suerte. Los mayores recomendaron clemencia y reducción de cargas: la edad, en la Sagrada Escritura, a menudo simboliza la madurez. Los jóvenes, que fueron contemporáneos del rey, recomendaron aumentar sus cargas y el uso de palabras duras: la juventud, en las Escrituras, a menudo simboliza la inmadurez. El rey siguió el consejo de los jóvenes. Esto falló en asegurar la unidad entre Judá e Israel. Por el contrario, comenzó la división del país en dos reinos (1 Reyes 12). Nuestro Señor sanó esta división con mansedumbre,

Antes de Pentecostés, los apóstoles valoraban la unidad según criterios externos. Este planteamiento fue corregido por el mismo Salvador, quien, en respuesta a las palabras de San Juan: "Maestro, vimos a un hombre echar fuera espíritus malignos en tu nombre y no se lo permitimos, porque no era uno de los nuestros". , él respondió: "No se lo prohibáis, porque el que no está contra nosotros, está con nosotros" (Lc 9, 49-50, cf. Mc 9, 38-41). Santo Padre, tenía muchos cientos de miles de fieles que "no estaban en su contra". ¡E hizo tanto para ponerles las cosas difíciles! ¿No hubiera sido mejor haber seguido las palabras del Salvador que, en unidad, indican un fundamento espiritual más profundo? El hegelismo y el nominalismo a menudo se convierten en aliados,

3) Cree en la omnipotencia del Papa . Cuando el Papa Benedicto XVI otorgó mayor libertad al uso de la forma clásica de la liturgia, se refirió a una costumbre secular y usus . Estos proporcionaron una base sólida para su determinación. La decisión de Su Santidad no se basa en tales fundamentos. Al contrario, revoca algo que ha existido y ha perdurado durante mucho tiempo.Escribe, Santo Padre, que encuentra apoyo en las decisiones de San Pío V, pero aplicó criterios exactamente opuestos al suyo. Según él, lo que había existido y durado durante siglos seguiría intacto; sólo se ha derogado lo más reciente. La única base que queda para su decisión es, por tanto, la voluntad de una persona dotada de autoridad papal. ¿Puede esta autoridad, por grande que sea, impedir que los antiguos usos litúrgicos sean una expresión de la lex orandi de la Iglesia Romana? Santo Tomás de Aquino se pregunta si Dios puede asegurarse de que algo que alguna vez existió nunca existió. La respuesta es no, porque la contradicción no pertenece a la omnipotencia de Dios ( Summa Theologiae , p. I, qu. 25, art. 4). Del mismo modo, la autoridad papal no puede hacer que los rituales tradicionales que han expresado la fe de la Iglesia durante siglos ( lex credendi ) de repente un día ya no expresen la ley de oración de la Iglesia misma ( lex orandi ). El Papa puede tomar decisiones, pero no las que violen una unidad que se extiende al pasado y al futuro, mucho más allá de la duración de su pontificado. El Papa está al servicio de una unidad mayor que su propia autoridad. Porque es una unidad dada por Dios y no de origen humano. Por tanto, es la unidad la que prevalece sobre la autoridad y no la autoridad sobre la unidad.

4) Responsabilidad colectiva . Indicando los motivos de su decisión, Santo Padre, hace diversas y graves acusaciones contra quienes ejercen las facultades reconocidas por el Papa Benedicto XVI. Sin embargo, no se especifica quién perpetra estos abusos, ni dónde ni en qué número. Solo existen las palabras "a menudo" y "muchos". Ni siquiera sabemos si es la mayoría. Probablemente no. Sin embargo, no la mayoría, sino todoslos que se acogen a las facultades antes mencionadas han sido castigados con una pena draconiana. Se les ha privado de su camino espiritual, ya sea inmediatamente o en un momento no especificado en el futuro. Ciertamente hay personas que abusan de los cuchillos. Por tanto, ¿debería prohibirse la producción y distribución de cuchillos? Su decisión, Santo Padre, es mucho más grave que el hipotético absurdo de una prohibición universal de la fabricación de cuchillos.

Santo Padre: ¿por qué lo haces? ¿Por qué atacó la santa práctica de la antigua forma de celebrar el Santísimo Sacrificio de Nuestro Señor? Los abusos cometidos en otras formas, generalizadas o universales, no provocan más que palabras, declaraciones expresadas en términos generales. Pero cómo enseñar con autoridad que "la desaparición de una cultura puede ser tan grave, o incluso más grave, que la desaparición de una especie vegetal o animal" ( Laudato Sì 145), y luego unos años después, con un solo acto , ¿destinar la extinción de una gran parte del patrimonio espiritual y cultural de la Iglesia? ¿Por qué las reglas de la "ecología profunda" que formuló no son aplicables en este caso?¿Por qué no se preguntó si el número cada vez mayor de fieles que asisten a la liturgia tradicional podría ser un signo del Espíritu Santo? No siguió el consejo de Gamaliel (Hechos 5). En cambio, los golpeó con una prohibición sin siquiera una vacatio legis .

El Señor Dios, modelo para los gobernantes terrenales y, en primer lugar, para las autoridades eclesiásticas, no usa su poder de esta manera. Así habla la Sagrada Escritura a Dios: "Porque tu fuerza es el principio de la justicia: y como eres Señor de todo, eres indulgente con todo (...): para que ejerzas tu poder cuando quieras" (Sab. 12: 16-18). El verdadero poder no necesita probarse a sí mismo con dureza. Y la dureza no es un atributo de ninguna autoridad que siga el modelo divino. Nuestro propio Salvador nos ha dejado una enseñanza precisa y confiable sobre esto (Mt 20, 24-28). No solo se rasgó la alfombra, por así decirlo, de debajo de los pies de la gente que caminaba hacia Dios; se ha intentado privarlos del mismo suelo sobre el que caminan. Este intento no tendrá éxito.Nada que entre en conflicto con el catolicismo será aceptado en la Iglesia de Dios.

Santo Padre, es imposible experimentar la tierra bajo sus pies durante 12 años y de repente afirmar que ya no existe. Es imposible concluir que mi propia Madre, encontrada después de muchos años, no sea mi Madre. La autoridad papal es inmensa. ¡Pero incluso esta autoridad no puede hacer que mi Madre deje de ser mi Madre!Una sola vida no puede soportar dos rupturas mutuamente excluyentes, una de las cuales abre un tesoro mientras que la otra sostiene que este tesoro debe abandonarse porque su valor ha expirado. Si aceptara estas contradicciones, ya no podría tener vida intelectual y, por lo tanto, ni siquiera vida espiritual. Cualquier afirmación, verdadera o falsa, puede surgir de dos afirmaciones contradictorias. Esto significa el fin del pensamiento racional, el fin de cualquier noción de realidad, el fin de la comunicación efectiva de cualquier cosa a cualquiera. Pero todas estas cosas son componentes fundamentales de la vida humana en general y de la vida dominicana en particular.

No tengo dudas sobre mi vocación. Estoy firmemente decidido a continuar mi vida y mi servicio en la Orden de Santo Domingo. Pero para hacer eso tengo que ser capaz de razonar correcta y lógicamente. Después del 16 de julio de 2021, esto ya no es posible para mí dentro de las estructuras existentes. Veo con toda claridad que sigue existiendo el tesoro de los santos ritos de la Iglesia, la tierra bajo los pies de quienes los practican y la madre de su piedad. Me ha quedado igualmente claro que tengo que testificar .

Ahora no me queda más remedio que dirigirme a aquellos que desde el comienzo de los cambios radicales (cambios, hay que señalar, que van mucho más allá de la voluntad del Concilio Vaticano II) han defendido la Tradición de la Iglesia, junto con la respeto a la Iglesia por la razón, y que continúan transmitiendo a los fieles el depósito inmutable de la fe católica: la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X. La FSSPX se ha mostrado disponible para acogerme, en pleno respeto a mi identidad dominicana. . Me está proporcionando no solo una vida de servicio a Dios y a la Iglesia, un servicio no obstaculizado por contradicciones, sino también una oportunidad para oponerme a esas contradicciones que son enemigas de la Verdad y que han atacado a la Iglesia con tanta fuerza.

Existe un estado de controversia entre la FSSPX y las estructuras oficiales de la Iglesia. Es una disputa interna dentro de la Iglesia y concierne a asuntos de gran importancia. Los documentos y decisiones del 16 de julio unieron mi posición sobre este tema con la de la FSSPX. Como cualquier disputa importante, esta también debe resolverse. Estoy decidido a dedicar mis esfuerzos a este fin. Considero que esta carta es parte de este esfuerzo. Los medios utilizados solo pueden ser un humilde respeto por la verdad y la mansedumbre, los cuales provienen de una fuente sobrenatural. Por tanto, podemos esperar la resolución de la controversia y la reconstrucción de una unidad que abarque no solo a los que viven ahora, sino también a todas las generaciones, pasadas y futuras.

Le agradezco la atención a mis palabras e imploro, Santo Padre, su bendición apostólica.

Con devoción filial en Cristo,
BR. Wojciech Golaski, OP

[Traducción de la Iglesia y postconcilio]

Encuesta a sacerdotes en Estados Unidos: cuanto más jóvenes, más ‘rígidos’ (Carlos Esteban)



Decía ayer Su Santidad que la tentación es siempre la de volver atrás, pero no estamos muy seguros de que vaya a gustarle el panorama que hay delante, a juzgar por un reciente estudio demoscópico sobre los sacerdotes en Estados Unidos: cuanto más jóvenes, más críticos con la ‘renovación francisquista’.

El 80% de los sacerdotes norteamericanos ordenados antes de 1980 aplauden las reformas de Francisco, pero solo un 20% de los que accedieron al sacerdocio después de 2010, según un reciente estudio elaborado por el Instituto Austin para el Estudio de la Familia y la Cultura.

En principio, parece una paradoja. De los últimos ordenados, muchos lo habrán sido en plena ‘Iglesia de Francisco’, por lo que parecería razonable que lo hubieran sido en parte animados por el impulso dado por el Santo Padre y su particular estilo. Sin embargo, ocurre exactamente lo contrario.

En otro sentido, en cambio, es perfectamente comprensible: los ordenados antes de 1980, los más entusiastas del actual pontífice, están más próximos en edad a Francisco y más influídos, por tanto, por el mismo ‘ethos’ eclesial del llamado ‘espíritu del concilio’.

Sea como fuere, los sacerdotes jóvenes dan respuestas más católicas cuando se les pregunta por temas concretos. Así, el 90% de los ordenados después de 2010 afirman que el aborto provocado es siempre pecado. Se dirá que eso es algo sobre lo que no puede haber disputa, no ya entre clérigos, sino entre católicos sin más. Pero lo cierto es que, siguiendo la encuesta, solo un 56% de quienes accedieron al sacerdocio antes de 1980 piensa lo mismo.

Con respecto a la actividad homosexual (no la condición: la actividad), el 89% de los sacerdotes jóvenes consideran que la sodomía es siempre pecado, frente al 34% de los veteranos. Algo similar se aplica a la masturbación, el sexo extramatrimonial y la contracepción.

Quizá no sea del todo ajeno a esta diferencia de visión el hecho de que casi el 21% de los sacerdotes ordenados antes de 1980 se confiesa “homosexual” o “más homosexual que heterosexual”, frente al 5% de los más recientemente ordenados. En cualquiera de los dos casos, por encima de la media de población.

Carlos Esteban