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lunes, 8 de febrero de 2016

Diez consejos para sobrevivir a un papado calamitoso y permanecer católico (Por el Dr. Francisco José Soler Gil)


Artículo sacado de Adelante la Fe (pinchar aquí). Sobre este tema he escrito ya en varias entradas del blog. Coloco aquí las que recuerdo: Se puede disentir del papa y ser un buen católico ( 1, 2 y 3); Lo ha dicho el Papa (1 y 2); ¿Es importante lo que el Papa piensa? ¿Hasta qué punto? (1 y 2). Su relectura puede ser provechosa. 





¿Puede un católico pensar que un Papa es calamitoso? Por supuesto que sí. ¿Pues acaso no debe creer un buen católico que es el Espíritu Santo el que está detrás de la elección del Papa? Evidentemente no. Quizá baste al respecto recordar la respuesta que el por entonces cardenal Ratzinger dio a su entrevistador, el profesor August Everding, en una famosa entrevista concedida en 1997. 

Le había preguntado el profesor Everding al cardenal, si de verdad creía que el Espíritu Santo interviene en la elección del Papa. La respuesta de Ratzinger fue sencilla y clarificadora, como de costumbre: “Yo diría que no en el sentido de que el Espíritu Santo elija un papa en particular, puesto que hay demasiadas pruebas en contra de esto; ha habido muchos Papas en los que es por completo evidente que el Espíritu Santo no los habría elegido. Pero que Él, en conjunto, no renuncia del todo al control; que, por decirlo así, nos da mucha cuerda, como un buen educador, nos deja mucha libertad, pero no deja que se rompa por completo, eso sí lo diría. Por tanto habría que entender esto en un sentido mucho más amplio, y no que Él dice: ahora tienen que votar a éste. Lo que Él permite, sin embargo, está limitado al hecho de que todo no pueda ser completamente arruinado”.

Ahora bien, aunque un católico dé por supuesto que ningún Papa podrá llegar a destruir del todo la Iglesia, la historia muestra que, en materia de pontífices, ha habido de todo: buenos, regulares, malos, y realmente malos, o calamitosos.

¿Cuándo podemos decir que un Papa es calamitoso? Desde luego, no basta para eso que el pontífice sostenga opiniones falsas sobre tales o cuales temas. Pues un Papa, como cualquier otro hombre, ha de desconocer necesariamente muchas materias, y poseer convicciones erróneas en otras tantas. Y así podría resultar que un Papa aficionado a hablar de filatelia o numismática, sostuviera graves errores sobre el valor o la fecha de ciertos sellos o monedas. 

Al opinar sobre materias que no son de su competencia, un Papa tiene más posibilidades de equivocarse que de acertar. Exactamente igual que usted y yo, estimado lector. Por eso, si un Papa mostrara cierta propensión a hacer públicas sus opiniones sobre el arte de la colombofilia, la ecología, la economía o la astronomía, el especialista católico en tales materias hará bien en sobrellevar con paciencia tales ocurrencias del romano pontífice sobre asuntos que, por supuesto, son ajenos a su cátedra. El especialista podrá, desde luego, lamentar los eventuales errores, y más generalmente la falta de prudencia que algunas declaraciones manifiestan. Pero un Papa imprudente y locuaz no es ya, por eso, un Papa calamitoso.

Sí lo es, en cambio, o puede llegar a serlo, el que causa de palabra y obra daños en el legado de la fe de la Iglesia, oscureciendo temporalmente aspectos de la imagen de Dios y de la imagen del hombre que la Iglesia tiene el deber de custodiar, transmitir y profundizar.

¿Puede darse un caso así?… Bien, de hecho se ha dado ya varias veces en la historia de la Iglesia. Cuando el Papa Liberio (s. IV) ―el primer Papa no canonizado― cediendo a las fuertes presiones arrianas, aceptó una posición ambigua con respecto a esta herejía, haciendo tambalear a los defensores del dogma trinitario como San Atanasio; cuando el Papa Anastasio II (s. V) coqueteó con los defensores del cisma acaciano; cuando el Papa Juan XXII (s. XIV) enseñaba que la visión de Dios por los justos no ocurre antes del Juicio Final; cuando los Papas del periodo conocido como «Gran Cisma de Occidente» (s. XIV-XV) se excomulgaban mutuamente; cuando el Papa León X (s. XVI) no sólo pretendía costear sus lujos mediante la venta de indulgencias, sino defender teóricamente su potestad de hacerlo, etc. etc., una parte del legado de la fe quedó oscurecido durante un tiempo más o menos largo por sus acciones y omisiones, generando así momentos de enorme tensión interna en la Iglesia. A los Papas responsables de tales hechos sí que cabe denominar con propiedad como «calamitosos».

La pregunta es, entonces, qué se puede hacer en tiempos de un Papa calamitoso. Qué actitud conviene adoptar en tiempos así. Pues bien, ya que últimamente se han puesto de moda las listas de consejos para la felicidad, para controlar el colesterol, para ser más positivos, para dejar de fumar y para adelgazar, me voy a permitir proponer al lector una serie de consejos, para sobrevivir a un Papa calamitoso sin dejar de ser católico. Ni que decir tiene que no se trata de una lista exhaustiva. Pero tal vez resulte útil, de todos modos. Comencemos:

(1) Mantener la calma.

En momentos de angustia, la tendencia a la histeria es muy humana, pero no ayuda a resolver nada. Mantener la calma. Pues únicamente desde la paz se pueden tomar las decisiones convenientes en cada caso, y evitar dichos y hechos de los que uno tenga luego que lamentarse.

(2) Leer buenos libros de historia de la Iglesia y de historia del papado.

Acostumbrados a una serie de grandes Papas, la vivencia de un pontificado calamitoso puede resultar traumática, si uno no alcanza a ponerla en su contexto. Leer buenos tratados de historia de la Iglesia y de historia del papado ayuda a valorar mejor la situación presente. Sobre todo porque en estos libros se nos muestran otros casos ―numerosos por desgracia o por ser así la naturaleza humana― en los que las aguas de la fuente romana bajaban turbias. La Iglesia sufre tales flaquezas, pero no se hunde por ellas. Así ha ocurrido en el pasado, y así esperamos que ocurra también en el presente y en el futuro.

(3) No entregarse a discursos apocalípticos.

Experimentando los estragos de un pontificado calamitoso, algunos lo toman como indicios del inminente fin de los tiempos. Esta es una idea que surge siempre en tales circunstancias: textos apocalípticos motivados por males semejantes pueden leerse también en autores medievales. Pero precisamente este hecho debería servirnos de advertencia. No tiene mucho sentido interpretar cada tormenta como si fuera ya la última tribulación. El fin de los tiempos llegará cuando tenga que llegar, y no nos toca a nosotros averiguar ni el día ni la hora. Lo nuestro es luchar el combate de nuestra época, pero la visión global de las cosas le corresponde a Otro.

(4) No quedarse en silencio, ni mirar para otro lado.

Durante un pontificado calamitoso, el defecto contrario de adoptar la actitud de profeta apocalíptico consiste en la minimización de los sucesos, el silencio ante los abusos, y el mirar para otro lado. Algunos justifican esta actitud recurriendo a la imagen de los buenos hijos que cubren la desnudez de Noé. Pero lo cierto es que no hay forma de enderezar el rumbo de una nave si no se denuncia el desvío. 

Por lo demás, la Escritura tiene para ello un ejemplo que viene mucho más al caso que el de Noé: los duros pero justos y leales reproches del apóstol Pablo al pontífice Pedro, cuando éste se dejó llevar por respetos humanos. Esta escena de los Hechos de los Apóstoles está ahí para que aprendamos a distinguir entre la lealtad y el silencio cómplice. La Iglesia no es un partido en el que el presidente tenga que recibir siempre aplausos incondicionales. Ni es una secta en la que el líder sea aclamado en todo caso. El Papa no es el líder de una secta, sino un servidor del Evangelio y de la Iglesia; un servidor libre y humano, que, como tal, puede en ocasiones adoptar decisiones o actitudes reprobables. Y las decisiones y actitudes reprobables deben ser reprobadas.

(5) No generalizar.

El mal ejemplo (de cobardía, etc.) de algunos obispos o cardenales durante un pontificado calamitoso, no debe llevarnos a descalificar en general ni a los obispos, ni a los cardenales, ni al clero en su conjunto. Cada uno es responsable de sus palabras y de sus actos y omisiones. Pero la estructura jerárquica de la Iglesia fue instituida por su Fundador, por lo que debe ser, pese a toda crítica, respetada. Tampoco se debe extender la protesta frente a un Papa calamitoso a todos sus dichos y hechos. Sólo deben ser objetados aquellos en los que se desvíe de la doctrina secular de la Iglesia, o en los que marque un rumbo que pueda comprometer aspectos de la misma. Y el juicio sobre estos puntos no ha de apoyarse en ocurrencias, opiniones o gustos particulares: La enseñanza de la Iglesia se resume en su catecismo. En lo que un Papa se aparte del catecismo, debe ser reprobado. En lo demás no.

(6) No colaborar con iniciativas a mayor gloria del pontífice calamitoso.

Si un Papa calamitoso pidiera ayuda para atender buenas obras, debe ser escuchado. Pero no se deben secundar otras iniciativas como puedan ser, por ejemplo, encuentros multitudinarios que sirvan para mostrarlo como un pontífice popular. En el caso de un Papa calamitoso, las aclamaciones sobran. Pues, apoyado en ellas, podría sentirse respaldado para desviar aún más la nave de la Iglesia. No vale decir que no se aplaude al pontífice tal, sino a Pedro. Pues el resultado es que ese aplauso será empleado para sus fines, no por Pedro, sino por el pontífice calamitoso.

(7) No seguir las instrucciones del Papa en lo que se desvíe del legado de la Iglesia.

Si un Papa enseñara doctrinas o tratara de imponer prácticas que no se corresponden con la enseñanza perenne de la Iglesia, sintetizada en el catecismo, no debe ser secundado ni obedecido en su intento. Esto quiere decir, por ejemplo, que los sacerdotes y obispos tienen la obligación de insistir en la doctrina y práctica tradicional, enraizada en el depósito de la fe, aun a costa de exponerse a ser sancionados. Asimismo los laicos deben insistir en enseñar la doctrina y las prácticas tradicionales en su ámbito de influencia. En ningún caso, ni por obediencia ciega ni por temor a represalias, resulta aceptable contribuir a la extensión de la heterodoxia o la heteropraxis.

(8) No sostener económicamente diócesis colaboracionistas.

Si un Papa enseñara doctrinas o tratara de imponer prácticas que no se corresponden con la enseñanza perenne de la Iglesia, sintetizada en el catecismo, los pastores de las diócesis deberían servir de muro de contención. Pero la historia muestra que los obispos no siempre reaccionan con la suficiente energía frente a estos peligros. Más aún, a veces secundan, por los motivos que sea, los intentos del pontífice calamitoso. El cristiano laico que resida en una diócesis regida por un pastor así debe retirar el apoyo económico a su iglesia local, mientras persista la situación irregular. Por supuesto, lo anterior no se aplica a las ayudas que vayan destinadas directamente a fines caritativos, pero sí a todas las demás. Y esto vale también para cualquier otro tipo de colaboración con la diócesis de que se trate, por ejemplo en alguna forma de voluntariado o cargo institucional.

(9) No apoyar ningún cisma.

Ante un Papa calamitoso, puede surgir la tentación de una ruptura radical. Esta tentación debe ser resistida. Un católico tiene el deber de tratar de minimizar, dentro de la Iglesia, los efectos negativos de un mal pontificado, pero sin romper la Iglesia ni romper con la Iglesia. Esto quiere decir que si, por ejemplo, su resistencia a adoptar determinadas tesis o determinadas prácticas acarreara sobre él sanciones, no debe por ello alentar un nuevo cisma, o apoyar alguno de los ya existentes. Es preciso mantenerse con paciencia como católico, en toda circunstancia.

(10) Rezar.

La permanencia y salvación de la Iglesia no depende en última instancia de nosotros, sino de Aquel que la quiso, y la fundó para nuestro bien. En momentos de desesperación, es preciso rezar, rezar y rezar, para que el Maestro despierte, y calme la tempestad. Este consejo ha sido puesto en último lugar, no por ser el menor, sino el más importante de todos. Pues, al final, todo se reduce a que creamos realmente que la Iglesia está sostenida por un Dios que la ama, y que no dejará que sea destruida. Recemos pues, por la conversión de los pontífices nefastos, y para que a los pontificados calamitosos sigan otros de restauración y paz. Muchas ramas secas habrán perdido durante la tormenta, pero las que hayan permanecido unidas a Cristo, florecerán de nuevo. Ojalá que esto pueda decirse también de nosotros.

Francisco José Soler Gil

viernes, 5 de febrero de 2016

El Vídeo del Papa - 2 (Febrero 2016) - El respeto a la Creación [comentado por José Martí]


Duración 1:25 min 


Escribo en letra roja el contenido del vídeo 2 del papa Francisco, sobre el respeto a la Creación:

- Creyentes y no creyentes estamos de acuerdo en que la Tierra es una herencia común, cuyos frutos deben de beneficiar a todos.
- Sin embargo, ¿qué pasa en el mundo donde vivimos?

- La relación entre la pobreza y la fragilidad del planeta requiere otro modo de ejercer la economía y el progreso, concibiendo un nuevo estilo de vida. 

- Porque necesitamos una conversión que nos una a todos, liberarnos de la esclavitud del consumismo. 

- Y este mes te hago una petición especial: que cuidemos de la creación recibida como un don que hay que cultivar y proteger para las generaciones futuras. Cuidar la casa común.

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La casa común de los católicos es la Iglesia que es Una, Santa, Católica y Apostólica. El Papa, en cambio, se dirige en este vídeo a los creyentes y a los no creyentes, como si fuese el papa de todos, y todos tuvieran que regir su conciencia por las opiniones papales. 

Todos debemos de cuidar la casa común, que es la Tierra, tanto creyentes como no creyentes. Lo cual, por una parte, está bien (no hay nada que objetar) y es de sentido común ... aunque no acierto a entender por qué nombra también a los no creyentes; no creo que éstos se sientan representados por él, aun cuando fuera cierto lo que dice.

Porque la cuestión de fondo, en la que -en mi opinión- no caemos, es que no es misión del Papa el cuidado del medio ambiente; al menos no es un tema -desde un punto de vista religioso- que puede tener la importancia que sí tienen otros temas más acuciantes y que, éstos sí, son específicos de la iglesia. Pensemos, por ejemplo, en la Evangelización de todas las gentes. La misión fundamental  y básica del sucesor de san Pedro es la que le fue dada ya al primer Papa por el mismo Jesucristo, el fundador de la Iglesia católica, cuando, ya resucitado, dijo a sus apóstoles: "Id y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo cuanto Yo os he mandado" (Mt 28, 19-20). Pero no es ésto lo que vemos. Y en el año santo de la misericordia, ¿cabe misericordia mayor que la de llevar a la gente a Jesucristo, a quien no conocen?

No digo que no haya que proteger el medio ambiente. Por supuesto que sí. Eso es evidente. La contaminación es un problema que debe de ser atajado ... pero su resolución no depende del santo Padre. Si a un profesor de Matemáticas le dijeran que debe de operar a un enfermo de cáncer, en el mejor de los casos, tal vez si tuviese algún familiar o amigo que fuese oncólogo, podría dar una opinión ... a nivel particular. Pero no dejaría de ser una mera opinión, aun cuando tuviese razón en lo que dijese. Es la opinión de un experto cirujano, en ese tema, la que, de verdad, nos interesa. Pues algo parecido. Ya hay mucha gente especializada en la cuestión del cuidado del medio ambiente, de mod que lo que diga el Papa, en este asunto, no posee mayor trascendencia ...

... En principio, no la tiene. Pero sí la tiene no tanto por lo que dice cuanto por lo que omite. Por ejemplo, podría haber dicho que se trata de un problema de índole moral. Y, además, dentro de ese medio ambiente, hay que proteger al ser humano que es el rey de la creación. No hay derecho, por ejemplo,  a que se estén produciendo tantos crímenes contra los cristianos en casi todo el mundo. Ése es el medio ambiente más importante que hay que cuidar. Y, de igual modo, deben de ser protegidos todos los seres humanos desde el instante de su concepción hasta el final natural de su existencia. Sí, esto sí sería lo propio: un ataque directo contra la cultura de la muerte, concretada, por ejemplo, en esos tres frentes: el asesinato de seres inocentes por el mero hecho de ser católicos; el asesinato y eliminación de esos otros seres humanos, más inocentes todavía e indefensos, que se encuentran en el vientre de su madre; y, finalmente, la eliminación de los ancianos, porque ya no son útiles al Sistema,

... Y darle a esta protección una importancia infinitamente mayor que la que pudiera suponer la extinción de algunas especies animales; volviendo a recordar, a quienes lo hubieran olvidado, que los seres humanos son los dueños de la creación ... y no se puede anteponer nunca una planta (o un animal) a un ser humano. La Tierra sería, en todo caso, nuestra hermana, como criatura de Dios, pues también nosotros lo somos; pero nunca sería nuestra madre, como se ha dicho tantas veces (a veces también, y por desgracia, en medios oficiales de la Iglesia) cuando se ha hablado de la Tierra como la madre Tierra o la pacha mamma. Eso es un auténtico disparate.

La crisis de nuestro mundo es de índole moral y sólo una conversión de esta índole es la que podría llevar a resolver los problemas ecológicos. Y estos temas de moral sí que son específicos y propios de lo que un representante de Cristo en la Tierra debe de resaltar, pues la Iglesia no deja de ser un referente moral incluso para aquellos que no la siguen

La encíclica Laudato SI, que hace referencia a este tema del medio ambiente, es, lamentablemente, una especie de batiburrillo en la que, junto a afirmaciones laudables, aparecen otras que las contradicen. Por ejemplo, cuando cita a Teilhard de Chardin o la “Carta de la Tierra”, documentos que no se armonizan con la doctrina de la Iglesia en muchos puntos, ocultando aspectos importantes y definidos en la Iglesia para amalgamarse con el mundo. Una vez más, de modo solapado -o incluso ya claramente- aparece el peligro del sincretismo religioso. Por cierto, la cruz pectoral del Papa sigue sin verse (sigue tapada) también en este segundo vídeo del Papa (igual que lo estaba en el primero): ¿Un intento de agradar a todos? No lo sé. Sí sé lo que decía san Pablo: "Si aún tratara de agradar a los hombres no sería siervo de Cristo" (Gal 1, 10). Esto no es ningún juicio. Son hechos. 

Sobre la encíclica Laudato SI se puede consultar lo que dice el Denzinger-Bergoglio, que presenta documentación importante y relevante.

José Martí

jueves, 4 de febrero de 2016

Pedro Sánchez quiere liquidar la educación católica en España (Eulogio López)



  • Constituye la medida estrella de su programa para convencer a Ciudadanos, nacionalistas y, si fuera el caso, a Podemos.
  • Y todo este aparato ‘progresista’ de comunidades autónomas y ayuntamientos colaborará en la liquidación de la enseñanza religiosa.
  • Por ejemplo, reduciendo los conciertos.
  • Y prohibiendo la financiación a la educación diferenciada.
  • De esta forma, la enseñanza religiosa se convertirá en coto exclusivo para élites.
  • En el PSOE están convencidos de que si algo une a socialistas, comunistas e independentistas es el anticlericalismo.
  • Y como ya queda poco que hacer en materia anticlerical (aborto, ideología de género, homosexualismo) hay que golpear en la educación.
  • Bueno, y legalizar la eutanasia… como nota de color.
Para el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, los principios no existen pero sí los cálculos: hay que calcular cómo llegar a La MoncloaY con una mente abierta de par en par, seguro que alcanza el objetivo.
Pero los barones le han prohibido pactar con Podemos y le han señalado el camino de Ciudadanos, a quien hace un par de meses calificaban como derecha casi ultra. Al tiempo habrá que contar con nacionalistas, antisistema, antidesahucios y varios anti más. O, al menos, con su abstención … más la derecha de Ciudadanos.
Resulta difícil encontrar un fondo común para un paisanaje tan diverso y confuso. Pues bien, Sánchez lo ha encontrado al cargarse la educación religiosa, es decir, la mayor parte de la educación privada, en su mayoría concertada y que tiene origen religioso e ideario católico. En definitiva, lo que une a la derecha de Ciudadanos y a la izquierda podemita es su cristofobia.
Ahora bien, el anticlericalismo, mejor la cristofobia, que odia a la fe cristiana mucho más que a los curas, ya está muy manoseado: España es el paraíso del aborto y en ella impera la más injusta de las ideologías de género; el homosexualismo más prepotente y la libertad religiosa se aplica contra la Iglesia, no al revés. Quedaba la nota de color de la eutanasia, pero asusta hasta a muchos progres.
Quedan los valores no negociables para un católico (vida, familia, liberta de enseñanza y bien común) y por ahí va Sánchez, por la libertad de los padres para elegir la educación de sus hijos lo cual, además, está ligado a la familia natural que el PSOE también quiere destruir. Y ahí coinciden todos los socios y posibles socios de Sánchez: en golpear a la Iglesia.
¿Cómo se haría el ataque contra la educación cristiana? Sencillo: asfixiando a la educación religiosa, quitando los conciertos educativos. Además, con todo el aparato de presión que los “progresistas” (es decir, los anticristianos) poseen en comunidades autónomas y ayuntamientos, sobre todo en las primeras, anular los colegios privados o convertirlos en reducto para una élite, a costa de quitarles la financiación, resulta  perfectamente posible. En otras palabras, los padres que quieran formación cristiana para sus hijos se van a dejar la herencia.
A por eso va el reformador Sánchez. Todos unidos contra la Iglesia. Es el último grito progre.


Eulogio López
eulogio@hispanidad.com

martes, 2 de febrero de 2016

Pánicos morales y tontunas mentales (Eulogio López)



Lo ha dicho la ilustre Sarah Norcross, directora del Progress Educational Trust. Resulta que un laboratorio británico ha recibido luz verde del Gobierno Cameron para manipular embriones humanos, o sea, seres humanos. Para entendernos, destrozar embriones para mejorar embriones. No nos han explicado la técnica, pero bajo la excusa de mejorar a los susodichos seres humanos pequeñitos, se cargaron a muchos -es lo que suele ocurrir con las cobayas de laboratorio- de la misma manera que se los cargan en la ‘fecundación in vitro’ (FIV).

Pasará lo de siempre: cobrarán subvenciones, matarán embriones y no curarán ni un resfriado.

Pero lo más significativo, oh sí, es que los científicos -o así se autocalifican ellos-, por ejemplo, la amiga Sarah, aseguren que han superado el “pánico moral”. Mire usted, el pánico es muy poco moral.

Por ahora, la moral, es decir, la Iglesia, en materia de manipulación de embriones, ha ido por delante de los científicos: lo que ha funcionado ha sido la técnica de utilizar células embrionaria adultas, que no matan a nadie y encima han conseguido éxitos terapéuticos

Por tanto, no existe pánico moral alguno, lo que sí existen son tontunas morales. Alguno debe sentirse identificado con el proyecto centauro.

Y algo me temo más grave: “La humanidad ha creado un nuevo tipo de cretino engreído: se llaman científicos”.

Porque, ¿saben?: no debe hacerse todo lo que puede hacerse. Por ejemplo, asesinar.

Eulogio López
eulogio@hispanidad.com

sábado, 30 de enero de 2016

Lutero, el colega (por Fray Gerundio)

Nuevo artículo de Fray Gerundio, irónico y mordaz, como siempre, pero veraz.


El anuncio de la visita papal a Suecia para conmemorar el 500 aniversario de la Reforma [puede verse también pinchando aquí], ha desatado las protestas de los pepinillos en vinagre, fariseos y tradicionalistas. Como se pasan el tiempo tristes y quejosos por todo y no se abren al Espíritu, basta con publicar una noticia cualquiera y estos fariseos de nuevo cuño se lanzan a conspirar -según unos-, o desear la muerte del Pontífice, según otros. Yo no deseo la muerte de nadie; pero me doy por aludido, aunque sea aquí en mi humilde celda del monasterio y con la nieve ya comenzando a caer.

Si hubiera en la Santa Sede un Defensor del Pueblo o un Observatorio de los Derechos Humanos (de esos que tanto gusta a los progres y al propio Papa), yo enviaría con gusto alguna que otra denuncia de agresión verbal, doctrinal o visual. Porque hay que ver la cara que se le pone al Pontífice cuando habla de nosotros. Si no fuera porque me da cierto temor, diría que se le pone la cara de pepinillo en vinagre postconciliar, que tiene mucha menos solera que el vinagre de veinte siglos que llevamos nosotros. El vinagre postconciliar es muy tóxico, porque aunque en la etiqueta de la botella dice que es ideal para un buen diálogo, te machaca las entrañas en cuanto lo pruebas un poco.

El caso es que todo el mundo está revuelto en mi convento, porque esto de la visita del papa a Suecia les parece un maravilloso gesto: espectacular y monumental. Algunos frailes de mochila en ristre, ya están preguntando si pueden asistir al evento. Otros han comentado que van a hacer un musical para la visita, unas guías del peregrino, actividades extra conmemorativas, así como visitas a otras iglesias luteranas de Noruega y Finlandia.

Y como siempre, -¡maldita sea!-, me han preguntado mi opinión. Yo he dicho con cierto temor que sí me parece un gesto espectacular y monumental … pero más bien un gesto de descaro pontificio, de pisoteo del catolicismo y desprecio hacia los católicos de todos los tiempos, empezando por los mártires. Me parece una desvergüenza irrespetuosa de tal calado, que espero que tal visita no se realice jamás. Mi querido hermano de hábito Fray Malaquías (que profesó seis años antes que yo) y está el pobre para entrar en la eternidad cualquier día de éstos, me ha dicho que no me preocupe, porque no se realizará.

Yo no lo sé, ni quiero hacerme el profeta. Solamente sé que el mero planteamiento de la visita es ya de por sí descarado y ofensivo. Este colegueo con Lutero es digno de un Juzgado de Guardia (si es que en Roma lo hubiera) y, por supuesto, indignará al propio Lutero que desde su morada eterna bramará contra esta conmemoración de sus discípulos suecos, junto al Representante de la Babilonia del tercer milenio.

Muchos ingenuos andan publicando las frases que Lutero vomitaba contra la Iglesia Católica, intentando hacer ver cómo se las gastaba este pobre frailecito agustino. Como si en Santa Marta no las conocieran y como si eso animara a Francisco a cancelar el billete a Suecia. De eso nada. No hay que olvidar que estamos en el año de la misericordia. Y hay que perdonar. No importa que Lutero dividiera a la Cristiandad, blasfemara contra Jesucristo y la Virgen María, destruyera la Misa y los Sacramentos y un etcétera larguísimo. No importa. Lo que importa es que Lutero es ya nuestro colega, nuestro compinche y nuestro héroe. Con qué amor a la verdad y con qué sinceridad destruyó la Cristiandad. Con qué valor bendijo la matanza de campesinos. Con qué delicadeza habló al Papa y con qué sutileza vivió el evangelio.

En este ambiente se encuentra confortable el Obispo de Roma. No cabe duda que esto es mucho más asequible que el tradicionalismo enquistado, enrocado, sacramentalizado, doctrinizado y farisaico. Viva Lutero. Celebraremos juntos este admirable y santo evento de la Cristiandad. Celebremos con champán el hundimiento del Titanic, el terremoto de Haití y la caída de las Torres Gemelas. Viva Lutero y viva la madre que lo alumbró. Rezaremos juntos al Cristo de Lutero y, para no enfadarlo, quitaremos de Cristo todo lo que a él no le gustara. Como si fuera un ayatolá iraní de visita en Roma.

Esta noticia no tiene nada de particular, después de tantos años en los que el protestantismo y Lutero mismo se han infiltrado en la Iglesia por la puerta grande. Yo creo que cualquier encuesta sobre la doctrina cristiana hecha a seminaristas, catequistas, sacerdotes y obispos dejaría bien a las claras que la mayoría de ellos son protestantes de hecho. El colega Lutero ya no es visto como en otros tiempos (¡puaj!) con recelo y cuidado. No. Ahora es nuestro compinche, nuestro amigote y nuestro compadre.

Cuando el Señor habló de los Pastores Mercenarios (o sea, los malos pastores), dijo que ellos abandonaban el rebaño cuando venía el lobo y dejaban a las ovejas más solas que la una ante tamaño peligro. Bueno, estos son los pastores a los que les importa poco el rebaño y no tienen amor por las ovejas.

Creo que hay otro tipo de Pastor (aunque no quiero enmedarle la plana al Señor): es el pastor que no ama a las ovejas y no cuida del rebaño, pero que cuando llega el lobo se pone a jugar con él a las cartas, se toma unos chatos de vino con él y coleguea a base de bien. Y le va pidiendo perdón porque hay algunas ovejas protestonas que claman por el Buen Pastor. Seguramente le dirá: Cómete primero a ésas, que son preconciliares. El pastor mercenario no es que deje la puerta abierta y salga huyendo. Es que abre la puerta al lobo y le indica dónde está el aperitivo, mientras se juega unas canicas con él.

Dice el conocido Salmo que Dios es lento a la cólera y rico en misericordia. Es la moda vaticana enfrascarse en la segunda parte del versículo. Para eso estamos en el año de la misericordia. Pero la lentitud no equivale a la ausencia de movimiento. Lento a la cólera puede significar que tarda en reaccionar, porque sigue dando oportunidades de arrepentimiento. Pero no significa en modo alguno que no llegue el momento de la cólera. Al menos en castellano vulgar. No sé los exegetas purpurados cómo lo interpretarán. Pero es posible que después del año de la misericordia tengamos que organizar el año de la cólera. Más que nada, para equilibrar fuerzas y sentimientos.

Ahora que lo pienso, es posible que Fray Malaquías tenga razón. Dios dirá.


Fray Gerundio

viernes, 29 de enero de 2016

Refutamiento de los errores acerca de la Inquisición española (Rafael María Molina, historiador)


Artículo sacado de Adelante la Fe

En los anales de la historia comprobamos que muchos de las acciones que se atribuyen a una persona o institución no corresponden con la realidad. Se presenta más bien lo errático que tuvo más que lo virtuoso. Por ello, nos vemos en la necesidad de tratar el tribunal de la Santa Inquisición Española como un tribunal que impartió la justicia de la época, mejorándola con su benevolencia. Tanto es así que muchos de los criminales del momento querian pasarse por herejes para ser juzgados por el Santo Oficio de la Inquisición.

La Inquisición Española favoreció el que en España no se produjeran guerras civiles o que no se infectara las almas con herejías peligrosas. Destacar, asímismo, que durante la presencia del Tribunal de la Santa Inquisición en España, no se encuentra ninguna revuelta popular contra la misma, señal clara de que el pueblo, bien católico, quería dicho tribunal para la buena marcha de la patria.

El historiador D. Rafael María Molina, con breves comentarios, nos sitúa en la realidad de los hechos tal y como sucedieron o acontecieron, sirviendo simplemente como un avance de un estudio aún mayor que resolvería de lleno la leyenda negra que contra el Tribunal de la Santa Inquisición Española se ha vertido.

Duración 14 minutos

El secreto para ser feliz: vuelve a nacer (Eulogio López)


Háganme el favor de leer este párrafo de Gilbert Chesterton (en la imagen): 

“Los seres humanos son felices mientras conservan el poder receptivo y el poder de reaccionar con sorpresa y gratitud a algo exterior.

Mientras tengan esto tendrán, como lo han declarado siempre los más grandes genios, ese algo que está presente en la niñez y que puede preservar y vigorizar la virilidad.

En cuanto el yo interior se siente conscientemente como algo superior a cualquiera de los dones que puede recibir, o a cualquiera de las aventuras de las que puede disfrutar, aparece una especie de melindrería que se devora a sí misma y un desencanto por anticipado, que cumple con todos los emblemas tartáreos de sed y desesperación”
.

En otras palabras, si has perdido la capacidad de asombro, si no miras el mundo como un niño, para el que todo es nuevo, no sueñes con realizarte ni con ser feliz.

Es de Chesterton, también, esta otra idea complementaria: la primera forma de pensamiento es el agradecimiento. El agradecimiento por estar vivo, por haber sido creado, por poder disfrutar de un mundo.

Si no, la melindrería y el desencanto: el tedio feroz que constituye la marca del infierno.

Así que ya lo sabes: vuelve a nacer.

Eulogio López
eulogio@hispanidad.com

Iglesias: Tú, soberbia, ¿de qué? (Eulogio López)


Duración 1:35 minutos

Realidad del pecado. La cruz de Cristo, única salvación posible



El artículo correspondiente se encuentra en mi otro blog, al cual se puede enlazar desde aquí directamente, haciendo clic en los puntos correspondientes, según el número de post, ya que son varios:  (1) (2) (3) (4) (5) (6)

jueves, 28 de enero de 2016

Liberación de Auschwitz. Margallo se olvidó de los católicos (Eulogio López)


En el Congreso de los Diputados se ha celebrado un homenaje a la liberación de Auschwitz. Un 27 de enero de 1945, por las tropas soviéticas. ¡Bien! Auschwitz es una vergüenza y los judíos se llevaron la peor parte. Merecen que se les homenajee.

Y entonces es cuando el titular de Exteriores, García Margallo sube a la tribuna y se arruga, es decir, se vuelve políticamente correcto. Sí, porque quien es la mejor cabeza -no me cansaré de repetirlo- del Gobierno Rajoy ha recordado a las víctimas judías, a los víctimas gitanas, a los disminuidos, a los homosexuales y a los testigos de Jehová. Pero, miren por dónde, a los católicos ni mencionarles.

Y debería, porque resulta que el primer enemigo que tuvo Hitler fue la Iglesia católica, quecondenó el nazismo antes que lo hiciera el Congreso Judío. Y no sólo eso: Auschwitz comenzó con los alemanes llenándolo de polacos, católicos en su inmensa mayoría.

Y si quieren establecer una relación aún más próxima entre la persecución nazi y los católicos no tienen más que recurrir al campo de exterminio de concentración de Dachau, el mayor monasterio del mundo, donde Hitler se vengó a gusto de la Iglesia católica en sus sacerdotes.

Homenajeemos a los judíos a los gitanos, a los homosexuales, a los disminuidos, a los testigos de Jehová… pero no nos olvidemos de los católicos.


Eulogio López
eulogio@hispanidad.com

domingo, 24 de enero de 2016

¿Es posible que tengamos un Papa hereje? Anexo Final(Juan Andrés de Jorge)




Imposible terminar esta serie de entradas sin hacer referencia a la anterior entrada del padre Alfonso Gálvez que, de alguna manera, está relacionada también con esta idea del Papa hereje. Leyendo sus escritos y escuchándolo se ve claramente que es un hombre de Dios, de esos de los que tan necesitada está hoy nuestra Iglesia.

Lo que sigue son palabras del padre Alfonso, sacadas de alguno de sus libros, y está tomado del artículo del padre Juan Andrés de Jorge, al que hacíamos referencia al comienzo de este estudio y cuyo título era "Sobre la posibilidad de un Papa hereje y la pérdida de su jurisdicción". Dice lo siguiente:

A los que hemos conocido y vivido la doctrina de siempre, no nos queda sino vivir de añoranzas. . . y de confianza en Dios, de quien estamos seguros que cuidará de su Iglesia. De todos modos, puesto que nos profesamos católicos, seguimos dispuestos a prestar nuestra obediencia y fidelidad a la Jerarquía, tal como siempre lo hemos hecho y tal como lo seguiremos haciendo con la ayuda de Dios.

Doctrinalmente, sin embargo, quizá no valga la pena inquietarse demasiado. Puesto que, según hemos visto, el nuevo Magisterio jamás ha querido imponer su autoridad, confiándolo todo al diálogo y a la discusión, sin pretender tocar para nada, conforme a sus repetidas afirmaciones, los dogmas y las doctrinas establecidas ..., cuando el católico, por lo tanto, desee atenerse a una enseñanza segura, necesariamente habrá de acudir a las establecidas como tales por un Magisterio que sí que comprometió su autoridad (aunque no siempre lo hiciera bajo la forma oficial de definiciones infalibles); que es justamente lo que había venido sucediendo hasta el Concilio Vaticano II.

En cuanto a las nuevas doctrinas, creo que son compatibles, por nuestra parte, con una actitud de respeto a la Jerarquía, cuya legitimidad en modo alguno vamos a negar. Es muy posible que a los católicos a quienes nos ha correspondido vivir en esta etapa de la Historia de la Iglesia y del Mundo, Dios haya querido probar más intensamente en la Fe y la fidelidad. O quizá ha sido su voluntad la de que compartamos más íntimamente la Pasión de Cristo, para que también nosotros, como San Pablo, completemos en nuestras vidas lo que falta a los sufrimientos de Cristo en beneficio de su Cuerpo, que es la Iglesia (Col 1:24). En definitiva, las Puertas del Infierno no prevalecerán contra Ella, y si es verdad, como ciertamente lo es, que el cristiano vive de la Fe (Ro 1:17), también es cierto que alimenta su vida de una esperanza que nunca será confundida (Ro 5:5).

En consecuencia, se avanzan dos grandes desafíos:

1. Ante el hecho de las novedades que se han dado en la doctrina de la Iglesia tanto en el Vaticano II como por parte de los Papas conciliares, y en virtud de que nunca han pretendido ni aquél ni éstos hablar dogmáticamente, se debe seguir [siempre] la Doctrina segura Tradicional declarada como Dogmática.

2. La obediencia verdadera y sacrificial a la auténtica Jerarquía de la Iglesia, con independencia de su grado de corrupción. El límite a la obediencia a la auténtica Jerarquía estaría en el mandato claramente inmoral o contra la fe.


Padre Alfonso Gálvez

sábado, 23 de enero de 2016

¿Es posible que tengamos un Papa hereje? (7 de 7)(Juan Andrés de Jorge)



Después de todo lo que venimos diciendo es evidente que nos encontramos ante un Papa conflictivo que, por las razones que sean, odia lo Tradicional, como lo ha venido manifestando reiteradamente, un día sí y otro también, tanto en sus dichos y homilías de santa Marta como en sus hechos. Muy ilustrativo es, a este respecto, el artículo de Fray Gerundio de la anterior entrada.  

No sin razón ha sido llamado "el Papa de todos" (título de un voluminoso libro) pues, por lo que parece, en la Iglesia caben todos los hombres: protestantes, anglicanos, judíos, musulmanes ... e incluso los que no creen en nada. El secreto es el "amor", tal como se ve reflejado en el vídeo de intenciones de oración del Papa Francisco para enero de 2016. Eso sí: lo importante no es la verdad "verdadera" sino "lo que cada uno sienta". Se ha desplazado "el ser" por "el sentir". Ése es el auténtico problema. Se ha perdido la fe.

¿Dónde quedan las palabras de Jesús cuando dijo de Sí mismo: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por Mí" (Jn 14, 6)?. ¿Por qué tenemos que avergonzarnos de ser lo que somos, es decir, de ser cristianos, cuando esa es la gracia más grande que hemos recibido? Es mucho lo que nos estamos jugando si somos cobardes, pues Jesús, que es rico en misericordia, dijo, sin embargo, y con toda claridad: "El que se avergüence de Mí y de mis Palabras, de él se avergonzará el Hijo del hombre cuando venga en su Gloria, en la del Padre y en la de los santos ángeles?"(Lc 9, 26) 

En el famoso vídeo no se afirma de modo explícito que todas las religiones son iguales, pero una imagen (un vídeo en este caso) vale más que mil palabras. Lo que entra por los ojos es lo que más cala. Y aunque se diga que formalmente no hay herejía, tal afirmación habría que ponerla en entredicho. Cierto que tales palabras de "igualdad de religiones" no han sido dichas; sin embargo esa es la idea que queda en la mente una vez visto el vídeo, que es lo que importa. Y tal idea es claramente herética. 

Equiparar a la Religión católica con las demás, como una "religión" más, equivale a decir que lo mismo da tener una religión que otra o incluso no tener ninguna, como en el caso de los budistas, que son ateos. Esto me recuerda el Panteón de los dioses; unos dioses "inventados" por los hombres: el dios Marte o dios de la guerra, la diosa Venus o diosa de la belleza, etc ... como si se quisiera que Jesús pasara a ser un dios más de ese panteón.

Si los primeros cristianos no hubieran creído que su Religión era la única verdadera, puesto que no fue un invento humano, sino una manifestación de Dios al hombre, si no hubieran estado convencidos de que Jesucristo era verdaderamente Dios, el único Dios, Aquel del que se dice: "Adorarás al Señor tu Dios y a Él solo servirás" (Lc 4, 8; Dt 6, 13). "No seguiréis a otros dioses, de los dioses de los pueblos que os rodeen" (Dt 6, 14) ... si hubieran "apostado" por el "diálogo" entre religiones, como hoy se está haciendo, ... , ello les habría librado de la muerte, pero habrían sido infieles a Dios. ¿Qué sentido podría tener, entonces, su vida? Ellos amaban a su Maestro, porque sabían muy bien que eran amados por Él con un amor único. Y así como Cristo dio su vida por ellos por Amor, ahora ellos tenían la oportunidad de responderle de la misma manera ... y prefirieron morir antes que renegar de su Amigo y Señor. Por eso ahora los veneramos como mártires y gracias a ellos el Cristianismo, surgiendo de la nada, se extendió por todo el mundo. 

Y actuaron así porque estaban seguros de que no existe "ningún otro Nombre bajo el cielo, dado a los hombres, [y no inventado por ellos] por el que éstos se puedan salvar"  (Hech 4, 12) y de que "en esta vida no tenemos morada permanente" (2 Cor 5, 1). Ellos no consideraron, en ningún momento, que Cristo era tan solo un dios más dentro del conjunto de dioses de las distintas culturas. Ello les valió la muerte. Pero lo tenían muy claro: "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hech 5, 29). Y es más: cuando del Sanedrín "llamaron a los Apóstoles y les azotaron y les ordenaron que no hablaran más en el Nombre de Jesús ... ellos salieron de allí dichosos, porque habían sido dignos de ser ultrajados a causa de ese Nombre" (Hech 5, 40-41).

Teniendo en cuenta que "el que ama la verdad, viene a la Luz" (Jn 3, 21). Y que Jesús dijo: "Yo soy la Luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8, 12) ... si amamos la verdad, tenemos que acudir a la Luz, que es Jesucristo. No tenemos otra alternativa. Él es la piedra angular contra la que se estrellarán todos los que quieran destronarlo de su vida: "Quien caiga sobre esta piedra se destrozará y al que le caiga encima lo aplastará" (Mt 21, 44).

Dicho todo lo cual y volviendo sobre el tema que nos ocupa, y si amamos la verdad "de verdad", tenemos que concluir que el vídeo, tantas veces aludido, es una gran mentira presentada, además, con aires de verdad y haciendo un uso blasfemo de la palabra amor. El verdadero amor lo es sólo hacia Jesucristo y de Jesucristo hacia nosotros, porque sólo Él dio su vida para salvarnos: ni Allah, ni Buda, ni ningún otro Dios abstracto hizo tal cosa.

Esto dijo Jesucristo a los judíos: "Vosotros tenéis por padre al Diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Él era homicida desde el principio, y no se mantuvo en la verdad, porque en él no hay verdad. Cuando dice la mentira, habla de lo suyo, porque es mentiroso y padre de la mentira. Pero a Mí, que os digo la verdad, no me creéis" (Jn 8, 44-45). 

Si aplicamos la lógica y toda mentira procede del padre de la mentira, dicho vídeo que, en el mejor de los casos, genera confusión y que está, por lo tanto, lleno de mentiras, no puede venir ni estar inspirado por Aquél que es la verdad ... y sólo Él es la Verdad.


En mi modesta opinión -y con los argumentos que he aportado- debo concluir que nos encontramos ante un vídeo que o es herético, claramente [yo apostaría por esto] y, si no lo es, roza la herejía y produce escándalo en el pueblo cristiano: va en contra de todo lo que ha enseñado la Iglesia durante veinte siglos; y se avergüenza de Jesucristo. No hay una verdad absoluta. No se puede tener seguridades. Cada uno tiene su verdad. Lo que importa es vivir y dejar vivir. Y si se vive conforme a lo que uno ha recibido de sus padres actúa bien. El proselitismo es una solemne tontería. Y así podriamos continuar y no acabaríamos nunca. 

Desde luego, todas estas cosas no tienen nada que ver que lo que es la verdadera Iglesia de Cristo, la que Él fundó. Se pretende construir una "nueva Iglesia". Y lo más grave de todo es que todas estas iniciativas están partiendo de aquél que es el Vicario de Cristo en la Tierra. Ante lo cual, ¿qué se puede hacer? ¿Cómo actuar? Porque, ¿quién puede juzgar a Francisco? Según la Constitución dogmática "Pastor Aeternus" (18 de julio de 1870) el Romano Pontífice, que preside la Iglesia universal, es el juez supremo de los fieles, no existiendo autoridad mayor que la suya, de modo que a nadie es lícito juzgarle. Es bien conocido el famoso principio de que "la primera Sede por nadie puede ser juzgada" (CIC de 1917, canon 1556).

Sobre la posible deposición de un Papa hereje ya se habló en las tres primeras entradas. La tercera viene a ser un resumen de las dos primeras. Y aquí, antes de seguir adelante, conviene ser prudente. Tal y como están las cosas, independientemente de que el Papa sea o no hereje, una cosa sí que es cierta. Y es que ni los simples fieles, ni los sacerdotes, ni los obispos, ni siquiera los cardenales, pueden formar una Iglesia por su cuenta. De manera que podríamos decir que estamos en manos de Dios y, en cierto modo, eso es lo mejor. Ahora todo depende de Él. Anoto aquí una parte de una cita de mi tercera entrada:

Es Dios quien elige directamente al Papa y es Dios también el único que puede deponerlo directamente. Pero Dios, aunque actúa directamente en ese proceso de concesión y de remoción de la autoridad papal (...) de la misma manera que deja a su Iglesia la determinación del candidato sobre el que Él mismo otorgará la potestad papal (que la recibe mediante su aceptación libre y su consagración episcopal), también puede decretar directamente su deposición, sirviéndose, lógicamente de la Jerarquía ... mediante un acto de una autoridad competente que formal y oficialmente declare la realidad de la herejía formal y externa del Papa.

En otras palabras: sería necesario que hubiese un grupo de cardenales (desconozco cuál habría de ser el número de ellos; imagino que con seis u ocho sería suficiente) que le plantaran cara al santo Padre e intentaran hacerle ver que está incurriendo en herejía. Y que, de seguir así, si no se arrepiente, sería destituido. 

Cito de nuevo parte de lo que escribí:

No cabe duda de que el Papa no puede ser juzgado por autoridad alguna de la Iglesia. Y actuando así, nadie estaría juzgando ni condenando al Papa, pues La AUTORIDAD COMPETENTE se limitaría a DECLARAR acerca de la existencia o no de UN HECHO: el hecho de si el Papa ha incurrido en herejía o no ha incurrido en herejía.  Y entonces, y sólo en el caso de declaración formal de herejía y contumacia por parte del Papa, Dios es el que sustraería la potestad al Papa y éste volvería a ser un simple obispo, con pérdida de su oficio eclesiástico. Y ahora sí; una vez depuesto según Derecho, el Papa -que ya no lo sería - podría ser juzgado y condenado como cualquier otro obispo que hubiese incurrido en esos mismos delitos.

Tengamos en cuenta las palabras del anterior Papa Benedicto XVI cuando dijo: "El Papa no es un monarca absoluto cuya voluntad es ley, sino que es es el custodio de la antigua Tradición. No puede hacer lo que quiere" (ver imagen). Y San Roberto Berlarmino: «Tal como es lícito resistir al Pontífice que agrede el Cuerpo, también es lícito resistir a quien agrede las almas o a quien altera el orden civil o, sobre todo, a quien intenta destruir la Iglesia. Digo que es lícito resistirlo, no haciendo lo que él ordena y evitando que se ejecute»

La cuestión es: ¿Existe ese conjunto mínimo de cardenales? Porque con la reforma de la Curia los nuevos Cardenales que se van incorporando han sido elegidos por el Papa y, como es de suponer, mediante razonamientos meramente humanos, habrá elegido aquellos que estén en su misma línea de pensamiento. Ha hecho ya dos reformas de la Curia y le queda la última, que tendrá lugar este mismo año (desconozco la fecha). De manera que es realmente improbable y difícil que tal circunstancia se dé, aunque no es del todo descartable. 

Por supuesto que si tal hecho se produjese traería consigo, casi con total seguridad, la destitución inmediata de esos cardenales y su salida del Vaticano, por lo que nadie se atreve a hacerle frente. Pero si, aun así, se la jugaran, entonces, una vez depuestos por el Papa, podrían elegir entre ellos un nuevo Papa, que actuase en conformidad con el sentir de la Iglesia de siempre. De seguro que encontraría entre los seglares y entre bastantes sacerdotes y obispos, un gran número de fieles dispuestos a prestarle fidelidad, como al verdadero Papa de la verdadera Iglesia de Cristo. 

Cierto que esta Iglesia tradicionalista y fiel al mensaje de Jesucristo se encontraría en unas condiciones "catacumbales", como ocurría con los primeros cristianos, y sería más perseguida que nunca, pero eso sería motivo de alegría, porque supondría la vuelta a Jesucristo, la vuelta a su verdadero Rostro; no el Jesucristo que nos están presentando desde hace ya cincuenta años, sino el de siempre, Aquel que dijo: "He aquí que hago nuevas todas las cosas" (Ap 21, 5).

Se habría producido entonces un cisma en la Iglesia; pero, en mi opinión, es lo mejor que podría ocurrir porque entonces se cumpliría la profecía del anciano Simeón a la Virgen María: "Mira, este niño ha sido destinado para ser ruina y resurrección de muchos en Israel, y como signo de contradicción -y a tí misma una espada te atravesará el alma-, para que se descubran los pensamientos de muchos corazones" (Lc 2, 34-35).

La gente sencilla sabría a qué atenerse. Y todo el que amase la verdad sabría descubrir dónde se encuentra la verdadera Iglesia. Tendría que elegir entre la moderna "Iglesia progresista" que se ha arrodillado ante el mundo y ha olvidado sus raíces o bien, aquella Iglesia que permanece fiel a Aquel que "es el mismo ayer y hoy y lo será siempre" (Heb 13, 8), Jesucristo, nuestro Señor, nuestro Maestro y nuestro Amigo: aquél que nunca defrauda.

Dios no consentirá que su Iglesia desaparezca y hará surgir santos aunque sea de las piedras. De eso podemos estar seguros. Pero mientras tanto, sólo nos quedar rezar hasta que las aguas vuelvan a su cauce, que lo harán, pero no será sino a costa de grandes sufrimientos: Estamos completamente en las manos de Dios. Y Él no abandonará a su Iglesia; nos quiere mucho como para dejarnos solos: "No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros" (Jn 14, 18). "Ahora tenéis tristeza, pero os volveré a ver y se alegrará vuestro corazón, y nadie podrá quitaros vuestra alegría" (Jn 16, 22). Esa es la esperanza que tenemos; y sabemos que no quedaremos defraudados. Tenemos su Palabra.


José Martí

Serenidad y paz en el sufrimiento y respeto a la Jerarquía eclesiástica (P. Alfonso Gálvez)


Este es el resumen de una homilía pronunciada por el padre Alfonso Gálvez hace dos semanas. En la parte de abajo de este post se encuentra en vídeo la parte final de dicha homilía
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Nos encontramos en una situación en la que, como miembros de la Iglesia a la que pertenecemos, muchos cristianos sufren escándalo y sienten tambalear su fe, como consecuencia de la grave crisis que ella está sufriendo. Estamos en tiempos de persecución a los cristianos, persecución que es mayor que la de los primeros tiempos. El ambiente que nos rodea es claramente pagano y anticristiano. Pero la persecución actual tiene unas peculiaridades propias, pues viene también desde dentro de la misma Iglesia. Ello está haciendo tambalear la fe de muchos; pero queridos hermanos, no tenemos razón para ello. Tenemos suficiente doctrina y medios dados por el mismo Jesucristo para que nuestra fe no se tambalee. Todo es cuestión de serenarse y de poner las cosas en su sitio.

Cristo ya había previsto toda esta persecución; es más, también nos había dicho que en los últimos tiempos esta persecución se acrecentaría. En la Iglesia siempre hubo buenos y malos pastores. El Nuevo Testamento nos da muchos avisos y consejos para protegernos de los malos pastores y falsos profetas: “Porque hay muchos que sólo hablan de las cosas del mundo, por eso el mundo les oye” (San Juan). Y San Pablo nos dice: “Llegará un momentos en el que surgirán falsos profetas que seducirán a muchos, y en lugar de sana doctrina, enseñarán fábulas”.

La Iglesia siempre ha sido zarandeada. Recordemos lo que ocurrió el s. IV con el arrianismo, y como el defensor de la Iglesia, San Atanasio, fue echado, encarcelado…, pero a pesar de todo, la Iglesia siguió adelante. Nunca podrán hundir la barca de Pedro, pues tenemos la promesa de Cristo.

Abusos de poder siempre hubo en la Iglesia. Recordemos el caso de Pablo VI cuando “eliminó” la Misa de siempre para instaurar la Misa del Novus Ordo. Recordemos también, cómo Benedicto XVI dijo que esa Misa nunca podía ser eliminada. El papa Benedicto XVI en el Motu proprio de todos conocido, dio libertad a los sacerdotes para celebrar esa Misa sin necesidad de tener ningún permiso especial de su obispo. Aunque también conocemos la oposición frontal de la gran mayoría de los obispos para que esa Misa se celebre en sus diócesis. A éstos, tenemos que recordarles lo que dijo Trento: “Si alguno dice que la Misa solamente se debe celebrar en lengua vernácula, sea anatema”. Es por ello, que si un obispo se opone a que esa Misa se celebre cae en el anatema de Trento. Esto es un abuso de autoridad de los obispos sobre los fieles.

¿Cuál ha de ser pues, la reacción del fiel cuando los pastores enseñan doctrinas falsas ajenas al Magisterio de la Iglesia de siempre? Primero, no están obligados a seguirlas. Y segundo, y muy importante, han de mantener el respeto a las autoridades. Malos papas, e incluso papas herejes, ya los hubo en la Iglesia; pero no corresponde al simple fiel, ni a un grupo de fieles o institución, condenar al papa como hereje o decir que la sede está vacante. Es la misma Iglesia Oficial la que los tiene que juzgar. Nosotros hemos de mantener al mismo tiempo nuestra fe y el respeto a la Jerarquía. Tu fe no se fundamenta en lo que pueda decir este papa, obispo, párroco o visionario de turno. Tu fe se fundamenta en Cristo, en lo que el Magisterio de la siempre nos ha enseñado. Nuestra fe es un don que viene de arriba.

Recordemos las quejas de Cristo, cuando los apóstoles se atemorizan y dudan cuando la barca es zarandeada por la tempestad. ¿Por qué habéis dudado? ¿Acaso yo no estaba con vosotros? ¿Acaso no tenemos la promesa de Cristo? La Esposa de Cristo es santa y no puede ser destruida por el mal. Entonces, ¿por qué vacilamos? Hermanos, ¡esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe! Nuestra fe vencerá al mundo a pesar del poder del mal.

Recordemos también las palabras de Cristo que nos dan plena confianza en nuestro triunfo: “Tened confianza, porque yo he vencido al mundo”. O estas otras de San Pablo: “¿Quién nos podrá separar del amor de Cristo…? Así pues, seamos conscientes de que estamos en una época muy difícil, pero tengamos al mismo tiempo la convicción de que tenemos armas más que suficientes para mantener la paz del corazón. Y recordemos siempre que “Cristo es nuestra paz” o esta otra frase: “Yo estaré con vosotros para siempre hasta el fin del mundo”. O esta otra: “Yo os daré una alegría que nadie os podrá quitar”.

Confiemos pues en Jesús, Él no cambia; pues Él es el mismo ayer, hoy y siempre. Si amamos de verdad a Jesús confiaremos en Él, y nada nos podrá hacer tambalear o perder nuestra fe. “En este mundo sufriremos tribulación, pero recordad, yo he vencido al mundo”.

Padre Alfonso Gálvez

Duración 22:19 minutos

Obstinados idólatras frente a las sorpresas de Dios (Fray Gerundio)

Como siempre, Fray Gerundio, con su típica ironia, nos ilustra acerca de la realidad eclesial.

Original aqui


Temo los tiempos de recreación que tenemos los frailes las tardes de los miércoles. Aunque -siendo sincero-, en realidad me encantan. Es cierto que me canso en explicar cosas a mis novicios de todas las tendencias, pero también reconozco que disfruto haciendo ver a los más modernistas sus contradicciones y desvaríos. Los pobres, tan acostumbrados a tragar los cuentos de viejas (aquellos a los que se refería San Pablo cuando escribía su primera carta a Timoteo en 4,7: evita los cuentos de viejas y ejercítate en la piedad). San Pablo sabía lo que se decía, aunque aún no había escuchado las homilías de Santa Marta. Pero era muy listo y sabía lo que iba a pasar.

[Se puede leer, a este respecto, el anterior artículo de Francisco I el insuperable en donde se afirma que Francisco expropia la ley de Dios a su antojo, ignorando de un plumazo dos milenios de historia y transformando los fundamentos de la Tradición, de la Fe, del Dogma y hasta las interpretaciones bíblicas según su peculiar punto de vista. Pero continuemos ...]

La pregunta estrella de esta semana, venía dirigida a mí como un torpedo o un misil modernista. Francisco ha hablado de la obstinación de los que se aferran y empecinan en no abrirse a las novedades del Espíritu y las sorpresas de Dios: 


Los cristianos obstinados en el ‘siempre se ha hecho así’, ‘éste es el camino’, ‘ésta es la senda’, pecan: pecan de adivinación. Es como si fueran a ver a una adivina: ‘Es más importante lo que se ha dicho y que no cambia; lo que siento yo – por mi parte y de mi corazón cerrado – que la Palabra del Señor’. También es un pecado de idolatría la obstinación: el cristiano que se obstina, ¡peca! Peca de idolatría. ‘¿Y cuál es el camino, Padre?’: abrir el corazón al Espíritu Santo, discernir cuál es la voluntad de Dios.

-¿Qué piensa usted de esto, Fray Gerundio? ¿Cree su reverencia que tienen razón estas palabras? (risitas de fondo…).

-Pues claro que tiene razón. Es un análisis muy certero y razonable. Y me parece muy adecuada la utilización del calificativo obstinado. Precisamente lo utilicé yo hace pocos meses en una de nuestras charlas de los miércoles.

Y he comenzado a explicarles con toda paciencia el sentido de una obstinación que acaba ciertamente en idolatría. Mi perorata, junto al claustro que mira al mediodía, ha sido precisamente sobre los obstinados e idólatras del Vaticano II y de la Iglesia Postconciliar.

Estamos en una época en la que se ha idolatrado completamente la doctrina, los textos y el infinitamente cacareado espíritu del Concilio Vaticano II. En su nombre se ha dirigido y sustentado cualquier género de desmanes y fechorías.

Hemos afrontado los últimos cincuenta años de la Iglesia sin pensar en otra cosa. O mejor, dicho, solamente pensando en destruir todo lo que fuera anterior a 1963. El deterioro ha sido descomunal. Se puede consultar fácilmente el desastre y el cataclismo producido por las secularizaciones y posteriores casamientos de los sacerdotes, la disminución agresiva y exponencial del número de miembros de las Ordenes Religiosas (ellos y ellas), el descenso en la asistencia a Misa dominical, el terremoto catequético gracias al cual nadie sabe catecismo (a pesar de las publicaciones de Catecismos y Compendios) ni le preocupa lo más mínimo, el debacle de la Teología con legión de teólogos oficiales poniendo en duda y/o negando los dogmas fundamentales de la Iglesia, la eliminación de la fe en la Sagrada Escritura, el vaciado sistemático de los Seminarios… y así podríamos continuar. Nadie puede negar estos hechos puramente estadísticos. De ahí el consabido post hoc, sed non propter hoc con el que los fulanos han agredido las mentes de los católicos ingenuos durante 50 años.

Parece que lo lógico hubiera sido que al menos alguno de los jerifaltes reconociera el desastre, aunque sólo fuera para hacer un análisis y a la vista de ello recomenzar, cambiar el rumbo, restaurar lo perdido, eliminar lo erróneo, reconocer los errores, recuperar el catolicismo de siempre y mandar al exilio teológico a los responsables.

Pues bien, a pesar de eso, estos idólatras siguen erre que erre reivindicando el éxito de la doctrina conciliar y postconciliar. Tiene razón Francisco. Yo creo que se refiere a ellos. Son idólatras del Vaticano II y no se abren a las sorpresas de Dios. Siguen insistiendo: Desde el Concilio las cosas son así, y no aceptamos ningún cambio.

- Que el Espíritu permite que se pueda recuperar la Santa Misa de la Iglesia de todos los tiempos y se ve que hay bastante número de fieles que la valoran y asisten a ella… pues los Obispos se cierran a tal posibilidad de cambio. Prohiben la Misa y persiguen a los seglares como tradicionalistas recalcitrantes. Porque desde el Concilio las cosas son así, y no aceptamos ningún cambio.

- Que el Espíritu hace ver el fracaso del Ecumenismo y de cincuenta años de conversaciones ecuménicas, así como de los Encuentros de Asís… pues los idólatras encerrados en sus costumbres siguen conversando con las otras religiones -más que conversar se han metido en la misma cama-, mientras la católica se vacía de fieles. Porque desde el Concilio las cosas son así, y no aceptamos ningún cambio.

- Que se abre la posibilidad de Seminarios con muchas vocaciones jóvenes a la vivencia de un sacerdocio piadoso, menos mundano y más sobrenatural… pues se destituye al Obispo, se cierra el portón y se manda a los seminaristas a su casita. Es que no son seminaristas que viven el espíritu del Concilio, no van a bares gays, no salen con chicas y no van a Taizé. Porque desde el Concilio las cosas son así, y no aceptamos ningún cambio.

- Que se percibe que hay muchos fieles católicos que consideran la Santa Misa como un verdadero Sacrificio, pues se les señala con el dedo como exagerados y tridentinos, porque la Misa es un Banquete. Prohibido hablar de Sacrificio. Porque desde el Concilio las cosas son así y no aceptamos ningún cambio.

- Que hay alguien que quiere cambiar esta deriva de la Iglesia y de sus Pastores y estar abiertos a lo que el Espíritu nos quiere decir de que esto es un verdadero desastre, que ha desaparecido Dios del horizonte de la predicación y la Iglesia se ha convertido en algo menos que una ONG, colaboradora de la pagana ONU, colaboradora de todas las religiones (incluso de las que están matando cristianos a base de bien)… pues se impide hacer proselitismo, y se visita un domingo una sinagoga y otro domingo una mezquita. Porque desde el Concilio las cosas son así, y no aceptamos ningún cambio.

- Que hay una disposición del Papa anterior para cambiar las palabras de la consagración y decir Pro Multis, en lugar de lo que estableció villanamente el espíritu del Concilio… pues se obstinan en su cabezonería y no llevan a cabo el cambio. Ya hablé aquí de la Conferencia Episcopal Española. Lo mismo que el propio Francisco, que sigue sin hacer el cambio cuando dice las misas en italiano (o sea, siempre). Porque desde el Concilio las cosas son así, y no aceptamos ningún cambio.

Podríamos seguir. Son reacios al cambio. Son enemigos del cambio. Son idólatras de la estabilidad de la doctrina conciliar. Son obstinados. Me encanta que Francisco, por fin se haya dado cuenta de ello. Digo yo….

Los ojos de los novicios más perspicaces echaban fuego y gruesas gotas de sudor caían por sus mejillas. Pero yo me reafirmo en lo dicho. Gracias, Santo Padre, por abrirnos los ojos y las mentes. Me niego al inmovilismo postconciliar y me uno fervientemente al cambio hacia las doctrinas de siempre. Eso sí que sería un verdadero cambio. Estoy abierto a estas insinuaciones del Espíritu.

Por cierto, aquí les dejo una de las insinuaciones del Espíritu que gustan ahora en los ambientes vaticanos, episcopales, congregacionales y parroquiales: un reality de novicias que tienen que vivir la castidad durante unos días ante las cámaras. Insólita sorpresa. Ya no saben qué inventar y qué profanar. La auténtica sorpresa sería que el/los Obispos y Superiores correspondientes dijeran que NO a esta apertura al Espíritu Santo.

Fray Gerundio