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lunes, 12 de octubre de 2015

SÍNODO: AGUA Y ACEITE. OREMOS (Padre Iraburu)

Artículo, del padre Iraburu, tomado de Infocatólica.


ESCRITO POR EL PADRE IRABURU SOBRE SÍ MISMO

(Pamplona, 1935-), estudié en Salamanca y fuí ordenado sacerdote (Pamplona, 1963). Primeros ministerios pastorales en Talca, Chile (1964-1969). Doctorado en Roma (1972), enseñé Teología Espiritual en Burgos, en la Facultad de Teología (1973-2003), alternando la docencia con la predicación de retiros y ejercicios en España y en Hispanoamérica, sobre todo en Chile, México y Argentina.

Con el sacerdote José Rivera (+1991) escribí Espiritualidad católica, la actual Síntesis de espiritualidad católica. Con él y otros establecimos la Fundación GRATIS DATE (1988-). He colaborado con RADIO MARIA con los programas Liturgia de la semana, Dame de beber y Luz y tinieblas(2004-2009). Y aquí me tienen ahora con ustedes en este blog, Reforma o apostasía.

***

El agua y el aceite no se pueden unir. Pueden estar en un mismo vaso, pero por mucho que se agiten y remuevan no pueden fundirse en uno. Esto es algo que cualquiera lo sabe. El agua es más densa y se queda abajo, mientras que el aceite queda en la superficie. Ese modo de inconciliabilidad que se da en el mundo físico, se da también, y de forma mucho más radical, en el espiritual.

El principio de no contradicción expresa la imposibilidad de que sean verdaderas tanto la afirmación como la negación de una misma proposición, que es considerada en el mismo sentido. Esa ley lógica es congénita a la naturaleza intelectual humana. Sin ella se cae en el agnosticismo absoluto, el nihilismo intelectual, el culto al absurdo.

Entre los actuales Padres del Sínodo hay unos que creen en ciertas doctrinas de la Iglesia y hay otros que no creen, que las rechazan. «Unos creyeron lo que les decía [la Iglesia], otros rehusaron creer» (Hch 28,24). Pueden estar reunidos todos en una misma Sala, pero es imposible que estén de acuerdo. El principio de contradicción lo impide. Tampoco puede ser plena la unión-comunión entre personas que en graves cuestiones piensan de forma contraria. Ni es posible que caminen juntos (syn-odos) aquellos que quieren ir al norte con aquellos otros que quieren ir al sur.
* * *

En el Sínodo actual se reúnen discípulos de Cristo que piensan de modos contrarios en graves cuestiones. Unos creen verdadero y lícito aquello que otros creen falso e ilícito. No hay posibilidad alguna de acuerdo entre ellos. Por una parte, es impensable que discrepancias doctrinales graves, que ya duran medio siglo –algunas mucho más– puedan llegar a disiparse con varios cientos de intervenciones de tres minutos y unas cuantas conversaciones en los Círculos menores. Por otra parte, en varias cuestiones graves, discuten sobre temas indiscutibles, que ya han sido enseñados con clara firmeza por la doctrina de la Iglesia, y que durante veinte siglos se han profesado y practicado en Oriente y Occidente.

La anticoncepción. Unos Padres sinodales creen en la doctrina de la Iglesia, según la cual «la anticoncepción se ha de considerar objetivamente tan profundamente ilícita que jamás puede justificarse por razón ninguna» (Juan Pablo II, 17-9-83). Otros Padres sinodales, por el contrario, exigen que la Iglesia acepte como lícito el uso de la anticoncepción, al menos en ciertas circunstancias. Las dos doctrinas son absolutamente irreconciliables. No hay un tertium quid. Puede el Sínodo durar tres semanas o tres años. Una reconciliación, ni siquiera una aproximación, entre las dos posiciones mentales es imposible. Agua y aceite.

El divorcio y el adulterio. Los sinodales que aceptan la doctrina de la Iglesia saben que el matrimonio es indisoluble y que ninguna razón puede justificar «la ruptura del vínculo conyugal», el divorcio; y menos aún el establecimiento de una nueva unión conyugal, que sería adulterio. Palabra de Cristo. Pero otros padres piensan y dicen públicamente que, en ciertas circunstancias, aunque el primer matrimonio hubiera establecido realmente un vínculo indisoluble, en determinadas circunstancias, éste puede ser disuelto, haciendo lícitas unas segundas nupcias. Y algunos dicen más: éstas segundas nupcias en muchos casos habrán de ser mantenidas con fidelidad perseverante, y tenidas como un regalo del cielo, un camino idóneo para lograr una mayor unión con Dios, una más profunda experiencia de su misericordia. Agua y aceite.


Las razones de quienes defienden la licitud del divorcio y del adulterio apenas merecen la pena de ser expuestas. Por ejemplo: –La misericordia de Pedro no puede ser menor que la de Moisés, que permitió el divorcio. Respuesta: –La misericordia de la Iglesia debe ser la de Cristo, que corrigió a Moisés. Otros arguyen: –El matrimonio es indisoluble, ciertamente; pero en algunos casos puede ser disuelto. Respuesta: –Disolver lo indisoluble… es una contradictio in terminis. Absurdo. La tesis no merece ser respondida. Y no pongo más ejemplos. Ninguno de ellos, por cierto, tiene ni un mínimo fundamento en Escritura, Tradición y Magisterio apostólico.

La comunión eucarística de los divorciados vueltos a casar. «La Iglesia, fundándose en la Sagrada Escritura, reafirma su praxis de no admitir en la comunión eucarística a los divorciados que se casan otra vez» (Familiaris consortio 84). Los Padres sinodales que creen en esta doctrina católica no están en plena comunión con aquellos otros que reclaman como un derecho de los cristianos que viven en adulterio la comunión eucarística. Agua y aceite.


Algunos arguyen, muy persuasivos: 
–Cristo comía con pecadores y publicanos. Respuesta: –Pero los llamaba a conversión, como a Zaqueo. Insisten: –Privar a esos padres de la comunión aleja a sus hijos de la Iglesia. Respuesta: –Lo que realmente daña a esos hijos no es la disciplina eucarística de la Iglesia, sino el hecho de que sus padres se divorcien y caigan en el adulterio. Alegan otros: –Es una crueldad inaceptable condenar a un inocente a vivir alejado de la Eucaristía. Rpta.: –No es un inocente, como señaló el Card. Erdo al comienzo del Sínodo. Es un marido que convive more uxorio con una mujer que no es su esposa. Es un adúltero. Palabra de Cristo. Insisten: –Pero el primer vínculo conyugal se rompió, y éste segundo dura fielmente durante años. Respuesta: –Si el primer vínculo es indisoluble, eso significa que no se puede disolver. Y por otra parte, la persistencia en una situación de pecado no acaba por hacerlo más respetable e incluso lícito, sino que agrava la culpa (cf. Catecismo2384). 

Las uniones homosexuales. La Iglesia enseña que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados, son contrarios a la ley natural, son contra naturam. La Sagrada Escritura los presenta como depravaciones graves, que no pueden recibir aprobación en ningún caso (Catecismo 2357). Es imposible que los Padres sinodales que dan fe a esta doctrina de la Iglesia, creída siempre y en todas partes, puedan estar de acuerdo con otros Padres sinodales que, en ciertos casos y circunstancias, estiman lícito el establecimiento de una convivencia sexual estable entre personas del mismo sexo, y consideran que merecen el reconocimiento y la aceptación de la Iglesia. De hecho, en las naciones de los que así piensan hay sacerdotes que celebran en templos católicos, con la tolerancia de sus Obispos, ritos de bendición para parejas homosexuales. Agua y aceite.


Renuncio aquí a presentar los «argumentos» que tratan de justificar tal pastoral, quizá en nombre de la misericordia de Dios. No valen nada.

La existencia de actos intrínsecamente malos siempre ha sido afirmada por la Iglesia, pues es conforme a la razón y a la revelación de la Escritura. No podemos decir ni pensar «hagamos el mal para que venga el bien» (Rm 3,8); en otras palabras, no podemos creer que «el fin puede justificar los medios». Como enseña Juan Pablo II, «los preceptos morales negativos, es decir, aquéllos que prohiben algunos actos o comportamientos concretos como intrínsecamente malos, no admiten ninguna excepción legítima; no dejan ningún espacio moral aceptable para la “creatividad” de alguna determinación contraria» (enc. Veritatis splendor 67). Hay Padres sinodales que creen firmemente en la veracidad de esta doctrina católica, y que la aplican, por ejemplo, a la anticoncepción, al aborto, al adulterio. Pero otros Padres, antes del Sínodo y durante él mismo, afirman justamente lo contrario, y procuran en públicos escritos persuadir a otros de sus formidables errores. Agua y aceite.

No hay argumentos. No hay respuestas.

La unidad de la Iglesia en doctrina y disciplina pastoral, al menos en las cuestiones fundamentales, más directamente exigidas por la doctrina católica –en cuestiones menores hay y debe haber modos distintos según la tradición de las diversas Iglesias– es afirmada como una certeza de fe por muchos Padres sinodales: «un solo Señor, una fe, un bautismo» (Ef 4,6). Pero otros Padres propugnan públicamente, en el Sínodo y antes del Sínodo, que son los Obispos de una Iglesia local o de una misma área social y cultural los que deben aplicar la doctrina católica –intocable, por supuesto– en sus formas concretas a la anticoncepción, las relaciones prematrimoniales, el aborto, el divorcio, el adulterio, la disciplina eucarística, la ordenación de mujeres, etc. Agua y aceite.
Sin comentarios.

* * *

La Iglesia Católica es una
. La unidad y la unicidad es nota constitutiva de la Iglesia. Es una la Iglesia porque es único el Cuerpo de Cristo, y es única su Esposa. Es una también porque todos sus fieles profesan una misma doctrina y viven según unas mismas normas morales y disciplinares. No sería una la Iglesia si en su interior convivieran algunos que creen en la Santísima Trinidad y otros que niegan el misterio de las tres Personas divinas. Si unos creyeran en la divinidad de Jesucristo y otros no. Si unos afirmaran que el fin justifica los medios y otros lo negaran. Si unos aceptaran en la fe el primado universal del Sucesor de Pedro y otros se obstinaran en negarla.

Por eso San Pablo exhorta: «Os ruego, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos lo mismo y que no haya divisiones entre vosotros. Estad bien unidos con un mismo pensar y un mismo sentir» (1Cor 1,10). 
Esa unidad intelectual de pensamiento es aún más importante y decisiva que la misma comunión de bienes materiales, en la que se expresaba que «la muchedumbre de los que habían creído tenía un corazón y un alma sola» (Hch 4,32).

Y eso nos hace pensar que la situación actual de la Iglesia, en la que conviven fieles, Obispos y Cardenales, ciertamente diferenciados en graves cuestiones de doctrina y disciplina, no puede durar mucho tiempo. Conviene recordar aquí al adagio clásico: nihil violentum durabile. No puede durar y perdurar en un ente indefinidamente algo que es contrario a su propia naturaleza.

* * *

La necesidad de orar por el Sínodo es, pues, sumamente urgente
. No ganamos nada con ocultar en el silencio la situación actual de la Iglesia Católica. Hay teólogos y párrocos, Obispos y Cardenales, que poniendo en grave peligro la unidad de la Iglesia, declaran en público doctrinas y siguen públicamente prácticas que son absolutamente inadmisibles, porque contrarían de modo patente la doctrina y disciplina de la Santa Iglesia Católica, que es una y santa, apostólica y romana.

¿Qué remedio tiene esto? De nuestra parte, ninguno. De parte de Dios bueno, misericordioso, omnipotente, Padre que ha engendrado como hijos a los hijos de la Iglesia, sí tiene remedio, aunque no sepamos cuál, cómo y cuándo. «Lo que es imposible a los hombres, es posible para Dios» (Lc 18,30; cf. Jer 32,27).

Y la oración es el modo principal para conseguir lo imposible. «En verdad, en verdad os digo: si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará… Pedid y recibiréis» (Jn 16,23). Pedir en el nombre de Jesús (Jn 14,13;15,16; Ef 5,20; Col 3,17) es pedir tomando a Jesús como abogado y mediador nuestro ante el Padre; y es también pedir participando de su actitud filial, hecha de amor pleno, de obediencia incondicional, de abandono confiado: «yo sé que siempre me escuchas» (Jn 11,42). Eso es pedir en el nombre de Jesús. «Os digo además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en el cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mt 18,19-20).

Y en esas estamos. Veinte siglos llevamos pidiendo a Dios en la Misa «por tu Iglesia santa y católica, para que le concedas la paz, la protejas, la congregues en la unidad y la gobiernes en el mundo entero, con tu servidor el Papa N., con nuestro Obispo N., y todos los demás obispos que, fieles a la verdad, promueven la fe católica y apostólica» (Canon Romano). Y cuántas veces hemos rezado o escuchado esa oración sin acabar de creer, quizá, en su eficacia –lex orandi, lex credendi–. Esta oración de la Iglesia necesariamente consigue lo que pide. Hoy tenemos ocasión urgente para activar esta fe, que nos hace posible, sean cuales fueren las circunstancias de la Iglesia y del mundo, vivir «alegres en la esperanza» (Rm 12,12). Alegres, sí, y confiados. No lo olvidemos: «el Evangelio, donde deslumbra gloriosa la Cruz de Cristo, invita insistentemente a la alegría» (PP. Francisco, Evangelii gaudium, 5).

La Santísima Trinidad sostiene a la Iglesia y la guardará siempre. Confiemos en el Padre: «lo que mi Padre me dio es mejor que todo, y nadie podrá arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos una sola cosa» (Jn 10,29-30). Confiemos en Cristo: «¿Quién nos arrebatará al amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada?… En todas esas cosas vencemos por aquel que nos amó» (Rm 8,35-37). Confiemos en el Espíritu Santo: «Yo rogaré al Padre, y os dará otro Abogado, que estará con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad» (Jn 14,16). Confiemos en la Virgen María, que guarda a sus hijos como verdadera Madre. Confiemos en los ángeles y en los santos, «por cuya intercesión confiamos obtener siempre Tu ayuda» (Plegaria euc. III).

Todo saldrá bien. Con el favor de Dios
.

José María Iraburu, sacerdote


[Post post 1º. –Parece imposible que de la asamblea del Sínodo (agua y aceite) salga finalmente una Declaración final que pueda ser firmada por todos, a no ser que sea una Relatio que hable de las margaritas del cielo y de las nubes del campo. Y de hecho, llegan noticias fidedignas de que al terminar el Sínodo quizá no haya una Relatio finalis, y que incluso más tarde tampoco se publique una Exhortación post-sinodal pontificia –como no las hubo en los Sínodos de Pablo VI–, sino que se termine el Sínodo simplemente con un discurso del Papa Francisco.

Post post 2º. –En las actuales circunstancias algunos lectores pueden quizá verse confortados por dos artículos de este blog: (306) En las tormentas de la Iglesia, alegres en la esperanza (I) y (307) En las tormentas de la Iglesia, fe, esperanza y caridad (y II)].

sábado, 10 de octubre de 2015

¿Qué significa el matrimonio católico?


Homilía del padre Santiago Martín, en la que deja muy claro que Jesucristo es misericordioso, más que pueda serlo ninguno de nosotros; pero no comulga con la mentira. En Él se da siempre, junto a la Misericordia y la comprensión para con todos, la Verdad que, consiste, entre otras cosas, en llamar a las cosas por su nombre. 

Duración: 22:16 minutos
[Escucha con preferencia los siete últimos minutos]

El Papa tiene la misión de confirmar a sus hermanos en la fe que ha recibido: El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, es un adúltero. La que se divorcia de su marido y se casa con otro es una adúltera. Ambos se encuentran en una situación de pecado, de separación de Dios. Son acogidos con misericordia pero con vistas a su conversión para que su pertenencia a la Iglesia sea eficaz. No están excomulgados, no están fuera de la Iglesia. Y esto no porque lo haya dicho el papa Francisco: siempre ha sido así. Pero no pueden acercarse a recibir la sagrada comunión, pues necesitan arrepentirse de sus pecados primero; y, una vez que estén en gracia de Dios, entonces podrán acercarse al sacramento de la Eucaristía. 


Esto no es algo nuevo, sino que siempre ha sido así, desde que Jesucristo elevó el matrimonio a la categoría de sacramento. Esa es la razón por la que un sacerdote no puede dar la comunión a un divorciado que se ha vuelto a casar. Esas personas necesitan arrepentirse primero y salir de su estado de pecado. Y entonces -y sólo entonces- podrán recibir la sagrada comunión, pues "quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor" (1 Cor 11, 27). "Quien come y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11, 29).

[Si no hay comunión de vidas entre Jesucristo y aquel que se acerca a recibir la comunión, al no encontrarse éste en estado de gracia, añade un nuevo pecado, que es el de sacrilegio, a los pecados que ya tenía. Por eso -y para eso- instituyó Jesucristo el sacramento de la Confesión, en el que el hombre se reconcilia, se pone en paz con Dios y recobra la gracia santificante que había perdido. Y es entonces cuando puede acercarse al sacramento de la Comunión; pues no hay que olvidar que en la Eucaristía está Jesucristo realmente presente, con su cuerpo, sangre, alma y divinidad.

La presencia real de Jesucristo en la Eucaristía es la clave para entender que este sacramento no se puede tomar en broma. Uno no puede acercarse a recibir al Señor de cualquier manera. 

En la parábola de los invitados a las bodas, una vez que la sala se llenó de invitados, malos y buenos, "entró el Rey para ver a los invitados, y vio allí a un hombre que no tenía traje de boda, y le dijo: 'Amigo, ¿cómo es que has entrado aquí sin llevar traje de boda?' Pero él calló. Entonces el Rey dijo a los criados: 'Atadlo de pies y manos y echadlo a las tinieblas exteriores: allí habrá llanto y crujir de dientes" (Mt 22, 12-13).

Siempre se ha considerado que el traje de bodas simboliza el estado de gracia; de ahí que aquel que se 'coló' -por así decirlo- en el banquete, fue expulsado por el mismo Rey. A todos, malos y buenos, se les había proporcionado ese traje, condición necesaria para entrar al banquete. 

Si nos fijamos, el interpelado por el Rey calló. Podría haberse disculpado ante el Rey, pero no lo hizo. Por eso mereció el castigo y fue expulsado del banquete de bodas. Eso es lo que ocurre con todo aquél que se acerca a recibir a Jesucristo en la Eucaristía sin el traje de boda, es decir, sin haber pasado antes por el sacramento de la Confesión para recobrar la gracia, en caso de que la hubiera perdido, a causa del pecado. 

Yo, al menos, siempre lo he entendido así, de las enseñanzas que he recibido. No descarto que hayan otras interpretaciones de esta parábola aunque, desde luego, de lo que no cabe duda, es de que tiene que haber una relación de amistad entre el Rey y los invitados. Y esta relación viene simbolizada en la parábola por el traje de bodas que, a mi entender, es el estado de gracia en el que se debe de encontrar todo aquel que se acerque a recibir al Señor en el santo sacramento del altar]


viernes, 9 de octubre de 2015

PROCESIÓN DE ANTORCHAS A LA VIRGEN DEL ROSARIO


Artículo sacado de la página web Adelante la Fe. El vídeo de tan solo tres minutos de duración es conmovedor y llega al corazón. 



Sí, todavía hay personas con fe, y éstas son las que permanecen en las "auténticas periferias", y lo son puesto que nadie las reconoce como tales. Son considerados como rebeldes ... cuando, por qué no decirlo, gracias a ellos y a los que son como ellos, aún se mantiene viva la llama de la fe en muchos cristianos. 

Es una pena que no haya plena comunión entre la FSSPX y la Iglesia Católica. Tengo la esperanza de que eso cambie algún día. Y que sea la Verdad, esa que el Espíritu Santo nos dará a conocer, según las mismas palabras de Jesucristo, la que ilumine al santo Padre. 


Pues nunca debemos olvidar que la doctrina católica la hemos recibido como un don, que debemos guardar celosamente: no nos pertenece y no podemos cambiarla a nuestro gusto, según los tiempos. Es ese un error en el que han caído muchos miembros de la Iglesia católica actual. 


Es la gran herejía del Modernismo la que pretende acomodar el Evangelio a los tiempos actuales ... pero cambiando, en realidad, la doctrina, al mismo tiempo que se proclama que eso no es así y que es sólo la disciplina lo que se quiere cambiar, añadiendo así al pecado de infidelidad el de hipocresía. 


Tenemos que aprender a discernir la verdad del error y comenzar a despertar ya del sueño en el que estamos sumergidos tanto tiempo ... un sueño que nos ha llevado a considerar como normal lo que no lo es, en absoluto. 


El cristiano está en el mundo, pero no es del mundo: esto son palabras de Nuestro Señor Jesucristo. El querer acomodarse al mundo, renunciando a la propia esencia, que es lo propio del Modernismo, infiltrado fuertemente en la Iglesia, fue ya condenado por el papa san Pío X, en su encíclica Pascendi, como la suma de todas las herejías


Los que nos denominamos católicos deberíamos pararnos a reflexionar un poco sobre esta realidad, pues vivimos en un ambiente depravado, del que difícilmente podremos librarnos si no hacemos oración: "Vigilad y orad para no caer en tentación; pues el espíritu está pronto, pero la carne es débil" (Mt 26,41).


A continuación, el vídeo y las reflexiones de un autor cuyo nombre desconozco.



Duración: 3 minutos


Estoy hasta la coronilla del Sínodo. Estoy harto de debates en torno a la FSSPX. Pero puede decirse que este vídeo combina ambos temas de un modo tan vistosamente edificante y tan conmovedor que me hizo llorar.

¡Esto. Esto. Esto, ni más ni menos.
Así tiene que manifestarse visiblemente el catolicismo!


¿Y los llaman cismáticos? Se equivocan, pero si quieren llámenlos así. La Iglesia institucional hace desfilar incesantemente ante nuestros ojos a sacerdotes pervertidos que se empeñan en tirar por tierra las enseñanzas de Cristo. La FSSPX, en cambio, nos da cosas como ésta. 



[Por supuesto que tiene otros errores, pero no éstos, desde luego]

De la FSSPX pueden decir lo que quieran. Pero hasta que los católicos en plena comunión con la Iglesia, los católicos a los que se les da pleno reconocimiento canónico, no nos den algo así de sencillo, de devoto, de contundente, de una belleza tan imponente … no quiero saber nada de ellos. 


[No quiere saber nada de ellos en tanto en cuanto no son realmente católicos; o no se manifiestan como tales y se avergüenzan de ser lo que son]

Los fieles están a la espera. No de nulidades simplificadas, no de comunión para los divorciados vueltos a casar, no de diaconisas ni de que se acepten perversiones sexuales.

Esto. Lo que esperamos es esto


jueves, 8 de octubre de 2015

Sordomudos de nacimiento y sordomudos de conveniencia

(Las negritas, algunas cursivas y los colores son míos)




(Mc 7: 31–37)

Amados hermanos en el Corazón de Nuestro Señor y en el de la Virgen María, Nuestra Madre:

En el día de hoy, Domingo XI después de Pentecostés y según la llamada Forma Extraordinaria del Rito Romano de la Santa Misa, propone la Iglesia para nuestra consideración un fragmento del Evangelio de San Marcos en el que se narra otro acontecimiento de la Vida del Señor.

Cuenta el texto que encontrándose Jesús, como de costumbre, rodeado de una gran muchedumbre, llevaron ante Él un sordomudo rogándole que le impusiera las manos. El Señor le apartó de la gente, le introdujo los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Suspiró Jesús y, elevando los ojos al cielo, dijo:

Effetha —que significa: Ábrete.

Se le abrieron al sordomudo los oídos y comenzó a hablar con normalidad. Ante la admiración de las gentes, las cuales comenzaron a proclamar la maravilla que habían presenciado a pesar de las advertencias de Jesús para que callaran.

La narración nos presenta, por lo tanto, la curación milagrosa de un pobre infeliz. Sordo de nacimiento y también mudo como consecuencia. Por lo que podríamos comenzar esta disertación diciendo que existen dos clases de sordomudez: una de nacimiento y otra bien distinta que posee la particularidad de ser enteramente voluntaria. Más rara la primera en cuanto a casos existentes y mucho más generalizada la segunda; por más que pueda sonar a extraña esta afirmación.

Lo cual significa, descendiendo ahora al plano de la realidad cotidiana, que nos enfrentamos al hecho de la existencia de sordos que lo son porque no quieren oír y de otros que son mudos porque se niegan a hablar. Extraña situación de plena vigencia en la Iglesia actual. En la que proliferan los Pastores que rehúsan hablar y las ovejas que han adquirido el hábito de no querer oír.

Con respecto a los Pastores de que hablamos, parece cumplirse en ellos el oráculo del profeta Isaías: Son pastores que no saben discernir. Todos ellos se volvieron a sus caminos, cada cual a su interés, sin excepción alguna[2] En cuanto a las ovejas a las que hemos hecho alusión, son las que hacen realidad el adagio de que no hay peor sordo que el que no quiere oír.

El problema, sin embargo, es mucho más complejo y complicado de lo que parece suponer el sencillo planteamiento que acabamos de exponer.

Existen Pastores que no solamente jamás alimentan a sus ovejas con el pasto de la buena doctrina sino que, peor aún, les suministran el veneno de ideas y enseñanzas que resultan letales para las almas y las conducen a la perdición.

En cuanto a las ovejas de las que hablamos, bien porque han sido envenenadas por las doctrinas de los falsos Pastores, o bien porque se han sentido escandalizadas por la corrupción del ambiente eclesial y el escándalo de la Jerarquía, han optado voluntariamente por cerrar sus oídos a la Palabra de Dios y vivir de acuerdo con el mundo.

De manera que, con respecto a la Buena Doctrina, los Pastores permanecieron mudos: bien porque no la predicaron, o bien porque proclamaron la Doctrina falsa. Las ovejas eligieron el camino fácil de no oír la Buena Doctrina y de aceptar con pasividad y sin resistencia el veneno de la falsa

Y de esta forma, con Pastores maliciosamente mudos y ovejas culpablemente sordas, es como la Iglesia ha desembocado en el momento actual, ya previamente anunciado por las Escrituras, de la Gran Apostasía. Con el resultado, por parte de unos y de otros —la mayoría de la Jerarquía y gran parte de los fieles— de la traición a la Fe, la opción por el Mundo y la rebelión contra Dios. Exactamente el momento actual.

Hay quienes prefieren, cuando el cielo se llena de nubarrones, dejar de pensar en las tormentas y no ver la realidad. Son enemigos de complicaciones y poco amigos de la verdad, aunque están dispuestos a acusar de agoreros y catastrofistas a los que avisan del peligro. Y como habrá quienes piensen que estamos trazando una pintura excesivamente pesimista de la situación de la Iglesia y del mundo, es bueno traer a la memoria las palabras que el Apóstol San Pablo dirigió a su discípulo Timoteo; aun a sabiendas de que no serán escuchadas por muchos:

Pues vendrá un tiempo en que no soportarán la sana doctrina, sino que se rodearán de maestros a la medida de sus pasiones para halagarse el oído. Cerrarán sus oídos a la verdad y se volverán a las fábulas.[3]

No soportarán la sana doctrina. Lo que recuerda la reacción de la gente después de oír a Jesús en el Discurso de Cafarnaún: Dura es esta doctrina, ¿quién puede escucharla?[4] Y que es la expresión de unos sentimientos que en los tiempos actuales han llegado a adquirir plena vigencia, después de la difusión alcanzada por el hedonismo, el materialismo exaltado que ha hecho mella en casi la totalidad de la Humanidad, el odio a la Cruz y la sustitución del mundo sobrenatural por el meramente natural. Todos ellos elementos tal como han sido preconizados por el Modernismo que ha invadido a la Iglesia.

Fue el Modernismo postconciliar el que acuñó con éxito la expresión enemigo del Concilio o la de carente del espíritu Conciliar. Las cuales [expresiones] fueron aplicadas a todos aquellos que se atrevieron a defender la Fe, preconizando la aplicación de un Magisterio que comenzara no a partir de cero desde el Concilio Vaticano II, sino a partir del mismo Jesucristo y alcanzara hasta la actualidad

Si San Pablo, ya en su tiempo, hablaba de que la Cruz se había convertido en escándalo para los judíos y en locura para los gentiles (1 Cor 1:23), tal rechazo [de la cruz] alcanzó su punto culminante con la eliminación de todo vestigio de idea sacrificial de la Misa: su sustitución por la Nueva Misa del Novus Ordo, promulgada por el Papa Pablo VI (1969), supuso un golpe de muerte a la Iglesia del siglo XXI, junto a la mayor victoria de Satanás a lo largo de toda la historia de la Institución fundada por Jesucristo.

El conjunto de los fieles cristianos nunca hubiera apostatado en masa, como así lo ha hecho, si no hubiera sido presidido y animado por la Iglesia docente. Y aquí sería necesario hablar de la traición llevada a cabo por la intelectualidad de la Iglesia a partir sobre todo del siglo XIX, la cual tampoco hubiera sido posible sin la deserción de la Jerarquía.

Mucho se ha escrito sobre el tema, y mucho se ha dicho sobre la multitud de causas que paulatinamente han dado lugar a la crisis actual: el abandono de la Philosophia Perenne a partir de la Baja Edad Media, las corrientes que surgieron de la Revolución Francesa, la irrupción del idealismo y de las doctrinas inmanentistas e historicistas que, junto con el marxismo, dieron lugar a su vez a la aparición del modernismo, etc. Todas y cada una de las cuales fueron elementos que influyeron, sin duda, en grado menor o mayor en la crisis actual. Su exposición detenida y prolija ha sido la causa de la aparición de numerosas bibliotecas repletas de volúmenes.

Sucede con frecuencia, sin embargo, que los problemas que afectan a lo más íntimo del ser humano son estudiados y explicados por el hombre de un modo superficial o, como ahora se diría, periférico. Que consiste en un modo de abordar las cuestiones que implica un dar vueltas y más vueltas en derredor, pero sin adentrarse nunca en el núcleo del problema

Por eso no parece suficiente la explicación que atribuye tal modo de proceder a la dificultad de las cuestiones que afectan e inquietan al ser humano. Tales problemas, que en el fondo suelen ser siempre de índole sobrenatural, implican la necesidad de ser abordados con criterios y métodos sobrenaturales; que es justamente a lo que no está dispuesta la moderna generación

Y es que, en el fondo, el hombre nuevo no está dispuesto a afrontar los problemas en su realidad porque tiene miedo de enfrentarse consigo mismo. Miedo, en primer lugar, a afirmar la necesidad de tener que contar con Dios para dar sentido a su vida. Y miedo, sobre todo, de reconocerse a sí mismo en la miseria de su actual existencia.

La costumbre de cambiar el sentido de las palabras obedece a eso. Por ejemplo: 

- A la opresión y tiranía encubiertos que se ejercen sobre las masas, mediante el ejercicio de un despiadado lavado de cerebro, se la conoce con el término de democracia y se la hace sinónimo de libertad, castigando sin misericordia a quien lo pone en duda. 

- A la actitud por la cual se niega toda norma de conducta exterior o superior al individuo, la cual pudiera impedir a cada cual hacer buenamente lo que se le antoje, se le llama libertad de conciencia; mientras que a la libertad para injuriar, para calumniar, o para ofender de cualquier manera e impunemente al prójimo, se la bautiza con el nombre de libertad de expresión.

- La elección de modos de conducta que no son sino aberraciones, que degradan al hombre a un nivel muy inferior al de los animales, es conocida como actitudes que ensalzan y elevan la autonomía individual a una condición en la que la Humanidad se ha liberado de viejos tabúes y se ha encontrado a sí misma

- A los grupos oligarcas y de opresión que se dedican a engordar y a enriquecerse a sí mismos mediante la explotación y el engaño al resto de los ciudadanos, se les llama partidos políticos e instrumentos imprescindibles de la democracia.

- La operación de destrucción de la verdadera Iglesia, edificada por Dios en beneficio del hombre, por otra de índole meramente humano y en desprecio de Dios, es aclamada con diversas apelaciones de corte triunfalista como las de Nueva Iglesia, Nueva Evangelización, Primavera Eclesial, vuelta a la auténtica Iglesia de los comienzos, etc., etc.

Por lo que hace a la Iglesia concretamente, es evidente que ha cambiado su misión de anunciar el Evangelio al mundo, según el mandato de Jesucristo, por la de buscar el agrado de los hombres hablándoles de las cosas que halagan sus pasiones. Tal como ya había anunciado San Juan en su Primera Carta: Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los escucha.[5] 

Quedaron muy atrás las advertencias del Apóstol San Pablo: Yo no os he hablado con palabras de humana sabiduría, sino con palabras aprendidas del Espíritu.[6] O como decía también en otro lugar: Tal como os lo acabo de decir, os lo repito ahora: si alguno os anuncia un Evangelio diferente del que habéis recibido, ¡sea anatema! ¿Acaso busco yo la aprobación de los hombres, o busco la de Dios? ¿O es que yo pretendo agradar a los hombres? Pero si pretendiera agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo.[7] 

De ahí que nada tenga de extraño que la Iglesia haya olvidado el lenguaje de lo sobrenatural para ocuparse del parloteo de la política: de las disputas sobre el liberalismo, el capitalismo o el socialismo; de las cuestiones de armamento o de la paz mundial —-entendida meramente en sentido mundano—; de los intrincados problemas de la justicia social, de la licitud de la pena de muerte, del cuidado del ecosistema y de las fuentes de energía, de la regulación de las inmigraciones…, y en general de todo aquello que anime a los hombres a preocuparse por arreglarse por sí solos y a olvidarse de Dios.

Por eso los hombres cerrarán sus oídos a la verdad, convirtiéndose en sordos voluntarios o de conveniencia y, como consecuencia, también en mudos. La necedad que supone esta actitud ya había sido señalada por San Pablo:

Lo que Israel busca no lo consiguió, mientras que los elegidos lo consiguieron. Los demás, en cambio, se endurecieron, conforme está escrito: Les dio Dios espíritu de necedad, ojos para no ver, y oídos para no oír, hasta el día de hoy. [8]


(Continuará)

Padre Alfonso Gálvez

[1] Predicado el 9 de Agosto de 2015.

[2] Is 56:11.

[3] 2 Tim 4: 3–4.

[4] Jn 6:60.

[5] 1 Jn 4:5.

[6] 1 Cor 2:13.

[7] Ga 1: 9–10.

[8] Ro 11: 7–8.

miércoles, 7 de octubre de 2015

La eutanasia de Andrea: crisis mental del mundo moderno



Un artículo de Eulogio López, director de Hispanidad

José Miguel Monzón Navarro, el gran Wyoming y Javier Sádaba

Soporto al gran Wyoming cuando practica su especialidad: ridiculizar al prójimo. Lo soporto mal porque sus diatribas principales van dirigidas contra la Iglesia, a la que no puede dejar de odiar. Él se queja de que su progenitor era un fundamentalista católico y ha decidido vengarse de él durante toda la vida.

Hasta ahí bien, pero cuando se mete a intelectual lo llevo peor: la hipocresía se derrama ya por encima de la mesa. El lunes se llevó a Javier Sádaba, lo que demuestra la cantidad de chorradas que puede decir un intelectual de los que hace muchas lunas dejaron atrás el funesto hábito de pensar. Al parecer, incluso antes de la jubilación. Mientras, Wyoming (José Miguel Monzón para los amigos), asentía cariacontecido. Se ve que lo de Andrea lo siente muy adentro.

Sádaba nos habló de superar prejuicios religiosos [" Javier, príncipe, un poquito más de originalidad" ] porque ya se sabe que los cristianos son imposibles. También nos dijo que el primer mandamiento ético es evitar el dolor. Eso que se lo digan a quien le detectan un cáncer y tiene que someterse a un doloroso, prolongado e incierto tratamiento de quimio o radioterapia. Como decía Chesterton, el mundo moderno no sufre una crisis moral, más bien sufre una crisis mental y se encamina directamente al manicomio.

Mientras, Monzón insistía en el necesario debate (¡será cursi!) a pesar que él y su compañera, otra intelectual, rendían pleitesía al gran experto y ratificaban sus profundas aseveraciones. ¿Dónde está el debate? Eso es un monólogo a tres bandas donde Sádaba intentaba demostrar que la vida y la muerte están en la vida, pero que la muerte no es el enemigo sino el dolor; y que entonces hay que evitar el dolor, pero no la muerte … Profundo, muy profundo. Como le presentó el Wyoming, “un experto”.

En la misma línea el ministro de Sanidad del PP, Alfonso Alonso ha lanzado un mensaje "no sólo de comprensión sino de profundo afecto" hacia los papaítos de Andrea que, te pongas como te pongas, han sido los que han decidido que los médicos maten a su hija.

Ya saben, la eutanasia o muerte dulce tiene esta dulzura: obligar a los médicos a que hagan de verdugos. Y es para esto para lo que los papás de Andrea piden “respeto”.


Duración: 3, 35 minutos


Al final, lo que tenemos es la introducción por la vía de los hechos, que acabará siendo legal, de la eutanasia. Sádaba ponía como ejemplo a Holanda, un país donde muchos viejos se empadronan en las poblaciones fronterizas de la vecina Alemania para que no les maten por decisión de sus familiares -que no quieren verles sufrir- o del personal sanitario -al que le molesta ver sufrir-. No es coña, en Holanda una de cada cuatro muertes es por eutanasia, es decir, por homicidio practicado por otros, lo que convierte a la sociedad en pleno en conniventes, en cómplices. Menuda porquería de país.

Sádaba mentía y Wyoming asistía, al escuchar que en Holanda lo tienen todo bien controlado. Por favor, no se pierdan la entrevista publicada por Religión en Libertad con uno de los personajes, hoy arrepentido de su barbaridad, que colaboró a introducir la eutanasia en Holanda. Ya saben, los del debate.

Y es para esto para lo que los papás de Andrea, que es la que va a morir de hambre y de sed, piden “respeto”. Sí, de hambre y de sed, aunque intentarán que su tránsito, como asegura el hortera del ministro Alonso, sea en inconsciencia. Esto de confundir la inconsciencia con la dulzura es algo que nunca comprenderé.

Por cierto, ¿quién ha dicho que la enfermedad de Andrea era incurable? No existen las enfermedades incurables.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com

martes, 6 de octubre de 2015

La muerte "digna" de Andrea (por Luis F. Pérez Bustamante)

El debate sobre la muerte "digna" se ha reabierto a raíz del caso de la niña de 12 años, Andrea. Podemos verlo, por ejemplo, aquí. Reproduzco en este blog un artículo de Luis F. Pérez Bustamante, el director de Infocatólica, cuyo modo de razonar, a raíz de este caso, pienso que nos puede ser bastante útil. En el fondo viene a ser, de nuevo, aquello que decía Fédor Dostoiesvsky: "Si Dios no existe, todo está permitido".


Hospital clínico de Santiago de Compostela

Andrea va a morir en breve. Tras padecer una terrible enfermendad neurológica degenerativa, sus padres, sin duda desesperados ante sus sufrimientos, han pedido que se le retire la alimentación para acelerar su muerte. Los médicos del hospital donde está ingresada, se opusieron en un primer momento a tal medida. Es lógico. Alimentar a un enfermo no tiene nada de encarnizamiento terapéutico. Es, simplemente, hacer lo que cualquier ser humano haría con otro.

Sin embargo, la presión mediática y judicial sobre los galenos les ha hecho cambiar de opinión. Andrea ha empezado ya a morir de desnutrición. No pasará hambre porque la van a sedar para que no sienta nada. Pero lo cierto es que su muerte se va a producir no tanto por la enfermedad que padece -aunque la misma habría provocado su fallecimiento- como por el hecho de que su cuerpo va a dejar de recibir el pan nuestro de cada día.

La Iglesia ya se ha pronunciado sobre este tipo de medidas. Mons. Reig Pla, el único obispo español que, aunque se enfrente a críticas y desprecios del mundo y de parte de sus colegas de episcopado, siempre habla claro sobre estas cosas, recordó hace unos días el dictamen de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Muchos dirán que la Iglesia puede opinar lo que le venga en gana pero sin imponer sus tesis a la sociedad. La realidad es que la Iglesia no puede imponer sus tesis, fruto de su conocimiento de la ley natural y su análisis de la Revelación, ni siquiera entre sus fieles. Primero, porque no tiene capacidad real de hacerlo. No verán ustedes a un guardia suizo poniendo grilletes a los fieles que vayan por libre. Segundo, porque siempre habrá algún obispo, sacerdote, teólogo, etc, que se dedique a contradecir públicamente lo que el Magisterio diga, sin que se mueva una simple briza de aire para impedir tal cosa. Es decir, en la Iglesia la defensa de la vida llega solo a la literalidad de ciertos textos y declaraciones. Cuando se trata de defenderla de verdad, expulsando de la comunión eclesial a quienes hacen la obra sucia de la cultura de la muerte dentro de la propia Iglesia, ésta mira para otro lado. Y no hace falta que dé ejemplos de eso, porque todos los conocemos.

Apelar a la humanidad y a la caridad para justificar que se deje de alimentar a un enfermo es un ejemplo más de la depravación de la conciencia del hombre caído en este momento de la historia. Hay mucha diferencia entre medicar a un enfermo para que no sufra dolor físico y provocar su muerte retirándole la alimentación.

En todo caso, lo que está en juego es si en este país se da vía libre a la eutanasia. Doy por hecho que así será. No hay apenas barrera alguna que impida que la cultura de la muerte imponga también el suicidio asistido. En una sociedad donde Dios no juega ningún papel, es normal que la gente que no quiere vivir, por las razones que sean, encuentren facilidad para poner fin a sus vidas. Y donde Cristo no reina, reina la muerte.

Volviendo al caso de Andrea, no hay muerte digna que consista en dejar de recibir alimento. Eso no se le hace ni a los perros ciegos. Ni a los caballos cojos. Ya que se han empeñado en que muera antes de lo que el transcurrir natural de su enfermedad determine, sería mejor que la mataran directamente por medio de una inyección letal, como si fuera un gatito en una clínica veterinaria. Sí, moralmente sería un crimen. Pero se dejaría al menos la hipocresía a un lado.

Vayamos preparándonos. Los siervos del mal siempre buscan casos extremos para justificar leyes indignas. Y en este país sabemos de casos en que han aplicado sedaciones para acabar con la vida de pacientes, tanto si lo pedían como si no. No daré nombres para que no me caiga una demanda. Pero tengan ustedes muy claro que una vez que se introduce la eutanasia, no habrá nada que impida que se aplique a quien ni siquiera la ha pedido. Otros decidirán por nosotros lo que es una vida digna y cómo alcanzar la “muerte digna”. Veremos si, pasado un tiempo, a los cristianos nos permiten al menos dejar por escrito que no queremos recibir la muerte que ellos proponen. Lo dudo.

Solo una cosa más. Los padres de Andrea son fruto de la sociedad española que ha apostatado del cristianismo. Aunque lo que piden es inaceptable para un católico fiel a la Iglesia, no tiene demasiado sentido cargar contra ellos. Son el síntoma, no la raíz del problema.

Luis Fernando Pérez Bustamante

sábado, 3 de octubre de 2015

Monseñor Sarasa

Artículo sacado del blog de Fray Gerundio


Aunque ya nada me sorprende, resulta muy llamativo el montaje organizado en muy pocas horas sobre la salida del armario de un curita monseñorini, agredido por esta sociedad eclesial tan madrastra, tan incomprensiva y tan tirana. Parece ser que al principio de su carrera abandonó todo por amor del Señor, y ahora abandona al Señor y a su fulgurante carrera diplomática-pedagógica vaticana por amor a otro señor con el que ya parece que convive algún tiempecito.

Es otro pasito más. Mi olfato de vetusto fraile me dice que esto estaba cuidadosamente programado. Por quien fuera. Pero encaja perfectamente en el guión del programa al que venimos asistiendo desde hace poco menos de tres años, cuando tanto escandalizó la famosa retórica del quién soy yo para juzgar, que abrió definitivamente la puerta a la aceptación por parte de la Iglesia Felizmente Actual (no la verdadera Iglesia de Jesucristo, sino la que nos quieren imponer estos traidores) al mundo de la homosexualidad. Nadie podrá decir a estas alturas que esto son interpretaciones mías, porque tenemos hechos y hechos, actitudes y actitudes, claramente comprensivas, misericordiosas y complacientes con todo este mundillo perverso de pecado y de ciscarse en la Ley Divina pasito a pasito.

Esta misma semana, antes de que se abriera la puerta del armario del jovenzuelo polaco, veíamos a Francisco locuaz, feliz y alegre conversando con su antiguo alumno amancebado con el jovencito indonesio. Y al mismo tiempo, el inefable Lombardi (el caradura Lombardi), aclarando que la recepción de la jueza americana no implica apoyar su actitud. ¡Dios mío! qué cantidad de aclaraciones para lo que está claro. El titular es bien sencillo: Al Papa le encanta el mundo homosexual y rechaza a todo el que lo ataca. Simpatías con ellos, antipatías con los otros. ¿Qué tal? Al fin y al cabo es una postura de misericordia, que nunca ha sabido ejercitar la Iglesia hasta Mi Llegada.

Nadie podrá decir que esto es falso, puesto que podríamos tener confecccionada en unos pocos minutos la lista de actitudes semejantes desde hace dos años y medio. Viajes de transexuales, cartas personal animando a la tela, guiños y apoyos a los de esta calaña, quejas de lo poco misericordiosa que ha sido la Iglesia hasta ahora, y el famoso quién soy yo que precedió a todo ello.

La puesta en escena de monseñor Sarasa (es que me lío con los apellidos polacos) ha sido genial. Por supuesto, vestido de clergyman para que se vea que ya se abre la puerta para el sacerdocio, con el hombro apoyadito en el concubino, con cara de éxtasis, placidez y luna de miel por haber hallado la felicidad al salir del armario. Y el día antes de que comience el Sínodo, para que se vea que estas situaciones de sufrimiento son reales y exigen que la Iglesia cambie la doctrina. Y encima con rueda de prensa añadida para explicar a la Cristiandad cuánto tiene que sufrir un hombre por querer vivir con otro hombre. No hay derecho a que la Iglesia imponga su tiranía. Así que entramos en la fase decisiva: quiero seguir siendo monseñorini, pero quiero seguir siendo… lo otro. ¿Por qué debe ser incompatible la sinceridad del armario abierto con el sacerdocio?

Pero no hay problema. Es que hemos entrado en otra fase más del complot desatado hace tiempo. Saldrán más del armario poco a poco. Y no pasará nada. Como éste tiene influencia en la Comisión Teológica Internacional, plagada de teólogos modernistas, lo mismo sacan un nuevo documento sobre el tema (apoyado en textos bíblicos, no faltaba más). Y lo mismo le hace secretario personal el Monseñor del Ascensor (que por cierto sigue en su mismo puesto todavía y sigue encerrado en el armario oficialmente). No sé, el caso es que ya comenzamos -con esta puesta en escena-, un nuevo capítulo. Por aquí comenzó la Iglesia Anglicana hace años y ahora tiene obispos con mitra gay o gays con mitra de obispos. Veremos lo que tardamos en imitarles.

Dice el Obispo del chico enamorado que recemos por él. Y efectivamente eso es lo que tenemos que hacer. Pero debemos también rezar por todos los que han hecho posible que se llegue a esta situación, por todos los que apoyan esta situación, por todos los que justifican esta situación y por todos los que están encantados con esta situación. El estanque de fuego está en modo de espera. Estaremos al tanto de las nuevas aclaraciones de Lombardi, en las que siempre resplandece la Verdad.

Fray Gerundio

viernes, 2 de octubre de 2015

La nueva Evangelización (2) : ¿Olor a oveja?


Como veníamos diciendo, en la Iglesia Católica, que es la Única verdadera y fundada por Jesucristo, no pueden coexistir dos Magisterios diferentes. Eso no tiene ningún sentido, es absurdo ... ¡en teoría! ... pero de hecho nos encontramos con discrepancias notorias entre algunos puntos de doctrina magisteriales postconciliares que son contrarios a otros, también magisteriales, pero preconciliares.


No se puede negar lo que es evidente: algo está fallando en la labor de Evangelización de la Iglesia ... y algo muy importante. Como siempre las palabras de Jesús, nuestro Maestro, están ahí para avisarnos e indicarnos el camino a seguir, de modo que sepamos discernir la verdad del error, el sentido común del disparate: "Todo reino dividido contra sí mismo queda desolado; y cae casa sobre casa" (Lc 11, 17).


Esta advertencia de nuestro Señor es muy importante. Y no podemos pasarla por alto, como nada de lo que Él dijo. No cabe duda de que existe división en el seno de la Iglesia (en el Reino de Cristo en la tierra). Da una pena inmensa de que así sea, pero la verdad debe primar siempre sobre nuestros deseos y sobre nuestros sentimientos: lo que un cristiano no debe (¡no debería!) de hacer nunca es adoptar la postura del avestruz y proceder como si nada ocurriera ... ¡porque no estaría en la verdad! ... Sí ocurre. Y lo que ocurre es, además, muy grave.


Fue providencial que el Concilio Vaticano II se proclamara a sí mismo como meramente pastoral, insistiendo en que la doctrina católica de siempre, definida dogmáticamente en los concilios anteriores, no se iba a tocar (¡no se podía tocar!). El sentido que se le dio a este Concilio fue solamente de tipo pastoral, con vistas a que el Mensaje del Evangelio llegara al mayor número de personas de una manera más inteligible: al menos eso fue lo que se dijo en su momento. Otra cosa muy diferente son los frutos que se recogieron -y se siguen recogiendo- a consecuencia de la puesta en práctica de las recomendaciones que surgen en la aplicación de algunos documentos de este Concilio; habiendo algunos puntos concretos del mismo que podrían afectar, incluso, a la misma Doctrina. Todo ello está en estudio.


Pero, en fin: si se tiene en cuenta esta consideración, el cristiano de a pie no tiene por qué preocuparse ni, mucho menos, angustiarse. Todo aquello que se vea que contradice el Magisterio anterior (de alguna manera) es descartado: con ello no se desobedece al Magisterio actual por la sencilla razón de que éste ha declinado la prerrogativa de infalible. El Magisterio anterior, en cambio, sí hizo uso, explícitamente, de esta prerrogativa de infalibilidad. De manera que, en caso de duda, el cristiano que lo sea de veras no tiene más que acudir a las verdades de siempre, a aquellas que han sido definidas de modo infalible por el Magisterio de la Iglesia.


Debemos de tener presente que el Magisterio actual en ningún momento ha declarado nada nuevo con ese distintivo de infalibilidad. Los fieles quedan así libres para prestar su asentimiento obligatorio sólo a aquellas enseñanzas del Magisterio que coincidan con las del Magisterio anterior. De este modo (siempre que se mire todo con los ojos de la fe) resulta que no cabe ninguna oposición entre Magisterios, como no podía ser de otra manera: Existe un único Magisterio, que es el de la Iglesia de siempre, al que debemos fidelidad todos los católicos: una fidelidad que, debemos recordar, es a los principios de la sana doctrina, contenida en las Sagradas Escrituras, enseñados por la Tradición y confirmados por el legítimo Magisterio de la Iglesia.


Siendo esto así, es fundamental el conocimiento de ese Magisterio, pues se corre el peligro -real- de que dicho Magisterio se difumine, debido -sobre todo- a la influencia de las corrientes modernistas, que se han infiltrado en la Iglesia y que amenazan con destruirla, si ello fuera posible.


El modernismo ataca sistemáticamente -o pone en duda, que viene a ser lo mismo- todo lo que en la Iglesia católica "huela" a sobrenatural. Son puestas en tela de juicio verdades intocables, que pertenecen al depósito de la Fe. Tales son, por poner algún ejemplo, la Presencia Real de Jesucristo en la Eucaristía e incluso la realidad histórica de la Persona de Jesucristo.  Se niegan los milagros, a los que se considera como leyendas propias de gente del pasado e incultas (sin aportar ningún documento en contra de esos milagros, puesto que nada pueden aportar). Se niegan todas las verdades de fe: la existencia del pecado original, el dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María así como su Asunción, en cuerpo y alma, a los cielos. Se niega que María fuese virgen y madre. Se niega la divinidad de Jesús y, por supuesto, su Resurrección y Ascensión, en cuerpo y alma, a los cielos, etc...


El objetivo del modernismo, condenado por el papa san Pío X, en su encíclica Pascendi, como la suma de todas las herejías, es la destrucción de la Iglesia. Y, lo peor de todo, es que el pensamiento modernista está muy infiltrado en la Iglesia (a niveles de las más altas Jerarquías eclesiásticas).


De ahí la enorme y acuciante necesidad de pastores santos que tiene la Iglesia para sobrevivir. Como cristianos de a pie nuestra misión es la de "rogar al dueño de la mies que envíe obreros a su mies" (Mt 9, 38), pues "la mies es mucha, pero los obreros son pocos" (Mt 9, 37). Es importante señalar que estas expresiones anteriores, salidas de la boca del Señor, vienen inmediatamente después de este comentario de San Mateo, refiriéndose a Jesús: "Al ver a las multitudes se llenó de compasión por ellas, porque estaban maltratadas y abatidas, como ovejas que no tienen pastor" (Mt 9, 36)




Éste es el gran problema y, en realidad, el único problema: la falta de pastores verdaderos, aquellos de los que dice Jesús que van delante de las ovejas y las ovejas los siguen porque conocen su voz (Jn 10, 4). Pastores que entran por la Puerta de las ovejas, que es Jesús (Jn 10, 7.9). Jesús es también el buen Pastor, el Pastor por excelencia, aquél que da su vida por sus ovejas (Jn 10, 11.15) "y llama a sus propias ovejas por su nombre ... y las ovejas le siguen, porque conocen su voz" (Jn 10, 3-4).

El mundo de hoy necesita de estos pastores: pastores que hagan suya la vida de Jesucristo, que sean el mismo Cristo para las ovejas; y que esto lo hagan porque se han enamorado de Él hasta tal punto que han renunciado a vivir su propia vida.


Aunque el propio papa Francisco haya pedido a los sacerdotes que sean pastores con olor a oveja  y, dando por supuesto, que en las intenciones del santo Padre debe darse por sentado que el sentido de esa expresión es el de que los sacerdotes deben de estar en contacto con las ovejas para conocerlas mejor ... sin embargo existe el peligro -que es, además, una realidad contrastada por la experiencia- de que el pastor (el sacerdote) se confunda con el resto de las ovejas y aparezca ante ellas como una oveja más, no diferenciándose de ellas en nada.


¿Qué mensaje les van a dar, entonces? En su afán de aproximarse al mundo y de agradar al mundo, suelen acabar -casi siempre, y por desgracia- diciéndole al mundo lo que el mundo quiere oír ... ¡pero eso ya no sería el mensaje de Jesucristo, sino otra cosa! ... Se cumplirían en ellos aquellas palabras de la Biblia: "Ellos son del mundo; por eso hablan según el mundo, y el mundo los escucha" (1 Jn 4, 5).  Y esto es muy grave, pues así dice el apóstol Santiago: "¿No sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Por tanto, el que desee hacerse amigo de este mundo, se hace enemigo de Dios" (Sant 4, 4)


La consecuencia de esta "aproximación", de este "oler a ovejas", es que las ovejas van a seguir su camino, el mismo que seguían antes; y el sacerdote en cuestión, mezclado con ellas, va a ser considerado como una oveja más. Nada les ha dicho que ellas no supieran ya. Su presencia -eso sí- puede haberles servido, no para cambiar su estado de vida, sino para "tranquilizar" sus conciencias ..., falsa tranquilidad pues no se corresponde con la verdad. En realidad esas ovejas concretas que lo escuchan, no pretenden cambiar su modus vivendi. Son ovejas que están fuera del redil y desean permanecer así. No ocurre lo mismo con las ovejas del redil, aquellas que han escuchado alguna vez al buen Pastor. Éstas lo considerarán como un extraño: "Y ... huirán de él porque no conocen la voz de los extraños" (Jn 10, 5).


¿Cómo debe actuar, entonces, un sacerdote? ¿Cómo puede llevar a las almas a Dios? San Pablo nos da una respuesta en la que se deja ver, con toda claridad, que un sacerdote, para anunciar al Dios verdadero, al Único, no tiene más remedio -si no quiere adulterar la palabra de Dios- que hablar en Cristo, viviendo en sí mismo la vida de Jesús; y esto debe de hacerlo siempre, caiga quien caiga, pues la doctrina que predica no es suya. Por eso dice: "Somos para Dios el buen olor de Cristo, entre los que se salvan y entre los que se pierden; para unos olor de muerte para la muerte, para otros olor de vida para la vida" (2 Cor 2, 15-16)



[El texto es más completo si se lee 2 Cor 2, 14-17]

El sacerdote no debe mezclarse con las ovejas como una oveja más ... sencillamente porque no lo es. Su oficio es el de pastor; y lo que las ovejas necesitan de sus pastores es que éstos les hablen de Jesucristo, que sean para ellas el mismo Cristo y que perciban, de alguna manera, que son importantes para ellos y que estarían dispuestos, incluso,  a "dar su vida por ellas" (Jn 10, 15), si fuese preciso. Si tal cosa ocurre, entonces "las ovejas les seguirán, porque ahora conocen su voz" (Jn 10, 4) que no es otra que la voz del mismo Jesucristo, a quien representan, el cual "ha venido para que éstas tengan vida y la tengan en abundancia" (Jn 10, 10).

Para apacentar bien a las ovejas hay que quererlas del modo y manera en que Jesucristo las quiere, es decir, hasta dar la vida por ellas, si se presentase la ocasión (Jn 13, 1). Esta condición es necesaria para que el pastor sea un buen pastor (cfr Jn 21, 15-17). De lo contrario no será sino un extraño para las ovejas; y éstas no oirán su voz sino que huirán de él (Jn 10, 5).

(Continuará)

jueves, 1 de octubre de 2015

Viaje del papa Francisco a Cuba y Estados Unidos o Doctrina Cero en la Zona Zero (por Fray Gerundio)


El siguiente artículo de Fray Gerundio está tomado de la página web de Adelante la Fe. Su lectura meditada debería de hacernos conscientes de la crisis tan grande por la que está atravesando hoy la Iglesia y, por lo tanto, de la necesidad urgente de la oración, que es el único medio querido por Jesucristo para situaciones análogas que se han dado a lo largo de la historia de la Iglesia. Sin la oración, que es la fuerza del hombre y la debilidad del hombres, estamos simplemente perdidos.

ZONA ZERO

Me han pedido mis jóvenes novicios mi particular balance de la reciente visita apostólica de Francisco a Cuba y a los Estados Unidos. Ellos han visto todas y cada una de las actuaciones del Papa en cada momento. Han estado pegados al televisor durante toda la semana y han leído y requeteleído los discursos y soflamas pontificias. Han disfrutado de todo y han celebrado el éxito. Piensan que ha sido un viaje descomunal, magnífico y de incalculables consecuencias.

La verdad es que solamente estoy de acuerdo con ellos en esto último: las incalculables consecuencias. Porque sólo Dios sabrá el daño que una vez más se ha infligido al Pontificado en este periplo franciscano. No habría tiempo ni espacio para hacer un análisis pormenorizado de todas y cada una de las acciones de Francisco en estos días. Sería para escribir un Ensayo de muchas páginas. Otros lo han intentado hacer, pero yo no tengo fuerzas para ello. Ni humor. Ni capacidad cardíaca capaz de resistir el análisis detallado de todas las frases ingeniosas vertidas por él. Y mucho menos tengo fuerzas para escuchar otra vez las frases que -según gustan decir los periodistas alfombrados-, se salían del discurso programado. Estas eran mucho peores de digerir. Ni Demóstenes en sus mejores momentos ...

Bueno, el caso es que algo de esto he comentado con mis novicios. Para mí ha sido un viaje Cero, siendo bastante generoso en la calificación. Porque seguro que ha sido bien negativo. Desde luego en cuanto a la Doctrina, cero bien redondo y gordito. Ahora, en cuanto al oportunismo y la demagogia, sí que podemos calificarlo de sobresaliente.

No me imagino a San Pedro o a San Pablo haciendo viajes apostólicos de esta guisa. Los viajes de Francisco no tienen nada de apostólicos. Y tampoco tienen nada de audaces y valientes, a pesar de lo que digan los medios afines.

No me parece nada valiente dejar de hablar y condenar el comunismo ante las barbas de los Castro, porque ya se sabe que habría ido inmediatamente a parar al cubo de la basura y habría sido expulsado inmediatamente de la Isla Paradisíaca.

No es valiente eludir el tema de las libertades en la Isla (él que ama tanto las libertades). Hay que ver la de veces que ha predicado sobre ello…

Tampoco tiene nada de valiente no visitar ninguna cárcel, cuando le encanta visitar a los encarcelados de todos los meridianos por los que pasa. 


Y tampoco es valiente no mentar la cantidad de muertos producidos (como dicen ahora) por el comunismo reinante durante estos últimos lustros. 

No es valiente decir en el avión: no me consta que hubiera detenciones o no he concedido entrevistas. La misma visita al divino Fidel tampoco estaba programada (¿?), pero se hizo en medio de inciensos y botafumeiros.

Y no me parece nada valiente hablar en contra del capitalismo, ante un auditorio (el Congreso y Senado norteamericanos), que todavía conservan el uso de las formas y la educación diplomática por lo que no le han dicho absolutamente nada, y no le han expulsado de la reunión. Fueron correctos y corteses:  Aplaudían, lloraban, se emocionaban… mientras él no dijo ni una palabra sobre las prácticas asesino-abortivas de Planet Parenthood. Prácticas cuya financiación por las Cámaras fue refrendada justamente al día siguiente del discurso papal. Y con la ayuda del íntimo Obama, al que Dios guarde y a quien felicitó por el cuidado de la atmósfera. Mucho hablar del tráfico de armas, pero ni un vocablo sobre el tráfico de embriones despedazados todavía con vida. Mucho hablar de la pena de muerte, pero ni una palabra clara en contra del aborto, así con sus letras.

¡¡¡ Valiente valentía!!!

Ya me imagino a los senadores diciendo: Habla, habla, que mañana te vas a enterar de lo que puede hacer el capitalismo: Plas, plas, plas. Me hizo gracia ver a los Senadores levantándose por turnos para aplaudir las palabras del Papa Católico insistiendo en la necesidad de evitar el tráfico de armas, la polución atmosférica, la pena de muerte, el capitalismo perverso y no sé cuántas cosas más. Al día siguiente han ejecutado a la mujer por la que intercedió Francisco (con lo cual ha subido más puestos en su fama de gafe), hasta el punto de que ya nadie va a querer que interceda por él. Trae mala suerte.

Esto de plantear los viajes con la etiqueta de pontífice ambiental y global, como si se tratara del Dalai Lama o el Gran Mustafá del Oriente o el Rabino Mayor del Reino o todo junto, es hilarante. El pobre Dalai Lama (el auténtico) ya no aparece por ninguna parte, porque sus funciones las ha ocupado Francisco. Le ha fastidiado las giras frecuentes que antes hacía. 


Y es que los viajes del Papa, lamentablemente para los católicos, ya solamente sirven para afrontar los temas humanos, las doctrinas humanas, las soluciones humanas, los problemas humanos. Ellos hablan de doctrinas humanas ... decía el Nuevo Testamento de antaño.

Digo que no me imagino a San Pablo reuniéndose con el Rabino de Corinto o con la Gran Sacerdotisa del Templo de Apolo o con los Empresarios de Mercaderes de Esclavos para hablarles de que todas las religiones nos llevan al mismo Dios, o de que la esclavitud debiera ser eliminada, o de que acogieran a los cretenses inmigrantes. Que yo sepa, solamente habló de Jesucristo y por cierto, le pegó un buen palo a los pecados contra la carne, que tan de moda estaban en aquel Corinto a lo LGTB actual. ¡Ah! y no tuvo necesidad san Pablo de hacer un festival de cantos, con Aretha y sus bailarinas con celofán.

Mis novicios están escandalizados de lo que les he dicho esta tarde. Pero me parece que hay muchos católicos que piensan como yo, aunque no lo digan o lo quieran disimular. Porque tampoco convenció, ni se mojó demasiado en sus discursos sobre la Familia, en los que dejó al matrimonio en un discreto segundo plano, a espera de nuevas intervenciones sinodales.

De todos modos, hay una perla escondida en las intervenciones del Santo Padre, que estoy seguro que va a ser decisiva. En Estados Unidos dijo a los inmigrantes: No se arrepientan de sus tradiciones. Lo cual quiere decir que eso de la tradición es bueno para él. Yo desde luego no me arrepiento de mis tradiciones. Me da gusto que el Papa nos diga a los católicos que no dejemos las tradiciones. Quizá comiencen el Sínodo con una llamada a la Tradición de la Doctrina sobre el Matrimonio y con una Misa Tradicional de apertura.

Pero me da la nariz que no se refiere a las tradiciones católicas. Sólo a las culturales, psicológicas, ambientales y dietéticas. Digo yo. Y a las tradiciones judías, por supuesto. Y a las tradiciones célticas. Y a las vikingas.

Bueno, ya acabó la Fiesta. Ahora, a por el Sínodo.

¡¡¡Pobres novicios ingenuos!!!

Fray Gerundio

martes, 29 de septiembre de 2015

LAS GRANDES MENTIRAS DE LA HISTORIA (Vídeos) (Javier Paredes)


Es bueno y mentalmente sano llamar a las cosas por su nombre. Pero para eso es conveniente conocer la verdad, en este caso la verdad histórica acerca de lo que realmente ocurrió en infinidad de casos ... una verdad que desconocemos. Y en el programa Marcando el Norte, en unas entrevistas del doctor Javier Paredes al doctor Bárcenas, de tan solo 25 minutos cada una, se van aclarando ciertos temas, de una manera sencilla y rigurosa.

Merece la pena escucharlas (no todas el mismo día, pues no es conveniente atiborrarse de conocimientos). El enlace para ello se puede encontrar pinchando aquí.  De momento disponemos de tres de ellas que paso a reflejar en este blog:






Persecución actual de los cristianos en el mundo árabe (Videos)


PERSECUCIÓN CRISTIANA A NIVEL MUNDIAL
 3:42 minutos (Abril 2015)

 SILENCIO CULPABLE 
6:39  minutos (Junio 2015)


 TOCAN A REBATO 
5:18 minutos (Agosto 2015)