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lunes, 28 de mayo de 2018

Irlanda: "Ésta es la democracia en acción" (Luis Fernando Perez)


El pueblo irlandés ha decidido sumarse de forma más clara y rotunda a la apostasía de Occidente. Ya lo hizo al aprobar el “matrimonio” homosexual y lo ha vuelto a hacer al retirar de su constitución la clásula que defendía del derecho a nacer de los hijos de los irlandeses.
Resulta interesante analizar cómo han dado la noticia los cuatro periódicos más importantes de España. Así, de esa manera, describe El País lo que ocurrió ayer en Irlanda. 
“La contundencia del resultado, 66,4% frente a 33,6%, supone una histórica victoria de la Irlanda joven y cosmopolita. La victoria representa un nuevo avance para el feminismo global, cuyos millones de ojos estaban puestos desde hace días en este país de apenas 4,7 millones de habitantes, en busca de más inercia para una ola que se antoja imparable. Y entraña, por último, una aparatosa derrota de las poderosas fuerzas ultraconservadoras globales, que habían volcado sus recursos en defender el último fortín del catolicismo más reaccionario“.
Así lo cuenta El Mundo.
“Hemos hecho historia. Esta la democracia en acción", recalcó Leo Varadkar, el Primer Ministro irlandés de 39 años, hijo de inmigrantes indios y abiertamente gay, a la hora de destacar el profundo cambio social experimentado por Irlanda, que hace apenas tres años se pronunció a favor de los matrimonios homosexuales en un consulta popular y con la misma y abrumadora diferencia.
Así el Abc.
«Lo que hemos visto hoy es la culminación de una revolución silenciosa que está teniendo lugar en Irlanda desde hace diez o veinte años. Ha sido un gran ejercicio de democracia y el pueblo ha hablado», dijo el primer ministro irlandés, el democristiano Leo Varadkar
El apoyo de los ciudadanos ha sido transversal. Una encuesta a pie de urna de la televisión pública irlandesa RTE reveló que, por partidos el «sí» ha sido también la opción más votada: 74,9% en el gobernante Fine Gael, 74,5% en el nacionalista Sinn Féin, y 80,3% en el Partido Laborista. Solo en el conservador Fiana Fáil fue minoría, con el 49,7%. Su líder, Michéal Martin, se puso de lado del Gobierno pero la mayoría de sus diputados estaban en contra o no se pronunciaron.
Así La Razón:
El primer ministro irlandés, Leo Varadkar, ha destacado que tras el referéndum, Irlanda tendrá “una constitución moderna para un país moderno".
A los que han votado ‘No’, Varadkar les ha asegurado que Irlanda “es el mismo país que la semana pasada, solo que un poco más amable, un poco más tolerante y un poco más moral”.
Al tipo de El País habrá que recordarle que Polonia es también un bastión del catolicismo en Europa. Pero eso es casi lo de menos. Se le nota feliz al muchacho. Conseguir que los hospitales irlandeses sean un campo de extermino de los no nacidos es, para él, una derrota del catolicismo. Pues muy bien. 
En cuanto al primer ministro irlandés, el “democristiano” gay y abortista, ha conseguido pasar a la historia como el principal responsable de la mayor matanza de irlandeses, que se va a poner en marcha enseguida. A eso le llama ser un país “más moral".
En todo caso, seamos claros, ¿a alguien le sorprende este resultado? A mí no. La descristianización de Europa lleva necesariamente aparejada la desaparición de los últimos vestigos de la civilización cristiana. Mientras que algunos en la Iglesia Católica y todos los de las “iglesias” protestantes históricas han competido para ver quién hablaba mejor del gran destructor de la Cristiandad, Lutero; mientras católicos y protestantes compiten para ver quién es más laudatorio del sistema democrático liberal, incompatible con dicha Cristiandad, la inmensa mayoría de los europeos han vuelto la espalda a Dios, a Cristo, y a cualquier cosa que sea o parezca Iglesia de Cristo.
La Europa que se libró del totalitarismo nazi, fascista y comunista, se ha entregado en brazos del totalitarismo democrático, ese por el cual una mayoría puede decidir que un ser humano no tiene derecho a nacer. Ese por el cual se considera matrimonio algo que es una aberración a los ojos de Dios -eso dice la Biblia-. Ese por el cual los padres no tienen derecho alguno sobre sus hijos si el Leviatán estatal así lo considera. Ahí tienen los casos de Charlie Gard y Alfie Evans, modelo de eutanasia impuesta. Ahí tienen la imposición de la ideología de género. Ahí tienen… etc.
¿Y la Iglesia qué? Pues miren, algo empezó a cambiar cuando en el discurso de inauguración del último concilio ecuménico, San Juan XXIII dijo esto. Fue un jueves, 11 de octubre de 1962:
Siempre la Iglesia se opuso a estos errores. Frecuentemente los condenó con la mayor severidad. En nuestro tiempo, sin embargo, la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia más que la de la severidad. Ella quiere venir al encuentro de las necesidades actuales, mostrando la validez de su doctrina más bien que renovando condenas. No es que falten doctrinas falaces, opiniones y conceptos peligrosos, que precisa prevenir y disipar; pero se hallan tan en evidente contradicción con la recta norma de la honestidad, y han dado frutos tan perniciosos, que ya los hombres, aun por sí solos, están propensos a condenarlos, singularmente aquellas costumbres de vida que desprecian a Dios y a su ley, la excesiva confianza en los progresos de la técnica, el bienestar fundado exclusivamente sobre las comodidades de la vida. Cada día se convencen más de que la dignidad de la persona humana, así como su perfección y las consiguientes obligaciones, es asunto de suma importancia.
¿Y bien? Lo que Juan XXIII empezó hace más de 50 años, lo que continuó con la renuncia a la unidad católica para servir a la falsa idea del sano laicismo, es lo que Francisco -que no ha dicho una sola palabra sobre el referéndum irlandés ni sobre lo que pasa con el aborto en Argentina- está completando. Esa “misericordia” es la de Amoris Laetitia. Es el nuevo paradigma. Y pocos, muy pocos, alzan la voz. Y los que la alzan, son despreciados, insultados, acusados de fariseísmo, de fundamentalismo, de ser profetas de calamidades. Y además, se les manda callar… a veces con la “excusa” de que pone en peligro la unidad de la Iglesia o con la de no escandalizar a los débiles en la fe. Como si la unidad en el error fuera algo deseable. Como si los débiles en la fe no fueran, precisamente, las principales víctimas de lo que ven nuestros ojos.
Cuéntanos, Señor, entre tus elegidos. Danos fortaleza para ser testigos tuyos. Concédenos el don de la perseverancia final. 
Santidad o muerte.
Maranata.
Luis Fernando Pérez Bustamante