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domingo, 29 de enero de 2017

Después del Gran Maestre, está por rodar una segunda cabeza: la del cardenal Burke




Decapitado su Gran Maestre por el Papa, el inglés Frey Matthew Festing, la Soberana y Militar Orden de Malta no sólo ha ratificado el 28 de enero su renuncia forzada, sino que ha retrocedido la máquina del tiempo al fatídico 6 de diciembre, reinsertando en el rol de Gran Canciller justamente a quien ese día había sido removido de ese cargo y suspendido por la Orden, el alemán Albrecht Freiherr von Boeselager.

Para cambiar el rumbo en el interior de la Orden, hasta obligarla a este gesto de total sumisión a la voluntad del papa Francisco, ha habido tres actos en rápida sucesión llevados a cabo por el mismo pontífice: la convocatoria al Gran Maestre el 24 de enero y la orden que le impartió para que renunciara; la carta del día siguiente del secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, con la explicitación de la voluntad del Papa; y por último, dos cartas del 27 de enero del Papa en persona, con una posterior especificación del rol que tendrá el "delegado pontificio" del que se anunció su llegada: "para la renovación espiritual de la Orden".

Es este último el elemento de mayor novedad que se recoge en el comunicado difundido en la tarde de hoy por la Orden. Tal como Settimo Cielo había informado correctamente, el papa Francisco concedió efectivamente a la Orden la facultad de proceder según sus Constituciones en lo que se refiere a la regencia interina – asumida ahora por el Gran Comendador de la Orden, Frey Ludwig Hoffmann von Rumerstein – y el nombramiento del nuevo Gran Maestre. El "delegado pontificio", entonces, no sustituirá ni se sobrepondrá al gobierno legítimo de la Orden, como muchos habían anunciado o temido. Más bien ayudará con una tarea de guía "espiritual". Es decir, una tarea muy similar a la que ya le corresponde al cardenal patrono.

La decapitación infligida por el papa Francisco a la Orden de Malta es entonces doble. Porque ha rodado no sólo la cabeza del Gran Maestre Festing, sino también de hecho la del cardenal patrono Raymond Leo Burke, es decir, la de los que habían llevado a la remoción de Boeselager, seguros con ello de poner en práctica el mandato confiado a ellos por el Papa, en una carta del 1 de diciembre a Burke, de "promover los intereses espirituales de la Orden y remover toda afiliación con grupos y prácticas contrarias a la ley moral".

Esa remoción, por el contrario, puso en movimiento un choque sin precedentes dentro de la Orden de Malta y entre la Orden y la Santa Sede, cuya crónica podía leerse en los belicosos comunicados emitidos gradualmente por la Orden hasta hace pocos días.

Hoy ya no quedan huellas de esos comunicados. Han sido removidos en su totalidad de la página web oficial de la Orden.

Pero es difícil creer que para corregir el desbarajuste causado sea suficiente con el acto de sumisión al Papa llevado a cabo el sábado 28 de junio por la nueva regencia de la Orden.

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La más detallada y documentada reconstrucción de los acontecimientos está en estos tres servicios de Edward Pentin para el National Catholic Register:

7 de enero de 2017

18 de enero de 2017

26 de enero de 2017

28 de enero de 2017


(Traducción en español de José Arturo Quarracino, Temperley, Buenos Aires, Argentina)

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NOTA: Hay otro artículo de The Wanderer (del 30 de enero, posterior pues, a éste de Sandro Magister,  que es estremecedor. Coloco aquí el correspondiente enlace. Su título es: "Reflexiones sobre la derrota".  Entre otras cosas, dice lo siguiente, como parte final:
Las consecuencias de lo ocurrido son catastróficas. Dejemos de lado lo que ocurrirá con la Orden de Malta, y pensemos lo que ocurrirá con la resistencia a Bergoglio. Quien la lideraba, gustara o no, era el cardenal Burke. Él es quien ha sufrido la derrota más aplastante. No solamente porque Frey Mathew debió renunciar y Boeselager fue repuesto en su cargo, sino porque la Santa Sede designará un delegado apostólico para intervenir en la renovación religiosa de la Orden, lo cual significa el desconocimiento más flagrante a la figura de Burke como cardenal patrono

Burke es hoy día un Don Nadie. Una Eminencia inexistente. Sus dubia no serán respondidas ni siquiera por los monaguillos de la basílica de San Pedro. Su declarada intención de hacer una corrección pública al Papa surtirá, como único efecto, las carcajadas de todo el mundo. Los cardenales y obispos que en un principio lo seguían, desaparecerán abruptamente: nadie se encolumna detrás del mariscal de la derrota.

Peor aún, aquellos obispos, que no eran pocos, que pensaban ofrecer resistencia a los amores de Leticia dejando en claro que en sus diócesis los recasados no podían comulgar, se quedarán callados, o adoptarán la postura contraria, porque no querrán ser identificados con el cardenal leproso y derrotado.

Decíamos en un post anterior que Francisco enviaría a Burke como nuncio a alguna capital africana. No es necesario que lo haga. Más aún, no lo hará porque, en tal caso, le haría el favor de hacerlo desaparecer. Burke quedará donde está, es decir, en ningún lugar, con la única posibilidad y prerrogativa de calzarse un capelo colorado y envolverse en su cauda magna de seda escarlata.

Corolario: La maldad y astucia satánica con la que ha actuado Bergoglio en este conflicto da susto. Este hombre no se detiene ante nada. Ahora, envalentonado y sin enemigos a la vista, puede llegar a hacer más desastres aún de los que ya hizo.