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viernes, 14 de octubre de 2016

El escándalo está servido: el Papa Francisco y la estatua del hereje Martín Lutero en el Vaticano durante el 99 aniversario de la última aparición de la Virgen María en Fátima


Fuente: CATHOLICVS

Ayer, jueves 13 de octubre, coincidiendo con el 99º aniversario de la última aparición de la Santísima Virgen María en Fátima (Portugal), día en el que se produjo el "milagro del sol", el Papa Francisco recibió a un numeroso grupo de luteranos en el Aula Pablo VI del Vaticano donde, para la ocasión, se colocó una escultura del agustino apóstata y heresiarca Martín Lutero, causante del mayor cisma de la Iglesia acaecido en el segundo milenio, como muestran las imágenes. 



 

Hay quien no ha tardado en recordar la amenaza lanzada en su día por Lutero: PESTIS ERAM VIVVS MORIENS ERO MORS TVA PAPA (En vida fui tu castigo, muerto seré tu muerte, Papa). ¿Era necesario colocar dicha escultura? ¿Es para que los católicos nos vayamos acostumbrando a lo que nos espera durante el próximo año? 

Sin más comentarios por mi parte, pues se comenta sola, así da la noticia Radio Vaticano (la negrita pertenece al texto original de RV):

Católicos y luteranos aunados por la misericordia de Dios, que tanto anhela el mundo, alentó el Papa

El Papa Francisco recibió en el Aula Pablo VI a los participantes en una peregrinación ecuménica luterana provenientes de Alemania - RV 13/10/2016 12:16

Prosigamos confiados nuestro camino ecuménico: ¡lo que nos une es mucho más de lo que nos divide!

Testimoniemos juntos la misericordia de Dios en el mundo de hoy, que tanto la necesita


(RV).- Fue la exhortación del Papa Francisco, al recibir a un numeroso grupo de peregrinos luteranos de la región alemana de Anhalt. Pocos días antes de su viaje - el 31 de octubre y el 1º de noviembre - a Suecia, en el marco de la conmemoración del comienzo de la reforma de Lutero, en Lund y en Malmö, el Obispo de Roma, con su cordial bienvenida, invitó a la acción de gracias a Dios por el camino ecuménico que hemos recorrido juntos:

«Demos gracias a Dios porque hoy, luteranos y católicos estamos caminando en la senda que va del conflicto a la comunión. Ya recorrimos juntos un importante trecho de camino. A lo largo de nuestro caminar tenemos sentimientos contrastantes: dolor por la división que aún existe entre nosotros, pero también alegría por la fraternidad reencontrada. Vuestra presencia tan numerosa y entusiasmada es un signo evidente de esta fraternidad y nos llena de esperanza que pueda seguir creciendo en la comprensión recíproca».

Luego, el Papa subrayó la celebración ecuménica en tierra sueca, reiterando la importancia de recordar el pasado, mirando al futuro aunados en el servicio a los más necesitados, para hacer visible la misericordia de Dios con el testimonio cristiano:

«A finales de este mes, si Dios quiere, iré a Lund, Suecia, y junto con la Federación Luterana Mundial haremos memoria, después de cinco siglos, del inicio de la reforma de Lutero y agradeceremos al Señor por los cincuenta años de diálogo oficial entre luteranos y católicos. Parte esencial de esta conmemoración será dirigir nuestra mirada hacia el futuro, en vista de un testimonio cristiano común en el mundo de hoy, que tiene tanta sed de Dios y de su misericordia. El testimonio que el mundo espera de nosotros es sobre todo el de hacer visible la misericordia que Dios tiene para con nosotros, a través del servicio a los más pobres, a los enfermos, a los que han abandonado su tierra para buscar un futuro mejor para sí mismos y para sus seres queridos. Poniéndonos al servicio de los más necesitados experimentamos que ya estamos unidos: es la misericordia la que nos une».

El Papa alentó asimismo el camino ecuménico de los jóvenes, afianzados en el Evangelio de Jesús, para anunciar la paz y la reconciliación:

«Queridos jóvenes, los aliento a ser testimonios de misericordia. Mientras los teólogos llevan adelante el diálogo en el campo doctrinal, ustedes sigan buscando con insistencia ocasiones para encontrarse, conocerse mejor, rezar juntos y ofrecer su ayuda los unos a los otros y a todos los que están en la necesidad. Así, libres de todo prejuicio y confiando sólo en el Evangelio de Jesucristo, que anuncia la paz y la reconciliación, serán verdaderos protagonistas de una nueva estación de este camino, que con la ayuda de Dios, conducirá a la comunión plena. Yo les aseguro mi oración y ustedes, por favor, recen por mí, que lo necesito tanto ¡Gracias!»