BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS



jueves, 1 de noviembre de 2018

Sínodo de obispos y cortinas de humo



Entre los usos y costumbres de la política en Argentina, cada vez más alejada de la verdadera política, entendida como el arte del bien común, existe la llamada táctica de las cortinas de humo. El gobierno de turno (cualquier gobierno), tratando de desviar la atención del pueblo sobre los principales problemas que aquejan al país, genera semana a semana, casi día a día, nuevos temas de debate, nuevas cuestiones, nuevos problemas, ordenados a manipular la opinión pública, con la esperanza de que las cuestiones fundamentales pasen al olvido. Se usa una expresión que lo dice claramente: “imponer y marcar agenda”. 

Cuando el gobierno se niega a admitir que la realidad, con sus inevitables problemas, es la que “impone la agenda”, es el propio gobierno el que “marca la agenda”, ficticia, inventada, ajena a los reales problemas.

Supongo que en la mayoría de los países sucederá algo parecido. Pero en estos días posteriores a la finalización del Sínodo de Obispos, a mí se me ha puesto en la cabeza que es en la Iglesia donde también está sucediendo hoy algo parecido. A fin de cuentas, y sin querer solazarme siendo mal pensado (sino sólo por intención de constatar y describir la realidad), el papa actual es argentino y, como arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, ha debido hacer política en su cargo anterior (y mucho me temo que nunca le ha desagradado el oficio, el de político quiero decir), y quizás algunos malos usos y costumbres del medio en que actuó se le hayan contagiado (involuntariamente, claro, no seamos mal pensados).

Hace alrededor de un mes, el profesor Roberto de Mattei escribía:
 “La impresionante rapidez con que se suceden los acontecimientos al interior de la Iglesia hace pensar que no sólo se deba a una dinámica de aceleración histórica, sino a una deliberada decisión de los agentes del caos para aumentar la desorientación y paralizar las fuerzas de quienes intentan contener la marea que avanza”.[1] 
Es cierto: da la impresión de que aquella consigna que en los comienzos de su pontificado daba el papa Francisco a los jóvenes: “Hagan lío”, la tiene él también como consigna propia, o bien (no seamos tan mal pensados) la tienen sus “amigos”, o sea quienes le rodean en la Curia, le asesoran y le asisten en el gobierno de la Iglesia.

Porque nadie que sea objetivo y sincero puede poner en duda que la realidad de la Iglesia en la actualidad está señalada por una crisis de fe que tiene su manifestación en una crisis moral sin precedentes, crisis de fe y crisis moral que han llegado a afectar a amplios estratos del clero y de la más alta jerarquía

Sin embargo, hoy la Santa Sede se niega a aceptar esta “agenda” impuesta por la realidad de los hechos, intentando señalar otra agenda, como si estuviera encendiendo cortinas de humo para desviar la atención de la opinión pública y, sobre todo, del pueblo fiel, desviarla de aquello que realmente importa y exige solución: la crisis de fe y crisis moral. Como si cada día Roma nos obligara a los católicos a ver un árbol, mañana otro, y pasado mañana otro… para que se nos pierda de vista el bosque.

Pero no puede haber suficientes cortinas de humo que nos tapen la realidad, los árboles no pueden impedirnos ver el bosque

La realidad ha impuesto la inevitable agenda, manifestada por las dubia, planteadas por los cuatro cardenales, y la Correctio filialis, expresada por tantas personalidades católicas de las que no se puede poner en duda su rectitud de intención. Ambas, Dubia y Correctio filialis, se dirigen a que el Papa, cumpliendo cabalmente con la misión que N.S. Jesucristo le ha confiado, confirme la Fe del rebaño [2], eliminando dudas y ambigüedades,  aclarando verdades, definiendo/recordando la fe y la moral de siempre, la moral de la ley natural y de la ley de Cristo, la moral del si-si y del no-no, llamando virtud a la virtud y pecado al pecado, señalando los errores que atacan la recta doctrina de fe y la recta doctrina moral. 

Pero la respuesta del Papa ha sido el silencio, es decir, la falta de respuesta, permitiendo de ese modo que sigan difundiéndose los errores, las herejías y la inmoralidad en el seno del pueblo fiel, y poniendo en gravísimo peligro la salvación eterna de las almas.

La realidad ha impuesto agenda, manifestada también por la valerosa declaración del arzobispo Carlo María Viganò, en sus tres cartas públicas. Y la respuesta del Papa ha sido y sigue siendo el silencio y la convocatoria a un sínodo de presidentes de todas las conferencias episcopales del mundo para febrero próximo, lo cual no hace más que dar largas al asunto, mantener los problemas sin solución y, al fin de cuentas, evadir las propias responsabilidades.

A la vez, negando la “agenda impuesta” por la crítica realidad de la Iglesia, el Papa no parece hacer otra cosa más que “señalar otra agenda”, cada vez más caótica y ficticia, ajena a las verdaderas necesidades de la hora actual.

- Ha seguido adelante con la celebración de un Sínodo sobre los Jóvenes del que nadie, ni siquiera los obispos participantes, ha tenido claro su objetivo ni su razón de ser (debiendo votar por un texto impuesto que ni podían leer).

- Otro día viene de arriba la imposición de la “sinodalidad” como problemática focal de la Iglesia, y precisamente impuesta a un sínodo, sin que sus actores tuvieran arte ni parte en traer ese tema a escena.

- Otro día es la petición de crear en Roma una nueva oficina para registro y control de los sitios y blogs de internet, sin ni siquiera darse cuenta de la inviabilidad de tal empresa.

- Otro día el foco de la atención se lo lleva la decisión del papa Francisco (él lo dijo: “Soy el único responsable”) de un acuerdo con el gobierno de China que no es sino sumisión al totalitarismo maoísta, despreciando cualquier prudente consejo y burlándose de la resistencia martirial de la Iglesia fiel en China.

- Otro día (ayer mismo) es la convocatoria a una cumbre climática en Roma, oponiéndose a la programada en Polonia, como si en el tema del “cambio climático” (de más que dudosa validez científica) nos fuera la vida y la salvación.

- Otro día son las canonizaciones de dudosos y hasta falsos santos y mártires que son ejemplo de poco y nada.

Y así siguiendo…, mes a mes, semana a semana, día tras día. ¿Es que no son cortinas de humo para desviar la atención de los verdaderos problemas?... 

Mientras, se mantiene el silencio negacionista del papa Bergoglio sobre la miseria populista en Venezuela, la persecución anticristiana en Nicaragua, y las matanzas de católicos en los países musulmanes. Y se mantiene su silencio sobre el perfil bélico-religioso de la falsa inmigración islámica en Europa

Sin olvidar su tozuda insistencia en señalar al “clericalismo” como única causa de los crímenes de pedofilia en el clero, negando la verdadera cuestión de fondo: la homosexualidad de parte de los sacerdotes, apañada por el lobby sodomítico que ha colonizado el vértice jerárquico vaticano, lobby que el papa Francisco no puede eliminar (¿o no quiere?).

No quiero extenderme en esta reflexión, que intenta ser tan sólo un “apunte”. Pero quiero aclarar a los lectores que si un día y otro debo atender aquí a la caótica “agenda” que parece querer marcar el papa Francisco, dispuesto a seguir “haciendo lío”, sin embargo, quien esto firma intenta no estar confundido, y no confundir esta agenda con la otra, la verdadera, la que viene impuesta por la realidad: la señalada por la abrumadora crisis religiosa actual, crisis de fe y crisis moral que hoy vive la Iglesia. 

No nos confundamos, entonces, que las cortinas de humo no desvíen nuestra atención de lo que realmente importa.

-------

[1] Roberto de Mattei, “El Primado Romano desfigurado por el sucesor de San Pedro”, Corrispondenza Romana, 26 de septiembre de 2018.
[2] Juan 21,15-17.

miércoles, 31 de octubre de 2018

Monseñor Weinandy: “Lo peor hoy es la respuesta vaga e incierta que da la Iglesia al mal” (Carlos Esteban)



El teólogo Thomas Weinandy, que el año pasado enviara a Francisco una carta abierta lamentando la “confusión doctrinal” que reina en su pontificado, ha vuelto a escribir, esta vez para asegurar que la situación no ha hecho más que empeorar.

“El Cuerpo de Cristo sufre actualmente más que entonces, y me temo que el sufrimiento se hará aún más intenso”, advierte Monseñor Weinandy, capuchino y uno de los teólogos más importantes del mundo, que hace un año fue cesado de su puesto en la Conferencia Episcopal de Estados Unidos tras una carta abierta en la que denunciaba la confusión doctrinal en la Iglesia actual y hacía responsable a Su Santidad.

“Para mí, lo que resulta hoy más preocupante es la respuesta vaga, incierta y a menudo aparentemente indiferente al mal, no sólo a la conducta sexual gravemente pecaminosa en el clero y el episcopado, sino también al escandaloso deterioro de la enseñanza doctrinal y moral de las Escrituras y de la Tradición magisterial de la Iglesia”.
Aunque Weinandy acaba su carta, publicada en ‘The Catholic Thing’, con una nota esperanzada, convencido de que la exposición pública del mal va a abrir un periodo de clarificación y purificación de la Iglesia, es difícil, tras el cierre del pasado sínodo, no concluir con el teólogo que la confusión ha aumentado considerablemente en un año.

Hemos hablado estos días de cómo el texto final del sínodo es en buena medida una melaza indigerible y anodina que evita cuidadosamente caer en los cambios doctrinales que muchos temían y que incluso los comentarios de algunos padres sinodales en las ruedas de prensa posteriores a cada sesión hacían presagiar. Sin embargo, se advierte en él, como en casi todos los pronunciamientos públicos de nuestra jerarquía, una visible renuencia a hablar claro y, sobre todo, a reiterar con certeza los aspectos de la doctrina que más chocan con las ideas seculares dominantes.


En la revista americana First Thing, John William Sullivan se sirve de la conversión reciente de la cantante irlandesa Synead O’Connor al Islam para reflexionar sobre un fenómeno más amplio, que afecta a todas las sociedades occidentales y que la Iglesia agrava con su bien intencionada ‘actualización’ y con su ‘apertura al mundo’.

O’Connor, nacida y criada en el catolicismo, ha pasado por tantas fases vitales que sería muy prolijo enumerarlas todas, desde católica disidente a rastafari, y sus problemas de salud mental no son, con toda probabilidad, ajenos a esta desesperada búsqueda. Pero si todas sus elecciones religiosas hasta la fecha tenían un punto frívolo o, cuando menos, inofensivo, al transformarse en Shuhada Davitt ha entrado en una fe cuyos fieles se toman con extraordinaria seriedad. No es probable que sus correligionarios reaccionen con un encogimiento de hombros a una nueva ‘salida’ de la neófita que afecte a su fe, al contrario de lo que sucedió en el mundo católico.

El Islam crece, no solo vegetativamente -por la entrada de inmigrantes y por la saludable fertilidad de sus adherentes-, sino también por conversiones de quienes tienen por herencia las raíces cristianas. Y en buena medida se explica porque el Islam da toda la impresión de creer en sí mismo, de transmitir certezas, lo que cada vez se puede decir menos de nuestra Iglesia, al menos en su proyección pública.

La ‘estrategia evangélica’ de la Iglesia hoy parece ser una servil rendición a lo que el mundo considera valioso, unida a un escamoteo sangrante de todas las doctrinas que puedan parecer difíciles, que recuerden al cristiano que “la vida del hombre sobre la tierra es milicia”, que lo único importante es que las almas se salven, y que el camino único de la salvación es la Cruz.
La teoría es que esto vendrá después, pero que primero hay que atraer a los jóvenes, especialmente, con aquello que les gusta. Y esa teoría se está mostrando previsiblemente desastrosa. Digámoslo una vez más: una fe que te dice que eres estupendo tal como estás y que aplaude todo lo que haces es redundante y no atrae a nadie.

La Iglesia que pelotillea a la juventud -como hemos visto en algunos casos ruborizantes durante este sínodo- será siempre rechazada por quien necesita certezas y que les digan las verdades más duras y el mensaje menos abierto a las componendas. 


El mensaje no puede ser “hakuna matata”, no hay problema, porque sí lo hay, y gravísimo: esta vida es el escenario de una lucha no ya a vida o muerte, sino a vida o muerte eternas.

Carlos Esteban

La visita del Papa deja a la iglesia irlandesa con una deuda de 4 millones (Carlos Esteban)




Aún quedan 4 millones de euros por pagar de la visita del Papa a Irlanda el pasado agosto, y ya es la quinta vez que el episcopado apela a la generosidad de los fieles para cubrir la deuda.

En su día, apenas iniciado el Encuentro Mundial de las Familias en Dublín y en víspera de la llegada del Papa, ya dimos cuenta de cómo los organizadores observaban, alarmados, que faltaban por cubrir cinco de los 32 millones de euros que costarían las 32 horas de visita papal, así como de los esfuerzos recaudatorios para que los fieles hicieran contribuciones especiales para cubrirlos.

Pues bien, el encuentro queda ya varios meses atrás y los parroquianos de la otrora ultracatólica Irlanda parecen renuentes a rascarse el bolsillo: de esos cinco millones, solo se ha podido conseguir uno hasta la fecha, con lo que se ha vuelto a apelar a la generosidad de los fieles para tapar el agujero.

Es ya la quinta vez que se pide en las parroquias irlandesas a los asistentes a misa que donen con especial generosidad para cubrir lo que queda por pagar del evento de finales de agosto. El Gobierno irlandés se comprometió a poner una parte, hasta diez millones, para pagar cuestiones como la seguridad del encuentro. Ya han aparecido avisos en hojas parroquiales y publicaciones diocesanas por todo el país, aparte de la mención en las homilías o avisos de las propias misas, para irritación del católico practicante, que tiene la sensación de que no para de dar dinero para lo mismo.

La frialdad de los católicos irlandeses parece, por lo demás, en consonancia con el estrepitoso fracaso de asistencia que supuso el jaleado evento, y muy especialmente la misa celebrada por el Santo Padre en Phoenix Park, para la que se esperaban más de 300.000 asistente y que se vio reducida a 152.000 personas. Las fotografías aéreas dieron en prensa una penosa impresión, especialmente cuando se comparan con el éxito arrollador de la última visita de San Juan Pablo II a la isla.

Que Irlanda ha dejado de ser el foco de resistencia católica de su leyenda nacional quedó suficientemente claro pocos meses antes, en el referéndum sobre el aborto, que dio al país el dudoso honor de ser el primero en aprobar esta plaga insigne de la Cultura de la Muerte por plebiscito popular, y de hacerlo por una abrumadora mayoría de dos tercios.

A esta descristianización acelerada había que sumar un Encuentro Mundial de las Familias organizado por el prefecto del megadicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, Kevin Farrell, salpicado por su larga convivencia y colaboración con el pedófilo arzobispo emérito de Washington, Theodore McCarrick, y su conocida inclinación favorable a las tesis LGTB ‘católicas’. De hecho, uno de los ‘números estrella’ del peculiar encuentro era una intervención del colaborador de la revista America, asesor de comunicación del Vaticano y autodesignado apóstol del ‘lobby’, el jesuita James Martin, cuyo libro sobre el acompañamiento pastoral a gays y lesbianas fue prologado por el propio Farrell.

Para acabar de hacer poco apetecible la ocasión, estaba reciente la acusación de pedofilia contra McCarrick, que llevó a su expulsión del Colegio Cardenalicio, el informe del gran jurado de Pensilvania y, justo la víspera de la llegada del Papa, el explosivo Testimonio Viganò. Centrarse en la atención pastoral de los homosexuales en estas condiciones, en un encuentro que desde su creación por Juan Pablo II había supuesto una exaltación de los valores familiares, no parecía lo más oportuno.

Y, de hecho, los irlandeses parecen haberlo entendido así, opinando contra el encuentro con su ausencia entonces y sus bolsillos cerrados hasta la fecha.

Carlos Esteban

Nuevas denuncias sobre la homosexualidad en la Iglesia. Pero el Papa calla y culpa al “clericalismo” (Sandro Magister)



En la clausura del Sínodo, llevada a cabo el sábado 27 de octubre, Jorge Mario Bergoglio volvió a identificar en el “Gran Acusador”, en Satanás, al autor último de las acusaciones lanzadas contra él, el Papa, para golpear en realidad a la “Madre Chiesa”:

“Por eso éste es el momento de defender a la Madre. […] Porque al atacarnos el Acusador ataca a la Madre, pero la Madre no se toca”.

Con esto Francisco ha justificado una vez más su silencio frente a la a acusación – dirigida públicamente contra él por el arzobispo Carlo Maria Viganò, ex nuncio en Estados Unidos – de haber mantenido junto a él durante largo tiempo, como consejero de confianza, a un cardenal como el estadounidense Theodore McCarrick, de quién también conocía – al igual que muchos otros, en el Vaticano y fuera de éste – las prácticas homosexuales con seminaristas y jóvenes.

Pero hay también otro silencio al que el Papa se atiene constantemente. Es el silencio sobre la homosexualidad practicada por numerosos eclesiásticos. Francisco no la cita nunca, cuando denuncia la plaga de los abusos sexuales. En el origen de todo, sostiene él, está más bien “el clericalismo”. También el documento final del Sínodo, en los parágrafos respecto a los abusos, se apropia de este juicio de Francisco, y define al clericalismo como “una visión elitista y excluyente de la vocación, que interpreta el ministerio recibido como un poder para ejercer, más que como un servicio gratuito y generoso”.

Son un silencio y un diagnóstico del Papa que encuentran fuertes críticas, sobre todo en Estados Unidos, donde la opinión pública católica y la que no lo es, tanto la progresista como la conservadora, está más que nunca activa en el reclamo de verdad y transparencia.

Una expresión particularmente reveladora de esta opinión pública es el artículo publicado el 26 de octubre – justamente mientras el Sínodo estaba en sus tramos finales – en “Commonweal”, histórica revista del catolicismo “liberal” americano, con la firma de Kenneth L. Woodward, durante treinta y ocho años valorado vaticanista de “Newsweek”:

> Double Lives

A juicio de Woodward, el caso McCarrick es revelador de cuán difundida está realmente la homosexualidad entre los eclesiásticos, en todos los niveles, como ya había documentado desde el 2003 el célebre informe del Jay College of Criminal Justice, según el cual “ocho de cada diez abusos registrados por obra de sacerdotes en los últimos setenta años fueron casos de varones que abusaron de otros varones”.

En consecuencia, “hay que ser ciegos o deshonestos”, escribe Woodward, para rechazar la denuncia del rol de la homosexualidad en el escándalo de los abusos, llamándola “homofobia”.

En décadas de trabajo como vaticanista, Woodward recuerda haber recogido innumerables informes no sólo de casos particulares de homosexualidad, sino de verdaderas y auténticas “redes” de apoyo y complicidad entre eclesiásticos de doble vida, en Los Ángeles, Milwaukee, Chicago, Pittsburgh y otras diócesis. En Chicago, el sacerdote Andrew Greeley, sociólogo y escritor de los más leídos en Estados Unidos, fallecido en el 2013, denunció públicamente la presencia de círculos de homosexuales en las oficinas de la diócesis, gobernada por el cardenal Joseph Bernardin, su amigo y guía muy influyente del ala progresista de la Iglesia Católica estadounidense.

Pero Woodward recuerda también que la curia vaticana estaba infectada. Cita el caso de John J. Wright (1909–1979), durante diez años obispo de Pittsburgh y fundador en esa diócesis, en 1961, de un “oratorio” para jóvenes estudiantes universitarios que atraía a sacerdotes homosexuales como abejas sobre la miel. Wright era un intelectual brillante, contratado por diarios “liberales”, entre ellos el “Commonweal”, pero ortodoxo en la doctrina, a quien Pablo VI llamó a Roma en 1969, para presidir la Congregación vaticana para el Clero, creándolo cardenal. Pero muchos sabían de su doble vida con jóvenes amantes, precisamente mientras supervisaba la formación de los sacerdotes católicos en todo el mundo.

No sólo eso. Entre quienes hoy “seguramente conocen la verdad” sobre él – prosigue Woodward – está el cardenal Donald Wuerl, hasta hace pocas semanas poderoso arzobispo de Washington, también él acusado de haber “encubierto” casos de abusos, pero despedido por el papa Francisco con conmovedoras palabras de estima. Wuerl fue secretario personal de Wright cuando éste fue obispo de Pittsburgh, y también después permaneció “más cercano a él que los cabellos a la cabeza”, hasta asistirlo en el cónclave de 1978, en el que se eligió a Juan Pablo II.

Woodward no cita otros casos específicos de homosexualidad practicada por dignatarios de la curia romana. Pero una ejemplificación creíble salió en Italia en 1999, en un libro de denuncia, con el título de “Via col vento in Vaticano”, de autor anónimo, pero identificado posteriormente en el monseñor de la curia Luigi Marinelli, fallecido al año siguiente. Entre otras cosas, se lee allí la carrera de un prelado estadounidense con una debilidad por los jóvenes, llamado a Roma para la Congregación vaticana para los Obispos, y luego devuelto a su patria a cargo de una diócesis importante, visitada por primera vez por un Papa, Juan Pablo II, en uno de sus viajes, y posteriormente promovido también a unan diócesis de mayor importancia y creado cardenal, y al final jubilado por razones de edad. O también se lee en ese libro de un diplomático de alto nivel, tejedor de acuerdos en los frentes más complicados, desde Israel a Vietnam, desde China a Venezuela. Crónicas recientes han enriquecido este muestreo, que en los últimos años parece estar creciendo, no en declinación.

En Estados Unidos llamamos “lobbies de color lila” a las redes homosexuales que impregnan seminarios, diócesis y curias. El problema, escribe Woodward, es que “en la jerarquía cristiana nadie parece ansioso en investigar”, ni siquiera después que el ex nuncio Viganò sacó a la luz el escándalo y ha acusado al papa Francisco en persona.

Concluye Woodward:

“Probablemente jamás tendremos la transparencia total. Pero si son necesarias reformas estructurales para proteger a los jóvenes de los abusos, los escándalos en el verano del 2018 deberían ser vistos como puntos de partida para una acción adecuada, no como ocasiones para demostraciones inútiles de rabia, shocks, vergüenza y desesperación. El peligro de las doble vidas clericales y de los secretos que pueden ser utilizados como armas para proteger otros secretos deberían ser aclarados a todos en este punto. Mientras haya una Iglesia también habrá hipocresía clerical, pero podemos y debemos hacer lo máximo posible para combatirla”.

Pero ciertamente ni el silencio ni los improcedentes gritos de alarma contra el “clericalismo” pueden llevar a más transparencia y a la eliminación de la plaga.

Sandro Magister

Liberal Censorship: Synod asks Vatican to create "Vatican Certification" of Acceptable Websites



The most astonishing demand of the "Synod Fathers" who approved their final document without actually reading it is in paragraph #146:



Well, well, well... We know what those "certification systems of Catholic sites" mean: a new form of censorship.

The old censorship, which was excellent in intent, tried to protect Catholics from books promoting heresy and immorality. But this was when many in the Vatican itself were not themselves promoting heresy and living in utter immorality.

You can just imagine that a man in the shape of Uncle Ted McCarrick could be in charge of this "Vatican Digital Commission" that would promote the "Vatican Certification" of acceptable websites: those promoting sodomy would be accepted, while those promoting the Baltimore Catechism would be rejected...

martes, 30 de octubre de 2018

Arzobispos Chaput y Gracias: Sinodalidad anti-sinodal



El adjetivo “sinodal” se aplica a la decisión que se toma en un sínodo de la Iglesia. El sustantivo “sínodo”, en la Iglesia Católica, se refiere por antonomasia al “Sínodo Episcopal”, y se define como “una asamblea de obispos escogidos de las distintas regiones del mundo, que se reúnen en ocasiones determinadas para fomentar la unión estrecha entre el Romano Pontífice y los Obispos” [1]

Por lo tanto, el adjetivo “anti-sinodal” lo uso aquí para hacer referencia a una decisión que no surge de un sínodo de obispos, o que se toma en contra del sínodo, o alterando la esencia propia y el funcionamiento natural de un sínodo. 

Sirva esta introducción terminológica para ubicar en su correcto contexto histórico el concepto de “sinodalidad”, que el papa Francisco ha expresado que ha sido central en la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de Obispos, dedicada a “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, y que ha terminado en Roma este fin de semana. 

Efectivamente, el papa ha remarcado la centralidad de la “sinodalidad” entre los temas de este Sínodo, pero de ello los padres sinodales se han enterado el último día de la asamblea, cuando tuvieron el Documento Final en sus manos.

Antes de referirme al punto en cuestión, no quiero dejar pasar la ocasión para señalar la ridiculez que implica presentar el Documento Final, e incluso los textos de labor sinodal, sólo en idioma italiano[2], una lengua que habla sólo el 1% de la población mundial. 

Hubo obispos que reclamaron por la inmoralidad de hacerles votar por 'sí' o por 'no' sobre textos que no habían logrado entender cabalmente. Un detalle que vendría también a confirmarnos el carácter anti-sinodal de la tan declamada sinodalidad. 

El arzobispo de Filadelfia, Charles J. Chaput, al volver a su arquidiócesis, expresó: 
“Muchos de los obispos se sintieron frustrados por la falta de anticipos de traducciones para temas importantes en los que se esperaba que votaran. Como argumentó uno de los padres sinodales, en realidad es inmoral votar 'sí' en temas importantes si ni siquiera se puede leer y reflexionar sobre lo que dice el texto”.
La Iglesia tiene un lenguaje común: el latín; el problema es que pocos obispos lo dominan, pese a que el Código de Derecho Canónico les manda enseñarlo en los seminarios, de modo que los futuros sacerdotes “lo dominen”[3]. Pero ésta es una de las tantas exigencias que los obispos no cumplen, pese a que juran cumplirlas al ser consagrados o tomar posesión de una diócesis.

Permítanme citar nuevamente al arzobispo Chaput en una entrevista que publica First Things
“Muchos delegados también se mostraron sorprendidos y para nada felices con la introducción de la 'sinodalidad' como tema en una asamblea temática que había sido programada sobre los jóvenes. No es algo adecuado ni natural. La 'sinodalidad' tiene serias implicaciones. Merece una seria reflexión teológica y una discusión entre los obispos. Pero tal cosa no sucedió, lo que no parece ser coherente con una reunión del Papa y los obispos en un espíritu de colegialidad”. 
Esta indicación de mons. Chaput sobre la “anti-sinodalidad de la sinodalidad” es muy reveladora. Pero, en realidad, el arzobispo de Filadelfia no fue el primero que se refirió a ese dato contradictorio, que demuestra una vez más los modos absolutistas de este papa que, sin embargo dice trabajar por una Iglesia “sinodal”,“descentralizada” y “colegial”. 

Una vez más hay que decirlo: el Papa se manifiesta más en lo que hace que en lo que dice.

El primero que reveló la contradicción de la "sinodalidad anti-sinodal" fue el cardenal Oswald Gracias, de Bombay (India), quien fue uno de los redactores del Sínodo, quien dijo –hablando con el sitio CruxNow- que ha habido Obispos en el Sínodo que “se ofendieron a causa del nuevo lenguaje” utilizado en el borrador del documento final

El cardenal Gracias dijo que hubo “alguna resistencia” contra el documento, porque tiene mucho sobre “sinodalidad, cuando en realidad no hemos debatido sobre esto”, lo cual constituye una prueba que el documento sobre la “sinodalidad” fue escrito sin sinodalidad. 

Especialmente los obispos de países con presencia anglicana no se mantuvieron para nada convencidos. Señalaron que la “sinodalidad” podía ser vista como si la Iglesia se estuviera desplazando hacia un sistema de votación para instituir o crear discusiones similares al anglicanismo. Un fuerte opositor de la “sinodalidad” fue el cardenal liberal de Westminster, Vincent Nichols. Sostuvo que las Iglesias no-católicas han mostrado suficientemente que la “sinodalidad” simplemente “no funciona”.

De modo que tenemos aquí una anomalía del Sínodo que finalizó el domingo, una anomalía deliciosa, encantadora y ¡muy reveladora!: el caso es que los textos en el documento final del Sínodo que hacen referencia a los temas de la "sinodalidad" y el "discernimiento" no representan ni el pensamiento ni las deliberaciones de los Padres sinodales, sino que fueron incluidos por un par de secretarios nombrados por el papa Francisco. Es curiosa la paradoja, por supuesto con la contradicción que implica toda paradoja: que el tema de la sinodalidad, haya sido interpolado en el informe de las deliberaciones del Sínodo... por... una maniobra claramente anti-sinodal. Pero eso no se puede hacer: vale decir, no puede hacerse algo tan anti-sinodal en defensa de una supuesta sinodalidad.

John L. Allen, volviendo a cerrar filas en defensa de lo indefendible, trata de justificar la contradicción ayer en CruxNow, pero sus argumentos son débiles (aunque no me detendré aquí a discutirlos[4]. No, en realidad no se puede pretender ser abanderados de la sinodalidad o la colegialidad (cosas por las cuales yo no daría mi vida, por supuesto), haciendo algo para nada sinodal. 

Entonces, hay que agradecer al cardenal Gracias por tal revelación quien, además, continuó señalando que simplemente no se puede decir que tal documento final sea sin más ni más "Magisterio, porque los documentos magisteriales deben redactarse con sumo cuidado
De modo que, para decirlo de una manera clara: este supuesto documento magisterial nació muerto". Ciertamente, debemos agradecer a Su Eminencia por su claridad de expresión.
El Magisterio de la Iglesia parece haberse convertido hoy en un pequeño y divertido juego político para ayudar al papa Francisco a avanzar en su agenda poco confiable, agenda papal que en no pocos puntos es coincidente con la agenda de los que hoy rigen el mundo
El Magisterio es algo que implica atar la conciencia de los fieles. Y esto nos dice mucho acerca de lo que está tan terriblemente mal en este pontificado y en este pontífice, quien parece creer poder tratar asuntos tan serios, relacionados con las almas de los fieles, con una ligereza absolutamente impropia de un Sucesor de San Pedro y Vicario de Cristo.
Repito: no ha sido nada casual el reparo hacia el documento final de este Sínodo que han manifestado los obispos de los países con presencia de la Iglesia Anglicana. Es que ellos conocen bien a lo que lleva la “sinodalidad”, y hace ya tiempo que dejaron atrás, desengañados, el primaveral optimismo del post-Concilio Vaticano II. Pero, con el papa Francisco parece que el “espíritu conciliar” ha vuelto al centro de la escena.

La sinodalidad o, para decirlo crudamente, la Bergoglianidad, no hará nada para mejorar la reputación de la Iglesia. 
Los Sínodos como el que acaba de celebrarse, la sinodalidad, el discernimiento, el acompañamiento, el magisterio liquido o el ministerio petrino aunado con la agenda del Nuevo Orden Mundial, si se les da la oportunidad, simplemente reducirán la Iglesia Militante de Cristo a lo que el Anglicanismo ha llegado a ser en la actualidad: algo que casi ha desaparecido.
De nosotros también depende, en parte, que las fuerzas de la anti-Iglesia no tengan esa chance.

[1] Código de Derecho Canónico n. 342.
[2] http://press.vatican.va/content/salastampa/it/bollettino/pubblico/2018/10/27/0789/01722.html
[3] Código de Derecho Canónico n. 249.
[4]https://cruxnow.com/analysis/2018/10/28/if-bishops-summit-was-rigged-on-synodality-one-question-so-what/

“No cabe otra interpretación” (Carlos Esteban) [comentario]



Quienes piensan que lo anodino del texto final hace de este sínodo una asamblea inofensivamente inútil parecen olvidar que en el presente pontificado son los ‘gestos’ posteriores los que determinan el alcance de cualquier documento

Para decepción de la Curia romana, el documento final del sínodo-de-la-juventud-que-era-en-realidad-el-sínodo-de-la-sinodalidad ha pasado absolutamente desapercibido por el mundo, es decir, por los medios de comunicación generalistas, para los que la Iglesia ya sólo tiene interés si hay abusos sexuales o si se perciben grandes pasos en la adaptación de la doctrina a la opinión dominante. Los católicos, en su mayoría, han reaccionado disimulando un bostezo y no pocos, con un suspiro de alivio.

Esta última postura la resume magistralmente el padre Santiago Martín en un reciente análisis que hace del sínodo para Magnificat TV. Se alegra cautelosamente Martín de que los peores augurios sobre el sínodo no se cumplieran y que todo quedara en un texto cuajado de verborrea ambigua que evita el tipo de pronunciamiento claro que haga saltar las alarmas (esta última descripción es mía, no del sacerdote español).

Me atrevo a disentir. Me atrevo, incluso, a presumir que el alivio del Padre Santiago se debe, en buena medida, a que no ha sucedido lo que tantos temíamos, un alejamiento radical de la concepción católica de la homosexualidad, y a que, en su opinión, todo el texto es interpretable en continuidad con la tradición anterior. Es decir, por dar por bueno el nombre con el que se anunció esta asamblea, sínodo de la juventud, cuando en el último momento nos hemos enterado de que era, en realidad, el sínodo de la sinodalidad.

Personalmente creo, por el contrario, que el sínodo es una bomba de relojería, y que nuestra incapacidad para ver todo su alcance se debe a dos factores: no darnos cuenta de que el mensaje del sínodo no está exclusivamente en las palabras del túrgido y aparentemente anodino texto final, sino en todos los gestos, mensajes y formas que se han transmitido a lo largo del proceso entero; y una confianza antihistórica en que las ‘minas verbales’ plantadas a lo largo del documento se desactiven en el desarrollo pastoral, cuando la experiencia nos indica lo contrario.

La dichosa sinodalidad, por ejemplo. Puede significar algo tan inocente y tranquilizador como que Roma ‘escuchará’ con más atención a las iglesias nacionales -no a las diócesis individuales, curiosamente- en las decisiones de gobierno. O algo tan alarmante como que cada iglesia local decida la doctrina, y que nos encontremos con que lo que en Alemania es perfectamente lícito y aun recomendable, en Polonia siga siendo un grave pecado. La sinodalidad, ya lo hemos dicho antes, es el modelo que eligió hace décadas la Iglesia Anglicana, abocándola a la irrelevancia y la extinción a plazo fijo.

Pero nosotros no podemos caer en el error de juzgar la situación por un texto cuya mayor virtud parece ser que no cae en ninguna obvia herejía ni contiene explosivos giros de guion, porque sería olvidar que siempre, y mucho más en este pontificado, los gestos y los hechos importan tanto o más que un montón de frases ambiguas.

Y son todos esos gestos y hechos los que nos llevan a una interpretación del sínodo y su conclusión bastante más ominosa que la que hace el Padre Santiago

Los jóvenes no han sido en este sínodo el objetivo, sino la cla, la Cámpora peronista que se aseguraba de jalear la postura más progresista y mostrar su silente desaprobación a las referencias más tradicionales.

El objetivo real, ahora lo sabemos, era definir la sinodalidad como modo de gobernar la Iglesia, pero también de qué modo iba a funcionar en la práctica esa misma sinodalidad.

¿Por dónde empezar? 

- ¿Por el manipulador y manipulado Instrumentum Laboris presentado por el cardenal Baldesseri, con sus siglas LGTB surgidas de ninguna parte, que se adjuntó obligatoriamente al texto final, dejando a las claras que lo que opinaran los padres sinodales no iba a cambiar nada?

- ¿Por la introducción del verdadero tema del sínodo en el último momento, por un texto preparado por el equipo de redacción en italiano, leído en italiano y que la multitud de obispos que no entienden este idioma tenía que votar fiado de una traducción simultánea que funcionó, según declara Edward Pentin, vaticanista del National Catholic Registar, defectuosamente?

- ¿Por la participación del Papa en alguna sesión y en la redacción del borrador, cuando se supone que se trata de propuestas que los obispos ofrecen al Santo Padre y cuando el propio reglamento lo prohíbe?

El veterano periodista John Allen, cercano como pocos a la Curia, reconoce en Crux que el sínodo estuvo amañado, pero añade que eso no tiene ninguna relevancia: es una reunión convocada por el Papa y es natural que salga de ella lo que quiere el Papa. Es su ‘fiesta’ y puede hacer lo que quiera. De acuerdo, pero, entonces, ¿para qué tener a todos esos obispos perdiendo el tiempo en Roma durante un mes?

Todo, en fin, dibuja un cuadro muy parecido a otros que ya hemos observado a lo largo de los últimos cinco años. Nos recuerda, por ejemplo, poderosamente a esa ‘libertad de interpretación’ que se decretó para el capítulo más ambiguo de la exhortación Amoris Laetitia, el octavo, ese mismo que suscitó las ‘Dudas’ de cuatro cardenales. El Papa se negó a responder a los cardenales e incluso a reconocer la existencia de las Dubia, pero dejó meridianamente claro cuál era la interpretación que favorecía en su carta a los obispos argentinos, en la que escribió: “no hay otra interpretación”. Que luego ordenara incluir la carta en los Acta Apostolica dice volúmenes sobre su forma de actuar.

Con la libertad concedida por la Santa Sede, el episcopado polaco llegó a una interpretación marcadamente diferente, razonando que como el Papa no podía permitir algo sacrílego, sin duda no estaba diciendo que se podía ofrecer la Eucaristía a quienes vivían en flagrante pecado de adulterio. Hasta, naturalmente, que Parolin les hizo llegar el mensaje de que aquel no era un buen camino, que aquello no gustaba demasiado al Santo Padre, y sacaron un documento más en línea con “la única interpretación posible”.
Quien piense, en fin, que la sinodalidad va a suponer una amable y dedicada escucha al parecer de todas las iglesias locales para que sus opiniones sean tenidas en cuenta en pie de igualdad es que no ha estado atento a la película de estos últimos años. 
La escucha, como el discernimiento, van en una sola dirección, la que desee Su Santidad en cada momento, y si algún rígido obispo pelagiano, con cara de pepinillo en vinagre, osa, se atreve a disentir en el futuro, no tardará en caer sobre él el peso de la implacable misericordia papal.
Carlos Esteban

NOTA: Cuando escuché el vídeo del padre Santiago me quedé algo triste. ¿Cómo es posible que este hombre, con lo inteligente que es, hable así de este sínodo, como que no ha pasado nada de lo que se temía? Sí ha pasado ... y mucho. Yo pensaba escribir un artículo como respuesta a ese enfoque del padre Martín, cuyo título sería: «Ambigüedad de ambigüedades: todo es ambigüedad» ... pero en la lectura de este artículo de Carlos Esteban se contiene, en realidad, prácticamente, cuanto pensaba decir ... con otras palabras, claro está. Pero mi idea es la misma. Éste un sínodo modernista (de bombo y platillo y de apariencia) y, por ello mismo, engañoso. Pensado para tener tranquilos a los posibles cardenales que pudieran disentir se han escrito todo tipo de ambigüedades (poniendo muchas trabas a los cardenales, al leer en italiano y no traducir bien; llamando a unos jóvenes que no son representativos, en absoluto, de la juventud real (de hecho sólo se llamó a aquellos que pensaban de modo análogo al Papa). 

Pero al tiempo: luego se desarrollará «pastoralmente»  y veremos cómo se va saliendo de esta ambigüedad. Ya lo vimos con la Amoris Laetitia que tenía su autor oculto, diez años antes de que tal exhortación apareciera, el famoso amigo del papa, Tucho Fernández. Los dos sínodos no sirvieron para nada, porque la conclusión ya estaba escrita. Esta manera de proceder, de tanto postín, fue una farsa. ¿Y qué cabe esperar que vaya a suceder ahora? Habrá, sin duda, otra exhortación apostólica en la que se escribirá lo que Francisco quiere que se escriba. Y punto. Ese ha sido su modo de actuar durante los cinco años y medio de pontificado que lleva. ¿Por qué iba a cambiar? 

Así, pues, que no sea de extrañar que aparezcan otra vez notas a pie de página en la nueva exhortación, si aparece, en donde se defienda la homosexualidad como una forma de amor, tan válida como la que se da en el « matrimonio normal entre un hombre y una mujer en el matrimonio» Y ya se nos está preparando psicológicamente  para el sínodo de la Amazonía, del que cabe esperar que salga, por asuntos pastorales, el posible nombramiento de hombres casados como sacerdotes.
José Martí

Halloween no es un juego de niños


Duración 6:33 minutos

Sobre Halloween ya hay una entrada en este blog, en la que, además de enlaces a artículos, se podían ver varios vídeos. No obstante, me ha parecido de interés, dada la proximidad de ese día (noche del 31 de octubre, anterior al día de todos los santos) añadir también este vídeo del padre Javier Luzón, ex-exorcista, que explica, con bastante claridad, la relación entre Halloween y el satanismo.

El SILENCIO del VATICANO ante el Testimonio Viganò, según SPECOLA (15) La investigación sobre McCarrick prohibida por el Papa




En Estados Unidos las aguas siguen revueltas, muy revueltas. La investigación sobre McCarrick y sus alrededores ha sido positivamente prohibida por el Papa Francisco. Esto no ha parado las aguas sino todo lo contrario

Los católicos americanos no están dispuestos a hacer el ridículo por decisiones que los afean y no poco delante de las demás confesiones religiosas. El caso McCarrick puede terminar en el caso Tobín. La absurda situación de Wuerl, que sigue gobernado su diócesis, y su sustitución que parece quiere ser muy controlada, no está gustando nada de nada. Hay mucho miedo a que alguien con arrestos llegue a disponer de archivos delicados y decida hacer luz. La situación vivida no es posible sin una enorme cadena de complicidades y taparlas no resuelve el problema, al contrario lo hará crecer.

Specola

Noticias varias 28 y 29 de octubre de 2018




ADELANTE LA FE

Realeza, no “de este mundo” sino sobre este mundo

¿Ha dejado Francisco de ser papa por ser hereje?

INFOCATÓLICA

Una Iglesia que ha dejado de educar a los pobres

ONE PETER FIVE

The pope who splits the Church: the Bergoglian Schism has arrived

GLORIA TV

Más división: fueron elegidos un “ultra progresista” y un “super liberal”

Cardenal Marx: “Cambiamos la Iglesia” - con una receta para el desastre


CATHOLIC FAMILY NEWS



INFOVATICANA

¿”Certificado de clericalismo”? ¡No, gracias!

Selección por José Martí

Viva Cristo Rey!

Por fin el Sínodo ha terminado (Specola)



Pocos de fuera de Roma saben que el mayor complejo del Trastevere lo ocupa el Palacio de San Calixto. Basta una vista aerea del barrio para darse cuenta de la inmensa magnitud de esta zona extraterritorial de la Santa Sede en el corazón del popular barrio romano. En su interior tiene la sede el antiguo pontifico consejo para la familia y en este consejo se encuentra una bien ordenada e interesante biblioteca. Si tienen la suerte de contar con algún cómplice interno les invitamos a ojear el inmenso archivo documental del que salió la “Familiaris consortio”. Fue el resultado del primer sínodo del pontificado de Juan Pablo II en el mes de octubre de 1980. 

La mera comparación del esta exhortación post sinodal y el actual documento emanado del actual sinodo causa sonrojo. Se puede pensar lo que se quiera, se pueden defender las ideas más peregrinas que se puedan imaginar, pero se puede pedir un poco de seriedad en los argumentos, caso de existir. El problema es que estamos cayendo en un nivel tan bajo que no causa entusiasmos ni tan siquiera en los propensos a la defensa. Algunas veces leemos que se utilizan todas las armas para atacar al Papa Francisco. El problema es que las armas se ponen en bandeja de plata. Un documento con ideas vagas y ambiguas y con una forma ilegible está condenado al fracaso por su propia naturaleza.

La imagen de un arrítmico Papa Francisco que permanece sentado y con cara de pepinillo en vinagre ante unos alocados padres conciliares que saltan a bailar en medio de luces lavanda define por si sola la situación. Hay imágenes que valen más que mil palabras y está es una de ellas. La Misa de fin de sínodo en el interior de la Basilica, la plaza queda cada vez más grande, denota otra de las imágenes de vacío y desinterés. La tremenda tormenta que ha azotado Roma parecía un enfado divino en el día de la clausura. Veremos los comentarios de los próximos días sobre el documento, que por ahora son casi nulos, como nulo ha sido todo el sínodo en la información general.
Specola

lunes, 29 de octubre de 2018

El texto final consagra el regreso del ‘espíritu del Concilio’ (Carlos Esteban)



El resultado del largo sínodo de la juventud, el texto final, no ha desmerecido el caos, la superficialidad, la ambigüedad y las manipulaciones que lo han caracterizado a lo largo de su celebración y preparación previa.

“Como un catálogo de Ikea” ha calificado el texto final de la XV Sesión General del Sínodo de Obispos, más conocido como ‘sínodo de la juventud’, un obispo participante en declaraciones a la agencia AFP. “Uno tiene todo lo que necesita para el baño y la cocina en todos los estilos, así que todo el mundo puede identificarse con él”. Lástima que lo haya declarado en condiciones de anonimato y no sepamos quién es, porque la comparación es brillante.

Un sínodo cuyo final se celebra, no con una Adoración al Santísimo o ceremonia similar sino con una fiesta discotequera donde los jóvenes sacaban a bailar a los padres sinodales, ya augura un regreso de la moda ‘retro’ eclesial; retomamos ese ‘espíritu del Vaticano II’ que Juan Pablo II y Benedicto XVI trataron de moderar y armonizar con la Tradición de la Iglesia. Ahora ha vuelto con fuerza, y lo veremos en la exhortación papal que sin duda seguirá a este sínodo.

En su crónica de ABC, Juan Vicente Boo lo califica de “uno de los documentos más claros y explícitos de la historia sinodal”, facilitándonos así la tarea de reconocerlo como uno de los más oscuros y ambiguos. Todos los 167 puntos superaron con holgura la mayoría de dos tercios necesarias, salvo uno, el que contenía la espinosa expresión cuestión de la ‘orientación sexual’, que va a dar abundante munición a los James Martin del clero occidental. Este punto pasó solo por dos votos. Volveremos a ello.

El discurso que dirigió Su Santidad a los padres sinodales en la presentación del texto final ya preconfiguraba lo que nos íbamos a encontrar. En él, Francisco volvió a insistir en su motivo obsesivo de las últimas semanas, el Gran Acusador que “está ensuciando la Iglesia” con sus acusaciones. Es un tanto perturbadora esta insistencia, que sugiere explícitamente que quien ‘ensucia’ la Iglesia no es, digamos, un cardenal todopoderoso en la Iglesia norteamericana durante décadas que se llevaba seminaristas a su casita de la playa y abusó del primer niño al que bautizó cuando este tenía 11 años, sino quien lo denuncia.

De hecho, el propio texto del sínodo pretende tomar medidas activas contra ese Gran Acusador, recomendando que se active un sistema de certificación para sitios web que informen sobre la Iglesia Católica, para que el usuario conozca cuáles ofrecen ‘fake news’. Es el regreso del Index Librorum Prohibitorum o del Nihil Obstat, pero con una ‘emoji’ sonriente. Ya pueden apostar que Infovaticana no va a contar con la bendición de ese sello, que no va a garantizar la ortodoxia o fiabilidad del contenido sino su alineamiento con las tendencias curiales. El punto incluye una referencia vaga a coordinarse con las autoridades civiles en este sentido, lo que hace la advertencia bastante más ominosa.

Hay muchas maneras de definir este sínodo. Es el sínodo, como hemos dicho, del regreso con fuerza del ‘espíritu del Concilio’, con su implícita aceptación de que el mundo se ha adelantado a la Iglesia y la Iglesia debe correr detrás del mundo para coger ese tren. El propio titular de la crónica de Boo -‘El Sínodo recomienda dar más poder a las mujeres y acoger a los homosexuales’- ya indica a las claras que son las modas ideológicas dominantes las que marcan ahora la agenda de la Iglesia, más que la doctrina perenne.

Es el sínodo de la manipulación. Desde el uso amañado de la ‘escucha a los jóvenes’ en el presínodo hasta la inclusión de temas centrales apenas discutidos en el sínodo en el texto final, la reunión ha estado plagada de gestos e indicios de que todo estaba previsto de antemano y de que tanto los ‘jóvenes’ como los propios obispos han servido de comparsas en una escenifiación.

Es el sínodo de la ambigüedad. Tras el pasado concilio, el teólogo belga Schillebeeckx presumía de que los padres conciliares habían mantenido en los textos términos ambiguos para que luego ellos, los ‘demiurgos’ de la ‘actualización’, decidieran su verdadero significado, y es difícil, observando la historia, negar que lo consiguieron. El texto final del presente sínodo tiene también abundancia de ‘expresiones deslizantes’ que se irán definiendo, nos tememos en qué sentido.

Por ejemplo, el documento incluye dos párrafos referidos a la sexualidad, de la que dice que exige centrarse en “la escucha empática, el acompañamiento y el discernimiento, en la línea indicada por el Magisterio reciente”. ¿La “escucha empática”? En cuanto al ‘acompañamiento’ y el ‘discernimiento’, dos términos a cuál más lábil, los llevamos oyendo ya hasta la saciedad en este pontificado, y hemos visto cómo se han utilizado ‘pastoralmente’ para escamotear innovaciones de lo más cuestionables. También se insiste en la “necesidad de una elaboración antropológica, teológica y pastoral más en profundidad”, que no dice nada pero deja la puerta abierta a cualquier cosa.

Otras cargas de profundidad están aún más disimuladas, como cuando parece hacer una referencia al Catecismo de la Iglesia Católica al hablar del compromiso de la Iglesia “contra toda discriminación basada en el sexo”. Ahí falta un adjetivo esencial, presente en el punto 2.358 del Catecismo: “injusta”. Sin esa importante cualificación, ¿cómo podría la Iglesia seguir negando la ordenación sacerdotal a las mujeres, por ejemplo?

Es el sínodo de la victoria alemana sobre las periferias. Como señala el vaticanista del National Catholic Register, Edward Pentin, en su cuenta de Twitter citando una fuente sinodal anónima, “los padres sinodales alemanes lograron que se aprobaran todos sus puntos. Dicen que es una “revolución de la escucha”, pero en realidad es simplemente una revolución”.


Carlos Esteban

Documento final [inspirado] “por el Espíritu Santo” acepta la “orientación [homo]sexual" y pide un Índice de sitios web prohibidos




El documento final del Sínodo sobre la Juventud fue aceptado el 27 de octubre por una mayoría de dos tercios. En su último discurso, el papa Francisco fantaseó diciendo que “el Espíritu Santo nos da este documento”.

- Muy controvertido fue el parágrafo 150 sobre la homosexualidad. Recibió solamente dos votos más que los necesarios, obteniendo un puntaje de 65 votos por el “no”. El parágrafo parece ser deliberadamente insípido y lavado, para permitir interpretaciones inmorales.

Alienta a recorrer caminos de acompañamiento de todo homosexual, para ayudarles a “integrar la dimensión sexual”, a crecer en la “calidad de relaciones” y a caminar hacia el “don de sí mismo”. El texto es tan opaco que lo mismo se podría aplicar a los abusadores de niños.

§150 condena [cualquier] “discriminación basada en lo sexual”, contradiciendo al Catecismo de la Iglesia Católica, el cual se opone a toda discriminación “injusta” de los homosexuales [o de cualquiera que comete un pecado mortal].

El documento llama “reduccionismo” al hecho de definir la identidad de las personas “a partir solamente de su orientación sexual”, en consecuencia, aceptando el término propagandístico homosexual de “orientación sexual” [ aunque la sexualidad no está “orientada”, sino ordenada naturalmente o desordenada/pervertida antinaturalmente].

Otros temas

Además, el documento pide incluir a las mujeres en el liderazgo eclesiástico, como “deber de justicia”.

Fuera de contexto, quiere que la “sinodalidad” se convierta en parte “constitutiva” de la Iglesia.

El documento pide también un “sistema de certificación para sitios web católicos”, para combatir lo que llama “noticias falsas [inconvenientes]”.

Internet se está burlando ahora de Bergoglio, por tratar de reintroducir un “Índice de libros prohibidos” y por pedir sitios web manipulados por un Ministro vaticano de la Verdad, que además sea pro-homosexual.



“Synod of Divisions”



Synod of Divisions”

The Pro-Bergoglian Roman newspaper Il Messaggero called the now ended Youth Synod a “Synod of Divisions”, writing that – quote – “The Pope closes the Synod of Divisions with a strong appeal for unity”.

Synod of Ignorants

Philadelphia Archbishop Charles Chaput asked on Twitter the question how the Synod Fathers were able to vote on a final document containing many controversial points which they had no time to read and which was in a language, Italian, that many did not understand. The ultra-bergoglian journalist Robert Mickens called this “a true scandal”.

Synod of the Resting

Lyon auxiliary bishop Emmanuel Gobilliard interviewd people during the Youth Synod and put the recordings on a social network. At the end of the Synod he asked Archbishop David Macaire of Fort-de-France, Martinique, what he had to say about the Synod. Macaire’s answer, “I understood everything. What I understood is that this is a moment of rest for me. This is good.” He added that it is now up to the youth to evangelisize and that he had no interest – quote – “to find myself on Instragram or Snapshat”.

“With That Name, The Station Will Go Bankrupt”

Four years ago Omár Suárez, the leader of the Argentinean United Maritime Workers Union, told Pope Francis that the Union will start a radio station called “Papa Francisco”. Francis commented, “With that name, the station will go bankrupt.” And so it happened. The radio which at the end employed 16 people has just closed down. The director of the radio was Alicia Barrios who wrote the book “My friend, Father Jorge” about Francis. The radio’s downfall started in 2016 when Suárez was arrested for conspiracy and extorsion. His successor stated that the radio had little to do with the life of the Union and the maritime workers.