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sábado, 2 de febrero de 2019

¿Por qué la Iglesia pierde fieles a espuertas? (Carlos Esteban)



Cuando, en la rueda de prensa en el vuelo de regreso de Panamá, se le planteó al Santo Padre la ‘pregunta del millón’ -por qué tantos católicos se alejan de la Iglesia-, Francisco dio una respuesta perfectamente plausible, pero extrañamente sesgada.

Ciertamente, somos los católicos la principal razón de que la gente no se acerque a la Iglesia, y el Papa empezó con los pastores y siguió con los fieles que van a misa y dan escándalo con su conducta, como los fariseos de la sinagoga en la parábola evangélica.
“El pastor debe estar con la gente, para indicar el camino, en medio de la grey, para sentir el olor de la gente, y comprender qué siente la gente, qué necesita, y detrás de la grey, para custodiar”, dijo. “Pero, si un pastor no vive con pasión, la gente se siente abandonada… o se siente huérfana. He subrayado los pastores, pero también los cristianos, los católicos hipócritas, ¿no? Que van todos los domingos a misa y luego no pagan aguinaldo, pagan en negro, explotan a la gente, luego se van al Caribe de vacaciones, con la explotación de la gente… “Pero, yo soy católico, ¡voy todos los domingos a misa!”. Si tú haces esto, das un contra-testimonio. Esto es, en mi opinión, lo que más aleja a la gente de la Iglesia. También los laicos. Pero yo haría esto: no digas que eres un católico, si no das testimonio. Di “Yo tengo educación católica, pero soy tibio, soy mundano, pido perdón, no me vean a mí como modelo”. Esto hay que decirlo. Yo tengo miedo de los católicos así. ¡Que se creen perfectos! Pero la historia se repita, el mismo Jesús con los doctores de la ley, ¿no? “Te doy las gracias, Señor, porque no soy como este… pobre pecador…”. Esta es la falta de testimonio”.
La semana pasada, el gobernador del Estado de Nueva York, el católico confeso Mario Cuomo, aprobó -entre vítores y sonrisas- una ley del aborto que permite acabar con la vida del niño hasta un minuto antes del parto, una monstruosidad ante la que su obispo, el cardenal Timothy Dolan, se muestra contrario a excomulgar al político, asegurando que no puede usarse la excomunión “como un arma”. Nos preguntamos para qué casos extraños servirá la excomunión.

En Virginia, el furor infanticida se he encarnado en la delegada Kathy Tran y ha contado con el fervoroso apoyo del gobernador Ralph Northam, que ha llegado a abogar públicamente por dejar morir al niño ya nacido si es esa la voluntad de la madre. Northam no es católico, pero sí lo son varios legisladores del Estado que han hablado a favor de una abominación así.

Y es difícil no preguntarse si casos tan flagrantes de defensa del aborto, esa plaga con ya millones de víctimas, por parte de ‘católicos públicos’ no es una de esas razones que alejan de la Iglesia y que Su Santidad tenía tan a mano comentar. ¿Aleja más el empresario católico que paga bajo cuerda que el gobernante que avanza la masacre de los no nacidos, de verdad? ¿Es peor ‘irse de vacaciones al Caribe’ que aplaudir la silenciosa matanza legal de niños en el vientre de sus madres?

En cuanto a los pastores, ¿no aleja que no se atrevan a presentarse ante el pueblo y decir: “este hombre no es católico” sobre un político que aprueba semejante aberración, y decirlo con la fuerza de una sanción canónica? ¿No da escándalo que el pueblo fiel concluya que su pastor no quiere arriesgar las bicocas que vienen con el compadreo con el poder ni para clarificar la doctrina y tratar de salvar el alma del sancionado?

El encuentro que tendrá lugar este mes en Roma para tratar el tema de los abusos también ofrecía un magnífico caso de comportamiento que aleja a tantos. Que el obispo de Dongola huela más o menos a oveja puede enfriar el fervor de los católicos de su diócesis, pero el escándalo no va más allá. Pero si los pastores cierran los ojos ante el abuso de menores, o si ellos mismos se prevalen de su influencia para abusar de seminaristas y jóvenes sacerdotes, la noticia llega al último rincón de la Cristiandad y desmoraliza y desanima a todos.

No tengo el menor problema para aplicarme las palabras del Papa y declarar, como nos pide, que confiese que soy tibio, soy mundano y que ruego que nadie me tenga como modelo. Muy sinceramente. Pero no entiendo muy bien la relación con ir a misa, una referencia que no es la primera vez que usa, y menos aún que pida que, siendo así, no vayamos a misa.

Decir al empresario que paga bajo cuerda que mejor no vaya a misa el domingo es decir que la misa es para perfectos, al contrario de como lo expresa el Papa. Es decir, que la misa no tiene un efecto en el alma pecadora. Es decir, que el mundo se alejará de la Iglesia mientras los católicos sigamos siendo pecadores.

Pero la pregunta se refiere a un caso flagrante, a una huida masiva de muy larga data, pero con una aceleración perceptible y datable a finales de los años sesenta. Es improbable, por decir poco, que los fieles hubieran esperado hasta entonces para darse cuenta de que su pastor no olía a oveja o que su compañero de banco en misa se iba de vacaciones al Caribe. 

En ese sentido, y aunque hay mucho de verdad en la respuesta del Papa, mucho que meditar, su réplica no deja de ser un modo de esquivar la pregunta.

Carlos Esteban