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lunes, 7 de diciembre de 2015

Disidencia frente al Pensamiento Único (Pedro Luis Llera)


Difícilmente se puede expresar mejor lo que este autor, al que desconocía, Pedro Luis Llera, nos transmite en este artículo, cuyo contenido asumo íntegramente y en su totalidad. Refleja la situación actual con una claridad meridiana. Y nos hace pensar. Sí, nos hace pensar que "ya va siendo de despertar del sueño" en el vivimos (Rom 13, 11) pues la situación actual es mucho más grave de lo que, a simple vista, parece. Recomiendo vivamente su lectura. Se puede enlazar al original haciendo clic aquí
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Vivimos en los albores de una nueva etapa negra de la Historia. Si Dios no lo remedia, se nos avecina una nueva era marcada por el totalitarismo, las dictaduras y la represión; solo que esta vez la dictadura será a escala global. El llamado Nuevo Orden Mundial pretende imponernos un nuevo modelo de sociedad, dominada por un pensamiento único. Parece como si las distopías de Orwell o de Robert Hugh Benson se nos vinieran encima de repente. Quieren transformar la sociedad y dominarla. Y ello pasa por la destrucción de la familia.

Pero, ¿por qué quieren acabar con la familia? ¿Por qué esa obsesión? Pues porque la familia es la célula básica de la sociedad. La familia establece unos lazos, unos vínculos; la familia transmite unos valores que el pensamiento único detesta. La persona, sin familia, sin referencias, sin ningún tipo de anclaje, sin un paraguas que la ampare cuando llegan las crisis o las dificultades; la persona, desvinculada, queda a merced del Estado. De esta manera, una vez tomado el poder, los políticos de turno (todos piensan lo mismo y lo único que se puede pensar) adquieren un poder omnímodo y el Estado se convierten en un nuevo dios, dueño y señor del destino de cada individuo. El Estado se convierte en un ídolo al que hay que adorar para que solucione todos los problemas de la gente: la educación, la sanidad, las pensiones, las prestaciones por desempleo… El hombre queda a merced del Dios Estado Providente que me hará feliz y garantizará mi bienestar a cambio de que sea sumiso y obediente. Con eso, se consigue aplastar a la sociedad civil y a cualquier institución intermedia entre el Estado todopoderoso y la persona. Se acaba así con la libertad y con la democracia y se instaura un nuevo tipo de totalitarismo – con apariencias de democracia – que condenará a cualquiera que se atreva a ir en contra del pensamiento único políticamente correcto.

Marx afirmaba que toda la historia es una lucha de clases, de opresores contra oprimidos, en una batalla que sólo se resolverá cuando los oprimidos se alcen en revolución e impongan una dictadura de los oprimidos. Entonces, la sociedad será totalmente reconstruida y emergerá la sociedad sin clases, libre de conflictos, que asegurará la paz y prosperidad utópicas para todos. Los marxistas clásicos creían que el sistema de clases desaparecería una vez que se eliminara la propiedad privada, se facilitara el divorcio, se forzara la entrada de la mujer al mercado laboral, se colocara a los niños en institutos de cuidado diario y se eliminara la religión. Sin embargo, para los nuevos progresistas, los comunistas fracasaron por concentrarse en soluciones económicas sin atacar directamente a la familia, que es el verdadero origen de la lucha de clases.

En los años 70, tras la Revolución del mayo del 68, los movimientos de izquierda – comunistas, anarquistas, hippies – empezaron a atacar a la familia considerándola como una institución reaccionaria. Entonces se decía que el matrimonio mataba el amor; que cuando se ama a otra persona, no hacían falta contratos ni firmas ni ceremonias. Defendían entonces el “amor libre” y las “parejas de hecho”. Lo ideal era que las parejas vivieran juntas, sin ataduras ni compromisos ni vínculos matrimoniales. Y así, cuando el amor “se acabara”, cada uno se iba por su lado y aquí paz y después gloria. El problema surgía cuando había hijos de por medio y quedaban desamparados tras las separaciones. Así que hubo que regular legalmente las parejas de hecho para que tuvieran los mismos derechos y obligaciones que los matrimonios. Y así se hizo. Pero como hombres y mujeres seguían empeñados en casarse y el plan de acabar con la familia por ese camino había fracasado – o se mostraba claramente insuficiente – , los ideólogos “progresistas” tuvieron que ir más allá: si no podemos destruir a la familia convenciendo a la gente para que no se case, vamos a acabar con la familia procurando que legalmente cualquier cosa sea una familia. Y entonces, se acabó con el discurso del amor libre y decidieron reformular el concepto de matrimonio y propugnar “nuevos modelos de familia”: familias monoparentales, homosexuales… Y todos los que hasta hace un minuto despreciaban el matrimonio y atacaban la institución familiar, se pusieron a reivindicar su derecho a casarse. Y así se ha llegado a la legalización del matrimonio homosexual. Pero créanme: a quienes promueven el matrimonio homosexual, el matrimonio en sí les importa un bledo. Lo que quieren es acabar con la familia tradicional: si cualquier cosa es un matrimonio y una familia, el matrimonio y la familia acaban convirtiéndose en nada. Su objetivo sigue siendo el mismo que cuando predicaban el amor libre. Ni más ni menos.

Hoy en día, las ideologías tradicionales han muerto y los partidos políticos apena se diferencian. Liberales y conservadores han asumido que los principios progresistas son superiores. La derecha ha renunciado a sus propios valores y ha aceptado la superioridad moral de la izquierda. De este modo, al final, todos piensan igual y solo se distinguen unos de otros por alguna que otra receta técnica de carácter fundamentalmente económico. En lo demás, son esencialmente idénticos: cuando los partidos de derecha llegan al poder, lo que hacen es consolidar cada uno de los “avances” que la izquierda ha ido consiguiendo. Lo que ha pasado en España con la legislación sobre el aborto o el matrimonio homosexual resulta sumamente ilustrativo. Hay una serie de ideas de fondo en las que todos están de acuerdo. Se ha llegado a una especie de consenso ideológico transversal. Se mantiene la ficción del pluralismo ideológico y la democracia: puedes votar a distintas opciones. El problema es que todos los partidos son en realidad el mismo partido. Sólo se puede pensar de una manera y quienes se apartan de esa manera de pensar son automáticamente estigmatizados y señalados como peligrosos integristas radicales, lo que supone su muerte social. Predican la libertad y la tolerancia pero, a la hora de la verdad, practican lo contrario.

El instrumento de transformación social que el Pensamiento Único ha asumido como innegociable y que han asumido como propio todos los partidos políticos del arco parlamentario – no sólo las formaciones políticas de izquierda, sino también la derecha liberal pagana y anticristiana – se llama Ideología de Género. Esta ideología considera que los roles del hombre y la mujer no son resultado de la naturaleza, sino de la historia y la cultura. Es la sociedad la que inventó los papeles de hombre y mujer. Según este planteamiento, para conseguir la igualdad definitiva entre hombre y mujer sería necesario:

a) Cambiar los roles masculinos y femeninos existentes: hay que deconstruir(destruir) los roles del hombre y la mujer. En realidad, el ser humano nace sexualmente neutral. Más tarde, es socializado en hombre o en mujer. Esta socialización afecta de manera negativa a la mujer. Por ello las feministas proponen depurar la educación y los medios de comunicación de todo estereotipo de género.

Los ideólogos del Pensamiento Único saben muy bien que la educación, los medios de comunicación y los productos culturales (series de televisión, películas, teatro, literatura…) son instrumentos que deben dominar y controlar para transmitir su ideología. Por eso en todas las series de televisión hay su cuota de homosexuales, con el fin de normalizar y visibilizar la realidad que ellos quieren imponer. Por eso, en esas mismas series de televisión, los católicos siempre aparecemos como personajes patéticos, reaccionarios, ridículos, deleznables e hipócritas.

b) Cambiar el lenguaje: el Nuevo Orden Mundial pretende también transformar nuestra manera de hablar y de escribir porque consideran que el idioma es machista e “invisibiliza” a la mujer. Por eso se han inventado una nueva lengua “igualitaria” (como la neolengua orwelliana). Tienen que cambiar el lenguaje para cambiar el pensamiento y transformar la realidad. En esta nueva jerga, por ejemplo, se eliminan todas las palabras que incluyen lo femenino dentro de lo masculino. Así en vez de “los alumnos de esa clase” se dirá “los alumnos y alumnas de esa clase”. O se cambiarán términos como “Asociación de Padres” por “Asociación de Padres y Madres”. También están promoviendo el uso de la grafía “@” para incluir a los dos géneros de una palabra a la vez. Su pasión revolucionaria les lleva a pretender modificar nuestro lenguaje. Ya no les vale el español de Cervantes, Lorca o Rafael Alberti. Y en ciertos ámbitos, supuestamente “ilustrados” (políticos, psicólogos, periodistas, profesores…), esta ideología está calando de manera tan llamativa, como lamentablemente reveladora del nivel de servilismo y mediocridad de buena parte de la supuesta intelectualidad contemporánea. De nada vale lo que pueda decir la Real Academia Española de la Lengua ni los escritores que siguen manteniendo una pizca de libertad.

c) Fomentar diferentes formas de contacto sexual como parte de la igualdad: se reclama el reconocimiento del derecho hedonista al placer sexual, libremente deseado, sin vinculación necesaria a la afectividad (al amor); sin que se limite al matrimonio, a la heterosexualidad o a la procreación. Ya no existen dos sexos. Existen cinco géneros: heterosexual masculino, heterosexual femenino, gay, lesbiana y bisexual; sin olvidar la transexualidad (incoherencia entre sexuación de cuerpo e identidad de género, que les lleva a someterse a intervenciones quirúrgicas de cambio de sexo), el transgenismo (los que desean cambiar su identidad de género, pero sin transformar su cuerpo), o el travestismo (placer erótico que surge de vestirse con ropa del otro sexo).

En este sentido, la Ideología de Género incluye como parte esencial de su agenda la promoción de la “libre elección” en asuntos reproductivos y de “estilo de vida”. “Libre elección de reproducción” es la expresión clave para referirse al aborto libre; mientras que “estilo de vida” apunta a promover la homosexualidad y toda forma de sexualidad “alternativa”.

El homosexualismo político pretende “normalizar” comportamientos ciertamente rechazables moralmente para un católico. Su objetivo es cambiar la sociedad, nuestra cultura y nuestra civilización a través de cambios legislativos que redefinan las evidencias antropológicas y biológicas. Por ejemplo, pretenden perseguir penalmente a quienes afirmamos que los actos homosexuales constituyen una grave depravación moral. Así, todos los que no compartimos sus opiniones somos acusados de “homofobia”.

La asignatura de Educación para la Ciudadanía que implantó la LOE – evaluable y obligatoria, al contrario que la Religión – se inscribe dentro de esta política de adoctrinamiento ideológico, de agitación y propaganda (el agitpro de toda la vida), al servicio de la nueva revolución del arco iris y del Pensamiento Único.

La Ideología de Género tiene una vocación sustancialmente totalitaria. Sólo pueden ser considerados demócratas aquellos que piensan como ellos. Y todos los que pensamos de manera diferente somos carcundia reaccionaria y casposa. Se trata de una concepción de la democracia al estilo de la antigua “República Democrática Alemana”. Los que nos apartamos del pensamiento políticamente correcto somos ciudadanos de segunda a los que hay que eliminar, reeducar o reducir al ostracismo (eso ya lo hacía papá Stalin). De ahí el constante acoso a los católicos y a todos cuantos se oponen a esta nueva revolución silenciosa, a esta nueva dictadura a la que nos quieren someter. Porque una vez que todo el arco político ha aceptado y asumido el pensamiento único, el único adversario que les queda a quienes promueven la Ideología de Género es la Iglesia Católica, que mantiene los principios morales cristianos y se opone radicalmente a esta Ideología totalitaria.

“Los códigos culturales profundamente enraizados, las creencias religiosas y las fobias estructurales han de modificarse. Los gobiernos deben emplear sus recursos coercitivos para redefinir los dogmas religiosos tradicionales”: son palabras recientes y muy reveladoras de Hilary Clinton. Espeluznante: mentalidad totalitaria pura y dura. Por este camino, llegaremos a la ilegalización de la religión católica. Con lemas como “arderéis como en el 36” o “la única iglesia que ilumina es la iglesia que arde”; con asaltos “pacíficos” a nuestras capillas; con la propagación del odio hacia los católicos, no tardaremos en encontrar a grupos descontrolados y violentos que pongan la bala donde otros han puesto previamente la diana. Lo mismo que ocurrió en los años treinta cuando los “descontrolados” se dedicaron a quemar iglesias y a fusilar a fieles católicos, a curas y a obispos.

Ante esta amenaza totalitaria, reivindico el derecho a la disidencia, a pensar como me dé la gana, a definirme como católico y a defender los valores cristianos que desde hace siglos configuran la cultura y la historia de España y de Europa.

Los católicos tenemos derecho a serlo, a vivir conforme a nuestros principios morales, a celebrar nuestros sacramentos “como Dios manda” y no como le gustaría al “lobby gay”; a vivir como ciudadanos libres en una sociedad plural. Nosotros no queremos imponer nada a nadie. Y la Iglesia no cierra sus puertas a nadie ni excluye a nadie. Pero la Iglesia tiene el deber de conservar y transmitir la fe en su integridad: guste más o guste menos. La Iglesia tiene la obligación de predicar el Evangelio y la doctrina que ha llegado hasta nosotros por la tradición apostólica y por las palabras y la vida de los Santos. La salvación que anuncia la Iglesia pasa por la conversión de todos a Cristo. Cristo murió y resucitó para salvarnos a todos: si queremos. Pero esa salvación pasa, insisto, por la conversión; es decir, por cambiar nuestra manera de vivir para hacerlo conforme a los Mandamientos de la Ley de Dios. Lo que la Iglesia nunca podrá hacer es adaptarse a los gustos del mundo ni acomodar su predicación al pensamiento o a las imposiciones de los poderosos de este mundo o de los grupos de presión. No vamos a permitir que el pensamiento único nos obligue a renunciar a nuestros principios ni nadie nos va a obligar a redefinir nuestros dogmas, nuestro catecismo o nuestros sacramentos para adaptarlos a lo que le agrade al mundo. No vamos a adorar al Dios Estado ni vamos a plegarnos a las exigencias de los enemigos de Cristo y de la Iglesia. “Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien temed a aquel que puede hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno” (Mt 10, 28). “Nos acosan por todas partes, pero no hasta el punto de abatirnos; estamos en apuros, pero sin llegar a ser presa de la desesperación; nos persiguen, pero no quedamos abandonados; nos derriban, pero no consiguen rematarnos” (2 Cor 4, 8-9). Se avecinan tiempos recios.



Pedro Luis Llera

domingo, 6 de diciembre de 2015

PARTIDOS "TEÓRICAMENTE" PRO-VIDA QUE SE PRESENTAN A LAS ELECCIONES DEL 20-D



El Boletín Oficial del Estado ha publicado ya las listas que presentarán las distintas candidaturas a las Elecciones Generales del 20 de diciembre. Teóricamente, los únicos partidos pro-vida son VOX, SAIn y PFyV (Partido Familia y Vida).

[Llama la atención que esta vez no presentan listas ni Alternativa Española ni la Comunión Tradicionalista Carlista, que concurrieron en coalición con el Partido Familia y Vida bajo la denominación de Impulso Social en las Elecciones Europeas de 2014. Pero eso es lo que hay].

1) VOX concurrirá al Congreso de los Diputados por 30 de las 50 provincias. El total máximo para todas las provincias sería de 350 escaños, correspondiéndole a VOX 231 escaños de ese total. Tendrá candidaturas en las siguientes provincias (entre paréntesis se indica el número máximo de escaños para esa provincia)

- Albacete (4)
- Alicante (12)
- Almería (6)
- Asturias (8)
- Ávila (3)
- Burgos (4)
- Cáceres (4)
- Cádiz (9)
- Cantabria (5)
- Castellón (5)
- Ciudad Real (5)
- La Coruña (8)
- Cuenca (3)
- Granada (8)
- Guadalajara (3)
- Huelva (5)
- Jaén (5)
- León (5)
- Lérida (4)
- Madrid (36)
- Málaga (11)
- Murcia (10)
- Las Palmas (8)
- Salamanca (4)
- Santa Cruz de Tenerife (7)
- Sevilla (12)
- Toledo (6)
- Valencia (15)
- Valladolid (5)
- Zaragoza (7)

- En cuanto al Senado, el número máximo de escaños es de 208. VOX presentará listas en las mismas provincias que para el Congreso, excepto en la Coruña, provincia en la que no lo hará; sí lo hará, en cambio, en Fuerteventura, Gomera y La Palma. 

No habrá listas de VOX (ni para el Congreso ni para el Senado) en: 

- Islas Baleares
- País Vasco
- Navarra
- La Rioja
- Ceuta
- Melilla
- Cataluña
- Galicia 

... si bien de las dos últimas comunidades presenta listas para el Congreso en las provincias de Lérida (Cataluña) y la Coruña (Galicia). 

(2)  Hay también otro partido provida -en este caso de izquierdas- poco conocido, denominado Solidaridad y Autogestión Internacionalista (SAIn). Dicho partido presentará listas tanto al Congreso como al Senado en Burgos, Cantabria, La Coruña, Guadalajara, Jaén, Madrid, Murcia, Navarra, Palencia, Las Palmas y Valladolid (11 provincias)

(3) El Partido Familia y Vida (PFyV) sí que es claramente pro-vida, aunque presentará solamente listas al Congreso por la Comunidad autónoma de Baleares  y al Senado lo hará en Mallorca e Ibiza-Formentera

[A diferencia de lo que ocurrió con las elecciones municipales del 24 de mayo, ahora, en las generales del 20 de diciembre, PFyV no forma coalición con VOX en ninguna circunscripción, sino que van ambos por libre. Desearía conocer las causas. En los temas cruciales de Aborto Cero y Familia cristiana como único modelo de familia, PFyV es mucho más fiable que VOX. Si VOX no se ha unido a PFyV es porque, en realidad, no defiende -en estos temas- los mismos valores que PFyV, al menos no del modo en el que sería de esperar ... lo cual me pone sobre aviso. El problema es que al Partido Familia y Vida sólo se le puede votar en Baleares. Le dedicaré a este asunto de la relación VOX-PFyV el siguiente artículo ... ¡y es que -no sé por qué- pero tengo la mosca en la oreja!]


José Martí

NOTA: Ver una entrada mía posterior

sábado, 5 de diciembre de 2015

No es lícito votar al mal menor cuando existe la opción del bien (Jesús Graciani)

Artículo original pinchando aquí

[NOTA: Hago una referencia a este artículo en una entrada posterior, con algunos matices  IMPORTANTES a tener en cuenta, al no estar de acuerdo con algunos planteamientos que aquí se dan, porque ... ¿de veras exist la opción del bien?]

¡A qué partido votar ... o no votar a ningún partido: voto en blanco o abstención!




Quiero dirigirme al votante católico que procura votar siempre de un modo coherente con su conciencia cristiana.

Según la doctrina de la Iglesia, un católico no puede votar a un partido abortista. Cito la Evangelium Vitae de Juan Plablo II: “el aborto y la eutanasia son crímenes que ninguna ley humana puede pretender legitimar.” En el mismo documento dice que los católicos tienen una “grave y precisa obligación de oponerse” a dichas leyes. Y de un modo explícito recoge lo siguiente: “nunca es lícito participar en una campaña de opinión a favor de una ley semejante, ni darle el sufragio del propio voto.” 

Una Nota doctrinal de la Congregación para la Doctrina de la Fe de 2002 -dirigida entonces por el Cardenal Ratzinger-, publicada con la aprobación expresa de Juan Pablo II y que llevaba por título “sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política”, decía: “La conciencia cristiana bien formada no permite a nadie favorecer con su voto la realización de un programa político que contenga propuestas contrarias a los contenidos fundamentales de la fe y la moral.” Dicho documento conserva toda su vigencia ya que permanecen los peligros que motivaron su elaboración: “En estos últimos tiempos han aparecido orientaciones ambiguas y posiciones discutibles. No es posible callar sobre los graves peligros hacia los que algunas tendencias culturales tratan de orientar las legislaciones y, por consiguiente, los comportamientos de las futuras generaciones”.

La misma nota doctrinal habla de que existen “principios morales que no admiten excepciones o compromiso alguno” y les llama “exigencias éticas fundamentales e irrenunciables”. Entre ellas incluye:

“Leyes civiles en materia de aborto y eutanasia” 
“Tutela del derecho primario a la vida desde su concepción hasta su término natural”
“Respetar y proteger los derechos del embrión humano”
“Tutela y promoción de la familia, fundada en el matrimonio monogámico entre personas de sexo opuesto”
“La familia no pueden ser jurídicamente equiparadas otras formas de convivencia”
“La libertad de los padres en la educación de sus hijos es un derecho inalienable”, etc. 

Ciudadanos, PSOE, Podemos e IU contravienen todas y cada una de estas “exigencias irrenunciables”, y el PP incumple bastantes de ellas. Por tanto, al católico que quiera ser coherente con su fe, no le está permitido “favorecer con su voto” a dichos partidos.

Alguien podría invocar aquí la teoría moral del mal menor. Sin embargo, la elección de un mal es lícita [ Nunca puede ser lícito votar el mal, aun cuando sea un mal menor ] sólo cuando necesariamente hay que elegir entre varias opciones -todas ellas malas-, escogiendo entonces, y sólo entonces, la opción menos mala: el llamado “mal menor”. Pero si entre las opciones posibles hay una buena, es decir, una que no contradiga ninguna de las “exigencias éticas fundamentales e irrenunciables”, no sería lícito escoger de entre las otras –que son malas-, la menos mala. En las actuales circunstancias, no es lícito votar el mal menor porque existen opciones que defienden nuestras “exigencias éticas fundamentales e irrenunciables”.

Y aquí abordamos la cuestión del voto útil. Alguien podría pensar que las opciones buenas no son viables, y por tanto votarlas es inútil. Sin embargo, todos los que pensamos y decidimos de acuerdo a nuestra conciencia cristiana sí que somos número más que suficiente para obtener representación. Si no votamos a la opción buena es porque pensamos que los demás que piensan como nosotros, no la van a votar, y nos vamos a quedar solos con nuestra papeleta colgando del ridículo. De esa manera, condenamos para siempre la única opción de que se defiendan nuestros valores, porque así nunca saldrá adelante ningún partido nuevo. Es la pescadilla que se muerde la cola. 

En algún momento habrá que romper de una vez esa barrera psicológica del miedo, y votar como pensamos, dando nuestra confianza a un nuevo partido que defienda nuestros valores. Muchos bien-pensantes dicen: “ojalá alguien creara un partido al que pudiera votar sin violar mi conciencia cristiana”. Y cuando por fin “alguien”, -por supuesto no ellos, que no mueven un dedo y se lamentan desde su rincón sin esperanza- se lanza al ruedo y forma un partido que sí tiene posibilidades reales de obtener representación… no lo votan por ese miedo a “quedarme sólo”, a “tirar mi voto”.

El momento de apostar por un nuevo partido compatible con nuestra conciencia cristiana es ahora. Las cosas, desafortunadamente, ya han llegado demasiado lejos. A día de hoy, el único partido con representación parlamentaria que históricamente podía votarse sin traicionar nuestras convicciones -el PP-, ha asumido posturas incompatibles con la conciencia de un cristiano. En la parte del programa electoral de 2015 de los Populares, que presentó el lunes pasado Alfonso Alonso y que lleva por título “Primero las personas”, se constata el viraje ideológico de este “nuevo” PP, que nos quieren vender como renovación del partido. Basta comparar el programa electoral de 2011 con el de 2015 para darse cuenta de ello.

Ahí van varios ejemplos del programa electoral: la palabra “género” aparecía 3 veces en 2011, en 2015 aparece 15 veces; el concepto de “identidad de género” no aparecía en 2011, en 2015 aparece 2 veces; el concepto de “nuevos modelos familiares” o “nuevas realidades familiares” no aparecía en 2011, en 2015 aparece 4 veces. 

- Es decir, el nuevo PP de Mariano, Soraya, Arriola, Villalobos y Maroto ha asumido ciertos dogmas de la ideología de género hablando por ejemplo en los siguientes términos:  “Nos comprometemos a seguir trabajando por la igualdad en todos los ámbitos y luchar contra cualquier tipo de discriminación por razones de orientación sexual y/o de identidad de género.”

- O, por ejemplo, cuando habla de los nuevos modelos familiares: “Seguiremos avanzando en la adaptación de nuestras políticas a los nuevos cambios sociales, con especial atención a los nuevos modelos familiares.” Donde reconocen que se suben al carro de ese “cambio social” al que quieren adaptar sus políticas. Y en otra parte vuelven a insistir: “Tenemos un proyecto para poner todas nuestras potencialidades en marcha y consolidar el cambio social.” No sólo se suben al carro, sino que lo quieren consolidar. Claridad no les falta. 

- En la misma línea, del nuevo programa del PP desaparecen expresiones como “protección del no nacido” o “protección del derecho a la vida”, que sí aparecían en 2011. Esta voluntad clara de defensa del no nacido se cambia por un genérico “estar comprometido con la vida” sin, por supuesto, aportar ninguna medida concreta de protección del concebido.

- Otro ejemplo claro es una guía oficial del Gobierno, concretamente del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad que preside el Ministro Alfonso Alonso, dirigida a ¡niños!, docentes y familias que se titula “Abrazar la diversidad: propuestas para una educación libre de acoso homofóbico y transfóbico”. Dicho documento es bastante claro afirmando lo siguiente: “Frente a los argumentos que sostienen que lo natural es la heterosexualidad, los hechos muestran que lo natural es la diversidad sexual”. La guía también establece que “no todas las familias están formadas por personas o parejas heterosexuales y sus hijos e hijas. Existen también las llamadas homoparentales o familias arcoíris”. También recomienda: “Evita hablar siempre desde el punto de vista masculino (androcentrismo) y tratar al resto de personas como si todas fueran heterosexuales (heterosexismo). Respeta el deseo de cada persona a ser tratada con el género con el que se identifica”. 

- Y aconseja a los profesores: “Invita a personas abiertamente gays, lesbianas, bisexuales o trans a tus clases o al claustro para acompañar un proyecto educativo”. Y a los centros educativos aconseja que fomenten “la relación entre el centro y personas expertas u organizaciones LGTB” y apunta la conveniencia de que los profesores coloquen en clase símbolos del movimiento LGTB. Y la misma guía añade: “Todas las personas hemos sido socializadas en la homofobia y la transfobia: conoce tus miedos, prejuicios y estereotipos sobre el tema, cuanto más lo hagas, más fácil será transformarte para transformar la realidad de tu centro educativo. Pide ayuda a un colega, a un profesional o contacta con algún sindicato, asociación de docentes o asociación LGBT para comenzar a formarte y a superar las dificultades que puedas encontrarte.” Y para terminar exhorta: “Tenemos que ser conscientes de que todos y todas hemos sido enculturados en el sexismo y la homofobia”.

Que quede claro, pues, de una vez por todas: votar al “nuevo” Partido Popular es abrir las puertas a la normalización, consolidación y aceptación social del aborto y de la ideología de género, con conceptos incompatibles con nuestra conciencia cristiana como es la “identidad de género”, “diversidad sexual” o los “nuevos modelos de familia”

En la práctica es consentir en la permanencia de leyes contrarias a nuestras “exigencias éticas fundamentales e irrenunciables” (ley del aborto, ley del matrimonio homosexual, ley del divorcio exprés, entre otras), ya que la mayoría de los dirigentes del PP están de acuerdo con dichas leyes (véanse Soraya, Maroto, Arriola, Villalobos, Alonso, González Pons, Floriano, etc.). Y los pocos dirigentes contrarios han decidido mirar para otro lado porque “nada se puede hacer”, no está dentro de “lo posible”. Y para ellos la política es el “arte de lo posible” (otra forma de decir “me rindo”, “no hay nada que hacer”, “pensemos en otras cosas porque estás están perdidas”). Y de esa manera, “lo posible” es cada vez menos.

Volvamos al voto de un católico en las próximas elecciones generales. Siendo ésta la triste realidad del nuevo Partido Popular, la conclusión es clara y la digo con toda rotundidad, a pesar de que muchos -que deberían- no se atreven a decirlo en alto: un católico, a día de hoy, no puede votar al Partido Popular. El nuevo PP, al defender tesis claramente “contrarias a los contenidos fundamentales de la fe y la moral” se ha situado fuera de las posibilidades de voto de los católicos. 

Y si esto es así para el PP, lo es con mayor motivo para otros partidos abiertamente contrarios a nuestras “exigencias éticas fundamentales e irrenunciables” como Ciudadanos, PSOE, Podemos, IU, etc.

Y entonces, ¿a quién votar? ¿Hay alternativa? Hay varias. Como he dicho antes, el momento de apostar por un nuevo partido compatible con nuestra conciencia cristiana es ahora

Las cosas desafortunadamente ya han llegado demasiado lejos, y ni el PP, ni C’s, ni PSOE, ni Podemos, ni IU, etc, tienen intención de revertir esta situación, este proceso de “cambio social”. Yo particularmente recomiendo votar a VOX. Tiene posibilidades reales, aunque los medios lo silencien. No es un partido perfecto. Ni hace falta estar al 100% de acuerdo con todas sus propuestas para votarles

[En un artículo posterior comento que ni siquiera VOX cumple esos principios irrenunciables a los que hacía referencia Benedicto XVI, pues permite los abortorios, deja la iniciativa última de abortar a la madre -eso sí, después de aconsejarle que no debería de abortar y de las consecuencias nefastas del aborto- y admite y regula la existencia de otras uniones, además del matrimonio natural. Todo esto viene en el programa de VOX, pero con letra pequeña ... De ahí que yo haya cambiado mi idea inicial de votar a VOX. El comentario que hago, con más extensión, puede leerse pinchando aquí]

Pero si quieres que alguien en el Congreso -aunque sólo sea uno- defienda nuestras “exigencias irrenunciables”, vota a VOX. Si VOX no está, nadie lo dirá, y tu voz dejará de resonar entre las paredes de la Cámara Baja. 

¿Y si al final no lo consigue? ¿Habré tirado mi voto? Al contrario, habrás contribuido a que el cambio político que esperamos esté más cerca. Quizás no lo consigamos a la primera, ni a la segunda. Habrá que seguir sumando voluntades… pero ya, por fin, nos habremos puesto en movimiento para cambiar las cosas.

Jesús Graciani

viernes, 4 de diciembre de 2015

Necesitamos un papa "mártir" que quiera reconstruir la casa (Michael Lofton)

Una posible solución al tremendo problema que asedia a la Iglesia actual, escrito por Michael Lofton, de la revista Remnant. El original, pinchando aquí

San Clemente, papa mártir 

Se han propuesto muchas teorías acerca del modo en que la Iglesia Católica podría salir de la actual crisis en que se encuentra. Me referiré a algunas de ellas y luego propondré la mía.

Reformar el laicado

Algunos sugieren que si el laicado estuviera mejor catequizado la Iglesia podría salir de la crisis actual, ya que podría brindar mejores candidatos a la Iglesia para la formación sacerdotal. Éstos luego se convertirían en sacerdotes ortodoxos, obispos y hasta papas

Si bien una mejor catequización del laicado y mejores candidatos para el sacerdocio son muy importantes, esto solo no solucionaría la situación en que se halla la Iglesia¿Por qué? Porque la Iglesia necesita sobre todo la Ecclesia Docens (la Iglesia docente, es decir, los obispos) para que la Ecclesia Discens (la iglesia que aprende, es decir, el laicado) sea bien catequizada. Hay muchas cosas que algunos laicos podrían enseñar sobre la fe a otros laicos, pero se necesita el Magisterio para sopesar aspectos actuales de doctrina y práctica, que no se han tratado en el pasado, pero que son de vital importancia para permanecer firmes en la fe (de aquí la necesidad de un Magisterio vivo).

Además, el laicado puede producir candidatos ortodoxos dignos de ingresar en el seminario, pero si el seminario tiene gente que rechaza a los candidatos ortodoxos, y sólo acepta a los candidatos disidentes, esta teoría no funcionaría. Evidentemente, para que se produzca un cambio serio es crucial una reforma en la Jerarquía.

Reformar a los sacerdotes

Esta teoría sostiene que el saneamiento de la crisis actual sería posible mediante sacerdotes ortodoxos

Como mencionamos antes, existe el problema de la admisión de los candidatos ortodoxos al seminario; pero suponiendo que se produjera esta reforma con sacerdotes ya ordenados, aún no sería suficiente. Si un sacerdote se pusiera a “reconstruir la casa” en su parroquia, es decir, no permitiera al laicado llevar la batuta, celebrara la misa tradicional, predicara acerca de la conversión y de la necesidad de creer en Cristo y su Iglesia Católica como único medio de salvación, recibiría un llamado al día siguiente y sería silenciado o reducido al estado laical. Esto no significa que no tengamos necesidad de mejores sacerdotes; significa que no es suficiente con reformar a los sacerdotes.

Reformar a los obispos

Algunos creen que si los obispos fuesen más ortodoxos la iglesia podría salir de la crisis actual en que se encuentra

Esto es controvertido porque tan pronto como un obispo intente reformar la iglesia en su diócesis, de acuerdo con los parámetros de ortodoxia normales, sería apartado por sus hermanos obispos, quienes rápidamente se dirigirían al Santo Padre y pedirían su remoción del cargo.

Imagínense: Si un obispo les dijera a todos sus sacerdotes disidentes que se vayan a casa, retornara a la liturgia tradicional y comenzara a predicar la fe católica (que, inevitablemente, incluye un llamado al arrepentimiento del pecado y la exclusividad de la salvación sólo en la Iglesia Católica), se notificaría al Papa inmediatamente y se presionaría para removerlo de su puesto ( y hasta el momento los disidentes han obtenido todo lo que querían en este aspecto). Está visto que ésta no sería tampoco la solución del problema de la crisis actual.

Un Papa mártir

Parecería que la única esperanza real para un cambio serio (con excepción de una intervención divina) es que un Papa “reconstruya la casa”

¿Por qué un Papa? Porque el Papa tiene el poder de hablar claramente sobre la doctrina y la práctica sin la posibilidad de ser removido, puede definir dogmas infaliblemente, excomulgar a los disidentes, reducir al estado laical a los clérigos rebeldes, etc. Sin embargo sin un Papa que quiera implementar cambios de radicales con mano firme, la Iglesia permanecería atrapada en la crisis actual por los motivos ya mencionados.

¿Cómo podría un Papa reconstruir la casa en forma eficaz? 

Se podría lograr de la siguiente manera: El Papa podría encerrarse en una habitación con un fuerte dispositivo de seguridad y un catador de alimentos, redactar una lista de obispos disidentes del mundo y reducirlos a todos al estado laical inmediatamente. Luego podría reunir a un grupo selecto de clérigos bien ortodoxos, conocidos por oponerse férreamente al error, y emplearlos en encontrar nuevos candidatos para reemplazar a los obispos recientemente reducidos al estado laical.

Luego podría redactar una carta para todos los obispos que queden en el mundo para informarles que tienen una semana para reducir al estado laical a todos los sacerdotes disidentes en sus diócesis.

El Papa podría establecer un grupo selecto de clérigos, sumamente ortodoxos, para recibir cualquier queja contra herejías por parte de clérigos. Si existiera suficiente evidencia para demostrar que aún quedan obispos o sacerdotes disidentes en una diócesis, esto se llevaría ante el Papa quien, inmediatamente, reduciría al estado laical a tal obispo o sacerdote disidente.

Posteriormente el Papa podría escribir un nuevo Syllabus de errores, condenando todos los errores de la iglesia moderna. También podría establecer una ley que obligue a todos los obispos y sacerdotes a celebrar exclusivamente la Misa Tridentina bajo pena de pecado mortal y reducción al estado laical (este Papa podría considerar la reforma de la Misa determinada por el Concilio Vaticano Segundo nula y sin efecto). Se podría otorgar un cierto tiempo para que aprendieran latin los sacerdotes que no lo conocieran. Mientras tanto se les permitiría decir la Misa Tridentina en su lengua vernácula pero sólo dentro del tiempo estipulado para el aprendizaje del idioma.

El Papa podría entonces crear otra comisión compuesta enteramente por clérigos verdaderamente ortodoxos para determinar qué actos de los anteriores Papas post conciliares necesitan ser declarados nulos. Después de esto se podría dirigir a todo el mundo con un documento llamando a todo el mundo a arrepentirse de sus pecados, a creer sólo en Cristo y a convertirse a la Iglesia Católica como la única esperanza de salvación.

Es cierto que, aun con el mejor dispositivo de seguridad, dicho Papa sufriría el martirio, pero antes habría puesto en marcha cambios serios, que permitirían a la Iglesia superar la crisis actual

Es seguro que si tuviera lugar tal reforma, la Iglesia se haría más pequeña de la noche a la mañana. Pero ¿no sería mejor tener una Iglesia más pequeña compuesta, casi en su totalidad, por católicos con temor de Dios que una iglesia grande que arrastra mayormente peso muerto -que prácticamente la ha paralizado en su capacidad para llevar a cabo su misión? 

Quizás éste sólo sea un sueño imposible de un laico católico naif, pero todavía espero, contra toda esperanza, que Dios algún día nos envíe un Papa así.

Michael Lofton

Después de décadas pidiéndonos un ‘voto útil’ toca preguntarse: ¿es útil para quién? (ELENTIR)

RENUNCIAR AL VOTO EN CONCIENCIA SÓLO HA SIDO BENEFICIOSO PARA EL PROGRESISMO


Desde la medianoche de ayer, jueves, 3 de diciembre, en España estamos en campaña electoral. Otra vez nos toca escuchar los manoseados argumentos de siempre. Y uno de los más manoseados es el del “voto útil”.

Un mapa político con cada vez menos diferencias entre partidos

No me ocuparé del voto de izquierdas porque no soy de izquierdas. Como votante liberal-conservador me preocupan una serie de cuestiones que se han quedado sin representación en el Congreso y el Senado: el derecho a vivir desde la concepción, la libertad de educación, la libertad de idioma, la firmeza contra el terrorismo, el rechazo a la imposición de la ideología de género y la igualdad de los españoles ante la ley, entre otros. 


PP, PSOE, C’s, Podemos e IU tienen algunas cosas en común:

- Defienden o aceptan el aborto como “derecho”. En el caso del PP, incluso traicionando su compromiso electoral de cambiar la todavía vigente Ley del Aborto de 2010.

- Defienden o aceptan diversos recortes de la libertad de educación, especialmente en lo relativo al derecho de los padres a educar a sus hijos conforme a sus convicciones religiosas.

- No respetan la libre elección de lengua en las escuelas, en el caso de C’s y del PP poniendo en su lugar una educación trilingüe, y en el caso de los demás asumiendo la inmersión lingüística que se practica en Cataluña.

- Han asumido como algo normal la presencia de marcas electorales de ETA en nuestras instituciones, sin que la banda terrorista se haya disuelto, ni haya entregado las armas, ni haya pedido perdón a sus víctimas, ni tan siquiera se haya molestado en ayudar a aclarar los numerosos atentados de ETA cuyos autores aún no han sido juzgados.

- Promueven o asumen la ideología de género, incluso su imposición por medio de las leyes y en las escuelas.

- Ninguno de ellos se cuestiona el Estado de las Autonomías, que ha sembrado la desigualdad entre los españoles, convirtiendo a nuestra Nación en 17 taifas.

Consenso progresista: el nuevo pensamiento único

Después de casi 40 años, un mapa político con posiciones muy diferenciadas ha dado paso a un mapa político cada vez más dominado por el consenso progresista. Este consenso sirve para excluir a todo el que se atreve a cuestionar dogmas progresistas como el aborto, la ideología de género, el matrimonio gay, el apaciguamiento de los terroristas y que los políticos decidan por ti la educación que han de recibir tus hijos

Además, se han aceptado sin rechistar planteamientos nacionalistas como la exigencia de un cada vez mayor grado de autogobierno para las regiones (aunque eso redunde en mayores perjuicios para los ciudadanos) y que las lenguas tengan derechos (en lugar de tenerlos las personas). Hemos llegado a un punto en que da la sensación de que si no asumes ese consenso progresista, no tienes cabida en nuestra democracia.

¿Cuánto tardarán en desaparecer las pocas diferencias que quedan?

A este panorama se le puede y se le debe plantear una objeción obvia: ¿qué clase de democracia es una en la que todo acaba sometido a una sola ideología? 

Además, esa asimilación se da, en muchos casos, de espaldas a los votantes. El caso del PP y de Mariano Rajoy en esta legislatura es un ejemplo claro de ello: llegaron al poder con unos compromisos electorales y los han traicionado para acabar asumiendo, sin rechistar, el discurso ideológico del PSOE y la práctica totalidad de su tinglado legislativo. Se prometió un “cambio” pero cuesta encontrar cambios reales, más allá de una mayor tolerancia al hecho religioso y de una actitud más favorable a los conciertos educativos. A esto, prácticamente, se han reducido las diferencias entre la izquierda y la derecha parlamentarias, al cabo de varias décadas apelando al “voto útil” frente a la izquierda

Pero ¿cuánto tardará en reducirse a la nada esa diferencia tan escasa? Hace diez años pocos imaginaban que el PP acabaría asumiendo las tesis más abortistas del PSOE, la ideología de género e incluso las consecuencias de los pactos entre Zapatero y ETA, pero lo ha hecho. La claudicación de la derecha parlamentaria ante las tesis progresistas ha sido profunda y no parece que vaya a detenerse.

¿Aún quieres dar voz a tus principios en las instituciones?

Así pues, ¿qué quieren decir con el “voto útil”? Renunciar a votar en conciencia nos ha llevado a tener una derecha parlamentaria sometida a las tesis progresistas, y una izquierda cada vez más radicalizada en sus discursos, en su afán por distinguirse de sus rivales políticos. 

Tras la caída del Muro de Berlín y el derrumbamiento del comunismo, las ansias de verganza de la ultraizquierda contra el Occidente cristiano, el libre mercado y la democracia liberal se han topado con una derecha tibia y pusilánime que renuncia a defenderlos, por miedo a que los nostálgicos de la URSS y sus portamaletas de la socialdemocracia la señalen como “facha”. 

El resultado es un Estado que cada vez se apropia de una mayor porción de nuestra riqueza, una educación que cada vez es menos libre, una mayor intolerancia a la religión y un cada vez más estrecho margen para discrepar del pensamiento único progresista. 

Estas décadas de “voto útil” han acabado siendo útiles sólo para la izquierda y para esa derecha dispuesta a someterse a los dictados progresistas. Para los demás españoles esa utilidad se limita a defender, con una creciente incertidumbre, unos espacios de libertad que cada vez son más pequeños. 

Ya va siendo hora de que esa derecha social pase a la ofensiva en el ámbito electoral, rompiendo con los políticos que prefieren apaciguar a la izquierda doblegándose ante sus dictados. Tú decides: emitir un voto útil para la izquierda, o un voto en conciencia que dé voz a tus principios en las instituciones.

ELENTIR

NOTA: Como señalo en una entrada posterior, el voto en conciencia (entendiendo por tal la recta conciencia) ha quedado reducido tan solo a Partido FAmilia y Vida, que presenta su candidatura únicamente en Baleares. En un principio, VOX parecía una alternativa posible. Un análisis en profundidad me ha llevado a la conclusión de que no es así. Y lo lamento realmente, pues quedan entonces sólo dos posibilidades: voto en blanco o abstención ... pues aunque existe también un partido de izquierdas que apuesta por la vida y la familia, llamado SAIn, su programa está incompleto y no tengo datos suficientes como para tomar la decisión de votarles.
No tengo suficientes conocimientos de estadística pero me informan de que según el sistema D'Hont no es conveniente el voto en blanco para los partidos que son poco votados ... Y tal vez hubiese por ahí alguno que desconozco con ideas buenas para la nación española. Y ese es el motivo por el que he optado finalmente por la abstención en estas elecciones del 20 de Diciembre, según explico con más detalle en una entrada posterior.

jueves, 3 de diciembre de 2015

Un corto se burla de la ideología de género en la escuela: da risa, pero es tan verosímil que asusta


Los temas objeto de chanza en este corto no son imaginarios: son sólo una caricaturización de disposiciones legales ya existentes en numerosos países. Referencia: Religión en libertad. Interviene el cómico australiano Neel Kolhatkar, azote de la corrección política

Duración 7: 20 minutos



En versión subtitulada:

EL VOTO EN CONCIENCIA Y EL ÓBOLO DE LA VIUDA (Francisco Segarra)

El artículo original puede leerse pinchando aquí


El tema es cansino y un servidor de ustedes está ya hasta los mismísimos. El mal menor es un mal con un calificativo que lo relativiza. Punto. Nunca es un bien. Y ya pueden venir los pusilánimes y los fariseos con milongas: un católico debe aspirar al bien mayor. Y también punto. Y seguido.
Grábense este párrafo del Santo Padre en el alma: “El respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas. Estos valores no son negociables”. BENEDICTO XVI. Exhortación apostólica postsinodal “Sacramentum Charitatis”. 2007, § 83.
Yo no sé qué parte de “no son negociables” no comprenden los católicos españoles. Tampoco sé qué entienden por “votar en conciencia” y, aún menos, qué entienden por una “conciencia bien formada”. Lean el Catecismo, que es lo mínimo exigible a un católico, porque luego llega cualquier político charlatán, cualquier intelectualillo de medio pelo o un testigo de Jehová de tres al cuarto y los pone en aprietos, a los católicos oficiales, digo.

[NOTA: Sobre el voto en conciencia se puede ver una entrada mía posterior]
Los católicos españoles no conocen la historia del Cristianismo
Los católicos españoles no conocen la historia del Cristianismo. Aquel puñado de incultos pescadores de Galilea tenía menos futuro en el Imperio Romano que el más pequeño de los partidos españoles de hoy. Y, por si faltase algo, en cuanto empezaron a hacerse notar, los mataban sin demasiadas contemplaciones. Supongo que el “voto útil” y el “mal menor” hubieran sido postrarse un poquito ante la estatua del César y ya; después, en casita, a rezar el Padrenuestro.
Los católicos españoles, tan aburguesados, no quieren luchar. La vida terrena de Cristo, esa que hay que imitar, concluye en el Calvario, o sea, en el fracaso total. La Resurrección, queridos, no es de este mundo. Aquí se viene a luchar. “No pretenderás defender La Comarca sin lucha, sentado en un rincón gimoteando”, le dice Gandalf a Frodo.
Sólo los santos hacen las verdaderas revoluciones. Y se cuentan por decenas los fundadores que empezaron con cuatro seguidores y medio, y todas las penalidades posibles. Luego, una vez la fundación crece, llegan los que medran y “la organización” mata al espíritu y cuenta más conservar edificios que salvar almas. Quien dice edificios, dice cargos, poltronas, prebendas y comisiones en dinero negro, claro. Pero el Rosario en latín, faltaría más, oiga, que somos muy piadosos y tal y cual. Váyanse a la mierda, con perdón. Y sin él, también. 
[Ciertamente esto es una opinión muy personal del autor de este artículo porque hoy en día no sólo no se reza el Rosario en latín sino que ni siquiera se reza el Rosario; y hay que poner todos los medios, también los sobrenaturales: una forma de lucha que -a la larga, si no es hipócrita- es mucho más efectiva. Lo sobrenatural supone lo natural. Quedarse sólo en lo natural no sería bueno, como no lo sería tampoco quedarse sólo en lo sobrenatural.  Pero, en fin: salvo esta salvedad,  todo lo demás que dice el redactor de este artículo es muy verdad]
Es la falacia de los comienzos ínfimos, como si todo lo grande, lo verdaderamente grande y bello, no empezara con algo nimio, humilde, sencillo y pobre hasta la invisibilidad.
Dios alabó la generosidad de la viuda
Y así, Dios, el Cristo, alabó la generosidad de la viuda: aquellas monedas miserables que eran todo su capital y que poco –o nada—podían aportar a la economía del Templo.
La viuda votó en conciencia.
Y así, Dios, el Cristo, que ve en lo secreto de nuestras conciencias, alabará la limpieza y la generosidad de nuestro voto. Y miren: tengan la absoluta seguridad de que no lo medirá por el número de escaños.
Y añado que una sociedad, un Sistema, que permite el asesinato de más de cien mil niños no nacidos cada año, es una sociedad tan enferma que solo merece esa eutanasia que quiere, también, legalizar. Para vomitar, oigan. Para vomitar, como hacían por placer los viejos romanos.
Francisco Segarra

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Discurso de clausura del Sínodo - 9 (Análisis crítico)


Sinodo sobre la Familia Octubre 2015

- En el curso de este Sínodo, las distintas opiniones que se han expresado libremente –y por desgracia a veces con métodos no del todo benévolos– han enriquecido y animado sin duda el diálogo [¿?], ofreciendo una imagen viva [¿?] de una Iglesia que no utiliza «módulos impresos», sino que toma de la fuente inagotable de su fe agua viva para refrescar los corazones resecos.

El problema es que, con toda probabilidad, porque no lo aclara, los que el Papa llama "corazones resecos" son, precisamente, aquellos que quieren mantenerse fieles a las enseñanzas de Jesús sobre el matrimonio ... ¡Y Jesús no era precisamente un corazón reseco, sino muy fresco y muy vivo!

De manera que esta Iglesia que, según el santo Padre no utiliza "módulos impresos", esta Iglesia "viva", según él, desde el mismo momento en el que dejara de decir lo que dijo Jesús, dejaría de ser la verdadera Iglesia y sería ... otra cosa: llamémosle "nueva" Iglesia, "Iglesia moderna", "Iglesia aggiornada", etc...Todo lo que queramos, pero -desde luego- ésa no sería ya la auténtica Iglesia, aquella que Jesucristo fundó, pues no sería su Mensaje el que estaría transmitiendo - un Mensaje dado de una vez por todas y para siempre- sino que se trataría de un "mensaje" cambiante según los tiempos y los lugares. Como dirá más adelante el mismo santo Padre en este discurso postsinodal: Lo que en un lugar es bueno en otro lugar puede ser malo.

En esta "Iglesia moderna" todo se relativiza, no hay verdades absolutas. Para cada uno es bueno lo que él juzgue que es bueno: "Los cristianos con la Biblia, los musulmanes con el Corán" ... ¿Qué más da? Dios es bueno y misericordioso y el que tengamos una religión u otra es algo irrelevante, puesto que no podemos atribuirnos la exclusiva de la Verdad, etc... Todo esto tiene muy buena prensa pero adolece de un defecto. Y es que es falso.

El Papa tiene la obligación de cuidar de sus ovejas, las que le han sido encomendadas y de transmitir fielmente la fe recibida ... una misión que es para fortalecer en la fe a los cristianos. Lo que vemos no es eso sino viajes y más viajes, visitas y más visitas a rabinos, imanes, masones, etc... ¡todos hermanos! Eso sí: aquellos que intentan vivir conforme a la Tradición recibida de los Apóstoles son relegados al último lugar e incluso perseguidos: recordemos el caso de los Franciscanos y de las Franciscanas de la Inmaculada, sin ir más lejos (aunque no es el único caso).

Como dato nuevo aporto el último mensaje suyo que he visto en twiter y que dice así: "Los cristianos y musulmanes somos hermanos" (30 Nov 2015).

Yo me he tomado la libertad de hacer un comentario en facebook a dicho twiter, el cual reproduzco aquí en este blog:

"Caín y Abel también eran hermanos ... Desde luego, hermanos en la fe no somos. Nos parecemos en que somos personas humanas creadas por Dios, pero eso no nos hace hijos de Dios y no nos hace tampoco hermanos. En cambio, en Jesucristo, verdadero Hijo de Dios, hecho realmente uno de nosotros, en Él y unidos a Él, sí que podemos llamarnos realmente hermanos ... y lo somos: hijos en el Hijo ... ¡pero esto se refiere a los que por la gracia de Dios han recibido el don de la fe, o sea, a los católicos ... no a los musulmanes y ni siquiera al conjunto de la raza humana! Separados de Jesucristo, como están, es imposible decir que los musulmanes son hermanos de los católicos. Tal afirmación ofende al sentido común más elemental y no es conforme a la verdad, aunque sea el santo Padre quien la haya dicho".

Como digo, es preciso rezar cada vez con más fervor y con mayor fe y confianza en Dios. Y de una manera especial en estos días, cuando nos encontramos en las proximidades de la maravillosa fiesta de la Inmaculada. Un buen remedio para esta crisis que sufre la Iglesia sería el ofrecimiento de una novena a la Inmaculada Concepción, con el rezo del santo Rosario y la participación en la Santa Misa, porque si hay algo claro es que es nuestra Madre del Cielo, la Virgen María, la única que nos puede sacar de este atolladero ... y la que, sin duda, lo hará ... si se lo pedimos insistentemente.

(Continuará)

El cardenal Sarah recuerda que no se puede dar la comunión a los no católicos aunque estén casados con un católico

Tomado de Infocatólica
Cardenal Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto y la Disciplina de los Sacramentos

Diane Montanga ha preguntado al cardenal Sarah tras la polémica por las palabras del Papa Francisco en su visita a una comunidad eclesial luterana en Roma


¿Podría un sacerdote dar la Sagrada Comunión a ambos cónyuges si sabe que uno de ellos es católico y el otro no?

No, sólo podemos dar la Comunión a los católicos. Muchos sacerdotes me han comentado: «Yo doy la Comunión a todo el mundo». Esto es una barbaridad.

A veces, un anglicano que vive desde hace mucho tiempo muy lejos de su iglesia y que desea recibir la Comunión, puede participar en la Misa y recibir la Comunión en la Iglesia Católica, siempre que no esté en pecado, y esté casado válidamente. Porque ellos sí creen en la Eucaristía, aunque en la iglesia anglicana no haya realmente Eucaristía porque no existe sacerdocio. Pero es raro y sólo sucedería en circunstancias muy excepcionales. Esto es algo extraordinario, no ordinario.

Pero un católico no puede recibir la Comunión en la iglesia anglicana, porque, en realidad, no hay Comunión; es sólo pan. El pan no está consagrado, porque el sacerdote no es un sacerdote. Debido a la ruptura de Enrique VIII con la Iglesia Católica, las ordenaciones sacerdotales de la Iglesia Anglicana quedaron anuladas y vacías. Por eso, la consagración no es válida, y por lo tanto, no hay Eucaristía.

¿Y una mujer que es luterana o anglicana y está casada con un hombre católico, si van a Misa el domingo, sería posible que recibiera la Comunión?

El día de su boda, el sacerdote dio la Comunión al marido católico y no a la esposa luterana o anglicana. Lo mismo sucede si van a Misa juntos, porque no hay intercomunión: entre los anglicanos y los católicos, entre los católicos y los protestantes. Si van a Misa juntos, el cónyuge católico puede ir a comulgar pero el luterano o anglicano no puede.

Si no estamos unificados en la fe y la doctrina, ¿cree usted que abrir las puertas a la intercomunión perjudicaría la fe en la presencia real?

Yo creo que fomentaría la profanación. No podemos hacer eso. No se trata de hablar con el Señor para saber si debo ir a comulgar. No. Tengo que saber si estoy de acuerdo con las normas de la Iglesia. Es mi conciencia la que dice: «Comulga». Mi conciencia debe estar iluminada por la ley de la Iglesia, que dice que para comulgar, necesito estar en estado de gracia, sin pecado, y compartir la fe de la Iglesia Católica. … No es mi deseo personal o mi diálogo personal con Jesús lo que determina si puedo recibir la Comunión en la Iglesia Católica. Cómo puedo saber que el Señor ha dicho realmente: «Ven y recibe mi Cuerpo». No. Una persona no puede decidir si está en condiciones de recibir la Comunión. Tiene que seguir la norma de la Iglesia: es decir, ser católico, estar en estado de gracia, válidamente casado (si es que está casado).

Pero algunos dicen que abrir las puertas a la intercomunión sería una forma de que los esposos se unieran más.


Pero el Señor nos ayuda a ser uno si Le recibimos correctamente. Si no es así, no crea unión. Comeremos nuestra propia condenación. San Pablo lo dice: «Que el hombre se examine a sí mismo … porque quien come y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe su propia condenación» (1 Corintios 11:27-29). Por lo tanto, no conseguimos que sean uno compartiendo el pecado, sin respetar Cuerpo de Cristo.