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lunes, 16 de abril de 2018

Otra vez el Pacto de Metz (XII). Aniversario de Katyn (Capitán Ryder)



Recuerdo mi primer día en clase de historia en el instituto.

La profesora preguntó para qué servía la historia.

Yo levanté la mano y me dio la palabra. Comencé diciendo “para que el hombre no cometa los mismos errores…”, y hasta ahí me dejó hablar.

Me contestó que “eso sí que no, servirá para cualquier otra cosa pero no para eso, no precisamente para eso”, tal era la capacidad del hombre para tropezar infinidad de veces en la misma piedra.

Buen ejemplo de lo que comentaba mi profesara será el pacto, tienen unas ganas locas, que firmarán el Vaticano y el régimen chino para someter a la Iglesia católica a los caprichos comunistas.

De lo que inspira, mueve o es la esencia del comunismo tenemos sobradas muestras. Millones de muertos serían el mejor recordatorio, pero en el Vaticano siguen insistiendo en la fiabilidad de las personas y el régimen con el que firmarán “el nuevo pacto de Metz”.

Estos días se ha producido un nuevo aniversario, el 75, que debería advertir a Parolin y sus muchachos de lo que son capaces los comunistas.

Me refiero al descubrimiento de las fosas de Katyn, donde Stalin asesinó a más de 22.000 polacos para así someter mejor la parte del país que había acordado conquistar.

El episodio lo cuenta, de una manera inmejorable, Elentir, del que dejo enlace, por lo que no añadiré nada.

Sólo quiero comentar que una de las cosas más dolorosas de este pontificado es la sensación de que estos acercamientos al régimen chino, a las Farc, ese quitar hierro a los crímenes de Sendero Luminoso o la rehabilitación indirecta de la teología de la liberación se hace más por simpatía que por practicidad política, o por considerar que sería el mal menor.

Al menos, así ha sido presentado por el propio Vaticano en todo momento. Desde las cartas cruzados entre Francisco y Leonardo Boff hasta las críticas del propio pontífice a quien no estuviese de acuerdo con el pacto del Gobierno colombiano con las Farc. Todo ello coronado con sus palabras nunca explicadas de “son los comunistas los que piensan como los cristianos”.

Capitán Ryder

P.D: Esas palabras, reveladas también por Scalfari, pondrían de manifiesto, en el mejor de los casos, la pobreza del pensamiento de Francisco. Al parecer, los comunistas y los cristianos seríamos primos-hermanos porque ambos hablamos de los pobres. Todo el resto que rodea al cristianismo o al marxismo sería irrelevante. Como también sería irrelevante el hecho de que el comunismo, además de hablar mucho de los pobres, los crea por millones.