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sábado, 22 de noviembre de 2025

El mariológo Salvatore M. Perrella cuestiona la solidez doctrinal de Mater Populi Fidelis




El reconocido mariológo italiano Salvatore M. Perrella, una de las voces más autorizadas en el estudio contemporáneo de la Virgen María, ha ofrecido una lectura crítica de la Nota Mater Populi Fidelis, publicada por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe. En una extensa entrevista concedida al medio suizo RAI, el teólogo advierte que el documento interpreta la mariología desde un marco “excesivamente cristológico” y “demasiado dependiente” de la perspectiva del papa Francisco, dejando fuera dimensiones esenciales para comprender el lugar de María en la economía de la salvación.

Según Perrella, la Nota doctrinal “abre debates necesarios”, pero revela serios desequilibrios internos. A su juicio, el texto reduce prácticamente a cero las dimensiones eclesiológica, antropológica, trinitaria y simbólica de la mariología, tratándola únicamente desde una perspectiva funcional a Cristo. Esta carencia, afirma, empobrece la comprensión de la tradición y dificulta ofrecer una visión integral de la fe.

La importancia de la memoria doctrinal: un vacío que debilita la Nota

Perrella subraya que la explicación magisterial sobre la cooperación de María en la obra redentora debería apoyarse en los desarrollos doctrinales posteriores a la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, donde teólogos y pontífices —de León XIII a Pío XII— reconocieron en María un fruto de la misericordia divina y un sujeto de misión dentro del plan salvífico. Sin embargo, considera que el nuevo documento no recoge adecuadamente esa evolución ni la memoria histórica que la sustenta.

El título “Corredentora”: tradición, matices y reduccionismos

Uno de los puntos centrales de la entrevista es la crítica a la valoración del título “Corredentora”. Perrella se muestra crítico con el término, aunque reconoce su presencia en el magisterio posconciliar, especialmente bajo san Juan Pablo II, quien utilizó tanto el título como expresiones equivalentes. “Como teólogo, no puedo ignorarlo”, afirma.

Sin embargo, condena la forma en que Mater Populi Fidelis descalifica el título recurriendo exclusivamente a afirmaciones de Francisco, sin dialogar con la tradición teológica y magisterial previa. El mariológo recuerda que Lumen gentium optó por un método inteligente: acoger el vocabulario anterior sin absolutizarlo ni repudiarlo. En su opinión, la Nota del DDF hace precisamente lo contrario: estigmatiza algunas expresiones tradicionales sin ofrecer alternativas doctrinalmente más sólidas.

Preocupación ecuménica desproporcionada y pérdida de la “sobrietas” romana

Otro aspecto que Perrella destaca es la preocupación ecuménica, que considera legítima pero desproporcionada. A su juicio, la Nota sacrifica profundidad doctrinal para evitar tensiones con otras confesiones cristianas, algo que califica como “un paso en falso”. Añade que el texto peca de exceso de extensión y de falta de sobrietas, una nota distintiva del Magisterio romano tradicional.

Un argumento inconsistente: ¿explicaciones excesivas?

De manera especial, el teólogo se muestra crítico con el razonamiento del párrafo 22, donde el Dicasterio sostiene que un título que requiere demasiadas explicaciones catequéticas pierde su utilidad. Perrella considera que esta lógica es insostenible, pues con ese criterio también deberían abandonarse títulos esenciales como “Madre de Dios”, “Inmaculada” o “Madre de la Iglesia”, todos ellos necesitados de una extensa elaboración teológica. “Esa es precisamente la tarea de la teología y de la catequesis”, afirma.

La crisis doctrinal actual: María como clave para recuperar la fe completa

El mariológo advierte que el problema de fondo no es María, sino la propia crisis doctrinal contemporánea. “Hoy muchos ya no creen en la Trinidad, ni en la divinidad de Cristo”, señala. En ese contexto, la figura de María “es segunda pero no secundaria”, como recordaba Benedicto XVI, y su correcta comprensión ayudaría a recuperar la coherencia interna de la fe. Sin embargo, acusa al documento de ofrecer una visión “demasiado monofisita”, incapaz de sostener esa tarea.

Falta de especialistas en la elaboración del documento

Perrella lamenta también la ausencia de competencia especializada en la redacción de la Nota. A su juicio, un documento de esta naturaleza debería haber contado con expertos en mariología, dogmática y tradición magisterial. El resultado final, denuncia, no refleja el rigor que históricamente caracterizaba al Dicasterio para la Doctrina de la Fe.

Crítica severa al uso de las nuevas normas sobre fenómenos sobrenaturales

El mariológo dedica una crítica especialmente contundente al párrafo 75, en el que la Nota remite a las nuevas normas del Dicasterio para el discernimiento de presuntos fenómenos sobrenaturales. Según él, estas normas —y la dependencia del nuevo documento respecto a ellas— diluyen el patrimonio doctrinal acumulado desde 1978 y rompen con la línea prudente, histórica y profunda que había guiado a la Iglesia hasta la reforma de la Curia impulsada por Francisco.
Tradición, sensus fidelium y devoción: claves que la Nota no recoge

Perrella concluye recordando que la mariología auténtica no nace de ocurrencias teóricas, sino de la Palabra de Dios, de la tradición viva de la Iglesia y del sensus fidelium, donde la devoción popular sigue revelando una sabiduría profunda. Señala que, durante dos milenios, el pueblo cristiano ha invocado a María con títulos ricos en significado teológico, como los de la Salve Regina, que expresan la espiritualidad e intuición del conjunto de los fieles. A su juicio, Mater Populi Fidelis no logra integrar esa riqueza y pierde así una oportunidad para fortalecer la fe del pueblo de Dios.


Dejamos a continuación la entrevista completa traducida al español:

Mater Populi Fidelis. Para muchos, es un documento inapropiado, dañino e inútil…

Sobre la cuestión de su inutilidad, discrepo. Todo es útil de algún modo, incluso un documento controvertido, porque provoca y sostiene el debate. En este caso concreto, la Nota doctrinal abre debates en teología y mariología, especialmente en lo que respecta a las distintas dimensiones implicadas. En ella aflora una perspectiva que interpreta la mariología en un sentido estrictamente cristológico. Pero hay poco, casi ningún espacio para las dimensiones eclesiológica y antropológica. Y las dimensiones trinitaria y simbólica están completamente ausentes. El documento debe, en cualquier caso, entenderse dentro de una perspectiva mucho más amplia.

¿Qué perspectiva?

Detrás de esta Nota, como sugiere el propio documento —y espero que los autores sean conscientes—, hay que considerar el párrafo 20, donde se aborda la postura del papa Francisco sobre el título de Corredentora. La cuestión de los títulos marianos ha estado siempre en la agenda: reaparece y luego se atenúa. Entonces, ¿qué puede decirse? En lo que respecta a los títulos relacionados con la cooperación de María, estos se convirtieron en objeto de reflexión renovada a partir de 1854 con la definición dogmática de la Inmaculada Concepción. Fue precisamente en el marco de la doctrina inmaculista donde se favorecieron interpretaciones más profundas del servicio o munus de María en la obra de la salvación, utilizando una variedad de términos. Algunos, en verdad, eran del todo inapropiados, como Redemptrix o Substitutrix de lo que es propio de Dios. Esto llevó a los teólogos y a los papas, desde León XIII hasta Pío XII, a comprender a la Inmaculada en la obra de la salvación tanto como fruto como misión: el fruto de la misericordia, la misión de María.

¿Qué faltaba, en su opinión, en aquella interpretación?

Ante todo, se pasaba por alto la dimensión creatural de María. Hoy ese aspecto está afortunadamente presente, aunque quizá de manera algo excesiva. En resumen, necesitamos un equilibrio que actualmente falta. En cuanto a la Nota doctrinal, mi opinión —después de leerla y releerla— es que se adhiere formalmente, aunque no siempre con acierto, a la enseñanza del Concilio Vaticano II, especialmente Lumen Gentium 60–62, retomados más tarde por Juan Pablo II en Redemptoris Mater, particularmente en los párrafos 40–42. Estos son hoy los pilares de la doctrina sobre la cooperatio de María. Personalmente, no soy partidario del título “Corredentora”, pero como teólogo no puedo dejar de tener en cuenta que también ha aparecido en el Magisterio posconciliar.

Juan Pablo II, de hecho, utilizó el título Corredentora siete veces. Y aunque —después de la Feria IV del antiguo Santo Oficio el 21 de febrero de 1996— ya no volvió a emplearlo, como señala la Nota, también es cierto que posteriormente utilizó expresiones equivalentes como Cooperadora del Redentor o Singular cooperadora en la Redención. ¿Qué puede decir sobre esto?

Todo cierto. Examinando específicamente el documento Mater Populi Fidelis, lo encuentro inconfundiblemente “franciscano”, en sentido bergogliano. El párrafo 21, que introduce el párrafo 22, recurre a tres afirmaciones del papa Francisco para explicar por qué el término Corredentora es “inapropiado” e “inútil”. Personalmente, yo nunca habría utilizado tales expresiones. Prefiero el enfoque inteligente de Lumen gentium, que tiene en cuenta el vocabulario previo: ni lo estigmatiza ni lo adopta. Además, tengo la impresión de que la Nota está dominada por la preocupación ecuménica. Y esto, creo, es un paso en falso. Dicha preocupación debe estar presente, por supuesto, pero no debe ser predominante. La prioridad debería ser el carácter pastoral de la doctrina. También encuentro la Nota excesivamente larga, en contraste con el Magisterio romano, tradicionalmente caracterizado por la sobrietas, es decir, la concisión.

Lo especialmente problemático es el siguiente pasaje del párrafo 22: “Cuando una expresión requiere muchas explicaciones repetidas para evitar que se desvíe de un sentido correcto, no sirve a la fe del Pueblo de Dios y se vuelve inútil”. Pero desde este punto de vista, títulos como Madre de Dios, Inmaculada o Madre de la Iglesia también parecerían inapropiados, puesto que ellos también requieren amplias explicaciones —tarea que, después de todo, corresponde a la teología y a la catequesis—. ¿No le parece?

Sin duda. La verdad es que estamos en la historia, pero no somos conscientes de ello. Esta desconexión ya era evidente desde el principio con el título Theotokos. Todo el alboroto en torno a los títulos es artificial, porque tienen un único fundamento: la Sagrada Escritura y lo que la Providencia divina, como enseñaba el padre Calabuig, quiso y designó ab aeterno para María. El documento —a pesar de ser amplio y expansivo— carece de memoria histórica. Y eso, por así decirlo, es una pobreza. Incluso el objetivo mismo del documento; es decir, llamar la atención sobre el papel de María en la obra de la salvación —expresado, además, de un modo excesivamente radical—, plantea dificultades. En efecto, deberíamos preguntarnos: ¿Cuál es hoy la preocupación urgente de la Iglesia en materia de fe? Hoy la gente ya no cree en la Trinidad; hay dudas sobre la divinidad y la identidad mesiánica de Cristo. Ahora bien, María es subsidiaria de todo esto. María, para usar una expresión querida por Benedicto XVI, “es segunda pero no secundaria”. Y la Nota, que yo describiría como “demasiado monofisita”, lamentablemente no ayuda a promover la comprensión integral y completa de la fe cristiana que se necesita. A mi juicio, el documento requería una consideración y una elaboración más cuidadosa, pero sobre todo debió ser preparado por personas competentes en la materia.

Al presentar Mater Populi Fidelis, el cardenal Fernández afirmó que ciertos títulos marianos son un tema que “ha causado preocupación a los papas recientes”. ¿Qué piensa de eso?

No me parece que los papas se hayan inquietado por tal cuestión. Su preocupación era algo muy distinto: la receptio inmediata de Lumen gentium y del Concilio. Seguimos viviendo bajo una recepción mítica del Vaticano II, cuyos documentos, lamentablemente, no son profundamente conocidos.

El párrafo n. 75 de la Nota se refiere a las nuevas Normas para Proceder en el Discernimiento de Presuntos Fenómenos Sobrenaturales, sobre las cuales usted ha sido abiertamente crítico. ¿Cuáles son sus razones?

Perdóneme el neologismo, pero ese párrafo es otra “poco preciosa” perla de la Nota. Y lo es precisamente por su estrecha conexión con las nuevas Normas publicadas por el Dicasterio en 2024. Siempre tuve en gran estima las Normas aprobadas por Pablo VI en 1978 y publicadas oficialmente en 2011. Particularmente aprecié el prefacio firmado por el entonces prefecto, cardenal William Levada. En su momento, habiendo sido consultado por la Congregación, animé firmemente a una revisión de las Normas de Pablo VI, pero desde la perspectiva de un sabio profundizamiento, no de un derroche del gran patrimonio retórico y conceptual de lenguaje, contenido y perspectivas.

¿Podría explicar más?

Para comprender las nuevas Normas y lo que ha surgido en estos dos años de prefectura del cardenal Fernández, hay que tener siempre ante los ojos la figura —siempre presente— del papa Francisco, especialmente su reforma de la Curia romana en Praedicate Evangelium. Esa constitución, que quebró todas las costumbres diplomáticas, políticas y operativas del Vaticano, también ha tenido impacto en la mariología y en la identidad mariana de la Iglesia. Con la reforma de la Curia, bajo Francisco, la Secretaría de Estado perdió su primacía y su papel de coordinación, mientras que el dicasterio principal pasó a ser el de Evangelización. Sin embargo, la primacía de la evangelización no puede prescindir de las palabras de Cristo, que no abolió ni la más pequeña letra de la Ley (cf. Mt 5,17-19). Este principio fundamental debería haber guiado —y debería seguir guiando— las declaraciones magisteriales con mayor prudencia, mayor respeto por la historia y por el presente en una perspectiva de futuro, y con cuidadosa atención a otras realidades. Esto también se aplica a la cuestión de los títulos marianos.

El documento también reflexiona sobre la devoción popular. Sin embargo, la devoción popular siempre ha tenido su propio lenguaje —el del corazón, el del sentimiento—. Un ejemplo notable es la variedad de títulos con los que, durante dos milenios, los fieles han invocado a María, Madre de Cristo y de la Iglesia. Piénsese, por ejemplo, en la antífona litúrgica Salve Regina, donde es invocada como Spes nostra y Advocata nostra…

Son títulos que pertenecen propiamente al Espíritu Santo, y sin embargo los atribuimos con razón a María en virtud del principio de analogía. Cuando considero la devoción popular y su lenguaje, recuerdo una espléndida conferencia que el entonces cardenal Ratzinger pronunció en el Marianum sobre la doble caracterización de la mariología y de la dimensión mariana de la Iglesia: a saber, la razón y el sentimiento. De ahí surge la pregunta crucial: ¿Cómo armonizar estas dos exigencias? Ese es el verdadero problema. Por desgracia, hay pocas personas bien preparadas en la Iglesia que puedan ayudar en este sentido. Y así, María continúa siendo explotada, como siempre, a la manera —si se me permite la imagen— de una trabajadora no remunerada. Si realmente queremos conocer a María, debemos hacerlo a través de la Palabra de Dios y del sensus fidelium en el camino de la Iglesia.

¿QUÉ PASA EN LA IGLESIA? #94 PADRE JORGE GONZÁLEZ GUADALIX.



DURACIÓN 35:52 MINUTOS



¿QUÉ PASA EN LA IGLESIA? España 

1. Asamblea plenaria de la Conferencia episcopal 

2. Persecución ideológica 

3. Sigue el lío del Valle de los Caídos 

4. Primeras aportaciones de los grupos de trabajo sinodales 

5. El lío Mater populi fidelis 

6. La imagen de la Virgen de Fátima más grande del mundo 

7. Nuevo libro del cardenal Sarah 

8. El cardenal Damasceno renuncia a su cargo de comisario de los Heraldos

Mons. Strickland: "Descartar el título de Corredentora no es sólo una cuestión lingüística..."



“Descartar el título de Corredentora no es simplemente una cuestión lingüística. Es parte de un esfuerzo continuo por despojar a la fe de sus afirmaciones sobrenaturales, para hacer que la Iglesia parezca inofensiva ante un mundo que odia la cruz. (…)

Si la Santa Sede —y, de hecho, la misma oficina que acaba de publicar este documento— pudo conceder indulgencias a tal oración, ahora no puede pretender que la doctrina que la sustenta sea «inapropiada». El lenguaje puede requerir una explicación pastoral, pero la verdad no puede ser retractada."

En honor a la fiesta de la Presentación de Nuestra Señora que celebramos hoy, publicamos a continuación una Carta Pastoral de Mons. Strickland sobre el uso del término “Corredentora", que llamativamente no ha sido aún difundida en español, y que a nuestro juicio es oportuno que sea tomada en consideración junto a todo lo respondido al respecto..


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CARTA PASTORAL DEL Mons. STRICKLAND - 5/11/2025

LA QUE ESTÁ DE PIE BAJO LA CRUZ

Carta pastoral sobre la Santísima Virgen María, Corredentora y Mediadora de todas las gracias


Queridos hermanos y hermanas en Cristo:

El 4 de noviembre de 2025, la Santa Sede publicó una Nota doctrinal a través del Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF) titulada Mater Populi Fidelis, firmada por el cardenal Víctor Manuel Fernández, prefecto del DDF. En el documento, el cardenal Fernández declara que «no sería apropiado utilizar el título de «Corredentora» para definir la cooperación de María». La razón expuesta es que dicho título «corre el riesgo de oscurecer la mediación salvífica única de Cristo y, por lo tanto, puede crear confusión y un desequilibrio en la armonía de las verdades de la fe cristiana…» (párrafo 22).

Dado que muchas personas se sienten inquietas por estas palabras, y dado que el amor a la Santísima Virgen es el corazón de la auténtica fe católica, me siento obligado, como sucesor de los Apóstoles, a reafirmar la enseñanza perenne de la Iglesia sobre la cooperación singular de Nuestra Señora en la Redención.

Es sorprendente que la justificación dada —para evitar la «confusión» y por razones ecuménicas— se haga eco del mismo lenguaje que durante más de medio siglo se ha utilizado para suavizar y oscurecer la verdad católica. Este razonamiento ha embotado el filo de la doctrina hasta dejar solo un vago sentimiento. Pero la verdad no puede sacrificarse en aras de la diplomacia. El ecumenismo que silencia la verdad deja de ser verdadera unidad. El camino a seguir no es difuminar lo que distingue a la fe, sino proclamarla con claridad y caridad, confiando en que la luz de la revelación disipe la confusión, en lugar de ocultarla.

En los últimos años, este patrón se ha repetido en muchos frentes de la vida de la Iglesia. Con el pretexto de ser «acogedora» e «inclusiva», la identidad sobrenatural de la Iglesia se está sustituyendo poco a poco por una identidad sociológica. Lo que antes se definía por la gracia y la conversión, ahora se está reformulando en el lenguaje de la acomodación y la afirmación. La llamada al arrepentimiento se sustituye por la llamada a la pertenencia. Se le dice al mundo que no necesita cambiar; solo la Iglesia debe cambiar para adaptarse a él. Y así, la fe se diluye, la cruz se suaviza y el Evangelio se vuelve sentimental en lugar de salvífico. Pero el amor sin verdad no es misericordia, es engaño.

Este nuevo documento debe verse en ese contexto. Descartar el título de Corredentora no es simplemente una cuestión lingüística. Es parte de un esfuerzo continuo por despojar a la fe de sus afirmaciones sobrenaturales, para hacer que la Iglesia parezca inofensiva ante un mundo que odia la cruz. 

La Santísima Virgen es el reflejo humano más perfecto de la verdad divina. Menospreciar su papel es menospreciar la realidad misma de la gracia. Cuando sus títulos exaltados son declarados «inapropiados», no es ella quien queda menospreciada, sino nuestra comprensión de Cristo, ya que cada verdad mariana protege una verdad cristológica.

La cooperación de María en la Redención es una doctrina perenne, como atestiguan los Padres. San Ireneo enseñó que «el nudo de la desobediencia de Eva fue desatado por la obediencia de María», y San Efrén la llamó «el rescate de los cautivos».

Desde los albores de la Iglesia, la obediencia de la Virgen ha sido vista como la anulación de la rebelión de Eva y el comienzo de la restauración de la humanidad.

La confusión que rodea al término «Corredentora» surge en gran medida de un malentendido del prefijo «co-». En latín, es «cum», que no significa «igual a», sino «con». María no es una redentora rival, sino la que sufrió con el Redentor. Toda su participación fue dependiente, derivada y subordinada, pero profundamente real. Así como la primera Eva cooperó en la caída, la Nueva Eva cooperó en la restauración. Su «fiat» en la Anunciación y su presencia bajo la Cruz son los dos polos de esa cooperación divina. María participó en la obra redentora de su Hijo, el único que podía reconciliar a la humanidad.


Desde el principio, la Iglesia ha profesado que el fiat de María —su consentimiento total y libre al plan de Dios— no fue un momento pasivo, sino una cooperación verdadera y activa en la obra salvadora de su Hijo. La palabra «Corredentora» aparece por primera vez en un pronunciamiento oficial durante el pontificado del papa San Pío X. En 1908, la Sagrada Congregación de Ritos pidió que se incrementara la devoción a la Madre Dolorosa y que se intensificara la gratitud de los fieles hacia la «misericordiosa Corredentora del género humano».

El 22 de enero de 1914, la Sagrada Congregación del Santo Oficio (ahora llamada Dicasterio para la Doctrina de la Fe) concedió una indulgencia parcial de 100 días por la recitación de una oración de reparación a Nuestra Señora, que dice así:
«Bendigo tu santo Nombre, alabo tu exaltado privilegio de ser verdaderamente Madre de Dios, siempre Virgen, concebida sin mancha de pecado, Corredentora de la raza humana».
Si la Santa Sede —y, de hecho, la misma oficina que acaba de publicar este documento— pudo conceder indulgencias a tal oración, ahora no puede pretender que la doctrina que la sustenta sea «inapropiada». El lenguaje puede requerir una explicación pastoral, pero la verdad no puede ser retractada.

El papa San Pío X, en su encíclica Ad Diem Illum Laetissimum (2 de febrero de 1904), enseñó:
«Ahora bien, la Santísima Virgen no concibió al Hijo eterno de Dios solo para que Él se hiciera hombre tomando de ella su naturaleza humana, sino también para que, por medio de la naturaleza asumida de ella, Él fuera el Redentor de los hombres. Por esta razón, el ángel dijo a los pastores: «Hoy os ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor».
Continuó diciendo:
María, «puesto que estaba por delante de todos en santidad y unión con Cristo, y fue tomada por Cristo en la obra de la salvación humana, mereció congruentemente, como dicen, lo que Cristo mereció condignamente, y es la principal ministra de la dispensación de las gracias».
Esto no es poesía, sino enseñanza papal. Esto define lo que la Iglesia siempre ha sabido: la maternidad de María no es solo física, sino redentora, espiritual y universal.

El papa Benedicto XV, en Inter Sodalicia (22 de marzo de 1918), escribió:
«María sufrió tanto y estuvo a punto de morir con su Hijo sufriente y moribundo; renunció tanto a sus derechos maternos sobre su Hijo por la salvación del hombre, […] que podemos decir con razón que redimió a la raza humana junto con Cristo».
El papa Pío XI, en su mensaje a Lourdes el 28 de abril de 1935, rezó:
«Oh Madre de piedad y misericordia, que como Corredentora estuviste junto a tu dulcísimo Hijo sufriendo con Él cuando consumó la redención de la raza humana en el altar de la Cruz… preserva en nosotros, te lo suplicamos, día tras día, los preciosos frutos de la Redención y de tu compasión».
El papa Pío XII, en su mensaje radiofónico a Fátima el 13 de mayo de 1946, declaró:
«Fue ella quien, como la Nueva Eva, libre de toda mancha de pecado original o personal, siempre unida íntimamente a su Hijo, lo ofreció al Padre Eterno junto con el holocausto de sus derechos maternales y su amor maternal, por todos los hijos de Adán, mancillados por su miserable caída».
El 31 de marzo de 1985, Domingo de Ramos y Jornada Mundial de la Juventud, el papa San Juan Pablo II habló de la inmersión de María en el misterio de la Pasión de Cristo:
«María acompañó a su divino Hijo en el más discreto ocultamiento, meditando todo en lo profundo de su corazón. En el Calvario, al pie de la Cruz, en la inmensidad y en la profundidad de su sacrificio maternal, tenía a Juan, el apóstol más joven, a su lado… Que María, nuestra Protectora, la Corredentora, a quien ofrecemos nuestra oración con gran efusión, haga que nuestro deseo corresponda generosamente al deseo del Redentor».
El papa San Juan Pablo II declaró el 6 de octubre de 1991, hablando de Santa Brígida de Suecia:
«Ella habló enérgicamente sobre el privilegio divino de la Inmaculada Concepción de María. Contempló su asombrosa misión como Madre del Salvador. La invocó como Inmaculada Concepción, Nuestra Señora de los Dolores y Corredentora, exaltando el papel singular de María en la historia de la salvación y en la vida del pueblo cristiano».
Además de «Corredentora», el documento Mater Populi Fidelis también abordó los títulos marianos «Medianera» y «Medianera de todas las gracias», afirmando que dichos títulos no contribuyen a una comprensión correcta del papel de María como intercesora.

Sin embargo, el papa León XIII enseñó en Adiutricem Populi (5 de septiembre de 1895):

«… Es justo decir que nada de ese gran tesoro de toda gracia que el Señor nos trajo —pues «la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo»— nos es impartido si no es por medio de María, ya que así lo quiere Dios…».
De su participación en la Redención mana su mediación maternal. Toda gracia que proviene del Corazón de Cristo pasa por las manos de su Madre, no por necesidad de la naturaleza, sino por la voluntad divina que la asocia al orden de la gracia.

El papa San Pío X, en Ad Diem Illum (2 de febrero de 1904), afirmó
«… Ella se convirtió dignamente en la reparadora del mundo perdido y, por tanto, en la dispensadora de todos los dones que nos fueron ganados por la muerte y la sangre de Jesús… y es la principal ministra de la dispensación de la gracia
Mis queridos hermanos y hermanas, este ataque a la doctrina mariana debe entenderse como parte de un desmoronamiento más amplio. El espíritu moderno busca una Iglesia que ya no ofenda, que ya no advierta, que ya no llame al pecado por su nombre. Quiere una Iglesia sin sacrificio, una Cruz sin sangre, un cielo sin conversión. Tal visión no es renovación, es sustitución.

Muchos santos previeron una estructura falsa que imitaría a la verdadera Iglesia mientras la vaciaba por dentro. Esta imitación de la Iglesia mantendría la forma exterior —liturgia, jerarquía, lenguaje— pero la despojaría de su contenido sobrenatural. Cuando se silencia a la Madre, pronto le sigue la Cruz; cuando la gracia es sustituida por la psicología, los sacramentos se convierten en símbolos y la fe se convierte en terapia.

Por eso el sueño de San Juan Bosco sobre los dos pilares resuena hoy con tanta urgencia. Él vio la Barca de Pedro azotada por las tormentas, atacada por todos lados, hasta que se ancló entre dos grandes pilares que se alzaban desde el mar: la Eucaristía y la Santísima Virgen María. El actual intento de disminuir los títulos de María es un ataque a uno de los pilares, y podemos estar seguros de que el otro pronto será atacado con más ferocidad. Ya vemos confusión sobre la Presencia Real, indiferencia ante el sacrilegio e innovaciones que oscurecen la naturaleza sacrificial de la Misa.

Atacar a María es atacar a la Eucaristía, ya que ambas están inseparablemente unidas en el misterio de la Encarnación. Ella le dio a Cristo su Cuerpo; ese Cuerpo se convierte en nuestro Alimento Eterno. Negar su papel como Corredentora y Mediadora es separar el signo visible del corazón maternal que lo dio.

Por lo tanto, debemos mantenernos firmes. No guardemos silencio cuando la verdad se desmantela bajo el pretexto de la prudencia. Los fieles tienen el derecho —y el deber— de hablar el lenguaje de la fe transmitido por los santos. Llamar a María Corredentora y Mediadora de todas las gracias no es añadir nada a la revelación, sino honrar lo que la revelación ya contiene.

Que los sacerdotes, los religiosos y los laicos pronuncien sus títulos con confianza y enseñen su significado. Que nuestros hogares, nuestros apostolados y nuestras penas sean consagrados de nuevo a su Inmaculado Corazón. En tiempos en que los pastores vacilan y se extiende la confusión, Nuestra Señora sigue siendo el signo seguro de la ortodoxia, el espejo de la Iglesia, la que aplasta la cabeza de la serpiente. A ella le confiamos la renovación de la fe, la purificación del clero y el triunfo de su Inmaculado Corazón prometido en Fátima.

Es profundamente lamentable que el documento del cardenal Fernández pretenda suprimir los venerables títulos de Corredentora y Mediadora con el argumento de que podrían confundir a los fieles. La confusión no surge de la verdad, sino de su oscurecimiento. Generaciones de santos y fieles fueron iluminados, y no engañados, por estos títulos.

No temamos decir la verdad: 

María es la Madre de Dios.

María es Corredentora.

María es Mediadora de todas las gracias.

Estas verdades no glorifican a María al margen de Cristo, sino a Cristo a través de María, pues toda su grandeza proviene de Él y conduce de vuelta a Él.

Que la Virgen Inmaculada interceda por la Iglesia en esta hora de prueba

Que nos obtenga el valor para decir la verdad con amor, la pureza para vivirla y la perseverancia para defenderla hasta el final.

Con paternal afecto en Cristo,


Obispo Joseph E. Strickland

Obispo Emérito

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Sobre este tema de María corredentora puede leerse también el artículo titulado

Poner a Cristo en el centro: Diaconado femenino y homosexualidad: tensión entre doctrina y pastoral




DURACIÓN 15:43 MINUTOS

jueves, 20 de noviembre de 2025

El arte de generar polémicas: el camino de confusión que va dejando Tucho Fernández



La trayectoria del cardenal Víctor Manuel Fernández —alias Tucho— al frente del Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF) va sumando polémica tras polémica, desconcierto y tensiones innecesarias en la Iglesia. Así lo denuncia un análisis publicado por The Catholic Herald, que describe la larga cadena de escándalos, errores doctrinales y crisis de credibilidad acumuladas desde incluso antes de su nombramiento en 2023 por su amigo y mentor, el Papa Francisco.

Lejos de pacificar el clima eclesial, la presencia del cardenal argentino —conocido por sus posiciones progresistas y por una amplia bibliografía pastoral poco cuidada— ha supuesto un aumento notable de la desconfianza hacia la Santa Sede, acompañada de un deterioro evidente de la autoridad doctrinal del dicasterio que preside.

Un prefecto polémico desde antes de su nombramiento

El artículo recuerda que ya en 2009, cuando Fernández fue propuesto rector de la Universidad Católica Argentina, el entonces cardenal Bergoglio tuvo que defenderlo ante una investigación preliminar solicitada por el propio DDF debido a inquietudes doctrinales sobre sus escritos.

Su ascenso a prefecto en 2023 llegó acompañado de la reaparición mediática de varios de sus libros más controvertidos, incluidos sus textos de contenido sexual y reflexiones sobre el “beso” y el “orgasmo” en su libro «Sáname con tu boca. El arte de besar», obras que el Vaticano omitió —sin éxito— de la biografía oficial difundida tras su designación.

De Fiducia supplicans al desconcierto global

El pontificado de Fernández al frente del DDF quedó marcado desde el primer momento por Fiducia supplicans, un documento que, pese a sus matices, provocó una de las crisis eclesiales más profundas desde el Concilio Vaticano II.

La reacción fue tan intensa que uno de los asesores más cercanos al Papa, el cardenal Fridolin Ambongo, consiguió un “opt-out” de facto para toda África tras reunirse personalmente con Francisco y con el propio Fernández. El resultado fue una fractura visible y una nueva oleada de desconfianza hacia la Santa Sede.

Decisiones erráticas y documentos fallidos

En paralelo a Fiducia supplicans, Fernández ha impulsado en pocos meses varios textos de desigual calidad doctrinal, entre ellos su cuestionado documento sobre fenómenos sobrenaturales presentado en primavera de 2024, criticado por teólogos y obispos por su superficialidad y falta de rigor.

Incluso dentro del Vaticano, según el Herald, se habría recomendado al prefecto evitar entrevistas y correos externos debido al eco negativo que generaban sus declaraciones.

“Mater Populi Fidelis”: otro incendio innecesario

El último episodio —Mater Populi Fidelis, sobre el título mariano de “Corredentora”— ha vuelto a encender la polémica. Al declarar que el término es “siempre inapropiado”, Fernández ignoró siglos de desarrollo teológico y el uso explícito del concepto por parte de varios pontífices.

La forma de presentar el documento tampoco ayudó: en un “acto de lanzamiento” para evitar preguntas de periodistas, bajo el argumento de que no entenderían “las intricacias teológicas”. El intento fracasó cuando un experto mariano presente en la sala comenzó a increpar al prefecto en plena presentación.

El resultado, una vez más, ha sido una mayor visibilidad del debate y un inesperado impulso a los teólogos que sostienen la validez doctrinal del título de Corredentora.

“No era necesario decir nada”

El veterano periodista Phil Lawler sintetizó el malestar general:
“Cuando no es necesario decir nada, es necesario no decir nada. Éste era uno de esos casos.”
Para Lawler, el documento no solo era innecesario, sino predeciblemente incendiario.

Una crisis que afecta a la credibilidad doctrinal de la Iglesia

El Herald recuerda que ésta no es la primera vez que un clérigo con escasa idoneidad es promovido en Roma —cita los casos de Gustavo Zanchetta y Marko Rupnik—, pero señala que Fernández añade un elemento nuevo: un prefecto que reconoce abiertamente no tener capacidad para la tarea disciplinaria que exige el DDF.

El propio cardenal había afirmado antes de asumir el cargo: “En muchos asuntos soy más progresista que el Papa”. Una declaración que, en un momento de crisis vocacional y desafección masiva en Europa, no contribuyó precisamente a generar confianza.

El cardenal Gerhard Müller, uno de sus predecesores y ex prefecto del DDF, resumió así el problema:

“La alabanza mediática a los reformadores progresistas no ha traído a nadie a la fe en Jesucristo. Solo en el Hijo de Dios vivo se puede poner la esperanza en la vida y en la muerte.”

Un dicasterio desacreditado y un pontificado tensionado

Bajo la dirección de Fernández, el DDF —antiguo custodio de la ortodoxia católica— ha perdido rigor, claridad y autoridad. Escándalos, controversias y documentos imprecisos se han convertido en la norma.

Y ante esta deriva, la conclusión es inequívoca: si el Papa León XIV desea restaurar la paz doctrinal y la estabilidad en la Iglesia, no puede mantener a Fernández al frente del dicasterio.

Padre Javier Olivera Ravasi: La Cristiada y la situación actual de la Iglesia




El sacerdote argentino Javier Olivera Ravasi, conocido por su labor apologética y por el canal Que no te la cuenten, visitó Madrid para presentar su libro La Contrarrevolución Cristera, una obra que rescata la persecución religiosa en México entre 1926 y 1929 y el levantamiento del pueblo católico frente a la Ley Calles. Durante su entrevista en Dando Caña (El Toro TV), ofreció un análisis histórico y una crítica directa a la situación actual de la Iglesia, marcada por la confusión doctrinal y la capitulación cultural.

La Cristiada: fidelidad frente al poder anticatólico

El sacerdote subrayó que su libro busca mostrar que la resistencia cristera no fue un mero alzamiento político, sino un acto de fe que brotó del pueblo ante la tibieza de parte de la jerarquía. 
«Los cristeros no se levantaron por ideología, sino porque les quitaron la Misa, los sacramentos, los templos. Les quitaron a Cristo», afirmó.
Para Olivera, ese contraste tiene resonancia actual: «Si uno ve la historia, no es la primera vez que el pueblo sencillo sostiene la fe cuando algunos pastores titubean». Esa frase sirve de puente para su análisis crítico de la Iglesia contemporánea.

Falta de claridad doctrinal y disciplinaria en la Iglesia de hoy

Durante la conversación, Olivera abordó la crisis moral y disciplinaria dentro del clero, ejemplificada en diversos escándalos recientes en España, como el de «Josete» o el sacerdote de El Álamo —temas ampliamente difundidos por Infovaticana— y denunció la falta de reacción inicial de algunos obispos ante casos graves, recordando la instrucción de Benedicto XVI sobre el riesgo de admitir en seminarios a candidatos con tendencias homosexuales profundamente arraigadas.

Al hablar de la confusión doctrinal actual, Olivera utilizó un ejemplo: «Hoy preguntás en una universidad católica qué es la unión hipostática y te dicen: “¿Eso cómo se come?”». Contrastó esta superficialidad con los grandes debates doctrinales del pasado: «En tiempos del arrianismo, en las termas se discutía si el Hijo era engendrado o creado. Hoy discutimos si Jesucristo es verdadero Dios… porque muchos ya no lo saben explicar».

El sacerdote denunció que parte del clero ha reemplazado la claridad doctrinal por un “hippismo eclesial” que busca quedar bien con todos, pero abandona la verdad cristiana: «Yo no lo puedo estar pidiendo a la gente ortodoxia si desde arriba me está bajando una especie de doctrina edulcorada».

El debate sobre rezar frente a abortorios: “Lo delirante es condenar la oración”

Los panelista, junto a Olivera, repasaron el video de Planellas y sus declaraciones sobre el rezo del rosario frente a centros abortista que calificó de “banalización de la oración”. Olivera respondió con firmeza:
«Rezar frente a un abortorio salva vidas. Lo delirante es tacharlo de ideologización y callar ante liturgias confusas o celebraciones sincretistas.»
Relató además que en Estados Unidos él mismo va con su comunidad a rezar frente a las clínicas abortistas y ha visto testimonios directos de mujeres que abandonaron la idea de abortar al ver personas rezando en silencio: «Muchas veces una mirada, una palabra o simplemente la presencia son las que detienen una muerte».


La polémica mariológica: “Se crean problemas donde no los había”

El sacerdote también abordó las controversias generadas en torno al documento del Dicasterio para la Doctrina de la Fe sobre el título mariano de “Corredentora”. Cuestionó la oportunidad y la motivación ecuménica del texto y recordó que numerosos papas y santos emplearon ese título en sentido claro y ortodoxo.
«Muchos papas y santos usaron ese título con claridad. No había problema teológico. El problema se creó ahora, quizás por un exceso de ecumenismo mal entendido.»
A su juicio, el problema no es la discusión teológica, sino el clima general de desorientación y la tendencia a crear problemas teológicos inexistentes.

Un horizonte de esperanza entre la confusión

A pesar del panorama crítico que describió, Olivera subrayó que la Iglesia no está derrotada. Destacó el crecimiento vocacional en lugares como Madrid y el surgimiento de nuevos sacerdotes con firmeza doctrinal y deseo de autenticidad. Según él, “cuando más podredumbre se ve, más surge la belleza”, recordando que la confusión actual está empujando a muchos jóvenes a buscar una fe más sólida y sin complejos.

El sacerdote concluyó alentando a superar la autocensura y a hablar con claridad:
“Solo la verdad nos hace libres. Hay una sola vida: no tiene sentido callar hasta que sea demasiado tarde”. 
Su mensaje, entre la denuncia y la esperanza, dejó claro el trasfondo que también recorre su obra sobre la Cristiada: la fe no se negocia, y cuando el mundo se vuelve hostil, los cristianos están llamados a dar testimonio entero, sin miedo y sin dobleces.

Puede verse el video de Dando caña, en la que entrevistan al padre Javier Olivera Ravasi y en el que se habla también sobre el aborto y el silencio de los pastores.

Duración 1 hora y 47 minutos

Los Obispos y la Transición Española, con Javier Paredes- 19-11-2025



Duración 1 hora y 29 minutos

miércoles, 19 de noviembre de 2025

Alberto Barcena y la verdadera historia del Valle de los Caídos




Duración 50 minutos

Cientos de católicos rezan el rosario en el Valle de los Caídos y anuncian nueva convocatoria para el 23 de noviembre



El pasado domingo 16 de noviembre, varios cientos de fieles acudieron al Valle de los Caídos para rezar el rosario en defensa de la basílica, la comunidad benedictina y la inviolabilidad de los templos. El acto, convocado espontáneamente por laicos, reunió a católicos procedentes de distintos puntos de España, que rezaron ante la Cruz y la imagen de la Virgen de la Piedad.

La convocatoria se difundió principalmente en redes sociales y, según los presentes, la asistencia superó con creces la esperada. Muchos de los participantes habían acudido a la misa previa de las 11:00 antes de trasladarse a la explanada para el rezo público del rosario.

“No lo ha organizado ninguna asociación: esta iniciativa nace de los fieles”

En una declaración difundida tras el evento, José Andrés Calderón, uno de los convocantes, explicó que la iniciativa no procede de ninguna plataforma, colectivo ni asociación, sino de católicos particulares: “El rosario del pasado domingo no lo ha organizado ni promovido ninguna organización. Hemos sido católicos de a pie los que decidimos hacer un llamamiento a todos los españoles”, señala en una nota aclaratoria en su cuenta de X.

Calderón subraya que la intención es rezar por España, por la Iglesia y por la defensa del Valle ante las amenazas de “profanación” y la presión política sobre la basílica y sobre la comunidad benedictina. También se rezó por el Papa León XIV y el Colegio Cardenalicio, recordando que los concordatos firmados por la Santa Sede reconocen la inviolabilidad de los templos en España.

Tensión en los accesos: cierre de entradas y multas a los fieles

La jornada estuvo marcada por incidentes que han generado malestar entre los asistentes. Según la declaración, Patrimonio Nacional y agentes de la Guardia Civil impidieron la entrada al recinto desde las 11:00, dejando a decenas de coches fuera del Valle. Varios fieles denunciaron haber recibido multas y la retirada de puntos del carné de conducir por intentar acceder al lugar para asistir a Misa o rezar el rosario.

El organizador calificó la situación de “lamentable” y denunció que muchos católicos fueron tratados como infractores simplemente por querer rezar en un recinto sagrado. Pese a ello, destaca que los fieles mantuvieron la calma y el silencio propio del acto religioso.

El comunicado de la comunidad benedictina: “El rosario no puede usarse para otro fin”

En los días previos al acto, la comunidad benedictina del Valle de los Caídos emitió un comunicado dirigido “a los fieles y a los organizadores”, en el que aclaraba que la concentración anunciada para el 16 de noviembre no había sido autorizada por la abadía. Los monjes recordaban que, según la costumbre de la basílica, el santo rosario se reza cada domingo a las 10:30, antes de la misa de las 11:00, y que después de la misa de las 13:00 se expone el Santísimo para adoración eucarística.

La comunidad pedía “encarecidamente” que los fieles se abstuvieran de ocupar la entrada exterior del templo, afirmando que el rosario “no puede ser utilizado con otro fin que no sea la gloria de Dios y la salvación de las almas”. Al mismo tiempo, invitaban a todos a unirse a la oración del rosario dentro de la basílica y a la adoración eucarística habitual de los domingos.

Calderón expresó su desconcierto ante el comunicado y lamentó que la abadía no emitiera comunicados similares cuando el Valle sufrió acciones de carácter político o cuando su integridad fue vulnerada por actos radicales. Esta crítica, sostiene, nace de la preocupación de numerosos católicos que perciben que la defensa del Valle recae hoy principalmente sobre los laicos.

Una nueva convocatoria para el 23 de noviembre

Tras la masiva asistencia del 16 de noviembre, los organizadores —de nuevo, católicos particulares sin estructura asociativa— han convocado un nuevo rosario el domingo 23 de noviembre. La cita será a las 12:15 en la explanada de la basílica, después de la misa de las 11:00, según el anuncio difundido en redes sociales.


El llamamiento insiste en que la defensa del Valle de los Caídos es una responsabilidad espiritual de los católicos, no un acto partidista. Para sus impulsores, solo la oración perseverante y visible será capaz de proteger un recinto que consideran sagrado y hoy amenazado por decisiones políticas que afectan a su identidad y a la libertad religiosa.



José Andrés Calderón


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Carta al Papa León XIV


Querido Santo Padre:

Con el respeto que le debo como hijo de la Iglesia, creo que debo manifestarle mi profunda preocupación por la continuidad del Cardenal Víctor Manuel Fernández al frente del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.

El reciente texto en el que se desaconseja el uso del título de Corredentora para referirse a la Santísima Virgen María ha causado desconcierto y división. Con el argumento de que no hay que divinizar a María, se propone retirarle el título de «corredentora». Sin embargo, hasta un niño de primera comunión sabe que la Virgen no está al nivel de Dios, sino que es intercesora y corredentora. Desde que aprende a rezar, pide a la Virgen «ruega [a Dios] por nosotros», y le llama «abogada nuestra» (no juez), y le suplica «muéstranos a Jesús». ¿Quién está divinizando a María?

Para evitar darle «tanto protagonismo», ¿no habría que retirarla también del centro de los retablos de las catedrales y de las iglesias de todo el mundo? ¿No hay más riesgo de «divinizar a María» en los santuarios marianos como Lourdes o Fátima, o en basílicas como Guadalupe, donde acuden millones de cristianos para honrarla? ¿No habría que quitar las coronas de reina y señora que adornan a la madre de Dios? Obviamente, no. ¿Y por qué conviene ahora no llamarla «corredentora»?

¿No será que, en el fondo, se está asumiendo la tesis principal del protestantismo, según la cual los cristianos solo participamos pasivamente en la redención? No solo María, sino todos los cristianos somos corredentores. San Pablo lo dice claramente en su epístola a los Colosenses:
«Ahora me alegro de mis padecimientos por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo en beneficio de su cuerpo, que es la Iglesia. 25 De ella he sido yo constituido servidor por disposición divina, dada en favor vuestro: para cumplir el encargo de anunciar la palabra de Dios, es decir, 26 el misterio que estuvo escondido durante siglos y generaciones y que ahora ha sido manifestado a sus santos». Col, 1,24-26
El papa Benedicto XV lo dejó bien claro en 1918:
«de tal modo, juntamente con su Hijo paciente y muriente, padeció y casi murió; y de tal modo, por la salvación de los hombres, abdicó de los derechos maternos sobre su Hijo, y le inmoló, en cuanto de Ella dependía, para aplacar la justicia de Dios, que puede con razón decirse que Ella redimió al género humano juntamente con Cristo» Benedicto XV, Carta Inter sodalicia, 22-V-1918, ASS 10 (1918), 182.
¿A quién hacemos más caso?

No es la primera vez que el cardenal Fernández provoca confusión doctrinal. Su influencia en la redacción de Amoris laetitia ha dado lugar a interpretaciones que han dividido a la Iglesia en cuestiones tan delicadas como la moral conyugal y la recepción de los sacramentos. A ello se suman sus publicaciones anteriores, como el libro «Sáname con tu boca -- El arte de besar», cuyo tono y contenido difícilmente se compadecen con la dignidad del ministerio sacerdotal y que, lamentablemente, parecen dar soporte intelectual a la «mística erótica» que ha acompañado a figuras tan controvertidas como el padre Marko I. Rupnik.

Santidad, la fidelidad al Evangelio y la claridad doctrinal son indispensables para sostener la unidad de la Iglesia. Mantener al Cardenal Fernández en un puesto tan crucial no sólo pone en riesgo la confianza de los fieles, sino que también provoca ambigüedad en la orientación doctrinal del magisterio. Por ello, le ruego que escuche al pueblo cristiano y que tome las medidas necesarias para que el Cardenal Fernández no siga provocando tanto lío entre los fieles.

Que el Espíritu Santo le ilumine y fortalezca en el gobierno de la Iglesia, y que la Santísima Virgen María, verdadera Madre y corredentora del género humano, interceda por nosotros.

Con filial respeto y oración,

Diego Poole Derqui
Madrid, 9 noviembre 2025
Solemnidad de la Virgen de la Almudena

martes, 18 de noviembre de 2025

Santo Padre, ayúdanos a comprender



Por mucho que intentemos comprenderlo, el Papa León XIV aún nos deja perplejos. Incluso concediendo el beneficio de la duda a sus recientes declaraciones, los católicos siguen sin encontrar claridad. Los católicos fieles comprenden plenamente las limitaciones de la doctrina papal. El asentimiento de mente y voluntad se reserva únicamente para los actos magisteriales infaliblemente enseñados. Todas las demás declaraciones obligan a los católicos a mostrar una atención respetuosa, nada más. Sin embargo, algunas de las declaraciones del Papa León XIII ponen a prueba severamente la conciencia católica.

Oculta entre la aquiescencia y la consideración respetuosa, yace una distinción fundamental que escapa a muchos católicos sencillos. Algunos dan por sentado que cada palabra del Romano Pontífice tiene el mismo peso que el Credo Niceno. Estos católicos bienintencionados ignoran que han caído presa del absolutismo papal (cf. ultramontanismo), una interpretación peligrosa y falaz de las prerrogativas papales. Esta misma tendencia fue la que tanto preocupó a San Juan Newman ante la promulgación del Pastor Aeternus por el Concilio Vaticano I. Una lástima, pues este error los deja, en el mejor de los casos, con una conciencia dudosa, y en el peor, con una conciencia errónea.

Nos encontramos, pues, ante un dilema. Por un lado, están quienes relegan la enseñanza papal a mera opinión y viven un catolicismo a la carta. Por otro, están aquellos católicos que adoptan la postura igualmente errónea de que cada palabra pronunciada por el Romano Pontífice obliga la conciencia. Nos enfrentamos a una Escila y una Caribdis teológicas que debemos evitar a toda costa.

Un destacado teólogo fue recientemente expulsado de una entrevista por un absolutista papal que lo acusó de ser un católico infiel. ¿Por qué? Porque no dio su asentimiento absoluto a cada línea de Amoris Laetitia y Fiducia Supplicans . Esto es ultramontanismo en estado puro. Imagínense a un respetado teólogo ortodoxo siendo condenado por un laico que regenta una tienda de comestibles. ¡Líbranos de los peligros del absolutismo papal y de los arrogantes diletantes que engendra!

Evitar tales extremos aún plantea dilemas a los católicos. El papa León XIV ha hecho declaraciones confusas y ha tolerado acciones igualmente confusas.

Cuando apareció en la logia de San Pedro el día de su elección, sus palabras provocaron los primeros indicios de inquietud. Ensalzó las maravillas de una Iglesia sinodal. Muchos pensaron que se trataba de un ejercicio de catolicismo, fácilmente tolerado en nombre del protocolo papal. Pero entonces, hace unos días, declaró: «Ser una Iglesia sinodal significa reconocer que la verdad no se posee, sino que se busca en comunidad, dejándose guiar por un corazón inquieto, enamorado del Amor».

Inicialmente, nos sorprendió la referencia agustiniana, dejándonos desarmados. Pero esta referencia se desvaneció rápidamente cuando afirmó que «la verdad no se posee, sino que se busca».

De repente, el católico instruido se sobresaltó. ¿Acaso se trataba de un aparente regreso a las retrógradas ideas de los modernistas que jugaban con la naturaleza de la verdad? Resurgieron los recuerdos de figuras inquietantes como Blondel, Rousselot y Bouillard. Sus escritos relativizaban la verdad, sumiendo a la teología y la filosofía en el caos. Lo que nos estremecía era que sus palabras eran casi idénticas a las del Papa León XIV.

Supongamos que se trató de una licencia poética involuntaria. Sin embargo, si se tomara literalmente, tendría consecuencias inquietantes. Primero, si la verdad «no se posee», entonces todo discurso humano se derrumba. Platón y Aristóteles lo demostraron contra los sofistas hace milenios. Además, esto implicaría necesariamente que la Iglesia misma ya no posee la verdad y debe buscarla «humildemente» en otra parte.

¿Pero qué hay de las palabras apodícticas de Nuestro Señor: «Yo soy el camino, la verdad y la vida»?

¿O de los dogmas infalibles del Credo de Nicea?

¿O de las verdades irrefutables de la ley moral?

Más fundamentalmente, ¿qué ocurre con la verdad de la naturaleza humana del hombre, su dignidad y los derechos que de ella se derivan? Todo esto se disuelve en las sustancias corrosivas de una Iglesia sinodal. O, al menos, da pie a un interminable «debate sinodal».

Desde luego, el Papa León no pudo haber querido decir eso. Pero si así fuera, ¿no deberíamos sentirnos un poco incómodos?

Luego está la inquietante introducción de nuevos pecados por parte del Papa León XIV. En un discurso sobre las ficticias ramificaciones apocalípticas del cambio climático, introduce una nueva ofensa moral: la culpa climática. ¿Qué es? ¿Cómo puede existir la culpa climática? Las personas son los únicos sujetos de derechos. Aun si esto pudiera aclararse, sigue siendo un Pontífice Romano que interviene en asuntos de juicio prudencial, prerrogativa exclusiva de los laicos. Además, parece estar adentrándose en cuestiones que deberían abordarse mediante métodos científicos basados ​​en la evidencia.

Oremos para que estas declaraciones radicales y politizadas, tan propias del papado de Bergoglio, queden relegadas a un segundo plano en favor de reafirmaciones más contundentes de la fe. Quizás aún estén por llegar, pero al parecer todavía no han aparecido.

Lamentablemente, hay más. La homilía para el Jubileo de los Equipos Sinodales y Órganos Participativos (respiren hondo): "Debemos soñar y construir una Iglesia más humilde; una Iglesia que no se yergue erguida, triunfante e hinchada de orgullo... una Iglesia que no juzga, sino que se convierte en un lugar acogedor para todos".

¿Por dónde empezar? ¿Acaso la intención del Vicario de Cristo es acusar a una Iglesia que durante 2000 años ha construido con confianza la civilización occidental? ¿Significa esto que los mártires fueron engañados para someterse con orgullo a ejecuciones sádicas por una fe triunfante, y no simplemente «inquisitorial»?

Los católicos están confundidos . Si es arrogante apoyar a una Iglesia que se mantiene íntegra, ¿qué impacto tiene eso en el mundo? Bajo este criterio, ¿se acusaría a San Pedro y San Pablo? ¿Acaso una Iglesia «envanecida» implica que las valientes incursiones de San Atanasio y San León Magno fueron problemáticas y debían ignorarse?

¿Deben los católicos reconsiderar las firmes proclamaciones de la doctrina inmutable de que la Iglesia es la única por medio de la cual todos los hombres se salvan? ¿Debe abandonarse por completo la tarea de convertir las almas? Si la Iglesia debe dejar de «juzgar», ¿debe entonces abandonar todos los principios inmutables de la verdad moral? ¿Acaso la Iglesia no ha sido siempre un lugar de acogida para todos, precisamente porque es la única que acoge a los hombres de todos los continentes y en todo momento para participar de la gracia salvadora de Cristo?

¿Acaso resulta indiscreto afirmar que estas palabras del Romano Pontífice parecen silenciar la voz divina y triunfante de Cristo nuestro Salvador?

Ayúdanos, Santo Padre. ¿Hay algo que se nos haya escapado?

Su Santidad, aclare nuestras dudas.

- ¿Qué ocurre con los grupos que entraron por la Puerta Santa del Año Jubilar ondeando banderas que propagaban una conducta moral inaceptable? [ aquí ]. 

Si hemos de ser acogedores, ¿por qué no se dio la bienvenida oficial a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X a las celebraciones del Jubileo? [ aquí ] En sus propias palabras, ¿acaso no son bienvenidos? ¿Son tan reprobables que escapan al escrutinio sinodal?

- Luego están las desconcertantes palabras del Secretario de Estado, el Cardenal - Parolin. Su ya mermada reputación (debido al vergonzoso abandono de los católicos en China ) hace que todos sus juicios parezcan erróneos. Pero su reciente declaración sobre la crisis nigeriana ha alcanzado nuevas cotas de neolengua orwelliana. En el informe de Ayuda a la Iglesia sobre la libertad religiosa, declaró:
La violencia contra los cristianos en Nigeria [ aquí ] no es un conflicto religioso entre musulmanes y cristianos, sino más bien un conflicto social, como las disputas entre pastores y agricultores. Debemos reconocer también que muchos musulmanes en Nigeria son víctimas de esta misma intolerancia. Se trata de grupos extremistas que no hacen distinciones para lograr sus objetivos. Recurren a la violencia contra cualquiera que consideren un adversario.
Esta situación absurda da la impresión de que el Secretario de Estado actúa ahora como portavoz de Hamás. Pero la verdad, según informa Chris Jackson, revela hechos que ponen en entredicho al buen cardenal:

Entre enero de 2023 y diciembre de 2024, Nigeria sufrió una ola de violencia por motivos religiosos, especialmente en las regiones norte y central del país. Grupos armados como Boko Haram y la Provincia del Estado Islámico de África Occidental (ISWAP) llevaron a cabo ataques coordinados contra iglesias, aldeas y clérigos tan solo en los estados de Plateau y Benue. Miles de personas fueron desplazadas y cientos murieron, incluyendo a más de 11.000 cristianos, entre ellos veinte sacerdotes, en el plazo de un mes tras la toma de posesión presidencial de 2023.

Durante la Navidad de 2023, ataques conjuntos de militantes locales y extranjeros dejaron cerca de 300 muertos; para junio de 2025, otros 200 cristianos desplazados habían sido masacrados en Benue. Los líderes religiosos describen la campaña como deliberada, una estrategia yihadista para expulsar a la población cristiana. Pastores fulani radicalizados, con la ayuda de milicias islamistas, continúan con los ataques sistemáticos y la confiscación de tierras. 

También se han producido ataques contra escuelas católicas, como el de 2024 contra un instituto cristiano en Makurdi, donde las acusaciones de blasfemia y los asesinatos relacionados con la brujería alimentaron la violencia. Decenas de clérigos han sido secuestrados o asesinados, mientras que la policía regional hisbah ha impuesto restricciones a la ley islámica en los estados del norte, contraviniendo la ley constitucional.

Sin embargo, el cardenal Parolin afirma que estas persecuciones religiosas islámicas se malinterpretan. Son simplemente «tensiones sociales». Pero, como concluyó Jackson, «el mismo Vaticano que puede identificar “microagresiones” contra el medio ambiente no puede reconocer un genocidio contra su propia grey. Cuando la sangre de los mártires clama desde la tierra, Roma solo oye “el clamor de la tierra”».

Santo Padre , debe haber algún malentendido entre su joven pontificado y el Secretario de Estado. De lo contrario, los católicos se sentirán decepcionados por el daño causado a la credibilidad de su Vaticano.

Padre Santo, oramos por usted cada día.
Pero anomalías como estas nos pesan mucho y nos desaniman.

¿Cómo podemos seguir adelante? «Si el sonido de la trompeta es confuso, ¿quién se preparará para la batalla?» (1 Corintios 15:52).

Padre John A. Perricone