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jueves, 20 de noviembre de 2025

El arte de generar polémicas: el camino de confusión que va dejando Tucho Fernández



La trayectoria del cardenal Víctor Manuel Fernández —alias Tucho— al frente del Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF) va sumando polémica tras polémica, desconcierto y tensiones innecesarias en la Iglesia. Así lo denuncia un análisis publicado por The Catholic Herald, que describe la larga cadena de escándalos, errores doctrinales y crisis de credibilidad acumuladas desde incluso antes de su nombramiento en 2023 por su amigo y mentor, el Papa Francisco.

Lejos de pacificar el clima eclesial, la presencia del cardenal argentino —conocido por sus posiciones progresistas y por una amplia bibliografía pastoral poco cuidada— ha supuesto un aumento notable de la desconfianza hacia la Santa Sede, acompañada de un deterioro evidente de la autoridad doctrinal del dicasterio que preside.

Un prefecto polémico desde antes de su nombramiento

El artículo recuerda que ya en 2009, cuando Fernández fue propuesto rector de la Universidad Católica Argentina, el entonces cardenal Bergoglio tuvo que defenderlo ante una investigación preliminar solicitada por el propio DDF debido a inquietudes doctrinales sobre sus escritos.

Su ascenso a prefecto en 2023 llegó acompañado de la reaparición mediática de varios de sus libros más controvertidos, incluidos sus textos de contenido sexual y reflexiones sobre el “beso” y el “orgasmo” en su libro «Sáname con tu boca. El arte de besar», obras que el Vaticano omitió —sin éxito— de la biografía oficial difundida tras su designación.

De Fiducia supplicans al desconcierto global

El pontificado de Fernández al frente del DDF quedó marcado desde el primer momento por Fiducia supplicans, un documento que, pese a sus matices, provocó una de las crisis eclesiales más profundas desde el Concilio Vaticano II.

La reacción fue tan intensa que uno de los asesores más cercanos al Papa, el cardenal Fridolin Ambongo, consiguió un “opt-out” de facto para toda África tras reunirse personalmente con Francisco y con el propio Fernández. El resultado fue una fractura visible y una nueva oleada de desconfianza hacia la Santa Sede.

Decisiones erráticas y documentos fallidos

En paralelo a Fiducia supplicans, Fernández ha impulsado en pocos meses varios textos de desigual calidad doctrinal, entre ellos su cuestionado documento sobre fenómenos sobrenaturales presentado en primavera de 2024, criticado por teólogos y obispos por su superficialidad y falta de rigor.

Incluso dentro del Vaticano, según el Herald, se habría recomendado al prefecto evitar entrevistas y correos externos debido al eco negativo que generaban sus declaraciones.

“Mater Populi Fidelis”: otro incendio innecesario

El último episodio —Mater Populi Fidelis, sobre el título mariano de “Corredentora”— ha vuelto a encender la polémica. Al declarar que el término es “siempre inapropiado”, Fernández ignoró siglos de desarrollo teológico y el uso explícito del concepto por parte de varios pontífices.

La forma de presentar el documento tampoco ayudó: en un “acto de lanzamiento” para evitar preguntas de periodistas, bajo el argumento de que no entenderían “las intricacias teológicas”. El intento fracasó cuando un experto mariano presente en la sala comenzó a increpar al prefecto en plena presentación.

El resultado, una vez más, ha sido una mayor visibilidad del debate y un inesperado impulso a los teólogos que sostienen la validez doctrinal del título de Corredentora.

“No era necesario decir nada”

El veterano periodista Phil Lawler sintetizó el malestar general:
“Cuando no es necesario decir nada, es necesario no decir nada. Éste era uno de esos casos.”
Para Lawler, el documento no solo era innecesario, sino predeciblemente incendiario.

Una crisis que afecta a la credibilidad doctrinal de la Iglesia

El Herald recuerda que ésta no es la primera vez que un clérigo con escasa idoneidad es promovido en Roma —cita los casos de Gustavo Zanchetta y Marko Rupnik—, pero señala que Fernández añade un elemento nuevo: un prefecto que reconoce abiertamente no tener capacidad para la tarea disciplinaria que exige el DDF.

El propio cardenal había afirmado antes de asumir el cargo: “En muchos asuntos soy más progresista que el Papa”. Una declaración que, en un momento de crisis vocacional y desafección masiva en Europa, no contribuyó precisamente a generar confianza.

El cardenal Gerhard Müller, uno de sus predecesores y ex prefecto del DDF, resumió así el problema:

“La alabanza mediática a los reformadores progresistas no ha traído a nadie a la fe en Jesucristo. Solo en el Hijo de Dios vivo se puede poner la esperanza en la vida y en la muerte.”

Un dicasterio desacreditado y un pontificado tensionado

Bajo la dirección de Fernández, el DDF —antiguo custodio de la ortodoxia católica— ha perdido rigor, claridad y autoridad. Escándalos, controversias y documentos imprecisos se han convertido en la norma.

Y ante esta deriva, la conclusión es inequívoca: si el Papa León XIV desea restaurar la paz doctrinal y la estabilidad en la Iglesia, no puede mantener a Fernández al frente del dicasterio.