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miércoles, 19 de noviembre de 2025

Alberto Barcena y la verdadera historia del Valle de los Caídos




Duración 50 minutos

Cientos de católicos rezan el rosario en el Valle de los Caídos y anuncian nueva convocatoria para el 23 de noviembre



El pasado domingo 16 de noviembre, varios cientos de fieles acudieron al Valle de los Caídos para rezar el rosario en defensa de la basílica, la comunidad benedictina y la inviolabilidad de los templos. El acto, convocado espontáneamente por laicos, reunió a católicos procedentes de distintos puntos de España, que rezaron ante la Cruz y la imagen de la Virgen de la Piedad.

La convocatoria se difundió principalmente en redes sociales y, según los presentes, la asistencia superó con creces la esperada. Muchos de los participantes habían acudido a la misa previa de las 11:00 antes de trasladarse a la explanada para el rezo público del rosario.

“No lo ha organizado ninguna asociación: esta iniciativa nace de los fieles”

En una declaración difundida tras el evento, José Andrés Calderón, uno de los convocantes, explicó que la iniciativa no procede de ninguna plataforma, colectivo ni asociación, sino de católicos particulares: “El rosario del pasado domingo no lo ha organizado ni promovido ninguna organización. Hemos sido católicos de a pie los que decidimos hacer un llamamiento a todos los españoles”, señala en una nota aclaratoria en su cuenta de X.

Calderón subraya que la intención es rezar por España, por la Iglesia y por la defensa del Valle ante las amenazas de “profanación” y la presión política sobre la basílica y sobre la comunidad benedictina. También se rezó por el Papa León XIV y el Colegio Cardenalicio, recordando que los concordatos firmados por la Santa Sede reconocen la inviolabilidad de los templos en España.

Tensión en los accesos: cierre de entradas y multas a los fieles

La jornada estuvo marcada por incidentes que han generado malestar entre los asistentes. Según la declaración, Patrimonio Nacional y agentes de la Guardia Civil impidieron la entrada al recinto desde las 11:00, dejando a decenas de coches fuera del Valle. Varios fieles denunciaron haber recibido multas y la retirada de puntos del carné de conducir por intentar acceder al lugar para asistir a Misa o rezar el rosario.

El organizador calificó la situación de “lamentable” y denunció que muchos católicos fueron tratados como infractores simplemente por querer rezar en un recinto sagrado. Pese a ello, destaca que los fieles mantuvieron la calma y el silencio propio del acto religioso.

El comunicado de la comunidad benedictina: “El rosario no puede usarse para otro fin”

En los días previos al acto, la comunidad benedictina del Valle de los Caídos emitió un comunicado dirigido “a los fieles y a los organizadores”, en el que aclaraba que la concentración anunciada para el 16 de noviembre no había sido autorizada por la abadía. Los monjes recordaban que, según la costumbre de la basílica, el santo rosario se reza cada domingo a las 10:30, antes de la misa de las 11:00, y que después de la misa de las 13:00 se expone el Santísimo para adoración eucarística.

La comunidad pedía “encarecidamente” que los fieles se abstuvieran de ocupar la entrada exterior del templo, afirmando que el rosario “no puede ser utilizado con otro fin que no sea la gloria de Dios y la salvación de las almas”. Al mismo tiempo, invitaban a todos a unirse a la oración del rosario dentro de la basílica y a la adoración eucarística habitual de los domingos.

Calderón expresó su desconcierto ante el comunicado y lamentó que la abadía no emitiera comunicados similares cuando el Valle sufrió acciones de carácter político o cuando su integridad fue vulnerada por actos radicales. Esta crítica, sostiene, nace de la preocupación de numerosos católicos que perciben que la defensa del Valle recae hoy principalmente sobre los laicos.

Una nueva convocatoria para el 23 de noviembre

Tras la masiva asistencia del 16 de noviembre, los organizadores —de nuevo, católicos particulares sin estructura asociativa— han convocado un nuevo rosario el domingo 23 de noviembre. La cita será a las 12:15 en la explanada de la basílica, después de la misa de las 11:00, según el anuncio difundido en redes sociales.


El llamamiento insiste en que la defensa del Valle de los Caídos es una responsabilidad espiritual de los católicos, no un acto partidista. Para sus impulsores, solo la oración perseverante y visible será capaz de proteger un recinto que consideran sagrado y hoy amenazado por decisiones políticas que afectan a su identidad y a la libertad religiosa.



José Andrés Calderón


Short que dura 99 segundos

Carta al Papa León XIV


Querido Santo Padre:

Con el respeto que le debo como hijo de la Iglesia, creo que debo manifestarle mi profunda preocupación por la continuidad del Cardenal Víctor Manuel Fernández al frente del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.

El reciente texto en el que se desaconseja el uso del título de Corredentora para referirse a la Santísima Virgen María ha causado desconcierto y división. Con el argumento de que no hay que divinizar a María, se propone retirarle el título de «corredentora». Sin embargo, hasta un niño de primera comunión sabe que la Virgen no está al nivel de Dios, sino que es intercesora y corredentora. Desde que aprende a rezar, pide a la Virgen «ruega [a Dios] por nosotros», y le llama «abogada nuestra» (no juez), y le suplica «muéstranos a Jesús». ¿Quién está divinizando a María?

Para evitar darle «tanto protagonismo», ¿no habría que retirarla también del centro de los retablos de las catedrales y de las iglesias de todo el mundo? ¿No hay más riesgo de «divinizar a María» en los santuarios marianos como Lourdes o Fátima, o en basílicas como Guadalupe, donde acuden millones de cristianos para honrarla? ¿No habría que quitar las coronas de reina y señora que adornan a la madre de Dios? Obviamente, no. ¿Y por qué conviene ahora no llamarla «corredentora»?

¿No será que, en el fondo, se está asumiendo la tesis principal del protestantismo, según la cual los cristianos solo participamos pasivamente en la redención? No solo María, sino todos los cristianos somos corredentores. San Pablo lo dice claramente en su epístola a los Colosenses:
«Ahora me alegro de mis padecimientos por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo en beneficio de su cuerpo, que es la Iglesia. 25 De ella he sido yo constituido servidor por disposición divina, dada en favor vuestro: para cumplir el encargo de anunciar la palabra de Dios, es decir, 26 el misterio que estuvo escondido durante siglos y generaciones y que ahora ha sido manifestado a sus santos». Col, 1,24-26
El papa Benedicto XV lo dejó bien claro en 1918:
«de tal modo, juntamente con su Hijo paciente y muriente, padeció y casi murió; y de tal modo, por la salvación de los hombres, abdicó de los derechos maternos sobre su Hijo, y le inmoló, en cuanto de Ella dependía, para aplacar la justicia de Dios, que puede con razón decirse que Ella redimió al género humano juntamente con Cristo» Benedicto XV, Carta Inter sodalicia, 22-V-1918, ASS 10 (1918), 182.
¿A quién hacemos más caso?

No es la primera vez que el cardenal Fernández provoca confusión doctrinal. Su influencia en la redacción de Amoris laetitia ha dado lugar a interpretaciones que han dividido a la Iglesia en cuestiones tan delicadas como la moral conyugal y la recepción de los sacramentos. A ello se suman sus publicaciones anteriores, como el libro «Sáname con tu boca -- El arte de besar», cuyo tono y contenido difícilmente se compadecen con la dignidad del ministerio sacerdotal y que, lamentablemente, parecen dar soporte intelectual a la «mística erótica» que ha acompañado a figuras tan controvertidas como el padre Marko I. Rupnik.

Santidad, la fidelidad al Evangelio y la claridad doctrinal son indispensables para sostener la unidad de la Iglesia. Mantener al Cardenal Fernández en un puesto tan crucial no sólo pone en riesgo la confianza de los fieles, sino que también provoca ambigüedad en la orientación doctrinal del magisterio. Por ello, le ruego que escuche al pueblo cristiano y que tome las medidas necesarias para que el Cardenal Fernández no siga provocando tanto lío entre los fieles.

Que el Espíritu Santo le ilumine y fortalezca en el gobierno de la Iglesia, y que la Santísima Virgen María, verdadera Madre y corredentora del género humano, interceda por nosotros.

Con filial respeto y oración,

Diego Poole Derqui
Madrid, 9 noviembre 2025
Solemnidad de la Virgen de la Almudena

martes, 18 de noviembre de 2025

Santo Padre, ayúdanos a comprender



Por mucho que intentemos comprenderlo, el Papa León XIV aún nos deja perplejos. Incluso concediendo el beneficio de la duda a sus recientes declaraciones, los católicos siguen sin encontrar claridad. Los católicos fieles comprenden plenamente las limitaciones de la doctrina papal. El asentimiento de mente y voluntad se reserva únicamente para los actos magisteriales infaliblemente enseñados. Todas las demás declaraciones obligan a los católicos a mostrar una atención respetuosa, nada más. Sin embargo, algunas de las declaraciones del Papa León XIII ponen a prueba severamente la conciencia católica.

Oculta entre la aquiescencia y la consideración respetuosa, yace una distinción fundamental que escapa a muchos católicos sencillos. Algunos dan por sentado que cada palabra del Romano Pontífice tiene el mismo peso que el Credo Niceno. Estos católicos bienintencionados ignoran que han caído presa del absolutismo papal (cf. ultramontanismo), una interpretación peligrosa y falaz de las prerrogativas papales. Esta misma tendencia fue la que tanto preocupó a San Juan Newman ante la promulgación del Pastor Aeternus por el Concilio Vaticano I. Una lástima, pues este error los deja, en el mejor de los casos, con una conciencia dudosa, y en el peor, con una conciencia errónea.

Nos encontramos, pues, ante un dilema. Por un lado, están quienes relegan la enseñanza papal a mera opinión y viven un catolicismo a la carta. Por otro, están aquellos católicos que adoptan la postura igualmente errónea de que cada palabra pronunciada por el Romano Pontífice obliga la conciencia. Nos enfrentamos a una Escila y una Caribdis teológicas que debemos evitar a toda costa.

Un destacado teólogo fue recientemente expulsado de una entrevista por un absolutista papal que lo acusó de ser un católico infiel. ¿Por qué? Porque no dio su asentimiento absoluto a cada línea de Amoris Laetitia y Fiducia Supplicans . Esto es ultramontanismo en estado puro. Imagínense a un respetado teólogo ortodoxo siendo condenado por un laico que regenta una tienda de comestibles. ¡Líbranos de los peligros del absolutismo papal y de los arrogantes diletantes que engendra!

Evitar tales extremos aún plantea dilemas a los católicos. El papa León XIV ha hecho declaraciones confusas y ha tolerado acciones igualmente confusas.

Cuando apareció en la logia de San Pedro el día de su elección, sus palabras provocaron los primeros indicios de inquietud. Ensalzó las maravillas de una Iglesia sinodal. Muchos pensaron que se trataba de un ejercicio de catolicismo, fácilmente tolerado en nombre del protocolo papal. Pero entonces, hace unos días, declaró: «Ser una Iglesia sinodal significa reconocer que la verdad no se posee, sino que se busca en comunidad, dejándose guiar por un corazón inquieto, enamorado del Amor».

Inicialmente, nos sorprendió la referencia agustiniana, dejándonos desarmados. Pero esta referencia se desvaneció rápidamente cuando afirmó que «la verdad no se posee, sino que se busca».

De repente, el católico instruido se sobresaltó. ¿Acaso se trataba de un aparente regreso a las retrógradas ideas de los modernistas que jugaban con la naturaleza de la verdad? Resurgieron los recuerdos de figuras inquietantes como Blondel, Rousselot y Bouillard. Sus escritos relativizaban la verdad, sumiendo a la teología y la filosofía en el caos. Lo que nos estremecía era que sus palabras eran casi idénticas a las del Papa León XIV.

Supongamos que se trató de una licencia poética involuntaria. Sin embargo, si se tomara literalmente, tendría consecuencias inquietantes. Primero, si la verdad «no se posee», entonces todo discurso humano se derrumba. Platón y Aristóteles lo demostraron contra los sofistas hace milenios. Además, esto implicaría necesariamente que la Iglesia misma ya no posee la verdad y debe buscarla «humildemente» en otra parte.

¿Pero qué hay de las palabras apodícticas de Nuestro Señor: «Yo soy el camino, la verdad y la vida»?

¿O de los dogmas infalibles del Credo de Nicea?

¿O de las verdades irrefutables de la ley moral?

Más fundamentalmente, ¿qué ocurre con la verdad de la naturaleza humana del hombre, su dignidad y los derechos que de ella se derivan? Todo esto se disuelve en las sustancias corrosivas de una Iglesia sinodal. O, al menos, da pie a un interminable «debate sinodal».

Desde luego, el Papa León no pudo haber querido decir eso. Pero si así fuera, ¿no deberíamos sentirnos un poco incómodos?

Luego está la inquietante introducción de nuevos pecados por parte del Papa León XIV. En un discurso sobre las ficticias ramificaciones apocalípticas del cambio climático, introduce una nueva ofensa moral: la culpa climática. ¿Qué es? ¿Cómo puede existir la culpa climática? Las personas son los únicos sujetos de derechos. Aun si esto pudiera aclararse, sigue siendo un Pontífice Romano que interviene en asuntos de juicio prudencial, prerrogativa exclusiva de los laicos. Además, parece estar adentrándose en cuestiones que deberían abordarse mediante métodos científicos basados ​​en la evidencia.

Oremos para que estas declaraciones radicales y politizadas, tan propias del papado de Bergoglio, queden relegadas a un segundo plano en favor de reafirmaciones más contundentes de la fe. Quizás aún estén por llegar, pero al parecer todavía no han aparecido.

Lamentablemente, hay más. La homilía para el Jubileo de los Equipos Sinodales y Órganos Participativos (respiren hondo): "Debemos soñar y construir una Iglesia más humilde; una Iglesia que no se yergue erguida, triunfante e hinchada de orgullo... una Iglesia que no juzga, sino que se convierte en un lugar acogedor para todos".

¿Por dónde empezar? ¿Acaso la intención del Vicario de Cristo es acusar a una Iglesia que durante 2000 años ha construido con confianza la civilización occidental? ¿Significa esto que los mártires fueron engañados para someterse con orgullo a ejecuciones sádicas por una fe triunfante, y no simplemente «inquisitorial»?

Los católicos están confundidos . Si es arrogante apoyar a una Iglesia que se mantiene íntegra, ¿qué impacto tiene eso en el mundo? Bajo este criterio, ¿se acusaría a San Pedro y San Pablo? ¿Acaso una Iglesia «envanecida» implica que las valientes incursiones de San Atanasio y San León Magno fueron problemáticas y debían ignorarse?

¿Deben los católicos reconsiderar las firmes proclamaciones de la doctrina inmutable de que la Iglesia es la única por medio de la cual todos los hombres se salvan? ¿Debe abandonarse por completo la tarea de convertir las almas? Si la Iglesia debe dejar de «juzgar», ¿debe entonces abandonar todos los principios inmutables de la verdad moral? ¿Acaso la Iglesia no ha sido siempre un lugar de acogida para todos, precisamente porque es la única que acoge a los hombres de todos los continentes y en todo momento para participar de la gracia salvadora de Cristo?

¿Acaso resulta indiscreto afirmar que estas palabras del Romano Pontífice parecen silenciar la voz divina y triunfante de Cristo nuestro Salvador?

Ayúdanos, Santo Padre. ¿Hay algo que se nos haya escapado?

Su Santidad, aclare nuestras dudas.

- ¿Qué ocurre con los grupos que entraron por la Puerta Santa del Año Jubilar ondeando banderas que propagaban una conducta moral inaceptable? [ aquí ]. 

Si hemos de ser acogedores, ¿por qué no se dio la bienvenida oficial a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X a las celebraciones del Jubileo? [ aquí ] En sus propias palabras, ¿acaso no son bienvenidos? ¿Son tan reprobables que escapan al escrutinio sinodal?

- Luego están las desconcertantes palabras del Secretario de Estado, el Cardenal - Parolin. Su ya mermada reputación (debido al vergonzoso abandono de los católicos en China ) hace que todos sus juicios parezcan erróneos. Pero su reciente declaración sobre la crisis nigeriana ha alcanzado nuevas cotas de neolengua orwelliana. En el informe de Ayuda a la Iglesia sobre la libertad religiosa, declaró:
La violencia contra los cristianos en Nigeria [ aquí ] no es un conflicto religioso entre musulmanes y cristianos, sino más bien un conflicto social, como las disputas entre pastores y agricultores. Debemos reconocer también que muchos musulmanes en Nigeria son víctimas de esta misma intolerancia. Se trata de grupos extremistas que no hacen distinciones para lograr sus objetivos. Recurren a la violencia contra cualquiera que consideren un adversario.
Esta situación absurda da la impresión de que el Secretario de Estado actúa ahora como portavoz de Hamás. Pero la verdad, según informa Chris Jackson, revela hechos que ponen en entredicho al buen cardenal:

Entre enero de 2023 y diciembre de 2024, Nigeria sufrió una ola de violencia por motivos religiosos, especialmente en las regiones norte y central del país. Grupos armados como Boko Haram y la Provincia del Estado Islámico de África Occidental (ISWAP) llevaron a cabo ataques coordinados contra iglesias, aldeas y clérigos tan solo en los estados de Plateau y Benue. Miles de personas fueron desplazadas y cientos murieron, incluyendo a más de 11.000 cristianos, entre ellos veinte sacerdotes, en el plazo de un mes tras la toma de posesión presidencial de 2023.

Durante la Navidad de 2023, ataques conjuntos de militantes locales y extranjeros dejaron cerca de 300 muertos; para junio de 2025, otros 200 cristianos desplazados habían sido masacrados en Benue. Los líderes religiosos describen la campaña como deliberada, una estrategia yihadista para expulsar a la población cristiana. Pastores fulani radicalizados, con la ayuda de milicias islamistas, continúan con los ataques sistemáticos y la confiscación de tierras. 

También se han producido ataques contra escuelas católicas, como el de 2024 contra un instituto cristiano en Makurdi, donde las acusaciones de blasfemia y los asesinatos relacionados con la brujería alimentaron la violencia. Decenas de clérigos han sido secuestrados o asesinados, mientras que la policía regional hisbah ha impuesto restricciones a la ley islámica en los estados del norte, contraviniendo la ley constitucional.

Sin embargo, el cardenal Parolin afirma que estas persecuciones religiosas islámicas se malinterpretan. Son simplemente «tensiones sociales». Pero, como concluyó Jackson, «el mismo Vaticano que puede identificar “microagresiones” contra el medio ambiente no puede reconocer un genocidio contra su propia grey. Cuando la sangre de los mártires clama desde la tierra, Roma solo oye “el clamor de la tierra”».

Santo Padre , debe haber algún malentendido entre su joven pontificado y el Secretario de Estado. De lo contrario, los católicos se sentirán decepcionados por el daño causado a la credibilidad de su Vaticano.

Padre Santo, oramos por usted cada día.
Pero anomalías como estas nos pesan mucho y nos desaniman.

¿Cómo podemos seguir adelante? «Si el sonido de la trompeta es confuso, ¿quién se preparará para la batalla?» (1 Corintios 15:52).

Padre John A. Perricone

viernes, 14 de noviembre de 2025

Acerca de la satánica «Mater populi fidelis»




“Cuanto hay en nosotros de esperanza, de gracia y de salud,nos viene por mediación de aquella que rebosa en delicias.” (San Bernardo de Claraval)

Satanás se disfraza de ángel de luz para engañar, y ahora lo hizo, ¡oh, tiempos funestos!, haciéndose pasar por “mariano”. Se hizo el mariano para atacar lo mariano. Oh, sí, obra satánica.

Como podrá verse en líneas venideras el ataque a la Corredención de la Santísima Virgen María y su misión de Mediadora de todas las gracias, no tiene comienzo con el escrito objeto de análisis y titulado Mater Populi Fidelis. Podrá observarse –y está contenido en el mismo documento que lleva firma papal- que ya Benedicto XVI rechazaba hablar de Corredentora, y más luego lo hizo Francisco. Y que es un ataque nadie lo dude: surge claramente desde la “Presentación” de “Mater Populis Fidelis”, en donde se lee: “a la luz del Misterio de Cristo como único Mediador y Redentor. Esto implica una profunda fidelidad a la identidad católica y, al mismo tiempo, un particular esfuerzo ecuménico.” En este pedazo de texto se ve la mezcolanza horrenda que pretende identificar la “identidad católica” con el “ecumenismo”. Nada más errado, nada más pernicioso, nada más venenoso. El tema del ecumenismo no es insistencia nuestra, es obsesión de cientos de eclesiásticos modernos: es la base de la nueva eclesiología sobre la que pivotea también todas sus otras novedades. Preciso entonces es no desconocer dicho centro.

Se descubre en el documento lo que llamo “la estrategia de la moneda mejor falseada”. Detalle sutil, y que, por tal, obra con mayor eficacia el engaño. ¿En qué consiste? En que, a diferencia de otros textos lanzados en los últimos tiempos, este intenta presentar una suerte de “teología refinada”. Se ha hecho despliegue de citas de santos, se ha recurrido a distinciones tanto terminológicas como doctrinales, se ha probado “investigaciones”. Pero se trata sencillamente de un refine de veneno modernista, y que, bajo tal condición, busca actuar como la moneda mejor falseada, esto es, lograr una eficacia rotunda, como si fuere verdadera.

Atento a lo copioso de citas que trae el escrito “Mater Populi Fidelis” y teniendo en cuenta las deformaciones doctrinales que por más de sesenta años venimos sufriendo, desconfío de las interpretaciones que se hacen sobre lo dicho por muchos santos y que son traídos a la palestra en intento de hacerles decir cosas como coincidentes con los criterios que defiende el documento.

De las casi 200 citas que se hacen no hay una sola en la que aparezca San Luis María Grignion de Montfort. Resulta llamativo, puesto que a dicho santo se lo conoce mundialmente por haber escrito un Tratado sobre la Madre de Dios, titulado: “Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen María”. No se trata de un simple escrito, no; se trata, repito, de un ‘Tratado’. Dejo sentado que la doctrina católica enseñada por el santo es completamente contraria a lo pretendido en “Mater populi fidelis”. Cabe recordar el hecho histórico de que, la firmeza impresionante de los mártires de la Vendée, asesinados atrozmente por los promotores de la Revolución Francesa, hallaron su fortaleza religiosa en el espíritu de San Luis María. El modernismo que abreva de la Revolución Francesa, se ve que prefirió dejar de lado a un santo que le atacó valientemente con su doctrina y a través de sus hijos espirituales.

El escrito “Mater Populi Fideli” hace gala de “doctrina mariana”, citando copiosamente textos de ‘Aparecida’. Y para quien no lo sabe, ‘Aparecida’ es una fuente principal donde se asienta el movimiento revolucionario conocido como Teología de la liberación, Tercer Mundismo.

Me causa una profunda molestia ver una utilización rastrera de Nuestra Santísima Madre para justificar las invenciones promovidas desde Concilio Vaticano II. En efecto, se desprende de “Mater Populi Fidelis” que ya no es el hombre el que ha de adaptarse a la Santísima Virgen María, sino que es Ella la que debe adaptarse ahora a los fenómenos inventados para unir la fraternidad humana. Será Ella la que debe servir para la “inculturación”. Así, leemos en el punto 79: “La cercanía de la Madre produce una piedad mariana ‘popular’, que tiene expresiones diversas en los distintos pueblos. Los variados rostros de María —coreano, mexicano, congoleño, italiano y tantos otros— son formas de inculturación del Evangelio que reflejan, en cada lugar de la tierra, «la ternura paterna de Dios» que llega hasta las entrañas de nuestros pueblos.”

En el documento se hace gala de traer a colación textos de Santo Tomás, y eso con el objetivo de hacer pasar al Doctor Angélico como favorable a las ideas novedosas. En contra de la deformación que se hace de los escritos del Aquinate, por razones de espacio me limito a transcribir lo que él dice al comentar el Ave María. Su contundencia es meridiana y deja en evidencia el papel de Nuestra Señora, contrario a lo afirmado por el documento lanzado hace poco por el Prefecto de la fe, Víctor Manuel Fernández: “Así pues, estuvo inmune de toda maldición y, por consiguiente, fue ‘bendita entre todas las mujeres’, porque ella sola puso bajo sus pies la maldición, portó la bendición y abrió la puerta del paraíso. Y por eso le conviene también el nombre de María, que se interpreta así mismo com «estrella del mar»; porque así como los navegantes se dirigen al puerto por la estrella del mar, así también los cristianos por María se dirigen a la gloria.”

El punto 3 de “Mater…”, expresa: “El presente documento (…) intenta preservar el equilibrio necesario que, dentro de los misterios cristianos, debe establecerse entre la única mediación de Cristo y la cooperación de María en la obra de la salvación, y pretende mostrar también cómo ésta se expresa en diversos títulos marianos”. Es archisabido que bajo su caballito de batalla llamado ‘ecumenismo’, la obra de Cristo poco les importó y poco les importa. Si para ellos hay salvación en el judaísmo, en el mahometismo, en el hinduismo, en el protestantismo (“caminando cada uno con su fe”, dirá Francisco), etc., ¿realmente les importa que Cristo sea único mediador? Probaron que no. Pero ahora, como se trata de quitarle a la Santísima Virgen María sus títulos de Mediadora y de Corredentora porque no son títulos ecuménicos, se hacen los teólogos expertos, los respetuosos de ‘Cristo como único mediador,’ mediador al que ultrajan a diario bajo las reformas que impulsan. Y ahora completan el ultraje al único mediador ultrajando a la Santísima Virgen, Mediadora de todas las gracias.

En el punto 12 aparecen otros engaños: “A partir del siglo XII, la teología occidental dirige su mirada a la relación que une a la Virgen Madre con el misterio de la Redención cruenta del Calvario y se relaciona la imagen de la espada de Simeón con la cruz de Cristo. La presencia de María al pie de la cruz se entiende como signo de fortaleza cristiana, llena de amor materno”. Desde el momento mismo en que Cristo estando crucificado dá a Su amadísima Madre por hijo a San Juan (siglo I), desde allí, afirmo, siempre se vio (comenzando por el mismísimo Apóstol involucrado) la relación de María Santísima con la Redención; y la presencia de María Santísima al pie de la cruz no se entiende como simple signo de fortaleza cristiana, sino primera y principalmente como realidad troncal que hizo a la Gloriosísima Madre de Dios, Corredentora.

El punto 18, para los que todavía gustan de los malabarismos, muestra el accionar del Concilio Vaticano II para con la Corredención: “El Concilio Vaticano II evitó utilizar el título de Corredentora por razones dogmáticas, pastorales y ecuménicas”. El agua envenenada tiene su fuente. Tenían que quedar bien con los “hermanitos” protestantes. En un ya lejano 1946, el R. P. Rios O.S.B, disertando sobre la Santísima Madre de Dios, enseñó: “cercar con límites las posibilidades de su influjo eficiente en el orden de los espíritus, es querer restringir arbitrariamente lo que Dios ha querido hacer más grande que todo pensamiento humano” (La Maternidad Divina, ed. Luz, Madrid, 1946, p. 172)

En el punto 19 lo vemos aparece a Ratzinger (más luego Benedicto XVI), gran amante del ecumenismo, negando la Corredención: “En la Feria IV del 21 de febrero de 1996, el Prefecto de la entonces Congregación para la Doctrina de la Fe, el Cardenal Joseph Ratzinger, ante la pregunta de si era aceptable la petición del movimiento Vox Populi Mariae Mediatrici para una definición del dogma de María como Corredentora o Mediadora de todas las gracias, respondió en su voto particular: «Negativo. El significado preciso de los títulos no es claro y la doctrina en ellos contenida no está madura. Una doctrina definida de fe divina pertenece al depósito de la fe, es decir a la revelación divina vehiculada en la Escritura y en la tradición apostólica. Sin embargo, no se ve de un modo claro cómo la doctrina expresada en los títulos esté presente en la Escritura y en la tradición apostólica». Más adelante, en 2002, expresó públicamente su opinión contraria al uso de este título: «La fórmula ‘Corredentora’ se aleja demasiado del lenguaje de las Escrituras y de la patrística y, por tanto, provoca malentendidos… Todo procede de Él, como dicen sobre todo las epístolas a los Efesios y a los Colosenses. María es lo que es gracias a Él. La palabra ‘Corredentora’ ensombrecería ese origen». El Cardenal Ratzinger no negaba que hubiese buenas intenciones y aspectos valiosos en la propuesta de uso de este título, pero sostenía que era «un vocablo erróneo».” En el punto 21 aparece Francisco con sus negaciones sobre la Corredención, y el punto 22 trae la conclusión a la que arribaron los firmantes de ‘Mater Populi Fidelis’, conclusión neoprotestante-modernista-anticrística-apostática: “Teniendo en cuenta la necesidad de explicar el papel subordinado de María a Cristo en la obra de la Redención, es siempre inoportuno el uso del título de Corredentora para definir la cooperación de María. Este título corre el riesgo de oscurecer la única mediación salvífica de Cristo y, por tanto, puede generar confusión y un desequilibrio en la armonía de verdades de la fe cristiana, porque «no hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos» (Hch 4,12).” Hubo quien, para no desentonar con la línea “prolija” que le exigen sus privilegios, intentó aplacar las aguas de la satánica Mater Populi Fideli, aseverando que “la nota no aparece como declaración dogmática de fe o definición de un dogma”. La defensa a la Santísima Virgen María debe hacerse ante cualquier expresión que le fuere ofensiva, mas algunos parecen andar midiendo “grados” de declaración para poder abrir la boca.

El punto 45, netamente ultrajante, demuestra el choque entre la sana doctrina y el veneno, veneno hallado en Mater Populi Fideli, sana doctrina hallada en el Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen María. Veamos el veneno del punto 45: “También es frecuente que ella sea presentada o imaginada como una fuente de donde mana toda gracia. Si se tiene en cuenta que la inhabitación trinitaria (gracia increada) y la participación de la vida divina (gracia creada) son inseparables, no podemos pensar que este misterio pueda estar condicionado por un “paso” a través de las manos de María. Imaginarios de este tipo enaltecen a María de tal modo que la centralidad del mismo Cristo puede desaparecer o, al menos, resultar condicionada. El Cardenal Ratzinger expresó que el título de María mediadora de todas las gracias tampoco se veía claramente fundado en la Revelación”. Veamos lo que nos dice San Luis María: “Dios Padre creó un depósito de todas las aguas y lo llamó mar. Creó un depósito de todas las gracias, y lo llamó María. El Dios omnipotente posee un tesoro o almacén riquísimo en el que ha encerrado lo más hermoso, refulgente, raro y precioso que tiene, incluido su propio Hijo. Este inmenso tesoro es María, a quien los santos llaman el tesoro del Señor18, de cuya plenitud se enriquecen los hombres” (Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen María, ed. Lumen, Buenos Aires, 1989, p.17).

Pasamos azufroso punto 54, opuesto, como se verá, a lo enseñado por el santo últimamente nombrado. Punto 54: “En la perfecta inmediatez entre un ser humano y Dios en la comunicación de la gracia, ni siquiera María puede intervenir. Ni la amistad con Jesucristo ni la inhabitación trinitaria pueden concebirse como algo que nos llega a través de María”. En el Tratado del santo leemos: “Dios Espíritu Santo comunicó sus dones a María, su fiel Esposa, y la escogió por dispensadora de cuanto posee. Ella distribuye a quien quiere, cuanto quiere, como quiere y cuando quiere todos sus dones y gracias20. Y no se concede a los hombres ningún don celestial que no pase por sus manos virginales. Porque tal es la voluntad de Dios, que quiere que todo lo tengamos por María. Porque así será enriquecida, ensalzada y honrada por el Altísimo la que durante su vida se empobreció, humilló y ocultó hasta el fondo de la nada por su profunda humildad. Estos son los sentimientos de la Iglesia y de los Santos Padres” (ob. cit. p. 18). ¡Oiga, carísimo lector, oiga: “Estos son los sentimientos de la IGLESIA Y DE LOS SANTOS PADRES! ¿Un ejemplo? Va lo del Doctor Melifluo, San Bernardo, en su célebre libro “Las grandezas de María”: “Contemplemos con cuanto afecto de devoción quiso aquel Señor fuese María honrada por nosotros, que depositó en ella la plenitud de todos los bienes, a fin de que entendiéramos que cuanto hay en nosotros de esperanza, de gracia y de salud, nos viene por mediación de aquella que rebosa en delicias” (ed. Apostolado Mariano, España, p. 81).

Está clarísimo que una misión Corredentora no calza con la misión ecuménica modernita que busca con denudo lazos con los protestantes; y como los eclesiásticos modernos en escalas alarmantes han apostado por la segunda de las misiones, han de bregar por ver descalificada y silenciada a la primera.

De los puntos 56 al 80 se dedica el documento papal –principalmente- a insistir en la “inmediatez” de la gracia entre Cristo y el alma, eso, y eso en el marco de un análisis general sobre la Virgen Santísima, para dejarla de lado como canal de la gracia, reduciendo su función a la de ser una suerte de impetrante privilegiada de gracias, atento a que, por ser Madre, está entre Dios y nosotros. Un resumen de lo dicho aparece contenido en el punto 64: “Esta es la cooperación posibilitada por Cristo y suscitada por la acción del Espíritu que, en el caso de María, se distingue de la cooperación de cualquier otro ser humano por el carácter materno que Cristo mismo le atribuyó en la cruz”. Debe quedar bien claro: para el panfleto ultrajante y pro-protestante firmado por el Papa y el Prefecto de la Doctrina de la fe, la Santísima Virgen María no es más que una figura destacadísima, única, Madre de Dios, cuyo función, desde su altura exclusivísima, no sería más que la de obtener cosas de modo único y especialismo, atento a su cercanía con Dios. Mas dicha invención modernista debe rechazarse: María es mediadora de todas las gracias. Afirmo sin rodeos y de rondón, que no hay gracia alguna que descienda del Cielo que no pase por María, canal Ella, verdadero y real, por el cual se distribuye absolutamente lo que el Redentor nos ha conseguido en la Cruz. En un librito hoy bastante desconocido, verdadera joya titulada “El secreto de María” y también escrito por San Luis María Grignion de Montfort, se lee: “Dios ha escogido a la Santísima Virgen María por tesorera, administradora y dispensadora de todas las gracias, de suerte que todas las gracias y dones pasan por sus manos y conforme al poder que ha recibido (según San Bernardino) reparte Ella a quien quiere, como quiere, cuando quiere, y cuanto quiere, las gracias del Eterno Padre, las virtudes de Jesucristo y los donde del Espíritu Santo” (ed. Esinsa, 1993, España, p. 30).

Corto aquí mi análisis. Intenté mostrar la doctrina católica frente al modernismo destructor contenido en la ‘Mater Populi Fidelis’

Muchas más cosas habría para decir, pero creo que por ahora con lo expuesto es suficiente. Sugiero enormemente a los lectores de este brevísimo artículo lean el ‘Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen María’, para abrevar de aguas sanas, para acrecentar el amor a la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, Corredentora, Mediadora por quien nos vienen las gracias divinas. Y recuérdese esto otro de San Luis María: “La señal más infalible y segura para distinguir a un hereje, a un hombre de perversa doctrina, a un réprobo de un predestinado, es que el hereje y réprobo no tienen sino desprecio o indiferencia para con la Santísima Virgen, cuyo culto y amor procuran disminuir con sus palabras y ejemplos, abierta u ocultamente y, a veces, con pretextos aparentemente válidos. ¡Ay! Dios Padre no ha dicho a María que establezca en ellos su morada, porque son los Esaús” (ob. cit. p. 21).

Hermoso lo escrito por el R.P. A.D. Sertillanges O.P: “Ruega por nosotros Santa Madre de Dios, vela por nosotros, sé para nosotros un canal de gracias Madre de la divina gracia, dirige nuestros votos, nuestros pasos, nuestros corazones adonde estáis vos, Madre de los santos del cielo” (editor Francisco Colombo, Buenos Aires, 1943,Mes de María, 1943, p. 155).

En el Rosario, en los Misterios de Gloria, en el quinto se contempla “la coronación de la Santísima Virgen María como Reina y Señora de todo lo creado”. Ahora bien, la gracia es algo creado por Dios. Por tanto, la amadísima Madre, María Santísima, es Reina y Soberana Señora de cuanta gracia sale de Dios hacia las almas, y ni una sola gracia deja de pasar por María.

Por María vino Cristo a este mundo, y no sin Ella lo dejó. Es imposible que si el mismo Autor de las gracias pasó por María Santísima, no pasen las gracias que son creaciones de Él. Si el Creador de la gracia pasó por María, ¿acaso habrá impedimento en que las gracias del Creador pasen por Ella?

Cardenal Tucho Fernández CORRIGE a los santos y a San Pablo



DURACIÓN 24:38 MINUTOS

jueves, 13 de noviembre de 2025

Lanzan petición para que León XIV aparte a «Tucho» de la Doctrina de la Fe



El documento de Mater Populis Fidelis ha llegado como el primer balde de agua fría del pontificado de León XIV, sin embargo, la nota, heredada de Francisco y firmada por el Papa actual, representa una línea doctrinal que viene desde «Fiducias Suplicans».

Sin restar responsabilidad al Papa en ejercicio en el momento de publicación de los documentos, ya es evidente que hay una «mente maestra» tras la concepción y elaboración de estos documentos: el prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Ya lo exponíamos en la nota: De Francisco a León XIV: Fernández y la continuidad de la agenda doctrinal.

Ahora, ha comenzado a circular una petición dirigida al Papa León XIV que pide que el cardenal Víctor Manuel Fernández sea reemplazado como prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, por considerar que su permanencia en el cargo “provoca confusión y división en la Iglesia”. El texto cuestiona la idoneidad doctrinal del cardenal y pide un cambio para proteger la fidelidad al Evangelio.
Una carta que expresa el malestar de muchos católicos

La carta comienza así:
“Querido Santo Padre: Con el respeto que le debo como hijo de la Iglesia, creo que debo manifestarle mi profunda preocupación por la continuidad del Cardenal Víctor Manuel Fernández al frente del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.”
El documento cita directamente la reciente Nota Mater Populi fidelis, en la que el Dicasterio desaconseja el uso del título de Corredentora para referirse a la Santísima Virgen María.

El autor —en representación del sentir de muchos fieles— denuncia que ese texto “ha causado desconcierto y división”, y plantea una pregunta que ha resonado en el mundo católico:
“Con el argumento de que no hay que divinizar a María, se propone retirarle el título de corredentora. Pero, ¿quién está divinizando a María?”
El texto recuerda que hasta un niño de primera comunión entiende que la Virgen no está al nivel de Dios, y subraya el absurdo de los temores que inspiran la Nota:
“Desde que aprende a rezar, pide a la Virgen: ‘ruega por nosotros’, y le llama ‘abogada nuestra’ (no juez). ¿Por qué conviene ahora no llamarla corredentora?”
Un peligro de fondo: la negación del papel de María en la Redención

El documento advierte de un problema teológico más profundo: la tendencia —propia de la teología protestante— a negar la participación activa de los fieles en la obra redentora de Cristo.

Cita con precisión el texto de San Pablo a los Colosenses (1,24-26):
“Completo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo, en beneficio de su Cuerpo que es la Iglesia.”
Y recuerda la enseñanza del Papa Benedicto XV en 1918, quien afirmó que María “redimió al género humano juntamente con Cristo” (Carta Inter sodalicia). El contraste con el planteamiento del Dicasterio actual es, según la carta, flagrante:
“¿A quién hacemos más caso?”, pregunta, en alusión a la ruptura entre la tradición magisterial y las nuevas interpretaciones.
Un prefecto marcado por la confusión doctrinal

La petición también recuerda otros episodios de confusión atribuibles al cardenal Fernández, incluyendo su participación en la redacción de Amoris laetitia y de Fiducia supplicans, documentos que han abierto la puerta a interpretaciones ambiguas sobre la moral conyugal y la bendición de uniones irregulares.

El texto menciona además su libro Sáname con tu boca – El arte de besar, considerado inapropiado por su tono y contenido, y su relación con el entorno intelectual del padre Marko I. Rupnik, cuya obra ha sido asociada a un inquietante “misticismo erótico”.
“Mantener al cardenal Fernández en un puesto tan crucial no sólo pone en riesgo la confianza de los fieles, sino que provoca ambigüedad en la orientación doctrinal del magisterio”, advierte el autor de la carta.
El riesgo de una fe desfigurada
La petición al Papa León XIV concluye con una invocación al Espíritu Santo y una súplica a la Santísima Virgen “verdadera Madre y corredentora del género humano”.
Más allá de su tono piadoso, el texto refleja un clamor profundo dentro del pueblo católico: la preocupación por una Iglesia que, bajo el pretexto de “actualizar” el lenguaje doctrinal, pierde el sentido del misterio y de la Verdad revelada.

No se trata de una rebelión contra el Papa, sino de un llamado a la responsabilidad: una defensa del Magisterio frente a quienes, desde dentro, lo relativizan.

Y ese llamado apunta directamente a Roma: si el nuevo pontificado de León XIV desea restaurar la unidad y la claridad, deberá empezar por la cabeza del organismo encargado de custodiar la fe.

Lea la carta completa aquí:

miércoles, 12 de noviembre de 2025

EL PAPA FRANCISCO Y LA IGLESIA CATÓLICA




Texto de la contraportada del libro:


La Iglesia está atravesando hoy por uno de los momentos más graves desde su fundación por Nuestro Señor Jesucristo. Tomando como punto de partida el Concilio Vaticano II (1962 - 1965) y con la supresión, de facto, de la Misa Tradicional en latín (Misal de Juan XXIII, 1962), la evolución experimentada ha ido de mal en peor, alcanzando su zénit con el papa Francisco, elegido como tal el 13 de marzo del 2013. En su desastroso Pontificado, que ha durado poco más de 12 años, y que ha confundido a tantos fieles, se ha producido una escisión, como si hubiera dos Iglesias: una que proviene de la aplicación modernista de algunos puntos de los documentos del concilio Vaticano II, que tiene sólo 60 años de antigüedad; y la Iglesia de siempre, con casi dos mil años de existencia, que se ha mantenido fiel a la Sagrada Escritura, a la Tradición y al Magisterio Perenne de la Iglesia.

Puesto que la Iglesia no comenzó con el Concilio Vaticano II (que es el número 21) sino que está fundada por Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, no tiene ningún sentido darle tanta importancia al Vaticano II y menos después de haber visto los “frutos” podridos que ha producido.

El papa Francisco falleció el 21 de abril de 2015, siendo elegido, el 8 de mayo, un nuevo Papa, que adoptó el nombre de León XIV. Tenemos la esperanza de que las aguas vuelvan a su cauce, aunque llevará mucho tiempo deshacer los “desaguisados” de Francisco. 

Pedimos con fuerza al Señor que ilumine al papa actual y que le conceda su gracia para actuar como conviene por el bien de toda la Iglesia, aunque para ello tenga que enfrentarse, con fe y entereza, a los grandes Poderes que rigen nuestro mundo.

El papa León XIV cuenta con la oración de todos los fieles católicos y con la promesa de Jesucristo de que “las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia” (Mt 16,18)

José Martí

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Dios no es un aguafiestas


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El nuncio en EE. UU. pide seguir “el camino de Francisco” y el Concilio Vaticano II como hoja de ruta de la Iglesia



Durante la asamblea plenaria de otoño de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos (USCCB) en Baltimore, el cardenal Christophe Pierre, nuncio apostólico y próximo a cumplir 80 años, ofreció un discurso ante los obispos del país.

En su intervención, el representante pontificio llamó a los prelados a mantener la fidelidad al camino pastoral de Francisco y a la “visión del Concilio Vaticano II”, insistiendo en que el futuro de la Iglesia debe avanzar por la senda marcada por esos dos referentes.

“Aunque algunos se inclinen por un camino que diverge de la visión pastoral de Francisco, sabemos que el modo de avanzar en la Iglesia es no apartarse de esa visión”, afirmó Pierre.

“El Concilio es el mapa del futuro”

El nuncio subrayó que los documentos del Concilio Vaticano II constituyen “el mapa para el viaje que tenemos por delante”, y citó palabras de Francisco: “No es tiempo todavía de un Vaticano III, porque aún no hemos terminado de aplicar el Vaticano II.”

“La visión del Concilio fue profética, una orientación hacia el futuro”, dijo Pierre.

Pidió a los obispos “resistir la polarización” y “asumir el estilo sinodal de comunión y discernimiento” como modo de hacer concreta la unidad.

En su discurso, también hizo referencia al papa León XIV, afirmando que sus primeros gestos y escritos son “una maduración del legado de Francisco”, y que ambos pontificados comparten “la fidelidad al espíritu del Concilio Vaticano II”.
Una Iglesia que no comenzó en 1962

El problema, sin embargo, es más profundo.

El discurso del nuncio —recogido por The Pillar— vuelve a presentar el Concilio Vaticano II como el punto de partida y de destino de la Iglesia contemporánea, como si el cristianismo hubiera comenzado hace apenas seis décadas.

Esta visión parece ignorar que la Iglesia no nació en 1962 ni con Francisco, sino con Jesucristo, que la fundó sobre Pedro hace más de dos mil años y la ha guiado a través de siglos de fe, magisterio, santos, mártires y concilios, y aún más antes de eso Dios ya preparaba el camino para la venida de su hijo al mundo.

La fidelidad eclesial no consiste en reinterpretar indefinidamente un concilio reciente ni entronar a Francisco como el profeta de la Iglesia sinodal y ecológica que hoy pretenden imponer, sino en permanecer en la Tradición viva que se remonta al Evangelio mismo:

“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6).

El riesgo de una Iglesia sin memoria

El cardenal Pierre apeló a “seguir el camino de Francisco” y a “profundizar en el Concilio”, pero sin mencionar la continuidad doctrinal que debe unir cada época de la Iglesia con su raíz apostólica. Ese es el peligro de la retórica conciliar sin contenido dogmático: una Iglesia que se mira a sí misma, pero olvida a Cristo.

La verdadera renovación no consiste en “avanzar” hacia lo desconocido, sino en volver a la fuente, al Evangelio y a la Tradición que los Padres y Doctores de la Iglesia transmitieron con fidelidad. Como recordó Benedicto XVI, el auténtico desarrollo eclesial se da sólo en la “hermenéutica de la continuidad”, no en la ruptura.

De Francisco a León XIV: Fernández y la continuidad de la agenda doctrinal



A comienzos de 2025, cuando el Papa Francisco aún se encontraba hospitalizado y su pontificado entraba en su fase final, el entonces prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, cardenal Víctor Manuel Fernández, adelantó la inminente publicación de dos textos: uno sobre la monogamia y otro sobre los títulos marianos de la Virgen, en particular Corredentora y Mediadora

Nueve meses después, ambos documentos ven la luz bajo el pontificado de León XIV, confirmando —según Specola— la continuidad teológica y estructural de la llamada “era Francisco”.

Para muchos observadores, este gesto supone una prueba decisiva del rumbo doctrinal del nuevo Papa: ¿mantendrá sin revisión los textos más controvertidos del pontificado anterior, o marcará distancia con el estilo autoritario y ambiguo de la Doctrina de la Fe bajo “Tucho” Fernández?
Un pontificado heredado

Specola describe el momento con ironía:
“Si el deseo del Papa León es tranquilizar las cosas, parece que vamos en el peor de los caminos”.
Ambos documentos —el de la monogamia y el dedicado a los títulos marianos— habían sido redactados y promovidos por Fernández antes de la muerte de Francisco, pero no llegaron a publicarse. La decisión de León XIV de no archivarlos, sino de ratificarlos y difundirlos oficialmente, muestra que el nuevo pontífice ha optado por dar continuidad a la línea doctrinal que pretendía cerrar debates más que iluminarlos.

El problema, señala Specola, no es sólo el contenido, sino el método:
“Todos estos textos —de Fiducia Supplicans a Traditionis Custodes— son documentos divisivos: sofocan la discusión con el ejercicio de un poder autoritario y alejan a los fieles de la fe”.
La Nota mariana y su ambigüedad teológica

La Nota Doctrinal Mater Populi Fidelis, dedicada a los títulos de la Virgen María, ha sido el detonante más visible de esta controversia. El documento desaconseja el uso del título “Corredentora” y modera el de “Mediadora”, alegando un riesgo de “malentendidos teológicos”. Para sus críticos, el texto es una negación velada del papel singular de María en la obra de la redención y una muestra de desconfianza hacia la tradición mariológica clásica.

El historiador Roberto de Mattei lo expresó con dureza:
“Tras un tono meloso, el documento esconde un contenido venenoso: pretende despojar a la Virgen de su grandeza sobrenatural, reduciéndola a una mujer cualquiera”.
De Mattei ve en esta Nota “la culminación de la deriva mariológica posconciliar”, que en nombre de la moderación ha optado por un minimalismo doctrinal que desfigura a la Madre de Dios.


El debate entre la corrección y la timidez

El teólogo Mario Proietti, en cambio, defiende una lectura positiva:
“La Nota niega con palabras lo que afirma con la doctrina”.
Según él, el texto reconoce implícitamente la cooperación de María en la redención y su intercesión materna, aunque evite los títulos tradicionales.
“El documento enseña que María cooperó de manera singular en la obra redentora de su Hijo y continúa ejerciendo una función de mediación maternal: esa es la definición clásica de Corredentora y Mediadora. Solo que el texto defiende la verdad, pero teme su propio nombre”
Proietti concluye que la Nota “no incurre en error dogmático”, pero peca de timidez pastoral, evitando proclamar lo que de hecho sostiene.

Una Iglesia que teme nombrar lo que enseña

Specola subraya que el problema de fondo no es lingüístico, sino espiritual: una Iglesia que teme pronunciar las palabras de su propia tradición acaba defendiendo la verdad en silencio. La Nota Mater Populi Fidelis no niega formalmente la corredención ni la mediación mariana, pero renuncia a afirmarlas con la claridad que exige el Magisterio.

El resultado es una teología sin voz: ortodoxa en la letra, insegura en el tono, incapaz de inspirar devoción o certeza.

Así, León XIV hereda no sólo los documentos de Francisco, sino su crisis teológica más profunda: una Iglesia que, en nombre de la «prudencia», teme enseñar y defender lo que siempre ha creído.

domingo, 9 de noviembre de 2025

Mark Miravalle: «María Corredentora no oscurece a Cristo, lo glorifica»



El mariólogo estadounidense Mark Miravalle, presidente del movimiento Vox Populi Mariae Mediatrici, ha lamentado la confusión generada tras la publicación del documento Mater populi fidelis, emitido el 4 de noviembre por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF). En esta nota, el organismo vaticano desaconseja el uso del título de Corredentora para la Virgen María y recomienda evitar expresiones que “oscurezcan la única mediación salvífica de Cristo”.

En declaraciones a La Nuova Bussola Quotidiana, Miravalle —profesor de mariología en la Franciscan University of Steubenville— defendió la validez teológica y tradicional de los títulos de Corredentora, Mediadora y Abogada, y recordó que millones de fieles y cientos de obispos han pedido a la Santa Sede una definición dogmática sobre el papel maternal y redentor de María.

“El título no pone a María al nivel de Cristo”

Miravalle reconoce la intención del documento del DDF de reafirmar la primacía absoluta de Jesucristo como único Redentor, pero advierte que negar el uso del título de Corredentora ha generado confusión entre los fieles. “Nunca se ha utilizado en la tradición católica ni en el magisterio papal para situar a María al nivel de la divinidad de Jesús. Hacerlo sería herejía y blasfemia”, subrayó.

El teólogo recordó que san Juan Pablo II empleó el título de Corredentora en siete ocasiones, al igual que santos como san Pío de Pietrelcina, santa Teresa de Calcuta, san Maximiliano Kolbe, san John Henry Newman y santa Teresa Benedicta de la Cruz. “No se puede considerar ‘inoportuno’ un título que ha servido para expresar la colaboración única de María con y bajo Cristo en la obra redentora”, añadió.

Los dogmas también exigen explicación

El DDF argumenta que el término “Corredentora” resulta inconveniente porque requiere explicaciones constantes. Miravalle responde que otros dogmas fundamentales —como la Inmaculada Concepción o la Transubstanciación— también exigen aclaraciones teológicas, y sin embargo no por ello se han abandonado. “Que un título requiera explicación no significa que deba descartarse, especialmente si ha sido usado por papas, santos y doctores de la Iglesia”, señaló el profesor.

La “nueva Eva” y la doctrina de la corredención

El mariólogo recordó que desde los primeros siglos los Padres de la Iglesia vieron a María como la “nueva Eva”. Citó a san Ireneo de Lyon, quien enseñó que “así como Eva fue secundaria pero decisiva junto con Adán en la caída, María lo fue junto con Cristo en la redención”. El Concilio Vaticano II —añadió— reafirma esta enseñanza en Lumen Gentium 56, donde se dice que María “con su obediencia se convirtió en causa de salvación para sí misma y para todo el género humano”. “Ese papel subordinado y decisivo de María con el nuevo Adán es precisamente el sentido del título de Corredentora”, explicó.

Ecumenismo y verdad doctrinal

El documento del DDF también afirma que el uso de estos títulos podría dificultar el diálogo ecuménico. Miravalle recuerda que el borrador de 1962 del texto mariano del Vaticano II incluía el título de Corredentora, y que una subcomisión lo retiró por prudencia pastoral, no por error teológico. “El propio concilio reconoció que la expresión ‘Corredentora del género humano’ es en sí misma muy verdadera”, señaló. A su juicio, la unidad de los cristianos no debe buscarse a costa de minimizar la verdad plena sobre María, como enseñó san Juan Pablo II en Ut Unum Sint. “La Virgen es la Madre de la unidad, no un obstáculo para ella”, insistió.
María Mediadora de todas las gracias

El teólogo cuestiona también que el DDF haya puesto en duda el título de Mediadora de todas las gracias. Recuerda que durante cuatro siglos los papas han sostenido esta enseñanza, desde Benedicto XIV (1749) hasta León XIV, quien el 15 de agosto de 2025 usó expresamente el término Mediatrix gratiarum en una carta al cardenal Christoph Schönborn. “El magisterio ha enseñado que todas las gracias redentoras de Cristo llegan a la humanidad a través de la mediación maternal de María”, explicó, lamentando que el documento “no cite ni una sola vez esta enseñanza papal constante”.

Un llamado al quinto dogma mariano

Miravalle considera que la polémica surgida tras Mater populi fidelis ha reavivado el interés por una definición dogmática que proclame a María Corredentora, Mediadora y Abogada. “La confusión actual demuestra la necesidad de una definición solemne que aclare quién es María y qué significa su cooperación con Cristo”, afirmó.

El movimiento que preside, Vox Populi Mariae Mediatrici, ha recogido más de ocho millones de firmas en 150 países, respaldadas por unos 700 obispos y cardenales, en favor de este quinto dogma mariano. Miravalle concluye recordando al cardenal John Henry Newman, quien sostenía que “la autoridad eclesiástica debe escuchar a los fieles en el discernimiento del desarrollo doctrinal”. “Rezo para que la Santa Sede practique una auténtica sinodalidad, escuchando al pueblo de Dios que pide honrar a la Madre del Redentor”, dijo.