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viernes, 8 de mayo de 2020

La apostasía disfrazada, el papado espiritual de Benedicto XVI, las excomuniones del Vaticano, la belleza del Papa Francisco.




En Italia es muy conocida la llamada ‘escuela de Bolonia’ de la que forman parte teólogos, filósofos e historiadores afines a las tesis del Instituto de Bolonia, fundado por Giuseppe Dossetti y Giuseppe Alberigo, del que salió la «Historia del Concilio Vaticano II». La tesis fundamental es que están a favor de que el Concilio Vaticano II supuso una ruptura con la Tradición. Entra en contradicción directa con la llamada hermenéutica de la continuidad por la que debemos leer el último concilio a la luz de la Tradición, como es defendido por Juan Pablo II y Benedicto XVI, no tanto por Francisco. 

Éste es el problema de fondo en el que nos movemos desde hace decenios y que el cardenal Müller explica muy claramente en su última entrevista. Su contenido está a disposición en español y no entramos en el fondo. Müller considera esta escuela una apostasía disfrazada:
«La interpretación del Concilio Vaticano II difundida por la así llamada «Escuela de Bolonia» fue una agenda para la refundación de la Iglesia católica, de acuerdo con las ideas de la Ilustración y la crítica religiosa: en otras palabras, la transformación de la Iglesia de Dios en una iglesia civil, sin la divinidad de Cristo. No es otra cosa que apostasía disfrazada, porque los obispos y el Papa «son los únicos sucesores de los apóstoles y vicarios de Cristo, que no tienen el derecho a fundar otra iglesia, transmitir una fe diferente y administrar otros sacramentos que aquellos instituidos por Cristo» (Santo Tomás de Aquino, Summa Teológica III, q.64 a.2 ad 3). ¿De dónde recibirían los arquitectos de su propia iglesia la autoridad para adoctrinar, integrar y, en el caso de desobediencia, excomulgar a los fieles de Cristo, apartarlos de los magisterios dados a ellos por Cristo y ridiculizarlos en los medios de comunicación contrarios a la Iglesia?»; «Aunque esté justificado hablar del principio sinodal en la interacción entre obispos, sacerdotes y laicos, no deberíamos pasar por alto su defecto original. Este consiste en el error político de considerar que en la Iglesia el problema principal gira en torno al poder que ahora tiene que ser limitado «democráticamente». Hablar de «división de poderes en la Iglesia es populismo e ignorancia teológica». De imprescindible lectura como casi todo lo de Müller en estos momentos en que el Sínodo Alemán parece que pretende retomar sus reclamaciones olvidando el drama de la peste y el fracaso amazónico que tan lejano nos parece.
Seguimos con el último libro sobre el Papa Benedicto y contamos con varios artículos sobre su contenido. Nos parece interesante la reflexión sobre el ‘papado espiritual’. El cambio de la sociedad que ha producido el alargamiento de la vida ha provocado la aparición, inexistente en la historia milenaria de la Iglesia, de los obispos eméritos que no terminan, como los llamados auxiliares, de encajar muy bien en la Tradición. Un sacerdote «puede convertirse en obispo sólo en relación con una diócesis específica», es decir, cada «consagración es siempre relativa» y «vinculada a una sede episcopal». Para los obispos auxiliares, por ejemplo, la Iglesia ha elegido «sedes ficticias». Un obispo retirado «ya no tiene una sede episcopal activa, sino que todavía tiene una relación especial como ex obispo con su sede». Este obispo retirado «no se convierte así en un segundo obispo de su diócesis», explica Benedicto. Tal obispo habría «renunciado completamente a su cargo, sin embargo, el vínculo espiritual con su sede anterior es reconocido, incluso como una cualidad jurídica». Esta «nueva relación con su sede» se «da como una realidad, pero se encuentra fuera de la sustancia jurídica concreta del oficio episcopal». Al mismo tiempo, agrega el Papa retirado, el «vínculo espiritual» se considera una «realidad». «Entonces, continúa, no hay dos obispos, sino uno con un mandato espiritual, cuya esencia es servir a su antigua diócesis desde adentro, desde el Señor, estando presente y disponible en la oración». «No es concebible que tal concepto jurídico no pueda aplicarse también al obispo de Roma», afirma explícitamente el Papa Benedicto XVI, aclarando así que renunció completamente a su cargo papal mientras mantiene una «dimensión espiritual de su oficio».
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Seguimos en Italia con la ‘guerra de las misas’ que puede terminar el día 18 de este mes con un acuerdo con el gobierno de cómo recomenzar sin tener que sufrir situaciones molestas para ambas partes. Ahora parece que puede no ser el mismo día en todas las regiones pero estamos llegando.
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El presidente de la conferencia Italiana se suma a la regularización de inmigrantes. El Papa Francisco habla con la Merkel que es la que, sin duda, tiene el ‘mando único’ sobre el euro y parece dispuesta a ejercerlo. Tenemos la sensación de que el Papa Francisco está muy mal informado cuando habla de la deuda que estrangula a muchos países. Italia tiene una deuda seis veces superior a la de su Argentina natal, que es considerada mítica y muy superior, incluso en términos porcentuales; Alemania más que duplica la deuda argentina. El colapso de nuestras economías es de tal calado que necesitamos tiempo para asumir la profundidad del pozo en que nos encontramos.
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Seguimos con el culebrón de los hospitales herejes belgas. Hoy son muchas las órdenes y congregaciones religiosas que están creando sociedades interpuestas para mantener la propiedad de sus instituciones, sobre todo hospitales y colegios, renunciando a la gestión. Realidades nacidas con el único objetivo de evangelizar y hacer presente a Jesucristo, se han convertido en ‘empresas’ que poco, o nada, tienen de presencia ‘católica’. El cinismo de lo sucedido en los hospitales belgas es que se condena al hospital, pero su propietario sigue gozando del título de católico incluso con votos de pobreza, castidad y obediencia.
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El cardenal Pell sigue con sus persecuciones. Suponemos que está gozando de un merecido descanso reparador, pero que no está inactivo. Pensaron que ya estaba vencido y que, por su edad, no superaría la dureza de la prueba sufrida. No creemos que las nuevas embestidas le causen especiales temores.
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El Papa Francisco nos habla de la belleza. Dostoievski profetizó : «La belleza nos salvará». En tiempos de desolación, desconcierto, fealdad, esta frase, tan difundida, tal vez puede devolvernos un poco de claridad, puesto que la belleza es el esplendor de la verdad y la verdad es siempre tan eterna como nueva. Benedicto XVI lo explica con claridad:
«La Iglesia reconoce a Cristo como el más bello de los hombres; la gracia derramada en sus labios manifiesta la belleza interior de su palabra, la gloria de su anuncio. De este modo, no sólo la belleza exterior con la que aparece el Redentor es digna de ser glorificada, sino que en Él, sobre todo, se encarna la belleza de la Verdad, la belleza de Dios mismo, que nos atrae hacia sí y a la vez abre en nosotros la herida del Amor, la santa pasión («eros») que nos hace caminar, en la Iglesia esposa y junto con ella, al encuentro del Amor que nos llama.»

«…os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. »

Buena lectura. 
Specola

ENLACES

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Covid, dal 18 maggio via libera alle messe con i fedeli (ma con norme ferree). Pace fatta tra governo e vescovi

BXVI: SONO ANCORA PAPA, IN UNA DIMENSIONE SPIRITUALE.

MESSA CON FEDELI DAL 18 MAGGIO. OSTIA IN MANO, GUANTI MONOUSO.

Papa emerito Benedetto XVI: mi sono dimesso, ma ho mantenuto la “dimensione spirituale” del Papato

Papa Francesco: “Io già santo? Non lo dica due volte che forse ci troviamo all’inferno eh”. Ecco perché la frase del Pontefice non è stata una gaffe ma solo una battuta

Pedofilia: card. Pell sapeva da anni ’70 Emerge da un rapporto del 2017

Cuatro cardenales y siete obispos se ponen de pie



Los cuatro cardenales Robert Sarah, Gerhard Müller, Joseph Zen y Jānis Pujats y los siete obispos Carlo Maria Viganò, Luigi Negri, Tomash Peta, Athanasius Schneider, Jan Pawel Lenga, René Henry Gracida, y Andreas Laun lanzaron el 7 de mayo en el sitio web VeritasLiberabitVos.info un “Llamado para la Iglesia y el Mundo”.

Intelectuales, médicos, periodistas y abogados se unieron a ellos. Hay más de 5.000 obispos en la Iglesia Católica. El llamado denuncia que el coronavirus es utilizado para restringir derechos civiles, incluyendo las libertades de culto, de expresión y de movimiento.

Según los prelados, “los poderes” crearon un pánico con el coronavirus para imponer permanentemente restricciones a la libertad, controlando a las personas y rastreando sus movimientos. Para ellos, esto es “un preludio perturbador para la institucionalización de un gobierno mundial más allá de todo control”.

La crisis económica creada por el encierro masivo alienta la interferencia por parte de los poderes internacionales y para los obispos es una forma de ingeniería social. Advierten sobre “las intenciones ocultas de cuerpos supranacionales con intereses comerciales y políticos muy fuertes”.

Los obispos aclaran también que es censurable utilizar vacunas derivadas de los retos de niños abortados.
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Nota: Parece ser que el cardenal Sarah, aunque está de acuerdo con mucho de lo que se dice en ese documento, sin embargo, él no lo ha firmado. Así se lee en Infovatica:

El cardenal Sarah niega haber firmado el documento sobre el coronavirus

jueves, 7 de mayo de 2020

NOTICIAS VARIAS 7 de mayo de 2020


 
SPECOLA 

Papa Francisco y Papa Benedicto: dos papas dos mundos, sacrificios humanos y marimonios, las vacas del Vaticano, los hospitales herejes.

 THE WANDERER

El resto y los singulares

INFOCATÓLICA

La Ideología de Género al servicio del Anticristo

El cardenal Zen apoya las críticas del cardenal Bo a la dictadura china por su gestión de la pandemia

Selección por José Martí

El padre Ángel a Pablo Iglesias: “Personas como tú ayudáis a hacer un mundo mejor” (Carlos Esteban)




 

El padre Ángel García Rodríguez, el popular fundador de la ONG Mensajeros por la Paz, alaba sin límites al vicepresidente del Gobierno, el comunista Pablo Iglesias, en una carta pública que ha dirigido a varias personalidades, pero que ha causado considerable perplejidad que, entre ellas, haya incluido al líder de Podemos.

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Uno pensaría que Pablo Iglesias, vicepresidente del gobierno y líder de Unidas Podemos, no ha hecho exactamente una gestión de la crisis de la pandemia como para que se le aplauda, destacando nuestro país, entre los de su entorno, por los indicadores más nefastos y criticado por ellos por los medios internacionales. Por otra parte, tampoco deja de ser desconcertante que un sacerdote católico halague hasta el hartazgo a quien se enorgullece de ser heredero ideológico de quienes desataron una furiosa persecución asesina contra la Iglesia en España, que se saldó con numerosos mártires, violaciones de monjas, incendios y profanaciones en abundancia.

Pero el fundador de Mensajeros por la Paz lo ha hecho, y públicamente. “Déjame decirte ¡qué Dios te bendiga! y pedirte también que tú me bendigas a mí”, se lee al comienzo de la carta que ha dirigido a varias personalidades, entre las que se encuentra Iglesias. A pesar del tono de predicador evangélico que adopta últimamente en sus intervenciones públicas, no nos atrevemos a precisar el valor canónico de una bendición de Iglesias.

En la carta, el padre Ángel da gracias a Dios “por tener a personas como tú (Pablo Iglesias), que con tu trabajo y esfuerzo, y el de tu equipo, ayudáis a conseguir que un mundo mejor sea posible”.

La pandemia ha provocado, oficialmente, 25.000 muertes -se calculan en más de 36.000- y 220.000 contagiados de los escasos testados hasta el momento, según los datos oficiales del Ministerio de Sanidad. No queremos imaginar qué carta tan ditirámbica habría redactado el padre si los resultados fueran similares a los países como Dinamarca o Portugal. Quizá estaría a estas horas pidiendo en vida la canonización de los responsables.

Carlos Esteban

miércoles, 6 de mayo de 2020

China aprovecha la pandemia mundial para acabar con el cristianismo(Carlos Esteban)


 
La tiranía comunista china está aprovechando que Occidente está distraído con la pandemia mundial -casualmente, también procedente de China- para dar los últimos toques a su campaña para desarraigar la fe cristiana del país, ante el silencio atronador de la Santa Sede.
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“Ahora, cuando se arranca una cruz, los cristianos deben permanecer todos tranquilos y sonrientes”, afirma el sacerdote de la Iglesia oficial Shanren Shenfu en su blog, según recoge AsiaNews. La noticia la ilustra con una foto que muestra el derribo de la cruz de una iglesia de Hunan, en el centro de China.

Pero los prelados de la Iglesia oficial, la favorecida tanto por los comunistas, en Pekín, como por la Santa Sede tras los acuerdos firmados con el gobierno chino, predican la pasividad ante esta provocación. Shanren cita un artículo del órgano oficial de los jesuitas dirigido por Antonio Spadaro, La Civiltà Cattolica, en el que se afirma, según el sacerdote chino, que “ver y aceptar la remoción de las cruces como algo cotidiano parece ser la única contribución importante que los fieles católicos chinos y todo el pueblo de Dios pueden dar para la prosecución del Acuerdo [sino-vaticano]”. Decimos “según afirma”, porque el artículo ha sido retirado de la versión online de la publicación.

Es desesperantemente triste. La única opción que se deja a los católicos chinos es aceptar con una sonrisa su propia persecución, y no ‘hacer olas’ para que no haya roces entre Pekín y Roma. Es fama que la obediencia jesuita es tan extrema que el miembro de la compañía debe creer que lo blanco es negro si lo dice el superior, y eso es lo que se está forzando a los fieles chinos, que deben ver como algo bueno el mal de la más rabiosa persecución contra su fe.
Carlos Esteban

martes, 5 de mayo de 2020

San Juan Bosco, la iglesia y la pandemia



Imágenes simbólicas vinculadas a una Iglesia cada vez más afectada por una crisis no sólo doctrinal sino resultante de la creciente insatisfacción de estratos cada vez más amplios de la opinión pública católica y, más aún, están impresas en la mente de todos: el rayo que golpeó la cúpula de San Pedro en la tarde del 11 de febrero de 2013, cuando Benedicto XVI anunció su renuncia; la catedral de Notre-Dame de París en llamas la noche del 15 de abril de 2019la oración solitaria del Papa Francisco en una desolada plaza de San Pedro, enmudecida por la pandemia, en la noche de Cuaresma del 27 de marzo, cuando dio su bendición en presencia del crucifijo milagroso de la iglesia romana de San Marcello al Corso, con la cara y el cuerpo mojados por una lluvia torrencial. 

Para quienes tienen fe, leer las señales es algo normal, dado que el católico sabe que lo sobrenatural se relaciona con lo natural en unidad, sin divisiones; ha habido diferentes advertencias marianas, desde Nuestra Señora del Laus hasta La Salette y Fátima como también diversos avisos en nuestra época exhortando a un auténtico retorno, a través de la conversión al Cristo auténtico y a las leyes del Señor, leyes que son guías seguras para la existencia terrena y eterna de los hombres. La pandemia causada por el Coronavirus no es más que otra llamada de atención…

El hombre de fe cree en Dios y no en los hombres, por eso no vive de ilusiones, como, en cambio, desafortunadamente, les ha sucedido a muchos pastores de la Iglesia, desde hace cincuenta años, que creen en un diálogo fructífero con el mundo, el cual en su esencia desde siempre se ha opuesto a los principios divinos. 
 
Autocensurada, en las últimas décadas, la Iglesia se ha despojado de su identidad, como defensora de la Verdad traída por Jesucristo, para alinearse con los fuertes poderes e ideologías del sistema imperante. La Iglesia del Papa Bergoglio se sorprende, en estos días, de no haber sido tomada en cuenta por el Gobierno Conte a propósito de las nuevas directivas para la reapertura en Italia de la llamada fase dos. Como un ardid llegó a la alta jerarquía eclesiástica pro-gobierno, el anuncio del decreto del Poder Ejecutivo y entonces, con una comunicación ya no más servil, atacó las decisiones de la autoridad civil como puede verse en el comunicado de la Conferencia Episcopal italiana elaborada después de la conferencia del Presidente del Consejo el 26 de abril pasado.:
«Los obispos italianos no podemos aceptar ver comprometido el ejercicio de la libertad de culto […] Después de semanas de negociaciones en las que la CEI presentó las Directrices y Protocolos para enfrentar una fase transitoria en el pleno respeto de todas las normas sanitarias, el Decreto del Presidente del Consejo de Ministros publicado esta tarde excluye arbitrariamente la posibilidad de celebrar la Misa con el pueblo. Recordamos a la Presidencia del Consejo y al Comité Técnico Científico el deber de distinguir entre su responsabilidad, dando indicaciones precisas de carácter sanitario, y la de la Iglesia, llamada a organizar la vida de la comunidad cristiana, de conformidad con las medidas dispuestas, pero en la plenitud de su propia autonomía».
La autoridad y la credibilidad de la Iglesia, con connotaciones cada vez más relativistas y sociológicas, ha perdido consistencia, tanto respecto a los fieles como en las relaciones con el mundo mismo. Abandonando los derechos divinos por los supuestos derechos humanos, los hombres, autores de leyes contra el hombre y contra Dios, como el aborto, y de virus ideológicos contagiosos, miran hacia abajo y no hacia el Cielo, por lo que muchos pastores ya no pueden discernir entre lo que es malo y lo que es bueno. Desconcentrados y perdidos, gran parte de los ministros de cosas sagradas han perdido la sobrenaturalidad de la fe y, por lo tanto, se convierten en escrupulosos examinadores de la crónica terrenal, huyendo del admirable horizonte de lo sobrenatural, el único capaz de resolver problemas, contradicciones, falacias y desacuerdos terrenales. De esta manera es olvidado lo esencial de la Religión revelada por el Salvador para volver la mirada hacia el mismo pecado, el enemigo por excelencia de las almas.

La Iglesia tiene una gran necesidad de volver sobre sus pasos y de desintoxicarse; y las almas, cada vez más cansadas de las palabras de la vida terrenal, lo reclaman a grandes voces. Al respecto nos parece escuchar el mensaje profético que San Juan Bosco comunicó al Papa León XIII en 1878, transcripto en el texto «Exordio de las cosas más necesarias para la Iglesia»: 
 
«Era una noche oscura, los hombres ya no podían discernir cuál era el camino […] cuando una luz espléndida apareció en el cielo iluminando los pasos de los viajeros como al mediodía. En ese momento, se vio una multitud de hombres, mujeres, ancianos, niños, monjes, monjas y sacerdotes, con el Pontífice a la cabeza, dejando al Vaticano como en una procesión. Pero he aquí que se desata un furioso temporal; oscureciendo un poco esa luz parecía desatar una batalla entre la luz y la tinieblas. Mientras tanto, se llegó a una pequeña plaza cubierta de muertos y heridos, muchos de los cuales muchos pedían consuelo en alta voz. […] todos se dieron cuenta que ya no estaban en Roma. […] fueron vistos dos ángeles llevando un estandarte e iban a presentarlo al Pontífice diciendo: ‘Recibe el estandarte de Aquella que lucha y disipa a los ejércitos más fuertes de la tierra. Tus enemigos han desaparecido, tus hijos con lágrimas y suspiros invocan tu regreso’. Luego, llevando la mirada al estandarte, vi escrito en un lado: Regina sine labe Concepta; y en el otro: Auxilium Christianorum. El Pontífice tomó la pancarta con alegría, pero contemplando el pequeño número de quienes permanecieron a su alrededor se puso afligidísimo. Los dos ángeles añadieron: “Ve pronto a consolar a tus hijos. Escribe a tus hermanos, dispersos en varias partes del mundo, que es necesaria una reforma en las costumbres de los hombres. Esto no puede lograrse sino partiendo el pan de la Palabra Divina para los pueblos. Catequiza a los niños, predica el desapego de las cosas de la tierra […] Los levitas [sacerdotes, n. d. r.] serán buscados entre la azada, la pala y el martillo, para que se cumplan las palabras de David: Dios levantó a los pobres de la tierra para colocarlos en el trono de los príncipes de su pueblo». La tierra «estaba pisoteada como por un huracán» y muchas personas habían perecido.

El Papa, dice Don Bosco, regresó a Roma con nuevas y fervientes palabras y se echó a llorar por la desolación en la que se encontraban los pocos ciudadanos restantes. 
 
Ya en San Pedro, entonó el Te Deum, al que un coro de ángeles que cantaban respondió: «Gloria in Excelsis Deo, et in terra pax hominibus bonæ voluntatis».
 
Corrispondenza Romana

NOTICIAS VARIAS 5 de mayo de 2020


INFOCATÓLICA

Noticias de Benedicto XVI: Temor del Anticristo es “demasiado natural”

GLORIA TV


Su renuncia no tuvo nada que ver con los escándalos como Vatileaks, dijo Benedicto XVI a Peter Seewald el 12 de noviembre de 2018. La declaración está contenida en la biografía de Benedicto escrita por Seewald (4 de mayo). Seewald trata a Ratzinger como “Papa Benedicto”.

Al comienzo de su pontificado, Benedicto firmó – al igual que Pablo VI y Juan Pablo II – su renuncia en caso de enfermedad que hace imposible el ejercicio del papado. Agrega “que se tornó claro para mí al final de mi servicio que hay también otras formas de insuficiente incapacidad para ejercer correctamente el cargo”.

“Emérito” significa que un obispo no mantiene activamente su sede episcopal, sino que está “en una relación especial con ella como ex obispo”.

Benedicto recuerda que todo obispo necesita una sede, aun si es, como sucede con los obispos auxiliares, sólo el titular de una diócesis que ya no existe más. Después que se introdujo la edad de jubilación episcopal, no hubo suficientes sedes titulares vacías. Por eso el obispo de Passau (Alemania), monseñor Simon Landersdorfer (+1971), comenzó a llamarse “emérito” [pero falleció siete meses después].
"La sede un obispo solo puede tener un titular", enfatiza Benedicto: “Al mismo tiempo se expresa un vínculo espiritual que no se puede dejar de lado bajo ninguna circunstancia”.

Él aplica esto a la sede romana. En ella,“él ya no tiene ninguna autoridad legal, sino una afiliación espiritual que permanece, aunque sea invisible”. Esta forma legal-espiritual, sin embargo, evita todo tipo de pensamiento respecto a una “coexistencia de dos Papas”, lo que es como querer trazar la cuadratura del círculo.

Benedicto describe las acusaciones de interferir con la administración de Francisco haciendo declaraciones como una “maliciosa distorsión de la realidad”. Como ejemplo de ello menciona su mensaje para el funeral del cardenal Meisner: “Mi frase sobre la barca de la Iglesia a punto de volcar a causa de las fuertes tempestades la había tomado literalmente de las homilías de San Gregorio Magno”.

Benedicto no quiere comentar Amoris Laetitia, “porque esto llevaría en exceso al aspecto concreto del gobierno de la Iglesia y, entonces, abandonaría la dimensión espiritual, que todavía es mi única misión”.

Pero elogia a Francisco por su “atención amable y cordial”: “Como usted sabe, la amistad personal con el papa Francisco no solo siguió siendo la misma, sino que ha crecido”.

Benedicto refiere el actual predominio del matrimonio homosexual y del aborto al poder del Anticristo: “Hace un siglo todos pensaban que es absurdo hablar del matrimonio homosexual. Hoy cualquiera que se opone es socialmente excomulgado”. Agrega que lo mismo se aplica para el aborto.

La sociedad moderna ha formulado un Credo anticristiano: “El miedo de este poder espiritual del Anticristo es entonces demasiado natural, y necesita realmente la oración de toda una diócesis y de la Iglesia universal para resistirlo”.

Para Benedicto, la amenaza real a la Iglesia y al ministerio petrino se basa en la dictadura global de ideologías aparentemente humanísticas, a las que no se las puede contradecir sin el riesgo de ser excluidos del consenso social básico”.

Un ecumenismo de papel (Carlos Esteban)



Su Santidad ha convocado contra la pandemia una jornada de ayuno y oración sugerida por un Alto Comité de la Fraternidad Humana, dirigida a todas las religiones. Pero, ¿qué religiones le harán caso, y por qué?


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Antes de su conversión a la fe católica, el recientemente canonizado cardenal John Henry Newman tenía una natural aversión por la confesión romana y un gran amor por su iglesia nacional, la anglicana. A medida que profundizaba en la historia y en su fe, advertía que su iglesia se había alejado de la unidad y la apostolicidad, dos notas de la verdadera, así que se propuso la gigantesca tarea de ‘recatolificar’ la Iglesia Anglicana, que sería solo una ‘rama’ de la única Iglesia Católica. Sólo desistió cuando, al cabo, se dio cuenta de que la iglesia que había pergeñado sólo existía sobre el papel o en su cabeza; por muy perfecta que le pareciera, no existía en el mundo real.

No cabe duda de que el actual pontificado es especialmente ecuménico, rebosando incluso los límites del primer ecumenismo, que pretendía la reunión de las confesiones cristianas. Francisco va más allá, como dejó especialmente de manifiesto en el documento común firmado con el gran imán de Al Azhar en Abu Dabi, y quiere tender puentes y lazos con todas las religiones, a las que supone unas intenciones parejas y la adoración de un mismo Dios.

Si bien hay numerosos comentaristas católicos perplejos con el alcance de esos esfuerzos, o incluso recelosos de que éstos lleven a ‘aguar’ la fe y obliguen a oscurecer las verdades que nos separan de los hermanos de otras confesiones, se suele pasar por alto otro aspecto quizá menor, pero en absoluto insignificante: la representatividad de las adhesiones. Lo que es lo mismo, para volver al ejemplo anterior, si estamos ante un ecumenismo de papel. 

Los católicos debemos obediencia filial al Papa. Los musulmanes, evidentemente, no. Aún peor: los musulmanes ni siquiera deben obediencia al gran imán, a ningún imán concreto, por lo demás. La suya no es una religión jerárquica.

Por otra parte, conocemos la visión que tiene el Papa de las religiones en general y del Islam en particular porque la ha expresado en numerosas ocasiones. Ahora bien, el Papa es agente cualificado para definir la doctrina cristiana, ninguna otra. No tiene una especial capacidad, mucho menos sobrenatural, para dictar en qué creen los musulmanes y cómo conciben su fe. De hecho, son muy numerosos los expertos en la religión islámica, por estudios o por experiencia diaria prolongada, que han advertido que Su Santidad parte de una idea ingenua y seriamente distorsionada de la fe de Mahoma.

¿Cuántos de otras religiones van a sumarse a la oración convocada por el Papa? Es imposible saberlo con alguna precisión. Pero no dejaría de ser extraño que confesiones que se han enfrentado dialéctica y bélicamente con los cristianos durante toda la historia acepten la autoridad del padre de los católicos.
Carlos Esteban

domingo, 3 de mayo de 2020

¿Pretendo salvarme sin convertirme?… la gran mentira de hoy (Padre Santiago González)


Duración 23:31 minutos

En este tiempo de Pascua meditamos sobre Jesucristo resucitado camino de la Ascensión, y en esa reflexión debemos aprender a tener los pies en la tierra a la vez que los ojos del alma en el cielo. La tentación de hoy es caminar fuera de la realidad y a la vez mirar solo a la tierra. ¡Urge la conversión!

Cardenal Sarah: “El diablo ataca fuertemente la Eucaristía porque es el corazón de la vida de la Iglesia”



(Riccardo Cascioli)- En esta entrevista concedida en exclusiva a la Brújula Cotidiana, el prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos interviene sobre la Comunión take away y las “negociaciones” para garantizarla con seguridad: ningún compromiso, “la Eucaristía es un regalo que recibimos de Dios, debemos recibirlo de manera digna. No estamos en el supermercado”. “Nadie puede impedir a un sacerdote confesar y dar la Comunión”. “Existe una regla que va respetada: los fieles son libres de recibir la Comunión en la boca o en la mano”. “Es una cuestión de fe, el corazón del problema radica en la crisis de fe de los sacerdotes”. “Misas engañosas en streaming también para los sacerdotes: deben mirar a Dios, no a una cámara”.

“Es una cuestión de fe, si tuviéramos conciencia de lo que celebramos en la Misa y de lo que es la Eucaristía, no vendrían ni siquiera en mente ciertas formas de distribuir la Comunión”. El cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, vuelve a hablar después de las furiosas controversias en enero que acompañaron la publicación del libro sobre el sacerdocio, escrito junto al Papa Emérito Benedicto XVI. Vuelve a hablar para responder a la “inquietud” de los fieles, que no solo han sido privados de las Misas, sino que ahora están consternados por las propuestas bizarras que vienen presentadas, con miras a una recuperación limitada de las Misas con las personas, para garantizar la seguridad higiénica en la distribución de la Comunión.

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En estos días también en Italia se ha hablado de una solución ya adoptada por alguien en Alemania, el “empaque” del Cuerpo de Cristo: “Para consentir que los católicos italianos vuelvan a hacerla, pero evitando la contaminación -se lee en el periódico La Stampa- se está pensando en una comunión “hágalo usted mismo” con ostias “para llevar” previamente consagradas por el sacerdote, que se cerrarían individualmente en bolsas de plástico colocadas en los estantes de la iglesia”.
“No, no, no –respondió escandalizado el cardenal Sarah por teléfono-. Es absolutamente imposible, Dios merece respeto, no puedes meterlo en una bolsa. No sé quién pensó este absurdo, pero aunque la privación de la Eucaristía es ciertamente un sufrimiento, no se puede negociar sobre el modo de comunicarse. Nos comunicamos de manera digna, dignos de Dios que viene a nosotros. La Eucaristía debe ser tratada con fe, no podemos tratarla como un objeto trivial, no estamos en el supermercado. Es totalmente una locura”.

Algo así ya se ha hecho en Alemania…
 
Desafortunadamente en Alemania se hacen muchas cosas que ya no tienen nada de católico, pero eso no significa que debamos imitarlas. Recientemente escuché a un obispo decir que en el futuro no habrá más asambleas eucarísticas, solo la liturgia de la Palabra. Pero esto es protestantismo.

Como de costumbre, las razones “compasivas” están avanzando: los fieles necesitan la Comunión, de la que ya han estado privados durante algún tiempo, pero dado que el riesgo de contagio sigue siendo alto, se debe encontrar un compromiso…
 
Hay dos cuestiones que deben aclararse por completo. En primer lugar, la Eucaristía no es un derecho o un deber: es un regalo que recibimos gratuitamente de Dios y que debemos recibir con veneración y amor. El Señor es una persona, nadie daría la bienvenida a la persona que ama en una bolsa o de otra manera indigna. La respuesta a la privación de la Eucaristía no puede ser profanación. Esto realmente es una cuestión de fe, si lo creemos no podemos tratarlo indignamente.

¿Y la segunda?
 
Nadie puede impedir a un sacerdote confesar y dar la Comunión, nadie puede evitarlo. El sacramento debe ser respetado. Entonces, incluso si no es posible presenciar las Misas, los fieles pueden pedir ser confesados ​​y recibir la Comunión.

Hablando de Misas, también esta prolongación de 
celebraciones en streaming o en televisión…
 
No podemos acostumbrarnos a esto, Dios está encarnado, él es de carne y hueso, no es una realidad virtual. También es muy engañoso para los sacerdotes. En la Misa, el sacerdote tiene que mirar a Dios, en lugar de eso se está acostumbrando a mirar la cámara, como si fuera un espectáculo. No podemos continuar así.

Volvamos a la Comunión, en pocas semanas se espera igualmente que las Misas con la gente sean restauradas. Y a parte de las soluciones más sacrílegas, también se discute si es más apropiado recibir la Comunión en la boca o en las manos, y eventualmente cómo recibirla en las manos. ¿Qué se debería hacer?
 
Ya existe una regla en la Iglesia que debe respetarse: los fieles son libres de recibir la Comunión en la boca o en la mano.

Existe la sensación de que en los últimos años ha habido un claro ataque a la Eucaristía: primero, la cuestión de los divorciados y vueltos a casar, bajo la bandera de “Comunión para todos”; después la intercomunión con protestantes; y luego las propuestas sobre la disponibilidad de la Eucaristía en la Amazonia y en las regiones con escasez de clérigos, ahora las Misas en tiempos de coronavirus…
 
No debería sorprendernos. El diablo ataca fuertemente la Eucaristía porque es el corazón de la vida de la Iglesia. Pero creo, como ya he escrito en mis libros, que el corazón del problema es la crisis de fe de los sacerdotes. Si los sacerdotes son conscientes de lo que es la Misa y de lo que es la Eucaristía, ciertas formas de celebrar o ciertas hipótesis sobre la Comunión ni siquiera vendrían en mente. Jesús no puede ser tratado así.

sábado, 2 de mayo de 2020

Es tiempo de una mayor espiritualidad, oración, agradecimiento y limosna (P. Santiago Martín)


Duración 9:32 minutos

San Atanasio




Atanasio, nombre que significa “inmortal”, nació en Egipto, en la ciudad de Alejandría, en el año 295. Llegado a la adolescencia, estudió derecho y teología. Se retiró por algún tiempo a un yermo para llevar una vida solitaria y allí hizo amistad con los ermitaños del desierto; cuando volvió a la ciudad, se dedicó totalmente al servicio de Dios. 

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Era la época en que Arrio, clérigo de Alejandría, confundía a los fieles con su interpretación herética de que Cristo no era Dios por naturaleza.

Para considerar esta cuestión se celebró un concilio (el primero de los ecuménicos) en Nicea, ciudad del Asia Menor. Atanasio, que era entonces diácono, acompañó a este concilio a Alejandro, obispo de Alejandría, y con su doctrina, ingenio y valor sostuvo la verdad católica y refutó a los herejes y al mismo Arrio en las disputas que tuvo con él.

Cinco meses después de terminado el concilio con la condenación de Arrio, murió san Alejandro, y Atanasio fue elegido patriarca de Alejandría. Los arrianos no dejaron de perseguirlo y apelaron a todos los medios para echarlo de la ciudad e incluso de Oriente.

Fue desterrado cinco veces y cuando la autoridad civil quiso obligarlo a que recibiera de nuevo en el seno de la Iglesia a Arrio, excomulgado por el concilio de Nicea y pertinaz a la herejía, Atanasio, cumpliendo con gran valor su deber, rechazó tal propuesta y perseveró en su negativa, a pesar de que el emperador Constantino, en 336, lo desterró a Tréveris.

Durante dos años permaneció Atanasio en esta ciudad, al cabo de los cuales, al morir Constantino, pudo regresar a Alejandría entre el júbilo de la población. Inmediatamente renovó con energía la lucha contra los arrianos y por segunda vez, en 342, tuvo que emprender el camino del destierro que lo condujo a Roma.

Ocho años más tarde se encontraba de nuevo en Alejandría con la satisfacción de haber mantenido en alto la verdad de la doctrina católica. Pero llegó a tanto el encono de sus adversarios, que enviaron un batallón para prenderlo. Providencialmente, Atanasio logró escapar y refugiarse en el desierto de Egipto, donde le dieron asilo durante seis años los anacoretas, hasta que pudo volver a reintegrarse a su sede episcopal; pero a los cuatros meses tuvo que huir de nuevo. Después de un cuarto retorno, se vio obligado, en el año 362, a huir por quinta vez. Finalmente, pasada aquella furia, pudo vivir en paz en su sede.

San Atanasio es el prototipo de la fortaleza cristiana. Falleció el 2 de mayo del año 373. Escribió numerosas obras, muy estimadas, por las cuales ha merecido el honroso título de doctor de la Iglesia. 

viernes, 1 de mayo de 2020

Espera y esperanza

 

Dos palabras que hacen temer un futuro dramático, no solo para la Europa cristiana con Roma, sede del Papado y centro mundial del catolicismo – actualmente en fase de apostasía, que es el preludio de la manifestación del anticristo – sino también a causa de la guerra en Medio Oriente y en Palestina, donde, hace dos mil años surgió al Civilización Católica, la única verdadera, comenzando con la predicación de Jesús de Nazaret, que dividió en dos partes la historia: antes y después de Cristo.

Estamos asistiendo a una guerra entablada por los enemigos de Dios en los santos lugares, con el fin de desencadenar una catástrofe de dimensión planetaria para involucrar a todos los pueblos y que induce a temer que sea una conflagración destinada a destruir no solo la Civilización Cristiana, sino la humanidad entera, por medio de la formación de dos bloques de naciones contrapuestas, dotadas de armas nucleares.

Hemos entrado en una guerra global construida ad hoc para cancelar la civilización cristiana.

La Iglesia católica, querida indestructible por su Fundador, Jesucristo, nuestro Señor, muy atacada por sus enemigos, está destinada a sobrevivir a todas las adversidades, aunque aparentemente parece sucumbir bajo los golpes mortales de los adversarios, ocultos por todas partes, tanto fuera como dentro de las instituciones públicas, también eclesiásticas.

La Biblia, inspirada por Dios, resume la historia del pueblo judío, del que proviene el Mesías, nacido de la Virgen María por obra del Espíritu Santo, pero habla también de las naciones cristianas como Italia, con Roma, sede del Papado y caput mundi, hasta que hayan difundido en todo el mundo la Buena Noticia del Reino, la única Religión revelada por Dios por medio de los Evangelios y válida para la salvación de la humanidad. Dice Jesús: “Id a todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura: el que crea y sea bautizado se salvará, pero el que no crea será condenado” (Mt 16, 15-16).

La Iglesia católica, la única verdadera, fundada por Jesucristo, perseguida desde siempre, no podrá ser destruida nunca: en efecto, es una Institución que resiste tras dos mil años, asistida y protegida por el Espíritu Santo, no obstante todas las guerras y las insidias que durante los siglos sus enemigos, externos e internos, han tramado para destruirla: hoy nos encontramos en los compases conclusivos.

Es probable que en este siglo se concluya un gran capítulo de la historia humana, no porque termine el mundo, sino porque acabará una época con los problemas de su aventura terrena, con la derrota de Satanás, el eterno enemigo de quien poco se habla, pero que pretende dominar en todas partes.

No se puede obedecer a dos señores

Si fuera posible definir con una palabra nuestra época, la más apta podría ser la de tiempo de hipocresía: en efecto, gran parte de la población, a causa del extraordinario desarrollo de los medios de comunicación y del cotilleo, llega al conocimiento de acontecimientos de interés político, mundano, deportivo, frívolo, etc., pero que excluye o casi los de interés espiritual.

Pero hay una dimensión que no debemos pasar por alto, además de las noticias difundidas por los medios de comunicación: ¿estamos seguros de que las noticias importantes de orden espiritual que nos son propinadas, no están “filtradas, seleccionadas y corregidas” por las agencias que presiden el dominio del poder mundialista que domina en todas partes?

Con motivo de los precedentes históricos registrados en el pasado – como en el caso de Pearl Harbour; de las Torres Gemelas, de la elección de los últimos Papas, del texto “incompleto” del Tercer Secreto de Fátima, etc. – la credibilidad de algunos personajes ha sido muy contestada a causa de las revelaciones, incluso póstumas y documentadas, de otros exponentes.

Por esto la honestidad de algunos protagonistas ha sido puesta en duda, sin pasar por alto los muchos secretos de Estado, conservados celosamente en los archivos: cuando se quieren “corregir” los diseños de Dios, negando a la humanidad el verdadero tercer secreto de Fátima, ¡se comete un pecado de omisión!

La situación actual, a nivel mundial, si no fuera por la notoriedad y el prestigio de algunos personajes, que exigen la reserva, podría ser definida de “omertà”, de silencio cómplice: un término despreciativo, tomado de la jerga mafiosa, que debe usarse solo en los casos en los que los protagonistas actúan conscientemente para ocultar la verdad.

Frente a las noticias negativas o sospechosas sobre los personajes de primer plano, para remediarlo de algún modo, los cronistas resaltan las noticias positivas, oscureciendo las negativas, cuando ello es posible, por la incertidumbre de juicio de los expertos, de los medios de comunicación o de los adversarios declarados: en dichos casos brota a menudo la simpatía o la antipatía que los personajes reciben a nivel público.

Si después el personaje en cuestión es un exponente de la Iglesia católica, entonces el juicio provoca mayor interés, porque implica a menudo ser amigos o enemigos de la Verdad, un elemento siempre de primer plano, incluso en una sociedad de inspiración laica.

El Evangelio nos invita a no juzgar a los demás, “para no ser juzgados”, y es ciertamente el criterio más oportuno para los verdaderos seguidores del Evangelio: Jesucristo dio el ejemplo máximo, soportando la traición de Judas, hasta la muerte en Cruz, esperando su arrepentimiento.

Al final vence la Verdad

Hoy el elemento decisivo que debería brotar de nuestro comportamiento es el de la verdad, porque es el único que vence al final y supera a todos los demás, especialmente en este periodo histórico en el que la Verdad del Evangelio es voluntariamente ignorada con el fin de olvidarla y finalmente negarla del todo, a corto plazo.

Todo parece programado por grados: primero el indiferentismo religioso, después la equivalencia o la paridad entre las diferentes religiones y finalmente la negación de la Verdad ultraterrena, anunciada por el Evangelio.

Desde hace años ya hemos superado la fase de la indiferencia religiosa y estamos navegando en el gran mar de la paridad de todas las religiones, decretada por el Concilio Vaticano II; estamos cerca ya de la negación de la Verdad, que ya no es clara y evidente, sino que se confunde a menudo con el error, en el mare magnum de las falsas religiones, de las sectas y de las supersticiones, no suficientemente denunciadas y combatidas por las Autoridades. ¿Qué significado hemos de dar entonces al Evangelio de San Mateo, donde dice: “El que crea y sea bautizado se salvará, pero el que no crea será condenado”?

La evolución de la religión católica hacia la indiferencia y hacia la negación de la Verdad que debía desarrollarse entre las naciones cristianas en el curso de algunas generaciones – como ha sido programado por las logias masónicas – se está realizando quizá antes de lo previsto, como se puede ver por la apostasía difundida en acto, por lo que los tiempos se abrevian con motivo del gran desarrollo de los network.

El enorme desarrollo de los medios de comunicación contribuye quizá también a anticipar los tiempos de la intervención de Dios en los asuntos humanos, nunca tan “controlados” por los servicios secretos de los gobiernos masónicos, pero especialmente por los políticos ateos, precursores del anticristo, dispuestos de manifestarse a la señal de los agentes secretos, ansiosos de salir al descubierto para dominar.

En paralelo a las fuerzas infernales del maligno, que actúa hoy especialmente por medio de la masonería y las sociedades secretas anticristianas – agregadas a varias asociaciones, aparentemente benéficas – actúa ciertamente el ejército de los Ángeles de Dios que mantienen a raya a las fuerzas de Satanás, que ha desplegado a todos los espíritus infernales, en vista a la próxima batalla decisiva.

Varios elementos nos ponen en aviso de que nos estamos acercando a los últimos tiempos.

Luteranismo, comunismo, relativismo


Tres momentos de un mismo proceso destructivo que han llevado a la Europa cristiana y a Occidente en los últimos siglos al desastre religioso, político y social por el camino de la auto-destrucción.

En el origen de la devastación moral, del proceso de rechazo de Dios y del retroceso civil, está el rechazo de la unidad de la Fe, comenzada con la herejía de Lutero (1483-1546), solemnemente condenada por el Concilio de Trento (1545-1563), con la separación de Roma, sede del Papado, elegida por San Pedro, el primer Papa, desdeñada además, más recientemente, con el silencio inexplicable sobre las herejías de la masonería y del comunismo, como resulta claramente de los documentos del Concilio Vaticano II (11.19.1962-7.12.1965). ¡Un silencio culpable en tiempos muy sospechosos!

El último Concilio, además, no favoreció la unidad de los Cristianos, sino que dejó a la Iglesia en la ambigüedad, en la incertidumbre y en el desconcierto, sin condenar ni el comunismo, ni la masonería, ¡como si estas nefastas ideologías fueran “inocuas” para la integridad de la Fe!

Una situación que ha dado origen al relativismo que todavía domina incuestionable entre los bautizados.

La Iglesia católica, hoy, recoge los frutos del Concilio, comenzando en los años sucesivos a su conclusión, con el abandono de miles de vocaciones religiosas, con el vaciamiento de los seminarios y hoy con la escasa participación de los bautizados en la Santa Misa festiva.

Tras los actos nefastos de Lutero en 1517, del flagelo del comunismo desde hace más de un siglo y, más recientemente, del relativismo religioso como consecuencia del Concilio Vaticano II (según el cual una religión vale lo mismo que la otra) y después de que los Estados europeos, con raras excepciones, han decretado el ateísmo de Estado, todas las falsas religiones son acogidas con igual favor: el islam, el budismo, el hinduísmo, el sintoísmo, los testigos de Jehová, las diferentes sectas, aunque algunas de ellas son intolerantes hacia los cristianos. En todo el mundo hay un incremento, a menudo infravalorado, de la persecución a los católicos.

En la variedad de razas y de religiones, impuestas por los dueños del mundo y de la política monetaria – dominante hoy e identificable con Mammona – nosotros católicos confiamos en el gran proyecto predispuesto por Dios para salvar al mundo de la perdición eterna, en el momento oportuno: es decir, el de permitir la confrontación con la verdadera Religión católica, la única capaz de salvar a la humanidad redimida por Cristo, con el sacrificio de la Cruz.

Tampoco pueden perderse las miles de maravillosas catedrales, basílicas, abadías, monasterios, santuarios, etc. y los innumerables y sublimes testimonios de obras de arte sacro esparcidas por los siglos en las naciones cristianas, no pueden perderse porque son signos extraordinarios de una civilización de origen divino.

Está claro ya que en el mundo la clase dominante está de de la parte de los enemigos de la Iglesia católica, constreñida a jugar a dos bandas, a la espera de la manifestación del anticristo. El maligno domina en todas partes, especialmente en el campo político y financiero, pero también en el campo religioso, porque la Iglesia católica, custodia de la Verdad, desde hace mucho tiempo, está ocupada en las sedes más prestigiosas por sus enemigos más insidiosos, para poder actuar con gran perfidia y seguridad.

Deberemos de estar también cerca de la manifestación del anticristo, preparada por sus agentes ocultos. Después del papa Francisco es probable que se revele un personaje muy diferente de lo habitual… La actual situación religiosa parece preceder al anticristo con su breve reinado de persecución sanguinaria: le seguirá imprevista la intervención de Jesucristo, Rey del Universo, que fulminará al maligno con su mirada para eliminarlo definitivamente de la faz de la tierra.

Preparémonos, con una vida cristiana y con la oración, a la Segunda venida de Jesús: Él renovará la faz de la tierra, por medio del Espíritu Santo. Será el triunfo de Jesús y de María y la derrota definitiva de Satanás y de su reino.

Marco
(Traducido por Marianus el eremita)

Imparable: La Misa original sigue en auge



En el 2018 la liturgia tradicional fue celebrada en 80 países un año después en 88 países, escribe el sitio web PaixLiturgique.org en un informe de situación.

Hay 5.550 sacerdotes para el Rito Antiguo:

• 657 sacerdotes pertenecen a la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X, y unos 50 más a Órdenes de San Pío X. Otros 50 dejaron la Fraternidad y son considerados como “Resistencia”.

• 580 sacerdotes pertenecen a grupos reconocidos por el Vaticano, el más grande de ellos es la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro (320 sacerdotes).

• 120 sacerdotes pertenecen a la abadía de Fontgombault y 30 están vinculados a otros monasterios benedictinos.

• alrededor de 50 sacerdotes pertenecen a grupos reconocidos por diócesis o monasterios.

• más de 4.000 sacerdotes diocesanos y religiosos celebran la Misan Antigua en Latín.

Ellos constituyen casi el 1,33% de todos los sacerdotes católicos, pero la mayoría de ellos son jóvenes.

Después de muchas encuestas de opinión, PaixLiturgique sugiere que al menos el 10% de los católicos nominales, más de 130 millones, desean la Liturgia Original.

En Francia, el 6% de los católicos nominales asisten a la Misa Original.