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viernes, 14 de septiembre de 2018

Roma, en vilo ante los rumores de publicación de una lista de prelados gays (Carlos Esteban)




El diario sensacionalista italiano Il Fatto Quotidiano asegura haber visto una copia del célebre informe de 300 páginas encargado por Benedicto XVI que contendría los nombres de los clérigos miembros del llamado ‘lobby gay’ eclesial.

Dice el Cardenal DiNardo, a su salida de la reunión mantenida con Su Santidad en Roma junto a otros representantes del episcopado norteamericano, que la reunión fue “prolongada y fructífera”, si bien no entró en detalles ni se ha mencionado la eventualidad de enviar un visitador vaticano a Estados Unidos.

En realidad, la visita tiene de extraño que haya sido precedida por las de los cardenales Cupich, de Chicago, y Wuerl, de Washington, ‘hombres’ del defenestrado McCarrick.

La noticia de la convocatoria de un sínodo en el que estarán presentes los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo para tratar el tema de los abusos no ha tenido tampoco el efecto tranquilizador que se esperaba, y ello por tres razones: siendo el principal escándalo de la crisis el hecho del encubrimiento de abusos por parte de obispos, encargarle la solución a esos mismos obispos parece repetir el error de la Carta de Dallas, cuando los obispos norteamericanos pergeñaron un estricto código de supervisión del que, al mismo tiempo, se eximían; la fecha de este ‘urgente’ sínodo’ es febrero de 2019, dando la sensación de que no es tan urgente o que se pretende que todas las peticiones de reforma se pospongan a esa fecha; y, por último pero no menos importante, en el se tratará de abusos a menores y personas vulnerables, exceptuando de esta última categoría a sacerdotes y seminaristas, que son precisamente las principales víctimas de acoso homosexual.

Se teme, en fin, que el sínodo ponga sordina a lo que cada vez más voces críticas consideran el núcleo del problema, que no es (solo) el vago ‘clericalismo’ -término elástico donde los haya-, sino la penetración en la jerarquía eclesiástica de verdaderas redes de clérigos homosexuales decididos a subvertir la organización y aun la doctrina de la Iglesia sobre moral sexual.

Y es precisamente este aspecto el que centra el rumor más compartido del día: la afirmación de un diario sensacionalista italiano, Il Fatto Quotidiano, de que ya se habría filtrado el celebérrimo informe de 300 páginas encargado por Benedicto XVI a los cardenales Herranz, Tomko y Fi Giorgi poco antes de su abdicación y transmitido a su sucesor, Francisco, que nunca ha hecho referencia al mismo.

Se supone, y así lo afirma Il Fatto, que el documento contiene los nombres de los miembros de la Curia y la alta jerarquía eclesiástica que formarían parte de ese ‘lobby lavanda’ que estaría corrompiendo la Iglesia con su influencia. Y, sobre todo, que su publicación en formato digital es cuestión de días.

Cuenta en el diario la autora de la noticia, Francesca Fagnani, que “el informe contiene un cuadro perturbador y destallado de la corrupción moral y material del clero, con nombres, apellidos y circunstancias”.

Se trata, dice Fagnani, de una lista de prelados y laicos “que pertenecen al llamado ‘lobby gay’ y que a través de chantajes y secretos podría afectar o han condicionado de hecho, posiciones y carreras”

“El informe contiene una imagen detallada y perturbadora de la corrupción moral y material del clero, con nombres, apellidos y circunstancias” escribe Francesca Fagnani.


Carlos Esteban

Noticias varias 13 de septiembre de 2018



INFOVATICANA

Osoro ha escrito como un ‘grouppie’, no como un prelado católico (Carlos Esteban)

INFOCATÓLICA

Jaime Balmes explica la importancia de pensar con criterio

Cardenal Maradiaga considera que las relaciones homosexuales del ex-cardenal McCarrick son «algo de orden privado»

LIFE SITE NEWS

GLORIA TV

No es sorprendente: abusador homosexual McCarrick presionó por la comunión para adúlteros

Papa Francisco atrapado en sus errores, corrupción en la Capilla Sixtina, el 11 – S de la Iglesia Católica, abusos en Alemania (Specola).




La presión informativa es terrible y no sólo no cesa sino que está creciendo con nuevos matices.

El testimonio Viganò y sus consecuencias aumentan. Dejando de lado ha hojarasca con la que se ha intentado rodear al caso, ya es universal el reconocimiento de la veracidad del contenido. Ni los más fervientes defensores de pontífice se atreven a desmentir ni una sola linea, el último de ellos el afectado Maradiaga que a lo más que llega es a decir que esas cosas no se hacen públicas.

La reunión ‘urgente’ para febrero de los presidentes de las conferencias episcopales está causando sorpresa y perplejidad. La indignación universal por lo sucedido se siente y es más que evidente que las cosas no han funcionado y que el ocultamiento y los silencios impuestos han sido la forma de actuar en muchos de los gravísimos casos. El Papa Francisco está atrapado en sus propios errores, ya son cinco años de promesas frustradas y de palabras vacías. Las reuniones, comisiones, encuentros, enfados, simpatías o antipatías no han tenido ninguna consecuencia y el engaño ya no resiste mucho más.

Nos gustaría equivocarnos y mucho pero este periodo será dramático. Es previsible que la reunión de febrero justifique el que no se clarifique nada hasta esa fecha y nos tememos que tampoco después. Son muchos meses y la herida está abierta y la gangrena se extiende. Son muchos los sacerdotes, obispos y laicos que están viviendo estas jornadas con mucha amargura. Ya no sólo hablamos de casos de terribles delitos que han quedado impunes. De miles de víctimas inocentes con vidas destrozadas por quienes tienen obligación de ayudarles. Estamos ante una cadena de complicidades, encubrimientos, silencios, malversaciones de donaciones en la que está implicada una gran parte de la jerarquía de la iglesia.

Todos creímos que el Papa Francisco tenía la intención y decisión de terminar con todo esto y creímos que seguiría la linea de fortaleza iniciada en los pontificados anteriores. Los hechos nos hablan de lo contrario. Nos han querido vender el calentamiento global y los mundos de primaveras arco iris, nos quieren convencer de revoluciones históricas y de iglesias en salida y de puertas abiertas. Estamos viendo todo lo contrario. Las puertas de cierran incluso físicamente. Los seminarios y noviciados desaparecen y los fieles abandonan en masa a sus pastores porque han dejado de sentirlos como propios. Incluso la posible renuncia de Papa Francisco es un problema porque no enfrentaríamos a un conclave con muchos de sus miembros más que tocados y desprestigiados.

El secretario de Papa Benedicto XVI nos ha hablado de 11 de septiembre de la iglesia. No le falta razón. La conmoción que sufrió el mundo con la caída de las torres gemelas nos hizo ver que algo muy serio de fondo estaba sucediendo. Lo que estamos viendo estos días está cambiando la historia de la iglesia. Estamos ante un papa acorralado y cualquier salida que podamos imaginar es complicada.

Hace unos meses salto la noticia de la posible fuga del administrador de la Capilla Sixtina. Se desmintió todo y se cerro el problema en falso como siempre. Hoy nos dicen que el Papa Francisco ha autorizado una investigación. Lo que no nos han dicho es que esto es la consecuencia de la acusación por malversación de fondo y blanqueo de dinero que la justicia italiana ha realizado contra su director y su administrador. Es el Vaticano están desactivados todos los órganos de control económicos, descabezados o desprestigiados, y las ordenes solemnes de Papa Francisco son brindis al sol que nadie puede poner en marcha. La experiencia nos dice que los acusados seguirán en sus puestos y los investigadores, si es que alguien se atreve, serán eliminados.

A la larga suma de abusos se suma Alemania y esto son palabras mayores. Estamos tocando dos países muy importantes para la iglesia. Los católicos de Estados Unidos y Alemania son los mayores donantes en todo el mundo. Muchas zonas de misión viven de sus generosas aportaciones. Estas noticias, sobre todo la falta de claridad en su gestión, están ocasionando una huida masiva de donaciones que costará tiempo recuperar. Estos cinco meses pueden ser mortales.

Nuestro gran Miguel de Cervantes nos dice: “Encomiéndate a Dios de todo corazón, que muchas veces suele llover sus misericordias en tiempo que están más secas las esperanzas”. Estamos convencidos como nos recordaba Papa Benedicto en los días de su renuncia que “Siempre he sabido que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino Suya y no la dejará hundirse.”

“Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian”.

Buena lectura.

PEZZO GROSSO COMMENTA IL PROF. BORGHESI. GLI RICORDA LA STORIA DI AL CAPONE E DEL FISCO USA.

Papa Francesco, il giorno del giudizio: abusi, la tesissima riunione da cui dipende il futuro della Chiesa

Il Papa fa indagare sui direttori del coro della Cappella Sistina. Ipotesi: truffa aggravata e riciclaggio

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Preti pedofili, choc in Germania. “Più di 3mila abusi insabbiati”

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Papa, su abusi convoca capi di tutte le Conferenze dei vescovi

Preti gay nella diocesi di Nocera e Sarno, dossier a Papa Francesco

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Gli spaventosi numeri degli abusi sessuali nella Chiesa

Specola

La popularidad del Papa cae en picado en Estados Unidos (Carlos Esteban)



Solo el 48% de los estadounidenses tiene ahora una opinión favorable de Su Santidad; entre los católicos, se ha pasado de un 83% a un 63%, según una reciente encuesta.

En Estados Unidos, el ‘affaire Viganò’ está dañando la imagen de un Papa que, hasta ahora, se mantenía como uno de los más populares de los últimos pontificados. Hace un año y medio, dos de cada tres americanos tenía una visión positiva del actual pontífice, según encuesta realizada por la cadena de televisión americana CNN. Hoy, según esa misma encuesta, ni siquiera llegaría a uno de cada dos, situándose en el 48%.

La encuesta se realizó entre el 6 y el 9 de este mes, en plena polémica sobre las acusaciones contra el Papa y la Curia contenidas en el explosivo testimonio del ex nuncio en Estados Unidos, el arzobispo Carlo Maria Viganò. Entre los católicos, que veían de forma positiva al Papa en un 83% de los casos en enero del año pasado, la proporción ha caído al 63%.

Los resultados contrastan, asimismo, con un estudio más reciente, de enero de este mismo año, realizado por el gigante americano de la demoscopia Pew Research, en el que todavía aproximadamente seis de cada diez americanos tenía una opinión positiva del Santo Padre, más de ocho de cada diez entre los católicos.

Aunque especialmente acusado, por ser allí donde se concentran los casos más graves conocidos hasta la fecha, el caso americano parece no ser excepcional. Más cerca, en la propia Italia, el Papa también ha visto descender su grado de aceptación en una reciente encuesta de La Repubblica, que muestra un descenso del 88% al 71% en sus cinco años de pontificado.

En la encuesta norteamericana, la caída es más fuerte entre los votantes conservadores, solo un 36% de los cuales tiene una opinión favorable de Francisco, lo que no debe extrañar a nadie en un Papa que considera un timbre de honor ser llamado “revolucionario”.

Pero la caída se ha dado en todos los segmentos de población. Entre las mujeres ha pasado del 71% al 51%, y entre los votantes progresistas ha caído del 79% al 59%.

Carlos Esteban

¡BASTA DE ENCUBRIMIENTOS! ...Diga la verdad (Michael Voris, dirigido al Santo Padre).


Duración 5:28 minutos

TRANSCRIPT

With the big announcement yesterday that Pope Francis is calling a worldwide meeting of bishops in February to discuss the sex abuse cover-up problem, this entire crisis has just entered a new phase. However, a massive, massive word of caution needs to be put forth: There needs to be complete and total transparency, and it needs to begin with the Pope.

A big meeting is all well and good, but what is the point of the meeting? Is it to figure out how to handle this from a public relations perspective, or is it how to actually purify the Church of pervert priests and the covering up superiors?

If it is the second, then that may very well necessitate the Pope himself stepping down since he covered up for McCarrick — and actually promoted him — and allowed him to have influence over the appointments of Cardinals Joseph Tobin in Newark (who also knew about McCarrick) and Blase Cupich of Chicago.

How can the Pope, who has also allowed cover-up-Cardinal Donald Wuerl to essentially plan his own going away party, how can the Pope expect anyone to take him seriously on this issue?

He chewed out and humiliated victims of predatory homosexual priests in Chile and actually called them names until he was forced through public pressure to backtrack. He promoted McCarrick in influence, disregarding Pope Benedict's actions to curtail McCarrick.

He completely ignored his own zero-tolerance policy with regard to Wuerl who covered up homosexual predatory priests while bishop of Pittsburgh. He refuses to come clean about Abp. Viganò's bombshell charges, which names many of his closest advisors as being part of a homosexual network strangling the Church.

It's clear that the Pope no longer has any credibility on this issue. He is covering up and deflecting and cannot seriously expect the world to take him seriously as one bent on making the necessary reforms to end this evil plague on the Body of Christ. He would first have to remove most, if not all, of the churchmen around him from their positions of influence.

Those men have stepped into broad daylight supportive of the very structure that has given rise to this wickedness. He should immediately dismiss Fr. James Martin and Fr. Thomas Rosica from their Vatican positions. Those two men are a disgrace to the priesthood — Rosica actively promoting sodomite priests and Matin actively promoting the acceptance of sodomy within the Church as a whole.

Surely, the Holy Father should consider tossing those two under the bus for starters, if nothing more than for the sake of appearance of being serious about reform.

But there are further steps that need to be taken, not just by the Pope, but by the U.S. bishops as well. For one, while a handful have openly come out and nailed the heart of the problem by declaring homosexuality within the priesthood the issue, too many have not.

Where is the public denouncement of Fr. James Martin by the U.S. bishops as a whole, that this man, who credible reports say actually confesses his homosexuality to Jesuit seminarians at retreats, has made a career not saving souls but trying to convince souls that evil is good. How can faithful Catholics take any of this talk of reform seriously until there is visible public action to begin to bring it all to an end.

We've had enough talk to last an eternity. Talk, plan, do whatever, but these wicked men have got to be exposed and thrown from the Church if they do not repent and make reparation, which means publicly announcing that they have done evil, were wrong and then retiring to a life of true prayer and penance — not like McCarrick, chilling in a millionaire pad in D.C. and enjoying great food.

Come on Holy Father, do the right thing. Get rid of your underlings who have and still are perpetrating this great evil, announce your own guilt and then step aside. Leave the February meeting of bishops from around the world — some of whom are more than likely also wrapped up in all this — to your successor.

But the first thing that has to happen is simple: end the cover-up. Tell the truth. Vigano is right. You are wrong. You are as guilty in all of this as any other cover-up bishop stretching back to your time in Buenos Aires.

The measure of how much a man loves the Church — and by extension, his own eternal life — is how much he will embrace the truth and comport his life accordingly.

Charity does not exist without justice.

Michael Voris

jueves, 13 de septiembre de 2018

EL MATRIMONIO entre HOMBRE Y MUJER es el que mayor beneficio aporta a la sociedad, dice Sophia Kuby


Duración 3:51 minutos

MI GRAN SILENCIO (La importancia del celibato sacerdotal) por Agnus Dei Prod


Duración 11:14 minutos

“No acabarán los abusos hasta que el Papa acabe con ‘la mafia lavanda’ en la Iglesia’’ (Teóloga Janet Smitht)



EN UN ARTÍCULO DEL SUPLEMENTO DE EL MUNDO, 'CRÓNICA', ANALIZA LA VISIÓN DE ESTA TEÓLOGA AMERICANA SOBRE LOS ESCÁNDALOS DE ABUSOS EN LA IGLESIA CATÓLICA.


Así llama la teóloga Janet Smith al ‘lobby’ filohomosexual que, según ha denunciado el nuncio Viganò en su carta-bomba contra Francisco, habría acumulado un enorme poder en la Iglesia católica. «Los homosexuales activos se protegen unos a otros para escalar en la jerarquía», sostiene ella.

Hace 17 años que Janet Smith (68 años) enseña Teología en el Seminario del Sagrado Corazón en Detroit (Michigan). Antes fue catedrática de Filosofía Clásica en las universidades de Dallas y Notre Dame. Smith conoce bien los complicados vericuetos del clero aunque la suya haya sido una vida dedicada al estudio y a la formación de jóvenes seminaristas. Hoy, dice, asiste compungida al descrédito de la Iglesia católica que pese a su labor social (ahí está Cáritas, las residencias de ancianos, las monjitas misioneras…) y evangelizadora últimamente parece ser sólo noticia por los escándalos de abuso sexuales. El último, a propósito de la dimisión del cardenal Theodore McCarrick (88 años), una de las figuras más destacadas de la Iglesia en EEUU, tras las denuncias de varios menores y algunos seminaristas. El escándalo se suma a la crisis de Chile por la que todos los obispos presentaron su renuncia al Papa.

Smith lo tiene claro: «El problema de los abusos no podrá resolverse sólo con la dimisión de algunos obispos, ni tampoco con nuevas directrices burocráticas. El problema son las redes homosexuales existentes en el clero, que tienen que ser erradicadas», explica a Crónica.

La profesora Smith, autora de varios superventas sobre sexualidad y anticonceptivos además de consejera habitual de la Santa Sede, es uno de los referentes de la carta que hace dos semanas Carlos María Viganò (77 años), arzobispo titular de Ulpiana y ex nuncio apostólico en EEUU entre 2011 y 2016, remitió a los medios en la víspera de la llegada del Papa Francisco a Dublín. El viaje a la capital irlandesa no sólo tenía una finalidad pastoral. También se esperaba que el Sumo Pontífice pidiera perdón por los abusos perpetrados por algunos miembros del clero en el país.

La misiva de Viganò (titulada Para sacar a la Iglesia de la ciénagainmensa en la que ha caído) es un desafío sin precedentes. El arzobispo denunciaba que Francisco ya había sido advertido de las actividades de McCarrick (de hecho habría levantado las sanciones que Benedicto XVI habría impuesto al cardenal) al mismo tiempo que describía una suerte de lobby gay que regiría una parte importante de la Iglesia y con el que también colaborarían los cardenales Sodano y Bertone, a quien directamente acusa de ser notoriamente favorables a la promoción de homosexuales. Tampoco ahorraba críticas al cardenal Francesco Coccopalmerio y el arzobispo Vincenzo Paglia, pertenecientes al parecer «a la corriente filohomosexual favorable a subvertir la doctrina católica respecto a la homosexualidad»; corriente que ya fue denunciada en 1986 por Ratzinger cuando era cardenal. «Estas redes, difundidas ya en muchas diócesis, seminarios, órdenes religiosas, etc., actúan protegidas por el secreto y la mentira con la fuerza de los tentáculos de un pulpo, triturando a las víctimas inocentes, a las vocaciones sacerdotales y estrangulando a toda la Iglesia (…) Tenemos que tener la valentía de derribar esta cultura de omertá y confesar públicamente las verdades que hemos mantenido ocultas», concluía la carta. Las palabras de Viganò fueron interpretadas como un ataque frontal al Papa Francisco por parte de los sectores tradicionalistas de la Iglesia teóricamente deseosos de acabar con el relativo aperturismo del pontífice argentino. Aunque de momento el silencio ha sido la única respuesta del Vaticano, los articulistas más cercanos al Papa se han encargado de desprestigiar al nuncio, ariete de una supuesta conspiración ultraconservadora para obligar a dimitir a Bergoglio.

Smith, sin embargo, defiende a Viganò. «No es una cuestión de apoyar una facción u otra. A mí me parece que tiene credibilidad y además ha dicho que los documentos de los que habla se pueden consultar en Filadelfia, en Washington DC y en Roma. Así que no hay por qué dudar de sus palabras. Basta ir a los archivos. Las críticas son irrelevantes. Lo importante es que se sepa la verdad. Destruir al mensajero no va ayudar a la Iglesia».

Smith dice no saber de las andanzas de McCarrick. «Personalmente, nunca escuché nada aunque tengo entendido que eran la comidilla. Ahora es cuando estoy empezando a recibir denuncias respecto a este tipo de comportamientos. Me han contado estudiantes como un cura les amenazó con destruirles si revelaban sus prácticas homosexuales. O por simplemente negarse a pasar el fin de semana con el sacerdote de marras. Así es imposible que los chicos lleguen a admirar a la persona que debe convertirse en un mentor, en su persona de confianza. En cualquier caso, éste no es un tema que afecte únicamente a la Iglesia. El otro día recibí la carta de un chico que me comentaba que su entrenador de baseball le había violado 700 veces».

Según cuenta Viganò, era un secreto a voces que el cardenal McCarrick compartía lecho con los seminaristas y que en cierta ocasión se llevó a cinco jóvenes a pasar un fin de semana a su casa de la playa. «La Iglesia tiene un problema. Hay muchos homosexuales activos que no están respetando el voto de castidad. Están los que son pederastas, que son una minoría. Pero por otro lado están otros que tienen relaciones consentidas con jóvenes seminaristas. (Un estudio 1950-2002. The nature and scope of sexual abuse of minors by catholic priests and deacons in USA sostiene que el porcentaje de abusos homosexuales en la Iglesia asciende al 80% del total. O incluso están los que tienen una pareja estable (ya sea hombre o mujer). Y esto es un problema porque evidencia que no creen en las enseñanzas de la Iglesia. Llevan sus vidas como si fueran libres. Por supuesto que también hay homosexuales que se mantienen castos. ¡Y merecen una medalla!».

¿Pero no sería mejor, como apuntan algunas voces, acabar con el voto de castidad? «Cuando un chico ingresa en un seminario tiene muchos años por delante para pensar lo que conllevan los votos. De todas formas, le garantizo que estos curas homosexuales no iban a casarse con una mujer». Los datos parecen darle la razón. La Iglesia protestante tampoco está exenta de casos de abusos. Smith denomina Mafia Lavanda (a medio camino entre el púrpura cardenalicio y el rosa) al supuesto lobby gay que se habría hecho fuerte en la Iglesia. «Es un grupo de homosexuales activos que se protegen entre ellos para tomar el control de las diócesis. Y así muchos llegan a puestos de poder desde donde pueden ejercer presiones contra los muchos curas que no están de acuerdo con su forma de vida. Y les boicotean. Luego ayudan a los suyos a llegar más lejos en la jerarquía eclesiástica. Este tipo de gente son Harvey Weinsteins [homosexuales] con sotana. Muchos de ellos se aprovechan de los seminaristas, de los curas jóvenes o de cualquier chico que se acerque a la parroquia. Son depredadores que abusan de su situación de poder para obligar a otros miembros de la Iglesia a mantener relaciones con ellos». Viganò insiste en que el comportamiento de McCarrick no era precisamente velado. La teóloga es tajante: «Cuando llegaba una denuncia, respondían diciendo que McCarrick era muy bueno recaudando fondos para la Iglesia. ¿Y eso qué les importa a las víctimas?»

La teóloga prefiere no especificar pero denuncia que en algunas diócesis el porcentaje de religiosos homosexuales asciende al 50% de sus miembros. «Por eso algunos temen actuar. Les da miedo exigirles que respeten sus votos y quedarse sin curas. Pero la Iglesia y sus feligreses tienen derecho a que los sacerdotes crean en sus propias enseñanzas».

La homosexualidad en cualquier caso nunca ha sido ajena a la Iglesia católica. Por ejemplo Julio II (1503-1510) y León X (1510-1521) fueron retratados por sus contemporáneos como notorios «sodomitas». Además Francisco ha tenido declaraciones contradictorias al respecto. Desde el «Dios te hizo así», con el que a finales de abril consoló a un joven gay chileno víctima de los abusos, a aconsejar a los padres de niños con tendencias homosexuales que manden a sus hijos al psiquiatra para que, según matizó después el Vaticano, aprendan a aceptarlo. En cualquier caso, como Benedicto XVI, Bergoglio también ha desaconsejado el ingreso de gays en los seminarios. Smith prefiere no pronunciarse respecto a la actitud de Francisco. «Lo único que me parece es que debería hacer gala de esa transparencia de la que habló en la carta que escribió recientemente a los obispos de EEUU. De momento, su silencio respecto a las acusaciones de Viganò parece contradictorio. La verdad es que me gustaría ser optimista. Desde que se desvelaron los primeros casos de abusos en Boston, hay un evidente cambio de actitud en gran parte de los jóvenes que ingresan en los seminarios. Son más comprometidos y decididos a respetar los votos».

La semana pasada, Alfa y Omega, periódico editado por el Arzobispado de Madrid, despachaba la carta de Viganò como una «jugarreta que los críticos internos» tenían preparada al Papa. «La respuesta frente a esta pequeña pero influyente minoría, ahora hipócritamente reagrupada bajo la bandera de los abusos, no debe ser entrar en polémicas cainitas. Más eficaz es continuar en la línea de las reformas para seguir mejorando la formación afectivo sexual en los seminarios y fomentando una mayor presencia en los órganos de decisión de la Iglesia de los laicos (en particular, de mujeres)».

Una línea similar a la que propone Smith. «Hay que abrir a los laicos los archivos de los que habla Viganò y llegar al fondo de la cuestión. Y no sólo para condenar a los culpables sino también para despejar cualquier duda sobre los que sean inocentes. Hay que hacer todo lo posible para que los feligreses vuelvan a confiar en la Iglesia y sepan que si su hijo quiere ser monaguillo o se decide a tomar los hábitos estén seguros de que no sufrirán acoso alguno. Por eso es tan importante que se llegue hasta al final. Es una pena que pese a todo lo que hace la Iglesia sólo se hable de abusos sexuales. Lo de menos es perder sacerdotes. Ya sea porque pertenezcan a la Mafia Lavanda, porque abusen de sustancias tóxicas o porque sean unos narcisistas ambiciosos. Lo importante es que los católicos puedan volver a confiar en la Iglesia».

A muchos el discurso de la profesora Smith les parecerá homófobo. «Ése también es un riesgo», concluye la teóloga.

Consejos vendo, que para mí no tengo (José Martí) (2) El discernimiento como amor a la verdad


Es preciso orar en todo momento y no desfallecer (Lc 18, 1)


UNO: Importancia de la razón

http://www.blogcatolico.com/2018/09/consejos- vendo-que-para-mi-no-tengo.html

DOS (2) El discernimiento como amor a la verdad

http://www.blogcatolico.com/2018/09/consejos- vendo-que-para-mi-no-tengo_13.html

TRES (3)El Nuevo Orden Mundial y el verdadero Progreso

http://www.blogcatolico.com/2018/09/consejos- vendo-que-para-mi-no-tengo_16.html

CUATRO (4) Misión de los sacerdotes y de la Jerarquía: anunciar a Jesucristo. Sólo en Él es posible el reconocimiento de la dignidad de las personas

http://www.blogcatolico.com/2018/09/consejos- vendo-que-para-mi-no-tengo_19.html

CINCO (5) Católicos perseguidos y «católicos» bien considerados

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SEIS (6) Naturaleza y gracia

http://www.blogcatolico.com/2018/10/consejos- vendo-que-para-mi-no-tengo.html

SIETE (7)Unidad de la Iglesia : ¿Acaso hay dos magisterios?

http://www.blogcatolico.com/2018/10/consejos- vendo-que-para-mi-no-tengo_18.html

OCHO (8) Incoherencias a la hora de insultar a otros.

http://www.blogcatolico.com/2018/11/consejos- vendo-que-para-mi-no-tengo-8_6.html

NUEVE (9)Del dicho al hecho: Concilio Vaticano II

http://www.blogcatolico.com/2018/11/consejos- vendo-que-para-mi-no-tengo-9.html

DIEZ (10) (José Martí) Anomalías en la Iglesia

http://www.blogcatolico.com/2018/11/consejos- vendo-que-para-mi-no-tengo-10_16.html

ONCE (11) "Podéis criticarme. No es pecado" -dice Francisco- ... Muy bien: pues atreveos a criticarlo ... y veréis lo que ocurre.

http://www.blogcatolico.com/2018/12/consejos- vendo-que-para-mi-no-tengo-11.html

DOCE (12) - Un alto en el camino para reflexionar

http://www.blogcatolico.com/2018/12/consejos- vendo-que-para-mi-no-tengo-12.html 


Acabado el inciso anterior, continúo con el tema de la «Franciscolatría». Ésta, básicamente, consiste en considerar que todo cuanto sale de la boca de Francisco es magisterio. Pero, ¿realmente eso es así?

¿Es magisterio todo lo que el Papa piensa y cualquier cosa que se le ocurra? Es evidente que no, por más que haya todavía bastantes católicos que así lo «piensan», si es que puede llamarse pensar a no hacer uso del pensamiento racional, facultad que Dios nos ha dado para que la ejercitemos, al objeto de alcanzar la verdad.

No vamos a emitir aquí ningún tipo de juicio condenatorio. Eso es algo que nadie puede hacer, pues se refiere a personas concretas: « En cuanto a mí, ni siquiera yo mismo me juzgo (...) Quien me juzga es el Señor» (1 Cor 4, 3-4). Sin embargo, hay que diferenciar entre el juicio a las personas y el razonamiento acerca de los hechos. Éste es necesario, al objeto de alcanzar la verdad ... incluso si esos hechos han sido realizados por el Papa, que es nada menos que el Vicario de Cristo en la Tierra ... ¡pero no es infalible ... salvo en contados casos, que están muy bien estudiados en Teología!

Y es que por encima del Papa está Dios ... y «es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres» (Hech 5, 29). Si las palabras del Papa -por las razones que sean- contradicen el Evangelio, son entonces mundanas y merecedoras, por lo tanto, de reprobación. Esto no es nada nuevo. Pablo ya reprendió a Pedro y lo hizo delante de todos, porque Pedro no estaba actuando conforme a la verdad; y lo que estaba en juego era, nada menos, que el futuro de la Iglesia, la cual tiene que mantenerse fiel a su Fundador:

«Cuando vino Cefas a Antioquía, me enfrenté a él cara a cara, porque era digno de reprensión» (Gal 2, 11) ... Cuando vi que no procedían con rectitud, según la verdad del Evangelio, dije a Cefas, en presencia de todos: «si tú, que eres judío, vives como los gentiles y no como los judíos, ¿cómo obligas a los gentiles a vivir como judíos?» (Gal 2, 14). 

¿Tenemos que estar con el Papa o no? Depende de lo que entendamos por estar con el Papa. Hay un artículo de Ricardo Cascioli, en el que el cardenal Carlo Caffarra  explica, con claridad, lo que significa «estar de verdad con el Papa». No significa decir amén a todo cuanto el Papa diga; y en el caso de los cardenales significa aconsejarle, siempre que lo necesite, para que de su boca no salgan palabras contrarias al Evangelio, que puedan conducir a los fieles a confusión, como está ocurriendo en el caso de Francisco. 

Aunque lo hemos repetido ya muchas veces y forma parte del título de este Blog, no me importa repetirlo de nuevo, dada la importancia fundamental que esto tiene, con vistas a nuestra salvación; el propio San Pablo también lo hace; y con insistencia:
«Aunque nosotros mismos, o un ángel del cielo, os anunciara un Evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema! Como hemos dicho, y ahora vuelvo a decirlo: si alguien os anuncia un Evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema!» (Gal 1, 8-9)
Es un grave error, pues, la «Papolatría» en general y la «Franciscolatría», en particular, que es lo que estamos presenciando en este mundo de hoy, que se ha vuelto completamente loco. Una cosa es la obediencia al Papado, como institución fundada por Jesucristo, y otra la obediencia a un papa concreto: ésta dependerá de que el Papa sea fiel a la Tradición recibida. Eso sí: siempre tiene que haber una actitud de respeto y de cariño hacia el Papa, sea el que sea, dada su condición de Vicario de Cristo en la Tierra. Y obediencia también, por supuesto ... pero sin olvidar que la misión del Papa es la de confirmar en la fe a sus hermanos. De no ser así, un cristiano que de veras quisiera al Papa tendría la obligación de no obedecerlo.

La obediencia ciega, en estos casos, no es lo que Dios quiere: Dios, al crearnos, nos ha dotado de una inteligencia y de una voluntad, para que las ejercitemos y nos vayamos perfeccionando y creciendo. El cristiano, como toda persona, no tiene prohibido pensar. ¿Por qué? Pues porque el pensamiento tiene como objeto el conocimiento de la verdad, y la aproximación, cada vez mayor, a la verdad, nos lleva -además- a estar más cerca del Señor, que es lo que realmente importa ... dado que Él dijo de Sí Mismo: «Yo soy la Verdad» (Jn 14, 6).

De manera que no sólo no está prohibido sino que es una obligación para el cristiano el ejercicio de su inteligencia en el hábito del recto pensar, que es el que conduce al conocimiento de la verdad. Jesucristo, cuando habla, no lo hace para tener «contenta» a la gente, ni busca el aplauso del mundo, sino que habla con verdad:
  «Yo, para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad; todo el que es de la verdad escucha mi voz» (Jn 18, 37)
«Todo el que obra mal aborrece la luz, y no viene a la luz para que sus obras no le acusen; pero quien obra según la verdad viene a la luz,  para que sus obras se pongan de manifiesto, porque han sido hechas según Dios» (Jn 3, 20-21)
La verdad es, pues, fundamento y base de la Religión Católica. De Jesucristo, que es nuestro Modelo, tenemos que aprender el amor a la verdad ... una verdad que, en última instancia, es Él mismo. 

Cualquier verdad, por pequeña que sea, nos conduce hasta Dios y, en particular, nos lleva a conocer más y mejor a Jesucristo, el cual es la razón de nuestra existencia y lo que da sentido a nuestra vida. Por el bautismo fuimos hechos cristianos y nos convertimos en verdaderos hijos de Dios y, por lo tanto, hermanos de Jesucristo, todo ello sin mérito alguno por nuestra parte: nuestra filiación divina es pura gracia. 

Nunca agradeceremos lo suficiente este don inmenso de la gracia santificante, que Él concede a los que lo aman ... un amor a Dios, al que es imposible acceder si no se ama la verdad: sólo ésta nos puede conducir a Él ... y tenemos la seguridad de que alcanzaremos este amor ... pues nosotros mismos hemos sido alcanzados por Cristo (Fil 3, 12). 

Por otra parte, y siguiendo con nuestro tema, nos encontramos con el hecho de que el papa Francisco es el primero que dice, por activa y por pasiva, que tenemos que discernir, tenemos que aplicar el discernimiento en todo cuanto hagamos. Y dice bien, pues discernir es tener criterio, con vistas a conocer la verdad o la falsedad de las cosas. 

El discernimiento, bien entendido, es muy importante. Pero -y esto es esencial- en la mente de quien discierne debe de estar siempre presente la radicalidad del amor a la verdad: sólo si este amor es sincero puede hablarse, entonces, de un verdadero discernimiento. 

Lo que no debe hacerse nunca (¡pero se hace!) es traicionar la verdad. Quien hiciera tal cosa no habría discernido bien, pues el discernimiento tiene por objeto el acercamiento a la verdad y el alejamiento de la mentira

Si el discernimiento nos lleva a Jesucristo, que es la Verdad, podemos estar seguros de haber discernido bien. Si al «discernir» nos separamos de Dios, y Jesucristo apenas si significa ya nada para nosotros, tal «discernimiento» ha sido erróneo, pues a consecuencia de él nos hemos separado de la verdad: hemos discernido mal. Nos hemos equivocado. 

Un verdadero discernimiento -en ese caso- nos llevaría a rectificar y a volver al buen camino, al camino recto, al camino de la cruz y de la senda estrecha ... que es el único que, al seguirlo, puede hacernos felices, ya en esta vida, en la medida en la que eso es posible ... y, por supuesto, en la otra; seguridad que será tanto mayor cuanto más nos fiemos de las palabras de Jesús: 
«Entrad por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y espaciosa la senda que conduce a la perdición, y son muchos los que entran por ella. ¡Qué angosta es la puerta y estrecha la senda que lleva a la Vida, y qué pocos son los que la encuentran!»  (Mt 7, 13-14)
Continuará

Iglesia y hombres de Iglesia (De Mattei)



La valerosa denuncia de escándalos eclesiásticos hecha por el arzobispo Carlo Maria Viganò ha suscitado el consenso de muchos, pero también la desaprobación de algunos, convencidos de que habría que cubrir con un velo de silencio todo lo que desacredite a los representantes de la Iglesia.
Este deseo de proteger la Iglesia es comprensible cuando el escándalo es excepcional. En ese caso se correría el peligro de generalizar achacando a todos el comportamiento de unos pocos. Pero es muy diferente cuando la inmoralidad es la regla, o al menos una forma de vida generalizada que se acepta como normal.
En este caso, la denuncia pública es el primer paso a tomar para reformar las costumbres. Romper el silencio es uno de los deberes de los pastores, como advirtió San Gregorio Magno: 
«¿Qué es para un pastor el miedo a decir la verdad sino volver la espalda al enemigo con el silencio? Si, por el contrario, se desvive por defender a la grey, levanta un baluarte contra los enemigos de la casa de Israel. Por eso advierte el Señor por la boca de Isaías: “Clama a voz en cuello y no ceses, cual trompeta alza tu voz” (Is. 58, 1).»
Con frecuencia, la raíz de un silencio culpable está en no saber distinguir entre la Iglesia y los hombres de la Iglesia, ya sean simples fieles, obispos, cardenales o el Papa. Uno de los motivos de esta confusión es precisamente la dignidad de las autoridades implicadas en el escándalo.
Cuanto más alta sea su dignidad, más se tiende a identificarlos con la Iglesia, atribuyendo el bien y el mal indiferentemente a una y a otros. En realidad, el bien sólo corresponde a la Iglesia, mientras que todo el mal se debe a los hombres que la representan.
Por eso la Iglesia no puede ser calificada de pecadora
«[La Iglesia] –escribe el P. Roger T. Calmel O.P. (1920-1998)– no pide perdón al Señor por los pecados que haya cometido ella, sino por los que cometen sus hijos por no haberla escuchado como a la madre suya que es». (Breve apologia della Chiesa di sempre, Editrice Ichtys, Albano Laziale 2007, p. 91).
Todos los hombres que pertenecen a la Iglesia docente o a la discente son hombres, con su naturaleza herida por el pecado original. Ni el bautismo vuelve impecables a los fieles, ni las órdenes sagradas a los miembros de la jerarquía. El propio Sumo Pontífice puede pecar y errar, excepto en lo atañe al carisma de la infalibilidad.
Es preciso recordar además que los fieles no constituyen la Iglesia, como sí pertenecen en cambio a la sociedad humana, creada por los miembros que la componen y que se disuelve en cuanto éstos se separan.
Decir «somos Iglesia» constituye una falsedad, porque la pertenencia de los bautizados a la Iglesia no se deriva de su voluntad: es el propio Cristo el que invita a formar parte de su grey, y le dice a cada uno: «Vosotros no me escogisteis a Mí; pero Yo os escogí» (Jn. 15, 16). La Iglesia fundada por Jesucristo tiene una constitución humana y divina a la vez. Humana, porque un componente material es pasivo, formado por todos los fieles, ya sean parte del clero o del laicado. En cuanto a su alma, es divina y sobrenatural.
Tiene su cimiento en su Jefe Jesucristo, y su  impulsor sobrenatural es el Espíritu Santo. Por consiguiente, la Iglesia no es santa porque lo sean sus miembros, sino que sus miembros son santos gracias a Jesucristo que la dirige y al Espíritu Santo que la vivifica. De modo que atribuir las culpas a la Iglesia es lo mismo que atribuírselas a Jesucristo y al Espíritu Santo. Todo lo bueno procede de ellos, es decir, «cuanto hay de verdadero, de honorable, de justo, de puro, de amable, de laudable, de virtuoso y de digno de alabanza» (Filip. 4,8), y todo lo malo de hombres de la Iglesia: desórdenes, escándalos, abusos, violencias, vergüenzas y sacrilegios.
«Por eso –escribe el teólogo pasionista Enrico Zoffoli (1915-1996), que ha dedicado algunas hermosas páginas a este tema– no tenemos el menor interés en disimular las culpas de los malos cristianos, los sacerdotes indignos, los pastores viles e ineptos, deshonestos y arrogantes. Sería ingenuo e inútil defender su causa, atenuar su responsabilidad, reducir las consecuencias de sus errores, recurrir a contextos históricos y situaciones singulares para luego explicarlo todo y absolverlos a todos» (Chiesa e uomini di Chiesa, Edizioni Segno, Údine 1994, p.41).
Hoy abunda la inmundicia en la Iglesia, como dijo el entonces cardenal Ratzinger en el Vía Crucis del Viernes Santo de 2005, que precedió a su ascenso al pontificado:
 «¡Cuánta poca fe hay en tanta teoría, cuántas palabras vacías! ¡Cuánta inmundicia hay en la Iglesia, incluso entre quienes, en el sacerdocio, deberían pertenecer por entero a Jesús!»
El testimonio de monseñor  Carlo Maria Viganò es  digno de elogio, porque saca a luz esa inmundicia, hace más urgente la labor de purificar la Iglesia. 
Tiene que quedar claro que la conducta de los obispos y sacerdotes indignos no se inspira en los dogmas ni en la moral de la Iglesia, sino que los traiciona, porque supone una negación de la ley del Evangelio.
El mundo que acusa a la Iglesia de sus culpas la acusa de transgredir un orden moral; pero, ¿en nombre de qué ley y qué doctrina moral pretende el mundo acusar a la Iglesia? La filosofía de vida que profesa el mundo moderno es el relativismo, según el cual no existen verdades absolutas y la única ley del hombre es carecer de ley; su consecuencia práctica es el hedonismo, para el cual la única felicidad posible está en la satisfacción del placer personal y de los propios instintos. ¿Cómo se atreve el mundo, tan falto de principios como está, a juzgar y condenar a la Iglesia? La Iglesia tiene el derecho y el deber de juzgar al mundo porque posee una doctrina absoluta e inmutable.
El mundo moderno, hijo de los principios de la Revolución Francesa, desarrolla de modo coherente las ideas del libertino marqués de Sade (1740-1814): amor libre, libertad para blasfemar, plena libertad para negar y destruir todo bastión de la fe y de la moral, del mismo modo que en tiempos de la Revolución Francesa se derruyó la Bastilla, donde estaba preso el infame marqués. La consecuencia de todo aquello ha sido la disolución de la moral que ha destruido las bases de la convivencia civil y ha convertido a los dos últimos siglos en la época más tenebrosa de la Historia.
La vida de la Iglesia es igualmente una historia de traiciones, de defecciones, de apostasías y de no corresponder a la gracia divina. Pero esa trágica debilidad se acompaña siempre de una extraña fidelidad: las caídas, aun las más horrorosas, de tantos miembros de la Iglesia, se entremezclan con la virtud heroica de tantos de sus hijos.
Del costado de Cristo brota un río de santidad y corre profusamente a lo largo de los siglos: son los mártires que se enfrentan a las fieras en el Coliseo; son los ermitaños que abandonan el mundo para hacer vida de penitencia; son los misioneros que se entregan llegando hasta los confines de la Tierra; son los intrépidos confesores de la fe que combaten cismas y herejías; son las religiosas contemplativas que sostienen con sus oraciones a los defensores de la Iglesia y de la civilización cristiana; son, en fin, todos los que de maneras diversas han ajustado su voluntad a la de Dios. Santa Teresita del Niño Jesús habría querido reunir todas estas vocaciones en un supremo acto de amor a Dios.
Los santos son muy diferentes entre sí, pero todos tienen en común la unión con Dios. Esa unión, que nunca decae, hace que la Iglesia antes que ser una, católica y apostólica, sea ante todo santa. 
La santidad de la Iglesia no depende de la santidad de sus hijos; es ontológica, porque depende de su propia naturaleza. Para que pueda llamarse santa a la Iglesia no es necesario que todos sus hijos vivan santamente: basta con que, gracias al flujo vital del Espíritu Santo, una porción de ella, por pequeña que sea, se mantenga heroicamente fiel a la ley del Evangelio en tiempos de prueba.
(Traducido por Bruno de la Inmaculada/Adelante la Fe)

miércoles, 12 de septiembre de 2018

Noticias varias 12 de septiembre de 2018


IL SETTIMO CIELO

Francisco, un Papa que dice una cosa y después dice lo contrario (Sandro Magister)

LA LECCIÓN DEL CARDENAL CARLO CAFFARRA: «Nos ha enseñado qué quiere decir “estar con el Papa» (Ricardo Cascioli)



«¿Es posible alguna vez que a nadie le importe la Verdad?». Estas cordiales palabras pronunciadas por el cardenal Caffarra pocos meses antes de morir son más que nunca actuales para plantearse frente a la gravísima crisis que está experimentando la Iglesia.

«¿Es posible alguna vez que a nadie le importe la Verdad?». Me parece ver todavía frente a mí al cardenal Carlo Caffarra, pocos meses antes de morir, profundamente dolorido por todo lo que estaba sucediendo en la Iglesia, por “esa confusión que sólo un ciego no ve”.

No era una rendición, sino el no quedarse tranquilo ante la ignorancia de muchos de sus hermanos que, frente a la desorientación de los fieles, preferían la tranquilidad de lo eclesialmente correcto antes que arriesgar algo por la Verdad. En ese momento el tema era el que estaba ligado a los Dubia, en los quejunto a los cardenales Brandmuller, Meisner y BurkeCaffarra pedía al Papa aclarar algunos puntos de la exhortación apostólica Amoris Laetitia que estaban favoreciendo decisiones pastorales contrarias a la doctrina.

Lo que lo entristecía profundamente es que algunos hombres de Iglesia, y sobre todo ciertos vaticanistas, lo etiquetaban como “enemigo” del Papa u “hostil” a éste.

Precisamente él, que habría dado la vida por el Papa, y en el fondo, la ha dado porque su corazón no reaccionó frente al dolor por todo lo que sucedía y a las humillaciones sufridas. Pero también decía que “es deber de los cardenales advertir al Papa cuando se equivoca”. Y en efecto, también esto es defender al Papa y su oficio petrino

Exactamente como hizo san Pablo con san Pedro: al oponérsele sobre la cuestión de las costumbres judías que Pedro quería imponer a los paganos, lo ayudó en su ministerio de cabeza de los apóstoles. Lo defendió de esa manera.

El Señor reservó al cardenal Caffarra otros dolores más profundos, que los que la crisis actual seguramente le habrían infligido. Pero estoy convencido que el ex arzobispo de Bolonia volvería a proponer hoy, en la misma forma, frente a la crisis actual esa pregunta suya: «¿Es posible alguna vez que a nadie le importe la Verdad?» . 

Allí donde la Verdad no está simplemente para una “reconstrucción exacta de los hechos”, sino para lo que Cristo ha revelado a los hombres y entregado a la Iglesia para custodiarlo: es la verdad sobre el hombre, sobre su Creación y sobre su destino; y sobre la salvación propuesta a cada uno de nosotros

Esto es lo que hoy está en discusión: no simplemente una corrupción moral, ya gravísima de por sí, sino la subversión de todo lo que Dios nos ha revelado en Cristo. 

Esto no quita que la afirmación de la verdad sobre el hombre debe necesariamente hacer las cuentas también con la realidad del mal, lo debe reconocer, lo debe juzgar, lo debe alejar. Exactamente como acontece para cada fiel en el sacramento de la Reconciliación. El Papa, los cardenales y los obispos: nadie puede quedarse afuera.

La gravedad de los hechos presentados no puede ser suprimida con declaraciones formales de apoyo al Papa
Intentar reducir la cuestión Viganò a una conspiración tradicionalista contra el papa Francisco sólo hace el juego a quienes quieren encubrir la red de complicidad y apoyo a quienes en estas décadas han cometido abusos sexuales de todo género, así como continuar condenando la pedofilia cuando el verdadero problema es la homosexualidad difundida en el clero, con un lobby homosexual que tiene ahora una posición dominante en la Iglesia.
Todo católico tiene el derecho y el deber de oponerse a estas derivaciones. Criticar con vehemencia, enlodar con todo tipo de calumnia a monseñor Viganò evitando afrontar las cuestiones serias y ciertas planteadas en su memorial no significa “estar con el Papa” o promover el bien de la Iglesia

Por el contrario, significa ocultar un tumor que de este modo no puede hacer otra cosa que crecer. Tener al Papa en el corazón, y sobre todo al papado, requiere más bien un fuerte reclamo a la Verdad para enderezar la barca antes que el escándalo agobie todo y a todos.

Publicado originalmente en italiano en lanuovabq.it/it/ci-ha-insegnato…

Traducción a español por: José Arturo Quarracino

Viganò amenaza supuestamente al Vaticano con revelar más documentos



ENGLISH

Viganò Allegedly Threatens Vatican to Reveal More Documents

Whistle-blower Archbishop Carlo Maria Viganò, fearing for his life, has activated a death switch, ChurchMilitant.com reports.

It writes on Twitter (September 12) that a cache of documents incriminating Curial Cardinals, bishops and Pope Francis himself will be revealed if Viganò winds up dead.

The claim of ChurchMilitant.com is not likely as the liberal Francis enjoys the protection of the anti-Church oligarchs and therefore has the possibility to execute Viganó through the oligarch media.

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ESPAÑOL

El denunciante arzobispo Carlo Maria Viganò, temiendo por su vida, ha activado un interruptor para muerte, informa ChurchMilitant.com.

Escribió en Twitter el 12 de setiembre que un escondite con documentos que incriminan a cardenales de la curia, a obispos y al mismo papa Francisco será revelado si Viganò termina muerto.

La exposición de ChurchMilitant.com no es probable, dado que el liberal Francisco cuenta con la protección de los oligarcas anti-Iglesia y, en consecuencia, tiene la posibilidad de ejecutar a Viganó a través de los medios de comunicación oligarcas.

«Testimonio» Viganò: habría sido activado el dispositivo de hombre muerto



Michael Matt sobre el Papa Francisco


Duración 31:57 minutos