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sábado, 17 de noviembre de 2018

Ataque en la Conferencia Episcopal Italiana a la validez de la misa tradicional 'liberada’ (Carlos Esteban)


MISA TRIDENTINA

Mientras todos los ojos están fijos en la plenaria americana, recién finalizada, otra conferencia episcopal importante, la italiana, se reúne en asamblea y pone en duda la validez de la misa tradicional, ‘recuperada’ por Benedicto XVI.

Mientras los obispos de Estados Unidos indignan a sus fieles al negarse siquiera a sugerir al Vaticano que aclare el caso del ex cardenal Theodore McCarrick, dando pábulo a la sospecha de que, en efecto, los prelados no tienen el menor interés en ‘tirar de la manta’ en el asunto del encubrimiento de abusos homosexuales del clero, los italianos, también unidos en asamblea, emprenden una operación de acoso y derribo contra la misa tradicional, cada vez más popular especialmente entre los jóvenes.

La asamblea tiene a la liturgia como tema central, y se rumoreaba desde el primer día que se han producido en su seno fuertes ataques contra el motu proprio Summorum Pontificum, por el que el anterior Papa, Benedicto XVI, recordaba que la misa tradicional, a la que pretendió sustituir el Novus Ordo Missae aprobado tras el Concilio Vaticano II, no solo es válida y está en vigor, sino que su celebración no precisa de una aprobación o permiso especial.

Monseñor Carlo Maria Roberto Redaelli , arzobispo de Gorizia, ha sostenido en el curso de las discusiones que el Misal Antiguo de Juan XXIII había sido derogado por Pablo VI y que, por tanto, el motu proprio de Benedicto XVI parte de premisas jurídicas erróneas y no puede, por tanto, considerarse válido, se lee en el blog Messa in Latino. De aceptarse esa opinión, no podría considerarse ‘liberalizada’ la celebración de la misa tradicional.

Las consecuencias de semejante conclusión serían de largo alcance, ya que desde la aprobación de Summorum Pontificum se han multiplicado las parroquias que celebran misa según el multisecular Rito Tridentino en latín, común durante medio milenio a toda la Iglesia Universal hasta la reforma encargada por Pablo VI al cardenal Annibale Bugnini y aprobada en 1968, que introducía el rito de la misa en lengua vernácula que es el familiar para casi todos los católicos practicantes de hoy.

Es difícil sustraerse a la impresión de que la ‘renovación’ ahora en marcha tiene en su punto de mira todo lo que tenga éxito popular y atraiga incluso a los no creyentes por su énfasis en las realidades sobrenaturales y en el misterio de la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía.

Carlos Esteban