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miércoles, 2 de septiembre de 2020

¿Qué está mal en el Personalismo y en la ‘Teología del Cuerpo’?



Una entrevista a Don Pietro Leone, por el Hermano André Marie, M.I.C.M. Catholicism.Org
Me gustaría agradecer a New Catholic por publicar el análisis de Personalismo y Teología del Cuerpo. Mis agradecimientos van también al Hermano André Marie por su autorización, así como por brindar la ocasión de ofrecer a los lectores una síntesis más estructurada de los dos sistemas. Hago llegar mi bendición sacerdotal a todos los lectores, deseándoles todas las gracias y la felicidad en el Señor.
Don Pietro Leone

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13 de mayo del 2020

Fue un gran agrado entrevistar al estimado sacerdote y teólogo Don Pietro Leone sobre el Personalismo y la “Teología del Cuerpo” (TDC). La entrevista se desarrolló vía e-mail y fue gentilmente facilitada por la editorial en inglés Loreto Publications.

Me interesé en entrevistar a Don Pietro leyendo su sensacional libro, The Family under Attack [La Familia Atacada], que él menciona en la entrevista.

Que tanto el Personalismo del Papa Juan Pablo II, como su TDC están completamente abiertos a la crítica y a la impugnación como construcciones filosóficas y teológicas no infalibles, es algo que está fuera de toda discusión.

Sin embargo, el hecho es que algunos pueden escandalizarse por tales críticas que, como señala Don Pietro, se formulan “únicamente a la luz de la Fe y de la Razón: a la luz de la Verdad, sobrenatural y natural”. La teología personal y hasta el “auténtico Magisterio” están, sin duda, sujetos a esa crítica; en tanto que la crítica se realice según la Tradición y la analogía de la Fe, estas obras per se no infalibles están tan abiertas a la crítica como el pensamiento de cualquier otro teólogo o filósofo. Aquellos que se sientan confundidos, están invitados a leer Amoris Lætitia y el ‘Magisterio Auténtico’. *

Aparte de su libro, al que ya me he referido, mi Reverendo interlocutor menciona también en sus réplicas un ensayo en cinco partes, publicado por Rorate Cæli. Ver más abajo, los links a las siguientes partes:

1. SEXUALIDAD A LOS OJOS DE LA IGLESIA Y DEL MUNDO: https://rorate-caeli.blogspot.com/2017/03/the-church-and-asmodeus-part-1.html

2. RECIENTE DOCTRINA MARITAL DE LA IGLESIA, HASTA EL PAPA FRANCISCO: 1. ‘AMOR’: https://rorate-caeli.blogspot.com/2017/03/the-church-and-asmodeus-part-2.html

3. RECIENTE DOCTRINA MARITAL DE LA IGLESIA, HASTA EL PAPA FRANCISCO: 2. PECADO MORTAL Y SAGRADA COMUNIÓN: https://rorate-caeli.blogspot.com/2017/03/the-church-and-asmodeus-part-3-and.html


5. CONCLUSIÓN

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¿Qué está mal en el Personalismo y en la ‘Teología del Cuerpo’? Una entrevista a Don Pietro Leone, por el Hermano André Marie, M.I.C.M.

- En su libro, usted escribe con pesar del “personalismo”. Al parecer hay numerosos personalismos– como  sistemas diferentes, pero relacionados- en la filosofía moderna. ¿Cómo definiría al personalismo que usted critica? ¿Cuáles son sus características más destacadas?

El término ‘personalismo’ es usado en las teorías éticas que acuerdan preeminencia a la persona en un cierto campo. Podemos distinguir dos tipos principales de personalismo: uno político y uno personal. El primero es la teoría de que el bien personal adquiere prioridad sobre el bien común; el otro es una teoría que podemos expresar con las palabras del Papa Juan Pablo II en su libro ‘Amor y Responsabilidad’ como la teoría de que un ser humano es ‘una persona y no una cosa’, un bien que sólo con amor puede ser adecuadamente tratado.

Este segundo tipo de personalismo, que es el que estaremos considerando, ha sido sostenido por diferentes filósofos modernos tales como Max Scheler, Emmanuel Mounier, Dietrich von Hildebrand y, por supuesto, por el Papa Juan Pablo II. Podemos aproximarnos al personalismo del entonces Papa, por vía de Max Scheler, por quien estuvo muy influido.

El Personalismo de Max Scheler

Además de las tesis éticas previamente mencionadas, hay otras cuatro características centrales del personalismo de Scheler que será bueno señalar:

- El amor es el principio formal del personalismo, que determina a éste como un sistema ético. En síntesis, se trata de una ética del amor.

- El amor en cuestión es amor como experiencia: en efecto, es el amor de los sentidos. Esto significa que su ética es fenomenológica: concierne a la experiencia, cómo son experimentadas las cosas, cómo aparecen.

- El amor, según él, también desempeña un rol epistemológico, revelando la esencia y el ‘valor’ de una persona.

- Finalmente, el amor desempeña un rol adicional, el metafísico, determinando a la persona en cuanto tal.

En síntesis, podemos entender su personalismo en los términos más generales como una ética del amor; es decir, del amor de los sentidos, que tiene, a la vez, un aspecto epistemológico, al revelar el valor de la persona, así como un aspecto activo, al determinar el yo.

Procedemos a criticar estas cuatro características de su personalismo, una a una.

El amor es el principio formal de su filosofía y, en cuanto tal, es su punto de partida: la filosofía de Scheler procede del sujeto, es decir, de la experiencia del amor, que supuestamente revela verdades acerca de las personas. Aquí, el personalismo traiciona su descendencia del padre de la moderna filosofía subjetivista, o sea, Descartes. La filosofía de este último también procede del sujeto, para ser precisos, del sujeto en su acto de pensar, del cogito: ‘Pienso, luego soy’.

El problema con el subjetivismo es que ignora o menosprecia la realidad objetiva, que es el ‘Ser’, como se le conoce técnicamente. La filosofía del Ser, en contraste, procede, pues es su punto de partida, del Ser.

El amor de los sentidos

Al identificar al amor con el amor experiencial, ignora el otro tipo principal de amor que, esencialmente, no es experiencial en absoluto; es decir, el amor como virtud (por ejemplo, el amor de la voluntad que se orienta al Bien objetivo). Y, sin embargo, es esta última forma de amor, con la cual toda seria ética del amor se preocupa: es esta forma de amor la que, cuando es elevada por la gracia para hacerse el amor sobrenatural de la Caridad, es el amor que Dios nos ordena y que es el único que será juzgado en el último día.

El amor en su aspecto epistemológico

Toma el amor de los sentidos como un principio epistemológico; en otras palabras, como una guía para conocer a la persona. Y, sin embargo, tal amor no es una guía apropiada para el conocimiento, pues El amor experiencial es difuso, en el sentido de que no revela con claridad su objeto– ese ‘valor’ de que nos habla Scheler. De hecho, no revela su naturaleza, ni su fuente: ¿la fuente de este valor o bondad que yo veo en la otra persona, reside en ella o, de hecho, sólo en mí mismo y en que sólo estoy ‘proyectando’ en ella, algo mío?

La facultad humana de conocer no es el amor de los sentidos, ni el de la voluntad, sino más bien el intelecto. Proclamar que el amor revela la naturaleza de una persona es, de hecho, dar al amor prioridad sobre el conocimiento. Pero lo contrario es, de hecho, cierto: debo conocer algo o a alguien, antes de amarle.

El amor, en su aspecto activo

Sostiene que la persona se determina a sí misma, como una persona, mediante el amor. Percibe a la persona, no como una sustancia, sino como un principio activo; no como un ser, sino como devenir. Pero esta teoría es contraria a la realidad, al prescindir de la sustancia y del Ser.

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El primer problema que criticamos en el personalismo de Scheler fue su subjetivismo. En la práctica, el subjetivismo es un problema esencial, sobreponiéndose a todos los demás. Los otros tres que hemos criticado son todos subjetivistas en sus fundamentos: es subjetivista preferir al amor como una experiencia al amor orientado al Bien objetivo, dar al amor prioridad por sobre el conocimiento, prescindir de la sustancia y del ser.

La Filosofía del Ser, en cambio, procede de la realidad objetiva, presenta una visión coherente y precisa de lo que es esa realidad y en este nuestro presente campo de interés, de lo que es la persona, su valor y lo que es el amor.

El Personalismo del Papa Juan Pablo II

El Papa está preocupado por dar al personalismo un fundamento en la fe y en Santo Tomás. A diferencia de Scheler, el Papa distingue entre el amor de los sentidos del ‘verdadero amor’ que somete nuestros sentidos al verdadero bien o valor de la otra persona percibido como un don de sí mismo. Se refiere aquí, por supuesto, al amor de la voluntad, la expresión definitiva que encuentra en el amor de Cristo, Quien se dio a Sí mismo, por nosotros, en la Cruz y nos anima a imitar este amor en el amor a nuestros hermanos. Además, acepta la definición tomista de persona como la ‘sustancia individual de naturaleza racional’.

Y, sin embargo, es innegable que el amor experiencial desempeña un rol importante en el personalismo del Papa, más notablemente en toda su visión del amor y unión marital. Sin duda, en el amor experiencial explícitamente se distancia del tomismo, declarando que Santo Tomás no habla de las ‘experiencias vividas por la persona’.

También debería decirse que el Papa típicamente no define en absoluto el amor en su larguísima encíclica Familiaris consortio, que se ocupa principalmente del amor. Sólo lo describe y eso, en términos de auto donación o, para ser más preciso, como la ‘auto donación total”. Cuando, en consecuencia, él habla de ‘amor’ en general y en el contexto del matrimonio en particular, es lógico concluir que típicamente entiende el amor en su sentido normal, vale decir, como amor experiencial, amor de los sentidos. No obstante, en cualquier caso, él entiende el amor, o sea, como lo entenderá el lector promedio, de manera que, en efecto, su doctrina del amor se remonta finalmente a una doctrina del amor experiencial.

Si el Papa no integra bien las doctrinas personalista y tomista en materia de amor, tampoco integra bien sus doctrinas sobre la persona. Frecuentemente habla del rol creativo del amor por la persona (tanto por uno mismo como por el otro), pero no explica qué quiere decir con este rol creativo: ¿es moral o metafísico? ¿Quiere decir, en otras palabras, que amando me hago persona, en el sentido moral, como una buena persona? ¿O quiere decir que, amando, me hago una persona, en el sentido metafísico, como una persona tout court [a secas]? No se nos da ninguna explicación.

Por consiguiente, se asume que entiende el concepto en su significado más obvio: el último, el sentido personalista, que ya hemos examinado previamente. Lo mismo es cierto para otros conceptos importantes para él, tales como el valor y la libertad. Éstos no están definidos y, por lo tanto, se asume que los entiende en su sentido más obvio: ‘valor’, entendido como el valor que atribuyo a las cosas; la ‘libertad’, como la libertad de hacer lo que quiero. Un sentido personalista, subjetivista, en ambos casos.

Vemos, en conclusión, que el Papa Juan Pablo II, aunque propenso a dar una base metafísica católica a su personalismo, en la práctica no lo consigue. La causa probablemente se encuentre en su visión personalista subyacente de la realidad.

En el análisis final, entonces, su personalismo difiere del de Scheler, como lo hemos delineado ya: aparte del postulado básico del personalismo (que un ser humano es una persona que debe ser tratada con amor y no una cosa); típicamente, el Papa

a) toma al amor como un punto de partida filosófico;
b) entiende el amor (al menos el marital) como un amor de los sentidos;
c) sostiene que el amor revela el valor de una persona y
d) sostiene que el amor hace de una persona, una persona.

En efecto, discrepa de Scheler esencialmente al sostener esta cuádruple posición, no explícita, sino implícitamente.

En la medida en que comparte el personalismo de Scheler, también cae víctima del error esencial de ese sistema que es el subjetivismo.

Este fue, sin duda, el error por el cual fue criticado por el maestro de su tesis doctoral, en Roma, probablemente el mayor teólogo tomista del siglo XX, el Padre Reginald Garrigou-Lagrange, OP.


- ¿Tiene el personalismo algún primer principio? Si es así, ¿cuál es? Consideraría como primer principio el ético mencionado más arriba: que el ser humano es una persona y no una cosa que debe ser tratado con amor. ¿Hay algo que el personalismo haga bien?

Claramente este primer principio es correcto, aunque es importante especificar de qué forma de amor estamos hablando. De hecho, la forma de amor relevante en este asunto es el último que mencioné antes, literalmente la virtud del amor, el amor de la voluntad: buscar el bien del otro, tener una actitud de buena voluntad hacia toda la especie humana.

- ¿Cómo contrastaría el personalismo con la antropología aristotélico-escolástica de Santo Tomás?

La antropología aristotélico-escolástica es parte de la Filosofía del Ser y, en cuanto tal, es de carácter objetivo. Percibe al hombre a la luz de su naturaleza, que es la naturaleza humana y de su fin último; del mismo modo, percibe su amor a la luz de esa misma naturaleza humana y a la luz del fin último del amor en cuestión. Por tanto, contrastaría esta antropología con la personalista diciendo que la anterior es objetiva y ésta, subjetiva.

- ¿También el personalismo tiene un contraste con la primitiva antropología platónico-patrística de los Padres? ¿y cómo?

A primera vista, el personalismo tiene más en común con esta temprana tradición que con la aristotélico-tomista, puesto que tanto para Platón como para San Agustín (el Padre de la Iglesia más influido por Platón), el amor y el corazón asumen una posición de gran prominencia. Recordamos la doctrina platónica del eros y la famosa frase de San Agustín: ‘Ama y haz lo que quieras’, Dilige et quod vis fac.

No obstante, cualquier similitud que pudiese haber entre el personalismo y su tradición están menos marcados que sus respectivas divergencias. Para Platón, así como para San Agustín, el amor está arraigado en la realidad objetiva. Para Platón, el amor (eros) es de dos tipos: el amor de los sentidos (el amor experiencial) y el amor a la Verdad. Su descripción, en el Simposio, del ascenso del alma hacia Dios, traza la transformación del amor inferior en el amor superior. En términos más generales, no está principalmente interesado en el sentir, sino en el querer (que es la razón por la cual el ascenso es también percibido como un proceso ascético) y en la Verdad (razón por la que llama el ascenso, una ‘dialéctica’). Para San Agustín, el corazón tiene su propia ley y lleva grabado, indeleblemente, sobre sí, las ‘Leyes del Bien’.

También vemos que tanto Platón como San Agustín se interesan, por sobre todo, en la transformación del amor terrenal en el amor a Dios: en el desapego de todo lo que es bueno y hermoso de este mundo, sean personas o cosas, para adherirse a la esencia inmutable y eterna de toda la bondad y belleza que es Dios. Con Platón, esta visión está relacionada con su primer principio metafísico de las ‘Ideas’, con San Agustín se relaciona con su profunda fe y santidad.
Por supuesto, el Papa Juan Pablo II, como católico, Papa y hombre de Dios, comparte esta visión, pero estamos hablando aquí de él como un personalista y el personalismo está preocupado, en primera instancia, de la ética interpersonal.
- El Papa Juan Pablo II y otros filósofos personalistas se vieron profundamente afectados por los totalitarismos rivales del siglo XX, principalmente el nazismo y el comunismo soviético. ¿Piensa usted que su filosofía personalista fue, de alguna manera, una sobrerreacción a la naturaleza brutalmente despersonalizadora de estas ideologías ateas y estatistas?

Esto es correcto con toda seguridad. El comunismo marxista, por supuesto, no ve al ser humano como persona, sino como un ‘individuo’ carente de valor en sí y los regímenes totalitarios en general ven al hombre como un objeto. El personalista Dietrich von Hildebrand estaba entre los más conspicuos opositores a Hitler y el Papa Juan Pablo II sufrió bajo el comunismo soviético. El trasfondo totalitario del siglo pasado era y es una invitación para que todos meditemos seriamente sobre el amor y la dignidad humana, como sin duda lo es el totalitarismo que estamos presenciando en la China de hoy y en la Unión Europea, conducida por los masones, con su visión del hombre como un objeto y su promoción de la impureza y la carnicería de los nonatos a escala masiva.

Sin embargo, no es necesario elaborar ninguna nueva teoría filosófica para entender tales cosas. La fe, junto con la teología, la patrística y la filosofía perenne, nos proporcionan la más profunda comprensión que hay del hombre, su dignidad y su amor.

- Respecto de la llamada Teología del Cuerpo (TDC), ¿fluye lógicamente del personalismo y cómo fluye?

Podríamos notar, en primer lugar, dónde se encuentran los escritos del Papa sobre el personalismo y la TDC. El primero puede ser encontrado particularmente en sus publicaciones previas a su elección al papado (por ejemplo, en ‘La Persona en Acción’ y en ‘Persona y Responsabilidad’) y esta última en sus discursos del Ángelus, de 1979 a 1984, aunque ambas doctrinas caracterizan generalmente su Magisterio auténtico, así como en el Nuevo Catecismo.

Teología del Cuerpo es el nombre dado al sistema de ética sexual del Papa. Su ética sexual debe ser vista como parte de su ética marital que, a su vez, es parte de su ética personal, que es el ‘personalismo’. Vemos entonces que la Teología del Cuerpo y la ética marital, en la que está situada, son sistemas personalistas de pensamiento.

Como los sistemas personalistas de pensamiento, la ética sexual y marital del papa tienen al amor como su principio formal. En otras palabras, el amor sexual es lo que determina su ética sexual y el amor marital es lo que determina su ética marital. En Familiaris Consortio (Nº 11), describe estas dos formas de amor, respectivamente, (junto con su relación de una con la otra) como: ‘una auto donación corporal completa, la señal y fruto de una auto donación personal completa’.

- ¿Qué características de la TDC están más en contraste con la tradición católica, filosófica y teológica?

Permítame presentar diez de esas características. Para más características y detalles, refiero al lector a mi libro ‘Family under Attack’ [La Familia Atacada] y el ensayo posterior ‘The Church and Asmodeus’ [La Iglesia y Asmodeo], en el sitio ‘Rorate Caeli’.

* La primera característica de la TDC (y del sistema marital al que pertenece), que contrasta con la Tradición Católica que hace del amor su principio formal: enseña que el amor determina la ética. La Tradición supone, por el contrario, que es la ética la que determina el amor. La realidad objetiva de la naturaleza y la sexualidad humanas, con sus finalidades como están expresadas en la Ley Natural determinan la forma cómo el hombre debería amar. Esto se expresa en términos escolásticos, diciendo que el conocimiento es lógicamente previo al amor: el conocimiento de la realidad objetiva, de la Verdad, nos indica qué amar y cómo amarlo.

* Un segundo rasgo de la TDC (y su ética marital) que contrasta con la Tradición es que trata característicamente al amor de los cónyuges en solitario, con exclusión del amor que existe entre padres e hijos.

* Otro problema es el del (los) fin(es) del matrimonio. Dado que la ética sexual y marital del Papa son una ética del amor, el amor entre los cónyuges se convierte en la única finalidad del matrimonio y la sexualidad. Sin embargo, esto excluye la finalidad para la cual el matrimonio y la sexualidad han sido orientados por el Creador, léase la procreación. En términos escolásticos, el finis operandi (la meta del que trabaja) desaloja o al menos oscurece el finis operis (el propósito de la obra). Para ser consecuente, el Papa describió el acto conyugal como esencialmente un acto del amor, ‘con la posibilidad… de la procreación’ (Persona y Comunidad, capítulo 19). De esta forma, la TDC entra en conflicto con la doctrina de la Iglesia respecto del orden de los fines del matrimonio. Esta enseñanza sostiene que el fin primero del matrimonio es la procreación (y educación) de los hijos y que el segundo es el amor entre los cónyuges. El Papa Pío XII definió la doctrina tradicional y condenó explícitamente la inversión de los fines del matrimonio, tanto en De Finibus Matrimonii, de 1944, como en el ‘Discurso a las Matronas’, de 1951. En la primera, rechaza la teoría de que ‘el mutuo amor y la unión de los esposos deberían ser desarrollados y perfeccionados por la auto entrega corporal y espiritual’, en el segundo, agrega que ‘tales ideas y actitudes contradicen clara, profunda y seriamente el pensamiento cristiano’. La visión condenada por el Papa Pío XII, así como tantas posturas heterodoxas, posteriormente fueron contrabandeadas en el Magisterio, de modo oblicuo, mediante el Concilio Vaticano II. Después entró en el Código de Derecho Canónico, en el Nuevo Catecismo y en varias encíclicas, encontrando su forma más burda, a la fecha, en Amoris Lætitia. Esta visión ha sido promovida y popularizada ampliamente por la TDC.
Si el amor entre los esposos es considerado el único fin del matrimonio y de la sexualidad y se ignora el fin procreativo, entonces ambos cónyuges deben ser puestos al mismo nivel, en pie de igualdad, en el matrimonio. Vemos que el Papa mantiene esta posición, por ejemplo, en Familiaris Consortio. Esto contradice la perenne doctrina de la Iglesia, de que el marido es la cabeza de su mujer y de la familia.

Otra característica de la TDC (y del sistema marital al que pertenece), que se opone a la tradición católica es el tipo de amor que es; es decir, el amor personalista de la ‘auto donación total’. La Tradición católica no ve el amor marital y sexual de ese modo. Por el contrario, ve al amor marital como un amor de la voluntad, más particularmente como un amor de amistad y de compañía, que implica la mutua asistencia al punto del sacrificio personal que característica pero no esencialmente abarca el amor sexual. La Tradición católica ve este último amor como un amor de los sentidos, desordenado por el Pecado Original, que, en consecuencia, debe ser moderado por, y en cuanto sea posible, el amor de la voluntad. Ambas formas de amor deben ser elevadas por los cristianos, con la ayuda de la gracia, al amor sobrenatural de la caridad. Hay dos razones por las que la tradición no puede considerar el amor marital o sexual como una total auto entrega, en el sentido propio del término. La primera es metafísica y reside en la incomunicabilidad de la persona humana: es imposible que la persona humana se dé a sí misma a otra; la segunda razón es moral y reside en el Mandamiento de amar a Dios en un sentido total, o sea, con todo el corazón, con toda el alma, etc., pero al prójimo sólo en un grado menor, vale decir, como a uno mismo.

Alguien podría, por supuesto, replicar (al menos en el caso del amor marital, en general) que los esposos deberían amarse entre sí con un amor totalmente sacrificado, según la sentencia de Nuestro Señor: ‘Amaos unos a otros, como Yo os he amado’, y que esto, por cierto, está en concordancia tanto con la Tradición, como con la teología del Papa. No obstante, no se puede decir que un amor tan completamente sacrificado encuentre su expresión en un acto radicalmente sensual como lo es el acto de la unión conyugal. La clase de acto que es ‘señal y fruto’ de un amor completamente sacrificado, de una vida de auto entrega total, debe ser algo del orden del martirio.

Hay otra razón por la cual la Tradición no puede considerar al amor sexual, en particular, como una total entrega de sí y esa es que el amor sexual implica no sólo dar, sino también tomar: tomar la posesión del otro y el recibir el placer- sin el cual el acto del amor sería indudablemente imposible.

El amor de la auto entrega total es inadecuado como principio formal de la ética sexual y marital, porque es muy amplio en su campo, permitiendo, por ejemplo, la anticoncepción, así como las relaciones entre parejas no casadas o del mismo sexo. El Papa entiende la totalidad del amor como excluyendo la anticoncepción, pero claramente no puede excluir todos los demás pecados de impureza, tales como la cohabitación extramarital. Para demostrar que todos los actos contrarios al Sexto Mandamiento están errados es necesario acudir a doctrinas tales como la de la finalidad procreativa del matrimonio, la del vínculo matrimonial y la del sacramento.

Una consecuencia particular de considerar el amor marital y sexual como una ‘total auto entrega’ es divinizarlos, en el sentido de elevarlos al nivel del amor del hombre por Dios. Porque el amor de ‘auto entrega total’ es el amor que Nuestro Señor nos manda practicar para con Él, como lo acabamos de recordar e indudablemente es posible tener sólo para con Él. Luego, aquí el Papa, lisa y llanamente, amalgama dos tipos de amor que, según la Tradición, son completamente diferentes: el amor de los sentidos y el amor divino (aquí, en el sentido del amor del hombre hacia Dios).

Un efecto de idealizar el amor marital y sexual de esta forma es que ya no pueden ser vistos coherentemente como imperfectos en ningún sentido. Esto puede explicar el por qué el Papa desprecia la concupiscencia inherente al amor sexual, el desorden heredado del Pecado Original, a veces hablando de la ‘Inocencia Original’, como un estado al cual es posible retornar.

Su idealización del amor sexual y marital también explica cómo el Papa (en Familiaris Consortio y en el Nuevo Catecismo, por ejemplo) es capaz de poner los estados de casado y de celibato en el mismo nivel, en oposición con la Tradición de la Iglesia (ver Concilio de Trento, sesión 24, canon 10). Porque la Iglesia siempre enseñó que el estado del celibato es el único estado que permite, tanto al varón como a la mujer, amar con una entrega total de sí mismo, pero si el matrimonio ofreciese la misma entrega amorosa total, entonces las dos formas de vida pasarían a ser equivalentes (al menos en este sentido).

Hay otras dos formas en las cuales el Papa diviniza el amor de los esposos y que está en presentar el amor sexual como una expresión (o sea, es una imagen) del amor de Dios por el hombre (que es el Cristo por Su Iglesia) y como una expresión (imagen) del amor de Dios por Sí Mismo, al interior de la Santísima Trinidad.

Este tipo de acto humano puramente natural es, sin embargo, muy diferente del amor sobrenatural de Dios por el hombre, así como de Su amor por Sí Mismo, que se dice ser una expresión (o imagen) de tal acto. Además, debería decirse que la divinización de tales actos es completamente ajena al pensamiento católico.

La generación física, aunque en el nivel puramente natural promueve el mayor bien humano, es decir, la conservación de la especie humana, en el nivel sobrenatural pasa por la muerte, tanto física como espiritual (si la descendencia no renace con el bautismo y no termina su vida en estado de gracia). Por esta causa, San Gregorio de Nisa describe la Virginidad Consagrada como un triunfo sobre la muerte.

La divinización de tales actos indudablemente pertenece, no a la Iglesia Católica, sino, por el contrario, a la tradición gnóstica, manifiesta de modo particular en la tradición y el simbolismo masónicos. El fundamento para su divinización no es nada más profundo o edificante que la visión masónica de que el hombre es divino, lo que implica que el acto del hombre, en su vida, también debe ser divino.

Concluyamos estos comentarios sobre la TDC con una palabra acerca de su naturalismo y subjetivismo inherentes, en el cual sus errores fundamentales, teológicos y filosóficos, descansan respectivamente:

Naturalismo:

Al identificar el amor de total auto entrega, un amor del orden natural, como el principio formal de la ética marital y sexual, el papa efectivamente excluye el orden sobrenatural y los dones de la fe.

En su presentación de la TDC, como TDC, el Papa ignora gran parte de la doctrina marital de la Iglesia, tanto filosófica como teológica, como ya vimos, en los siguientes casos:

la naturaleza del amor entre los esposos,
el hecho de que abarca no solamente el amor entre los cónyuges, sino también su amor por los hijos;
el hecho de que está llamado convertirse en el amor sobrenatural de la caridad;
el vínculo espiritual del matrimonio;
el sacramento del matrimonio;
los fines del éste, en su orden tradicional, que son la procreación, la mutua asistencia y el remedio de la concupiscencia y su fuente en el Pecado Original;
el rol del varón como cabeza de la esposa y de la familia.

Otra importante doctrina de la Iglesia, estrechamente relacionada a la ética marital y sexual, que es ignorada, es la de la dignidad sobrenatural del hombre derivada de su ejercicio de la caridad. Vemos al Papa insistiendo, por contraste, en la dignidad puramente natural del hombre, tanto aquí como de manera más general, en el Nuevo Catecismo.

El naturalismo es, además, evidente no solo en el desprecio del orden sobrenatural, sino también en el intento de naturalizar las doctrinas sobrenaturales, notabilísimamente la de la Santísima Trinidad. Es en el naturalismo, entonces, que situamos el error teológico fundamental de la TDC.

De hecho, podríamos preguntarnos si esta atribución de las verdades de la teología trinitaria a la ética interhumana (respecto de la auto entrega total de las Personas Divinas y su constitución de su Personalidad)- no fueron el punto de partida para el personalismo del Papa en cuanto tal. La total auto donación y su constitución de personalidad son, indudablemente, dos de los axiomas de su personalismo, como lo hemos señalado en nuestra respuesta a la primera pregunta de más arriba. Estos dos elementos se hicieron particularmente evidentes en la TDC.

Subjetivismo

El sistema ético marital y sexual del Papa, siendo personalista, procede del sujeto; el amor es su principio formal: el amor al bien en lugar del conocimiento de lo verdadero; de este modo, se aparta de la realidad objetiva, es decir, en concreto, de la tradición filosófica y teológica: de las doctrinas enumeradas en la sección precedente. Absorbe en sí misma la doctrina de la Santísima Trinidad, en un sentido naturalizante, revirtiendo, en consecuencia, los roles de sirvienta y de ama, propios de la filosofía y de la teología, respectivamente. Es esencialmente, un amor entre los esposos, más que un amor dirigido principalmente a los hijos; se caracteriza por la experiencia, también por la aprehensión del valor del otro y por la libertad los que, en ausencia de una definición, son entendidos en un sentido subjetivo. La TDC en particular, como una ética del amor sexual, se caracteriza por el placer; este amor ha sido divinizado. Todos los elementos enumerados en este párrafo son marcas propias del subjetivismo de la TDC, las cuales describiríamos como su error filosófico fundamental.

Mirando a la TDC en su contexto histórico, podríamos decir que apunta a trasponer elementos del amor del Mundo en un contexto católico para purificarlo; no obstante, el amor sigue siendo excesivamente mundano y de autoestima: algo que es esencialmente para los cónyuges un fin en sí mismo. Una actitud similar se ve en Humanæ Vitæ de Paulo VI, quien, mientras condena laudablemente la anticoncepción, habla explícitamente de una evaluación ‘personalista’ y ‘subjetiva’ del matrimonio, ofreciendo la “paternidad responsable’ como un nuevo ideal para las parejas como algo opuesto a la generosidad de los padres.

- ¿La TDC, como otras de las llamadas ‘teologías del caso genitivo’, no es propiamente una teología, en absoluto, porque no tiene a Dios como su finalidad? ¿Es demasiado antropocéntrica para incluso, ser considerada una ‘teología’?

El Papa usa el término ‘Teología del Cuerpo’, en primer lugar, porque entiende el cuerpo como una imagen de Dios. Aquí entra en conflicto con toda la Tradición Católica, que entiende al hombre como hecho a imagen y semejanza de Dios en vez de poseer un alma espiritual (ver, por ejemplo, la Summa de Santo Tomás I Q. 93). El cuerpo, por contraste, como todo lo creado, más bien debe ser visto como un vestigio de Dios, en su derivación del creador.

El Papa igualmente entiende la unión conyugal como una imagen de Dios. Por el contrario, Santo Tomás ve el gozo en la posesión de un bien compartido con una compañera (I Q. 39) (eminentemente verdadero acerca del amor marital) y la procreación misma (I Q. 93), solo como vestigios de la Santísima Trinidad.

Se puede concluir que la relación entre Dios y el cuerpo es demasiado remota como para justificar el término ‘Teología del Cuerpo’

- Muchos católicos declaran haber sido ayudados por la TDC, porque, por medio de ella, se apartaron de ciertos vicios o de erróneas visiones del mundo y comenzaron a llevar una vida católica. Algunos sostienen que la TDC les ayudó en su matrimonio. Estas personas, debería señalarse, estaban generalmente atrapadas en el vicio sexual y los errores asociados de la revolución sexual. ¿Qué diría a esa gente que está ofendida por su crítica a una cosa que ella considera útil?

No tengo la intención de ofender a nadie, ni de faltar a la piedad respecto del Santo Padre el Papa Juan Pablo II, un gran hombre, admirable en muchos sentidos. Gran parte de sus enseñanzas sobre el matrimonio y la sexualidad es simplemente una reiteración de la revelación católica y de la Ley Natural. Es tal enseñanza la que puede ayudar a la gente a superar verdaderamente los vicios, a vivir en castidad y a vivir virtuosamente el matrimonio católico.

En cuanto a que esta enseñanza va más allá o hasta contrasta con la Tradición Católica, he intentado criticarla solamente a la luz de la fe y la razón, sobrenatural y natural. Si la gente encuentra que una u otra de mis conclusiones es errónea, deberían dejarla a un lado, pero si está correcta, deberían aceptarla, porque Nuestro Señor vino para que conociésemos la Verdad, la Verdad que ‘nos hace libres’

- ¿Cómo respondería a la superficial acusación de que criticar a la TDC es ‘puritano’, ‘victoriano’ o ‘jansenista’?

Si la crítica a la TDC se hace a la luz de la fe católica, entonces es irrebatible. La Iglesia ya tiene un sistema de ética marital y sexual: vivido fielmente trae la felicidad y el gozo. Si alguien lo pone en duda, que intente vivirlo coherentemente. Es cierto que el personalista Dietrich von Hildebrand sostenía que la ética marital católica subestimaba el amor de los esposos, pero en el clima actual, lo que es más urgente e indudablemente lo más urgentemente requerido, desde mi punto de vista, es una comprensión de la realidad objetiva o el Ser: Dios y Su Voluntad como expresados en la creación y una vida que se conforme radicalmente a ellos.

- Si la TDC no es la cura a lo que aflige a los católicos que son atacados brutalmente por la actual cada vez peor revolución sexual, ¿cuál es esa cura?

La pureza y la castidad dentro del matrimonio, pero particularmente dentro la vida consagrada: un testigo, una luz que derramar en las tinieblas de un Mundo Caído.

Referencias:








Título original:

What’s Wrong with Personalism and ‘Theology of the Body’? An Interview with Don Pietro Leone by Brother André Marie, M.I.C.M


Traducción: Valinhos

lunes, 31 de agosto de 2020

NOTICIAS 31 de agosto de 2020

Misal defectuoso: Francisco abofetea a Benedicto XVI en su rostro



El Vaticano aprobó una nueva edición del misal vaticano que está llena de errores.

Contradiciendo al Evangelio y al texto latino original, el misal dice que el cáliz es “derramado por ustedes y por todos”, en lugar de la versión correcta “por muchos”.

Esto es una bofetada en la cara de Benedicto XVI, quien ordenó en el 2006 que se corrigiera este error. Sin embargo, Benedicto era todas palabras y ninguna acción. En consecuencia, los obispos anticatólicos simplemente le ignoraron.

Francisco vio el nuevo misal el viernes y lo aprobó. Según su deseo, también incluye una falsa traducción del Gloria y del Padre Nuestro, convirtiendo, en consecuencia, la nueva liturgia en una falsa liturgia.

domingo, 30 de agosto de 2020

UN JOVEN DE DIECISÉIS AÑOS ESCRIBE A MONSEÑOR VIGANÒ. LA CARTA Y LA RESPUESTA.


Monseñor Viganò

Estimado lector de Stilum curiae: Mons. Carlo Maria Viganò nos envió una breve y conmovedora carta de un chico de dieciséis años que vive en Italia, en la provincia de Milán. La carta, de la que hemos visto una fotografía, está escrita a mano. A continuación tienes el texto y su respuesta. Disfrutad de la lectura. 

Marco Tosatti

§§§


Julio de 2020

Reverendísima Excelencia,


Mi nombre es M. Vivo en la provincia y diócesis de Milán. Nací en 2004.

Es un honor para mí conocerlo, aunque sea por correspondencia. Escribo esta carta en primer lugar para felicitarles y animarles a seguir "haciendo oír su voz" para ayudarnos a comprender el verdadero espíritu católico, con su doctrina íntegra.

Quizás usted, querido monseñor, se sorprenda de que un joven de mi edad, nacido en medio del período postconciliar, tenga en el corazón la Tradición bimilenaria de la Santa Madre Iglesia. En realidad, son precisamente los jóvenes los que deberían amar y redescubrir la Tradición y la Santa Misa Tridentina, especialmente después del Motu Proprio de Benedicto XVI; pero la realidad es otra: muchos dicen que demasiados jóvenes no entienden estas cosas ... ¡no es cierto! La verdad es, simplemente, que tienen otros intereses y carecen de un temor saludable a Dios.

El tercer secreto de Fátima ha sido encubierto, pero Nuestra Señora ha prometido que al final, su Inmaculado Corazón triunfará.

Como le dije, nací en la era postconciliar, cuando Wojtyla estuvo un tiempo enfermo ya al final de sus días. Luego estuvo Benedicto XVI y finalmente Bergoglio que trastornó el poco catolicismo que sobrevivió al Concilio. Nadie ha hecho tanto daño como Bergoglio ...

Esperamos el triunfo de los Sagrados Corazones de Jesús y María, seguros de que si todo esto sucede y Dios no interviene es porque de ello derivará un bien mayor, que nos resulta incomprensible. Pero, mientras tanto, ¿qué podemos hacer? 

Le saludo con cariño. Y gracias por su respuesta.

Le pido humildemente que me dé su bendición episcopal y que rece por mí.

¡Alabado sea Jesucristo!

Firmado: M.

***

30 julio 2020

Queridísimo M:

Recibí tu carta, que realmente me impresionó. Revela una personalidad fuerte y aún más una claridad de ideas que muchos adultos, y entre ellos muchos clérigos y prelados, no tienen.

Has captado, con unas cuantas pinceladas, el meollo del problema: la crisis que hoy aqueja a la Iglesia se debe al olvido del santo Temor de Dios que, como enseña el salmista, constituye el primer paso de la sabiduría. Initium sapientiae timor Domini. Es un verso del Salmo 110 que hasta el Concilio escuchábamos los domingos, en nuestras iglesias, al canto de las Vísperas.

El santo Temor de Dios, como seguro que sabes, es uno de los Siete Dones del Paráclito, gracias al cual los fieles viven y actúan constantemente, considerándose bajo la mirada del Señor, y tratan de agradarle más que al mundo, como un niño que quiere corresponder al amor de su padre, más que como el sujeto que no quiere ser sorprendido infringiendo la ley. Es la conciencia de la suprema grandeza del Todopoderoso, de Su autoridad, de Su infinita Majestad: y de nuestra pequeñez, de nuestro deber de arrodillarnos ante Él, de la obediencia que le debemos.

Quien tiene el Temor de Dios sólo en Él tiene su agrado, y no piensa en cambiar de doctrina o de moral para agradar a los hombres, ni se atreve a manipular la liturgia de la Iglesia, anulando lo que en ella recuerda la divina Majestad del Señor de los ejércitos, sino que la guarda con veneración, porque en el altar se repite, en forma incruenta, el Santo Sacrificio que, en la Cruz, mereció la Redención. Quien tiene el Temor de Dios tiembla ante la idea del escándalo que puede causar a las almas que le han sido confiadas; y por cuyo amor ha derramado su sangre Nuestro Señor. Quien tiene el Temor de Dios se horroriza ante la idea de poder ofenderlo, colocando a los dioses del pueblo junto a él, en nombre del diálogo.

Y lo que dices es cierto: si todo esto sucede y Dios no interviene es porque de ello deriva un bien mayor que nos resulta incomprensible . En realidad parece que el Señor nos está abandonando a nosotros mismos, pero justo en el momento en que el error parece abrumar la verdad, cuando parece que todo está perdido y que los Pastores han huido, abandonando el rebaño a merced de los lobos rapaces, y la moral pública exalta el vicio y condena la virtud, entonces surgen almas enamoradas de Dios que, con su vida, con el ejemplo silencioso de las buenas obras, con la oración y el sacrificio, refrenan la ira divina e imploran al Cielo nuevas gracias, nuevas bendiciones, nuevos milagros impensables de los que sólo el Todopoderoso es capaz.

Me preguntas qué podemos hacer, mientras esperamos el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María: podemos y debemos cultivar el santo Temor de Dios, vivir en su Presencia, saborear el milagro inefable con el que nuestra alma, iluminada por la Verdad e inflamada por la Caridad, se convierte en el templo del Espíritu Santo y en el tabernáculo en el que la Santísima Trinidad se digna colocar su propia morada. De la vida en estado de Gracia el alma obtiene el alimento esencial para crecer en santidad, y cuanto más crece en santidad, más se ajusta su acción a la voluntad de Dios.

Ésta es la esperanza que debes tener, en la certeza de que este fuego sagrado que llevas en el corazón pueda iluminar a tus amigos e inflamarlos con el amor de Dios y del prójimo. Ante el milagro de las almas jóvenes, ardiendo de caridad, hasta los corazones viejos y endurecidos de muchos fieles y no pocos clérigos, serán conmovidos por la Gracia, y volverán a arrodillarse, con temor y temblor, quitándose los zapatos y tapándose el rostro como lo hizo Moisés ante la Majestad del Dios escondido en la zarza ardiente.

Que mi bendición paterna llegue a ti y a tu familia, querido M.

Con todo mi corazón:

+ Carlo Maria Viganò, arzobispo

sábado, 29 de agosto de 2020

Siete años al servicio de la Verdad



Hoy, 29 de agosto, memoria del martirio (en defensa de la verdad) de san Juan Bautista, se cumplen siete años del nacimiento de esta página “Adelante la Fe”. 

No fue casualidad sino providencial la fecha de la fundación: nuestra página nace y vive para defender la Verdad con mayúscula que es la doctrina católica desde una fidelidad profunda a la tradición de la Iglesia

Hoy, siete años después, nuestra página es un referente fuerte para lectores cristianos de España y de Hispanoamérica, a través de las miles de entradas publicadas por sus 60 autores y 8 blogs alojados en la web. Autores entre los que figuran sacerdotes, laicos, religiosos y tres obispos. 

Nuestra página no recibe ingreso alguno por publicidad y mantiene así una exquisita independencia al estar libre de hipotecas, a la par que tampoco tiene nadie en nómina pues los que trabajan por sacar adelante la página lo hacen por amor a Dios y a la Verdad que es Cristo mismo. 

Debe anotarse también en este feliz aniversario que nuestra página ha organizado en estos años tres actos públicos (en Sevilla y en Fatima) de notable éxito en la convocatoria, invitando a dos de nuestros autores más distinguidos: Monseñor Schneider y el doctor Roberto de Mattei. 

Y se añade la labor silenciosa de nuestro consultorio personal (moral y espiritual) para atender, desde la confidencialidad, por medio de tres sacerdotes, a tantas almas que viven hoy con perplejidad y temor todo lo que sucede en el mundo y la Iglesia. 

Damos gracias a Dios por estos siete años y nos ponemos bajo el amparo de la Santísima Virgen María para que esta página sea siempre fiel a su carisma fundacional: defender la Verdad para el bien de las almas y para Gloria de Dios.

Las barbaridades del informe socialista que el PP apoyó para promover el aborto en Polonia



En España hay personas que siguen votando al Partido Popular creyendo que es un “voto útil” frente a la izquierda. La pregunta es: ¿útil para qué y para quiénes?



Un informe cuyo ponente promovió una ley que lesionó la igualdad ante la ley en España

Leyendo el Visegrád Post me he encontrado con una noticia publicada anteayer sobre la ofensiva ideológica del Parlamento Europeo contra Hungría y Polonia. El artículo se refiere a un informe cuyo ponente es el socialista español Juan Fernando López Aguilar, famoso por haber promovido en España la Ley de Violencia de Género que estableció penas desiguales en función del sexo del agresor, lesionando el derecho a la igualdad ante la ley amparado por el Artículo 14 de la Constitución.

El creador del informe pertenece al partido que liquidó la separación de poderes en España

El informe de López Aguilar (se puede leer aquí) es como una causa general contra Polonia por salirse del redil del pensamiento único progresista. La excusa del informe es la reforma de la Justicia, una reforma sobre la que se han dicho muchas falsedades y de la que ya os hablé aquí. Es irónico que el autor de un informe que critica la supuesta falta de independencia de la Justicia en Polonia sea un conocido dirigente del PSOE, el partido que liquidó la separación de poderes en España en la década de 1980, en un asalto al Consejo General del Poder Judicial y al Tribunal Constitucional.

Dando lecciones de democracia a Polonia desde un partido que gobierna con comunistas

Es también irónico que ese informe hable también de la situación de los medios de comunicación en Polonia, sólo unos meses después de la aprobación en España por el Gobierno del PSOE de una ley que permite cerrar webs sin una orden judicial, con las ambiguas excusas de combatir la “desinformación” y “garantizar la seguridad pública y la defensa nacional”. Como es habitual, la izquierda más liberticida de Europa, que ahora gobierna en España con comunistas que apoyan a dictaduras como CubaVenezuela y Bielorrusia-, se atreve a dar lecciones de democracia a Polonia.

El informe critica que Polonia restringiese una infame legislación abortista

El informe de López Aguilar es lo bastante largo e impresentable como para dedicarle varias entradas. En esta ocasión quiero centrarme en la parte más infame de ese informe: la que critica a Polonia por considerar medidas restrictivas del aborto. Hay que recordar que los nazis impusieron el aborto en Polonia en 1939 en un intento nada disimulado de conseguir que dejasen de nacer niños polacos. Fue parte del genocidio que esos totalitarios pusieron en marcha para exterminar a los polacos, tanto a los judíos como a los católicos. La dictadura comunista continuó la labor iniciada por los nazis en ese país, instaurando una legislación que permitía matar a los hijos por nacer, imponiendo en Polonia las normas de desprotección de la vida prenatal que ya había en otros regímenes comunistas.

Un ataque a la soberanía nacional de Polonia para que desproteja a sus hijos por nacer

Con la caída del comunismo y el regreso de la democracia, Polonia apostó por normas restrictivas del aborto que han ido reduciendo esa lacra en el país desde 1990, de tal forma que el número de abortos ha caído drásticamente en el país. Algo parecido, por cierto, ha ocurrido en Hungría, lo que tal vez explica que ambos países, históricamente hermanados, sean ahora el blanco de las iras del progresismo.

En concreto, el informe del socialista López Aguilar ha pedido al Parlamento polaco “que se abstenga de ulteriores intentos de restringir la salud y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres”, unos cínicos eufemismos con el que las organizaciones abortistas disfrazan la eliminación violenta de los hijos por nacer en el vientre materno. Además de menospreciar la soberanía nacional de Polonia, como si fuese una colonia de Bruselas en vez de un país independiente, el informe pretende que Polonia desproteja a los más pequeños, inocentes e indefensos como ya ocurrió cuando la Alemania nazi y la URSS se adueñaron de ese país.

El informe se inventa un inexistente derecho humano al aborto

El informe socialista también afirma que la legislación polaca supone “una forma de violencia contra las mujeres y las niñas”, una acusación brutalmente cínica, puesto que el aborto es precisamente una forma brutal de violencia que tiene como víctimas a multitud de niñas por nacer. Además, el informe critica a Polonia por defender el derecho a la objeción de conciencia del personal médico frente al aborto, y lamenta que desde 1996 los médicos polacos que se acogen a ese derecho dejasen de estar obligados legalmente a remitir a las madres a un sitio donde deshacerse de sus hijos por nacer.

López Aguilar llega a su extremo más mendaz cuando afirma que las “leyes restrictivas en materia de aborto y la falta de aplicación violan los derechos humanos de las mujeres”. Es decir, que defiende el aborto apelando a los derechos humanos, cuando el aborto es precisamente la violación del más elemental de esos derechos: el derecho a la vida. Este derecho figura en el Artículo 3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en la que no aparece ningún derecho a matar a los hijos por nacer.

VOX votó en contra: el PP español votó junto a la extrema izquierda

El informe de López Aguilar fue adoptado por el Parlamento Europeo el 16 de julio. En la página de votación del informe se observa quiénes han apoyado ese infame texto en la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior del Parlamento Europeo. Sólo dos miembros del Partido Popular Europeo votaron en contra, y los dos fueron húngaros: Lívia Járóka y Balázs Hidvéghi, eurodiputados del Fidesz, el partido que gobierna en Hungría. También votó en contra todo el grupo conservador (ECR). El único miembro español de esa comisión que votó contra el informe fue Jorge Buxadé, de Vox. Una vez más, me alegro de haber votado a ese partido.

Significativamente, el representante del Partido Popular español en la comisión, Javier Zarzalejos, votó a favor del informe socialista. Votó lo mismo que la comunista española Sira Rego, la representante de la coalición de extrema izquierda Unidas Podemos en esa comisión. Una vez más, el PP ha demostrado que su voto ya sólo es útil para que la izquierda siga imponiendo sus tesis ideológicas en Europa, incluso a costa de la vida de los más débiles: los niños por nacer.

Elentir