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martes, 28 de abril de 2020

NOTICIAS VARIAS 28 de abril de 2020


SPECOLA

Selección por José Martí

La Misa es una actividad esencial (P. Hugo Valdemar)



Duración 5:10 minutos

Cuando Jesús fue tentado, rechazó convertir las piedras en panes para saciar su hambre después de un prolongado ayuno, y respondió tajante al demonio: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que viene de Dios”, así mismo afirmó: “el que me coma vivirá por mí”, y en otra parte: “el que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, yo lo resucitaré el último día”. Para los creyentes, participar de la eucaristía y recibir en ella el cuerpo y la sangre del Señor no es cosa secundaria, no puede quedar supeditada al cuidado de la sola salud corporal, porque sobre ella está la salud del alma y la vida eterna. Esto, hasta ahora, siempre lo tuvo muy claro la Iglesia que está para la salvación de las almas y no para el cuidado de la salud del cuerpo; lo cual no supone la irresponsabilidad en el propio cuidado y en el de los demás, pero nunca supeditando al bien temporal los bienes eternos.Hace unos días, un grupo de laicos escribió una valiente y respetuosa carta a los señores obispos pidiendo que reconsideren las drásticas medidas que privan al pueblo de Dios del bien fundamental de la misa y el sacramento de la confesión. A continuación, presento sus argumentos que son sensatos, válidos y merecen ser tomados en cuenta.
El gobierno de nuestro país dispuso que ciertas “actividades esenciales” funcionen para la población, es así que hoy vemos abiertas: tiendas de alimentos, farmacias, gasolineras, transporte público, algunas industrias, bancos e instituciones financieras, etc. Los responsables de dichos ámbitos, conscientes del reto que implica mantener sus servicios en operación, han implementado todo tipo de medidas creativas para disminuir el riesgo de contagio. ¿Por qué la Iglesia Católica no hace lo mismo? ¿Acaso no se consideran los Sacramentos “actividades esenciales” para los fieles? La gente inevitablemente tendrá que seguir saliendo por comida, medicina, gasolina, e inclusive al banco. ¿Por qué entonces se niega el alimento espiritual que constituyen los Sacramentos? 
 
Y es que además de la consideración por la salud espiritual y eterna de las almas, que es sin duda lo más importante y la ley suprema de la Iglesia, también creemos que el mensaje que se está enviando actualmente a la comunidad puede ser contraproducente, podría parecer que: La Eucaristía y los Sacramentos son algo accesorio y no esencial. Que da lo mismo ver la Santa Misa en televisión que asistir a ella. Que la confesión sacramental no es tan necesaria pues Dios nos puede perdonar en lo privado. Que la comunión sacramental y la espiritual tienen el mismo provecho, y por lo tanto hacer parecer a la Eucaristía como un mero símbolo espiritual y no como a Jesús en su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. 
 
Ojalá nuestros obispos sean sensibles a la salud espiritual, al hombre y sed de Dios de nuestro pueblo cristiano que sin la eucaristía no puede vivir.
 P. Hugo Valdemar

lunes, 27 de abril de 2020

Coronavirus: Sacerdote impidió muerte en soledad



El sacerdote dominico Patrick Hyde, capellán en la Universidad Indiana situada en Bloomington, le dio el 21 de abril la Unción de los Enfermos a una persona que estaba muriendo a causa del coronavirus.

Hyde escribió en Twitter.com que la persona reconoció su voz, se llenó de alegría y dijo:

“Padre, estoy tan contento de que usted esté aquí. Ahora me puedo ir en paz”.

NOTICIAS VARIAS 27 de abril de 2020

 
IL SETTIMO CIELO

"Ser o no ser". La principal cuestión de las misas televisadas

ADELANTE LA FE 


¿Una vacuna contra el COVID-19 desarrollada en células de bebés abortados? 

Crisis pandémica: La ausencia de la Iglesia católica. El abandono del deber por la jerarquía

THE WANDERER 

Dos pestes, dos iglesias, dos fragancias 

INFOCATÓLICA 

Los obispos de EE.UU y Canadá consagrarán sus naciones a la Virgen María 

La Junta de Andalucía pretende que se prohíba dar la comunión en las Misas

INFOVATICANA

La gran pandemia mundial es el aborto legal, denuncia un obispo italiano 


Nuevo cambio de fecha del Día del Seminario: se traslada al 8 de diciembre


Selección por José Martí

domingo, 26 de abril de 2020

LA DESESCALADA (Padre Santiago Martín)


Duración 11:16 minutos

Quemar las naves (I) Poesía del P.[Marcelo Javier Navarro]




Duración 2:48 minutos

En puerto de mis trabajos las naves quiero en el fuego consumirse totalmente y el viento lleve los restos. No quiero volver los ojos a la orilla y ver la barca esperando mi regreso. No quiero tener en anclas la tentación y el deseo. No quiero tener el alma pronta para mal regreso. Quiero que se quede libre siempre hacia Horizontes Nuevos: ¡Siempre mirar adelante! ¡Siempre los ojos al Cielo! ¡Nunca atrás, siempre adelante! ¡Nunca tierra! ¡Siempre Cielo! ¡Siempre un amor sobrehumano! ¡Nunca, nunca amor terreno! Que haya lágrima en los ojos pero no escoria en el cuerpo, para limpiar mis pecados, no para volverlos nuevos. ¡Quemar las naves y basta pues en la entrega está el premio! Quiero calentarme al fuego que mis naves hoy consume; quiero palpar la certeza en las cenizas, que es cierto, que se han quemado mis naves y que vivo porque he muerto. Esta empresa Sangre lleva, lleva Sangre Redentora, busca en la Sangre la hora de quedar purificado. Partir de todo y dejar atrás tantas cosas buenas ¡es alegría, no es pena! Pues el que las naves quema no vuelve mares atrás porque ha destrozado velas. Llegar y no quemar naves es dejar la puerta abierta a desandar horizontes de otra tierra, siempre vieja. Es volver a usar las velas, las mismas que nos trajeron por estas grandes empresas y que otros vientos nos vuelvan a otra tierra, nunca nueva. No quemar las naves es darle las velas al viento y hacer de nosotros tales indignos de todo intento. No quemar las naves es, estar vivo y estar muerto. No estar muerto y estar vivo que eso, eso sí que es otro cuento: el haberse muerto al mundo y estar vivo para el Cielo. No quemar las naves es gran miseria y gran tormento y tentación permanente: la de alejarse del Puerto. No quemar las naves es estar vivo y estar muerto. Es veleidad, es locura, es temeridad, es viento, es tristeza, es amargura, es vanidad, es tormento. Es la Nada, es la miseria, es el llanto, es cautiverio. Es sequedad en el mar, es la sal de los que han vuelto los ojos hacia el pasado por no creer en el Cielo. No quemar las naves es no ser y no querer serlo. Es la peor desolación y el peor remordimiento. ¡No quemar las naves es NUNCA HABER LLEGADO A PUERTO! (P. Marcelo Javier Navarro, IVE)

Homilía del padre Santiago Martín, Domingo, 26 de abril de 2020

 

Duración 18:25 minutos

El buen pastor (padre Santiago González)


Duración 18:41 minutos

Domingo del Buen Pastor: Nuestro Señor Jesucristo es el buen pastor que da su vida por sus ovejas; reflexionamos hoy sobre la Redención de Cristo en la Cruz y sobre la Divina Providencia, a la par que constatamos la ausencia de sentido de pecado en nuestras conciencias y el peligro que ello supone para nuestra salvación.

sábado, 25 de abril de 2020

A favor y en contra de la Misa en TV. Una carta desde el Reino Unido


 
> Todos los artículos de Settimo Cielo en español

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El grito de alarma elevado por el papa Francisco contra el peligro que las Misas “virtuales”, transmitidas por televisión en este tiempo de pandemia, sustituyan a las Misas reales y abran el camino a una Iglesia “gnóstica” ya no más con la presencia del pueblo y con los sacramentos, verdadero Cuerpo de Cristo, ha animado aún más una discusión ya en curso:

> El Papa contra las Misas por televisión: “Ésta no es la Iglesia”

Una prueba de ello es la carta reproducida a continuación, proveniente del Reino Unido.

Los cinco casos que el autor de la carta examina, en realidad – a diferencia de lo que él escribe -, confirman no la equivalencia sino el primado absoluto que tiene la participación viva y real de la Misa, también en los contextos más difíciles, respecto a cualquier otra visibilidad mediata.

Y también las consideraciones de David Critchley sobre la “oportunidad misionera” que las Misas transmitidas electrónicamente podrían ofrecer tienen sentido precisamente en cuanto a la celebración real de la Eucaristía.

Inadvertidamente, quizás, han atestiguado el carácter insustituible de la Eucaristía viva y real como “culmen et fons” de la vida de la Iglesia también los que se han batido, en el último sínodo, por la ordenación de hombres casados, para asegurar a través de ellos la celebración de la Misa en las zonas más apartadas de la Amazonia. Ninguno de esos padres sinodales jamás salió a hablar de hacer llegar la Misa por vía electrónica a esos lugares remotos.

El motivo era que a ellos les importaba únicamente la ordenación de varones casados, no sólo en la Amazonia sino en todos lados.

Pero la Providencia se vale muchas veces de caminos torcidos para avanzar derecho.

*

Estimado doctor Magister,

Gracias por el post ”El Papa contra las Misas por televisión”: reflexivo y provocativo como siempre, esta vez con la contribución del Santo Padre.

Tengo el temor que estemos descuidando la oportunidad misionera que nos ofrecen las Misas online. En los años pasados pienso que algunas iglesias ya habían transmitido las Misas en vivo simplemente porque la tecnología estaba disponible y “¿por qué no? ¡Probemos! Quizás los obligados a guardar cama lo apreciarán”. Pero no hubo ninguna reflexión más profunda sobre la cuestión. Ahora estamos animados a pensar la cosa más en profundidad.

Ante todo, pienso que las Misas transmitidas electrónicamente no representan un gran paso atrás respecto a la tradición. Consideremos estos casos:

1. Un sacerdote obtiene el permiso para celebrar Misa en una prisión para criminales violentos. El director de la prisión le dice que los prisioneros son tan violentos e imprevisibles que no se los pueden reunir en una capilla. La Misa se celebrará entonces en el atrio de la prisión y los prisioneros estarán presentes a través de las ventanas de sus celdas.

2. Un rey o un gran dignatario asiste a Misa en tiempos anteriores a 1790. Se sienta en un banco reservado, blindado del resto de la iglesia y observa la Misa a través de la reja.

3. Un paciente en el histórico Hôtel Dieu de Beaune, en Borgoña [ver foto], asiste a Misa, hace algunos siglos. El altar está al fondo del dormitorio y los enfermos, la mayor parte, lo ven desde sus camas o cubículos.

No pienso que alguna de estas tres situaciones sea significativamente diferente de la asistencia a una Misa transmitida vía electrónica.

Pero he aquí un caso más difícil.

4. Un fiel católico, que cuando está en casa va a Misa todos los días, viaja al exterior. El domingo tiene la posibilidad de elegir si asiste a la Misa transmitida online desde la iglesia de su país, o bien identificar una iglesia en los alrededores, encontrar la calle para llegar a ella y escuchar allí Misa en un idioma diferente al suyo, o quizás descubrir que ha recibido del hotel un horario equivocado de la Misa. Para mí no es tan obvio que deba optar por una iglesia del lugar.

O bien puede darse este otro caso.

5. Una iglesia católica de una zona rural ofrece una Misa el domingo y una sola Misa en el resto de la semana. No hay otras iglesias católicas en las cercanías. Durante los otros días de la semana, entonces, un católico de la zona tiene en la práctica que decidir entre asistir a una Misa diaria online o quedarse sin Misa, dado que no puede pasar todo el tiempo viajando. ¿Deberíamos decir: ninguna Misa?

Y todavía no hemos comenzado a pensar en el rol de las Misas online en la evangelización. ¿No debemos quizás animar a los que piensan hacerse católicos a asistir regularmente a una Misa online? ¿Quizás no hay personas a las que jamás se habrá visto entrar a una iglesia católica, pero que podrían sentirse estimuladas a mirar una Misa online? Hay personas que podrían ver una Misa online y después decir: “Mi Dios, jamás habría pensado que la Misa pudiera ser así. Justamente debo ir a un lugar así”. ¿Qué decir de las personas que viven en sociedades en la cuales se castiga la conversión al cristianismo: las Misas online no podrían tener un rol en su vida? ¿Qué decir de las personas que les gusta escuchar conciertos religiosos, pero no van a Misa? ¿No podrían terminar asistiendo a una Misa online por el placer de la música?

En síntesis, en cualquier lado y en todas partes hoy hay acceso a una vida litúrgica anteriormente disponible sólo para los católicos que vivían en comunidades religiosas o muy próximas a una iglesia grande y bien administrada.

Seguramente tenemos mucho sobre lo cual pensar.

Con mis saludos más cordiales,

David Critchley
Winslow, Buckinghamshire, Reino Unido

*

POST SCRIPTUM

Dear Sandro Magister,

Thank you for sharing David Chritchley's comments. I have watched a number of televised Masses or on CDs. Even as a demonstration they pale in comparison to participating in an actual Mass regardless of the conditions. Imagine a group of soldiers kneeling around a makeshift altar on the frozen ground in Korea on the one hand and attending Mass at a beautiful church. Two extreme examples but similar to the meaningful act of true participation and reception of the Eucharist.
Vivat Jesus,

Peter J. Brock
Sun City Center, Florida, U.S.A.

NOTICIAS VARIAS 24 y 25 de abril de 2020



ADELANTE LA FE

La Cuarta Guerra Mundial 

La prueba histórica de la Resurrección que menos agrada a los secularistas

SECRETUM MEUM MIHI

Obispos de Canadá y EEUU consagrarán sus países a la Santísima Vírgen Mejor, renovarán la consagración. Información de l...

INFOVATICANA

Viganò: “La tercera parte del mensaje de Fátima permanece secreta”

“No podemos decir que el mensaje de Jesucristo está pasado de moda”

INFOCATÓLICA

India: acusan falsamente a misioneros cristianos mientras el país lucha contra el Covid-19

Senadores de izquierda proponen demoler la Abadía y la Cruz del Valle de los Caídos


Selección por José Martí

La reacción de los buenos (Carlos Esteban)




La respuesta al vídeo que pusimos el otro día, en el que un grupo de jóvenes elevaba a la jerarquía católica española un ruego para que volvieran las misas públicas cumpliendo todos los criterios de seguridad que prevé el decreto de alarma, no puede ser más significativa.

Omito la previsible bilis, el odio homicida de muchos que, sencillamente, desean con toda el alma que desaparezca de la faz de la tierra todo vestigio de la fe. Esos los tendremos siempre con nosotros, está anunciado.

No, me entristecen los buenos, especialmente entre el clero. Un magnífico sacerdote al que sigo en la red social Twitter llegaba a insinuar que la mera petición podría atentar contra el Quinto Mandamiento, No Matarás. Eso, a pesar de la insistencia que se hace en la petición de extremar todas las medidas de seguridad, de someterse a todas las condiciones que en este sentido pueda plantear el episcopado, siguiendo las recomendaciones de los expertos y las disposiciones del Gobierno. Si ir a Misa con mascarillas y guantes, geles desinfectantes, manteniendo dos metros o más de distancia, vigilando que nunca haya demasiada gente, atenta contra el Quinto porque pone en peligro la vida de la gente, démonos todos por muertos, al menos los que seguimos haciendo la compra con muchas menos garantías sanitarias.

Pero hay otra ‘acusación’ que se vierte contra la petición de estos jóvenes (el vídeo mostrado, por cierto, es solo uno de muchos, aquí y en otras partes del mundo) que es aún más desconcertante: atenta contra ‘la unidad’. Hablan algunos, incluso, como si no lo hubieran visto, como si no hubieran oído el repetido “por favor”, el lenguaje enfáticamente suplicatorio, y lo consideran “una exigencia”.

Es decir, rogar que nos devuelvan los sacramentos es una “exigencia” que demuestra “falta de unidad” y que podría incurrir en un pecado contra el Quinto mandamiento. No se me ocurre un ejemplo más evidente de ese ‘clericalismo’ que deplora una y otra vez Su Santidad. Es un creer que el clero son los ‘profesionales’ del cristianismo, y los laicos meros aficionados que no solo no podemos opinar, sino ni siquiera suplicar. ¿Qué nos habremos creído?

Lo curioso, además, es que los prelados están en esto actuando por fe … en el Gobierno. Si mañana el Gobierno decide concedernos graciosamente la libertad de salir, pueden apostar su sueldo de un año que no habrá obispo que les acuse de homicidas, menos aún el episcopado en pleno. Mágicamente, ya no habrá problema porque lo ha dicho el Gobierno, en quien debemos creer con fe de niños. Y los obispos muestran su sumisión yendo aún más lejos que el propio poder civil -como presume explícitamente algún obispo-, prohibiendo lo que éste no se atreve a vetar en la teoría, aunque sí en la práctica.

No sé cuándo la Iglesia Católica española se tiñó de estas maneras sectarias, cuando se convirtió en una sociedad de borregos en la que incluso un ruego se convierte en una falta de unidad, aunque se esté rogando esos medios de salvación que son lo único, absolutamente lo único, que justifica su existencia misma.

Carlos Esteban

viernes, 24 de abril de 2020

No es una crítica malhumorada, mucho menos una exigencia. Es una petición, un ruego: dadnos de nuevo la Santa Misa, los Sacramentos (Carlos Esteban)



Entendemos perfectamente la situación, y nadie en esta petición pide insensateces ni nada ilegal. Lo ilegal, lo que está vulnerando los derechos a la libertad religiosa al ir más allá de lo que especifica el decreto de alarma, son determinadas autoridades que han enviado a la policía a interrumpir celebraciones que cumplen escrupulosamente la ley.

Entendemos que nuestros obispos -con la estimable excepción de monseñor Reig Pla, obispo de Alcalá-, al decretar la interrupción de las Misas públicas, solo piensan en proteger la salud de su grey y de todos los españoles, amenazados por el contagio.

Pero ya llevamos más de un mes y conocemos más sobre el virus, que va a quedarse con nosotros indefinidamente, con o sin confinamiento. Ya todos conocemos las medidas de seguridad necesarias para evitar que una celebración sea un peligro; de hecho, estamos yendo a supermercados y farmacias de forma continua porque tenemos que comer y tenemos que cuidarnos.También tenemos que cuidar nuestra alma, y necesitamos la Misa, los Sacramentos. Con toda la prudencia, porque no estamos locos ni somos unos fanáticos ni, mucho menos, tenemos intención de contagiar o contagiarnos: por turnos, con un aforo limitado, desinfectando antes y después de cada celebración, con mascarillas, con guantes, manteniendo el ‘distanciamiento social’.

Ha empezado el Ramadán, y las autoridades han felicitado desde todas las instancias a la minoritaria población musulmana, garantizándoles que podrán cumplir con sus ritos siempre que mantengan las medidas necesarias. ¿Por qué la religión mayoritaria, la que nos ha formado como sociedad, la que nos ha dado nuestra visión del mundo, debe ser menos?

Por eso los jóvenes católicos se han valido de este vídeo para lanzar un ruego a nuestros pastores: dadnos la Misa. Dadnos de comer.

Duración 1:07 minutos
 
Carlos Esteban

jueves, 23 de abril de 2020

¿PROBLEMAS POR DELANTE? – Vaticano quiere saber sobre el Rito Antiguo



La Congregación para la Doctrina de la Fe envió una encuesta a todos los obispos sobre la aplicación del Motu Proprio Summorum Pontificum, promulgado en el 2007, el cual permitió el Rito Antiguo, informa el sitio web Rorate-caeli.blogspot.com (texto completo a continuación).

El motivo es que Francisco quiere saber sobre la aplicación del Summorum Pontificum. El cuestionario fue enviado el 7 de marzo y debe ser devuelto antes del 31 de julio. 
 
Se quiere saber:

1. ¿Cuál es la situación diocesana respecto al Rito Antiguo?

2. ¿Responde a una necesidad o es promocionado por un sacerdote en particular?

3. ¿Cuáles son sus aspectos positivos y negativos?

4. ¿Se respetan las normas del Summorum Pontificum?

5. ¿El Nuevo Ordo adoptó elementos del Rito original?

6. ¿Usted [el obispo mismo] usa el Misal de 1962?

7. ¿Los otros sacramentos se celebran según el Rito Antiguo?

8. ¿Tiene influencia en el seminario?

9. ¿Cuál es su recomendación sobre el Rito Antiguo?

El Día de la Tierra no es de precepto (Carlos Esteban)

 INFOVATICANA


Mientras los fieles piden sacramentos y tienen sed de realidades sobrenaturales, Su Santidad pone toda su pasión, esta mañana, en pedir por la unidad de la Unión Europea y, en la audiencia general, por clamar por la Naturaleza en el Día de la Tierra, una fiesta absolutamente secular.

 
Y no, no es una fiesta del calendario litúrgico, sino uno de esos ‘días internacionales’ instituidos por las Naciones Unidas. En este caso, su promotor fue el senador estadounidense Gaylord Nelson, famoso por su obsesión por las píldoras anticonceptivas (llegaron a ser conocidas como ‘píldoras de Nelson), que lo instauró para crear una conciencia común a los problemas de la sobrepoblación.

Sin embargo, Su Santidad ha aprovechado la festividad para lanzar un apasionado mensaje en el que ha insistido en su ya conocida tesis de que la pandemia que sufrimos, si bien de ningún modo es un castigo o advertencia de Dios, sí es una ‘respuesta’ de la Tierra.

“La Tierra no perdona, si nosotros hemos deteriorado la Tierra, la respuesta será muy contundente”. Es cierto que la Tierra no perdona, pero tampoco deja de perdonar: sencillamente, la Tierra no es un ente unitario autoconsciente.

En cuanto a su ‘deterioro’, la pregunta obvia es “¿respecto a qué?”. Es decir, ¿hay un estado concreto del planeta que sea el óptimo, y todo lo que se aleje de él es deterioro? Marte es otro planeta de nuestro sistema solar, totalmente fuera de nuestro alcance hasta hace muy poco, como Venus, Urano, Saturno y todos los demás. Y todos están perfectamente muertos, mientras que el nuestro está lleno de vida.

Por lo demás, la propia Tierra ha eliminado cerca de nueve de cada diez especies que hayan existido, mucho antes de que apareciera el hombre. Porque la naturaleza no conoce la ‘stasis’, está siempre cambiando y la vida se está siempre adaptando. No hay un momento en la vida del planeta del que podamos decir: “¡Éste! ¡Ésta es la Tierra como debe ser ahora y para siempre, con este clima justo y esta precisa diversidad biológica!”. Ni siquiera extinguiéndonos lograríamos que la Naturaleza no cambiase y que las especies -a la larga, todas- se extinguiesen.

Del mismo modo, es difícil saber a qué se refiere el Santo Padre cuando dice que “hemos pecado contra la Tierra”. No podemos pecar contra la Tierra. Podemos pecar usando mal la creación, descuidándola, contaminando -aunque, como pecado personal, es ciertamente elusivo para la mayoría no responsable de una multinacional o un gobierno-, pero no contra ella, como si fuera un ser personal, como si existiera la Pachamama, que se venga y responde y tiene una pataleta. No hay otro Dios que Dios.

En cualquier caso, qué medidas tengan que tomarse para cuidar convenientemente la naturaleza son cuestiones técnicas sobre las que, en principio, la autoridad de nuestros pastores es nula, mientras que quitan tiempo y energía para responder al hambre de Dios de los fieles.
 
Carlos Esteban

miércoles, 22 de abril de 2020

Arzobispo Viganó: La Iglesia postconciliar, modernista y masónica, ambiciona sustituir la Iglesia de Cristo por una monstruosa que no procede de Dios



TRADUCCIÓN REALIZADA POR ADELANTE LA FE DE LA ENTREVISTA AL ARZOBISPO CARLO MARIA VIGANÒ POR EL PORTAL AMIGO diesirae.pt

1. Mil gracias, Excelencia, por concedernos esta entrevista. Nos las estamos viendo con la epidemia del Covid-19, que en los últimos meses ha condicionado la vida de millones de personas e incluso causado la muerte de muchas de ellas. En vista de la situación, la Iglesia ha decidido, a través de las conferencias episcopales, cerrar prácticamente todas las iglesias y privar a los fieles del acceso a los sacramentos. El pasado 27 de marzo, ante una Plaza de San Pedro vacía y actuando de un modo claramente de cara a los medios de difusión, el papa Francisco presidió una hipotética oración por la humanidad. Hubo reacciones muy diversas a la actuación del Sumo Pontífice, una de las cuales intentó establecer una relación entre la solitaria presencia de Francisco y el mensaje de Fátima, es decir, el Tercer Secreto. ¿Está de acuerdo?

Antes que nada, le diré que es un placer conceder esta entrevista para los fieles de Portugal, a los que la Virgen Santísima prometió que mantendrían la fe en estos tiempos de dura prueba. Sois un pueblo muy responsable, porque os encontrais dispuestos a custodiar el fuego sagrado de la Religión mientras otros países se niegan a reconocer a Cristo por Rey y a María Santísima como su Reina.

La tercera parte del secreto que confió Nuestra Señora a los pastorcillos de Fátima para que la transmitieran al Santo Padre sigue siendo secreta hasta el día de hoy. La Virgen pidió que se revelase en 1960, pero Juan XXIII mandó publicar el 8 de febrero de aquel año un comunicado en el que afirmaba que la Iglesia no deseaba asumir la responsabilidad de garantizar la veracidad de las palabras que, según los tres pastorcitos, les habría dirigido la Virgen. Al distanciarse así del mensaje de la Reina del Cielo, se inició una operación de ocultamiento, evidentemente porque el contenido del mensaje habría puesto al descubierto la terrible conjura contra la Iglesia de Cristo por parte de sus enemigos. Hasta hace algunos decenios habría parecido increíble que se pudiera llegar a amordazar a la Virgen, pero en los últimos años hemos asistido a tentativas de censurar el mismo Evangelio, que es la Palabra de su divino Hijo.

En el año 2000, durante el pontificado de Juan Pablo II, el Secretario de Estado cardenal Sodano presentó como el Tercer Secreto una versión suya que, por algunos de sus elementos, da la clara impresión de estar incompleta. No sorprende que el siguiente Secretario de Estado, cardenal Bertone, tratase de desviar la atención hacia un suceso pasado para hacer creer al pueblo de Dios que las palabras de la Virgen no tenían nada que ver con la crisis de la Iglesia ni con el contubernio entre modernistas y masones entre bastidores durante el Concilio. Antonio Socci, que ha investigado con precisión el Tercer Secreto, ha desenmascarado este comportamiento doloso del cardenal Bertone. Es más, fue el propio Bertone quien desacreditó concienzudamente y censuró a la Virgencita de las Lágrimas de Civittavecchia, cuyo mensaje concuerda exactamente con lo que Ella dijo en Fátima.

No olvidemos el desatendido llamamiento de Nuestra Señora para que el Papa y los obispos consagrasen Rusia a su Corazón Inmaculado como condición para derrotar el comunismo y el materialismo ateo. Consagrar, no «el mundo», no «aquella nación que Tú quieres que consagremos», sino «Rusia». ¿Tanto costaba hacerlo? Es evidente que sí lo era para quien no tiene una mirada sobrenatural. Se ha preferido recorrer la vía de la distensión con el régimen soviético, sin comprender que ninguna paz es posible cuando se prescinde de Dios. Hoy en día, con un presidente de la Federación Rusa que es indudablemente cristiano, sería posible hacer caso de esta petición de la Virgen, conjurando de ese modo futuras desgracias para la Iglesia y para el mundo.

El propio Benedicto XVI confirmó la actualidad del mensaje de la Virgen, aunque -según la interpretación difundida por la Santa Sede- debería considerarse cumplido. Quienes han leído el Tercer Secreto han dicho claramente que su contenido tiene que ver con la apostasía de la Iglesia, que se inició precisamente a comienzos de los años sesenta y hoy ha llegado a una fase tan evidente que puede ser reconocida incluso por observadores laicos. Esta casi obsesiva insistencia en temas que la Iglesia siempre ha condenado, como el relativismo y el indiferentismo religioso, un falso ecumenismo, el ecologismo maltusiano, la homoherejía o el inmigracionismo, encontró en la Declaración de Abu Dhabi el cumplimiento de un plan concebido por las sectas secretas desde hace más de dos siglos.

2. En plena Semana Santa y después del Sínodo para la Amazonía, el Papa decidió instituir una comisión para estudiar el diaconado femenino en la Iglesia Católica. ¿Considera que ello tendría por objeto allanar el camino a la clericalización de la mujer o, dicho de otro modo, al intento de menoscabar el sacerdocio instituido por Nuestro Señor Jesucristo el Jueves Santo?

Las órdenes sagradas no podrán ser jamás modificadas en su esencia. Desde siempre, los herejes y sus instigadores se han centrado en los ataques al sacerdocio. Y es comprensible: destruir el sacerdocio significa destruir la Santa Misa, la Santísima Eucaristía y todo el edificio de los sacramentos. Entre los enemigos jurados del Orden Sacerdotal no han faltado, claro está, los modernistas, que desde el siglo XIX teorizaban una Iglesia sin sacerdotes, o bien con sacerdotes y sacerdotisas. Estos delirios, anticipados por algunos exponentes del modernismo en Francia, volvieron a aflorar subrepticiamente durante el Concilio, intentando insinuar una equivalencia aproximada entre el sacerdocio ministerial derivado del Orden Sacerdotal y el sacerdocio común de los fieles derivado del Bautismo. Es significativo que, precisamente jugando con este intencionado equívoco, la liturgia reformada también adolezca del error doctrinal de Lumen Gentium y haya terminado por reducir al ministro ordenado a un mero presidente de una asamblea de sacerdotes. El sacerdote, por el contrario, es un alter Christus, no por designación popular, sino por configuración ontológica al Sumo Sacerdote Jesucristo, al que debe imitar en la santidad de vida y en la dedicación absoluta representada igualmente por el celibato.

La etapa sucesiva debería realizarse necesariamente, si no con la eliminación del sacerdocio en sí, al menos volviéndolo ineficaz al ampliarlo a la mujer, que no puede ser ordenada; eso es exactamente lo que ha sucedido en las sectas protestantes y anglicanas, que hoy en día llegan a encontrarse en situaciones embarazosas con obispas lesbianas en la iglesia de Inglaterra. Pero está claro que el pretexto ecuménico –o sea, el acercamiento a los disidentes llegando a tomar de ellos los errores más recientes– tiene sus raíces en el odio de Satanás al sacerdocio, y llevaría inevitablemente a la ruina de la Iglesia de Cristo. Por otro lado, el celibato eclesiástico es también objeto del mismo ataque, porque es característico y distintivo de la Iglesia Católica y constituye un valioso muro de defensa del sacerdocio que la Tradición ha custodiado celosamente a lo largo de los siglos.

La tentativa de introducir una forma de ministerio ordenado femenino en el seno de la Iglesia no es reciente, a pesar de las repetidas declaraciones del Magisterio. También Juan Pablo II definió de modo inequívoco y cumpliendo todos los requisitos canónicos de una declaración infalible ex Cathedra que es de todo punto imposible poner en tela de juicio la doctrina a este respecto. Pero como han podido meter mano en el Catecismo para declarar que la pena de muerte «no es conforme al Evangelio» -lo cual es inaudito y herético-, actualmente se procura crear de la nada alguna forma de diaconado femenino, lo cual está claro que propende a una eventual introducción del sacerdocio femenino. La primera comisión que creó Bergoglio hace años dio un parecer negativo, confirmando lo que por otra parte no tenía ni que haberse sometido a debate. Pero si aquella comisión no pudo hacer caso de los deseos de Francisco, eso no significa que no pueda hacerlo otra comisión cuyos miembros, seleccionados por él, sean más dóciles y tengan menos prejuicios para derribar otro pilar de la Fe católica. No dudo que Bergoglio disponga de métodos persuasivos y pueda ejercer formas de presión sobre la comisión teológica. Por otro lado, tengo la certeza de que en el lamentable caso de que dicho órgano consultivo diera un dictamen favorable, no se debería necesariamente llegar a una declaración oficial del Papa para que se multiplicasen las diaconisas en las diócesis de Alemania y Holanda ante el silencio de Roma. El método es muy conocido, y permite que por un lado se atente contra el sacerdocio y por el otro se presente una excusa conveniente para quienes sin apartarse de la Iglesia siempre podrán alegar que el Papa no ha permitido nada que no existiera ya. Otro tanto han hecho las conferencias episcopales al establecer por su cuenta normas para la comunión en la mano que, habiéndose impuesto de forma abusiva, han llegado a ser práctica universalmente generalizada.

Habría que señalar que esta voluntad de promover a la mujer en la jerarquía delata la manía de querer ajustarse a la mentalidad moderna que ha despojado a la mujer de su papel de madre y mujer a fin de desmontar la familia natural.

Tengamos presente que esta actitud hacia los dogmas de la Iglesia confirma un hecho innegable: que Bergoglio ha adoptado la llamada teología situacional, cuyos lugares teológicos son hechos o sujetos accidentales: el mundo, la naturaleza, la mujer, los jóvenes… Se trata de una teología que no tiene su centro y cimiento en la verdad inmutable y eterna de Dios, sino que por el contrario tiene su punto de partida en el impulso urgente de los fenómenos a fin de dar respuestas coherentes con las expectativas del mundo contemporáneo.

3. Excelencia, según reconocidos historiadores, el Concilio Vaticano II ha supuesto una ruptura de la Iglesia con la Tradición. De ahí que hayan surgido corrientes de pensamiento que desean transformarla en una simple asociación humanitaria que abraza al mundo y su utopía globalista. ¿Qué opina de este grave problema?

¡Una Iglesia que se presenta como nueva con respecto a la Iglesia de Cristo no es ni mucho menos la Iglesia de Cristo! La religión mosaica, es decir, la de la Ley Antigua, deseada por Dios para conducir a su pueblo hasta la llegada del Mesías, tuvo su cumplimiento en la Nueva Alianza, y quedó definitivamente abrogada en el Calvario con el sacrificio de Cristo: de su costado nació la Iglesia de la Nueva y Eterna Alianza que sustituyó a la Sinagoga. Parecer ser que también la Iglesia postconciliar, modernista y masónica, ambiciona transformar y superar la Iglesia de Cristo sustituyéndola por una neoiglesia deforme y monstruosa que no procede de Dios.

El proyecto de tal neoiglesia no consiste en llevar al pueblo elegido a reconocer al Mesías, como lo fue para la Sinagoga; no es convertir y salvar a todos los pueblos antes de la segunda venida de Cristo, como lo es para la Iglesia Católica; sino el de constituirse en brazo espiritual del Nuevo Orden Mundial y promotora de la Religión Universal. En este sentido, la revolución conciliar ha tenido primero que demoler la herencia de la Iglesia, su milenaria Tradición, de la cual obtenía su propia vitalidad y autoridad como Cuerpo Místico de Cristo. Luego tuvo que deshacerse de los exponentes de la vieja jerarquía, y hasta hace muy poco no ha empezado a manifestar descaradamente cómo quiere llegar a ser.

Lo que usted acaba de llamar utopía no es sino una distopía, ya que supone la materialización del plan de la Masonería y la preparación de la llegada del Anticristo.

Por otra parte, estoy convencido de que la mayoría de mis hermanos en el episcopado, y con más razón la casi totalidad de los sacerdotes y los fieles no son totalmente conscientes de ese plan infernal, así como de que los sucesos recientes les han abierto los ojos a muchos. Su fe permitirá que Nuestro Señor congregue a la pusillus grex, el pequeño rebaño, en torno al verdadero Pastor antes de la batalla final.

4. Para restablecer el antiguo esplendor de la Iglesia será necesario someter a debate muchos aspectos doctrinales del Concilio. ¿Cuáles pondría usted en discusión?

Yo diría que no faltan destacadas personalidades que han expresado mejor que yo los puntos críticos del Concilio. Hay quienes sostienen que sería menos complicado, y desde luego más prudente, atenerse a la praxis de la Iglesia y de los papas que se aplicó al Sínodo de Pistoya: ese también tenía algo de bueno, pero los errores que afirmaban fueron considerados suficientes para dejar que cayera en el olvido.

5. El actual pontificado, ¿es la culminación de un proceso que se inició con el Concilio Vaticano II, proceso que se quiso poner por obra con el llamado Pacto de las Catacumbas, o estamos todavía en una fase intermedia?

Como suele suceder con todas las revoluciones, los héroes del primer momento terminan por ser víctimas de la propia revolución; así le pasó a Robespierre. Quienes ayer estaban considerados abanderados del espíritu del Concilio hoy parecen conservadores: los ejemplos son evidentes. Y ya hay quien en los círculos intelectuales progresistas (como el frecuentado por un tal Massimo Faggioli, altivo y hasta malsonante de nombre y apellido*) se ponen a difundir por doquier dudas sobre la verdadera capacidad de Bergoglio para tomar decisiones valerosas, como por ejemplo abolir el celibato, o legitimar la comunión con las especies sagradas para los herejes. Poco menos que deseando que se tome partido para elegir a un pontífice todavía más obediente a las élites que en el Pacto de las Catacumbas y en la mafia de San Galo tenían a sus adeptos más decididos y con menos prejuicios.

6. Excelencia, hoy en día los católicos nos sentimos con frecuencia aislados de la Iglesia y prácticamente abandonados por nuestros pastores. ¿Qué les podría decir a los jerarcas y a los fieles que a pesar del error y la confusión que se propagan por la Iglesia tratan de perseverar en esta dura batalla por mantener la integridad de nuestra fe?

Sin duda, mis palabras serían inapropiadas. Me limito a repetir las palabras de Nuestro Señor, Verbo Eterno del Padre: Ecco, io sono con voi tutti i giorni, fino alla consumazione dei secoli. «Estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo». Es cierto que nos sentimos aislados pero, ¿acaso no se sintieron así los Apóstoles y todos los cristianos? ¿No se sintió acaso abandonado Nuestro Señor en Getsemaní? Vivimos tiempos recios, tal vez los de la prueba final: hemos de beber el cáliz de la amargura, y aunque sea humano implorar al Señor que lo aparte de nosotros, debemos repetir confiados: «No se haga mi voluntad, sino la tuya», recordando sus tranquilizadoras palabras: «En el mundo tendréis tribulación, pero confiad: ¡Yo he vencido al mundo!» Después de la prueba, por dura y dolorosa que sea, nos está preparado el premio eterno que nadie nos podrá arrebatar. La Iglesia volverá a resplandecer con la gloria de su Señor tras este terrible y prolongado Triduo Pascual.

Pero si la oración es ciertamente indispensable, no debemos abstenernos de combatir la buena batalla siendo todos testigos de una valerosa milicia bajo la bandera de la Cruz de Cristo. Que no nos pase como a San Pedro al ser señalado por aquella criada en el patio de la casa del Sumo Sacerdote: «Tú también eres de sus seguidores», que negó a Cristo. ¡No nos dejemos intimidar! ¡No permitamos que se imponga la mordaza de la tolerancia a quien quiere proclamar la verdad. Pidamos a la Santísima Virgen que nuestra lengua proclame valientemente el Reino de Dios y su justicia. Que se renueve el milagro de Lapa, cuando María Santísima dio el habla a la pequeña Joana, que había nacido muda. Que Ella nos devuelva también la voz a nosotros sus hijos, que hemos permanecido mudos durante demasiado tiempo.

Nuestra Señora de Fátima, Reina de las Victorias, ora pro nobis.

* Massimo, como es evidente, es Máximo: faggiolo, con una sola ge y pronunciado casi igual, significa en italiano judía (alubia) o fríjol. N. del T.

(Traducido por Bruno de la Inmaculada/Adelante la Fe. Fuente original:diesirae.pt)

lunes, 20 de abril de 2020

Noticias varias 20 de abril de 2020

IL SETTIMO CIELO

El Papa contra las Misas por televisión: “Ésta no es la Iglesia”

SPECOLA


El Vaticano continúa cerrado, el Papa Francisco sigue enjaulado, corriendo hacia el futuro con la fortaleza de la fe.


THE WANDERER

Lo que viene (I) 


SECRETUM MEUM MIHI

Consagración de Italia a la Virgen María el 1 de mayo
 
Selección por José Martí 

La Repam vuelve a la carga con su discurso inmanentista de ‘ecologismo integral’ (Carlos Esteban)


 
Hemos advertido -y señalado repetidamente- el discurso eclesial moderno que huye de toda referencia no meramente formularia de referencias sobrenaturales para seguir, en cambio, las modas ideológicas del momento, especialmente el mundialismo y el ecologismo radical. Hoy vuelve a la carga de manos de Mauricio López, Secretario Ejecutivo de la Repam, que desde las páginas de Vatican News, el órgano oficial online del Vaticano, nos anima a “repensar todos nuestros modos de vida y estructuras sociales a la luz de la ecología integral”.
Los esfuerzos de la jerarquía católica por condenar cualquier intento de ver en la pandemia de coronavirus un castigo o, al menos, una advertencia de Dios contrastan poderosamente con los discursos jaleados por esa misma cúpula eclesial de relacionar la peste con una respuesta de Gaia, la Naturaleza planetaria -una ‘pataleta’, en palabras del Santo Padre en conversación con Jordi Evole-, de modo bastante cuestionable.
Lo hace ahora Mauricio López, Secretario Ejecutivo de la Repam, en Vatican News con un indigerible texto titulado ‘La comunión con la madre tierra resucitará después de la pandemia’.

Si la Iglesia tiene un mensaje específico, es decir, distinto del resto de los mensajes humanos, es precisamente en lo que hace a la sobrenaturalidad, al destino eterno de cada ser humano, en contraste con una naturaleza -cielo y tierra pasarán- que acabará inevitablemente destruida. Si la Iglesia esconde o minimiza o pasa por encima de ese mensaje para dar preferencia a aquellos -de nuevo cuño y desarrollados deprisa y corriendo para que ‘cuadren’- de los que el mundo secular ha sido pionero, las consecuencias lógicas sólo pueden ser dos: que muchos fieles deduzcan que si algo tan urgente y relevante como nuestro destino eterno no centra el mensaje de la jerarquía es porque no se lo creen demasiado, y que la propia Iglesia se vuelva redundante -¿para qué necesita el Pensamiento Secular una cámara de eco que repite con retraso?- y, por tanto, irrelevante.


No es fácil avanzar por el texto de López, con frases tan alejadas de la sencillez evangélica como éste: “Sólo a consecuencia de la cantidad de energía interior liberada por la reflexión… tiende entonces a emerger de los órganos materiales para formularse también en espíritu”, pero al menos puede identificarse la reinterpretación de nuestra fe en una clave meramente ecológica. Se refiere, por ejemplo, a los seres humanos como “miembros de una casa común” que no es ni la Iglesia ni el Cielo prometido, sino el planeta.

Ahora, los seres humanos somos, obviamente, habitantes (durante un tiempo breve y limitado) del planeta, pero en absoluto ‘miembros’. Toda la reflexión teológica de Padres, doctores, santos y Papas hasta la fecha ha ido en contra de esta visión, considerando más bien nuestra vida sobre la Tierra como un peregrinar, como “una mala noche en una mala posada”, como una estadía en un “valle de lágrimas” que cobra sentido como prueba para alcanzar nuestra verdadera patria, que es el Cielo.

Esto no significa en absoluto una concepción negativa de la Naturaleza que, como creación, es “buena”, según afirma el Génesis, y hacia la que tenemos un deber de custodia. Pero no es nuestra “casa común”, al menos, no nuestro hogar, del que estamos temporalmente exiliados.

En realidad, López, tan amigo de recurrir a frases largas, más o menos abstrusas e ininteligibles, es breve y claro cuando expresa su verdadero mensaje: “Es hora de redistribuir los bienes de la creación”.

La pregunta es quién, porque a esa frase le falta un agente. ¿Quién va a distribuir “los bienes de la creación”? ¿Cómo? Tratándose de “la creación” entera, sólo un gobierno mundial podría hacer eso. Y, desde luego, sólo hay un modo: por la fuerza.

Sigue López dándole a la vinculación entre la actividad humana industrial y esta pandemia: “Debemos recrear toda nuestra sociedad a la luz de esa visión de ecología integral, u otra pandemia vendrá pronto haciendo aún más daño, y porque la más grave de todas las crisis planetarias, la de la emergencia climática, nos llevará al final como civilización si no cambiamos YA”. La conexión causal (“u otra pandemia vendrá pronto”) no está, ciertamente, explicada. La inferencia es que, si frenamos el crecimiento y desmantelamos la sociedad industrial, la Naturaleza no tendrá razones para estar “enfadada” con nosotros y tener otra “pataleta”, algo que hubiera sorprendido enormemente a la Europa del S. XV durante la Peste Negra, que acabó con entre un tercio y la mitad de la población, sin que sea fácil conectarla con emisiones de gases invernadero.

Por el contrario, es evidente que la riqueza que nos ha proporcionado esa Revolución Industrial es la que nos permite luchar eficazmente contra la pandemia, al contrario que nuestros antepasados, por no hablar de que todo apunta a que la actual peste, lejos de ser una ‘pataleta de la tierra’, surge de un laboratorio de ese país que, en palabras de monseñor Sánchez Sorondo, es el que mejor aplica la Doctrina Social de la Iglesia.

Carlos Esteban
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NOTA PERSONAL:

Es increíble, pero parece como si se quisiera decir que el cambio climático es la causa de la pandemia que padecemos. Si eso es así, es que estamos locos de remate.