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sábado, 15 de septiembre de 2018

El Papa Francisco y las sonrisas americanas, corrupción y algo más en la Capilla Sixtina, la lista de la “lobby gay”, omertá siciliana (Specola)



Esto no hay quien lo pare. Las informaciones caen en cascada y cada día se complica más la situación. Del encuentro de ayer de algunos obispos americanos con el Papa Francisco tenemos una fotos oficiales de muchas sonrisas impropias de la situación por la atravesamos y que son disparos contra las víctimas. Chesterton decía que el problema actual no es que hemos perdido la fe sino que hemos perdido la razón. Y esta sensación da. Toda previsión de gestionar un tema tan delicado y grave con un mínimo de seriedad ha desaparecido y de los único que estamos seguros es que el Papa Francisco y su entorno solo reaccionan delante de evidencias externas y con la sola finalidad de ver como reducen los daños del desastre.

El problema de fondo, la condena de los culpables, la situación de la víctimas, poco interesan o al menos esa sensación da. La inmensa mayoría de sacerdotes se siente abandonados por sus obispos que con su silencio están creando una imagen de complicidad general ante la opinión pública. No son tiempos de cobardías o de silencios absurdos, hay que defender con fuerza la verdad y no hacer creer que aquí todos somos iguales. Esperar a que un obispo cumpla los 75 para “aceptar su renuncia” y empezar una investigación no deja de ser una tomadura de pelo universal. ¿ Desde cuando se conocían sus desmanes y quien los ha tolerado ? Tenemos delante de unos meses de vértigo que no se solucionan con abrazos y sonrisas.

La culpa de todo la tiene el ‘clericalismo’ y nos quedamos tan tranquilos. Ni sabemos que es el clericalismo , ni sabemos porque tiene la culpa ni que culpa y por tanto no tomamos ninguna decisión. ¿Se ha perdido claramente la razón? . estamos delante de una pandemia que era fácil prever cuando empezó el caso Irlandés, Australiano, Chileno… Sin ser grandes profetas es evidente que el hombre no cambia por saltar una frontera y que los casos están en todo el mundo. En estos meses veremos como empiezan a extenderse las causas generales en muchos países. Cuando llegue la famosa reunión urgente de febrero de 2019, a finales casi en marzo, veremos como nos encontramos con presidentes de la conferencias episcopales que llegaran más que tocados. Ya los chilenos se preguntan quien ira y si podrá ir alguno y no es caso único.

Los temas de inmigrantes siguen de actualidad y parece que muchos que se esconden detrás de la acogida tienen otros intereses menos confesables.

En las noticias de hoy hay quien se pregunta si estamos ante la Santa Iglesia de Jesús el Cristo o estamos ante una verdadera mafia. Los italianos saben bien de que hablan porque no encontramos en la patria de todas las mafias y muchas de las sonrisas que estamos viendo recuerdan a una reunión de cómplices más que a otra cosa.

El investigación a los dirigentes de la Capilla Sixtina tiene un trasfondo más complicado y ya no solo se habla de corrupción económica, que esta siendo investigada por la justicia italiana, sino de otras corrupciones de abuso de autoridad que tienen origen en las denuncias de los padres de los niños cantores. Un tema viejo que nadie por ahora ha querido afrontar hasta que el problema se ha hecho público, más de lo mismo.

La misa sacrílega de Madrid salta a las noticias italianas. La sorpresa no es que se produzca, locos los hay y los habrá siempre, la sorpresa es que tanto el obispo de Madrid como el de Granada callan como muertos o como cómplices acobardados.

Los 25 años de la muerte de Don Pino Puglisi centran la visita del Papa Francisco a Sicilia. Fue asesinado porque hablaba, sin duda en estos tiempos nos trae otros recuerdos más cercanos de traiciones de la ‘omertá’.

La lista de la famosa “lobby gay” parece que está pronta para su publicación. Son muchos los que recuerdan los tiempos de otra famosa lista, la Pecorelli, que terminó con la vida de Pecorelli y todo lo que rodea el pontificado de Juan Pablo I.

Si bien los medios generalistas italianos están intentado pasar página de las consecuencias de testimonio Viganò, los ecos de los que está sucediendo en America continúan y salpican las informaciones. En Italia gusta más la confusión y se sorprenden por la terquedad americana de pedir aclaraciones. Nos tememos que el tema seguirá coleando y no por poco tiempo.

¿Estamos ante la posibilidad de dos papas eméritos? es una pregunta que está en el aire y una posibilidad que nadie excluye.,

“Se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz”.

Buena lectura.

Specola

No, el Espíritu Santo no elige al Papa (Dr. Jared Staudt)



Es increíble cuántas veces he escuchado a mis compañeros católicos que piensan que Dios elige directamente al Papa. Ayer mismo alguien dijo que se negaba a criticar al Papa porque el Espíritu Santo lo había regalado a la Iglesia. La Iglesia no enseña esa posición. De acuerdo con las leyes de la Iglesia, los Cardenales eligen al Papa mientras piden asistencia al Espíritu Santo.

Si no me creen, solo escuchen a un Papa anterior, Benedicto XVI. Mientras todavía era el Cardenal Ratzinger, la televisión bávara le preguntó en 1997 si el Espíritu Santo era responsable de la elección de un Papa. Su respuesta:

“No lo diría, en el sentido de que el Espíritu Santo escoge al Papa. . . . Yo diría que el Espíritu no toma exactamente el control del asunto, sino que más bien como un buen educador, por así decirlo, nos deja mucho espacio, mucha libertad, sin abandonarnos por completo. Por lo tanto, el papel del Espíritu Santo debe entenderse en un sentido mucho más elástico, no que él dicte el candidato por el que uno debe votar. Probablemente la única garantía que él ofrece es que la cosa no puede estar totalmente arruinada. . . . ¡Hay demasiados ejemplos contrarios de papas que el Espíritu Santo obviamente no habría elegido!

¿Realmente querríamos atribuir todos los malos papas de la historia al Espíritu Santo? El Espíritu Santo todavía guía a los papas corruptos, particularmente al preservarlos de enseñar autoritariamente algo falso con respecto a la fe y la moral.

Además, el Colegio de Cardenales es una creación humana, no sujeta a ninguna promesa divina. La Iglesia no necesita tener cardenales, pero sí necesita un proceso de selección de papas. El proceso actual de elección de un Papa ha evolucionado desde la bula del Papa Nicolás II, In nomine Domini, que establecía que el Papa debería ser elegido del colegio de cardenales, en 1059. Anteriormente, una elección implicaba un equilibrio difícil y traicionero entre la nominación de los poderes seculares, la elección del clero romano y la aclamación del pueblo romano. 

Huelga decir que la historia de las elecciones papales ha sido variada y cambiante, con las últimas revisiones importantes de las reglas que rigen el cónclave provenientes de Juan Pablo II en 1996, con ajustes incluso de Benedicto XVI justo antes de su renuncia.

El propósito de esta aclaración no es degradar al papado ni a ningún Papa en particular, sino reconocer que Dios generalmente actúa en y a través de la agencia humana en la Iglesia. 

Hay momentos particulares de intervención divina, pero Dios nos llama a la gran responsabilidad de cooperar con Él en la vida de la Iglesia. Los líderes de la iglesia, incluidos los cardenales en el cónclave, pueden cometer errores. 

Sin embargo, Dios no nos abandona, sino que hace que el bien proceda del mal, incluida la corrupción de los papas, aunque el remedio para el mal pueda ser doloroso.

Redoblemos nuestras oraciones por el Papa y por todos los Cardenales, pidiendo una efusión de guía del Espíritu Santo.

Publicado por Dr. Jared Staudt para Those Catholic Men. Traducción de InfoVaticana

« El Papa y el encubrimiento» , editorial de Los Angeles Time


Noticias varias 14 de septiembre de 2018




INFOVATICANA

Bergoglio de Buenos Aires: más preguntas que han quedado sin respuesta (Publicado por Henry Sire en 1P5; traducido por Pablo Rostán para InfoVaticana)

Orban defiende la Europa cristiana ante los eurodiputados de Bruselas

INFOCATÓLICA

Transparencia, privacidad, reserva, discreción y secreto (Cardenal Jorge Medina)

El presidente de la Conferencia Episcopal de Hungría pide a la Unión Europea que respete la soberanía de su país (APOYA AL PRESIDENTE VIKTOR ORBAN)

Orban el grande ante la Unión Europea (Javier Olivera Ravasi)

La corrupción es la mentira (por lo civil) (Padre Aberasturi)



ONE PETER FIVE

On the Pope and Abuse, Who Are the Real ‘Falsifiers of the Word’?

LIFE SITE NEWS

Pope’s sex abuse prevention summit won’t address protecting seminarians

Selección por José Martí

¿No es esta la hora de Jesús?



Una babel como la actual en el mundo y en la Iglesia creo que no se ha visto nunca. Autoridades de la Iglesia que callan ante legisladores que legalizan aquello de lo que incluso los antiguos paganos se avergonzaban; que proponen instituir las “diaconisas”; los mejores católicos “martilleados” muy a menudo; conocidos anticlericales y sin Dios señalados como modelos… y otras cosas extravagantes. 

Sacerdotes y obispos que han reducido su predicación a menos que la educación cívica; el Credo católico y la Moral sacudidos por un documento que se llama Amoris laetitia, pero que debería llamarse Amoris malitia, todo esto y más todavía deja a la gente -todavía honesta y amiga de la Verdad- sin palabras, sorprendida, alucinada.

Sabemos de reuniones de sacerdotes que compiten a ver quién dice más despropósitos. Ante todos está el vacío de las Iglesias y de los seminarios, causado por al menos tres generaciones dejadas sin catequesis verdadera, pero de esto se culpa sólo a la secularización, al descenso de los nacimientos, como si los hombres de Iglesia no tuvieran ninguna culpa, cuando desde hace más de 50 años nos han cambiado la Religión y hoy tenemos un Pastor que ya no sabemos lo que es

La gente, que cree o no cree ya, dice una sola cosa: “Ya no hay nada, se ha desmoronado todo, ya no hay certezas ni puntos de referencia. Ya no hay guías, ya no hay jefes, ya no hay direcciones de marcha, en una palabra, ¡ya no hay nada!”.

Desgraciadamente es cierto, ciertísimo. ¿Recordáis, amigos, cuando a la cabeza de la Iglesia había un Papa como el Venerable Pío XII, “el Cristo” convertido verdaderamente en “romano”, y, en un perdido pueblo del Gargano, San Giovanni Rotondo, un pobre fraile de nombre padre Pío dirigía almas de humildes fieles, de intelectuales, de sacerdotes, de obispos, y daba la certeza de ver a Cristo vivo en él? Entonces no faltaban las guías, ni siquiera entre los obispos: Schuster, Siri, Dalla Costa, para quedarnos sólo en Italia.

Hoy, nada de nada. ¿A quién miramos? ¿a quién vamos? ¿quiénes estamos todavía? ¿en qué abismo debemos hundirnos todavía?

Pero una cosa es cierta: esta hora nuestra de la historia podría ser una hora maravillosa para Cristo, el Rey de los reyes, ¡el único Rey! 

Pero es necesario que alguien se levante – un hombre o varios hombres de Iglesia, o incluso un laico o un grupo de laicos verdaderamente católicos – no a “dialogar” con este o aquel a la búsqueda de no se sabe qué, sino con riqueza de fe y de amor en Él, sin miedo de ir contra corriente o de parecer superados; se levante, decía, a proclamar que sólo Jesucristo es el Guía y el Jefe verdadero, sólo Él es el Salvador y el único Rey de la humanidad, que sólo en Él hay salvación y que sólo en Él puede renacer la civilización verdadera, que sólo Él es la respuesta definitiva y adecuada a todo problema.

¿Quién será este Hombre de Iglesia o bien este christifidelis laicus? ¿Un papa docto y santo? O bien un Santo que en su fisonomía haga ver, como Francisco de Asís y Domingo Savio, el Rostro radiante de Jesús?

Pidámoslo a la Virgen con el Rosario, postrados por tierra, pero desde hoy, comencemos a serlo nosotros. ¡El mundo, la Iglesia, espera a Jesucristo y a un santo, un apóstol – aunque sea pequeño – que se lo anuncie y se lo haga ver! ¡Sí, esta es la hora de Jesús!

A la espera de que alguien se despierte de la borrachera de los “valores” humanos puestos en el lugar de Jesucristo, ¿qué hacer para custodiar nuestra Fe católica en su integridad?

Una sencilla cosa, posible para todos: poner sobre la propia mesa, sobre la mesita de noche, el Evangelio de Jesús y el Catecismo de San Pío X y leerlos y meditarlos, y orar y orar más todavía, y seguirlos sólo a ellos, que resumen la Palabra de Dios y la Tradición de la Iglesia. Basta esto para custodiar la fe, porque de otras novedades no queremos saber nada.

Insurgens

(Traducido por Marianus el eremita/Adelante la Fe)

«Inminente acuerdo entre el Vaticano y China sobre el nombramiento de Obispos» , afirma The Wall Street Journal



viernes, 14 de septiembre de 2018

La Iglesia debe volverse otra vez signo de contradicción (Spencer Hall)



En 1986, el arzobispo Marcel Lefebvre escribió las siguientes palabras tremendas:

“Porque, en efecto, se ha planteado un grave problema a la conciencia y a la fe de todos los católicos durante el pontificado de Pablo VI. ¿Cómo un papa, verdadero sucesor de Pedro, seguro de la asistencia del Espíritu Santo, puede presidir la destrucción de la Iglesia, la destrucción más profunda y más extensa de su historia, en el lapso de tan poco tiempo, algo que ningún heresiarca nunca logró hacer? Algún día habrá que dar respuesta a esta pregunta.” (Carta Abierta a los Católicos Perplejos, 1986)

Unos diez años antes, en un libro que llevaba el mismo título y con un tono más optimista, el papa Juan Pablo II se refería a la Iglesia como a Cristo, como un “signo de contradicción” contra el pecado y el error del mundo. Varias décadas después, la pregunta de Lefebvre continúa sin responderse, y la caracterización que Juan Pablo II hizo de la enemistad entre la Iglesia y el mundo se ha tornado progresivamente más irrisoria, dado que numerosos obispos y cardenales nombrados durante su propio pontificado están haciendo las paces con el mundo y sus pecados. Sin embargo, muchos comentaristas católicos conservadores continúan insistiendo en que, debido a la ortodoxia doctrinal de la “Nueva Evangelización”, la Iglesia ha mantenido su apariencia de contradicción con los pecados del mundo.

El que todos los aspectos de la Nueva Evangelización en verdad sean ortodoxos es otro tema. Lo importante es notar que la mera ortodoxia en la doctrina es insuficiente para que la Iglesia resulte un signo de contradicción frente al mundo. Así como es posible que un individuo católico sostenga la doctrina correcta y se encuentre en estado de gracia aunque mantenga una conducta cobarde, también es posible que la Iglesia como un todo vacile en oponerse fuertemente al mundo sin caer realmente en error doctrinal. De hecho, es precisamente eso lo que ha ocurrido desde el Concilio Vaticano Segundo. La pregunta de Lefebvre y la descripción de la Iglesia del anterior Papa están íntimamente ligadas: la destrucción de la estabilidad interna de la Iglesia destruyó su habilidad para ser un signo de contradicción frente al mundo. Si la Iglesia desea tener la esperanza de recuperar su antigua fuerza, los fieles católicos deberán comprender primero lo que se perdió en el Concilio: no la ortodoxia doctrinal, no la infalibilidad, sino un espíritu, un carácter, tanto de fuerza como de oposición, que en algún tiempo el mundo conoció bien.

Uno de los aspectos de la Iglesia Católica que hasta hace poco enfatizaban más fuertemente sus enemigos y sus hijos, conversos y opositores, era la severidad y consistencia con la que la Iglesia insistía en la adhesión absoluta a fórmulas doctrinales precisas, a diferencia de la libertad de pensamiento que gozaban los protestantes. Desde el lado de los protestantes y librepensadores, se la condenaba como oscurantista y dogmática; desde el lado católico, se la aclamaba como única garantía de fe cierta – de conocer aquello que un cristiano debía creer.

Es llamativa la unanimidad con la que se describía el carácter de la Iglesia. Cuando David Hume deseó atacar la obra “Superstición Cristiana,” apuntó hacia los católicos romanos sabiendo que su audiencia ampliamente protestante simpatizaría con su denuncia de Roma y su afirmación en su Tratado de la Naturaleza Humana: “Los católicos romanos son ciertamente la más celosa de las sectas del mundo cristiano.” Charles Hodge, teólogo presbiteriano de gran influencia en el siglo XIX, se refirió en Teología Sistemática a la proclamación de infalibilidad magisterial de la Iglesia como “una tiranía sin igual en la historia del mundo,” una crítica con la cual coincidió el teólogo anglicano evangélico de aquel tiempo, J.C. Ryle, calificando la sumisión católica al Magisterio como “holgazanería, ociosidad, y pereza”. En referencia al Movimiento de Oxford y la simpatía creciente hacia el catolicismo entre anglicanos encumbrados, Ryle prosiguió:

“En nuestra insensatez, soñamos que la Reforma había dado fin a la controversia del papado, que si el Romanismo iba a sobrevivir, el Romanismo cambiaría por completo. Si en verdad lo creímos, hemos vivido para darnos cuenta que cometimos el error más lamentable. Roma nunca cambia.” (“Sobre el Juicio Privado,” énfasis en el original.)

El teólogo liberal de principios de siglo XX, Charles Gore, influyente en el escenario del Moximiento post-Oxford del anglicanismo encumbrado, llamó “desastrosa” a la encíclica de León XIII, Providentissimus Deus, sobre la autoridad de las escrituras. Contrastó el supuesto oscurantismo de León con la libertad de consulta gozada por los protestantes de la iglesia anglicana, criticando la encíclica como:

“… diseñada para reprimir a la escuela de crítica real y libre que parecía estar formándose y tomando raíces firmes en la Iglesia Romana [.] … No debe permitirse nada más – hasta que la verdad se tome venganza, tal como se vengó de la Iglesia cuando lidió de forma parecida con la ciencia de Galileo.” (Gore, Aseveraciones Católicas Romanas, 1920)

Los autores católicos que observaron la misma diferencia entre el aprieto de los laicos protestantes al tener que elegir autoridades que competían entre sí, mientras su equivalente católico podía recaer en la viva voz de la Iglesia, conforman una lista de eminencias del siglo XIX y principios del siglo XX: Henry Edward Manning, John Henry Newman, Gerard Manley Hopkins, Robert Hugh Benson, Hilaire Belloc, Adrian Fortescue, Dom John Chapman, G.K. Chesterton, y Ronald Knox, por nombrar algunos. Tomando algunos como ejemplo, Newman observó en su Apología, que el punto de inflexión crucial en el cual se dio cuenta que la teoría del anglicanismo sobre la Iglesia era indefendible, fue al reconocer la perfecta similitud en el aspecto externo de la Roma durante la controversia monofisista del siglo IV y la de doce años más tarde, durante la Reforma, y dijo:

“El drama de la religión y la lucha de la verdad y el error han sido siempre uno y lo mismo. Los principios y modos de actuar de la Iglesia ahora, eran los de la Iglesia entonces [.] … La Iglesia podía ser considerada entonces como ahora, expeditiva y firme, decidida, imponente, infatigable [.]” (Apologia Pro Vita Sua, 1864)

La clave a considerar en esta afirmación de Newman, que enfatizó en otro momento, es que el asunto crucial no era simplemente un asunto de continuidad doctrinal entre la Roma del siglo IV y la del siglo XVI, sino una continuidad en el espíritu, el carácter, en cómo lidiaba con las herejías y el mundo exterior. Sin duda, la cuestión de la continuidad doctrinal fue precisamente la dificultad que mantuvo a Newman fuera de la Iglesia durante años, tras haber perdido la fe en el anglicanismo; tal como relata en Apología, se encontró impedido de pasar a Roma por una larga convicción de que los desarrollos tridentinos, especialmente la veneración de santos, no correspondían con las escrituras y fueron desconocidos en los primeros siglos de Iglesia. No fue la persuasión de que la doctrina de Roma no había cambiado, lo que llevó a Newman a concluir que la Iglesia Católica de su tiempo era la misma que la del siglo IV – ciertamente, eso es casi contrario a la verdad. Fue un sentido general de que la persona de Roma en los dos períodos era la misma lo que lo llevó, a pesar de sus dificultades, a concluir finalmente que las supuestas contradicciones y novedades en la doctrina solo eran aparentes.

Otro ejemplo ilustrativo de cómo era vista la Iglesia por quienes se convirtieron a ella, proviene de un converso del anglicanismo de principios del siglo XX y luego canciller del papa San Pío X, monseñor Robert Hugh Benson, quien escribió un apocalipsis titulado Señor del Mundo en 1908. En la historia alternativa de este libro, Benson imagina un escenario en el que el Vaticano del siglo XX convoca un concilio como continuación del Concilio Vaticano Primero, pero donde el ficticio Concilio Vaticano Segundo mantiene una estricta ortodoxia y condena la crítica bíblica modernista. En un oscuro paralelismo con el curso actual de la historia, uno de los personajes de Benson cuenta que una gran apostasía se desarrolló tras el Concilio Vaticano Segundo del libro, pero que tomó la forma de éxodo hacia fuera de la Iglesia a la luz de la intransigencia doctrinal de la jerarquía, en lugar de una traición desde adentro, y con una Iglesia reduciéndose pero manteniéndose ortodoxa. Si bien la predicción de Benson sobre la naturaleza de la apostasía futura fue errónea, arroja luz considerable sobre la forma en la que los católicos de su tiempo veían la relación entre la Iglesia y la herejía. La forma natural de describir a ambas en la ficción era simplemente haciendo que la Iglesia mantuviera el mismo “oscurantismo romano” que había mostrado siempre. Pareciera que la posibilidad de que la propia Iglesia dejara de ser dogmática y firme en su apariencia frente al mundo no se le ocurrió a Benson, ni siquiera en un contexto distópico.

Hacia la década de 1950, el contraste entre la supuesta uniformidad dogmática de la Iglesia Católica Romana en asuntos doctrinales, en comparación con la apertura relativa de las comuniones protestantes, fue observada por C.S. Lewis al dirigirse a sacerdotes anglicanos sobre la crítica bíblica modernista, destacando la visión negativa de la Iglesia Católica sobre el asunto. Una observación similar fue realizada casi una década antes del Vaticano II, en 1952, por el agnóstico convertido al anglicanismo, el filósofo CEM Joad, poco antes de su muerte y reconversión al cristianismo, quien afirmó que los pastores anglicanos eran libres de contradecirse entre sí en asuntos significativos como el parto virginal, mientras los católicos estaban sujetos a una fe única y constante, y sobre la vitalidad relativa de la Iglesia Católica a la luz de su firmeza doctrinal dijo:

“El hecho de que la elasticidad y la vaguedad del credo de la Iglesia [Anglicana] hayan sido una parte no menor en el declive de su influencia, y que la popularidad comparativa de la Iglesia Católica Romana, que ha hecho pocas concesiones al ‘espíritu de la época’, si es que hizo alguna, haya resistido el desafío de la ciencia, demuestra convincentemente [.] …que hay, imagino, poca evidencia de que la Iglesia Católica Romana esté en declive tanto en su influencia como en número. Al contrario, está creciendo en ambos.” (CEM Joad, Recuperar la Fe, 1952)

Podría multiplicar fácilmente afirmaciones como las de los católicos citados – incluyendo disidentes liberales – y protestantes antes del Concilio, hasta triplicar la longitud de este artículo. Todos atestiguan lo mismo: el carácter de la Iglesia antes del Concilio Vaticano Segundo era considerado universalmente, tanto por amigos como por enemigos, como firme, receloso ante novedades, y dogmáticamente insistente en la adhesión a fórmulas doctrinales precisas. Ya sea que la deploraran o la elogiaran, los de afuera y los de adentro de la Iglesia no habrían tenido dificultad para coincidir en que su actitud hacia el error doctrinal y el exterior era sin duda un “signo de contradicción” por encima y enfrentado a la creciente tolerancia doctrinal del protestantismo. Tal vez no exista una palabra más opuesta al espíritu de la Iglesia, descrito por quienes la conocían, que aggiornamento.

Sin embargo, a menos de veinte años de la afirmación de Joad, la Iglesia entraría en un período en el que los fieles de todo el mundo serían arrojados en una confusión doctrinal como no se había visto desde la Reforma, y en la que los propios pastores de la Iglesia estarían al frente de las novedades ganadoras y de todo tipo en la Iglesia. Al día de hoy, la mayoría de los miembros de la jerarquía, empapados en el espíritu del Concilio durante su juventud, transmiten el mensaje de abandonar el viejo, rígido, y seco autoritarismo de la Iglesia pre-conciliar.

Esta llamativa contradicción entre las características externas de la Iglesia antes y después del Concilio, indica que los católicos conservadores que intentaron defender la ortodoxia de los documentos conciliares, o de las declaraciones papales individuales de los Papas post-conciliares, en gran medida no terminan de comprender. El demostrar que el Concilio no enseñó nada técnicamente heterodoxo no es suficiente para resolver la objeción central en su contra, que es que ha introducido un espíritu de novedades y apertura al cambio doctrinal que era y es diametralmente opuesto al que la Iglesia tuvo siempre antes del Concilio. Parafraseando el viejo dicho de que el medio es el mensaje, cuando se trata de la forma en la que el mundo exterior percibe a la fe, en sentido práctico, la actitud de la Iglesia es su enseñanza. El mundo, perdido en la oscuridad espiritual, tal vez no discierna los matices precisos de la enseñanza doctrinal de la Iglesia, pero puede diferenciar la forma y la apariencia de un enemigo devoto de aquel que es un lánguido cómplice. En una época, el mundo no tenía dificultades para reconocer a la Iglesia como el primero, sin importar cuán grande era su enemistad. Hoy, en la era del padre James Martin y el papa Francisco, al mundo le cuesta cada vez más reconocer en la Iglesia al viejo enemigo que una vez tuvo.

La Iglesia debe convertirse una vez más en signo de contradicción. Pero para ser ese signo, no es suficiente con que la Iglesia mantenga simplemente la ortodoxia doctrinal. Se necesita algo más: una recuperación colectiva del viejo sentido de certeza sobre las enseñanzas de la Iglesia y la autosuficiencia de los recursos espirituales de la Iglesia. El mundo no se convertirá por medio una Iglesia que sale a hacer alianzas con su decadencia espiritual. Es la Iglesia en su viejo atuendo, el atuendo de la confianza y la fortaleza en la verdad de su enseñanza y en la gravedad del error espiritual, y solo ella, la que será reconocida por el mundo como el signo de contradicción que fue su Esposo mucho tiempo atrás, y que continúa siendo.

Spencer Hall 

(Traducido por Marilina Manteiga. Artículo original)

Roma, en vilo ante los rumores de publicación de una lista de prelados gays (Carlos Esteban)




El diario sensacionalista italiano Il Fatto Quotidiano asegura haber visto una copia del célebre informe de 300 páginas encargado por Benedicto XVI que contendría los nombres de los clérigos miembros del llamado ‘lobby gay’ eclesial.

Dice el Cardenal DiNardo, a su salida de la reunión mantenida con Su Santidad en Roma junto a otros representantes del episcopado norteamericano, que la reunión fue “prolongada y fructífera”, si bien no entró en detalles ni se ha mencionado la eventualidad de enviar un visitador vaticano a Estados Unidos.

En realidad, la visita tiene de extraño que haya sido precedida por las de los cardenales Cupich, de Chicago, y Wuerl, de Washington, ‘hombres’ del defenestrado McCarrick.

La noticia de la convocatoria de un sínodo en el que estarán presentes los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo para tratar el tema de los abusos no ha tenido tampoco el efecto tranquilizador que se esperaba, y ello por tres razones: siendo el principal escándalo de la crisis el hecho del encubrimiento de abusos por parte de obispos, encargarle la solución a esos mismos obispos parece repetir el error de la Carta de Dallas, cuando los obispos norteamericanos pergeñaron un estricto código de supervisión del que, al mismo tiempo, se eximían; la fecha de este ‘urgente’ sínodo’ es febrero de 2019, dando la sensación de que no es tan urgente o que se pretende que todas las peticiones de reforma se pospongan a esa fecha; y, por último pero no menos importante, en el se tratará de abusos a menores y personas vulnerables, exceptuando de esta última categoría a sacerdotes y seminaristas, que son precisamente las principales víctimas de acoso homosexual.

Se teme, en fin, que el sínodo ponga sordina a lo que cada vez más voces críticas consideran el núcleo del problema, que no es (solo) el vago ‘clericalismo’ -término elástico donde los haya-, sino la penetración en la jerarquía eclesiástica de verdaderas redes de clérigos homosexuales decididos a subvertir la organización y aun la doctrina de la Iglesia sobre moral sexual.

Y es precisamente este aspecto el que centra el rumor más compartido del día: la afirmación de un diario sensacionalista italiano, Il Fatto Quotidiano, de que ya se habría filtrado el celebérrimo informe de 300 páginas encargado por Benedicto XVI a los cardenales Herranz, Tomko y Fi Giorgi poco antes de su abdicación y transmitido a su sucesor, Francisco, que nunca ha hecho referencia al mismo.

Se supone, y así lo afirma Il Fatto, que el documento contiene los nombres de los miembros de la Curia y la alta jerarquía eclesiástica que formarían parte de ese ‘lobby lavanda’ que estaría corrompiendo la Iglesia con su influencia. Y, sobre todo, que su publicación en formato digital es cuestión de días.

Cuenta en el diario la autora de la noticia, Francesca Fagnani, que “el informe contiene un cuadro perturbador y destallado de la corrupción moral y material del clero, con nombres, apellidos y circunstancias”.

Se trata, dice Fagnani, de una lista de prelados y laicos “que pertenecen al llamado ‘lobby gay’ y que a través de chantajes y secretos podría afectar o han condicionado de hecho, posiciones y carreras”

“El informe contiene una imagen detallada y perturbadora de la corrupción moral y material del clero, con nombres, apellidos y circunstancias” escribe Francesca Fagnani.


Carlos Esteban

Noticias varias 13 de septiembre de 2018



INFOVATICANA

Osoro ha escrito como un ‘grouppie’, no como un prelado católico (Carlos Esteban)

INFOCATÓLICA

Jaime Balmes explica la importancia de pensar con criterio

Cardenal Maradiaga considera que las relaciones homosexuales del ex-cardenal McCarrick son «algo de orden privado»

LIFE SITE NEWS

GLORIA TV

No es sorprendente: abusador homosexual McCarrick presionó por la comunión para adúlteros

Papa Francisco atrapado en sus errores, corrupción en la Capilla Sixtina, el 11 – S de la Iglesia Católica, abusos en Alemania (Specola).




La presión informativa es terrible y no sólo no cesa sino que está creciendo con nuevos matices.

El testimonio Viganò y sus consecuencias aumentan. Dejando de lado ha hojarasca con la que se ha intentado rodear al caso, ya es universal el reconocimiento de la veracidad del contenido. Ni los más fervientes defensores de pontífice se atreven a desmentir ni una sola linea, el último de ellos el afectado Maradiaga que a lo más que llega es a decir que esas cosas no se hacen públicas.

La reunión ‘urgente’ para febrero de los presidentes de las conferencias episcopales está causando sorpresa y perplejidad. La indignación universal por lo sucedido se siente y es más que evidente que las cosas no han funcionado y que el ocultamiento y los silencios impuestos han sido la forma de actuar en muchos de los gravísimos casos. El Papa Francisco está atrapado en sus propios errores, ya son cinco años de promesas frustradas y de palabras vacías. Las reuniones, comisiones, encuentros, enfados, simpatías o antipatías no han tenido ninguna consecuencia y el engaño ya no resiste mucho más.

Nos gustaría equivocarnos y mucho pero este periodo será dramático. Es previsible que la reunión de febrero justifique el que no se clarifique nada hasta esa fecha y nos tememos que tampoco después. Son muchos meses y la herida está abierta y la gangrena se extiende. Son muchos los sacerdotes, obispos y laicos que están viviendo estas jornadas con mucha amargura. Ya no sólo hablamos de casos de terribles delitos que han quedado impunes. De miles de víctimas inocentes con vidas destrozadas por quienes tienen obligación de ayudarles. Estamos ante una cadena de complicidades, encubrimientos, silencios, malversaciones de donaciones en la que está implicada una gran parte de la jerarquía de la iglesia.

Todos creímos que el Papa Francisco tenía la intención y decisión de terminar con todo esto y creímos que seguiría la linea de fortaleza iniciada en los pontificados anteriores. Los hechos nos hablan de lo contrario. Nos han querido vender el calentamiento global y los mundos de primaveras arco iris, nos quieren convencer de revoluciones históricas y de iglesias en salida y de puertas abiertas. Estamos viendo todo lo contrario. Las puertas de cierran incluso físicamente. Los seminarios y noviciados desaparecen y los fieles abandonan en masa a sus pastores porque han dejado de sentirlos como propios. Incluso la posible renuncia de Papa Francisco es un problema porque no enfrentaríamos a un conclave con muchos de sus miembros más que tocados y desprestigiados.

El secretario de Papa Benedicto XVI nos ha hablado de 11 de septiembre de la iglesia. No le falta razón. La conmoción que sufrió el mundo con la caída de las torres gemelas nos hizo ver que algo muy serio de fondo estaba sucediendo. Lo que estamos viendo estos días está cambiando la historia de la iglesia. Estamos ante un papa acorralado y cualquier salida que podamos imaginar es complicada.

Hace unos meses salto la noticia de la posible fuga del administrador de la Capilla Sixtina. Se desmintió todo y se cerro el problema en falso como siempre. Hoy nos dicen que el Papa Francisco ha autorizado una investigación. Lo que no nos han dicho es que esto es la consecuencia de la acusación por malversación de fondo y blanqueo de dinero que la justicia italiana ha realizado contra su director y su administrador. Es el Vaticano están desactivados todos los órganos de control económicos, descabezados o desprestigiados, y las ordenes solemnes de Papa Francisco son brindis al sol que nadie puede poner en marcha. La experiencia nos dice que los acusados seguirán en sus puestos y los investigadores, si es que alguien se atreve, serán eliminados.

A la larga suma de abusos se suma Alemania y esto son palabras mayores. Estamos tocando dos países muy importantes para la iglesia. Los católicos de Estados Unidos y Alemania son los mayores donantes en todo el mundo. Muchas zonas de misión viven de sus generosas aportaciones. Estas noticias, sobre todo la falta de claridad en su gestión, están ocasionando una huida masiva de donaciones que costará tiempo recuperar. Estos cinco meses pueden ser mortales.

Nuestro gran Miguel de Cervantes nos dice: “Encomiéndate a Dios de todo corazón, que muchas veces suele llover sus misericordias en tiempo que están más secas las esperanzas”. Estamos convencidos como nos recordaba Papa Benedicto en los días de su renuncia que “Siempre he sabido que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino Suya y no la dejará hundirse.”

“Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian”.

Buena lectura.

PEZZO GROSSO COMMENTA IL PROF. BORGHESI. GLI RICORDA LA STORIA DI AL CAPONE E DEL FISCO USA.

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La popularidad del Papa cae en picado en Estados Unidos (Carlos Esteban)



Solo el 48% de los estadounidenses tiene ahora una opinión favorable de Su Santidad; entre los católicos, se ha pasado de un 83% a un 63%, según una reciente encuesta.

En Estados Unidos, el ‘affaire Viganò’ está dañando la imagen de un Papa que, hasta ahora, se mantenía como uno de los más populares de los últimos pontificados. Hace un año y medio, dos de cada tres americanos tenía una visión positiva del actual pontífice, según encuesta realizada por la cadena de televisión americana CNN. Hoy, según esa misma encuesta, ni siquiera llegaría a uno de cada dos, situándose en el 48%.

La encuesta se realizó entre el 6 y el 9 de este mes, en plena polémica sobre las acusaciones contra el Papa y la Curia contenidas en el explosivo testimonio del ex nuncio en Estados Unidos, el arzobispo Carlo Maria Viganò. Entre los católicos, que veían de forma positiva al Papa en un 83% de los casos en enero del año pasado, la proporción ha caído al 63%.

Los resultados contrastan, asimismo, con un estudio más reciente, de enero de este mismo año, realizado por el gigante americano de la demoscopia Pew Research, en el que todavía aproximadamente seis de cada diez americanos tenía una opinión positiva del Santo Padre, más de ocho de cada diez entre los católicos.

Aunque especialmente acusado, por ser allí donde se concentran los casos más graves conocidos hasta la fecha, el caso americano parece no ser excepcional. Más cerca, en la propia Italia, el Papa también ha visto descender su grado de aceptación en una reciente encuesta de La Repubblica, que muestra un descenso del 88% al 71% en sus cinco años de pontificado.

En la encuesta norteamericana, la caída es más fuerte entre los votantes conservadores, solo un 36% de los cuales tiene una opinión favorable de Francisco, lo que no debe extrañar a nadie en un Papa que considera un timbre de honor ser llamado “revolucionario”.

Pero la caída se ha dado en todos los segmentos de población. Entre las mujeres ha pasado del 71% al 51%, y entre los votantes progresistas ha caído del 79% al 59%.

Carlos Esteban

¡BASTA DE ENCUBRIMIENTOS! ...Diga la verdad (Michael Voris, dirigido al Santo Padre).


Duración 5:28 minutos

TRANSCRIPT

With the big announcement yesterday that Pope Francis is calling a worldwide meeting of bishops in February to discuss the sex abuse cover-up problem, this entire crisis has just entered a new phase. However, a massive, massive word of caution needs to be put forth: There needs to be complete and total transparency, and it needs to begin with the Pope.

A big meeting is all well and good, but what is the point of the meeting? Is it to figure out how to handle this from a public relations perspective, or is it how to actually purify the Church of pervert priests and the covering up superiors?

If it is the second, then that may very well necessitate the Pope himself stepping down since he covered up for McCarrick — and actually promoted him — and allowed him to have influence over the appointments of Cardinals Joseph Tobin in Newark (who also knew about McCarrick) and Blase Cupich of Chicago.

How can the Pope, who has also allowed cover-up-Cardinal Donald Wuerl to essentially plan his own going away party, how can the Pope expect anyone to take him seriously on this issue?

He chewed out and humiliated victims of predatory homosexual priests in Chile and actually called them names until he was forced through public pressure to backtrack. He promoted McCarrick in influence, disregarding Pope Benedict's actions to curtail McCarrick.

He completely ignored his own zero-tolerance policy with regard to Wuerl who covered up homosexual predatory priests while bishop of Pittsburgh. He refuses to come clean about Abp. Viganò's bombshell charges, which names many of his closest advisors as being part of a homosexual network strangling the Church.

It's clear that the Pope no longer has any credibility on this issue. He is covering up and deflecting and cannot seriously expect the world to take him seriously as one bent on making the necessary reforms to end this evil plague on the Body of Christ. He would first have to remove most, if not all, of the churchmen around him from their positions of influence.

Those men have stepped into broad daylight supportive of the very structure that has given rise to this wickedness. He should immediately dismiss Fr. James Martin and Fr. Thomas Rosica from their Vatican positions. Those two men are a disgrace to the priesthood — Rosica actively promoting sodomite priests and Matin actively promoting the acceptance of sodomy within the Church as a whole.

Surely, the Holy Father should consider tossing those two under the bus for starters, if nothing more than for the sake of appearance of being serious about reform.

But there are further steps that need to be taken, not just by the Pope, but by the U.S. bishops as well. For one, while a handful have openly come out and nailed the heart of the problem by declaring homosexuality within the priesthood the issue, too many have not.

Where is the public denouncement of Fr. James Martin by the U.S. bishops as a whole, that this man, who credible reports say actually confesses his homosexuality to Jesuit seminarians at retreats, has made a career not saving souls but trying to convince souls that evil is good. How can faithful Catholics take any of this talk of reform seriously until there is visible public action to begin to bring it all to an end.

We've had enough talk to last an eternity. Talk, plan, do whatever, but these wicked men have got to be exposed and thrown from the Church if they do not repent and make reparation, which means publicly announcing that they have done evil, were wrong and then retiring to a life of true prayer and penance — not like McCarrick, chilling in a millionaire pad in D.C. and enjoying great food.

Come on Holy Father, do the right thing. Get rid of your underlings who have and still are perpetrating this great evil, announce your own guilt and then step aside. Leave the February meeting of bishops from around the world — some of whom are more than likely also wrapped up in all this — to your successor.

But the first thing that has to happen is simple: end the cover-up. Tell the truth. Vigano is right. You are wrong. You are as guilty in all of this as any other cover-up bishop stretching back to your time in Buenos Aires.

The measure of how much a man loves the Church — and by extension, his own eternal life — is how much he will embrace the truth and comport his life accordingly.

Charity does not exist without justice.

Michael Voris

jueves, 13 de septiembre de 2018

EL MATRIMONIO entre HOMBRE Y MUJER es el que mayor beneficio aporta a la sociedad, dice Sophia Kuby


Duración 3:51 minutos

MI GRAN SILENCIO (La importancia del celibato sacerdotal) por Agnus Dei Prod


Duración 11:14 minutos

“No acabarán los abusos hasta que el Papa acabe con ‘la mafia lavanda’ en la Iglesia’’ (Teóloga Janet Smitht)



EN UN ARTÍCULO DEL SUPLEMENTO DE EL MUNDO, 'CRÓNICA', ANALIZA LA VISIÓN DE ESTA TEÓLOGA AMERICANA SOBRE LOS ESCÁNDALOS DE ABUSOS EN LA IGLESIA CATÓLICA.


Así llama la teóloga Janet Smith al ‘lobby’ filohomosexual que, según ha denunciado el nuncio Viganò en su carta-bomba contra Francisco, habría acumulado un enorme poder en la Iglesia católica. «Los homosexuales activos se protegen unos a otros para escalar en la jerarquía», sostiene ella.

Hace 17 años que Janet Smith (68 años) enseña Teología en el Seminario del Sagrado Corazón en Detroit (Michigan). Antes fue catedrática de Filosofía Clásica en las universidades de Dallas y Notre Dame. Smith conoce bien los complicados vericuetos del clero aunque la suya haya sido una vida dedicada al estudio y a la formación de jóvenes seminaristas. Hoy, dice, asiste compungida al descrédito de la Iglesia católica que pese a su labor social (ahí está Cáritas, las residencias de ancianos, las monjitas misioneras…) y evangelizadora últimamente parece ser sólo noticia por los escándalos de abuso sexuales. El último, a propósito de la dimisión del cardenal Theodore McCarrick (88 años), una de las figuras más destacadas de la Iglesia en EEUU, tras las denuncias de varios menores y algunos seminaristas. El escándalo se suma a la crisis de Chile por la que todos los obispos presentaron su renuncia al Papa.

Smith lo tiene claro: «El problema de los abusos no podrá resolverse sólo con la dimisión de algunos obispos, ni tampoco con nuevas directrices burocráticas. El problema son las redes homosexuales existentes en el clero, que tienen que ser erradicadas», explica a Crónica.

La profesora Smith, autora de varios superventas sobre sexualidad y anticonceptivos además de consejera habitual de la Santa Sede, es uno de los referentes de la carta que hace dos semanas Carlos María Viganò (77 años), arzobispo titular de Ulpiana y ex nuncio apostólico en EEUU entre 2011 y 2016, remitió a los medios en la víspera de la llegada del Papa Francisco a Dublín. El viaje a la capital irlandesa no sólo tenía una finalidad pastoral. También se esperaba que el Sumo Pontífice pidiera perdón por los abusos perpetrados por algunos miembros del clero en el país.

La misiva de Viganò (titulada Para sacar a la Iglesia de la ciénagainmensa en la que ha caído) es un desafío sin precedentes. El arzobispo denunciaba que Francisco ya había sido advertido de las actividades de McCarrick (de hecho habría levantado las sanciones que Benedicto XVI habría impuesto al cardenal) al mismo tiempo que describía una suerte de lobby gay que regiría una parte importante de la Iglesia y con el que también colaborarían los cardenales Sodano y Bertone, a quien directamente acusa de ser notoriamente favorables a la promoción de homosexuales. Tampoco ahorraba críticas al cardenal Francesco Coccopalmerio y el arzobispo Vincenzo Paglia, pertenecientes al parecer «a la corriente filohomosexual favorable a subvertir la doctrina católica respecto a la homosexualidad»; corriente que ya fue denunciada en 1986 por Ratzinger cuando era cardenal. «Estas redes, difundidas ya en muchas diócesis, seminarios, órdenes religiosas, etc., actúan protegidas por el secreto y la mentira con la fuerza de los tentáculos de un pulpo, triturando a las víctimas inocentes, a las vocaciones sacerdotales y estrangulando a toda la Iglesia (…) Tenemos que tener la valentía de derribar esta cultura de omertá y confesar públicamente las verdades que hemos mantenido ocultas», concluía la carta. Las palabras de Viganò fueron interpretadas como un ataque frontal al Papa Francisco por parte de los sectores tradicionalistas de la Iglesia teóricamente deseosos de acabar con el relativo aperturismo del pontífice argentino. Aunque de momento el silencio ha sido la única respuesta del Vaticano, los articulistas más cercanos al Papa se han encargado de desprestigiar al nuncio, ariete de una supuesta conspiración ultraconservadora para obligar a dimitir a Bergoglio.

Smith, sin embargo, defiende a Viganò. «No es una cuestión de apoyar una facción u otra. A mí me parece que tiene credibilidad y además ha dicho que los documentos de los que habla se pueden consultar en Filadelfia, en Washington DC y en Roma. Así que no hay por qué dudar de sus palabras. Basta ir a los archivos. Las críticas son irrelevantes. Lo importante es que se sepa la verdad. Destruir al mensajero no va ayudar a la Iglesia».

Smith dice no saber de las andanzas de McCarrick. «Personalmente, nunca escuché nada aunque tengo entendido que eran la comidilla. Ahora es cuando estoy empezando a recibir denuncias respecto a este tipo de comportamientos. Me han contado estudiantes como un cura les amenazó con destruirles si revelaban sus prácticas homosexuales. O por simplemente negarse a pasar el fin de semana con el sacerdote de marras. Así es imposible que los chicos lleguen a admirar a la persona que debe convertirse en un mentor, en su persona de confianza. En cualquier caso, éste no es un tema que afecte únicamente a la Iglesia. El otro día recibí la carta de un chico que me comentaba que su entrenador de baseball le había violado 700 veces».

Según cuenta Viganò, era un secreto a voces que el cardenal McCarrick compartía lecho con los seminaristas y que en cierta ocasión se llevó a cinco jóvenes a pasar un fin de semana a su casa de la playa. «La Iglesia tiene un problema. Hay muchos homosexuales activos que no están respetando el voto de castidad. Están los que son pederastas, que son una minoría. Pero por otro lado están otros que tienen relaciones consentidas con jóvenes seminaristas. (Un estudio 1950-2002. The nature and scope of sexual abuse of minors by catholic priests and deacons in USA sostiene que el porcentaje de abusos homosexuales en la Iglesia asciende al 80% del total. O incluso están los que tienen una pareja estable (ya sea hombre o mujer). Y esto es un problema porque evidencia que no creen en las enseñanzas de la Iglesia. Llevan sus vidas como si fueran libres. Por supuesto que también hay homosexuales que se mantienen castos. ¡Y merecen una medalla!».

¿Pero no sería mejor, como apuntan algunas voces, acabar con el voto de castidad? «Cuando un chico ingresa en un seminario tiene muchos años por delante para pensar lo que conllevan los votos. De todas formas, le garantizo que estos curas homosexuales no iban a casarse con una mujer». Los datos parecen darle la razón. La Iglesia protestante tampoco está exenta de casos de abusos. Smith denomina Mafia Lavanda (a medio camino entre el púrpura cardenalicio y el rosa) al supuesto lobby gay que se habría hecho fuerte en la Iglesia. «Es un grupo de homosexuales activos que se protegen entre ellos para tomar el control de las diócesis. Y así muchos llegan a puestos de poder desde donde pueden ejercer presiones contra los muchos curas que no están de acuerdo con su forma de vida. Y les boicotean. Luego ayudan a los suyos a llegar más lejos en la jerarquía eclesiástica. Este tipo de gente son Harvey Weinsteins [homosexuales] con sotana. Muchos de ellos se aprovechan de los seminaristas, de los curas jóvenes o de cualquier chico que se acerque a la parroquia. Son depredadores que abusan de su situación de poder para obligar a otros miembros de la Iglesia a mantener relaciones con ellos». Viganò insiste en que el comportamiento de McCarrick no era precisamente velado. La teóloga es tajante: «Cuando llegaba una denuncia, respondían diciendo que McCarrick era muy bueno recaudando fondos para la Iglesia. ¿Y eso qué les importa a las víctimas?»

La teóloga prefiere no especificar pero denuncia que en algunas diócesis el porcentaje de religiosos homosexuales asciende al 50% de sus miembros. «Por eso algunos temen actuar. Les da miedo exigirles que respeten sus votos y quedarse sin curas. Pero la Iglesia y sus feligreses tienen derecho a que los sacerdotes crean en sus propias enseñanzas».

La homosexualidad en cualquier caso nunca ha sido ajena a la Iglesia católica. Por ejemplo Julio II (1503-1510) y León X (1510-1521) fueron retratados por sus contemporáneos como notorios «sodomitas». Además Francisco ha tenido declaraciones contradictorias al respecto. Desde el «Dios te hizo así», con el que a finales de abril consoló a un joven gay chileno víctima de los abusos, a aconsejar a los padres de niños con tendencias homosexuales que manden a sus hijos al psiquiatra para que, según matizó después el Vaticano, aprendan a aceptarlo. En cualquier caso, como Benedicto XVI, Bergoglio también ha desaconsejado el ingreso de gays en los seminarios. Smith prefiere no pronunciarse respecto a la actitud de Francisco. «Lo único que me parece es que debería hacer gala de esa transparencia de la que habló en la carta que escribió recientemente a los obispos de EEUU. De momento, su silencio respecto a las acusaciones de Viganò parece contradictorio. La verdad es que me gustaría ser optimista. Desde que se desvelaron los primeros casos de abusos en Boston, hay un evidente cambio de actitud en gran parte de los jóvenes que ingresan en los seminarios. Son más comprometidos y decididos a respetar los votos».

La semana pasada, Alfa y Omega, periódico editado por el Arzobispado de Madrid, despachaba la carta de Viganò como una «jugarreta que los críticos internos» tenían preparada al Papa. «La respuesta frente a esta pequeña pero influyente minoría, ahora hipócritamente reagrupada bajo la bandera de los abusos, no debe ser entrar en polémicas cainitas. Más eficaz es continuar en la línea de las reformas para seguir mejorando la formación afectivo sexual en los seminarios y fomentando una mayor presencia en los órganos de decisión de la Iglesia de los laicos (en particular, de mujeres)».

Una línea similar a la que propone Smith. «Hay que abrir a los laicos los archivos de los que habla Viganò y llegar al fondo de la cuestión. Y no sólo para condenar a los culpables sino también para despejar cualquier duda sobre los que sean inocentes. Hay que hacer todo lo posible para que los feligreses vuelvan a confiar en la Iglesia y sepan que si su hijo quiere ser monaguillo o se decide a tomar los hábitos estén seguros de que no sufrirán acoso alguno. Por eso es tan importante que se llegue hasta al final. Es una pena que pese a todo lo que hace la Iglesia sólo se hable de abusos sexuales. Lo de menos es perder sacerdotes. Ya sea porque pertenezcan a la Mafia Lavanda, porque abusen de sustancias tóxicas o porque sean unos narcisistas ambiciosos. Lo importante es que los católicos puedan volver a confiar en la Iglesia».

A muchos el discurso de la profesora Smith les parecerá homófobo. «Ése también es un riesgo», concluye la teóloga.

Consejos vendo, que para mí no tengo (José Martí) (2) El discernimiento como amor a la verdad


Es preciso orar en todo momento y no desfallecer (Lc 18, 1)


UNO: Importancia de la razón

http://www.blogcatolico.com/2018/09/consejos- vendo-que-para-mi-no-tengo.html

DOS (2) El discernimiento como amor a la verdad

http://www.blogcatolico.com/2018/09/consejos- vendo-que-para-mi-no-tengo_13.html

TRES (3)El Nuevo Orden Mundial y el verdadero Progreso

http://www.blogcatolico.com/2018/09/consejos- vendo-que-para-mi-no-tengo_16.html

CUATRO (4) Misión de los sacerdotes y de la Jerarquía: anunciar a Jesucristo. Sólo en Él es posible el reconocimiento de la dignidad de las personas

http://www.blogcatolico.com/2018/09/consejos- vendo-que-para-mi-no-tengo_19.html

CINCO (5) Católicos perseguidos y «católicos» bien considerados

http://www.blogcatolico.com/2018/09/consejos- vendo-que-para-mi-no-tengo_27.html

SEIS (6) Naturaleza y gracia

http://www.blogcatolico.com/2018/10/consejos- vendo-que-para-mi-no-tengo.html

SIETE (7)Unidad de la Iglesia : ¿Acaso hay dos magisterios?

http://www.blogcatolico.com/2018/10/consejos- vendo-que-para-mi-no-tengo_18.html

OCHO (8) Incoherencias a la hora de insultar a otros.

http://www.blogcatolico.com/2018/11/consejos- vendo-que-para-mi-no-tengo-8_6.html

NUEVE (9)Del dicho al hecho: Concilio Vaticano II

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DIEZ (10) (José Martí) Anomalías en la Iglesia

http://www.blogcatolico.com/2018/11/consejos- vendo-que-para-mi-no-tengo-10_16.html

ONCE (11) "Podéis criticarme. No es pecado" -dice Francisco- ... Muy bien: pues atreveos a criticarlo ... y veréis lo que ocurre.

http://www.blogcatolico.com/2018/12/consejos- vendo-que-para-mi-no-tengo-11.html

DOCE (12) - Un alto en el camino para reflexionar

http://www.blogcatolico.com/2018/12/consejos- vendo-que-para-mi-no-tengo-12.html 


Acabado el inciso anterior, continúo con el tema de la «Franciscolatría». Ésta, básicamente, consiste en considerar que todo cuanto sale de la boca de Francisco es magisterio. Pero, ¿realmente eso es así?

¿Es magisterio todo lo que el Papa piensa y cualquier cosa que se le ocurra? Es evidente que no, por más que haya todavía bastantes católicos que así lo «piensan», si es que puede llamarse pensar a no hacer uso del pensamiento racional, facultad que Dios nos ha dado para que la ejercitemos, al objeto de alcanzar la verdad.

No vamos a emitir aquí ningún tipo de juicio condenatorio. Eso es algo que nadie puede hacer, pues se refiere a personas concretas: « En cuanto a mí, ni siquiera yo mismo me juzgo (...) Quien me juzga es el Señor» (1 Cor 4, 3-4). Sin embargo, hay que diferenciar entre el juicio a las personas y el razonamiento acerca de los hechos. Éste es necesario, al objeto de alcanzar la verdad ... incluso si esos hechos han sido realizados por el Papa, que es nada menos que el Vicario de Cristo en la Tierra ... ¡pero no es infalible ... salvo en contados casos, que están muy bien estudiados en Teología!

Y es que por encima del Papa está Dios ... y «es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres» (Hech 5, 29). Si las palabras del Papa -por las razones que sean- contradicen el Evangelio, son entonces mundanas y merecedoras, por lo tanto, de reprobación. Esto no es nada nuevo. Pablo ya reprendió a Pedro y lo hizo delante de todos, porque Pedro no estaba actuando conforme a la verdad; y lo que estaba en juego era, nada menos, que el futuro de la Iglesia, la cual tiene que mantenerse fiel a su Fundador:

«Cuando vino Cefas a Antioquía, me enfrenté a él cara a cara, porque era digno de reprensión» (Gal 2, 11) ... Cuando vi que no procedían con rectitud, según la verdad del Evangelio, dije a Cefas, en presencia de todos: «si tú, que eres judío, vives como los gentiles y no como los judíos, ¿cómo obligas a los gentiles a vivir como judíos?» (Gal 2, 14). 

¿Tenemos que estar con el Papa o no? Depende de lo que entendamos por estar con el Papa. Hay un artículo de Ricardo Cascioli, en el que el cardenal Carlo Caffarra  explica, con claridad, lo que significa «estar de verdad con el Papa». No significa decir amén a todo cuanto el Papa diga; y en el caso de los cardenales significa aconsejarle, siempre que lo necesite, para que de su boca no salgan palabras contrarias al Evangelio, que puedan conducir a los fieles a confusión, como está ocurriendo en el caso de Francisco. 

Aunque lo hemos repetido ya muchas veces y forma parte del título de este Blog, no me importa repetirlo de nuevo, dada la importancia fundamental que esto tiene, con vistas a nuestra salvación; el propio San Pablo también lo hace; y con insistencia:
«Aunque nosotros mismos, o un ángel del cielo, os anunciara un Evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema! Como hemos dicho, y ahora vuelvo a decirlo: si alguien os anuncia un Evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema!» (Gal 1, 8-9)
Es un grave error, pues, la «Papolatría» en general y la «Franciscolatría», en particular, que es lo que estamos presenciando en este mundo de hoy, que se ha vuelto completamente loco. Una cosa es la obediencia al Papado, como institución fundada por Jesucristo, y otra la obediencia a un papa concreto: ésta dependerá de que el Papa sea fiel a la Tradición recibida. Eso sí: siempre tiene que haber una actitud de respeto y de cariño hacia el Papa, sea el que sea, dada su condición de Vicario de Cristo en la Tierra. Y obediencia también, por supuesto ... pero sin olvidar que la misión del Papa es la de confirmar en la fe a sus hermanos. De no ser así, un cristiano que de veras quisiera al Papa tendría la obligación de no obedecerlo.

La obediencia ciega, en estos casos, no es lo que Dios quiere: Dios, al crearnos, nos ha dotado de una inteligencia y de una voluntad, para que las ejercitemos y nos vayamos perfeccionando y creciendo. El cristiano, como toda persona, no tiene prohibido pensar. ¿Por qué? Pues porque el pensamiento tiene como objeto el conocimiento de la verdad, y la aproximación, cada vez mayor, a la verdad, nos lleva -además- a estar más cerca del Señor, que es lo que realmente importa ... dado que Él dijo de Sí Mismo: «Yo soy la Verdad» (Jn 14, 6).

De manera que no sólo no está prohibido sino que es una obligación para el cristiano el ejercicio de su inteligencia en el hábito del recto pensar, que es el que conduce al conocimiento de la verdad. Jesucristo, cuando habla, no lo hace para tener «contenta» a la gente, ni busca el aplauso del mundo, sino que habla con verdad:
  «Yo, para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad; todo el que es de la verdad escucha mi voz» (Jn 18, 37)
«Todo el que obra mal aborrece la luz, y no viene a la luz para que sus obras no le acusen; pero quien obra según la verdad viene a la luz,  para que sus obras se pongan de manifiesto, porque han sido hechas según Dios» (Jn 3, 20-21)
La verdad es, pues, fundamento y base de la Religión Católica. De Jesucristo, que es nuestro Modelo, tenemos que aprender el amor a la verdad ... una verdad que, en última instancia, es Él mismo. 

Cualquier verdad, por pequeña que sea, nos conduce hasta Dios y, en particular, nos lleva a conocer más y mejor a Jesucristo, el cual es la razón de nuestra existencia y lo que da sentido a nuestra vida. Por el bautismo fuimos hechos cristianos y nos convertimos en verdaderos hijos de Dios y, por lo tanto, hermanos de Jesucristo, todo ello sin mérito alguno por nuestra parte: nuestra filiación divina es pura gracia. 

Nunca agradeceremos lo suficiente este don inmenso de la gracia santificante, que Él concede a los que lo aman ... un amor a Dios, al que es imposible acceder si no se ama la verdad: sólo ésta nos puede conducir a Él ... y tenemos la seguridad de que alcanzaremos este amor ... pues nosotros mismos hemos sido alcanzados por Cristo (Fil 3, 12). 

Por otra parte, y siguiendo con nuestro tema, nos encontramos con el hecho de que el papa Francisco es el primero que dice, por activa y por pasiva, que tenemos que discernir, tenemos que aplicar el discernimiento en todo cuanto hagamos. Y dice bien, pues discernir es tener criterio, con vistas a conocer la verdad o la falsedad de las cosas. 

El discernimiento, bien entendido, es muy importante. Pero -y esto es esencial- en la mente de quien discierne debe de estar siempre presente la radicalidad del amor a la verdad: sólo si este amor es sincero puede hablarse, entonces, de un verdadero discernimiento. 

Lo que no debe hacerse nunca (¡pero se hace!) es traicionar la verdad. Quien hiciera tal cosa no habría discernido bien, pues el discernimiento tiene por objeto el acercamiento a la verdad y el alejamiento de la mentira

Si el discernimiento nos lleva a Jesucristo, que es la Verdad, podemos estar seguros de haber discernido bien. Si al «discernir» nos separamos de Dios, y Jesucristo apenas si significa ya nada para nosotros, tal «discernimiento» ha sido erróneo, pues a consecuencia de él nos hemos separado de la verdad: hemos discernido mal. Nos hemos equivocado. 

Un verdadero discernimiento -en ese caso- nos llevaría a rectificar y a volver al buen camino, al camino recto, al camino de la cruz y de la senda estrecha ... que es el único que, al seguirlo, puede hacernos felices, ya en esta vida, en la medida en la que eso es posible ... y, por supuesto, en la otra; seguridad que será tanto mayor cuanto más nos fiemos de las palabras de Jesús: 
«Entrad por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y espaciosa la senda que conduce a la perdición, y son muchos los que entran por ella. ¡Qué angosta es la puerta y estrecha la senda que lleva a la Vida, y qué pocos son los que la encuentran!»  (Mt 7, 13-14)
Continuará