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miércoles, 13 de noviembre de 2013

Encuesta universal (3)

¿Por qué ese interés tan grande por parte de algunos miembros de la Iglesia Jerárquica en seguir las enseñanzas del mundo, en abrirse al mundo, en pensar con criterios mundanos ? ¿Por qué ese afán de ser aplaudidos por el mundo, siendo así que los criterios de la Iglesia son contrarios a los del mundo? ¿Es que no nos importa el perder la propia identidad con tal de que así hablen bien de nosotros? Pues éstas no son las enseñanzas contenidas en las Sagradas Escrituras. Dice San Pablo a los gálatas: "¿Busco yo acaso el favor de los hombres o de Dios? ¿O es que deseo agradar a los hombres? Si aún tratara de agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo" (Gal 1,10). 

Porque,  si analizamos los hechos (y los hechos son innegables), parece que hay en la Iglesia un deseo de agradar a todos (¡ojalá me equivocase!) como si el Catolicismo no fuese la Única Religión verdadera, como si todas las religiones tuviesen el mismo valor; o, si se quiere, como si todas las religiones fuesen verdaderas (lo que equivale a decir que todas son falsas) Se pretende que la Religión haga referencia tan solo al sentimiento de cada uno y que no sea ni conocida ni estudiada; que la Religión no tiene por qué influir en la marcha del mundo, que eso es un retroceso, desconociendo así la enorme influencia positiva que ha tenido la Religión (y me refiero ahora a la Religión Católica) tanto en el progreso y desarrollo de la humanidad (en todos los ámbitos, incluido también el científico), como la realidad incontestable de que ha hecho felices a millones de personas. No hay razones de peso para ir contra la Religión... ...en verdad no hay ninguna razón razonable



Claro que el Demonio es el padre de la mentira y es muy hábil en su terreno, así como también lo son sus hijos, para hacerle creer a la gente que la Religión (sobre todo, la Católica) ha sido nefasta para el progreso. No importa que eso sea completamente falso, como demuestra la historia, pues "si los hechos están en contra de las ideas paganas, peor para los hechos" (sencillamente se falsea la historia para transmitir a la gente -tergiversándolo, además-  sólo aquello que ellos quieren que la gente conozca). La manipulación histórica es, en este sentido, tremenda. De modo que, tal como están las cosas,  se está consiguiendo (si es que no se ha conseguido ya) que el reinado de Dios sea sustituido por el de los hombres. Dios no existe; es un mito propio de personas sin cultura.  El hombre es dios para sí mismo. Y si cabe hablar de alguna religión ésta es la religión del hombre, que es el único que cuenta. Esto sería así, lógicamente, para los ateos y los agnósticos... en principio.


Y digo esto porque, además, se está extendiendo también, en el seno de la misma Iglesia, la idea (¡falsa!) de que todos los hombres se salvan, hagan lo que hagan, lo quieran o no, lo sepan o no lo sepan. Ya no se habla del pecado ni del infierno, ni de la divinidad de Jesucristo ni de su Resurrección y su Presencia real en la Eucaristía, etc... En otras palabras: se omiten las verdades sobrenaturales, que siempre ha enseñado la Iglesia, lo que es de una enorme gravedad, pues aquello de lo que no se habla, al final acaba olvidándose (si es que alguna vez llegó a aprenderse) y lo que es real queda reducido a mito.


¡Qué pocos son los pastores en la Iglesia de nuestro tiempo que hablen de estas cosas que son fundamentales para que la Iglesia pueda continuar existiendo como tal Iglesia, conservando las verdades que recibió de su Fundador; sin las cuales acabaría desapareciendo. Sabemos que la Iglesia no será destruida, pero sí puede quedar reducida a su mínima expresión. Jesús hablaba de "mi pequeño rebaño" (Lc 12,32), refiriéndose a sus discípulos. 

¿Significa esto que estamos cerca del final de los tiempos? Es difícil saberlo, aunque hay bastantes indicios de que así podría ser. Recordemos, por ejemplo, lo que dice san Pablo a los Tesalonicenses, acerca de la proximidad de los últimos tiempos y de la segunda venida del Señor: "Que nadie os engañe de ninguna manera, porque antes ha de venir la apostasía y se ha de manifestar el hombre de iniquidad, el hijo de la perdición, que se opone y se alza sobre todo lo que se dice Dios o es adorado, hasta llegar a sentarse en el templo de Dios, manifestando que él es dios" (2 Tes 2, 3-4). No es arriesgado aventurar que nos encontramos actualmente en una situación de apostasía general a nivel mundial. De manera que si no estamos ya en la Apostasía general, de la que nos habla san Pablo,  sí es cierto que nos estamos acercando a ella a pasos agigantados. 


Sobre este asunto dice Jesús que "acerca de aquel día y hora nadie sabe, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre" (Mt 24,36) [Se refiere, evidentemente, al Hijo, en cuanto hombre, y en cuanto que no es su misión revelar ese día]  Pero hay algo que sí es cierto y es que ese día vendrá, y vendrá sin anunciarse: "Aquel día vendrá de improviso y caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra" (Lc 21, 34b-35). "Habrá una tribulación tan grande como no la hubo desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si no se acortasen tales días, nadie se salvaría; pero por los elegidos se abreviarán aquellos días" (Mt 23, 21-22)... "Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre (es decir, la Cruz) y en ese momento todas las tribus de la tierra gemirán y verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes del cielo, con gran poder y gloria(Mt 23, 30).



Siendo esto verdad, el Señor, como siempre hace, nos da la solución junto al problema, una solución que es sencilla:  "Velad, pues, porque no sabéis en qué día vendrá vuestro Señor" (Mt 24,42). Tan importante es esto que insiste, repetidamente y en varias ocasiones, en que estemos siempre vigilantes : "Estad preparados, porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del hombre" (Mt 24,44). Y san Pedro también es muy claro, cuando nos aconseja cómo proceder en nuestra vida, sabiendo lo que nos espera: "Si todas estas cosas van a destruirse de ese modo, ¡cuánto más debéis llevar vosotros una conducta santa y piadosa, mientras aguardáis y apresuráis la venida del día de Dios, cuando los cielos se disuelvan ardiendo y los elementos se derritan abrasados! Nosotros, según su promesa, esperamos unos cielos nuevos y una tierra nueva, en los que habita la justicia" (2 Pet 3, 11-13). Y finalmente san Juan, en el Apocalipsis, refiriéndose a la situación en la que se encontrarán aquellos cuyos nombres estén escritos en el libro de la vida ( o sea, en el cielo) dice: "Vi  un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y ya no existe el mar... Ésta es la morada de Dios con los hombres: habitará con ellos y ellos serán su pueblo, y Dios, habitando realmente en medio de ellos, será su Dios. Y enjugará toda lágrima de sus ojos; y no habrá ya muerte ni llanto, ni lamento, ni dolor, porque todo lo anterior ya pasó. Y el que estaba sentado en el trono dijo: Mira, hago nuevas todas las cosas. Y añadió: 'Estas palabras son fidedignas y veraces' " (Ap 21, 1.3-5)
(Continuará)

martes, 12 de noviembre de 2013

Encuesta universal (2)

Lo dicho en el post anterior se refiere al contenido de la encuesta. Pero es que el mero hecho de la encuesta, en sí mismo, no me cabe en la cabeza. La Iglesia tiene una constitución Jerárquica y no democrática; y esto es de institución divina. Jesucristo es Rey del Universo "Yo soy Rey. Para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad; todo el que es de la verdad escucha mi voz" (Jn 18,17) y dio el primado a Pedro"Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas" (Jn 21,17), primado que antes le había prometido:  "Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del Reino de los Cielos; y todo lo que ates sobre la Tierra quedará atado en los Cielos; y todo lo que desates sobre la Tierra quedará desatado en los Cielos" (Mt 16, 18-19).



Siendo esto así, como lo es, ¿qué sentido tiene para la Iglesia conocer lo que piensa el mundo? Esto se debe, en buena parte,  a la influencia de las filosofías modernas, según las cuales la Iglesia tiene que acomodarse al mundo para no quedarse obsoleta. Es algo que ya se veía venir cuando se hablaba, en el Concilio Vaticano II, del aggiornamiento o puesta al día de la Iglesia, para abrirse a las nuevas corrientes de pensamiento. Maritain hablaba, en su libro El campesino del Garona, de "arrodillamiento ante el mundo" por parte de la Iglesia. Esto es un grave error, pues no es la Iglesia la que se debe adaptar al mundo, sino al revés: son los hombres los que tienen que acomodarse al Evangelio. ¿O es que valen más las "verdades" de los hombres que las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo?  "Yo soy la luz del mundo-decía Jesús-. El que me sigue no anda en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8,12). Estas palabras de Jesucristo son palabras de Dios pues "Yo y el Padre somos uno" (Jn 10,30) y "todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre" pero "quien confiesa al Hijo también posee al Padre" (1 Jn 2, 23). "Todo el que se extralimita y no permanece en la doctrina de Cristo no tiene a Dios" (2 Jn, 9). Dios nos lo ha dicho todo en su Hijo, en Jesucristo. Y es su Palabra la que tenemos que escuchar y la única que nos puede dar la vida: "Mis palabras son Espíritu y Vida" (Jn 6,63). En cambio, "vino la luz al mundo, pero los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas" (Jn 3,19).

  
Si esto es así, ¿a cuento de qué viene el preparar un cuestionario para todo el mundo mundial sobre temas que no le competen? Porque un católico que "piense" según el mundo, es del mundo y no es católico. En la Biblia viene claramente recogida esta idea, tanto en el Antiguo Testamento: "Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos- oráculo del Señor" (Is 55,8), como, sobre todo, en el Nuevo Testamento, y de una manera tajante: "¿No sabéis que la amistad con el mundo es enemiga de Dios? Por tanto, quien desee hacerse amigo del mundo se convierte en enemigo de Dios" (Sant 4,4). Son éstas palabras muy fuertes...¡y verdaderas! El Evangelio es incompatible con el mundo. Decía el Señor, en la oración sacerdotal dirigida a su Padre, hablándole de sus discípulos: "Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como Yo no soy del mundo(Jn 17, 14). Por eso les decía Jesús a sus discípulos: "Si el mundo os odia, sabe que me ha odiado a Mí antes que a vosotros. Si fueseis del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no sois del mundo, sino que Yo os escogí del mundo, por eso el mundo os odia" (Jn 15,18-19).



De modo que el cristiano tiene que contar con el odio del mundo como una condición esencial a su ser propio de cristiano, hasta el punto de que si no fuera así sería mala señal:"¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!" (Lc 6,26). Y advierte: "Ellos son del mundo: por eso hablan cosas mundanas, y el mundo los escucha" (1 Jn 4,5). El apóstol, los pastores tienen la obligación de predicar la Palabra con integridad y de no callar nada, aunque eso conlleve el odio y la persecución. De no hacerlo así, según dice Jesús, no estarían cumpliendo con la misión que de Él han recibido. Y de ello tendrán que dar cuenta ante Dios.


Debemos de tener las ideas bien claras y no llamarnos a engaño. Escuchemos lo que nos dice san Pablo: "todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús sufrirán persecución" (2 Tim 2,12). Esto es una realidad que podemos ver hoy con toda claridad, si no nos tapamos los ojos: el mundo se ha vuelto de espaldas a Dios; no sólo eso sino que odia a Dios abiertamente y se atreve a blasfemar y a mofarse de Él, no consintiendo que nadie viva conforme a las enseñanzas del Señor. 

San Juan se expresa con palabras tan clarividentes a este respecto, que no dejan lugar a dudas, con respecto a la relación del cristiano con el mundo"No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él". Y, a continuación explica el porqué de esa afirmación: "Porque todo lo que hay el mundo, la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida, no proceden del Padre, sino del mundo" (1 Jn 2, 15-16). Por eso, "no os extrañe si el mundo os aborrece" (1 Jn 3,13). 

(continuará)

lunes, 11 de noviembre de 2013

Encuesta universal (1)

Desde las más altas instancias del Vaticano se va a realizar una encuesta universal dirigida a todos los católicos con relación a los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelizaciónPara leer su contenido puedes pinchar aquí 

Confieso sinceramente que cuando oí que se iba a realizar tal encuesta no acababa de creérmelo. Me parecía que era una broma, puesto que no tenía ningún sentido. Luego he comprobado que el asunto iba en serio y que no se trataba de ninguna patraña periodística, por desgracia. Y la verdad es que me deja completamente perplejo: La Iglesia tiene muy clara cuál es su misión en este campo concreto de la pastoral de la familia. ¿Qué necesidad tiene de realizar un cuestionario a este nivel? Produce confusión y desconcierto. Es difícil de entender que se tenga que preguntar a la gente que diga lo que le parece que está bien y lo que está mal, lo que debe ser mantenido y lo que debe ser corregido. Por otra parte,  las respuestas que se van a dar a esas preguntas se conocen ya de antemano, pues están enfocadas claramente en una determinada dirección. A mi entender el problema es muy grave.



Dada la mentalidad materialista y hedonista que reina en el mundo, incluso entre católicos, las respuestas que se van a dar van a ser, casi con toda seguridad, de este tipo: Ya va siendo hora de que la Iglesia se amolde a los nuevos tiempos: los preservativos y los anticonceptivos son avances de la ciencia y la Iglesia debería aceptarlos, como algo propio del progreso; las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo deberían admitirse para no crear en estas personas complejos de culpabilidad que les llevan a sufrir; a los divorciados y vueltos a casar se les debería permitir recibir la Eucaristía, pues el no hacerlo supone para ellos grandes sufrimientos, etc, etc, (Por cierto, los "católicos" que contestasen así no serían realmente católicos, pues esas respuestas van directamente contra la moral cristiana)


Aunque si esas son las respuestas que se van a dar, como es más que previsible, ¿qué va a hacer la Iglesia entonces? Porque si no hace nada, ¿para qué tanto sensacionalismo, tanto realce y tanto marear la perdiz, con lo que eso conlleva de pérdida de tiempo y de dinero? (entre otras cosas). Por supuesto que los "progres" lanzarían el grito al cielo (un cielo en el que no creen), bramando contra aquellos componentes de la Curia que le ponen trabas al pobre Papa (dando por supuesto que eso es lo que el Papa desea realmente para que la Iglesia se abra al mundo y así la noticia del Evangelio sea aceptada por la mayoría). 




Y si hace algo (en el sentido de ceder respecto a temas capitales del cristianismo), estaría actuando contra la voluntad de su Fundador, lo que es mucho más grave. No puede caber ninguna duda acerca de que la situación de divorciados y vueltos a casar es objetivamente pecaminosa y constituye un adulterio (esto no lo digo yo, lo dijo Jesucristo). De modo que si recibieran la comunión lo harían en estado de pecado mortal, sumando un nuevo pecado de sacrilegio al que ya tienen. Lo correcto (y lo bueno para ellos) es que reconozcan que están viviendo realmente en una situación de pecado, que se arrepientan de él,  que se confiesen y cambien de vida y vuelvan al redil y a la unión con Jesucristo, que tanto desea su salvación y su felicidad, mucho más que ellos mismos. Respecto a la homosexualidad y el reconocimiento de que se trata de algo normal, dados los tiempos en los que vivimos, decir eso es una falacia y una gran mentira, es un auténtico engaño: no supone ningún progreso, en absoluto, sino un enorme retroceso hacia épocas muy primitivas -y supuestamente superadas- de la historia de la humanidad. Además, está condenada explícitamente en las Sagradas Escrituras, o lo que es igual, está condenada por Dios mismo, puesto que la Escritura es Palabra de Dios: "No os engañéis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los injuriosos, ni los rapaces heredarán el Reino de Dios" (1Cor 6, 9-10). 


Todo da la impresión, aunque no nos vamos ahora a detener en este punto, de que nos encontramos ya muy cerca de los últimos tiempos. "Vendrá un tiempo-dice San Pablo- en que los hombres no soportarán la sana doctrina, sino que se rodearán de maestros a la medida de sus pasiones para halagarse el oído. Cerrarán sus oídos a la verdad y se volverán a los mitos" (2 Tim 4, 3-4) 




En mi opinión, esta encuesta es una grave imprudencia por parte de la alta Jerarquía de la Iglesia. Pues, lógicamente,  (y esto se sabe) surgirán los archiconocidos temas del aborto, la contracepción, los medios artificiales de reproducción, el divorcio, etc, ..., temas que no pueden ser aprobados por la Iglesia de ninguna de las maneras: El Papa no tiene autoridad para permitir esos comportamientos anormales. Su misión es la de guardar y conservar íntegro el depósito de la fe que le ha sido confiado, según lo que decía San Pablo a Timoteo: "guarda el depósito. Evita las novedades profanas y las contradicciones de la falsa ciencia, pues algunos que la profesaban perdieron la fe" (1 Tim 6, 20-21). La Iglesia tiene la misión de mantener íntegro el mensaje de Jesús. Y no puede añadir ni quitar nada a las palabras contenidas en las Sagradas Escrituras. Así  viene recogido en el Apocalipsis, hablando de las palabras proféticas: "Si alguien añade algo a ellas, Dios enviará sobre él las plagas descritas en este libro. Y si alguien quita alguna de las palabras de este libro profético, Dios le quitará su parte en el árbol de la vida y en la ciudad santa que se han descrito en este libro" (Ap 22, 18-19). Hay un texto del Nuevo Testamento que es ciertamente consolador, para evitar en nosotros la confusión. Es aquél en el que dice San Pablo a los Gálatas: " Aunque nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciásemos un evangelio diferente del que os hemos predicado, ¡sea anatema!" (Gal 1, 8). Anatema, o sea, maldito. 

Por eso debemos conocer el Evangelio que nos ha sido anunciado, que proviene directamente de Jesucristo, así como la tradición oral y escrita, para no dejarnos engañar de nadie: "Hermanos, manteneos firmes y observad las tradiciones que aprendisteis, tanto de palabra como por carta nuestra" (2 Tes 2,15)




¿Cuándo ha dicho la Iglesia que no haya que ser comprensivo y misericordioso? Si precisamente esto es esencial al cristiano y fue predicado insistentemente por Jesús:"Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia  (Mt 5,7)."Amaos los unos a los otros, como Yo os he amado" (Jn 13, 34). Ahora bien: la misericordia hacia los demás no consiste en darles la razón, aunque no la tengan. El engaño no procede de Dios. Nuestra actitud ha de ser la de "amar al pecador, pero odiar el pecado", como decía San Agustín.  Y el mejor ejemplo de esto lo tenemos en el mismo Jesús. Recordemos el episodio de la mujer adúltera, aquella a la que los judíos querían apedrear. Y entonces "Jesús les dijo: El que de vosotros esté sin pecado que tire la piedra el primero...Al oírle, empezaron a marcharse uno tras otro, comenzado por los más viejos, y quedó Jesús solo, y la mujer, de pie, en medio. Jesús se incorporó y le dijo: -Mujer, ¿dónde están? ¿Ninguno te ha condenado? - Ninguno, Señor -respondió ella. Le dijo Jesús: Tampoco yo te condeno; vete y a partir de ahora no peques más" (Jn 8, 10-11). Ambas cosas tienen que ir siempre de la mano. No hay verdadera misericordia por los demás si no se les dice la verdad para que, reconociendo su pecado y arrepintiéndose, puedan encontrar el perdón que Jesús desea ardientemente para ellos.
(Continuará)

lunes, 4 de noviembre de 2013

Acerca de la Iglesia Católica y su historia (9)

El más grave error de la doctrina de Lutero es que negó el magisterio establecido y su tradición y erigió la conciencia del individuo en juez del contenido de la Biblia. La frase "peca con fuerza, pero cree con más fuerza" procede del propio Lutero (pecca fortiter, sed crede fortius).

Lutero tenía su propia interpretación de la Biblia. Lo curioso es que negó radicalmente a todos los demás la libertad de interpretar la Escritura tal como él la entendía. Lo que significa que la base del luteranismo es un dogmatismo subjetivista o un subjetivismo dogmático. Aquí radica el motivo de la constante fragmentación del protestantismo en múltiples movimientos. Contra su voluntad, pero siguiendo una evolución lógica, Lutero llegó a ser el padre de la conciencia autónoma. (Lortz).

Lutero se quejaba de que su doctrina muchas veces era interpretada "carnalmente", como si fuera una liberación de los vínculos morales, y de que ahora, bajo el evangelio, la moralidad marchaba aún peor que bajo el papado. Pero es que, en buena lógica, "si mi voluntad no es libre, y no puede hacer en absoluto nada provechoso para la salvación, y la concupiscencia es invencible", entonces ¿para qué esforzarse? ¿Por qué no dejarse llevar?. Esta doctrina del luteranismo encierra, en sí misma, el peligro objetivo del quietismo y del libertinaje.

Ciertamente Lutero tenía razón en muchas cosas. Su gran error fue apartarse de la única Iglesia fundada por Jesucristo, a la que su fundador prometió que las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Las anomalías dentro de la Iglesia y el mismo oscurecimiento de su doctrina imponen el deber de la crítica y la exigencia de la reforma, pero siempre dentro de la unidad. Las anomalías no pueden justificar jamás un rechazo de la Iglesia misma (Lortz)

[En todo este estudio estoy tomando como libro básico de referencia, aunque no de modo exclusivo, la Historia de la Iglesia, de Joseph Lortz, con muchas frases textualmente sacadas de ese libro, que suelo escribir con letra cursiva]


La confusión teológica era muy grande. Después de infinitas vacilaciones y resistencias de todo tipo por parte de la curia y de la corte de Francia, el mismo rey de Francia y el emperador convinieron en convocar un Concilio, cuyo sesión de apertura tuvo lugar en Trento el 13 de diciembre de 1545, (dos meses antes de la muerte de Lutero) concluyendo el 4 de diciembre de 1563. En total, unos cinco años de actuación, esparcidos en un espacio de 18 años, de 1545 a 1563.

El concilio de Trento es el más largo y uno de los más importantes Concilios de la historia de la Iglesia. Como tuvo dos largas interrupciones, puede dividirse en tres períodos: Bajo el pontificado de Pablo III (del 13 de diciembre de 1545 al 11 de marzo de 1547 en Trento; y en Bolonia desde el 21 de abril de 1547 hasta el 3 de febrero de 1548); suspensión oficial el 14 de septiembre de 1549; bajo el de Julio III (desde el 1 de mayo de 1551 a 28 de abril de 1552); luego hubo una interrupción de diez años; y concluyó finalmente bajo el pontificado de Pío IV (18 de enero de 1562 a 4 de diciembre de 1563). Desde su comienzo hubo 25 sesiones, y fueron aprobándose una serie de decretos. La sesión de clausura (la vigésimo quinta) se celebró durante los días 3 y 4 de diciembre de 1563.

La importancia dogmática del Concilio de Trento consiste en haber eliminado con su luz aquella semioscuridad e incertidumbre reinante en el siglo XV, dando una respuesta clara a los errores protestantes. Así se estableció:

-La Sagrada Escritura y la Tradición como fuentes de la Verdad Revelada
-La Justificación por la gracia y los méritos de Cristo.
-El decreto sobre los sacramentos, que subrayaría aspectos tan relevantes como la transustanciación eucarística, y la sacramentalidad del Orden y de la Unción de enfermos.
- La doctrina sobre el purgatorio, el culto a los santos y las indulgencias.

La importancia reformatoria está en haber orientado las ansias de reforma dentro de la Iglesia, oponiendo a la mal llamada "reforma protestante" una verdadera reforma católica.

El aspecto pastoral fue también de gran trascendencia, pues imprimió carácter a la Iglesia en los siglos sucesivos: los 100 años que siguieron al concilio de Trento fueron para la Iglesia una edad de oro en el campo de la ascética, de la mística, de la santidad heroica, de la evangelización de los pueblos infieles, de la cultura y del arte. Lo que llegó a conseguir el concilio fue la reconstrucción de la unidad religiosa de Europa.

En el campo disciplinar el Concilio tuvo igualmente una gran envergadura. Entre las disposiciones más destacadas podemos citar el deber de residencia de los obispos y la creación de seminarios para la formación del clero, lo que supuso una mejora muy importante para el sacerdocio ministerial.

El 26 de enero de 1564 el Papa Pío IV, mediante la bula Benedictus Deus, aprobó todos los decretos conciliares, dándoles con ello fuerza de ley. Los Papas siguientes, especialmente san Pío V, Gregorio XIII y Sixto V, trabajaron por su aplicación, en lo cual fueron ayudados por una constelación de obispos tan insignes como no los había tenido la Iglesia desde los Santos Padres: san Carlos Borromeo (en Milán), san Juan de Ribera (en Valencia), Bartolomé de los Mártires (en Braga), san Toribio de Mogrovejo (en Lima del Perú), san Francisco de Sales (en Annecy de Saboya), etc.

La gloria mayor del siglo XVI dentro de la historia de la Iglesia católica, lo que constituyó la fuerza y el valor religioso del movimiento reformista católico (lo que a veces es llamado la Contrarreforma) fue el simultáneo florecimiento de la santidad por todas partes. Entre los santos con más influencia cabe destacar a san Ignacio de Loyola, san Francisco Javier, san Francisco de Borja, san Pedro Canisio, san Luis Gonzaga, san Estanislao de Kostka, san Pío V, san Felipe Neri, san Carlos Borromeo, santo Tomás Moro, santa Teresa de Ávila, san Juan de la Cruz, san Pedro de Alcántara y muchos otros: ¡cada santo era irrepetible y original, pero todos ellos estaban en radical unión con el Único Cristo y la Única Iglesia!

Es fundamental tener en cuenta que la salida de aquellas grandes crisis eclesiales fue debida a los santos. Y hoy en día eso es lo que hace falta, más que en ninguna otra época de la Iglesia.

(Continuará)

domingo, 3 de noviembre de 2013

Acerca de la Iglesia Católica y su historia (8)

La Reforma protestante es la mayor catástrofe que ha sobrevenido a la Iglesia en toda su historia hasta hoy. Ni las herejías de la Antigüedad ni el Cisma de Occidente han tenido efectos tan graves para la existencia de la Iglesia y de la fe como la Reforma. Por primera vez, a consecuencia de la Reforma, la unidad de fe de la cristiandad quedó destruida  lo que es la mayor desgracia, pues está en clara contradicción con la voluntad de Jesucristo, su fundador: "Que todos sean uno" (Jn 17,21). 

Se suele aducir que había una gran crisis en la Iglesia, y que era necesaria una reforma. Y que esa fue la razón principal que llevó a esta escisión. Sin embargo, las crisis en el seno de la Iglesia siempre han estado presentes, y no por ello se ha llegado a divisiones de este calibre. En los Concilios las herejías eran condenadas como tales herejías. Y, por lo demás, siempre con persecuciones, que nunca han faltado, se tenía clara la autoridad del Papa y de la Tradición.



Lutero (10 noviembre 1483-18 febrero 1546), fraile agustino, ordenado sacerdote en 1507,  denunció la situación, ciertamente criticable (en algunos puntos), en la que se encontraba la Iglesia de entonces. El momento crucial de su crítica fue el 31 de octubre de 1517,  en que envió las famosas  95 tesis sobre las indulgencias a los obispos competentes,  no obteniendo ninguna respuesta de ellos. Entonces las presentó también a algunos teólogos y, sorprendentemente,  tuvieron una amplia y rápida difusión, a pesar de estar escritas en latín. Este impacto fue inesperado, ..., aunque previsto, en cierto modo, debido al contexto histórico en el que fue escrito (abusos eclesiásticos, exportación de dinero con destino a Roma, etc.). Esa es la razón de que despertara en la gente una aprobación tan ruidosa y apasionada.


Sin embargo, desde un punto de vista teológico, la importancia de las tesis no estriba en la crítica de los abusos; Lutero, en ese sentido, tenía razón en su mayor parte. Ya otros lo habían hecho antes que él. Su importancia teológica estriba en que, además de que no exponían la doctrina completa sobre el purgatorio y las indulgencias, podían ser interpretadas como un ataque a la JerarquíaLa tesis 58, en concreto, iba directamente contra la suprema autoridad doctrinal del Papa. 

En 1518 Lutero calificó por vez primera al Papa León X de anticristo. En 1519, en la disputa de Leipzig, Lutero negó la infalibilidad de los concilios y el primado del Papa. En 1520, aparecen los tres grandes escritos programáticos de Lutero: 

1) A los nobles cristianos de la nación alemana , según los cuales. debía tener lugar:
- En el aspecto negativo: Derrumbamiento de los tres muros: a) El de la diferencia entre laicos y sacerdotes. b) El del derecho de la Iglesia a imponer su interpretación de la Escritura. c) El del derecho del Papa a convocar Concilios.
- En el aspecto positivo: Un Concilio universal debe estructurar la Iglesia por naciones, deben reducirse los días de fiesta; ataque contra el celibato, etc.
2) De la cautividad babilónica : niega el carácter sacrificial de la Misa; sólo admite como sacramentos el bautismo, la penitencia y la eucaristía (entendida ésta de una forma nueva, rechazando que fuese el sacrificio de Jesucristo)
3) De la libertad cristiana. Según Lutero, y ésta son sus propias palabras: al cristiano le basta con su fe, sin que precise obra alguna para ser justo, de donde se deduce que si no ha menester de obra alguna, queda ciertamente desligado de todo mandamiento o ley, y si está desligado de todo esto será, por consiguiente, libre. En esto consiste la libertad cristiana: en la fe única que no nos convierte en ociosos o malhechores, sino antes bien en hombres que no necesitan obra alguna para obtener la justificación y salvación

El 3 de enero de 1521 fue publicada en Roma la bula papal, Decet Romanum Pontificem, por la que León X excomulgaba a Lutero. El emperador Carlos V redactó el Edicto de Worms el 25 de mayo de 1521, declarando a Martín Lutero prófugo y hereje, y prohibiendo sus obras.
(Continuará)

sábado, 26 de octubre de 2013

Acerca de la Iglesia Católica y su historia (7)


El gran Cisma de Occidente (1378 a 1417), cuya raíz se encuentra en Aviñón. En la historia de la Iglesia Católica, el llamado Papado de Aviñón fue el periodo comprendido entre 1309 y 1377, durante el cual siete Papas residieron en Aviñón. 

[La ciudad de Aviñón eran un enclave del condado Venaissin. Durante el siglo XIII, el condado perteneció a Alfonso, conde de Poitiers quien lo donó en herencia a la Santa Sede tras su muerte en 1274, convirtiéndose en un Territorio papal. Aviñón fue vendida al Papado por la condesa Jeanne de Provenza en 1348, con lo cual los dos condados se unieron para formar un enclave papal unificado.  (El condado Venaissin se conoce en la actualidad como condado de Venasque, anexionado a Francia en 1791, aunque no fue reconocida tal adhesión por el Papado hasta el año 1814)]

Estos fueron los siete Papas de Aviñon:

- Clemente V (5 junio 1305- 20 abril 1314)
- Juan XXII (7 agosto 1316-4 diciembre 1334)
- Benedicto XII (20 diciembre 1334-25 abril 1342)
- Clemente VI (7 mayo 1342- 6 diciembre 1352)
- Inocencio VI (18 diciembre 1352 - 12 septiembre 1362)
- Urbano V, beato ( 28 septiembre 1362 - 19 diciembre 1370)
- Gregorio XI (30 diciembre 1370 - 27 marzo 1378).



Ya en Roma fue proclamado como Papa legítimo Urbano VI (8 abril 1378 - 15 octubre 1389). Sin embargo, como los cardenales franceses estaban descontentos con el Papa (por motivos egoístas, la mayoría de ellos), aunque éste había  sido reconocido por ellos mismos durante más de tres meses, declararon nula su elección y en el mismo desdichado año de 1378 nombraron antipapa a Clemente VII (1378-1394), emparentado con la casa real francesa. Nombró nuevos cardenales y algunos cardenales más se separaron de Roma y se pusieron a su lado, surgiendo así la nueva curia de Aviñón. 

A su muerte ambos Papas tuvieron sucesoresLa cristiandad se dividió en dos obediencias papales, prácticamente iguales, una de Roma y otra de Aviñón. La confusión fue indescriptible y hubo no pocas dudas de conciencia, porque al final apenas nadie sabía quién era el Papa legítimo. La Iglesia parecía que iba a partirse en dos. Jamás había tenido que soportar tan pesada carga, pues la unidad es la vida de la Iglesia.

Urbano VI le sucedió Bonifacio IX (2 noviembre 1389- 1 octubre 1404), aunque los franceses ya había elegido como sucesor de Clemente VII a Benedicto XIII (el llamado papa Luna (1394-1417). Después de Bonifacio IX vinieron Inocencio VII (17 octubre 1404 - 6 noviembre 1406) y Gregorio XII (30 noviembre 1406-4 julio 1415). 

Cuando la situación se hizo insoportable y la obstinación de los dos papas era cada vez mayor (especialmente con Benedicto XIII), se reunieron los dos partidos de los cardenales y decretaron un Concilio General en Pisa (1409). En este concilio deponen como cismáticos y herejes a los dos papas reinantes, Gregorio XII y Benedicto XIII, y eligen a un nuevo papa: Alejandro V (26 junio 1409-3 mayo 1410). 

Si nos detenemos un momento a pensar, nos daremos cuenta de la monstruosidad que supone este hecho: un concilio que depone al papa y al antipapa y que elige un tercer papa. Pues bien: ninguno de los papas cedió, y en vez de dos papas hubo tres (residentes en Roma, Aviñon y Bolonia). 

Muerto el papa Alejandro V, por recomendación de Luis II, los cardenales eligieron a Baldassare Cossa, que tomó el nombre de Juan XXIII: obligado por las circunstancias políticas, Juan XXIII entabló negociaciones con Segismundo, rey de Alemania quien logró arrancar al papa el consentimiento para un concilio general en la ciudad de Constanza. A Segismundo corresponde el mérito de que la Iglesia recuperase la unidad

El Concilio de Constanza (1414-1418) depuso a Juan XXIII (de la serie de Pisa) y a Benedicto XIII (de Aviñón). Gregorio XII (de Roma) se retiró voluntariamente, después de que el concilio accediese a ser convocado nuevamente en su nombre. Tenía ya noventa años. Abdicó y vivió dos años más como cardenal-obispo de Porto. Murió el 18 de octubre de 1417. Fue elegido nuevo Papa el cardenal Otón Colonna, que tomó el nombre de Martín V (1417-1431)

Por cierto, pese a haber sido depuesto, Benedicto XIII se empeño en seguir siendo papa. La deposición de Benedicto XIII como culpable de perjurio (al haber incumplido la promesa de abdicar), de cisma y de herejía contra la Unam Sanctam tuvo lugar el 26 de julio de 1417. 

Benedicto XIII mantuvo su condición de papa, sin ser molestado, en la pequeña villa de Peñíscola, rodeado por un minúsculo grupo de fieles seguidores hasta su muerte en 1423, cuando contaba 95 años de edad. Tres cardenales le sobrevivieron y eligieron entonces a Gil Sánchez Muñoz, arcipreste de Teruel, que tomó el nombre de Clemente VIII. Éste abdicó en una solemne ceremonia el 28 de julio de 1429, haciendo que los cardenales que dependían de él proclamasen también a Martín V como legítimo Papa. Gil Sánchez murió  en 1446, siendo obispo de Mallorca.
(Continuará)

miércoles, 23 de octubre de 2013

Acerca de la Iglesia Católica y su historia (6)

Una vez que hemos repasado, brevemente, los comienzos de la Iglesia Católica, antes de continuar, debemos recordar que la Iglesia, en sentido estricto,  es el Cuerpo Místico de Cristo (místico en el sentido de misterioso) y es, por lo tanto, invisible. Esta realidad sólo puede ser captada por la fe. Por eso se dice que la Iglesia es santa"Sin mancha ni arruga o cosa parecida, sino santa e inmaculada" (Ef 5,27). Y es que la santidad de la Iglesia es la santidad del mismo Cristo: esta santidad objetiva de la Iglesia no puede ser empañada por la sombra del error o del pecado de sus miembros, pues eso somos los cristianos, por pura gracia: miembros del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia"Vosotros sois cuerpo de Cristo y miembros cada uno por su parte" (1 Cor 12, 27). 

Esta realidad es muy importante, porque al formar todos un solo cuerpo con Cristo (un verdadero cuerpo, aunque misterioso), unidos a Él mediante la savia de su Espíritu, que es el Espíritu Santo, resulta que "si un miembro sufre, todos los miembros sufren con él; si un miembro es honrado, todos los demás comparten su gozo" (1 Cor 12, 26). Así se explica el misterio de la Comunión de los santos (dogma de fe). Y así se explica también que seamos realmente hijos de Dios, hijos en el Hijo: "Mirad qué amor tan grande nos ha tenido el Padre: que nos llamemos hijos de Dios, ¡y lo somos!" (1 Jn 3,1). "Y porque sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama:'¡Abba, Padre'" (Gal 4,6). Esto explica, entre otras cosas, la razón del sufrimiento de un cristiano: "Ahora me alegro en los padecimientos por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a la Pasión de Cristo en su cuerpo, que es la Iglesia" (Col 1,24). Sufriendo, nos hacemos corredentores con Cristo, redimimos también nosotros al mundo de sus pecados: ¡Gran misterio es éste y digno de ser meditado en silencio delante del Señor!


En el Catecismo Mayor de San Pío X podemos leer, hablando del Papa:

El Papa, a quien llamamos asimismo Sumo Pontífice o también Romano Pontífice, es el sucesor de San Pedro en la Cátedra de Roma, Vicario de Jesucristo y cabeza visible de la IglesiaEl Romano Pontífice es Vicario de Jesucristo porque le representa en la tierra y hace sus veces en el gobierno de la IglesiaEl Romano Pontífice es cabeza visible de la Iglesia porque él la rige visiblemente con la misma autoridad de Jesucristo, que es cabeza invisible.

Con relación a la infalibilidad del Papa, se dice que:


El Papa no puede errar, es decir, es infalible en las definiciones que atañen a la fe y a las costumbres. El Papa es infalible por la promesa de Jesucristo y por la continua asistencia del Espíritu Santo. El Papa es infalible sólo cuando, en calidad de Pastor y Maestro de todos los cristianos, en virtud de su suprema y apostólica autoridad, define que una doctrina acerca de la fe o de las costumbres debe ser abrazada por la Iglesia universalDios ha otorgado al Papa el don de la infalibilidad para que todos estemos ciertos y seguros de la verdad que la Iglesia nos enseña.

La Iglesia no ha establecido ninguna nueva verdad de fe al definir que el Papa es infalible, sino solamente ha definido, para oponerse a los nuevos errores, que la infalibilidad del Papa, contenida ya en la Sagrada Escritura y en la Tradición, es una verdad revelada por Dios, y, por consiguiente, que ha de creerse como dogma o artículo de feEl que no creyese las solemnes definiciones del Papa, o aunque sólo dudase de ellas, pecaría contra la fe, y si persistiese obstinadamente en esa incredulidad, ya no sería católico, sino hereje. La Iglesia definió en el Concilio Vaticano I que el Papa es infalible, y si alguien presumiese contradecir a esta definición, sería hereje y excomulgado.

El conocimiento de la Historia de la Iglesia, de una Iglesia de dos mil años, de la que formamos parte, nos puede ser muy útil para entender bastantes de los acontecimientos que están ocurriendo hoy en el seno de la propia Iglesia. Ha habido situaciones gravísimas. Como las más significativas podemos citar:



La crisis arriana de finales del siglo III y comienzos del IV: la herejía de Arrio consistía en que negaba la divinidad de Jesucristo; y fue excomulgado y exiliado a raíz del primer concilio ecuménico,  convocado por el emperador Constantino, el llamado Concilio de Nicea (año 325). Pese a ello,  el arrianismo siguió teniendo muchísimos partidarios en la Iglesia, debido en gran parte, al apoyo de los emperadores, entre ellos el propio Constantino. Hubo un momento en que prácticamente toda la cristiandad se había vuelto arriana. San Atanasio (296- 373) fue, en aquel momento histórico, el alma de la oposición contra el arrianismo. Muerto ya San Atanasio,  fue convocado por el emperador Teodosio, el segundo concilio ecuménico, llamado Concilio I de Constantinopla (año 381), en el que confirmó solemnemente el símbolo de Nicea: el Hijo es engendrado, no creado, consustancial (homoousiosal Padre. 
(Continuará)

domingo, 20 de octubre de 2013

Acerca de la Iglesia Católica y su historia (5)

En el artículo anterior se insistía sobre la idea de que no puede haber salvación si no es en el seno de la verdadera Iglesia, que es la Iglesia Católica: ésta es la única que, a pesar de todo tipo de dificultades, ha mantenido en todo lo esencial la línea de desarrollo establecida por Cristo y los apóstoles, lo que se conoce como el depósito de la fe, lo que constituye una prueba directa de esta verdad. Y si aplicamos el método de reducción al absurdo,  la argumentación sería más o menos como sigue: Si se supone, como hipótesis, que la Iglesia católica no es la Iglesia fundada por Jesucristo, de ahí se deduce que tendrían que serlo entonces las demás Iglesias cristianas no católicas. 

Pero, a poco que pensemos, enseguida se vería que tal aserto conduciría a: (1) La negación de la unidad de la Iglesia, en contra de la voluntad de su Fundador: "Que todos sean uno: como tú, Padre, en mí y yo en tí, que también ellos sean uno en nosotros" (Jn 17 21). (2) Que en la Iglesia podrían darse situaciones completamente contradictorias: por ejemplo, diversas opiniones sobre Jesús, sobre si es o no es Dios, sobre su nacimiento virginal, sobre su Presencia real en la Eucaristía, etc. (3) Que la Iglesia fundada por Jesús habría caído en errores sustanciales, inmediatamente después de su partida, en contra de su promesa: "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán"  (Mt 24, 35). "Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28,20) (4) La cristiandad entera habría estado equivocada en lo esencial durante quince siglos, desde los años 50-60, aproximadamente, hasta 1517, fecha en la que tuvo lugar la Reforma de Lutero, y su nuevo concepto de Iglesia.

O sea: resulta que nuestra "hipótesis" de partida nos ha conducido a contradicciones de tal calibre que nos llevan a la conclusión de que es imposible sostener tal hipótesis. Y si esa hipótesis es falsa, debe necesariamente ser cierta la contraria, a saber: sólo hay una Iglesia Verdadera y ésta es la Iglesia Católica; una Iglesia a la que pertenecemos, por pura gracia divina, y de cuya pertenencia debemos estar inmensamente agradecidos a Dios, todos los días, en cada instante.

Jesús nos advierte de las dificultades que tendrán todos aquellos que quieran seguirlo, como se ha ido viendo a lo largo de la Historia de la Iglesia y como se está viendo hoy, de un modo muy especial, del que luego hablaremos, pero eso no debe ser ningún motivo para abandonar y para dejar de seguir luchando. Sabemos que Él está con nosotros y eso nos basta. Recordemos sus Palabras: "No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed, sobre todo, al que puede hacer perder alma y cuerpo en el infierno" (Mt 10, 28)

En inmensidad de ocasiones, Jesús advirtió a sus discípulos acerca de cómo sería su estancia en esta tierra: "En el mundo tendréis tribulación(Jn 16,33a). "Os envío como ovejas en medio de lobos... (Mt 10, 16 a) " ...Os entregarán a los tribunales y os azotarán ...  por mi causa seréis conducidos ante gobernadores y reyes, para dar testimonio ante ellos y los gentiles" (Mt 10, 17-18). "... seréis odiados por todos a causa de mi Nombre" (Mt 10, 22a), etc... Por supuesto que sí. Y eso será motivo de gloria para nosotros, porque nos pareceremos así más a nuestro Maestro, a quien amamos: "Si me persiguieron a Mí, también os perseguirán a vosotros" (Jn 15, 20a)

Claro que no podemos quedarnos sólo con la primera parte del mensaje en las expresiones anteriores. Hay que completar el mensaje: "...Pero confiad: Yo he vencido al mundo" (Jn 16, 33b). "Sed, pues, prudentes como serpientes y sencillos como palomas" (Mt 10, 16 b)  "Cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué habéis de hablar, porque se os dará en aquella hora lo que habéis de decir. Pues no seréis vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros" (Mt 10,20). "... Pero quien persevere hasta el fin, ése se salvará" (Mt 10,22b). "...Y si guardaron mi Palabra, también guardarán la vuestra" (Jn 15,20b) 

El camino de un cristiano no es ni ha sido nunca un camino fácil. Se supone que esto deberíamos ya saberlo, pues el Señor siempre ha sido claro cuando nos ha hablado. "Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame " (Lc 9, 23) 

Si repasamos, aunque sea muy por encima, la Historia de la Iglesia, podemos leer, en los Hechos de los Apóstoles, cómo ya desde sus primeros comienzos, los apóstoles fueron perseguidos por proclamar el Nombre de Jesús. Esteban, primer mártir cristiano (o protomártir) fue apedreado por dar testimonio de Jesús ante el Sanedrín, y "puesto de rodillas, gritó con gran voz: 'Señor, no les tengas en cuenta este pecado'. Y dicho esto se durmió" (Hech 7,60). "Ese día se desencadenó una gran persecución contra la Iglesia en Jerusalén" (Hech 8,1)

Es difícil de explicar la rapidez con la que el cristianismo se fue difundiendo en sus inicios, en situaciones no precisamente fáciles. Según el historiador de la Iglesia, Joseph Lortz, el joven cristianismo, en su difusión durante los primeros siglos, tuvo que enfrentarse y confrontarse con tres culturas diferentes: judaísmo, cultura griega y cultura romana. El mundo judío aparece como eminentemente religioso, el griego como filosófico  y el romano como político. Cada una de estas tres culturas planteaba al cristianismo problemas específicos. Pero en todos los casos se hace patente la misma cosa: la clara conciencia que tiene la Iglesia de su unidad esencial, dentro de la diversidad.  
(Continuará)

martes, 15 de octubre de 2013

Acerca de la Iglesia Católica y su historia (4)

Por supuesto que es necesario estar bautizado para pertenecer a la Iglesia, pero no es suficiente para salvarse: sólo siendo un miembro 'vivo' del Cuerpo de Cristo (es decir, en estado de gracia) es posible la salvación . Respecto a los no bautizados, en concreto aquellos a los que no ha llegado el mensaje del Evangelio, y no han podido conocer a Jesucristo, pero viven con honradez y buscan la verdad con todas sus fuerzas, la Iglesia habla de "los caminos extraordinarios de la gracia" y de una pertenencia, de hecho, a la única Iglesia católica. De algún modo se podría decir que participarían del bautismo de deseo y que podrían salvarse; en otras palabras, que serían 'católicos sin saberlo' (tal vez una expresión poco afortunada. Véase, a este respecto, la nota 1 a pie de página) y pertenecientes, por lo tanto, a la única Iglesia de Jesucristo, pues sigue siendo cierto que "fuera de la Iglesia no hay salvación"

Con relación a este tema nos dice el Catecismo Mayor de San Pío X:


Quién sin culpa, es decir, de buena fe, se hallase fuera de la Iglesia y hubiese recibido el bautismo o, a lo menos, tuviese el deseo implícito de recibirlo y buscase, además, sinceramente la verdad y cumpliese la voluntad de Dios lo mejor que pudiese, este tal, aunque separado del cuerpo de la Iglesia, estaría unido al alma de ella y, por consiguiente, en camino de salvación.


En todo caso, se trata de situaciones muy concretas, que sólo Dios conoce. De ahí la obligación que tenemos los cristianos de conocer y amar a Jesús con todas nuestras fuerzas; y de rezar por toda esa gente que aún no conoce a Jesucristo. Aquí vendría a cuento hablar de la importancia de las misiones y de la predicación del Evangelio para que el mensaje de Cristo llegue a todos los habitantes de la Tierra. Este punto se deja para otra ocasión.
(Continuará)
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(1) La idea de "católicos sin saberlo" no se refiere, evidentemente, a todos los hombres (como hay mucha gente que así piensa, de modo erróneo): sólo a aquellos que, por ignorancia invencible, no han conocido a Jesucristo; pero que han vivido íntegramente, conforme a la ley natural impresa por Dios en su corazón: "Haz el bien y evita el mal". Pienso, por ejemplo, en Platón, en Aristóteles, en Virgilio, etc..., así como en tanta gente de hoy, gente buena y de buen corazón, que buscan sinceramente la verdad con todas sus fuerzas, pero a quienes no ha llegado la noticia del Evangelio, gente a la que si se les hablara de Jesucristo (del auténtico Jesucristo) lo seguirían de todas, todas. Al fin y al cabo, Jesús dijo de sí mismo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Jn 14,6).  Puesto que en lo más hondo de su alma han optado por Dios, aun sin conocerlo suficientemente; y puesto que Dios se deja encontrar siempre de aquellos que le buscan con sincero corazón, no habiendo en él acepción de personas, tengo el convencimiento de que esa gente participa del bautismo de deseo. En todo caso eso nadie puede saberlo con seguridad.  Es Dios, y sólo Dios, quien tiene todos los datos y quien conoce las profundidades del ser de cada uno y el único que puede emitir un juicio justo en cada caso. De lo que no cabe ninguna duda, es de que si se salvan, esa salvación tendría lugar, con toda seguridad, a través de Jesucristo, pues "ningún otro Nombre hay bajo el cielo, dado a los hombres, por el que podamos salvarnos"  (Hech, 4,12).


Por desgracia, y en contraposición a lo anterior, es una realidad evidente, para quien quiera verla, la existencia en la actualidad de un enorme número de cristianos que son "no católicos, sin saberlo".  Esto es altamente preocupante, pues se cuentan por miles e incluso millones, los "católicos" que dicen serlo, pero que no lo son: no pueden serlo, aunque ellos digan otra cosa, desde el momento en que aceptan como normales e incluso buenas una serie de cosas que son auténticas herejías y que están condenadas por la Iglesia de siempre. Y puesto que no se arrepienten de ello, sino todo lo contrario, esa gente, aunque esté bautizada, no puede pertenecer a la Iglesia, de ninguna de las maneras, por más que repitan hasta la saciedad que son católicos.  No lo son ... y ellos lo saben. Es cierto que posiblemente hayan sido engañados por aquellos que debían guiarlos, falsos pastores que "ni entran ni dejan entrar" (Mt 23,13). Pero es cierto también que, en realidad, sólo puede ser engañado aquel que quiere ser engañado. No obstante, cabe pensar también en una ignorancia invencible. Eso es Dios quien lo sabe; cada caso es único. Sobre este tema ya escribí en otro momento. Remito a él a quien esté interesado en ello, para lo cual puede pinchar aquí 

domingo, 13 de octubre de 2013

Acerca de la Iglesia Católica y su historia (3)


Jesucristo vive: la Iglesia es un organismo vivo. En este organismo Cristo es la cabeza y nosotros somos sus miembros: "Vosotros sois cuerpo de Cristo y miembros cada uno por su parte" (1Cor 12, 27). Por eso decimos que la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo. Y tal como es la Cabeza así estamos llamados a ser sus miembros, haciendo realidad la Vida de Jesús en nuestra propia vida, de modo que "si un miembro sufre, todos los miembros sufren con él; si un miembro es honrado, todos los demás comparten su gozo" (1 Cor 12, 26)

Como todo organismo vivo, la Iglesia no permanece anquilosada en su estado originario, sino que se desarrolla, manteniéndose "idéntica a sí misma dentro de ese desarrollo". En realidad, todo esto comenzó cuando "el Verbo se hizo carne. Y habitó entre nosotros" (Jn 1, 14). Y es de este hecho fundamental de la Encarnación, un hecho que nos ha sido revelado (no debemos olvidarlo), de donde debe partir toda "verdadera" historia de la Iglesia. Viene aquí a colación aquello que dijo Jesús de que "el cielo y la tierra pasarán, pero Mis palabras no pasarán" (Mt 24,35). Y también aquello de que su Reino se extendería por todos los pueblos de la tierra. Esta misión se la encomendó a sus discípulos (a Pedro y a los demás apóstoles): "Id y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt 28,19)

Debemos tener también muy presente, en nuestra mente y en nuestro corazón, que "Jesucristo es el mismo ayer y hoy, y por los siglos" (Heb 13,8). Y si nos fijamos un poco, caeremos enseguida en la cuenta de que toda la enseñanza del Nuevo Testamento exige, de modo inequívoco, la unidad de la Iglesia, como puede verse, por ejemplo, en la oración sacerdotal de Jesús, en la que ruega a su Padre: "Que todos sean uno; como Tú, Padre, en Mí y Yo en Tí, para que así ellos estén en nosotros y el mundo crea que Tú me has enviado" (Jn 17, 21). Y San Pablo a los efesios les habla de que hay "un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos: el que está sobre todos, por todos y en todos" (Ef 4,5).

La verdad prometida a la Iglesia por su fundador sólo puede estar de modo pleno y objetivo en UNA Iglesia. El católico cree y afirma que esa Iglesia es la Iglesia católica, apostólica y romana. Debemos aquí distinguir entre lo que sería la posesión objetiva de la verdad por parte de la Iglesia católica y la apropiación subjetiva de esa verdad por parte de sus miembros de una manera perfecta. Decía San Agustín: "¡Cuántos de aquellos que no están con nosotros son, sin embargo, nuestros! ¡Y cuántos de los nuestros se hallan fuera!"
(Continuará)

Dios es católico (Fray Gerundio)

Seguimos con el numerito de las entrevistas. La de esta pasada semana ante el ateo Scalfari tiene tantas respuestas problemáticas y probablemente graves en boca de un Pontífice, que se han disparado las interpretaciones de los que no quieren decir que están preocupados, pero en el fondo les preocupa que un Papa diga estas cosas. Unos que por su parte esconden la cabeza y niegan la existencia del problema; otros que dicen que no quiso decir lo que dijo; otros que dicen que la transcripción no es exacta. Mientras que el propio portavoz Padre Lombardi admite que lo publicado de la entrevista responde a lo que dijo Francisco, otros empiezan a hacer circular la voz de que no hubo transcripción y por tanto no hay palabras exactas en las respuestas. Bla, bla, bla.
Yo soy un pobre fraile que no entiende de nada, pero aplicando la pura lógica, yo digo una cosa: En esta semana que ha transcurrido desde la desgraciada entrevista, si el Papa no ha desmentido sus palabras y si la Oficina de Prensa del Papa no ha dicho con energía que se trata de una burda mentira del ateo de turno, que ha puesto en boca del Papa palabras inexactas, es que lo dicho se puede tomar como dicho. Ni más ni menos. Dejémonos de echarle la culpa al mensajero. Y realmente, como se desprende de las diversas reacciones de muchos cristianos que no quieren ser avestruces, mucho de lo dicho y expresado es grave. Intencionalmente o no (eso no lo puedo saber), pero es grave. Y en boca de un Sumo Pontífice, infinitamente grave.
No se puede decir a la ligera y de forma tan superficial, que Dios no es católico. Estas palabras, tomadas así, tienen tanto tufillo populista, deseoso de agradar a ciertos lectores y oyentes, un guiño de complicidad al progresismo más anti-católico, que resultan extremadamente dañinas para el catolicismo en general. Es inaudito que un Papa diga esto. Y es obligación de los fieles advertirlo. Aunque sea tachado por los avestruces de turno de no amar al papado o de no ser buen cristiano.
Yo digo que Dios sí es católico. Y lo digo utilizando el argumento en sentido contrario.
Vamos a ver: A Dios no se le puede añadir ningún calificativo en sí mismo, porque nada hay que se pueda añadir a Dios como distinto de Él. Dios es el Ser por Esencia, y fuera de esto no podríamos ni siquiera pensar en definir a Dios. Pero conocemos a Dios como es, precisamente, porque ha querido revelarse. Y resulta que en la Iglesia Católica, garante de la Revelación Divina, Dios tiene unos atributos, una propiedades, que no tiene en absoluto en las demás religiones.
Por lo tanto, puedo decir con toda propiedad que:
Dios no es budista: porque para el budismo, no existe una entidad creadora o causa primera que se pueda llamar dios. El budismo es ateo e incompatible con la mera noción de dios.
Dios no es animista: porque para los animistas la divinidad está en las cosas inanimadas y no se refiere en modo alguno a un dios personal.
Dios no es panteísta: porque para el panteísmo, dios es toda la naturaleza que está confundida en la divinidad.
Dios no es Madre: Porque Dios se ha revelado como Padre y así lo ha transmitido la Iglesia Católica.
Dios no es musulmán: Porque Dios se ha encarnado en su Hijo Jesucristo, al que Mahoma no reconoce como verdadero Dios y porque Dios es Trinitario, lo cual tampoco reconoce Mahoma. Por muy religión “del Libro” que sea.
Dios no es judío (aunque algunos lo quisieran): Porque el judaísmo no reconoce a Jesucristo como Mesías y como Hijo de Dios. Y si es religión del Libro (majadería que se escucha constantemente), lo será del libro del Antiguo Testamento, porque no reconocen el Nuevo Testamento que la Iglesia Católica transmite como auténtica Palabra de Dios revelada.
Dios no es protestante: porque el protestantismo no reconoce la gracia sacramental, ni el perdón de los pecados en el sacramento de la Penitencia. Ni la Tradición Sagrada de la Iglesia. Ni la necesidad de las obras, junto con la fe, para salvarse. Ni el sacrificio de la Misa, ni el Orden Sacerdotal.
Dios no es ortodoxo: Porque la Iglesia ortodoxa no reconoce el Primado de Pedro y rechaza los Concilios posteriores a los siete primeros; porque no acepta el Filioque, porque no acepta la Inmaculada Concepción de María.
Dios no es el Pachamama: Porque entre otras cosas eso es una solemne estupidez para pazguatos neo-conversos a la Madre Tierra.
Dios no es kantiano, ni hegeliano, ni leonardoboffiano, ni de la new age, ni…
Por el contrario: Dios es católico. Sí. Porque Dios tal como es, se ha revelado exclusivamente en la Iglesia Católica, Única Verdadera, que profesa las verdades de fe en el Credo Niceno-Constantinopolitano. Por eso es la Única que lo ha revelado con toda Verdad. Y porque todo el que niega alguna de las verdades de Fe expresadas en este Credo, Credo Católico, no está hablando del Verdadero Dios.
Vamos a dejarnos de tonterías y de cuentos. O se reconoce al verdadero Dios como el predicado y enseñado por la Iglesia Católica, o por el contrario estamos hablando de un Dios FALSO.
Y a mí no me van a mover de aquí ni la prensa religioso-avestruz, ni los hermenéuticos asustadizos, ni nadie. Si el Papa no ha dicho esta frase, que la desmienta. Sería muy hermoso comprobar que para el Papa el verdadero Dios es el Dios católico. Como siempre lo ha sido.
Claro que con los amigos que se frecuenta, no me extraña que al final, como decían en mi pueblo: el que se junta con un cojo, si al año no cojea, renquea. A lo mejor, resulta que Dios es Judío.
Artículo de Fray Gerundio (9 de octubre de 2013)
(Nota: La entrevista con el ateo Scalfari fue eliminada de la página web del Vaticano el 15 de Noviembre de 2013)