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jueves, 13 de enero de 2022

El Vaticano impone el régimen de restricciones más estrictas contra el covid (Carlos Esteban)



El Estado Vaticano va camino de convertirse en una sociedad distópica en su desesperado afán por erradicar el virus, con una ferocidad que pocos países del mundo pueden igualar: máscaras FPP2 en lugares cerrados, suspensión de viajes, cerco a los “negacionistas suicidas” que se resisten a la inoculación, multas…

Son las nuevas disposiciones firmadas por el Presidente de la Comisión Pontificia para el Estado de la Ciudad del Vaticano, el obispo español Fernando Vérgez Alzaga, que se suman a otras ya adoptadas para revertir los contagios de coronavirus como la obligación de presentar el certificado de vacunación contra el coronavirus, aplicado a los vacunados o a quienes hayan pasado recientemente la enfermedad, a todos los trabajadores de los dicasterios, organismos y oficinas de la Curia Romana y de las instituciones vinculadas a la Santa Sede, y a los turistas que visiten, por ejemplo, los Museos del Vaticano.

Desde el 13 de diciembre, el Vaticano no permite acceder a sus puestos de trabajo a las personas que no presenten el certificado de vacunación contra el coronavirus, de manera que se considera falta por esa razón una «ausencia injustificada» lo que conlleva la suspensión del sueldo.

Curiosamente (o no), la imposición de este verdadero estado de sitio coincide en el tiempo con la noticia de dos cardenales latinoamericanos, Toribio Ticona, boliviano, y el mexicano Felipe Arizmendi, que han dado positivo por covid después de haberse sometido al ‘acto de amor’ de la vacuna.

Mientras, en el país pionero en vacunación del mundo, Israel, su virólogo más prestigioso, profesor de Microbiología e Inmunología de la Universidad de Tel Aviv, profesor Ehud Qimron, advierte en una carta abierta a su gobierno que la estrategia mundial contra el covid se ha basado en “falsa propaganda” y está destinada al fracaso, como parecen confirmar todos los datos. Pero, ante la fe ciega, poco se puede hacer.
Carlos Esteban

Información sobre la Pandemia sin censura y sin conflictos de intereses




Todos los artículos



Selección de algunos de los artículos


21 de diciembre de 2021

[Vídeos] ¿Qué es el Nuevo Orden Mundial? 
El NOM y su relación con la Agenda 2030



13 de diciembre de 2021

El Protocolo del Dr. Zelenko ha salvado miles de vidas. 
¿Por qué se ha saboteado y censurado?



2 de diciembre de 2021

[Video] Los secretos de las Vacunas experimentales Covid19 de ARNm sintético



25 noviembre 2021

[Conferencia] La Ingeniería Social de El gran Reinicio y la nueva normalidad: Agenda 2030



4 de noviembre de 2021

[Telemisión] Serie: Abrir es vivir. La gestión de la crisis sanitaria como proyecto de Ingeniería Social.



28 de octubre de 2021

Project Veritas: Informantes exponiendo las Vacunas Covid19. Las 5 partes en español



21 de octubre de 2021

La declaración de Roma: Miles han muerto por Covid porque se les han negado tratamientos tempranos eficaces (Ivermectina – Hydroxycloroquina)



14 de octubre de 2021

[Serie Documental] Las otras voces de la Pandemia. Bizitza



1 de octubre de 2021

Vacunas Covid19: Según datos oficiales son los fármacos experimentales más tóxicos y letales de la historia



23 de septiembre de 2021

Primer debate sobre la Pandemia Covid19 después de 18 meses. La exministra de sanidad y el Pdte del Colegio de Médicos abandonan al escuchar la cifra oficial de MUERTOS POR VACUNAS.



14 de junio de 2021

El informe prohibido de Biólogos por la Verdad (España)



10 de Junio de 2021

[Conferencia] La Ingeniería Social de El gran Reinicio y la nueva normalidad: Agenda 2030



3 de junio de 2021 

Doctores de todo el mundo son censurados y atacados por decir la Verdad sobre el Covid19



20 de marzo de 2021

[Video] Demandas internacionales por el FRAUDE de los Test PCR como prueba diagnóstica. Abogado Reiner Fuellmich.



11 de marzo de 2021, actualizado a 7 de diciembre de 2021

[Documental] The Big Reset Movie. El documental sin censura sobre la verdad de la pandemia en español


Selección por José Martí

miércoles, 12 de enero de 2022

El vídeo con el que se demuestra que el gobierno no quiere responsabilizarse de nada y los que se la juegan son los sanitarios inoculadores y los que se dejen engañar



Hoy nos ha llegado un vídeo sobre el asunto de las inoculaciones que es completamente esclarecedor y absolutamente demoledor con todo lo que está pasando en España. El autor del vídeo se va a la página de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS). Después, en el submenú, accede al apartado del Centro de Información del Medicamento (CIMA) y posteriormente al icono donde se encuentra toda la información de las inoculaciones contra el virus.

En ese apartado figuran todas las marcas experimentales aprobadas para ser inoculadas en España. Pero con un detalle que todos sabemos y al que poca gente está prestando atención: en todas ellas es OBLIGATORIA la prescripción médica. Es más, cuando clica en el menú que le muestre todas aquellas en las que no sea necesaria esa prescripción, no le aparece ninguna.

¿Qué quiere decir todo esto? Que aquí se la están jugando, por un lado, todos aquellos sanitarios que inoculen, puesto que lo están haciendo sin cumplir las normas impuestas por el propio gobierno ya que los médicos se niegan a prescribir la inoculación. Y por otro lado, los que se la juegan son todos aquellos que se dejen engañar y participen en este experimento.

Los unos se la juegan en los tribunales porque, si alguno de esos a quienes les han inoculado sufre cualquier efecto adverso y les denuncia, ellos no tendrán donde agarrarse ya que la norma escrita no la están cumpliendo. Pero también se la juegan aquellos que pongan el brazo porque, si les pasa algo, todo el mundo les va a decir que la inoculación es voluntaria y nadie les compensará en forma alguna.

Pueden llamarnos negacionistas o lo que quieran, pero aquí hay realidades evidentes que nadie está queriendo ver. Después vendrán los lloros.

(El vídeo se encuentra en la página web de El Diestro; pinchar en el título o aquí)

Juan Manuel de Prada: «Estamos inmersos en una situación que prefigura el reinado del Anticristo»



Desde hace muy pocas fechas está en las librerías la nueva obra de Juan Manuel de Prada, donde aplica su visión del mundo, marcada nuclear y capilarmente por el catolicismo, a la realidad colectiva española de nuestros días. Lo que ofrece Una enmienda a la totalidad lo define él mismo en el prólogo: “Un puñado de reflexiones políticas (que siempre envuelven, como nos recordaba Donoso, cuestiones teológicas) a la luz del pensamiento tradicional”.

-¿Cómo caracteriza el pensamiento tradicional?

-Es un pensamiento antitético al pensamiento ideológico. Si hubiera que compendiarlo en un rasgo esencial, yo diría que tiene una distinta visión de la naturaleza humana. Frente al ser humano en constante evolución que defienden las ideologías, un ser humano estable que reconoce en su naturaleza un “datum”, algo dado, inamovible.

»Y ligado a esta visión de la naturaleza humana, un concepto radicalmente distinto de libertad. La libertad que proclaman las ideologías es una libertad prometeica, es autodeterminación, mientras que la libertad que proclama el pensamiento tradicional , que es el pensamiento cristiano, es una libertad ligada al orden del ser, a la verdad humana.

-Ese pensamiento tradicional queda así fuera de las categorías políticas al uso…

-El liberalismo y el marxismo, las izquierdas y las derechas, el conservadurismo y el progresismo comparten las premisas erróneas sobre la naturaleza humana y sobre la libertad humana. Y cuando hablo de naturaleza humana hablo de naturaleza específicamente espiritual, que las ideologías no reconocen o tergiversan.

-Al principio del libro, cuando habla con abundancia de estas cosas, sale mucho a relucir el nombre de Leonardo Castellani (1899-1981), a quien siempre ha agradecido que fuera su gran revulsivo intelectual. ¿Cómo, siendo así que el jesuita argentino no era un pensador sistemático?

-Porque yo no soy un filósofo ni un pensador sistemático, soy un escritor, y un escritor ofrece su visión de las cosas no de manera sistemática, sino al hilo de su creación literaria. Esto es lo que resulta sugestivo de Castellani. Uno va buscando maestros que se parezcan a lo que tú modestamente eres o pretender ser.

-Chesterton es otro caso…

-Pero Chesterton, más allá de que con el paso de los años va quedando más apestado en los ambientes literarios de la Inglaterra de su época, fue siempre un escritor aplaudido desde los ámbitos católicos, mientras que Castellani es un escritor rechazado en el mundo católico oficialista, y esto le añade una riqueza humana e intelectual muy fuerte que a mí me ha resultado también muy provechosa.

-¿Por qué?

-Cuando ves el rechazo que ciertos sectores eclesiásticos tienen hacia ti… Castellani me ayudó a entenderlo. Es un escritor muy iluminador, porque todas las realidades naturales las analiza con una luz sobrenatural y específicamente escatológica, una mirada que está ausente en gran parte de la cultura católica.


-¿Qué aporta una mirada escatológica?

-Más allá de que el Apocalipsis sea una profecía que nos habla del final del mundo y de la historia, es también un libro de teología de la historia y que nos tiene que enseñar a ver en los signos de los tiempos prefiguraciones del final de los tiempos. Es la doctrina del tipo y el antitipo: hay determinados acontecimientos en la historia humana que son tipo del antitipo final.

-¿Y los acontecimientos actuales admiten esa caracterización escatológica?

-No se trata de decir que estamos viviendo en el final de los tiempos, pero son evidentemente un tipo muy claro. Reúnen todas las características propias del final de los tiempos: una serie de fenómenos naturales -una plaga- acompañan a un fenómeno espiritual: una apostasía. Una gran tribulación: está perfectamente descrito. Todos los signos nos están hablando, con una lectura escatológica, de que estamos inmersos en uno de esos tipos que nos permiten entrever y penetrar en los misterios apocalípticos. Esto es indudable. No se trata de decir que estemos en el reinado del Anticristo, pero evidentemente estamos inmersos en una situación que prefigura ese reinado del Anticristo.

-Poderes cada vez más despóticos imponen una marca sin la cual, en algunos países, no puedes trabajar ni viajar, “ni comprar ni vender" (Ap 13, 17)...

-No se trata de decir que el pasaporte covid sea la marca de la Bestia, pero es evidente que la prefigura. Es perfectamente lícita esta lectura escatológica, que no es tanto una lectura apocalíptica en el sentido burdo que a veces se le atribuye a la expresión, sino en el sentido hondo de entender el sentido de la historia, de dar una lectura sobrenatural a acontecimientos que se nos trata de presentar como puros hechos científicos o puros avatares políticos. No. Yo creo que hay un hondo sentido sobrenatural en todo lo que está sucediendo. No se trata ni de hacer catastrofismo ni nada parecido, pero tenemos la obligación de estar atentos. La concentración del poder a la que estamos asistiendo es un rasgo muy específico del reinado del Anticristo.

-Lo anticipó Robert Hugh Benson en El Señor del Mundo 

-Que el Papa constantemente nos recomienda leer. Con muy buen criterio, para que sepamos lo que está sucediendo. El hecho de que quienes nos están conduciendo a la perdición y a la destrucción, quienes nos lanzan las instrucciones más contradictorias y disparatadas, quienes están silenciando el fracaso indisimulable de las medidas de protección contra la plaga, aparezcan ante nuestros ojos como salvadores, es un signo muy específico del reinado del Anticristo. .

-Antes mencionaba también la apostasía…

-Es generalizada. El otro día leí que en Holanda hay ahora 60.000 católicos practicantes, cuando hace cincuenta años había 3 millones. La apostasía generalizada es espectacular, como es espectacular el encogimiento de la Iglesia, no solo numérico, sino la irrelevancia creciente de la iglesia como signo visible de la presencia de Cristo entre los hombres. Estos son hechos que nos deben hacer reflexionar de que indudablemente estamos -al menos- en un tipo que prefigura claramente lo que será esa fase última de la historia humana previa a la Jerusalén celeste.

-¿No es peligroso obsesionarse con el fin del mundo?

-No nos debe obsesionar, ni caer en cosas grotescas de que el final está próximo, porque no sabemos cuándo será el final. Muchas personas antes han pensado que los signos de los tiempos proclamaban la segunda venida de Cristo. Castellani enseña que la historia no avanza linealmente, pero tampoco es cíclica, es espiraloide y a la vez que avanza retrocede.

»El cardenal Newman, en uno de los sermones sobre el Anticristo, dice una cosa misteriosa, y es que de alguna manera en el final de los tiempos, que por supuesto es un designio divino, hay una cierta participación humana.

»Los creyentes, a través de nuestros actos, de nuestra oración, de nuestra esperanza y de nuestra fe, también vamos dilatando todos esos acontecimientos feroces del final de los tiempos. Es decir, que los seres humanos de alguna manera estamos aliados con Dios, y que para Dios son gratos los actos nuestros que puedan dilatar este desenlace. Me parece una reflexión muy interesante. Nosotros no tenemos que caer en el fatalismo de que esto ya no tiene solución o de que estamos en una fase definitiva de la historia. Sería una visión muy burdamente apocalíptica frente a esta visión escatológica, que creo que tiene que tener un horizonte más amplio.

-Usted denuncia como capitalista ese gran poder que se configura sobre el mundo: le acusan por ello de ser enemigo de la propiedad y del libre mercado…

-¡Es que es el capitalismo el que es enemigo de la propiedad y del mercado! Uno de los instrumentos que tiene el mal para encizañarnos es que a la hora de defender o denostar una cosa partamos de una idea abstracta. Mucha gente piensa que el capitalismo es una economía de libre mercado en donde agentes libres concurren y pueden intercambiar sus bienes. Esto no tiene nada que ver con el capitalismo real hoy. No podemos caer en una visión platónica, arquetípica, de las realidades naturales.

- El concurrido acto de presentación de "Una enmienda a la totalidad", en dos minutos.

»Con esto no estoy defendiendo el nominalismo, pero lo que hoy tenemos es un capitalismo global, anticrístico, que concentra la propiedad y la riqueza en unas pocas manos, que devasta las economías nacionales, que impide el libre desenvolvimiento de ese mercado ideal (hoy en día ya puramente hipotético) que está destruyendo la posibilidad de la pequeña propiedad y del trabajo digno. El capitalismo es hoy deslocalización, es especulación con las materias primas, es la devastación del tejido productivo nacional, es la imposibilidad de que tú puedas montar tu pequeño negocio y de que puedas tener un trabajo con perspectivas de promoción.

-¿Por qué ha usado la expresión “capitalismo anticrístico”?

-Este capitalismo, en su fase monstruosa, desatada, global, de concentración de la propiedad y la riqueza, está acompañado de un fenómeno que es también muy claramente anticrístico y que Chesterton percibió hace un siglo, cuando era mucho más difícil de percibir (porque hoy nosotros lo tenemos muy evidente): y es que este capitalismo está ligado al antinatalismo, al odio a la procreación.

-¿En qué percibe ese odio?

-En la época de Chesterton era impedir la anticoncepción mediante artilugios o fármacos, o el aborto. Hoy todo esto ha sido superado mediante la exaltación de otro tipo de aberraciones que denomino 'derechos de bragueta'. El capitalismo global no tiene unas intenciones puramente de orden material, sino también de orden espiritual: la creación de este tirano gigantesco específicamente anticrístico que grandes nombres del pensamiento tradicional atisbaron y que hoy se ha hecho realidad ante nuestros ojos.

-¿Y qué papel juega la izquierda que presume de anticapitalista?

-Hay personas en la izquierda que merecen respeto, porque por la razón natural perciben lo que está sucediendo, aunque de forma incompleta, porque les falta la luz de la fe. Pero están atrapadas porque se han convertido en adalides de esa izquierda presuntamente anticapitalista que es la izquierda caniche lacaya de la plutocracia, que además se ha quitado la máscara de forma absolutamente descarada y es la encargada de mantener engañada a la gente y de llevarla a los rediles que convienen a la plutocracia.

»Pasolini esto lo capta a finales de los 60 y principios de los 70: que la revolución neocapitalista que viene -y se está refiriendo a esto que padecemos hoy- va a utilizar a las fuerza de la oposición de la izquierda como banderín de enganche.

»Es importante que los católicos nos demos cuenta. No podemos seguir aceptando el marco mental de la Guerra Fría: comunismo malo, capitalismo bueno. Esto ha cambiado mucho. El capitalismo y el comunismo han formado una amalgama. Lo percibió hace un siglo Hilaire Belloc. En El Estado servil hace una reflexión: cada vez que el capitalismo entra en crisis, tiene ante sí dos opciones para solventarla, las tesis tradicionales y las tesis socialistas. Y siempre se asocia con el socialismo. Ahí están el propio Estado del Bienestar o el estado capitalista subsidiado...

»Pero hoy es algo mucho más profundo. Hoy no se trata de poner parches en el orden capitalista, sino de que desde las posiciones presuntamente comunistas se le está insuflando una gasolina antropológica al capitalismo global, que necesita destruir las comunidades, destruir los vínculos sociales, destruir las familias, convertir a la gente en una papilla totalmente dependiente de sus derechos de bragueta, entes con Tinder pero sin amores auténticos, gentes que hayan renunciado a la procreación, que no deseen formar una familia. Solo así conseguirán que la gente no tenga nada y sea feliz.

-Todo un proyecto de ingeniería social…

-Es que la idea falsa de la libertad como autodeterminación necesita transformar la naturaleza humana. Lo que anhela la naturaleza humana es la quietud, la estabilidad, el ser. Los ingenieros sociales intentan continuamente cambiar la naturaleza humana, vendiéndote golosinas para que tú no concibas la naturaleza humana como algo estable sino como un devenir.

-¿Es el blasfemo "en el principio era la Acción" de Fausto?

-El mal se puede disfrazar de bien y adoptar muchos discursos ideológicos, pero al final nunca va a poder reprimir su origen, que está en la frase bíblica: "Pongo enemistad entre tú y la mujer, entre tu descendencia y la suya" (Gn 3, 15). El odio del mal a la procreación, a la infancia, siempre está presente. Es lo que hay detrás del aborto, de la obsesión por que los niños no estén a gusto en el sexo que la naturaleza les ha dado. Todo esto son rasgos muy definitorios del mal, y la ingeniería social, en su esfuerzo por convertir esta libertad maligna en la libertad que funde la falsa convivencia humana, tiene que atacar de lleno la infancia. Esto explica que en las películas infantiles se introduzcan mensajes monstruosos, que en las escuelas se esté metiendo la ideología de género. Y explica también todas las enfermedades del alma que están aflorando en nuestra época y que se inoculan desde la más tierna infancia.

-¿Ahí se incluye el transhumanismo?

-Las ideologías siempre han querido traer el paraíso a la tierra. Las ideologías transgeneristas y transhumanistas también. Puesto que han cegado la única vía sobrenatural que tenemos los seres humanos para transhumanarnos -que es la aspiración a la vida eterna, que nos convierte en algo más grande que meros seres humanos-, tienen que traerlo a esta vida terrenal. Pero a medida que avanzamos por ese camino hacia la fase anticrística de la historia, esos traslados del paraíso a la tierra cada vez son más perversos, más monstruosos; más diabólicos, en definitiva.

martes, 11 de enero de 2022

« Aún son muchos los que creen que todo lo que diga un papa debe ser aceptado como parte esencial de la fe católica» (Miguel Ángel Quintana)



En cierto pasaje de la novela Retorno a Brideshead el autor, Evelyn Waugh, nos presenta a un ambicioso diputado que desea convertirse al catolicismo, mas solo por conveniencia. Su nombre: Rex Mottram. Lo curioso es que, mientras intenta pasar por católico, van saliendo a la luz muchos de los prejuicios que Rex (y los protestantes de los que proviene) atesoran contra la Iglesia romana. Así ocurre cuando dialoga con el sacerdote al que han encargado instruirlo en la que será su nueva fe. Rex se esfuerza en responder lo que cree que el clérigo desea oír, con resultados inolvidables:

«¿De modo que usted ya ha comprendido el dogma de la infalibilidad papal?», le pregunta el cura (al que puede verse en la serie homónima aquí).

«Oh, sí, padre».

«Supongamos que el papa mira hacia arriba, ve una nube y dice ‘Va a llover’. ¿Sucedería con seguridad?».

«Pues sí, padre».

«Suponga que no ocurre. Suponga que no llueve».

«Oh… bueno… creo que entonces sería una especie de lluvia espiritual… Pero somos demasiado pecadores para verla».

Más allá de sus efectos humorísticos, esta idea ridícula de lo que es la infalibilidad pontificia me temo que más de una vez asoma entre nosotros, ya en el año 2022 y en un país de tradición católica. Aún son muchos los que creen que todo lo que diga un papa debe ser aceptado como parte esencial de la fe católica; o que un papa no puede nunca equivocarse; o que no es de buen fiel criticar aquello que haya expresado un papa.

Todas estas creencias son falsas, naturalmente (es decir, son supersticiones; igual que creer en lluvias invisibles). La última, de hecho, la refutó el propio Francisco hace pocos años: «No es pecado criticar al papa», recordó a los obispos italianos, antes de animarlos a que hicieran eso mismo, criticarlo. No resultaba novedoso: santos como Pablo o Catalina de Siena ya lanzaron fuertes reproches a sus respectivos pontífices, sin que ello obstara para su santidad.

Pero siempre ha habido gente más papista que el Papa. Y es una pena que hoy alimenten en la opinión pública falsedades sobre lo que significa la infalibilidad pontificia para un católico.

Por mor de despejar alguna de las principales, empecemos diciendo que tal infalibilidad no tiene nada que ver con que el papa tenga que ser considerado especialmente santo, puro o bienintencionado: son numerosos los ejemplos de pontífices con vidas, digamos, poco ejemplares. Y en una época tan pía como el Medievo era habitual advertir, en sus pinturas sobre el infierno, que nada impedía que el obispo de Roma, como cualquier otro, pudiera terminar ardiendo en él. El propio Dante, en su Divina comedia, nos narra su encuentro con el papa Nicolás III en el averno; lo curioso es que éste lo confunde con otro pontífice, Bonifacio VIII, a quien asimismo andaban ya esperando en la región infernal.

Tampoco es correcta la creencia popular de que el Papa haya sido elegido directamente por el Espíritu Santo entre todos los candidatos posibles, un poco como si una paloma blanca (invisible para nuestros ojos pecadores) se posara sobre su cabeza durante el cónclave. Lo negó de modo explícito… otro pontífice, Benedicto XVI: «Hay muchos papas que el Espíritu Santo probablemente no habría elegido», afirmó cuando aún era el responsable máximo de la doctrina correcta (es decir, prefecto de la Doctrina de la Fe). Y aclaró (algo bueno de Ratzinger es que siempre aclara todo, como gran profesor que fue): el Espíritu Santo actúa como un buen maestro ante los cardenales, pero no «dicta» ni mucho menos al candidato.

¿Cuándo es, pues, infalible el obispo de Roma? El Catecismo de la Iglesia católica (891) nos recuerda que para ello deben cumplirse tres condiciones: 

1) que el papa hable en nombre de la Iglesia, no desde un punto de vista personal; 2) que afirme que lo que dice no es modificable; 
3) que el asunto sobre el que se pronuncia tenga que ver con la fe o la moral. 

Es decir, contra la ofuscación del citado diputado Rex Mottram, si un pontífice habla de la lluvia, no es ni más ni menos infalible que Mariano Medina, que usted, amigo lector, o que un servidor. Pero lo mismo ocurre si habla de economía, de arqueología tailandesa, de política o de fútbol (sea cual sea el énfasis que ponga en cada una de estas áreas del saber). Como, además, ya hemos dicho que criticar al papa es actividad del todo legítima para un católico que sepa de su fe, no habría problema alguno en criticar lo que opine el sumo pontífice si se aventura por el campo de la economía o la política (o de la arqueología), pues nada impide que pueda resultar inexacto. O incorrecto. O una sandez.

Esto no significa, naturalmente, que sea legítimo volcar odio alguno contra el obispo de Roma cuando dice algo con lo que no concordamos. Por un sencillo motivo: no es legítimo volcar odio contra nadie. 

Aunque a veces en redes sociales parezca un imposible, cabe hacer críticas sin aborrecer al criticado. Pongamos un ejemplo: mi abuelo carecía de saberes especiales en economía, pero ello no habría justificado el ponerse a insultarlo, o tratarlo con menosprecio, cuando expresaba algo sobre tal campo. Lo mismo ocurre con el Papa: puede que no posea conocimientos mayores que los de mi abuelo en ciencia económica, pero sería deseable tratarlo asimismo con respeto. (Ojo, ello no excluye las bromas o cierto tono desenfadado; de hecho a mi yayo le gustaba ser tratado con cierto humor de fondo, y en principio sería deseable que un pontífice, como «siervo de los siervos de Dios» que es, no tuviese muchos más humos que mi abuelo, el señor Miguel).

Tras todas estas aclaraciones (no solo Ratzinger tiene la manía profesoral de intentar aclararlo todo), estamos ya en disposición de ir al asunto que titula este artículo: ¿por qué se produce tal pasmo entre algunos de nuestros compatriotas cuando alguien (un político, un intelectual, un periodista) de derechas critica al papa o, más en general, a la Iglesia católica? Este pasmo también tiene sus razones, ojo; pero creo que son motivos ya caducos. Y sería deseable avanzar hacia un diálogo en que, al igual que la jerarquía eclesiástica tiene derecho a señalar los errores que ve en políticas de cualquier tendencia, la recíproca también sea cierta. Esto es, los políticos de cualquier tendencia también puedan refutar lo que consideren errado entre los dirigentes eclesiales, papa incluido.

Aceptar esta verdad (católica) nos evitaría tanto escandalizadito que vituperó a Isabel Díaz Ayuso este otoño, solo porque la presidenta madrileña se sintió sorprendida por la declaración del Papa sobre la conquista de México. Y acaso evitaría también el estupor que en algunos ofendiditos suscitó en su día el líder de VOX, Santiago Abascal, cuando se refirió al romano pontífice como «ciudadano Bergoglio»… al comentar las opiniones de éste sobre la necesidad de implantar una renta básica universal (asunto, sin duda, de gran enjundia económica, pero en el que, justo por eso, como ya hemos visto, las opiniones de Jorge Bergoglio no son epistémicamente más irrefutables que las de mi abuelo, el también ciudadano Miguel).

¿Por qué esa incomodidad entre la propia derecha cuando uno de sus dirigentes critica al Papa? ¿Por qué también esas críticas parecen doler más a muchos católicos? Creo que hay dos motivos para ello, que revelan a su vez dos patologías de la relación entre la derecha y la Iglesia; dos patologías que convendría ir sanando.

La primera patología viene de nuestra guerra civil. Es inevitable que estemos aún marcados por el hecho (no muy recordado en los saraos sobre «memoria histórica», por cierto) de que entonces uno de los dos bandos se prodigó en la destrucción de lo católico: conventos, templos, patrimonio… así como también 13 obispos, 4.184 sacerdotes, 2.365 frailes, 283 monjas. Esa matanza (si eras fraile en los años 30 en España, tuviste una probabilidad de uno contra cuatro de ser asesinado por ello) permite comprender que la Iglesia terminara apoyando al otro bando, por la simple peculiaridad de que no la masacraba. Tal respaldo no fue inmediato (tardó más de un año desde el inicio de la conflagración en publicitarse), pero sí rotundo (la Carta que lo manifestaba fue firmada por casi todos los obispos españoles aún vivos, con solo cinco excepciones).

Desde entonces es quizá inevitable que demos por supuesta cierta afinidad entre Iglesia y derecha en España. Y ello a pesar de que mucha gente de esta orientación política tenga poco de católica; o de que la Iglesia, por su parte, también se haya esforzado en fracturar tal ligamen (recordemos que, aún durante el franquismo, había incluso una cárcel concreta dedicada a alojar curas enfrentados al régimen, la de Zamora).

No estaría mal, sin embargo, que ambos grupos acepten su plena autonomía. Que la Iglesia agradeciera los servicios de protección prestados por Francisco Franco (¿tal vez con alguna multitudinaria misa de Te Deum?), pero siguiese luego por el camino, ya iniciado por Pablo VI y su hombre en España, el cardenal Tarancón, de alejarse de una ideología concreta (en este caso, la de la derecha). Y que las personas de pensamiento tendente a la derecha dejasen de ofenderse cuando la Iglesia dice cosas que no suenan derechistas, o cuando sus dirigentes critican al Papa o a los obispos por ello. Es bueno para la fe no estar identificada con una ideología; y es bueno para un movimiento político no atribuir autoridad absoluta a una jerarquía religiosa.

Ahora bien, aquí nos topamos con la segunda patología que entorpece unas relaciones saludables entre la derecha española y el mundo eclesiástico. Se trata del hecho (ya iniciado por Franco, pero prolongado luego por el centroderecha más moderado hasta hoy) de que las gentes no izquierdistas han «subcontratado» a la Iglesia para todo lo que tenga que ver con sus valores y cultura propios. Mientras la izquierda ha tenido siempre sindicatos, casas del pueblo, creadores, artistas, productoras de entretenimiento… dedicados a crear cultura izquierdista, la derecha lleva décadas renunciando a ello.

No siempre fue así (durante la Restauración y la República hay brillantes ejemplos de lo contrario, como me recordaba hace poco uno de los grandes expertos en esa época, el historiador Roberto Villa). Pero tanto Franco (que renunció a tener una ideología propia, y se apoyó en un mero nacionalcatolicismo) como el Partido Popular después, han subrogado la acuñación de valores, su difusión, el debate moral serio, los espacios de socialización (en vez de «casas del pueblo» del centroderecha, salones parroquiales) a la Iglesia católica. Bien es verdad que esa subcontrata cada vez resulta más forzada (apuesto uno contra cuatro a que pocos diputados del PP actual comparten en su intimidad la contundente postura de la Iglesia sobre la eutanasia o aborto). Pero, a falta de nada mejor, es lo que ha habido y lo que aún algunos ansían que siga habiendo.

Desde esa mentalidad de «subcontrata moral», se explica bien que a cierta derecha le moleste con especial dolor que la Iglesia se aparte del rol que le han atribuido; o también que dirigentes políticos suyos denuesten a los subcontratados eclesiásticos en el negociado de «Cultura y moral». Pero se trata de una subcontratación que debe terminar. La derecha debe aprender (y, sin duda, más allá del PP ya está aprendiendo) a generar su propia cultura, sus propias ideas, sus propios debates morales. No puede seguir esperando que le hagan ese trabajo desde las cada vez más solitarias capillas. Un reciente libro de Pedro Herrero y Jorge San Miguel, Extremo centro: El manifiesto, proporciona jugosas pistas para una nueva derecha (ellos prefieren llamarla «no izquierda») que asuma tal desafío.

Retornemos a Brideshead: en la citada novela, el diputado Rex Mottram termina separado de la mujer católica que, con su rocambolesca «conversión» al catolicismo, pretendía conseguir. No es la primera vez: Rex se había casado previamente y también divorciado. Los obispos hacen seguramente bien en considerar el divorcio entre cónyuges humanos un acto lamentable; pero el divorcio de cualquier ideología (ojo, abandonar a la derecha no implica caer ahora enamorada en los musculosos brazos de la izquierda, como ansía la libido política de mucho católico) es sin duda algo que a nuestra Iglesia católica le cabe aprender de Rex. Aunque Rex nunca aprendiera mucho sobre ella.

Miguel Ángel Quintana


Miguel Ángel Quintana es Director académico y profesor en el Instituto Superior de Sociología, Economía y Política (ISSEP) de Madrid.

El Gobierno al servicio de la agenda 2030 y del Foro de Davos

 El TORO TV


DURACIÓN 3:51 MINUTOS

https://www.dailymotion.com/video/x870dct

Palabras ambiguas de Francisco sobre vacunas hacen que medios de comunicación las conviertan en “obligación moral” (Anotación final de José Martí sobre esas palabras)

 SECRETUM MEUM MIHI


La enseñanza de la Iglesia ha sido clara y consistente, reiterada más recientemente en Dic-21-2020 por la Congregación de la Doctrina de la Fe en el documento llamado “Nota sobre la moralidad del uso de algunas vacunas contra la Covid-19”, con la aprobación de Francisco en Dic-17-2020: 
“Es evidente para la razón práctica que la vacunación no es, por regla general, una obligación moral y que, por lo tanto, la vacunación debe ser voluntaria”. Punto.
No obstante, en su discurso de hoy ante los representantes del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, Francisco se ha referido de forma ambigua a las vacunas, con las siguientes palabras.
...es importante que se continúen los esfuerzos para inmunizar a la población lo más que se pueda (1)
Esto requiere un múltiple compromiso a nivel personal, político y de la comunidad internacional en su conjunto. En primer lugar, a nivel personal. Todos tenemos la responsabilidad de cuidar de nosotros mismos y de nuestra salud, lo que se traduce también en el respeto por la salud de quien está cerca de nosotros. El cuidado de la salud constituye una obligación moral.(2).  
Lamentablemente, cada vez más constatamos cómo vivimos en un mundo de fuertes contrastes ideológicos. Muchas veces nos dejamos influenciar por la ideología del momento, a menudo basada en noticias sin fundamento o en hechos poco documentados.(3) 
Toda afirmación ideológica cercena los vínculos que la razón humana tiene con la realidad objetiva de las cosas. En cambio, la pandemia nos impone una suerte de “cura de realidad”, que requiere afrontar el problema y adoptar los remedios adecuados para resolverlo. Las vacunas no son instrumentos mágicos de curación, sino que representan ciertamente, junto con los tratamientos que se están desarrollando, la solución más razonable para la prevención de la enfermedad.(4)

“El cuidado de la salud constituye una obligación moral”: debido a la ambigüedad de la fraseología empleada con la que ha sido proferida esa frase, se dice ya que las vacunas son una obligación moral. Desastroso.

Es así como los medios de comunicación han comenzado a divulgar la mentira. La agencia Associated Press, en un despacho (inglés, español) firmado por su corresponsal en el Vaticano, abre afirmando:

ROMA (AP) - El papa Francisco sugirió el lunes que vacunarse contra el coronavirus es una “obligación moral” y condenó cómo la gente se ha visto influida por “información sin base” para rechazar una de las formas más efectivas para salvar vidas.
[ROME (AP) — Pope Francis suggested Monday that getting vaccinated against the coronavirus was a “moral obligation" and denounced how people had been swayed by “baseless information” to refuse one of the most effective measures to save lives.]


CUATRO NOTAS CON RESPECTO A ALGUNAS AFIRMACIONES REALIZADAS POR EL PAPA FRANCISCO


(1) Lo cual es falso, dado que, como bien se sabe, las vacunas no inmunizan.

(2) Precisamente porque debemos de cuidar de nosotros y de los que nos rodean, es mejor no vacunarse, puesto que se han encontrado muchos efectos adversos posteriores a las inoculaciones (que no vacunas), que incluso han llevado a la muerte a quienes han pasado por el aro de la "vacunación". El que no se vacuna no está más expuesto a la enfermedad del Covid; más bien es lo contrario. Por cierto, existe una inmunidad natural que es mucho más efectiva que la que podrían producir esas "vacunas" ... pero de esto no se habla.

(3) Y así es. Pero quien está poco documentado aquí es Francisco, cuyas fuentes de información son las que se corresponden con los intereses de las farmaceúticas así como de la agenda 2030. Esto sí que es ideología y, por lo tanto, falsedad. La realidad está más cercana de aquellos que han estudiado este tema científicamente y sin ningún tipo de interés económico, ni político ... esos a quienes se les prohíbe hablar y discrepar, porque poseen argumentos científicos firmes, que se pueden probar. No se tiene con ellos ningún tipo de debate científico serio, lo cual es como para pensárselo bien antes de actuar. Gran parte de la humanidad está siendo engañada por los Mass Media, y hablar de este modo no hace sino dar lugar a que haya gente que piense que Francisco tiene razón en lo que dice. Y no es así. Éste no es un tema de su competencia. Además, Francisco se desdice de lo que él mismo dijo en diciembre de 2020: "La vacunación no es una obligación moral y, por lo tanto, debe de ser voluntaria". No hace  bien Francisco hablando como ahora lo hace, pues crea confusión entre la gente pues, además, ni siquiera es coherente consigo mismo.

(4) ¿Realmente piensa Francisco que las vacunas son el medio más razonable para la prevención? Bien, podrá creerlo, pero desde luego se trata de un acto de fe y, como todo acto de fe, debe de ser libre. Francisco "cree" en las vacunas. Yo no "creo" en las vacunas. Los dos ejercemos nuestra libertad de creer una cosa u otra. Pero no se puede obligar a nadie a creer en la efectividad de las vacunas. No se ha demostrado científicamente tal efectividad. Es más, las pruebas científicas que se tienen (las de los científicos que no se han vendido al Sistema) son más bien contrarias a esa idea de la "obligatoriedad" de las vacunas.


Desde mi más profundo respeto por el Vicario de Cristo en la Tierra, considero que Francisco comete un error al pronunciarse sobre temas que no son de su competencia. Y, como hermanos que somos, en el Señor, todos los cristianos, considero que es mi deber corregirle. Es lo que, entre los cristianos, se llama corrección fraterna, la cual debe de hacerse siempre en la verdad y con caridad. 

Aunque lo más cómodo sea mirar para otro lado y dejar hacer, puesto que, además, se trata, nada menos, que del Papa, sin embargo, y por ello mismo, dada la influencia que sus palabras tienen en el pueblo cristiano, no se puede consentir que éstas, si son erróneas, se difundan como verdaderas. Un deber de caridad impulsa al cristiano al ejercicio de la corrección fraterna, por el bien de todo el Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia, y del que formamos parte todos los bautizados.

La corrección fraterna al Papa, en este caso concreto, está relacionada con la confusión que sus palabras crean entre la gente, sobre todo entre los católicos, y que provocan división y enfrentamientos; pues, para más INRI, los Mass Media, como esclavos del Sistema, ya se encargan de dar a conocer rápidamente esta noticia, en el sentido que a ellos les conviene; esto es algo que pueden hacer perfectamente debido a la ambigüedad de las palabras usadas por Francisco. Y eso no es bueno. 

Debemos rezar por el papa Francisco y por la salud de la Iglesia, para que ésta se mantenga siempre fiel al Mensaje de Jesucristo y a la Tradición de dos milenios.

José Martí

sábado, 8 de enero de 2022

POESÍAS PÓSTUMAS DE JAIME BALMES -1


 UN SONETO IMPOSIBLE


Tú, Camilo, me pides un soneto

y me pones con eso en tal apuro

que ni sé cómo empiece, y te aseguro

que no quiero ponerme en ese aprieto.


No, no: yo en tal hondura no me meto,

pues, aunque un cuarteto compusiera

es cierto que del otro no saliera;

y cumplir lo imposible no prometo.


Y si acaso lograra con gran pena

uno y otro cuarteto ver formado,

ya el tercero me diera más faena.


Que eso me es imposible te he probado;

mas, si a ello tu gusto me condena,

tómale: ya lo tienes acabado


Jaime Balmes

SOBRE EL TEMA DE LAS VACUNAS: Djokovic o Nadal, ¿QUIÉN TIENE RAZÓN?

 EL TEATRO DE WILL



DURACIÓN 10:47 MINUTOS (Ver a partir del minuto 4:10)

https://youtu.be/xNi5LPGfcCI


Además de ir directamente al enlace del teatro de Will (minutos 4:10 y siguientes) puede verse también en los siguientes videos, cortados a partir del original. Hay dos en lugar de uno porque Blogger no permite subir videos de gran peso.


Video 1/2  DURACIÓN 3:22 MINUTOS


Video 2/2 DURACIÓN 2:55 MINUTOS



La resistencia | Actualidad Comentada | 07-01-2021 | Pbro. Santiago Martín FM

MAGNIFICAT TV - FRANCISCANOS DE MARÍA


Duración 8:28 minutos


De la Iglesia ‘hospital de campaña’ al club ‘sólo para abonados’ (Carlos Esteban)



Desde Lima a la Unión Europea, del cardenal Hollerich al arzobispo Castillo, la Iglesia cierra o pretende cerrar las puertas al culto y a los sacramentos a quienes hayan optado por no vacunarse, como en una especie de excomunión de hecho. Es, sin exageración alguna, un escándalo.

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La Iglesia de la Misericordia muestra cada día más su rostro implacable, dejando bien claro que diálogos y apertura son sólo para unos, igual que los descartados que cuentan no son todos en absoluto. El nuevo arzobispo de Lima, nombrado por Francisco, prohíbe ya el acceso a todo lugar de culto en su archidiócesis a cualquier fiel que, por la razón que fuera, no dispone de ‘pasaporte vacunal’, y el jefe de los obispos de la Unión Europea, el luxemburgués Jean-Claude Hollerich, ha expresado su deseo de que se aplique lo mismo en todas partes.

La jerarquía eclesiástica, del mismo Papa al último de los diáconos, no tiene absolutamente ninguna autoridad, cero, nihil, nothing, en lo que NO se refiere a su cometido de fe, por lo que sus opiniones sobre las bondades de un producto, por universalizadas que estén en el mundo secular, no tienen más peso que la de cualquier otro.

Sí tienen, en cambio, en la práctica, la competencia para decidir quién puede entrar y quién no en los lugares de culto que gobiernan. Y en este caso la excusa es “salvar vidas”, aunque no se entiende bien cómo, o dónde estaría el límite. Ya se sabe, después de un periodo suficiente y la confesión de autoridades y los propios fabricantes, que las terapias que dan derecho al flamante pase no impiden la transmisión de la enfermedad que, en cualquier caso, muy rara vez se traduce en una enfermedad mortal. ¿De qué, entonces, se está protegiendo a los fieles?

Sobre todo, llama la atención que una de las instituciones que más estricta amenaza con ponerse con estas cosas del ‘pase verde’ -que la experiencia ya delata inútil frente a la extensión del virus- sea la que, supuestamente, da más importancia al espíritu que a la carne, la que dice creer que esta vida mortal es “una mala noche en una mala posada” y que es, ante todo, una preparación para la vida verdadera, la que no tiene final.

Es un poco difícil, se nos hace un poco cuesta arriba, confiar en que esta actitud no afecte a esa evangelización que, como dice el Papa, es la seña de identidad de la Iglesia: ¿cómo creer que cree en un Dios que, hecho hombre, se acercaba a los leprosos, si deja fuera a los mismos sanos que no disponen del certificado que otorga el poder? Ese mismo poema de San Francisco cuyas primeras palabras constituyen el título de una de las encíclicas del Papa reinante, Laudato Sì, no solo llama “hermanos” al sol, la luna y la tierra, sino también a la muerte, porque es así como debe verla un cristiano. Aquí estamos muy, muy lejos de hablar de muerte segura, basta mirar las estadísticas, pero por el miedo que le tienen nuestros pastores casi se diría que no hay nada al otro lado.

Carlos Esteban

viernes, 7 de enero de 2022

ESTE MOMENTO CRUCIAL 1



Duración 17:12 minutos


Vídeo imprescindible para entender el propósito de los pasaportes vacunales, de las vacunas y de la plandemia que estamos viviendo. 

Si quieres saber lo que estás firmando y aceptando cuando te haces el pasaporte covid. No es ningún juego. 

Hay un objetivo de control promovido por un futuro gobierno global, único que pasa por el ID2020, la digitalización de nuestra identidad y de toda nuestra información para entrar a formar parte de un sistema de control de puntos que vigilará si somos o no buenos ciudadanos y si nos hemos "ganado" el derecho a disfrutar temporalmente de ciertos privilegios que hasta hace nada eran nuestros por derecho incontestable. 

No debemos ser ciegos al objetivo de esta plandemia, vacunación, instauración del pasaporte vacunal (a toda costa) que no es otro que esclavizarnos (los que no hayamos muerto por el camino) tanto física como espiritualmente. 

Ahí nos encontrarán a muchos de nosotros, dando la batalla y resistiendo con todo lo que tenemos, por nosotros y por nuestros hijos. ¡Ni un paso atrás! 

Las posibilidades terminan solamente cuando dejamos caer los brazos, porque la Verdad es tan incontenible como la Vida.