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viernes, 18 de noviembre de 2016

¡EXPLOSIVO! Cuatro cardenales solicitan OFICIALMENTE al papa Francisco que clarifique Amoris Laetitia – Actualizado

Fuente: Adelante la Fe (Rorate Caeli)


Jamás habían solicitado públicamente a un Papa que clarifique un asunto muy sensible (su deber de enseñar) con un contenido más sensible aún (su documento más importante) sus propios cardenales, jamás desde la Contra-Reforma. Es increíble: ciertamente nunca visto en tiempos modernos.

La carta con 5 cuestiones a aclarar (“dubia”) fue firmada el 18 de septiembre por cuatro cardenales: el italiano Carlo Caffarra, emérito de Bolonia, el americano Raymond Burke, emérito de Saint Louis y ex presidente del tribunal de la Signatura Apostólica, y los alemanes Walter Brandmüller, eminente historiador y emérito del Comité Pontificio de Ciencias Históricas, y Joachim Meisner, emérito de Colonia. Fueron enviadas junto con una carta.

[Actualización – Nuestro corresponsal en Roma, el p. Pio Pace, nos envía lo siguiente: “Después de Amoris Laetitia, se esperaba la reacción de los cardenales que durante el tiempo de los sínodos habían hablado en contra de la nueva doctrina moral prefabricada. Aquí está: cuatro de ellos han elegido hacer públicas las dudas (dubia) que presentaron formalmente al Papa unos meses atrás. Es un verdadero terremoto – de naturaleza moral. Cuatro miembros del propio senado del Papa (me han dicho que los que lo presentaron, pero no desearon hacerlo público, fueron más numerosos) le presentaron preguntas sobre la fe y la moral que, según el procedimiento de la dubia, deben ser respondidas: ya sea positivamente (sí) o negativamente (no) – con modulaciones de ser necesario, pero deben ser respondidas. Y el Papa hizo saber a los cardenales que NO LAS RESPONDERÍA. En verdad, éste es el silencio que hace temblar la tierra.”]

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Debajo se encuentra el texto completo (varias fuentes, incluyendo a Edward Pentin y Sandro Magister).

Buscando claridad: una súplica para deshacer los nudos de “Amoris Laetitia”


1. Un prólogo necesario

El envío de la carta a Su Santidad Francisco por parte de cuatro cardenales surge de una profunda preocupación pastoral.

Hemos notado una grave desorientación y gran confusión en muchos fieles, respecto a asuntos de extrema importancia para la vida de la Iglesia. Hemos advertido que, incluso dentro del colegio episcopal, hay interpretaciones contrastantes del capítulo 8 de Amoris Laetitia.

La gran Tradición de la Iglesia enseña que la solución para situaciones como ésta es recurrir al Santo Padre pidiendo a la Sede Apostólica que resuelva las dudas que causan la desorientación y la confusión.

El nuestro es, por lo tanto, un acto de justicia y caridad.

De justicia: con nuestra iniciativa profesamos que el ministerio petrino es el ministerio de la unidad y que a Pedro, al Papa, pertenece el servicio de confirmar en la fe.

De caridad: queremos ayudar al Papa a prevenir divisiones y conflictos en la Iglesia, pidiéndole que elimine toda ambigüedad.

También llevamos a cabo un deber específico. Según el Código de Derecho Canónico (cc. 349), a los cardenales, incluso individualmente, se les confía la tarea de ayudar al Papa a cuidar de la Iglesia universal.

El Santo Padre ha decidido no responder. Hemos interpretado su decisión soberana como una invitación a continuar la reflexión y la discusión, calmada y respetuosamente.

Por lo tanto, comunicamos a todo el pueblo de Dios nuestra iniciativa, ofreciendo toda la documentación.

Esperamos que nadie elija interpretar el asunto según el paradigma “modernista/tradicionalista”. Eso quedaría completamente fuera del tema. Estamos preocupados realmente por el verdadero bien de las almas, la ley suprema de la Iglesia, y no en promover ningún tipo de política en la Iglesia.

Esperamos que nadie nos juzgue, injustamente, como adversarios del Santo Padre y como personas sin misericordia. Lo que hicimos y hacemos deriva de un profundo afecto colegial hacia el Papa y de una preocupación apasionada por el bien de los fieles.

Card. Walter Brandmüller

Card. Raymond L. Burke

Card. Carlo Caffarra

Card. Joachim Meisner

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2. La carta de los cuatro cardenales al Papa


A Su Santidad, el Papa Francisco.
Y a la atención de Su Eminencia, el Cardenal Gerhard L. Müller


Santísimo Padre:

Luego de la publicación de su Exhortación Apostólica Amoris Laetitia, teólogos y expertos han propuesto interpretaciones que no sólo divergen, sino incluso confrontan, especialmente respecto al capítulo VIII. Más aún, los medios han enfatizado esta disputa, provocando así la incertidumbre, confusión y desorientación de muchos de los fieles.

Por eso nosotros, los firmantes, pero también muchos obispos y sacerdotes, hemos recibido numerosas preguntas de fieles de diversos estratos sociales sobre la correcta interpretación del capítulo VIII de la exhortación.

Ahora, obligados en conciencia por nuestra responsabilidad pastoral, y deseando implementar aún más la sinodalidad a la cual Su Santidad nos insta, con profundo respeto nos permitimos preguntarle, Santo Padre, como supremo maestro de la fe, llamado por el Resucitado a confirmar a sus hermanos en la fe, que resuelva estas incertidumbres y traiga claridad dando una respuesta benevolente a la dubia que adjuntamos a la presente carta.

Que Su Santidad desee bendecirnos, así como prometemos recordarlo constantemente en nuestras oraciones.

Card. Walter Brandmüller

Card. Raymond L. Burke

Card. Carlo Caffarra

Card. Joachim Meisner

Roma, 19 de septiembre de 2016

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3. La “dubia”

Se pregunta si, siguiendo las afirmaciones de Amoris Laetitia (nn. 300-305), ahora se ha tornado posible dar la absolución en el sacramento de la penitencia y por tanto admitir a la sagrada comunión a una persona que, estando sujeta por una unión matrimonial válida, vive con una persona diferente more uxorio sin cumplir con las condiciones previstas en Familiaris Consortio n. 84 reafirmadas luego por Reconciliatio et Paenitentia n. 34 y Sacramentum Caritatis n. 29. ¿Se puede aplicar la expresión “en ciertos casos” encontrada en la nota 351 (n. 305) de la exhortación Amoris Laetitia, a personas divorciadas que están en una nueva unión y que continúan viviendo more uxorio?

Después de la publicación de la exhortación post-sinodal Amoris Laetitia (n. 304), ¿debemos seguir considerando válida la enseñanza de la encíclica de Juan Pablo II, Veritatis Splendor n.79, basada en las sagradas escrituras y en la Tradición de la Iglesia, sobre la existencia de normas morales absolutas que son obligatorias sin excepción y que prohíben los actos intrínsecamente malos?

Después de Amoris Laetitia (n. 301) ¿es aún posible afirmar que una persona que vive habitualmente en contradicción con un mandamiento de la ley de Dios, como por ejemplo el que prohíbe el adulterio (cf. Mt 19:3-9), se encuentra en una situación objetiva de pecado habitual grave? (cf. Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, Declaración, 24 de junio, 2000)

Después de las afirmaciones de Amoris Laetitia (n. 302) sobre las “circunstancias que atenúan la responsabilidad moral,” ¿debemos seguir tomando como válida la enseñanza de la encíclica de Juan Pablo II, Veritatis Splendor n.81, basada en las sagradas escrituras y la Tradición de la Iglesia, según la cual “las circunstancias o las intenciones nunca podrán transformar un acto intrínsecamente deshonesto por su objeto en un acto ‘subjetivamente’ honesto o justificable como elección”?

Después de Amoris Laetitia (n. 303) ¿debemos considerar todavía válida la enseñanza de la encíclica de Juan Pablo II, Veritatis Splendor n. 56, basada en las sagradas escrituras y en la Tradición de la Iglesia, que excluye una interpretación creativa del rol de la conciencia y que enfatiza que la conciencia jamás puede ser autorizada a legitimar excepciones a las normas morales absolutas que prohíben actos intrínsecamente malos en virtud de su objeto?

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4. Nota aclaratoria de los cuatro cardenales

CONTEXTO

Dubia (del latín: “dudas”) son preguntas formales presentadas al Papa y a la Congregación para la Doctrina de la Fe solicitando aclaraciones en asuntos particulares concernientes a la doctrina o la práctica.

Lo interesante sobre estas preguntas es que están escritas de manera tal que sólo requieren un “sí” o un “no” como respuesta, sin argumentación teológica. Esta manera de dirigirse a la Sede Apostólica no es una invención nuestra; es una práctica milenaria.

Vayamos a lo que está concretamente en juego.

Tras la publicación de la exhortación apostólica post-sinodal Amoris Laetitia sobre el amor en la familia, ha surgido un debate, particularmente en relación a su capítulo ocho. Este, específicamente los párrafos 300-305, han sido objeto de interpretaciones divergentes.

Para muchos – obispos, sacerdotes, y fieles, – estos párrafos aluden o inclusive enseñan explícitamente un cambio en la disciplina de la Iglesia respecto a los divorciados que viven en una nueva unión, mientras que otros, admitiendo la falta de claridad o incluso la ambigüedad de esos pasajes en cuestión, argumentan, sin embargo, que estas mismas páginas pueden leerse en continuidad con el magisterio previo y que no contienen una modificación en la práctica y la enseñanza de la Iglesia.

Movidos por una preocupación pastoral por los fieles, cuatro cardenales han enviado una carta al Santo Padre bajo el formato de dubia, esperando recibir claridad, dado que la duda y la incertidumbre son siempre altamente perjudiciales para el cuidado pastoral.

El hecho de que los intérpretes extraigan conclusiones diferentes también se debe a maneras diferentes de comprender la vida moral cristiana. En este sentido, lo que está en juego en Amoris Laetitia no es sólo si los divorciados que han entrado en una nueva unión pueden – bajo ciertas circunstancias – ser readmitidos a los sacramentos.

Sino que la interpretación del documento también sugiere diferentes y contrastantes enfoques sobre el estilo de vida cristiano.

Por lo tanto, mientras la primera pregunta de la dubia concierne a la cuestión práctica sobre los divorciados vueltos a casar por lo civil, las otras cuatro preguntas tratan temas fundamentales de la vida cristiana.


LAS PREGUNTAS

Duda número 1:

. Se pregunta si, siguiendo las afirmaciones de Amoris Laetitia (nn. 300-305), ahora se ha tornado posible dar la absolución en el sacramento de la penitencia y por tanto admitir a la sagrada comunión a una persona que, estando sujeta por una unión matrimonial válida, vive con una persona diferente more uxorio sin cumplir con las condiciones provistas en Familiaris Consortio n. 84 reafirmadas luego por Reconciliatio et Paenitentia n. 34 y Sacramentum Caritatis n. 29. ¿Se puede aplicar la expresión “en ciertos casos” encontrada en la nota 351 (n. 305) de la exhortación Amoris Laetitia, a personas divorciadas que están en una nueva unión y que continúan viviendo more uxorio?

La pregunta 1 hace particular referencia a Amoris Laetitia n. 305 y a la nota al pie 351. Mientras que la nota 351 habla específicamente de los sacramentos de penitencia y comunión, en este contexto no menciona a los divorciados vueltos a casar por civil, ni tampoco lo hace el texto principal. La exhortación apostólica de Juan Pablo II, Familiaris Consortio, n. 84, ya contemplaba la posibilidad de admitir a los sacramentos a los divorciados vueltos a casar civilmente.

Menciona tres condiciones:

Las personas involucradas no pueden separarse sin cometer nuevas injusticias (por ejemplo, pueden ser responsables de la crianza de sus hijos);

Asumen el compromiso de vivir según la verdad de su situación, es decir, dejar de convivir como si fueran marido y mujer (more uxorio), absteniéndose de los actos propios de los esposos;

Evitan dar escándalo (es decir, evitan dar la apariencia de pecado para evitar el peligro de conducir a otros al pecado).

Las condiciones mencionadas en Familiaris Consortio n. 84 y los documentos subsecuentes parecerán razonables inmediatamente cuando recordemos que la unión matrimonial no se basa sólo en el afecto mutuo y que los actos sexuales no son sólo una actividad entre otras que realizan las parejas.

Las relaciones sexuales son para el amor matrimonial. Son algo tan importante, tan bueno y precioso, que se requiere un contexto particular, el contexto del amor matrimonial. Por lo tanto, no sólo deben abstenerse los divorciados que viven en una nueva unión, sino todos lo que no están casados. Para la Iglesia, el sexto mandamiento “no cometerás adulterio”, siempre ha abarcado todo ejercicio de sexualidad humana extramatrimonial, es decir, todo tipo de relaciones sexuales fuera de las que se contraen con el esposo.

Al admitir a la comunión a los fieles que están separados o divorciados de sus esposos y que han entrado en una nueva unión en la que viven con alguien más como si fueran marido y mujer, parecería que en la práctica la Iglesia enseña una de las siguientes afirmaciones sobre el matrimonio, la sexualidad humana, y la naturaleza de los sacramentos:

a) Un divorcio no disuelve una unión matrimonial, y los miembros de la nueva unión no están casados. Sin embargo, las personas que no están casadas pueden, bajo ciertas circunstancias, cometer actos de intimidad sexual legítimamente.

b) Un divorcio disuelve la unión matrimonial. Las personas que no están casadas no pueden cometer actos sexuales legítimamente. Los divorciados vueltos a casar son esposos legítimos y sus actos sexuales son actos matrimoniales legítimos.

c) Un divorcio no disuelve la unión matrimonial, y los miembros de la nueva unión no están casados. Las personas que no están casadas no pueden cometer actos sexuales legítimos; por lo tanto los divorciados vueltos a casar viven en una situación de pecado grave, habitual, público y objetivo.

Sin embargo, admitir personas a la eucaristía no significa que la Iglesia apruebe su estado de vida público; los fieles pueden acercarse a la mesa eucarística incluso con la conciencia de pecado grave, y no siempre recibir la absolución en el sacramento de la penitencia: ésta requiere el propósito de enmienda de vida. Los sacramentos, por lo tanto, están separados de la vida: los ritos y adoración cristianos están en una esfera completamente diferente a la de la vida moral cristiana.

Duda número 2:

Después de la publicación de la exhortación post-sinodal Amoris Laetitia (cf. n. 304), ¿debemos seguir considerando válida la enseñanza de la encíclica de Juan Pablo II, Veritatis Splendor n.79, basada en las sagradas escrituras y en la tradición de la Iglesia, sobre la existencia de normas morales absolutas que son obligatorias sin excepción y que prohíben actos intrínsecamente malos?

La segunda pregunta considera la existencia de lo que llamamos actos intrínsecamente malos. La encíclica de Juan Pablo II, Veritatis Splendor 79, afirma que se puede “calificar como moralmente mala según su especie… la elección deliberada de algunos comportamientos o actos determinados prescindiendo de la intención por la que la elección es hecha o de la totalidad de las consecuencias previsibles de aquel acto para todas las personas interesadas.”

Entonces, la encíclica enseña que hay actos que son siempre malos, que están prohibidos por normas morales obligatorias sin excepción (“absolutos morales”). Estos absolutos morales son siempre negativos, es decir, nos dicen lo que no debemos hacer. “No matarás.” “No cometerás adulterio.” Sólo las normas negativas pueden ser obligatorias sin excepciones.

De acuerdo a Veritatis Splendor, los actos de discernimiento de circunstancias o intenciones no son necesarios para los actos intrínsecamente malos. El unirse a una mujer casada con otro es y continúa siendo un acto de adulterio que, como tal, no debe ser cometido jamás, ni siquiera si al hacerlo un agente puede extraer de la esposa de un villano secretos valiosísimos para la salvación del Reino (lo que parece una película de James Bond ya había sido contemplado por Santo Tomás de Aquino, De Malo, q. 15, a. 1). Juan Pablo II afirma que la intención (por ejemplo, “la salvación del Reino”) no cambia la especie del acto (en este caso: “cometer adulterio”), y que basta con conocer la especie del acto (“adulterio”) para saber que uno no debe cometerlo.

Duda número 3:

Después de Amoris Laetitia (n. 301) ¿es aún posible afirmar que una persona que vive habitualmente en contradicción con un mandamiento de la ley de Dios, como por ejemplo el que prohíbe el adulterio (cf. Mt 19:3-9), se encuentra en una situación objetiva de pecado habitual grave (cf. Consejo Pontificio para los Textos Legislativos, Declaración, 24 de junio, 2000)?

En el párrafo 301, Amoris Laetitia recuerda que: “La Iglesia posee una sólida reflexión acerca de los condicionamientos y circunstancias atenuantes.” Y concluye que “por eso, ya no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así llamada « irregular » viven en una situación de pecado mortal, privados de la gracia santificante.”

En su Declaración del 24 de junio del 2000, el Consejo Pontificio para los Textos Legislativos busca clarificar el canon 915 del Código de Derecho Canónico, que establece que “no deben ser admitidos a la sagrada comunión los excomulgados y los que están en entredicho después de la imposición o declaración de la pena, y los que obstinadamente persistan en un manifiesto pecado grave.” La Declaración del Consejo Pontificio afirma que este canon es aplicable también a los fieles que están divorciados vueltos a casar. Explica que el “pecado grave” debe ser comprendido objetivamente, dado que el ministro de la eucaristía no tiene manera de juzgar la imputabilidad subjetiva de otra persona.

Por lo tanto, para la Declaración, la cuestión de la admisión a los sacramentos tiene que ver con juzgar la situación de vida objetiva de la persona y no si la persona está en estado de pecado mortal. Ciertamente, él o ella pueden no ser totalmente imputables subjetivamente, o pueden no ser imputables en absoluto.

Sobre la misma línea, en su encíclica Ecclesia de Eucharistia, n. 37, san Juan Pablo II nos recuerda que “el juicio sobre el estado de gracia, obviamente, corresponde solamente al interesado, tratándose de una valoración de conciencia.” Entonces, la distinción referida en Amoris Laetitia entre la situación subjetiva de pecado mortal y la situación objetiva de pecado grave está verdaderamente bien establecida en la enseñanza de la Iglesia.

Sin embargo, Juan Pablo II continúa insistiendo que “no obstante, en los casos de un comportamiento externo grave, abierta y establemente contrario a la norma moral, la Iglesia, en su cuidado pastoral por el buen orden comunitario y por respeto al sacramento, no puede mostrarse indiferente.” Luego reitera la enseñanza del canon 915 antes mencionado.

Por lo tanto, la pregunta 3 de la Dubia quiere clarificar si, incluso luego de Amoris Laetitia, aún es posible decir que las personas que viven habitualmente en contradicción con un mandamiento de la ley de Dios, como el mandamiento contra el adulterio, el robo, el asesinato o el perjurio, viven en situaciones objetivas de pecado grave habitual, incluso si, por razones cualesquiera, no está claro si son imputables subjetivamente por sus transgresiones habituales.

Duda número 4:

Después de las afirmaciones de Amoris Laetitia (n. 302) sobre las “circunstancias que atenúan la responsabilidad moral,” ¿debemos seguir tomando como válida la enseñanza de la encíclica de Juan Pablo II, Veritatis Splendor n.81, basada en las sagradas escrituras y la tradición de la Iglesia, según la cual “las circunstancias o las intenciones nunca podrán transformar un acto intrínsecamente deshonesto por su objeto en un acto ‘subjetivamente’ honesto o justificable como elección”?

En el párrafo 302, Amoris Laetitia enfatiza que, por cuenta de circunstancias atenuantes, “un juicio negativo sobre una situación objetiva no implica un juicio sobre la imputabilidad o la culpabilidad de la persona involucrada.” La dubia apunta a la enseñanza de la Iglesia tal como fue expresada por Juan Pablo II en Veritatis Splendor, según la cual las circunstancias o las buenas intenciones nunca pueden convertir un acto intrínsecamente malo en uno que es excusable o, incluso, bueno.

La pregunta plantea si Amoris Laetitia concuerda también en que todo acto que transgrede los mandamientos de Dios, tal como el adulterio, el asesinato, el robo, o el perjurio, jamás puede tornarse excusable ni inclusive bueno en base a las circunstancias que atenúan la responsabilidad personal.

¿Estos actos que la tradición de la Iglesia ha llamado malos y pecados graves continúan siendo destructivos y dañinos para el que los comete, sin importar el estado de responsabilidad subjetiva en el que se encuentra?

¿O podrían estos actos, dependiendo del estado subjetivo de la persona y de las circunstancias e intenciones, dejar de ser injuriosos y tornarse encomiables o al menos excusables?

Duda número 5:

Después de Amoris Laetitia (n. 303) ¿debemos considerar todavía válida la enseñanza de la encíclica de Juan Pablo II, Veritatis Splendor n. 56, basada en las sagradas escrituras y en la tradición de la Iglesia, que excluye una interpretación creativa del rol de la conciencia y que enfatiza que la conciencia jamás puede ser autorizada a legitimar excepciones a las normas morales absolutas que prohíben actos intrínsecamente malos en virtud de su objeto?

Amoris Laetitia n. 303 establece que “esa conciencia puede reconocer no sólo que una situación no responde objetivamente a la propuesta general del Evangelio. También puede reconocer con sinceridad y honestidad aquello que, por ahora, es la respuesta generosa que se puede ofrecer a Dios”. La dubia solicita clarificación de estas afirmaciones, dado que son susceptibles de interpretaciones divergentes.

Para quienes proponen la idea creativa de la conciencia, los preceptos de la ley de Dios y la norma de la conciencia individual podrían entrar en tensión e incluso oposición, mientras que la última palabra la tendría la conciencia que, en última instancia, decide sobre el bien y el mal.

De acuerdo a Veritatis Splendor n. 56, “con esta base se pretende establecer la legitimidad de las llamadas soluciones ‘pastorales’ contrarias a las enseñanzas del Magisterio, y justificar una hermenéutica creativa, según la cual la conciencia moral no estaría obligada en absoluto, en todos los casos, por un precepto negativo particular.”

En esta perspectiva, no basta con que la conciencia moral sepa que “esto es adulterio” o que “esto es asesinato”, para saber que es algo que no debe hacerse. Sino que uno también debiera mirar las circunstancias o las intenciones para saber si este acto podría ser excusable o incluso obligatorio (cf. pregunta 4 de la dubia).

Para estas teorías la conciencia podría, cierta y legítimamente, decidir, en algún caso, que la voluntad de Dios para mí consiste en un acto por el cual transgredo uno de sus mandamientos. “No cometerás adulterio” es visto sólo como una norma general. En el aquí y ahora, y dadas mis buenas intenciones, cometer adulterio es lo que Dios realmente me está pidiendo. Bajo estos términos, los casos de adulterio virtuoso, asesinato lícito y perjurio obligatorio, son finalmente concebibles.

Esto significaría concebir la conciencia como la facultad de decidir autónomamente sobre el bien y el mal y a la ley de Dios como una carga que es impuesta arbitrariamente y que, a veces, podría oponerse a nuestra verdadera felicidad.

Sin embargo, la conciencia no decide sobre el bien y el mal. Toda la idea acerca de una “decisión en conciencia” es engañosa. El acto propio de la conciencia es juzgar, no decidir. Dice “esto es bueno”, “esto es malo”. Esta bondad o maldad no dependen de ella. Percibe y reconoce la bondad o maldad de una acción, y para hacerlo, es decir, para juzgarla, la conciencia necesita criterios; depende inherentemente de la verdad.

Los mandamientos de Dios son una gran ayuda para que la conciencia conozca la verdad y, por lo tanto, juzgue en verdad. Los mandamientos de Dios son la expresión de la verdad acerca de nuestro bien, acerca de nuestro propio ser, revelando algo crucial sobre cómo vivir bien nuestra vida.

El papa Francisco también se expresa en estos términos cuando en Amoris Laetitia 295 dice: La Ley es también don de Dios que indica el camino, don de Dios PARA TODOS, SIN EXCEPCIÓN.”

[Traducido por Marilina Manteiga. Artículo original.]

NOTA: En la siguiente entrada coloco un video tomado de "Verdad en la Red" en donde se escucha este mismo artículo, con algunos comentarios adicionales.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Francisco explica en la audiencia general cómo aguantar a los molestos e inoportunos (Rome Reports)

Duración 2:13 minutos

Esta entrada viene a ser un complemento de la anterior. Este aguante a los que nos caen mal es, ciertamente, una obra de misericordia, aunque éste no debería de ser selectiva. Escuchemos lo que se dice en Gloria TV.  Coloco también la traducción al español.

Duración: 22 segundos

Selective: In his November prayer intention Pope Francis says that – quote – “we must move away from indifference and the fear of accepting the other.” Francis refers to accepting Muslim immigrants, not the faithful of the Old Rite whom he likes to judge and ridicule.

Selectivo: En su intención de oración de noviembre, el Papa Francisco dice que - cita - "debemos pasar de la indiferencia y del miedo a la aceptación del otro". Francisco se refiere a aceptar a los inmigrantes musulmanes, no a los fieles del Antiguo Rito a quienes le gusta juzgar y ridiculizar.

Veamos qué ocurre con el asunto de los cuatro cardenales que, cumpliendo con su obligación pastoral, le piden al Papa una aclaración sobre cinco puntos conflictivos (aunque hay más) de la Amoris Laetitia. Pronto lo sabremos.

José Martí


NOTA: Léase el último artículo de Secretum Meum Mihi, sobre este tema, pinchando aquí. De nuevo vuelve a aparecer Schörnborn. Toda su perorata fue contestada ya en este blog en varias entradas. A modo de ejemplo, véase aquí, aquí, aquí, aquí , aquí y especialmente aquí.

FRANCISCO: "A menudo nos encontramos con personas que se detienen en cosas superficiales, efímeras y banales"







El cardenal Burke explica la solicitud de claridad al Papa (Entrevista exclusiva del presidente de Acción Católica, Thomas McKenna)


Fuente: Adelante la Fe (Hemos visto)




El presidente de Acción Católica, Thomas McKenna, obtuvo la siguiente entrevista con el cardenal Raymond Burke para explicar las intenciones de los cuatro cardenales y los documentos publicados titulados “Buscando la claridad: una súplica para desatar los nudos en Amoris Laetitia“. El texto completo se proporciona al final de la entrevista.

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Acción Católica: Su Eminencia, gracias por tomarse el tiempo para tener esta entrevista con nosotros sobre lo que ha publicado hoy. La sustancia de los documentos que usted y los otros cardenales han hecho público se llama "Dubia". ¿Puede explicar por favor lo que significa dubia y lo que implica la presentación de Dubia?

Cardenal Burke: Es un placer hablar con usted de estos asuntos importantes. El título del documento es: "La búsqueda de la claridad: una súplica para desatar los nudos en Amoris Laetitia". Tiene como co-autores a cuatro cardenales: cardenal Walter Brandmüller, cardenal Carlo Caffarra, cardenal Joachim Meisner y yo. Mis compañeros cardenales y yo estamos dando a conocer una súplica que hemos hecho al Santo Padre, el papa Francisco, en relación con su reciente Exhortación Apostólica, Amoris Laetitia. Porciones del documento contienen ambigüedades y declaraciones que son como nudos que no pueden ser fácilmente desatados y están causando gran confusión. Compartiendo la devoción del Papa a Nuestra Señora, Desatadora de Nudos, le estamos pidiendo que aclare estas declaraciones ambiguas y, con la ayuda de Dios, desatar algunas de las declaraciones nudosas del documento para el bien de las almas.

Dubia es la forma plural de la palabra latina, dubium, que significa una pregunta o una duda. Cuando en la Iglesia surge una cuestión o duda importante acerca de la fe misma o de su práctica, es costumbre que los obispos o sacerdotes o los fieles mismos expresen formalmente la pregunta o duda y la presenten al Romano Pontífice y a la oficina que tenga competencia para tratar con ella. La formulación de una pregunta o duda individual se llama simplemente dubium. Si se articula más de una pregunta o duda, se les llama dubia. La exhortación apostólica post-sinodal Amoris Laetitia ha planteado una serie de preguntas y dudas en la mente de los obispos, sacerdotes y fieles, muchos de los cuales ya han sido presentados al Santo Padre y discutidos públicamente. En el presente caso, cuatro cardenales han presentado formalmente al Santo Padre cinco preguntas fundamentales o dudas sobre la fe y la moral basadas en la lectura de Amoris Laetitia.

CA: Muchas personas en la Iglesia ahora están discutiendo lo que se designa como “pastoral”. ¿Puede decirnos un poco sobre el documento que ha publicado hoy, y cómo se relaciona con ser pastoral?

CB: La verdad, hablada con caridad, es clara y pastoral. Nunca es útil pastoralmente dejar asuntos importantes, en el presente caso asuntos que tocan la salvación de las almas, en la duda o en la confusión. Nosotros, cuatro cardenales, como obispos comprometidos con la pastoral de la Iglesia universal y como cardenales que tienen la responsabilidad particular de asistir al Santo Padre en la enseñanza de la fe y en el fomento de su práctica en la Iglesia universal, hemos juzgado que es nuestra responsabilidad hacer públicas estas preguntas por el bien de las almas.

CA: Este documento escrito conjuntamente es en realidad una serie de documentos, como lo indican los encabezados. ¿Le importaría explicar por qué hay partes diferentes, y lo que significan?

CB: El núcleo de lo que estamos publicando hoy es una carta que nosotros cuatro cardenales enviamos inicialmente al papa Francisco, junto con la dubia – es decir, junto con una serie de preguntas formales y serias – acerca de Amoris Laetitia. El proceso de presentar preguntas formales es una práctica venerable y bien establecida en la Iglesia. Cuando la pregunta se refiere a un asunto grave que afecta a muchos de los fieles, la Iglesia responde a estas preguntas con un “sí” o “no”, a veces con explicación. También enviamos una copia de la carta y de la dubia al cardenal Gerhard Ludwig Müller, jefe de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que tiene especial competencia en relación con estas cuestiones.

Con el fin de proporcionar los antecedentes de la carta y nuestras preguntas sobre Amoris Laetitia, también estamos publicando un breve prólogo y una nota explicativa, que explican el contexto de la carta y la dubia o preguntas junto con un comentario sobre cada una de las preguntas en sí.

CA: Entonces usted está diciendo que está publicando una carta que envió al Papa en privado. Esto es extraordinario. ¿No es objetable esta acción desde un punto de vista cristiano? Nuestro Señor dijo en el Evangelio de Mateo (18 15) que si tenemos un problema con un hermano, se supone que debemos hablar con él en privado, uno a uno, no públicamente.

CB : En la misma parte de la Sagrada Escritura a la que se refiere, Nuestro Señor también dijo que, después de dirigir una dificultad a un hermano, individualmente y junto con otros, sin que se resuelva, entonces, para el bien de la Iglesia el asunto debe ser presentado a toda la Iglesia. Esto es precisamente lo que estamos haciendo.

Ha habido muchas otras declaraciones de preocupación con respecto a Amoris Laetitia, todas las cuales no han recibido una respuesta oficial del Papa o de sus representantes. Por lo tanto, para buscar claridad en estos asuntos, otros tres cardenales y yo usamos la formalidad de presentar preguntas fundamentales directamente al Santo Padre y al Prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe. Tampoco se ha respondido a estas preguntas. Por lo tanto, al hacer públicas nuestras preguntas o dubia, estamos siendo fieles al mandato de Cristo de hablar primero con una persona en privado, luego en un pequeño grupo y, finalmente, llevando el asunto a la Iglesia en su conjunto.

CA: Como usted ha dicho, Amoris Laetitia ha sido objeto de muchas discusiones, e incluso críticas. Por ejemplo, es por todos conocido que usted ha declarado que cree que no es un documento magisterial. ¿Podría usted explicar cómo sus preguntas actuales al Santo Padre se relacionan con estos otros análisis de la Exhortación Apostólica?

CB : Para entender la presente publicación, necesitamos considerar qué ha conducido a ella. Justo después de su elección, en su primer mensaje del Angelus del domingo, el papa Francisco elogió la comprensión de la misericordia del cardenal Walter Kasper, que es un tema fundamental en Amoris Laetitia. Sólo unos meses más tarde, el Vaticano anunció un Sínodo Extraordinario sobre Matrimonio y Familia para octubre de 2014.

En preparación para el Sínodo, yo, junto con otros cuatro cardenales, un arzobispo y tres teólogos, publiqué un libro, Permaneciendo en la Verdad de Cristo. Como miembro del Sínodo, observé que el informe de mitad de período carecía de una base sólida en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia. Más tarde, estuve de acuerdo con otros cardenales en que había manipulación en el funcionamiento del propio Sínodo y en la redacción del informe final del Sínodo.

Antes del Sínodo de 2015, al que no fui invitado, once cardenales contribuyeron a un libro sobre el matrimonio y la familia. Aunque no contribuí a este libro, lo leí con gran interés. También antes del Sínodo Ordinario de la Familia de 2015, más de 790,000 católicos firmaron un “llamamiento filial” al papa Francisco sobre el futuro de la familia, pidiéndole que dijera “una palabra clarificadora” para disipar la “confusión generalizada” sobre la enseñanza de la Iglesia. Junto con otros cardenales, yo era un signatario. Durante la sesión de 2015 del Sínodo, trece cardenales participantes firmaron una carta al Papa que indicaba su preocupación por la manipulación del proceso del Sínodo.

En abril de 2016, el papa Francisco publicó Amoris Laetitia como el fruto de las sesiones de 2014 y 2015 del Sínodo de los Obispos. En el verano de 2016, cuarenta y cinco académicos, entre ellos algunos prelados, escribieron al Santo Padre y al Colegio de Cardenales, pidiendo al Papa repudiar una lista de proposiciones erróneas que se pueden extraer de partes de Amoris Laetitia. Esto no recibió respuesta pública.

El 29 de agosto de 2016, me uní a muchos obispos, sacerdotes y fieles laicos en la firma de una Declaración de fidelidad a la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio y su disciplina ininterrumpida. Esto tampoco ha recibido respuesta pública.

Mi posición es que Amoris Laetitia no es magisterial porque contiene serias ambigüedades que confunden a la gente y pueden conducirlos al error y al pecado grave. Un documento con estos defectos no puede ser parte de la enseñanza perenne de la Iglesia. Porque este es el caso, la Iglesia necesita claridad absoluta en lo que el papa Francisco está enseñando y alentando.

CA: A algunos católicos les puede preocupar que su publicación actual sea un acto de deslealtad.

CB: Yo, junto con los otros tres cardenales, nos esforzamos por ser leales al Santo Padre al ser leales a Cristo sobre todo. Haciendo pública nuestra súplica para la claridad de la doctrina y de la práctica pastoral, esperamos hacer esto una discusión para todos los católicos, especialmente nuestros compañeros obispos. Todos los bautizados deben estar preocupados por la doctrina y las prácticas morales con respecto a la santa Eucaristía y el santo matrimonio y sobre cómo identificar las acciones buenas y malas. Estos asuntos nos afectan a todos.

En lugar de ser una cuestión de deslealtad hacia el Papa, nuestra acción es profundamente leal a todo lo que el Papa representa y está obligado a defender en su capacidad oficial. El papa Francisco ha pedido un discurso sincero en la Iglesia en muchas ocasiones, y ha pedido a los miembros de la jerarquía apertura y responsabilidad. Estamos siendo sinceros, con el más absoluto respeto por el oficio del Santo Padre, y ejercitando, a la luz de nuestras conciencias, la apertura y responsabilidad que la Iglesia tiene derecho a esperar de nosotros.

Este es mi deber como cardenal de la Iglesia católica. No fui creado cardenal para recibir una posición honorífica. Más bien, el papa Benedicto XVI me hizo cardenal para ayudarlo a él y a sus sucesores a gobernar la Iglesia y enseñar la fe. Todos los cardenales tienen el deber de trabajar en estrecha colaboración con el Papa para el bien de las almas, y esto es precisamente lo que estoy haciendo al plantear cuestiones de gran importancia en cuanto a la fe y la moral. No estaría cumpliendo mi deber como cardenal y, por lo tanto, como consejero del Papa, si guardara silencio sobre un asunto tan grave.

CA: Si me permite, me gustaría continuar con esta línea de pensamiento. No está claro cómo su publicación está siendo dócil al deseo del Papa de una mayor sensibilidad pastoral y creatividad en la Iglesia. ¿No ha indicado el Papa su posición en una carta a los obispos argentinos? Otros cardenales han dicho que la forma correcta de leer Amoris Laetitia es que permite a las parejas divorciadas y casadas de nuevo a recibir la comunión en ciertas circunstancias. En esa luz, uno podría argumentar que su documento está creando más confusión.

CB: En primer lugar, un punto de aclaración. La cuestión no es acerca de las parejas divorciadas y vueltas a casar que reciben la santa comunión. Se trata de parejas sexualmente activas pero no válidamente casadas que reciben la sagrada comunión. Cuando una pareja obtiene un divorcio civil y una declaración canónica de que nunca estuvieron casados legalmente, entonces son libres de casarse por la Iglesia y recibir la santa comunión, cuando están adecuadamente dispuestos a recibirla. La propuesta de Kasper es permitir que una persona reciba la sagrada comunión cuando él o ella ha pronunciado válidamente los votos matrimoniales pero ya no vive con su cónyuge y ahora vive con otra persona con quien es sexualmente activa. En realidad, esta propuesta abre la puerta a cualquier persona que cometa algún pecado para recibir la sagrada comunión sin arrepentirse del pecado.

También quisiera señalar que sólo la primera de nuestras preguntas al Santo Padre se centra en el santo matrimonio y la santa Eucaristía. Las preguntas dos, tres y cuatro tratan sobre cuestiones fundamentales relativas a la vida moral: si existen actos intrínsecamente malos, si una persona que habitualmente comete un grave mal está en estado de “pecado grave” y si un pecado grave puede llegar a ser una buena elección debido a circunstancias o intenciones.

Es cierto que el Santo Padre escribió una carta a los obispos argentinos y que algunos cardenales han propuesto las interpretaciones de Amoris Laetitia que ustedes han mencionado. Sin embargo, el propio Santo Padre no ha aclarado algunas de las cuestiones “nudosas”

Contradice a la fe si algún católico, incluyendo al Papa, dice que una persona puede recibir la sagrada comunión sin arrepentirse de pecado grave, o que vivir en forma matrimonial con alguien que no sea su esposo no es un estado de grave pecado, o que no existe tal cosa como un acto que es siempre y en todas partes malvado y puede enviar a una persona a la perdición. 

Así, me uno a mis hermanos cardenales en hacer una petición para una aclaración inconfundible del mismo papa Francisco. Su voz, la voz del sucesor de san Pedro, puede disipar cualquier pregunta sobre el tema.

[Traducido por Rocío Salas, equipo de traducción de Adelante la Fe. Artículo original]

URGENTE: Burke advierte que si el Papa no aclara la confusión harán “un acto formal de corrección de un error grave” (Entrevista de Edward Pentin al cardenal Burke)



Edward Pentin, vaticanista del National Catholic Register, entrevista al Cardenal Burke sobre la reciente carta al Papa firmada por cuatro cardenales. InfoVaticana les ofrece la traducción de la entrevista.


Eminencia, ¿qué es lo que se pretende alcanzar con esta iniciativa?

La iniciativa está dirigida a una sola cosa, a saber, el bien de la Iglesia, que, en este momento, está sufriendo una tremenda confusión en al menos estos cinco puntos. Hay una serie de otras cuestiones también, pero estos cinco puntos críticos tienen que ver con los principios morales irreformables. Así que, como cardenales, juzgamos que es nuestra responsabilidad solicitar una aclaración con respecto a estas cuestiones, con el fin de poner fin a esta propagación de la confusión que en realidad está llevando a la gente al error.

¿Está escuchando a mucha gente con esta preocupación por la confusión?

Donde quiera que vaya lo escucho. Los sacerdotes están divididos entre sí, sacerdotes de obispos, obispos entre sí. Hay una tremenda división en la Iglesia, y ese no es el camino de la Iglesia. Es por ello que fijamos estas cuestiones morales fundamentales que nos unifican.

¿Por qué es el capítulo 8 de Amoris Laetitia de tal preocupación en particular?

Debido a que ha sido la fuente de todas estas discusiones confusas. Incluso las directrices diocesanas están confundidas y en el error. Tenemos un conjunto de directivas en una diócesis; por ejemplo, diciendo que los sacerdotes son libres en el confesionario, si lo juzgan necesario, para permitir que una persona que está viviendo en una unión adúltera y continúa haciéndolo tenga acceso a los sacramentos – mientras que, en otra diócesis, de acuerdo con lo que la práctica de la Iglesia ha sido siempre, un sacerdote es capaz de conceder tal permiso a los que hacen el firme propósito de enmienda a vivir la castidad en el matrimonio, es decir, como hermano y hermana, y sólo para recibir los sacramentos en un lugar donde no sean motivo de escándalo. Esto realmente tiene que ser abordado. Pero luego están las cuestiones adicionales en duda, aparte de esa pregunta en particular de los divorciados y vueltos a casar, que se engloban bajo el término “mal intrínseco”, con el estado de pecado y con la noción correcta de conciencia.

Sin la aclaración que están buscando, ¿está diciendo, por lo tanto, que esta y otras enseñanzas en Amoris Laetitia van en contra del principio de no contradicción (que indica que una afirmación no puede ser a la vez verdadera y falsa al mismo tiempo cuando se trata con el mismo contexto )?

Por supuesto, ya que, por ejemplo, si se toma el tema del matrimonio, la Iglesia enseña que el matrimonio es indisoluble, de acuerdo con la palabra de Cristo: “El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio.” Por lo tanto, si usted está divorciado , no puedes entrar en una relación matrimonial con otra persona a menos que el vínculo indisoluble al que estás sujeto sea declarado nulo, inexistente. Pero si decimos, bueno, en ciertos casos, una persona que vive en una unión matrimonial irregular puede recibir la sagrada comunión, a continuación, una de las dos cosas tiene que ser el caso:

O bien el matrimonio en realidad no es indisoluble – como, por ejemplo, en la “teoría de la iluminación” del cardenal Kasper, quien sostiene que el matrimonio es un ideal al que no podemos llegar de forma realista las personas. En tal caso, hemos perdido el sentido de la gracia del sacramento, que permite a los casados vivir la verdad de su pacto matrimonial -, o bien la santa comunión no es comunión del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Por supuesto, ninguno de los dos es posible. Están en contradicción con las enseñanzas constantes de la Iglesia desde el principio y, por lo tanto, no puede ser verdad.

Algunos verán esta iniciativa a través de una lente política y la criticarán como un conflicto “conservador versus liberal” , algo que usted y los otros firmantes rechazan. ¿Cuál es su respuesta a esa acusación?

Nuestra respuesta es simplemente esto: No estamos tomando algún tipo de posición dentro de la Iglesia, como una decisión política, por ejemplo. Los fariseos acusaron a Jesús de tomar parte en un lado de un debate entre los expertos en la ley judía, pero Jesús no hizo eso en absoluto. Hizo un llamamiento al orden que Dios puso en la naturaleza desde el omento de la creación. Dijo: A Moisés se le permite el divorcio debido a su dureza de corazón, pero no fue así desde el principio. Así que simplemente estamos exponiendo lo que la Iglesia siempre ha enseñado y practicado al hacer estas cinco preguntas que se ocupan de la enseñanza y la práctica constante de la Iglesia. Las respuestas a estas preguntas proporcionan una herramienta esencial para la interpretación de Amoris Laetitia. Tienen que ser expuestas públicamente debido a que muchas personas están diciendo: “Estamos confundidos, y no entendemos por qué los cardenales o alguien con autoridad no habla y nos ayudan.”

¿Es un deber pastoral?

Así es, y yo puedo asegurar que conozco a todos los cardenales que participan, y esto ha sido algo que hemos llevado a cabo con el mayor sentido de nuestra responsabilidad como obispos y cardenales. Pero también se ha llevado a cabo con el mayor respeto por el ministerio de Pedro, porque si el Ministerio Petrino no se atiene a estos principios fundamentales de la doctrina y la disciplina, entonces, en la práctica, la división ha entrado en la Iglesia, lo cual es contrario a nuestra propia naturaleza .

¿Y el ministerio de Pedro, también, cuyo propósito principal es la unidad?

Sí, como dice el Concilio Vaticano II, el Papa es el fundamento de la unidad de los obispos y de todos los fieles. Esta idea, por tanto, de que el Papa tiene que ser algún tipo de innovador, que encabeza una revolución en la Iglesia o algo similar, es completamente ajena a la Función de Pedro. El Papa es un gran servidor de las verdades de la fe, ya que han sido pronunciadas en una línea ininterrumpida desde los tiempos de los apóstoles.

¿Es por eso que hacen hincapié en que lo que está haciendo es un acto de caridad y la justicia?

Absolutamente. Tenemos esta responsabilidad ante las personas para las que somos obispos, e incluso un mayor responsabilidad como cardenales, que son los principales asesores del Papa. Para nosotros permanecer en silencio acerca de estas dudas fundamentales, que han surgido como resultado del texto de Amoris Laetitia, sería, por nuestra parte, una grave falta de caridad hacia el Papa y una grave falta en el cumplimiento de los deberes de nuestra propia misión en la iglesia.

Algunos podrían argumentar que solamente son cuatro cardenales, entre los cuales usted es el único que no está retirado, y esto no es muy representativa de toda la Iglesia. En ese caso, se podría preguntar: ¿Por qué el Papa debería escucharles y responderles?

Bueno, los números no son el problema. La cuestión es la verdad. En el juicio sobre Santo Tomás Moro, alguien le dijo que la mayoría de los obispos ingleses habían aceptado la orden del rey, y él dijo que podía ser cierto, pero que los santos en el cielo no la aceptaban. Ese es el punto aquí. Me gustaría pensar que a pesar de que otros cardenales no firmaron este documento, comparten la misma preocupación. Pero eso no me molesta. Incluso si fuéramos uno, dos o tres, si se trata de una cuestión de algo que es cierto y es esencial para la salvación de las almas, entonces tiene que ser dicho.

¿Qué pasa si el Papa no responde a su acto de justicia y de la caridad y no da la aclaración de las enseñanzas de la Iglesia que se espera lograr?

Entonces tendríamos que hacer frente a esta situación. Existe, en la Tradición de la Iglesia, la práctica de la corrección al Romano Pontífice. Es algo que es claramente bastante raro, pero si no hay respuesta a estas preguntas, entonces yo diría que sería cuestión de hacer un acto formal de corrección de un error grave.

En un conflicto entre la autoridad eclesial y la Sagrada Tradición de la Iglesia ¿cuál es vinculante para el creyente y que tiene la autoridad para determinar esto?

Lo que es vinculante es la tradición, y la autoridad eclesial existe sólo en servicio de la tradición. Pienso en ese pasaje de San Pablo en la Carta a los Gálatas (1: 8): “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.”

Si el Papa enseñara un grave error o herejía, ¿qué autoridad legítima puede declarar esto y cuáles serían las consecuencias?

Es deber en tales casos, e históricamente ha sucedido, de cardenales y obispos, dejar claro que el Papa está enseñando un error y pedirle corregirlo.


Publicada en National Catholic Register. Traducción de InfoVaticana




COMENTARIO

Gracias a Dios que, por fin, se han decidido -algunos cardenales-a enfrentarse, con sumo respeto y delicadeza, pero con firmeza, al Santo Padre, para que se defina formalmente con respecto a puntos que son cruciales para la fe católica y la supervivencia de la Iglesia (la verdadera, se entiende, no la inaugurada hace cincuenta años con el Concilio Vaticano II que, por su lenguaje ambiguo, ha dado lugar a lo que ahora estamos presenciando en esta Iglesia nuestra, que se encuentra al borde del abismo).

Es ahora el momento de la prueba y, por lo tanto, el momento clave para redoblar o triplicar nuestra fe en la Palabra de Dios: "El Cielo y la Tierra pasarán pero mis palabras no pasarán". Nadie puede enfrentarse a Dios y quedar indemne, puesto que "de Dios nadie se burla", como dice san Pablo.

Mientras tanto, los católicos debemos rezar; y hacerlo de modo especial por Francisco para que Dios lo ilumine y salga de esa "rigidez" de la que tanto acusa a los tradicionalistas y de la que, sin embargo, él mismo padece, aunque en un sentido opuesto y erróneo, claro está.

Sólo nos queda ahora el estar preparados para lo que ocurra, tal y como decía Jesús a sus discípulos ... y hacerlo sin perder nunca ni la alegría ni la confianza en Dios quien ciertamente permite el mal, pero hasta cierto punto. Pues las puertas del infierno no pueden prevalecer contra la Iglesia que Él fundó: la que Él fundó, no la que otros se han inventado, que no es la verdadera Iglesia.

martes, 15 de noviembre de 2016

¿Es Francisco un político de izquierdas? (Vídeo de Gloria TV)

Duración 1:56 minutos

[El vídeo puede visualizarse en Youtube, con subtítulos en inglés, los cuales están escritos también aquí debajo. Al finalizar su lectura se encuentra la traducción al español, que he realizado, tomando como ayuda y apoyo el traductor de Google]

A New Che Guevara? Vittorio Agnoletto, the Italian speaker of the left-wing alter-globalization movement considers Pope Francis the ethical and moral reference of his movement, especially since the election of Donald Trump. On November 5th, Pope Francis held an international meeting of 180 left-wing agitators in the Vatican.

Ideological Fanaticism: At the meeting of these agitators, Francis said: “I make your cry mine.” The Roman historian Roberto di Mattei commented: “Unfortunately, this cry is characterized by ideological fanaticism.”

Strange Sympathies: De Mattei also points out that Francis has sympathy for bankrupt left-wing regimes like China, Cuba, Bolivia, Ecuador or Venezuela. But he never approved the extraordinary gesture of Perù’s president Pedro Pablo Kuczynski who, on October 21st, consecrated his country to the Sacred Heart of Jesus and the Immaculate Heart of Mary.

A Politician: According to the Italian journalist Antonio Socci, Francis behaves more like a politician than like a pope. Quote: “He is much more interested in social questions than in spiritual or doctrinal matters which he always handles with contempt.”


TRADUCCIÓN PERSONAL 

¿Un Nuevo Che Guevara? Vittorio Agnoletto, el orador italiano del movimiento anti-globalización de izquierda, considera al Papa Francisco como la referencia ética y moral de su movimiento, especialmente desde la elección de Donald Trump. El 5 de noviembre, el Papa Francisco celebró en el Vaticano una reunión internacional de 180 agitadores de izquierda.

Fanatismo ideológico: En el encuentro de estos agitadores, Francisco dijo: "Yo hago tu grito mío". El historiador romano Roberto de Mattei comentó: "Desafortunadamente, este grito se caracteriza por el fanatismo ideológico".

Simpatías extrañas: De Mattei también señala que Francisco tiene simpatía por regímenes de izquierda en bancarrota como China, Cuba, Bolivia, Ecuador o Venezuela. Pero nunca aprobó el extraordinario gesto del presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski, quien el 21 de octubre consagró su país al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María.

Un político: Según el periodista italiano Antonio Socci, Francisco se comporta más como un político que como un papa. Cita: "Él está mucho más interesado en cuestiones sociales que en asuntos espirituales o doctrinales que siempre maneja con desprecio".

José Martí

lunes, 14 de noviembre de 2016

Cuatro cardenales hacen pública su declaración (Sandro Magister)




Por fin: ¡Ya era hora! He tenido acceso inicial a la noticia leyendo el último artículo de Sandro Magister, fechado hoy, 14 de noviembre, de título:  "Clarificar". La apelación de cuatro cardenales al Papa. Lo mismo, pero con la traducción corregida se encuentra en CATHOLICVS. Y así en infinidad de medios: Infocatólica, Amor por la verdad, Edward Pentin, Rorate Caeli, Novus Ordo Watch, Life Site News, etc...

Yo tomo como referencia la noticia de Secretum Mihi Meum

 

Una carta. Cinco preguntas sobre los puntos más controvertidos de "Amoris laetitia". Se le envió el 19 de septiembre, el mismo día en el que hubo una carta de acusación al Papa por The Remnant y Catholic Family News. Sin embargo, Francisco no respondió. Eso es lo que les ha llevado a hacerlas públicas, cuando han transcurrido casi dos meses desde que el santo Padre tuvo acceso a ellas. "Un motivo más", dicen, "para informar de nuestra iniciativa al pueblo de Dios"

De modo que el asunto clave de la Amoris Laetitia, el de la comunión de los divorciados vueltos a casar, sigue sin estar resuelto, pese a todas las peticiones de aclaración hechas al papa Francisco, quien afirma que acudamos al cardenal Schönborn y a lo que han dicho los obispos de Buenos Aires. A este respecto remito al lector a un artículo que escribí y en el que aparecen reflejados estos hechos, titulado El padre Jacques Hamel, Francisco ... y Amoris Laetitia. De especial interés es el escrito titulado "Con ardiente preocupación: acusamos al papa Francisco" (The Remnant and Catholic Family News), desglosado posteriormente:

Libro de acusación al papa Francisco por el grave daño que está haciendo a la Iglesia (Blog 29 de septiembre)

Libro de Acusación al Papa Francisco (Resumido en vídeos de Gloria TV) (Blog 30 de septiembre)

Parte primera de la Acusación contra Francisco (publicada el 19 de septiembre de 2016) (Blog 2 de octubre)

Parte segunda de la acusación contra Francisco (publicada el 22 de septiembre) (Blog 3 de octubre)

Parte tercera de la acusación contra Francisco (publicada el 23 de septiembre) (Blog 8 de octubre)

. Ya en julio de este año LÍDERES INTERNACIONALES DE LA FAMILIA Y DE LA VIDA SUPLICAN AL PAPA QUE "TERMINE CON LA CONFUSIÓN" (Life Site News). Puede leerse aquí . La versión completa, con subtítulos en español aquí

. Quien esté especialmente interesado en este tema puede leer otros artículos anteriores, de los que coloco algunos a continuación:

Pensamientos previos a la exhortación apostólica Amoris Laetitia [José Martí] - Blog 7 de abril 2016

Y, por supuesto, encontrará muchos más en la siguiente entrada: INFINIDAD DE ARTÍCULOS CON RESPECTO A LA AMORIS LAETITIA  - [Selección por José Martí] - 19 de abril 2016

Hay que decir que, a día de hoy, los artículos existentes serán mucho más abundantes de los aquí seleccionados, los cuales son sólo una simple muestra que se tomó de algunos de los que salieron hasta el 27 de julio. Y de esto hace ya más de tres meses y medio.

La mayoría de dichos artículos (aparte de los escritos por mí) provienen de personas de gran prestigio como Roberto de Mattei, el padre Iraburu (de Infocatólica), Michael Matt, Christopher Ferrara (de The Remnant), John Vennari (de Catholic Family News), Sandro Magister y bastantes más de Adelante la Fe, Infovaticana, Denzinger-Bergoglio y Stat Veritas, etc... amén de otros, tal vez menos conocidos, (pues usan pseudónimos) pero que aciertan en lo que dicen. Tal es el caso de Fray Gerundio, The Wanderer, Flavio Infante, Catholicvs y Secretum Mihi Meum.

En fin: la batalla no ha hecho más que empezar. Esperemos que el Santo Padre les conteste, dándoles una respuesta formal a las preguntas que hacen. Son muchos los cardenales que piensan de igual modo que estos cuatro, pero están en la sombra y con cierto miedo, por decirlo de alguna manera. Esperemos que el Espíritu Santo les ilumine y les dé fortaleza para que no piensen en sí mismos sino en el bien de la Iglesia, que está atravesando por el momento más crítico de su historia durante dos mil años.

Como se sabe, el papa ha elegido ya diecisiete cardenales, de afinidades análogas a las suyas (trece de ellos son papables) y serán elevados a dicha categoría el día antes del término del "año de la misericordia", el 20 de Noviembre, festividad de Cristo Rey y último domingo del tiempo ordinario. En Rome Reports se explican las razones de ese tercer nombramiento de cardenales en lo que lleva de Pontificado (serían 44 en total los cardenales nombrados por Francisco).


NOTA

Estas son las cinco dudas que los cardenales piden al Santo Padre que aclare:

Primera

Se pregunta si, según lo afirmado en «Amoris Laetitia» nn. 300-305, es posible ahora conceder la absolución en el sacramento de la Penitencia y, en consecuencia, admitir a la Santa Eucaristía a una persona que, estando unida por un vínculo matrimonial válido, convive «more uxorio» con otra, sin que se hayan cumplido las condiciones previstas por «Familiaris consortio» n. 84 y luego confirmadas por «Reconciliatio et paenitentia» n. 34 y por «Sacramentum caritatis» n. 29. La expresión «en ciertos casos» de la nota 351 (n. 305) de la exhortación «Amoris Laetitia», ¿puede aplicarse a divorciados que están en una nueva unión y siguen viviendo «more uxorio»?

Segunda

¿Sigue siendo válida, después de la exhortación post-sinodal «Amoris Laetitia» (cfr. n. 304), la enseñanza de la encíclica de san Juan Pablo II, «Veritatis splendor» n. 79, fundamentada en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia, respecto a la existencia de normas morales absolutas, válidas sin excepción alguna, que prohíben acciones intrínsecamente malas?

Tercera

Después de «Amoris Laetitia» n. 301, ¿es posible afirmar todavía que una persona que vive habitualmente en contradicción con un mandamiento de la ley de Dios, como por ejemplo el que prohíbe el adulterio (cfr. Mt 19, 3-9), se encuentra en situación objetiva de pecado grave habitual (cfr. Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, Declaración del 24 de junio del 2000)?

Cuarta

Después de las afirmaciones de «Amoris Laetitia» n. 302 sobre las «circunstancias que atenúan la responsabilidad moral», ¿se debe considerar todavía válida la enseñanza de la encíclica de San Juan Pablo II, «Veritatis splendor» n. 81, fundamentada en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia, según la cual: «las circunstancias o las intenciones nunca podrán transformar un acto intrínsecamente deshonesto por su objeto en un acto subjetivamente honesto o justificable como elección»?

Quinta

Después de «Amoris Laetitia» n. 303, ¿se debe considerar todavía válida la enseñanza de la encíclica de San Juan Pablo II, «Veritatis splendor» n. 56, fundamentada en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia, que excluye una interpretación creativa del papel de la conciencia y afirma que ésta nunca está autorizada para legitimar excepciones a las normas morales absolutas que prohíben acciones intrínsecamente malas por su objeto?

UNA INFORMACIÓN MÁS COMPLETA PUEDE VERSE EN SANDRO MAGISTER, tal y como se señala al principio de esta entrada.


José Martí

El perdón no se opone a la lucha por la justicia (Homilía del cardenal Rivera, México, 12 Nov 2016)

Duración 11:43 minutos

Aquí sólo se reproduce la homilía dentro del conjunto de la misa. Refiriéndose a ese conjunto, se puede escuchar en el minuto 28:32 lo que está escrito a continuación (tomado de Secretum Mihi Meum). En el video de este post hay que ir al minuto 10:12 y escuchar hasta el final 11:42 (un minuto y  medio)


sábado, 12 de noviembre de 2016

Una desgracia para la sede papal (The Vortex)


Magnífico vídeo, altamente ilustrativo para cualquier católico. Expresado con una claridad meridiana, Michael Voris explica, mediante un breve análisis histórico, la necesidad que tenemos los católicos de tener las ideas claras para discernir entre "lo que dice un Papa" y la realidad eclesial. Ni el Papa es elegido directamente por el Espíritu Santo ni cualquier cosa que diga un Papa, en cualquier ocasión, debe de ser considerada como un dogma de fe. Es más: hay temas en los que la opinión del Papa no cuenta para nada. Tal es el caso cuando habla, por ejemplo, del cambio climático o de los inmigrantes, por poner algún ejemplo. Pero lo mejor es ver y escuchar a Michael Voris. Es aleccionador y ameno, al mismo tiempo.

Duración 9:54 minutos

Francisco el Incapaz (Wanderer)



La incapacidad de Bergoglio ha quedada demostrada, y de un modo escandaloso. Este personaje menor que en un mundo ordenado no habría superado la categoría de párroco de pueblo y que, merced a la sandez del colegio cardenalicio, se convirtió en el sucesor de Pedro, ha fracasado una vez más. Hasta ahora, no puede enarbolar ningún triunfo ni dar cumplidas ninguna de sus promesas: no limpió la Curia Romana (nada se supo de las famosas cajas que tanto amargaban al papa Benedicto), no saneó las financias vaticanas, no acabó con la pedofilia y demás inmoralidades del clero (nombró a Mons. Ricca, personaje escandaloso si los hay, en un puesto de alta responsabilidad) y se está ganando poco a poco el fastidio de todo el mundo: en el Vaticano están hartos de él; muchos cardenales rezan para que inicie pronto su viaje a la Casa del Padre y hasta los sanpietrini prefieren evitarlo.

Pero su fracaso más estruendoso ha sido en el ámbito político, justamente el que más le interesa. Su objetivo final era, sin duda, convertirse en líder mundial de progresismo como varias veces lo explicó Ludovicus en este blog, y es por eso que apoyó descaradamente cualquier proyecto populista e izquierdoso que asomara la cabeza. Y todos le salieron mal: ganó Macri y perdió Scioli; ganó Rajoy y perdió Podemos; ganó el Brexit y perdió la inmigración masiva; ganó el No y perdió el Sí en Colombia; ganó Trump y perdió Hillary; y no sería extraño que en las próximas elecciones francesas ganara Marine Le Pen. 

Bergoglio se quedó solo, acompañado apenas por los Luis D’Elia y las Milagro Salas planetarios que conforman los Movimientos Populares, a los que hace apenas cuatro días arengaba con estas palabras enmohecidas: “¿Quién gobierna entonces? El dinero ¿Cómo gobierna? Con el látigo del miedo, de la inequidad, de la violencia económica, social, cultural y militar que engendra más y más violencia en una espiral descendente que parece no acabar jamás”. Y probablemente se convierta también en un outsider en su ya desembozada defensa de los "derechos" que asisten a los homosexuales, como ha quedado demostrado en los sucesos de México ocurridos esta semana: prohibió a los obispos y católicos de ese país manifestarse en contra del "matrimonio" homosexual, tal cual lo hizo en Argentina. 

Pero intentemos pensar de qué modo puede afectar todo esto ad intra. Como razonaba un amigo, esta serie de estrepitosos fracasos ha instalado una suerte de contra-sinergia en el mundo entero y por eso, cada vez que Bergoglio abra la boca, se activará un poderoso dinamismo en favor de lo contrario que diga. Olvidémonos de Argentina, porque los obispos autóctonos son de la peor ralea que haya producido la Iglesia, pero los cardenales y obispos de otras regiones -y sobre todo los que son bwanas-, por más bergoglianos que sean, no son tontos. Una buena parte de ellos tendrá el sentido del olfato suficientemente desarrollado para comprender que el libreto que había preparado la progresía internacional se está cayendo a pedazos y que lo peor que podrían hacer sería, justamente, elegir a un próximo Papa que siga dando patadas contra el aguijón. 

Una de las escasas ventajas que veíamos en este blog con respecto a la elección de Bergoglio, y que declaramos en varias oportunidades, era que iba a demostrar a todo el mundo que el rey estaba desnudo, es decir, que las primaveras conciliares, las aperturas al mundo y los diálogos interplanetarios no eran más que cháchara vacía, condenada al fracaso. Y los últimos acontecimientos demuestran que, efectivamente, es así. Quizás sea una vez más una sorpresa de la Providencia lo que depare el próximo, y más que anhelado, cónclave.

Bergoglio, de aspirante a líder mundial del progresismo político, se ha convertido en asistente privilegiado a su funeral o, si hacemos caso a su bien ganada fama de yeta, en su sepulturero. Y así como el papa Gregorio fue conocido como Magno, Francisco lo será como Incapaz.

San Lutero y el suicidio de Occidente (Video)


Duración 59:58 minutos

Severa confusión: “Son los comunistas los que piensan como los cristianos” (Francisco)



En una entrevista reciente realizada por el diario italiano “La Reppúbblica” al papa Francisco, por Eugenio Scalfari, el vicario de Cristo afirma “que son los comunistas los que piensan como los cristianos”, refiriéndose a la preocupación y trabajo por la situación de los más pobres y marginados de nuestro mundo.

Es una afirmación, leída totalmente en el contexto de la entrevista, que toca también otros temas como la reciente elección de Trump, que no deja de preocupar por varias razones.

En primer lugar porque no es verdad que los comunistas piensen igual que los cristianos. Ellos son materialistas y ateos y no creen, consecuencialmente, en ninguna revelación inspirada por Dios. En segundo lugar, son partidarios de que el fin justifica los medios, a diferencia de los cristianos. Por lo que en la supuesta lucha a favor de los desposeídos de la tierra no dudan en usar medios violentos. Por lo demás, la historia lo demuestra. No han dudado en usar la violencia y matar a los opositores tanto en la revolución bolchevique de 1917, como en la Cuba castrista, como antes en China durante la dictadura de Mao Tsetung.

En tercer término, si alguien tuviera dudas, puede consultar toda la Doctrina Social de la Iglesia Católica, que se encuentra resumida en el Compendio correspondiente, aprobado bajo el pontificado de San Juan Pablo II. De allí puede apreciarse cuál es la doctrina de la Iglesia sobre los temas sociales y los medios lícitos para luchar por la promoción humana.

Creo además que se trata de una afirmación insultante para los cristianos víctimas de las dictaduras comunistas ya citadas y otras, muchos de ellos luchadores sociales pero por los caminos que la moral cristiana indica. Por citar solo un caso, viene a mi mente la muerte que el régimen castrista le dio al dirigente opositor católico cubano Oswaldo Payá hace pocos años. Y naturalmente también resulta ofensiva para los que nos consideramos socialcristianos, que se nos iguale o compare con los comunistas, por las razones que acabo de exponer.

Y como ya ha sucedido con declaraciones anteriores, quizás nuevamente la Oficina de Prensa Vaticana, ahora con nuevos oficiales, tenga que salir a aclarar lo que terminará oscureciendo o mejor, confirmando, la terrible y desgraciada comparación formulada por el papa.

Es con dolor que tenemos que escribir esto como católicos apostólicos y romanos pero como la verdad no está encadenada, ella siempre termina luciendo con el resplandor que le es propio.

Carlos Alvarez Cozzi

El ecumenismo sigue sumando confusión y desconcierto (Mario Caponetto)



La conmemoración “ecuménica”, con el Papa Francisco a la cabeza, del Quinto Centenario de la herejía luterana está llevando las cosas a un punto límite: ya no es posible, en recta conciencia católica, no oponer siquiera alguna resistencia a esta enorme marea de confusión y desconcierto, ni pasar por alto las palabras y los gestos del Santo Padre respecto de esta conmemoración. No queda, por tanto, sino repetir con todo dolor pero con firmeza: non possumus! No podemos seguir con este ecumenismo que nos está llevando a la negación misma de la Fe y del mandato del Señor de evangelizar a las naciones.

Es cierto que desde hace tiempo el ecumenismo viene enervando la vida de la Iglesia. No es menos cierto que los dos Papas anteriores a Francisco tuvieron gestos y palabras de proximidad al protestantismo; se insinuó, incluso, la posibilidad de una conmemoración conjunta de este quinto centenario, la que ahora se consuma. Pero lo que hemos visto y oído en estos días supera sustancialmente todo lo anterior. En efecto, una cosa es el dialogo entendido como salutis colloquium, al decir de Paulo VI, aún con todas las desviaciones que ha exhibido en los últimos cincuenta años, y otra muy distinta es la asunción lisa y llana por parte de un Papa de las premisas fundamentales de la herejía protestante, premisas que ya no sólo no se condenan sino que ahora se las asume como bienes y dones de Dios para la Iglesia.

Nos explicamos. En toda esta llevada y traída conmemoración de la Reforma el problema central no es ni la figura de Lutero (al que se lo quiere poco menos que canonizar), ni los propósitos que lo movieron (a los que, sin ningún fundamento, se los presume nobles y loables), ni las circunstancias históricas que acompañaron el surgimiento del protestantismo (que se tergiversan y exageran de manera escandalosa con desprecio absoluto por la verdad histórica). No, el problema central es lo que significó y significa el protestantismo, en sus múltiples formas y expresiones, como radical subversión de la Fe, como herida impía inferida al Cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia y como fuente del inmenso caudal de males que provocó no sólo en el orden estrictamente religioso sino, además, filosófico, cultural y político. Es esta esencia del protestantismo la que ha sido plenamente asumida y ratificada por el Papa.

Para calibrar hasta qué punto es cierto lo que acabamos de decir, vamos a examinar unas declaraciones del Papa Francisco a la Revista jesuita sueca Signum, luego reproducidas por la Civiltà Cattolica, el pasado 24 de octubre, en vísperas de su viaje a Suecia. En un momento de la entrevista, el periodista pregunta: “En los diálogos ecuménicos las diferentes comunidades deberían intentar enriquecerse recíprocamente con lo mejor de sus tradiciones. ¿Qué podría aprender la Iglesia Católica de la tradición luterana?”. La pregunta, en sí misma, formulada por quien hemos de presumir es un periodista católico, no puede ser más insidiosamente opuesta a la Fe; en efecto, si, como todo católico ha de creer, y la Iglesia enseña, la plenitud del depósito de la Fe está en la única Iglesia verdadera, esto es, la Católica, y si ella ha sido constituida por el mismo Cristo como Maestra de todo el género humano, ¿cómo se puede suponer que Ella pueda o deba “aprender” algo de quienes se han apartado de la Fe verdadera? ¿Cómo puede el error enseñar a la Verdad? Va de suyo que nadie niega la posibilidad de que en las confesiones protestantes haya hombres virtuosos y aún santos que puedan ser ejemplos aún para los católicos; pero no se trata de eso: la pregunta apunta claramente a otra cosa: si una herejía (y esto y no otra cosa esconde el eufemismo “tradición luterana”) tiene algo que enseñar a la fe verdadera.

Pero si la pregunta es, ella misma, radicalmente contraria a la verdad católica, no menos desconcertante es la respuesta. Vamos a trascribirla íntegra sin alterar una sola letra:

“Me vienen a la mente dos palabras: «reforma» y «Escritura». Trataré de explicarme. La primera es la palabra «reforma». Al inicio el de Lutero fue un gesto de reforma en un momento difícil para la Iglesia. Lutero quería proponer un remedio a la situación complicada. Después este gesto -también a causa de situaciones políticas, pensemos también en el cuius regio eius religio– se transformó en un «estado» de separación, y no en un «proceso» de reforma de toda la Iglesia, que sin embargo es fundamental, porque la Iglesia es semper reformanda (está en permanente reforma).

La segunda palabra es «Escritura», la Palabra de Dios. Lutero ha dado un gran paso para poner la Palabra de Dios en las manos del pueblo. Reforma y Escritura son las dos cosas fundamentales que en las que podemos profundizar mirando la tradición luterana.

Me vienen a la mente ahora las Congregaciones Generales antes del Cónclave y cómo se pidió vivamente una reforma y cómo estuvo presente en nuestras discusiones.”

Es decir, el Papa no sólo asiente a la pregunta y lo que ella supone, esto es, que la herejía puede enseñar algo a la verdad, sino que va mucho más allá todavía que la misma pregunta: aquello del luteranismo a lo que la Iglesia Católica ha de mirar es, nada menos, que el corazón mismo de la herejía protestante, esto es, la ruptura de la unidad de la Iglesia mediante la destitución de su misma Cabeza visible, es decir, la Cátedra de la Unidad establecida por el mismo Cristo (ese y no otro es el sentido de la “reforma” emprendida por Lutero y sus secuaces) y el deletéreo y nefasto principio del libre examen en la interpretación de la Palabra de Dios (“poner la palabra de Dios en manos del pueblo”). Estas dos cosas constituyen la esencia y el alma de la herejía protestante; cualquier otra consideración que se quiera hacer resultará siempre adventicia, accidental y secundaria.

En realidad estas dos cosas son una sola y responden al mismo espíritu que está en la base de la rebelión protestante que es el inicio de todas las rebeliones que se han venido sucediendo a través del proceso de la Revolución Anticristiana a partir de la Modernidad. Ese espíritu no es otro que el de la crítica revolucionaria, radicalmente subversiva, que iniciado por Lutero irá irradiando, en sucesivas etapas históricas, todos los errores y horrores de la Modernidad: de la Reforma Protestante a los Filósofos de la Ilustración, de éstos a la Revolución Francesa, de ésta al Comunismo ateo, de éste al Nuevo Orden Mundial el mayor y siniestro intento de implantar la Civitas Homini enemiga irreconciliable del Reino de Cristo. Se trata, en definitiva, de ese espíritu que cristaliza en el hombre nuevo, pero no en el sentido paulino sino en el de todas las utopías revolucionarias que desde hace cinco siglos vienen destruyendo todo cuanto, en esta tierra, lleva el nombre de Cristo y de Su Iglesia.

En 1960 se publicó en Argentina un libro profético: Libre examen y Comunismo; su autor, Jordán B. Genta quien catorce años después rubricaría su enseñanza con su sangre mártir. La tesis de este libro la expone el mismo autor en estos términos: “Este libro se propone demostrar que el Comunismo, y en particular, el Comunismo marxista, se reduce a una cuestión religiosa fundamental […] El Comunismo tiene su principio en la negación de la Verdad y en la posición del Libre Examen, que ha sustituido la teología de Cristo por una seudofilosofía de la Libertad y el Progreso Indefinido”[1] Más adelante, Genta abunda en razones. Refiriéndose a la Reforma Protestante (no sólo la de Lutero sino la de otros “reformadores” como Münzer y los anabaptistas) afirma: “Después de mil quinientos años de acción redentora y civilizadora de la Iglesia de Cristo, hubo cristianos que la desconocieron, rechazaron e intentaron destruirla. Las gentes y las naciones apartadas del Divino Reformador comenzaron a seguir a los reformadores improvisados que brotaban como hongos de todas las clases sociales, particularmente de las menos distinguidas y cultivadas; otros tantos “Cristos” demasiado humanos, nivelados en la vulgaridad, que osaron confundirse con el único Cristo, verdadero Dios y Hombre verdadero[2]”. La mirada de Genta es, esencialmente teológica y cristocéntrica; por eso advierte que en el principio del libre examen se contiene, in nuce, todas las demás revoluciones y confusiones: “Consumada la máxima subversión, confundida la Palabra de Dios con la de un hombre cualquiera que se cree iluminado de lo alto, todas las otras subversiones y confusiones que están comprendidas en la primera se van a seguir inexorablemente”[3].

Genta escribía en 1960 cuando el Comunismo, en el apogeo de su dominio y expansión mundial, representaba la última etapa del proceso de subversión y destrucción iniciado por el libre examen. Pero sus palabras tienen hoy más vigencia que nunca porque lo que ha sucedido a la implosión del Comunismo, al menos de aquel Comunismo de los sesenta y setenta, es la cristalización del más radical secularismo que es el Nuevo Orden Mundial, como hemos dicho. Lo fundamental es esto: el libre examen de Lutero no significó poner las Escrituras “en manos del pueblo” sino sustraerlas del Magisterio de la Iglesia. La Escritura se lee en la Iglesia y con la Iglesia. Bajo su guía y su magisterio infalible, la lectura de la Palabra de Dios, la lectio divina, fue elaborando a través de los siglos un corpus de sabiduría, divina y humana, que fue el fundamento de la Civilización Cristiana. El libre examen luterano significó una radical inversión: la Palabra de Dios, arrebatada a la Iglesia, fue puesta en el individuo lo que supuso la suficiencia del juicio individual, principio de la exaltación de la autonomía del hombre frente a Dios; supuso, también, la bondad natural y la rectitud del instinto sobre las que Rousseau construirá, siglos después, su Contrato Social con su secuela de igualitarismo y progreso indefinido. En el libre examen luterano tienen su origen el mundo moderno y esta posmodernidad que nos abruma. “El Libre Examen -concluía Genta- es avaricia intelectual, subjetivismo de la Verdad teológica, metafísica y moral, suficiencia del propio juicio con desprecio de toda autoridad […] el fraile triste arrebatado por Satanás, se instituyó a sí mismo en la Cátedra de Dios y creyó que su juicio era más, mucho más que el de los Papas y Obispos, que el de los teólogos y filósofos”.[4]

Maritain, en sus buenos tiempos, sostenía que el mundo moderno nació, entre otras cosas, en la celda en la que Lutero discutía con el Demonio. Es muy probable que sea así. Pero el mundo moderno, o mejor dicho, lo que este mundo representa paradigmáticamente, la rebelión del hombre endiosado contra Cristo y su Iglesia, nació y vuelve a nacer no sólo en el alma de aquel triste reformador (que sería piadoso encomendar a Dios antes que cubrir de loas su figura) sino en el alma de todos los reformadores, de todos los negadores de la grandeza y gloria de la Iglesia, de todos los destructores del orden cristiano, de los renegados del Nombre de Cristo aun cuando lo invoquen, de todos los desertores de la Verdad que no pasa, servidores de las utopías precarias y terribles.

Por todo eso, no podemos callar ni permanecer indiferentes frente a esta aventura ecuménica. No podemos. Non possumus.

Escribimos estas líneas en la Festividad de Todos los Santos. Hemos implorado al Señor, siguiendo las Letanías de los Santos: Ut omnes errantes ad unitatem Ecclesiae revocare, et infideles universos ad Evangelii lumen perducere digneris. Te rogamus, audi nos.

Mar del Plata, 1 de noviembre de 2016

Mario Caponnetto



[1] Jordán B. Genta, Libre Examen y Comunismo, en Jordán B. Genta, Biblioteca del Pensamiento nacionalista Argentino, Tomo VII, Buenos Aires, 1973, página 175.

[2] Jordán B. Genta, Libre examen y comunismo, o. c., páginas 177, 178.

[3] Ibidem.

[4] Jordán B. Genta, Libre examen y comunismo, o. c., páginas 183, 184.