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martes, 24 de octubre de 2023

El canciller alemán, Olaf Scholz, constata ahora el fracaso del multiculturalismo y señala que deben deportar «a gran escala» (Carlos Esteban)


Uno de los incontables lujos de ser de izquierdas es que puedes decir cosas que, en un político de cualquier otra ideología, te valdría la condena universal por fascista. El ejemplo más reciente de esta ley universal es el canciller alemán Olaf Scholz, socialdemócrata del SPD, quien abre el prestigioso semanario Der Spiegel con estas sorprendentes declaraciones: «Debemos deportar al fin a gran escala».

Después de más de un millón de extranjeros llegados al país desde el infausto momento en que Angela «Mutti» Merkel decidió invitar a todos los refugiados a instalarse en Alemania, el Gobierno germano ha necesitado ver las masivas manifestaciones en favor de Hamás en sus ciudades para darse cuenta de que el modelo cultural ha fracasado con consecuencias espantosas.

Porque ya no se trata de diluir completamente la cohesión social del país o de multiplicar la inseguridad ciudadana: ahora es una cuestión de seguridad nacional, reconoce Scholz en la entrevista concedida al semanario. Así que, añade, la solución final sería «deportar a gran escala a los que no tienen derecho a estar aquí». Y deprisa, añade.

Claro que quizá no sea la «cuestión de seguridad» lo único que haya movido al mandatario a tomar esta súbita decisión, en contradicción absoluta con la política de todos los partidos históricos del país; es más que probable que hayan influido en su ánimo consideraciones electorales: los soberanistas de Alternativa por Alemania (AfD) son ya la segunda fuerza del país, tras los democristianos de la CDU-CSU.

Casi tres cuartas partes de los alemanes consideran que la inmigración procedente de países islámicos supone un alto riesgo para la seguridad, según una encuesta de Insa encargada por el periódico Bild .

La encuesta encontró que el 71,1% de los encuestados cree que los inmigrantes de países con una fuerte influencia islámica representan un «riesgo de seguridad para Alemania». Por el contrario, sólo el 9,1% respondió negativamente. Otro 19,8% no respondió.

La encuesta también muestra que el 57,7% de los alemanes dicen estar convencidos de que hay «muchos» musulmanes en Alemania que apoyan el terrorismo contra Israel, mientras que el 18,1% rechaza esta afirmación. Otro 24,2% no dio respuesta.

Las marchas propalestinas, que se han convertido en violencia en algunas ciudades alemanas , han copado los titulares de todo el país en los últimos días.

Alemania no da ya abasto con la inmigración ilegal, que en los últimos meses ha vuelto a dispararse: en los primeros nueve meses de 2023 han llegado a Alemania 92.119 personas por la puerta de atrás, una cifra récord en los últimos siete años. En 2022, fueron 91.986, y en 2021, 57.637. El punto más alto se alcanzó con la infausta invitación de Merkel en 2016, cuando 111.843 inmigrantes entraron de golpe en Alemania, y eso sin contar a los inmigrantes legales.

Carlos Esteban

No hay peor ciego (Bruno Moreno)



Como le dijo el juez al guardia jurado acusado de complicidad en el robo: “me creo que sea usted corto de vista, me creo que fuera de noche cerrada y no se viera bien, me creo que se hubiera producido un apagón, también me creo que hubiera niebla y hasta me creo que por mala suerte hubiera perdido las gafas, pero, cuando ayudó a los ladrones a meter el botín en la furgoneta, digo yo que algo vería, ¿no?”.

Del mismo modo, cuando hablamos en este blog de problemas de la Iglesia que están a la vista de todos, cada día y en todas partes, uno sospecha que quienes sistemáticamente no los ven es porque no los quieren ver. En cierto modo lo entiendo, porque a menudo son problemas angustiosos, pero negarlos no conduce a nada, creo yo.

Vemos unos ejemplos, con las noticias que acabo de leer y los últimos artículos que he escrito sobre estos temas.

- Hace un par de semanas escribí el artículo ¿Tradición viva o Tradición a secas?, en el que indicaba que la expresión “Tradición viva” tiene una interpretación católica y acorde con la fe, pero que hay que tener cuidado porque muchos “teólogos” y eclesiásticos ponen adjetivos a la Tradición para darle otro sentido totalmente contrario, el de algo que está constantemente cambiando, con el fin de usarlo para introducir en la Iglesia cosas contrarias a lo que la Iglesia siempre ha creído.

He aquí que hoy me encuentro que el Cardenal Czerny, jesuita, le cuenta a un entrevistador que la Iglesia no ordena mujeres, pero que “no se trata de una discriminación estructural. Es nuestra tradición que las mujeres no puedan ser sacerdotes. Y la tradición es dinámica. Está en desarrollo. No es estática”. Y justo después le preguntan si ha conocido a alguna mujer con vocación al sacerdocio y responde: “Probablemente sí". ¿De verdad hay alguien que no vea que el cardenal está abriendo la puerta a decir que hoy las mujeres no pueden ser sacerdotes, pero mañana ya veremos, porque la tradición es dinámica y las mujeres tienen vocación sacerdotal y patatín y patatán? Igual, por otra parte, que hizo el mismo Papa cuando dijo que la declaración definitiva de Juan Pablo II sobre el sacerdocio reservado a los varones era definitiva, pero que habrá que estudiar qué significa exactamente eso de “definitiva”

- Hace un mes escribí, ¿Más sabio que Santo Tomás?, en el que señalaba que las declaraciones que había realizado el Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el cardenal Víctor Manuel Fernández, eran una muestra de que, aunque fuera inconscientemente, pensaba que era más sabio que Santo Tomás, porque decía exactamente lo contrario que él (en una cuestión, además, en la que el Aquinate no hacía más que expresar la fe de la Iglesia).

He aquí que me encuentro que el mismo Prefecto declara ahora con toda seriedad en Facebook que, en la Iglesia del pasado, “existía una violencia verbal que llevaba demasiado rápido a juzgar duramente a los demás sin temor alguno a lastimarlos y a destrozar su autoestima. Se decía: ‘adúlteros’, ‘sodomitas’, ‘hijos ilegítimos’, ‘degenerados’, ‘pecadores’, etc.”.

Es difícil no concluir de estas palabras que que el Prefecto no solo se cree más sabio que Santo Tomás, sino también más sabio y misericordioso que San Pablo, todos los santos, todos los papas de la historia y el mismo Jesucristo, que usaron en numerosas ocasiones esas mismas palabras y por ello, aparentemente, fueron culpables de “violencia verbal” y de no tener temor alguno a “destrozar la autoestima” de pobrecillos cuyo único pecado era, bueno, pecar gravemente, pero que a la vez tenían derecho a que nadie osara decir que eran pecadores, ni adúlteros ni nada.

- Hace tres días escribí Estamos en la última trinchera, sugiriendoque gran parte de la jerarquía de la Iglesia lleva medio siglo presa de una extraña locura que le induce a creer que lo que tiene que hacer la Iglesia es ceder en todo a las pretensiones anticristianas del mundo, y así, de alguna forma, llegará una mágica primavera, un nuevo pentecostés. A pesar de que llevamos medio siglo comprobando por activa y por pasiva que, por mucho que cedamos al progresismo, lo único que conseguimos es que cada vez pida más y más.

Pues he aquí que me encuentro a Mons. Overbeck, obispo de Essen, en Alemania, y nombrado uno de los portavoces del Sínodo de la sinodalidad, repitiendo otra vez en una rueda de prensa sinodal la cansada cantinela de “los signos de los tiempos” y diciendo que, si la enseñanza de la Iglesia es contraria a esos signos de los tiempos, “a nadie le va a convencer” esa enseñanza. Con lo que se refiere, presumiblemente, a algo que ya lleva tiempo defendiendo: que “la Iglesia Católica debe cambiar su opinión sobre la homosexualidad” y que no debe negarse esta “expresión de la sexualidad”, porque excluirlo es la “manifestación de un prejuicio difícil de aceptar” y lleva a la “discriminación”. Curiosamente, el obispo ha asegurado en la rueda de prensa que, en 14 años como obispo, ha enterrado a 300 sacerdotes y solo ha ordenado a 15. Actualmente no tiene ningún seminarista. Pero, claro, él sabe lo que necesita la Iglesia, que es renunciar a la moral revelada, y así todo, mágicamente, se arreglará. No es una locura, no, es perfectamente lógico.

- En fin, quien no lo ve es que no quiere ver. Y ver los problemas es lo primero que se necesita para poder solucionarlos. Necesitamos luz y, en casos como los citados, una generosa cantidad de desinfectante.

Bruno Moreno

sábado, 21 de octubre de 2023

Pedro Sánchez promete más 'cooperación' al gobierno palestino tras su llamamiento público a exterminar a los judíos



El presidente del gobierno de España, el socialista Pedro Sánchez, sigue dando balones de oxígeno al extremismo palestino.



Sánchez promete más 'cooperación' al gobierno palestino

El último lo ha anunciado hoy el propio Sánchez en Twitter: "Durante la Cumbre en El Cairo he mantenido un encuentro con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, y le he trasladado nuestro apoyo y la solidaridad con el sufrimiento de la población en Gaza. España incrementará la ayuda humanitaria y la cooperación a Palestina. El futuro en paz y seguridad pasa por la solución de los dos Estados".

La web de La Moncloa aporta más información sobre esa ayuda: "el presidente Sánchez ha mantenido un encuentro bilateral con la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, a quien ha podido transmitir que la Cooperación Española incrementará la ayuda para Gaza en 4 millones de euros adicionales de aquí a final de año. Tal y como el presidente Sánchez le ha trasladado, en 2023 se alcanzarán 21 [millones] de euros en ayuda a la población palestina, lo que supone un 30% más que en 2022".

Sánchez desplanta a Israel tras el ataque terrorista contra ese país

En primer lugar, llama la atención ver que Sánchez se ha reunido con el presidente palestino antes que con el primer ministro israelí, a pesar de que fue Israel el que sufrió el más grave ataque terrorista de su historia el pasado 7 de octubre, un ataque a manos de terroristas palestinos de Hamás. Es un claro desplante a Israel en un momento especialmente duro para ese país, y todo esto mientras Sánchez mantiene en su gobierno a ministros que apoyaron un a marcha antisemita (en la cual se justificó ese ataque terrorista) y que pertenecen a partidos que este jueves votaron en contra de la condena europea de ese ataque.

El ala terrorista del partido de Abbas celebra el ataque terrorista a Israel

Por otra parte, hay que señalar que, según ha denunciado Palestinian Media Watch, el ala terrorista de Fatah se ha jactado de haber ayudado a Hamás en esa masacre de civiles isralíes, una masacre que ha aplaudido abiertamente, y ha prometido continuar con el terrorismo. Por si alguien desconoce este dato, el presidente de Fatah es Mahmoud Abbas, el mismo al que Sánchez le ha prometido más "cooperación" y más dinero en el día de hoy.

Este jueves el gobierno de Abbas publicó un documento llamando a exterminar a los judíos

A eso hay que añadir que dos días antes de esa reunión entre Sánchez y Abbas, y tal como habéis podido leer en Contando Estrelas esta mañana, el gobierno palestino de Abbas publicó un documento llamando a exterminar a los judíos, un documento destinado a ser leído como sermón en las mezquitas palestinas este viernes y que constituye un claro llamamiento a cometer un crimen de genocidio.

Elentir

Para Tucho el único pecado es el clericalismo


Víctor Manuel Fernández, arzobispo de La Plata


(Tommaso Scandroglio/La nuova bussola quotidiana)-El cardenal Víctor Fernández, recién nombrado prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, sale a la palestra para reprender a los cardenales dubitativos, es decir, a aquellos cinco cardenales que habían enviado algunas dubia al Papa para que aclarara cuestiones centrales relativas a la moral, la fe y la estructura jerárquica de la Iglesia.

Por supuesto, el prefecto no los menciona directamente y, desde su punto de vista, se trata de una estrategia eficaz. De hecho, sus palabras pueden así adaptarse tanto a los cinco alborotadores como a sus numerosos émulos.

Fernández elige Facebook para lanzar su mensaje. Y sólo eso ya es insólito e irritante. No es un precisamente un lugar muy adecuado para las comunicaciones formales de un prefecto de dicasterio. Pero es una de las infinitas variantes de la adaptación al mundo que tanto gusta a los teo-conformistas. El post de Facebook tiene un título que lo dice todo: Abuso, clericalismo y sinodalidad. Lo esencial es lo siguiente: “Todas las personas con autoridad tenemos tendencia al abuso”. Y el cardenal se refiere al “abuso de cualquier tipo (sexual, de autoridad, manipulación de conciencias, etc.)”. Luego se detiene en una forma particular de abuso que parece haberse extinguido, al menos entre la mayoría: “existía una violencia verbal que llevaba demasiado rápido a juzgar duramente a los demás sin temor alguno a lastimarlos y a destrozar su autoestima, Se decía: “adúlteros”, “sodomitas”, “hijos ilegítimos”, “degenerados”, “pecadores”, etc”. Y así llegamos a descubrir que legiones de santos, desde san Pablo, pasando por santo Tomás de Aquino, hasta san Juan Bosco, eran maltratadores porque utilizaban esos términos malditos.

Pero hay más en la observación del Cardenal Fernández: la categoría moral del adulterio, de la sodomía, de la filiación ilegítima, de la degeneración de las costumbres, e incluso la de pecado, no sólo ya no existen, sino que es erróneo evocarlas. Son como insultos, son palabras o expresiones que ya no indican una realidad objetiva, sino que son meros epítetos despreciables, títulos insultantes. Así, ya no existe el adúltero, sino la persona que encuentra en una nueva unión, después de un serio discernimiento, un camino afectivo bendecido por Dios. Ya no existe la persona homosexual que experimenta una condición intrínsecamente desordenada, sino una persona que experimenta una variante natural diferente de la atracción sentimental y sexual. Ya no existe el hijo nacido fuera del matrimonio; sólo existe el hijo, lo demás es irrelevante. Ya no existe el degenerado moral, sino una persona en búsqueda. Y, por último, ya no existe el pecador, sino sólo la persona frágil. Ya no existe el mal y el vicioso, sino sólo el bien y el virtuoso.

El novelista Cormac McCarthy escribió acertadamente: “Poco a poco, el bandido acaba por volverse indistinguible de la colectividad. Es cooptado. Hoy en día es difícil ser un glotón o un sinvergüenza. Un libertino. ¿Un desviado? ¿Un pervertido? Debes de estar bromeando. Las nuevas directrices casi han borrado estas categorías del lenguaje. Ya no se puede ser una mujer libertina. Por ejemplo. Una puta. El concepto mismo carece de sentido. Ni siquiera se puede ser yonqui. Si te va bien eres un mero consumidor. ¿Un consumidor? ¿Qué diablos significa eso? En un par de años hemos pasado de porreros a consumidores. No hace falta ser Nostradamus para predecir dónde acabaremos. Los criminales más atroces reclaman su estatus. Asesinos en serie y caníbales reclaman el derecho a su estilo de vida. […] Sin malhechores, el mundo de los justos queda completamente desprovisto de sentido” (El pasajero).

Volvamos a nuestro prefecto que, censurando el concepto de autoridad, continúa diciendo que “esto permite comprender por qué el Papa Francisco afirma que el clericalismo es la principal causa de los abusos en la Iglesia, más que la sexualización de la sociedad”. Dos breves apuntes. Como afirmó Benedicto XVI, la causa de los abusos es la falta de fe: “Sólo donde la fe ya no determina las acciones de los hombres son posibles tales crímenes” (Papa Ratzinger: la Iglesia y el escándalo de los abusos sexuales, Corriere della Sera, 11 de abril de 2019). Quita a Dios y habrás eliminado el mayor obstáculo para llevar a cabo el mal. Además, y en relación con el clericalismo -una de las muchas palabras talismán de este Sínodo que significan todo y nada-, el autoritarismo de algunos sacerdotes no es la causa de los abusos, sino sólo una condición. Es como decir que la causa de los divorcios son los matrimonios.

El cardenal continúa diciendo que la referencia al clericalismo “también ayuda a entender el llamado a una Iglesia más «sinodal», donde la autoridad sólo se entienda en el contexto de la corresponsabilidad y de la variedad de carismas”. Aquí la autoridad jerárquica se licúa en un consenso aparentemente entre iguales, en una corresponsabilidad democrática que en realidad sirve de pantalla para ocultar las grandes maniobras de unos pocos.

Y finalmente la arremetida: es necesario “situar la autoridad en un contexto que impida los abusos de cualquier tipo y asegure el religioso respeto de la dignidad de las personas. La historia de la Iglesia nos muestra sobrados ejemplos de la ausencia de ese respeto en medio de la ostentación de la sana doctrina y de una rígida moral”. Así pues, quien pide fidelidad a la doctrina, como los cinco cardenales de los dubia, es un abusador, una persona que desprecia la dignidad de sus hermanos. Cuando es justamente al contrario: la doctrina es rígida porque debe proteger rígidamente la dignidad de las personas.

Está en juego la salvación eterna y por eso es necesario ser rigurosos e inflexibles a la hora de señalar lo que está en consonancia con esa dignidad y te lleva al Paraíso y lo que no está en consonancia con ella y te abre las puertas del Infierno.

TOMASSO SCANDROGLIO

Tambores de guerra | Actualidad Comentada 20-10-2023 | P. Santiago Martín | Magnificat.tv | Sínodo


DURACIÓN 12:43 MINUTOS

Estamos en la última trinchera (Bruno Moreno)



Cada vez que uso un símil bélico para hablar de cuestiones de fe, hay algún lector que me lo reprocha, alegando que es un lenguaje poco pacífico y cristiano. No obstante, como no pretendo ser mejor que nuestro Señor, San Pablo y los santos, que también usaron esas comparaciones, me voy a permitir decirlo: la Iglesia está en la última trinchera.

Durante los últimos meses, el terrible conflicto entre rusos y ucranianos nos ha recordado a todos algo que habíamos olvidado desde la Primera Guerra Mundial: las tácticas de la guerra de trincheras. Cuando dos ejércitos se atrincheran frente a frente, no tienen cada uno una sola trinchera. Si así fuera, en cuanto uno de ellos consiguiera traspasar la trinchera del otro, la guerra estaría perdida para este último. La realidad es que los ejércitos construyen multitud de trincheras, con distintas formas, defensas y posiciones, de modo que unas defiendan a otras, las cubran con su fuego y, en caso de que las primeras hayan sido tomadas por el enemigo, las segundas puedan servir de base para recuperarlas. Es lo que se llama defensa en profundidad.

¿Por qué explico esto? Porque es lo que la Iglesia ha hecho durante siglos, pero parece haber olvidado en las últimas décadas. El núcleo de la fe, lo irrenunciable del catolicismo, no es algo aislado, sino que ha estado siempre rodeado, sostenido, defendido y manifestado por una serie de tradiciones, signos, costumbres, presupuestos, expresiones artísticas, argumentos racionales, posturas filosóficas, ritos, canciones, formas de hablar y otras muchas tradiciones que daban forma concreta a la cosmovisión católica del mundo y de la vida. Esto se plasmó visible e instucionalmente en aquella época gloriosa que fue la cristiandad, pero la Iglesia, de alguna forma, lo llevaba siempre consigo, también a los lugares y las épocas que no eran mayoritariamente católicos.





Todas estas tradiciones eran, de algún modo, las trincheras en la lucha contra el mundo, el demonio y la carne, que se protegían y cubrían mutuamente. La Iglesia no solo defendía, por ejemplo, el dogma de la Encarnación, sino que lo sustentaba con explicaciones filosóficas, lo manifestaba visible y orgullosamente en el arte cristiano, lo celebraba con innumerables fiestas y tradiciones populares, lo remachaba con jaculatorias y oraciones como el ángelus, lo meditaba en el rosario, lo plasmaba en la liturgia y condenaba expresamente los errores y herejías contrarios con los más duros términos. Al defender su fe, los fieles no se sentían solos, sino que contaban con ese entramado de trincheras entrelazadas en los campos filosófico, artístico, cultural, histórico, disciplinar, lingüístico, festivo y de costumbres, que ayudaban inmensamente en ese empeño.

Dicho de forma escolástica, los accidentes revelan y modifican la sustancia. Aunque hay partes del catolicismo que son sustanciales y otras que son accidentales, las segundas no son un lujo del que se puede prescindir sin más, porque manifiestan y protegen ese núcleo de la fe al que nunca se puede renunciar. En su mayor parte, cada una de esas tradiciones o trincheras es mutable y accidental, pero en conjunto y en la práctica resultan necesarias para que la vida católica no se diluya en la incredulidad del mundo y la Iglesia siempre fue consciente de ello.

En la época del Concilio Vaticano II, sin embargo, se produjo un cambio de mentalidad a este respecto. La Iglesia, fatigada de la lucha incesante de casi dos milenios, se preguntó: ¿y si lo que hace que el mundo nos odie son precisamente esas tradiciones, esas trincheras, que, a fin de cuentas, son prescindibles? ¿Y si el problema está en que luchamos contra el mundo en vez de llevarnos bien con él?¿Y si hubiera una guerra y nadie se presentara a combatir?¿Y si así se acabaran las divisiones con los “hermanos separados”?¿Y si esa fuera la forma de que todo el mundo acepte el cristianismo? Imagine, it’s easy if you try. Estas preguntas forman el núcleo de lo que se ha llamado “espíritu del Concilio”, que es el espíritu del progresismo triunfante, y fascinaron por completo a obispos, sacerdotes, religiosos y, en menor medida, a los fieles.

Sería muy largo explicar cómo pudo olvidarse en aquel momento que el mismo Jesucristo nos había explicado que siempre seríamos odiados por su causa, hiciéramos lo que hiciéramos. El caso es que las advertencias del Señor cayeron en el olvido y se produjo un estallido del optimismo más ingenuo y contagioso que se pueda imaginar: llegaba la primavera, un nuevo pentecostés, y todo iba a cambiar por fin. Este espíritu de optimismo fue, a mi juicio, mucho más importante en la práctica que el Concilio en sí, cuyos textos son bastante moderados, se mantuvieron en la ortodoxia y, en realidad, fueron olvidados enseguida y casi por completo. El espíritu conciliar, en cambio, transformó toda la historia posterior de la Iglesia. Entre otras cosas, volviendo al tema que nos ocupa, ese optimismo suscitó una urgencia insaciable por desmantelar todas las trincheras que nos habían legado veinte siglos de cristianismo.


Innumerables eclesiásticos se dedicaron con entusiasmo, y con gran éxito, a esa tarea. Quisieran o no quisieran los fieles (y a menudo no querían) fueron desmantelándose en todos los ámbitos las tradiciones que hasta entonces la Iglesia había considerado valiosas, aunque no fueran esenciales. Los resultados están a la vista de todos: las prácticas y expresiones visibles propiamente católicas han ido menguando hasta casi desaparecer. El arte cristiano se ha ido abandonando a marchas forzadas, hasta convertirse en algo irreconocible y, a menudo, incomprensible y feo. Ya no se conserva en la práctica una filosofía cristiana y la mayoría de los sacerdotes apenas conocen de oídas a Santo Tomás, San Agustín, Escoto o los demás grandes pensadores católicos. Los sacerdotes y religiosos se apresuraron a quitarse los hábitos, para “ser como los demás”. Los ayunos, abstinencias y sacrificios molestaban y se han reducido al mínimo o incluso se ha negado su utilidad. La necesidad de la confesión es cosa del pasado y mil veces más personas comulgan que se confiesan. La lista sería interminable, pero basta señalar que los católicos, en casi todo el mundo, son indistinguibles de los paganos: piensan igual, creen lo mismo, tienen la misma moral y votan igual que los que no creen.

El desmantelamiento, por supuesto, no fue uniforme ni ocurrió a la misma velocidad en todas partes. De hecho, aunque los clérigos en general lo fomentaron o al menos lo toleraron, diversas autoridades lo frenaron cuando consideraban que estaba en riesgo algún elemento esencial e irrenunciable. De todos es conocido que Pablo VI se enfrentó a la opinión generalizada entre el clero y en la sociedad y recordó solemnemente la inmoralidad de las prácticas anticonceptivas en la Humanae Vitae o la existencia del demonio y otras doctrinas de fe en el Credo del pueblo de Dios. Juan Pablo II hizo un esfuerzo titánico por mantener los principios de la moral católica (por ejemplo, con Veritatis Splendor), por proclamar que solo en Cristo hay salvación (Dominus Iesus), por defender la impopular verdad de que el sacerdocio está reservado a los varones y por impulsar la evangelización de todos los hombres. Benedicto XVI intentó recuperar lo que se había perdido en la liturgia mediante la convivencia y el enriquecimiento mutuo de la liturgia antigua y la nueva, a la vez que hablaba sin cesar contra el relativismo ambiente. Fueron intentos nobles, aunque algo desesperados, de dar marcha atrás en el camino. Dios les premie por ello.

Esas mismas autoridades, sin embargo, continuaban alimentando a la bestia progresista, creyendo ingenuamente que así, en algún momento, quedaría satisfecha y la Iglesia podría vivir en paz. Pablo VI permitió que conferencias episcopales enteras rechazaran la Humanae Vitae e incluso desautorizó a algún pobre obispo que disciplinaba a los sacerdotes que hacían lo mismo. Todos hemos leído anécdotas de cómo se horrorizaba por alguna de las riquezas del rito romano que habían derruido sin piedad los reformadores litúrgicos, pero aun así aprobó prácticamente todas sus reformas, incluso las más radicales e injustificadas. Juan Pablo II proclamó que únicamente en Jesucristo y en la Iglesia se encuentra la salvación, pero al mismo tiempo inauguró los encuentros de Asís, que eran quizá el peor signo en ese sentido que podía imaginarse. Los abusos litúrgicos se toleraron hasta convertirse en la norma de facto. Las universidades heterodoxas se hicieron mayoría. Benedicto XVI, que conocía mejor que nadie la apostasía de la Iglesia en Alemania, no hizo nada por solucionarla y dejó que la podredumbre siguiera avanzando. De forma particularmente misteriosa, todos esos Papas nombraron obispos y cardenales progresistas que no compartían la fe católica (ni siquiera los aspectos concretos de ella que esos mismos Papas resaltaron y defendieron valientemente) y que eran una verdadera bomba de relojería para la Iglesia. No era necesario que los nombraran ni nadie podía obligarles a ello, pero lo hicieron. De nuevo, es de suponer que bienintencionadamente pensaban que eso contentaría al progresismo, sin darse cuenta de que el progresismo, por su propia naturaleza, nunca se contenta con nada, porque su esencia está en el abandono de lo antiguo y tradicional para llegar a un futuro utópico que en realidad no se puede alcanzar.

Resumiendo y sin meternos en más detalles, esta caudalosa corriente impulsada por el espíritu progresista desde hace medio siglo ha ido acabando con todas las trincheras que defendían la fe de la Iglesia. A grandes rasgos, los Papas y la parte de la Iglesia que conservaba la fe solo se plantaron con cierta firmeza en lo irrenunciable, renunciando prácticamente a todo lo demás. Las trincheras no esenciales se fueron abandonando una a una sin combatir. Se pueden mencionar cientos de ellas: silenciamiento de las verdades más incómodas de la fe, abandono de los sacramentales, iglesias horrendas, secularización rutinaria de sacerdotes y normalización de la dispensa de los votos perpetuos religiosos, ordenación de personas con desórdenes psicológicos graves, cremación según los casos, venta o destrucción de ornamentos antiguos, procesos de nulidad vergonzosos, monaguillas, normalización de la convivencia “como hermanos” de los adúlteros, negación práctica de la doctrina a la vez que se afirma teóricamente, desplazamiento de la culpa personal a la culpa social, ridiculización de la modestia en el vestir, herejes “testigos del Evangelio”, idealización de las religiones no cristianas, olvido práctico del purgatorio, desprecio del derecho canónico como algo poco “pastoral”, abandono de novenas, rosarios, rogatorias, témporas, triduos y demás “antiguallas”, desprecio de la religiosidad popular tradicional, funerales para pecadores públicos, horror a las condenas, absolutización del “llevarse bien” con el mundo, abolición del latín (contra lo mandado por el Concilio), elogio de los regímenes laicos y laicistas, sacralización de la democracia… La lista es interminable.

El problema es que, ahora que se han abandonado todas las trincheras no esenciales, lo esencial se encuentra indefenso y el ataque del progresismo arrecia en lugar de amainar. Los enemigos de la Iglesia huelen su debilidad y atacan con más fuerza. Juan Pablo recordó los principios de la moral y definió de forma infalible y definitiva que solo los hombres podían ser sacerdotes, pero como abandonamos hace tiempo la trinchera de la formación sacerdotal ortodoxa y rigurosa, el Vaticano puede decir que esa prohibición definitiva es definitiva pero en realidad a la vez no es definitiva sino que hay que estudiar la cuestión (cf. reciente carta del Papa en respuesta a los dubia) y que los principios de la moral de Veritatis Splandor, pues según se mire, pero en realidad lo importante es que el fin justifica los medios (cf. Amoris Laetitia). La Dominus Iesus puede enseñar que solo hay salvación en Cristo y en la Iglesia, pero, después de años de encuentros de Asís, a los fieles no les extraña nada que el Papa Francisco diga que las religiones no cristianas son una riqueza querida por Dios, lo que les extraña es que alguien pueda creer lo contrario. Benedicto XVI recuperó la convivencia pacífica con la liturgia antigua, pero después de décadas en que la impresión que se dio era que cualquier Papa podía hacer lo que quisiera con la liturgia, ¿qué hay de extraño en que ahora un Papa borre de un plumazo lo que hizo su antecesor? Pablo VI escribió la Humanae Vitae y Juan Pablo II fundó la Pontificia Academia para la Vida, pero, si el único criterio de catolicidad es lo que diga el Papa del momento y no la tradición de la Iglesia, porque lo antiguo es por definición peor que lo moderno, ¿qué impide que otro Papa llene la Academia de abortistas y partidarios de la anticoncepción, señalando así con total claridad que lo que estaba prohibido puede desprohibirse? El sínodo amenaza con derribar muy sinodalmente lo que queda en pie. Después de décadas y décadas de nombrar a obispos heterodoxos, progresistas y blanditos, ¿quién levantará la voz para quejarse aunque esté en juego lo esencial? Ya lo hemos visto: media docena de pobres cardenales y obispos, la mayoría jubilados y ninguneados.


La Iglesia está en la última trinchera. Ya no queda nada más de qué desprenderse y los que aún conservan la fe contemplan, horrorizados, que la guerra, lejos de acabarse como se nos prometió, continúa, pero ahora nuestros soldados están acostumbrados a retirarse sin luchar y no saben cómo hacer otra cosa. Nuestros obispos callan, los sacerdotes agachan la cabeza, la mitad de los monjes se dedican a la televisión en vez de a rezar, cuando no luchan en el bando enemigo, y los teólogos, por la fuerza de la costumbre, ni se inmutan al escuchar las herejías más fuertes.

Estratégicamente y humanamente hablando, nuestra posición es insostenible, nuestras fuerzas escasas y nuestro futuro muy negro. Cualquiera nos aconsejaría rendirnos para no prolongar la agonía, pero, como decía el general Chesty Puller, “estamos rodeados, esta vez no se nos escaparán”. Solo nos queda una cosa y es la que no debemos olvidar: estamos en el bando del Rey eterno y nuestra bandera es la de Cristo, sumo capitán, que lleva en la mano un cetro de hierro para quebrar las naciones de la tierra. Junto a Él se encuentra la Señora, vestida de sol, radiante como un ejército en orden de batalla y vencedora de todas las herejías. A nuestro lado, aunque no los veamos, combaten ángeles, arcángeles y todos los santos de la historia de la Iglesia. Si Cristo está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? Christus vincit, Christus regnat, Christus imperat.

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Por si alguien quiere imaginarse cómo podrían ir las cosas en la Iglesia en el futuro más o menos próximo:



Nota personal: Yo leí este libro al poco de ser anunciado. Y es realmente bueno, tanto en la forma como en el fondo. Te atrapa desde el principio. Y estás deseando que llegue el siguiente capítulo para seguir leyendo. Y aunque es una novela, se dejan ver aquí muchos de los problemas que aquejan hoy a nuestra Iglesia.
José Martí
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NOTA1: Como habrán notado los lectores, ya que llevamos un par de días hablando de este tema he incorporado al artículo varias de las aportaciones de comentaristas como Luis, Luis Fernando, AJ, Vladimir, etc., empezando por el título, que está plagiado de Urbel.

NOTA2: Sé que el artículo es muy duro, pero no están los tiempos como para andarnos con paños calientes.

NOTA3: Sé también que en el artículo se critican algunas cosas de papas canonizados, pero fíjense las cosas que se dicen de San Pedro en el Nuevo Testamento. Lo cierto es que también los santos se equivocan, a veces muy gravemente.

Bruno Moreno

jueves, 19 de octubre de 2023

Julio Ariza responde a Federico Jiménez Losantos ante las continuas referencias a El Toro



DURACIÓN 3 MINUTOS



Julio Ariza responde a Federico Jiménez Losantos por sus continuas referencias a «El Toro» y su relación con Vox. Julio comienza mencionando que el 29 de octubre se llevará a cabo una manifestación en Madrid, en la Plaza de Colón, y que El Toro Televisión la cubrirá en directo. Se espera que Federico Jiménez Losantos esté presente en el evento, y Julio Ariza anticipa su presencia con un toque de humor, describiendo a Federico como alguien «muy cañero» y mencionando su amistad de muchos años.

Julio reconoce que recientemente parece que Federico se ha mostrado un poco molesto con él debido al apoyo de su casa a Vox o por la publicidad de este partido en sus medios. Sin embargo, Julio argumenta que cada uno debe hacer su trabajo y que no debería interferir en el trabajo de los demás. Julio explica que lleva apoyando a Vox desde 2013 debido a la defensa de ciertos valores y derechos, y que entiende que Federico no se identifique con todos esos puntos, pero insta a que no haya confrontaciones innecesarias.

El mensaje principal de Julio Ariza a Federico Jiménez Losantos es que, a medida que envejecemos, podemos optar por convertirnos en personas «amables y comprensivas» o en «cascarrabias». Él recomienda a Jiménez Losantos, relajarse y centrarse en otros objetivos, en lugar de entrar en confrontaciones innecesarias con aquellos que puedan tener diferencias de opinión. Asimismo, señala que la gente que sigue a ambos los escucha y los ve, por lo que no es productivo entrar en una guerra mediática entre ellos.

Julio finaliza mencionando que su lucha está dirigida contra otras fuerzas políticas, como los comunistas y los independentistas, y no quiere enemistarse innecesariamente con Federico. También destaca que el apoyo financiero es necesario para mantener la independencia de sus medios y critica las acusaciones de que alguien más los financia, argumentando que todos los medios buscan el apoyo de sus espectadores para mantener su independencia.

NOTICIAS 18 y 19 de OCTUBRE de 2023


ADELANTE LA FE

El advenimiento de «el otro» (Comentarios sobre el documento Laudate Deum)

INFOCATÓLICA

Mons. Cordileone y Mons. Barber publican una carta pastoral conjunta condenando la ideología de género

LA SACRISTÍA DE LA VENDÉE

Revolución: el cristianismo es barrido de Francia, con Javier Paredes - El pasado que no pasa 30

Laudate Deum: el "magisterio" y las ideologías - La Sacristía de La Vendée: 19-10-2023

FÁTIMA, LA GRAN ESPERANZA

San Lucas

SAN PEDRO DE ALCÁNTARA, CONFESOR

LA CIGÜEÑA DE LA TORRE

Los ‘modelos clericales’ del sínodo, la doctrina y la ‘caridad pastoral’, la diplomacia mediadora del Vaticano, la monja arco iris y la monja antiecologista.

El clericalismo sinodal, los términos innobles, control o espionaje en el Vaticano, el pabellón de la fe, Aktion T4, el DOMUND.

EXSURGE DOMINE

¡Adelante en el nombre de Dios!

CHIESA E POST CONCILIO


Selección por José Martí

Cientos de juristas de 22 naciones acusan a Hamás de crímenes de genocidio contra Israel



Políticos de extrema izquierda vienen lanzando falsas acusaciones de "genocidio" contra Israel por su contraataque contra Hamás.



La ultraizquierda acusa falsamente de 'genocidio' a Israel...

Esas acusaciones se basan en la idea de que las muertes de civiles palestinos en las operaciones militares israelíes contra Hamás serían crímenes de genocidio, aunque esas muertes no sean buscadas por las Fuerzas de Defensa de Israel y la intención expresa de este país sea acabar con los terroristas, pero no con los civiles de Gaza. Así pues, esa acusación lanzada contra Israel es una acusación falsa, pero además es una acusación cargada de cinismo y de doble moral.

... pero no a Hamás, que quiere «exterminar totalmente» a los judíos

Y es que la extrema izquierda no ha calificado como genocidio la masacre indiscriminada de judíos israelíes por parte de Hamás, no sólo en su ataque terrorista del 7 de octubre, sino también en anteriores ataques contra Israel. Recordemos que los dirigentes de Hamás han anunciado su voluntad de "exterminar totalmente" a los judíos, una declaración que sí encaja en la tipificación de genocidio del Artículo 5 del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.

Más de 240 expertos en Derecho Internacional acusan a Hamás de cometer genocidio

Hace unos días, se presentó una declaración (se puede leer aquí completa) que ya está actualmente firmada por más de 240 expertos en Derecho Internacional de universidades de 22 países: Alemania, Argentina, Australia, Austria, Bélgica, Brasil, Canadá, China, Colombia, España, Estados Unidos, Francia, Georgia, Grecia, Israel, Italia, Luxemburgo, México, Países Bajos, Polonia, Reino Unido y Suiza. En el texto de la declaración se hace referencia al ataque terrorista de Hamás contra Israel el 7 de octubre, afirmando:

"Estos actos constituyen una grave violación del derecho internacional y, en particular, del derecho penal internacional. Como estos actos horrendos y generalizados parecen haber sido llevados a cabo con la “intención de destruir, total o parcialmente” a un grupo nacional –los israelíes–, objetivo explícitamente declarado por Hamás, lo más probable es que constituyan un crimen internacional de genocidio, proscrito por la Convención sobre Genocidio y el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional".

También acusan a Hamás de cometer crímenes de guerra

Los firmantes también señalan que, además de los secuestros y asesinatos cometidos por los terroristas palestinos, los propios vídeos de ese ataque difundidos por Hamás "documentan actos de tortura, violencia sexual, violencia contra niños y abuso de cadáveres". En su declaración los juristas firmantes recuerdan: "El derecho internacional prohíbe la toma de rehenes". Así mismo, los juristas añaden:

"La toma de rehenes se define como crimen de guerra, incluso en el artículo 8 (2) (c) (iii) del Estatuto de Roma, que refleja el derecho internacional consuetudinario. Las leyes relativas a la tenencia de prisioneros de guerra no se aplican a las organizaciones terroristas. Por lo tanto, mantener como rehenes a civiles y soldados constituye un crimen de guerra".

La declaración también señala que "los miembros de Hamás dirigieron deliberadamente sus ataques contra un gran número de civiles, cometiendo asesinatos, torturas, violaciones, mutilaciones y abuso de cadáveres. Cada uno de estos actos constituye un crimen de guerra, por el cual los perpetradores deben asumir plena responsabilidad".

Denuncian que Hamás también ha cometido crímenes contra la humanidad

El texto añade: "El secuestro de personas sin proporcionar información sobre su paradero constituye el delito de desaparición forzada. Además, la información disponible indica que muchos secuestrados fueron torturados por sus captores. Estos actos fueron cometidos repetidamente por Hamás contra los rehenes en ejecución de su política de atacar a civiles y, por lo tanto, constituyen crímenes contra la humanidad, por los cuales los perpetradores deben asumir plena responsabilidad".

Por su interés, se incluye a continuación el texto completo de esa declaración, traducido al español:

Declaración pública de expertos en derecho internacional

El 7 de octubre de 2023, más de mil terroristas, miembros de Hamás y la Jihad Islámica, se infiltraron y capturaron aldeas y ciudades civiles en Israel, así como varias bases militares. Los terroristas masacraron a más de 1.300 personas, entre ellas mujeres, niños, ancianos y jóvenes que celebraban en una fiesta al aire libre. Miles de personas resultaron gravemente heridas. Las cifras de las personas masacradas aún no son definitivas y aún se están revelando detalles sobre la magnitud de las atrocidades. Estos actos constituyen una grave violación del derecho internacional y, en particular, del derecho penal internacional. Como estos actos horrendos y generalizados parecen haber sido llevados a cabo con la “intención de destruir, total o parcialmente” a un grupo nacional –los israelíes–, objetivo explícitamente declarado por Hamás, lo más probable es que constituyan un crimen internacional de genocidio, proscrito por la Convención sobre Genocidio y el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.

Además de los asesinados y heridos, se estima que más de 150 personas fueron secuestradas y tomadas como rehenes. La mayoría de los rehenes son civiles, e incluyen tanto ciudadanos israelíes como no israelíes. Entre los secuestrados se encuentran mujeres, niños, bebés, ancianos que necesitan atención médica y personas con discapacidad. Según informes de los medios de comunicación, algunas personas secuestradas fueron asesinadas tras su secuestro. Los vídeos, difundidos en su mayoría por Hamás, publicados en las redes sociales, documentan actos de tortura, violencia sexual, violencia contra niños y abuso de cadáveres. El líder de Hamás, Salah Al-Arouri, y Abu Obeida, portavoz de Izz ad-Din al-Kassam, confirmaron que retenían a secuestrados israelíes. No se ha proporcionado información sobre la ubicación actual, el estado y las condiciones de los rehenes. Están detenidos sin comunicación alguna con el mundo exterior y el CICR no ha tenido acceso a ellos. Hay muchas razones para creer que sus vidas y sus derechos básicos están bajo amenaza inmediata de la más grave naturaleza.

Crímenes de guerra

El derecho internacional prohíbe la toma de rehenes, definida en la Convención Internacional contra la Toma de Rehenes como la toma o detención y la amenaza de matar, herir o continuar deteniendo a otra persona “para obligar a un tercero, es decir, a un Estado, una organización internacional intergubernamental, una persona natural o jurídica, o un grupo de personas, a realizar o abstenerse de realizar cualquier acto como condición explícita o implícita para la liberación del rehén”. La prohibición del derecho internacional consuetudinario de tomar rehenes se aplica tanto a los conflictos armados internacionales como a los conflictos armados no internacionales. Se aplica, por tanto, al conflicto armado entre Israel y Hamás.

La toma de rehenes se define como crimen de guerra, incluso en el artículo 8 (2) (c) (iii) del Estatuto de Roma, que refleja el derecho internacional consuetudinario. Las leyes relativas a la tenencia de prisioneros de guerra no se aplican a las organizaciones terroristas. Por lo tanto, mantener como rehenes a civiles y soldados constituye un crimen de guerra. Las circunstancias que rodearon el secuestro de todos los rehenes, civiles y soldados, revelan que fueron tomados con el propósito de mantenerlos como rehenes. Hamás debe liberar a todos los rehenes inmediatamente.

Además de tomar rehenes, según información publicada en las redes sociales y testimonios de supervivientes, los miembros de Hamás dirigieron deliberadamente sus ataques contra un gran número de civiles, cometiendo asesinatos, torturas, violaciones, mutilaciones y abuso de cadáveres. Cada uno de estos actos constituye un crimen de guerra, por el cual los perpetradores deben asumir plena responsabilidad.

Crímenes contra la humanidad

Los crímenes de lesa humanidad se refieren a actos cometidos como parte de un “ataque generalizado o sistemático dirigido contra una población civil”. Los actos que pueden constituir crímenes de lesa humanidad incluyen, entre otros, desapariciones forzadas, tortura, violencia sexual y persecución. El secuestro de personas sin proporcionar información sobre su paradero constituye el delito de desaparición forzada. Además, la información disponible indica que muchos secuestrados fueron torturados por sus captores. Estos actos fueron cometidos repetidamente por Hamás contra los rehenes en ejecución de su política de atacar a civiles y, por lo tanto, constituyen crímenes contra la humanidad, por los cuales los perpetradores deben asumir plena responsabilidad.

A la espera de la liberación de los rehenes, Hamás debe proporcionar, según el derecho internacional, información sobre los rehenes, incluida su condición médica, y brindarles la atención médica necesaria. El derecho internacional impone deberes particulares adicionales de cuidado hacia las mujeres y los niños.

Es deber legal y moral de todos los Estados actuar rápidamente para detener estos crímenes.

La comunidad internacional, incluidos todos los estados y organizaciones internacionales relevantes, debe tomar todas las medidas necesarias para garantizar la liberación inmediata de todos los rehenes en poder de Hamás. Cualquier demora en la acción resultará en más pérdidas de vidas humanas y agravará el sufrimiento humano.

A la espera de la liberación de los secuestrados, todos los Estados deben exigir a Hamás que proporcione de inmediato información clara sobre el paradero y la condición real de todos los secuestrados.

A la espera de su liberación, las organizaciones humanitarias, incluido el CICR y todas las agencias pertinentes de la ONU, deberían exigir a Hamás que les proporcione acceso a los secuestrados. Estas organizaciones también deben hacer todo lo posible para garantizar que se proporcionen los alimentos esenciales y el tratamiento médico adecuado.

A la espera de su liberación, todos los estados deben utilizar todos los medios disponibles para apoyar a Israel, el CICR y todas las demás organizaciones y estados relevantes para obtener acceso a los secuestrados y recibir información sobre su suerte y paradero. Esa asistencia debería incluir, al menos, proporcionar toda la asistencia logística posible y la inteligencia disponible y apoyar los esfuerzos diplomáticos pertinentes.

Sin menoscabo del deber de exigir la liberación inmediata e incondicional de todos los secuestrados, todos los Estados y las organizaciones internacionales tienen el deber de utilizar todos los medios disponibles a su disposición para presionar a Hamás para que dé prioridad a la liberación inmediata de los secuestrados que pertenecen a colectivos especialmente protegidos: niños, mujeres, personas mayores, personas con discapacidad y personas que necesitan tratamiento médico.

Todos aquellos juristas expertos en Derecho Internacional que estén interesados en suscribir esta declaración, pueden firmarla en este enlace.

ELENTIR

Chema Gil, experto en seguridad, critica la falta de información sobre los ataques terroristas



Entrevista a Chema Gil, experto en seguridad, terrorismo y geopolítica, codirector del Observatorio de Seguridad Internacional, con el que analizamos el conflicto entre Israel y Hamás y cómo nos afecta a España. Tras el ataque al hospital de Gaza se han encendido todas las alertas tras la llamada a la violencia por parte de los terroristas de Hezbolá. Aunque no está claro la procedencia del cohete.

España ha anunciado que eleva la alerta terrorista a 4, pero la realidad es que los españoles viven bajo este protocolo desde 2015 cuando se produjo el ataque al semanario satírico francés Charlie Hebdo, según nos ha contado Chema Gil. En nuestro país también se están produciendo hechos violentos como apuñalamientos al grito de «Alá es Grande» en Mataró o en El Prat de Llobregat pero son pocos los medios que están informando de estos sucesos.

Gil, experto en seguridad, avisa que ahora los ataques no son organizados como el 11-M sino que son de «baja complejidad», como el ocurrido en Murcia donde un hombre se estrelló contra una terraza. Además, critica que el Gobierno está generando desconfianza a la comunidad internacional con dos posiciones distintas sobre la guerra de Israel y Hamás.

DURACIÓN 16 MINUTOS

miércoles, 18 de octubre de 2023

Principios innegociables o apocalipsis | Actualidad Comentada 19-04-2024 | Pbro. Santiago Martín FM

FRANCISCANOS DE MARÍA - MAGNIFICAT TV


DURACIÓN 15:13 MINUTOS

https://youtu.be/gvXQmIZoASI

NOTICIAS 18 DE OCTUBRE DE 2023


ECCLESIA E POST CONCILIO


Selección por José Martí

¿Los “dubia” son un arma contra el Papa o una defensa de los fieles? Una respuesta razonada




*

No hay paz para el nuevo prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el argentino Víctor Manuel Fernández.

A poco de haber asumido el cargo se encontró lidiando con un par de cuestiones abiertas incómodas, que creyó que podría cerrar rápidamente con la aprobación del papa Francisco, pero en cambio obtuvo el resultado opuesto.

La primera cuestión estaba constituida por los cinco “Dubia” remitidas el 10 de julio y luego el 21 de agosto a él y al Papa por cinco cardenales, referidos a otros tantos puntos críticos de la doctrina y de la práctica, entre ellos la bendición de las parejas homosexuales.

La segunda cuestión fue planteada, también en julio, por el cardenal Dominik Jaroslav Duka, arzobispo emérito de Praga, y se refería a la Comunión eucarística para los divorciados vueltos a casar.

Satisfecho con la aprobación firmada el 25 de septiembre por el papa Francisco, el 2 de octubre Fernández hizo públicos en el sitio web del dicasterio dos bloques de respuestas a ambas preguntas.

Pero en ambos casos las respuestas prácticamente fueron devueltas al remitente.

Respecto a la cuestión planteada por Duka, el cardenal y teólogo Gerhard Ludwig Müller tomó providencias para derribar las respuestas dadas por Fernández. Un rechazo no menor, teniendo en cuenta que Müller fue también, de 2012 a 2017, prefecto del mismo Dicasterio para la Doctrina de la fe:


Mientras que, en cuanto a los “Dubia” de los cinco cardenales, las respuestas proporcionadas por Fernández -en forma de carta enviada por el Papa Francisco el 11 de julio- fueron por ellos para nada esclarecedoras mucho antes de que el propio Fernández las hiciera públicas, tanto es así que plantearon las mismas preguntas al Papa por segunda vez en una forma más estricta.

A este relanzamiento de los “Dubia”, realizado el 21 de agosto, los cinco cardenales nunca recibieron respuesta, como luego decidieron documentar públicamente el 2 de octubre, pocas horas antes de que Fernández hiciera públicas las respuestas anteriores del 11 de julio como si fueran las definitivas:


Pero el problema no ha terminado. Porque no sólo los cinco cardenales protestaron contra el forzamiento llevado a cabo por Fernández, sino que uno de ellos, el chino Joseph Zen Ze-kiun, retomó las respuestas del Papa a la primera formulación de los “Dubia” y las criticó una a una, mostrando cómo eran cualquier cosa, incapaces de aportar claridad.

Zen publicó su acusación el 13 de octubre en su blog personal, en chino, inglés e italiano:


Por otra parte, en el bando de los apologistas del actual pontificado, los “Dubia” con las cuestiones que plantean han sido ignorados o, peor aún, acusados de ser un arma impropia esgrimida contra el Papa para obligarle a decir lo que se quiere.
¿Pero esto es necesariamente así? ¿O si, por el contrario, se tratara de una justa iniciativa de obispos y cardenales para proteger la fe del pueblo cristiano de las dudas sobre puntos importantes de la doctrina y de la moral, dudas generadas por expresiones poco claras de las máximas autoridades de la Iglesia?
Y si esta segunda respuesta es válida, ¿cómo justificar entonces los silencios o las respuestas evasivas por parte de las autoridades llamadas a aportar claridad?

La siguiente intervención ofrece una respuesta razonada precisamente a estas preguntas. El autor de la carta es bien conocido en Settimo Cielo, pero pide ser identificado simplemente como “un sacerdote que durante muchos años ha colaborado con la Santa Sede”. ¿Por qué? Evidentemente por razones opuestas a aquellas por las que el cardenal Zen, de 91 años, firma lo que publica: “Viejo como soy, no tengo nada que ganar, nada que perder”.

*

Estimado Magister,

La presentación de preguntas al papa Francisco sobre expresiones presentes en los textos que llevan su firma, que los autores de los llamados “Dubia” consideraban de interpretación poco clara, sigue suscitando interés y avivando un debate “intra et extra Ecclesiam catholicam”.

No pretendo afrontar aquí la formidable lista de cuestiones, algunas inéditas al menos en la historia reciente de la Iglesia, planteadas por los “Dubia”, sino sólo hacer algunas consideraciones respecto a algunos puntos, en primer lugar el que se centra sobre la posición (sin duda incómoda) de sus firmantes.

Lo hago inspirándome en una sospecha que circula entre el clero, los fieles católicos y algunos no creyentes. Es la que sugiere que detrás de los “Dubia” se esconde el deseo de “forzar la mano” del papa Francisco a “retractarse” o “corregir” algunas de sus declaraciones que entrarían en conflicto con la supuesta “inmutabilidad de la doctrina” en materia de fe y moral.

Pero antes quisiera detenerme en una distinción que me parece apropiada: la que existe entre “dubium unius fidelis vel pastoris” y “dubium gregis vel collegii pastorum”, es decir, entre la duda de un creyente o pastor individual y la duda de la grey o del colegio de pastores.

En cuanto al primer género de “dubium”, el del individuo, el deseable logro de una inteligencia adecuada y de una conciencia recta respecto de lo que el Santo Padre enunció puede ser perseguido práctica y fácilmente mediante la comparación del creyente individual (o de grupos limitados de fieles), de un obispo o de un presbítero (o incluso de una conferencia episcopal o de un presbiterio secular o regular) con un guía espiritual, teológica o pastoral de fe comprobado y de sólida moral, o -en particular, en los dos últimos casos- recurriendo de manera confidencial a los Dicasterios competentes de la Curia Romana, designados para entrar en el fondo de determinadas cuestiones doctrinales o canónico-legislativas. Dado que no concierne a todos o a la mayoría de los fieles y pastores, normalmente no es necesario ni apropiado que el propio Papa responda personalmente a los “dubia unius fidelis vel pastoris”.

En el segundo género de “dubium” las cosas son diferentes. Por razones práctico-pastorales, no es posible que un gran número de fieles o pastores, en todas partes del mundo, tengan acceso a una conversación con creyentes autorizados, bien formados espiritual, teológica y pastoralmente, y que estén razonablemente seguros del significado auténtico de las afirmaciones del Magisterio pontificio que han dado lugar a los “dubia gregis vel collegii pastorum”, para poder resolverlos de manera convincente.

Debe ser así, ya que, por su naturaleza, la enseñanza del Santo Padre que trata temas de carácter universal en materia de fe y de moral es pública (ya sea oral o escrita) y llega a creyentes y no creyentes en todas partes, también la respuesta a los “Dubia” sobre cómo deben interpretarse algunas declaraciones y traducirse en la práctica algunas normas debe hacerse pública, porque la incertidumbre de muchos puede ser la de todos o de la mayoría de los fieles y pastores. Al no existir una norma canónica ni una costumbre “ab immemorabilis” que prevea una iniciativa “anónima” de los fieles católicos o incluso del clero que pueda formular y presentar una pregunta al Papa sobre sus declaraciones, corresponde a quienes tienen el mandato eclesial de cuidar de los laicos y del clero -los cardenales y los obispos- y sienten ellos mismos la urgencia de ser “confirmados” en la fe y en la moral recoger los “Dubia” y someterlos filialmente al Supremo Pontífice.

Al proceder de este modo, cardenales y obispos no se arrogan un derecho -que no tienen- de “juzgar” al Papa o “presionarlo” para que corrija sus afirmaciones como les plazca, sino que solicitan la “caridad pastoral de la verdad” que es ” munus et virtus ” de un Papa, llamando a él mismo (y no sustituyéndolo) a ejercerla personalmente, ofreciendo públicamente una interpretación auténtica de su enseñanza pública. Esta “solicitud” del trono pontificio nace de la preocupación de cardenales y obispos por la “salus animarum” en la que se resume el “bonum Ecclesiae”.

En cuanto a la modalidad a través de la cual el Papa puede hacer público el “responsum” a los “dubia gregis vel collegii pastorum”, depende de las circunstancias y de las oportunidades: puede ser mediante su publicación directa por parte de la Santa Sede (como ha ocurrido recientemente), o bien autorizando a los firmantes de los “Dubia” a dar a conocer el “responsum” que les haya sido enviado.

UN EJEMPLO

Para que quede claro lo que intento decir, consideremos este ejemplo.

Un suboficial de un cuerpo de policía, plenamente disciplinado con sus superiores, cuyas órdenes ha obedecido constantemente, tiene como principio deontológico de su profesión el de rechazar cualquier forma de coacción física para conseguir que un delincuente confiese haber cometido un delito, y siempre ha prohibido a sus subordinados que lo hagan. Pero un día oye a su Comandante regional afirmar públicamente -en referencia a un hombre detenido por estar acusado de cometer una serie de asesinatos- lo siguiente: “Le mantendremos bajo presión. No le dejaremos en paz hasta que admita su culpabilidad”.

No se trató de un exabrupto privado del Comandante susurrado al oído de alguno de los oficiales, suboficiales o agentes, sino de una afirmación hecha delante de todo el cuerpo de policía y recogida por los medios de comunicación, de modo que hasta los ciudadanos de a pie pudieron enterarse.

El propio suboficial queda perplejo por el significado de la afirmación de su superior y percibe que entre los demás suboficiales y los mismos agentes surgen diferentes interpretaciones de estas palabras. Algunos de ellos empiezan a hacer circular la idea de que el comandante pretende autorizar – en el caso en cuestión y en otros similares – además de interrogatorios intensos, prolongados y repetidos, también el uso de la violencia física para arrancar una confesión. El suboficial, a pesar de ser inflexible en que ninguna forma de tortura es admisible en ningún caso, para evitar que la interpretación favorable se difunda entre los agentes y se arraigue esta práctica inaceptable, se dirige por escrito al Comandante Regional pidiéndole que aclare, disipando cualquier duda, de qué quiso decir con esa expresión. “Sí, es correcto que en casos de delitos especialmente brutales lleguemos incluso a inducir una confesión mediante presión física sobre el presunto culpable, a fin de que, para que lo dejen en paz, confiese el delito cometido”. O: “No, bajo ninguna circunstancia es correcto utilizar la violencia física para obtener la confesión de una persona arrestada, por muy grave que haya sido su delito”.

La firme certeza de que la tortura de un presunto delincuente es siempre un mal que debe evitarse, porque no respeta la vida y la dignidad que es propia de todo hombre y mujer, no invalida la legítima y debida petición de aclaración sobre la declaración de un Superior que se presta (y así fue, en el ejemplo denunciado) a diferentes interpretaciones. El “dubium” del suboficial no se refiere a su conciencia, que es cierta, sino a la aplicación de las normas (o reglamentos) del cuerpo de policía al que pertenece, a partir de la reciente declaración del Comandante. Y ello para evitar que los agentes cuya conciencia no esté adecuadamente formada para discernir el bien del mal sigan su propia “interpretación permisiva” de la afirmación del Comandante y, en consecuencia, cometan un mal creyéndolo un bien (por ejemplo, para prevenir delitos posteriores o impartir justicia a las víctimas) como si se lo permitiera la autoridad a la que están sometidos.

Los otros suboficiales, aunque también permanecían perplejos respecto al significado de la expresión de su Comandante Regional, para poder vivir en paz y no querer enemistarse con él molestándolo con una pregunta incómoda (se sabe que rara vez un subordinado que molesta a un Superior con peticiones atrevidas podrá hacer carrera) no presentan ningún pedido de aclaración, ni firman la carta con el dubium que envió su colega.

¿Cuál de ellos -el valiente autor del “dubium” o sus compañeros suboficiales que se mostraron dudosos pero temerosos frente el Comandante- prestó realmente un servicio a los oficiales bajo su mando, ayudándoles a ser “buenos policías” y no “agentes depravados”? ¿Quiénes han mostrado concretamente que se preocupan por la dignidad, el honor y la función pública del cuerpo policial al que pertenecen, promoviendo su respeto y estima entre los ciudadanos? ¿Quién ha protegido mejor a los ciudadanos acusados ​​de un delito, evitando que sean sometidos a actos de tortura durante un interrogatorio policial?

Obviamente, la Iglesia no es un cuerpo de policía, el Papa no es su Comandante y sus afirmaciones a interpretar no se refieren -en el caso de los “Dubia” presentados a Francisco- a la práctica de los interrogatorios. Los cardenales y obispos no son oficiales ni suboficiales, y los fieles no son agentes ni acusados. Pero tal vez este ejemplo tenga algo que decirnos respecto a la discusión sobre los “Dubia”.

Estar personalmente seguro de las verdades reveladas por Dios y de la fe de la Iglesia, del bien que se debe hacer y del mal que se debe evitar, no convierte de por sí en “insinceros” o “incorrectos” a aquellos pastores que están preocupados por la difusión entre otros pastores o entre los fieles de interpretaciones arbitrarias de algunas expresiones del Magisterio pontificio que nacen de la evidencia no inmediata de las mismas a los ojos de la fe y de la razón, o que a primera vista parecen estar en conflicto con la enseñanza anterior de la Iglesia. Al decidir recurrir al Santo Padre para obtener su interpretación auténtica no buscan algo para ellos mismos, sino para la tarea que les ha confiado el mismo Papa: colaborar con él para cuidar del rebaño que les ha sido confiado por Cristo.

RESPUESTAS Y SILENCIO

¿Pero qué puede suceder si el Papa decide no responder a los “Dubia”? ¿Y si el “responsum” proporcionado no es considerado por quienes lo presentaron como suficiente para disipar las dudas y proporcionar una interpretación auténtica y completa que cierre la cuestión de una vez por todas?

En su libertad soberana (que implica una responsabilidad “coram Deo et coram Dei populo”), el Sumo Pontífice puede ciertamente no responder a los “Dubia”.

Los motivos que eventualmente le llevan a esta decisión pueden ser de diferente naturaleza: desde el vinculado a su tiempo y a las energías físicas y mentales de que dispone, considerando los numerosos y onerosos compromisos de un Papa, su edad y su salud, hasta el que surge de la convicción de haber sido suficientemente claro e inequívoco al pronunciarse sobre una determinada cuestión; o puede surgir del deseo de dejar la cuestión “abierta” a ulteriores profundizaciones teológicas y morales o a “discernimientos” en el interior de la Iglesia universal o particular, sin definirla de una vez para siempre.

Tampoco se puede excluir la preocupación por fuertes desacuerdos que surjan entre pastores o laicos sobre el objeto de la afirmación del Papa, contrastes que podrían socavar la unidad de la Iglesia. Y ni siquiera el miedo a una reacción de los medios de comunicación y de los no creyentes que podría desencadenarse en el caso de una interpretación que consideran inaceptable, en detrimento del diálogo con las diferentes culturas, religiones y sociedades o comprometiendo las oportunidades de presencia de la Iglesia en ciertos ambientes. Y otros motivos más todavía.

Ciertamente, sólo tenemos lo que el papa Francisco escribió en la carta, fechada el 10 de julio de 2023, dirigida a los cardenales Walter Brandmüller y Raymond Leo Burke, con la que acompaña su “responsum”: “Aunque no siempre me parece prudente responder las preguntas dirigidas directamente a mi persona (ya que sería imposible responderlas a todas), en este caso creo es adecuado hacerlo debido a cercanía del Sínodo”. En la expresión “no siempre me parece prudente” se puede vislumbrar una alusión a diferentes motivos de oportunidad para el silencio, de la misma manera que en la referencia a la “cercanía del Sínodo” se escucha el eco de los muy animados debates y controversias que lo precedieron y lo acompañan.

Nada autoriza a interpretar una “falta de respuesta” a los “Dubia” como expresión de la voluntad del Papa de acreditar una u otra de las interpretaciones que circulan sobre lo que ha dicho o escrito sobre un tema. Hay otras vías por las cuales, eventualmente, uno puede aproximarse a una supuesta “interpretación plausible” que se acerque lo más posible a la “auténtica” que no se proporcionó.

Finalmente, la situación más embarazosa para los fieles y los pastores, así como (podemos suponer) para el mismo Santo Padre, es el caso en el que quien extendió y presentó los “Dubia” no se declara satisfecho con lo contenido en el “responsum” y hace pública esta insatisfacción.

Es lo que ocurrió con la serie de los “Dubia” a los que Francisco respondió con la citada carta del 10 de julio. Los cardenales interpelantes reformularon los “Dubia” y los volvieron a presentar, sin haber recibido más respuesta. Si el objetivo de los “Dubia” -como debería ser- no es resolver una duda personal de conciencia de los redactores (escuchando sus declaraciones públicas en diferentes fechas y lugares, todos parecen demostrar una conciencia certera sobre las cuestiones a las que se refieren los “Dubia”), sino disipar las dudas presentes en un gran número de pastores y fieles (“mentis et cordis confusio”) respecto al significado de las expresiones del Santo Padre y encaminarlos por el camino de la verdad y del bien, este objetivo ha fracasado y el riesgo de acrecentar la “confusión” es grave.

¿De quién es la responsabilidad de este fracaso y de sus consecuencias, que son especialmente graves para los pastores y fieles más “frágiles” en la fe y en la moral? Considero que no corresponde a ningún hombre establecerlo: será el Señor de la historia (incluida la de la Iglesia) quien dictará la sentencia cuando “vendrá otra vez, en gloria, para juzgar a los vivos y a los muertos y su reino no tendrá fin”.

Carta firmada

Roma, 14 de octubre de 2023