Duración 17:55 minutos
Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios (1 Cor 2, 12), el Espíritu de su Hijo, que Dios envió a nuestros corazones (Gal 4,6). Y por eso predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles, pero para los llamados, tanto judíos como griegos, es Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1 Cor 1,23-24). De modo que si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema! (Gal 1,9).
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sábado, 25 de julio de 2020
Santiago apóstol, patrono de España
El 25 de Julio se celebra la fiesta de Santiago Apóstol, patrón de España. Repasamos la biografía del Apóstol de Cristo que se encuentra enterrado en el norte de nuestro país.
Biografía de Santiago Apóstol
El apóstol Santiago, primer apóstol mártir, viajó desde Jerusalén hasta Cádiz (España). Sus predicaciones no fueron bien recibidas, por lo que se trasladó posteriormente a Zaragoza. Aquí se convirtieron muchos habitantes de la zona. Estuvo predicando también en Granada, ciudad en la que fue hecho prisionero junto con todos sus discípulos y convertidos. Santiago llamó en su ayuda a la Virgen María, que entonces vivía aún en Jerusalén, rogándole lo ayudase. La Virgen le concedió el favor de liberarlo y le pidió que se trasladara a Galicia a predicar la fe, y que luego volviese a Zaragoza.
Santiago cumplió su misión en Galicia y regresó a Zaragoza, donde corrió muchos peligros. Una noche, el apóstol estuvo rezando intensamente con algunos discípulos junto al río Ebro, cerca de los muros de la ciudad, pidiendo luz para saber si debía quedarse o huir. Él pensaba en María Santísima y le pedía que rogara con él para pedir consejo y ayuda a su divino Hijo Jesús, que nada podía entonces negarle. De pronto, se vio venir un resplandor del cielo sobre el apóstol y aparecieron sobre él los ángeles que entonaban un canto muy armonioso mientras traían una columna de luz, cuyo pie, en medio de un rayo luminoso, señalaba un lugar, a pocos pasos del apóstol, como indicando un sitio determinado.
La aparición de la Virgen María
Sobre la columna, se le apareció la Virgen María. Santiago se levantó del lugar donde estaba rezando de rodillas, y recibió internamente el aviso de María de que debía erigir de inmediato una iglesia allí; que la intercesión de María debía crecer como una raíz y expandirse. María le indicó que, una vez terminada la iglesia, debía volver a Jerusalén. Santiago se levantó, llamó a los discípulos que lo acompañaban, que habían oído la música y visto el resplandor; les narró lo demás, y presenciaron luego todos cómo se iba desvaneciendo el resplandor de la aparición. En el lugar de la aparición, se levantó lo que hoy es la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, un lugar de peregrinación famoso en el mundo entero que no fue destruido en la guerra civil española (1936-1939), puesto que las bombas que se lanzaron no explotaron, pudiéndose hoy en día verse expuestas en el interior de la Basílica.
Santiago partió de España, para trasladarse a Jerusalén, como María le había ordenado. En este viaje visitó a María en Éfeso. María le predijo la proximidad de su muerte en Jerusalén, y lo consoló y lo confortó en gran manera. Santiago se despidió de María y de su hermano Juan, y se dirigió a Jerusalén, donde al poco tiempo fue hecho prisionero.
¿Cómo murió el Apóstol Santiago?
Fue llevado al monte Calvario, fuera de la ciudad. Durante el recorrido, estuvo predicando y aún fue capaz de convertir a algunas personas. Cuando le ataron las manos, dijo: “Vosotros podéis atar mis manos, pero no mi bendición y mi lengua”. Un tullido que se encontraba a la vera del camino, clamó al apóstol que le diera la mano y lo sanase. El apóstol le contestó: “Ven tú hacia mí y dame tu mano”. El tullido fue hacia Santiago, tocó las manos atadas del apóstol e inmediatamente sanó.
Josías, la persona que había entregado a Santiago, fue corriendo hacia él para implorar su perdón. Este hombre se convirtió a Cristo. Santiago le preguntó si deseaba ser bautizado. Él dijo que sí, por lo que el apóstol lo abrazó y le dijo: “Tú serás bautizado en tu propia sangre”. Y así se cumplió más adelante, siendo Josías asesinado posteriormente por su fe.
En otro tramo del recorrido, una mujer se acercó a Santiago con su hijo ciego para alcanzar de él la curación para su hijo, obteniéndola de inmediato. Una vez llegado al Monte Calvario, el mismo lugar donde años antes fue crucificado nuestro Señor, Santiago fue atado a unas piedras. Le vendaron los ojos y le decapitaron.
El cuerpo de Santiago estuvo un tiempo en las cercanías de Jerusalén. Cuando se desencadenó una nueva persecución, lo llevaron a Galicia (España) algunos discípulos. En siglos posteriores y hasta el momento actual, numerosos fieles, principalmente de Europa, recorren parcialmente el “Camino de Santiago” que les conduce a la tumba del Santo, con el fin de pedir perdón por sus pecados.
Ante el neojacobinismo urge una contrarrevolución (Roberto de Mattei)
Quince meses después del incendio de Notre Dame, ha ardido en Francia otra catedral: la de San Pedro y San Pablo en Nantes, obra maestra del gótico flamígero cuya primera piedra fue colocada en 1434. No cabe la menor duda de que se trató de un hecho intencionado. Pierre Sennès, fiscal general de Nantes, declaró que se han encontrado tres focos principales preparados para provocar el incendio.
La catedral de Nantes se incluye de ese modo en la lista de las basílicas y templos franceses que han sido objeto de atentados violentos en los últimos años. Santa Teresa (Rennes) en julio de 1918; el Sagrado Corazón (Angulema) en enero de 2019; Santiago (Grenoble) en el mismo mes de enero; la catedral de San Alano (Laveur) en febrero del mismo año; San Sulpicio de París el siguiente mes de marzo; Notre Dame de París el 15 de abril del mismo año, y una semana después Notre Dame de Grace en Eyguières.
La lista es larga pero incompleta, y demuestra que existe un plan preconcebido, una voluntad destructiva no improvisada, sino científicamente organizada. Esa voluntad destructiva viene de lejos, y no es exclusiva de Francia. Viene de lejos porque la destrucción de las iglesias y de lo sagrado es característica de la Revolución Francesa y de la comunista. Hay un cuadro famoso que muestra al arqueólogo francés Alexandre Lenoir tratando de contener a los fanáticos iconoclastas durante la Revolución Francesa. En aquella época se profanaron las tumbas de los reyes de Francia, se derribaron las imágenes de Nuestra Señora y la catedral fue rebautizada como Templo de la Razón.
La Revolución conoce el lenguaje de los símbolos, que también es conocido por todo el odia a la Iglesia y la civilización cristiana. Por esa razón, quien ame la Iglesia y la civilización cristiana tiene el deber de defender sus símbolos, ya se trate de una catedral francesa o de una estatua de Colón en Estados Unidos. La iconoclasia no actúa sólo en Francia; es internacional, como hemos podido observar en los últimos meses, en los que se ha desatado una guerra contra los símbolos de la Cristiandad y de Occidente en Inglaterra, los Estados Unidos y otros países.
La furia iconoclasta que está movilizando a los agitadores del movimiento Black Lives Matter es la misma que animaba a los terroristas del Isis en Oriente Medio: el denominador común es el odio visceral a la civilización cristiana. Mientras ardía la catedral de Nantes, la alcaldesa de París Anne Hidalgo dispuso que el próximo 15 de agosto no se celebre la festividad de la Asunción de la Santísima Virgen al Cielo, sino la fiesta de los gatos. El diario Il giornale del pasado 18 de julio recuerda que en 2017 y en nombre del multiculturalismo, la misma Anne Hidalgo prohibió los tradicionales mercadillos navideños de los Campos Elíseos porque, según ella, las figuritas de nacimiento y los adornos representativos de la Natividad y el culto cristiano no eran apropiados para las calles parisinas.
Recurda Il giornale que la ideología laicista de la alcaldesa se manifestó también en el debate sobre la reconstrucción de la catedral de Notre Dame. En varias ocasiones se ha declarado contraria a la reconstrucción exacta de la aguja del templo, prefiriendo soluciones arquitectónicas modernas al estilo antiguo y tradicional. Como señala dicho diario, «la obsesión de la primera edil por ocultar o eliminar símbolos del milenario pasado cristiano de París y de Francia va de la mano con una marcada actitud favorable al islam de la mentada socialista».
De hecho, el ayuntamiento de París, depurado por órdenes de Hidalgo de la presencia de toda alusión a la Cristiandad, abre periódicamente las puertas, por decisión de la mencionada representante de la izquierda, a iniciativas que conmemoran festividades mahometanas. La alcaldesa socialista organiza cada año en los salones del ayuntamiento una fiesta para celebrar la culminación del Ramadán, con la presencia del imán de la Gran Mezquita de París, invitado prácticamente infaltable a todos los actos convocador por la corporación municipal, e Hidalgo afirma que el Ramadán es «una fiesta que forma parte del patrimonio cultural francés», mientras excluye de dicho patrimonio a las festividades y monumentos cristianos. En los años de la Revolución Francesa, el jacobinismo suscitó una Contrarrevolución. Es hora de que surja otra contra el neojacobinismo del siglo XXI.
Roberto de Mattei
(Traducido por Bruno de la Inmaculada)
viernes, 24 de julio de 2020
La Iglesia del Coronavirus (Carlos Esteban)
Naturalmente, la Iglesia es solo una, siempre igual a sí misma, ayer, hoy y mañana. Pero si las secciones purgante y triunfante de esa Iglesia eterna están ya libres de las veleidades de la Historia, nosotros, la Iglesia Militante, vivimos inmersos en el tiempo, y en los tiempos que nos toca vivir.
Es en ese sentido en el que se puede hablar de ‘Iglesia del Vaticano II’ o ‘Iglesia de Francisco’ para describir el transitorio estado del Pueblo de Dios hoy o, mejor, de sus pastores. Si ese es el caso, creo que un nombre tan adecuado como cualquier otro sería la Iglesia de la Covid.
Que una pandemia decretada por la OMS, a pesar de su baja tasa de mortalidad, aterrara a un mundo que ha dado la espalda a la muerte y vive exclusivamente para el hoy y valora la salud física por encima de cualquier cosa, es algo que podía predecirse fácilmente. Que la reacción general de los pastores de la Iglesia de Cristo, una fe anclada en la eternidad, haya sido la misma o incluso más timorata, en cambio, da la verdadera medida de la crisis en que nos encontramos los católicos.
La reflexión vaticana sobre la crisis sanitaria, publicada por la Academia Pontificia de la Vida del arzobispo Vincenzo Paglia, que comentábamos ayer, es perfectamente significativa de algo que hemos vivido a lo largo de todos estos meses: una absoluta focalización sobre el peligro, aun abrumadoramente minoritario, y una ausencia clamorosa de referencias sobrenaturales.
Oh, sí: la caridad. No matarás, y todo eso. Lo hacen todo por solicitud por la salud del prójimo. Aunque el prójimo, ya saben, va a morir igualmente, va a sufrir igualmente, y la Iglesia sabe que lo radicalmente importante, lo crucial, la máxima caridad, es ayudarle a alcanzar su destino eterno, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen.
Los ejemplos son tan abundantes y frecuentes que es fútil citarlos. Hemos visto a unos pastores precipitarse sobre las medidas extraordinarias dictadas por los gobiernos y extremarlas aún más. Hemos visto a los pastores responder con irritado desdén a quienes suplicaban la vuelta a los sacramentos. Hemos visto escasísimas reflexiones por parte de los prelados que ayuden a dar a la situación una visión sobrenatural, que relativicen lo que no es más que una crisis sanitarias muy alejada en gravedad a cientos de pestes que ha sufrido la humanidad, que nos señalen a realidades sobrenaturales más importantes (las únicas verdaderamente importantes), que aprovechen para recordar a los fieles que este valle de lágrimas es solo un brevísimo camino en el que nos jugamos un destino inefable o terrible que no tiene fin.
Para quien no quiere ver, siempre hay alguna vaga referencia aquí o allá, pero quien quiera ver el cuadro general no puede tener duda alguna de que nuestros pastores no han dado la impresión de creerse lo que la Iglesia predica desde el principio, o han sido extraordinariamente tibios y cobardes.
Carlos Esteban
NOTICIAS VARIAS 23 y 24 de julio de 2020
QUE NO TE LA CUENTEN
INFOVATICANA
SECRETUM MEUM MIHI
INFOCATÓLICA
ADELANTE LA FE
Selección por José Martí
La teoría de género, el beso de la muerte del feminismo (Carlos Esteban)
(Rebelión en la Granja)- En el tuit aparecen tres fotos, tres varones, barbados dos de ellos, dos de ellos con atuendos convencionalmente femeninos. El texto reza:
Estás 3 personas dicen ser mujeres trans.
Las tres reciben dinero en tres organizaciones diferentes, debido a su condición de mujeres trans.
Yo no creo que sean mujeres trans. Con la nueva ley trans no podría decirlo se consideraría delito de odio.#IreneTenemosQueHablar pic.twitter.com/cZJVhmkMeZ
— Lucia Etxebarria ♀️ (@LaEtxebarria) July 22, 2020
¿Y qué? Las redes están abarrotadas de irritados comentarios de ese tipo, de todos los que se niegan a admitir que alguien pertenezca al sexo contrario al biológico simplemente porque lo afirme así, sin más requisito. Es casi un nicho en el sector del facherío de las redes sociales, como, no sé, la brutal violencia de las supuestas ‘manifestaciones pacíficas’ de Estados Unidos.
Lo que hace especial este caso es que se trata de la cuenta de Lucía Etxebarría, que no podría clasificarse de ‘facha’ en ningún universo imaginable. Lucía es uno de los símbolos del rojerío patrio, del progresismo más descerebrado y arrogante.
Tengo dicho que la derecha oficial es tan falsa y rastrera, tan cobarde y seguidista, y la real está tan demonizada, que la vuelta a cierto grado de sensatez no vendrá tanto por su victoria como por la descomposición de la izquierda.
Porque la izquierda moderna, que décadas atrás abandonó la causa de la clase obrera para lanzarse con entusiasmo a abanderar las mismas causas que jalean bancos y multinacionales, no es más que el pastor de tribus de víctimas autodesignadas sin otra cosa en común que su odio a nuestra civilización, su anhelo de vivir del presupuesto y sus constantes lloriqueos públicos: feministas, grupos LGTBI, ‘racializados’, inmigrantes ilegales, indigenistas, separatistas, trans, islamistas…
El problema es que estas tribus no tienen ninguna otra cosa en común que el enemigo, y en lo demás es como pastorear un rebaño de gatos, y a medida que su victoria se hace absoluta y el presupuesto mengua, la lucha entre ellas se vuelve inevitable.
Lucía, como Lidia Falcón antes y como decenas de feministas radicales históricas en todo el mundo, se ha dado cuenta de que la teoría de género, llevada a sus últimas consecuencias, es el beso de la muerte de la ‘lucha de la mujer’. Porque todos podemos ser mujer en cualquier momento, sin cambiar absolutamente nada, según la ley.
De hecho, los tres sujetos que identifica Lucía en su diatriba, tienen dos rasgos en común: nadie al verlos supondría por un segundo que sean otra cosa que varones, y los tres obtienen réditos de su radical metamorfosis. Son, en palabras de la autora:
Emilia Decaudin
Entro en el consejo de Nueva York, dentro del sistema de listas paritarias porque se entiende que es mujer. Es decir entró en un puesto reservado específicamente a una mujer. pic.twitter.com/rgFk6GFHAB
Lucia Etxebarria ♀️ (@LaEtxebarria) July 22, 2020
Alex Drummond. Da charlas, y cobra por ellas, en los colegios de Gales sobre qué es ser una mujer lesbiana. Imagínate a una niña lesbiana de 13 años a la que le digan que esto es ser una mujer lesbiana. pic.twitter.com/b55iAWN0Hr
Lucia Etxebarria ♀️ (@LaEtxebarria) July 22, 2020
Marcos Ventura, del consejo FELGTB. Dice que le he acosado y que me he reído de él. Simplemente porque considero que es un hombre. De momento no me puede llevar a juicio pero si sale la ley trans yo podría ir a juicio, simplemente por afirmar que yo veo en esta foto a un hombre. pic.twitter.com/837Wj7R27r
Lucia Etxebarria ♀️ (@LaEtxebarria) July 22, 2020
La reacción de Lucía es tan comprensible como tramposa e interesada, y recuerda poderosamente a ese manifiesto contra la ‘cancel culture’ que han firmado progresistas de campanillas algo añosos como Noam Chomsky, que vienen a pedir que la revolución se detenga donde ellos digan y que no les afecte. Pobres girondinos.
Una vez empezado el proceso, no puede detenerse a placer, Lucía.
Carlos Esteban
Bugnini y la refoma litúrgica. No quito ni pongo Rey (Luis Fernando Pérez)
Este vídeo con imágenes inéditas es un homenaje “in memoriam” al P. José López Calo (1922-2020), sacerdote jesuita y musicólogo de prestigio internacional que vivió en primera persona las pugnas y dificultades de la gran reforma litúrgica del Concilio Vaticano II. Con tal motivo preparó una conferencia titulada “Rememoraciones litúrgicas de un noventón” para las Jornadas Nacionales de Liturgia organizadas por la Comisión Episcopal de Liturgia de la CEE en Santander en el año 2017. Finalmente, no pudo pronunciar por su avanzada edad, pero fue leída por Oscar Valado y publicada en el número 357 de la revista Pastoral Litúrgica.
Lo que han leído ustedes en el anterior párrafo es la presentación del vídeo que van a ver. Lo único que voy a decir es que, como me comentaba un amigo sacerdote, parece que hay cosas que no se dicen hasta que uno tiene 95 años. Y yo digo que más vale tarde que nunca.
Dios tenga en su gloria al P. López Calo
Duración 34:31 minutos
¿Qué hay sobre Pell?
Contamos con la traducción italiana de la entrevista al cardenal Pell, con el relato en primera persona de los más de 400 días que pasó en prisión por una falsa acusación de pedofilia:
«Hay mucha bondad en la prisión. A veces, estoy seguro, las cárceles pueden ser un infierno en la tierra. Tuve la suerte de haber estado a salvo y bien tratado. Me impresionó la profesionalidad de los guardias, la fe de los prisioneros y la presencia de la moral incluso en los lugares más oscuros.»
«Aunque es irónico, esta indignación no es del todo negativa, ya que revela una creencia en la existencia del bien y el mal, el bien y el error, que a menudo emerge en la cárcel de manera sorprendentes» .
«Uno me dijo que se creía ampliamente, entre los delincuentes profesionales, que yo era inocente y que había sido «jodido». Agregó que le pareció extraño que los delincuentes pudieran reconocer la verdad, pero los jueces no».
Sin duda el cardenal se encontró con un ambiente mucho más grato en la prisión Australiana que en el Vaticano que no cuenta ni con una leve referencia en su entrevista.
Specola
jueves, 23 de julio de 2020
Los pecados contra el Santísimo Sacramento y la necesidad de una cruzada de reparación eucarística
Nunca ha habido a lo largo de la historia de la Iglesia una época en la que el Santísimo Sacramento haya sufrido abusos y ofensas tan pavorosos y graves como los infringidos en las últimas cinco décadas, especialmente desde la autorización oficial y la aprobación papal en 1969 de la práctica de la comunión en la mano. Estos abusos se ven agravados, además, por la práctica generalizada en muchos países, de fieles que, sin haber recibido el sacramento de la penitencia durante muchos años, reciben regularmente la Santa Comunión. El colmo de los abusos de la Santa Eucaristía se constata en la admisión a la Santa Comunión de parejas que viven en un estado público y objetivo de adulterio, violando así sus indisolubles lazos matrimoniales sacramentales válidos, como en el caso de los llamados “divorciados y vueltos a casar”. En algunas regiones, tal admisión a la comunión ha sido aprobada oficialmente con normas concretas y, en el caso de la región de Buenos Aires en Argentina, dichas normas han sido incluso ratificadas por el Papa. Además de estos abusos, también se verifica la práctica de la admisión oficial a la santa comunión a los cónyuges protestantes de matrimonios mixtos, por ejemplo, en algunas diócesis de Alemania.
Decir que el Señor no está sufriendo a causa de los ultrajes perpetrados contra Él en el Santísimo Sacramento puede conducirnos a minimizar las enormes atrocidades cometidas. Algunas personas dicen: Dios se siente ofendido por los abusos hacia el Santísimo Sacramento pero el Señor no sufre personalmente. Esta es, sin embargo, una visión teológica y espiritualmente demasiado estrecha. Aunque Cristo está ahora en su estado glorioso y, por lo tanto, ya no está sujeto a sufrimiento de manera humana, sin embargo se ve afectado y tocado en su Sagrado Corazón por los abusos y oprobios cometidos contra su Divina Majestad y contra la infinitud de su Amor en el Santísimo Sacramento. Nuestro Señor ha expresado a algunos santos sus quejas y su pesar por los sacrilegios y los ultrajes con los que los hombres lo ofenden. Uno puede comprender esta verdad a partir de las palabras que el Señor le dirige a Santa Margarita María de Alacoque, como expone el Papa Pío XI en su encíclica Miserentissimus Redemptor:
«Cuando Jesucristo se aparece a Santa Margarita María, predicándole la infinitud de su caridad, juntamente, como apenado, se queja de tantas injurias como recibe de los hombres por estas palabras que tendrían que grabarse en las almas piadosas de manera que jamás se olvidaran: «He aquí este Corazón que tanto ha amado a los hombres y de tantos beneficios los ha colmado y que en pago a su amor infinito no halla gratitud alguna, sino ultrajes, a veces aun de aquellos que están obligados a amarle con especial amor». (Parágrafo 9).
El Padre Michel de la Sainte Trinité dio una explicación teológica profunda del significado del “sufrimiento” o la “tristeza” de Dios a causa de las ofensas que cometen los pecadores contra él:
«Este “sufrimiento”, esta “tristeza” del Padre Celestial o de Jesús desde su Ascensión, deben entenderse de manera analógica. No se padecen de manera pasiva como hacemos nosotros, sino que, por el contrario, son elegidos libremente y escogidos como la máxima expresión de su misericordia hacia los pecadores llamados a la conversión. Son solo una manifestación del amor de Dios por los pecadores, un amor que es soberanamente libre y gratuito y que no es irrevocable». (Toda la verdad sobre Fátima , vol. I, pp. 1311-1312).
Este significado espiritual análogo de la “tristeza” o el “sufrimiento” de Jesús en el misterio eucarístico se confirma por las palabras del ángel en su aparición en 1916 a los niños de Fátima y especialmente por las palabras y el ejemplo de la vida de San Francisco Marto. Los niños fueron invitados por el ángel a hacer reparación por las ofensas contra Jesús Sacramentado y a consolarlo, como podemos leer en las Memorias de Sor Lucía:
«Mientras estábamos allí, el ángel se nos apareció por tercera vez, sosteniendo un cáliz en sus manos, con una hostia por encima de la cual algunas gotas de sangre caían en el vaso sagrado. Dejando el cáliz y la Hostia suspendidos en el aire, el ángel se postró en el suelo y repitió esta oración tres veces: “La Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo…” Luego, levantándose, una vez más tomó el cáliz y la Hostia en sus manos. Me dio a comulgar la Santa Hostia y a Jacinta y Francisco les dio el contenido del cáliz para beber, diciendoles al hacerlo: “Toma y bebe el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, terriblemente ofendido por los hombres ingratos. Repara sus crímenes y consuela a tu Dios”». (Fátima en las propias palabras de Lucía. Memorias de la Hermana Lucía, Fátima 2007, p. 172)
Al informar sobre la tercera Aparición el 13 de julio de 1917, la hermana Lucía subrayó cómo Francisco percibió el misterio de Dios y la necesidad de consolarlo debido a las ofensas de los pecadores:
«Lo que provocó la mayor impresión en él [Francisco] y lo que totalmente lo absorbió, fue Dios, la Santísima Trinidad, percibido en esa luz que penetró en nuestras almas más íntimas. Después, dijo: “¡Estábamos en llamas en esa luz que es Dios y sin embargo no nos quemamos! ¿Qué es Dios?… Nunca podríamos manifestarlo con palabras. ¡Sí, eso es algo que nunca podríamos expresar! ¡Pero qué lástima que esté tan triste! ¡Ojalá pudiera consolarlo!”» (Memorias de la hermana Lucía, p. 147).
La hermana Lucía escribió cómo Francisco percibió la necesidad de consolar a Dios, a quien entendía que estaba “triste” debido a los pecados de los hombres:
Un día le pregunté: «Francisco, ¿qué te gusta más: consolar a Nuestro Señor o convertir a los pecadores, para que no vayan más almas al infierno?” “Prefiero consolar a Nuestro Señor. ¿No os disteis cuenta de lo triste que estaba la Virgen el mes pasado, cuando dijo que la gente no debía ofender ya más a Nuestro Señor porque ya está muy ofendido? Me gustaría consolar a Nuestro Señor y, después de eso, convertir a los pecadores para que no lo ofendan más». (Memorias de la hermana Lucía, p. 156)
En sus oraciones y en la ofrenda de sus sufrimientos, San Francisco Marto dio prioridad a la intención de “consolar al Jesús Oculto”, es decir, al Señor Eucaristía. La hermana Lucía relató estas palabras de Francisco, que él le dijo: «Cuando salgas de la escuela, vete y quédate un rato cerca del Jesús Oculto y después vuelves a casa solo”. Cuando Lucía le preguntó a Francisco sobre sus sufrimientos, respondió: “Estoy sufriendo para consolar a Nuestro Señor. Primero lo hago para consolar a Nuestro Señor y a la Virgen, y luego, por los pecadores y por el Santo Padre… Más que nada, quiero consolarlo”». (Memorias de la hermana Lucía, p. 157; 163)
Jesucristo continúa de manera misteriosa su Pasión en Getsemaní a lo largo de los siglos en el misterio de su Iglesia y también en el misterio eucarístico, el misterio de su inmenso Amor. Conocida es la expresión de Blaise Pascal: «Jesús estará en agonía hasta el fin del mundo. No debemos dormir durante ese tiempo». (Pensées, n. 553) El cardenal Karol Wojtyla nos dejó una profunda reflexión sobre el misterio de los sufrimientos de Cristo en Getsemaní, que en cierto sentido continúan en la vida de la Iglesia. El cardenal Wojtyla habló también sobre el deber de la Iglesia de consolar a Cristo:
«Y ahora la Iglesia busca recuperar esa hora en Getsemaní —la hora perdida por Pedro, Santiago y Juan— para compensar la falta de compañía del Maestro que aumentó el sufrimiento de su alma. El deseo de recuperar esa hora se ha convertido en una verdadera necesidad de muchos corazones, especialmente para aquellos que viven tan plenamente como pueden el misterio del Corazón Divino. El Señor Jesús nos permite encontrarnos con Él en esa hora y nos invita a compartir la oración de su Corazón. Frente a todas las pruebas que el hombre y la Iglesia tienen que sufrir, hay una necesidad constante de regresar a Getsemaní y emprender esa participación en la oración de Cristo Nuestro Señor». (Signo de contradicción, capítulo 17, “La oración en Getsemaní”)
Jesucristo en el misterio eucarístico no es indiferente e insensible hacia el comportamiento que los hombres muestran hacia Él en este sacramento del amor. Cristo está presente en este sacramento también con su alma, que está hipostáticamente unida a su Persona Divina. El teólogo romano Antonio Piolanti presentó una sólida explicación teológica al respecto. Aunque el Cuerpo de Cristo en la Eucaristía no pudiera ver ni sentir sensiblemente lo que sucede o lo que se dice en el lugar de su presencia sacramental, Cristo en la Eucaristía «escucha todo y ve con conocimiento superior». Piolanti cita entonces al cardenal Franzelin:
«La bendita humanidad de Cristo ve todas las cosas en sí mismas en virtud del infinito conocimiento infuso del Redentor de la humanidad, del Juez de los vivos y de los muertos, del Primogénito de toda criatura, del centro de toda historia celestial y terrenal. Todos estos tesoros de la visión beatífica y del conocimiento infuso están ciertamente en el Alma de Cristo, en la misma medida en que están presentes en la Eucaristía. Además de estas razones, por otro título especial, precisamente como el alma de Cristo está formalmente en la Eucaristía, por el mismo propósito de la institución del misterio, ve todos los corazones de los hombres, todos los pensamientos y afectos, todas las virtudes y todos los pecados, todas las necesidades de toda la Iglesia y de sus miembros individuales; las obras, las ansiedades, las persecuciones, los triunfos— en una palabra, toda la vida interna y externa de la Iglesia, su Esposa, alimentada con su carne y su preciosa Sangre. Así que por un título triple (si podemos decirlo) Cristo en el Santísimo Sacramento ve y de cierta manera divina percibe todos los pensamientos y afectos, la adoración, los homenajes y también los insultos y pecados de todos los hombres en general, de todos sus fieles específicamente y de sus sacerdotes en particular; Percibe homenajes y pecados que se refieren directamente a este inefable misterio de amor». (De Eucharistia, pp. 199-200, citado en Il Mistero Eucaristico, Firenze 1953, pp. 225-226)
Uno de los apóstoles más grandes de la Eucaristía de los tiempos modernos, San Pedro Julián Eymard, nos dejó las siguientes reflexiones profundas sobre los afectos del amor sacrificial de Cristo en la Eucaristía:
«Al instituir su sacramento, Jesús perpetuó los sacrificios de Su Pasión… Estaba familiarizado con todos los nuevos Judas; los contó entre los suyos, entre sus hijos amados. Pero nada de todo esto podría detenerlo. Quería que su amor fuera más allá de la ingratitud y la malicia del hombre; quería sobrevivir a la malicia sacrílega del hombre. Sabía de antemano la tibieza de sus seguidores: conocía la mía; Él sabía qué poco fruto obtendríamos de la Sagrada Comunión. Pero Él quería amar de la misma manera, amar más de lo que era amado, más de lo que el hombre podría devolverle. ¿Hay algo más? Pero ¿no es nada haber adoptado este estado de muerte cuando tiene la plenitud de la vida, una vida glorificada y sobrenatural? ¿No es nada para ser tratado y considerado como un muerto? En este estado de muerte Jesús no tiene belleza, movimiento ni defensa; está envuelto en las Especies Sagradas como en un sudario y puesto en el tabernáculo como en una tumba. Sin embargo, está allí; Lo ve todo y lo oye todo. Se somete a todo como si estuviera muerto. Su amor proyecta un velo sobre su poder, sobre su gloria, sobre sus manos, sobre sus pies, sobre su hermoso rostro y sobre sus labios sagrados; lo ha escondido todo. Sólo nos ha dejado su Corazón para amarnos y su condición de víctima para interceder por nosotros». (La Presencia Real: ¡El Santísimo Sacramento no es Amado!, III)
San Pedro Julián Eymard escribió la siguiente profesión conmovedora y casi mística del amor eucarístico de Cristo, con un ardiente llamamiento a la reparación eucarística:
«El Corazón que soportó los sufrimientos con tanto amor está aquí en el Santísimo Sacramento; no está muerto, sino vivo y activo; no es insensible, sino aun más cariñoso. Jesús ya no puede sufrir: es verdad; pero, ¡ay!, el hombre todavía puede hacerse culpable hacia Él de ingratitudes monstruosas. Vemos a los cristianos que desprecian a Jesús en el Santísimo Sacramento y muestran desprecio por el Corazón que tanto los ha amado y que se consume de amor por ellos. Para despreciarlo alegremente, se aprovechan del velo que lo esconde. Lo insultan con sus irreverencias, sus pensamientos pecaminosos y sus miradas criminales en su presencia. Para expresar su desdén por Él, se aprovechan de su paciencia, de la bondad que sufre todo en silencio como lo hizo con el soldado impío de Caifás, Herodes y Pilatos. Blasfeman sacrílegamente contra el Dios de la Eucaristía. Saben que su amor lo deja sin palabras. Lo crucifican incluso en sus almas culpables. Ellos lo reciben. Se atreven a tomar este corazón vivo y atarlo a un cadáver asqueroso. ¡Se atreven a entregárselo al diablo que es su señor! ¡No! ¡Ni siquiera en los días de su Pasión Jesús ha recibido tantas humillaciones como en su Santísimo Sacramento! La Tierra para Él es un Calvario de ignominias. En su agonía buscó a alguien que lo consolara; en la Cruz pidió que alguien compartiera sus aflicciones. Hoy, más que nunca, debemos expiar y reparar el honor al adorable Corazón de Jesús. Prodiguemos nuestra adoración y nuestro amor a la Eucaristía. ¡Al Corazón de Jesús que vive en el Santísimo Sacramento sea el honor, la alabanza, la adoración y el poder real para siempre y para siempre!» (La Presencia Real. El Sagrado Corazón de Jesús, III).
En su última encíclica Ecclesia de Eucharistia, el Papa Juan Pablo II nos dejó reflexiones luminosas con las que subrayó la extraordinaria santidad del misterio eucarístico y el deber de los fieles de tratar este sacramento con la máxima reverencia y amor ardiente. De todas sus exhortaciones, destaca esta declaración: «No hay peligro de exagerar en la consideración de este Misterio, porque “en este Sacramento se resume todo el misterio de nuestra salvación”» (Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae, III, q. 83, a. 4c).” (n. 61).
Sería una medida pastoralmente urgente y espiritualmente fructífera para la Iglesia, establecer en todas las diócesis del mundo un “Día de Reparación por los crímenes contra la Santísima Eucaristía”. Tal día podría ser el día de octava de la fiesta del Corpus Christi. El Espíritu Santo dará gracias especiales de renovación a la Iglesia en nuestros días en que, y sólo cuando, el Cuerpo Eucarístico de Cristo sea adorado con todos los honores divinos; sea amado; sea cuidadosamente tratado y defendido como realmente el Santísimo de los Santos. Santo Tomás de Aquino dice en el himno Sacris sollemniis: “Oh Señor, visítanos en la medida en que te veneremos en este sacramento”(sic nos Tu visita, sicut Te colimus). Y podemos decir sin lugar a dudas: Oh Señor, visitarás tu Iglesia en nuestros días en la medida en que la práctica moderna de Comunión en la mano retroceda y en la medida en que te ofrezcamos actos de reparación y amor.
En la actual llamada “Emergencia pandémica COVID-19″, los horribles abusos al Santísimo Sacramento han aumentado aún más. Muchas diócesis de todo el mundo han ordenado la comunión en la mano y en esos lugares, el clero, de una manera a menudo humillante, niega a los fieles la posibilidad de recibir al Señor arrodillado y en la lengua, demostrando así un clericalismo deplorable y exhibiendo el comportamiento de neopelagianos rígidos. Además, en algunos lugares, el adorable Cuerpo Eucarístico de Cristo es distribuido por el clero y recibido por los fieles con guantes domésticos o desechables. El tratamiento del Santísimo Sacramento con guantes adecuados para el tratamiento de la basura es un abuso eucarístico indescriptible.
En vista de los horribles maltratos a Nuestro Señor Eucaristía – que es continuamente pisoteado a causa de la comunión en la mano, durante la cual casi siempre caen en el suelo pequeños fragmentos de la Santa Hostia; que es tratado de manera minimalista, privado de lo sagrado, manipulado como si fuera una galleta, o tratado como basura por el uso de guantes domésticos – ningún obispo verdaderamente católico, ningún sacerdote ni ningún fiel laico puede permanecer indiferente y simplemente quedarse de pie y mirar.
Hay que iniciar una cruzada mundial de reparación y consuelo al Señor Eucaristía. Como una medida concreta para ofrecer al Señor Eucaristía, que necesita urgentemente actos de reparación y consuelo, cada católico podría prometer ofrecer mensualmente al menos una hora completa de adoración eucarística, ya sea antes del Santísimo Sacramento en el sagrario o antes del Santísimo Sacramento expuesto en el custodia. La Sagrada Escritura dice: “Donde abundan los pecados, abundó más la gracia” (Rm. 5:20) y podemos añadir de forma análoga: “Donde abundan los abusos eucarísticos, abundarán más los actos de reparación.”
El día en que, en todas las iglesias del mundo católico, los fieles reciban al Santísimo Sacramento, velado bajo la especie de la pequeña Hostia Sagrada, con verdadera fe y corazón puro, en el gesto bíblico de adoración (proskynesis), es decir, arrodillado y con la actitud de un niño, abriendo la boca y dejándose alimentar por Cristo mismo con espíritu de humildad, entonces sin duda llegará la verdadera primavera espiritual. La Iglesia crecerá en la pureza de la Fe Católica, en el celo misionero por la salvación de las almas y en la santidad del clero y de los fieles. De hecho, el Señor visitará su Iglesia con sus gracias en la medida en que lo veneremos en su inefable sacramento del amor (sic nos Tu visita, sicut Te colimus).
Dios conceda que a través de la cruzada eucarística de reparación, pueda aumentar el número de adoradores, amantes, defensores y reparadores del Señor Eucaristía. Que los dos pequeños apóstoles eucarísticos de nuestro tiempo, San Francisco Marto y el pronto beato Carlo Acutis (beatificación el 10 de octubre de 2020) y todos los santos eucarísticos, sean los protectores de esta cruzada eucarística. Porque, como nos recuerda san Pedro Julián Eymard, la verdad irrevocable es la siguiente: “Una época prospera o decae en proporción a su devoción a la Eucaristía. Esta es la medida de su vida espiritual, fe, caridad y virtud.”
+ Athanasius Schneider, Obispo Auxiliar de la archidiócesis de Santa María en Astaná
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Oración de la Cruzada de Reparación al Corazón Eucarístico de Jesús
Dios mío, yo creo, adoro, confío, y te amo! Pido perdón por aquellos que no creen, no adoran, no confían y no te aman. (tres veces)
Oh Divino Corazón Eucarístico de Jesús, aquí nos tienes, postrados con un corazón contrito y adorador ante la majestad de tu amor redentor en el Santísimo Sacramento. Declaramos nuestra disposición a reparar por expiación voluntaria, no sólo por nuestras propias ofensas personales, sino en particular por los indescriptibles ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los que eres ofendido en el Santísimo Sacramento de tu Amor Divino en este nuestro tiempo, especialmente a través de la práctica de la comunión en la mano y por la recepción de la Santa Comunión en un estado de incredulidad y pecado mortal.
Cuanto más ataque la incredulidad vuestra Divinidad y vuestra presencia real en la Eucaristía, más creemos en Vos y os adoramos, ¡oh Corazón Eucarístico de Jesús, en quien habita toda la plenitud de la Divinidad!
Cuanto más se desprecien vuestros sacramentos, más firmemente creeremos en ellos y más reverentemente queremos recibirlos, ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, fuente de vida y santidad!
Cuanto más se denigre y se blasfeme contra vuestro Santísimo Sacramento, más proclamaremos solemnemente: “Dios mío, yo creo, adoro, confío y te amo! Pido perdón por aquellos que no creen, no adoran, no confían y no te aman” ¡Oh Corazón eucarístico de Jesús, más digno eres de toda alabanza!
Cuanto más abandonado y olvidado estés en vuestras iglesias, más queremos visitaros a Vos que moráis entre nosotros en los sagrarios de nuestras iglesias, ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, Casa de Dios y Puerta del Cielo!
Cuanto más se prive de su carácter sagrado a la celebración del sacrificio eucarístico, más queremos apoyar una celebración reverente de la Santa Misa, orientada exterior e interiormente hacia Vos, ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, Tabernáculo del Altísimo!
Cuanto más os reciban en las manos quienes comulgan de pie, faltos de un signo visible de humildad y adoración, más queremos recibiros arrodillados y en la boca, con la humildad del publicano y la sencillez de un niño, ¡oh Corazón Eucarístico de Jesús, de infinita majestad!
Cuanto más os reciben en la Santa Comunión los corazones impuros en estado de pecado mortal, más queremos hacer nosotros actos de contrición y limpiar nuestro corazón con una frecuente recepción del Sacramento de la Penitencia, ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, nuestra Paz y Reconciliación!
Cuanto más obra el infierno para la perdición de las almas, más puede arder nuestro celo por su salvación por el fuego de vuestro amor, ¡oh Corazón Eucarístico de Jesús, salvación de los que esperan en Vos!
Cuanto más se declara la diversidad de religiones como la voluntad positiva de Dios y como un derecho basado en la naturaleza humana; y cuanto más crece el relativismo doctrinal, más confesamos vivamente que Vos sois el único Salvador de la humanidad y el único camino a Dios Padre, ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, Rey y centro de todos los corazones!
Cuanto más sigan sin arrepentirse algunas autoridades de la Iglesia de la exhibición de ídolos paganos en las iglesias, e incluso en Roma, tanto más confesaremos la verdad: “¿Qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos?” (2 Co. 6:16); y tanto más condenaremos con Vos “la abominación de la desolación, de pie en el lugar santo” (Mateo 24:15), ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, santo Templo de Dios!
¡Cuanto más se olviden y transgredan vuestros santos mandamientos, más queremos observarlos con la ayuda de vuestra gracia, ¡oh corazón eucarístico de Jesús, abismo de todas las virtudes!
Cuanto más reinen la sensualidad, el egoísmo y el orgullo entre los hombres, más queremos dedicaros nuestra vida con espíritu de sacrificio y abnegación, ¡Oh Corazón eucarístico de Jesús, abrumado por reproches!
Cuanto más violentamente las puertas del infierno asalten vuestra Iglesia y la roca de Pedro en Roma, más creemos en la indestructibilidad de vuestra Iglesia, ¡oh Corazón Eucarístico de Jesús, fuente de todo consuelo, que no abandona su iglesia ni a la roca de Pedro ni siquiera en las tormentas más pesadas!
Cuantas más personas se separen entre sí en el odio, la violencia y el egoísmo, más íntimamente nosotros, como miembros de la única familia de Dios en la Iglesia, queremos amarnos unos a otros en Vos, ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, lleno de bondad y amor!
Oh Divino Corazón Eucarístico de Jesús, concédenos tu gracia, para que seamos fieles y humildes adoradores, amantes, defensores y reparadores de tu Corazón Eucarístico en esta vida y lleguemos a recibir las glorias de tu amor en la visión beatífica para toda la eternidad! Amén.
Dios mío, yo creo, adoro, confío, y te amo! Pido perdón por aquellos que no creen, no adoran, no confían y no te aman. (tres veces)
Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, ora por nosotros!
Santo Tomás de Aquino, San Pedro Julián Eymard, San Francisco Marto, San Pío de Pietrelcina y todos los santos eucarísticos, orad por nosotros!
Soportar las injurias con paciencia: el pecado de ofenderse (Hilary White)
Soportar las injurias con impaciencia, guardar y alimentar rencores, ofensas y escándalos; la creación de una víctima valerosa
Ayer, tuve la gran alegría de hacer una corta pero fructífera visita al monasterio de Nurcia con motivo de la fiesta de Corpus Christi. Uno, entre los muchos regalos que recibí, fue la breve conversación que sostuve con mi viejo amigo, el Hermano Porter. Tiempo atrás, cuando vivía en Nurcia, este respetable religioso me invitaba a sentarme un rato a charlar en la Portineria[1] (portería) del monasterio. Yo le contaba acerca de mi día y él me daba consejos útiles conforme al modo de pensar del monasterio, siendo “No quejarse” uno de los principios más importantes. Ayer, tuvimos la oportunidad de recrear aquellos felices días, en los que nos sentábamos afuera de la pequeña Portineria, en medio de la paz y belleza del escenario montañoso, el canto de lo pájaros y los perros del monasterio, Primus y Secundus a nuestros pies.
Mencioné que estaba preparando un artículo: “Es acerca de cómo “ofenderse” es un pecado. Y como si fuera algo tan obvio que no requería explicación alguna, el Hermano Porter me dijo: “Claro, por supuesto”. Y seguimos adelante.
Pero para el mundo exterior, ajeno a la paz y al orden moral de la vida monástica tradicional, la noción de ofenderse moralmente ante algo que otra persona dice o hace se toma como algo totalmente obvio. Ciertamente, en la era del internet esto es considerado casi como un imperativo moral y la extraña práctica de los cristianos del pasado de simplemente perdonar las ofensas ya no se recuerda ni siquiera lo suficiente como para burlarse de ella.
Las interrogantes: ¿Es pecado ofenderse? Y ¿Por qué este fenómeno cultural es un peligro para las almas? han cobrado nueva fuerza al inicio de esta extraña explosión de caos vertiginoso, disturbios y violentas puestas en escena por la extrema izquierda. Peor quizás, ha sido el grotesco espectáculo de políticos, celebridades y diversos parásitos mediáticos arrastrándose, llorando y arrodillándose en paróximos artificiales de culpa ante las exigencias de la izquierda Neo-maoísta. Y como Winston Churchill les hubiera podido decir, con cada nivel de postración, las exigencias de mayor apaciguamiento solo crecen en estridencia.
En este momento, dos semanas después de la muerte de George Floyd, la impresión que se tiene a partir de las noticias es la de un mundo occidental interpretando en vivo el rol playing de la antigua película post apocalíptica de Escape de Nueva York, al tiempo que transmite una impresión loable de una “Sesión de Lucha” maoísta masiva por crímenes contra La Revolución.
Una entre las muchas cosas lamentables del catolicismo moderno es haber borrado de la memoria las directrices espirituales que una vez fueron comúnmente conocidas – y predicadas. Hasta hace poco se entendía el propósito de la vida cristiana como la búsqueda de la santidad y la perfección cristiana, especialmente por vías que divergían profundamente de las seguidas por el mundo secular o pagano. El gran tesoro de la enseñanza sobre cómo vivir como católico, ha sido simplemente abandonado en el camino. Pero se acostumbraba a hablar acerca de él y todavía, hoy en día, se le puede encontrar si uno sabe dónde buscar.
Enojarse ante las injurias ajenas – un obstáculo para “todo avance en la vida espiritual”
El gran escritor y director espiritual, Padre Frederick William Faber, fundador del Oratorio de Londres, advierte[2] de la doble tentación que se observa para ser santo: “Hay dos espíritus que efectivamente impiden todo progreso en la vida espiritual; uno es el espíritu de ofenderse y el otro es el deseo ansioso de edificar”.
Por cuanto, agrega: ambos “niegan los cinco principios esenciales de la vida espiritual: la ley de la caridad que todo lo cree, la atención a sí mismo, el hábito de la discreción[3], la indiferencia ante los juicios u opiniones de los hombres[4] y la práctica de la presencia de Dios. De estas cinco maneras destruyen la vida interior mediante una infusión perniciosa de pusilanimidad[5] mezclada con orgullo”. -una mejor descripción del peligro moral del Twitter católico probablemente nunca fue mejor expresada.
En sus Conferencias Espirituales[6], el Padre Faber se extiende más sobre este tema: “Ofender es un pecado grave, pero ofenderse es un pecado aún mayor. Implica la existencia de una gran inmoralidad en nosotros y produce un daño significativamente más grande sobre los demás. Nada injuria tanto como la rapidez para ofenderse”.
Para aquellos que tienen el hábito de hacer esto, el Padre Faber utiliza unos términos inusualmente duros:
Porque encuentro gran cantidad de personas, moderadamente buenas, que piensan que no hay nada malo en ofenderse. Consideran esta conducta como una muestra de su propia bondad y de la delicadeza de su conciencia; mientras que, en realidad, es tan solo la evidencia de su arrogancia desmesurada o de su extrema estupidez.
Tales personas, continúa el Padre Faber, “parecieran frecuentemente sentir y actuar como si el ejercicio de la profesión de su piedad los autoriza de algún modo a enojarse. Es su manera de dar testimonio de Dios”, y de no hacerlo, eso “mostraría una inercia culposa en su vida interior. Su tarea es ofenderse. Creen que sufren mucho cuando se enojan, cuando la verdad, es que lo están disfrutando enormemente. Se trata de una emoción placentera que rompe agradablemente la monotonía de la devoción”.
Por el contrario, escribió:
Mi amigo y compañero columnista de Remnant, el Padre Paul McDonald, me ayudó a llenar algunos vacíos. En respuesta a la cuestión de que el hábito popular de “ofenderse” es un peligro para las almas me escribió, pues “pone de manifiesto una gran falta de fe en la sumisión a la Divina Providencia”.
Como práctica habitual constituye una sensibilidad “muy poco varonil” y muestra una incapacidad para reconocer nuestros propios pecados -los santos, señalaba él, “deseaban los insultos”. Debemos agradecerle a Dios cuando somos insultados y ofendidos después de todo lo que el Señor ha hecho por nosotros. Nos salimos con la nuestra en un montón de otras cosas y nunca fuimos agarrados”, el Padre Paul señaló.
En referencia al comentario anterior del Padre Faber sobre ofenderse”, el Padre Paul dice que ello significa “entre otras cosas, el pecado de permitir que el pecado de otro -o presunto pecado- sea una excusa para nuestro propio pecado. El verdadero escándalo, en un sentido teológico, usualmente no viene acompañado de shock”.
Los Santos humildemente sabían, con absoluta certeza, que ellos eran creyentes. Pero con respecto a lo demás, se veían a sí mismos como miserables, pobres pecadores. Pero esto no calza dentro de las espiritualidades modernas”.
Recurriendo a los líderes de la vida monástica tradicional benedictina, Dom Paul Delatte, estudiante de Dom Prosper Gueranger, escribe[7] acerca de la sección de la Regla de San Benito conocida como los Instrumentos de las Buenas Obras, la cual incluye los consejos fundamentales: “No hagas mal a nadie, sí, soporta con paciencia el mal que se te ha hecho. Ama a tus enemigos. No pagues mal por mal, sino más bien bendice. Soporta persecución por causa de la justicia”.
El segundo gran Abad de Solesmes escribe:
El tema sigue siendo la caridad hacia nuestro prójimo, pero la caridad ejercida en medio de circunstancias difíciles, en las que nuestro prójimo es una prueba para nosotros o incluso se convierte en nuestro enemigo y perseguidor. Existen casos en los que una simple benevolencia interior no basta, en los que la caridad debe estar respaldada por la valentía y la magnanimidad. Nuestro Señor, a veces, exige heroísmo. No solamente nunca debemos abandonar la serenidad de la mente o buscar venganza; todo cristiano debe tener en su corazón esta divina disposición de devolver bien por mal. Para los hijos de Dios, sufrir persecución por causa de la justicia es la máxima felicidad”.
Estas exhortaciones tienen aún más peso cuando recordamos que poco tiempo después de convertirse en Prior de la recientemente refundada San Pedro de Solesmes, el centro y fuente del renacimiento benedictino, Dom Delatte fue obligado a abandonar la abadía con toda la comunidad en el año 1901, por los masones anticlericales en el poder en Francia.
Estas instrucciones de San Benito, escribe Dom Delatte: “nos ponen en guardia contra las formas del mundo que fomentan la discordia entre los hombres. Le advierten al monje que debe abstenerse de toda “acción mundana” las cuales son incompatibles con la dignidad cristiana”.
San Benito condena especialmente al espíritu de murmuración, un espíritu habitual del holgazán y perezoso; al espíritu malicioso y crítico del cascarrabias[8]”.
Estos consejos están dirigidos a fortalecernos contra el orgullo escondido que surge cuando hemos hecho el bien o evitado el mal. Debemos saber a quién le debemos atribuir últimamente la gloria de nuestras virtudes y la vergüenza de nuestras faltas. Suele ser muy común la tendencia a asumir la responsabilidad únicamente por lo bueno y a atribuirnos la gloria de ello”.
La murmuración es un contagio mortal en una comunidad monástica, pero su peligro no está confinado a la vida monástica. En su sección acerca de la verdadera naturaleza de la obediencia religiosa, Dom Delatte cita posteriormente a San Pablo a los Corintios: “Que cada uno dé como propuso en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría”.
Y continua Dom Delatte: “Si tu corazón está amargado o enojado… si se te escapan palabras de protesta o simples murmuraciones escondidas, sin duda tu sacrificio está allí. Pero Dios no acepta tales meros sacrificios materiales. En el Antiguo Testamento Le eran odiosos. Él quiere la ofrenda de una buena voluntad, y hacia ella dirige Sus ojos”
La cura: pequeñez, conocimiento de sí mismo y examen de conciencia
Como siempre ocurre en la vida espiritual, la enfermedad lleva implícito el remedio. El hábito de ofenderse u enojarse, advierte el Padre Faber, entraña el peor tipo de orgullo, “un orgullo que se cree es humildad” y que puede engañar incluso a una persona espiritualmente bien dispuesta. “El orgullo es difícil de manejar incluso cuando estamos conscientes de él; pero un orgullo del cual no se tiene consciencia es un asunto grave”.
Por consiguiente, el remedio evidente es tener consciencia, específicamente consciencia de nuestra propia pequeñez de corazón, particularmente en comparación con Dios, y un examen de conciencia sincero. “Si prestamos atención a nosotros mismos encontraremos que simultáneamente con la ofensa, hay un algún sentimiento herido o un estado alterado o excitado dentro de nosotros. Cuando estamos de buen humor no nos ofendemos”, escribe el Padre Faber.
El Padre McDonald sugiere una suerte de letanía de preguntas a plantearnos: “¿Quiénes somos nosotros para ofendernos? ¿Creamos nosotros a otra persona de la nada y la mantenemos en la existencia? ¿Morimos en la Cruz por ella? ¿Vertimos beneficios dentro ella, le damos su existencia minuto a minuto? ¿Somos nosotros infinitamente perfectos y santos comparados con nuestro prójimo? ¿Me debe esa persona lealtad, obediencia y amor absolutos?”
Y señala simplemente que “es un pecado ofenderse” y ello por una serie de razones. Se trata de un “juicio temerario” en el que se presume un claro conocimiento de la intención de la persona.
¿Y si la persona tiene razón?
¿Y qué sucede si la persona que supuestamente me insultó lo que quería era hacerme una corrección caritativa aunque severa? Si la percibo como un insulto estoy suponiendo que es falsa. Pero, quizás es cierta y me estoy perdiendo la oportunidad de una verdadera y valiosa corrección? ‘¿Se ha [esa persona] convertido en [mi] enemigo porque [ella] me dice la verdad?’ Galatas 4:16.
¿Y si yo no merezco un insulto?
Cristo absolutamente, infinitamente no merecía un insulto. La Virgen Inmaculada absolutamente no merecía un insulto. La Santísima Trinidad es ofendida, es decir, insultada con cada pecado. ¡Por supuesto, yo merezco insultos! Yo merezco el fuego eterno del Infierno, pero el Señor me ha rescatado de él, me ha preservado de él hasta este momento”, concluye el Padre MacDonald.
Hilary White
_________________
[1] La sección de la tienda de los monjes amueblada con bancos acogedores donde uno puede pasar el rato, comer un sándwich, saludar y conversar con los monjes y otros transeúntes locales.
[2] Faber. “Crecimiento en santidad o el progreso de la vida espiritual”. John Murphy co. Baltimore 1855. p. 216
[3] ael hábito de reservarse las opiniones de uno sobre los pecados de otras personas y la propia vida espiritual: “Que tu mano izquierda no sepa lo que está haciendo tu mano derecha”. “No proclames tus buenas obras ante los hombres …” “Mantén tu ayuno en secreto …” “Entra en tu habitación privada …” etc
[4] o como diríamos hoy, “no te preocupes por lo que los demás piensen de ti”
[5] falta de coraje o determinación; timidez
[6] Forgotten Books. print-on-demand Classic Reprint. (Impresión a pedido Classic Reprint) Publicado originalmente en Londres, 1859
[7] “La Regla de San Benito; un comentario “, reimpreso por Wipf y Stock. 2000
[8] Retiro lo dicho. Ésta es la descripción más adecuada de Twitter católico jamás escrita.
[Traducido por María Calvani. Artículo original]
La reflexión vaticana sobre la pandemia ignora cualquier perspectiva sobrenatural
“Las lecciones de fragilidad, finitud y vulnerabilidad nos llevan al umbral de una nueva visión: fomentan un espíritu de vida que requiere el compromiso de la inteligencia y el valor de la conversión moral. Aprender una lección es volverse humilde; significa cambiar, buscando recursos de significado hasta ahora desaprovechados, tal vez repudiados. Aprender una lección es volverse consciente, una vez más, de la bondad de la vida que se nos ofrece, liberando una energía que va más allá de la inevitable experiencia de la pérdida, que debe ser elaborada e integrada en el significado de nuestra existencia. ¿Puede ser esta ocasión la promesa de un nuevo comienzo para la humana communitas, la promesa del renacimiento de la vida? Si es así, ¿en qué condiciones?”.
Disculpen el ‘rollo’, pero me interesa que lo lean para responderme: ¿en qué sentido es este texto reconociblemente católico? Lo pregunto porque se trata de un documento de la Santa Sede, obra de la Pontificia Academia por la Vida como reacción de Roma a la pandemia de coronavirus bajo el título ‘Humana Communitas en la era de la pandemia: consideraciones intempestivas sobre el renacimiento de la vida’.
Para los medios, el titular es que el Vaticano vuelve a culpar a la actividad depredadora del hombre actual con respecto al medio ambiente de la pandemia, lo que resulta ya algo sonrojante. Han sido numerosos los prelados que estos días pasados se han precipitado para anunciar ‘urbi et orbi’ que esta peste no es en absoluto, para nada, de ninguna manera, una advertencia celestial a la humanidad descristianizada, rozando en algunos casos el anatema y la ridiculización inmisericorde. ¿Debemos creer, a cambio, que la Tierra, como un ser sintiente y con capacidad de decidir, sí castiga? ¿Nos quedamos más tranquilos sustituyendo al Dios cristiano por una diosa pagana?
El Papa lo llamó ‘pataleta’ de la Tierra en la entrevista concedida a Jordi Évole. Aquí, el ‘negro’ del arzobispo Vincenzo Paglia, presidente de la Academia, repite lo mismo con otras palabras: “La epidemia del Covid-19 tiene mucho que ver con nuestra depredación de la tierra y el despojo de su valor intrínseco. Es un síntoma del malestar de nuestra tierra y de nuestra falta de atención”.
¿En serio? ¿Dónde ve el nexo de causalidad? ¿No es curioso que cuando el hombre influía muchísimo menos en el planeta las pestes fueran cien veces más devastadoras, como en el caso de la Peste Negra o las cientos de epidemias que han diezmado naciones? ¿Con qué ‘tenía que ver’ aquello? Viendo la tasa de mortalidad total de la pandemia (que podremos apreciar mejor a final del año, cuando podamos comparar la mortalidad total en 2020 con la de 2019), ni siquiera parece que Gaia o la Pachamama esté demasiado enojada, salvo que pudiera calcular las reacciones irracionales de los gobiernos.
En las redes, no pocos han visto esta incoherencia. @Pdeclan, sacerdote de la Diócesis de Cuenca, un popular y activo tuitero, comenta en esta red social con ironía: “A mí me alivia saber que si los virus son “un síntoma del malestar de nuestra tierra” por fin la culpa de muerte de los indígenas americanos por viruela y sarampión ya no va ser considerada culpa de los conquistadores”.
A mí me alivia saber que si los virus son “un síntoma del malestar de nuestra tierra” por fin la culpa de muerte de los indigenas americanos por viruela y sarampión ya no va ser considerada culpa de los conquistadores.
— Declan, ese cura (@PDeclan) July 23, 2020
Pero la principal fuente de preocupación entre muchos fieles de este documento es la que se desprende de nuestro primer párrafo: la absoluta ausencia de referencias sobrenaturales. Es un escrito que podría proceder, no ya de los miembros de cualquier religión, sino de algún departamento de Naciones Unidas o del Gran Oriente de Francia. Otro sacerdote, el padre Juan Manuel Góngora (@patergongora88), escribe en Twitter: “Un documento que no contiene estos cuatro “conceptos” y está repleto de moralina buenista, te lo puede firmar Soros o cualquier “comisión para la destrucción”. Anonadado me hallo”. Los conceptos a los que se refiere, y que muestra en sendas búsquedas sobre el texto, son “Jesucristo”, “Oración”, “Sacramentos” y “Oración”.Carlos Esteban
Un documento que no contiene estos cuatro “conceptos” y está repleto de moralina buenista, te lo puede firmar Soros o cualquier “comisión para la destrucción”. Anonadado me hallo.@JuanjoRomero @luisperezbus @paterjm @PDeclan @PadrePich @PatxiBronchalo @PadreFJD https://t.co/9hbilFsid5 pic.twitter.com/9UFdbJz1VB
— P. Juan Manuel Góngora (@patergongora88) July 23, 2020
Juanjo Romero, colega de Infocatolica, incide: “No hay referencias espirituales, es sociología. Qué tristeza. La Santa Sede vincula el covid-19 a «nuestra depredación de la tierra» y a la «avaricia financiera»”, enlazando con un comentario de Carmelo López-Arias publicado en Religión en Libertad.
Qué análisis más bueno de @carmelopeza sobre el último documento de la @PontAcadLife.
No hay referencias espirituales, es sociología. Qué tristeza.
La Santa Sede vincula el covid-19 a «nuestra depredación de la tierra» y a la «avaricia financiera» https://t.co/VWoaf1Xl6S
— Juanjo Romero ن (@JuanjoRomero) July 22, 2020
Los católicos del siglo XXI vemos con estupor que los dos nuevos pilares de nuestra fe milenaria -eterna, en realidad- son dos conceptos ignorados o consignados a un pie de página en el magisterio de estos dos últimos milenios: medio ambiente (desde la rígida perspectiva de una tesis cuestionable, el dogma civil del Cambio Climático) y el globalismo político y la desaparición de las fronteras.
Y esto, con referencias cada vez más escasas y prescindibles, como de relleno, a las realidades sobrenaturales que hasta ahora se habían considerado como el centro de nuestra fe y el sentido de la Salvación. La deriva de la Iglesia hacia una ONG con pinceladas espirituales, pero que pone el acento cotidiano en las ideologías de moda nacidas del mundo secular (y, en muchos sentidos, anticristiano), es doblemente preocupante, porque vacía de contenido la fe y porque convierte a la institución en algo redundante y, como tal, innecesaria.
Carlos Esteban
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