Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios (1 Cor 2, 12), el Espíritu de su Hijo, que Dios envió a nuestros corazones (Gal 4,6). Y por eso predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles, pero para los llamados, tanto judíos como griegos, es Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1 Cor 1,23-24). De modo que si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema! (Gal 1,9).
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miércoles, 15 de enero de 2020
Il pasticcio Benedicto - Sarah y el celibato
La situación que explotó en los últimos dos días a raíz del libro escrito por Benedicto XVI y el Cardenal Sarah sobre el celibato es grave. Pareciera que no aporto ninguna novedad al calificarla de tal modo porque lo cierto es que todo lo que ocurre durante el pontificado de Bergoglio es grave, pero en este caso, la gravedad es aún mayor y todavía es muy pronto para saber cómo terminará el affaire. Lo cierto es que en el Vaticano están furiosos y los “guardianes de la revolución” han soltado a la jauría.
Copio a continuación el artículo de Ricardo Cascioli aparecido recién en La brújula cotidiana. Me parece un excelente análisis de los hechos. Agregaría solamente una observación. Me huelo que el que complicó la situación fue Nicolás Diat, el editor de los libros del cardenal Sarah. Y, como apunta Marco Tosatti, lo hizo “tutto a sua gloria e merito”.
El libro sobre el celibato, el gran lío de monseñor Georg Gänswein
Tras el clamor suscitado por los extractos del libro en defensa del celibato eclesiástico, firmado por Benedicto XVI y el cardenal Robert Sarah, se discute el sensacional giro de 180 grados del secretario de Ratzinger, monseñor Georg Gänswein. Había asegurado el desconocimiento del Papa emérito sobre el proyecto del libro a cuatro manos, pero los hechos lo desmienten. Y el cardenal Sarah confirma que todo estaba claro y compartido, y publica cartas de Benedicto XVI dirigidas a él. Y los editores también recibieron en su momento el "visto, se imprima" de Gänswein. Quizás después de los violentos ataques, mentiras y amenazas recibidas, el secretario ha querido proteger al Papa emérito, pero va a obtener el resultado contrario, porque separar a Benedicto XVI del cardenal Sarah sólo ha facilitado a sus enemigos su eliminación. Mientras tanto, el libro saldrá con la firma del cardenal Sarah y "con la contribución de Benedicto XVI". Pero el contenido, que es lo que cuenta, sigue siendo el mismo.
Empecemos con los hechos. El libro "Desde lo más profundo del corazón", del que Le Figaro anticipó algunos extractos causando un gran revuelo, ha sido compartido realmente por Benedicto XVI y el cardenal Robert Sarah. La obra está compuesta por dos ensayos sobre el sacerdocio, con especial atención al celibato, escritos respectivamente por Benedicto XVI y el cardenal Sarah. Luego hay una introducción y una conclusión firmada por ambos: las dos fueron escritas por el cardenal Sarah pero vistas y aprobadas por Ratzinger. Y el "visto, se imprima" vino directamente del secretario personal de Benedicto XVI, monseñor Georg Gänswein.
¿De dónde viene entonces todo el caos de estas horas y el giro inesperado de Gänswein? El secretario de Ratzinger ha declarado a la agencia de noticias ANSA: "El Papa emérito sabía que el cardenal estaba preparando un libro y había enviado un texto suyo sobre el sacerdocio autorizándole a usarlo como quisiera. Pero no había aprobado ningún proyecto de libro firmado por ambos, ni había visto o autorizado la portada". En realidad, los editores son capaces de demostrar que monseñor Gänswein está mintiendo: el secretario sabía muy bien que el libro saldría con la doble firma y había dado el visto bueno a pesar de que era consciente del enorme impacto que tendría la publicación. Además, desde la tarde del lunes 13 de enero, tan pronto como se difundió la noticia de una disputa sobre las firmas, el cardenal Sarah –hablando de "difamaciones de excepcional gravedad"- hizo circular en las redes sociales las cartas que le había escrito Benedicto XVI en las que se ponía de manifiesto que el Papa emérito era consciente del proyecto del libro.
Y de nuevo, la introducción corresponde a esa media página preparada por el cardenal Sarah que es el tema de la carta enviada por Ratzinger el 25 de noviembre: "Querida Eminencia, de todo corazón quiero darle las gracias por el texto añadido a mi contribución y por toda la elaboración que ha hecho. Me ha conmovido profundamente que haya comprendido mis intenciones: en realidad había escrito siete páginas de aclaración metodológica de mi texto y me alegra decir que usted ha sido capaz de decir lo esencial en media página. Por lo tanto, no veo la necesidad de enviarle las siete páginas, ya que usted ha expresado lo esencial en media página. Por mi parte, el texto puede ser publicado en la forma que usted ha previsto".
En la mañana del 14 de enero, el cardenal Sarah reconstruye de nuevo con un comunicado oficial todo el proceso que ha llevado a la publicación del libro: desde el 5 de septiembre pasado, cuando fue a ver a Benedicto XVI a la Mater Ecclesiae pidiéndole un "texto sobre el sacerdocio católico, con especial atención al celibato", hasta el 3 de diciembre, cuando en otra visita explicó a Benedicto XVI que "nuestro libro se imprimiría durante las vacaciones de Navidad y que se daría a conocer el miércoles 15 de enero". Entre tanto, las fechas que han marcado los distintos momentos han sido en gran parte ya documentadas con las cartas que circularon el día 13 por la tarde. En la conclusión del comunicado, el cardenal Sarah habla de "una abyecta controversia": "Perdono sinceramente a todos aquellos que me calumnian o que quieren oponerse al Papa Francisco. Mi adhesión a Benedicto XVI permanece intacta y mi obediencia filial al Papa Francisco es absoluta".
El tema es entonces por qué monseñor Gänswein, en nombre de Benedicto XVI, ha dado este insólito giro con el doble y dramático resultado de haber puesto al cardenal Sarah en serias dificultades y de haber distraído la atención de los contenidos del libro, que siguen estando en cualquier caso confirmados y al mismo tiempo son perturbadores. Además, las afirmaciones más relevantes teológicamente sobre la cuestión del celibato, que niegan absolutamente la posibilidad de excepciones motivadas por necesidades sociales, se pueden encontrar precisamente en el ensayo de Ratzinger.
Sin ninguna duda la publicación de los extractos del libro ha provocado un terremoto en el Vaticano: una verdadera bomba mientras se espera la exhortación post-sinodal con la que algunos albergan la esperanza de que el Papa Francisco se abra a las peticiones contenidas en las conclusiones, precisamente en lo que se refiere a las excepciones al celibato eclesiástico. Las reacciones de los "guardianes de la revolución" no se han hecho esperar en absoluto: si por un lado el gran jefe de la comunicación vaticana, Andrea Tornielli, ha escrito en Vatican News un artículo "normalizador" que intenta reconciliar la posición expresada por Ratzinger con la del Papa Francisco, por otro lado ha “desatado a sus hombres” con el doble propósito de cerrar la boca del Papa emérito y “manchar” al cardenal Sarah, que habría dado vueltas alrededor de un Papa emérito descrito como un pobre viejo tonto. Es significativo a este respecto que el "delfín" de Tornielli, Domenico Agasso jr., firmara el 14 de enero el artículo de apertura de La Stampa, con el título inequívoco de "El Vaticano, el nudo del Papa emérito". Resumen: "Crece la petición de un texto que prevea límites al ejercicio del magisterio del Pontífice renunciante". ¿No está claro?
Se pueden hacer una idea del tipo de presiones que habrán recibido Benedicto XVI y monseñor Gänswein quien, entre otras cosas, es Prefecto de la Casa Pontificia y por lo tanto, se encuentra en una posición delicada entre Ratzinger y el Papa Francisco. Dada la violencia de los ataques públicos, podemos adivinar fácilmente lo que ha ocurrido en privado. Eso no justifica los cambios de rumbo de monseñor Gänswein, pero tal vez se pueda entender que, ante las amenazas y falsedades que circulaban, pretendía proteger a Benedicto XVI. El problema es que obtendrá el resultado contrario: al separar al Papa emérito del cardenal Sarah sólo ha facilitado a sus enemigos su eliminación. Y al mismo tiempo ha debilitado la contribución que los ensayos de Benedicto XVI y Sarah pretenden aportar al debate sobre el celibato eclesiástico, para detener el ataque a la identidad de la Iglesia. El cardenal Sarah ha escrito en Twitter: "Considerando la controversia que ha causado la publicación del libro ‘Desde lo más profundo de nuestro corazón’, se ha decidido que el autor del libro será para futuras publicaciones: el cardenal Sarah, con la contribución de Benedicto XVI. Sin embargo, el texto completo permanece absolutamente inalterado".
Wanderer
lunes, 13 de enero de 2020
Un libro bomba. Ratzinger y Sarah le piden a Francisco que no abra la puerta a los sacerdotes casados (Sandro Magister)
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Se han visto. Se han escrito. Precisamente mientras “el mundo retumbaba con el ruido creado por un extraño sínodo de los medios de comunicación que ocupaba el lugar del sínodo real”, el de la Amazonia.
Y han decidido romper el silencio: “Era nuestro deber sagrado recordar la verdad del sacerdocio católico. En estos tiempos difíciles, cada uno debe temer que un día Dios le dirija este duro reproche: ‘Maldito seas, que no dijiste nada’”. Invectiva, esta, retomada de santa Catalina de Siena, gran fustigadora de papas.
Poco antes de Navidad, el papa emérito Benedicto XVI y el cardenal guineano Robet Sarah han entregado a la imprenta un libro que sale en Francia a mediados de enero, publicado por Fayard, con el título: "Desde lo más profundo de nuestros corazones"; es decir, antes de que el papa Francisco haya dictado las conclusiones de ese sínodo amazónico que, en realidad, más que sobre ríos y junglas, ha sido una furiosa discusión sobre el futuro del sacerdocio católico, si célibe o no, y si abierto en un futuro a las mujeres.
Efectivamente, para Francisco será un problema serio abrir la puerta al sacerdocio casado y al diaconado femenino después de que su predecesor y un cardenal de profunda doctrina y evidente santidad de vida como Sarah hayan tomado una posición tan clara y poderosamente argumentada en defensa del celibato sacerdotal, dirigiéndose al papa reinante con estas palabras casi de ultimatum, escritas con la pluma de uno, pero con el pleno consentimiento del otro:
“Hay un vínculo ontológico-sacramental entre el sacerdocio y el celibato. Cada vez que se redimensiona este vínculo se cuestiona el magisterio del concilio y de los papas Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Suplico humildemente al papa Francisco que nos proteja definitivamente de esta eventualidad, vetando toda debilitación de la ley del celibato sacerdotal, no importa si limitada a esa u otra región”.El libro, de 180 páginas, después de un prólogo de Nicolas Diat, se articula en cuatro capítulos.
El primero, titulado "¿De qué tenéis miedo?", es una introducción firmada conjuntamente por los dos autores, fechada septiembre de 2019.
El segundo es de Joseph Ratzinger, de enfoque bíblico y teológico, y lleva el título "El sacerdocio católico". Está fechado 17 de septiembre, antes de que iniciara el sínodo.
El tercero es del cardenal Sarah y se titula: "Amar hasta el final. Enfoque eclesiológico y pastoral sobre el celibato sacerdotal". Está fechado 25 de noviembre, un mes después de que acabara el sínodo, al que el autor había participado asiduamente.
El cuarto es la conclusión conjunta de ambos autores, titulado: “"A la sombra de la cruz" y lleva la fecha del 3 de diciembre.
En el capítulo por él firmado, Ratzinger quiere, especialmente, arrojar luz sobre “la profunda unidad entre los dos Testamentos, a través del paso del Templo de piedra al Templo que es el cuerpo de Cristo”. Y aplica este hermenéutica a tres textos bíblicos, de los que extrae la noción cristiana del sacerdocio célibe.
El primero es un pasaje del salmo 16: “El Señor es el lote de mi heredad y mi copa…”.
El tercero son estas palabras de Jesús en el evangelio de Juan 17,17: “Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad”.
Mientras que el segundo son dos pasajes del Deuteronomio (10, 8 y 18, 5-8) incorporados a la oración eucarística II: “Te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia”.
Para ilustrar el significado de estas palabras, Ratzinger cita casi íntegramente la homilía que pronunció en San Pedro la mañana del 20 de marzo de 2008, jueves santo, en la misa crismal con la que se ordenan los sacerdotes.
Homilía que reproducimos a continuación, como pequeña muestra de todo el libro, y de las páginas más directamente dedicadas a la cuestión del celibato.
*
“Nosotros no nos anunciamos a nosotros mismos”
de Joseph Ratzinger / Benedicto XVI
El Jueves santo nos brinda la ocasión de preguntarnos de nuevo: ¿A qué hemos dicho «sí»? ¿Qué es «ser sacerdote de Jesucristo»? El Canon II de nuestro Misal, que probablemente fue redactado en Roma ya a fines del siglo II, describe la esencia del ministerio sacerdotal con las palabras que usa el libro del Deuteronomio (cf. Dt 18, 5. 7) para describir la esencia del sacerdocio del Antiguo Testamento: astare coram te et tibi ministrare.
Por tanto, son dos las tareas que definen la esencia del ministerio sacerdotal: en primer lugar, «estar en presencia del Señor». En el libro del Deuteronomio esa afirmación se debe entender en el contexto de la disposición anterior, según la cual los sacerdotes no recibían ningún lote de terreno en la Tierra Santa, pues vivían de Dios y para Dios. No se dedicaban a los trabajos ordinarios necesarios para el sustento de la vida diaria. Su profesión era «estar en presencia del Señor», mirarlo a él, vivir para él.
La palabra indicaba así, en definitiva, una existencia vivida en la presencia de Dios y también un ministerio en representación de los demás. Del mismo modo que los demás cultivaban la tierra, de la que vivía también el sacerdote, así él mantenía el mundo abierto hacia Dios, debía vivir con la mirada dirigida a él.
Si esa expresión se encuentra ahora en el Canon de la misa inmediatamente después de la consagración de los dones, tras la entrada del Señor en la asamblea reunida para orar, entonces para nosotros eso indica que el Señor está presente, es decir, indica la Eucaristía como centro de la vida sacerdotal. Pero también el alcance de esa expresión va más allá.
En el himno de la liturgia de las Horas que durante la Cuaresma introduce el Oficio de lectura —el Oficio que en otros tiempos los monjes rezaban durante la hora de la vigilia nocturna ante Dios y por los hombres—, una de las tareas de la Cuaresma se describe con el imperativo «arctius perstemus in custodia», «estemos de guardia de modo más intenso». En la tradición del monacato sirio, los monjes se definían como «los que están de pie». Estar de pie equivalía a vigilancia.
Lo que entonces se consideraba tarea de los monjes, con razón podemos verlo también como expresión de la misión sacerdotal y como interpretación correcta de las palabras del Deuteronomio: el sacerdote tiene la misión de velar. Debe estar en guardia ante las fuerzas amenazadoras del mal. Debe mantener despierto al mundo para Dios. Debe estar de pie frente a las corrientes del tiempo. De pie en la verdad. De pie en el compromiso por el bien.
Estar en presencia del Señor también debe implicar siempre, en lo más profundo, hacerse cargo de los hombres ante el Señor que, a su vez, se hace cargo de todos nosotros ante el Padre. Y debe ser hacerse cargo de él, de Cristo, de su palabra, de su verdad, de su amor. El sacerdote debe estar de pie, impávido, dispuesto a sufrir incluso ultrajes por el Señor, como refieren los Hechos de los Apóstoles: estos se sentían «contentos por haber sido considerados dignos de sufrir ultrajes por el nombre de Jesús» (Hch 5, 41).
Pasemos ahora a la segunda expresión que la plegaria eucarística II toma del texto del Antiguo Testamento: «servirte en tu presencia». El sacerdote debe ser una persona recta, vigilante; una persona que está de pie. A todo ello se añade luego el servir. En el texto del Antiguo Testamento esta palabra tiene un significado esencialmente ritual: a los sacerdotes correspondía realizar todas las acciones de culto previstas por la Ley. Pero realizar las acciones del rito se consideraba como servicio, como un encargo de servicio. Así se explica con qué espíritu se debían llevar a cabo esas acciones.
Al utilizarse la palabra «servir» en el Canon, en cierto modo se adopta ese significado litúrgico del término, de acuerdo con la novedad del culto cristiano. Lo que el sacerdote hace en ese momento, en la celebración de la Eucaristía, es servir, realizar un servicio a Dios y un servicio a los hombres. El culto que Cristo rindió al Padre consistió en entregarse hasta la muerte por los hombres. El sacerdote debe insertarse en este culto, en este servicio.
Así, la palabra «servir» implica muchas dimensiones. Ciertamente, del servir forma parte ante todo la correcta celebración de la liturgia y de los sacramentos en general, realizada con participación interior. Debemos aprender a comprender cada vez más la sagrada liturgia en toda su esencia, desarrollar una viva familiaridad con ella, de forma que llegue a ser el alma de nuestra vida diaria. Si lo hacemos así, celebraremos del modo debido y será una realidad el ars celebrandi, el arte de celebrar.
En este arte no debe haber nada artificioso. Si la liturgia es una tarea central del sacerdote, eso significa también que la oración debe ser una realidad prioritaria que es preciso aprender sin cesar continuamente y cada vez más profundamente en la escuela de Cristo y de los santos de todos los tiempos. Dado que la liturgia cristiana, por su naturaleza, también es siempre anuncio, debemos tener familiaridad con la palabra de Dios, amarla y vivirla. Sólo entonces podremos explicarla de modo adecuado. «Servir al Señor»: precisamente el servicio sacerdotal significa también aprender a conocer al Señor en su palabra y darlo a conocer a todas aquellas personas que él nos encomienda.
Del servir forman parte, por último, otros dos aspectos. Nadie está tan cerca de su señor como el servidor que tiene acceso a la dimensión más privada de su vida. En este sentido, «servir» significa cercanía, requiere familiaridad. Esta familiaridad encierra también un peligro: el de que lo sagrado con el que tenemos contacto continuo se convierta para nosotros en costumbre. Así se apaga el temor reverencial. Condicionados por todas las costumbres, ya no percibimos la grande, nueva y sorprendente realidad: él mismo está presente, nos habla y se entrega a nosotros.
Contra este acostumbrarse a la realidad extraordinaria, contra la indiferencia del corazón debemos luchar sin tregua, reconociendo siempre nuestra insuficiencia y la gracia que implica el hecho de que él se entrega así en nuestras manos. Servir significa cercanía, pero sobre todo significa también obediencia. El servidor debe cumplir las palabras: «No se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lc 22, 42). Con esas palabras, Jesús, en el huerto de los Olivos, resolvió la batalla decisiva contra el pecado, contra la rebelión del corazón caído.
El pecado de Adán consistió, precisamente, en que quiso realizar su voluntad y no la de Dios.
La humanidad tiene siempre la tentación de querer ser totalmente autónoma, de seguir sólo su propia voluntad y de considerar que sólo así seremos libres, que sólo gracias a esa libertad sin límites el hombre sería completamente hombre. Pero precisamente así nos ponemos contra la verdad, dado que la verdad es que debemos compartir nuestra libertad con los demás y sólo podemos ser libres en comunión con ellos. Esta libertad compartida sólo puede ser libertad verdadera si con ella entramos en lo que constituye la medida misma de la libertad, si entramos en la voluntad de Dios.
Esta obediencia fundamental, que forma parte del ser del hombre, ser que no vive por sí mismo ni sólo para sí mismo, se hace aún más concreta en el sacerdote: nosotros no nos anunciamos a nosotros mismos, sino a él y su palabra, que no podemos idear por nuestra cuenta. Sólo anunciamos correctamente la palabra de Cristo en la comunión de su Cuerpo. Nuestra obediencia es creer con la Iglesia, pensar y hablar con la Iglesia, servir con ella. También en esta obediencia entra siempre lo que Jesús predijo a Pedro: «Te llevarán a donde tú no quieras» (Jn 21, 18). Este dejarse guiar a donde no queremos es una dimensión esencial de nuestro servir y eso es precisamente lo que nos hace libres. En ese ser guiados, que puede ir contra nuestras ideas y proyectos, experimentamos la novedad, la riqueza del amor de Dios.
«Servirte en tu presencia»: Jesucristo, como el verdadero sumo Sacerdote del mundo, confirió a estas palabras una profundidad antes inimaginable. Él, que como Hijo era y es el Señor, quiso convertirse en el Siervo de Dios que la visión del libro del profeta Isaías había previsto. Quiso ser el servidor de todos. En el gesto del lavatorio de los pies quiso representar el conjunto de su sumo sacerdocio. Con el gesto del amor hasta el extremo, lava nuestros pies sucios; con la humildad de su servir nos purifica de la enfermedad de nuestra soberbia. Así nos permite convertirnos en comensales de Dios. Él se abajó, y la verdadera elevación del hombre se realiza ahora en nuestro subir con él y hacia él. Su elevación es la cruz. Es el abajamiento más profundo y, como amor llevado hasta el extremo, es a la vez el culmen de la elevación, la verdadera «elevación» del hombre.
«Servirte en tu presencia» significa ahora entrar en su llamada de Siervo de Dios. Así, la Eucaristía como presencia del abajamiento y de la elevación de Cristo remite siempre, más allá de sí misma, a los múltiples modos del servicio del amor al prójimo. Pidamos al Señor, en este día, el don de poder decir nuevamente en ese sentido nuestro «sí» a su llamada: «Heme aquí. Envíame, Señor» (Is 6, 8). Amén.
Sandro Magister
domingo, 12 de enero de 2020
Entrevistado por un periodista del servicio de prensa de la Conferencia Episcopal, Josef De Kesel, cardenal arzobispo de Bruselas nombrado por Francisco, destaca como aspecto más positivo “los jóvenes que se han manifestado por la protección de nuestro planeta” (Carlos Esteban)
Incluso obviando turbulencias y polémicas que deberían preocupar como amenazas a su unidad, la Iglesia tuvo en 2019 cualquier cosa menos un año fácil. En China, el gobierno comunista ha respondido al levantamiento de la excomunión a la Iglesia patriótica por el Vaticano aumentando la persecución de los católicos fieles, demoliendo templos, realizando detenciones de clérigos y, finalmente, exigiendo a los prelados que prediquen los principios del socialismo.
En el Sahel africano, en países como Nigeria y Burkina Faso, las matanzas de cristianos por parte de islamistas se están convirtiendo en rutina, convirtiendo en verdadera heroicidad mantener la fe en esos países.
En Estados Unidos surgen nuevas denuncias de abusos sexuales por parte de clérigos y las autoridades amenazan con usar contra la Iglesia una ley creada para luchar contra la mafia, RICO.
En Australia refrendan la condena por abusos a dos menores contra el Cardenal Pell, antiguo responsable de las finanzas vaticanas, que sigue en prisión pese a las serias dudas que ofrece su caso.
Los estudios demoscópicos hablan de apostasías masivas en Argentina y de absoluta ignorancia de los principios esenciales de la fe en Estados Unidos.
Pero el primado de la Iglesia belga, entrevistado en el órgano de la Conferencia Episcopal online, CathoBel, lo primero que destaca ‘en el plano positivo’ es que “los jóvenes se han manifestado por la protección de nuestro planeta”.
Y se explaya:
Pero el primado de la Iglesia belga, entrevistado en el órgano de la Conferencia Episcopal online, CathoBel, lo primero que destaca ‘en el plano positivo’ es que “los jóvenes se han manifestado por la protección de nuestro planeta”.
Y se explaya:
“2019 ha sido un año importante para la ecología, sobre todo gracias a esos jóvenes que han conseguido movilizar la opinión pública. Hoy somos verdaderamente conscientes del problema, que se ha vuelto difícil de negar, aun cuando la COP 25 de Madrid no ha sido un gran éxito”.Es llamativo que lo primero que destaca el arzobispo más importante de una de las naciones más castigadas por la desbandada de los católicos, Bélgica, sea un asunto en el que se le podría confundir con cualquier político o incluso con cualquier ‘celebrity’ y que nada tiene que ver con su misión de pastor, responsable de las almas de su rebaño.
Carlos Esteban
NOTICIAS VARIAS 11 de Enero de 2010
INFOVATICANA
SPECOLA
IL SETTIMO CIELO
Selección por José Martí
viernes, 10 de enero de 2020
La persecución anticatólica en China ha crecido tras el pacto vaticano, alerta el Congreso de EE UU (Carlos Esteban)
Después de que Pekín firmara un acuerdo con la Santa Sede en septiembre de 2018 para unificar las comunidades católicas sancionadas por el Estado y las clandestinas, asegura el informe de la Administración de Estados Unidos, las autoridades locales chinas han sometido a los católicos a una creciente persecución, demoliendo iglesias, retirando cruces y deteniendo a clérigos de la Iglesia fiel. El informe cubre el lapso entre agosto de 2018 y el mismo mes de 2019, y es fruto de una comisión establecida por el Congreso en el año 2000 para informar sobre violaciones de derechos humanos y actualizar una base de datos de prisioneros políticos.
Uno de los detalles que destaca el informe, hecho público esta semana, es la proliferación de campos de internamiento en el oeste de la provincia de Xinjiang y la brutal persecución a grupos religiosos. Forma parte de un plan quinquenal de ‘sinificación’ del Partido Comunista Chino para establecer el control estatal sobre la religión. Según los expertos, añade el informe, la intensidad y amplitud de la persecución no se veía desde la Revolución Cultural de Mao.
Y se prevé que China pise el acelerador del control sobre los grupos religiosos este año. Entre las nuevas restricciones previstas está la exigencia de que los grupos religiosos prediquen los valores del socialismo y promuevan los principios y políticas del Partido Comunista Chino, abierta y agresivamente ateo. El Partido se arroga la competencia de elegir a los líderes religiosos y a mediar en las disputas. Las iglesias clandestinas o domésticas quedan fuera de la ley.
Curiosamente, en el mensaje en que Su Santidad perfiló su programa para este año, en el que tuvo tanto protagonismo el aspecto político e internacional, no pronunció la menor insinuación de protesta ante esta brutal laminación del catolicismo en un país para el que, hasta ahora, la Curia solo ha tenido buenas palabras.
Carlos Esteban
jueves, 9 de enero de 2020
NOTICIAS VARIAS 9 de enero de 2020
INFOVATICANA
En su alocución al cuerpo diplomático, Su Santidad ha delineado el programa de su gestión para el año que empieza, en la que destaca la reforma de la Curia, más ‘humanismo’ interreligioso y más colaboración con la ONU. Es decir, más de lo mismo. (Carlos Esteban)
SPECOLA
SECRETUM MEUM MIHI
Brasil: Juez ordena a Netflix retirar programa cristianofóbico, medios anticristianos salen en defensa del programa y tachan de censura el hecho
ADELANTE LA FE
No tenemos Hermanos Mayores
INFOCATÓLICA
Cardenal Zen a todos los cardenales: «¿Podemos presenciar pasivamente este asesinato de la Iglesia en China?»
Selección por José Martí
Noticias varias del 8 de enero de 2020
Un libro enseña a los niños a invocar a los demonios
INFOCATÓLICA
El obispo de Trieste arremete contra los que difunden una imagen de Cristo herética y blasfema
SPECOLA
Horas bajas del Papa Francisco, las ofrendas y los fieles la mitad de la mitad, el asesinato de la Iglesia Católica en China, procesos del Vaticano sin garantías.
GLORIA TV
Cardenal ZEN disgustado: Francisco afirma continuidad con Benedicto, aunque la verdad es lo contrario
Selección por José Martí
El cardenal Zen escribe a todos los cardenales del mundo alertando del “asesinato de la Iglesia en China”

por Fernando Beltrán | 08 enero, 2020
“¿Podemos presenciar pasivamente este asesinato de la Iglesia en China por quienes deberían protegerla y defenderla de los enemigos?”
El cardenal Zen envió una carta a todos los cardenales del mundo, en la que expone el problema del acuerdo secreto entre el Vaticano y el Partido Comunista de China.
Esta cuestión, dice el cardenal chino, “no sólo concierne a la Iglesia en China, sino a toda la Iglesia. Y nosotros, los cardenales, tenemos la inmensa responsabilidad de ayudar al Santo Padre en la guía de la Iglesia”.
InfoVaticana ha tenido acceso a la misiva, fechada el 27 de septiembre de 2019, que a continuación ofrecemos. La carta tiene como anexos las Dubia del cardenal Zen, publicadas en julio, y las directrices que publicó en junio la Santa Sede
Eminencia,
Le pido disculpas por las molestias que esta carta le pueda causar; pero en conciencia creo que el problema que abordo no sólo concierne a la Iglesia en China, sino a toda la Iglesia. Y nosotros, los cardenales, tenemos la inmensa responsabilidad de ayudar al Santo Padre en la guía de la Iglesia.
Pues bien, desde mi análisis del Documento de la Santa Sede (28/6/19) [VÉASE AL FINAL DE ESTE ARTÍCULO] “Orientamenti pastorali circa la registrazione civile del Clero in Cina”, está bastante claro que el mismo empuja a los fieles en China a entrar en una Iglesia cismática (independiente del Papa y a las ordenes del Partido comunista).
El día 1 de julio presenté mis “dubia” al Papa. Su Santidad me prometió el 3 de julio interesarse en ello, pero a día de hoy todavía no he sabido nada.
El cardenal Parolin dice que cuando hoy hablamos de la Iglesia independiente no hay que entender esta independencia como absoluta, porque el acuerdo reconoce el papel del Papa en la Iglesia Católica.
En primer lugar, no puedo creer que exista esta afirmación en el acuerdo si no lo veo (entre otras cosas, ¿por qué este acuerdo debe mantenerse secreto y no puedo verlo ni yo, un cardenal chino?); pero, lo que es aún más evidente, toda la realidad después de la firma del acuerdo demuestra que nada ha cambiado, al contrario…
El cardenal Parolin cita una frase de la carta del papa Benedicto sacándola totalmente fuera de contexto; es más, es diametralmente opuesta a todo el párrafo.
Esta manipulación del pensamiento del papa emérito es una grave falta de respeto; o, mejor dicho, es un deplorable insulto a la persona del papa manso y gentil, que aún vive.
También me repugna que a menudo declaren que lo que están haciendo es en continuidad con el pensamiento del papa anterior, cuando es verdad lo contrario. Poseo fundamentos para creer (y espero un día poder demostrarlo con documentos de archivo) que el acuerdo firmado es el mismo que el papa Benedicto, en su día, se negó a firmar.
Querida Eminencia, ¿podemos presenciar pasivamente este asesinato de la Iglesia en China por quienes deberían protegerla y defenderla de los enemigos?
Le suplica, de rodillas, su hermano
Cardenal Joseph ZEN, S.D.B.
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“Dubia” del cardenal Zen sobre sobre las orientaciones pastorales de la Santa Sede con respecto al registro civil del clero en China (actualizado al 8 de julio de 2019)
Ante todo, parece extraño que la “Santa Sede” emita un documento tan sumamente importante sin especificar de qué dicasterio procede y sin añadir la firma de la autoridad responsable.
En los párrafos 1 y 2, el documento expone el problema y la línea general de solución.
1. El problema es que el gobierno niega sus promesas de respetar la doctrina católica y, en el registro civil del clero, casi siempre requiere aceptar el principio de independencia, autonomía y autoadministración de la Iglesia en China (se debería completar con lo que la carta del papa Benedicto XVI dice en el punto 7, 8: “… adoptar actitudes, hacer gestos y asumir compromisos que son contrarios a los dictados de su conciencia como católicos”).
2. Ante la compleja situación que no siempre es la misma en todas partes, la Santa Sede ofrece una línea general de cómo actuar:
por una parte, no pretende forzar las conciencias y pide, por tanto, (omitiendo decir explícitamente “al gobierno”) que se respete la conciencia católica;
por otra parte, plantea como principio general que “la clandestinidad no forma parte de la normalidad de la vida de la Iglesia” (carta del Papa Benedicto 8.10), es decir, es normal salirse de ella.
Con respecto a la cita de la carta del papa Benedicto XVI en el punto 8.10, me permito transcribir casi todo el párrafo:
(a) “Algunos de ellos [obispos], al no querer someterse a un control indebido sobre la vida de la Iglesia, y deseosos de mantener su plena fidelidad al Sucesor de Pedro y a la doctrina católica, se han visto obligados a ser consagrados clandestinamente”;
(b) “La clandestinidad no forma parte de la normalidad de la vida de la Iglesia”;
(c) “La historia demuestra que pastores y fieles recurren a ella [a la clandestinidad] sólo en el sufrido deseo de mantener íntegra la propia fe”;
(d) “No aceptar injerencias de organismos estatales en lo que afecta a lo íntimo de la vida de la Iglesia”.
Al padre Jeroom Heyndrickx y al cardenal Parolin les gusta citar sólo la parte (b); el papa Francisco (en su mensaje del 26 de septiembre de 2018) añadió también la parte (c); pero a mí me parece que también son importantes las partes (a) y (d).
El apartado demuestra claramente que la falta de normalidad no es una elección de los clandestinos, sino que la elección es inevitable. ¡Lo que es anormal es la situación! ¿Ha cambiado hoy esta situación?
3. El largo párrafo 3 trata de probar que está justificado lo que se sugiere en el párrafo 5.
Primera prueba: la Constitución garantiza la libertad religiosa.
Pregunto: Pero ¿qué nos dice la larga historia de persecución, a pesar de la Constitución?
Segunda prueba: Tras el Acuerdo, es “lógico” que la independencia ya no se entienda como independencia absoluta, sino sólo en el ámbito político.
Ante todo, si no veo el texto del Acuerdo, me resulta difícil creer que hayan reconocido realmente el “papel peculiar del sucesor de Pedro”.
Además, pregunto: ¿Hay algo lógico en los sistemas totalitarios? La única lógica es, según decía Deng Xiaoping, que “un gato blanco es igual que uno negro”, siempre que sirva para los fines del Partido.
Inmediatamente después del Acuerdo nada ha cambiado en la política religiosa del partido, todo se ha reafirmado oficialmente y los hechos lo demuestran.
Tercera prueba: El contexto del diálogo “consolidado”.
Pregunto: ¿Pero el documento no reconoce que el Gobierno ha renegado de sus promesas, como se afirma tanto en el primer párrafo como en el apartado nueve de este documento?
Cuarta prueba: Todos los obispos están legitimados.
Esto sólo demuestra la infinita generosidad del papa o, quizás, la omnipotente presión del gobierno, pero en los perdonados y “premiados” no vemos ningún cambio, ningún signo de arrepentimiento, sino claros actos de un triunfo intrépido, mientras se ríen de aquellos que apostaron por el caballo equivocado.
4. El apartado 4 dice que las razones antes mencionadas justifican una actitud nueva. Por lo menos, aquí se afirma honestamente que lo que se propone es una novedad, y que no es por tanto una continuación del pasado, sino que se niega el pasado como ya pasado, es decir, como ya no válido.
También se dice que la Santa Sede está buscando una fórmula para ponerse de acuerdo con el gobierno (y matar dos pájaros de un tiro).
Pero nos preguntamos: ¿”Una fórmula”? Lo que el gobierno pide no es una declaración de una teoría: es todo un sistema, un régimen en el que ya no habrá libertad pastoral, y en el que se seguirán las órdenes del Partido, incluida la prohibición a los menores de 18 años de participar en cualquier actividad religiosa.
5. En el párrafo 5 están las verdaderas orientaciones pastorales. En resumen: que se firme todo lo que pide el gobierno, posiblemente con una aclaración escrita que niega después lo que se firma. Si la aclaración escrita no es posible, hágase verbalmente, con un testigo o sin él. Basta que exista la intención de no haber aceptado en conciencia lo que de hecho se ha firmado.
Se firma un texto contra la fe y se declara que la intención es favorecer el bien de la comunidad, una evangelización más adecuada, la gestión responsable de los bienes de la Iglesia.
Esta norma general es, por supuesto, contraria a todo principio de moralidad. Si aceptada, justificaría la apostasía.
6. En el párrafo 6 se dice que la Santa Sede comprende y respeta a quien, en conciencia, no acepta la regla expuesta anteriormente.
Evidentemente, esto es compasión hacia una minoría “obstinada” que todavía no consigue entender la nueva regla. Su actitud es errónea, pero la Santa Sede la tolera de manera “provisional”.
7. El apartado 7 habla de ciertos deberes de los obispos, citando un documento que no tiene nada que ver con nuestra cuestión.
8. En el apartado 8 se dice que los fieles acogen la decisión de sus pastores. ¿Qué quiere decir eso? ¿Que no tienen la libertad individual de elegir? ¿Y su conciencia no debe ser respetada?
[A los hermanos que me preguntan qué hacer, siempre les doy esta respuesta: que respeten las elecciones de los demás y permanezcan firmes en la convicción de su propia conciencia. Esto se debe a que no tengo autoridad para juzgar a los demás sobre lo que está bien o mal.
Pero la Santa Sede ¿acaso no tiene la autoridad y, por tanto, el deber de aclarar a los miembros de la Iglesia lo que es justo y lo que no? ¿Lo hizo con estas “Orientaciones”? ¿Hay que alentar el abandono de la clandestinidad y tolerar el permanecer en ella? ¿Los obispos y los sacerdotes pueden elegir y los fieles no?
9. En el apartado 9 se dice que la Santa Sede, mientras tanto, pide (y de nuevo omite la expresión “al gobierno”) que no se ejerzan presiones intimidatorias contra las comunidades católicas no oficiales, como ya ha ocurrido.
(El no mencionar la palabra “gobierno” es casi como la tradicional reverencia de no mencionar el nombre del emperador.)
Por último, se recomienda a todos discernir la voluntad de Dios con “paciencia y humildad”. Pero me pregunto: ¿dónde ha ido a parar la firmeza en la fe?
Después se dice que “el camino presente, a pesar de las dificultades, está también marcado por muchas esperanzas”. Me parece, en cambio, que los hechos destruyen todo fundamento de esperanza humana. En cuanto a la esperanza en Dios, esta nunca puede ir separada de la sincera voluntad de querer sufrir también según Su voluntad.
Conclusión
Este documento ha invertido de manera radical lo que es normal y lo que es anormal, lo que es necesario y lo que se debe tolerar.
Puede que la esperanza de sus redactores sea que la minoría compadecida muera de muerte natural. Con esta minoría me refiero no sólo a los sacerdotes clandestinos (a los que desde hace tiempo no se les proporcionan obispos cuando los ancianos mueren, y tampoco ya delegados, porque el obispo oficial de la diócesis ya es legítimo), sino también a muchos hermanos de la comunidad oficial que, con gran tenacidad, han trabajado por un cambio, confiando en ser sostenidos por la Santa Sede, siendo en cambio empujados a aceptar la sumisión al gobierno, ridiculizados por los vencedores oportunistas.
Que el Señor no permita el cumplimiento de estos deseos, de quienes quieren la muerte de la verdadera fe en mi querida patria. Señor, ¡ten piedad!
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Directrices pastorales de la Santa Sede sobre el registro civil del Clero en China, 28/06/2019
Desde hace tiempo llegan a la Santa Sede, por parte de obispos de la China continental, peticiones sobre la actitud que tienen que adoptar ante la obligación de presentar una solicitud de registro civil. A este respecto, como es sabido, muchos pastores siguen profundamente perplejos porque la modalidad de tal registro -obligatoria según los nuevos reglamentos sobre actividades religiosas, so pena de imposibilidad de actuar pastoralmente- implica, casi siempre, la firma de un documento en el que, a pesar del compromiso asumido por las autoridades chinas de respetar también la doctrina católica, debe declararse la aceptación, entre otras cosas, del principio de independencia, autonomía y autoadministración de la Iglesia en China.
La complejidad de la realidad de China y el hecho de que en el país no parece existir una única práctica de aplicación de los reglamentos relativos a los asuntos religiosos, hacen especialmente difícil pronunciarse al respecto. La Santa Sede, por un lado, no quiere forzar la conciencia de nadie. Y, por el otro, considera que la experiencia de la clandestinidad no forma parte de la normalidad de la vida de la Iglesia, y que la historia ha demostrado que pastores y fieles sólo recurren a ella con el sufrido deseo de mantener íntegra su fe (cf. n. 8 de la carta de Benedicto XVI a los católicos chinos del 27 de mayo de 2007). Por eso, la Santa Sede sigue pidiendo que el registro civil del clero se realice con la garantía de respetar la conciencia y las profundas convicciones católicas de las personas implicadas. Sólo así, de hecho, es posible favorecer tanto la unidad de la Iglesia como la contribución de los católicos al bien de la sociedad china.
Por lo que se refiere a la valoración de la posible declaración que debe firmarse en el momento del registro, en primer lugar es necesario tener presente que la Constitución de la República Popular China declara formalmente proteger la libertad religiosa (art. 36). En segundo lugar, el Acuerdo Provisional de 22 de septiembre de 2018, reconociendo el papel peculiar del Sucesor de Pedro, lleva lógicamente a la Santa Sede a entender e interpretar la «independencia» de la Iglesia católica en China no en sentido absoluto, es decir, como separación del Papa y de la Iglesia universal, sino concerniente a la esfera política, según lo que sucede en todas las partes del mundo en las relaciones entre el Papa y una Iglesia concreta o entre Iglesias concretas. Por lo demás, afirmar que en la identidad católica no puede haber separación del Sucesor de Pedro, no significa querer hacer de una Iglesia específica un cuerpo ajeno a la sociedad y a la cultura del país en el que vive y actúa. En tercer lugar, el contexto actual de las relaciones entre China y la Santa Sede, caracterizado por un diálogo consolidado entre las dos partes, es diferente del que vio nacer a los organismos patrióticos en los años cincuenta del siglo pasado. En cuarto lugar, hay que añadir el hecho de gran importancia que, a lo largo de los años, muchos obispos ordenados sin el mandato apostólico han pedido y obtenido la reconciliación con el Sucesor de Pedro, así que todos los obispos chinos están hoy en comunión con la Sede Apostólica y desean una integración cada vez mayor con los obispos católicos del mundo entero.
Ante estos hechos, es legítimo esperar una nueva actitud por parte de todos, incluso al afrontar cuestiones prácticas relativas a la vida de la Iglesia. Por su parte, la Santa Sede sigue dialogando con las autoridades chinas sobre el registro civil de obispos y sacerdotes para encontrar una fórmula que, en el acto del registro, respete no sólo las leyes chinas, sino también la doctrina católica.
Mientras tanto, a la luz de lo anterior, si un obispo o un sacerdote decide registrarse civilmente, pero el texto de la declaración para el registro no es respetuoso de la fe católica, el mismo especificará por escrito en el momento de la firma que lo hace sin faltar a la debida fidelidad a los principios de la doctrina católica. Si no es posible hacer esta aclaración por escrito, el solicitante la hará verbalmente y, si es posible, en presencia de un testigo. En cualquier caso, es oportuno que el solicitante certifique después a su propio ordinario la intención con la que se registró. En efecto, esta debe entenderse siempre con el único fin de favorecer el bien de la comunidad diocesana y su crecimiento en el espíritu de unidad, así como una evangelización adaptada a las nuevas exigencias de la sociedad china y la gestión responsable de los bienes de la Iglesia.
Al mismo tiempo, la Santa Sede comprende y respeta la elección de quien, en conciencia, decide no inscribirse en las actuales condiciones. Esta permanece a su lado y pide al Señor que les ayude a custodiar la comunión con sus hermanos en la fe, incluso ante las pruebas que cada uno tendrá que afrontar.
El obispo, por su parte, “nutra y manifieste públicamente su confianza en los presbíteros, demostrando lealtad y alabándoles si lo merecen; respete y haga respetar sus derechos defendiéndoles de críticas infundadas; dirima prontamente las controversias, para evitar que prolongadas inquietudes puedan nublar la caridad fraterna y dañar el ministerio pastoral” (Apostolorum Successores, Directorio para el ministerio pastoral de los obispos, 22 de febrero de 2004, n. 77).
Es importante, además, que incluso los fieles laicos no sólo comprendan la complejidad de la situación arriba mencionada, sino que también acojan con gran corazón la dolorosa decisión tomada por sus pastores, cualquiera que sea. Que la comunidad católica local los acompañe con espíritu de fe, con oración y con afecto, absteniéndose de juzgar las decisiones de los demás, custodiando el vínculo de la unidad y mostrando misericordia para con todos.
En todo caso, a la espera de poder llegar, a través de un diálogo franco y constructivo entre las dos partes, según lo acordado, a una modalidad de registro civil del clero más respetuosa de la doctrina católica y, por tanto, de la conciencia de las personas implicadas, la Santa Sede pide que no se ejerzan presiones intimidatorias contra las comunidades católicas «no oficiales», como desgraciadamente ya ha ocurrido.
Por último, la Santa Sede confía en que todos puedan acoger estas indicaciones pastorales como un instrumento para ayudar a quienes tienen que tomar decisiones no fáciles a cumplirlas con espíritu de fe y unidad. Todos –Santa Sede, obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos– están llamados a discernir la voluntad de Dios con paciencia y humildad en este tramo del camino de la Iglesia en China, marcado por muchas esperanzas a pesar de las constantes dificultades.
Desde el Vaticano, a 28 de junio de 2019, Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús
La Santa Sede
miércoles, 8 de enero de 2020
Obispos plastificados (Fray Gerundio)
Algunas almas compañeras mías de tercer grado, que al fin y al cabo se sienten miembros de la Iglesia Purgante (siempre se enseñó así), han pedido permiso a la Superioridad para vagar unas semanas por los despachos en los que se cocina la realidad eclesial (como recuerdo que decía, con voz engolada, uno de mis abades modernistas). Querrían estas almas ver en directo cómo van las cosas, para poder aderezar luego las sesiones de terapia con mayor rigor.
Se les ha negado tal permiso. Se les ha dicho que no hay costumbre de permitir a las almas del purgatorio pasar por los susodichos despachos, ya que existiría el peligro de desánimo, enfado e irritación, con los cuales sería más difícil acceder en poco tiempo al Piso Superior, en donde ya todo es bienaventuranza y alegría.
Se les ha negado tal permiso. Se les ha dicho que no hay costumbre de permitir a las almas del purgatorio pasar por los susodichos despachos, ya que existiría el peligro de desánimo, enfado e irritación, con los cuales sería más difícil acceder en poco tiempo al Piso Superior, en donde ya todo es bienaventuranza y alegría.
La verdad es que me parece que lleva razón el Alto Mando. Nos han dicho que nos conformemos con las noticias que ya se van publicando en los medios que no son bobalicones ni rastreros. Así, el propio San Pedro (que conoce bien su Santa Sede), nos ha aconsejado que para los Sacros Palacios basta con que leamos el Specola –dice el Pescador- que informa bien de lo que se cuece en los pasillos, y para las oficinas episcopales es suficiente con leer lo que ellas mismas publican, porque por ahí podemos colegir y vislumbrar por donde van sus ilustrísimas seseras.
Parece que la Conferencia Episcopal Española, ha decidido hacer frente a los problemas que aquejan a la querida España, con valentía, intrepidez y arrojo. Los Obispos se han reunido para tratar algunos de los temas y consideraciones que ocupan su mente y su corazón, empeñados siempre en dar buenos pastos a sus ovejas e impartir doctrina, en tanto que Pastores y dignos Sucesores de los Apóstoles.
Alguien podría pensar que la situación de España, con la ya inminente formación de un gobierno comunista, es preocupante para el Episcopado. La tormenta que se avecina sin duda en torno a la destrucción de todo lo que signifique católico -colegios incluidos-, podría suscitar inquietudes, pesadumbres y temores en sus Ilustrísimas.
Parece que la Conferencia Episcopal Española, ha decidido hacer frente a los problemas que aquejan a la querida España, con valentía, intrepidez y arrojo. Los Obispos se han reunido para tratar algunos de los temas y consideraciones que ocupan su mente y su corazón, empeñados siempre en dar buenos pastos a sus ovejas e impartir doctrina, en tanto que Pastores y dignos Sucesores de los Apóstoles.
Alguien podría pensar que la situación de España, con la ya inminente formación de un gobierno comunista, es preocupante para el Episcopado. La tormenta que se avecina sin duda en torno a la destrucción de todo lo que signifique católico -colegios incluidos-, podría suscitar inquietudes, pesadumbres y temores en sus Ilustrísimas.
Alguien podría pensar asimismo, que la situación de crisis de la Iglesia, con gran número de cristianos que de hecho han abandonado sus antiguas creencias, la caída en picado de la recepción de sacramentos, los divorcios, el número millonario de abortos, la escasez de vocaciones sacerdotales o el envejecimiento de las ordenes religiosas, que están abandonando conventos de presencia centenaria en pueblos y ciudades, quita el sueño a Monseñores y Prelados.
Alguien podría sospechar que las reuniones de la distinguida Conferencia Episcopal y todo su enorme aparato burocrático, expresan la honda desazón e inquietud que embarga a los mitrados por el estado agónico del catolicismo español y los ataques furibundos de una izquierda estalinista y narcótica.
Pues no es así. Los pastores de las almas que todavía viven en España, han excretado una declaración en la que se hacen cargo -y comparten con los fieles-, del peligro con que el uso de los plásticos amenaza la convivencia y la salvación de las almas.
En una declaración serena, valiente y cargada de testosterona episcopal, el Secretario General de los Obispos Españoles lo ha dicho sin tapujos, sin ambages y sin pudor alguno: Vamos a tratar de disminuir el consumo de plásticos. ¡Toma ya!
No es fácil para sus eminencias llegar a este punto, sin haber hecho antes una concienzuda investigación sobre los problemas de los católicos españoles. Y para dar ejemplo e ir los primeros delante de las ovejas, -añade el comunicado- se analizarán alternativas para las pequeñas botellas de agua que se puedan ofrecer. Se ha encargado a la Comisión correspondiente la compra de unos 150 botijos unipersonales, para poder ofrecer agua a los obispos durante las reuniones. Claro que los botijos deben ser de barro legalizado por la Comunidad Europea, no resulte ser barro de alguna zona minera, y se cuelen junto con el agua algunas unidades de Zinc o de Manganeso, que luego con la orina episcopal desequilibre el medio ambiente.
Por otra parte, conviene que se sepa que los Obispos están construyendo un edificio que va a ser la cumbre y la repanocha de la ecología integral:
Pero no acaba aquí la cosa. Hay más preocupaciones. El Secretario de los Obispos, con cara de Greta sonriente dice que tienen la impresión de que en la Conferencia Episcopal Española tiran «mucho papel a la papelera» y van a estudiar «cómo gestionar estos gestos sencillos».
La verdad es que en esto sí estoy de acuerdo con Mons. Greto, porque quizá sea la propia Conferencia Episcopal la que haya evacuado más papel en los últimos cincuenta años, a juzgar por las Declaraciones, Programas, Proyectos y todo tipo de Documentación destinados siempre a clarificar a los fieles por dónde deben ir sus actitudes católicas.
Pues no es así. Los pastores de las almas que todavía viven en España, han excretado una declaración en la que se hacen cargo -y comparten con los fieles-, del peligro con que el uso de los plásticos amenaza la convivencia y la salvación de las almas.
En una declaración serena, valiente y cargada de testosterona episcopal, el Secretario General de los Obispos Españoles lo ha dicho sin tapujos, sin ambages y sin pudor alguno: Vamos a tratar de disminuir el consumo de plásticos. ¡Toma ya!
No es fácil para sus eminencias llegar a este punto, sin haber hecho antes una concienzuda investigación sobre los problemas de los católicos españoles. Y para dar ejemplo e ir los primeros delante de las ovejas, -añade el comunicado- se analizarán alternativas para las pequeñas botellas de agua que se puedan ofrecer. Se ha encargado a la Comisión correspondiente la compra de unos 150 botijos unipersonales, para poder ofrecer agua a los obispos durante las reuniones. Claro que los botijos deben ser de barro legalizado por la Comunidad Europea, no resulte ser barro de alguna zona minera, y se cuelen junto con el agua algunas unidades de Zinc o de Manganeso, que luego con la orina episcopal desequilibre el medio ambiente.
Por otra parte, conviene que se sepa que los Obispos están construyendo un edificio que va a ser la cumbre y la repanocha de la ecología integral:
«Nosotros mismos hemos comenzado una obra para hacer un edificio de editoriales a 200 metros de aquí, los criterios dados son que sea un edificio que pueda ser ejemplar desde el punto de vista ecológico, de su aislamiento a la hora de las pérdidas de calor y frío, de lo que hoy se nos aconseja, como las placas solares y la gestión de residuos»¡Toma!
Pero no acaba aquí la cosa. Hay más preocupaciones. El Secretario de los Obispos, con cara de Greta sonriente dice que tienen la impresión de que en la Conferencia Episcopal Española tiran «mucho papel a la papelera» y van a estudiar «cómo gestionar estos gestos sencillos».
La verdad es que en esto sí estoy de acuerdo con Mons. Greto, porque quizá sea la propia Conferencia Episcopal la que haya evacuado más papel en los últimos cincuenta años, a juzgar por las Declaraciones, Programas, Proyectos y todo tipo de Documentación destinados siempre a clarificar a los fieles por dónde deben ir sus actitudes católicas.
Siempre con firmeza y claridad. Que hay que votar en conciencia, que no se puede votar a Vox, que hay que ser demócratas con el voto, que hay que estudiar bien los programas políticos de los partidos, que hay que poner la X en la declaración, que hay que atender a los inmigrantes y que hay que tender puentes. O sea, que efectivamente debería haber mucho menos papel, al menos el que se usa para estos menesteres, porque para superar el miedo, creo que deben seguir usando el habitual.
En fin, la sensación general ha sido la de que los Obispos españoles comparten las inquietudes de sus ovejuelas. Mientras la Conferencia Episcopal alemana hace la conversión homosexual para bendecir parejas del mismo signo que se atraen, en España se cuida el medio ambiente, se quitan las botellas de plástico y se edifica con ladrillos refractarios de usar y tirar. Y las almas, y su salvación, abandonadas en el cubo de la basura (para reciclar en el infierno).
En fin, la sensación general ha sido la de que los Obispos españoles comparten las inquietudes de sus ovejuelas. Mientras la Conferencia Episcopal alemana hace la conversión homosexual para bendecir parejas del mismo signo que se atraen, en España se cuida el medio ambiente, se quitan las botellas de plástico y se edifica con ladrillos refractarios de usar y tirar. Y las almas, y su salvación, abandonadas en el cubo de la basura (para reciclar en el infierno).
Fray Gerundio
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