IL SETTIMO CIELO
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Why the troubles of this pontificate do not point to sedevacantism (Peter Kwasniewski)
EL ORIENTE EN LLAMAS
IPSI GLORIA
INFOCATÓLICA
Selección por José Martí
Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios (1 Cor 2, 12), el Espíritu de su Hijo, que Dios envió a nuestros corazones (Gal 4,6). Y por eso predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles, pero para los llamados, tanto judíos como griegos, es Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1 Cor 1,23-24). De modo que si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema! (Gal 1,9).
“Y, sin embargo, da la impresión de intentar acercarse a esta cultura, que es ciertamente una cultura de muerte, y tratar de algún modo de acomodarse a su cultura. Esto es, a mi juicio, una situación diabólica”.Desde la misma predicación de Jesús, el cristianismo ha presentado siempre una marcada oposición con el Mundo o el Siglo, es decir, con las cambiantes ideologías y modas intelectuales de cada momento. De hecho, el Mundo, concebido en ese sentido, se ha presentado tradicionalmente como uno de los enemigos del alma, junto al Diablo y a la Carne.
Los prelados de todo el mundo, y muy especialmente de su país, saben ya que “no conviene” a su carrera eclesial ser vistos junto al cardenal ‘marcado’, mucho menos invitarle a sus diócesis o participar con él en evento alguno.Pero Burke no se calla, y en esta ocasión ha recordado que si Juan Pablo II convocó a la Iglesia a una nueva evangelización, “primero debe reevangelizarse internamente, porque los males del secularismo y el relativismo han entrado en la propia Iglesia”.
“A lo que nos enfrentamos aquí es a un pecado grave”, dice, y sólo puede solucionarse “poniéndole un nombre al pecado, responsabilizándonos de él y expiándolo”.
“¿Qué he de hacer para alcanzar la vida eterna?… ¿No somos nosotros la generación a la que el mundo y el progreso temporal llenan completamente el horizonte de la existencia?… Cuando nos ponemos ante Cristo, cuando Él se convierte en el confidente de los interrogantes de nuestra juventud, no podemos poner una pregunta diversa de la del joven del Evangelio: «¿Qué he de hacer para alcanzar la vida eterna?». Cualquier otra pregunta sobre el sentido y valor de nuestra vida sería, ante Cristo, insuficiente y no esencial. … Hemos de suponer que en este diálogo que Cristo sostiene con cada uno de vosotros, jóvenes, se repita la misma pregunta: ¿Sabes los mandamientos? Ésta se repetirá infaliblemente, porque los mandamientos forman parte de la Alianza entre Dios y la humanidad. Los mandamientos determinan las bases esenciales del comportamiento, deciden el valor moral de los actos humanos, permanecen en relación orgánica con la vocación del hombre a la vida eterna, con la instauración del Reino de Dios en los hombres y entre los hombres. … Si es necesario, sed decididos en ir contra la corriente de las opiniones que circulan y de los «slogans» propagandísticos. No tengáis miedo del amor, que presenta exigencias precisas al hombre. Estas exigencias –tal como las encontráis en la enseñanza constante de la Iglesia– son capaces de convertir vuestro amor en un amor verdadero” (Juan Pablo II, Carta Apostólica Dilecti Amici a los jóvenes del mundo, 31 de marzo de 1985).
“Jóvenes católicos, queréis ser verdadera y plenamente tales. A la irreligiosidad y la incredulidad que os rodean, oponéis vuestra fe firme, viva y activa. Vuestra fe será firme y luminosa sólo si la conocéis, no superficialmente o de manera confusa, sino clara e íntimamente. Vuestra fe será viva si vivís según sus máximas y observáis los mandamientos de Dios. El joven que santifica las fiestas afrontando cualquier dificultad o problema, que se acerca a menudo a la Mesa del Señor, que es verdadero y leal, dispuestos a socorrer a los necesitados, que respeta a las jóvenes y a las mujeres y que tiene la fuerza de cerrar los ojos y el corazón a todo lo que es impuro en los libros, las imágenes, las «películas», demuestra tener verdaderamente una fe viva. Observad que si no es viva, la fe ni siquiera es activa. Si otros hacen estos grandes esfuerzos para las obras del maligno, ¡cuán mayor deberá ser nuestro celo por la causa de Dios, de Cristo y de la Iglesia!. Cumpliréis con vuestro deber, también en vuestra vida terrenal, sólo si sois hombres de espíritu sobrenatural, para los que la unión con Cristo, la resurrección gloriosa y la vida eterna valen más que todas las cosas humanas. El mundo católico lleva en sí una fuente inagotable de prosperidad y de bien también en el campo de la vida terrenal, precisamente porque sitúa lo eterno por encima de lo temporal. Si no fuera así, su fuerza se extinguiría. […] En nuestros tiempos, la humanidad ha oído el mensaje del «derrumbamiento de todos los valores» (Umwertung aller Werte). … Precisamente en estos años de agitación económica y social, los valores religiosos y eternos han demostrado con fuerza su total indestructibilidad: Dios y su ley natural; Cristo y su Reino de verdad y gracia; la familia cristiana, siempre la misma y siempre espina dorsal y medida de cualquier orden económico y público; la dulce y segura esperanza del más allá, de la resurrección y de la vida eterna” (Discurso de Pío XII en el 80 aniversario de la juventud italiana de Acción Católica, 12 de septiembre de 1948).Es una pena que en el primer sínodo sobre los jóvenes de la Iglesia no se citara una obra importante de un gran santo y Doctor de la Iglesia, san Basilio, que aborda explícitamente el tema de los jóvenes. Vale la pena citar de esta obra patrística los pasajes siguientes, que son intemporales y tan actuales para la juventud de hoy. Escribe san Basilio:
“Nosotros cristianos, hijos míos, sostenemos que esta vida humana no vale absolutamente nada y de ningún modo consideramos ni calificamos de «bueno» nada que nos reporte la plena satisfacción pero sólo restringida a aquella. … En nuestras esperanzas vamos más lejos y todo lo hacemos en preparación de la otra vida. […] Lo cierto es que quizá os lo expondría con suficiente claridad sólo con deciros que si uno con el pensamiento reúne a la vez y agrupa en conjunto toda la felicidad desde que existen seres humanos, no la encontrará equivalente ni siquiera a la parte más pequeña de aquellos bienes, sino que la totalidad de las lindezas de aquí por su valor se queda más lejos del más minúsculo de aquellos de lo que la sombra y el sueño lo están de la realidad. Es más, para servirme de un ejemplo más apropiado, tanto cuanto el alma es en todo más preciada que el cuerpo, tan grande es la diferencia entre una y otra vida. […] No, no hay cosa de la que más deba huir alguien sensato que de vivir pendiente del qué dirán y de tener en cuenta el parecer de la mayoría, y no hacer de la recta razón guía de la vida: en consecuencia, aunque haya que contradecir a toda la humanidad, tener mala fama y correr peligros en favor del bien, no elegirá remover nada de lo que se juzga correcto” (San Basilio Magno, A los jóvenes, capítulos 2, 9).En lugar de dar a los jóvenes, metafóricamente hablando, un pan casero nutritivo y sano, proporcionándoles una formación pastoral, espiritual y doctrinal auténtica en contenido y lenguaje, el documento final de este sínodo ha fracasado en este aspecto y podemos decir, metafóricamente también, que es una “limonada excesivamente edulcorada”. La limonada dulce no le gusta a todo el mundo y no siempre, mientras que un pan casero, sano y nutritivo, es un alimento que tiene un gusto imperecedero y que da verdadera fuerza. Así han sido los documentos magisteriales auténticos de la Iglesia durante más de dos mil años: reflejaban de manera fiel e inequívoca, en su contenido y lenguaje, la Tradición perenne de la fe católica, testimoniada de manera privilegiada por los Padres y Doctores de la Iglesia, y también por muchos mártires y confesores jóvenes.