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domingo, 18 de mayo de 2014

La vía de los hechos: Homosexualidad: De Paolis (6 de 17)

NOTA: El índice de las 17 entradas sobre "La vía de los hechos" se ha introducido cuatro años después. Puede accederse a él, directamente, pinchando aquí.


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Antes de seguir con otro nuevo apartado, y relacionado con este tema de la homosexualidad, resulta que me he encontrado con esta imagen en Internet en la que el Papa está besando con reverencia las manos de un anciano.  ¿Quién es este anciano? Bajo la foto está la respuesta:


Se trata de Don Michele De Paolis, sacerdote de 93 años, que fue recibido por Francisco el 6 de mayo y concelebró misa con él en la casa de huéspedes de Santa Marta. Es fundador y actual presidente de honor de la Comunidad de Emaús en la ciudad de Apulia Foggia (Italia). Se reunieron "unos pocos minutos" y al final Francisco se inclinó ante él y besó con reverencia la mano de este cura que resulta ser, nada menos que un promotor de la homosexualidad.

Michele De Paolis es de ideología marxista y partidario de la Teología de la Liberación. En su página de Facebook (en la que aparecen muchas fotos suyas con el Papa, tomadas el 6 de mayo), se define a sí mismo, en la portada, de la siguiente manera:


que, traducido al español sería:

Me siento anticlerical, es decir, no me siento pertenecer a ninguna casta, a ninguna categoría, no me siento parte de una religión oficial. Trato de dar paz y alegría a las personas que en su mayoría se encuentran en situaciones dramáticas de existencia: infieles, no creyentes, divorciados, los que buscan abortos, los homosexuales, los desesperados, a una variedad de personas marginadas. Busco proyectar la luz del Evangelio sobre la Iglesia en temas controvertidos, como son el celibato de los sacerdotes, las mujeres sacerdotes, la pedofilia, las enfermedades [de transmisión sexual] y la eutanasia.” 

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No entiendo cómo este sacerdote no ha sido ya expulsado o excomulgado, ni entiendo que pueda celebrar misa, y que lo haga, además, con el mismo Papa, con los consabidos escándalos  que se sabe, de antemano, que van a tener lugar para los que tienen fe y tienen las ideas más o menos claras. Y también la "alegría" de los ateos. La posición de este sacerdote es claramente herética y está en contra de la Escritura y de las enseñanzas morales de la Iglesia de veinte siglos. Pero ahí lo tenemos. ¡Como si no pasara nada!


He aquí palabras textuales suyas, con relación a la homosexualidad: “Hoy en día, la actitud de la Iglesia afirmando que la homosexualidad es un pecado, es severa, inhumana y crea mucho sufrimiento en los homosexuales. Gracias a Dios que la doctrina del Magisterio está evolucionando.”

¡Qué ocasión más estupenda para que el Papa le hubiera advertido de que no iba por buen camino, recordándole que la homosexualidad es un grave pecado y que debía, por lo tanto, arrepentirse ...! ¡ Qué bueno hubiera sido, para este hombre y para toda la Iglesia que el Papa hubiera procedido  del mismo modo en que lo hizo Jesús con la mujer adúltera, a quien dijo, después de haberla perdonado: "Vete y no peques más" (Jn 8,11) ... Y, sin embargo, en lugar de eso, nos encontramos con que Francisco se inclina ante él y le besa la mano con reverencia. Este gesto, de por sí, ya expresa mucho. Y, si nos atenemos a  ciertas fuentes  parece ser que también le dijo:

" No es cierto que estés en pecado, porque Dios te ama y te ha puesto esa inclinación; es su regalo. Ésta es tu 'naturaleza', que debe ser aceptada y respetada. No estás enfermo. No tienes que 'curarte' de esta inclinación."

¡Pero las cosas no funcionan así!. La misericordia y la verdad no se contraponen, como ya se explicó en el artículo anterior. Si esas palabras atribuidas al Papa son ciertas considero que son de extrema gravedad. Porque pienso: ¿acaso decirle a este hombre: "No tienes que curarte de esta inclinación" o "ésta es tu naturaleza" no equivale, de alguna manera, a decirle "pon en práctica esa inclinación, que no pasa nada"? La verdad, no encuentro otra explicación; porque, además, está en perfecta concordancia con las afirmaciones que hizo el
propio de Paolis, en una entrevista con el grupo LGBT Bethel de Génova: 

"Algunas personas de la Iglesia dicen: ' Es aceptable ser gay, pero los gays no deben tener ninguna relación', o sea, no pueden amarse ¡Esto es el máximo de la hipocresía. Es como hablar con una planta y decirle: no puedes florecer, no puedes dar frutos! Eso va en contra de la naturaleza" .

Más claro, agua. Y, sin embargo, la actitud (el gesto) del Papa "parece" como una bendición de la situación de este hombre. Y no digamos nada si, además, esas palabras que se le atribuyen son ciertas. Porque eso supondría admitir la homosexualidad como algo normal y natural ... ¡Y no lo es, en absoluto! ¡No es eso lo que viene contenido ni en la Biblia ni en la enseñanza constante de la Iglesia! ... Nos encontramos, una vez más, ante un punto en el que, aunque el propio Papa negara esta interpretación que yo le doy (y creo que puede hacerlo, perfectamente), sin embargo ... la cizaña y la confusión ya están sembradas.


(Continuará)

lunes, 12 de mayo de 2014

LA VÍA DE LOS HECHOS: Más ejemplos: Misericordia y verdad (5 de 17)

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8. Hay ciertos pecados que no son condenados de modo explícito; el caso más conocido es el de la homosexualidad. No se dice que no sea pecado (¡no podría decirse!). Se sabe que es un pecado contra natura, pero quien diga tal cosa es inmediatamente condenado por el mundo. Políticamente hablando no es correcto, luego el tema de los gay se omite como tabú, por miedo al enfrentamiento. El mismo papa Francisco, cuando fue preguntado sobre este asunto respondió: " Si una persona es gay y busca al Señor con buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgar?" (Pinchar aquí). 


Sin embargo, cuando habló a los mafiosos les dijo: "El poder y el dinero que tenéis ahora por muchos negocios sucios, por crímenes mafiosos, está lleno de sangre. ¡Convertíos! ¡Aún estáis a tiempo de convertíos y de no ir al infierno". (Ver noticia aquí). Estas palabras del Papa enfrentándose a la mafia suponen una gran valentía, diciéndoles la verdad y lamentándose de su conducta criminal, condenándolos, además, al infierno si no se arrepienten (como sabemos, el infierno es un dogma de fe). El papa cumple con su deber al juzgarlos, porque han pecado y, además, los condena al infierno, si no se arrepienten. Y les suplica: "¡Convertíos!" Esto es la doctrina católica de siempre


Lo que no acabo de entender es por qué el mismo papa no contestó con igual (o parecida) contundencia cuando le preguntaron por el caso de los homosexuales, pues la respuesta es parecida; una respuesta que está en conformidad con lo que ya San Agustín decía, en el siglo IV: que "es necesario odiar el pecado y amar al pecador".

La misericordia con el pecador es fundamental, pero tiene que venir acompañada de la verdad. De no ser así no hace bien: es injusta y falsa. Ciertamente es verdad que no podemos juzgar a nadie "en concreto", en el sentido de condenarlo, porque sólo Dios conoce todos los datos y los corazones de las personas; lo que no obsta para que sí se pueda (¡y se deba!) "juzgar" acerca de la homosexualidad como talgenéricamente hablando. Ésta, como sabemos, es un pecado contra naturaleza, no porque yo lo diga: Lo dice San Pablo y es, por lo tanto, palabra de Dios. Una palabra que es Verdad y que nos habla por nuestro bien, para que nos salvemos: "No os engañéis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los sodomitas, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos,(...) heredarán el Reino de Dios" (1 Cor 6, 9-10). Pero continúa diciendo San Pablo: "Y esto erais algunos, pero habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre de Jesucristo el Señor y en el Espíritu de nuestro Dios" (1 Cor 6,11).


Dos verdades, pues, que no se deben ocultar. No se puede hablar de una sola y omitir la otra. Por una parte, debemos ser conscientes acerca de la gravedad de los distintos pecados a los que estamos esclavizados. Esta gravedad no debe ser ocultada porque es el único modo de que podemos ser libres y felices ya en esta vida, según las palabras del mismo Señor Jesús: "Todo el que comete pecado es esclavo del pecado" (Jn 8,34). Por otra parte, no se puede ocultar la misericordia. No hay pecado que no pueda ser personado, desde el momento en que el que ha pecado reconoce su pecado como tal, lo lamenta en lo más íntimo de su ser y pide sinceramente perdón a Dios: "Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, aunque estábamos muertos por el pecado, nos dio vida en Cristo" (Ef 2,4-5). Cuando sinceramente nos arrepentimos de nuestros pecados, somos perdonados por la misericordia de Dios manifestada en Jesucristo. Dichos pecados son perdonados y eliminados, como si nunca hubieran existido. 

Decir la verdad completa es fundamental. A la pecadora adúltera arrepentida, a la que querían apedrear los judíos, Jesús la defiende, pero no defiende su pecado. De hecho cuando todos se han ido y se han quedado solos, Él y la mujer, la mira con inmenso cariño y le dice: " 'Mujer, ¿dónde están? ¿Ninguno te condenó?'. Ella contestó: 'Ninguno, Señor'. Jesús le dijo: 'Tampoco Yo te condeno. Vete y no peques más' " (Jn 8, 10-11). Por eso las declaraciones que hizo el Papa acerca de los gays, al no haber ido acompañadas de una condena explícita del pecado han sembrado una gran confusión entre los católicos; y mientras tanto, los enemigos de la Iglesia se frotan las manos. Una buena prueba de ello la tenemos en que la publicación The Advocate, la más influyente de la comunidad LGBT de los Estados Unidos, eligió a Francisco como «Persona del año2013», y se deshizo en alabanzas hacia él por su actitud de apertura, de comprensión y de tolerancia hacia los homosexuales. 

Esto nos tiene que dar qué pensar. La teoría de la Iglesia ya se sabe: la homosexualidad es un grave pecado (al igual que hay otros pecados graves) y merece el odio y la condena, porque extravía y hace desgraciadas a las personas. No así el homosexual concreto que debe ser escuchado con respeto y cariño, como una persona que es y amada, por lo tanto, por Nuestro Señor. No cabe duda de que si realmente una determinada persona gay busca al Señor, con sincero corazón, y tiene buena voluntad (usando la misma expresión del Santo Padre), entonces se arrepentirá de sus pecados y no los justificará, aunque tenga que sufrir, porque así se salvará. Esta idea del arrepentimiento y de la no condena de la homosexualidad como tal es lo que le faltó al Santo Padre. Lo que dijo fue una verdad a medias. Lógicamente, esto fue  inmediatamente aprovechado por aquellos que están luchando para que la realidad gay sea reconocida como normal y digna (incluso) de elogio; y el ser gay sea reconocido como un derecho. Así está ocurriendo ya en multitud de lugares de la tierra.

Por la vía de los hechos, al no condenar la homosexualidad, como tal, la gente (entre ellos, los mismos cristianos) podría llegar a pensar que la homosexualidad es algo normal y natural, lo que está en total desacuerdo con la realidad de la naturaleza humana. Otra cosa es la realidad social: la sociedad, en su conjunto, se ha apartado de Dios y no es capaz ya de distinguir el bien del mal, porque todo está bien, siempre que uno sienta que está bien. La primacía de los sentimientos sustituyendo a la realidad objetiva que es aquella que está conforme a lo que piensa acerca de ella Aquél que es su autor... ya hemos podido leer lo que está escrito en la Sagrada Escritura. 

El mundo de hoy, que se ha vuelto de espaldas a Dios, proclama "el orgullo gay". Y bien podría ocurrir que de facto se introdujera la homosexualidad en el mismo seno de la Iglesia católica (a base de considerarla como algo normal y de no condenarla).  Yo tengo la esperanza de que eso no ocurra. No quiero ni pensarlo. ¡Sería una monstruosidad, que daría al trasto con todo lo que la Iglesia siempre ha predicado durante veinte siglos! Si la Iglesia se "mundanizara" es que estaría en vías de desaparecer ... Y como "las puertas del infierno no pueden prevalecer contra ella" (Mt 16,18), tal vez lo que está ocurriendo podría ser una señal de que nos estamos acercando al final de los tiempos, uno de cuyos signos es, precisamente, la apostasía universal, (también en la Iglesia). Y esto llegará hasta el extremo de que los verdadero cristianos, aquellos que siguen a su Maestro y sienten con la Iglesia de siempre, sean perseguidos por las estructuras jerárquicas del momento actual: "Se acerca la hora en la que quien os dé muerte piense que así sirve a Dios" (Jn 16,2) . "Os digo esto para que cuando llegue la hora os acordéis de ello, de que ya os lo anuncié" (Jn 16,4) 

En fin, que Dios ilumine nuestras mentes y que fortalezca nuestros corazones; porque está escrito y no nos puede pillar de sorpresa que: "vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la sana doctrina, sino que, dejándose llevar de sus caprichos, reunirán en torno a sí maestros que halaguen sus oídos; y se apartarán de la verdad volviéndose a las fábulas" (2 Tim 4, 3-4). Una realidad ante la que hemos de reaccionar con serenidad y alzar nuestra cabeza porque es señal de que la segunda venida de Jesús no puede estar ya muy lejos. Mientras tanto, lo que tenemos que hacer queda muy bien explicado en el consejo que daba San Pablo a Timoteo: "Tú vigila en todo, afánate en el trabajo, haz labor de evangelista, desempeña bien tu ministerio" (2 Tim 4,5)

(Continuará)

miércoles, 7 de mayo de 2014

La vía de los hechos: Algunos ejemplos de clara escisión entre teoría y praxis: divorcio; comulgar en pecado mortal; presencia real de Cristo en la Eucaristía; divinidad de Jesucristo; Cielo e Infierno; carácter sólo pastoral del CVII; los judíos no adoran al mismo Dios que nosotros (4 de 17)

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Me vienen a la mente algunas ideas, que paso a exponer, a modo de ejemplo (sin pretender hacer una lista exhaustiva de todo lo que está ocurriendo) comparando teoría y praxis.

1La Iglesia no admite el divorcio: ¡no puede hacerlo! Esto es doctrina divina: "Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre" (Mc 10,9). Ésta es la teoría, el dogma, que es intocable... PERO OBSERVAMOS QUE hoy se están concediendo un gran número de nulidades, la mayoría de las cuales (aunque no todas) son auténticos divorcios. Y esto entre católicos. De modo que, bajo manga, tenemos el divorcio introducido (de facto) en la misma Iglesia católica¡Esto es algo inconcebible, pero es lo que está ocurriendo ... sin tocar la teoría de que el matrimonio es indisoluble!


2. La Iglesia no dice (¡no puede decirlo!) que se pueda comulgar en estado de pecado mortal... pero LO CIERTO ES que, salvo honrosas excepciones, en las predicaciones no se insiste con suficiente fuerza en la existencia y en la gravedad del pecado, así como en la necesidad de la confesión para recuperar la gracia. De modo que la gente no le da importancia al hecho de la confesión, como si tener pecados o no tenerlos no tuviese la menor importancia. Muchos no creen en eso del pecado. Si se añade que tampoco se cree en la presencia real de Jesús en la Eucaristía, ya sobran los comentarios. Pues de hecho, muchísima gente comulga en estado grave de pecado mortal, sin haberse confesado antes, añadiendo así un nuevo pecado de sacrilegio a los pecados que ya tenía antes de recibir la comunión.


3. No se niega explícitamente la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía (¡no podría hacerse!) pero LO CIERTO ES que hay muchos cristianos (y también muchos jerarcas de la Iglesia) que no creen en dicha presencia real y comulgan como si tal cosa, siendo así que "quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor" ( 1 Cor 11, 27) ... "porque quien come y bebe sin discernir el cuerpo, como y bebe su propia condenación" (1 Cor 11, 29)




4. No se niega abiertamente (¡no podría hacerse!) la divinidad de Jesucristopero EL HECHO ES que ya no se habla  (prácticamente)  de esa divinidad, no se habla de que Jesucristo murió y resucitó verdaderamenteno en el corazón de sus discípulos, sino realmente, con su cuerpo glorioso.  La resurrección del Señor es la prueba evidente de su divinidad"Si Cristo no resucitó, vana es nuestra predicación y vana es también nuestra fe" (1 Cor 15,13). "Si sólo para esta vida tenemos puesta la esperanza en Cristo, somos los más desgraciados de todos los hombres" (1 Cor 15,19). La realidad de la resurrección de Jesús nos concierne a todos"Como en Adán todos murieron, así también en Cristo todos serán vivificados" (1 Cor 15,22)


5. Las palabra cielo e infierno (sobre todo, esta última) son tabú; ya nadie las utiliza, como si se tratara de creencias ancestrales, que hoy no tienen ningún sentido: no se niegan (¡ por supuesto!), pues se trata de dogmas de fe, pero no se habla de ellas, como si no existieran o como si no tuvieran ninguna o muy poca importancia... pero la tienen ... y mucha. Tanto el cielo como el infierno existen. EL HECHO REAL es que hay mucha gente, de los que se denominan a sí mismos católicos que no cree en la existencia del infierno (si acaso, creen en el cielo). Por escribir alguna cita, pues las hay y muy numerosas: con respecto al Cielo decía San Pablo que "ni ojo vio ni oído oyó, ni llegó al corazón del hombre, lo que Dios tiene preparado para aquellos que le aman" (1 Cor 2,9); y con respecto al Infierno, el mismo Jesús decía que "más te vale perder uno de tus miembros que dejar ir todo tu cuerpo al Infierno" (Mt 5,29). Y Jesucristo es Dios. Y no se puede equivocar. Se podrían dar muchísimas más citas, aunque no es ésta la ocasión.


6. El Concilio Vaticano II nace como pastoral  y solamente pastoral (esto es, disciplinar) con la idea de no imponer nada. Así lo estableció expresamente el Papa Juan XXIII en su discurso de apertura del Concilio, indicando que en absoluto se pretendía introducir ninguna verdad doctrinal que no estuviera ya establecida en los Concilios anteriores. Muy bien: Ésta es la teoría. Teóricamente, por lo tanto, no debería haber problemas doctrinales, pues los dogmas ya están establecidos y son intocables. Todo perfecto. 


Pero DE HECHO nos encontramos con determinados puntos quede alguna manerasí tocan aspectos dogmáticos, entre ellos la "nueva" idea del Ecumenismo, según la cual (¡los hechos cantan!) no se trata ya de atraer a la Verdad  a los que son herejes o apóstatas (hoy llamados "hermanos separados") sino de "ceder" para tener contentos a todos (al menos, eso es lo que parece). No procedía así San Pablo, quien decía: "Si aún tratara de agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo" (Gal 1,10), pues sólo en Cristo está la salvación: "En ningún otro hay salvación" (Heb 4,12) Se toca también el tema de la libertad de religión, como si diera lo mismo tener una religión u otra; según el Papa Francisco:  "el mahometano con el Corán, el cristiano con la Biblia", etc... Comentar esta idea daría pie para otro post; y no conviene alargarse demasiado.


7. Según San Juan (y esto es una verdad de fe) "todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre" (1 Jn 2,23), hasta el punto de que el que niega a Jesús como el Cristo es el Anticristo"¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ése es el Anticristo, el que niega al Padre y al Hijo" (1 Jn 2,22).  Palabras claras y contundentes, que no dejan lugar a dudas o confusiones, como no podía ser de otro modo, pues son palabra de Dios. Imposible llegar a Dios si no es a través de Jesucristo y en Jesucristo: dogma fundamental del cristianismo, que debe ser creído, sí o sí, so pena de caer en herejía


Pues bien: con relación al Judaísmo, dice el papa Francisco, en Evangelii Gaudium num. 247, que "los cristianos no podemos  considerar al Judaísmo como una religión ajena, ni incluir a los judíos entre aquellos llamados a dejar los ídolos para convertirse al verdadero Dios, porque creemos en el único Dios que actúa en la historia, y acogemos con ellos la común Palabra revelada". Pero eso no es cierto: vamos, eso no es lo que dice Dios a través del apóstol Juan, como acabamos de leer en el Nuevo Testamento. Todo el mundo sabe que los judíos no reconocen a Jesucristo como Hijo de Dios


Desde el momento en que el verdadero y único Dios se ha manifestado en Jesucristo, y sobre esto no puede haber ninguna duda, a menos que hayamos perdido la fe, ¿cómo es posible negar a Jesucristo y decir que adoramos al mismo Dios? Se trata de una imposibilidad metafísica. Cuando los judíos niegan a Jesucristo están negando a ese Dios "común"  que, en realidad de verdad, ya no sería tan común: "El que niega al Hijo niega también al Padre" (1 Jn 2,23). 


El Dios que Jesús nos enseña, el Dios de los judíos antes de que viniera Jesucristo, ése que es el único Dios verdadero, se nos ha dado a conocer ya, de un modo inequívoco, en Jesucristo, en quien se cumplen todas las profecías del Antiguo Testamento. De modo que el Dios que los judíos adoran, desde el momento en que niegan a Jesús, ya no es el mismo Dios al que adoraban sus padres, pues ese Dios, el Mesías esperado, ya vino y se manifestó claramente en Jesucristo. Eso sí: "Vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron" (Jn 1,11), como ahora tampoco le reciben. No conocen a su propio Dios, al que dicen adorar, pues le niegan al negar a Jesús como Hijo de Dios; de donde se sigue que no se puede hablar de un Dios común


Jesús es muy claro y todas sus palabras son verdad. Él mismo es la Verdad (Jn 14,6). Los hombres podemos equivocarnos. Dios no se equivoca nunca. Jesús, fundador de la Iglesia, además de ser verdadero hombre, como lo es, es también verdadero Dios, el único Dios. No hay otro Dios más que Él. El Nuevo Testamento clarifica el Antiguo. Y ahora podemos conocer realmente a ese único Dios anunciado en el Antiguo Testamento. 


Jesús está muy por encima de la palabra de cualquier vicario suyo aquí en la Tierra: las palabras de un Papa jamás pueden contradecir las palabras de Jesús, porque son la palabra de Dios. Y lo que Dios dice, en palabras de Jesús, con relación a los judíos, es: "Si no hubiera venido ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa de su pecado. Quien me odia a Mí odia también a mi Padre" (Jn 15, 22-23). Odiando a Cristo están odiando, en realidad, a ese Dios al que dicen adorar.

 (Continuará)

martes, 6 de mayo de 2014

La vía de los hechos: En la pastoral cristiana el dogma es necesario; ambos son inseparables (3 de 17)

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Se me podrá objetar en qué me apoyo para afirmar que se está produciendo una escisión entre teoría y praxis en el seno de la Iglesia católica. No tendría por qué haberla. Nunca la ha habido. La teoría hace referencia al Dogma y la praxis a la Pastoral. Una buena pastoral siempre tiene en cuenta el Dogma. Son inseparables. ¿Cómo voy a seguir a Jesucristo y vivir conforme a sus palabras, si desconozco estas palabras, que me han sido transmitidas a través del Magisterio de la Iglesia desde que ésta fue fundada por Jesucristo? Todo intento de pastoral sin considerar el dogma, está condenado al más rotundo fracaso.  

Dice Jesús: "Cuando me vaya y os haya preparado un lugar, de nuevo vendré y os llevaré conmigo, para que donde Yo estoy, estéis también vosotros" (Jn 14, 3). El Amor de Dios, manifestado en Jesucristo, aspira a ser un amor de intimidad con cada uno. Nos quiere junto a Él. Pero nosotros no podríamos amarlo si Él no nos hubiera amado primero (1 Jn 4,19) ¿Cómo se nos podía pasar por la imaginación que Dios nos quería ... y, además, de ese modo ... hasta dar su vida por nosotros, por cada uno de una manera exclusiva y única? Completamente imposible, si Dios mismo no se nos hubiera dado a conocer ... y de la manera en que lo hizo: haciéndose Él mismo hombre, haciéndose uno de nosotros, para que nosotros, a su vez, pudiéramos amarle y responder a sus requiebros amorosos: tal es nuestra naturaleza, que necesita de los sentidos ... para conocer y para amar.


Cuando Jesús dijo a sus discípulos"Vosotros sois mis amigos" (Jn 15,14), ellos lo estaban viendo con sus propios ojos; además, habían comido y bebido con Él, lo habían tocado, lo habían besado y abrazado ... habían besado y abrazado a Dios, porque si bien es verdad que "Dios mora en una luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni tampoco puede ver" (1 Tim 6,16) y que, según San Juan "a Dios nadie lo ha visto jamás" (Jn 1, 18 a) hay que tener en cuenta que el mismo discípulo amado añade a continuación: "Dios Unigénito, que está en el seno del Padre,  Él mismo es quien lo ha dado a conocer" (Jn 1,18 b). Sólo podemos conocer y amar a Dios en Jesucristo. "Felipe -dijo Jesús- el que me ve a Mí ve al Padre". Y en otra ocasión: "Yo y el Padre somos uno" (Jn 10,30). Lo que ocurre es que no nos lo acabamos de creer


En la pastoral lo que se pretende es conseguir que un mayor número de personas conozcan y amen a Jesús. Ese es el objetivo y el sentido de una buena praxis. Pero no hay que inventar caminos nuevos, porque el único camino que existe ya está inventado. "Para ir a donde Yo voy, conocéis el camino" (Jn 14,4). "Tomás le dijo: 'Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos conocer el camino?'. Y Jesús le respondió"Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por Mí(Jn 14, 5-6). Es imposible hablar más claro. Se trata de tener sus mismos sentimientos, de pensar como Él, de actuar como Él, de hacer nuestra su Vida, conscientes de que no hay otro modo de llegar a Dios, si no es "por Cristo, con Cristo y en Cristo". "Todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre" (1 Jn 2,23a). En cambio, "quien confiesa al Hijo también posee al Padre" (1 Jn 2,23b)




Y para que no nos desviemos del Camino nos ha dejado a sus pastores: los sacerdotes, obispos y cardenales fieles al Magisterio de la Iglesia y a la Tradición multisecular, mediante el encargo de conservar y transmitir fielmente el depósito recibido, como escribía San Pablo a Timoteo: "Guarda el depósito" (1 Tim 6,20). " Manteneos firmes y guardad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de palabra o por carta" (2 Tes 2,15). "Aunque  nosotros o un ángel del cielo os anunciase un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema!" (Gal 1,8). 


Los cristianos conocen poco su fe. Ciertamente el conocimiento de la fe no es suficiente, pues como dice el apóstol Santiago "la fe sin obras está muerta" (Sant 2,26). Pero también es cierto que "sin fe es imposible agradar a Dios, pues es necesario que quien se acerca a Dios crea que existe y que es remunerador de los que le buscan" (Heb 11,6)


En la pastoral cristiana el dogma es necesario. ¿Cómo se puede amar a aquel a quien no se conoce? ¿Qué idea puede tener un cristiano de Dios si no conoce las verdades fundamentales de su fe que son las que darán sentido a su vida, pues en ellas está contenido todo lo que se refiere a Jesucristo, nuestro Amigo y nuestro único bien? "La justicia viene de la fe(Rom 10, 5) y "el justo vive de la fe" (Rom 1,17). "Si confiesas con tu boca -dice San Pablo- que 'Jesús es el Señor', y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás(Rom 10,9). 


"Todo el que invoque el nombre del Señor se salvará" (Rom 10,13) Pero, sigue diciendo San Pablo: "¿Cómo invocarán a Aquél en quien no han creído? Y ¿cómo creerán en Aquél a quien no han oído? ¿Y cómo oirán si nadie les predica? ¿Y cómo predicarán si no son enviados?, según está escrito: "¡Qué hermosos son los pies de los que anuncian el bien!" (Rom 10, 14-15). Por eso es tan importante la familia cristiana, en donde los hijos sean educados en la fe. Hoy hay una gran crisis de vocaciones sacerdotales, pero Dios sigue llamando y tomando la iniciativa, como siempre: "He aquí que estoy a la puerta y llamo. Si alguno escucha mi voz y abre la puerta, Yo entraré a él y cenaré con él y él cenará conmigo" (Ap 3,20): Él nunca deja de llamar. Nos llama porque está enamorado de nosotros (¡de cada uno!) y quiere que seamos felices, lo que sólo será posible si nosotros también lo amamos y somos sus amigos íntimos. 


Pero su voz no se oye. Hay demasiado ruido (sobre todo interior). Dios sigue llamando  Su llamada es siempre actual. Pero, ¿quién nos habla hoy de Él? ... no del Jesús inventado por los hombres, sino de Aquel que sigue viviendo hoy entre nosotros, con su presencia real en la Eucaristía, entre otras cosas, y nosotros ni nos enteramos ... Vivimos como si no pasara nada. Y, sin embargo, lo que ocurre es muy grave, pues los cristianos no conocen al Señor, cuyas palabras se ocultan o se tergiversan, en el mejor de los casos, por muchos malos pastores. 


[Gracias a Dios siguen habiendo también buenos pastores, pero cada vez en menor número, máxime teniendo en cuenta la disminución tan grande que se viene produciendo en el número de sacerdotes desde los años sesenta] 

Y si no se conoce al Señor y, en consecuencia, no se le ama, ¿qué sentido tiene la vida? Ha llegado ya la "hora de despertar del sueño"  (Rom 13,11) y de jugarnos la vida por nuestro Maestro, si fuera preciso, pues el Diablo no duerme y "ronda como león rugiente buscando a quien devorar" (1 Pet 5,8). Y para colmo de males los enemigos de Jesucristo están infiltrados en el seno de la misma Iglesia, y hablan, pero (como malos pastores que son) hablan para mayor confusión y desgracia de los católicos que ya no oyen en ellos la voz del buen Pastor ... y no pueden, por lo tanto, seguirlo.


(Continuará)

lunes, 5 de mayo de 2014

La vía de los hechos: Discontinuidad entre teoría y praxis en la Iglesia (2 de 17)

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Retomando el hilo inicial, es preciso reconocer que la praxis (es decir, lo que realmente se practica) no suele ir al unísono con la teoríaNo en todos los casos pero sí en una gran mayoría (mayoría que va 'in crescendo' con el paso del tiempo) la sensación que se percibe, basada en hechos reales, no es precisamente la de continuidad.  Más bien al contrario: lo que se aprecia -si se mira con objetividad y sin prejuicios- es la existencia de una gran discontinuidad entre la Iglesia de ahora y la Iglesia anterior al Concilio Vaticano II.

Esto no es una opinión: como digo, los hechos están ahí para confirmarlo, aunque sólo será percibido por quienes han conocido la Iglesia anterior al Concilio Vaticano II y por quienes, no habiéndola conocido, debido a su corta edad, han tenido la suerte de ser enseñados por buenos pastores, fieles a las enseñanzas de Jesucristo y a la Iglesia de toda la vida ... pues la Iglesia de hoy "parece" una Iglesia diferente a lo que siempre ha sido la Iglesia. 


Dicho lo cual hay que aclarar inmediatamente que, puesto que profesamos la fe católica, nuestro deber es prestar respeto, obediencia y fidelidad a la Jerarquía, cuya legitimidad no se puede negar en absoluto. No es lícito separarse de la Iglesia; cada uno no puede formar su propia Iglesia: ¡eso es absurdo! Es preciso tener muy claro que "donde está Pedro, está la Iglesia" ("Ubi Petrus, ibi Ecclesia"); de modo que si prescindimos de Pedro nos excluimos de la Iglesia a nosotros mismos. 


Ello no obsta, sin embargo, para que existan también en la Iglesia malos pastores. Siempre los ha habido. Por supuesto que hay buenos pastores: sin ellos la Iglesia no podría subsistir. Los tiene, siempre los ha tenido y siempre los tendrá, pues "las puertas del infierno no prevalecerán contra ella" (Mt 16,18). Pero también existen los malos pastores. Ahí está la evidencia de los hechos para demostrarlo. Y, sin embargo, hay mucha gente que está convencida de que todos los pastores son buenos, automáticamente, por razón de su cargo, por el mero hecho de ser pastores. Y eso no es así.

Sólo existe en la Iglesia un cargo que lleva consigo la condición de la infalibilidad: el cargo del Romano Pontífice, el Papa. Y esto sólo si habla "ex cathedra", cumpliendo las cuatro estrictas condiciones que están claramente indicadas y definidas en la Constitución Pastor Aeternus del Concilio Vaticano I. 
Cuando, cumpliendo con su cargo de Pastor y Doctor de todos los cristianos(1) Hace uso de su suprema autoridad apostólica (2) y declara que una doctrina referente a la Fe o a las costumbres (3) debe ser sostenida (4) por la Iglesia Universal... en ese caso sus palabras son infalibles y no pueden ser objeto de discusión, pues tiene la asistencia divina que le fue prometida en la persona de Pedro. 



Jesús, como no podía ser de otra manera, nos ha dejado señales muy claras para que podamos discernir, sin ninguna duda, entre los buenos y los malos pastores, de modo que sigamos a los primeros y nos apartemos de los segundos, pues en ello nos va la salvación eterna. No tenemos más que leer con atención la parábola del buen Pastor (Jn 10, 1-18) en donde se dice que el mal pastor "es un mercenario y no le importan las ovejas" (Jn 10, 13) pues no son suyas. Y así cuando "ve venir al lobo, deja las ovejas y huye- y el lobo las arrebata y las dispersa" (Jn 10,12). En cambio el buen Pastor "llama a sus ovejas por su nombre" (Jn 10,3) va delante de ellas" (Jn 10, 4)..."y da su vida por sus ovejas" (Jn 10,11) Por eso "las ovejas le siguen porque conocen su voz" (Jn 10,4). "Pero no siguen a un extraño, sino que huyen de él, porque no conocen la voz de los extraños" (Jn 10,5). Y añade Jesús: "Yo soy el buen Pastor" (Jn 10,11) 

Las ovejas siguen únicamente al buen Pastor, que es Jesús; y escuchan sólo su voz, esa voz que partiendo de Jesús ha sido mantenida por su Iglesia durante veinte siglos, enseñada por sacerdotes empeñados en hacer suya la vida de Cristo. Esa voz les llega al corazón porque es "la palabra de Dios, que es viva y eficaz, más aguda que una espada de doble filo" (Heb 4,12), y "puede distinguir los sentimientos y los pensamientos del corazón" (Heb 4,12)

La Iglesia no puede inventar nuevas verdades;  sólo las que ya hay contenidas en la Revelación: "Jesucristo es el mismo ayer y hoy y lo será siempre" (Heb 13,8). Por eso decía San Pablo a Timoteo: "Permanece fuerte en la gracia de Cristo Jesús; y lo que de mí oíste ante muchos testigos, confíalo a hombres fieles, que sean capaces a su vez de enseñar a otros" (2 Tim 2, 1-2). Ésta es la razón por la que la voz que oyen las ovejas, cuando esa voz procede de malos pastores, les parece extraña; lo que es de sentido común: esa voz es extraña sencillamente porque es diferente y no concuerda con lo que siempre han oído de los buenos pastores a lo largo de veinte siglos de historia de la Iglesia, no es conforme a lo que el Magisterio de la Iglesia siempre ha enseñado y transmitido.


Esa extrañeza que sienten las ovejas es un indicativo claro de que, tal como decía Jesucristo, están escuchando la voz de un mal pastor. Por eso los verdaderos fieles deben huir de los malos pastores, de aquellos que no les enseñan la doctrina que Jesucristo predicó. Si un fiel se extravía es porque sigue las voces de los extraños, de los que son malos pastores.  

En todo caso, también hay que decir, como señala el padre Alfonso Gálvez, que doctrinalmente no vale la pena inquietarse demasiado, por la sencilla razón de que el nuevo Magisterio jamás ha querido imponer su autoridad, confiándolo todo al diálogo y la discusión, sin pretender tocar para nada- conforme a sus repetidas afirmaciones- los dogmas y las doctrinas establecidas. Por lo tanto, el fiel católico que desee atenerse a una enseñanza segura, habrá de acudir necesariamente a las doctrinas ya establecidas como tales por un Magisterio que sí que comprometió su autoridad, el Magisterio anterior al Concilio Vaticano II.


(Continuará)