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miércoles, 26 de octubre de 2016

Francisco y “San” Martín Lutero: Perfectamente juntos (Christopher Ferrara)




Nuestra serie sobre la fuente de errores que es el papa Francisco continúa con su actuación frente a la audiencia de “peregrinos” luteranos de Alemania en el Vaticano, el 13 de octubre. En esa fecha se conmemoraba el 99° aniversario del milagro del sol en Fátima; pero Francisco, supuesto devoto de la Santísima Virgen y cuyo pontificado consagró a Nuestra Señora de Fátima (lo que justifica mi optimismo inicial respecto a su desastroso pontificado) ignoró la ocasión completamente. En cambio, dedicó el día a la celebración de la memoria de Martín Lutero en la sala de audiencias Pablo VI.

Una estatua del archi-hereje compartió el escenario con Francisco durante el evento, en el cual dos ministros luteranos, uno de ellos luciendo un aro en la oreja, colocaron en sus manos una enorme copia ceremonial de Las 95 Tesis, considerada comúnmente punto de referencia del comienzo de la Reforma. Uno de los ministros citó a Lutero con el deseo de que su obra sea entregada a quienes nunca la habían leído. Ni en sus sueños más extraños imaginó Lutero que uno de los receptores sería un Papa, aceptándola.

Francisco pasó la mayor parte de la audiencia luciendo dos bufandas, una amarilla, la otra azul, atadas para simbolizar la “unidad” entre luteranos y católicos ortodoxos, cosa que sólo existe en su imaginación. O quizás Francisco tuvo en mente la unidad que sí existe entre los luteranos y la mayoría católica liberalizada, la que efectivamente se tornó protestante en gran medida gracias a la dañina novedad del “ecumenismo”. Hoy somos testigos de lo que Pío XI temía cuando condenó y prohibió la participación católica en el “movimiento ecuménico” que se había originado en sectas protestantes:

¿Acaso no es justo -suele repetirse- y no es hasta conforme con el deber, que cuantos invocan el nombre de Cristo se abstengan de mutuas recriminaciones y se unan por fin un día con vínculos de mutua caridad? ¿Y quién se atreverá a decir que ama a Jesucristo, sino procura con todas sus fuerzas realizar los deseos que Él manifestó al rogar a su Padre que sus discípulos fuesen una sola cosa? …

Este proyecto es promovido tan activamente y en tantos lugares para ganarse la adhesión de un gran número de ciudadanos; e incluso toma posesión de las mentes de muchos católicos y los seduce con la esperanza de conseguir esa unión que resultaría de agrado a la Santa Madre Iglesia que, ciertamente, no desea más que recuperar a sus hijos errantes y conducirlos de nuevo hacia su vientre. Pero en realidad bajo esas palabras y adulaciones seductoras yace un gravísimo error, por el cual las bases de la fe católica son destruidas completamente.

Ahora, un Papa hiper-ecuménico se compromete personalmente en destruir las bases de la fe católica precisamente en nombre del ecumenismo, bombardeando a la Iglesia con arrogantes afirmaciones tolerantes, frecuentemente presentadas con desdén y un tono de indignante irritación hacia los católicos ortodoxos que difieren con las trivialidades que él considera auténtica espiritualidad católica para agradar a las masas.


Satisfaciendo su habitual balbuceo herético en respuesta a las preguntas presentadas por miembros de la audiencia luterana (las siguientes son traducciones mías, tomadas directamente del video) Francisco declaró que los católicos y luteranos pertenecen “al cuerpo de Cristo”. Sin embargo, Francisco contradijo una vez más la enseñanza de sus predecesores respecto a los miembros del Cuerpo Místico.

Tal como afirmó solemnemente el venerable Pío XII, en conformidad con toda la tradición:

“En verdad, sólo estarán incluidos como miembros de la Iglesia quienes han sido bautizados y profesan la verdadera fe, y quienes no hayan sido desafortunados en separarse de la unidad del Cuerpo, o hayan sido excluidos por una autoridad legítima por faltas graves cometidas. “Por un mismo espíritu” dice el Apóstol, “fuimos bautizados en un solo cuerpo, judíos o gentiles, esclavos o libres.” Por lo tanto en la verdadera comunidad cristiana hay un solo Cuerpo, un Espíritu, Un Señor, y un Bautismo, para que haya una sola fe”.

Pío XI, mientras condenaba el “movimiento ecuménico,” también insistió:

“Dado que el Cuerpo Místico de Cristo, esto es, su Iglesia, a semejanza de su cuerpo físico, es uno, compacto y unido, sería necedad y absurdo el decir que puede estar compuesto por miembros desunidos y separados: quienquiera, pues, que no esté unido a él no es miembro suyo, ni está unido a la cabeza, que es Cristo”.

Pero la enseñanza de sus predecesores no tiene importancia para Francisco, quien se revela diciendo cosas que son “insensatas y fuera de lugar” mientras el mundo aplaude su “humilde revolución”. Luego de su palabrerío, Francisco encaró una pregunta respecto a una región de Alemania donde un ochenta por ciento de la población no profesa ninguna religión:

“¿Qué hacer para convencer a los que no tienen fe? ¡Escucha! La última cosa que tienes que hacer es ‘decir’: tú debes vivir como cristiano elegido, perdonado y en camino. No es lícito convencer de tu fe. El proselitismo es el veneno más fuerte contra el camino ecuménico [aplausos].

Por el contrario, debes dar testimonio de tu vida cristiana—el testimonio de lo que nace del corazón, ellos pueden ver el corazón. Y de esta inquietud surge la pregunta: “¿Por qué este hombre o esta mujer vive de esta manera?” Y esto preparará la tierra para que el Espíritu Santo, quien trabaja en los corazones, haga lo que tiene que hacer. ¡Él debe hablar, no tú!”


No puede ser más claro: Francisco insiste en que está mal decir lo que sea para convencer a otros de la propia fe. Según él, uno simplemente debe vivir como cristiano mientras Dios es el que habla, como una especie de iluminación interior, en las personas que, supuestamente, serán conducidas a la conversión simplemente por observar una vida cristiana. Francisco no habla del proselitismo en el “sentido negativo” surgido de la fábrica de excusas de los neo-católicos, sino del propio acto de persuadir a la gente de la verdad de la religión católica. Tampoco necesitan Jimmy Akin [apologista católico que trabaja en Catholic Answers] y otros artesanos neocatólicos del encubrimiento, perder tiempo con la triquiñuela de la “mala traducción”. Las palabras exactas del Papa en italiano son las siguientes: “Non é lecito [coorecto o lícito] convincere della tua fede. Il proselitismo [énfasis suyo] é il velleno [veneno] piu forte contro il cammino ecumenico.”

[...] De todas formas, generalmente las personas que los católicos encuentran fuera de sus casas y parroquias no tienen idea de que los católicos “viven de esta manera” a menos que les hablen sobre su fe y lo que esto significa en su forma de vida. Es precisamente el testigo verbal de la fe el que puede mover corazones y guiar almas a la conversión por la gracia de Dios. Si no, los católicos no son más que invisibles en la inmensa multitud de la sociedad civil contemporánea. El cliché liberal que Francisco suelta constantemente es meramente una receta para el silenciamiento total de la Iglesia Militante, cosa que, de hecho, es el resultado mismo del “ecumenismo” y de la “apertura conciliar al mundo” en general.

Peor aún, respecto a su imaginario testigo silencioso cristiano, Francisco no hizo distinción entre los católicos ortodoxos, que siguen todas las enseñanzas de Jesucristo, y los luteranos, que seleccionan y eligen del Evangelio dado que practican la anticoncepción, el divorcio y hasta el aborto, simulan ordenar mujeres y homosexuales como “sacerdotes” y “obispos”, y consienten el “matrimonio” diabólico entre personas del mismo sexo. Francisco quiere que creamos que el Espíritu Santo inspira la conversión en base al “testimonio” de personas que pisotean el Evangelio y que hasta Lutero denunciaría como malditos herejes.

Hasta acá llegó el mandato divino: “Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a conservar todo cuanto os he mandado.” Y hasta aquí llegó el ejemplo del primer Papa que, siguiendo dicho mandato, declaró frente a una multitud de potenciales conversos judíos:

“Arrepentíos, dijo, y bautizaos cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Pues para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos y para todos los que están lejos, cuantos llamare el Señor Dios nuestro.” Con otras muchas palabras dio testimonio, y los exhortaba diciendo: “Salvaos de esta generación perversa”. (Hechos 2:38-40)”.

Cometiendo una más de sus innumerables meteduras de pata, luego Francisco atribuyó a la “teología medieval” el dicho “la Iglesia se está reformando siempre” o “debe ser siempre reformada”, del latín ecclesia semper reformanda est. Este eslogan protestante, que se originó probablemente en el 1600, es atribuido erróneamente a San Agustín (que además no era medieval) y se hizo popular por primera vez gracias al ecléctico teólogo protestante Karl Barth después de la segunda guerra mundial.

Este error fue secundado con la absurda afirmación: “los mayores reformadores de las iglesias, nuestras iglesias, son los santos: los que siguen la palabra del Señor y la ponen en práctica… Tanto en la Iglesia luterana como en la católica hay personas de este tipo: con corazón santo, que siguen el Evangelio. Éstos son los que reforman la Iglesia.”

En el Evangelio según Francisco, el máximo ecumenista católico, no hay diferencias cruciales entre los luteranos y los católicos. Todos somos cristianos. Todos seguimos el Evangelio, incluyendo quienes piensan que el Evangelio permite el divorcio, la anticoncepción, la sodomía y el aborto en situaciones “difíciles”. Para Francisco, la herejía total y la inmoralidad promovidas por la descendencia de Lutero, incluyendo a la mujer “obispo” que Francisco recibió afectuosamente, son irrelevantes. Los católicos tienen sus santos y los luteranos los suyos, incluyendo al maníaco degenerado que fundó su religión hecha por hombres, cuya estatua Francisco dignificó con su presencia junto a ella.

Lejos está de la mente de Francisco la realidad de que no existe “iglesia luterana” y jamás ha existido. Tampoco parece notar que el mismo luteranismo está fracturado en numerosas sectas opositoras cuyas doctrinas corruptas más o menos rechazan la enseñanza dogmática inmutable de la Iglesia Católica en numerosos asuntos así como los preceptos de la ley natural escritos incluso en los corazones de los paganos sin fe, sin mencionar los de quienes profesan ser cristianos.

La actuación de Francisco el 13 de octubre negó efectivamente la necesidad salvífica de la Iglesia, una negación temática de todo su pontificado. Su hiper-ecumenismo, del cual el espectáculo del 13 de octubre fue su demostración más reciente, también niega efectivamente la función del oficio petrino como sine qua non de la unidad cristiana.

Sin embargo, el púlpito del matón papal es un vehículo más que adecuado para promover mundialmente el Bergoglianismo, una religión que los luteranos encuentran totalmente agradable, tal como demostró el aplauso entusiasta en la sala de audiencias. Y Francisco confirmará su entusiasmo cuando viaje a Suecia a fin de mes para conmemorar el comienzo de la rebelión protestante y participe en una liturgia conjunta con laicos luteranos disfrazados de clérigos, confirmándolos así en sus abominables errores, ninguno de los cuales preocupa en absoluto a Francisco.

Pero como infaliblemente Dios extrae bien del mal, lo más horrendo de este pontificado logra despertar finalmente a los fieles ante los peligros del positivismo papal, recordándoles que la fe es objetivamente verdadera, no verdadera porque lo diga el Papa, y que es totalmente posible que los hechos de un Papa contradigan esta verdad objetiva.

Entonces, por ejemplo, el día después de la audiencia del 13 de octubre, Jeffrey Mirus [presidente de Catholic Culture] escribió:

“Los lectores y escritores de CatholicCulture.org, si bien a veces pueden equivocarse, no son idiotas. Es falso pretender que cuando el papa Francisco dice algo que es percibido como nuevo, diferente e inquietante, en verdad [énfasis suyo] quiere decir siempre lo que la Iglesia enseñó previamente. A esta altura, hasta los alumnos más brutos saben que no es cierto. Cuando el armario del emperador está vacío, a nadie ayuda pretender que él va bien vestido—a menos que nos resulte mejor dudar de nuestra cordura”.

No, no estamos dementes. Lo demente es este pontificado. Tal como observó Antonio Socci luego de la fiesta de Francisco por amor a Lutero: “Bergoglio, en lugar de honrar a Nuestra Señora, honró a Martín Lutero, participando en una audiencia (en el Vaticano) donde se exhibió una estatua del alemán heresiarca y cismático, como si fuera uno de los santos. ¡Es más, Bergoglio es el Papa que por primera vez en dos mil años deseó la profanación de los sacramentos! … ¿Qué más hace falta para que los ingenuos abran los ojos?”

Sólo Dios sabe por cuánto tiempo más estará la Iglesia afligida por este Papa desgraciado. Pero por fin los ojos se están abriendo. Y al menos podemos dar gracias por ello mientras esperamos y rezamos para que la Iglesia se vea librada de Francisco y de todas sus obras.

Christopher A. Ferrara

Lutero según el papa Francisco y según Luis Veuillot (Padre.José María Mestre)

«Yo creo que las intenciones de Martín Lutero no eran equivocadas, era un reformador. Tal vez algunos métodos no eran los justos, pero… en ese tiempo la Iglesia no era un modelo de imitar: había corrupción en la Iglesia, había mundanidad, apego al dinero, al poder, y por esto él protestó. El era inteligente, ha hecho un paso adelante justificando por qué lo hacía, y hoy luteranos y católicos… estamos de acuerdo con la doctrina de la justificación: en este punto tan importante él no se ha equivocado. Pero él ha hecho una medicina a la Iglesia, y luego esta medicina se ha consolidado en un estado de cosa, en un estado de disciplina, en una forma de creer, de hacer, en un modo litúrgico… Debemos meternos en la historia de ese tiempo. Es una historia no muy fácil de entender… La diversidad es lo que tal vez ha hecho tanto mal a todos, y hoy buscamos retomar el camino para encontrarnos después de 500 años».
Ante estas declaraciones del Papa Francisco, sumamente injuriosas pa­ra la Iglesia, podemos preguntarnos si realmente el heresiarca Lutero fue una medicina para la Iglesia y para la sociedad; y dejar que nos conteste el célebre escritor y polemista católico Luis Veuillot, gran defensor de la ortodoxia católica frente al liberalismo en tiempos de Pío IX.
Pues bien, en sólidos estudios sobre el protestantismo, Veuillot prueba que Lutero abrió el camino que luego seguirían Voltaire, Robespierre y Proudhon. En efecto, al emancipar la razón humana, Lutero fue para sus adeptos una causa inmediata de decadencia intelectual y moral; y esta emancipación sería a su vez la causa de las aberraciones filosóficas y políticas de los tiempos modernos, y la fuente de los desórdenes sociales de nuestra época.
1º Lutero fue una causa inmediata de decadencia intelectual y moral
«Para pervertir al hombre, bastaba separarlo del elemento divino, es decir, limitarlo a sus solas fuerzas». Pues bien, Lutero logró un prodigio más espantoso, el de «crear un cristiano que, en presencia de la Iglesia, depositaria e intérprete de la verdad de Dios, proclama la soberanía de su propia razón».
«Al proclamar el derecho al libre examen, al someter la razón de Dios a la razón soberana del hombre, al dar a cada hombre la facultad (o más bien imponerle la obligación) de crearse su propia religión en los límites de la Biblia, Lutero negó la presencia de la autoridad divina en la tierra, y por ahí mismo provocó la aparición de religiones puramente humanas. Una vez que la razón ha ocupado el lugar de Dios en la dirección moral de la humanidad, a ella le incumbe ser la única señora de las creencias, doctrinas, leyes y costumbres; derecho que ella no tardó en reivindicar y ejercer. Desde entonces, ya no hay ni tradición, ni infalibilidad, ni verdad absoluta, ni derecho divino, ni lazo de unidad en la fe; en otras palabras, ya no hay fe».
¿Qué hace esta razón emancipada? «Cae directamente en la independencia absoluta, mas una independencia que se pliega con vergonzosa indiferencia ante cualquier dictadura, para hundirse luego en la indiferencia y desprecio de toda religión».
2º La emancipación luterana de la razón humana, principio de las aberraciones filosóficas del tiempo moderno
Veuillot constata que «la razón emancipada, es decir, incrédula, no ha hecho otra cosa, desde su victoria, que trabajar por destruir lo que la razón sumisa, es decir, creyente, había edificado durante largos siglos mediante sólidos trabajos»… El resultado fue que «produjo millares de sectas religiosas, e introdujo el desorden en la conciencia».
Un siglo y medio después que Lutero hubiese apartado a la filosofía del «camino amplio y luminoso» que seguía la razón católica, el protestante Leibniz se veía obligado a considerar «el rumbo nuevo y las tendencias fatalistas del espíritu filosófico», anunciando por adelantado las revoluciones que conmoverían a Europa cien años después. Espantado, escribía en 1670:
«Ojalá todos los sabios unan sus fuerzas para derribar el monstruo del ateís­mo, y para no dejar crecer más un mal del que sólo podemos esperar la anarquía uni­versal».
3º La emancipación luterana de la razón humana, principio de las aberraciones políticas de los tiempos modernos
Por desgracia, comentaba Veuillot, «este mal, el mayor y más terrible que haya podido verse jamás, invade ahora las ciencias políticas».
«La razón individual, soberana en religión y en filosofía, logró serlo también en política. Después de fabricarse una religión y una filosofía, el individuo quiso hacerse un gobierno según las ideas y los gustos que lo habían guiado al elegir lo anterior. Cuando la noción de Dios perece en la conciencia y en el espíritu, desaparece también la noción de la autoridad, hija del cielo, dejando campo abierto a los combates de los intereses individuales, armados unos contra otros con toda la energía y tenacidad del egoísmo… Sustraído a los derechos de Dios, el hombre cae inmediatamente bajo el yugo del hombre. En esta parcelación y falsificación de la autoridad, la sociedad, que era una familia, degenera en una mezcolanza de tribus cuyo más ardiente deseo es aniquilarse recíprocamente: viva imagen de las sectas del protestantismo y de las escuelas de filosofía. Mismo principio, mismo resultado».
La consecuencia que saca Luis Veuillot es que
«la política de la razón soberana se reduce a la manipulación de las masas»; ahora bien, «a las masas se las agita con la pasión, el error, el temor; y de esta fermentación se desprende una fuerza que todo lo puede, pero que pasa rápidamente y no crea nada por sí misma; irresistible como el vapor, es sutil y estéril como él». Así es como «la soberanía de la razón, destruyendo la noción de la autoridad, reemplaza la autoridad por el despotismo, la obediencia por el servilismo, la libertad por la esclavitud».
Luis Veuillot demuestra luego, historia en mano, que
«Dios no ha enseñado nada tan cuidadosamente al hombre como el respeto de la autoridad […] El principio protestante, introducido en la política, mina sin cesar esta autoridad, con ataques que deben hacer perecer a la misma sociedad. La autoridad tiene en sí algo de tan legítimo, tan necesario y tan divino, que nada puede conmoverla legítimamente, salvo ella misma. Mientras ella cumpla su misión y haga su deber, cree firmemente en su derecho, y resiste a las más temibles pruebas, apoyada en la conciencia pública. Pero la autoridad conspira contra sí misma y se traiciona cuando se separa de Dios; primeramente, porque pierde ella la protección de Aquél por quien los reyes reinan; y luego, porque no puede ella separarse de Dios sin arremeter contra los derechos de Dios. Ahora bien, todo cuanto haga en este sentido se vuelve necesariamente contra el bien del pueblo, especialmente los débiles y los pequeños, que encuentran su única protección y su bien en el derecho de Dios. Pues bien, el protestantismo, o si se prefiere, el espíritu protestante, después de haber llevado la autoridad a sobrecargarse de poder, la ha corrompido al separarla de Dios, quitándole el temor de Dios y obligándola a asumir empresa tras empresa contra los derechos de Dios».
«Lamento mucho, lo confieso francamente, que Lutero no haya sido entregado al brazo secular, y que no haya habido ningún príncipe lo bastante piadoso y político para movilizar una cruzada contra los protestantes…Nuestros padres creían que el heresiarca era más peligroso que el ladrón, y tenían razón. Una doctrina herética era una doctrina revolucionaria. De ella provenían perturbaciones, sediciones, saqueos, asesinatos, toda clase de crímenes contra los particulares y contra el Estado. Se caía en guerra civil, se hacía alianza con el extranjero, y la nacionalidad se veía amenazada al mismo tiempo que la vida y la fortuna de los individuos. La herejía, que es un grandísimo crimen religioso, era también un grandísimo crimen político […] El heresiarca, examinado y convencido por la Iglesia, era entregado al brazo secular y castigado con la muerte. Nada me ha parecido nunca tan natural y tan necesario. Cien mil hombres perecieron por causa de la herejía de Wyclef, mayor número hizo morir la de Juan Huss, y no se pueden medir los ríos de sangre que costó la herejía de Lutero […] La pronta represión de los discípulos de Lutero, y una cruzada contra el protestantismo, le habrían ahorrado a Europa tres siglos de discordias y de catástrofes en que pueden perecer Francia y la civilización».
Un poco más tarde, en 1857, Luis Veuillot afirmaba que «la Revolución francesa, que es el libre examen en política, no ha producido menos escuelas que sectas produjo el libre examen religioso, su antecesor».
4º La emancipación luterana de la razón humana, fuente de los desórdenes sociales de la época contemporánea
Considerando los desórdenes sociales de su tiempo, y desenmascarando en la Revolución francesa «el último acto de la rebeldía del protestantismo contra la Iglesia de Dios y contra la verdad divina», disfrazado ahora bajo el nombre de libertad de los pueblos, como se había disfrazado bajo el nombre de libertad de las conciencias en tiempo de Lutero, Luis Veuillot revelaba magistralmente que el ataque del «monstruo» ofrecía «el mismo triple carácter que tenía en el siglo XVI: carácter social, político y religioso».
«Lutero ataca el estado social en su raíz, demoliendo la solidez del matrimonio, base de la sociedad cristiana; ataca el estado político en su raíz, desplazando los poderes y aboliendo la jerarquía, desarrollo de la sociedad cristiana; ataca el estado religioso en su raíz, aboliendo el culto exterior, expresión necesaria del culto interior, coronación de la sociedad cristiana. Este triple ataque se hace en nombre de la libertad:
• por la libertad de la carne: el divorcio;
• por la libertad del alma: el pontificado de los príncipes;
• por la libertad del espíritu humano, en nombre de la dignidad de Dios: la decadencia de todo culto exterior».
Ahora bien, afirma Luis Veuillot, 
«la Revolución nos presenta el desarrollo regular y lógico de estas tres libertades protestantes».
«Así como Lutero había proclamado pontífices a los reyes, en nombre de la libertad religiosa, así también la Revolución proclama reyes a los pueblos, en nombre de la libertad de conciencia pública… Lutero decía: Antes Mahoma que el Papa. Ese mismo es el grito de la Revolución».
Conclusión
Como puede verse, Lutero no fue de ningún modo para la Iglesia, como pretende el Papa, «una medicina que luego se haya consolidado en un estado de cosa, en un estado de disciplina, en una forma de creer, de hacer, en un modo litúrgico». Lo que sabemos de él y de los frutos de su reforma, que pronto cumplirá los 500 años, es todo lo contrario: que fue el peor revés sufrido por la Iglesia desde la aparición del Islam, y eso mismo es lo que recuerdan continuamente sus pésimas y prolongadas consecuencias.
© Seminario Internacional Nuestra Señora Corredentora C. C. 308 – 1744 Moreno, Pcia. de Buenos Aires
P. José María Mestre Roc. jmmr.sem@gmail.com

martes, 25 de octubre de 2016

De tal palo, tal astilla (por Fray Gerundio) [Sobre el nuevo Prepósito General de los jesuítas]



Hace ya muchos años que la Sociedad de Jesús (S.I.) –vulgo Jesuítas-, se encaramó al pedestal del progresismo y se engolfó en una marea de actitudes y comportamientos heréticos. Sólo se salvaban unos pocos, pocos, pocos…buenos y santos sacerdotes, que tenían que abandonar la Compañía sin abandonarla. O sea, formar grupos de fieles a los que proporcionar la auténtica doctrina cristiana, haciéndose Fundadores repentinos de pequeñas asociaciones (para sobrevivir en medio de la Iglesia y la Compañía post-modernas), o sencillamente predicadores de Ejercicios de San Ignacio por aquí y por allá, como versos sueltos y carcas aislados. Fueron bien pocos –insisto-, y murieron de viejos sin apoyo alguno de sus Superiores.
Mientras tanto, los otros hijos del santo de Loyola, se embarcaban en doctrinas psicológicas y pedagógicas, se enredaban en la meditación trascendental, en el yoga eucarístico, en actitudes budistas-zen, se engolfaban en cursos de oración al modo oriental  y proponían diversas antropologías culturales, a ser posibles marxistas. Aunque también con apellidos estructuralistas, existencialistas y freudianos. Todo ello fue sazonado inmediatamente con las teologías de la liberación, los jesuítas guerrilleros, los claramente apóstatas y los oscuramente católicos. Parece que estaban siguiendo las consignas de San Pablo con alguna variación: Probad todo lo malo y no os quedeis con nada bueno.
Por aquellos años, Dios les envió a Pedro Arrupe, muñidor oficial de la Sociedad de Jesús en el post-concilio y cómplice de la Jerarquía también post-conciliar, perfectamente capacitado para dar el golpe de muerte a la Compañía, cuyos números y estadísticas descendían peligrosamente, al tiempo que ascendían las Universidades de la Orden,  también perfectamente capacitadas para dar una nueva vuelta de tuerca con sus congresos y cursos sobre orgullos gays y apoyos explícitos a homosexualidades de todo tipo, siendo pionera en exigir a la Iglesia cambios en la doctrina moral desde el aborto a los anticonceptivos, pasando por los socialismos de base, las teologías populares y las teologías antropocéntricas en las que Karl Rahner, Gran Maestre del Concilio Vaticano II, labró el futuro de la Iglesia que ahora padecemos.
Nuestro nunca bien ponderado Bergoglio, es uno de los productos resultantes de toda esta amalgama, pero sin Doctorado. Sin aquella jesuítica diplomacia, tacto y habilidad que poseían los de antaño. Ya dije hace años que es como una apisonadora que huele todo lo que sea Tradición y va a por ella. Si le hiciéramos la prueba de ADN, posiblemente saldrían influencias cromosómicas de todo este mundo jesuítico tan anti-católicamente amueblado, aderezado con virus del siglo XX. Tan aprendido y tan precocido en sus años jóvenes mientras escalaba puestos. Y eso sí, con mucho rencor y sin ninguna elegancia.
Cuando Bergoglio llegó por fin al Poder con toda humildad y sin esperárselo, -por eso insiste tanto en que no hay que aspirar a cargos eclesiásticos por ambición-, ya había un papa negro. Había coincidencias con el nuevo Papa Blanco, pero con ciertas limitaciones dejadas al disimulo. El P. Nicolás conocía bien esos informes internos de la Compañía, celosamente guardados ahora en los arcones secretos de la Orden, en los que se recomendaba no consagrar Obispo al Padre Jorge Mario. Por fin ha podido retirarse a su Japón querido y escaparse de la Nueva Corte, como se escapó hace poco el portavoz Lombardi, agotado por la Hidra.
Y así las cosas, el Espíritu Santo tiene que elegir un nuevo Papa Negro, moviendo la mano de los votantes, vestidos de clergyman para la ocasión. Como no podía ser de otra manera, la elección debía recaer en un latinoamericano (como a ellos les gusta llamarse), teólogo-liberacionista, sociólogo y politólogo, revolucionario, chavista y filo-marxista por las mañanas, marxista y filo-chavista por las tardes. Y como alguien ha señalado con mucha gracia, con bigote, camisa de cuadros y un porte muy al estilo sindicalista macarra de los de gambas y langostinos. Aunque éste supongo que beberá mate a partir de ahora.
Dicen mis novicios que digo todo esto, por culpa de esa envidia tradicional existente entre las Ordenes Religiosas. Podría ser, aunque en mi monasterio todavía no hemos llegado a eso gracias a Dios y a nuestro santo Patrono. Y no quiero yo dar la impresión de que arremeto con desmedido ímpetu ante el nuevo Sucesor de San Ignacio (aunque muy desmejorado).
He tenido que explicar a mis jóvenes el sentido del título de mi reflexión, porque ellos no conocen los refranes. De tal palo, tal astilla, quiere decir que se ve el plumero del padre en el hijo, que sale el plumero de la herencia, según el que hace el testamento. Y en este caso de nuestra Iglesia Francisquista, sólo se podía elegir a este jesuíta como Prepósito General, más que nada para que haya coordinación, armonización y compatibilidad con la Nueva Corte Pontificia. Dada la capacidad sinodal de Francisco, y dada su fama de no entrometerse en Conferencias Episcopales, Elecciones de Obispos y asuntos eminentemente democráticos (como airean sus corifeos) dicen que el Espíritu Santo, con la ayuda de San Ignacio y San Francisco de Borja, dignos predecesores suyos, ha elegido al venezolano para dar la última vuelta de tuerca a la Compañía. Dicharachero y vulgarote, dinamitero y bolchevique, tiene un mandato por delante para equipararse al Otro jesuíta y que no le mande cortar la cabeza antes de tiempo.
Dado que ya no se hace caso de la norma del Fundador de que ningún jesuíta puede ser papa, y al final  hemos tenido el primer jesuíta de la historia -y el último, según Fray Malaquías-, nada impide que haya ahora un Papa Negro que sea Presidente Chavista de la Gran Colombia. Ahora ya pueden entonar los jesuítas el Nunc Dimitis, y que Dios reparta suertes. El Papa Negro, ya está maduro. Está elegido a la medida de Bergoglio. No podría haberse elegido otro. Al igual que el resto de las Ordenes Religiosas, al igual que los neo-cardenales, al igual que los neo-obispos y especialmente los neo-nuncios. Todos en sintonía con los nuevos aires y los nuevos tiempos. Y a ser posible, con currículum revolucionario del tipo que sea. Nada de príncipes de la Iglesia. Si acaso, presidentes de soviets, como ahora lo manda la Santa Madre Iglesia.
Fray Gerundio

[NOTA: Para conocer algo sobre el nuevo Prepósito General nombrado por Francisco, el venezolano Arturo Sosa, puede pincharse aquí, en donde se hace referencia también a un artículo suyo de 1978 titulado "la mediación marxista de la fe cristiana" que puede leerse íntegramente aquí. Un resumen del mismo se encuentra en Infovaticana. Muy interesante la entrada de Adelante la Fe de Rorate Caeli]

lunes, 24 de octubre de 2016

Cristina Cifuentes quiere encarcelar al director del colegio Juan Pablo II (Eulogio López)

Fuente: Hispanidad
Cristina Cifuentes (en la imagen) ha enviado al fiscal la carta del director del colegio Juan Pablo II. Es decir, el hombre que se atrevió a discrepar de su dos normas sobre identidad de género que imponen el homosexualismo en la escuelas madrileñas, tanto públicas como privadas. Las mismas normas que provocaron un estudio de los obispos de Alcalá y Getafe asegurando que las leyes aprobadas por la pepera Cifuentes, con el apoyo de toda la Asamblea de Madrid, atentaban contra la libertad de enseñanza, contra la libertad de expresión y contra la libertad de cátedra.
Un colegio perseguido, titulaba Hispanidad. En efecto, Cristina Cifuentes –oiga, que es del PP, no de Podemos- se preparaba para golpear al Juan Pablo II (de Alcorcón, no de tierra de ricos) con la amenaza implícita de quitarle el concierto, con lo que tendrían que cerrar. La presidenta de la Comunidad de Madrid, además, quiere dar un escarmiento: que ningún colegio se atreva a discrepar de su ley sobre identidad de género.
Pero no le basta con eso: la obispa de Madrid quiere venganza. Por eso, no contenta con estrangular al colegio quiere hacer daño al director, autor de la carta. Y así, ha remitido a la Fiscalía la carta enviada a los padres por si fuera culpable de homofobia. El asunto es grave, porque al director del centro le impondrán, gracias a doña Cristina, la pena del delito de odio, -la última delicia de los fiscales- con el artículo 510 del Código Penal, que condena la homofobia con penas de hasta 3, ampliables a cuatro, años de cárcel.
Nada extraño, por otra parte. El cristiano está forzado a moverse entre el heroísmo y la traición. Y el colegio Juan Pablo II, con su director a la cabeza, ha escogido el heroísmo… y le puede llevar al martirio.
Porque a doña Cristina no sólo le sirve estrangular financieramente a los colegios que se niegan a seguir los dictados del lobby gay, a quien ella pretende contentar, sino que encima no acepta la crítica y la envía al fiscal.
Naturalmente, no duden de que el Ministerio Fiscal hará buen uso de la sugerencia: la envía Cristina Cifuentes.
Y no esperen que en Moncloa paren la injusticia de su correligionaria Cifuentes. Como ya hemos informado, a pregunta de Hispanidad, doña Soraya Sáenz de Santamaría aseguró que ella no se mete en competencias de las comunidades autónomas (salvo en la catalana, claro está). Al parecer, en materia de educación es una incompetente.
Eulogio López

viernes, 21 de octubre de 2016

Pero ¿a qué iglesia pertenece el papa Bergoglio? (Roberto de Mattei)



En 2017 coinciden dos efemérides: se conmemoran cien años de las apariciones de Fátima, que tuvieron lugar entre el 13 de mayo de mayo y el 13 de octubre de 1917, y también se cumplen 500 años de la rebelión de Lutero, que se inició en Wittenberg (Alemania) el 31 de octubre de 1517. Ahora bien, el año que viene concurren también otros dos aniversarios de los que se habla menos: trescientos años de la fundación oficial de la Masonería (Londres, 24 de junio de 1717) y cien de la revolución rusa del 26 de octubre de 1917 (según el calendario juliano en uso en el imperio ruso; 8 de noviembre según el calendario gregoriano).

Y no obstante, entre la revolución protestante y la comunista, pasando por la Revolución francesa, hija de la Masonería, corre un indisoluble hilo conductor que Pío XII, en su célebre discurso Nel contemplare del 12 de octubre de 1952, resumió en tres fases históricas, que se corresponden con el protestantismo, el iluminismo y el ateísmo marxista: «Cristo sí, Iglesia no. Más tarde fue: Dios sí, Cristo no. Para terminar con el impío grito: Dios ha muerto; mejor dicho: Dios no ha existido jamás». Plinio Corrêa de Oliveira señaló que en las primeras negaciones del protestantismo ya estaban implícitos los primeros vagidos anárquicos del comunismo: «Si, desde el punto de vista de la formulación explícita, Lutero no era más que Lutero, todas las tendencias, todo el estado de alma, todos los imponderables de la explosión luterana ya traían consigo, de modo auténtico y pleno, aunque implícito, el espíritu de Voltaire y de Robespierre, de Marx y de Lenin» (Revolución y contrarrevolución, Editorial Fernando III el Santo, Bilbao 1978, pág. 52).

Desde esta perspectiva, los errores que difundió la Rusia soviética a partir de 1917 fueron una cadena de aberraciones ideológicas que antes de Marx y Lenin se remontaban a los primeros heresiarcas protestantes. La revolución luterana de 1517 puede considerarse por tanto uno de los hechos más nefastos de la historia de la humanidad, equiparable a la masónica de 1789 y la comunista de 1917. Y el mensaje de Fátima, que previó la difusión por el mundo de los errores comunistas, contiene implícitamente el rechazo de los errores del protestantismo y de la Revolución Francesa.

El comienzo del centenario de las apariciones Fátima, el 13 de octubre de 2016, ha quedado sepultado bajo un manto de silencio. Ese mismo día, el papa Francisco recibió en el aula Pablo VI a un millar de peregrinos luteranos y se entronizó en una estatua a Lutero en el Vaticano, como se puede observar en las imágenes que Antonio Socci se apresuró a difundir en su página de Facebook.

Es más, el próximo 31 de octubre, Francisco viajará a Lund (Suecia) donde participará en una ceremonia conjunta entre luteranos y católicos para conmemorar el quincuagésimo aniversario del protestantismo. Como se puede leer en el comunicado redactado por la Federación Luterana Mundial y el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, el mencionado acto tiene por objetivo «mostrar los dones de la Reforma y pedir perdón por la división perpetuada por los cristianos de ambas tradiciones».

El teólogo y pastor valdense Paolo Ricca, que desde hace decenios está empeñado en el diálogo ecuménico, ha expresado su satisfacción con estas palabras: «Es la primera vez que un papa conmemora la Reforma. A mi juicio, ello constituye un paso adelante con relación a las significativas aspiraciones vinculadas al Concilio Vaticano II, el cual –incluyendo en sus textos y valorizando por tanto algunos principios y temas fundamentales de la Reforma– marcó un antes y un después en las relaciones entre católicos y protestantes. Participar en la conmemoración, como se dispone a hacer el sumo representante de la Iglesia Católica, significa desde mi punto de vista considerar la Reforma un hecho positivo en la historia de la Iglesia, algo que fue beneficioso para el catolicismo. Tomar parte den la conmemoración es un gesto de la mayor importancia, porque el Papa va a Lund, en casa de los luteranos; como si fuera uno más de la familia. Tengo la impresión de que, de un modo que no sabría definir, él se siente también parte de esa porción de la cristiandad que nació de la Reforma».

Según Ricca, la principal contribución ofrecida por el papa Francisco ha sido «su esfuerzo por reinventar el papado, es decir la búsqueda de una manera nueva y diversa de entender y vivir el ministerio del obispo de Roma. Dicha búsqueda –suponiendo que mi interpretación capte al menos un poco de dicho gesto– podría llegar muy lejos, porque el papado –según se ha entendido y vivido en los últimos mil años– ha sido uno de los grandes obstáculos para la unidad de los cristianos. Me parece que el papa Francisco avanza hacia una modalidad de papado distinta de la tradicional, con respecto a la cual las otras iglesias cristianas podrían asumir nuevas posturas. Si así fuese, este tema se podría repensar totalmente en el ámbito ecuménico». Que esta entrevista fuera publicada el pasado 9 de octubre por Vatican Insider, considerado un sitio web extraoficial del Vaticano, da a entender que esta interpretación del viaje a Lund y de las intenciones pontificias cuenta con la autorización y el beneplácito del papa Francisco.

Durante la audiencia a los luteranos del 13 de octubre, Bergoglio declaró también que el proselitismo es «el veneno más fuerte» para el ecumenismo. «Los mayores reformadores son los santos –añadió–, y la Iglesia está en constante reforma». Estas palabras contienen al mismo tiempo, como sucede con frecuencia en sus discursos, una verdad y un engaño. La verdad es que los santos, desde San Gregorio VII hasta san Pío X, han sido los más grandes reformadores.

El engaño está en insinuar que los pseudorreformadores como Lutero deben considerarse santos. A la afirmación de que el proselitismo, o sea el espíritu misionero, es «el veneno más fuerte para el ecumenismo» es preciso darle la vuelta: el veneno más poderoso para el espíritu misionero de la Iglesia es el ecumenismo tal como hoy se lo entiende. A los santos siempre los impusó ese espíritu, empezando por los jesuitas que en el siglo XVI llegaron al Brasil, el Congo y la India mientras sus hermanos de orden Diego Laínez, Alfonso Salmerón y Pedro Canisio, reunidos en el Concilio de Trento combatían los errores del luteranismo y el calvinismo. Para el papa Francisco, por el contrario, no se debe convertir a los que están fuera de la Iglesia Católica. En la audiencia del pasado 13 de octubre, respondiendo improvisadamente a las preguntas de unos jóvenes, dijo: «Me gustan mucho los buenos luteranos, los que se guían verdaderamente por la fe de Jesucristo. En cambio, no me gustan los católicos y luteranos tibios». Deformando nuevamente el lenguaje, el papa Bergoglio llamó «luteranos buenos» a los protestantes que no se guían por la fe de Jesucristo, sino por una deformación de ella, y «católicos tibios» a los hijos fervientes de la Iglesia que se oponen a que se equipare la verdad católica al error luterano.

Todo esto nos lleva a preguntarnos qué pasará el 31 de octubre en Lund. Sabemos que la conmemoración consistirá en una celebración común fundada en la guía litúrgica católico-luterana Common Prayer (Oración en común), elaborada conforme al documento Del conflicto a la comunión. Conmemoración conjunta luterano-católica romana de la Reforma en el 2017, redactado por la Comisión luterana-católico romana sobre la unidad. Hay quienes temen con razón una intercomunión entre católicos y luteranos, la cual sería sacrílega, porque los luteranos no creen en la transustanciación. Pero sobre todo se dirá que Lutero no es un heresiarca, sino un reformador injustamente perseguido, y que la Iglesia debe recuperar los «dones de la Reforma». Quienes se obstinan en considerar justa la condena de Lutero y herejes y cismáticos a sus seguidores debe ser objeto de severas reprensiones y excluido de la Iglesia del papa Francisco. Pero, ¿a qué iglesia pertenece Jorge Mario Bergoglio?

Roberto de Mattei

jueves, 20 de octubre de 2016

Cuántos errores, Santidad. Y algunos de lápiz rojo (por Sandro Magister)


A Francisco le gusta hablar libremente, con todos los riesgos del caso. He aquí una reseña de sus últimos infortunios, una docena en cuatro meses. El más clamoroso con China

Por Sandro Magister


ROMA, 19 de octubre de 2016 – El pasado mes de junio www.chiesa enumeró y analizó un determinado número de equívocos, patinazos, vacíos de memoria y errores en los discursos del Papa Francisco:

 El Papa no es infalible. Aquí hay ocho pruebas (13.6.2016)

Jorge Mario Bergoglio ha caído de nuevo en dos de los errores señalados entonces.

El primero ha sido atribuir al cardenal Christoph Schönborn un cargo que nunca ha tenido: el de "secretario" de la congregación para la doctrina de la fe.

El Papa le promovió por primera vez a este cargo el 16 de abril, en la rueda de prensa concedida en el vuelo de vuelta de la isla de Lesbos. Y esa vez, cuando se transcribieron las palabras del Papa, la sala de prensa vaticana corrigió la equivocación, sustituyendo el cargo de "secretario" con el de simple "miembro".

Pero el 16 de junio, en un discurso a los sacerdotes de Roma en la catedral de San Juan de Letrán, el Papa repitió el error. Cuando dijo a los sacerdotes cómo leer correctamente "Amoris laetitia", les aconsejó retomar "las palabras de un gran teólogo que fue secretario de la Congregación para la doctrina de la fe, el cardenal Schönborn".

Esta segunda vez no se corrigió el error en la transcripción oficial de las palabras de Francisco.

Pero en ese mismo discurso del Papa, un poco más adelante, se corrige, ex post, una expresión suya.

Cuando describe el episodio de Jesús y la adúltera, según la transcripción oficial Francisco habría dicho: "Y Jesús finge haciéndose pasar por tonto, deja pasar el tiempo, escribe en la tierra…".

Pero lo que en realidad dijo el Papa fue: "E Gesù fa un po' lo scemo…" ("Y Jesús hace un poco el tonto…"), una expresión que en italiano suena bastante mal.

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La segunda recaída tiene que ver con una traducción imaginaria -acuñada en Occidente y de moda en los Estados Unidos entre los políticos- de la palabra china "weiji", conflicto, según la cual ésta estaría formada por dos ideogramas, uno que significa "riesgo" y otro que significa "oportunidad".

La primera vez que el Papa hizo referencia a esta expresión, oída indirectamente, fue el 24 de abril en un coloquio con los focolares.

Hizo de nuevo referencia a ella el 18 de junio, durante una visita a la comunidad de Villa Nazaret.

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Pero Francisco ha caído en otros errores, que hay que añadir a la serie.

Uno de estos ha creado algo de discusión y ha sido corregido en la transcripción oficial de las palabras del Papa.

Francisco, en el ya citado discurso del 16 de junio en San Juan de Letrán, en un determinado momento dijo que consideraba que "la mayor parte de nuestros matrimonios sacramentales son nulos" porque los esposos "no son conscientes" de lo que hacen.

En la transcripción oficial "la mayor parte" fue sustituida por "una parte".

Sin embargo, pocos notaron que inmediatamente después, en el mismo discurso, Bergoglio expresaba una opinión que era, en cierto sentido, opuesta.

Efectivamente, después de haber dicho que consideraba nulos la mayor parte de los matrimonios sacramentales dijo que consideraba, en cambio, "matrimonios verdaderos", dotados de "la gracia del matrimonio", las simples convivencias habituales en las zonas rurales argentinas en las que -ha explicado- se forma la familia cuando se es joven, pero se casan en la iglesia cuando son ancianos.

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Otra opinión discutible que le gusta repetir a Francisco concierne un capitel de la basílica medieval de Vézelay, en Francia.

"En ese capitel -ha dicho el Papa en al menos tres ocasiones diferentes- en una parte está Judas ahorcado, con los ojos abiertos y la lengua fuera; en la otra está el Buen Pastor que se lo lleva consigo. Si observamos bien y con atención el rostro del Buen Pastor veremos que los labios por una parte están tristes, pero por otra también sonríen".

En realidad ningún historiador del arte identifica a Jesús en el segundo personaje, que simplemente lleva a Judas a la sepultura. Pero al Papa le gusta interpretarlo así, para realzar la misericordia de Dios hacia el último de los pecadores. Así se expresó el 16 de junio con los sacerdotes de Roma, el 2 de agosto con los obispos de Polonia y el 2 de octubre con los periodistas en el vuelo de vuelta de Azerbaiyán a Roma.

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A veces Bergoglio incurre en malentendidos lingüísticos. Por ejemplo, con la palabra "estracomunitario" ('extra-comunitario'), que en Italia indica sólo a la persona que no pertenece a la comunidad europea.

Francisco, en cambio, está convencido de que esta palabra tiene un fondo de crueldad: "Precisamente esa crueldad que hace que tú, que eres de otro país, te conviertas en un 'extra-comunitario': te sacan de la comunidad, no te acogen. Es algo contra lo que debemos luchar con fuerza".

Así se expresó el Papa con unos jóvenes italianos el 28 de julio en Cracovia, durante la jornada mundial de la juventud.

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Otras veces, en cambio, el error es descriptivo. Por ejemplo, cuando el 12 de octubre, al dirigirse a la conferencia del "Christian World Communions", Francisco citó el martirio de los "frailes ortodoxos coptos degollados en las playas de Libia".

Los cuales sí eran egipcios coptos, pero laicos, no "frailes". En la transcripción oficial no se ha hecho ninguna corrección ex post en esta parte del discurso.

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Está también el caso del transexual español del que Bergoglio contó su historia durante el vuelo de vuelta de Azerbaiyán a Roma, el 2 de octubre.

El relato del Papa es distinto en diversos puntos respecto al que hizo el transexual en los días de su audiencia con el Papa, el 24 de enero de 2015, junto a su "esposa".

Pero, sobre todo, el relato que hace el Papa da como algo pacífico que se suministre la absolución y la comunión a transexuales "casados", silenciando la disciplina vigente en la Iglesia que no permite la celebración del matrimonio sacramental a los transexuales.

Más que una omisión, aquí Francisco se aleja de dicha disciplina, pero sin declararlo.

A este respecto léase el comentario de Christian Spaemann, psiquiatra de profesión e hijo del insigne filósofo católico alemán Robert Spaemann:

Papa Francesco e i transessuali. Le obiezioni di Spaemann jr

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En otra ocasión, el Papa ha errado una previsión, con el resultado de encontrarse en colisión con todo un episcopado, el de Colombia.

El error atañe al resultado del referéndum del 2 de octubre sobre el acuerdo entre el Estado colombiano y los guerrilleros de las Fuerzas armadas revolucionarias de Colombia.

Francisco, conversando el 26 de septiembre en Santa Marta con exponentes del Consejo judío mundial y previendo la victoria del "sí", se había pronunciado con fuerza apreciando a los defensores del acuerdo como personas que "arriesgan todo por la paz" y descalificando a los opositores como personas que "arriesgan todo para continuar la guerra y esto hiere el alma".

Pero al final ganó el "no" y entre los opositores hay una gran mayoría de la Iglesia colombiana, que también desea la paz, pero no con las condiciones establecidas en el acuerdo. Tanto es así que en la firma del acto, el 27 de septiembre, sí que fue desde Roma el cardenal Parolin, pero no estaba presente ningún obispo y la conferencia episcopal había invitado a los colombianos a votar a favor o en contra según la propia conciencia.

Afortunadamente esas palabras del Papa no se incluyeron oficialmente en los actos porque fueron pronunciadas en un encuentro privado. Pero fueron dadas a conocer por los participantes a dicho encuentro:

Papa Francesco dialoga con membri del Consiglio ebraico mondiale


El presidente de la Conferencia episcopal de Colombia, Luis Augusto Castro Quiroga ha intentado enmendar el error y ha declarado a la Radio Vaticana:

"No es que unos dicen 'sí' a la paz y otros 'no'. Los que dicen que 'no' consideran que hay que corregir el acuerdo en algunos puntos, pero también ellos quieren la paz. Este no es un caso de guerra y paz".

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Sin embargo, el error más clamoroso en el que ha incurrido Bergoglio últimamente atañe a China.

El 2 de octubre, en el vuelo de vuelta de Azerbaiyán, Francisco dio un par de noticias que, en ese momento, nadie supo verificar.

La primera: "Los Museos Vaticanos han hecho una exposición en China; los chinos harán una en el Vaticano".

La segunda: "Anteayer ha habido un congreso en la [Pontificia] academia de las ciencias sobre la 'Laudato si’' y había una delegación china del presidente. Y el presidente chino me ha enviado un regalo".

Sin embargo, el 7 de octubre la agencia "Églises d'Asie", voz autorizada de las Misiones extranjeras de París, ha publicado una nota ampliamente documentada que ha demolido ambas noticias:

Le président Xi Jinping a-t-il vraiment envoyé un cadeau au pape François?

Para empezar, los Museos Vaticanos sí que han organizado una exposición del 5 de febrero al 2 de mayo de este año sobre el papado, la misión católica en Oriente, la liturgia y los sacramentos, pero no en la China popular sino en casa de su… enemigo, en Taipei, la capital de Taiwán.

En lo que respecta al supuesto regalo del presidente chino Xi Jinping al Papa, la minuciosa reconstrucción hecha por "Églises d'Asie" acaba incluso definiéndolo "impensable".

El 11 de octubre la agencia "Asia News" del Pontificio instituto de misiones extranjeras de Milán ha puesto oportunamente a disposición de los lectores de lengua italiana, inglesa, española y china la reconstrucción de "Églises d'Asie":

Églises d'Asie: “¿El presidente Xi Jinping realmente ha enviado un regalo al Papa Francisco?”

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Traducción en español de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares, España.