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domingo, 28 de junio de 2015

LAS TRES CAMPANADAS (8 de 9): 3ª CAMPANADA (3 de 4)



PERSEVERANCIA ANTE LA DESERCIÓN DE LA MAYORÍA

Perseverad, pues, vigilantes. Hoy, especialmente entre los eclesiásticos y los clericales tocados por las corrientes modernistas, todo se juzga con una visión ajena al sentido sobrenatural. Me refiero a esas personas que, donde advierten una obediencia cristiana, hablan de verticalismo; si descubren certeza de fe en lo que todos hemos de creer, afirman que no hay pluralismo; si se observan unas normas litúrgicas con unción, serán capaces de sostener que falta espontaneidad en el culto (...) [En cambio] nos alabarían si atacáramos a la Iglesia, al Papa, a la fe católica o a la moral cristiana.

No queremos contribuir a empobrecer la espiritualidad de la Iglesia, arremetiendo contra lo que Jesucristo mismo instituyódisminuyendo el sacerdocio ministerial y su santidad, para que se confunda con el sacerdocio real de los fieles; quitando el culto y las prerrogativas de la Madre de Dios, empequeñeciendo sus fiestas y su veneración; ahogando la devoción a los santos y a sus imágenes; destruyendo el sacramento del matrimonio; y, sobre todo, dando disposiciones que conducen a arrancar de las almas el amor al Santo Sacrificio de la Misa y la certeza en la Real Presencia de Jesucristo en el Santísimo Sacramento del altar y reservado en el Sagrario.


(...) El mal se envuelve diabólicamente en paños de virtud y de autoridad:  y así resulta más fácil que se fortalezca y que produzca más daño. Porque aparecen gentes con una falsa religiosidad, saturada de fanatismo, que se oponen desde dentro a la Iglesia de Jesucriso (...) haciendo resaltar (...) lo político antes que lo religioso.


Todo coopera al desprestigio general de la autoridad eclesiástica y a que no se corrijan con oportunidad y energía los desórdenes: los desatinos heréticos, la inestabilidad, la confusión, la anarquía en asuntos de fe y de moral, de liturgia y de disciplina. A esta situación la llaman algunos -defendiéndola- aggiornamento, cuando es relajación y menoscabo del espíritu cristiano, que trae como consecuencia inmediata -entre otros efectos- la desaparición de la piedad, la carencia de vocaciones sacerdotales o religiosas, el apartar a los fieles, en general, de las prácticas espirituales (...) al paso que los eclesiásticos, al verse ineficaces, se muestran desgraciados y abandonan el proselitismo...


Fijaos en que, a la debilitación de la fe, acompaña una desorientación de la conciencia (...) Convenceos, hijos míos, de que en cuestiones de fe, de pureza y de camino no hay detalles de poca importancia (...) esta infidelidad se manifiesa muy pronto en una progresiva disminución de la alegría en el servicio de Dios.


(...) Renovemos nuestra oración, al reconocernos tan inseguros, y nos encontraremos esforzados y capaces de dar fuerzas a quienes vacilen. Pero atentos a la advertencia que recuerda san Pablo a los de Corinto (1 Cor 10, 12) ["Quien piense estar en pie, mire no caiga"] El que se juzga fuerte y seguro, no olvide que es capaz de caer. Insisto en que el humilde reconocimiento de nuestra debilidad, ante el Señor será la mejor base para nuestra firmeza.



VIBRACIÓN INTERIOR Y CONFIANZA EN DIOS

(...) Os exhorto (...) para que no decaigáis en la pelea, con licencias que os llevarían a perder la vibración interior. Hemos venido a esta tierra para ofrecer nuestra vida en un holocausto a Dios: no os canséis de entregaros; no os paréis en vuestro afán por alcanzar la santidad, echando mano -al cabo del tiempo- de compensaciones humanas que apagarían vuestro celo.

Hemos de comprender que no valemos nada -menos que nada- y apoyarnos en la fortaleza de Dios. Por eso, hijos míos, no seáis jamás engreídos. No os durmáis en las buenas obras realizadas, adoptando un aire de suficiencia, porque sólo el corazón humilde está preparado para no malearse.  (...) Necesitamos que nos gobierne la clemencia de Dios, porque no podemos agradarle, ni servirle con alegría, si Él no nos asiste.


Poned el corazon en serviros. Cuando el cariño pasa por el Corazón Sacratísimo de Jesús y por el Dulcísimo Corazón de María, la caridad fraterna se ejercita con toda su fuerza humana y divina. Anima a soportar la carga, quita pesos, asegura la alegría en la pelea (...) Hijos de mi vida, quereos, ayudaos y dejaos ayudar, haciéndoos las oportunas advertencias con comprensión y con caridad. Así, bien unidos, venceremos tantas batallas de paz, que aún hemos de combatir en nombre del Señor y de la Iglesia. Solos no podemos nada; con Dios y con el concurso de nuestros hermanos, todo lo podemos. 



CONFUSIÓN EN EL SENO DE LA IGLESIA

Hemos de vivir esta mutua vigilia de amor muy especialmente en estos tiempos en los que, desde dentro de la Iglesia, se siembra descaradamente la confusión:  agitadores de sacristías y conventos; gente que ha hundido seminarios y vaciado iglesias; (...) parecen destinar todo su interés en que haya hombres que, sin guardar el Evangelio de Cristo y su Ley, se llamen cristianos; y envueltos en oscuridad se creen que tienen luz (...) presentan la noche como día, la muerte como salud, la desesperación con apariencia de esperanza (...) el anticristo en el nombre de Cristo; así escamotean con sutileza la realidad, engañando con apariencias de verdad. Esto sucede, hermanos amadísimos, por no volver al origen de la verdad, por no buscar la fuente, por no guardar la Doctrina de Maestro celestial.


LA BUENA DOCTRINA

Acudamos, pues, a la buena doctrina, que enciende con lumbres la inteligencia y mueve a obrar rectamente, porque trae claridad a la conciencia para discernir el bien del mal. La gran catequesis, que es nuestra tarea, requiere un asiduo estudio; y requiere también, cualquiera que sea la ciencia que se estudie, aprender a situar rectamente y bajo la luz de la fe aquella parte del saber humano al que se dedica, por profesión, el propio esfuerzo

No se relee, sin gran dolor, lo que san Pío X describió en su encíclica Pascendi, cuando exponía las características del modernismo que, en ese documento, definía como compendio de todas las herejías. (...) [Esta] enfermedad mortal (...) ha alcanzado aspectos de epidemia generalizada. Su extensión ha facilitado su virulencia y la manifestación de efectos monstruosos, en cantidad y en calidad, que quizá ni siquiera hubiésemos podido imaginar ante los primeros brotes de modernismo. [Estas palabras fueron escritas tan solo nueve años después del Concilio Vaticano II, hace más de cuarenta años]


Lo que inicialmente se mostraba sólo, aunque ya fuese muy grave, como la reducción de las Verdades dogmáticas a la simple experiencia subjetiva (...) se ha degradado aún más: las hondas exigencias del alma (...) quedan disueltas en la horizontalidad sin relieve de lo mundano: identificando el amor de Dios con las aspiraciones o deseos más inmediatos del hombre-masa, sometido a los determinismos de la planificación materialista y atea y a la de los instintos animales.


(...) Si, para combatir eficazmente los males del modernismo, san Pío X -como de modo análogo había hecho antes León XIII- señalaba, entre los más importantes remedios que urgía poner, el fiel seguimiento de la filosofía y de la teología de santo Tomás, es patente que ahora se impone, como nunca, el estricto cumplimiento de esa disposición. [Lo veremos en la siguiente y última entrada de esta serie]



(Continuará)

sábado, 27 de junio de 2015

LAS TRES CAMPANADAS (7 de 9): 3ª CAMPANADA (2 de 4)


Hay que vibrar, hijos míos, hay que vibrar, porque rendiremos cuenta del tiempo inútilmente gastado. Para nosotros, el tiempo es gloria de Dios (...) es ocasión irrepetible de sembrar Doctrina.


(...) Se escucha como un colosal non serviam! (Jer 2, 20) en la vida personal, en la vida familiar, en los ambientes de trabajo y en la vida pública. Las tres concupiscencias (1 Jn 2, 16)  [Todo lo que hay en el mundo -la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la arrogancia de los bienes terrenos- no procede del Padre, sino del mundo] son como tres fuerzas gigantescas que han desencadenado un vértigo imponente de lujuria, de engreimiento orgulloso de la criatura en sus propias fuerzas, y de afán de riquezas. Toda una civilización se tambalea, impotente y sin recursos morales.


No cargo las tintas, hijos míos, ni tengo gusto en dibujar malaventuras: basta abrir los ojos y, eso sí, no acostumbrarse al error y al pecado. Un lamentable modo de acostumbrarse ha ocasionado la petulacia de algunos eclesiásticos que -posiblemente para encubrir su esterilidad apostólica- llamaban signos de los tiempos a lo que, a veces, no era más que el fruto, en dimensiones universales, de esas concupiscencias personales


Con ese recurso, en lugar de imponerse el esfuerzo de averiguar la causa de los males para ofrecer el remedio más oportuno y luchar, prefieren claudicar estúpidamente: los signos de los tiempos componen la tapadera de este vergonzoso conformismo.



LUCHA Y PEQUEÑOS DETALLES

¿Qué remedios emplearemos nosotros cuando abunda tanta facilidad para desvariar? Hijos míos, inactivos no vamos a quedarnos. Equivaldría a desertar.

(...) Hay que pelear y resistir (...) ir contra la corriente (...) atribuyendo mucha importancia aun a lo más insignificante, en el ejercicio cotidiano de las virtudes. No existe nada de poca categoría (...). No os fiéis de vosotros mismos, aunque pasen los años. Mirad que lo que mancha a un chiquillo mancha también a un viejo. Velad, para atajar con prontitud el menor síntoma de flojera en la lucha. Así no nos dejaremos dominar por una mentalidad y una norma de conducta ajenas a las enseñanzas de Jesucristo. 

Todo tiene su trascendencia. (,..) Si uno se desliza por pequeños abandonos, acaba perdiendo el camino y la fe. (...) No condescendais. [Aquí cita a San Pedro: El diablo, como un león rugiente, ronda buscando a quién devorar (1 Pet 5, 8)] ... y espera que hagáis la más minima concesión , para dar el asalto al alma: a la entereza de vuestra fe, a la delicadeza de vuestra pureza, al desprendimiento de vosotros mismos y de los bienes terrenales, al amor de las cosas pequeñas.

OBJETIVIDAD 

El mal viene, en general, de aquellos medios eclesiásticos que constituyen como una fortaleza de clérigos mundanizados. Son individuos que han perdido, con la fe, la esperanza: sacerdotes que apenas rezan (...) profesores de religión que explican porquerías, pastores mudos, (...) activistas políticos

Hijos, duele, pero me he de preocupar, con estos campanazos, de despertar las conciencias, para que no os coja durmiendo esta marea de hipocresía. El cinismo intenta, con desfachatez, justificar -e incluso alabar- como manifestación de autenticidad, la apostasía y las defecciones. (...) Me sobran datos bien concretos para documentar que no exagero: desgraciadamente no me refiero a casos aislados.

[Si lo que san José María decía hace cuarenta años era cierto, ¿qué no diría ahora cuando la apostasía está abarcando prácticamente a todo el mundo y se alaban y se consideran como normales, el asesinato a niños aún no nacidos (aborto) así como la homosexualidad, como una opción válida y elevada a la categoría de "matrimonio"?]

RESPUESTA CRISTIANA

A este descaro corruptor, hemos de responder exigiéndonos más en nuestra conducta personal y sembrando audazmente la buena Doctrina (...). Que nadie nos gane en diligencia: es la hora de una movilización general, de esfuerzos sobrenaturales y humanos, al servicio de la fe (...) Saber estas cosas y lamentarse no bastaría: debemos esparcir la buena semilla a manos llenas y con constancia, de palabra y por escrito. Pero, sobre todo, con nuestro comportamiento: que se note que reverenciamos la fe y amamos fielmente a Jesucristo y a su santa Iglesia.

(...) Que ninguno me venga con remilgos y distingos, en estos momentos en que se requiere una firme entereza doctrinal. Abominemos de ese cómodo irenismo de algunos (...). De estas posturas falaces de ciertos eclesiásticos, que traicionan su vocación, brota como resultado, la frívola componenda, la doctrina desvaída, el alejamiento del pueblo de sus pastores, la pérdida de autoridad moral y la entrada en el ámbito de la Iglesia de facciones partidistas. En el fondo, todo se reduce a que han caído en las redes de la dialéctica propia de una filosofía opuesta a la verdad, porque se fundamenta en violencias a la realidad de las cosas. Se descubre también que se teme más el juicio de los hombres que el juicio de Dios


REMEDIO DE LOS REMEDIOS

Es la piedad (...). Es preciso rezar más (...). El Señor espera de nosotros una oración más intensa por su Iglesia ... que entraña una vida espiritual más recia, que exige una continua reforma del corazón: la conversión permanente.

(...) O secundamos el ímpetu del Espíritu Santo, que nos lleva a servir al Señor con alegría ... o nos arrastrará el espíritu propio, nuestra soberbia. Entonces quedaremos fácilmente a merced del diablo, porque sólo el Espíritu divino posee la fuerza definitiva para arrojar lejos a Satanás.  Meditad, por tanto, en la importancia de entrar por caminos de oración, que así se recorren las sendas de docilidad a la gracia. (...) Se reza poco, y rezando poco no se logran discernir los espíritus y se confunde el error con el bien. 

Todo el designio del diablo está centrado en disuadir a los hombres de perserverar en la oración, porque la oración es el modo de introducirse en la amistad con Dios. (...) Hemos de persuadirnos de que los medios sobrenaturales son los más adecuados para afrontar una contienda de este tipo: la oración, la mortificación, el conocimiento de la doctrina de la fe, los sacramentos. Esto es lo sabio y prudente.

(...) Por desgracia, se observan también en la Iglesia  sitios -cátedras de teología, catequesis, predicación- que deberían alumbrar, como focos de luz, y se aprovechan, en cambio, para despachar una visión de la Iglesia y de sus fines totalmente adulterada. (...) Confundir a la Iglesia con una Asamblea de fines más o menos humanitarios, ¿no significa ir contra el Espíritu Santo? [Sí, pues] ir contra el Espíritu Santo es hacer circular, o permitir que circulen, sin denunciar sus falsedades, catecismos heréticos o textos de religión que corrompen las conciencias de los niños, con enseñanzas dañosas y graves omisiones. 

Frente a ese griterío, hemos de exclamar: ¡basta! (...) Hijos, no os durmáis en un quehacer rutinario. Sentir el desvelo por cumplir el bien, que el tiempo es corto. No os acobardéis jamás de dar la cara por Jesucristo

APOYARNOS EN EL SEÑOR

Para ser así, fieles, apoyaos en el Señor: es decir, no confiemos únicamente en nuestras escasas energías. Nadie más ridículo que el que se jacta, presuntuoso, de lo que realiza. (...) Tened el convencimiento de que nuestra fortaleza es prestada, que la verdadera fuerza y perseverancia sobrenatural en el bien vienen de Dios. Ninguno se crea mejor que los demás; ninguno se considere exento de errores y de pasiones (...) Fuera, hijos, el orgullo y la vanidad: buscad solamente la gloria de Dios.

(...) Nos esforzamos, con la gracia de Dios, por no abandonar; y por utilizar, con tenacidad, los medios para que no nos arranquen la fe (...) en esta casi universal deserción moral. [Hoy hablaríamos de apostasía universal]. Ya sé que este razonamiento implica que trabajemos a contrapelo en muchas cosas. Pero hemos de mantenernos así porque conviene delante de Dios y delante de los hombres, y porque comprendemos que no existe otro modo cristiano de comportarse.

(Continuará)

viernes, 26 de junio de 2015

LAS TRES CAMPANADAS (6 de 9): 3ª CAMPANADA (1 de 4)

Aunque estas campanadas son toques que dio el fundador del Opus Dei a sus hijos espirituales, sin embargo, su contenido esencial vale para todos los cristianos. La tercera campanada es la más larga en extensión. Procuraré ceñirme, en mi resumen, a lo esencial. Hoy, precisamente, se cumplen cuarenta años desde la muerte de San José María Escrivá de Balaguer. Tal vez sea un buen momento de dejar que estas campanadas o avisos entren en nuestro corazón para hacer realidad en nuestra vida su contenido, como cristianos que somos, por la gracia de Dios ... pues, como digo, aunque van dirigidas a los miembros de la Obra, no obstante -en su mayor parte- podemos considerarlas como dirigidas también a nosotros, es decir, a todos aquellos que intentamos ser fieles a Jesucristo ... con la que está cayendo. La gracia de Dios no nos va a faltar. De eso podemos estar seguros.

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SIEMPRE HAY QUE ESTAR COMENZANDO

Queridísimos: (...) Salgo otra vez a vuestro encuentro, volviendo a sonar la campana (...). Esta carta es como una tercera invitación, en menos de un año, para urgir vuestras almas con las exigencias de nuestra vocación, en medio de la dura prueba que soporta la Iglesia.

Espero -con estas líneas- impulsaros a que busquéis con mayor esfuerzo, la conversación, el trato y la intimidad con Dios Nuestro Señor, Uno y Trino (...). Así iremos por este mundo (...) cantando coplas de amor, anunciando la infinita clemencia de Dios con sus criaturas, que en tantas ocasiones no se dirigen al Señor ni le aman, porque no le conocen, ya que se ha secado la lengua de quienes deberían predicarles.

(...) Hemos sido escogidos para que demos la vida entera, sin reservarnos nada (...). Honra, dinero, progreso profesional, aptitudes, posibilidades de influencia en el ambiente, lazos de sangre; en una palabra, todo lo que suele acompañar a la carrera de un hombre en su madurez, todo ha de someterse a un interés superior: la gloria de Dios y la salvación de las almas.

Hijos míos: no os podéis entibiar (...) Revelaría un síntoma indudable de tibieza que nuestro trabajo ordinario se transformara en campo para satisfacciones de afirmación personal (...) de mundano progreso.

CUIDADO CON EL FALSO ECUMENISMO

No olvidéis el particular empeño que pone en estos tiempos el demonio, para lograr que los fieles se separen de la fe y de las buenas costumbres cristianas, procurando que pierdan el sentido del pecado, con un falso ecumenismo como excusa.

[Se ha llegado a] (...) un triste estado de ánimo, en el que no se nota inclinación por la verdad, ni repugnacia por la mentira (...)  aniquilando el celo apostólico que nos mueve a salvar la propia alma y las de los demás, defendiendo con decisión la Doctrina, sin atacar a las personas.

Cuando escritores embusteros, que se atreven en su soberbia y en su ignorancia -quizá en su mala fe- a calificarse como teólogos, perturban y oscurecen las conciencias, cada uno de nosotros ha de anunciar, con mayor fuerza, la Doctrina segura, a través de un proselitismo incesante [aunque según el papa Franciso, el proselitismo es una solemne tontería].

Para que esta acción apostólica sea fructuosa, dediquemos cada día más empeño a nuestra formación teológica personal y a nuestra vida interior (...) La realidad [la eterna y la terrena] sólo admite una postura: vivir en la Iglesia de siempre. Es cierto que, en alguna ocasión, el hecho de tener y propugnar la verdad, algunos lo interpretan falsamente como un acto de soberbia (...) cuando cumplimos estrictamente un enojoso deber. (...) Adelante, pues: No olvidar que la verdad no tiene más que un camino

[Ya sabemos que ese Camino es Cristo, que es el mismo ayer y hoy y lo será siempre (Heb 13,8). De manera que el "diálogo" ecuménico o interreligioso sólo, única y exclusivamente tiene sentido cuando tiene como finalidad la de llevar a la gente a que conozcan y amen a Jesucristo. Siendo conscientes, y sabiendo con total seguridad -si no hemos perdido la fe- que "fuera de la Iglesia no hay salvación", el ecumenismo verdadero consistiría en atraer a la gente hacia Jesús y hacia la verdadera y única Iglesia, que es la Iglesia Católica. Todo lo que no sea esto es, en el mejor de los casos, una pérdida de tiempo; y, en realidad de verdad, una sarta de mentiras, pues no puede haber acuerdo ni diálogo entre personas cuando se considera que cada uno de ellos tiene la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Esta realidad está reservada tan solo a la Iglesia Católica, por pura gracia divina; dado que sólo ella conserva el Depósito de la Fe que le fue concedido desde que Jesucristo la fundó. El resto de "religiones cristianas" no son tales religiones, sino ideologías pues son producto de los pensamientos de los hombres, que intentaron imponer su ley sobre la ley de Dios: Enrique VIII, Lutero, etc... Y las "religiones" no cristianas son meras elucubraciones debidas a la imaginación de ciertas personas que las impusieron a los demás: budismo, etc...] 

VASIJAS DE BARRO

Estamos llamados a vivir al día, con lo puesto, sin que nada nos ate, confiados a la Providencia de nuestro Padre Dios (...) [En este proceso] comprende que eres de barro de botijo y no te asustes (...) de topar dentro de tí con abismos de vileza. Clama, ruega, recorre las etapas del hijo pródigo. Tu Padre Dios sale a tu encuentro apenas te confiesas pecador, en aquello que la soberbia te ocultaba como pecado. Comienza, para tí, una gran fiesta -la profunda alegría del arrepentimiento- y estrenas un traje limpio: una caridad más honda, más divina y más humana, porque cuentas ya con la seguridad de haber aceptado humildemente la poquedad de tu condición.

[¿Quién ha dicho que la Iglesia no ha practicado la misericordia hasta ahora, hasta el Vaticano II? Una falsedad, como tantas otras, que se difunde por los poderes mediáticos, dando lugar así al engaño de miles y millones de personas. Desde siempre, Dios ha sido misericordioso y ha perdonado. La máxima manifestación de misericordia fue la venida de Jesucristo al mundo para hacer posible nuestra salvación. Claro que Dios es misericordioso. Esta idea no es del papa Francisco. Pero sólo perdona a aquellos que reconocen sus pecados como tales pecados: "Padre, he pecado contra el cielo y contra tí" ... "Yo también te perdono. Vete y no peques más", etc.... Nunca jamás se ha justificado el pecado ni el error, pues éstos siempre son condenables. Otra cosa distinta es la persona que ha quedado esclavizada por el pecado: sólo podrá salir de su situación cuando reconozca que tal situación es anómala y va en contra de la Ley de Dios; mientras eso no ocurra, el perdón es imposible]

NO PONER OBSTÁCULOS AL PLAN DE DIOS

¿Aprenderás, hijo mío, a no señalar limitaciones a quien te amó tanto que dio su vida por tí? Este camino de generosidad, y de prontitud para la conversión, marca la senda de la alegría. "Alegraos siempre en el Señor" (Fil 4, 4). Nuestro gozo está en servirte, con las barreras que Tú quieras, Señor mío.

(...) Quien no pone condiciones, servirá al Señor con alegría. ¡Qué libertad la nuestra, hijos míos, si nos decidimos a perder la vida sirviendo! ¡Qué libertad cuando renunciamos, de verdad, a ocuparnos de nosotros mismos! (...) Esto -y más hoy, y aún más en algunos círculos eclesiásticos- choca; y no me extraña que choque, porque la lógica de Dios desafía abiertamente la lógica de los hombres.

Unos, con pretextos de evangelizar el mundo, se afanan en ceder y ceder, desvirtuando la sal cristiana. Nosotros procuramos exigirnos, y exigir mucho (...) a pesar de las resistencias de nuestra personal debilidad. Justamente, por el convencimiento de nuestra flaqueza, nos consta que cediendo no se consigue nada.

Percibimos el grave deber de transmitir, a las generaciones que vendrán detrás de nosotros, este espíritu de radical dedicación, de no poner límites a cuanto el Señor nos pida en su servicio.

[De ahí la gravedad inmensa de haber desvirtuado el mensaje de Cristo; por ejemplo, no hablando del carácter sacrificial de la Santa Misa, que es esencial para comprenderla; de la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, etc... En general, de todos los misterios sobrenaturales, que constituyen la esencia del Cristianismo, sin los cuales el Cristianismo no es nada ni tiene nada que decirle al mundo ... pues si la sal se vuelve sosa para nada sirve sino para arrojarla fuera y que la pisen los hombres (cfr Mt 5, 13). Como dice San José María no se puede ceder y ceder, con el pretexto de evangelizar el mundo. No es ésa la voluntad de Jesucristo]

(Continuará)

miércoles, 24 de junio de 2015

LAS TRES CAMPANADAS (5 de 9): 2ª CAMPANADA




En la página web del Opus Dei, en el siguiente enlace, se encuentra un resumen de las tres campanadas de San José María Escrivá, que proviene de la biografía escrita en tres tomos, por Andrés Vázquez de Prada, titulada "El fundador del Opus Dei". Las tres campandas, en cuanto tales, no han sido publicadas al completo. Y, en principio, están escritas sólo para ser leídas a nivel interno por miembros del Opus Dei. No obstante, después de la canonización de José María Escrivá, salieron a relucir, al completo, la primera y la tercera (de ésta hay escrito un libro, cuyo autor es Enrique de Diego, en la editorial Rambla). En cambio, de la segunda campanada sólo he encontrado el resumen que realiza Andrés Vázquez de Prada; y que procedo a transcribir en esta entrada. Esta segunda carta está fechada en el mismo año de 1973, al poco de escribir la primera. Así lo cuenta el autor de la biografía del fundador del Opus Dei:


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Apenas habían transcurrido tres meses cuando, en vistas del cariz que tomaban las cosas, cogió de nuevo la pluma. Esta segunda carta, fechada el 17 de junio de 1973, mantenía a sus hijos al tanto de los innumerables errores que se estaban infiltrando en la doctrina y en las costumbres. De modo que la Iglesia se encontraba en medio de una borrasca tremenda; y —como explicaba el Padre, animando apostólicamente a sus hijos— en esta larga temporada de tempestad y de naufragio, debemos ser para muchos un arca de salvación.


Muchos cristianos, por desgracia, habían perdido la visión sobrenatural, ya no vivían con los ojos puestos en la eternidad hacia la que todos nos encaminamos. Deslumbrados por los espejuelos de lo temporal adoptaban posturas críticas contra la tradición y de rebeldía contra el dogma. Eran partidarios de un equívoco cristianismo adulto.

[¿Acaso no es eso lo que está ocurriendo hoy en día en la Iglesia, de una manera descarada y sin el más mínimo empacho?]

A éstos les invitaba el Padre a meterse en el Evangelio y escuchar la voz del Señor: «En verdad os digo, que si no os volvéis y hacéis semejantes a los niños, no entraréis en el reino de los cielos» (Mt. 18, 3).

Era cada vez mayor el número de quienes predicaban una vida despojada de fe sobrenatural, intentando suplantar a Dios en todas partes:

Especialmente con el marxismo, que es la suma de todos los errores, estamos asistiendo a una subversión total:

- La Eternidad es sustituida por la historia
- Lo Sobrenatural por la naturaleza
- Lo Espiritual por la materia
- La Gracia divina por el esfuerzo humano [...].

Para algunos, parece como si en lugar de ser la Iglesia —la Iglesia de siempre, la que fundó Jesucristo y a la que Jesucristo ha asistido continuamente en estos veinte siglos— la salvación para el mundo, hubiera de ser el mundo la salvación para la Iglesia 

En la Navidad de 1973, al felicitar a sus hijas y a sus hijos, seguía comentando el tema central de estas dos extensas cartas de meses anteriores. Porque, insistía, tengo la obligación de deciros estas tristes verdades, de preveniros, de abriros los ojos a la realidad, a veces tan penosa. 

Luego, les prometía un tercer escrito: Os escribiré pronto: haré sonar de nuevo la campana gorda, para que nadie sea vencido por un mal sueño

[Se está refiriendo a la tercera campanada, que es la que publicaré en las dos o tres entradas siguientes]

Pero no era cosa de entristecerse, porque no es la Navidad ocasión de amargura, ni de pesimismo. Hemos de colmarnos de serenidad, de sobrenatural esperanza, de fe: el Señor vendrá, es seguro.
Roma, 17 de junio de 1973


LAS TRES CAMPANADAS (4 de 9) : 1ª CAMPANADA (2 de 2)



LUCHA INTERIOR

(...) La lucha interior no es una simple ascesis (...). Es la consecuencia lógica de la verdad que Dios nos ha revelado acerca de Él mismo, acerca de nuestra condición y acerca de nuestra misión en la tierra. Sin esa batalla interior, sin participación en la Pasión de Cristo, no se puede ir detrás del Maestro (...) Muchos pretenden componer una vida según las categorías mundanas, con el seguimiento de Jesucristo, sin Cruz y sin dolor. Y esto no es posible sin alterar sustancialmente el mensaje de Nuestro Redentor, porque "no es el discípulo más que su Maestro" (Mt 10, 24) y el discípulo de Cristo ha de estar dispuesto a negarse y a dar la propia vida por la salvación de los demás (Mt 16, 24-25)

[La última cita a la que se refiere san Jose María son estas palabras de Jesús a sus discípulos: "Si alguno quiere venir detrás de Mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y que me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por Mí, la encontrará"]

COMBATE CRISTIANO Y AMBIGÜEDAD EN LA IGLESIA

La lucha interior (...) nos prepara para esta otra vertiente del combate cristiano, que implica el cumplimiento en la tierra del mandato divino de ir y enseñar su verdad a todas las gentes y bautizarlas (cfr Mt 28, 19).

Mi dolor es que esta lucha, en estos años, se hace más dura (...) por la confusión y por el deslizamiento que se tolera dentro de la Iglesia, al haberse cedido ante planteamientos y actitudes incompatibles con la enseñanza que ha predicado Jesucristo y que la Iglesia ha custodiado durante siglos.

(...) Hay muy pocas voces que se alcen con valentía para frenar esta disgregación. Se habla de unidad y se deja que los lobos dispersen el rebaño; se habla de paz y se introducen en la Iglesia (...) las categorías marxistas de la lucha de clases (...); se habla de emancipar a la Iglesia de todo poder temporal y no se regatean los gestos de condescendencia con los poderosos que oprimen las conciencias; se habla de espiritualizar la vida cristiana y se permite desacralizar el culto y la administración de los sacramentos, sin que ninguna autoridad corte firmemente los abusos -a veces auténticos sacrilegios- en materia litúrgica (...)

VIOLENCIA CONTRA LOS FIELES CATÓLICOS

(...) No se puede imponer por la fuerza la verdad de Cristo, pero tampoco podemos permitir que, con la violencia de los hechos, nos dominen como ciertos y justos, criterios que son una patente deserción del mensaje de Jesucristo: esta violencia se comete, por algunos, impunemente, dentro de la Iglesia (...).

(...) Violencia se hace, también diabólica, cuando se manipulan los textos de la Sagrada Escritura y se llevan al altar, en ediciones equívocas que cuentan con aprobaciones oficiales. Y no podemos dejar de ver el brutal atropello que se impone a los fieles, y en los fieles al mismo Jesucristo, cuando se oculta el carácter de Sacrificio de la Santa Misa (...)

RESISTENCIA

Nos sentimos obligados a resistir a estos nuevos modernistas -progresistas se llaman ellos mismos, cuando de hecho son retrógrados, porque tratan de resucitar las herejías de los tiempos pasados-, que ponen todo en discusión, desde el punto de vista exegético, histórico, dogmático, defendiendo opiniones erróneas que tocan las verdades fundamentales de la fe, sin que nadie con autoridad pública pare y condene reciamente sus propagandas. Y si algún pastor habla decididamente, se encuentra con la sorpresa -amarga sorpresa- de no ser suficientemente apoyado por quienes deberían sostenerlo. Esto provoca la indecisión y la tendencia a no comprometerse con determinaciones claras e inequívocas.

(...) Se facilita la agitación con un silencio que clama al cielo, cuando no se coloca a los saboteadores de la fe en puntos neurálgicos, desde los que puedan sembrar la confusión "con aprobación eclesiástica". Ahí están tantos nuevos catecismos y programas de "enseñanza religiosa" testimoniando la verdad de lo que afirmo.

Para resistir a esta presión, para perseverar en la buena doctrina (...) hemos de ayudarnos unos a otros (...) con la oración, con la mortificación, con el trabajo, con la corrección fraterna, con el cariño de hermanos (...) Hagamos el propósito firme de defender la fe tradicional; de no tolerar (...) los gérmenes de ninguna herejía.

MODO DE ACTUAR

Una medida concreta de prudencia, para rechazar y oponerse a la disolución de la fe y de las costumbres, es sujetarse humilde y gustosamente al condicionamiento que supone evitar determinadas lecturas (...) No debemos leer libros de mala doctrina o literatura que disuelve las costumbres.

(...) En algunos ambientes eclesiásticos se percibe actualmente una especie de extraño complejo de inferioridad, ante todo lo que está emparentado con el marxismo. Este complejo, además de denunciar una notable pereza intelectual, evidencia de modo elocuente, la debilitación de la fe y la ignorancia o la superficialidad.

(...) Hay abundante material de orientación doctrinal (...) verdadera pedagogía de la vida cristiana (...) Asimilad bien y transmitid esos criterios y esos contenidos doctrinales, que aumentan la capacidad de discernimiento en estos momentos de confusión (...) Es ésta una labor colosal que nunca debemos descuidar: robustecer las creencias vacilantes de tantas almas, fortalecer la sana doctrina. La fe da lugar a un avance indefinido en la teología; pero los dogmas no varían. La fe es la de siempre, como son los mismos los medios con que contamos los cristianos para hacernos santos.

(...) No podemos dormirnos ni tomarnos vacaciones, porque el diablo no tiene vacaciones nunca y ahora se demuestra bien activo. Satanás sigue su triste labor, incansable, induciendo al mal e invadiendo el mundo de indiferencia: de manera que muchas gentes que hubieran reaccionado, ya no reaccionan, se encogen de hombros o ni siquiera perciben la gravedad de la situación; poco a poco, se han ido acostumbrando.

(...) Hijos míos, sintamos el deber de ser leales a cuanto hemos recibido de Dios, para transmitirlo con fidelidad. No podemos, no queremos capitular. No os dejéis arrastrar por el ambiente. Llevad vosotros el ambiente de Cristo a todos los lugares (...) La verdad de Dios es eternamente joven y nueva. Cristo no queda jamás anticuado: Iesus Christus, heri et hodie, ipse et in saecula (Heb 13, 8) 

[Jesucriso es el mismo ayer y hoy, y lo será siempre]

AGRADECIMIENTO Y CONFIANZA

Hijos míos: adelante, pues, con fe, con piedad, obedientes, seguros en el Señor. Vayamos detrás de Él, con la oración, como la hemorroísa, tratando de tocar la orla de su manto. Jesucristo nos escucha si le pedimos con la fe de aquel pobrecito: Si vis, potes ... (Mt 8, 2) 

[Señor, si quieres puede limpirame]

Vivamos en una continua acción de gracias a nuestro Dios. Acciones de gracias que son un acto de fe, que son un acto de esperanza, que son un acto de amor. Agradecimiento, que es conciencia de nuestra pequeñez, bien conocida y experimentada, de nuestra impotencia; y que es una confianza inquebrantable (...) en la misericordia divina, porque Dios, nuestro Señor, es todo Amor (...)

Roma, 28 de marzo de 1973

martes, 23 de junio de 2015

LAS TRES CAMPANADAS (3 de 9) : 1ª CAMPANADA (1 de 2)

Como ya he comentado en la anterior entrada, en lo que sigue no me limito a copiar todo el contenido de las tres campanadas [en realidad, ese contenido completo sólo se conoce de la primera y la tercera campanada]. Comenzamos con la primera campanadaEl cambio de párrafos, del escrito original, viene indicado por puntos suspensivos y normalmente entre paréntesis. En letra mayúscula escribiré, por mi cuenta, un título cada cierto número de párrafos que traten sobre un determinado tema o análogos. Los posibles comentarios que haga irán en azul y entre corchetes. Lo más significativo (a mi entender) lo coloco en negrita.


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TIEMPOS DIFÍCILES Y SOLUCIÓN CRISTIANA 

Queridísimos: (...) Una vez más me siento urgido a escribiros (...) Tiempo de prueba son siempre los días que el cristiano ha de pasar en esta tierra (...) para acrisolar nuestra fe y preparar nuestra alma para la vida eterna. Tiempo de dura prueba es el que atravesamos nosotros ahora, cuando la Iglesia misma parece como si estuviera influida por las cosas malas del mundo (...) sofocando el sentido sobrenatural de la vida cristiana.

Deseo insistiros para que permanezcáis vigilantes y perseveréis en la oración (...) ¡alerta y rezando!, así ha de ser nuestra actitud, en medio de esta noche de sueños y de traiciones, si queremos seguir de cerca a Jesucristo (...) Que nadie se considere inmune del contagio, porque presentan la enfermedad como salud y a los focos de infección se les trata como profetas de una nueva vitalidad.

Los días aquí son pocos y urge trabajar en la tarea de la salvación, sin perder un momento, ahogando el mal en abundancia de bien. Quien se quedara paralizado (...) acabaría siendo arrastrado.

UNA PUERTA ABIERTA AL DIABLO, EN LA MISMA IGLESIA

Tened la firme persuasión de que no es la doctrina de Jesús la que se debe adaptar a los tiempos, sino que son los tiempos los que han de abrirse a la luz del Salvador 

[Han transcurrido más de cuarenta años desde que San José María pronunció estas palabras, y salta a la vista de todos ese afán de "diálogo" con todos, que lleva a rebajar nuestra Religión, en conformidad con las ideas mundanas, y a considerarla como una más;  como si Jesucristo fuese un "dios" añadido al pabellón de los dioses del Olimpo: otro "dios" más; o, si se prefiere, Dios ya no existe. El hombre es el que lleva las riendas y quien hace y deshace: ¡esta cobardía, por parte de los cristianos se volverá en contra nuestra y también del resto del mundo!] 

Hoy, en la Iglesia (...) desde dentro y desde arriba, se permite el acceso del diablo a la viña del Señor, por las puertas que le abren (...) quienes deberían de ser los custodios celosos. (...) Dificultades las ha habido y las habrá siempre, aunque las circunstancias actuales son verdaderamente duras, precisamente porque las asechanzas del diablo vienen alentadas desde dentro de la Iglesia.

PETICIÓN Y ORACIÓN

La única arma que poseemos es la oración, rezar de día y de noche. Y ahora os vuelvo a repetir lo mismo: ¡rezad! ¡rezad!, que hace mucha falta. Estoy persuadido de que esa corrupción creciente que se ve en el mundo, se debe a que muchos en la iglesia han dejado de rezar (...) 

[Si eso ocurría entonces, ¿qué diríamos ahora, cuando en una encuesta reciente que se hizo en Alemania, resulta que un porcentaje muy elevado de sacerdotes y obispos no rezan absolutamente nada? No recuerdo el enlace]


Es hora, pues, de rezar mucho y con amor (...) Se están causando voluntariamente heridas en su Cuerpo [el cuerpo de Cristo] que va a ser muy difícil restañar (...). Imploramos perdón al Señor. Le rogamos que tenga piedad de su Iglesia (...) en estos momentos que son como de locura colectiva.



ADORACIÓN Y SANTA MISA

Alabad continuamente a la Trinidad Beatísima, a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo, con vuestra vida entera, pero de modo particularmente intenso en la Santa Misa.

La Santa Misa es el centro y la raíz de nuestra vida interior, es el momento supremo para adorar, para romper en acción de gracias, para invocar, para desagraviar. Algunos se afanan todo lo posible por arrancar, del Dogma, la certeza de esa renovación incruenta del Sacrificio divino del Calvario [que es, precisamente, la Santa Misa]. ¡Razón de más para que cuidemos, con especial tesón, vivir la Misa, bien identificados con Cristo Señor Nuestro, que es el Sacerdote principal y la Víctima!

REPARACIÓN Y DESAGRAVIO

(...) En estos tiempos (...) cuando se pretende ahogar el trato personal entre Dios y la criatura, con la excusa de un superficial comunitarismo (...) hemos de acercarnos más aún al Señor para decirle: Dios mío, te quiero; Dios mío, te pido perdón.

(...) Hay mucho que reparar dentro del ambiente eclesiástico (..) Esto nos obliga a buscar cada día más la intimidad con Dios. (...) Resulta muy difícil defender la ortodoxia sin ser tachados, dentro de la misma Iglesia -esto es lo más triste- de extremistas o exagerados. Se desprecia (...) a los que quieren permanecer constantes en la fe; y se alaba a los apóstatas y a los herejes, escandalizando a las almas sencillas, que se sienten confundidas y turbadas.

[Estas palabras parece que están escritas para hoy mismo]

VIGILANCIA Y LUCHA INCESANTE

(...) La fidelidad a Jesucristo exige permanecer en continua vigilia (...); no cabe confiar en nuestras pobres fuerzas. Hemos de luchar siempre, hasta el último instante de nuestro paso por la tierra: éste es nuestro destino. (...) Sabemos que arrastramos defectos, pero esto no nos autoriza a desertar.

(...) Fijaos que se fomenta un  clima mundial para centrar todo en el hombre; un ambiente de materialismo, desconocedor de la vocación trascendente del hombre, que sofoca cruelmente la libertad de la persona humana (...) comercializando las pasiones. (...) Masas enteras de gente se dejan conducir por el dictado de unos pocos, que les imponen sus dogmas, sus mitos e incluso todo un ritual desacralizado.

(...) Resulta muy penoso observar que, cuando más urge al mundo una clara predicación, abunden eclesiásticos que ceden ante los ídolos que fabrica el paganismo (...) tratando de justificar la propia infidelidad con falsos y engañosos motivos. Lo malo es que se quedan dentro de la Iglesia, oficialmente.


[Habría tanto que decir sobre esto ... Es tan real; pero, en fin valga, como ejemplo, un botón de muestra. Se trata de un post del Padre Jorge, titulado "En la Iglesia nunca pasa nada"]

(Continuará)