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sábado, 9 de agosto de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (13) [Soberbia y verdad]

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Parece ser (vamos, ¡me parece a mí!) que el solo hecho de estar seguro de algo es una actitud fundamentalista. Lo "progre", lo que está en consonancia con los tiempos modernos es la inseguridad. Si uno no se pronuncia nunca sobre ningún tema de un modo categórico,[ tomando como dogma la perniciosa idea de la tolerancia (mal entendida)], si sus expresiones son siempre del tipo: "Esta es mi opinión, yo pienso así; tú piensa lo que quieras. Haz con tu libertad lo que te venga en gana" ... ¡Qué bien suenan estas palabras a los oídos de todos! ... ¡Hasta da la impresión de que tienen razón! Y entonces decimos de esas personas que están abiertas al "diálogo". Esto, que parece una banalidad, es, sin embargo, algo tremendo, porque supone tomar como base del diálogo no la apertura a la verdad (en la que no se cree) sino la libertad para pensar como uno desee; y si lo hace según su conciencia siempre estará bien. ¡Un disparate colosal, al que estamos asistiendo todos los días!

Ciertamente, hay muchísimos temas en donde lo propio -y lo correcto- es precisamente que cada uno dé su opinión [¡con fundamento!] para tener así un conocimiento mayor y más profundo del tema del que se está tratando o investigando. En este caso sí habría un verdadero diálogo, porque el objetivo es que se produzca un mayor enriquecimiento de todos en el conocimiento de la verdad sobre el tema en cuestión. Digamos que se puede hablar de auténtico diálogo cuando se parte de un hecho cuya verdad y cuya realidad nadie pone en duda. 


[Se da por supuesto que existe algo que se llama verdad y que las personas se esfuerzan en conocer ese algo, poniendo cada una su granito de arena]. 


La reflexión serena sobre ese hecho da lugar a un mejor conocimiento del mismo.Y puesto que nunca se acaba por completo de conocer las cosas en toda su profundidad, aquí sí que tiene sentido hablar de diálogo, de verdadero diálogo. Todos los aportes para un mejor conocimiento de algo cuya realidad nadie discute son siempre enriquecedores para quienes dialogan: la mutua ayuda no sólo es de agradecer sino que es necesaria


Esto es lo que normalmente ocurre en el terreno del conocimiento científico [cuando no hay otros intereses de por medio]. Nadie niega -en principio- la realidad de un hecho que ha sido seriamente comprobado de modo experimental por uno o varios equipos de científicos. Y sobre esa base común que, insisto, es admitida por todos y nadie discute sobre ella ni la pone en tela de juicio, se van dando distintas teorías, admitiendo como la más buena -lo que se denomina teoría válida- aquella (o aquellas) que expliquen mejor el hecho científico en cuestión. 


Aunque dicho de un modo breve y esquemático, básicamente así es como se trabaja científicamente y es así como progresa la ciencia. Unas teorías sustituyen a otras conforme van surgiendo hechos experimentales nuevos, ya que la técnica progresa también con la ciencia y se van obteniendo aparatos de medida cada vez más precisos, entre otras cosas. Al usar instrumentos más perfeccionados es muy posible que se descubran hechos experimentales que, anteriormente, ni se sospechaba que existían; en cuyo caso se requiere de nuevas teorías científicas, que serán válidas en la medida en que expliquen los nuevos descubrimientos, además de los que ya se conocían antes. De ese modo las teorías anteriores, que eran válidas hasta ese momento, son cambiadas por otras nuevas -más válidas- que expliquen lo mismo que las anteriores y, además, los nuevos hechos experimentales que las antiguas teorías eran incapaces de explicar. 


Y así avanza la Ciencia: unas teorías van siendo sustituidas por otras, tal y como se ha explicado. Aquí es preciso avanzar que un científico serio y riguroso: (1) Admite la existencia de un mundo real, que es independiente de su conocimiento. (2) Se esfuerza al máximo para desentrañar toda la verdad posible acerca de esa realidad que se resiste a ser penetrada por su pensamiento. Dicho de otro modo: un auténtico científico es esencialmente humilde. Y no se aferra a sus teorías, pues lo que más le importa es el acercamiento a la verdad. Si existe una teoría que se acerque a la verdad y la explique mejor que él lo hacía con la suya, no tiene ningún reparo en admitir esa nueva teoría. Un buen científico es básicamente realista. ¿Qué sentido tendría todo una vida consagrada a la ciencia si resulta que no hay nada que investigar, porque nada existe? Si el científico pensara como idealista, entonces su esfuerzo no tendría ningún sentido y su vida habría sido un fracaso.




Pero hay temas que no admiten discusión. Y es preciso, por ello, tener las ideas muy claras, en un mundo en el que todo se considera opinable, hasta lo más bárbaro. Hoy el mundo camina por un sendero demasiado ancho que no le conduce a la verdad, ni a la verdad científica ni a ningún otro tipo de verdad. Se ha establecido como dogma (el dogma del modernismo ateo) un "nuevo" concepto de "libertad" en el que la verdad desaparece. En este nuevo sistema de valores sería "verdad" sólo aquello que uno decidiera que es verdad, haciendo uso de su libertad. Las cosas serían lo que cada uno decidiera que las cosas son; o sea, no serían. No habría cosas: lo que es, no tendría ser. ¡Esto es absurdo! : si cada uno tiene "su verdad" acerca de una cosa; y esas "verdades" son diferentes, entonces la misma cosa sería, al mismo tiempo, otra o varias cosas diferentes. Se cae así en la dictadura del relativismo. Y pretendiendo ser libre y un nuevo dios, el hombre acaba majara [los hechos lo demuestran] 

Aunque parezca increíble y producto de la imaginación lo que acabo de decir en el párrafo anterior, sin embargo es algo que estamos viviendo hoy en día y en lo que estamos sumergidos. Se ha perdido el sentido común más elemental, mediante la divinización de la libertad [una libertad sui generis y falsa, por supuesto]. En el nuevo lenguaje lo que uno libremente decida eso es la verdad. El hombre es el nuevo dios, es quien decide lo que es y lo que no es, lo que está bien y lo que está mal.


¿Y ocurre 
también esto  con la ciencia? En honor a la verdad, y por desgracia, hay que contestar afirmativamente. Infinidad de ejemplos nos dan la razón. Digamos algo acerca de uno de los más conocidos y de los más debatidos. Científicamente se sabe, y está demostrado, sin lugar a ninguna duda, que cuando espermatozoide y óvulo se unen para formar un cigoto, éste es ya un nuevo ser humano [en su primera fase de desarrollo], con un código genético propio, distinto del de su madre. Este código genético se mantiene a lo largo de toda su vida en sus diferentes fases: cigoto, embrión, feto, niño, adolescente, joven, adulto y anciano. No es una célula más del cuerpo de la madre, sino una persona distinta, aunque (¡eso sí!) indefensa y dependiente completamente de su madre. Destrozarla en cualquiera de sus fases es un asesinato, un crimen. ¡Esto dice la ciencia, y está sobradamente demostrado!

Pero parece ser que ... por encima de la ciencia está la "persona" - en este caso
 la madre, - que decide sobre el ser de este espécimen, "aconsejada" por las clínicas abortivas que quieren el bien de la madre [o sea, su dinero]. 

Pues no hay ningún problema ... [consejo clínico]. Se dice a la madre -engañándola descaradamente-
que la "célula" o "embrión" que lleva dentro es como un "pegote" que ha aparecido en su cuerpo, de modo que, si le molesta, se le puede extirpar ... y ya está. Eso es decisión suya. Me viene a la mente el famoso -y lamentable- dicho de las feministas:  "nosotras parimos, nosotras decidimos"

Para que la mujer no tenga problemas de conciencia (no vaya a pensar que está cometiendo un crimen y que está matando a su propio hijo) se le hace creer -desde la misma clínica- que no tiene por qué preocuparse, que lo que tiene dentro de sí aún no es persona hasta que ... [y aquí aparecen los políticos con sus "leyes"... hasta que tenga tres meses, cuatro, cinco, ..., o incluso después de haber nacido, como ocurre en algunos países]. 


De modo que, a partir de ahora, es el hombre -como nuevo dios- el que decide, con su libertad, si el feto es o no una persona o cuándo comienza a serlo -si es que se puede decir que lo es en algún momento- y aun admitiendo que lo fuese, en ese caso se atribuye el poder de decidir acerca de cuáles son sus derechos -si es que tiene alguno- o si debe ser considerado bajo la categoría de cosa, mientras permanezca en el vientre materno. [¡Una auténtica monstruosidad, que está a la orden del día!]


¿Qué ha ocurrido aquí? ¿No tiene nada que decir la ciencia?  Tendría mucho que decir, e
n realidad, pero ... hay otros intereses [económicos, políticos, morales,  etc.] de por medio. Y ... ¡en algo tan grave, calla! [Sería injusto meter en el mismo saco a todos los médicos, pues los hay con ideas muy claras y coherentes con esas ideas, aunque se jueguen el puesto de trabajo] 

Las consecuencias están a la vista. Por múltiples razones, y a pesar del sentido común, el número de abortos va en aumento. La razón última, aunque no se quiera admitir, es el olvido de Dios. Y, por lo tanto, el egoísmo como norma frente al amor; como consecuencia, tiene lugar un oscurecimiento de la inteligencia. El niño pasa a ser una carga y una amenaza que puede estropear la vida y la felicidad de la madre. Además, para que la gente se acostumbre y acabe viéndolo como algo completamente normal, los políticos legalizan el aborto. Esto está a la orden del día ... ¡Y aquí no pasa nada!


Es más: el que se oponga al aborto -que normalmente suelen ser los católicos que aún sigan siéndolo - será tachado de fundamentalista (aunque no use ningún tipo de violencia). En realidad de verdad, si aplicamos aquí la definición de fundamentalismo dada por el papa Francisco, entendido como violencia ideológica -y también física- los fundamentalistas no son los cristianos que se oponen al aborto (pacíficamente, además) sino que lo son todos los partidarios del aborto [con violencia ideológica y con violencia física, violencia que sufre principalmente el feto, al que matan, y también aquellos que aconsejan a las madres que no cometan ese disparate que las marcaría para toda la vida, y que-si no desean al hijo- que lo den en adopción. Pues bien: éstos son perseguidos, porque están fastidiando el negocio del aborto a las clínicas abortivas: éstas llaman a la policía que acude rápidamente para evitar que la clínica se arruine por culpa de esos "desalmados" que aconsejan a las mujeres que no aborten. ¡Esto es duro, es difícil de comprender ... pero es la verdad, es lo que está ocurriendo!


(Continuará)

viernes, 8 de agosto de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (12) [Una religión sin Dios]

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Lo más alarmante es que los peores enemigos de la Iglesia (a los que es difícil desenmascarar) están en la misma Iglesia. Sin ir más lejos tenemos el "ejemplo" del santo Padre cuando en la revista "Viva", (una revista de gran difusión, y no precisamente muy ortodoxa), da diez consejos para ser feliz: en ninguno de ellos aparece Dios por ninguna parte; y menos aún, Jesucristo. Yo me quedo bastante perplejo, la verdad.

En concreto, del primer consejo: "vivir y dejar vivir" para poder ser feliz no se puede decir, precisamente, que sea muy evangélico. En realidad, no es nada evangélico. Y se queda en lo puramente natural. De hecho, aunque se trata de una revelación privada (y, por lo tanto, esto se puede creer o no: no es ningún dogma de fe), es lo cierto que entre las palabras proféticas de la beata Ana Catalina Emmerich (1774-1824) aparece la expresión "vivir y dejar vivir" en un contexto satánico. Y la verdad es que se queda uno que no sabe qué pensar. Se habla ahí de una reunión de eclesiásticos, laicos y mujeres, sentados, comiendo juntos y haciendo bromas frívolas. Cada uno de ellos tenía a su lado a un espíritu malo [un demonio] que le hablaba al oido, empujándolos al mal. Estas personas estaban en un estado de excitación sensual muy peligroso y "ocupadas" en conversaciones ociosas y provocantes. Y los eclesiásticos eran de esos que tenían como principio: "Hay que vivir y dejar vivir. En nuestra época no hay que estar aparte ni ser un misántropo: hay que alegrarse con los que se alegran"




Obsérvese cómo estos eclesiásticos usan, como hizo el diablo con Jesús, las mismas palabras bíblicas, para engañar a los incautos, a aquellos que quieren dejarse engañar [nadie será engañado si, en lo más profundo de su corazón, no quiere ser engañado]. Y así dicen que hay que alegrarse con los que se alegran, parafraseando a san Pablo: "Alegraos con los que se alegran" (Rom 12, 15), pero cambiando y tergiversando completamente el concepto de la verdadera alegría del Evangelio que va unida siempre a la caridad"Los frutos del Espíritu son la caridad, la alegría, ..." (Gal 5,22). 


La alegría verdadera, la alegría del Evangelio no es la de "vivir y dejar vivir", como dice el papa Francisco en esta entrevista. De todos modos, y esto es preciso subrayarlo, en honor a la verdad, en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium, el Papa no dice lo mismo, sino que cita a san Pablo: "El amor de Cristo nos apremia" (2 Cor 5,14) y también "¡Ay de mí si no anunciara el Evangelio!" (1 Cor 9, 16). Y dice que "quien quiera vivir con dignidad y plenitud no tiene otro camino más que reconocer al otro y buscar su bien" [núm 9] 


Lógicamente, si yo busco, en verdad, el bien de otro es porque estoy convencido y tengo la seguridad de poseer ese bien, aunque sea en primicias. En el caso del que estamos hablando ese bien, el único bien, es Jesucristo. Es el amor a Jesús y el amor que Jesús nos tiene (en el que creemos, sin ningún tipo de dudas) el que nos espolea a ayudar a los demás a acercarse también a Jesucristo para que, conociéndolo puedan amarlo y encontrarse entonces con la única verdadera alegría, no la que da el mundo, sino la que procede de Él. ¡Así es como siempre ha sido y como debe de ser! 


[¡Ojo!: el que está seguro de algo, de lo que sea, automáticamente será tachado de fundamentalista ... aunque no sea violento ni en los hechos ni en la ideología. Se impone el ser "tolerante" con el error. ¡Todo el mundo tiene razón aunque digan cosas contrarias hablando de lo mismo! San Agustín no pensaba así, ni ése es el pensamiento cristiano: Es preciso odiar el pecado y amar al pecador; pero nunca falsear la verdad y afirmar que es bueno lo que es intrínsecamente malo ...; y si no, al tiempo]. 

Sin embargo, todas estas cosas que, en teoría son correctas y que, hasta ahora, no planteaban problema alguno no solo en cuanto a la necesidad sino también en cuanto a la posibilidad de su puesta en práctica ... hoy en día, los hechos las desmienten. Nos encontramos así, casi a diario, con declaraciones papales del tipo: "El proselitismo es una solemne tontería" o "Hay que vivir y dejar vivir". Éste es el verdadero problema, porque ¿en qué quedamos entonces? Por una parte - y esto por pura gracia- resulta que hemos recibido un tesoro del que Jesús nos dice: "Gratis lo habéis recibido; dadlo gratis" (Mt 10,8). Es decir, como cristianos tenemos la grave obligación de hacer partícipes de nuestra alegría a los demás, porque esa alegría no nos pertenece: la recibimos para darla a otros. ¿Pero qué es el proselitismo, bien entendido, sino el animar a otros a que conozcan al Señor y se enamoren de Él, como el único amigo que nunca les va a fallar? 


Por otra parte, un cristiano que se precie de tal es aquél cuya vida necesariamente tiene que chocar con la vida mundana"Si fueseis del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no sois del mundo, sino que Yo os escogí del mundo, por eso el mundo os odia" (Jn 15, 19). De todos modos, "si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a Mí antes que a vosotros" (Jn 15, 18). De ahí que diga: "¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!" (Lc 6,26). Todo esto son palabras bíblicas, son palabras de Jesucristo: son Palabra de Dios.


Está muy claro -o, al menos, debería de estarlo- que si un cristiano intenta vivir conforme a las enseñanzas y a la doctrina de Jesús, fielmente interpretada por la Iglesia de siempre, será tachado inmediatamente "por el mundo" de que no deja vivir tranquilos a los demás. ¡Que viva él lo que quiera, pero en privado, y que deje vivir a los demás! [La Religión reducida a algo subjetivo y a sentimientos, conforme a las teorías modernistas y al ambiente en que vivimos]. Y sin embargo, como ya se ha visto, si los demás nos importan y queremos su bien, tenemos que darles lo mejor que tenemos, esto es, a Jesucristo, a quien tienen que ver reflejado en nosotros. 


Normalmente, lo que los demás entienden por "vivir" o "vivir su vida" es más bien un "estar muertos". Todo el que no tiene a Jesús no tiene la Vida y está muerto, aunque piense que vive: una vida en ausencia de Jesús es una vida triste, gris, sosa, aburrida y desesperanzada. Esa es la razón por la que un cristiano no puede "dejar vivir" a los demás; [bien entendido] es preciso que les ayude a salir de su sopor, si es que de veras le importan, de modo que despierten ya, de una vez: "Ya es hora de despertar del sueño" (Rom 13, 11), y comiencen a vivir de verdad: "Nos es preciso nacer de nuevo" (Jn 3,7) y saborear la vida con toda su intensidad: "Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia" (Jn 10, 10)


Tal es la voluntad de Dios con relación a los hombres, pues somos muy importantes para Él. Creados a su imagen y semejanza y siendo Dios puro Amor, habiendo manifestado su Amor hacia nosotros en que envió a su Hijo para que tengamos vida en Él, sólo espera de nosotros -de cada uno- una respuesta de amor (con amor de enamoramiento, porque así es como Él nos ama y desea ser correspondido de la misma manera). El Amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro, es la clave de la Vida y de toda felicidad: la única clave, en verdad, para ser felices.


Por eso, la consigna: "Vive y deja vivir" no es evangélica. Y, además, es falsa. El que así vive no ama, porque no está interesado por el bien del otro; y sin amor no hay alegría ni felicidad posible, ni en esta vida ni en la otra. También es falso que el proselitismo y el llevar a la gente al conocimiento de Jesucristo (¡pues no se trata, en verdad, de otra cosa!) sea una solemne tontería, si es que realmente nos importan los demás. 


Eso sí: como de lo que se trata es de dar a conocer el amor de Jesucristo resulta que esto es imposible de llevar a cabo si no se está enamorado tiernamente de Él. Por otra parte, el amor es siempre sumamente respetuoso con la libertad del otro, no puede imponerse. Un amor impuesto no puede llamarse amor, porque no lo es. Así actúa Dios y así debemos actuar también nosotros en relación con los demás, de modo que Jesús sea amado por el mayor número posible de personas, pero siempre siendo recibido con plena libertad, sin lo que dicho objetivo sería imposible. Dios cuenta con nosotros para llevar a cabo su obra.  


(Continuará)

lunes, 4 de agosto de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (11) [Cobardía]

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Ya se ha aludido, aunque brevemente, a que el modernismo viene a ser un compendio de todas las herejías, según el gran Papa San Pío X, en su encíclica "Pascendi". En el modernismo hay una negación sistemática de todo lo sobrenatural, una lectura del Evangelio del tipo cortar y pegar, eliminando todo aquello que no se comprenda de modo "racional". Quedan así eliminados, de un plumazo, todos los misterios del cristianismo, que son los pilares base de la Iglesia. 

¿Cómo es posible que se haya llegado a una situación tal y como la estamos viendo? Hay muchas razones, desde luego, pero una de ellas -y no la menos importante- es la cobardía, la dejadez y el complejo de inferioridad de los católicos frente a lo que el mundo considera como bueno y que, sin embargo, se contrapone a las enseñanzas de Jesús y del Magisterio Solemne de la Iglesia.  ¡Y esto no es bueno!  Una cosa es adaptar las verdades de siempre al mundo para que se pueda entender mejor el Mensaje de Jesús y otra, muy diferente es inventarse un Jesús a la carta, al modo y manera como hacen todas las sectas protestantes; y esto es, por desgracia, lo que está ocurriendo.


Ante la duda, sin embargo, siempre tenemos la piedra de toque fundamental, la prueba de fuego que nunca falla -y en realidad la única digna de crédito- para comprobar si la interpretación de una determinada doctrina es buena o no. Nada menos que las palabras de Jesucristo: "Por sus frutos los conoceréis" (Mt 7,20). ¿Y cuáles son - si no escondemos la cabeza como el avestruz y observamos sin prejuicios y con sinceridad - los frutos que se observan de la aplicación de lo que ha dado en llamarse, como digo, el "espíritu" del Concilio? (desde hace ya más de cincuenta años)


Pues, en honor a la verdad, son desastrosos: consecuencia, entre otras cosas, de la tiranía del relativismo, (propia de la sociedad en la que vivimos) que otorga la misma carta de ciudadanía a todos los valores; y de la cobardía de los católicosSi alguien pretende no sólo absolutizar alguno de los valores sino tan solo poner en evidencia la mayor importancia de un valor sobre los demás, es acusado indefectiblemente de fanático o de fundamentalista (y de otros calificativos por el estilo). Y esto ocurre también incluso en la relación de unos cristianos con otros. Véanse, si no, las palabras del mismo papa Francisco, acusando de fundamentalistas cristianos a los que siguen siendo fieles a la Tradición recibida


Se me ocurren sólo algunos, como:


-Deserción de sacerdotes en masa 

-Seminarios casi vacíos
-Desprestigio de la función sacerdotal
-Sagrarios relegados a capillitas aisladas, a veces difíciles de encontrar, etc.



Y todo ello es consecuencia de la apostasía generalizada que se puede ver en la falta de fe de muchos católicos en todo lo sobrenatural (modernismo puro, al fin y al cabo), como, por ejemplo: la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, la realidad histórica de Jesús como verdadero hombre y verdadero Dios, la negación de todos sus milagros, entre ellos -lógicamente- la negación de su Resurrección y de su Ascensión, en cuerpo y alma, a los cielos, el carácter de María como Virgen y Madre, el carácter sacrificial de la Misa, la pérdida del sentido del pecado como ofensa a Dios, seguida de la negación del pecado, con lo que la muerte de Cristo se hace innecesaria, etc. 


La visión cristiana de las cosas está siendo sustituida por la "religión del hombre moderno". Aunque no se dice abiertamente, Dios ya no ocupa el centro de la vida cristiana y el vértice de todos los valores, como su principio y fundamento. De ahí se sigue que lo aberrante -lo que está en contra de la ley natural y de la ley de Dios- pasa a ser considerado como algo "normal": contraceptivos, aborto, divorcio, "matrimonio" entre homosexuales y la homosexualidad misma, eutanasia, etc.. Los grandes medios de comunicación nos bombardean continuamente para que no pensemos y son un arma poderosa y eficaz de un Sistema que pretende expulsar a Dios de la faz de la tierra. Ahora bien,oigamos lo que nos dice san Pablo: "No os engañéis: de Dios nadie se burla. Pues lo que uno siembre, eso recogerá" (Gal 6,7)

(Continuará)

domingo, 3 de agosto de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (10) ["Nueva" evangelización"]

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Da la impresión de que la llamada "nueva" Evangelización, nombre confuso, elegido así a propósito en mi opinión, lleva en sí misma la idea de una "nueva" Iglesia ... Ciertamente eso no puede ser, en teoría, pero es lo que parece. En realidad no es algo nuevo, sino que tiene su origen en el Concilio Vaticano II.  Sin embargo, es ahora cuando se están manifestando, con más fuerza, las consecuencias (¡nefastas para la Santa Madre Iglesia!), tanto del Concilio Vaticano II (años 1962 a 1965) como del post-Concilio. 

El Concilio Vaticano II surgió como puramente pastoral, al objeto de adaptar la verdad del Evangelio a los nuevos tiempos: lo que entonces se llamaba "aggiornamiento" ( o puesta al día), especificando claramente que no pretendía ninguna nueva definición de tipo dogmático. El discurso de apertura  fue pronunciado por el papa Juan XXIII el 11 de octubre de 1962. [ Se puede leer lo explicado en este blog y los respectivos comentarios aquí , aquí  y aquí.]

Como acabo de decir, en teoría -y esto se especifica así en sus propios documentos - el CONCILIO VATICANO II es SÓLO PASTORAL y NO es INFALIBLE. No se presenta como dogmático, de modo que, en principio, no se requiere de un asentimiento absoluto a todo lo que diga este Concilio so pena de caer en herejía. Sin duda, esto es Providencial, pues hay ciertos puntos de algunos documentos del Concilio que son, cuando menos, bastante discutibles, doctrinalmente hablando. 


Si un católico, en la lectura de un determinado documento del Concilio II encuentra que todo lo que lee no presenta ninguna contradicción con lo definido como dogma en los Concilios anteriores y en particular con lo definido en el Concilio Vaticano I, pues, ¡adelante! ... a seguir las indicaciones del Concilio. Ahora bien: si existe -claramente- tal contradicción, pues adelante también, ... ¡pero en otro sentido! Se corre un tupido velo, como si no se hubiera dicho nada, y se actúa en conciencia conforme a lo que sí que ha sido definido expresamente como dogma en concilios anteriores. La razón es clara: Si un concilio ha definido algo de modo infalible, como dogma, ningún concilio posterior puede cambiar ese dogma.Y no debe olvidarse tampoco que nada de lo que se ha dicho en el Concilio Vaticano II  se ha definido de modo infalible. Yo pienso que tendríamos que hacer -en este contexto concreto- lo que decía el apóstol Pablo: "Probadlo todo y quedaos con lo bueno" (1 Tes 5,21) 


Dice Brunero Gherardini, en su libro "Vaticano II: UNA EXPLICACIÓN PENDIENTE" (de lectura obligada para poder entender un poquito lo que está ocurriendo): "Cuando un concilio se presenta a sí mismo, al contenido y a la razón de sus documentos bajo la categoría de la pastoralidad autocalificándose, así, como pastoral... no puede pretender la calificación de dogmático, ni otros pueden conferírsela (...) Ésta es la ratio que guió, desde el principio hasta el fin, al Vaticano II. Quien, citándolo, lo equipara al Tridentino y al mismo Vaticano I, acreditándole una fuerza normativa y obligatoria que por sí mismo no posee, hace algo ilegítimo y en última instancia no respeta al concilio". Y continúa más adelante: "Alguno dirá que nunca nadie ha definido como dogmático al Vaticano II y, a fin de cuentas, es cierto. Pero es también cierto que magisterio, teología y operadores pastorales han hecho del Vaticano II un absoluto. Un error de base, sobre el cual se ha construido el edificio postconciliar y contra el cual es necesario reaccionar"


En principio no tendría por qué haber ningún problema, pues de modo explícito decía el Papa Juan XXIII que nadie debería preocuparse porque no se trataba de definir nuevas verdades; tan solo de hacer más accesibles a la gente las mismas verdades. En realidad, sobre papel, todos los Papas posteriores al Concilio han hablado de continuidad con respecto a la doctrina multisecular de la Iglesia. Y no han hablado nunca de ruptura. "El mismo Papa Benedicto XVI, a principios de su Pontificado (22 de diciembre de 2005) manifestó viva sensibilidad por el problema del Vaticano II y fijó el criterio de su recta interpretación en lo que llamó hermenéutica de la continuidad. (...) Es un claro síntoma de que el problema existe y de que el primero en reconocerlo es el Sumo Pontífice" (Gherardini)  




Sin embargo, hay un problema de hecho, tanto en lo que se refiere al contenido -en sí mismo- de algunos documentos del CVII (de clara influencia modernista) así como al carácter de absoluto -y de impositivo- que se le está dando al Vaticano II (en contra de lo que el mismo concilio dice que se haga) ... Aunque teóricamente, según decía el propio Benedicto XVI en el discurso a la Curia romana del 22 de diciembre de 2005, habría que hablar de una "hermenéutica de la reforma y de la renovación en la continuidad del único sujeto-Iglesia que el Señor nos ha dado" lo cierto y verdad es que no todos los documentos del Vaticano II colaboran en dicho desarrollo y la innovación va más allá de la frontera de lo contingente. 


Como sigue diciendo Gherardini "parece difícil negar que el post-concilio recorrió su camino sin imponerse frenos y que tomó formalmente como referencia el concilio pero, de hecho, rompió los diques de la gran Tradición, dentro de los cuales el concilio mismos había intentando contener su curso" (...) A las innovaciones post-conciliares les faltaba casi siempre el vínculo con "este mismo pensar y este mismo sentir" [que es lo propio de los cristianos], el reflejarse en la identidad tradicional de la fe y de la doctrina; el intento sincero de confesar la fe de un modo unívoco". 


Ahí tenemos los grandes temas sobre la "libertad religiosa", la "colegialidad", el "diálogo interreligioso", el mal entendido "ecumenismo", que no es tal, en realidad y algunos puntos más, que necesitan ser aclarados. La interpretación, de estilo modernista, que se está dando, en la actualidad, a esos temas -y a muchos otros concernientes a las verdades fundamentales de nuestra fe- esta conduciendo -aunque no se quiera ver o no se quiera reconocer- a una ruptura con la Iglesia de siempre, la Única Iglesia fundada por Jesucristo


Al igual que hay "un solo Cuerpo y un solo Espíritu" (Ef 4,4) pues hay "un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos (...) también hay una sola Iglesia, que es el Cuerpo Místico de Cristo, un Cuerpo que es único ... y del que nosotros somos sus miembros (1 Cor 12, 27). "A cada uno de nosotros ha sido dada la gracia en la medida en que Cristo quiere otorgar sus dones" (Ef 4, 5-7): "A algunos constituyó como apóstoles, a otros evangelizadores, a otros pastores y doctores (...) para la edificación del cuerpo de Cristo" (Ef 4,11). El objetivo es muy claro"Que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de la plenitud de Cristo" (Ef 4,13). Y el modo de lograrlo también"Que viviendo la verdad con caridad, crezcamos en todo hacia Aquél que es la Cabeza, Cristo, de quien todo el cuerpo (...) va consiguiendo su crecimiento para su edificación en la caridad" (Ef 4, 15-16)

(Continuará)

sábado, 2 de agosto de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (9) [Obediencia al Papado]

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Afortunadamente, el que ha conocido a Jesucristo -aunque sea un poquito- sabe que su vida ya no tiene ningún sentido si no es a su lado y prefiere morir antes que negarlo. Sabe que no todas las religiones son iguales y que una sola es la verdadera y ésa es, precisamente, la católica. ¡Bueno, pues estas cosas no se le dicen a la gente! 

Se calla que los cristianos que están siendo asesinados diariamente a causa de su fe, así como los que han sido expulsados de Mosul son, precisamente, aquellos que creen que Jesucristo es Hijo de Dios y que está realmente presente en la Eucaristía [es decir, los cristianos que creen en la Tradición de la Iglesia]. Se han jugado la vida por amor a Jesucristo, Dios y hombre verdadero. 

Si los cristianos de Mosul, por ejemplo, hubieran pensado [como hoy se nos quiere hacer creer a los católicos desde determinados sectores de la Jerarquía eclesiástica]  que lo mismo da una religión que otra y que, al final, todos se salvan, no importando la religión que profesen o incluso aun cuando no profesen ninguna ... si hubieran pensado eso -digo- ¡se habrían quedado en Mosul y hubieran renunciado a su fe, casi con toda seguridad, porque ¿acaso merece la pena complicarse la vida e incluso jugársela por ser fieles a Jesucristo y a su Iglesia si, desde la misma Jerarquía, te están diciendo -más o menos solapadamente o incluso abiertamente-  que da lo mismo ocho que ochenta? 


Por supuesto que ellos negarían haber dicho tales cosas y que se les ha entendido mal. ¡Lamentablemente no es así! Es una realidad, que estamos viendo todos los días, que lo que hoy más preocupa a las altas Jerarquías son los tan manidos -y más que discutibles- temas del ecumenismo, la colegialidad, el diálogo interreligioso y la libertad religiosa. ¡Esos parecen ser los problemas más importantes por los que atraviesa la Iglesia en la actualidad! 


En cambio, el más grave problema, que es la pérdida de fe en los fundamentos del Cristianismo y en todo lo que huela a sobrenaturalidad, se omite. E incluso se da por supuesto que eso es algo que todos los cristianos conocen: ¡nada más lejos de la realidad! ¡Qué pocos católicos conocen su fe! Una pastoral que ignora esto no puede ser buena. Nadie puede vivir conforme a algo que no conoce. Una auténtica pastoral pasa siempre por el Dogma. Ambas van unidas. Y aunque el dogma no se niega expresamente (pues no puede hacerse) los hechos confirman que los verdaderos católicos, aquellos que conocen algo su fe e intentan, con la ayuda de Dios, poner en práctica sus creencias, esos católicos cada vez son menos. 


La Iglesia está necesitada de verdaderos y auténticos cristianos. Éste es el grandísimo problema que tiene hoy planteada la Iglesia ... pero no se hace nada para remediarlo. Es más: da la "casualidad" de que esos cristianos, que son los únicos que merecen llamarse así ... ¡atención! ... tales cristianos son, precisamente, aquellos que siguen viviendo conforme a la Tradición de la Iglesia de siempre, los "tradicionalistas", los llamados por el papa Francisco "fundamentalistas", los que, en la "nueva iglesia", están de más, pues -de hecho- se les combate fuertemente en el seno de la misma Iglesia, como hemos podido ver en otras entradas.


Esta "nueva iglesia" anda "preocupada" sólo por los problemas meramente humanos, como la Marta del Evangelio, a quien Jesús le dijo: "Marta, Marta, te preocupas e inquietas por muchas cosas. Pero una sola cosa es necesaria. María ha escogido la mejor parte, que no le será arrebatada" (Lc 10, 41-42). No tiene sentido hablar de problemas meramente humanos, porque no hay verdadero problema humano que no pase por Jesucristo, que es el único en quien vienen dadas todas las soluciones a todos los problemas de la humanidad de todos los tiempos y lugares


Se pretende que la verdadera realidad cristiana es aquella que pasa por vivir conforme a lo que hoy se ha dado por llamar el "espíritu" del Concilio, un "espíritu" que nadie sabe lo que es, en realidad [ya que puede ser un espíritu "bueno" pero también un espíritu "malo"] y que, por lo visto, se encuentra en cualquier persona humana, por el mero hecho de ser persona.



Mujeres cristianas en una iglesia de una aldea iraquí de la zona de Al Qosh
De ese "espíritu" se dice que es "abierto, comprensivo, dialogante, etc",..., todo lo que se quiera ... lo que está muy bien, en principio ... pero incluso aun cuando se tratase de un espíritu "bueno" seguiría sin ser el Espíritu de Cristo. ¿Por qué? ¿Cómo podemos reconocer el Espíritu de Cristo, sin que haya lugar a dudas? La respuesta se encuentra en el Nuevo Testamento: "En esto conoceréis el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo vino en carne, es de Dios; pero el espíritu que no confiese a Jesús no es de Dios; ése es el Anticristo, el cual oísteis que viene, y ahora ya está en el mundo" (1 Jn 4, 2-3).

Hay infinidad de textos que hablan del Espíritu (escrito con mayúscula): "Cuando venga el Paráclito que Yo -decía Jesús-os enviaré del Padre, el Espíritu de la Verdad que procede del Padre, Él dará testimonio de Mí" (Jn 15,16). "Él me glorificará porque recibirá de lo Mío y os lo anunciará" (Jn 16,14). Y san Pablo: "Todos nosotros hemos sido bautizados en un solo Espíritu (...) para formar un solo cuerpo" (1 Cor 12, 13). "Vosotros sois cuerpo de Cristo y cada uno un miembro de Él" (1 Cor 12, 27) "que Dios dispuso en la Iglesia (1 Cor 12, 28). 


El Espíritu Santo no es cualquier "espíritu" (ni siquiera el "espíritu" del Concilio Vaticano II que nadie sabe en qué consiste), sino que es el Espíritu de Jesucristo. Y este Espíritu va unido -de modo infalible e indisoluble- a su Cuerpo Místico, que es la Iglesia, aquella Iglesia que Jesús fundó (la Única Iglesia, pues único es el Cuerpo) que es la que se mantiene fiel al depósito recibido: "Timoteo, guarda el depósito. Evita las novedades profanas y las contradicciones de la falsa ciencia, pues algunos que la profesaban perdieron la fe" (1 Tim 20-21). Por eso, la autenticidad del Espíritu se pone de manifiesto, entre otras cosas, en la obediencia y aceptación del depósito recibido, es decir, de todo lo que está definido dogmáticamente en los veinte concilios anteriores al Vaticano II. 

¿Obediencia al Papado?: ¡siempre y totalmente! Ubi Petrus, ibi Ecclesia ¿Obediencia a un determinado Papa?:  ¡Sólo si lo que dice no contradice al Papado y actúa representado a Jesucristo y no omitiendo nada del depósito Revelado que él tiene la misión de que se conozca y de que se haga cumplir! Sus opiniones personales (que en teoría deberían corresponderse con lo que es su misión específica) no cuentan -es más, deben ser rechazadas- si, por lo que sea, son disconformes a lo que siempre ha dicho la Iglesia de veinte siglos.



(Continuará)

viernes, 1 de agosto de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (8 ) [Análisis de los hechos]

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Para llegar a la conclusión anterior no hay nada mejor que el análisis de los hechos. Los que vienen a renglón seguido son sólo algunos de ellos, relativos a la actuación del papa Francisco y a cuáles son, de verdad, sus preferencias que, por otra parte, no oculta. [En su momento, en este mismo blog ya analizamos unos cuantos más, que vienen recogidos en las entradas de título La vía de los hechos]. Veamos:

1. No condena a los que se manifiestan en contra de la divinidad de Jesucristo, como es el caso del cardenal Kasper, de quien, por otra parte, tiene un concepto muy elevado (siendo, como es, un claro partidario de dar la comunión a los divorciados y vueltos a casar). 
2. Es muy amigo de las encuestas sobre determinados temas que no se pueden someter a ningún tipo de consenso. 
3. Aunque no dice que la Iglesia sea una democracia (¡pues no puede decirlo!), sí da la impresión de que ese sea uno de sus objetivos, mediante la formación del grupo G-8 (ahora G-9). De hecho dice: "Yo sigo lo que los cardenales me han pedido". ¿Por qué tiene que hacer eso si es la Suprema Autoridad? Algo distinto es consultar o informarse bien sobre los temas, pero la decisión a tomar no debe estar influenciada por lo que le hayan pedido algunos cardenales.
4. No reprende a sacerdotes como Pagola y otros de su estilo  que doctrinalmente dejan mucho que desear, por no decir algo más fuerte. 
5. Permite espectáculos como el de infinidad de obispos bailando en la JMJ de Brasil, haciendo el ridículo más espantoso.
6. Concelebra misa -él mismo- con Michele De Paolis, un sacerdote homosexual, de ideología marxista y partidario de la teología de la liberación. 
7. En los diez consejos para ser feliz que ha dado recientemente, en una entrevista de 77 minutos concedida a la revista "Viva" no menciona a Dios ni una sola vez, lo que es preocupante. Aquí hay una versión ilustrada de los diez consejos

En fin, son tantas las situaciones de permisividad reinante en esta "nueva Iglesia" (pues no sé cómo llamarla) que es muy fácil que podamos acabar acostumbrándonos a los disparates más disparatados ... ¡lo que sería muy grave, por nuestra parte! ... También nosotros tenemos nuestra responsabilidad y debemos ejercer bien la libertad para no dejarnos engañar por doctrinas extrañas y ajenas al mensaje de Jesucristo (aunque sea el mismo Papa quien las diga). Cada uno tiene la responsabilidad de su propia vida y no puede escudarse en que si tales obispos o tales Papas han dicho o han dejado de decir ... ¡No, eso sería caer en el engaño, un autoengaño culpable por negligencia!


Nunca hay que acostumbrarse al error y al mal, como si eso fuese lo normal (aunque sea lo más frecuente). Una cosa es la moral y otra, muy distinta, la estadística. Si queremos realmente que Jesucristo signifique algo para nosotros, es preciso que llamemos a las cosas por su nombre. Y si no lo hacemos así es que Jesús cuenta muy poco -o nada- en nuestra vida: el que no ama la verdad no puede amar a Cristo, quien dijo de Sí mismo: "Yo soy la Verdad" (Jn 14,6). 




Ya conocemos cuáles son las preferencias del papa Francisco. Pero lo peor de todo es que -por desgracia-, el inventor de la "misericordina" castiga de modo "inmisericorde" a los que se mantienen fieles a la Tradición de la Iglesia de siempre: desde detalles tan simples como el molestarse porque un monaguillo vaya con las manos juntas, en actitud de respeto hacia lo que es sagrado, hasta llegar a prohibir la misa en latín, e incluso el cierre de seminarios a los Franciscanos de la Inmaculada (e infinidad de cosas más que aquí no se cuentan) pasando por el hecho de que en las misas diarias de santa Marta no desperdicia ninguna ocasión para lanzar diatribas en contra de los que él llama cristianos "tristes", "formalistas", "santurrones", "con cara de pepinillo avinagrado" e infinidad de expresiones más por el estilo. Y esto prácticamente todos los días y a todas horas.  



Franciscanos de la Inmaculada
Tenemos, por lo tanto, una misericordia selectiva: ésta se ejerce básicamente con los que son claramente enemigos de la Iglesia y desean su destrucción (judíos, musulmanes, protestantes, anglicanos, ateos, agnósticos, etc ). [¡Para ellos toda la comprensión y toda la misericordia!]; y, en cambio, no queda ninguna pastilla de esa "misericordina" para los que se mantienen fieles a la Tradición multisecular de la Iglesia. [¡Para éstos toda la dureza posible, dialogo nulo e intolerancia cero!] .... a menos que se amolden a los nuevos aires (modernistas) surgidos del Concilio Vaticano II. [Por si alguien no lo sabe, el modernismo fue definido por San Pío X como la suma de todas las herejías y fue condenado explícitamente por la Iglesia en la encíclica Pascendi. Y esto que digo pertenece al dogma, a aquello que no cambia ...  y en lo que, por lo visto, ya no se cree].


(Continuará)

jueves, 31 de julio de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (7) [Los cristianos "fundamentalistas"]

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De todo lo dicho anteriormente, hay algo que queda muy claro. Y es que a los que el papa Francisco llama, empleado un término desafortunado, fundamentalistas cristianos, son nada menos que los cristianos de toda la vida, aquellos "cristianos de a pie" que, sin ser grandes teólogos, tienen fe, una fe que recibieron de sus padres y que siguen manteniendo, por la gracia de Dios. 

A estos cristianos se les suele llamar tradicionalistas.  Y estos -por lo que estamos viendo- son los que perturban al Papa y a los que llama fundamentalistas (¿?). No entiendo por qué, la verdad. ¿Tal vez porque no están conformes con que algunos pastores de la Iglesia Católica enseñen como si fuera algo ortodoxo lo que está en clara disconformidad con la Revelación y la doctrina de la Iglesia de veinte siglos? ¡Pero si eso es lo lógico y lo coherente! 


¿Por qué ofenderse de que un cristiano actúe y piense como cristiano? Lo raro es, precisamente, lo contrario, que es lo que está hoy de moda. Por desgracia, existen hoy en la Iglesia muchos cristianos católicos que admiten, como si fuese algo normal -e incluso bueno- la contracepción, el divorcio, el aborto, la homosexualidad y todo aquello que ha sido condenado expresamente por la Iglesia católica. Los que así piensan o actúan no son católicos. Es imposible pertenecer a la Iglesia y tener un pensamiento distinto al de la Iglesia. Esto es de sentido común. Ciertamente hay aspectos que pueden cambiar con el tiempo, en función de problemas nuevos, por ejemplo; pero aquello que ya está establecido como dogma es intocable, porque oponerse a ello es oponerse a Dios, quien dio a su Iglesia potestad de hacer y deshacer. Y el hombre no puede cambiar lo que Dios ha establecido. 


Hay aspectos fundamentales en los que la Iglesia no puede cambiar, so pena de dejar de ser la Iglesia Católica y convertirse en otra cosa. Hay, por ejemplo, muchos que se dicen católicos y, sin embargo, no creen en la divinidad de Jesús, ni en su Resurrección, ni en su presencia real en la Eucaristía, etc... ¡Pues aunque se digan católicos... no lo son! Y al decir esto incluyo también a ciertos sacerdotes y a ciertos jerarcas de la Iglesia, falsos pastores que engañan y confunden a las ovejas que les han sido encomendadas. 


El Papa debería sentirse orgulloso de que aún existan cristianos que pese a todos los pesares, siguen manteniendo su fe de siempre en las verdades perennes, conscientes de que hay cosas que no pueden cambiar: "El Cielo y la Tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán". (Mt 24,35)  Y, además, "Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos" (Heb 13,8). Todas estas cosas no son inventos de hombres, sino palabra de Dios. Así lo dice san Pablo: "Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argumentar, para corregir y para educar en la justicia" (" Tim 3,16). 


Todas estas cosas se podrán creer o no creer, pero no se pueden modificar. El que crea y -ayudado por la Gracia- viva conforme a lo contenido en las Escrituras y rectamente interpretado por la Tradición de la Iglesia, ése podrá considerarse católico (¡supuesto, lógicamente, que esté bautizado!). Pero el que no crea, porque ha decidido inventarse otra religión que le agrada más y es más fácil de cumplir (o por lo que sea), lo que no puede honradamente pretender es presentar sus nuevas ideas personales como que son de la Iglesia. No se puede añadir ni quitar nada de las Escrituras ni darle la interpretación personal que uno quiera (como hacen los protestantes). El que tal haga, desde luego que no pretenda llamarse católico, bajo ningún concepto. Si lo hace, su pecado será mucho mayor y, tal vez, irremediable (pues es un pecado contra el Espíritu Santo ... y estos no se perdonan). La Biblia es muy clara: "Si alguien añade algo a esto, Dios enviará sobre él las plagas descritas en este libro [se refiere aquí al Apocalipsis, aunque lo dicho vale para toda la Escritura]; y si alguien sustrae alguna palabra a la profecía de este libro, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa que se describen en este libro" (Ap 22, 18-19)


En realidad lo que procuran estos católicos "tradicionalistas" es mantenerse fieles a la Tradición que han recibido, a la palabra de Dios que se encuentra en el Nuevo Testamento, correctamente interpretado por la Iglesia de siempre: "Conserva el mandamiento sin tacha ni reproche hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo" (1 Tim 6,14). "Guarda el depósito" (1 Tim 6,20). Esto tiene una importancia capital. Ya en los comienzos, el mismo apóstol Pablo tuvo que corregir severamente a los Gálatas con estas palabras, que son hoy aún más actuales que entonces: "Me sorprende que abandonéis tan deprisa a quien os llamó por la gracia de Cristo, para ir a otro evangelio; no es que haya otro, sino que hay quienes os perturban y quieren trastocar el Evangelio de Cristo" (Gal 1, 6-7) ¿Qué es sino eso lo que está ocurriendo hoy en día? ¿No nos damos cuenta de que se quiere trastocar el Evangelio de Cristo y cambiarlo por doctrinas puramente humanas, en donde todo tenga su explicación "racional" y todo lo sobrenatural se considere como un invento? ... Continúa diciendo San Pablo: "Aunque nosotros o un ángel del cielo os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema!" (Gal 1,8)

  
Estos cristianos sencillos, obedientes y de buen corazón, a los que tanto se critica, llamándoles de todo, incluso por muchos de los que tienen responsabilidades en la Jerarquía, tienen -gracias a Dios- las ideas muy claras acerca de lo que está bien y de lo que está mal en la Iglesia. Aprendieron el catecismo cuando eran niños y conocen las verdades que debemos creer, los mandamientos que debemos cumplir y los medios para santificarnos, que son la oración y los sacramentos.

Cuando comulgan saben que están recibiendo, verdadera y realmente, el cuerpo y la sangre de Nuestro Señor Jesucristo:  es el mismo Jesucristo, con su humanidad también, quien -aunque "velado" por los accidentes del pan y del vino- está realmente presente en la hostia consagrada (no en recuerdo ni en memoria ni en figura sino "in re"). 


Creen en María, como realmente virgen (antes del parto, en el parto y después del parto) y realmente madre: madre de un "alguien" que es su hijo -que estaba en su vientre por obra del Espíritu Santo- .Ese "Alguien", que es Jesús, además de ser verdadero hombre como nosotros -tiene nuestra naturaleza humana-, es también verdadero Dios -tiene una naturaleza divina. La Persona de Jesús, en cambio, es divina. Y como al hablar de alguien siempre nos referimos a la persona, resulta que María, que es madre de Jesús, al ser divina la Persona de Jesús, se puede decir, con toda propiedad -y esto es dogma de fe- que María es Madre de Dios. María es, además, la única persona humana que se encuentra en cuerpo y alma en el Cielo, pues aunque Jesucristo se encuentra también en cuerpo y alma en el Cielo, la Persona de Jesucristo no es humana sino divina; no ocurre así con María. Ella es una persona humana, no es ninguna diosa.


Saben que Jesucristo resucitó realmente (Jn 21,5) con su cuerpo y alma gloriosos -con propiedades especiales, pero conservando los estigmas de su pasión (Jn 20, 27), y que esto no es ninguna metáfora ni ningún invento, sino un hecho histórico cierto que da sentido a sus vidas (1 Cor 15,17). 

Saben que que no tenemos aquí morada permanente, sino que vamos en busca de la venidera (Heb 13,14), pues son ciudadanos del cielo (Fil 3,20); y confían en el Señor, el cual transformará su cuerpo vil en un cuerpo glorioso como el suyo (Fil 3,21)


Saben que, aunque ahora no lo ven, sin embargo, Jesús se fue para prepararles un lugar, de modo que cuando venga de nuevo los llevará con Él, de modo que donde esté Jesús estarán también ellos con Él (Jn 14,3-4) 


Saben que no se nos ha dado ningún otro Nombre bajo el Cielo por el que podamos salvarnos, sino el de Jesucristo (Hech 4,12) y éste crucificado, aunque sea locura para los gentiles y escándalo para los judíos (1 Cor 1,23). 

En fin, creen todo lo que la Iglesia nos enseña (la Iglesia de veinte siglos), no lo que diga tal o cual Papa en cualquier comentario o entrevista; y saben, además, que fuera de la Iglesia católica (que es el Cuerpo Místico de Cristo, en el cual participamos) no hay salvación. 


Estos son los católicos -a mi entender- a los que el Papa, de modo impropio, llama fundamentalistas (pues otros no pueden ser como vamos a ver a continuación)

(Continuará)

miércoles, 30 de julio de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (6) [Iglesia mundanizada]

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Escribo aquí de nuevo las palabras del papa Francisco (para comentarlas teniéndolas a la vista):

Las tres religiones tenemos nuestros grupos fundamentalistas, pequeños en relación con todo el resto. Pero un grupo fundamentalista, su estructura, aunque no mate a nadie, aunque no le pegue a nadie, ...., es violenta. La estructura mental del fundamentalismo es violencia en nombre de Dios. Es violenta. O sea, el saludo que judíos, islámicos y cristianos nos damos es un saludo de aliento, un saludo de cercanía. Ustedes dicen "shalom" [el periodista que lo entrevista es judío], los árabes dicen "salaam"; nosotros decimos, a veces, paz, ¿cómo te va? Buenos días ... cosas de cercanía. El saludo del fundamentalista es ... ¡a ver dónde te puedo pegar! ... al menos ideológicamente. No es un saludo que acerque. El fundamentalismo defiende. Y ya le digo ... Los cristianos tenemos grupos fundamentalistas también.


En mi opinión, el Papa tiene razón al hablar de la estructura mental del fundamentalismo como esencialmente violenta. Esta estructura mental violenta está contenida, de hecho, tanto en el Talmud como, por supuesto, en el Corán. Y da la "casualidad" de que los que se toman al pie de la letra esos libros, llamados sagrados, son precisamente los más violentos. [Violencia en el mensaje, violencia en los hechos]


Algo completamente diferente sucede en el caso de los católicos. No existe ningún pasaje ni en los Evangelios, ni el resto del Nuevo Testamento en el que se hable de violencia contra aquellos que no acepten el mensaje. Ya hemos visto que Dios es sumamente respetuoso con la libertad de aquellos a quienes ama. Y jamás se encontrará allí ni una sola frase de imposición y de coacción, mediante la violencia, a las demás personas [No hay violencia en el lenguaje]. Mi pregunta es: ¿hay violencia en los hechos?. De entrada, habría que considerar que, en caso de haberla, ésta tendría lugar por parte de aquellos "cristianos" que no han entendido nada de su fe y que actúan en contra del mensaje evangélico (por lo que no merecen el nombre de cristianos). Pues aun así, ni siquiera eso se da (que yo conozca, al menos). Yo no encuentro en el seno del catolicismo, a nadie que coaccione a los demás, ni entre los que practican (por supuesto) ni, mucho menos, entre los que no practican (y sólo tienen de cristianos el nombre, por haber sido bautizados). Luego [no hay violencia en los hechos]


Mediante el análisis que se ha realizado, la conclusión es evidente. No existe ningún "fundamentalismo cristiano". No importa que esa expresión haya salido de la boca del Papa. El Papa, como creo haber demostrado, basándome en su propia definición de "fundamentalismo", se ha equivocado en su comparación de las tres religiones. Insisto: No existe ningún "fundamentalismo cristiano". Esa expresión es contradictoria y no tiene ni pies ni cabeza


Ahora bien: ¿Por qué ha sido utilizada por el Papa? ¿En quiénes estaba pensando cuando la decía, aunque impropiamente usada? ¿Quiénes son esos "llamados por el papa Francisco" fundamentalistas cristianos?  Porque lo que sí es cierto es que hay determinado tipo de cristianos que, por lo que sea, no comulgan con las ideas del Papa. Y digo bien: "las ideas del Papa"  (pues no son las ideas del Papado ni de la Iglesia Católica de siempre). Se trata de indagar acerca de las preferencias papales (¡no las de Jesucristo!) por un determinado tipo o estilo de cristianos; y por qué va en contra de aquellos otros cristianos que -según él- son pocos (¡en esto le doy la razón!) pero que ni siquiera esos pocos deberían de estar en lo que él entiende por Iglesia; un entendimiento de lo que es la Iglesia que, desgraciadamente, no es conforme a la realidad. 


No por eso deja de ser el legítimo Papa. Y la Iglesia actual sigue siendo la legítima Iglesia. No hay otra ... ¡pero está mundanizada y muy influida por la herejía modernista y por las corrientes protestantes! Es una Iglesia enferma ... y en peligro de extinción. ¿Por qué? Pues porque muchas de las "verdades" que enseña son mundanas y alejadas del mensaje del Evangelio


Es preciso orar mucho e insistentemente, para que recupere su salud, aunque tal como están las cosas (en un ambiente cercano a la apostasía universal), si es que acaso no estamos ya en los últimos tiempos, sería necesario -en mi opinión- que surgiera un papa Santo que volviera a llamar a las cosas por su nombre. Pero, ¿dónde encontrarlo? Y caso de que esa fuera la solución, ¿habría nacido ya ese futuro Papa? Sólo Dios lo sabe. Desconozco, además, como no podría ser de otra manera, si esa es la solución que Dios tiene prevista; pero lo cierto y verdad es que la situación actual por la que atraviesa la Iglesia es, sin duda, la más grave por la que ha pasado a lo largo de su larga Historia. No obstante, siempre nos queda el consuelo de las Sagradas Escrituras y es que "sabemos que todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios" (Rom 8,28) 



(Continuará)