BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS



viernes, 2 de mayo de 2014

La via de los hechos: No debemos de esconder la cabeza como el avestruz (1 de 17)

NOTA: El índice de las 17 entradas sobre "La vía de los hechos" se ha introducido cuatro años después. Puede accederse a él, directamente, pinchando aquí.


-------

Hoy se da una escisión entre teoría y praxis en el seno de la Iglesia. La doctrina de la Iglesia es la que es y no ha cambiado. Los dogmas siguen siendo los mismos... Todo esto en teoría, todo esto es lo que está escrito y no ha cambiado. "En ese sentido" se puede decir que hay continuidad. La Iglesia de siempre es también la Iglesia de ahora.

Todo esto es lo que se dice, pero ¿está en conformidad con lo real, con lo que vemos que ocurre? ¿Existe algún criterio para evitar ser engañados o confundidos? Como siempre, la respuesta debemos buscarla en el Evangelio, rectamente interpretado a la luz de la Tradición de casi dos mil años de Historia de la Iglesia.


Si no queremos ser engañados, debemos atenernos a las palabras de Jesucristo: "Por sus frutos los conoceréis" (Mt 7, 16).¿Y qué frutos son los que vemos? Si no queremos taparnos los ojos y proceder como el avestruz, lo que se observa, objetivamente hablando, es una apostasía a nivel mundial. Podemos ignorarlo y actuar como si no ocurriera nada, pero tendríamos que dar cuenta de ello ante Dios: "Quien se avergüence de Mí y de mis palabras, de él se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, en la del Padre y en la de los santos ángeles" (Lc 9,26).


Dios no nos quiere ignorantes ni cobardes. En la parábola del administrador injusto, Jesús se queja porque "los hijos de este mundo son más sagaces para sus cosas que los hijos de la luz" (Lc 16,8). Y esto sigue siendo cierto, hoy también, por desgracia. Los cristianos (en general) conocen poco o nada su fe y se avergüenzan, con frecuencia, de ser lo que son, en un mundo en el que ya no se lleva eso de ser cristiano. No ocurre así con los que son del "mundo" que se vanaglorian y hacen gala de ser ateos, partidarios del divorcio, del aborto, de la homosexualidad y de todo lo que es objetivamente malo, defendiéndolo a capa y espada y con todos los medios de comunicación a su favor. 


Observamos, por ejemplo, que la fe se está perdiendo a un ritmo vertiginoso, que da miedo. Muchos católicos, que dicen serlo, no lo son realmente, desde el momento en que admiten, en su pensamiento y en su conducta, doctrinas y costumbres contrarias al sentir de la Iglesia (y me refiero aquí a la Iglesia de Siempre, no a aquella que pretende sustituirla por otra, nueva y diferente, que no sería entonces la verdadera Iglesia).


Necesitamos de la fe para vivir, más que del aire para respirar. Sin la fe estamos perdidos. ¡Porque ése es nuestro verdadero problema, que no tenemos fe! Y esa es la razón por la que este mundo se va hundiendo a marchas agigantadas: la fe ha desaparecido [prácticamente] y la sociedad, en su conjunto, ha renegado de Dios y ha entablado una lucha contra Él ... más concretamente, contra Jesucristo.


Me vienen a la mente las palabras de Jesús, cuando hablaba de su segunda y definitiva venida, que pondría fin a este mundo: "¿Pensáis que cuando venga el Hijo del Hombre encontrará fe sobre la tierra?" (Lc 18,8). Y estas otras, referentes también al final de los tiempos: "Si no se acortasen tales días nadie se salvaría; pero por los elegidos se abreviarán aquellos días" (Mt 24,22). Son avisos suyos: "Mirad que os lo he avisado" (Mt 24,25). 


El Señor nos avisa de los signos propios de los últimos tiempos para que estemos preparados. ¡Siempre debemos estarlo, porque el final de los tiempos, para cada uno, coincide con el final de su vida! Respecto a la segunda venida de Jesús, lo que llamamos los últimos tiempos, no podemos saber si estamos ya en ellos: "Acerca de aquel día y hora nadie sabe, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre" (Mt 24,36). Lo que sí es cierto es que la crisis actual de fe es tan grande que, si no lo estamos, posiblemente no estemos muy lejos de ellos. 


En cualquier caso hay algo que debemos de tener muy claro y es que Jesús no nos va a dejar solos: "No os dejaré huérfanos" (Jn 14,18). En nuestra lucha contra "el mundo" los cristianos tenemos las armas adecuadas; San Pablo suele hablar de la "armadura de Dios" (Ef 6,13) de la que debemos revestirnos: "Tened ceñida la cintura con la verdad, revestidos con la coraza de la justicia " (Ef 6,14). "...tomando en todo momento el escudo de la fe, con el cual podáis apagar los dardos encendidos del Maligno" (Ef 6, 16).  "Tomad también ... la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios" (Ef 6,17), etc... Sólo falta que hagamos uso de estas armas (una vez que hemos entendido que no hay otro camino). Eso nos hará felices: "Si estas cosas entendéis seréis dichosos si las ponéis en práctica" (Jn 13,17)


Los cristianos vivimos hoy en día una situación muy crítica; pero con la gracia de Dios no hay ningún problema que no se vaya a solucionar, si ponemos los medios que Él nos da. Debemos tener muy claro (en nuestra mente, en nuestro corazón y en nuestra vida) que " la victoria que vence al mundo es nuestra fe" (1 Jn 5,4). No hay otra manera...pero no la fe en un dios genérico, un dios de todos, inventado por el mundo, sino la fe en el único Dios verdadero que es el que se ha manifestado en Jesucristo. No hay otro Dios: "¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?" (1 Jn 5,5). Ésta es la claveLa fe en la divinidad de Jesús, que es verdadero Dios y verdadero hombre, pues "en ningún otro hay salvación" (Hech 4,12).

(Continuará)

sábado, 26 de abril de 2014

Casarse con un divorciado [José Martí]


La noticia ha corrido por los cinco continentes. Se trata de una "supuesta" llamada telefónica que hizo el Papa Francisco el lunes, 21 de abril de 2014, a Jacqueline Lisbona, una mujer de 47 años que vive en San Lorenzo, 300 km al norte de Buenos Aires, como respuesta a un e-mail que ésta le dirigió en septiembre del pasado año. En dicho e-mail, ella le contaba al Papa su situación: que era soltera, que se casó por lo civil, hace 19 años, con Julio Sabetta, un hombre divorciado por lo civil y por la Iglesia y con quien había tenido dos hijas. Y que dejó de ir a la Iglesia hace 10 años porque cuando se confesó con un cura éste le dijo que no podía recibir la comunión. Según sus propias palabras: "Ese cura lo supo (que estaba casada con un divorciado) porque me fui a confesar. Si no, no se hubiera enterado y no habría pasado nada", señaló ."A lo mejor muchas personas comulgan sin confesarse porque no sienten que vivan en pecado", indicó la mujer. Por lo que parece el Papa le dijo que fuera a confesarse a otra parroquia con otro sacerdote y que volviera a la Iglesia ... (puede escucharse en el audio, más abajo). Pues bien:

¡Esto no ha sido desmentido ni confirmado por el Vaticano, de una manera explícita que no dé lugar a dudas! Y si no, leamos el siguiente comunicado que efectuó en la mañana del 23 de abril de este año el director de la oficina de Prensa de la Santa Sede, P. Federico Lombardi .


''En el ámbito de las relaciones personales pastorales del Papa Francisco ha habido diversas llamadas de teléfonoComo no se trata absolutamente de la actividad pública del Papa no hay que esperar informaciones o comentarios por parte de la Oficina de Prensa. Las noticias difundidas sobre esa materia -ya que están fuera del ámbito propio de las relaciones personales- y su amplificación mediática no tienen, por lo tanto, confirmación alguna de fiabilidad y son fuente de malentendidos y confusión.
Por lo tanto hay que evitar deducir de esta circunstancia consecuencias relativas a la enseñanza de la Iglesia''. 


Todo eso está muy bien, pero no niega que el Papa haya dicho lo que se supone que ha dicho, por aquello de que se trata de actividades pastorales de tipo personal y no de la actividad pública del Papa... Bueno, vamos a ver: si quien ha hablado con Jacqueline Lisbona no era el Papa Francisco sino otra persona que se ha hecho pasar por él, es muy fácil desmentirlo. Y problema resuelto. Luego, si no hay tal desmentido es que es, efectivamente, el Papa el que ha hablado por teléfono (lo que, por otra parte, es ya algo habitual en él). ¡Y entonces lo que ha dicho lo ha dicho!... Bueno, siempre cabría la duda de pensar que la mujer ha interpretado mal las palabras del Papa y que éste no quería decir realmente lo que ella ha dicho que él dijo. Pero de ser así, también es muy fácil desmentirlo por el Vaticano. Y eso no ha sucedido. Luego debemos suponer que sí lo ha dicho ... en cuyo caso, la situación sería aún más grave, pues entonces indicaría que el Papa apoya que se pueda comulgar en estado de pecado mortal... ¡lo que es muy fuerte y difícil de asimilar! Yo no pienso que sea ese el caso, pero lo parece. Y la gente se queda con lo que parece. Ahí están los hechos mediáticos para demostrarlo. Conclusión: La confusión está sembrada.

Una confusión de la que sería fácil salir mediante un comunicado claro por parte del Vaticano y del propio Papa. Pero eso no ha ocurrido. No ha habido tal desmentido de modo tajante en el comunicado del padre Lombardi. Su respuesta viene a ser como un salirse por la tangente para que cada cual saque las conclusiones que quiera. Dice que "no se trata de la actividad pública del Papa". Seamos claros: el Papa es lo suficientemente inteligente como para darse cuenta de que esa conversación telefónica "personal" iba a tener grandes repercusiones mediáticas a nivel mundial, como así ha ocurrido. De modo que, en ese sentido (y no veo otro) su actividad siempre es pública ... así que no entiendo nada.


Todo lo que dice el Papa va a ser examinado con lupa y él lo sabe muy bien.  El Papa se debe a su Iglesia y su misión, entre otras, (y esto no es ninguna opinión personal) es la de guiar a SU rebaño por el buen camino, y dar ideas claras a sus fieles (a los fieles católicos, no al mundo). En cambio, su proceder (en este caso, como en tantos otros) está produciendo mucha confusión entres sus verdaderos fieles, a los que tiene la obligación de iluminar. Las palabras de Jesús son de una claridad meridiana: "¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!" (Lc 6,26). "Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no sois del mundo, sino que Yo os escogí del mundo, por eso el mundo os odia" (Jn 15,19). Ésta es la condición normal de un cristiano, como lo fue la de Jesús: el odio del mundo (y no es eso lo que ahora está ocurriendo)


Esto me hace pensar que sería bueno (¡y necesario!) que el Papa se replanteara su "estilo pastoral", porque lo que aquí está en juego es la salvación eterna de una persona, al menos (¡que serán muchos más!); se me podrá objetar que soy más papista que el Papa y, tal vez, con toda la razón del mundo. Pero tengo que tomar una decisión; y dado que no se ha desmentido, de manera oficial y rotundamente, lo que el Papa ha dicho a esta señora, a saber, que puede volver a comulgar (lo que aparece en el audio desde el minuto 3:40 al minuto 4:00); dado también que el Papa, en estas situaciones, no es infalible (ver el artículo anterior de este blog) ... yo me quedo con la postura oficial de la Iglesia, que es muy clara: no se puede comulgar si uno se encuentra en situación de pecado mortal, objetivamente hablando


Conviene recordar, o aprender, si no se sabe, que la fidelidad de un cristiano no es a un Papa concreto, sino al papado, instituido como tal por Jesucristo;  y también a los dogmas que se han ido definiendo a lo largo de la historia de la Iglesia, verdades que son inalterables por voluntad de su mismo fundador: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del Reino de los Cielos; y todo lo que ates sobre la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desates sobre la tierra quedará desatado en los cielos" (Mt 16, 18-19)


-------

Recordemos que la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de Obispos, convocada por el papa Francisco bajo el lema "Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización", se desarrollará en la Ciudad del Vaticano entre el 5 y el 19 de octubre de 2014. Se la conoce popularmente como el Sínodo extraordinario de Obispos sobre la familia

Como preparación para ese encuentro, el papa argentino envió un cuestionario de 38 preguntas a todos los episcopados del mundo con una serie de preguntas referidas a las situaciones actuales que viven las familias; entre ellas, cómo trata la iglesia a los divorciados que concurren a las iglesias. Sobre esto he hablado ya en este mismo blog

En febrero, en un consistorio extraordinario sobre familia que se realizó en la Santa Sede, el papa Francisco ya adelantó su posición al respecto, al elogiar públicamente una propuesta del cardenal alemán Walter Kasper, quien propone permitir la comunión a los divorciados si las parejas cumplen determinados requisitos. También he tocado este tema en el blog.


En cualquier caso, salga lo que salga del Sínodo nunca podrá contradecir la enseñanza de la Iglesia de siempre, y ésta es muy clara: "Todo el que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada de su marido, adultera" (Lc 16,18). Si por un casual eso ocurriera, y Dios lo permitiera, debe quedar claro para todo fiel católico que el dogma no se puede alterar, ni siquiera por el Papa. No es la Iglesia la que debe acomodarse al mundo, sino que es el mundo quien debe cambiar su mentalidad, si quiere progresar de un modo efectivo; un progreso que tendrá lugar en la medida en que la gente conozca a Jesucristo como a su Dios y a su amigo que es (ambas cosas) y no olvide que el mensaje de Jesucristo es siempre actual: "Jesucristo es el mismo ayer y hoy y lo será siempre" (Heb 13,8)



José Martí

viernes, 25 de abril de 2014

Sobre la Infalibilidad de los papas y los Concilios

Pese a lo que mucha gente piensa, el Papa se puede equivocar en sus declaraciones ordinarias, aunque éstas deben ser siempre tenidas en cuenta. Lo que no se debe hacer es considerar que todo lo que el Papa dice va a misa, porque no es así. No todas palabras del Papa son infalibles: sólo cuando habla "ex cathedra" y con la idea de obligar, sólo en ese caso, podemos decir que el Papa no se puede equivocar y que lo que ha dicho goza de infalibilidad, de modo que pecaría gravemente quien no creyera en aquellas verdades definidas "ex cathedra". Hasta ahora, desde Pío XII, eso no se ha producido.



Hay una serie de cosas que deberían quedar muy claras: una, que el Papa no puede inventar la Iglesia, otra, que   la Iglesia no comenzó a existir hace cincuenta años, a raíz de la celebración del Concilio Vaticano II, sino que tiene una historia de dos milenios. De hecho las canonizaciones de los papas Juan XXIII y Juan Pablo II, que se están preparando para el domingo, 27 de abril de 2014, vienen a ser, en el fondo, un intento de "canonizar" el Concilio Vaticano II (Concilio del que habría mucho que hablar, aunque no es éste el momento de hacerlo); o, al menos, podría interpretarse así, lo que llevaría a un aplauso generalizado por parte del mundo que podría llevar a considerar que todo lo dicho en el Concilio II está en conformidad con la Iglesia de toda la vida, lo que es completamente falso. De hecho hay determinados puntos del Concilio que deberían ser revisados pues su lectura da lugar a interpretaciones diversas, lo que siempre es un peligro. En la Iglesia debe haber una claridad total en todos sus enunciados, para no confundir a los fieles. [Los puntos a los que me refiero son, entre otros, los relativos al ecumenismo, la libertad religiosa y el diálogo interreligioso].

¡La Iglesia no debería tener ningún tipo de complejo de inferioridad ante el mundo! Su misión no es la de tener contentas a todas las personas, lo que es imposible, sino la de transmitir íntegro y sin adulterar el mensaje recibido, como dice San Pablo: "Si aún tratara de agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo(Gal 1,10) 


Pese a lo cual no tenemos por qué perder la paz interior ni asustarnos. Dios es providente: esto no debemos ponerlo nunca en duda. De hecho, el discurso de apertura del Concilio Vaticano II convocado por el papa Juan XXIII es obra de la Providencia Divina. ¿Por qué? Muy sencillo: porque el propio papa Juan XXIII indicó expresamente que no se pretendía, con tal Concilio, imponer ningún dogma nuevolos únicos dogmas de fe eran los ya existentes antes del Concilio Vaticano II; de manera que el Concilio Vaticano II nació con pretensiones puramente pastorales, sin pretensiones de imponer nada a nadie. 

Por lo tanto: Si alguien, sea quien fuere, basándose en el Concilio, dijera algo en contra de los dogmas ya establecidos como tales por la Iglesia, no tenemos por qué preocuparnos (en el sentido de no hacer de ello un problema de conciencia); el Concilio Vaticano II nació como concilio pastoral y con ese espíritu debe ser leido. Si, en algún momento, al leer con detenimiento los documentos del Concilio, se detecta la existencia de algún punto de tipo doctrinal que se oponga a lo ya establecido como dogma por la Iglesia en Concilios anteriores, está claro que dicho punto debe ser condenado como falso y como herético. 

Esto es y ha sido así siempre: un concilio nunca puede contradecir lo que dogmáticamente se ha definido de modo obligatorio en un concilio anteriorlos dogmas no evolucionan ni cambian. Sólo se puede profundizar en su conocimiento. ¡Qué bueno sería que los fieles conocieran estas cosas, pero suelen ignorarlas normalmente, porque nadie les habla sobre ellas!

jueves, 17 de abril de 2014

Jueves Santo 2014: Vídeo del padre Alfonso Gálvez

Hoy, día de Jueves Santo, celebra la Iglesia tres grandes acontecimientos, pilares básicos de nuestra fe, que son: la institución, por Jesucristo, de la Santa Misa, de la Sagrada Eucaristía y del Sacerdocio, en la noche de la Última Cena.

Se trata de tres grandes misterios sobre los que es preciso hablar sin ningún tipo de ambigüedades, pues hoy se ha desatado una feroz y cruel batalla contra la Misa entendida como el Sacrificio de Cristo en la Cruz, contra  la presencia real de Cristo en la Eucaristía y contra el Sacerdocio Ministerial. 


Las persecuciones actuales, además de ir contra los cristianos (que también), como en los tres primeros siglos del Cristianismo, van dirigidas, sobre todo y básicamente, contra la misma fe. Todo lo que aparezca como sagrado y sobrenatural es perseguido con un odio inmenso, ante la indiferencia de la mayoría de los católicos que, o bien no son conscientes de ello (y viven como si no ocurriera nada) o si son conscientes, miran para otra parte, como si no fuera con ellos. La recomendación de San Pablo a los Romanos, diciéndoles: "si sois conscientes del momento presente, ya es hora de que despertéis del sueño" (Rom 13,11), deberíamos aplicárnosla nosotros mismos, con carácter de urgencia.


Me he tomado la libertad de insertar en este blog un vídeo (1) de la homilía pronunciada por el padre Alfonso Gálvez este mismo día de Jueves Santo, 17 de abril de 2014, porque es de una clarividencia meridiana y no se anda con paños calientes cuando habla, haciéndolo siempre dentro de la máxima fidelidad a la Iglesia Católica, [aunque, eso sí, haciendo un uso adecuado de la razón, como corresponde a seres racionales y libres que somos, creados así por Dios] . Salen a relucir en él, además, otros problemas de actualidad, que son muy graves y que no deben ser ignorados. El vídeo dura 58 minutos pero, como digo, son muchos los temas que aparecen en él. Se puede, por lo tanto, ver y escuchar, en trozos, según el asunto del que trate. Así, por ejemplo, el tema de la infalibilidad papal está tratado desde el minuto 42:10 hasta el 47: 58. Cada uno puede hacer su propia composición, según aquello que más le llegue al alma o sobre aquellos puntos en los que tiene alguna duda. Ciertamente, es imposible tratar cada uno de ellos en profundidad en una sencilla homilía, aunque el tiempo dedicado a ella sea extenso. Pero lo importante es que las conclusiones sí que están claras en cada caso.


El momento en el que nos ha tocado vivir requiere de personas que se tomen muy en serio al Señor, que lo quieran con todo su corazón y con toda su alma, y que no se avergüencen de llevar el nombre de cristianos. Pero para perseverar en la fe es preciso tener las ideas claras, conocer la propia doctrina. Y para ello se necesita de buenos pastores, que hagan presente entre nosotros al mismo Jesucristo. Yo me considero muy afortunado de conocer personalmente a uno de ellos, el padre Alfonso Gálvez, mi amigo del alma. Y por eso quiero compartir este vídeo con los lectores de este blog: conozco a algunos, también amigos míos, y les deseo lo mejor, de todo corazón. Para ver el vídeo pincha aquí  y para escuchar el audio aquí 

(1) Coloco audio y vídeo porque no sé si funcionará bien el enlace del vídeo. Espero que, al menos funcione el del audio. Si no es así se puede ir a la página web www.alfonsogalvez.com y localizar ahí la homilía del jueves, 17 de abril de 2014

Amor y pobreza

Desgraciadamente, la gente (la mayoría de los cristianos) no conoce a Jesús. Y no lo conocen, entre otras cosas, porque no se les predica  toda la Verdad del Evangeliotan solo algunas frases bíblicas, que son siempre las mismas. Se escamotea la Palabra de Dios a los fieles, por parte de muchos de sus pastores, y se les presenta a un Jesús dulzón y almibarado,  procurando esquivar, por ejemplo, todo lo que haga referencia al pecado, que es el verdadero mal y lo que realmente esclaviza: "Os lo aseguro: todo el que comete pecado, es esclavo del pecado" (Jn 8,34). No se le da al pecado la importancia que tiene (si es que se habla de él). Y, sin embargo, el pecado no es ninguna broma. San Pablo le llama "misterio de iniquidad" (2 Tes 2,7), y según San Juan "el que comete pecado ése es del diablo" (1 Jn 3,8). De modo que no es algo que se pueda tomar a la ligera, sino que es algo muy serio. La prueba la tenemos en el hecho de que "nuestro Señor Jesucristo se entregó a Sí mismo por nuestros pecados, para librarnos de este mundo malo" (Gal 1,4). 

¿Tan grave es el pecado que ha sido necesaria la muerte del Señor por causa de él? ¿Tan importantes somos para que Dios haya enviado a su Hijo para salvarnos? Pues parece ser que sí: lo somos. Y lo somos desde el momento en que Él nos ha concedido tanta importancia, amándonos como nadie jamás ha podido amar a otra persona, hasta el extremo de haber dado su Vida para conseguirnos la salvación (una salvación lógicamente supeditada a nuestra libre respuesta amorosa a su llamada).  Viniendo al mundo,  con su vida, ha querido enseñarnos en qué consiste el amor verdadero, el único que merece tal nombre.

Pensemos en algunos detalles concretos; dice San Pablo, por ejemplo, que "nuestro Señor Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre por vosotros, para que vosotros os  enriquecierais con su pobreza" (2 Cor 8,9):  se hizo pobre por amor a nosotrosdándonos su Vida y haciéndonos así ricos, para que nosotros, a su vez, se lo diéramos todo, haciéndonos igualmente pobres, en correspondencia a su amor. Porque a esto se refiere la pobreza cristiana. La pobreza verdadera, que es la pobreza cristiana, es una virtud; y está íntimamente relacionada con el Amor: lo recibimos todo de Él, lo recibimos a Él mismo, que se nos da por completo. Y luego, en correspondencia, se lo damos todo y nos quedamos sin nada. Esta pobreza en la que nos quedamos es consecuencia del Amor; y esa es la razón por la que la pobreza es una virtud fundamental para el cristiano. Siendo pobres nos identificamos con Jesucristo. Él es nuestro Maestro y nuestro Modelo. (No debemos confundirla con la miseria, con la que no tiene nada que ver, pues ésta [la miseria] es consecuencia del egoísmo de los hombres). 

Como podemos comprobar, una vez más, si no hay bilateralidad no puede haber amor. El amor es siempre cosa de dos. Es conmovedor oir cómo Jesús nos dice, como en susurro:  "Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que Yo os mando" (Jn 15,14). Él llevó su amor por nosotros (¡amor incomprensible e inmerecido por nuestra parte!) hasta el extremo de dar su vida en remisión por nuestros pecados, de modo que pudiéramos estar con Él siempre, por toda la eternidad. "Me amó y se entregó por mí"  (Gal 2,20), decía San Pablo a los gálatas. ¿Por qué no lo amamos también nosotros y nos entregamos por Él? Por eso, nunca se insistirá lo suficiente en el misterio de iniquidad, que es el pecado, y en la necesidad (¡urgente!) de que no nos tomemos la realidad del pecado a la ligera. Nos va en ello la salvación, o lo que es igual, el poder permanecer unidos a Jesús para siempre, amándolo y siendo amados por Él.



Esta tarea no es fácil, pero es apasionante. Jesús nos enseñó lo que tenemos que hacer si queremos salvarnos:  "Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame" (Lc 9,23). Y, en conformidad con esto, decía San Pablo: "Yo predico a Cristo y a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles, pero para los llamados, tanto judíos como griegos, poder y sabiduría de Dios" (1Cor 1,23-24). ¡Siempre la cruz por medio! Por más vueltas que le demos no hay otro camino para salvarnos que el que Jesús nos ha señalado: la puerta estrecha, la negación a uno mismo por amor a Él. Esto siempre ha sido, y seguirá siendo motivo de escándalo ... pero es Palabra de Dios, que sabe más que nosotros, y que nos conoce y nos quiere más de lo que nos queremos y nos conocemos nosotros a nosotros mismos. Nosotros nos podemos engañar. Él nunca nos engaña. Y desea con locura nuestro amor y nuestro bien. ¡Si llegáramos a creernos la realidad de este Amor seríamos felices, realmente felices, ya en este mundo, pese a los sufrimientos, los dolores, las contrariedades, etc. Así han procedido siempre los santos (que han sido las personas más alegres y felices que han existido) y así debe proceder cualquiera que quiera considerarse realmente cristiano y discípulo de Jesucristo. 

martes, 15 de abril de 2014

jueves, 3 de abril de 2014

Una introducción al modernismo (José Martí)

Es un hecho innegable la pérdida de fe que se está produciendo hoy entre los mismos católicos (incluida parte de la Jerarquía); aunque muchos que se llaman a sí mismos católicos negarán este hecho. Y dirán "convencidos" de que ellos son católicos y que no han perdido la fe, en absoluto. Todo lo cual puede ser verdad, pero remitámonos a los hechos que son los que indican cuándo algo es verdad y cuándo no lo es: "Por sus frutos los conoceréis" (Mt 5,16). "Un árbol bueno no puede dar frutos malos, ni un árbol malo frutos buenos" (Mt 5,18). Estas palabras son de Jesucristo y son las que nos pueden clarificar la mente para juzgar acerca de lo malo y de lo bueno: ¿Produce manzanas? Es un manzano. ¿No produce manzanas sino peras? Es un peral, pero no es un manzano. Así de simple.

Para quien no lo sepa, el modernismo teológico considera a la Iglesia como una sociedad meramente humana, y es una herejía condenada por San Pío X, en su encíclica Pascendi, quien definió al modernismo como el conjunto de todas las herejías. Pues bien: de alguna manera la herejía modernista se ha ido infiltrando paulatinamente en la misma Iglesia, como una especie de virus que va actuando poco a poco, pero eficazmente. Su objetivo es la destrucción de todo lo sobrenatural en la Iglesia: o sea, la destrucción de la Iglesia, en definitiva, tal como fue fundada por Jesucristo.


Su modo de actuación es muy "inteligente". Básicamente consiste en no hablar de aquellos temas que puedan "herir" la sensibilidad del mundo moderno para poder atraer el mundo hacia sí; así como la introducción (también paulatina) de una serie de ideas que sean aceptadas por el mundo : deben aparecer, por lo tanto, como buenas, atrayentes, agradables y dignas de todo elogio. Si se descubriera la maldad intrínseca de estas ideas, entonces serían rechazadas... lo que hay que evitar por todos los medios. 


Lo peor de todo es que como estas ideas, expandidas por todo el mundo gracias a los medios de comunicación, (¡ay, el gran poder de los mass media!); digo, como estas ideas lo impregnan todo, la Iglesia, que está en el mundo, ha sido influenciada también por ellas; y, a veces, hasta extremos insospechados; lo más cómodo y lo más sencillo es decirle a la gente lo que la gente desea oír y halagar sus oídos, pero no es así como actuaba el Señor. Por ejemplo, cuando estaba enseñando en la sinagoga de Cafarnaúm su célebre discurso acerca del pan de Vida, que era Él mismo, resultó que "muchos de sus discípulos, oyéndole, dijeron: 'Dura es esta enseñanza, ¿quien puede escucharla?' " (Jn 6, 60) "y se echaron atrás y no andaban ya con Él" (Jn 6,66). 


Tal vez a alguno se le podría pasar por la cabeza que Jesús, para no quedarse sin discípulos, iba a cambiar sus palabras. Pues ese tal anda muy errado; y no conoce cómo era Jesús, pues  no sólo no se desdijo de sus palabras sino que, acto seguido, "preguntó a los Doce: '¿También vosotros os queréis marchar?' " (Jn 6,67). Decía San Pablo que  "vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la sana doctrina, sino que, dejándose llevar de sus caprichos, reunirán en torno a sí maestros que halaguen sus oídos, y se apartarán de la verdad y se volverán a las fábulas" (2 Tim 4, 3-4) ... ¿Estaremos ya en ese tiempo? Todos los indicios hacen apuntar que sí. Lo estamos comprobando. Ante las grandes mentiras que hoy se proclaman por doquier, la gente acaba considerando como normal cosas que un niño pequeño desmentiría tranquilamente: es el caso, por ejemplo, de la ideología de genero, que no tiene ni pies ni cabeza (y de muchísimas otras que todos conocemos, y de las que ya se ha hablado en otros lugares de este blog). Ya sabemos: una mentira, repetida una y mil veces acaba transformándose en "verdad". No se apela a la razón sino a los sentimientos. Y de este modo, aunque se nos engañe con grandes mentiras, éstas son presentadas como atractivas y aparecen como verdades,  ... engañando a multitud de personas



Jesús nos avisó ya de este peligro que, si siempre ha existido, hoy en día presenta una actualidad superior a la del momento histórico en el que fueron pronunciadas. Al fin y al cabo, son Palabra de Dios. Y estas palabras trascienden el tiempo y el espacio: "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán" (Mt 24,35). ¿A qué palabras nos referimos ahora? A éstas: "Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces" (Mt 7,15). Porque ciertamente es así: si no viniesen disfrazados de ovejas y mostraran, en cambio, su verdadera cara, serían rechazados. La mentira necesita siempre de la verdad para poder atraer a la gente. Claro que sólo serán engañados aquellos que hayan optado por la mentira y se dejen seducir por ella: "reunirán en torno a sí maestros que halaguen sus oídos, y se apartarán de la verdad y se volverán a las fábulas" (2 Tim 4,4)


Podríamos recordar aquí también estas palabras de San Pablo a Timoteo, que vienen como anillo al dedo: "Has de saber esto: que en los últimos tiempos sobrevendrán días difíciles. Pues los hombres serán egoístas, avaros, altivos, soberbios, blasfemos, desobedientes a sus padres, ingratos, criminales, desnaturalizados, desleales, calumniadores, salvajes, sin bondad, traidores, temerarios, hinchados, amantes del placer más que de Dios, los cuales tendrán una apariencia de piedad, pero en realidad habrán renunciado a su espíritu. Apártate también de éstos" (2 Tim 3, 1-5). 


Ciertamente no se puede afirmar que estemos en los últimos tiempos, pues ese conocimiento se lo ha reservado sólo el Padre, aunque no cabe duda de que hay signos bastante fuertes en este sentido (no tenemos más que analizar un poco todo lo que está sucediendo); de modo que tampoco se puede afirmar que no lo estemos. Pero, en fin, sea de ello lo que fuere, de lo que se trata ahora es de caer en la cuenta de que estas personas, estos falsos profetas que surgirán al final (aunque siempre los ha habido) no son tales profetas sino lobos rapaces que, según el Señor, vendrán disfrazados de ovejas y, según San Pablo, con una apariencia de piedad. Debemos estar muy atentos y vigilantes. Y siguiendo el consejo que dio San Pablo a Timoteo: "Apártate también de éstos" (2 Tim 3,5), dirigirnos a Jesús y decirle, como hizo San Pedro: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros hemos creído y conocido que Tú eres el Santo de Dios" (Jn 6, 68-69)

lunes, 31 de marzo de 2014

Un año de Pontificado del papa Francisco (7 de 7) (Alejandro Sosa Lapida)


15. En una entrevista mantenida con el periodista ateo Eugenio Scalfari el 24 de septiembre de 2013 en el Vaticano, publicada por el cotidiano izquierdista La Repubblica el 1 de octubre, Francisco realizó unas declaraciones pasmosas. Cabe precisar que esta entrevista fue publicada en el sitio oficial de la Santa Sede, lo que le confería un rango magisterial. Fue retirada al cabo de un mes y medio, a causa de las incesantes polémicas y de las numerosas protestas que había suscitado en ámbitos católicos conservadores. Pero la entrevista permanece considerada «confiable en líneas generales», asegura el Padre Federico Lombardi, el encargado de la sala de prensa de la Santa Sede. Además, el artículo fue íntegramente publicado por el cotidiano del Vaticano, L’Osservatore Romano, incluso en su versión semanal italiana del 8 de octubre. Sin esas polémicas y protestas, la entrevista aún se hallaría en el sitio oficial del Vaticano, entre los documentos oficiales del nuevo pontificado… 



Tras haber expuesto el contexto, leamos algunos pasajes [de la misma]. Según el Papa Francisco «los males más graves que afligen al mundo hoy son el desempleo de los jóvenes y la soledad en la que son abandonados los ancianos». Frente a semejante sentencia, resulta imposible no interrogarse: ¿Más graves incluso que la legalización de la pornografía y del aborto, del divorcio y de la contracepción, del «matrimonio» homosexual y de la adopción «homoparental»? ¿Más graves todavía que la apostasía de las naciones antaño católicas, que la escuela sin Dios, que la «cultura» de masa hedonista y que la ignorancia religiosa casi absoluta de la juventud? 

A renglón seguido, al periodista que se imagina que Francisco podría intentar convertirlo, éste le responde tranquilizándolo en términos inverosímiles: «El proselitismo es soberanamente absurdo, no tiene ningún sentido. Hay que conocerse, escucharse mutuamente y aumentar el conocimiento del mundo que nos rodea (…) ». Afirmaciones de este tenor podrían ser rubricadas sin vacilar por un masón, un «libre-pensador» o un filósofo «humanista» (...) He aquí otra sentencia bergogliana: «Todo ser humano posee su propia visión del bien y del mal. Nuestra tarea reside en incitarlo a seguir el camino que el considere bueno (…) No dudo en repetirlo: cada uno tiene su propia concepción del bien y del mal, y cada uno debe escoger seguir el bien y combatir el mal según su propia idea». Esto no es sino puro naturalismo, relativismo moral e indiferentismo religioso. ¡Y pensar que nosotros creíamos, sin dudas algo ingenuamente, que la principal tarea de los clérigos consistía en anunciar a los hombres la salvación en Jesucristo!

Pero retomemos la seriedad: salta a la vista de todo creyente medianamente instruido que la doctrina católica se sitúa en las antípodas de esas palabras inauditas y escandalosas en boca de quien ocupa la sede de San Pedro… He aquí dos de las proposiciones solemnemente REPROBADAS por Pío IX en su Syllabus de 1864: «Las leyes de la moral no requieren la sanción divina y no es en absoluto necesario que las leyes humanas se conformen con el derecho natural o reciban de Dios el poder de obligar» (n° 56). «La ciencia de las cuestiones filosóficas y morales, así como las leyes civiles, pueden ser sustraídas a la autoridad divina y eclesiástica» (n° 57).

Pasemos a continuación a la última salida del Papa Francisco: «Yo creo en Dios. No en un Dios católico, porque no existe un Dios católico, existe Dios (…) Por mi parte, observo que Dios es luz que ilumina las tinieblas, incluso si no las disipa, y que una chispa de esta luz divina se encuentra dentro de cada uno de nosotros (…) ».
[léase el artículo de Fray Gerundio que habla sobre este tema del Dios católico] Francisco hace suya la posición teológica de su amigo y mentor, el cardenal jesuita Carlo Maria Martini, al que en dos oportunidades cita elogiosamente en su conversación con Scalfari, consignada en su último libro, editado en 2008, "Conversaciones nocturnas en Jerusalén. Sobre el riesgo de la Fe", en el que este eclesiástico progresista y francmasón, reconocido como tal por el Gran Oriente de Italia, afirmaba que «no se puede convertir a Dios en católico. Dios está más allá de los límites y de las definiciones que establecemos».

[Estos] dichos consternantes de Francisco eximen de mayor comentario: corresponden más a una gnosis naturalista y panteísta, la de Teilhard de Chardin (¡Otro jesuita más! San Ignacio de Loyola debe estar que se revuelve en su tumba…) que a lo que nos enseñan la Revelación divina y el Magisterio de la Iglesia sobre la Naturaleza de Dios, la Creación y el Orden sobrenatural.

16. En su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (§ 247 a 249), publicada el 24 de noviembre de 2013, Francisco afirma que la Antigua Alianza «no ha sido nunca revocada», que no se debe considerar al judaísmo talmúdico actual, estructurado en oposición a Cristo y a la misión evangelizadora de la Iglesia, como a «una religión extranjera» ni decir que los judíos estén llamados a «convertirse al verdadero Dios», puesto que juntos creemos «en el único Dios que actúa en la historia» y «acogemos con ellos la común Palabra revelada». Pero (...) el cristiano verdadero bien sabe que sus enseñanzas
[las de los judíos] son falsas y que no pueden provenir sino del padre de la mentira, pues «quien niega al Hijo tampoco tiene al Padre; quien confiesa al Hijo, confiesa también al Padre.» (1 Jn. 2,22) y además «todo espíritu que confiesa a Jesucristo venido en carne es de Dios; pero todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios» (1 Jn. 4, 2-3).

Francisco prosigue diciendo que (…) existe una rica complementariedad que nos permite leer juntos los textos de la Biblia hebraica y ayudarnos recíprocamente para profundizar las riquezas de la Palabra».
[Esto está en contra de lo que se encuentra contenido en la Sagrada Escritura y de lo que siempre ha enseñado el Magisterio de la Iglesia] (...) pero [claro, resulta que] la Palabra de Dios es idéntica al Verbo de Dios, a la segunda Persona de la Santísima Trinidad, que «se hizo carne y habitó entre nosotros» (Jn. 1, 14) de la que se dice que «vino a los suyos, pero los suyos no lo recibieron» (Jn. 1, 11); y los «suyos» son los judíos, quienes, en su gran mayoría, rechazaron a Jesucristo, el Verbo encarnado, la Palabra de Dios hecha carne (...) [y al que siguen rechazando también ahora, con más fuerza, si cabe]

Estamos ante un serio problema, si se me permite el eufemismo… Y confieso que no puedo dejar de interrogarme: "¿Llegará acaso el momento en que se prohíba a los fieles rezar por la conversión de los judíos, por considerarlo como un acto de «intolerancia religiosa», «discriminatorio» y «antisemita»? " (...) 


¿Hasta dónde nos conducirá la locura desatada por [la Declaración] Nostra Aetate [de Pablo VI, en 1965]? No hace falta ser profeta para predecir que si la lógica interna de ese documento revolucionario se desplegara hasta sus últimas consecuencias (y, a vista humana, resulta difícil vislumbrar otro desenlace…), se llegaría ineluctablemente a la apostasía generalizada y los fieles, debidamente aclimatados desde hace décadas por lobos despiadados disfrazados de ovejas a esa mutación radical de la Fe que es la impostura del ecumenismo «judeo-cristiano», se encontrarían preparados para acoger al «mesías» que espera la Sinagoga, y que no es otro que el Anticristo, como nos lo advierte claramente Nuestro Señor profetizando ante los judíos incrédulos de su época: «Yo he venido en nombre de mi Padre y vosotros no me habéis recibido; otro vendrá en su propio nombre y vosotros lo recibiréis» (Jn. 5, 43). (...)


17. Durante una homilía pronunciada el viernes 20 de diciembre de 2013 en la capilla de la Casa Santa Marta, en el Vaticano, Francisco dijo estas palabras, refiriéndose a la Virgen María : «Ella estaba silenciosa, pero en su corazón, ¡cuántas cosas le decía al Señor! ¡Tú, aquel día, me dijiste que sería grande; me dijiste que le darías el trono de David, su padre, que reinaría para siempre y ahora lo veo aquí! ¡La Virgen era humana! Y tal vez tenía ganas de decir: ¡Mentiras! ¡Me han engañado!» Estas palabras son sencillamente escandalosas. La Tradición nunca ha atribuido a María sentimientos de revuelta ante el sufrimiento. Su disposición permanente en toda circunstancia fue la que tuvo el día de la Anunciación: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra» (Lc. 1, 38). La Iglesia venera a María como Reina de los Mártires, lo que no habría sido posible si no hubiese consentido en realizar el infinito sacrificio que Dios le pedía: hacer entrega de la vida de su divino Hijo con miras a la salvación de la humanidad caída, y del cual ella era plenamente consciente desde la profecía que le hiciera Simeón el día de la Presentación del Niño Jesús en el Templo: «Y a tí una espada te atravesará el alma para que se descubran los pensamientos de muchos corazones» (Lc. 2, 35). Ningún signo de rebeldía ni de ignorancia en María, sino una completa sumisión a la voluntad divina y una total conciencia en su acto libre y voluntario de consentimiento en la inmolación de su divino Hijo por la salvación de los hombres (...). Esa es la doctrina tradicional de la Santa Iglesia de Dios, en conformidad con la Revelación divina.

18. Como consecuencia de todos esos gestos políticamente muy correctos y mediáticamente irresistibles, Francisco fue elegido «Hombre del año» por la edición italiana de la revista Vanity Fair. Otro tanto hizo la revista estadounidense Time tres días después, dedicándole la tapa con el título «El Papa del pueblo». (...) Tiempo después, en diciembre, la revista Time lo eligió también «Hombre del año 2013» (...). En el mismo mes de diciembre, la célebre revista de la comunidad homosexual estadounidense, The Advocate, le otorgó igualmente el premio de «Persona del año 2013», (...) A Francisco fue dedicada también la tapa de la famosísima revista pop estadounidense RollingStone del mes de febrero, bajo el título ‘Pope Francis: The times they are a-changin’ (Papa Francisco: Los tiempos están cambiando), que retoma el nombre de la legendaria canción contestataria de Bob Dylan de los años 60’ para aplicarlo a su acción durante su primer año de pontificado.

Time, Vanity Fair, The Advocate, Rolling Stone: estamos hablando de cuatro de las publicaciones emblemáticas de la cultura subversiva, libertaria y decadente que prevalece en el mundo occidental desde el final de la segunda guerra mundial. Las cuatro hacen de Francisco su «héroe» del «progreso», su icono del «cambio», ven en él la encarnación de la apertura mental hacia la «modernidad» y las cuatro se deshacen en alabanzas ditirámbicas hacia su persona. DE NADA SIRVE NEGAR LA REALIDAD. Por difícil que sea hay que mirarla de frente: esto es algo que no tiene precedentes en la historia de la Iglesia y que no puede sino turbar profundamente el alma de los fieles.

En estos tiempos diabólicos en los que la confusión reina soberanamente en la inmensa mayoría de las almas, no debe perderse de vista que, en lo que atañe a nuestras relaciones con el mundo, el cual se halla «enteramente bajo el imperio del Maligno» (1 Jn. 5, 19), nuestro Divino Maestro nos advirtió explícitamente: «Si el mundo os odia, sabed que me odió a mí antes que a vosotros. Si fueseis del mundo, el mundo amaría lo que le pertenece; pero como no sois del mundo, porque Yo os saqué del mundo, el mundo os odia» (Jn. 15, 18-19).

--------
Estoy descorazonado por verme en conciencia obligado a escribir esto. Entristecido en grado sumo. Anonadado, a decir verdad. ¡Cómo desearía que las cosas fuesen diferentes! Poder confiar y dejarme guiar. Me horroriza la oposición a la autoridad, la disputa, el conflicto: es una actitud ajena a mi naturaleza. Cada día imploro al Señor tenga a bien abreviar esta situación tan penosa, humanamente insoportable. A la espera de que Él se digne a intervenir, me resulta imposible guardar silencio. A pesar de que querría poder hacerlo. Más de lo que podría imaginarse. Pero sencillamente no puedo: me sentiría avergonzado de mí mismo. La hora es grave. La confusión reina. El mal es profundo. Callar es volverse cómplice. Lo que está en juego es vital: se trata, ni más ni menos, que de lograr conservar la Fe. Y de seguir profesándola públicamente. (...) Hay que dar testimonio, «a tiempo y a destiempo», nos exhorta San Pablo (2 Tim. 4,2). Como saben, testigo, en griego, se dice mártir. Esa es nuestra situación. En sentido literal, quizás aún no en nuestros países, pero en el figurado muy a menudo, y en todas partes.

Les saludo fraternalmente en el Señor. Quiera Él alumbrar nuestro camino terrestre con su claridad divina y guiar nuestros pasos hacia la gloria de su Reino venidero. Maran atha: «¡Ven, Señor Jesús!» (Ap. 22,20)

Terminado el dos de febrero de 2014, en la solemnidad de la Presentación del Niño Jesús en el Templo y de la Purificación de la Santísima Virgen María.

Alejandro Sosa Laprida

[En términos generales, estoy completamente de acuerdo con este autor, al que desconozco. Los hechos son los hechos. Y lo que el Papa ha dicho o ha hecho, lo ha dicho o lo ha hecho. Eso es algo indiscutible. No obstante, cabría hacer algunos matices o precisiones, en algunos puntos muy concretos, con lo que el artículo quedaría más completo, en mi opinión. Tal vez lo haga. Por otra parte, y en honor a la verdad, aunque ya he hecho alusión a ello más de una vez, debo recordar que, en bastantes ocasiones he omitido una serie de frases del autor y en otras (muy pocas) he resumido lo que quería decir; todo ello por motivos de brevedad. En fin, sea de ello lo que fuere, creo sinceramente haber expresado con fidelidad las ideas que el autor quería comunicar]

domingo, 30 de marzo de 2014

Un año de Pontificado del Papa Francisco (6 de 7) (Alejandro Sosa Lapida)


[Continúo el largo artículo de Alejandro Sosa Laprida, resumiéndolo bastante. Añado, de mi parte, algunas imágenes relacionadas con la situación en cuestión, además de los subrayados, negritas, cursivas, colores, corchetes, puntos suspensivos (que indican que el contenido es mayor); he cambiado también el orden de algunos puntos para que vayan en orden cronológico, etc...]

Habría muchas otras declaraciones y gestos del papa Francisco que se podrían calificar cuando menos de perturbadores y que se prestarían a un prolongado desarrollo, del que me abstendré aquí en aras de la brevedad, y de los cuales he seleccionado tan sólo algunos a modo de ejemplo, tomados de una extensa lista que por cierto no deja de acrecentarse día tras día a una velocidad vertiginosa…



1. La noche de su elección,13 de marzo de 2013, Francisco se presentó como el «Obispo de Roma», sin pronunciar la palabra «Papa». (...) Calificándose a sí mismo exclusivamente con el título de Obispo de Roma (y no de Papa, Soberano Pontífice o Vicario de Cristo) Francisco realiza un gesto inédito en la historia de la Iglesia, claramente revolucionario, que menoscaba (...) la autoridad de la Sede Romana.

2. El mismo día, antes de impartir la bendición apostólica a los fieles congregados en la plaza San Pedro, Francisco pidió a la muchedumbre que ella rezara primero por él para que Dios lo bendijese. El simbolismo del gesto es claro: la bendición ya no procede de lo alto, a través del Papa que recibió su investidura de derecho divino, y que él hace descender luego directamente sobre los fieles. Nos encontramos ante un gesto que evoca los principios democráticos revolucionarios, según los cuales el poder emana del pueblo, única fuente de legitimidad para el ejercicio de la autoridad.


3El 16 de marzo de 2013, al final de la audiencia otorgada a los periodistas del mundo entero en la sala Pablo VI del Vaticano, Francisco les dio una bendición totalmente atípica, una «bendición silenciosa, respetando la conciencia de cada uno»No hizo el signo de la Cruz sobre la multitud de periodistas ni pronunció el santo nombre de las Tres Personas Divinas. Lo que nos enseñó Jesús se sitúa en las antípodas de esa falsa noción de respeto: «Todo poder me ha sido dado en el cielo y en la tierra. Id pues y enseñad a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo cuanto os he mandado» (Mt. 28, 18-20). Nuestro Divino Maestro nos ha dicho también: «A todo el que me confesare delante de los hombres, yo también lo confesaré delante de mi Padre, que está en los Cielos; pero a todo el que me negare delante de los hombres, yo lo negaré también delante de mi Padre, que está en los Cielos» (Mt. 10, 32-33) (...)

4. Durante esa misma audiencia dijo que deseaba «una Iglesia pobre para los pobres». Es un deseo novador y completamente extraño a la enseñanza y a la práctica bimilenaria de la Iglesia«María, tomando una libra de ungüento de nardo legítimo de gran valor, ungió los pies de Jesús y los enjugó con sus cabellos, y la casa se llenó del olor del ungüento. Uno de sus discípulos, Judas Iscariote, el que habría de entregarlo, dijo -¿Por qué este ungüento no se vendió por trescientos denarios y se dio a los pobres?» (Jn. 12, 3-5).


5El 28 de marzo de 2013 ,con ocasión de la ceremonia del lavatorio del Jueves Santo celebrada en un centro de detención de menores de Romaentre las personas que representaban a los doce apóstoles había mujeres y musulmanes, lo que infringe gravemente la tradición litúrgica, la que ha recurrido siempre a hombres bautizados, ya que las mujeres no son admitidas al sacerdocio cristiano ni los infieles a las ceremonias litúrgicas. (...) La Santa Cena del Señor no fue pues celebrada en la basílica de San Pedro, ni en la catedral de San Juan de Letrán, en presencia del clero y de los fieles romanos y de los peregrinos procedentes del mundo entero para asistir a las festividades de la Semana Santa, sino nada menos que en una cárcel, lugar por completo inconveniente para una acción litúrgica, en presencia de una mayoría de no católicos, en una ceremonia confidencial, inaccesible para los fieles… (...) Visitar a los prisioneros es ciertamente una acción muy laudable, puesto que es una obra de misericordia. En cambio, servirse de ella como pretexto para rebajar el culto divino celebrando la Misa in Cena Domini en una cárcel, sin clero ni feligreses, sin predicación sobre la institución de la Eucaristía y del sacerdocio cristiano por Nuestro Señor, invitando a participar a infieles en la ceremonia, dista mucho de ser una acción laudable (...): Fieles, casi no había. Fotos e imágenes para la televisión, sí. Y dieron la vuelta al mundo. 


6. Con ocasión de su homilía en la Casa Santa Marta, en el Vaticano, el 22 de mayo de 2013, Francisco dijo que el Señor salvó «a todos los hombres» por la Sangre de Cristo, y que de este modo se convierten en «hijos de Dios, no sólo los católicos, todos, los ateos también» (...)

7. Francisco recibió a José Mujica, presidente de Uruguay, el sábado 1 de junio de 2013 con motivo de una larga audiencia privada. Luego de ella declaró a la prensa sentirse «muy feliz de haber podido discutir con un hombre sabio»


[Este hombre «sabio» fue miembro de los Tupamaros, una de las principales organizaciones terroristas latino-americanas durante los años 60’/70’, cuya actividad criminal comenzó mucho antes del golpe de estado militar de 1973. Pasó 15 años en la cárcel, condenado por asesinato, secuestro y actos de terrorismo. Fue liberado en 1985, «amnistiado» por el gobierno de Julio Sanguinetti. Mujica se negó a asistir a la ceremonia de inauguración del nuevo pontificado, en razón de su ateísmo militante]




Cabe precisar que su gobierno aprobó la ley autorizando el aborto en octubre de 2010, la del «matrimonio» homosexual y de la adopción «homo-parental» en abril de 2013 y la de la legalización del cultivo, la venta y el consumo de marihuana en diciembre de 2013. Que un hombre de Iglesia [en este caso el Papa] pueda recibir en audiencia pública a semejante individuo, dejarse fotografiar a su lado sonriente y dándole un abrazo, para luego hacer de él un elogio encendido a la prensa es algo que supera lo imaginable


8. Al igual que la primera misiva oficial de Francisco no había tenido por destinatarios a católicos, sino a los judíos de Roma, así también su primer viaje oficial tuvo por beneficiario a gente de otra religión (...) En efecto, el 8 de julio de 2013 acudió a Lampedusa, en memoria de los inmigrantes clandestinos musulmanes que se ahogaron tratando de alcanzar esa isla italiana desde África en el transcurso de los últimos quince años. (...) Y eso en el mismo momento en que Europa, enteramente descristianizada, observa como el Islam se vuelve de manera irresistible la religión preponderante, especialmente gracias a la inmigración masiva de musulmanes procedentes de África.

9. Con ocasión de las JMJ celebradas del 22 al 29 de julio 2013 en Río de Janeiro, Francisco declaró, durante una entrevista de prensa concedida a la televisión brasileña, que «si un niño recibe su educación de los católicos, protestantes, ortodoxos o judíos, eso no me interesa. Lo que le interesa es que lo eduquen y que le den de comer». Tales palabras no requieren comentario. A condición, evidentemente, de no haber perdido la Fe.

10. El 28 de agosto de 2013 Francisco recibió en la basílica de San Pedro un grupo de 500 jóvenes peregrinos de la diócesis de Piacenza. Hacia el final, les pidió: «recen por mí, porque este trabajo es insalubre, no hace bien». La misión de pastor universal de las almas, de vicario de Nuestro Señor Jesucristo en la tierra para «apacentar a sus ovejas» (Jn. 21,17) y para «confirmar a sus hermanos en la Fe» (Lc. 22, 32) no constituye para él más que un trabajo, y para colmo, insalubre (...)

11. El 7 de septiembre de 2013 Francisco organizó una jornada de oración y de ayuno por la paz en Siria, lo que es en sí mismo algo laudable. Desgraciadamente, este evento fue convocado siguiendo el espíritu del falso ecumenismo conciliar de Nostra Aetate y de Asís, puesto que extiende la invitación «a todos los cristianos de otras confesiones, a los hombres y mujeres de cada religión, así como a los hermanos y hermanas no creyentes». Esto se opone diametralmente tanto a la doctrina como a la práctica constante de la Iglesia hasta el Vaticano II (...)


12. El 12 de septiembre de 2013 Francisco recibió en audiencia privada al religioso peruano Gustavo Gutiérrez, sacerdote modernista, izquierdista y subversivo, quien diera origen al nombre de «teología de la liberación» gracias a su libro homónimo publicado en 1971. Este «teólogo», cómplice de los movimientos marxistas y tercermundistas latinoamericanos comprometidos en la lucha armada revolucionaria, considera que la salvación cristiana pasa por la emancipación de las servidumbres terrenas (...)

13. En el reportaje concedido a las revistas culturales jesuitas, efectuado por el Padre Antonio Spadaro s.j., director de La Civittà Cattolica, en el mes de agosto de 2013 y publicado en L’Osservatore Romano del 29 de septiembre de 2013, Francisco expresó un punto de vista totalmente novador en lo que concierne la naturaleza de la virtud teologal de la Fe (...) He aquí sus declaraciones: « Si alguien dice que encontró a Dios con una certeza total y que no deja ningún margen de incertidumbre, significa que algo no funciona (…) El riesgo de buscar y de hallar a Dios en todo es entonces la voluntad de explicitar demasiado; de decir con certeza humana y arrogancia: ‘‘Dios está aquí’’. Así sólo encontraremos un Dios a nuestra medida (…) Quien hoy día no aspira sino a soluciones disciplinares, quien tiende de manera exagerada a la ‘‘seguridad’’ doctrinal, quien busca obstinadamente recuperar el pasado perdido, tiene una visión estática y no evolutiva. De este modo, la Fe se vuelve una ideología como cualquier otra»

14. Francisco reiteró la misma idea en su Mensaje para la jornada de las comunicaciones sociales, presentado el 23 de enero de 2014, en el cual sostiene que «dialogar significa estar convencido que el otro tiene algo bueno para decirnos, hacerle un lugar a su punto de vista, a sus proposiciones. Dialogar no significa renunciar a sus propias ideas y tradiciones, pero sí a la pretensión de que sean únicas y absolutas». Se observará la contradictio in terminis flagrante de la última frase, y forzoso es comprobar que con tales principios se firma, ni más ni menos, la sentencia de muerte de la Fe, para naufragar en los abismos del subjetivismo y del relativismo modernistas más explícitos.
(Continuará)