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lunes, 8 de noviembre de 2021

EL CARDENAL PELL SIGUE VIVO

SPECOLA




Noticias sobre el cardenal Pell. Información recogida de Specola



Pell aparece de nuevo en los medios: “Siempre hubo resistencia en la Secretaría de Estado. Pero si el Auditor o nosotros de la Secretaría de Economía hubiéramos podido intervenir antes, hubiéramos ahorrado muchísimo dinero destinado al edificio de Londres y también a otros lugares ”. No se resiste al silencio a pesar de no contar con muchas simpatías en la curia. Esta tarde presenta en el Senado su libro ‘Diario del encarcelamiento’. Seguiremos la noticia y las posibles declaraciones.


Guerra en los medios entre las declaraciones de Pell y las de Becciu a cuenta de la «resistencia» dentro de la secretaría de Estado: «El Cardenal Becciu también dijo que el Auditor no tenía autoridad para entrar en la Secretaría de Estado. Esto era absolutamente falso. Estaba escrito que el Auditor tenía autoridad, nosotros también teníamos autoridad para controlar como Secretaría de Economía «. «Pero siempre hubo resistencia. Si el Auditor o nosotros hubiéramos podido entrar antes, habríamos ahorrado mucho, mucho dinero en Londres y en otros lugares». Becciu contesta a esto y alas insinuaciones de Pell sobre las conexiones del Vaticano con Australia y «lamenta las palabras atribuidas hoy al cardenal Pell de las imaginativas conexiones, aunque en forma de duda, entre sumas de la Secretaría de Estado del Vaticano y los acusadores del juicio al que fue sometido en Australia por un excéntrico énfasis en el pensamiento sobre la autonomía financiera de la Secretaría.


El cardenal Pell, en su libro Diario de una prisión, relata que: «También ha llegado una fotocopia misteriosa de una carta del Vaticano, sin firma. Fue muy alentadora “en este momento difícil, todo el tiempo, me mantuve cerca de ella con mis oraciones y mi apoyo espiritual”. El autor dice que lamenta mi condena, luego, para mi sorpresa, escribe: 
«Has ayudado a la Iglesia católica en Australia a salir de un liberalismo destructivo, guiándola nuevamente hacia la profundidad y la belleza de la fe católica … me temo que ahora tendrás que pagar también por tu catolicidad inquebrantable, pero así estarás muy cerca del Señor». 
 Concluyó con la promesa de «cercanía continua en la oración». El autor anónimo de esa carta que llegó a la prisión australiana fue revelado por primera vez por el propio Pell: «Esa carta era de Benedicto XVI».


Seguimos con artículos sobre las últimas intervenciones del cardenal Pell
«Las opiniones sobre mi inocencia o culpa estaban divididas; como en muchos sectores de la sociedad australiana, los medios, con algunas espléndidas excepciones, fueron violentamente hostiles». 
Llama la atención que en ese dramático período de encarcelamiento el tono, la mansedumbre que brilla en una narrativa en la que es víctima inocente de un juicio injusto y apresurado, desprovisto de referencias a hechos reales. y más viniendo de una persona de un carácter nada fácil. 
“El odio de los presos hacia quienes abusan de un niño es universal y es un ejemplo interesante de la ley natural que emerge entre las tinieblas”, “Todos tenemos la tentación de despreciar a quienes definimos como peores que nosotros. Incluso los asesinos comparten la indignación de quienes violan a los jóvenes. Por irónico que sea, esta indignación no es en absoluto negativa, ya que revela una fe en la existencia del bien y del mal, del derecho y del error, que a menudo emerge de manera sorprendente en la cárcel ”.
La soledad es difícil de aceptar y vivir sin el apoyo de una vida de profunda piedad: 
«Traté de rezar mi rosario habitual para volver a dormirme … Dios Padre nuestro, concédeme la fuerza para superar todo esto, que mi sufrimiento esté asociado a la redención de tu Hijo Jesús, por la venida del Reino, por la reparación de todos los que han sido víctimas de la plaga de la pedofilia, por la fe y por el bien de nuestra Iglesia… ”.

El caso Pell no ha terminado y los que en el Vaticano lo han querido dar por muerto y enterrado se equivocan. Pell ha aprendido y está utilizando las armas sutiles de sus enemigos, tan lejanas de sus instintos de pugilista con golpes directos. Mide sus palabras y dosifica sus apariciones, sigue con una gran actividad discreta que está aglutinado versos sueltos. Su olfato de estratega y la formas aprendidas a palos en el Vaticano se notan. 

Siempre hemos defendido la inocencia de Pell; parece que no hemos sido los únicos y que Benedicto XVI también lo tenía claro. Pell siempre ha sido cuestionado por el mundo eLeGeBeTe por sus posiciones muy críticas sobre la homosexualidad y por las batallas libradas contra el reconocimiento de las uniones homosexuales. En el corto mensaje de Benedicto XVI se repite tres veces en unas pocas líneas «Iglesia católica, fe católica, catolicidad».

Se dice que al Papa Emérito le encanta expresarse «en código»: “Me temo que ahora tendrá que pagar también por su catolicidad inquebrantable”. 
El término «católico» es el más prohibido por la Iglesia ‘francisquista’ y gusta mucho más el «cristiano» más neutral siguiendo las enseñanzas de Rahner con sus cristianos ateos y su «cristianismo anónimo», en el fondo un cristianismo sin Cristo. «No hay Dios católico» fueron palabras del Papa Francisco a su amigo ateo Eugenio Scalfari e incluso ha utilizado despectívamente el término católico: «ser católico no significa tener hijos como conejos», o «ser católico para muchos significa ser sectarios» y muchos más. 
En este contexto la catolicidad inquebrantable que Benedicto XVI coloca como medalla a Pell tiene un significado muy preciso: 
«Ayudaste a la Iglesia católica en Australia a salir de un liberalismo destructivo, guiándola hacia la profundidad y belleza de la fe católica …»
 ¿Está haciendo colapsar la Iglesia su catolicidad ?
SPECOLA

viernes, 5 de noviembre de 2021

«Como Dios no es comunista, a todos nos pide cosas distintas» entrevista al padre Javier Olivera Ravasi



Javier Olivera Ravasi (Argentina, 1977) es un sacerdote católico, apostólico y romano. Cuenta con sendos doctorados en Filosofía (Pontificia Universidad Lateranense de Roma) e Historia (UNCUYO), así como con el título de abogado (UBA). Aunque se ha desempeñado como un prolífico autor y docente académico, quizá sea más conocido por su faceta de director del portal Que no te la cuenten.

Desde ese espacio ha lanzado lo que denomina una «contrarrevolución cultural y espiritual». A saber, la batalla en contra de las imposiciones del mundo moderno que atentan contra el sentido común y la fe cristiana. Una batalla que debe darse más allá de cualquier perspectiva de éxito porque, según escribió su compatriota el padre Castellani, Dios no nos pide que venzamos, sino que no seamos vencidos.





Partiendo de que la posición cristiana conservadora es muy precaria para conseguir por sí misma avances destacables, ¿qué grupos considera que pueden aliarse en una contrarrevolución? ¿Qué líneas rojas deben ser marcadas en la búsqueda de crear un frente común?

Si me preguntan respecto de los límites que hay que establecer cuando uno comienza a hacer algún tipo de alianza con gente que no tiene el mismo pensamiento o los mismos principios que uno, recomendaría una obra clásica de la literatura católica llamada Revolución y Contra-Revolución. Es de un autor que no puede ser tildado de liberal ni mucho menos, que es Plinio Corrêa de Oliveira. En ese libro, un pequeño librito, él va trazando cuáles son esos límites que debe tener en cuenta aquel que intente hacer una verdadera contrarrevolución. Puntualmente hablar de «contrarrevolución» es ir en contra de lo que se define como revolución, que es querer dar vuelta a todo.

La revolución intenta dar vuelta a todos los valores, todos los modos de obrar, todas las creencias que nos vienen de nuestro mundo occidental y cristiano. Este escritor brasilero —muy pero muy importante— afirma que hay quienes son directamente contrarrevolucionarios y que comparten nuestra visión, y otras personas que no tienen esa visión idéntica que pudieran ser llamados «semicontrarrevolucionarios». Dicho de otra manera: no piensan exactamente igual que nosotros, pero están en la lucha contra algunos de nuestros enemigos.

Es válido aliarse siempre y cuando uno plantee de entrada cuáles son sus propios principios sin mimetizarse con estas personas con las que se está aliando y, a su vez, sin tergiversar ni prostituir la propia causa.

Las líneas rojas son bien claras: en primer lugar, los derechos de Dios. No se puede ir en contra de los derechos de Dios. En segundo lugar, contra los derechos del hombre. Pero no en el sentido que los derechos humanos modernos liberales e izquierdistas nos dicen; sino los derechos humanos o los derechos del hombre que se encuentran ya en las Sagradas Escrituras, en el Catecismo, que son los de la Iglesia. Concretamente, la inviolabilidad de la vida humana y el trabajo en pos del bien común; que implica el bien común espiritual en primera instancia y, evidentemente, el bien común temporal. Eso sería lo no-negociable. Creo que hoy se podría plantear sobre un tema muy de moda que es la imposición de la ideología de género, una ideología nefasta; o sobre la eutanasia. En fin, hay varios otros temas. Pero no hay principio que pueda ser negociado, no lo hay, y uno debe recalcar eso bien con cualquiera que intente aliarse.

A propósito de su mención a los derechos humanos, ¿cuál cree que ha sido su significado en la historia contemporánea? Desde coordenadas muy diferentes como el comunitarismo de Alasdair MacIntyre (Tras la virtud), el conservadurismo de Russell Kirk (Los sabios saben qué maldades están escritas en el cielo) o la Nueva Derecha de Alain de Benoist (Beyond Human Rights) se ha criticado la noción misma de «derechos humanos». Estos nos han sido presentados como un freno contra la barbarie, pero en muchos casos terminan siendo usados como su principal justificación (véase, por ejemplo, la narrativa mediática que alentó la desastrosa y contraproducente «intervención humanitaria» en Libia).

El problema de fondo de los hoy por hoy llamados derechos humanos es un problema terminológico y después conceptual. O sea, qué se entiende por derecho y qué se entiende por humano. Si por derecho simplemente se entiende aquello que el gobernante dice, independientemente de la legitimidad de esa orden o de la validez de ese mandato (hablando más bien desde el punto de vista técnico-jurídico). Puesto más simple, si es justo lo que el gobernante dice por solamente decir que el gobernante lo dice. «L’État, c’est moi» en palabras de Luis XlV. A partir de allí entramos en el mundo del positivismo jurídico, que comienza con el mundo liberal y que ha llevado a lo que estamos viviendo actualmente.

En el momento en que le preguntan a Kelsen si el derecho positivo planteado por el nacionalsocialismo, que es un gobierno que sube al poder de modo democrático, es justo o no va a decir claramente que sí. Afirmará que sí bajo su lógica jurídica positivista. Por eso es que la primera cosa que hay que preguntarse acá es qué se entiende por «derechos humanos», porque al parecer algunos creen tontamente que los derechos del hombre o los derechos humanos nacen con la Revolución Francesa. La verdad es que cuestiones como la jornada laboral de 8 horas por día estaban ya presentes, por medio de España, en las Leyes de Indias en el s. XVl.

La persona como tal —como individuo subsistente de una naturaleza racional, por ser hija de Dios— y la dignidad que posee —sea como varón o como mujer— es muy anterior a 1789, a la Revolución Francesa. Lo que ocurre es que se ha querido hacer una especie de mundo moderno, un mundo donde se comienza desde cero, donde todo lo anterior fue oscurantista y lo anterior significa lo católico, lo cristiano concretamente.

Bueno, por lo tanto, voy de vuelta al inicio: si derecho es lo que el legislador dice que debe ser derecho estamos en un problema, porque esto se presta para todo tipo de abuso. Encima del derecho antiguamente existía en primer lugar el orden natural y, en último término, el orden sobrenatural. Ahora ha sido eliminado el mundo sobrenatural porque todo es oscurantismo, todo lo que fue cristiano previamente al mundo positivista liberal moderno es malo. Liberado el mundo sobrenatural y a su vez liberado el mundo natural, el orden natural, quiero decir, ¿qué es lo que es derecho? ¿Lo que el gobernante dice que es derecho? El Leviatán de Hobbes es esto.

Primero qué es derecho y segundo qué es un humano. Esa es la pregunta: ¿qué es un ser humano? Y bueno, un ser humano es lo que, de vuelta, el gobernante o que quien detenta el poder dice que es humano. Con lo cual puede ser una persona no humana un orangután. Acá en el zoológico de Buenos Aires tenemos una persona no humana, la orangután Sandra; o, aunque parezca raro esto, tenemos «humanos no personas», como algunos califican a los embriones. Tal es el caso del fallo de la corte de México, que en vez de decir «personas no humanas», siempre dice «humanos no personas».

Los embriones son humanos no personas, ¿entonces qué es un derecho humano? Tenemos que empezar desde ahí, definiendo los términos, porque en la salud de la terminología estriba la salvación del discurso. Para el mundo moderno, derecho humano es lo que el gobernante que detenta el poder dice que es derecho y que es humano; para el mundo antiguo no, no ha sido así, al contrario, se ha basado siempre en el derecho natural y previamente en el derecho sobrenatural, en el derecho divino del cual hoy nadie habla. Estos no se contraponen entre sí.

Dijo Chesterton, según recuerdo en Ortodoxia, que una vez que se abandona el mundo sobrenatural, el mundo ya no vuelve al mundo natural. Entiéndase, el mundo puramente natural de Aristóteles, Cicerón; en fin, el mundo pagano (en el buen sentido). Según Chesterton, una vez que Dios irrumpe en la historia —Nuestro Señor Jesucristo— se pasa del mundo sobrenatural directamente al mundo antinatural, y ya no al mero orden natural que existía previamente a la llegada del Redentor, el Buen Jesús. Por eso es que el tiempo que estamos viviendo hoy donde se plantean los derechos del hombre y se olvidan los derechos de Dios, que al final son en los que se debería basar los derechos del hombre, terminamos en esto de que «El hombre es un lobo para el hombre» (homo homini lupus). De nuevo, dándole la razón a Hobbes.

Uno de los tópicos que suele tratar en su trabajo y que le atrae mayor polémica es el de la Leyenda Negra (la demonización de España y el desprecio por la herencia cultural y religiosa que nos ha legado), pero quería conocer su opinión más general sobre la ola de iconoclasia y endofobia que recorre Occidente. El vandalismo y los desórdenes que desatan, por ejemplo, agrupaciones como BLM o Antifa.

La propaganda antihispánica y anticatólica data del s. XVI y XVII, donde las potencias protestantes contrarias a España y a su imperio querían debilitarla socavando su imagen. Obviamente nos encontramos allí ante un aprovechamiento político. La pregunta está bien planteada respecto de ahora, ¿por qué ahora se sigue con ese caballito de batalla de destruir las estatuas, de hacer una relectura histórica, etc.? Según aquello de Orwell: «Quien controla el presente, controla el pasado; quien controla el pasado, controlará el futuro». Es una suerte de suicidio de Occidente, algo que ya han planteado varios autores. No solamente hay una decadencia, ojo, sino que hay un suicidio de Occidente concreto y colectivo.

Se quiere dejar de lado, y esto no se entiende a mi juicio, que hay una lucha de fondo teológica y no solamente política. Hay realmente una lucha del mal contra el bien. No puede verse meramente desde una perspectiva predicamental, horizontal. Es un planteamiento teológico, en el fuerte sentido de la palabra, como lo llamó Donoso Cortés y no puramente político. Se va contra lo que fue la civilización occidental y cristiana, y se tiene que romper con todo vestigio que dicha civilización produjo en su momento.

¿Cómo juzgaría la invención de los delitos de odio? El Estado declarándole la guerra a un enemigo tan difuso e indefinido como lo es un sentimiento humano.

En cuanto a la persecución con la excusa de la discriminación o la intolerancia, entiendo yo que el mundo moderno, a pesar de plantear que es laicista, ateo o que cada uno tiene su vida personal y la creencia que desea, no posee en él sociedad alguna que no tenga su esperanza puesta en algo o en alguien. Y el mundo moderno ha puesto su esperanza en aquello que mencionábamos antes: los aparentes derechos humanos o derechos del hombre, que son dictados por quien detente el poder en el momento. Esto ya venía de la época de Rousseau. En El contrato social se planteaba que aquellas personas que no se pudiesen amoldar a la nueva sociedad posmonárquica que Rousseau promocionaba —y que no llegaría a ver, pero de la que va a ser uno de los preparadores — deben ser tratados como unos “insociables”. Algo que sucedió después con la zona llamada de La Vendée o La Chouanerie, los contrarrevolucionarios que no se plegaron a la maldita Revolución Francesa.

«existen las «herejías progres» y, en consecuencia, una inquisición progre«
Esta sociedad moderna —laicista y anticristiana — tiene también sus creencias, sus dogmas y sus ritos; por lo tanto tiene que tener, de igual manera, entiéndase bien el término, su propia «inquisición progre». Así como se critica que en tiempos de Cristiandad donde la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados existía una regulación de las herejías como delito y como pecado, de igual forma en la actualidad existen las «herejías progres» y, en consecuencia, una inquisición progre que so capa de atención a la no-discriminación o la persecución de todo tipo de intolerancia o fundamentalismo termina imponiendo un dogma moderno donde en el centro está el hombre, que es un hombre caído.

Usted difunde ideas propias y las de los grandes pensadores cristianos de la historia, pero ¿qué formas de resistencia pueden adoptar las personas comunes frente al progresismo dominante? Hay muchos que, por frustración, desisten de la ambición de cambiar el mundo a través de la política tradicional ¿Está familiarizado con la opción benedictina que propone Rod Dreher? ¿Cuál es su opinión al respecto?

Respecto a qué hacer, mi formación es de tipo clásico. Entiéndase, de las Humanidades clásicas. Gracias a Dios he tenido muy buenos formadores en el ámbito de la filosofía, de las letras, de la historia. Incluso en mi época de laico conocí grandes autores que mi maestro, el doctor Octavio Sequeiros, nos hizo leer durante años. Tales como Aristóteles, Cicerón, Platón, los trágicos griegos; así como la filosofía romana, pasando a su vez por todos los autores contrarrevolucionarios franceses. Ese es el bagaje que uno trae de más joven.
«Como Dios no es comunista, a todos nos pide cosas distintas»
Ahora bien, ¿qué debe hacer el resto de la gente, como usted menciona? La opción benedictina la conozco, me parece interesante. Pero como Dios no es comunista, a todos nos pide cosas distintas. No todo el mundo está dispuesto, ni tiene vocación, para irse y recluir en una especie de comunidades iniciales familiares bajo la regla de San Benito o con un planteamiento de ese tipo. Hay quienes también deben, como cristianos, influir en el ámbito social y tienen vocación para ello. No se puede pedir que simplemente se recluyan en pequeños núcleos, por más buenos que sean, pero que no sigan la vocación que Dios ha suscitado en ellos.

Dios tiene en su secreto con cada alma, un secreto por medio del cual quiere que cada alma llegue al cielo. Es decir, que se haga santo, se santifique uno. A algunos les pedirá seguir la opción benedictina; a otros les pedirá que salgan al ruedo, se embarren y que intenten implantar un orden social cristiano, haciendo que Cristo reine —como San Pablo dice— hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies.

¿De qué forma ha influido la tecnología en su labor sacerdotal y de divulgación cultural? ¿Qué uso deberíamos darle los cristianos?

Yo utilizo la regla ignaciana del «tanto cuanto». San Ignacio de Loyola sostenía que el hombre tanto ha de usar de los medios en cuanto estos lo ayuden a alcanzar el fin para el que ha sido creado, y tanto debe apartarse de ellos cuanto se lo impiden. ¿Cuál es el fin para el cual el hombre ha sido creado? Amar, hacer reverencia, servir a Dios nuestro Señor y, de ese modo, salvar el alma. Por tanto, todos los medios lícitos que estén a nuestro alcance hay que utilizarlos.

En mi caso concreto, claramente la tecnología ha influido. Es un modo de meterse en los aerópagos modernos. San Pablo en Los Hechos de los Apóstoles fue a hablar y predicar en el Areópago de Atenas, esa plaza pública donde se juntaban las personas a discutir sobre filosofía o teología. Hoy gran parte de los areópagos modernos están en internet y en los medios de comunicación, es allí donde también se debe predicar. Y quien tiene la vocación, como es la mía, de tratar de ser un comunicador de la fe, debe aprovechar los espacios donde está la gente para sembrar la verdad. A fin de cuentas la verdad, sea cual fuere, es la que nos hace libres.

¿Cómo recibió las críticas del presidente Andrés Manuel López Obrador, un anticatólico y negrolegendario empedernido? ¿Son un signo de que está haciendo bien su trabajo?

Las recibí, inicialmente, con mucho asombro. No me imaginaba que un presidente o sus asesores tuvieran tiempo para ver un video de un sacerdote que se dedica, o se intenta dedicar, a la contrarrevolución cultural. Evidentemente me puso muy contento porque, sin proponérselo, me hicieron una gran propaganda. Pero, por otro lado, también pude entrever que lo que está intentando López Obrador es poner en práctica una nueva dialéctica laicista —que incorpora leyendas negras, masonería, etc.— para usar contra la Iglesia.

Buscaron una grabación de 2013 y, por cierto, la reprodujeron en forma incompleta. Lo que en ese material también se mencionaba, aparte de que a Benito Juárez se lo conoce como «El Indio Juárez» y de que incluso hay una biografía famosa titulada Un indio zapoteco llamado Benito Juárez (como también aparece en los libros de texto oficiales), es lo que yo dije después: que el presidente Juárez había llegado al cargo por su vinculación a una secta condenada por la Iglesia, que es la masonería. Secta en la cual han participado casi la totalidad de los lideres mexicanos hasta la fecha. Esto es lo que en realidad debe haber causado tanta molestia.

Claramente interpreto el episodio como un signo de que estamos en la buena senda. Porque, como dice aquella cita de Goethe que suele atribuírsele erróneamente a Cervantes: « (…) sus estridentes ladridos solo son señal de que cabalgamos».

jueves, 4 de noviembre de 2021

Monseñor Schneider advierte del creciente comunismo cultural en Occidente



(LifeSiteNews) — En una entrevista exclusiva concedida a LifeSiteNews, el obispo Schneider advirtió que el espíritu comunista se está extendiendo por los países que eran libres y cristianos.

Monseños Schneider se crio en la antigua Unión Soviética en el seno de una familia alemana cuyos antepasados se habían afincado en la región del Mar Negro en el siglo XIX. Numerosos alemanes se establecieron en la zona, y según el obispo se los conoció como los alemanes del Mar Negro. La mayoría se dedicaba a labores agrícolas. Llevaron consigo su fe y su cultura católicas y la mantuvieron en una zona ampliamente poblada por musulmanes y ortodoxos.

Después de la Segunda Guerra Mundial, sus padres fueron deportados por Stalin a campamentos donde realizaron trabajos forzados. Con el tiempo, sus padres recuperaron la libertad y pudieron instalarse en la república centroasiática de Kirguistán. Allí nació el obispo Schneider, al sur de Kazajistán, donde reside actualmente. Se crió asistiendo a iglesias católicas clandestinas, pues sus padres no abandonaron la fe de sus mayores, a pesar de que con el régimen comunista que gobernaba la zona era ilegal o estaba sujeto a graves restricciones.

Schneider explicó al reportero Jim Hale de Life Site News que aunque su lengua materna y familiar era el alemán, asistió de niño y adolescente a colegios soviéticos y aprendió así también el ruso. Al cabo de los años, su familia consiguió emigrar a Alemania.

Hale preguntó al prelado si en vista de las cada vez mayores restricciones gubernamentales a causa del covid veía algún paralelo entre lo que pasa hoy en nuestra parte del mundo y la vida en la Unión Soviética.

Schneider respondió que en su opinión había un paralelo aunque a primera vista no lo parezca.

«La URSS y otros países comunistas querían reducir toda (…) la existencia humana al materialismo, a los aspectos materiales de la existencia», explicó.

«Eso mismo pasa cada vez más desde hace décadas en el mundo occidental. Hay una cultura materialista… Se podría decir que es una nueva forma de ateísmo, que es el otro pilar del sistema comunista».

Para el obispo, una reducida élite política dirige la vida de los ciudadanos de Occidente, en gran medida por medios tecnológicos. Expresó inquietud por la falta de derechos de propiedad privada actualmente en EE.UU. y Europa, refiriéndose con ello a los derechos de la persona sobre su propio cuerpo.

Con respecto a la obligación de vacunarse, afirmó: «Estamos viendo cada vez más que con la crisis del covid se está llegando a perder la autodeterminación sobre el propio cuerpo. Se pierde el derecho de propiedad sobre el cuerpo cuando el Estado o la reducida élite dirigente dice que ya no somos dueños de nuestro cuerpo».

Añadió que la persistencia de normas y la exigencia de salvoconductos sanitarios ha creado una especie de cárcel mundial en la que se vigila a todo el mundo.

Dijo además que, al igual que en la URSS, se trata a los ciudadanos como a niños, como si no tuvieran intelecto ni razón. La élite le dice a todo el mundo lo que tiene que hacer empleando la misma terminología en todo el mundo.

Según él, la normativa covidiana ha convertido al mundo en una sociedad de esclavos, una servidumbre.

Además de estos comentarios de temática social, monseñor Schneider relacionó la crisis de los gobiernos del mundo con la de la Iglesia Católica, en cuya jerarquía –afirmó– se ha infiltrado el espíritu materialista. Según el prelado, la deriva materialista del Vaticano se nota en el hincapié en la Madre Tierra. Destacó que el propio papa Francisco actúa como si las realidades terrenas, que son realidades materiales, estuvieran por encima del pastoreo de las almas.

Jim Hale preguntó al obispo si la raíz de ello estaba en un ideal utópico coherente con el marxismo que inspira a los comunistas a construir una especie de paraíso terrenal.

«Es, en efecto, comunismo –respondió Schneider–, porque Marx y Lenin afirmaban que el comunismo era el paraíso en la Tierra. Y ese espíritu ha calado hondo en la vida de la Iglesia y desgraciadamente es en la actualidad parte de los objetivos de la Santa Sede».

Para combatir ese espíritu materialista, Schneider exhortó a los fieles a restablecer la primacía del alma, de pastorear las almas y aspirar a la vida eterna. Añadió: «Ése es el núcleo del Evangelio. Por esa razón vino Jesucristo a redimirnos de los pecados, librarnos de la condenación eterna y abrirnos las puertas del Cielo».

En la Unión Soviética no era raro que el clero se asociara con los políticos y el Estado para obtener ventajas políticas. Hale preguntó a Schneider si le parecía aceptable que sedicentes católicos como Joe Binden y Nancy Pelosi comulguen a pesar de oponerse al movimiento provida y promover el aborto.

Schneider respondió que por ningún concepto debe recibir la Sagrada Comunión una figura destacada que promueva el aborto en tanto que no se arrepienta y se retracte públicamente de haber defendido esas ideas.

«¡Jamás!», recalcó.

El prelado añadió que eso se aplica también a todo político que defienda conductas contrarias a las enseñanzas de la Iglesia Católica.

«Esos políticos que promueven abiertamente el aborto y la unión entre personas del mismo sexo contravienen la doctrina de la Iglesia», señaló.

«¿Cómo pueden afirmar que están en plena comunión con la Iglesia si no están en comunión con su doctrina?»

Calificó de sacrilegio y de ofensa a Dios que un político que rechaza las enseñanzas de la Iglesia reciba la Sagrada Eucaristía, y añadió que sienta un precedente peligroso porque a los ojos de la gente da a entender que la Iglesia aprueba un pecado grave.

Añadió que atenta contra la caridad que los sacerdotes y los obispos den de comulgar a políticos como Biden y Pelosi; «Es como darles a comer su propia condenación». Lo calificó de «acción de guerra contra el amor al prójimo».

Schneider concluyó la entrevista agradeciendo a Life Site News por «la meritoria y heroica labor que realiza en estos difíciles tiempos».

Traducido por Bruno de la Inmaculada

miércoles, 3 de noviembre de 2021

Las nuevas obsesiones



El Papa Francisco, al comienzo de su pontificado, allá por 2013, comentó en una entrevista que los católicos no debíamos estar hablando todo el rato del aborto, los homosexuales o los anticonceptivos.

Desde luego, la Iglesia no debe estar hablando siempre sobre esos temas, pero si en algo se ha caracterizado la Iglesia a lo largo de los siglos ―o al menos, eso debería buscar― es por ser una voz profética; es decir, señalar aquellos errores que su tiempo no ve, en los que cae sin un atisbo de escrúpulos.

Esas obsesiones que citaba el Santo Padre atentan o contra la vida, como es el caso del aborto, o contra la antropología del ser humano, como es el caso de las cuestiones sexuales, y están tan extendidas en el mundo y vistas como derechos y avances, que el deber de la Iglesia, a mi juicio, es intentar arrojar luz sobre estos errores.

Evidentemente, siendo cuestiones graves, los jerarcas eclesiásticos tampoco deberían estar continuamente hablando de estas cuestiones, algo que, por otra parte, nunca he visto. Más bien era la práctica habitual de los medios de comunicación, en los que solo aparecía algún obispo o cardenal en los medios generalistas cuando expresaba la doctrina de la Iglesia sobre estas cuestiones, algo que provocaba escándalo en las masas post-modernas.

Lo que si veo, queridos lectores, son las obsesiones de los últimos años. Si un futuro Papa fuera entrevistado dentro de unos años, bien podría decir que los católicos no deberíamos estar hablando todo el rato del cambio climático, las vacunas o la multilateralidad.

Hoy, 3 de noviembre, he entrado en la página web del medio vaticano Vatican News y he visto las siguientes noticias:

“COP26. Detener deforestación para el 2030”

“COP26: Movimiento Laudato si’ pide compromisos más ambiciosos a gobiernos”

“Brasil: Misioneros combonianos invierten en agroecología”

“Papa a la COP26: Deuda ecológica y deuda externa obstaculizan el desarrollo de los pueblos”

“Las experiencias de la Laudato si’ recogidas en un e-book”

“El Papa: del grito de la tierra y de los pobres un llamamiento a cambiar el modelo de desarrollo”

“La tierra que sufre es el grito de los pobres y será el grito de todos”

“Algodón orgánico, una oportunidad para 300 niñas de la India”

“Caritas Internacional: adoptar políticas climáticas a favor de los pobres”

Creo que no hace falta que añada nada más. Bueno, sí. A diferencia de las anteriores obsesiones, que el mundo ha olvidado y, es más, transgrede con fiero entusiasmo, las nuevas, como es el cambio climático, coinciden milimétricamente, salvo alguna vaga referencia a la Creación, con las de los poderosos y activistas que se reúnen estos días en Glasgow.

Fernando Beltrán

¿Cómo van a creer los fieles en el purgatorio? (Bruno Moreno)



¿Cómo van a creer los fieles en el purgatorio, si los pastores no creen en él? El Papa, hoy, al visitar el cementerio militar francés de Roma, ante la tumba de soldados muertos en combate, ha afirmado:
“Estoy seguro de que todos ellos están con el Señor. Pero nosotros, ¿estamos en camino? ¿Luchamos lo suficiente para que no haya guerras?”
Si el mismo Papa, ¡en el día de Todos los Difuntos!, afirma de un gran grupo de difuntos a los que no conoce de nada, que está “seguro” de que están ya en el cielo, ¿cómo van a creer los fieles en el purgatorio? ¿O en el infierno? Y no es un problema del Papa en particular. No hace mucho, hablamos de un obispo que daba a entender lo mismo. En toda mi vida, puedo contar con los dedos de una mano las veces en que he oído mencionar el purgatorio en una homilía. Y me sobran dedos. En cambio, en multitud de ocasiones he oído a sacerdotes dar por supuesto que los difuntos están todos en el cielo.

Algo similar, mutatis mutandis, podríamos decir de otras muchas partes de la fe y la moral de la Iglesia que no están de moda, desde la indisolubilidad del matrimonio a la existencia de los ángeles, desde la inmoralidad de los anticonceptivos al descenso a los infiernos, la resurrección de la carne, el juicio particular o incluso la misma existencia de Dios. O bien se niegan directamente o bien, y esto es casi peor, se da por supuesto que ya nadie cree en ellas, que son cosas de otra época o que se pueden conservar en el plano teórico pero en la práctica hay que vivir prescindiendo de ellas.

La crisis de la Iglesia tiene muchas causas, pero la incredulidad de los clérigos es fundamental y, de hecho, fue el desencadenante de la crisis en la época posconciliar. ¿Cómo pueden creer los fieles, viendo que tienen a su alrededor sacerdotes, obispos y religiosos que claramente no creen, porque así lo muestran en todo lo que hacen y dicen? Muchos fieles han sacado la conclusión humanamente más lógica y han ido dejando de creer. A fin de cuentas, si los “expertos” no creen, por algo será, no hay que ser más papistas que el papa y todo eso.

En cambio, los que conservan la fe lo hacen de forma extraordinaria, agarrándose contra viento y marea a lo que les enseñaron de niños, refugiándose en grupos físicos o virtuales empeñados en mantener la fe católica, o buscando entre la multitud, como Diógenes, a algún sacerdote u obispo que crean de verdad y les confirmen en la fe, prescindiendo de lo que piensen otros clérigos incrédulos. Digo que es de forma extraordinaria porque esta situación no se puede mantener mucho tiempo. Los fieles tenemos derecho a poder fiarnos de la Iglesia, sin tener que estar distinguiendo si lo que dice este cura o aquel obispo es conforme a la fe católica o no. ¿Qué padre de entre vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra?

Antes o después, Dios tomará cartas en el asunto y nos dará la medicina que necesitamos. Y, como suele suceder con las medicinas, no será agradable. Quizá sea una guerra o una persecución grande, que históricamente han clarificado mucho las cosas (porque nadie va voluntariamente a la muerte por cosas en las que en realidad no cree). O quizá todavía pueda sanarse el árbol sin una poda tan fuerte y surja una generación de santos que renueve la Iglesia. Dios sabrá. Mientras tanto, recemos por el Papa, los obispos y sacerdotes, recemos por nuestra propia conversión y, hoy más que nunca, recemos por los fieles difuntos.

Dales, Señor, el descanso eterno y brille para ellos la luz perpetua.

Bruno Moreno

martes, 2 de noviembre de 2021

La existencia de Dios es demostrable científicamente. Un artículo de Miguel Toledano



La segunda cuestión de la Suma de Teología versa sobre la existencia de Dios, uno de los pasajes más conocidos de la obra del Doctor Angélico y demostración palmaria de la necia posición de los ateos, como proclama el salmista.

Hay muchos aspectos de la religión a los que difícilmente puede llegarse por las solas luces de la razón y para los que es generalmente precisa la fe. No así para saber que Dios existe. Que es precisamente lo que niegan los ateos.

Eso del ateísmo es un fenómeno típicamente moderno. Nunca el hombre había caído, en proporciones significativas, en el exceso de negar la existencia de la divinidad, hasta que llegaron Darwin, Marx y Nietzsche.

La claridad de la cuestión se refleja también en el parco número de artículos que el aquinate dedica a su tratamiento, uno de los más breves de toda la Suma. En número de tres despacha el gran teólogo la cuestión. Es como si quisiera decirnos que no merece la pena discutir mucho más sobre este asunto. Y, sin embargo, algunos se afanan en darle vueltas y más vueltas.

Un aspecto conviene, no obstante, conceder a los escépticos. La existencia de Dios no es evidente. Así comienza afirmándolo santo Tomas. A Descartes, por otros senderos considerablemente más pantanosos, le costó muchísimo llegar a acreditarla, produciendo un desaguisado fenomenal a las generaciones venideras.

En puridad, el fraile de Aquino se aparta significativamente de san Juan Damasceno, quien afirmó que el conocimiento de que Dios existe está impreso en todos por naturaleza. Luego, de acuerdo con el imponente doctor sirio, sería antinatural desconocer a Dios. A tanto no llega nuestro dominico.

Ni siquiera cabe deducirse de forma evidente que Dios exista por haber proclamado Nuestro Señor que Él es la Verdad. Puesto que la existencia de la verdad es evidente, pero no la Verdad absoluta, la verdad con mayúsculas. Por cierto, que desde Lutero y Descartes empieza a dudarse incluso de la misma verdad con minúsculas, que como explica incontestablemente santo Tomas sí es evidente.

Entonces, ¿cómo cabe demostrarse esto que no es evidente? Por sus efectos, contesta nuestro autor, toda vez que ellos son más evidentes para nosotros, constituyen lo primero que conocemos. Los efectos podrán ser finitos, siendo Dios infinito. Ello no nos proporcionará, por consiguiente, un conocimiento exacto de Dios; pero sí un conocimiento suficiente de que existe.

Y aquí es donde aparecen las cinco famosas vías, o tipos de efectos, que permiten al más inmenso de los teólogos de la Iglesia demostrar científicamente la existencia de Dios. Porque recordemos que la teología no sólo es ciencia, sino también la mayor de entre las ciencias.

El primero de los efectos, el movimiento, es el más claro de todos; pero, cuidado, se trata del termino filosófico de “movimiento”, que expresa un concepto más amplio que el traslado puramente físico de un lugar a otro. Aquí, la idea que se presenta es el paso de la potencia al acto, tomada de Aristóteles. Pero es necesaria la existencia de un primer motor no movido previamente por ningún otro, es decir, Dios. Esto es igualmente necesario en teorías físicas como la del “Big Bang”, que tienen dificultades para explicar lo que se produjo en los primeros instantes del universo a través de la sola expansión de motores intermedios.

La segunda prueba es la de la causa eficiente, nuevo término filosófico tomado de Aristóteles. Junto a la causa material, la causa formal y la causa final, todo fenómeno se explica por estas cuatro causas. La causa eficiente es aquella externa y previa al fenómeno que lo produce. Nada puede ser causa de sí mismo, por lo que es necesaria una primera causa, que es Dios.

El tercer efecto que permite racionalmente conocer la existencia de Dios es la idea de necesidad. Todos los seres, excepto uno, pueden no existir; no existieron en un cierto momento, existen en otro y en un tercero dejarán de existir. Pero es necesario que un ser, absolutamente necesario, crease a los restantes seres cuando nada había.

En cuarto lugar, santo Tomás se fija en los grados de perfección. Al contemplar el mundo sensible, cabe realizar una escala de graduación, que permite a su vez ser conceptualizada como grados de perfección del ser, ascendiendo al ser máximamente perfecto, Dios.

Finalmente, observamos la idea de orden. Todas las cosas se dirigen a un fin. El azar, error tan comúnmente extendido en la física contemporánea, queda excluido. Algunas no son capaces de conocer dicho fin, otras sí. En todo caso, unas y otras son dirigidas a su fin respectivo por una misma causa, Dios.

Para redondear la cuestión, dos objeciones plantea el doctor latino, a cuál más interesante. La primera está muy generalizada entre el vulgo, a saber, la existencia del mal y el aparente misterio que comporta. ¿Cómo puede existir un Dios que permite el mal, que tolera la enfermedad de los justos o la muerte de los inocentes? Este tipo de consideraciones, o de experiencias en el caso de que desgraciadamente se produzcan a nosotros o a nuestros allegados, puede ser causa de la pérdida de la fe o de la hundimiento en el ateísmo.

Nuestro autor nos explica por qué no hemos de caer en una tal simplificación. Y lo hace acudiendo a su gran antecesor en la teología católica, san Agustín. El obispo de Hipona sentenció: Dios, en su infinita bondad y omnipotencia, puede sacar bien del mal. Y en nuestro idioma español, tan cercano a Dios por la fe imperecedera de nuestra patria, lo hemos recogido en un refrán: “No hay mal que por bien no venga”. Todo mal sucede porque Dios lo permite; y lo permite porque de él saca algún bien, a veces misterioso de descubrir o incluso atisbar. Con menor capacidad de síntesis que san Agustín y santo Tomas ha quedado evocado este problema en otro artículo de Marchando Religión.

La segunda objeción a la existencia de Dios es igualmente de gran actualidad y engloba, en realidad, dos errores diferentes, aunque semejantes.

Por una parte, muchos piensan que todo se explica por la naturaleza. La madre naturaleza, la llaman algunos, incluso católicos, a pesar de que ninguno tenemos una quinta madre, junto a nuestra madre biológica, nuestra Madre en el Cielo, que es la Santísima Virgen, nuestra primera madre Eva y la Santa Madre Iglesia, madre mística que lo es de todos los bautizados.

También afirman otros indocumentados que la naturaleza nunca se equivoca. El único ser que no comete error alguno es Dios. Por lo tanto, eso de que la naturaleza nunca se equivoca, además de una afirmación evidentemente errónea, se acerca a la blasfemia y es un gran desprecio de nuestro Creador.

El naturalismo se extendió de modo terrible desde el siglo XIX. No obstante, santo Tomás se adelantó más de seiscientos años a ese disparate de considerar a la naturaleza en la cima del ser. Lo hizo a través de una sola frase, con una economía de medios que todavía nos deja pasmados: La naturaleza obra por un determinado fin, sin duda conviene en eso con los modernos; pero, atención, interesa no olvidar que ese fin le es dado por un ser que la dirige, que es precisamente Dios.

Por otra parte, el segundo error advertido por santo Tomas, siglos antes de que por decadencia se generalizase entre nosotros, consiste en pensar que la razón y la voluntad humana explican todo lo intencionado que existe en el mundo. También es naturalismo, pues vuelve a negar el orden sobrenatural. Todo se explica por la actuación del hombre. Aunque esta pretensión, típica del cientifismo del siglo XIX -recordemos a un Pío Baroja, que a comienzos del siglo siguiente arrastraba el dislate procedente de fuera de nuestras fronteras importándolo en la católica España-, está menos de moda que el panteísmo de la naturaleza al estilo de Greta Thunberg, las Naciones Unidas y la Agenda 2030 de Pedro Sánchez y el Partido Popular, también sigue dando coletazos.

El hombre, su razón y su voluntad, han sido endiosados de tal forma que no es preciso acudir a Dios, hasta el punto de negar su existencia. Incluso algunos católicos hablan de “humanismo” (a veces, adjetivándolo) y de poner a la persona humana en el centro de la reflexión.

Santo Tomas recuerda que la razón y voluntad humanas son mudables y perfectibles. Solo Dios es puro acto, por consiguiente inmutable, y absolutamente perfecto. Y aquellas mutabilidad y perfectibilidad, o sea, defectuosas en el ser, sin embargo operan como confirmaciones de la existencia de Dios; porque ya se ha demostrado que son necesarias la existencia de un primer motor y la de un ser absolutamente necesario, por tanto no mutable ni, mucho menos, contingente.

En 1979, apenas iniciado el largo pontificado de Juan Pablo II, se publicó en español la más difundida de las obras del recientemente fallecido teólogo suizo Hans Küng: “¿Existe Dios?”, así, con interrogaciones. Se trata de un volumen de casi novecientas páginas para poner en duda lo que santo Tomás demuestra en tres. A estas alturas, el sesudo profesor de Tubinga ya habrá comprobado quien tenía razón.

Miguel Toledano Lanza

Domingo vigésimo segundo después de Pentecostés, 2021.

Pueden leer todos los artículos de esta serie:


Les recomendamos el blog de Miguel: ToledanoLanza

Los daños colaterales del Papa Francisco y Biden



Sigue con intensidad la polémica por la confesión de Biden de que el Papa Francisco lo considera un buen católico y que le ha animado a seguir comulgado.

De sus aficiones aborteras no se habló nada de nada. El Vaticano no dice nada de conversaciones privadas, faltaría más, y encogen los hombros con una expresión de ‘vete a saber’.

Estamos ante dos personajes que no tienen el don de explicarse bien ni capacidad entender bien. La edad hace estragos y cada día que pasa es más evidente. Sobre el argumento, el Papa Francisco no tiene una posición clara. A una pregunta que se le planteó en el vuelo de regreso de Budapest y Eslovaquia, respondió que la cuestión de la comunión para los políticos pro-aborto no debe resolverse políticamente, sino pastoralmente. Por tanto, ni sí ni no

Ya sabemos, discernir, evaluar según las circunstancias y así hasta el infinito. Una cosa queda clara: Biden ha demostrado que no respeta al Papa, no respeta la jerarquía católica y sus enseñanzas, y ni siquiera respeta su fe, haciendo de esta fe una cuestión política.

Specola

¿Francisco legislador supremo? No, sepulturero del Derecho



El 10 de octubre Francisco puso en marcha un gigantesco sínodo sobre la sinodalidad, como para dar por primera vez la palabra a todo el pueblo de Dios. Sin embargo, inmediatamente hizo saber -por boca del secretario general del sínodo, el cardenal Mario Grech- que una vez redactado el documento final no se ha dicho que se deba votarlo. Al recuento de votos sólo se recurrirá en casos extremos, “como instancia última e indeseada”. En todo caso, para luego entregar el documento al Papa, que hará lo que quiera con él.

Que esta praxis del partido leninista sea la sinodalidad anhelada por Jorge Mario Bergoglio no es una sorpresa, dado el absolutismo monárquico desenfrenado con el que gobierna la Iglesia, sin comparación con los Papas que le precedieron.

Hasta ahora hay al menos dos pruebas contundentes de este absolutismo. La primera es conocida, la segunda menos.

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La prueba conocida está dada por el modo en que Francisco pilotó los tres sínodos anteriores y, en particular, el de la familia, según reveló cándidamente el secretario especial de esa asamblea, el arzobispo Bruno Forte, al final de esa asamblea.

Era el 2 de mayo de 2016 y Forte, hablando en el teatro de la ciudad de Vasto, informó la respuesta que Francisco le había dado en la víspera del sínodo, a su pregunta sobre cómo había que proceder sobre el tema candente de la Comunión a las parejas ilegítimas:

“Si hablamos explícitamente de comunión a los divorciados vueltos a casar, ¡no sabes la que nos montarían éstos [es decir, los cardenales y obispos contrarios - ndr]! Así que no hablemos de manera directa, tu procura que figuren las premisas, luego ya sacaré yo las conclusiones”.

Después de lo cual Forte comentó, entre las sonrisas del auditorio: “Típico de un jesuita”.

Lo pagó caro. Ese docto arzobispo, que hasta entonces había estado entre los predilectos del papa Francisco e iba camino de una fulgurante coronación de su carrera, a partir de ese día cayó en desgracia. El Papa le puso una cruz. No lo volvió a llamar a su lado, no le confió ningún puesto de confianza, ni como consejero ni como ejecutor, lo eliminó como su teólogo de confianza, tuvo cuidado de no nombrarlo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ni presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, y mucho menos, él que es napolitano de nacimiento, obispo de Nápoles y cardenal.

Y esto sólo por haber dicho la pura verdad, como se reconstruyó con mayores detalles en esta publicación de Settimo Cielo:


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La otra prueba, la menos conocida pero no menos grave, del absolutismo monárquico con el que Francisco gobierna el mundo católico, viene dada por la anormal cantidad de leyes, decretos, ordenanzas, instrucciones, rescriptos emitidos por él sobre los temas más dispares. Anormal no sólo por el número de medidas -que en pocos años han llegado a muchas decenas- sino más aún por la forma en que está reduciendo a escombros la arquitectura jurídica de la Iglesia.

Una revisión razonada de la babel jurídica creada por el papa Francisco se encuentra en un reciente volumen muy documentado, con un impresionante aparato de notas, de Geraldina Boni, profesora de Derecho Canónico y Eclesiástico en la Universidad de Bolonia, un volumen (disponible gratuitamente en la web) que ya en su título expresa un juicio severo: “La reciente actividad normativa de la Iglesia: ¿'finis terrae' para el 'ius canonicum'?”.

La profesora Boni, ya conocida por los lectores de Settimo Cielo, no pertenece al bando contrario, ni mucho menos. Fue nombrada en 2011 por Benedicto XVI como consultora del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos y “elaboró este volumen paso a paso a través de una continua consulta con el profesor Giuseppe Dalla Torre”, distinguido jurista y fiel a la Iglesia, su maestro y predecesor en la Universidad de Bolonia, así como presidente desde 1997 hasta 2019 del tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano, y que falleciera prematuramente el 3 de diciembre de 2020 por complicaciones del Covid.

Al hojear las páginas de este libro, la imagen que surge es de devastación.

El primer golpe está dado por la marginación casi total del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos de las tareas que le competen, en primer lugar, la de “asistir al Sumo Pontífice como supremo legislador”.

Con el Papa Francisco, el Pontificio Consejo, que según sus estatutos tiene la tarea de elaborar y controlar toda la nueva legislación vaticana y está formado por clérigos de probada competencia canónica, no cuenta prácticamente para nada y se entera de cada nueva normativa como cualquier otro mortal, a posteriori.

Los textos de cada nueva norma son redactados por comisiones efímeras creadas cada vez ad hoc por el Papa, de las que casi nunca se conocen los miembros, y a veces, cuando se filtra algún nombre, resulta que es mediocre o que no tiene ninguna formación jurídica.

El resultado es que cada nueva norma, mayor o menor, provoca casi siempre una confusión en su interpretación y aplicación, que con frecuencia da origen a una posterior y desordenada secuencia de modificaciones y correcciones, que a su vez generan más confusión.

Uno de los casos más emblemáticos es el de la carta apostólica en forma de motu proprio “Mitis iudex dominus Iesus”, con el que Francisco quiso facilitar los procesos de nulidad de los matrimonios.

Una primera rareza es la fecha del motu proprio, publicado por sorpresa el 15 de agosto de 2015, en el intervalo entre la primera y la segunda sesión del Sínodo sobre la Familia, como para iniciar deliberadamente una práctica casi generalizada de declaraciones de nulidad, independientemente de lo que el sínodo habría podido decir al respecto.

Un segundo elemento negativo es el elevado número de errores materiales en las versiones del motu proprio en lenguas vernáculas, a falta del texto básico en latín “disponible incluso seis meses después de la entrada en vigor de la ley”.

Pero el desastre fue sobre todo de fondo. “Junto al pánico inicial de los operadores de los tribunales eclesiásticos”, escribe el profesor Boni, “se ha extendido una confusión verdaderamente vergonzosa. Actos normativos con ‘adendas’ y ‘correcciones’ de equívoco valor jurídico, procedentes de diversos dicasterios romanos -incluso circulando clandestinamente- y algunos también rastreables hasta el propio Sumo Pontífice, así como otros producidas por organismos atípicos creados para la ocasión, se han entremezclado con el resultado de agudizar posteriormente la situación ya de por sí caótica. [...] Una mezcolanza en la que incluso los tribunales apostólicos se han 'reciclado' como autores de normas a veces cuestionables, y los organismos con sede en Roma a unas decenas de metros han impartido instrucciones discordantes entre sí”.

El resultado ha sido un bosque de interpretaciones y sentencias discordantes, “en perjuicio de los desafortunados 'cristifideles', que al menos tienen derecho a un juicio justo igual”. Con el desastroso efecto de que “lo que se sacrifica es la consecución de una auténtica certeza por parte del juez sobre la verdad del matrimonio, socavando así esa doctrina de la indisolubilidad del vínculo sagrado, de la que la Iglesia, encabezada por el sucesor de Pedro, es depositaria”.

Otro bulto desordenado de normas tuvo que ver con la lucha contra los abusos sexuales, que, al ceder a una “presión mediática verdaderamente obsesiva” acabó sacrificando “derechos inalienables como el respeto a las piedras angulares de la legalidad penal, la irretroactividad del derecho penal, la presunción de inocencia y el derecho de defensa, así como el derecho a un juicio justo”. La profesora Boni cita en su apoyo a otro canonista importante, monseñor Giuseppe Sciacca, secretario del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, el Tribunal Supremo del Vaticano, quién también denunció que se cediera en este asunto a “una justicia sumaria”, cuando no a “tribunales especiales de hecho, con todas las consecuencias, los ecos siniestros y los tristes recuerdos que ello conlleva”.

Se trata de un desorden normativo que amenaza también con socavar los pilares de la fe católica, por ejemplo, cuando obliga a denunciar ante las autoridades del Estado determinados delitos contra el sexto mandamiento. Mal formulada y mal interpretada, esta obligación parece difícilmente conciliable “con las obligaciones de secreto a las que están sujetos los clérigos, algunas de las cuales -y no sólo las que se remontan al secreto sacramental- son absolutamente inquebrantables”. Y esto “en un momento histórico particular, en el que la confidencialidad de las confidencias a los sacerdotes está ferozmente asediada en varios sistemas seculares, en violación de la libertad religiosa”. Los casos de Australia, Chile, Bélgica, Alemania y, más recientemente, Francia son prueba de ello.

El libro examina y critica a fondo otros numerosos actos normativos producidos por el actual pontificado, desde la reforma en curso de la Curia Romana hasta las nuevas reglas impuestas a los monasterios femeninos o a las traducciones de los libros litúrgicos. En particular, denuncia el recurso muy frecuente de uno u otro dicasterio de la curia vaticana a la “aprobación en forma específica” del Papa de cada nueva norma emitida por el mismo dicasterio. Esta cláusula, que excluye cualquier posibilidad de recurso, se ha utilizado en el pasado “muy raramente, y para casos marcados por la máxima gravedad y urgencia”. Mientras que ahora goza de un uso generalizado, “induciendo una apariencia de arbitrariedad infundada y poniendo en peligro los derechos fundamentales de los fieles”.

*

En definitiva, el libro merece que sea leído y meditado, como ha hecho recientemente en cuatro páginas densas, publicadas en “Il Regno” Paolo Cavana, profesor de derecho canónico y eclesiástico en la Universidad Libre de Maria Santissima Assunta de Roma y también discípulo de Giuseppe Dalla Torre, quien fue rector de esta universidad.

Hay que tener en cuenta que 'Il Regno' es la más noble de las revistas católicas progresistas que se publican en Italia, y no es sospechosa de ninguna aversión al papa Francisco.

Sin embargo, esto es lo que escribe Cavana al final de su reseña del volumen de la profesora Boni:

“Hay que preguntarse cuáles son las razones profundas de tal derivación, que parece totalmente inusual en la Iglesia católica, que siempre ha conocido tendencias antijurídicas en su seno, pero no a nivel del legislador supremo”, es decir, del Papa. “En la producción legislativa de este pontificado, el Derecho tiende a ser percibido prevalentemente como un factor organizativo y disciplinario, es decir, como una sanción, y siempre en una función instrumental con respecto a determinadas opciones de gobierno, no también como un instrumento fundamental de garantía de los derechos (y de la observancia de los deberes) de los fieles”.

El absolutismo monárquico que marca el pontificado de Francisco no podría estar mejor definido, a pesar del aluvión de palabras sobre la sinodalidad.

Sandro Magister

lunes, 1 de noviembre de 2021

Amenazan de muerte, otra vez, a la vocal de Vox que fue agredida de una pedrada


Continúa la campaña mafiosa contra Estefanía Martín Vega, vocal de Vox en el distrito de Cerro-Amate, en la ciudad de Sevilla.




Una agresión silenciada por muchos medios y no condenada por los demás partidos

Como ya pudisteis leer en Contando Estrelas, el pasado martes Estefanía fue brutalmente agredida de una pedrada en la cara, teniendo que ser hospitalizada. Antes de esta agresión ya había recibido amenazas de muerte. El ataque fue silenciado por la mayoría de los medios. El Ayuntamiento de Sevilla y los demás partidos no lo han condenado. Anteayer, el presidente de Vox Sevilla, Javier Cortés, denunció que tras haber llamado al alcalde, Juan Espadas (PSOE) y a otros organismos, la vocal agredida “sigue sin seguridad”.

La vocal agredida recibe nuevas amenazas de muerte en su domicilio

Mientras el Ayuntamiento, el resto de partidos y la mayoría de los medios miran hacia otro lado, anoche Estafía volvió a ser amenazada de muerte. Vox ha comunicado los hechos este mediodía, mostrando las imágenes de varios trozos de papel que fueron arrojados anoche a la vivienda de la vocal de Vox, con esvásticas impresas y el texto “puta de Vox fuera o muerta”.


“Hemos exigido al Ministerio del Interior protección”, ha anunciado Vox, que hace responsable al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, si a la vocal amenazada le ocurriese algo.

Vox Sevilla convoca una rueda de prensa ante el Ayuntamiento para este martes

Tras estas últimas amenazas de muerte, Vox Sevilla ha convocado una rueda de prensa para este martes 2 de noviembre a las 11:00 de la mañana a la puerta del Ayuntamiento de Sevilla, donde cargos y representantes municipales de Vox explicará a los medios “todo lo que está sucediendo con las amenazas y agresiones que está sufriendo nuestra vocal”. 

Este mediodía, Javier Cortés ha acusado a Juan Espadas y a su teniente de alcalde, Juan Carlos Cabrera, de no querer proteger a la vocal agredida y amenaza “porque es de Vox”. Así mismo, el concejal de Vox Gonzalo García de Polavieja ha criticado que el alcalde “no para de inaugurar actos de “Memoria Histórica” por toda Sevilla, mientras no es capaz de condenar agresiones y amenazas a una mujer de Vox ayer mismo”.

Desde aquí envío a Estefanía mi apoyo ante la campaña mafiosa que está sufriendo, y mi condena hacia esos ataques.

Elentir

Opus Dei. Agenda 2030 (post eliminado)



Seguramente, fruto de una prudente reflexión de cara a Dios y a la salvación de las almas, los encargados de la página https://opusdei.org han quitado el artículo que festejaba la «Agenda 2030» (el artículo se encontraba aquí: https://opusdei.org/es/article/agenda-2030-ods-laudato-si-aniversario/).

Nobleza obliga, también nosotros hemos decidido eliminar el nuestro (que se encontraba aquí: https://www.quenotelacuenten.org/2021/10/31/opus-dei-modelo-2030/), guardando debida copia de lo que allí estaba, por cualquier consulta

Dejamos, por si sirve, una hermosa imagen que nos llegó hoy y que, aunque hecha para España, bien podría servir de inspiración para varios de nuestros países hispanohablantes para,

Que no te la cuenten…

P. Javier

Encuentro de papa Francisco con el presidente de los EEUU, Joe Biden


(Del artículo de Specola recojo sólo aquello que se refiere a Francisco y Biden)


El encuentro entre el Papa Francisco y Biden está dando mucho que hablar. Nos dicen que hablaron de refugiados, clima, la pandemia, y hasta de béisbol. Los internautas están disfrutando con lo del béisbol y las imágenes en la que un muy justo Biden le dice al pontífice que era «el famoso jugador de béisbol afroamericano en EEUU». La pinta del Papa Francisco parece muy alejada de un afroamericano y mucho más de un deportista. El Papa Francisco se pierde al escuchar la traducción ¿Se le fue la cabeza a Joe Biden y confundió al Papa con un jugador de béisbol o el vídeo está sacado de contexto? Lo cierto es que hay interpretaciones de todo tipo.

No tenemos muchos obispos que al menos se han planteado la duda sobre la presunta bendición del Papa Francisco a las comuniones del abortero católico Biden. 
Viganò cree «desconcertante que, hasta la fecha, no haya llegado ningún comentario aclaratorio de la Oficina de Prensa del Vaticano. Esto sugiere que las palabras de Joe Biden son ciertas y que Bergoglio realmente las pronunció». «Es evidente que estas declaraciones representan un escándalo sin precedentes, ya que no condenan las posiciones de un político, figura a favor del aborto, desconoce la posición inmutable del Magisterio de la Iglesia y suena como una clara invitación a cometer un sacrilegio, profanando la Santísima Eucaristía al recibirla en estado de pecado público y manifiesto».
Otro obispo que ha dicho algo sensato, y que los medios italianos recogen, es 
Monseñor José Ignacio Munilla Aguirre , obispo de San Sebastián, en el País Vasco en España y presidente de la Comisión de Comunicación Social del Consejo de Conferencias Episcopales Europeas: “Estas increíbles declaraciones revelan el carácter moral de quienes son capaces de comprometer y manipular al Papa con la intención lavar su conciencia manchada por la sangre de tantas vidas inocentes injustamente eliminadas … Biden le asegura que el Papa le dijo que era un «buen católico» y que tenía que seguir «recibiendo la comunión» ». Lo suponemos preparado para las represalias, decir estas cosas hoy no está bien visto, de hecho es de los pocos que las dicen.
En Estados Unidos no tenemos mucha cosa, por ahora, sobre el desconcierto creado y que les afecta más directamente. 
José Gómez, presidente de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos, destacó el desacuerdo entre el presidente y el episcopado sobre el tema del aborto. Los obispos de los Estados Unidos se reunirán para votar un documento que aborde la enseñanza sobre la recepción de la Eucaristía de manera digna. 
Thomas Tobin, obispo de Providence, este 27 de octubre: «Querido Papa Francisco, usted ha afirmado valientemente que el aborto es un» asesinato «. Diríjase al presidente Biden sobre este tema crítico. El apoyo persistente de Biden al aborto es una vergüenza para la Iglesia y un escándalo para el mundo».

El rector de la iglesia de San Patrizio en Roma, el padre Steven Petroff dio Comunión de Biden y dice estar muy seguro de lo que ha hecho:
“El Papa dice que la comunión es una medicina para quien la necesita, para todos, para cada uno de nosotros. Así que no tuve ninguna dificultad en seguir la dirección y el ejemplo que nos da el Papa Francisco. Si tienes la intención y el espíritu correctos, la Eucaristía no se puede impedir a nadie «. Por eso fue «natural para mí dársela el anfitrión».

Y yo digo: ¡Que Dios nos pille confesados!