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Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios (1 Cor 2, 12), el Espíritu de su Hijo, que Dios envió a nuestros corazones (Gal 4,6). Y por eso predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles, pero para los llamados, tanto judíos como griegos, es Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1 Cor 1,23-24). De modo que si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema! (Gal 1,9).
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lunes, 24 de abril de 2017
domingo, 23 de abril de 2017
DE MAL EN PEOR: nuevo mensaje del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso equipara a Buda con Nuestro Señor Jesucristo y promueve la no-violencia medio ambiental y otros disparates (Catholicvs)
Como reza el título de esta entrada, vamos de mal en peor. Ayer mismo, sábado 22 de abril, el Boletín de la Sala de Prensa de la Santa Sede hizo público un lamentable mensaje del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso con motivo de la festividad budista de Vesakh/Hanamatsuri 2017.
Lejos de dialogar con los paganos para que se conviertan a Cristo, este inútil dicasterio se limita a confirmar a los infieles en el error, siendo su única preocupación, en esta ocasión, la "no-violencia". ¿Y de qué violencia se trata? ¿Pues de cuál va a ser? De "la violencia doméstica, además de la violencia económica, social, cultural, psicológica", y cómo no, de la "violencia contra el medio ambiente, nuestra casa común".
Además, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, este Consejo Pontifico denominado "para el diálogo interreligioso", de lo único que no habla es sobre religión; sobre todo de la verdadera, fundada por Nuestro Señor Jesucristo. Pero sí habla, naturalmente, de la "pobreza endémica y del hambre en el mundo" o de la "carrera de armamentos".
Lejos de dialogar con los paganos para que se conviertan a Cristo, este inútil dicasterio se limita a confirmar a los infieles en el error, siendo su única preocupación, en esta ocasión, la "no-violencia". ¿Y de qué violencia se trata? ¿Pues de cuál va a ser? De "la violencia doméstica, además de la violencia económica, social, cultural, psicológica", y cómo no, de la "violencia contra el medio ambiente, nuestra casa común".
Además, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, este Consejo Pontifico denominado "para el diálogo interreligioso", de lo único que no habla es sobre religión; sobre todo de la verdadera, fundada por Nuestro Señor Jesucristo. Pero sí habla, naturalmente, de la "pobreza endémica y del hambre en el mundo" o de la "carrera de armamentos".
Parece una broma que una de las cosas que dice el documento es que "se asiste también a la politización de la religión" -la nueva Curia lo sabe por propia experiencia, claro-, cuando parece que prácticamente los únicos intereses e intervenciones de la Santa Sede durante este pontificado son de carácter político, inmiscuyéndose en asuntos completamente ajenos a la misión de la Iglesia, que ha quedado reducida a cualquier labor más propia de un sindicato de izquierdas o de una ONG laica.
Para lo único que nombra al Señor este documento es para afirmar que "Jesucristo y Buda promovieron la no violencia". Sin duda, deben de estar acordándose del pasaje evangélico que narra la expulsión de los mercaderes del templo a latigazos, o de la sentencia del Señor de Mt 10,34, en que afirmó: "No creáis que he venido a traer la paz sobre la tierra. No he venido a traer la paz, sino la espada".
Pero 'que la realidad no estropee un bonito discurso político' (deben de estar pensando en este Consejo Pontificio): si ésta no se ajusta a la corriente ideológica en boga en los pasillos vaticanos, pues se cambia y Santas Pascuas. ¿No lo creen?
Para lo único que nombra al Señor este documento es para afirmar que "Jesucristo y Buda promovieron la no violencia". Sin duda, deben de estar acordándose del pasaje evangélico que narra la expulsión de los mercaderes del templo a latigazos, o de la sentencia del Señor de Mt 10,34, en que afirmó: "No creáis que he venido a traer la paz sobre la tierra. No he venido a traer la paz, sino la espada".
Pero 'que la realidad no estropee un bonito discurso político' (deben de estar pensando en este Consejo Pontificio): si ésta no se ajusta a la corriente ideológica en boga en los pasillos vaticanos, pues se cambia y Santas Pascuas. ¿No lo creen?
A ver cómo se explica, si no, la indisimulada pretensión, manifestada expresamente en este documento, de que se imponga a las nuevas generaciones una interpretación más edulcorada si cabe, aceptable para el mundo actual, de las propias palabras del Señor -ya sabemos por el General de los jesuitas que hay que reinterpretarlas, porque en aquella época no había grabadoras- que, en el colmo de la impiedad, manifiesta lo siguiente: "...impulsar las reformas educativas para evitar la distorsión y la mala interpretación de la historia y de los textos escriturarios".
Seguramente, tras esas "reformas educativas" blanditas y misericordiosas, a los niños les enseñarán ¡por fin! -y después de más de dos mil años- que Nuestro Señor Jesucristo no echó a latigazos a quienes profanaban el Templo, sino que utilizó un suave plumero con el que les acariciaba o hacía cosquillas, mientras trataba de convencerles para que, siempre voluntariamente, dejaran de profanarlo.
Porque, ciertamente, se está refiriendo a las escuelas católicas, ya que la Santa Sede no parece tener potestad alguna para decidir lo que los budistas enseñan a los niños en sus escuelas.
En fin, aquí transcribo en español, tal como lo ha publicado el Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede (ver aquí), este mensaje lleno de despropósitos, que pueden juzgar ustedes mismos (la negrita y las notas entre corchetes son mías):
En fin, aquí transcribo en español, tal como lo ha publicado el Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede (ver aquí), este mensaje lleno de despropósitos, que pueden juzgar ustedes mismos (la negrita y las notas entre corchetes son mías):
Nota: sobre la relación entre Budismo y Cristianismo puede leerse el excelente artículo de Bruno Romero de Infocatólica, pinchando aquíMensaje del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso con motivo de la festividad budista de Vesakh/Hanamatsuri 2017, 22.04.2017Vesakh es la festividad más importante para los budistas. Es una conmemoración de los acontecimientos principales de la vida de Buda.La fiesta de Vesakh/Hanamatsuri 2017, se celebra en los países de cultura budista en diversas fechas, siguiendo las diferentes tradiciones. Este año los países de Asia Oriental la celebran el 3 de mayo, mientras en la mayoría de los países de tradición budista se celebrará el 10 de mayo.En esa ocasión el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso ha envíado a los budistas el mensaje siguiente."Cristianos y budistas: Recorramos juntos los caminos de la no violencia"Estimados amigos budistas:1. En nombre del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, enviamos nuestros mejores saludos, buenos deseos y oraciones para Vesakh [un Consejo Pontificio orando por la conmemoración del nacimiento y muerte de Siddhartha Gautamá, "el Buda", fundador de esa falsa religión] ¡Que esta fiesta traiga alegría y paz a todos vosotros, a vuestras familias, comunidades y naciones!.2. Este año queremos reflexionar con vosotros sobre la urgente necesidad de promover una cultura de paz y no violencia. En nuestro mundo la religión está en los titulares, aunque a veces de maneras contradictorias. Mientras que muchos creyentes se comprometen a promover la paz, otros utilizan la religión para justificar sus actos de violencia y odio. Vemos cómo se ofrecen a las víctimas de la violencia curación y reconciliación, pero también intentos de eliminar todo rastro y memoria del “otro”. Se abre camino la cooperación religiosa mundial, pero se asiste también a la politización de la religión; hay conciencia de la pobreza endémica y del hambre en el mundo y, sin embargo, prosigue la deplorable carrera de armamentos. Esta situación exige una llamada a la no violencia, un rechazo de la violencia en todas sus formas.3. Jesucristo y Buda promovieron la no violencia [Léanse las propias palabras del Señor y su forma de actuar en, por ejemplo, Mt 10,34 ó Jn 2,15: "Y haciendo un azote de cuerdas, arrojó del Templo a todos, con las ovejas y los bueyes; desparramó las monedas de los cambistas y volcó sus mesas"] y fueron constructores de paz. Como escribe el Papa Francisco: "También Jesús vivió en tiempos de violencia. Él enseñó que el verdadero campo de batalla, en el que se enfrentan la violencia y la paz, es el corazón humano: «Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos» (Mc 7,21)". (Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2017 "La no violencia: un estilo de política para la paz", nº 3). El Papa también hace hincapié en que "Jesús trazó el camino de la no violencia, que siguió hasta el final, hasta la cruz, mediante la cual construyó la paz y destruyó la enemistad" (cf. Ef 2,14-16). En consecuencia, "Ser hoy verdaderos discípulos de Jesús significa también aceptar su propuesta de la no violencia" (ibid).4. Queridos amigos, vuestro fundador, Buda también anunció un mensaje de no violencia y paz, exhortando a todos a "vencer al que está enojado con el no enojarse, al malvado con la bondad, al mísero con la generosidad y al mentiroso con la verdad "(Dhammapada, n. XVII, 3). También enseñó que "la victoria genera enemistad; los perdedores sufren. Viven en paz los pacíficos abandonando la victoria y la derrota "(ibid., XV, 5). Por lo tanto, se dio cuenta de que la conquista de sí mismo vale más que la conquista de otros "aunque uno pueda conquistar mil veces mil hombres en la batalla, el ganador más noble es en cualquier caso el que se vence a sí mismo" (ibid, VIII, 4).5. A pesar de estas nobles enseñanzas, muchas de nuestras sociedades tienen que hacer frente a las repercusiones de las heridas pasadas y presentes causadas por la violencia y los conflictos. Este fenómeno incluye la violencia doméstica, además de la violencia económica, social, cultural, psicológica, y la violencia contra el medio ambiente, nuestra casa común. Es triste que la violencia engendre otros males sociales, por eso “la elección de la no violencia como forma de vida se vuelve cada vez más una exigencia de responsabilidad en todos los niveles” (Discurso del Santo Padre Francisco con motivo de la presentación de cartas credenciales, 15 de diciembre 2016).6. Mientras reconocemos el carácter único de nuestras dos religiones, con las que seguimos comprometidos, estamos de acuerdo en que la violencia surge del corazón del hombre, y en que los males de la persona desembocan en los males estructurales. Por lo tanto, estamos llamados a una empresa conjunta: estudiar las causas de la violencia; enseñar a nuestros respectivos seguidores a luchar contra el mal en sus corazones; librar del mal tanto a las víctimas como a los autores de la violencia; formar los corazones y las mentes de todos, especialmente de los niños, a amar y vivir en paz con todo el mundo y el medio ambiente; enseñar que no hay paz sin justicia, ni verdadera justicia sin perdón; invitar a todos a cooperar en la prevención de conflictos y en la reconstrucción de las sociedades quebradas; alentar a los medios de comunicación a evitar y combatir el discurso del odio, y la información sesgada y provocadora; impulsar las reformas educativas para evitar la distorsión y la mala interpretación de la historia y de los textos escriturarios; [Hasta ahora se habían interpretado mal, como todo el mundo sabe, porque no había grabadoras en tiempos de Jesucristo; pero ahora, por fin, el "espíritu" -no sabemos cuál-, ha inspirado a algunos la verdadera inteerpretación, oculta durante milenios hasta la llegada de esta nueva primavera] y orar por la paz en el mundo recorriendo juntos el camino de la no violencia.7. Queridos amigos, podemos trabajar activamente para promover en nuestras familias, y en las instituciones sociales, políticas, civiles y religiosas, una nueva forma de vida en que se rechace la violencia y se respete a la persona humana. Con este espíritu os deseamos una vez más una fiesta pacífica y alegre de Vesakh.Jean-Louis Cardenal TauranPresidente
+ Miguel Ángel Ayuso Guixot MCCJSecretario
sábado, 22 de abril de 2017
Después de los cuatro cardenales, hablan seis laicos. Quizás al menos el Papa los escuche (Sandro Magister)
*
Los cuatro cardenales jamás han estado solos con sus "dubia". La prueba de esto es lo que ha sucedido en Roma este sábado 22 de abril en una sala del Hotel Columbus, a pocos metros de la plaza San Pedro, donde se reunieron seis renombrados eruditos laicos de otros tantos países del mundo para dar voz al llamado que se eleva desde gran parte del "pueblo de Dios", para que se arroje claridad sobre la confusión suscitada por "Amoris laetitia".
- Anna M. Silvas llegó de Australia,
- Claudio Pierantoni desde Chile,
- Jürgen Liminski desde Alemania,
- Douglas Farrow desde Canadá,
- Jean Paul Messina desde Camerún
- Thibaud Collin desde Francia.
Uno tras otro, en el lapso de un día, hicieron un balance de la crisis que produjo en la Iglesia el documento del papa Francisco, a un año de su publicación.
Settimo Cielo ofrece a sus lectores los textos íntegros de las seis intervenciones, en los idiomas en los que han sido pronunciados.
[...] Seis voces, seis lecturas diferentes. Todas profundas y nutridas de "caritas in veritate". Quién sabe si el Papa, al menos, los escuchará.
Requiere una atención especial la intervención de Claudio Pierantoni, estudioso de patrología y docente de filosofía medieval en la Universidad de Chile, en Santiago, del cual líneas abajo se proporciona una síntesis.
Pierantoni retoma los casos de dos Papas caídos en el error en los primeros siglos cristianos, en el plano de las controversias trinitarias y cristológicas, uno condenado “post mortem” por un concilio ecuménico y el otro inducido a corregirse en vida.
Pero también hoy – argumenta – hay un Papa que es “víctima”, aunque “poco consciente”, de una tendencia herética que socava los fundamentos de la fe de la Iglesia. Y también él está necesitado de una corrección caritativa que lo vuelva a colocar en el camino de la verdad.
... Pierantoni no es el único, de los seis, que ha recordado las lecciones del pasado, antiguo y reciente.
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LA NECESARIA COHERENCIA DEL MAGISTERIO CON LA TRADICIÓN. LOS EJEMPLOS DE LA HISTORIA
por Claudio Pierantoni
En esta intervención examinaremos primero y en forma breve la historia de dos Papas de la antigüedad, Liberio y Honorio, quienes por diferentes motivos fueron acusados de desviarse de la Tradición de la Iglesia, durante la larga controversia trinitaria y cristológica que comprometió a la Iglesia desde el siglo IV al siglo VII.
A la luz de las reacciones del cuerpo eclesial frente a estas desviaciones doctrinales, examinaremos luego el debate actual que se ha desarrollado en torno a las propuestas del papa Francisco en la exhortación apostólica “Amoris laetitia” y a las cinco “dubia” planteadas por los cuatro cardenales.
1. El caso de Honorio
Honorio I fue el único Papa que ha sido formalmente condenado por herejía. Estamos en las primeras décadas del siglo VII, en el contexto de la controversia sobre las dos voluntades de Cristo. Honorio sostenía la doctrina de la única voluntad de Cristo, el “monotelismo”, la cual fue declarada posteriormente en contradicción con el dogma de las dos naturalezas, la divina y la humana, doctrina sólidamente fundamentada sobre la base de la revelación bíblica y solemnemente sancionada en el año 451 por el Concilio de Calcedonia.
Aquí presentamos el texto con el cual, en el 681, luego de su muerte, el sexto concilio ecuménico, el Tercer Concilio de Constantinopla, lo condenó junto con el patriarca Sergio:
“Examinadas las cartas dogmáticas escritas por Sergio, en su momento patriarca de esta ciudad imperial,… y la carta con la que Honorio respondió a Sergio, y constatado que no son conformes a las enseñanzas apostólicas y a las definiciones de los santos Concilios y de todos los ilustres santos Padres, que por el contrario siguen las falsas doctrinas de los herejes, las rechazamos y las condenamos como corruptas”.
2. El caso de Liberio
Liberio, por el contrario, fue Papa en uno de los momentos más delicados de la controversia arriana, a mitad del siglo IV. Su predecesor, Julio I, había defendido tenazmente la fe establecida por el Concilio de Nicea, del año 325, que declaró al Hijo consustancial al Padre. Pero Constancio, emperador de Oriente, apoyó la posición mayoritaria de los obispos orientales, contrarios a Nicea, que según ellos no dejaba espacio para la diferencia personal entre el Padre y el Hijo. Hizo raptar, deponer y enviar al exilio, en Tracia, al Papa, quien después de casi un año terminó por ceder.
De este modo Liberio renegó de la fe de Nicea y llegó a excomulgar a Atanasio, quien era el más significativo defensor. Ahora dócil al emperador, Liberio obtuvo el permiso de volver a Roma, donde fue restablecido como obispo. En los meses que siguieron, todos los prelados filoarrianos que habían hecho carrera gracias al favor de Constancio consolidaron su poder en las principales sedes episcopales. Éste es el momento en el que, según la famosa frase de san Jerónimo, “el mundo se lamentó de haberse convertido en arriano”. De los más de mil obispos que contaba el cristianismo, solamente tres se mantuvieron irreductibles en el exilio: Atanasio, de Alejandría; Hilario, de Poitiers, y Lucifer, de Cagliari.
Pero Constancio murió imprevistamente, en el año 361, y subió al trono imperial Juliano, luego llamado el Apóstata, quien impuso el retorno del Estado romano al paganismo, canceló de un golpe toda la política eclesiástica de Constancio y permitió a los obispos exiliados retornar a la patria. Libre de amenazas, el papa Liberio envió una encíclica que declaraba inválida la fórmula aprobada por él anteriormente y exigía de los obispos de Italia la aceptación del Credo de Nicea. En el año 366, en un sínodo celebrado en Roma poco antes de morir, tuvo incluso la alegría de obtener la firma del Credo de Nicea por parte de una delegación de obispos orientales. Apenas murió fue venerado como confesor de la fe, pero rápidamente se interrumpió su culto, a causa del recuerdo de su defección.
A pesar de sus diferencias, los dos casos de Liberio y de Honorio tienen en común un atenuante: es el hecho que las respectivas desviaciones doctrinales tuvieron lugar cuando todavía estaba en curso el proceso de fijación de los respectivos dogmas, el trinitario en el caso de Liberio y el cristólogico en el caso de Honorio.
3. El caso de Francisco
Por el contrario, la desviación doctrinal que se está verificando durante el pontificado actual tiene un agravante, porque no se contrapone a doctrinas poco claras o en vías de fijación, sino a doctrinas que, además de estar sólidamente ancladas en la Tradición, también ya han sido exhaustivamente debatidas en las décadas pasadas y aclaradas en detalle por el Magisterio reciente.
Ciertamente, la desviación doctrinal en cuestión ya estaba presente en las décadas pasadas y con ella, entonces, también el cisma subterráneo que aquélla significaba. Pero cuando se pasa de un abuso a nivel práctico a su justificación a nivel doctrinal a través de un texto del Magisterio Pontificio como “Amoris laetitia” y a través de declaraciones y acciones positivas del mismo pontífice, la situación cambia radicalmente.
Veamos, en CUATRO PUNTOS, el progreso de esta destrucción del depósito de la fe [el que se está dando actualmente].
Primero
Si el matrimonio es indisoluble, pero también en algunos casos se puede dar la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar, parece evidente que esta indisolubilidad ya no es considerada absoluta, sino solamente una regla general que puede sufrir excepciones.
Ahora bien, esto, como ha explicado el cardenal Carlo Caffarra, contradice la naturaleza del sacramento del matrimonio, que no es una simple promesa, aunque solemne, hecha frente a Dios, sino una acción de la gracia que actúa al nivel propiamente ontológico. En consecuencia, cuando se dice que el matrimonio es indisoluble, no se enuncia simplemente una regla general, sino que se dice que el matrimonio no puede disolverse ontológicamente, porque en él está contenido el signo y la realidad del matrimonio indisoluble entre Dios y su Pueblo, entre Cristo y su Iglesia. Este matrimonio místico es justamente la finalidad de todo el plan divino de la creación y de la redención.
Segundo
El autor de “Amoris laetitia” eligió insistir, en su argumentación, más bien sobre el lado subjetivo de la acción moral. El sujeto, dice, podría no estar en pecado mortal porque, por distintos factores, no es consciente que su situación es un adulterio.
Pero esto que en líneas generales puede suceder sin más, en la utilización que hace de ello “Amoris laetitia” conlleva por el contrario una contradicción evidente. En efecto, es claro que los tan recomendados discernimiento y acompañamiento de las situaciones particulares contrastan directamente con el supuesto que el sujeto permanece, indefinidamente, inconsciente de su situación.
Pero el autor de “Amoris laetitia”, lejos de percibir tal contradicción, la impulsa hasta el ulterior absurdo de afirmar que un discernimiento profundo puede llevar al sujeto a tener la seguridad que su situación, objetivamente contraria a la ley divina, es precisamente lo que Dios quiere de él.
Tercero
Recurrir al anterior argumento, a su vez, revela una peligrosa confusión que, además de la doctrina de los sacramentos, llega a menoscabar la noción misma de la ley divina, entendida como fuente de la ley natural y reflejada en los Diez Mandamientos: ley dada al hombre y como tal apta para regular sus comportamientos fundamentales, no limitados a circunstancias históricas particulares, sino fundamentados en su misma naturaleza, cuyo autor es precisamente Dios.
En consecuencia, suponer que la ley natural puede soportar excepciones es una verdadera y auténtica contradicción, es una suposición que no comprende su verdadera esencia y por eso la confunde con la ley positiva. La presencia de esta grave confusión está confirmada por el ataque reiterado, presente en “Amoris laetitia”, contra los leguleyos, los presuntos “fariseos” hipócritas y duros de corazón. En efecto, este ataque revela un malentendido completo de la posición de Jesús respecto a la ley divina, porque su crítica al comportamiento farisaico se funda justamente sobre una clara distinción entre la ley positiva – los “preceptos de los hombres” – a los que son tan apegados los fariseos, y los Mandamientos fundamentales, que por el contrario son el primer requisito, irrenunciable, que Él mismo pide al que aspira a ser su discípulo. Sobre la base de este equívoco se comprende el verdadero motivo por el cual, luego de haber insultado a los fariseos, el Papa termina por alinearse, de hecho, con su misma posición a favor del divorcio, contra la posición de Jesús.
Pero yendo todavía más a fondo, es importante observar que esta confusión desnaturaliza profundamente la esencia misma del Evangelio y su necesario arraigo en la persona de Cristo.
Cuarto
En efecto, según el Evangelio, Cristo no es simplemente un hombre bueno que vino al mundo para predicar un mensaje de paz y justicia. Él es antes que nada el Logos, el Verbo que existía en el principio y que se encarna en la plenitud de los tiempos. Es significativo que Benedicto XVI, desde su discurso "Pro eligendo romano pontifice", haya hecho justamente del Logos la piedra angular de su enseñanza, no por casualidad combatida a muerte por el subjetivismo de las teorías modernas.
Ahora bien, en el ámbito de esta filosofía subjetivista se justifica uno de los postulados más apreciados por el papa Francisco, según el cual “la realidad es superior a la idea”. De hecho, una máxima como ésta tiene sentido solamente en una visión en la cual no pueden existir ideas verdaderas, que no sólo reflejen fielmente la realidad, sino que puedan también juzgarla y dirigirla. Tomado en su totalidad, el Evangelio supone esta estructura metafísica y gnoseológica, en la que la verdad es en primer lugar adecuación de las cosas al intelecto, y el intelecto es en primer lugar el divino, justamente el Verbo divino.
En esta atmósfera se "comprende" cómo es posible que el director de "La Civiltà Cattolica" afirme que es la pastoral, la praxis, la que debe guiar la doctrina y no al revés, y que en teología “dos más dos pueden ser cinco”. Se explica por qué una señora luterana puede recibir la comunión junto al esposo católico: de hecho, la praxis, la acción, es la de la Cena del Señor que ellos tienen en común, mientras que aquello en lo que difieren son sólo “las interpretaciones, las explicaciones”, en síntesis, simples conceptos. Pero se explica también cómo, según el superior general de la Compañía de Jesús, el Verbo encarnado no estaría en condiciones de ponerse en contacto con sus creaturas a través del medio elegido por él mismo, la Tradición apostólica: en efecto, sería necesario saber qué es lo que ha dicho verdaderamente Jesús, pero no podemos, dice, “desde el momento que no hubo un grabadora”.
Yendo todavía más a fondo, en esta atmósfera, se explica en última instancia cómo el Papa no puede responder “sí” o “no” a las “dubia”. Si en efecto “la realidad es superior a la idea”, entonces el hombre no tiene ni siquiera necesidad de pensar con el principio de no-contradicción, no tiene necesidad de principios que digan “esto sí y esto no” y ni siquiera debe obedecer a una ley natural trascendente que no se identifica con la realidad misma. En síntesis, el hombre no tiene necesidad de una doctrina, porque la realidad histórica se basta a sí misma. Es el "Weltgeist", el Espíritu del Mundo.
4. Conclusión
Lo que salta a la vista en la situación actual es justamente la deformación doctrinal de fondo que, a pesar de ser hábil para esquivar formulaciones directamente heterodoxas, maniobra sin embargo en forma coherente para llevar adelante un ataque no sólo contra los dogmas particulares como la indisolubilidad del matrimonio y la objetividad de la ley moral, sino directamente contra el concepto mismo de la recta doctrina y, con ello, de la persona misma de Cristo como Logos. La primera víctima de esta deformación doctrinal es precisamente el Papa, que me atrevo a hipotetizar que es muy poco consciente de ella, víctima de una alienación generalizada y epocal de la Tradición, en amplios estratos de la enseñanza teológica.
En esta situacion, las "dubia", estas cinco preguntas presentadas por los cuatro cardenales, han puesto al Papa en un callejón sin salida.
- Si respondiera negando la Tradición y el Magisterio de sus antecesores, pasaría a ser también formalmente hereje; entonces no puede hacerlo.
- Si, por el contrario, respondiera en armonía con el Magisterio anterior entraría en contradicción con gran parte de las acciones doctrinalmente relevantes llevadas a cabo durante su pontificado; por eso sería una decisión muy difícil.
Ha elegido entonces el silencio, porque humanamente la situación puede parecer sin salida. Pero entretanto se extienden en la Iglesia la confusión y el cisma “de hecho”.
A la luz de todo esto, se vuelve entonces más que nunca necesario un ulterior acto de valentía, de verdad y de caridad, por parte de los cardenales, pero también de los obispos y luego de todos los laicos calificados que quisieran adherir.
En una situación tan grave de peligro para la fe y de escándalo generalizado, no sólo es lícita sino directamente obligatoria una corrección fraterna francamente dirigida a Pedro, por su bien y por el de toda la Iglesia.
Una corrección fraterna no es ni un acto de hostilidad, ni una falta de respeto, ni una desobediencia. No es otra cosa que una declaración de la verdad: "caritas in veritate". Antes de ser Papa, el Papa es nuestro hermano.
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El texto íntegro de la intervención de Claudio Pierantoni:
Y el de Anna M. Silvas:
De Douglas Farrow:
De Thibaud Collin:
De Jürgen Liminski:
De Jean Paul Messina:
Sandro Magister
Hablan los Prefectos de las Congregaciones para la Doctrina de la Fe y Culto Divino: Existe riesgo de cisma. El Papa no puede cambiar la Revelación, ni la moral, ni los sacramentos
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CARDENALES MÜLLER y SARAH |
Sin más preámbulos, estas son las declaraciones de S. E. R. Gerhard Ludwig S.R.E. Card. Müller y de S. E. R. Robert S.R.E. Card. Sarah, Prefectos de la Congregación para la Doctrina de la Fe y de la Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los sacramentos, respectivamente:
"El Papa no ha cambiado, ni cambiará, ni puede cambiar la Revelación. Algunos aseguran que el Papa ha cambiado los cimientos de la moral de la Iglesia y ha relativizado el sacramento del matrimonio. No lo ha hecho, ni puede hacerlo".
Puede leerse la entrevista completa al cardenal Müller publicada ayer, viernes 21 de abril en "Aleteia", en este enlace.
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"Sin una fe en común, la Iglesia está amenazada por la confusión y entonces, progresivamente, puede caer en la dispersión y el cisma [...] Hoy hay un grave riesgo de fragmentación en la Iglesia, de romper el Cuerpo Místico de Cristo al insistir en las identidades nacionales de las Iglesias y por tanto en su capacidad de decidir por ellas mismas, sobre todo en el dominio crucial de la doctrina y la moral" [como es el caso de Malta o Alemania, por ejemplo].
Puede leerse la entrevista completa al Cardenal Sarah, publicada el pasado martes 18 de abril en la página de "Ayuda a la Iglesia Necesitada", en este enlace.
CATHOLICVS
COMENTARIO PERSONAL:
Estoy de acuerdo con Catholicvs en lo que concierne al cardenal Sarah. Sin embargo, no lo estoy tanto en las afirmaciones que hace el cardenal Müller, en su segunda parte. Ciertamente, el papa Francisco no ha dicho nunca que el matrimonio no sea indisoluble. No puede decirlo así de claro. Ahora bien, en la práctica sí es cierto que se ha relativizado el sacramento del matrimonio y se ha creado mucha confusión, debido, entre otras cosas -y de un modo muy especial- al contenido contradictorio de algunas expresiones de la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia, por ejemplo, cuando dice en su punto 305:
"Es posible que, en medio de una situación objetiva de pecado —que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno— se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda crecer en la vida de la gracia y la caridad.
Tal afirmación constituye una herejía: Es una contradicción. El pecado y la gracia son incompatibles. No se puede estar en gracia de Dios si se está en una situación de pecado mortal. Eso es, sencillamente, imposible ... Y, sin embargo, así está escrito.
El número de citas discutibles es innumerable, así como es una realidad todo el revuelo que se ha armado con la publicación de AL ... y si el río suena es porque aguas lleva.
José Martí
viernes, 21 de abril de 2017
SI EL EVANGELIO NO FUERA CIERTO, NO SERÍA DEFENDIDO CON SANGRE (Eulogio López)
Duración 1:31 minutos
El tema de la historicidad de los Evangelios está muy bien expuesto por el padre Santiago Martín en una de sus homilías. Pinchar aquí
Aclarando ideas (VI) ¿Qué ocurre con las seguridades absolutas? [Froilán Aulé]
Aclarando ideas [Froilán Aulé]
No hay ni puede haber una fe firme y sólida sino incertidumbres
En una entrevista dada a la revista de los jesuitas "Civiltá Cattolica", concedida al P. Antonio Spadaro el 19 agosto de 2013, en Santa Marta, dice el papa Francisco:
"Sí, en este buscar y encontrar a Dios en todas las cosas queda siempre una zona de incerteza. Debe haberla. Si una persona dice que ha encontrado a Dios con certeza total y no es tocada por un margen de incerteza, entonces eso no está bien”.
Declaraciones que, una vez más, nos dejan perplejos. ¿Cómo se puede poner en duda la enseñanza de Cristo que nos transmite la Iglesia?
Pero, en esa entrevista hay más. "Si el cristiano es restauracionista, legalista, si quiere todo claro y seguro, entonces no encuentra nada. La tradición y la memoria del pasado deben ayudarnos a tener el valor de abrir nuevos espacios a Dios. Quien hoy busca siempre soluciones disciplinarias, quien tiende exageradamente a la "seguridad" doctrinal, quien busca obstinadamente recuperar el pasado perdido, tiene una visión estática e involutiva”.
En todas estas sentencias aparece la verdad que sustenta la Iglesia como una cuestión variable, susceptible de opinión y de ser mejorada por la interacción con otras "verdades". Además, dice que la misma Iglesia implica una tradición. No hay verdad absoluta, no hay certeza, sólo hay opiniones humanas sobre Dios que evolucionan con el tiempo.
En el mismo orden de cosas se ubica la respuesta que Francisco dio a unos chicos italianos en Roma, el 18 de junio de 2016, cuando ante una pregunta sobre si alguna vez había estado su fe en crisis respondió:
"Muchas veces me encuentro en crisis con la fe y a veces tuve también la desfachatez de reprocharle a Jesús: "¿Pero, por qué permitís eso?" y también dudar: "Pero, ¿ésta será la verdad o será un sueño? Y esto de joven, de seminarista, de sacerdote, de religioso, de obispo y de Papa. "Pero, ¿cómo el mundo es así si diste tu vida? ¿Pero, no será esta una ilusión, una excusa para consolarnos?". A un cristiano que no haya sentido esto alguna vez, cuya fe no haya entrado en crisis, le falta algo, es un cristiano que se contenta con un poco de mundanidad y así va adelante en la vida".
A esos jóvenes y a todos les está diciendo que es bueno dudar y que quienes no dudan son mundanos. Y lo que es aún peor, no sólo que ha dudado y su fe estuvo en crisis a lo largo de su vida sino ahora mismo. ¡¿Cómo puede cumplir con el mandato de confirmar a los hermanos en la fe?!
No es irrespetuosidad sino una pregunta que ante tal declaración viene espontánea: ¿Cuál es su fe? ¿Es católica? ¿No está instando a la duda y diciendo que la fe debe cohabitar con la incerteza? Esto es muy grave y entra dentro de la apostasía de la fe.
Decir que el dogma no es inalterable, que evoluciona y por tanto cambia, es modernismo puro y duro y eso es lo que Francisco dice en declaraciones como la siguiente:
"El mundo ha cambiado y la Iglesia no puede encerrarse en supuestas interpretaciones del dogma" (entrevista de Joaquín Morales Solá para "La Nación", del 5 de octubre de 2014.
Grave esta afirmación porque primero pone en duda las definiciones dogmáticas sometiéndolas no a una sola interpretación clara, firme, definida y permanente sino a la categoría de interpretaciones. Si son interpretaciones esas pueden cambiar o mejorarse y luego volver a mejorarse y así hasta el infinito, es decir que el dogma deja de ser lo que es para ser cuestiones mutables de la fe y como el mundo cambia, la fe debe seguir en sus cambios al mundo.
¿Es que acaso la verdad de la fe no cuenta para la salvación de las almas? Lo cierto es que su visión no es sobrenatural sino de pertinaz inmanencia: lo prueba esa famosa entrevista dada en Brasil, en ocasión de la JMJ de Río, a O Globo News el 25 de julio de 2013.
Dijo entonces: "Si hay un niño que tiene hambre y no recibe una educación lo que debe interesarnos es que deje de tener hambre y reciba una educación. No importa si quienes le dan esta educación son los católicos, los protestantes, los ortodoxos o los judíos. No me interesa. Me interesa que lo eduquen y le quiten el hambre”.
¿Qué dirían san Felipe Neri, san José de Calasanz, san Juan Bosco? ¿Cómo puede decir que sea indiferente quién lo eduque? ¿Es que no importa educarlo en la verdad de la fe y en la moral cristiana? ¿Es acaso lo mismo la moral católica en la que se eduque a un joven que la judía o la protestante o la de un ateo?
Su indiferencia se comprende desde su total desinterés por la fe -cosa dicha extrañamente con gran claridad y no en modo ambiguo como es su costumbre- como condición necesaria a la salvación.
O sea que, en última instancia, la salvación del alma no cuenta o todas son vías posibles de salvación. ¿A qué vino entonces el Hijo de Dios al mundo?
Decir que el dogma no es inalterable, que evoluciona y por tanto cambia, es modernismo puro y duro y eso es lo que Francisco dice en declaraciones como la siguiente:
"El mundo ha cambiado y la Iglesia no puede encerrarse en supuestas interpretaciones del dogma" (entrevista de Joaquín Morales Solá para "La Nación", del 5 de octubre de 2014.
Grave esta afirmación porque primero pone en duda las definiciones dogmáticas sometiéndolas no a una sola interpretación clara, firme, definida y permanente sino a la categoría de interpretaciones. Si son interpretaciones esas pueden cambiar o mejorarse y luego volver a mejorarse y así hasta el infinito, es decir que el dogma deja de ser lo que es para ser cuestiones mutables de la fe y como el mundo cambia, la fe debe seguir en sus cambios al mundo.
¿Es que acaso la verdad de la fe no cuenta para la salvación de las almas? Lo cierto es que su visión no es sobrenatural sino de pertinaz inmanencia: lo prueba esa famosa entrevista dada en Brasil, en ocasión de la JMJ de Río, a O Globo News el 25 de julio de 2013.
Dijo entonces: "Si hay un niño que tiene hambre y no recibe una educación lo que debe interesarnos es que deje de tener hambre y reciba una educación. No importa si quienes le dan esta educación son los católicos, los protestantes, los ortodoxos o los judíos. No me interesa. Me interesa que lo eduquen y le quiten el hambre”.
¿Qué dirían san Felipe Neri, san José de Calasanz, san Juan Bosco? ¿Cómo puede decir que sea indiferente quién lo eduque? ¿Es que no importa educarlo en la verdad de la fe y en la moral cristiana? ¿Es acaso lo mismo la moral católica en la que se eduque a un joven que la judía o la protestante o la de un ateo?
Su indiferencia se comprende desde su total desinterés por la fe -cosa dicha extrañamente con gran claridad y no en modo ambiguo como es su costumbre- como condición necesaria a la salvación.
O sea que, en última instancia, la salvación del alma no cuenta o todas son vías posibles de salvación. ¿A qué vino entonces el Hijo de Dios al mundo?
Continuará
miércoles, 19 de abril de 2017
Cristo fundó una sola Iglesia (Un sacerdote católico)
La Iglesia Católica
Pruebas bíblicas e históricas
Nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, dio su vida en la Cruz para salvar a los hombres del pecado y del poder del demonio. Fundó su Iglesia para continuar su obra de salvación.
Única y exclusivamente a esta Iglesia que Él mismo fundó, confió su misión, su Evangelio, su autoridad y sus poderes divinos para predicar, bautizar, hablar en su nombre.
Sin embargo, dieciséis siglos después de Cristo, Martín Lutero, un sacerdote católico excomulgado, inventó la teoría de la libre interpretación de la Biblia. Este libre examen produjo unas 30.000 sectas diferentes y opuestas que, sin ningún derecho, se apropiaron del Evangelio, utilizándolo contra la legítima Iglesia. Para hacerse aceptar, todas estas sectas dicen ser de Jesucristo.
Hemos llegado a tal ignorancia religiosa que hoy en día muchos fundan “su iglesia” o mejor dicho, su empresa familiar, y “predican la Biblia” a su modo, haciendo “discípulos”. ¿Es conforme a la voluntad de Cristo todo eso? ¿Reconoce Cristo a estas 30.000 “iglesias” como suyas o las rechaza? ... puesto que Él no las fundó y a nadie dio autoridad para fundarlas.
Frente a la confusión provocada por los falsos profetas, para no dejarse engañar y perderse eternamente (Mateo 7, 15-23) ¿cómo saber con certeza cuál es la Iglesia que Cristo fundó? Este es un asunto que merece reflexión y buena voluntad.
Cristo fundó la Iglesia Católica
Toda persona que cree en lo que dice la Biblia y quiere hacer la voluntad de Dios, debería aceptar los principios siguientes, basados en el sentido común:
1. La Iglesia que Cristo fundó debe necesariamente tener 21 siglos de existencia, puesto que Cristo vivió hace más de 2000 años en esta tierra.
2. Únicamente la Iglesia que tiene 21 siglos viene de Cristo, a través de sus doce Apóstoles, es decir, sus doce enviados y legítimos sucesores.
3. Ahora bien, la historia nos dice que la Iglesia Católica, que es la Iglesia cristiana universal, es la única Iglesia que tiene 21 siglos y que es esta Iglesia la que viene de los Apóstoles, a través de sus legítimos sucesores. Desde San Pedro, martirizado en el año 67 en Roma por el emperador Nerón, hasta el Papa Benedicto XVI, esta Iglesia tiene un jefe, representante de Cristo y sucesor de San Pedro, ahora llamado Papa.
4. Únicamente la Iglesia Católica, que ha tenido 265 Papas, puede proporcionarnos una lista de sus jefes, desde San Pedro hasta el Papa actual. Ninguna otra iglesia puede ofrecernos esta lista de la sucesión apostólica. Si no puede mostrarnos este documento, significa que fue fundada después; y si fue fundada después, no es una iglesia legítima, ni verdadera; no puede ser obra de Cristo; si no es obra de Cristo, esta “iglesia” fundada por supuestos profetas, no puede ni predicar correctamente el Evangelio, ni santificar ni salvar, aunque afirme ser de Cristo (Mateo 7, 15-23). Es un instrumento de perdición, ya que Cristo afirma explícitamente que habrá supuestos “profetas que engañarán a muchos” (Mateo 24, 11).
5. A los que afirman, muy a la ligera, que la Iglesia se terminó en el siglo cuarto, contestamos: Cristo, por ser Dios, no puede equivocarse ni engañarnos: prometió a sus Apóstoles y a sus sucesores que Él estaría con ellos hasta el fin del mundo y que las fuerzas del mal no podrían prevalecer contra su Iglesia (Mateo 28, 17-19).
Cristo fundó la Iglesia Católica
Toda persona que cree en lo que dice la Biblia y quiere hacer la voluntad de Dios, debería aceptar los principios siguientes, basados en el sentido común:
1. La Iglesia que Cristo fundó debe necesariamente tener 21 siglos de existencia, puesto que Cristo vivió hace más de 2000 años en esta tierra.
2. Únicamente la Iglesia que tiene 21 siglos viene de Cristo, a través de sus doce Apóstoles, es decir, sus doce enviados y legítimos sucesores.
3. Ahora bien, la historia nos dice que la Iglesia Católica, que es la Iglesia cristiana universal, es la única Iglesia que tiene 21 siglos y que es esta Iglesia la que viene de los Apóstoles, a través de sus legítimos sucesores. Desde San Pedro, martirizado en el año 67 en Roma por el emperador Nerón, hasta el Papa Benedicto XVI, esta Iglesia tiene un jefe, representante de Cristo y sucesor de San Pedro, ahora llamado Papa.
4. Únicamente la Iglesia Católica, que ha tenido 265 Papas, puede proporcionarnos una lista de sus jefes, desde San Pedro hasta el Papa actual. Ninguna otra iglesia puede ofrecernos esta lista de la sucesión apostólica. Si no puede mostrarnos este documento, significa que fue fundada después; y si fue fundada después, no es una iglesia legítima, ni verdadera; no puede ser obra de Cristo; si no es obra de Cristo, esta “iglesia” fundada por supuestos profetas, no puede ni predicar correctamente el Evangelio, ni santificar ni salvar, aunque afirme ser de Cristo (Mateo 7, 15-23). Es un instrumento de perdición, ya que Cristo afirma explícitamente que habrá supuestos “profetas que engañarán a muchos” (Mateo 24, 11).
5. A los que afirman, muy a la ligera, que la Iglesia se terminó en el siglo cuarto, contestamos: Cristo, por ser Dios, no puede equivocarse ni engañarnos: prometió a sus Apóstoles y a sus sucesores que Él estaría con ellos hasta el fin del mundo y que las fuerzas del mal no podrían prevalecer contra su Iglesia (Mateo 28, 17-19).
Por consiguiente, pretender que la Iglesia verdadera se acabó en el siglo cuarto y que el emperador Constantino “fundó la Iglesia Católica”, es antibíblico y antihistórico; es una afirmación indigna de un hombre sensato. Además, los que inventan supuestas iglesias desobedecen a Cristo y sus legítimos representantes a quienes Él dijo: “Quien a vosotros escucha, a Mí me escucha y quien a vosotros rechaza, me rechaza a Mí; ahora bien, quien me rechaza a Mí rechaza a Aquel que me envió.” (Lucas 10, 16).
6. A los que rechazan la Iglesia Católica, pero se sirven de la Biblia, que la misma Iglesia Católica nos transmitió durante dieciséis siglos, decimos: Cristo, por ser Dios, es sabio, no dejó la Biblia como una manzana de la discordia entre sus discípulos. Fundó una Iglesia, dejó un representante, que fue San Pedro y sus legítimos sucesores, para predicar, interpretar y defender su Evangelio contra los manipuladores de la Biblia (II Pedro 1, 20; Gál. 1, 8; II Cor. 11, 13-14). La Biblia en manos de los fundadores de sectas, no puede defenderse, no tiene boca para desmentir las falsas interpretaciones.
7. Cristo no escribió una Biblia, sino que fundó una Iglesia: formó hombres y los mandó a hablar en su Nombre (II Timoteo 2, 2).
8. La Iglesia verdadera necesariamente es UNA, SANTA, CATÓLICA Y APOSTÓLICA y debe tener 2000 años; debe tener la misma fe, la misma moral, la misma autoridad mediante la sucesión apostólica y la misma enseñanza, desde Cristo hasta hoy. Ahora bien, aparte de la Iglesia Católica, ninguna de las iglesias evangélicas cumple con estas características.
La Biblia nos habla de una Iglesia
San Pedro, después de haber declarado que Cristo es el Hijo de Dios vivo, recibe del propio Cristo esta respuesta: “Yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré MI IGLESIA, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del reino de los cielos: todo lo que atares sobre la tierra, será atado en los cielos, y lo que desatares sobre la tierra, será desatado en los cielos.” (Mateo 16, 17-19).
Nuestro Señor dice mi Iglesia, no dice mis iglesias. Aunque la Iglesia esté en el mundo entero, es una, así como el cuerpo está compuesto de muchos miembros, y sin embargo es uno. Jamás de los jamases nuestro Señor habla de varias iglesias. Al contrario, nos advierte de no dejarnos engañar por supuestos profetas, que fundan “sus iglesias”.
Así como Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2, 5), así la Iglesia Católica es la única Iglesia que conduce a Jesucristo, puesto que ella sola fue fundada por Él, para continuar su obra. Ella sola recibió al Espíritu Santo y la promesa de ser asistida por Él hasta el fin del mundo (Hechos 1, 8; Mateo 28, 20); ella sola es “la Iglesia del Dios viviente, columna y sostén de la verdad.” (I Timoteo 3, 15). Que esta Iglesia tenga hijos buenos o malos es otro asunto.
Cristo, sacerdote supremo del Nuevo Testamento, formó a los Apóstoles y les comunicó sus poderes. Los Apóstoles, es decir, los enviados y depositarios exclusivos de la autoridad de Cristo, antes de morir dejaron sucesores legítimos, esto es, formaron otros presbíteros y obispos, a quienes dieron el poder y la misión de predicar conforme a la Fe que ellos recibieron, predicaron y transmitieron (Hebreos 4 y 5; II Timoteo 2, 2).
6. A los que rechazan la Iglesia Católica, pero se sirven de la Biblia, que la misma Iglesia Católica nos transmitió durante dieciséis siglos, decimos: Cristo, por ser Dios, es sabio, no dejó la Biblia como una manzana de la discordia entre sus discípulos. Fundó una Iglesia, dejó un representante, que fue San Pedro y sus legítimos sucesores, para predicar, interpretar y defender su Evangelio contra los manipuladores de la Biblia (II Pedro 1, 20; Gál. 1, 8; II Cor. 11, 13-14). La Biblia en manos de los fundadores de sectas, no puede defenderse, no tiene boca para desmentir las falsas interpretaciones.
7. Cristo no escribió una Biblia, sino que fundó una Iglesia: formó hombres y los mandó a hablar en su Nombre (II Timoteo 2, 2).
8. La Iglesia verdadera necesariamente es UNA, SANTA, CATÓLICA Y APOSTÓLICA y debe tener 2000 años; debe tener la misma fe, la misma moral, la misma autoridad mediante la sucesión apostólica y la misma enseñanza, desde Cristo hasta hoy. Ahora bien, aparte de la Iglesia Católica, ninguna de las iglesias evangélicas cumple con estas características.
La Biblia nos habla de una Iglesia
San Pedro, después de haber declarado que Cristo es el Hijo de Dios vivo, recibe del propio Cristo esta respuesta: “Yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré MI IGLESIA, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del reino de los cielos: todo lo que atares sobre la tierra, será atado en los cielos, y lo que desatares sobre la tierra, será desatado en los cielos.” (Mateo 16, 17-19).
Nuestro Señor dice mi Iglesia, no dice mis iglesias. Aunque la Iglesia esté en el mundo entero, es una, así como el cuerpo está compuesto de muchos miembros, y sin embargo es uno. Jamás de los jamases nuestro Señor habla de varias iglesias. Al contrario, nos advierte de no dejarnos engañar por supuestos profetas, que fundan “sus iglesias”.
Así como Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2, 5), así la Iglesia Católica es la única Iglesia que conduce a Jesucristo, puesto que ella sola fue fundada por Él, para continuar su obra. Ella sola recibió al Espíritu Santo y la promesa de ser asistida por Él hasta el fin del mundo (Hechos 1, 8; Mateo 28, 20); ella sola es “la Iglesia del Dios viviente, columna y sostén de la verdad.” (I Timoteo 3, 15). Que esta Iglesia tenga hijos buenos o malos es otro asunto.
Cristo, sacerdote supremo del Nuevo Testamento, formó a los Apóstoles y les comunicó sus poderes. Los Apóstoles, es decir, los enviados y depositarios exclusivos de la autoridad de Cristo, antes de morir dejaron sucesores legítimos, esto es, formaron otros presbíteros y obispos, a quienes dieron el poder y la misión de predicar conforme a la Fe que ellos recibieron, predicaron y transmitieron (Hebreos 4 y 5; II Timoteo 2, 2).
Desde el siglo I hasta el XXI, siempre la Iglesia Católica tuvo sacerdotes, obispos y papas. Ella sola tiene esta sucesión apostólica y legitimidad.
San Pablo escribe a su discípulo, el obispo Tito: “Te he dejado en Creta [isla griega] para que arregles las cosas que faltan y para que constituyas presbíteros en cada ciudad, como yo te ordené” (Tito 1, 5). Los presbíteros son los sacerdotes. El mismo San Pablo dice a los fieles de la ciudad de Corinto: “Sed imitadores míos, tal cual yo lo soy de Cristo” (1 Cor. 11, 1). “Os alabo porque observáis las tradiciones conforme os las he transmitido” (I Cor. 11, 1-2).
Una secta que nació 2000 años después no ha visto nada, no recibió nada, no tiene ninguna tradición apostólica. La palabra tradición viene del latín; significa transmisión, entrega del mensaje de Cristo, comunicado verbalmente o por escrito. En la Iglesia Católica, los fieles con sus presbíteros observaron lo que les fue transmitido, y ellos lo transmitieron a la generación siguiente; así fue desde el siglo I hasta hoy.
La más antigua secta protestante fue fundada por el mal sacerdote, Martín Lutero, 1521 años después de Cristo. Ahora bien, los protestantes, que nacieron dieciséis siglos después de los Apóstoles, nunca los conocieron ni los escucharon. De ninguna manera pueden saber la correcta interpretación de la Biblia, que es el libro Sagrada de la Iglesia Católica.
San Pablo dice: “Aun cuando nosotros mismos, aun cuando un ángel del cielo os anuncie un evangelio distinto del que os hemos anunciado, sea maldito. Lo dijimos ya, y ahora vuelvo a decirlo: Si alguno os predica un evangelio distinto del que recibisteis, sea anatema.” (Gálatas 1, 8-9).
Toda interpretación de la Biblia que contradice la Fe católica y apostólica de 2000 años es un evangelio distinto. Todas las sectas predican un evangelio diferente del que predicaron los Apóstoles y sus legítimos sucesores.
Hablando de los predicadores no autorizados por la legítima Iglesia, San Pablo dice: “Esos tales son falsos apóstoles, obreros engañosos, que se disfrazan de apóstoles de Cristo. No es maravilla, ya que el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz. No es mucho, pues, que también sus ministros se disfracen de ministros de justicia; su fin será el que corresponde a sus obras”. (II Cor. 11, 13-15).
Así como el demonio se hace pasar por ángel bueno, así sus ministros se hacen pasar por representantes de Cristo. Esto es algo tremendo. Cristo dijo: “Se levantarán muchos falsos profetas que engañarán a muchos […] y obrarán grandes señales y prodigios….” (San Mateo 24, 11, 24). Los falsos profetas harán falsos milagros.
La verdadera Iglesia es católica y apostólica
Cristo mandó a sus Apóstoles y sucesores anunciar su Evangelio (Mateo 28, 20). Los Apóstoles predicaron y dejaron representantes. La Biblia lo dice: San Pablo escribe a Timoteo, a quien consagró Obispo: “Lo que oíste de mí transmítelo a hombres fieles, los cuales serán aptos para enseñarlo a otros” (II Timoteo 2, 2).
La verdadera Iglesia es católica y apostólica
Cristo mandó a sus Apóstoles y sucesores anunciar su Evangelio (Mateo 28, 20). Los Apóstoles predicaron y dejaron representantes. La Biblia lo dice: San Pablo escribe a Timoteo, a quien consagró Obispo: “Lo que oíste de mí transmítelo a hombres fieles, los cuales serán aptos para enseñarlo a otros” (II Timoteo 2, 2).
En la Iglesia Católica, desde San Pablo los obispos transmitieron a otros obispos lo recibido y los dejaron como guardianes de este depósito de la Fe (I Timoteo 6, 20).
Las palabras Iglesia y Católica vienen del griego y significan la asamblea universal de todos los fieles cristianos. Decir católico y decir cristiano es la misma cosa. “La Iglesia –dijo San Agustín– es el pueblo cristiano esparcido por toda la redondez de la tierra.”.
Las palabras Iglesia y Católica vienen del griego y significan la asamblea universal de todos los fieles cristianos. Decir católico y decir cristiano es la misma cosa. “La Iglesia –dijo San Agustín– es el pueblo cristiano esparcido por toda la redondez de la tierra.”.
Desde el año 107, San Ignacio mártir, segundo Obispo de Antioquía de Siria, después de San Pedro, utilizó el término Iglesia Católica.
- Los rusos y griegos “ortodoxos”, por ejemplo, se separaron de la Iglesia Católica en el año 1054.
- Los protestantes empezaron con Martín Lutero en 1521.
- Los anglicanos fueron fundados en 1534 por el rey de Inglaterra, Enrique VIII, porque el Papa no le permitió divorciarse.
- Todas las demás sectas nacieron de la revolución luterana.
- Los Testigos de Jehová fueron fundados en Estado Unidos en 1871 por Charles Taze Russell.
- Los Mormones en 1830 por Joseph Smith.
- Los de la “Luz del mundo” en 1926 por Eusebio Joaquín González.
Los que se llaman “cristianos” son protestantes disfrazados. De todas estas sectas, ninguna tiene veintiún siglos y ninguna viene de los Apóstoles.
Ahora bien, si Cristo no las fundó ¿qué garantía de veracidad y legitimidad pueden tener? Ninguna. Al contrario, la Biblia, la historia, el sentido común y la justicia las condenan como usurpadoras de misión y función.
Cristo nos advierte: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestiduras de ovejas; mas por dentro son lobos feroces… No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos; mas el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, éste entrará en el reino de los cielos. Muchos me dirán en aquel día (del Juicio): Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu nombre, en tu nombre lanzamos demonios, y en tu nombre obramos muchos prodigios? Y entonces le declararé: nunca jamás os conocí; apartaos de mí los que obráis la iniquidad.” (Mateo 7, 15-23).
Cristo nos advierte: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestiduras de ovejas; mas por dentro son lobos feroces… No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos; mas el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, éste entrará en el reino de los cielos. Muchos me dirán en aquel día (del Juicio): Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu nombre, en tu nombre lanzamos demonios, y en tu nombre obramos muchos prodigios? Y entonces le declararé: nunca jamás os conocí; apartaos de mí los que obráis la iniquidad.” (Mateo 7, 15-23).
Seguramente muchos de buena fe siguen a las sectas, pensando estudiar la Biblia. Sin embargo, se separaron de la única Iglesia de Cristo para seguir a gente que fundó iglesias ilegítimas que no tienen la autentica interpretación de la Biblia, y que no salvan.
La solución es regresar a la Iglesia Católica, que es la única que fundó Cristo.
Un Sacerdote Católico
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