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lunes, 23 de junio de 2014

La Iglesia Católica es la verdadera: Prolegómenos (3) Verdad y libertad

[Antes de proceder a la lectura de esta entrada (obsérvese que ha cambiado el nombre que inicialmente tenía) sería conveniente leer la aclaración correspondiente. Ésta puede leerse pinchando aquí]

Continuemos con nuestro razonamiento: en primer lugar, hemos dicho que la verdad acerca de las cosas no depende de que las comprendamos o no. Lo real se nos impone. Y esto lo queramos o no, lo comprendamos o no. Esta realidad puede ser evidente, puede ser demostrada científicamente o puede que, aun siendo razonable, se encuentre en un ámbito tal que, no siendo contradictoria en sí misma, supere todas nuestras posibilidades de razonamiento: en este último caso nos adentramos en lo sobrenatural, en el terreno del misterio. En los tres casos considerados hay algo en común: la realidad. El hombre no crea la realidad, sino que está sometido a ella. Y este sometimiento a lo real, cuando se admite libremente, nos hace libres, porque nos sitúa en la verdad (no importando ya si ésta es o no evidente, si se puede o no se puede demostrar; o incluso si no hay manera humana de demostrarla y sólo se puede acceder a ella a través de la fe). 



El amor a la verdad es la actitud normal en un hombre normal (normalidad que, todo hay que decirlo, no abunda demasiado).  El que ama la mentira (y son muchos los que entran en este grupo "anormal") sólo se dejará conducir por sus propios intereses. Asentirá a lo que le interese y negará lo que no le interese. La opción por la mentira lleva al hombre a negar incluso lo que es evidente.  Y no tendrá ningún problema en negar aquello que haya sido demostrado científicamente, si tal demostración, por lo que sea, contraría sus "intereses" (lo hemos podido ver en el caso del aborto). Y, por supuesto, ... negará siempre, y esto de modo sistemático, todo aquello que perciba como sobrenatural. Admitirlo equivaldría a admitir una autoridad por encima de él, lo que sería un atentado a su "libertad".  

El hombre de hoy no está por la labor de que nadie le diga o le recuerde lo que es bueno y lo que no lo es: nadie tiene derecho a decidir por él acerca de la bondad o la maldad de las cosas. Sólo él puede decidirlo, conforme a su conciencia. Y lo que decida siempre será "lo correcto". Dios, por lo tanto, aparece como una amenaza a su "libertad". Esa es la razón última por la que el hombre quiere desterrar a Dios del horizonte proclamándose dios a sí mismo: Dios ha muerto y el hombre ha ocupado su lugar. ¡No hay otro dios que el propio hombre!  Volvemos de nuevo a la vieja tentación del  "Seréis como dioses" (Gen 3,5), que vuelve a surgir hoy con una fuerza insospechada.

(Continuará)

La Iglesia católica es la verdadera: Prolegómenos (2); verdad y soberbia

[Antes de proceder a la lectura de esta entrada (obsérvese que ha cambiado el nombre que inicialmente tenía) sería conveniente leer la aclaración correspondiente. Ésta puede leerse pinchando aquí]



La fe no es evidente para nadie, ni es algo que podamos conseguir con nuestras solas fuerzas, a base de razonamientos o de posesión de conocimientos.  Es un puro Don de Dios ... pero Dios [que nos ha manifestado su Amor de un modo pleno en su Hijo], nos la concederá si se la pedimos ... y lo hará sin tardar, porque lo está deseando, mucho más que nosotros. De modo que todos podemos jugar con ventaja ... si queremos.  Si no tenemos fe es porque no ponemos de nuestra parte, o sea, porque no queremos, puesto que la voluntad de Dios es muy clara, en este sentido


Pues bien: si a alguiencomo digo, por pura gracia, se le ha concedido el don de la fe, entonces la seguridad que posee es infinitamente superior a la que pueden proporcionarle la ciencia o incluso la misma evidencia"La fe es una convicción de las cosas que se esperan, argumento de las realidades que no se ven" (Heb 11,1). 


Antes de continuar, es necesario no olvidar que si algo es verdad lo seguirá siendo independientemente de que lo comprendamos o no, independientemente de lo que opinemos o dejemos de opinar


Eso por una parte. Y por otra, debemos de tener muy claro que, por desgracia, el hombre es capaz de negar incluso lo que es evidente para todos (y por muy demostrado que esté). Esto no es un invento mío. Pondré sólo un ejemplo de gran actualidad. Reflexionemos sobre la siguiente afirmación: "El aborto es un crimen". Cualquier persona, en su sano juicio, sabe que se trata de una verdad evidente por sí misma (esto siempre se ha sabido y es de sentido común). Pero, por si alguien aún tuviera alguna duda, está demostrado científicamente que hay vida humana real desde el momento mismo de la concepción. Muy bien: pues aun así, hay muchas personas que niegan esa afirmación ...  y dicen que el aborto no es ningún crimen ... ¡y no sólo no es ningún crimen, sino que, según estas personas, el aborto es un derecho que tiene la mujer! ... [¿derecho a matar al hijo de sus entrañas?] y se quedan tan panchos: argumentan de modo irracional [en un atentado a la propia razón], queriendo justificar lo injustificable sin ningún tipo de argumento plausible ni lógico: el único "argumento" es su propio egoísmo y lo que llaman "atentado contra la "libertad" de las mujeres que desean abortar" [¿"libertad" para matar?]  ... ¡Parece que eso les tiene sin cuidado! ... O sea, que no tienen ningún argumento racional, porque no lo hay. Por increíble que esto parezca es, sin embargo, lo que está sucediendo: a los hechos me remito. ¿Cómo explicar, si no, la existencia de un lobby pro-abortista?


¿Existe algún modo de entender esta barbaridad? ... Si algo está claro es que la defensa del aborto es algo irracional, bárbaro y cruel; y no es, en absoluto, "razonable". No tiene una explicación "humana". Porque, ¿cómo es posible defender un crimen -asesinato de una criatura humana inocente e indefensa- y quedarse como si nada? La defensa del aborto, que hoy se está produciendo por doquier, es estremecedora y la gente vive tan tranquila ...  ¡Es verdad que ha sido engañada, pero también lo es que se ha dejado engañar: ambas cosas! 


El verdadero problema tiene una profundidad tal que se nos escapa, pues de lo que se trata [por lo que parece y por lo que se ve, para el que quiera ver] es de la consecución del siguiente OBJETIVOnada ni nadie, ni siquiera los hechos evidentes y demostrados, puede estar por encima de la "libertad" del hombre que es quien decide, como un nuevo dios (como el único dios, pues no hay otro) lo que es y lo que no es, lo que está bien y lo que no lo está.  En el caso concreto del aborto, no hay más que cambiarle el nombre. En adelante no se va a llamar aborto sino "interrupción voluntaria del embarazo" (IVE). No se mata a nadie. Lo que lleva dentro una mujer embarazada no es ninguna persona humana, etc... Mentiras y mentiras, repetidas hasta la saciedad. Debido al gran poder de los mass-media y del Sistema -un Sistema que se opone a Dios- se está llegando a una situación en la que todo aquello que siempre ha sido considerado como aberrante (¡porque lo es!) se está viendo ya como algo "normal".  Y quien disienta de ello es considerado como un retrógrado, que se opone al progreso. Al imperar la mentira (¡ya sabemos quien es el padre de la mentira y de todos los mentirosos!), la gente está llegando hasta unos extremos inimaginables de maldad y de perversidad

Me viene a la mente la conocida máxima atribuida a Lenin, comunista ruso que murió hace noventa años, en 1924, responsable de la muerte de millones de personas (junto con Stalin): "Si los hechos están en nuestra contra ... peor para los hechos".  ¡Tremendo misterio de iniquidad es éste del pecado, que nos lleva a querer cambiar la realidad tal como ha sido creada por Dios y sustituirla por la que nosotros nos vayamos forjando! La soberbia del ser humano, que no permite que nadie (ni siquiera Dios, y Dios menos que nadie, porque él ha decidido que Dios no existe) le diga cómo son las cosas.  La Historia es maestra de vida[aunque, por desgracia, apenas se conoce la historia y lo poco que se conoce suele estar, con muchísima frecuencia, falseado]. Y los hechos son los hechos, por más que se los niegue o se los ignore ... como lo muestra la Historia. Pero quien sale perdiendo siempre, cuando se prefiere la mentira, es el ser humano... ¡No, no es peor para los hechos ... es peor para nosotros, cuando negamos los hechos! El que niega la verdad se aparta de la luz, porque no quiere que se conozca el mal que hace. La consecuencia es que no aprende de sus errores y queda sumido en la miseria, arrastrando consigo  a muchos otros. La mentira, consentida y promovida, daña y conduce siempre a la autodestrucción, de modo inevitable ... es cuestión de tiempo ... y, además, de poco tiempo.  



(Continuará)

sábado, 21 de junio de 2014

La Iglesia Católica es la verdadera: Prolegómenos (1) Fe y "diálogo"

[Antes de proceder a la lectura de esta entrada (obsérvese que ha cambiado el nombre que inicialmente tenía) sería conveniente leer la aclaración correspondiente, pinchando aquí]
El título de esta entrada -y la entrada misma- está motivado por un e-mail que recibí de un amigo quien, después de leer la vía de los hechos (16), se sorprendió de lo allí dije. Éstas fueron sus palabras, entre otras: "... el hecho de que la Iglesia católica no pueda establecer ningún diálogo con otras religiones, por ser ella la única verdadera (¿?) ... Bueno, no lo he podido evitar, pero me ha venido a la cabeza la frase del famoso “Tiramillas” cuando decía que no creía en la Religión Católica ... ¡y eso que era la única verdadera! ... ¿cómo iba a creer, entonces, en las demás? ". 

Aprovecho la contestación que le di y la completo mediante este artículo. A mí me sirve para ordenar ideas y pienso que puede ser útil también para otras personas. A ellas va dedicado. 

Básicamente, con algún ligero retoque, el contenido del e-mail está escrito en letra Times, fácilmente distinguible. El resto son ideas añadidas "a posteriori" (sobre lo mismo). En esta entrada aparece sólo la primera parte del e-mail. La segunda se puede leer pinchando aquí. (Nota: este párrafo ha sido introducido con posterioridad; concretamente, cuando escribí la segunda parte del e-mail) 
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El problema que tenemos (y yo el primero) -le dije-, es la falta de fe. La fe ilumina la inteligencia más aún que la razón. Podría escribir infinidad de citas a este respecto. Pero basta un simple razonamiento. O Jesucristo es Dios, el Mesías esperado por los judíos, en quien se cumplen todas las profecías del Antiguo Testamento acerca de Él, o no lo es (y esto independientemente de lo que nosotros podamos pensar o creer). 

Si Jesucristo no es Dios y no ha resucitado, entonces, con toda razón, los cristianos podríamos decir, perfectamente, con san Pablo: "si sólo para esta vida tenemos puesta la esperanza en Cristo, somos los más desgraciados de todos los hombres" (1 Cor 15,19).  

Pero si Jesucristo es Dios [de lo que san Pablo mismo es testigo, pues también a él se le apareció Jesucristo, después de haberse aparecido a todos los apóstoles. Así nos lo cuenta: "En último lugar, como a un abortivo, se me apareció también a mí" (1 Cor 15,8)] también nosotros, con san Pablo, podemos afirmar, con toda seguridad, fiándonos de su testimonio y del testimonio de todos los apóstoles y de los primeros cristianos que "Cristo ha resucitado de entre los muertos como primicia de los que durmieron" (1 Cor 15,20), lo que supone una transformación radical de toda nuestra existencia.

Y al afirmar la divinidad de Jesucristo, no puede caber ninguna duda en mi mente respecto a esa afirmación; se posee una seguridad total, que proviene de la fe;  entonces sólo Él merece todo el respeto, obediencia, cariño, gratitud, adoración y credibilidad posibles ...  Insisto: sólo Él. Y si Él ha dicho que somos sus amigos (si hacemos lo que nos manda), [Jn 15,14] es que efectivamente lo somos. Y por un amigo se está dispuesto a dar la vida, igual que Él la dio por nosotros, para salvarnos. Esa seguridad en que Él es Dios y que no hay otro Dios más que Él; y en que, además, es mi amigo, no puede ser una seguridad a medias, sino un convencimiento real por el cual me jugaría la vida, si fuera preciso: se trata de una seguridad absoluta (y de no ser así, no puede hablarse de fe, propiamente dicha). 


La fe se presupone en los cristianos y, con mucha mayor razón, en sus pastores, pues "sin fe es imposible agradar a Dios porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que existe y que premia a los que le buscan" (Heb 11,6). Insistamos en esto:  tanto un verdadero cristiano como un buen pastor deben de tener esa seguridad absoluta, consecuencia de la fe.




 ¿O es que existe acaso
alguien dispuesto a dar su vida por algo en lo que no cree, por algo de lo que no está seguro o  acerca de lo cual tiene algún género de duda? No tendría ningún sentido. Y si esto es así, ¿cómo es posible que un cristiano -y no digamos ya un pastor- hable de "diálogo" con otras religiones? Es un completo sinsentido, a menos que el cristiano o el pastor en cuestión hayan perdido la fe y hayan perdido, por lo tanto, su seguridad en la Palabra de Dios,  que es Jesucristo

[Palabra que podemos conocer a través de la lectura meditada del Nuevo Testamento, rectamente interpretado por la institución papal de casi 2000 años, y contando -por supuesto- con la ayuda del Espíritu Santo, que debemos implorar siempre antes de cada lectura, pues sin esa ayuda no entenderíamos absolutamente nada].

Téngase en cuenta que estoy usando la palabra "diálogo" dándole el sentido que se le da a dicha palabra en la actualidad [aunque no sea su auténtico sentido. Hablaré de ello más adelante]. Me explico. Cuando hoy se habla de diálogo en realidad se quiere decir: Yo cedo en esto y tú cedes en esto otro, hasta llegar a un acuerdo; esto es lo que los políticos llaman consenso. Alguien me dirá: Yo no veo nada malo en ese "diálogo".  Y, en principio, tendría toda la razón del mundo, pero ... ¡y esto es muy importante!: tal "diálogo", entendido como "consenso", está bien SÓLO si se refiere a cuestiones opinables y sobre las que caben opciones distintas, igualmente buenas

Lógicamente, y esto no puede haber nadie mentalmente "sano" que lo ponga en duda,  tal "diálogo", entendido  como consenso, es un absurdo si hace referencia a lo que podríamos llamar  cuestiones "incuestionables" (por llamarlas de alguna manera).  Por ejemplo,  nadie "dialoga" acerca de si  2 +2 = 4, porque todos los "dialogantes" están seguros de que eso es así ... ¡no hay que llegar a ningún "consenso"!, existe completa unanimidad; es más: plantear esa cuestión es, como mínimo, una pérdida de tiempo, pues todos tienen la seguridad absoluta de que dicha proposición 2 + 2 = 4, no admite ningún tipo de discusión.


Resumiendo:  cuando se está completamente seguro de que algo es verdad y, además, no cabe la menor duda acerca de que eso es así y no de otra manera, entonces el diálogo, entendido como "consenso", [que, insisto, es tal como hoy lo entiende todo el mundo], no tiene ningún sentido. Entender esta idea es fundamental.

La objeción surge espontánea: ¡Pues claro que 2 + 2 = 4 (se me dirá), pero es que eso es algo que es evidente para todos! ... y la fe no es, precisamente, evidente.  [Nos estamos refiriendo aquí a la fe en Jesucristo, como verdadero Dios y como verdadero hombre, cuya doctrina se encuentra en el Nuevo Testamento y está fielmente interpretada por la Tradición de veinte siglos de historia].  Porque además, según dice san Pablo, "la fe no es de todos" (2 Tes 3, 2b) ¡... luego el que tiene fe juega con ventaja!  Y tienen mucha razón los que así razonan, pues la seguridad que posee quien tiene fe es superior, incluso, a la que se tiene mediante la evidencia, como después diremos ... Ahora bien: Dios siempre concede esa fe a todos los que lo buscan sinceramente y se la piden de modo insistente: "Pedid y se os dará" (Mt 7,7).  Dios no niega su gracia a nadie. Y nadie puede gloriarse en sí mismo, ni puede presumir de tener fe: "Dios, nuestro Salvador ... nos salvó no por las obras justas que hubiéramos hecho nosotros, sino por su misericordia, por medio del baño de regeneración y renovación del Espíritu Santo, que abundantemente derramó sobre nosotros, por Jesucristo, nuestro Salvador" (Tit 3, 5-6) 


(Continuará)

jueves, 19 de junio de 2014

El Papa, a la vanguardia (por Fray Gerundio)

Como sabemos, el papa Francisco estuvo indispuesto unos días y fue entrevistado el viernes, 13 de junio de este año de 2014 por el periodista portugués Henrique Cymerman que trabaja como corresponsal en Oriente Medio para SIC, la Vanguardia y Antena 3. Su contenido, prácticamente completo, se puede leer aquí. Fray Gerundio ha realizado un comentario a esa entrevista. Para leerlo completo pinchar aquí. Selecciono algunos párrafos de dicho comentario. (Los subrayados, cursivas y negritas son míos)


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Este título [el Papa, a la vanguardia] es evidentemente ambiguo y de doble sentido. Nos podemos referir con él a la entrevista que el Papa ha concedido al periódico catalán del mismo nombre, pero también a esa divinización popular del Pontífice que lo ha presentado ante la Cristiandad como el que va delante de todos los procesos, progresos e intentos de acelerar lo que se ha llamado la modernización de la Iglesia. 

Ya se sabe lo que esto quiere decir: modernizar la Iglesia supone que hay que dar por terminada la funesta etapa en la que se denunciaba el pecado personal. Gracias a Dios, ahora han descubierto los sabios exegetas y moralistas que hoy en día todos los pecados son sociales, y sobre todo, los cometen los demás. [Nótese la ironía del autor] Basta con echar un vistazo a los sermones diarios para comprobar que la corrupción (de los otros, claro), el capitalismo, la inmigración, el paro… y un largo etcétera son los auténticos pecados contra los que hay que luchar desde la Sede de Pedro. El aborto, la homosexualidad, la impureza, el adulterio son peccata minuta, nunca mejor dicho. Y como ya se sabe (según Francisco) lo que dice la Iglesia sobre eso, pues no hay que insistir más en ello.

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Cada nueva entrevista lleva aparejada una nueva equivocidad, de tal modo que quien la lee suele interpretarla según sus intereses ...Pero bueno, a lo que voy.

El caso es que entre tantos melindres y chucherías de la entrevista, hay algo que me ha llamado poderosamente la atención [...] Es un intento de parecer que no se habla de uno mismo, cuando las palabras denuncian perfectamente las maniobras que dejan adivinar la presuntuosidad e inmodestia del entrevistado. Esto sucede en muchas entrevistas y no va a ser menos en la que ahora nos ocupa.

Cuando al final de la entrevista (el final siempre es interesante porque sale a colación alguna chorrada de fin de fiesta), el periodista pregunta: Usted está cambiando muchas cosas. ¿Hacia qué futuro llevan estos cambios?, la contestación es de lo más sugerente:

No soy ningún iluminado. No tengo ningún proyecto personal que me traje debajo del brazo, simplemente porque nunca pensé que me iban a dejar acá, en el Vaticano. Lo sabe todo el mundo.

Bueno, la verdad es que esto me parece algo, humm… digamos … que no se corresponde con la verdad .

Vamos a ver: Todo el mundo sabe que el cardenal Bergoglio, a punto ya de retirarse, estaba dando clases de italiano un par de meses antes de la renuncia de Benedicto XVI. Y ya se va conociendo más a fondo que todo estaba programado, a falta solamente de que el Espíritu Santo diera su conformidad, o al menos dejara actuar a los picarones de la comedia. Eso por un lado.

Por otra parte, si uno llega a una Institución sin un proyecto personal, lo primero que hace es respetar lo establecido. Y una Institución tan venerable como la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, merecía que se la hubiera tratado con algo más de respeto y de veneración por sus ancestrales costumbres. Es cierto que el Papado llevará siempre una cierta huella de la personalidad de quien lo sustenta: supongo que así ha ocurrido a lo largo de los siglos. Pero desde luego, la sistemática y atropellada desconsideración hacia costumbres, modales,  formas, procedimientos, conductas y opiniones de todo lo anterior, es sin duda un proyecto personal, así como suena. Porque si no lo hubiera, al menos habría permanecido algo en pie.

Fue el francés Luis XIV quien dijo la famosa frase El Estado soy yo. No se cortó un pelo al pronunciarla y no tuvo que disimular. Y desde luego el Papado es monárquico y absoluto, aunque ahora, con disimulada careta democrática, se ha convertido en absolutista en sentido negativo: para hacer un cambio radical de todo lo anterior, para poner la doctrina moral patas arriba, y para hacer ver que la Iglesia ha estado actuando mal hasta ahora. Si esto no es un proyecto personal, que venga Dios y lo vea.

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Como digo, transcribo sólo algunos párrafos del artículo de Fray Gerundio. Yo pienso básicamente igual, aunque el estilo de este autor es más mordaz e irónico que el mío. He leído otros artículos de Fray Gerundio (de hecho he copiado bastantes de ellos en este blog) y me parece que, en todo lo que habla, va animado de un sincero amor a la Iglesia y a la Verdad. Ciertamente su estilo suele ser muy directo (no tiene pelos en la lengua) ... pero es bueno que haya gente así. 



No obstante, si viera que en alguna de sus expresiones existiera alguna falta de respeto hacia la persona del santo Padre (no hacia sus ideas discutibles), o si viera que pusiera en duda la legitimidad de su Pontificado, sólo en esos casos desaconsejaría su lectura (o mejor, la aconsejaría tan solo a personas con las ideas lo suficientemente claras como para saber discernir lo que está bien de lo que no lo está). 

De momento, yo no he detectado nada de ello, en ese sentido: sí he notado indignación, pero es una indignación tal que me recuerda, salvadas las distancias, la ira de Jesús en el Templo cuando éste fue profanado por vendedores y cambistas, o sea, por ladrones. Se trataría, por lo tanto, de una "santa indignación"... ¡y necesaria, además, en determinados contextos!.

domingo, 15 de junio de 2014

La vía de los hechos: Una "nueva" religión. Pero de Dios nadie se burla (17 de 17)


NOTA: El índice de las 17 entradas sobre "La vía de los hechos" se ha introducido cuatro años después. Puede accederse a él, directamente, pinchando aquí.


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A modo de hipótesis, todo parece indicar lo siguiente: hoy se pretende sustituir la Religión Revelada en Jesucristo, por otra "religión" puramente humana y racionalista, que todos puedan comprender, en la que cualquier vestigio de sobrenaturalidad habrá desaparecido: una "religión" universal;  y cambiante con los tiempos, a los cuales se irá adecuando. El hombre irá decidiendo, por "consenso", qué es lo que está bien y lo que está mal, en cada momento histórico. Una religión "buenista", utópica y, sobre todo, falsa. No tendríamos por qué extrañarnos cuando digo que estamos en presencia de algo realmente diabólico, en el verdadero sentido de esta palabra, pues ¿acaso no es el Diablo el padre de la mentira y de todos los mentirosos?   El cristianismo seguirá siendo algo útil, en principio, porque no es posible hacerlo desaparecer así sin más. Pero tendrá un carácter simbólico, que se irá difuminando poco a poco hasta hacerlo desaparecer por completo (¡si eso fuera posible!).

Ya no habrá misterios, porque Dios habrá sido desterrado. Sólo habrá un dios, que será el propio hombre, el único que decidirá lo bueno y lo malo (¡en realidad esto está ocurriendo ya; no es necesario hacer predicciones de futuro!). El concepto de pecado se seguirá manteniendo, pero quedará reducido sólo al ámbito social, que será el único real. Lo más aberrante será considerado como normal e incluso exaltado, a excepción de la corrupción, las guerras y las injusticias sociales (que, por cierto, abundarán más que nunca). Me recuerda esta situación lo que ocurría en los primeros tiempos del Cristianismo, cuando los hombres se fabricaban sus propios dioses y luego  los "adoraban". Una auténtica farsa del gobierno de turno consentida por el propio pueblo pagano, que actuaba de cómplice. 


Continuando con mi hipótesis, en esa única religión cada cual podrá adorar al dios que quiera (libertad religiosa), pues todos los dioses tendrán la misma categoría y consideración (diálogo interreligioso), habrá una nueva fraternidad universal, con algún tipo de gobierno establecido por consenso entre los miembros del pueblo. Política y religión se fundirán en un único organismo de poder. Y se llegará a acuerdos y más acuerdos, cediendo donde haya que ceder con tal de que no haya guerra (aunque estas cesiones supongan legalizar el aborto, el divorcio, la eutanasia, el tráfico de drogas, la prostitución, la homosexualidad, y todo tipo de aberraciones que se nos puedan pasar por la mente ... pues muchas de ellas están ya admitidas y consideradas como normales). 


Yo no soy profeta ni lo pretendo. El futuro sólo Dios lo sabe. Pero tengo ojos y veo "algo" de lo que ocurre; y Dios me ha dado una inteligencia para que razone ... Y haciendo uso de ella he planteado una hipótesis que pienso que no es descabellada. Tal vez me quede corto. Pero, sea de ello lo que fuere, lo cierto es que "de Dios nadie se burla" (Gal 6,7). Respecto al día y a la hora no sabemos cuándo vendrá el Señor, pero desde luego será cuando menos lo esperemos, pues "vendrá como un ladrón" (2 Pet 3,10). "A la hora que menos penséis vendrá el Hijo del Hombre" (Mt 24,45), decía Jesús. Y san Pablo: "Sobre el tiempo y el momento, hermanos, no necesitáis que os escriba, porque vosotros mismos sabéis muy bien que el día del Señor vendrá como un ladrón en la noche. Así pues, cuando clamen: "Paz y seguridad", entonces, de repente, se precipitará sobre ellos la ruina ... sin que puedan escapar" (1 Tes 5,1-3).  


Pero estamos avisados. Y sabemos cómo debemos comportarnos, que es lo importante: "Vigilad porque no sabéis el día ni la hora" (Mt 25,13). "Estad preparados" (Mt 24,44). "Ya estáis advertidos: vigilad, no sea que, arrastrados por el error de esos libertinos, os resquebrajéis en vuestra firmeza. Creced, en cambio, en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo" (2 Pet 3,17-18). "Por esto, carísimos, en espera de estos acontecimientos esforzaos por ser hallados en paz, limpios y sin culpa, y considerad que vuestra salvación está en la paciencia de nuestro Señor" (2 Pet 3, 14-15). Las citas se pueden multiplicar, pero en todas ellas encontramos la idea de vigilancia, de oración, de esfuerzo, de crecimiento en el conocimiento de Jesucristo, etc...: "Dichoso aquel siervo a quien, al llegar su amo, encuentre haciéndolo así. Os aseguro que lo pondrá al frente de toda su hacienda" (Mt 24, 46-47)




Pues, como iba diciendo, los disidentes de la "nueva religión" (la religión del hombre, si es que se le puede llamar así), los que quieran permanecer fieles a la auténtica Religión  revelada hace más de dos mil años, serán perseguidos por todos, incluída la misma Iglesia Jerárquica, la cual estará identificada con el mundo: "Os expulsarán de las sinagogas [lo que ahora serían los templos]más aún: llega la hora en que todo el que os dé muerte pensará que hace un servicio a Dios" (Jn 16,2). "Esto lo harán porque no han conocido a mi Padre ni a Mí" (Jn 16,3). "Pero -continúa diciendo el Señor- os he dicho estas cosas para que cuando llegue la hora os acordéis de que ya os las había anunciado" (Jn 16, 4).


Son palabras proféticas de Jesús para que no nos escandalicemos cuando esto ocurra, ni arrojemos la toalla. Al fin y al cabo, de lo que se trata es de participar de la misma vida de Jesucristo, quien dijo: "Si me han perseguido a Mí también os perseguirán a vosotros" (Jn 15,20). Además, participando de la vida -y de la muerte- de Cristo, lejos de considerarnos desgraciados, hemos de considerarnos como los hombres más felices de la tierra:  "Bienaventurados cuando os injurien, os persigan y, mintiendo, digan contra vosotros todo tipo de maldad por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo" (Mt 5, 11-12).

Por lo tanto, pues "sabemos que todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios" (Rom 8,28) y conocemos muy bien las palabras de Jesús, que dijo: "Yo he vencido al mundo" (Jn 16,33). "Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28,20), sabiendo que nos dijo: "Si me pedís algo en mi Nombre, Yo lo haré" (Jn 14,14) yo me atrevería a pedirle, para mí y para todos los cristianos, que nos haga caer en la cuenta, de una vez por todas y para siempre, de que su amor hacia cada uno de nosotros es completamente real. No tenemos más que pensar en el ruego que dirigió a su Padre, en el sermón de la Última Cena, aquello que expresaba su deseo más íntimo, y que su Padre no puede negarle de ninguna de las maneras: "Padre, quiero que donde Yo estoy, también estén conmigo los que Tú me has confiado" (Jn 17, 24). O sea, el Señor quiere que estemos con Él. Nada hay más hermoso, ni en esta tierra ni en el cielo, que estar con Él y que Él esté con nosotros, en una intimidad amorosa tal que traspasa los umbrales del tiempo y del espacio y nos introduce en una eternidad sin fin, en donde ya no existe el tiempo: sólo el diálogo recíproco y amoroso entre Jesús y cada uno de los que, por puro don y gracia suya, hayan permanecido fieles hasta el fin.

sábado, 14 de junio de 2014

La vía de los hechos: El diálogo interreligioso es imposible (16 de 17)

NOTA: El índice de las 17 entradas sobre "La vía de los hechos" se ha introducido cuatro años después. Puede accederse a él, directamente, pinchando aquí.


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Hay una serie de hechos que hemos venido observando dese hace algún tiempo y que son difíciles de comprender. Se podrían poner muchos ejemplos: tenemos los famosos encuentros de Asís, en donde se reúnen personas de todas las religiones (o incluso aunque no tengan ninguna) y cada uno adora a su dios y le pide que haya paz y que no haya guerra. Esto tiene buena prensa, pero no es conforme a la realidad de aquello en lo que consiste la Religión católica: es imposible que pueda darse un verdadero diálogo entre religiones por una sencilla razón: la Iglesia Católica es la verdadera y, por lo tanto, no puede ceder ni un ápice en el reconocimiento de Jesucristo como Señor del Universo y único Salvador de la Humanidad, so pena de traicionar a su Maestro y de traicionar su misión.

Decir que el dios de los musulmanes, el dios de los judíos y el dios de los católicos es común es una falsedad. Por más abrazos que haya entre los representantes de las distintas religiones, la realidad ontológica no puede cambiarse: el objetivo de la Iglesia católica ha sido, es, y seguirá siendo, cumplir con la misión que le fue encomendada por Jesús: "Id y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar TODO cuando os he mandado" (Mt 28, 19-20). Que eso es precisamente lo que les decía a sus discípulos en su discurso sobre el buen pastor: "Tengo otras ovejas que no son de este redil; a ésas también es necesario que Yo las traiga, y oirán mi voz y formarán un solo rebaño con un solo pastor" (Jn 10, 16).  Y ese Pastor es Jesucristo: "En ningún otro está la salvación; pues no hay ningún otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, por el que podamos ser salvados"  (Hec 4,12). 


Sin embargo, las demás religiones no sólo no lo reconocen sino que luchan abiertamente contra esto. Niegan a Jesucristo y combaten contra Él y contra todos los cristianos. El mandato de Jesús es claro: "Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen" (Mt 5, 44). Y eso es lo que tenemos que hacer si queremos ser buenos discípulos de nuestro Maestro: rogad por la conversión de los que aún no le conocen. ¡ Pero no confundamos el amor por los enemigos con hacer concesiones al error! Yo, sinceramente, por más que lo intento, no acabo de entender el sentido de todos esos "acercamientos" entre las religiones, si no es por razones de tipo político, pero no son éstas las razones por las que debe moverse un cristiano y menos aún un Jerarca de la Iglesia católica. [Y lo mismo, o algo parecido podríamos decir de lo que ocurre con los llamados "hermanos separados" (protestantes, anglicanos, etc...) que, realmente, son herejes o cismáticos, al haber negado verdades fundamentales de la fe y seguir manteniéndose en el error].




En la Iglesia postconciliar se está dando más importancia a aquello que es secundario, pero que llama mucho la atención: la fraternidad  universal (¿?). Si lo que se pretendiera es convertir a los demás, lo entiendo, porque de eso se trata, ése es el mandato del Señor ... pero no es así. Según el papa Francisco: "los que son cristianos con la Biblia y los que son musulmanes con el Corán"además, "el proselitismo es una solemne tontería".   Curiosamente, esa misericordia que tanto se predica es selectiva, pues no se ejercita con los cristianos fieles a la Tradición de la Iglesia de siempre. Por eso digo que esto no puede explicarse (yo al menos no puedo) si no es considerando que el mismo Diablo se ha introducido en el seno de la Iglesia, en su Roca, y amenaza con destruirla desde dentro. Algo decía ya el papa Pablo VI en 1972: "El humo de Satanás se ha infiltrado en la Iglesia". De tener que hablar ahora probablemente quitaría la palabra "humo", porque (en mi opinión) es el propio Satanás el que se ha infiltrado. ¿Cómo explicar, si no, el ataque sistemático, por parte de la misma Jerarquía de la Iglesia  a todo aquello que huela a Tradición(Véase el caso de los Franciscanos  de la Inmaculada, y muchos otros que ahora mismo no recuerdo; ... y esto no ha hecho más que comenzar). Se está intentando cambiar (o anular) doctrinas que son intocables, porque son esenciales al Cristianismo [y lo son porque así han sido establecidas, de modo definitivo, por la Iglesia de veinte siglos que, asistida por el Espíritu Santo, ha seguido las directrices de su Maestro]. Y se pretende introducir otras (que son inventos de hombres), anulando las anteriores (que son invento de Dios). Todo esto no sería posible si no fuese por la falta de auténtica fe y por la cobardía de muchos Jerarcas de la Iglesia, que son malos pastores, y que están estropeando el rebaño que les ha sido encomendado. 

(Continuará)

La vía de los hechos: Los católicos no conocen su religión, porque no se les enseña (15 de 17)

NOTA: El índice de las 17 entradas sobre "La vía de los hechos" se ha introducido cuatro años después. Puede accederse a él, directamente, pinchando aquí.


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En la actualidad el pueblo judío, en su conjunto, sigue sin aceptar a Jesucristo, como el Mesías prometido, y todavía siguen esperando a otro Mesías. Dentro de la dificultad que supone hablar del fin de los tiempos, tal vez el punto de más difícil comprensión sea el relativo a la conversión del pueblo judío (que no está, precisamente, por la labor). De todos modos, igual que en Adán (como representante de la raza humana) todos pecamos, es posible -a modo de hipótesis- que la conversión de un reducido grupo de judíos represente al pueblo judío en su totalidad; pues de hecho, cuando llegue el final serán muy pocos los que quedarán con fe en la tierra, que son los que constituirán la verdadera Iglesiala que ha sido siempre fiel, desde el principio, al depósito recibido: "No temáis, mi pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino" (Lc 12,32) [En este sentido seguirían siendo válidas las palabras del Señor, como no puede ser de otra manera, de que las puertas del Infierno no prevalecerán contra la Iglesia, puesto que ésta no será completamente destruida sino que vivirá en sus miembros, aunque éstos se encuentren diseminados por toda la tierra]

A la vista de los acontecimientos actuales si no estamos aún en el final, es muy probable que estemos bastante cerca. Aunque, claro está, siempre nos queda la incertidumbre con respecto a los tiempos bíblicos, pues "para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día" (2 Pet 3,8). En fin, sea como fuere, no tenemos ningún motivo para asustarnos, pues la consigna de Jesús sobre la necesidad de estar preparados en todo momento sigue siendo válida, tanto si estamos cerca de los últimos tiempos como si no lo estamos


La conclusión acerca de lo todo lo que se ha dicho en estos artículos parece clara. Por una parte está el Dogma que no ha sido tocado ni puede serloPero, por otra parte, aunque no se niegue, no se habla de él: por ejemplo, del carácter sacrificial de la Misa, de la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, de la necesidad de pertenecer a la Iglesia como única tabla de salvación, de la existencia del pecado original y de los pecados personales, de la misericordia de Dios vinculada a la conversión y a la confesión de los pecados, de María como Virgen y Madre de Dios, de la Resurrección REAL de Jesucristo, que está en cuerpo y alma en el cielo (al igual que su Madre), etc...; y al no hablar de todas estas cosas, que constituyen la esencia del Cristianismoverdades de carácter sobrenatural y que nos trascienden,  entonces el cristiano acaba DE HECHO desconociéndolas y, desconociendo, por lo tanto, su propia Religión. Y si alguna noticia le llega, porque es inevitable, pensará que se trata de leyendas piadosas, propias de un determinado momento histórico, pero desfasadas, hoy en día. Alguno incluso llegará a pensar que todo eso que se cuenta en los Evangelios no ocurrió realmente; si acaso sólo aquello que fuese comprensible por su razón. 


De este modo, por la vía de los hechos (en este caso, "hechos" de omisión), la Iglesia se iría esfumando, las nuevas generaciones no conocerían a Jesucristo, y las palabras de San Juan: "el mundo entero yace en poder del Maligno" (1 Jn 5,19b), que siempre han sido reales, pues son palabra de Dios, serían también aplicables a la Iglesia, una vez que ésta hubiera llegado a confundirse con el mundo... Frente a esto tenemos, no obstante, las palabras de Jesucristo, de que "las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia" (Mt 16,189; por lo que sabemos que siempre quedará un resto que se habrá mantenido fiel, y que constituirá la verdadera Iglesia. Y en atención a ellos se adelantará la segunda venida de Jesús al mundo"pues de no acortarse esos días, no se salvaría nadie; pero en atención a los elegidos esos días se acortarán" (Mt 24, 22). Y ahora Jesús no vendrá para sufrir ni para morir,  "porque sabemos que Cristo, resucitado de entre los muertos, ya no muere más: la muerte ya no tiene dominio sobre Él" (Rom 6, 9). "Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre, y en ese momento todas las tribus de la tierra romperán en llantos. Y verán al Hijo del Hombre que viene sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria(Mt 24,30)   

¿Y qué sucede hoy con la Tradición y el depósito recibido? San Pablo tenía muy clara su misión: "No me avergüenzo del Evangelio, porque es una fuerza de Dios para la saalvación de todo el que cree, del judío en primer lugar y también del griego" (Rom 1, 16), "pues no todos tienen fe(2 Tes 3,2). ¿Cómo debe proceder un cristiano con relación a los cristianos que han renegado de su fe? : "Os ordenamos, hermanos, en nombre de Nuestro Señor Jesucristo, que os alejéis de todo hermano que ande ocioso y no conforme a la Tradición que recibieron de nosotros" (2Tes 3,6)


Estas palabras nos hablan de la importancia capital de la Tradición en la Religión católica, hasta el punto de que renegar de la Tradición equivale a renegar de Jesucristo y de su Iglesia. De ahí que no pueden entenderse ciertos sucesos que, influidos por el modernismo, vienen ocurriendo en el seno de la Iglesia, desde hace ya más de cincuenta años, pero especialmente en estos últimos años, si no es por intervención diabólica. Se dice en el Apocalipsis, hablando de la bestia, es decir, del Diablo : "Se le permitió hacer la guerra contra los santos, y vencerlos; y se le dio poder sobre toda tribu y pueblo, lengua y nación. Y le adorarán todos los que habitan la tierra, aquellos cuyo nombre no está escrito, desde el origen del mundo, en el libro de la Vida, del Cordero inmolado" (Ap 13,7-8). 




(Continuará)

viernes, 13 de junio de 2014

La vía de los hechos: No se habla del gran Enemigo: el Diablo (14 de 17)

NOTA: El índice de las 17 entradas sobre "La vía de los hechos" se ha introducido cuatro años después. Puede accederse a él, directamente, pinchando aquí.


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Acerca de la segunda venida del Señor no se puede afirmar nada, con seguridad, ni en un sentido ni en otro. Sin embargo, es un hecho que hoy se están cumpliendo bastantes de las profecías que describen ese final, una de las cuales fue profetizada por san Pablo, cuando dijo que antes del fin "ha de venir la apostasía y se ha de manifestar el hombre de iniquidad, el hijo de la perdición, que se opone y se alza sobre todo lo que se dice Dios o es adorado, hasta llegar a sentarse en el templo de Dios, manifestando que él es Dios" (2 Tes 2, 3-4). ¿Y acaso no se respira hoy, a nivel mundial, ese ambiente de apostasía universal?

Hay muchas otras señales sobre el final que son indicativas de que el Señor está ya a la puerta, aunque ninguna es definitiva, entre otras cosas porque "el día del Señor llegará como un ladrón" (2 Pet 3,10). Y, además, como dijo el mismo Jesús: "A la hora que menos penséis vendrá el Hijo del Hombre" (Mt 24,44). No obstante, hoy se dan muchas de las señales predichas por Él: "Todas las gentes os odiarán a causa de mi Nombre" (Mt 24,9). "Surgirán muchos falsos profetas y seducirán a muchos. Y, al desbordarse la iniquidad, se enfriará la caridad de muchos" (Mt 24, 11-12), etc... Hay muchísimos textos evangélicos que hablan sobre el fin del mundo; y no vamos aquí a citarlos todos. Además, ése no es nuestro tema específico.


Pero estemos o no cercanos a ese fin, el consejo del Señor es que debemos estar preparados en todo momento, mediante la oración; y que debemos perseverar hasta el fin, con la confianza puesta completamente en Él, sin temor a nada:
 "Cuando comiencen a suceder estas cosas, erguíos y levantad la cabeza, porque se aproxima vuestra Redención" (Lc 21,28) ...es señal de que "está cerca el Reino de Dios(Lc 21,31). Por lo tanto: "Vigilaos a vosotros mismos, para que vuestros corazones no estén ofuscados por la crápula, la embriaguez y los afanes de esta vida, y aquel día no sobrevenga de improviso sobre vosotros" (Lc 21,34).  "Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas" (Lc 21, 19).


No vamos a explayarnos aquí sobre este tema del fin de los tiempos; pero es bueno caer en la cuenta de que, efectivamente, hoy se está perdiendo la fe 
a marchas forzadas, en todo lo concerniente a lo sobrenatural . Y no puedo evitar que me vengan a la mente las siguientes palabras de Jesús: "Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?"  (Lc 18,8). Curiosamente, según algunos, estamos viviendo lo que ha dado en llamarse "primavera eclesial". Es la postura del avestruz. Se trata ciertamente de una gran mentira, muy meditada, que tiene la virtud, como toda mentira bien planeada, de engañar y de convencer a mucha gente; aunque sólo serán engañados aquellos que han optado por la mentira, por desgracia, es cada día mayor el número de los incrédulos. No por taparse los ojos la realidad desaparece. 


Todo lo dicho me hace pensar de nuevo en san Pablo, cuando advertía a los corintios: "Mucho me temo que, al igual que la serpiente  engañó a Eva con su astucia, corrompa también vuestras mentes apartándolas de la sinceridad y pureza hacia Cristo" (2 Cor 11,3).  "Pues si alguno viniera -continúa diciendo- y os anunciara un Jesús distinto del que os hemos predicado, o recibierais un espíritu distinto del que habéis recibido, o un Evangelio distinto del que habéis abrazado,  lo soportaríais de buena gana" (2 Cor 11,4). Y es que san Pablo predicaba "a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles" (1 Cor 1,23)

Pero no hay otro Evangelio: "Si alguno os anuncia un evangelio diferente del que habéis recibido, ¡sea anatema!" (Gal 1,9). ¿Cómo es posible que, una vez recibida la buena noticia del Evangelio, por parte de Jesús mismo, de sus apóstoles, de los Santos Padres y de la sana Tradición de la Iglesia, actuemos como aquellos que no conocen dicho mensaje? ¿Pensamos que saldremos impunes viviendo como si Jesucristo no hubiera venido a este mundo y nos hubiera manifestado, en Sí mismo, al único Dios verdadero? Sí, claro que podemos pensarlo, pero no es eso lo que leemos en la Sagrada Biblia; o sea, no es ésa la palabra de Dios: "Si no hubiera venido y les hubiera hablado -decía Jesús-, no tendrían pecado. Pero ahora no tienen excusa de su pecado  (Jn 15, 22).¿Pensamos que todo da igual? ¿Pensamos que todos nos vamos a salvar por aquello de que Dios es bueno? Pues san Pablo, o sea, el Espíritu Santo, no opina del mismo modo:  "Todos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba conforme a lo bueno o malo que hizo durante su vida mortal " (2 Cor 5,10). 





Lo que hoy está ocurriendo en la Iglesia es imposible de explicar con argumentos puramente humanos. Se está llevando a cabo una destrucción de la Iglesia, en el seno de la misma Iglesia... y todo porque se ha perdido la fe, que es la única que vence al mundo, en palabras de Jesús: "Todo reino dividido contra sí mismo será desolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no subsistirá" (Mt 12,25). ¿Tan olvidado tenemos ya el Evangelio? Pues debemos recordar (o aprender, si no lo sabíamos) que "nuestra lucha no es contra la carne o la sangre, sino contra los principados, las potestades, las dominaciones de este mundo de tinieblas, y contra los espíritus malignos que están en los aires" (Ef 6,12).  

Ciertamente la Iglesia tiene -y ha tenido- muchos enemigos a lo largo de su Historia, y gran parte de ellos han surgido de su propio seno, dando lugar a los cismas y a las herejías. En la actualidad estos enemigos son muchos; de modo que, 
aunque no únicamente, pero sí abiertamente se encuentran los socialistas, los comunistas y (muy, muy escondidos) los masones. [Por cierto, hay muchas personas que piensan tranquilamente que se puede ser cristiano y ser también socialista; o incluso comunista. Suele ser gente sin preparación y fácil de engañar, que no conoce en realidad estas ideologías como tampoco conoce lo que significa ser cristiano]. Por supuesto que hay muchos más enemigos que los que he dicho. En todos los casos estos enemigos cuentan con un gran poder mediático y económico. Y, sin embargo, el enemigo más temiblesi vamos al fondo del problema que asola la Iglesia, el que está detrás de todos esos movimientos, es el mismísimo Diablocuya gran victoria actual es la de haber conseguido que el mundo no crea en su existenciano se habla de él, como si no existiera; o si se dice algo, suena a irreal o a cuento chino. De este modo puede actuar a sus anchas, sin oposición e incluso con la aquiescencia (¡triste es decirlo!) de muchos jerarcas de la propia Iglesia. ¡ÉSTE ES EL HECHO! (la ocultación de la realidad del Diablo)

Y, sin embargo, el Diablo existe. No lo digo yo. Mis palabras no tienen más relevancia que la que podría tener una simple opinión de cualquier persona. Pero es que esto lo ha dicho Jesús, en infinidad de ocasiones, a lo largo del Evangelio. 
Y sus palabras son palabra de Dios, que no puede engañarse ni engañarnos. Así, por ejemplo, en una determinada ocasión, a algunos judíos de su tiempo, les dijo: "Vosotros tenéis por padre al Diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Él era homicida desde el principio, y no se mantuvo en la verdad, porque en él no hay verdad. Cuando habla la mentira, habla de lo suyo, porque es mentiroso y el padre de la mentira. Sin embargo, a Mí, que digo la verdad, no me creéis" (Jn 8, 44-45) . ¡ÉSTE ES EL DOGMA! (el Diablo existe).


El  Diablo odia la Cruz, porque odia a Dios, que es AmorY la Cruz es la máxima manifestación de amor posible que existe, desde que el Hijo de Dios se hizo hombre y dio su vida por nosotros en un patíbulo para salvarnos; y también para enseñarnos aquello en lo que consiste el verdadero amor: "Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos" (Jn 15,13). ¡Esto es algo que ni el Diablo ni sus hijos pueden soportar! Y esta idea de la esencia del Amor, que consiste en la entrega de la propia vida y que supone la cruz como testimonio de autenticidad, digo, esta idea, que es esencial al Cristianismo, es silenciada y atacada


Y es por eso que se quiere acabar con la Tradición, que es la que mantiene en la memoria, en la mente y en el corazón de los cristianos, la realidad de la existencia de Jesucristo, como verdadero Dios y verdadero hombre, así como su amor por nosotros hasta dar la vida. Cuando los judíos afirmaban que tenían un solo Padre y que éste era Dios, Jesús les dijo: "Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais; pues Yo salí y vengo de Dios; no he salido de mí mismo, sino que Él me ha enviado. ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis oír mi Palabra" (Jn 8, 42-43). 
(Continuará)