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viernes, 9 de noviembre de 2018

Tras las elecciones, el ‘referéndum’ financiero de los católicos americanos (Carlos Esteban)




Las elecciones intermedias han arrojado un resultado mejor de lo esperado para el presidente de Estados Unidos, pero ahora llega una situación no muy distinta para la jerarquía católica americana: el esfuerzo recaudatorio de donaciones para la Campaña Católica para el Desarrollo Humano, un equivalente a nuestro Domund, que será un verdadero referéndum práctico sobre lo que piensan los fieles de sus prelados.

Llega en noviembre en Estados Unidos, como todos los años, la colecta dominical que su conferencia episcopal destina a la Campaña Católica para el Desarrollo Humano (CCHD), una de las más importantes en la iglesia del país, y este año promete convertirse en un verdadero ‘referéndum’ de los parroquianos sobre la gestión de sus prelados.

La Iglesia no es una democracia, ni debe serlo, pero siempre hay medios para que el ‘sensus fidelium‘, el sentir de los fieles, llegue a una jerarquía cada vez más alejada de su grey y más irresponsable en su gobierno. Uno bastante obvio es el dinero, votar con el bolsillo, igual que se hace en el mercado.

La Iglesia vive de lo que le dan los fieles, y estos no parecen especialmente contentos con las prioridades de su jerarquía tras la ola de escándalos de encubrimiento de abusos sexuales en el clero. Esta campaña puede, pues, decirnos bastante del sentimiento generalizado entre los feligreses. Y, a juzgar por las airadas respuestas que ha cosechado el anuncio desde la cuenta de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos en Twitter, los obispos deberían prepararse para los malos tiempos.

No es que no haya motivos para desconfiar de la CCHD por sí misma, siendo como es un reflejo de las prioridades ideológicas de los obispos norteamericanos. El periodista católico americano resume la opinión de no pocos cuando escribe en Twitter: “CCHD fue fundada por discípulos de Saul Alinsky, y ha sido desde el principio una empresa corrupta e izquierdista”. Alinsky fue un teórico de la subversión revolucionaria que habría de convertirse en inspirador del presidente Barak Obama.

Pero el asunto es más grave que un mero financiar mayoritariamente causas progresistas. Según denuncia el Lepanto Institute en un reciente informe, la CCHD financia, como ha hecho desde el principio, grupos proabortistas y proLGBTI. Durante cinco años consecutivos, de 2012 a 2017, la CCHD proporcionó un total de 280.000 dólares a la Community Alliance of Tenants (CAT), una organización radical implicada en la promoción de la homosexualidad y el aborto. Es dudoso que el feligrés que pone sus dólares en el platillo durante la misa tenga esta finalidad en mente. Y este dinero procede de todas las diócesis, en una campaña en la que la diócesis se queda con una cuarta parte de lo recaudado y deja en manos de la CCHD las tres cuartas partes restantes, para que la distribuya entre grupos como el citado.

O ACORN, un grupo de activistas políticos, poderosísima sociedad pantalla del Partido Demócrata, que tuvo que cerrar en 2010 después de que se hiciera público un vídeo escandaloso. Tras ese y otros escándalos relaciones con ACORN, la conferencia episcopal prometió reformar los criterios con los que la CCHD decidía sus donaciones, pero el informe del Lepanto Institute muestra que se ha hecho poco o nada en absoluto y todo ha quedado en un mero ejercicio de relaciones públicas.

La Iglesia americana ya le está viendo las orejas al lobo de la ruina, después de que algunos de los fondos católicos más poderosos anunciaran su intención de retener las donaciones a la Iglesia hasta que se aclarara satisfactoriamente la cuestión del encubrimiento de abusos. Otra poderosísima sociedad, la Papal Foundation, también parece seriamente perjudicada. Formada por grandes empresarios católicos, en su consejo se sentaban cardenales como McCarrick y estaba hasta esta semana pasada presidida por el ‘tocado’ cardenal Donald Wuerl, arzobispo dimisionario de Washington.

Ahora han puesto a su frente al cardenal Sean O’Malley, arzobispo de Boston y responsable de la Comisión Pontificia de Protección a la Infancia, en un desesperado intento de recuperar credibilidad. Pero la Papal Foundation tuvo su propio escándalo, cuando el Papa solicitó una donación extraordinaria de 25 millones de dólares destinados a un instituto dermatológico romano acusado de malversación de fondos y blanqueo de dinero.

Pero ahora no se trata de la respuesta de los ricos, sino del donativo del común, del feligrés de a pie, y ya hay en marcha una campaña espontánea en redes -con la etiqueta #Sayno2cchd- para animar a los fieles a ‘castigar’ la deriva de la iglesia americana negándole el dinero en este esfuerzo de recogida de fondos.

Carlos Esteban