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martes, 27 de diciembre de 2022

La crisis de fe que atraviesa la Iglesia tiene su origen en la nueva Misa



Este imperdible artículo del sacerdote austriaco Michael Gurtner se publicó originalmente en alemán en el sitio katholisches.info el pasado 27 de noviembre, que ha autorizado a Rorate Caeli a publicar la traducción.

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En estos momentos la Iglesia modernista trata de transformar su constitución interna, transformándose por sí sola y por iniciativa propia para que en lugar de la Iglesia jerárquica querida e instituida por Dios sea de carácter sinodal (y por tanto obra de hombres). En la única Iglesia de Jesucristo, que es la católica, se está llevando a cabo desde décadas un proceso de continuo apartamiento de la divina Revelación y del propio Cristo; un proceso de autodemolición. La Iglesia se está haciendo pedazos desde dentro. Desgraciadamente, es muy legítimo plantearse en este momento hasta qué punto sigue siendo católica la Iglesia. ¿Es todavía como Cristo quiso que fuera?

Indudablemente, está claro que la Iglesia es la misma que instituyó Cristo. En cierta forma se puede señalar a la Iglesia y afirmar: «Ésta es la única Iglesia que fundó Jesucristo». Por otro lado, cabría plantearse si lo que en general hacen, enseñan, deciden y creen los jerarcas terrenos de esta Iglesia única de Jesucristo en un momento dado se ajusta a lo que Él quería.
No podemos incurrir en el craso error de creer que todo lo que dice la Iglesia por medio de sus órganos visibles se corresponde automáticamente con las enseñanzas y la voluntad de Jesucristo. No todo lo que dice y hace la Iglesia se conforma de forma automática a la voluntad de Dios: hay muchas posibilidades de que de palabra y de obra se actúe contra la verdad revelada. Cuando esto se hace por ignorancia y sin culpa se llama error; cuando se hace adrede y de modo consciente, se llama pecado.
Para entenderlo bien, lo podríamos comparar con un doble molde. Una parte representa la Iglesia sobrenatural y la otra la natural. La forma de la sobrenatural es formativa. La de la natural adopta la forma y hay que hacerla coincidir con la otra. Si ambas formas coinciden, todo está en orden. Ahora bien, si en ciertos puntos no se ajustan es que algo está mal y es preciso corregirlo urgentemente, quitando o añadiendo lo que proceda hasta restituir la congruencia.

Teniendo en cuenta que el núcleo central de la Iglesia es la liturgia, en concreto la oblación del sacrificio eucarístico, centro de todo su ser y su acción, se hace necesario plantearse una cuestión analítica en torno a la Santa Misa: ¿qué misión ha desempeñado la reforma litúrgica en general, en particular la Misa nueva, en su desarrollo hasta llegar al punto en que nos encontramos hoy? Es decir, la descomposición interna de la Iglesia.

¿Qué significa la Nueva Misa?

En cuanto emprendemos una reflexión de este estilo, nos topamos para empezar con un problema esencial: aunque todo el mundo entiende perfecta e inequívocamente cuando se habla de celebrar la Misa de antes, con la Misa nueva no es así. En este caso es necesario aclarar a qué clase de nueva Misa se refiere uno. Pues aunque no se aparte de los opciones que le brinda el Misal, el espectro es tan amplio que va desde una Misa solemne en latín y con incienso, casulla de guitarra y en el altar mayor a otra que se celebra sentados formando un círculo con albas grises, aporreando guitarras, oración eucarística suiza y cáliz y estola de diseño modernista. A primera vista no tienen nada en común, y sin embargo las dos siguen el mismo Misal de Pablo VI sin apartarse de las opciones que permite.

Si añadimos a eso las misas que se celebran en las parroquias cometiendo infinidad de abusos litúrgicos, o sea cuando se apartan (y a veces mucho) de las posibilidades que brinda el nuevo Misal, la deriva llega más lejos todavía.

Los excesos litúrgicos (si queremos llamarlos así) están a la orden del día en muchos lugares y hace mucho que dejaron de ser cosa de capellanes rebeldes de tercera que lo hacían contrariando abiertamente la voluntad expresa del párroco o el obispo. Todo lo contrario; hace tiempo que esas barbaridades litúrgicas las hacen también clérigos de alto rango: párrocos y capellanes no son los únicos que dan mala nota, sino también vicarios episcopales, vicarios generales, obispos y cardenales. En internet abundan las imágenes, y no están documentadas todas esas misas ni mucho menos, en las que se puede ver desde un obispo de Sicilia dando vueltas en bicicleta por la catedral con casulla y mitra a un obispo alemán con maquillaje de carnaval y casulla barroca o un cardenal vietnamita jugando con globos durante la Misa bajo luces de discoteca.

Incluso en los seminarios modernos (cuyo espacio más antiestético suele ser la capilla, que hace difícil, por no decir imposible el recogimiento y la oración devota, y que evoca una sensación incómoda o hasta suscita resistencia al entrar), se suele describir la liturgia como una especie de laboratorio continuo en el que se puede y debe experimentar. En la formación sacerdotal no se enseña necesariamente el concepto de sacralidad. ¿Qué tiene de sorprendente entonces que algunos sacerdotes no vean nada de malo en celebrar la Misa en medio del mar usando un colchón neumático por altar, o que otro, en camiseta y pantalones cortos, haga lo mismo en un claro de un bosque, y diga Misa sentado sobre una tela extendida en el suelo. La nueva Misa se entiende como un banquete comunal; ya no es el sacrificio sublime y sagrado de Jesucristo. En el novedoso concepto de la liturgia, según lo que promueve y exige la propia reforma litúrgica, todo elemento de culto se ha degradado y reducido a algo meramente cultural y sociológico.

Admitiendo que estos ejemplos extremos –aunque algunos los cometan cardenales y obispos– no son reflejo directo de la propia reforma litúrgica (¡indirectamente sí), el abanico en cuanto a cómo se puede celebrar la Misa según el nuevo rito es enorme, incluso dentro de los límites de lo que permiten las normas establecidas, y no se entiende cómo formas tan divergentes puedan ser expresión de una misma fe. Es la conclusión inevitable dada la amplia variedad de diferencias en los textos y ceremonias que pueden acompañar toda instanciación . Este es el primer problema grave que nos lleva a otros.

La Misa nueva es válida pero ambigua

Nada más esto basta para que la Misa y la fe asociada a ella pierdan la necesaria claridad y falta de ambigüedad. Es más, es inevitable que los fieles tengan la impresión de que, para empezar, no hay claridad: todo es vago, impreciso, y en el fondo no es tan importante lo que se cree con tal que se crea algo, sea lo que sea (única limitación: que no sea preconciliar).

Si la propia Iglesia tiene la intención de que la celebración del sacrificio sea objeto de una amplia gama de opciones aun en sus partes más fundamentales y dependa por tanto de decisiones personales, y de conformidad con ello, de las preferencias de cada uno, al haber creado la Iglesia una situación en la que la liturgia se ha vuelto ambigua, lógicamente ello también se aplicará a la fe que subyace a la liturgia y que esta fomenta (lex orandi, lex credendi). Ahora bien, una situación así no promueve la convicción y la fe, sino la manifestación creativa de las propias y arbitrarias opiniones. El nuevo misal obliga al sacerdote a decidir él mismo cómo y qué va a ofrecer como Santa Misa.

De este modo la Iglesia ha abandonado en la práctica sus convicciones anteriores dejándolas como una opción más entre tantas. Así, es más bien una cuestión de gustos, preferencias y opiniones, todas ellas equiparadas. Aparte de que el nuevo Misal ya ha introducido cambios importantes y muy desafortunados, al celebrante le toca decidir en qué poner más el acento. Lo cual es absurdo, teniendo en cuenta que la Santa Misa tiene que estar definida con claridad y no puede degenerarse para convertirse en la obra de un cura cualquiera o de un comité litúrgico. Está claro, pues, que lo que predomina es el carácter de celebración conjunta y el ofrecimiento del Sacrificio de Cristo en el culto de la Iglesia queda en un segundo plano. El católico medio entenderá que la Santa Misa es una celebración comunitaria que externamente se le presenta de esta manera, y además, también se expresa de dicha manera y no primariamente como un sacrificio, que es lo que realmente es.
Para que nadie oponga resistencia, no se eliminan de forma clara y tajante las creencias de siempre. Se limitarán a no mencionarlas más, y se disimularán y ocultarán hasta que desaparezcan de la fe y de las conciencias y en la mentalidad general del clero y el pueblo hayan dejado de ser una doctrina vigente o válida o una práctica litúrgica. Por ese camino, llegará un momento en que las doctrinas y prácticas tradicionales se llegaran a ver como cosas de antes que han perdido vigencia. Suele ser más eficaz dejar algo como en segundo plano y que así vaya cayendo en el olvido que abolirlo directamente, pues se provocaría una reacción.
Se engaña a la gente con palabras astutas que parecen importantes: no se habla del sacerdote que ofrece el Sacrificio sino de quien preside la celebración, no se habla de altar ni víctima sino de la mesa para la Palabra y la Eucaristía. Lo principal es que se ha perdido la falta de ambigüedad. Ahora se habla más de enriquecer nuestra diversidad, de la necesidad de emplear otros métodos o de la prioridad de la participación activa.

Nada de esto afecta en sí la validez del sacramento, pero es un ataque contra su fruto espiritual. No basta con una comunión válida, como si el Cuerpo del Señor fuera un medicamento que funciona mediante una reacción bioquímica. Es preciso que las gracias que derrama el Sacramento caigan también en suelo fértil para que se desarrollen debidamente. Y dado el contenido y estilo de la nueva Misa, ese suelo -o sea, nuestra alma- no se ha preparado como sería necesario para que las gracias se desarrollaran en su plenitud. Dependiendo de cómo se haga, la nueva Misa puede incluso llegar a petrificar el suelo en vez de abonarlo y hacerlo fructífero.
Como es natural, la gracia de Dios puede actuar en cualquier sitio, pero eso no quiere decir que podamos rehuir nuestras responsabilidades ante el sancta sanctorum, y hacerle cargar con el muerto a Dios y hacer lo que nos dé la gana alegando que como Dios es tan poderoso ya lo resolverá. Esa actitud puede llevarnos incluso a abolir los sacramentos y totalmente la práctica de la religión, la fe y la liturgia. Con una liturgia falsa que ha perdido de vista los principios fundamentales corremos el riesgo de que la gracia de los sacramentos caiga en terreno pedregoso y sea cubierta por espinos. En algún momento la gente dejará de creer, aunque comulgue, o bien dejará de asistir a Misa.
La Misa nueva lleva a transigir en cuestiones fundamentales de fe

Un problema capital de la nueva Misa es que enseña a ceder en cuestiones de fe. Se podría decir que ella misma lo demuestra. Uno se va acostumbrando a hacer concesiones. A una tachadura sigue otra, hasta que no queda nada del escrito original.

Lo que al principio se percibe como una deficiencia que convendría eliminar no tarda en convertirse en un hábito al que hay que hacer frente y se termina por defender. Al principio, tal cosa no es sino una opción más; luego, es un derecho de todos; y al final, un deber general. El altar del pueblo, el empleo de acólitas y la comunión en la mano no son sino tres ejemplos particularmente llamativos que prueban este esquema repetitivo. Mientras tanto, en algunos lugares nos vamos acostumbrando a ver laicos que predican, laicos que bautizan, laicos que celebran enlaces matrimoniales y laicos que presiden funerales. El propio sacerdote se está volviendo superfluo, porque después de haberlo despojado de muchas otras competencias pastorales sólo falta que le quiten la liturgia.
En todo caso, siempre se sigue el mismo esquema: lo que al principio fue un escándalo y un abuso litúrgico se ha vuelto de obligada aceptación para todos. Ha pasado de ser un mal a ser un derecho y un deber. Se está introduciendo una mentalidad fatalista de que es mejor que nada o no es tan malo porque no es esencial. Pero la inexorable espiral cuesta abajo ya ha empezado. La nueva Misa nos ha ido acostumbrando a las novedades. Y poquito a poco siempre se avanza algo más. Con frecuencia se trata de alteraciones mínimas que no parecen tan graves, pero esos cortos pasitos iniciales se van convirtiendo poco a poco en grandes zancadas cuando se enlazan entre sí. Si se observa lo que parece normal durante largos intervalos de tiempo, no se tarda en apreciar hasta qué punto se ha decaído nada más con lo que es normal en el Novus Ordo Missae.
La reforma litúrgica enseña a enseña a hacer cada vez más concesiones. Y una concesión de por sí siempre constituye un entramado de cosas que no convencen ni son las mejores. Ceder siempre supone tolerar un mal que se reconoce como parte del conjunto, una reducción de la calidad. De lo contrario, si no fuera algo inferior a lo mejor no habría necesidad de ceder. En el mejor de los casos lleva al promedio, que aprueba por los pelos. Pero es imposible edificar sobre esa base una fe saludable y plenamente desarrollada, porque la fe supone una convicción profunda y apunta al máximo: la fe exige todo lo que se pueda y sin reservas, no lo mínimo indispensable y necesario.

Y si transigir supone esencialmente un retroceso en las convicciones, vendrá acompañado de una disminución de la fe y las convicciones. Precisamente cuando nos ocupamos de teología, del Santo de los santos, no basta con aspirar a algo meramente válido ni a la mediocridad, a un mínimo común denominador que aglutine a los más posibles: ¡el sacrificium perfectum exige una liturgia perfecta! Es imposible degradar conscientemente, adrede y hasta la mediocridad el sacrificio perfecto de Dios transformándolo en una liturgia antropocéntrica sin afectarla en su núcleo. La fe que transige, aunque sólo sea en su expresión externa, está cómo mínimo sujeta al grave riesgo de desaparecer gradualmente. Es mucho más que un posible peligro; es una realidad brutal que ya se ha cumplido y que vemos y oímos a diario en la Iglesia.

Lo trágico es que, casi de forma paradójica, es la nueva Misa la que por sí misma contribuye a esta degeneración a pesar de que en principio no pierde su validez sacramental. Desde una perspectiva es medicina, pero al mismo tiempo no deja de ser un potente tóxico. Por un lado, en la Misa nueva el sacrificio de Dios sigue siendo el mismo sacrificio perfecto de Jesucristo en la Cruz; pero desde el punto de vista eclesiástico, el sacrificio ya no se corresponde litúrgicamente con su propia esencia. Lo que inevitablemente transmite la nueva liturgia (en mayor o menor medida dependerá del celebrante, pero en principio siempre es así) no es lo que realmente es en cuanto a su esencia y tiene forzosamente que ser en cuanto a su forma. Dada esa discrepancia de esencia y forma, empieza por implantarse un error, que terminará por transformarse en una fe novedosa y diferente. Tal afirmación parece poco menos que sospechosa de herejía, porque al principio cuesta creer que tanta gente haya estado engañada por tanto tiempo en una cuestión tan importante. Pero si evaluamos con objetividad y precisión la cosa, tenemos lamentablemente que dar un diagnóstico: que precisamente es la nueva liturgia de la propia Iglesia, si bien no de forma exclusiva pero sí en una medida importante, la que ha favorecido y en muchos casos desencadenado de forma directa esta masiva apostasía. Justo dónde el hombre espera con toda lógica encontrar la verdad y la salvación se topa con el error y la banalidad.

Tras una apariencia de piedad, hasta el mal es justificado

Por razones que son fáciles de entender, a muchos les cuesta creer esto y reconocerlo como una realidad. Es difícil creer que pueda haberse producido semejante desviación. Surge la cuestión: ¿cómo pueden unas ideas tan ajenas y aun contrarias a la mentalidad tradicional de la Iglesia haber penetrado hasta tal punto y haber arraigado tanto? Al analizar lo sucedido se observa que al religioso se lo convence por su propia religiosidad; es decir, se les ataca por donde son más vulnerables y les gustaría crecer. Se encuentra una excusa santa para todo, que justifica cualquier cosa; se escogen argumentos que a simple vista y formulados engañosamente, dan a la primera la impresión de ser muy buenos y ser fruto de la fe, pero en el fondo no lo son. Como el famoso lobo que aparece disfrazado de oveja para parecer amigo cuando en realidad lo que quiere es devorar al rebaño.
Ay, habría que decir algo bastante claro y con toda franqueza: salvo excepciones muy aisladas, los teólogos, sacerdotes, obispos y hasta organismos de la Santa Sede, en conjunto, ya no son amigos de los que podemos esperar todo. Sobre todo en cuestiones de fe. Y es un objetivo declarado destruir la tradición católica en materia de fe, costumbres, dogma y liturgia, y considerarla cosa del pasado. No puede haber ya catolicismo tradicional, con sus diversos aspectos centrales y marginales; se nos considera retrógrados a los que hay que erradicar con consignas y decretos que suenen muy bien. Si la dirigencia actual de la Iglesia, diocesana o universal, se sale con la suya, no podemos seguir existiendo.
Este objetivo se persigue con mucho empeño, no sólo mediante leyes y decisiones sino con palabras que suenan muy bien pero manipulan con mucha perfidia. Si, por ejemplo, alguien se niega a recibir la Comunión en la mano, se hará que se sienta culpable «por no haber recibido a Cristo». Se le reprochará con palabras bonitas: «Cristo quiere entrar en tu corazón y no lo recibes porque pones la manera de recibirlo por encima de Cristo y de su gracia». A quienes insisten en ir a la Misa de antes en vez de la nueva, se los acusa de desobedientes: «¡Jesús no quiere que seamos desobedientes!» Por otra parte, argumentos como «si Jesús no lo quisiera no lo habría permitido» son tan teológicamente falsos y manipuladores como afirmar: «Si la Iglesia (o el obispo, el Papa, el párroco el consejo parroquial) lo dice, es señal de que está bien. El Espíritu Santo siempre habla por boca de ellos». O se le dice a los feligreses (como siempre les gusta decirles a los alumnos de los seminarios) que el que obedece no peca.

Hay muchos otros argumentos falsos que suenan buenos y creíblesy que pillan a la gente religiosa y crédula por su punto vulnerable pero que si se miran objetivamente no se apoyan en la realidad teológica, sino que apuntan a los sentimientos, y tienen por objeto transformar la manera de pensar, hablar y actuar.

En vez de recurrir a argumentos basados en la realidad –al fin y al cabo, el acto de fe es el asentimiento voluntario de la mente a una verdad reconocida, ¡no una cuestión de sentimientos!–, se prefiere llevar las cosas al nivel emocional para influir en las almas piadosas con argumentos que suenan bien pero están tergiversados en su contenido, y no tener en cuenta los aspectos importantes de la cuestión: los críticos encuentran más eficaz acosar a los tradicionalistas de irreligiosos y de haber roto su relación con Cristo. Lo que hacen y creen –precisamente porque quieren cultivar, edificar y mantener una relación íntima con Cristo–, se les hace ver que es perjudicial. La realidad está, pues, totalmente invertida.

La ambigüedad de la nueva Misa actúa como un anestésico

La ambigüedad de la nueva liturgia y el amplio espacio al que inherentemente da lugar a interpretación actúa como un anestésico que duerme el alma y el espíritu. Nos vamos acostumbrando a cambiar lo que se entiende a la primera sin ambigüedad por algo vago o que se entiende mal. Uno se tranquiliza pronto diciéndose a sí mismo: «De todos modos, se puede entender bien». Pero ahí está precisamente el error. Puede que lo entienda, pero también puede que no lo entienda. Esa impresión de que todo es incierto en vez de claro y diáfano se promueve mediante cambios constantes a nivel pastoral. Uno se hace a la idea de que nada está definido y todoestá sujeto a cambios constantes, porque «el Espíritu Santo sopla donde quiere y lo hace todo nuevo». Las verdades objetivas reveladas se disuelven y se vuelven algo negociable. Una vez que la mente humana está sedada y adormilada de ese modo, se le puede imponer cualquier cosa.

La ambigüedad se utilizada adrede para que lo que en un principio sería legítimamente rechazadopor la mayoría termine por convertirse no sólo en una posibilidad, sino en una obligación para todos. Ya hemos dado algunos ejemplos de ello, como comulgar en la mano, aunque se podrían citar muchas otras innovaciones. La dinámica de esta evolución siempre es la misma y se da en siete etapas pequeñas individuales, y siempre sigue el mismo esquema previamente trazado.

Primero se da algo que suscita el rechazo general, y por tanto se prohíbe. Por ejemplo, mesas de altar para el pueblo, acólitas o comunión en la mano.

Segundo, si uno quiere acabar con esa prohibición o rechazo, empieza a incumplir la prohibición esporádicamente. Aunque en un principio cause escándalo y horror, con el tiempo se vuelve más frecuente y la gente se va habituando.

Tercero, llega un momento en que se cansan de resistir. Al ser cada vez más frecuente, nadie quiere llevar la contraria criticando continuamente lo mismo. Al ir amainando las críticas, la mente y la conciencia se van adormilando: con el hábito viene la tolerancia. Aunque es probable que se siga percibiendo como un mal, se termina por aceptar. Es una situación ambigua: aunque la práctica se asocie con un mal, poco a poco se va considerando posible (aunque sea peor)

Cuarto: la posibilidad se vuelve aceptación: aunque uno diga «no es exactamente mi preferencia», lo empieza a ver factible y legítimo en principio.

Quinto: Claro que todo lo que se entiende como posible y legítimo termina por permitirse oficialmente. El siguiente paso es la autorización.

Sexto: La autorización se convierte en un derecho, que puede llegar a imponerse sobre los demás.

Y séptimo: ¡Al final de la cadena está el grave deber de ejercer los derechos! Hemos pasado de la prohibición estricta al derecho obligatorio. Y como el deber y la prohibición son en realidad una misma cosa (una es una obligación, la otra no), el paso de la obligación a la prohibición sigue los mismos pasos en orden inverso, anestesiando una vez más mentes y conciencias.

Con la nueva Misa se perdió la fe

Si nos desembarazamos de toda ideología y analizamos con bastante serenidad y sin dejarnos llevar por sentimientos, no podemos menos que reconocer que la nueva liturgia acabó con la fe del pueblo, en particular la Misa nueva.Desde luego no ha sido ésa la única causa, pero es preciso verlo como el motivo fundamental. Pues si la Santa Misa es el corazón de la fe católica (en sí lo es), es lógico e inevitable que la gente encuentre la medida de la fe en ese centro. ¿Dónde si no?

Ahora bien, si ese centro se desplaza, si se vuelve ambiguo y transmite contenidos diferentes ya sea en las palabras, los gestos y la evidencia, será inevitable que la fe se adapte a esas ambigüedades y alteraciones. El hombre tiende a percibir las cosas de un modo muy inmediato y sacar las conclusiones más obvias, aunque no sea a nivel intelectual. Las explicaciones teológicas complejas que ayuden a entender bien una ambigüedad no pueden justificar los cambios ni son edificantes para la fe. ¡Es impensable que la sagrada liturgia se altere drásticamente sin que afecte la fe! Podría darse de forma muy ocasional que alguien concreto mantuviera la fe por una obra muy particular de la gracia de Dios, o por nutrir su fe en otras fuentes. Pero a grandes rasgos se puede afirmar que es imposible.

La nueva liturgia sigue un concepto general totalmente alterado que pone al hombre en el centro, donde Dios se encontraba antes. Distrae al hombre apartando su mirada de Dios para dirigirlahacia el hombre, y enla práctica obstaculiza la oración íntima y personal durante la Misa al faltar el silencio litúrgico y ocupar constantemente al hombre con algo externo. Desde luego así no se nutre la fe. En consecuencia, la fe se seca y evapora. Eso es ni más ni menos lo que vemos a diario y lo que ha adquirido unas proporciones que ya no es posible disimular, negar ni minimizar.

Por raro que parezca, las deficiencias en la fe del pueblo, los errores, la apostasía, hunden sus raíces más profundas en las costumbres litúrgicas postconciliares.

No podemos pasar por alto las consecuencias de décadas de mutilación y disolución de la liturgia. ¡Pensemos en el daño inflingido a las almas! Están confundidísimas en la fe; muchas de las cosas que creen ya no se corresponden con la fe católica; es una fe muy incompleta, o se ha secado totalmente. Las consecuencias que vemos a diario de un fe sustancialmente cambiada –hasta en los mismísimos pisos superiores de los palacios apostólicos–, se convierten en causas que agravan la apostasía. Hoy en día se excusa todo, todo tiene su validez y justificación, excepto la Tradición que la Iglesia reconoció, enseñó y practicó durante siglos bajo la guía del Espíritu Santo.

El estado de la fe católica en la Iglesia actual lo vemos en innumerables ejemplos: cultos paganos aun en presencia del Papa, que también encuentran su lugar en documentos y discursos oficiales de la Santa Sede, la imperdonable conducta de la Iglesia durante los confinamientos covidianos, que dejaron bastante claro que las autoridades de la Iglesia habían perdido la fe en el Sacrificio de la Misa y la Presencia Real. Simulacros de misa realizados por laicos se están volviendo cada vez más frecuentes y descarados, considerándose como la nueva normalidad, bautizos, bodas, funerales, bendiciones y otros actos litúrgicos son realizados por seglares en cada vez más diócesis, y en ciertas vicarías se ha decidido oficialmente: ya no hay sacerdotes que celebren honras fúnebres porque no quieren privar de nada a los laicos.

Por consiguiente, la nueva Misa es también peligrosa

La Misa se va degenerando más cada vez, hasta el punto de convertirse en un instrumento de propaganda a favor de temas como la inmigración, el cambio climático y otras cuestiones políticas del momento con las que la izquierda trata de captar a la gente por la vía espiritual y moral. Actualmente la gente vota más a la izquierda porque al fin y al cabo es católica. El resultado final será una sinodalización de la Iglesia en la que su divina constitución e institución terminará por ser abolida: se eliminará la modalidad jerárquica espiritual para transformar en una Iglesia laica y sinodal. No es sino la consecuencia lógica, la coherente continuación y puesta en práctica del antropocentrismo que se inauguró en el último Concilio y ha hecho patente la reforma litúrgica.

El camino sinodal con sus demandas es consecuencia lógica y directa del Concilio y la reforma litúrgica a él anexa, ya que avanza dentro de la misma mentalidad, si bien con más coherencia y va más allá. Sería absurdo y ridículo decir «Concilio sí, sínodo no». Porque la ruptura ya se dio en el último Concilio, no sólo en los últimos años. No es coherente afirmar que el Concilio se ajusta perfectamente a la Tradición. Aunque al principio lo pareciera, es una afirmación errónea. Lo que tenía de verdaderamente católico se ha hecho humo. Al principio parecía que estaba presente (al menos en forma compacta) en las reformas que siguieron. El humo se fue diluyendo más y más, hasta que acabó por perder la forma; se ha vuelto tan tenue que apenas si se perciben ya vagas trazas. Y la nueva liturgia ha desempeñado una parte fundamental en ello.

Cierto que estas ideas, arraigadas en el modernismo, se remontan a más atrás; aun antes de Concilio, no todo estaba bien. La reforma de la Semana Santa es una de muchas pruebas de que no se puede decir que antes de 1960 todo estaba bien y después todo está mal. ¡La diferencia está en que con el último Concilio la Iglesia oficialmente representó y promovió lo que hasta ese momento siempre había rechazado tajantemente con toda razón! Se ha producido un cambio de paradigma que no es posible entender como crecimiento y profundización sino como ruptura y destrucción.

A la vista está adónde nos ha llevado: ha llegado a afectar a obispos, cardenales e incluso papas. Hay prelados que no vacilan el declarar que la Iglesia tiene que cambiar, que de ahora en adelante quieren ser católicos pero diferentes. Supondría un craso error y una tremenda cortedad de vista pensar que esta situación no ha tenido nada que ver con la reforma litúrgica (que a mismo tiempo parece más y más anticuada y necesitada de reformas, como cada vez más se oye decir).

La solución: abandonar la nueva Misa y volver a la Tradición

Desde esta perspectiva, se plantea una pregunta legítima: ¿Qué se puede hacer? ¿Cómo podemos salir de la crisis?

Hay dos opciones fundamentales. O se intenta salvar lo poco que queda para después volverlo a desarrollar, como cortar la planta parásita del modernismo para que las ramas crezcan más sanas en la planta buena. O seguir por el mismo camino que hasta ahora, avanzando cada vez más hacia la apostasía, esperando un poco más hasta que las partes de la Iglesia heridas de muerte por la reforma terminen por desaparecer porque ya no convencen a nadie y, claro, nadie quiere saber nada de ellas.

Tanto en un caso como en otro, el final será el mismo. Sólo la Tradición permanecerá, pues todo lo demás terminará por desaparecer. ¡Ya se percibe qué está muriendo y qué está cobrando fuerza! Aunque de por sí las cifras no sean un criterio razonable para juzgar, porque la verdad no la decide la mayoría, se va delimitando con bastante claridad una tendencia bastante razonable: la gente se aleja de una iglesia y una liturgia que afirmaban querer salir al encuentro de la gente y ser más humanas y modernas (modernistas). Por otro lado, las iglesias que celebran la liturgia tradicional y exponen en su plenitud la doctrina católica están experimentando un crecimiento tremendo a pesar de los intentos de suprimirlas. En un futuro no muy lejano, o se será católico tradicional o no se será católico.
En vista de ello, lo más sensato sería abandonar la nueva Misa y regresar en todo a la liturgia romana tradicional antes de que la evolución natural de los acontecimientos termine por autodestruirse de mala manera. Porque la nueva liturgia y la teología a ella asociada están ya tan destruidas y vaciadas que no se tienen en pie.
(Traducido por Bruno de la Inmaculada. Artículo original)

«¡Si no os hacéis como niños no entraréis en el Reino de los Cielos!»


(Padre Alfonso Gálvez)
Solemnidad de la Navidad. 26/12/2007

DURACIÓN 24:36 MINUTOS

domingo, 25 de diciembre de 2022

Reaccionando a un vídeo de la BBC sobre la ordenación sacerdotal de mujeres



Duración 49:25 minutos

Entrevista a Roberto Helguera: homeschooling y artes liberales. P. Javier Olivera Ravasi, SE



Duración 1:07:24 minutos


Roberto Helguera es abogado y padre de ocho hijos. 

Desde su juventud ha tenido la gracia de educarse de un modo del todo singular en Thomas Aquinas College (California, USA), siendo el primer argentino graduado de esa institución fundada, entre otros, por John Senior y sus amigos. 

En la presente entrevista con el Padre Javier Olivera Ravasi, SE, se tocarán temas como el homeschooling hoy, la educación en los buenos y grandes libros y lo que implica volver a los clásicos.

El Sol y la Luna | Actualidad Comentada | 23-12-2022 | Pbro. Santiago Martín FM



Duración 12:13 minutos

Artículo en The New York Post sobre Misa Tradicional en Latín


Digamos que el artículo se parece en algo a uno publicado hace poco más de un mes en The New York Times, pero en una visión más popular, vistas las características del medio. Hablamos del periódico The New York Post, el cual publica un artículo sobre la Misa Tradicional en Latín en EEUU. Como otros artículos de ese mismo corte, se destaca el crecimiento que ha tenido la Misa Tridentina y la participación de personas jóvenes. En su versión web, publicada con antelación a la versión impresa (en la imágen), el artículo se titúla “Una nueva generación de Católicos descubre la Misa en Latín 60 años después del Vaticano II”. Traducimos un aparte, el cual refleja aquello que en Santa Marta causa comezón, el crecimiento.

Hoy, de las 17,000 parroquias Católicas en los Estados Unidos, 592 de ellas realizan la forma extraordinaria en latín, incluidas al menos seis en la ciudad de Nueva York y cuatro (incluida la Preciosísima Sangre) en el Oeste de Pensilvania.

El canónigo William Avis, un clérigo de la iglesia que fue nombrado formalmente como el primer párroco de la Parroquia de la Preciosísima Sangre de Jesús en 2019, dijo que sus servicios han experimentado un crecimiento sólido en los últimos años. “Tenemos de 800 a 850 en nuestras Misas los Domingos”, dijo.

Ese sólido crecimiento no solo está ocurriendo en Pittsburgh, está ocurriendo en todo el país. Una encuesta reciente de Crisis Magazine, una revista independiente que cubre el catolicismo y temas católicos, reveló un marcado aumento en la asistencia a la Misa Tradicional en Latin desde el comienzo de la pandemia. Este auge se desarrolla en el contexto de las recientes restricciones a la Misa en Latín del Papa Francisco. El año pasado, el pontífice nacido en Argentina describió la Misa en Latín como “divisiva” e impuso nuevos límites al servicio, el cual había sido reintroducido parcialmente durante las últimas tres décadas por sus dos predecesores, el Papa Juan Pablo II y el Papa Benedicto XVI.

En Junio de este año, Francisco fue aún más lejos, exigiendo a los fieles que dejaran de explotar la Misa en Latín por razones ideológicas, lo cual temía pudieran romper la unidad misma de la Iglesia Católica. Francisco fue duramente criticado por muchos jóvenes tradicionalistas por su postura sobre él, algunos de quienes se indignaron en Twitter.

viernes, 23 de diciembre de 2022

Cardenal Sarah sobre Traditionis Custodes: “Reina en la Iglesia un profundo malestar y un verdadero sufrimiento en torno a la liturgia”



Valeurs Actuelles, Dic-22-2022, presenta una entrevista con el cardenal Robert Sarah, prefecto emérito del Dicasterio para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos. Traducción de Secretum Meum Mihi de una de las respuestas en la que específicamente se le pregunta sobre el motu proprio Traditionis Custodes.

El motu proprio Traditionis Custodes ha suscitado mucha incomprensión y desánimo entre los católicos ligados al rito tradicional: ¿qué le dice a los sacerdotes que celebran en latín y que están abatidos por la hostilidad que sufren? ¿Cómo explicar la discrepancia entre el éxito de esta liturgia, especialmente entre los jóvenes, y la desconfianza que suscita en una parte de la Iglesia?


La liturgia no es una cuestión secundaria, ella expresa y forma nuestra manera de entrar en relación con Dios. La liturgia no es una vaga opción facultativa sino una fuente fundamental del alma cristiana. Es el reconocimiento, la veneración y la celebración de los misterios cristianos y de la acción divina. Las formas de culto dan forma a nuestra cultura cristiana. En efecto, en la liturgia, todos nuestros gestos y todas nuestras palabras han sido purificados y cincelados por siglos de experiencia cristiana. La liturgia obedece a esquemas codificados, heredados de mil generaciones.

Toda alma busca a Dios, su grandeza, su majestad y su hermosura.

Pero debemos tener el coraje y la lucidez de constatar que la liturgia católica hoy está enferma. El mismo Papa Francisco lo subrayó. ¿Por qué tantos jóvenes están fascinados por la liturgia antigua? Seamos honestos. Sería demasiado fácil decretar conscientemente que todos ellos tienen una necesidad psicológica equivocada de identidad. ¿No deberíamos admitir que muchas celebraciones los decepcionan? ¿Que no encuentran allí aquello de lo que su alma está profundamente sedienta? Muchas liturgias desacralizadas los dejan hambrientos.

Toda alma busca a Dios, su grandeza, su majestad y su hermosura. Pero uno sólo puede acercarse a Dios con estupor, respeto religioso y temblor filial. Necesitamos signos sagrados para ir a él. Nuestro cuerpo necesita arrodillarse para que nuestra alma se deje abrazar por Dios. Necesitamos alejarnos de la cotidianidad profana para que Dios nos tome de la mano y nos conduzca a Su sagrado corazón. A veces se cree que la liturgia debería hacerse más accesible mediante el uso de música profana, de actitudes artificialmente relajadas, mediante la supresión de las separaciones sagradas y la nivelación arquitectónica de las iglesias. Es una ilusión trágica. Todas estas opciones nos alejan de Dios en lugar de acercarnos.

Ya que me pregunta por el motu proprio Traditionis custodes, quiero ser explícito. Reina en la Iglesia un profundo malestar y un verdadero sufrimiento en torno a la liturgia. Esto prueba que la reforma deseada por el Vaticano II no está completa. Todavía no ha encontrado su punto de equilibrio.

Benedicto XVI, fiel lector del Concilio Vaticano II, nos enseñó de forma definitiva que la liturgia antigua y la liturgia nueva no eran contradictorias ni opuestas, que debían pensarse en continuidad orgánica. Esta es una enseñanza que ahora está establecida. El Papa Francisco, por su parte, nos recordó que estas dos liturgias no deben desarrollarse una al lado de la otra como dos mundos extraños entre sí. También enseñó con fuerza que el Concilio Vaticano II debe guiar e iluminar la práctica de estas dos liturgias. Sin embargo, muy a menudo, las liturgias parroquiales no son fieles al concilio. Por ejemplo, ¿está el canto gregoriano en primer lugar como él lo exige?

De ahora en adelante, para los próximos años, será tarea de los obispos y papas sacar las consecuencias prácticas. Es cierto que la práctica litúrgica actual debe evolucionar. Debe integrar los mejores elementos de lo antiguo a la luz del concilio. La celebración orientada ad Deum o hacia la Cruz, el amplio uso del latín, el uso del antiguo ofertorio o las oraciones dichas “al pie del altar”, el lugar importante que se da al silencio son para mí elementos que harían posible lograr —¡por fin!— la paz litúrgica y realizar la reforma que verdaderamente quería el Vaticano II y que aún no hemos logrado.

VOX SE DISPARA EN VALENCIA, RIDÍCULO DE LO PAÍS CONTRA GARCÍA-GALLARDO Y SÁNCHEZ TRAICIONA ESPAÑA



Duración 16:21 minutos



Bienvenidos a RoberSR!!!

Nuevo vídeo en el canal comentando los últimos sondeos publicados a nivel autonómico para Comunidad Valenciana y Castilla la Mancha, que reflejan un gran crecimiento de VOX.

Las encuestas, son del CIS de Tezanos, por lo que el crecimiento será mucho mayor.

Además, veremos los nuevos lloros del medio progre Lo País contra VOX y Juan García-Gallardo y la enésima traición de Sánchez a España.

Todo esto y mucho más en el vídeo de hoy!!!

VOX registra ante el Tribunal Supremo su querella contra Pedro Sánchez

VOX ESPAÑA



Duración 9:10 minutos

¿Se hubiera encarnado el Verbo si Adán y Eva no hubieran pecado? P Nilton Bustamante/Luis Roman

 CONOCE, AMA Y VIVE TU FE


Duración 16:27 minutos

En 2025 rehabilitan a Lutero



La rehabilitación de Lutero es una movida cuyos intentos se han venido incrementando en la última década (incluso llegándose a insinuar que su ‘reforma’ la inspiró el Espíritu Santo) pero, pensamos, el culmen llegará en 2025 para las celebraciones del año santo. Y no solamente Lutero, de allí podría pasarse a Wesley (ver aquí), Fidel Castro, el ché Guevara, los fariseos (ver aquí) y, quién sabe, hasta Jesús Malverde, el que en México llaman ‘el santo de los narcos’. ¿De dónde sacamos todo eso que parecen delirios nuestros? Lean lo siguiente y juzguen después si es que estamos tan delirantes.

Información de Vatican News, Oct-05-2022.


Jubileo: nace la Comisión para los testigos de la fe

El cardenal Marcello Semeraro lo anunció durante la conferencia "La santidad hoy" en el Augustinianum: "El Papa ha dicho que se reconstituya, de manera estable, esta realidad que estará vinculada a la actividad del Dicasterio para las Causas de los Santos"

Amedeo Lomonaco - Ciudad del Vaticano

Con vistas al Año Santo de 2025, se creará la Comisión para los testigos de la fe, que ya había sido creada, a instancias de San Juan Pablo II, con motivo del Jubileo de 2000. El cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, lo anunció durante la conferencia "La santidad hoy".

¿Qué es la Comisión de Testigos de la Fe?

Esta iniciativa ya tuvo lugar con motivo del Gran Jubileo de 2000. San Juan Pablo II quiso destacar estas figuras de hombres y mujeres que, aunque no fueron canonizados, manifestaron con fuerza su fe. Así, la Comunidad de Sant'Egidio recibió el encargo de crear esta Comisión. Y se había elaborado una lista con biografías de personas que hablaban a todo el mundo cristiano, no sólo al católico. La experiencia de esta Comisión se limitó al gran Jubileo de 2000. Esta idea ha vuelto para el próximo Año Santo. El Papa Francisco ha pedido que se reconstituya esta Comisión, esta vez sin referirla a una circunstancia concreta, sino vinculándola a la actividad del Dicasterio para las Causas de los Santos. Por ello, se está creando una Comisión estable. En los próximos días la pondremos en marcha, también como campo de estudio.

¿Quiénes son los testigos de la fe?

Pongo un ejemplo: me viene inmediatamente a la mente Dietrich Bonhoeffer, teólogo y pastor de la Iglesia que fue asesinado por oponerse al nazismo. La Iglesia no lo proclama mártir porque no era católico. Sin embargo, es una figura emergente como testigo cristiano. Como Bonhoeffer hay muchos otros. La santidad no siempre es inmediatamente evidente a los ojos de los fieles. Nuestro servicio es sacarla a la luz. Nosotros "no construimos santos", pero ayudamos al Papa en el discernimiento. Debemos mostrar que la santidad no está lejos de nosotros, sino que es una llamada que concierne a todos. No es necesario ser canonizado, pero debemos responder a la llamada a la santidad.

miércoles, 21 de diciembre de 2022

¡Viva la libertad en Reino Unido!: una mujer es arrestada por rezar, ¡y en silencio!, cerca de un centro abortista



Al Reino Unido se le presupone un país desarrollado y civilizado, donde priman los derechos y libertades de los ciudadanos, tales como, por ejemplo -y entre otros- el derecho a la libertad de expresión, opinión y a manifestar las propias creencias.

Sin embargo, lo ocurrido este 6 de diciembre en Birmingham (Inglaterra), parece desmentir la anterior suposición.

Una mujer, de nombre Isabel Vaughan-Spruce, se encontraba rezando en silencio cerca de la clínica abortista BPAS Robert, cuando unos oficiales de policía se le acercaron tras la queja de un espectador que sospechaba que la mujer se encontraba rezando mentalmente, cuenta Aciprensa.

Isabel fue detenida y luego puesta en libertad bajo fianza con la condición de no ponerse en contacto con un sacerdote católico local involucrado en el trabajo provida.

La mujer se mostró indignada por lo sucedido, y dijo que “nadie debería ser criminalizado por pensar y rezar en un espacio público del Reino Unido”. “Es aberrantemente injusto que me registraran, detuvieran, interrogaran y acusaran simplemente por rezar en la intimidad de mi propia mente”, contó Isabel luego del arresto.

Birmingham introdujo “la zona de censura” como una medida para penalizar a quienes participen en cualquier acto o intento de acto de aprobación o desaprobación del aborto, cerca de los centros donde se realiza.

Jeremiah Igunnubole, el asesor legal de la organización de defensa legal cristiana ADF UK, denunció que “es realmente sorprendente que la ley haya concedido a las autoridades locales una facultad tan amplia e irresponsable”. “Ahora, incluso los pensamientos considerados ‘incorrectos’ pueden conducir a una detención humillante y a una acusación penal”.

El asesor legal de ADF UK manifestó que Isabel es “una mujer de buen carácter que ha servido incansablemente a su comunidad brindando asistencia caritativa a mujeres y niños vulnerables”. “Sin embargo, no ha sido tratada mejor que una criminal violenta”, lamentó.

Ella contó que “mi fe es una parte fundamental de lo que soy, así que a veces me paro o camino cerca de un centro abortista y rezo sobre este tema”. “Es algo que he hecho casi todas las semanas durante los últimos 20 años de mi vida. Rezo por mis amigas que han sufrido un aborto y por las mujeres que están pensando en hacerlo”, señaló.

martes, 20 de diciembre de 2022

Abascal anuncia que VOX se querellará contra Sánchez por conspiración para delinquir

VOX ESPAÑA


DURACIÓN 4:33 MINUTOS


“El golpe contra la convivencia, el estado de derecho y la Constitución no se ha detenido”.

Lo que calla Ayuso: ¿Por qué mantiene la ley trans? | Entrevista a Rocío Monasterio | 19/12/22



DURACIÓN 28:05 MINUTOS


NB: Una entrevista muy interesante. Merece la pena escucharla completa y luego difundirla al máximo, porque la gente no es consciente de la gravedad de la ley Trans.

SOBRE LA ENTREVISTA AL PAPA FRANCISCO


ABC


- Entrevista al papa Francisco

https://www.abc.es/sociedad/papa-francisco-veces-posturas-inmaduras-aferran-hizo-20221218124801-nt.html


INFOVATICANA: 
LA CIGÜEÑA DE LA TORRE


- La entrevista del Papa a ABC (I)

- La entrevista del Papa a ABC (II)

https://infovaticana.com/blogs/cigona/la-entrevista-del-papa-a-abc-ii/


El obispo Schneider dice que la 'persecución' del Papa contra la misa en latín es un 'abuso de poder' que debe resistirse



En LifeSiteNews del 4 de octubre se podían leer estas palabras extraídas de su conferencia de Pittsburgh:

“El poder actual odia lo santo, y por eso persigue la misa tradicional”.

Palabras fuertes complementadas con este sabio llamado: 
“pero nuestra respuesta no debe ser ni cólera ni pusilanimidad, sino una profunda certeza en la verdad y la paz interior, la alegría y la confianza en la Divina Providencia”. 
El prelado también afirmó:
“declarar la Misa reformada del Papa Pablo VI como expresión única y exclusiva de la lex orandi del rito romano -como está haciendo el Papa Francisco- viola la tradición bimilenaria de todos los pontífices romanos, que nunca ha mostrado una intolerancia tan rígida".
Y añadía:
«no se puede crear un rito nuevo de repente -como hizo Pablo VI- y declararlo voz exclusiva del Espíritu Santo en nuestro tiempo y, al mismo tiempo, silenciando el rito anterior -que ha permanecido prácticamente invariable durante al menos 1.000 años- de ser deficiente y perjudicial para la vida espiritual de los fieles".
Y aclara este argumento, afirmando que 
esto "lleva inevitablemente a la conclusión de que el Espíritu Santo se contradice".
Mons. Schneider entra en el fondo de las críticas realizadas, ya en 1969, por los cardenales Alfredo Ottaviani y Antonio Bacci en su Breve examen [ aquí ]:
“Sin duda, el Novus Ordo de Pablo VI -afirmó- debilita la claridad doctrinal relativa al carácter sacrificial de la Misa y debilita considerablemente el carácter de sacralidad y misterio del culto mismo”. Mientras que la Misa tradicional contiene e irradia "una eminente integridad doctrinal y una sublimidad ritual"
Esto explica la hostilidad de quienes persiguen la misa tradicional:
«El esplendor de la verdad, sacralidad y sobrenaturalidad del rito tradicional de la Misa preocupa a los clérigos que ocupan altos cargos de la Iglesia en el Vaticano y a otros que han abrazado una nueva posición teológica revolucionaria, más cercana a la visión protestante de la Eucaristía y de culto, caracterizado por el antropocentrismo y el naturalismo».
E insiste: 
Pablo VI es “el primer Papa en dos mil años que se ha atrevido a hacer una revolución en el Ordo de la Misa, una auténtica revolución”. 
Esta declaración, en el período en que Mons. Schneider publica su libro La Misa Católica (Chorabooks), haciéndole querer optar por la celebración exclusiva de la misa tradicional, él que por ahora también celebra la Misa de Pablo VI en determinadas circunstancias. Sobre todo porque, en el resto de su discurso, 

invita con fuerza a los sacerdotes y fieles vinculados a la Misa tradicional a no temer una forma de "exilio litúrgico, acogido como una persecución sufrida por Dios".

Luego establece este paralelismo histórico: 
«la actual persecución contra un rito que la Iglesia romana ha guardado celosa e inmutablemente desde al menos un milenio -por lo tanto desde mucho antes del Concilio de Trento- parece ser ahora una situación análoga a la persecución de los integridad de la fe católica durante la crisis arriana del siglo IV".
“Aquellos que en ese momento mantuvieron inmutable la fe católica fueron desterrados de las iglesias por la gran mayoría de los obispos, y fueron los primeros en celebrar una especie de misas clandestinas”.
Y añade al discurso de los perseguidores: 
"podemos decir a los eclesiásticos espiritualmente ciegos y arrogantes de nuestros días - que desdeñan el tesoro del rito tradicional de la Misa y que persiguen a los católicos que se apegan a ella - 'ustedes no logrará derrotar y extinguir la tradición de la Misa”».
«Santo Padre Papa Francisco, no logrará extinguir el rito tradicional de la Misa. ¿Por qué? Porque está luchando contra la obra que el Espíritu Santo ha tejido con tanto cuidado y con tanto arte a lo largo de los siglos y de los tiempos".
La verdadera obediencia en la Iglesia

Respondiendo a las preguntas de Michael Matt, director de The Remnant , el 13 de octubre, monseñor. Schneider aclaró la naturaleza de la verdadera obediencia en la Iglesia, con elementos de explicación que recuerdan los desarrollados por Mons. Marcel Lefebvre, hace más de 40 años:
“Debemos continuar incluso si en algunos casos decimos que no podemos obedecer al Papa en este momento porque ha emitido estos mandamientos u órdenes que obviamente socavan la fe, o que nos quitan el tesoro de la liturgia; es liturgia de toda la Iglesia, no de ella, sino de nuestros padres y de nuestros santos, por tanto tenemos derecho a ella". “En estos casos, aunque desobedezcamos formalmente, obedeceremos a toda la Iglesia de todos los tiempos, y también, con esta desobediencia aparente y formal, honraremos a la Santa Sede custodiando los tesoros de la liturgia, que es un tesoro de la Santa Sede, pero que está temporalmente limitado o discriminado por quienes actualmente ocupan altos cargos en la Santa Sede".
En una entrevista del 28 de octubre con el director de LifeSiteNews , John-Henry Westen, monseñor. Schneider vuelve a la persecución, evocando la época de las catacumbas:
“Un ejemplo de este tipo de situación, tanto para los fieles como para los sacerdotes -de ser de alguna manera perseguidos y marginados por quienes ocupan altos cargos en la Iglesia, por los obispos- es lo que hemos conocido en el siglo IV, con el 'arrianismo'.«En aquella época los obispos válidos, los obispos lícitos, en todo caso la mayoría de ellos, perseguían a los verdaderos católicos que conservaban la tradición de la fe en la divinidad de Jesucristo, el Hijo de Dios. Era cuestión de vida o muerte. por la verdad, por la tradición de la fe. Y así fueron expulsados ​​de las iglesias, obligados a ir a las "raíces", a las misas al aire libre».
“En cierto sentido, nosotros también podemos encontrarnos en situaciones como esta. Y ya ha sucedido, sobre todo después de Traditionis custodes . Hay lugares donde la gente es literalmente expulsada de las parroquias donde durante muchos años se celebró la Misa tradicional en latín aprobada por el Papa Benedicto XVI y los obispos locales”. “Hoy, en el nuevo contexto de la Traditionis custodes , ciertos obispos –repito– literalmente expulsan de las iglesias, de las parroquias, a los mejores fieles, a los mejores sacerdotes: los expulsan de la iglesia parroquial que se llama iglesia madre. Y estos fieles se ven por tanto obligados a buscar nuevos lugares de culto, gimnasios, escuelas o salas de reunión, etc.»
“Es una situación similar a una especie de catacumba. No son literalmente catacumbas porque todavía se pueden celebrar públicamente, pero se pueden comparar con el tiempo de las catacumbas porque las estructuras y edificios oficiales de la Iglesia no se pueden usar".
Y recuerda de nuevo qué es realmente la obediencia en la Iglesia:
«Debemos aclarar el verdadero concepto y significado de la obediencia. Santo Tomás de Aquino dice que debemos obediencia absoluta e incondicional sólo a Dios, pero a ninguna criatura, ni siquiera al mismo Papa. La obediencia al Papa ya los obispos en la Iglesia es, por tanto, una obediencia limitada».“Por lo tanto, cuando el Papa o los obispos ordenan algo que socava manifiestamente la plenitud de la fe católica y la plenitud de la liturgia católica -ese tesoro de la Iglesia, la misa tradicional en latín- es perjudicial porque socava la pureza de la fe. ; al socavar la pureza de la santidad de la liturgia, socavamos a toda la Iglesia".
“Reducimos el bien de la Iglesia, el bien espiritual de la Iglesia. Reducimos el bien de nuestras almas. Y en esto, no podemos cooperar. ¿Cómo podríamos colaborar en disminuir la pureza de la fe, cómo podríamos colaborar en disminuir el carácter sagrado, sublime, de la liturgia de la Santa Misa, la Misa tradicional milenaria de todos los santos?»En tal situación, tenemos la obligación (no se trata sólo de decir que “podemos” en determinadas ocasiones) decir al Santo Padre, a los obispos, “con todo el respeto y el amor que os debemos, no podemos cumplir estas órdenes que das porque perjudican el bien de nuestra santa Madre Iglesia".  
Entonces tenemos que buscar otros lugares, incluso siendo de alguna manera formalmente desobedientes. Pero en realidad seremos obedientes a nuestra santa Madre Iglesia, que es más grande que cualquier Papa en particular. ¡La Santa Madre Iglesia es más grande que un Papa en particular! Y así obedecemos a nuestra santa Madre Iglesia”. 
“Obedecemos a los papas de todos los tiempos que han promovido, defendido, protegido la pureza de la fe católica, incondicionalmente, sin compromiso, y que también han defendido la santidad y la liturgia inmutable de la Santa Misa a lo largo de los siglos”.
- Fuente FSSPX.noticias .

Los viles ataques de Satanás al catolicismo tradicional señalan lo que más odia



“Y Yo, te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del abismo no prevalecerán contra ella.” (Mateo 16:18)

Las palabras de Jesús reconfortan porque la Iglesia jamás será vencida, pero también advierten que las puertas del infierno intentarán derrotar a la Iglesia, y por momentos parecerán próximas a lograrlo. Cornelius A. Lapide abundó en las palabras de Nuestro Señor en su comentario sobre el evangelio de San Mateo:“Por tanto, con esta palabra Cristo anima primero a su Iglesia para que no se desanime al verse atacada por todo el poder de Satanás y de los hombres inicuos. En segundo lugar, Él, por así decirlo, toca una trompeta para ella, para que ella siempre mire con su armadura puesta contra tantos enemigos, que la atacan con tal odio.”

Cuando vemos a la Iglesia atacada por Satanás, no debemos desesperar, Nuestro Señor nos dijo que pasaría, por lo tanto, nuestra respuesta debería ser confiar en Dios y pelear como verdaderos cristianos.

Satanás siempre le hizo la guerra no solo a la Iglesia sino a toda la humanidad. Hoy percibimos que ataca con más intensidad que la que jamás hayamos visto, y sin necesidad de esconderse. Si bien todos podríamos identificar diversas maneras en las que estos ataques se han hecho más evidentes en los últimos años, los siguientes horrores muestran hasta qué punto Satanás ha aumentado su poder en la sociedad secular:
- La defensa del aborto, no solo como una última instancia a lamentar, sino como un derecho fundamental a valorar.

- El ataque a los niños, particularmente por medio de una pedofilia extendida.

- La promoción agresiva del transgénero y la identidad de género fluido como una verdad no negociable que todos debemos aceptar si deseamos participar en la sociedad.

- La insistencia en que debemos aceptar las mentiras más absurdas y malvadas de parte de nuestro gobierno, los medios de comunicación y los supuestos “educadores”.

- Una creciente tiranía médica que ensalza una “ciencia” auto contradictoria frente al sentido común y la realidad claramente observable.

- El aparente cumplimiento de la advertencia profética de Sor Lucía, que señalaba que “la batalla final entre el Señor y el reino de Satanás será acerca del matrimonio y la familia”.

- El aumento del “Satanismo” explícito, con clubes satánicos en escuelas e inclusos mensajes satánicos en los espectáculos para niños.

Entonces tenemos esto y otros signos evidentes de la creciente influencia de Satanás en la sociedad. Podemos no saber por qué Satanás tiene una influencia más tangible hoy en día, pero no podemos cuestionar que evidentemente es así.

Dado que Satanás está ejerciendo una mayor influencia en la sociedad secular, esperaríamos encontrarlo en condiciones de intensificar su guerra contra la Iglesia. Y sin duda tenemos muchos indicios de su creciente ataque a la Iglesia Católica, incluyendo entre otros:
- La adoración de Francisco a la Pachamama.

- El apoyo del Vaticano a diversas iniciativas anticatólicas del Gran Reseteo, incluyendo la “vacuna”.

- El Sínodo de la Sinodalidad, abiertamente herético e inmoral.

- Los mayores ataques directos y viles de Francisco al catolicismo tradicional, mientras acoge a diversas religiones no católicas.
A la luz de estas realidades irreverentes y otras, podemos ver que las puertas del infierno parecen estar próximas a prevalecer contra la Iglesia. Tal como dijo el cardenal Gerhard Müller sobre el Sínodo de la Sinodalidad en su revolucionaria entrevista con Raymond Arroyo, “si triunfan, será el fin de la Iglesia Católica.”

Sin embargo, debemos reconocer que, a diferencia de los escándalos en las religiones no católicas, todas estas realidades blasfemas son ajenas a la naturaleza de la Iglesia. Satanás y sus seguidores han usado las manifestaciones del espíritu del Vaticano II para atacar a la Iglesia Católica de la misma manera en que un combatiente podría intentar envenenar a su enemigo. No podemos culpar a la Iglesia por estos males, así como no podríamos acusar a la víctima envenenada por el veneno que su enemigo le ha introducido en su cuerpo.

No obstante, para algunos pensadores poco críticos, estos crecientes escándalos provenientes de Roma sugieren que la Iglesia Católica no puede ser la verdadera Iglesia establecida por Nuestro Señor. Pero tal conclusión ignoraría totalmente, o malinterpretaría, las palabras de Nuestro Señor sobre las puertas del infierno — lejos de indicar que la Iglesia no es de Dios, los violentos ataques de las puertas del infierno echan luz sobre la institución que Satanás más odia. De hecho, si leemos las palabras de San Jerónimo, deberíamos concluir que la falta de persecución por parte de Satanás, especialmente hoy en día, sería una prueba concluyente de que la Iglesia no es de Dios: “Sabemos que la Iglesia será castigada por la persecución hasta el fin del mundo, pero no puede ser destruida; será probada, pero no vencida, porque esa es la promesa de un Dios omnipotente cuya palabra es como una ley de la naturaleza.”

Por eso tenemos esta realidad paradójica: como las puertas del infierno están atacando violentamente a la Iglesia, podemos estar seguros que hoy la Iglesia es el único lugar para nosotros. Si no fuera por la promesa de Jesús de que las puertas del infierno no prevalecerían contra la Iglesia, podríamos pensar que es mejor abandonar la Iglesia. Pero la promesa de Nuestro Señor solo se aplica a la Iglesia Católica, que es la única Iglesia que Él estableció — la Iglesia es el único “puerto seguro.” Tal como enfatizó Michael Matt en su reciente video de The Remnant, si abandonamos la fe católica perderíamos esta protección prometida por Nuestro Señor.

Todo esto debiera tranquilizar a los católicos que deciden permanecer en la Iglesia, pero debemos considerar otros dos aspectos para determinar “dónde plantarse” mientras las puertas del infierno intentan prevalecer contra la Iglesia: si debemos ser católicos tradicionalistas; y si los ataques de Satanás a la Iglesia nos imponen ciertas obligaciones específicas.

Primero, debemos reconocer que Satanás no está “atacando” a la Iglesia Conciliar (que Francisco ha apodado convenientemente Iglesia Sinodal). Es más, Satanás utiliza a la Iglesia Conciliar y sus perversiones para hacerle la guerra a la Iglesia Católica. En esta batalla, solo la inmutable fe católica y los católicos tradicionalistas están siendo atacados por los infiltrados. Como tal, debería ser desconcertante para los católicos sinodales encontrar que, si bien Satanás tiene más poder que nunca sobre el mundo y odia a la Iglesia Católica más que a nada en el mundo, sus pastores aplauden la nueva primavera en la que todos los credos (excepto el catolicismo tradicional) son acogidos. Les guste o no, los católicos sinodales están con Francisco, Cupich y el padre James Martin, mientras estos falsos sacerdotes atacan a los católicos tradicionalistas por creer y practicar lo que todos los santos creyeron y practicaron; y por eso Satanás se asegura que las puertas del infierno estén siempre al servicio de la Iglesia Sinodal.

Más aún, Nuestro Señor nos dijo que juzguemos por los frutos, y podemos observar claramente que los frutos del catolicismo tradicional son sencillamente íntegros y genuinamente católicos, mientras que los frutos de la Iglesia Sinodal son asombrosamente pútridos y anticatólicos. Ningún observador sensato puede pensar que la Iglesia Sinodal es la beneficiaria de la promesa de Nuestro Señor, que las puertas del infierno no prevalecerán — es mucho más lógico ver a la Iglesia Sinodal como una parte vital de las puertas del infierno. Por lo tanto, debemos ser “católicos tradicionalistas” sin queremos seguir siendo católicos.

Esta realidad advierte a nuestro análisis la segunda consideración sobre qué actitud adoptar: si la situación nos impone ciertas obligaciones específicas. Claramente, debemos defender el catolicismo tradicional y oponernos a la Iglesia Sinodal y todas sus pompas. Si bien todos podemos desempeñar un papel consistente con nuestro deber de estado, ciertamente los obispos tienen las mayores responsabilidades.

¿Es conveniente que los buenos pastores encuentren escondites cómodos y seguros mientras los lobos devoran el rebaño? ¿No es, acaso, que los pastores tienen la obligación de hacer todo lo posible por ahuyentar a los lobos? Los pastores no se pueden excusar de sus deberes lamentándose porque los lobos son sus compañeros obispos, incluyendo uno vestido de blanco: Nuestro Señor dijo que nos cuidáramos de los lobos con piel de oveja. Si Él hubiera querido decirnos que soportáramos pacientemente a los lobos con piel de oveja, obviamente habría encontrado las palabras para expresar esa idea.

Sobre este punto, debemos considerar los graves daños causados por soportar pacientemente a los lobos a medida que devoran al rebaño. León XIII dejó en claro que nos volvemos cómplices de los enemigos si permanecemos callados: “Estos son nuestros enemigos, cuyo plan es (y ni siquiera lo ocultan, pero lo hablan en el exterior) aniquilar en lo posible, la verdadera religión, la verdadera religión católica. Para lograrlo, no retroceden ante nada; saben bien que la intimidación de las almas buenas simplificarán su objetivo . . . Desistir o guardar silencio frente a tales clamores contra la verdad es debilidad pura o vacilación en la fe. En ambos casos, serían una gran deshonra a Dios. La salvación del alma propia y la de los demás sería puesta en grave peligro, pues tal acción actuaría en favor de los enemigos de la fe, porque no hay nada que avive más la audacia de los malvados que la debilidad de los buenos. . . Permítanme añadir: los cristianos han nacido para luchar.” (del P. A Roussel, Liberalismo y Catolicismo, p. 131).

Por eso tenemos el deber de defender la verdad, lo que significa que debemos defenderla por completo, en la medida de nuestras posibilidades.

También parece apropiado que cada uno de nosotros coopere con la gracia de Dios en la medida de nuestras posibilidades. Si defendiéramos un fuerte atacado por un enemigo que busca torturar y matar las almas inocentes en el interior, indudablemente haríamos todo lo posible por vencer al enemigo. Sabemos que en esta batalla espiritual somos fuertes en proporción a nuestra determinación por hacer la voluntad de Dios como santos. Tal como leemos de San Pablo al comenzar el Adviento, debemos ponernos las armas de la luz:

La noche está avanzada, y el día está cerca; desechemos por tanto las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de luz. Andemos como de día, honestamente, no en banquetes y borracheras, no en lechos y lascivias, no en contiendas y rivalidades; antes bien, vestíos del Señor Jesucristo.” (Romanos 13: 12-14)

Si deseamos defender valientemente frente las puertas del infierno, debemos actuar como si realmente creyéramos lo que Jesús y sus santos enseñaron. Esto significa que debemos esforzarnos por llevar una vida santa.

¿Dónde nos paramos cuando las puertas del infierno parecen próximas a prevalecer contra la Iglesia? Si nos definimos como católicos tradicionales decididos a hacer todo lo posible por defender el Cuerpo Místico de Cristo, Satanás nos odiará. Pero si nos definimos así, podemos tener la confianza absoluta de que Dios jamás nos abandonará y que estaremos entre aquellos que Él utiliza para defender a Su Iglesia de los violentos ataques por parte de las puertas del infierno. 

¡Que la Santísima Virgen María nos ayude siempre a luchar como verdaderos cristianos! ¡Inmaculado corazón de María, ruega por nosotros!

Robert Morrison

Traducido por Marilina Manteiga. Artículo original: