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lunes, 6 de julio de 2015

Pedir por Grecia (Fray Gerundio)

Copio aquí la última entrada de Fray Gerundio, de título "Pedir por Grecia" en alusión al papa Francisco. Al leerla me vino a la mente la famosa ley del embudo, "no sé por qué" ... léanla ustedes, piensen y opinen qué les parece.




Como Grecia no hace otra cosa que pedir, se le está olvidando aquello de DAR, según la consigna del Señor. Parece ser que están dispuestos a gastar lo que le vayan prestando, pero no a devolver lo que le hayan prestado. O sea, como en la Teología Actual, en la que no se reconoce el estado de deuda respecto de Dios, y por tanto no hay nada que devolver. No hay deudas porque no hay pecados, no hay pecados porque Dios no se siente ofendido por nada y traga lo que le echen, y no hay nada de qué arrepentirse porque todo el mundo es bueno, si conserva la Casa Común, que es lo que a Dios le interesa. De ahí la insistencia de nuestros teólogos en que no hay pecado original, sino sólo misericordia. Tendrían que nombrar al Primer Ministro griego Teólogo de la Casa Pontificia.

Por eso no es extraño que el Santo Padre Francisco I el de las Mercedes, solicite oraciones por Grecia, para que salga de la crisis y así se sostenga la dignidad de la persona humana:


En un mensaje enviado a través del portavoz del Vaticano, Francisco dijo que “desea mostrar su cercanía” al país, sobre todo a “las tantísimas familias afectadas por una crisis humana y social tan compleja como dura”.
Francisco pidió rezar por el pueblo griego y señaló que “la dignidad de la persona debe permanecer en el centro de cualquier debate político y técnico, así como a la hora de tomar decisiones responsables”.

Es, cuando menos, curioso, aunque más bien escandaloso, que estas oraciones (y esta cercanía), no las haya ni siquiera mentado para el pueblo irlandés, que ha caído en la más baja de las indignidades al aprobar la ley de matrimonio homosexual; o que no haya solicitado oraciones por las tantísimas familias afectadas por una crisis humana y social tan compleja y tan pecaminosa (digo yo), como la aceptación de la homosexualidad por la Corte de los Estados Unidos, como carta de naturaleza para una opción más de matrimonio.

O que no pida oraciones para los que estos días celebran la pecaminosa y escandalosa semana del Orgullo Gay, con tanta ostentación de pecado, con tanto escándalo en las grandes capitales y tanta capacidad de atracción ante todos aquellos que se sienten felices al uncirse al carro del Orgullo por Pecar. La verdad es que puestos a comparar ambas crisis (la de Grecia y la del Totalitarismo Gay), yo creo que más bien habría que pedir por esta última.

Claro que muchos de los Cardenales y Consejeros del Pontífice están felices con estas últimas cuestiones. Muchos de ellos están en el Orgullo Guay. No se sabe de muchos que hayan denunciado la situación, ni hayan solicitado oraciones ante la Injerencia Suprema de las Organizaciones Sodomíticas en contra de las minorías que no piensan como ellos. Ellos, que aman tanto las minorías. El caso es que protestamos por la matanza de focas y nos callamos ante la matanza de almas.

Esto me recuerda aquello que decía Jesús de tragarse un camello y colar un mosquito. Sólo que en este tema están en juego almas que se perderán al comprobar las complacencias -los silencios- de la Iglesia en el nuevo Orgullo Mortal que se abre paso institucional a base de bien. Espero que estos días en Madrid, el Arzobispo Monseñor Osoro predique alguna palabra “clarificadora” sobre los pecados de impureza, la sodomía y la soberbia de reírse de Dios.

Y espero también que el Papa, en su periplo por Hispanoamérica de esta semana, en el que tiene programadas diversas visitas para comer con jesuitas (síntoma de capillismo hacia la propia Orden), les advertirá que les cierra las Universidades Católicas si siguen organizando eventos Pro-Gays. Seguro que hablarán de eso en la comida, antes del café y de la coca.

Fray Gerundio

miércoles, 1 de julio de 2015

Una solución equivocada (Padre Santiago Martín)


En moral sexual todo está permitido, siempre que sea consentido. Esa es la idea mundana que se pretende imponer, pero la Iglesia no puede ceder (en este terreno ni en ningún otro) para ser así aceptada por el mundo. Es el mundo el que nos necesita, para recobrar su propia identidad, una identidad que la gente ha perdido (y sigue perdiendo) porque no se les habla de Jesucristo, como verdadero Dios y verdadero hombre.

Nos viene aquí muy bien recordar las palabras de San Pablo a los gálatas, palabras inspiradas por el Espíritu Santo, como lo son todas las de la Biblia (y con esa idea "real" in mente deben ser escuchadas): "Si alguno os anuncia un evangelio diferente del que habéis recibido, ¡sea anatema!. ¿Busco yo la aprobación de los hombres o la de Dios? ¿O es que pretendo agradar a los hombres? Si todavía pretendiera agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo" (Gal 1, 9-10).

Si alguien pretende cambiar la doctrina de la Iglesia, el resultado de ese engendro ya no sería la Iglesia de Jesucristo. Sería "otra cosa". Pues si "inventan" su propia religión y "se fabrican" su propia iglesia, allá ellos con su conciencia, pero que a nosotros nos dejen tranquilos. Los primeros cristianos lo tenían muy claro, en medio de un ambiente de permisividad total en cuanto a moral sexual. Un ambiente hostil, pero ellos permanecieron fieles a la voluntad de Jesucristo y dieron su vida por Él. 

El padre Santiago Martín comienza hablando del referendum que hubo en Irlanda sobre el "matrimonio" gay (el 23 de mayo de este año) y hace, a continuación, un análisis muy claro y conciso sobre estos temas de candente actualidad. La solución que se pretende es equivocada. La única solución, la correcta, consiste en evangelizar bien y que la gente conozca a Jesucristo, porque sin Él no hay felicidad posible y estamos, sencillamente, perdidos. Como decía Pascal, en sus Pensamientos (729): "Fuera de Jesucristo no sabemos ni lo que es nuestra vida, ni nuestra muerte, ni Dios, ni nosotros mismos" 

11:09 minutos

Este vídeo puede verse también en Youtube

De este mismo autor puede verse otro video titulado: "Esto no puede seguir así", muy interesante, que trata sobre la situación actual de la Iglesia ante el próximo Sínodo.

En Argentina se legaliza el aborto (The Wanderer)

El huidizo cardenal Poli
Con la publicación del “Protocolo para la atención integral de las personas con derecho a la interrupción legal de embarazo”, Argentina legalizó, de hecho, el aborto. Esto ocurrió hace pocos días, apenas unas semanas después de que la Presidenta Cristina Kirchner, que ordenó tal reglamentación, fuera recibida por quinta vez por el Papa Francisco.

La reacción natural de muchas asociaciones y fieles católicos fue organizar la Marcha por la Vida y la Familia que tendrá lugar mañana, jueves, 2 de julio, frente al Congreso Nacional. Yo no soy muy partidario de este tipo de demostraciones por motivos que he expuesto abundantemente en el blog, pero soy consciente de que se trata de una opinión -y por tanto puedo estar equivocado- y que, sobre todo, la mayor parte de la gente que allí se congrega tiene la mejor de las intenciones y entienden buenamente que, de ese modo, defienden la fe. Frente a ese testimonio, no tengo más que respeto y simpatía.

A quien parece que no le despiertan ninguna simpatía estas marchas es al cardenal arzobispo de Buenos Aires, Mario Aurelio Poli, quizás la figura más apagada y desleída del episcopado nacional.

Fue una sorpresa que el Papa Francisco nombrara sucesor en su cargo porteño el 28 de marzo de 2013, apenas trece días después de su elevación al solio petrino, y mucho más sorpresivo aún fue que el elegido hubiese sido Monseñor Poli


En las corredores de las curias argentinas se imponían las candidaturas de otros personajes más abiertamente siniestros. Pero el elegido fue Mario Aurelio, o Mongo Aurelio, como lo conocían sus sacerdotes pampeanos. El motivo de la preferencia pontificia es muy simple y muy propio de la política bergogliana: eligió a quien, con certeza, se dejaría pastorear. Es decir, al más sumiso y apocado de los obispos argentinos a fin de que él, desde Roma y por teléfono, siguiera gobernando sin interferencias la iglesia argentina. 

Es sintómatica de la poquedad de Poli la anécdota que él mismo relató: cuando el Santo Padre le imponía la birreta cardenalicia, le dijo “Quién te ha visto, y quién te ve”. Y el pobre infeliz se reía al contarlo, sin darse cuenta quizás que el metamensaje era: “Sos una nada vestida de colorado que me debés todo”.

Y esto, que podría ser solamente especulaciones, se ha visto confirmado una vez más con ocasión de la Marcha por la Vida y la Familia a la que hicimos referencia. Los organizadores deseaban, como es natural, si no la presencia y liderazgo de sus obispos -lo cual sabían imposible, dada la conocida hombría de nuestros pastores-, al menos algún tipo de aliento y bendición a través, por ejemplo, de un simple comunicado de prensa. Dos de las jóvenes organizadoras solicitaron con insistencia una audiencia al cardenal Poli quien, durante una semana las destrató negándoles el encuentro (lo que se dice, un “obispo con olor a oveja”). 

Ellas no se conformaron y lo frenaron a la salida de la Catedral. La reacción de Su Eminencia fue de huída, literalmente. Estaba nervioso, asustadizo, como sintiéndose descubierto. Se limitó a decirles que el Santo Padre no era muy entusiasta de esas marchas pro vida. Y a continuación agregó: "La Iglesia acompaña el tiempo electoral; no puede tomar partido por un sector en contra de otros. Ya bastante mi oposición al gobierno al defender a Fayt".

Con lágrimas en los ojos sintiéndose defraudadas pero conservando su candor, las jóvenes le dijeron: "Bueno, al menos, bendíganos a nosotras". De pésima gana y en un gesto brusco y fugaz, trazó un simulacro de bendición en el aire y las dejó. Todo esto sucedió hace exactamente una semana.

El episodio muestra con claridad la estopa de la que está relleno no solamente Poli, sino la mayor parte de los obispos de nuestro país. Al Primado no le queda ni siquiera la dignidad de ocultar su abyección y servilismo y declara abiertamente ser un felpudo del Obispo de Roma como si él, como sucesor de los apóstoles, no tuviera la suficiente autoridad para apoyar una iniciativa de sus fieles.

Peor aún, entiende que ha hecho bastante con oponerse al gobierno por el caso Fayt. Como si la defensa de la fe tuviera un límite, y como si la defensa de un socialista romántico injustamente atacado por cuestiones de la más baja política tuviera algo que ver con la defensa de la fe. 


Vendría bien que el Eminentísimo Cardenal, que se viste de púrpura en memoria de la sangre de los mártires romanos, recordara a los cristianos sirios y coptos que diariamente son degollados por nuestra fe de rodillas, con dignidad y rezando el Padrenuestro. Este Poligriyo, como también le decían en La Pampa, en cambio, se espanta frente a la posibilidad de contrariar al Papa Francisco o a la Presidente Cristina Kirchner.

No se entiende tampoco la certeza del cardenal de que la Iglesia “no puede tomar partido”. Debe tomar partido por Cristo, en primer lugar y, como consecuencia lógica, por todas las enseñanzas del Evangelio. San Policarpo de Esmirna tomó partido y le costó la cabeza en el año 155 y también les costó la vida tomar partido a los doce obispos mártires españoles durante la última Guerra Civil en 1936.

Los argentinos hemos tenido que soportar a lo largo de nuestra historia muchas maldiciones: los liberales, el peronismo, Marcelo Tinelli y el episcopado, por ejemplo. Y pareciera que no hay modo de superarlas: las crías que producen sos peores que sus padres.

The wanderer

domingo, 28 de junio de 2015

LAS TRES CAMPANADAS (9 de 9): 3ª CAMPANADA (4 de 4)



IMPORTANCIA ESENCIAL DE SANTO TOMÁS DE AQUINO

[Lo que viene a continuación no es más que una cita del Motu Proprio Doctoris Angelici, de san Pío X que traducía, en normas disciplinares concretas, lo que había sido una constante recomendación de sus antecesores en la Sede de Pedro, desde el año 1325] 

Estos principios de Santo Tomás no encierran otra cosa más que lo que ya habían descubierto los más importantes filósofos y Doctores de la Iglesia, (...) Con un ingenio casi angélico, desarrolló y acrecentó toda esta cantidad de sabiduría recibida de los que le habían precedido, la empleó para presentar la doctrina sagrada a la mente humana, para ilustrarla y para darle firmeza. 


Los puntos más importantes de la filosofía de Santo Tomás no deben ser considerados como algo opinable, que se pueda discutir, sino que son como los fundamentos en los que se asienta toda la ciencia de lo natural y lo divino (...). Por eso quisimos advertir a quienes se dedican a enseñar la filosofía y la sagrada teología que, si se apartan de las huellas de Santo Tomás, principalmente en cuestiones de metafísica, será con gran detrimento.


Así, entre otras determinaciones, San Pío X exhortaba: pondrán en esto un particular empeño los profesores de filosofía cristiana y de sagrada teología, que deben de tener siempre presente que no se les ha dado la facultad de enseñar para que expongan a sus alumnos las opiniones que tengan acerca de su asignatura, sino para que expongan las doctrinas plenamente aprobadas por la Iglesia. Concretamente, en lo que se refiere a la sagrada teología es Nuestro Deseo que su estudio se lleve a cabo siempre a la luz de la filosofía que hemos citado [o sea, de la filosofía de Santo Tomás de Aquino]


¡Cuánto dolor se hubiese ahorrado a la Iglesia y cuánto daño se hubiese evitado a las almas con la fiel obediencia a esos mandatos de San Pío X! (...)  Que se sigan delicadamente esas indicaciones de la Iglesia en el estudio y en la enseñanza de la doctrina filosófica y teológica (...) Así contribuiremos a que, por la misericordia divina, las aguas vuelvan a su cauce.



LA VIRTUD DE LA PACIENCIA, CLAVE  PARA LA SOLUCIÓN

Indudablemente esta tarea requiere paciencia, virtud que ... además de custodiar lo bueno, rechaza lo que se opone al bien. Se muestra impaciente, en este sentido, el que deja de guardar la verdad y renuncia a la lucha contra el mal, porque no resulta cómodo ir contra la corriente. Muchos perjuicios han venido a la Iglesia por la impaciencia, es decir, por la negligencia en cuidar de la recta doctrina -el depósito de la fe- y en contrarrestar, con fortaleza, la herejía.

(...) Faltan ganas de luchar porque falta fe. Pensad, hijos, en los Santos Padres y en los grandes Santos Doctores. Todos han puesto su vida al servicio de la verdad del dogma y de la moral de Cristo: la han protegido, la han defendido de los ataques heréticos, la han difundido, la han practicado, aun a costa de sacrificios personales y persecuciones, sin miedo a llamar a los herejes por su nombre.   


[Más o menos igual que está ocurriendo hoy, en donde a los protestantes o a los ortodoxos se les llama "hermanos separados"; aunque eso sería lo de menos si lo que se pretendiera es que volvieran al redil del que no debían haber salido. En vez de eso, da la impresión -y parece que es más que una simple impresión- de que la Iglesia, en su empeño por el diálogo ecuménico, estaría dispuesta a sacrificar algunos dogmas esenciales del depósito de la fe ... ¡Ojalá que me equivoque, porque esto sería sumamente grave y provocaría un cisma en la Iglesia, en el mejor de los casos! Eso es lo que yo pienso]



LA MISIÓN DEL CRISTIANO NO ES AGRADAR A TODOS


Hay que apoyarse en la intercesión de estos celosos baluartes y conocer bien su enseñanza y sus ejemplos, para ayudar a desterrar de la Iglesia la visión que lleva a claudicar ante cualquier cosa, o a disolver el mensaje de Jesucristo en un humanitarismo adornado de preocupaciones sociales.

El cristiano debe superar cualquier temor a que su fe contraste con las ideologías o valores que, en un determinado momento, traten de imponerse. Querer agradar a todos, y siempre, equivale a prepararse para traicionar. El cristiano no ha de presentarse como un hombre que busca pelea con todos y por cualquier motivo. Pero tampoco ha de soslayar la obligación, gustosa obligación, de proclamar su ideal, sin ambigüedades.


(...) Causa pena el espectáculo de algunas altas deserciones, a la hora de decidir con iluminada convicción, a la hora de cortar un abuso. Bien triste resulta que, en estos tiempos, se haya utilizado la palabra caridad -no causar un dolor al hermano, dicen- como coartada de la cobardía


[Esto ocurre, por ejemplo, cuando se usa el término misericordia para justificar acciones prohibidas por la ley de Dios, como si el hecho de que Dios sea misericordioso supusiera que lo perdona todo; lo que sólo es verdad en el caso de que el pecador se arrepienta de su pecado. La gente está muy confundida con esta palabra, harto repetida, y que se aplica mal y de modo selectivo, para más INRI, como ya se ha explicado en otras entradas de este blog]



ORACIÓN FINAL

Ruego al Señor, con todas las fuerzas de mi alma, que conceda [a los miembros de su Iglesia] la gracia de ser fieles cristianos: fieles a la herencia sobrenatural recibida; que jamás ninguno traicione o ceda en cuestiones dogmáticas o morales. Hemos de aumentar nuestra lealtad con Dios, en estos momentos de deslealtad.

A rezar, pues. A estudiar la buena doctrina, para que haya en nuestro espíritu un sereno remanso de aguas limpias, donde beban las criaturas sedientas de certidumbre. (...)

Te encomendamos, Señor, que no prives a tu Iglesia de buenos ministros, de buenos pastores, de ejecutores puntuales de tus mandatos.

Dios nos ha bendecido mucho: agradecédselo muy de veras. Sintamos, junto con nuestra personal indignidad, una confianza inmensa en la misericordia de su Sacratísimo Corazón, urgido por el dulcísimo Corazón de Nuestra Madre Santa María

Con esta confiada piedad nunca dejaremos de comportarnos con completa adhesión al Señor, a su Iglesia y al Romano Pontífice. Y gozaremos de la alegría de los hijos recios de esta Iglesia Santa.

[No debemos olvidar que la adhesión al Romano Pontífice ha de ser tal siempre y cuando el Romano Pontífice sea fiel al depósito recibido y a la Tradición. Como he dicho en repetidas ocasiones, nuestra adhesión no es a tal o cual Papa, sino al Papado como Institución Jerárquica de origen divino. En la Iglesia no cabe la democracia ni los consensos, de tipo meramente humano]

LAS TRES CAMPANADAS (8 de 9): 3ª CAMPANADA (3 de 4)



PERSEVERANCIA ANTE LA DESERCIÓN DE LA MAYORÍA

Perseverad, pues, vigilantes. Hoy, especialmente entre los eclesiásticos y los clericales tocados por las corrientes modernistas, todo se juzga con una visión ajena al sentido sobrenatural. Me refiero a esas personas que, donde advierten una obediencia cristiana, hablan de verticalismo; si descubren certeza de fe en lo que todos hemos de creer, afirman que no hay pluralismo; si se observan unas normas litúrgicas con unción, serán capaces de sostener que falta espontaneidad en el culto (...) [En cambio] nos alabarían si atacáramos a la Iglesia, al Papa, a la fe católica o a la moral cristiana.

No queremos contribuir a empobrecer la espiritualidad de la Iglesia, arremetiendo contra lo que Jesucristo mismo instituyódisminuyendo el sacerdocio ministerial y su santidad, para que se confunda con el sacerdocio real de los fieles; quitando el culto y las prerrogativas de la Madre de Dios, empequeñeciendo sus fiestas y su veneración; ahogando la devoción a los santos y a sus imágenes; destruyendo el sacramento del matrimonio; y, sobre todo, dando disposiciones que conducen a arrancar de las almas el amor al Santo Sacrificio de la Misa y la certeza en la Real Presencia de Jesucristo en el Santísimo Sacramento del altar y reservado en el Sagrario.


(...) El mal se envuelve diabólicamente en paños de virtud y de autoridad:  y así resulta más fácil que se fortalezca y que produzca más daño. Porque aparecen gentes con una falsa religiosidad, saturada de fanatismo, que se oponen desde dentro a la Iglesia de Jesucriso (...) haciendo resaltar (...) lo político antes que lo religioso.


Todo coopera al desprestigio general de la autoridad eclesiástica y a que no se corrijan con oportunidad y energía los desórdenes: los desatinos heréticos, la inestabilidad, la confusión, la anarquía en asuntos de fe y de moral, de liturgia y de disciplina. A esta situación la llaman algunos -defendiéndola- aggiornamento, cuando es relajación y menoscabo del espíritu cristiano, que trae como consecuencia inmediata -entre otros efectos- la desaparición de la piedad, la carencia de vocaciones sacerdotales o religiosas, el apartar a los fieles, en general, de las prácticas espirituales (...) al paso que los eclesiásticos, al verse ineficaces, se muestran desgraciados y abandonan el proselitismo...


Fijaos en que, a la debilitación de la fe, acompaña una desorientación de la conciencia (...) Convenceos, hijos míos, de que en cuestiones de fe, de pureza y de camino no hay detalles de poca importancia (...) esta infidelidad se manifiesa muy pronto en una progresiva disminución de la alegría en el servicio de Dios.


(...) Renovemos nuestra oración, al reconocernos tan inseguros, y nos encontraremos esforzados y capaces de dar fuerzas a quienes vacilen. Pero atentos a la advertencia que recuerda san Pablo a los de Corinto (1 Cor 10, 12) ["Quien piense estar en pie, mire no caiga"] El que se juzga fuerte y seguro, no olvide que es capaz de caer. Insisto en que el humilde reconocimiento de nuestra debilidad, ante el Señor será la mejor base para nuestra firmeza.



VIBRACIÓN INTERIOR Y CONFIANZA EN DIOS

(...) Os exhorto (...) para que no decaigáis en la pelea, con licencias que os llevarían a perder la vibración interior. Hemos venido a esta tierra para ofrecer nuestra vida en un holocausto a Dios: no os canséis de entregaros; no os paréis en vuestro afán por alcanzar la santidad, echando mano -al cabo del tiempo- de compensaciones humanas que apagarían vuestro celo.

Hemos de comprender que no valemos nada -menos que nada- y apoyarnos en la fortaleza de Dios. Por eso, hijos míos, no seáis jamás engreídos. No os durmáis en las buenas obras realizadas, adoptando un aire de suficiencia, porque sólo el corazón humilde está preparado para no malearse.  (...) Necesitamos que nos gobierne la clemencia de Dios, porque no podemos agradarle, ni servirle con alegría, si Él no nos asiste.


Poned el corazon en serviros. Cuando el cariño pasa por el Corazón Sacratísimo de Jesús y por el Dulcísimo Corazón de María, la caridad fraterna se ejercita con toda su fuerza humana y divina. Anima a soportar la carga, quita pesos, asegura la alegría en la pelea (...) Hijos de mi vida, quereos, ayudaos y dejaos ayudar, haciéndoos las oportunas advertencias con comprensión y con caridad. Así, bien unidos, venceremos tantas batallas de paz, que aún hemos de combatir en nombre del Señor y de la Iglesia. Solos no podemos nada; con Dios y con el concurso de nuestros hermanos, todo lo podemos. 



CONFUSIÓN EN EL SENO DE LA IGLESIA

Hemos de vivir esta mutua vigilia de amor muy especialmente en estos tiempos en los que, desde dentro de la Iglesia, se siembra descaradamente la confusión:  agitadores de sacristías y conventos; gente que ha hundido seminarios y vaciado iglesias; (...) parecen destinar todo su interés en que haya hombres que, sin guardar el Evangelio de Cristo y su Ley, se llamen cristianos; y envueltos en oscuridad se creen que tienen luz (...) presentan la noche como día, la muerte como salud, la desesperación con apariencia de esperanza (...) el anticristo en el nombre de Cristo; así escamotean con sutileza la realidad, engañando con apariencias de verdad. Esto sucede, hermanos amadísimos, por no volver al origen de la verdad, por no buscar la fuente, por no guardar la Doctrina de Maestro celestial.


LA BUENA DOCTRINA

Acudamos, pues, a la buena doctrina, que enciende con lumbres la inteligencia y mueve a obrar rectamente, porque trae claridad a la conciencia para discernir el bien del mal. La gran catequesis, que es nuestra tarea, requiere un asiduo estudio; y requiere también, cualquiera que sea la ciencia que se estudie, aprender a situar rectamente y bajo la luz de la fe aquella parte del saber humano al que se dedica, por profesión, el propio esfuerzo

No se relee, sin gran dolor, lo que san Pío X describió en su encíclica Pascendi, cuando exponía las características del modernismo que, en ese documento, definía como compendio de todas las herejías. (...) [Esta] enfermedad mortal (...) ha alcanzado aspectos de epidemia generalizada. Su extensión ha facilitado su virulencia y la manifestación de efectos monstruosos, en cantidad y en calidad, que quizá ni siquiera hubiésemos podido imaginar ante los primeros brotes de modernismo. [Estas palabras fueron escritas tan solo nueve años después del Concilio Vaticano II, hace más de cuarenta años]


Lo que inicialmente se mostraba sólo, aunque ya fuese muy grave, como la reducción de las Verdades dogmáticas a la simple experiencia subjetiva (...) se ha degradado aún más: las hondas exigencias del alma (...) quedan disueltas en la horizontalidad sin relieve de lo mundano: identificando el amor de Dios con las aspiraciones o deseos más inmediatos del hombre-masa, sometido a los determinismos de la planificación materialista y atea y a la de los instintos animales.


(...) Si, para combatir eficazmente los males del modernismo, san Pío X -como de modo análogo había hecho antes León XIII- señalaba, entre los más importantes remedios que urgía poner, el fiel seguimiento de la filosofía y de la teología de santo Tomás, es patente que ahora se impone, como nunca, el estricto cumplimiento de esa disposición. [Lo veremos en la siguiente y última entrada de esta serie]



(Continuará)

sábado, 27 de junio de 2015

LAS TRES CAMPANADAS (7 de 9): 3ª CAMPANADA (2 de 4)


Hay que vibrar, hijos míos, hay que vibrar, porque rendiremos cuenta del tiempo inútilmente gastado. Para nosotros, el tiempo es gloria de Dios (...) es ocasión irrepetible de sembrar Doctrina.


(...) Se escucha como un colosal non serviam! (Jer 2, 20) en la vida personal, en la vida familiar, en los ambientes de trabajo y en la vida pública. Las tres concupiscencias (1 Jn 2, 16)  [Todo lo que hay en el mundo -la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la arrogancia de los bienes terrenos- no procede del Padre, sino del mundo] son como tres fuerzas gigantescas que han desencadenado un vértigo imponente de lujuria, de engreimiento orgulloso de la criatura en sus propias fuerzas, y de afán de riquezas. Toda una civilización se tambalea, impotente y sin recursos morales.


No cargo las tintas, hijos míos, ni tengo gusto en dibujar malaventuras: basta abrir los ojos y, eso sí, no acostumbrarse al error y al pecado. Un lamentable modo de acostumbrarse ha ocasionado la petulacia de algunos eclesiásticos que -posiblemente para encubrir su esterilidad apostólica- llamaban signos de los tiempos a lo que, a veces, no era más que el fruto, en dimensiones universales, de esas concupiscencias personales


Con ese recurso, en lugar de imponerse el esfuerzo de averiguar la causa de los males para ofrecer el remedio más oportuno y luchar, prefieren claudicar estúpidamente: los signos de los tiempos componen la tapadera de este vergonzoso conformismo.



LUCHA Y PEQUEÑOS DETALLES

¿Qué remedios emplearemos nosotros cuando abunda tanta facilidad para desvariar? Hijos míos, inactivos no vamos a quedarnos. Equivaldría a desertar.

(...) Hay que pelear y resistir (...) ir contra la corriente (...) atribuyendo mucha importancia aun a lo más insignificante, en el ejercicio cotidiano de las virtudes. No existe nada de poca categoría (...). No os fiéis de vosotros mismos, aunque pasen los años. Mirad que lo que mancha a un chiquillo mancha también a un viejo. Velad, para atajar con prontitud el menor síntoma de flojera en la lucha. Así no nos dejaremos dominar por una mentalidad y una norma de conducta ajenas a las enseñanzas de Jesucristo. 

Todo tiene su trascendencia. (,..) Si uno se desliza por pequeños abandonos, acaba perdiendo el camino y la fe. (...) No condescendais. [Aquí cita a San Pedro: El diablo, como un león rugiente, ronda buscando a quién devorar (1 Pet 5, 8)] ... y espera que hagáis la más minima concesión , para dar el asalto al alma: a la entereza de vuestra fe, a la delicadeza de vuestra pureza, al desprendimiento de vosotros mismos y de los bienes terrenales, al amor de las cosas pequeñas.

OBJETIVIDAD 

El mal viene, en general, de aquellos medios eclesiásticos que constituyen como una fortaleza de clérigos mundanizados. Son individuos que han perdido, con la fe, la esperanza: sacerdotes que apenas rezan (...) profesores de religión que explican porquerías, pastores mudos, (...) activistas políticos

Hijos, duele, pero me he de preocupar, con estos campanazos, de despertar las conciencias, para que no os coja durmiendo esta marea de hipocresía. El cinismo intenta, con desfachatez, justificar -e incluso alabar- como manifestación de autenticidad, la apostasía y las defecciones. (...) Me sobran datos bien concretos para documentar que no exagero: desgraciadamente no me refiero a casos aislados.

[Si lo que san José María decía hace cuarenta años era cierto, ¿qué no diría ahora cuando la apostasía está abarcando prácticamente a todo el mundo y se alaban y se consideran como normales, el asesinato a niños aún no nacidos (aborto) así como la homosexualidad, como una opción válida y elevada a la categoría de "matrimonio"?]

RESPUESTA CRISTIANA

A este descaro corruptor, hemos de responder exigiéndonos más en nuestra conducta personal y sembrando audazmente la buena Doctrina (...). Que nadie nos gane en diligencia: es la hora de una movilización general, de esfuerzos sobrenaturales y humanos, al servicio de la fe (...) Saber estas cosas y lamentarse no bastaría: debemos esparcir la buena semilla a manos llenas y con constancia, de palabra y por escrito. Pero, sobre todo, con nuestro comportamiento: que se note que reverenciamos la fe y amamos fielmente a Jesucristo y a su santa Iglesia.

(...) Que ninguno me venga con remilgos y distingos, en estos momentos en que se requiere una firme entereza doctrinal. Abominemos de ese cómodo irenismo de algunos (...). De estas posturas falaces de ciertos eclesiásticos, que traicionan su vocación, brota como resultado, la frívola componenda, la doctrina desvaída, el alejamiento del pueblo de sus pastores, la pérdida de autoridad moral y la entrada en el ámbito de la Iglesia de facciones partidistas. En el fondo, todo se reduce a que han caído en las redes de la dialéctica propia de una filosofía opuesta a la verdad, porque se fundamenta en violencias a la realidad de las cosas. Se descubre también que se teme más el juicio de los hombres que el juicio de Dios


REMEDIO DE LOS REMEDIOS

Es la piedad (...). Es preciso rezar más (...). El Señor espera de nosotros una oración más intensa por su Iglesia ... que entraña una vida espiritual más recia, que exige una continua reforma del corazón: la conversión permanente.

(...) O secundamos el ímpetu del Espíritu Santo, que nos lleva a servir al Señor con alegría ... o nos arrastrará el espíritu propio, nuestra soberbia. Entonces quedaremos fácilmente a merced del diablo, porque sólo el Espíritu divino posee la fuerza definitiva para arrojar lejos a Satanás.  Meditad, por tanto, en la importancia de entrar por caminos de oración, que así se recorren las sendas de docilidad a la gracia. (...) Se reza poco, y rezando poco no se logran discernir los espíritus y se confunde el error con el bien. 

Todo el designio del diablo está centrado en disuadir a los hombres de perserverar en la oración, porque la oración es el modo de introducirse en la amistad con Dios. (...) Hemos de persuadirnos de que los medios sobrenaturales son los más adecuados para afrontar una contienda de este tipo: la oración, la mortificación, el conocimiento de la doctrina de la fe, los sacramentos. Esto es lo sabio y prudente.

(...) Por desgracia, se observan también en la Iglesia  sitios -cátedras de teología, catequesis, predicación- que deberían alumbrar, como focos de luz, y se aprovechan, en cambio, para despachar una visión de la Iglesia y de sus fines totalmente adulterada. (...) Confundir a la Iglesia con una Asamblea de fines más o menos humanitarios, ¿no significa ir contra el Espíritu Santo? [Sí, pues] ir contra el Espíritu Santo es hacer circular, o permitir que circulen, sin denunciar sus falsedades, catecismos heréticos o textos de religión que corrompen las conciencias de los niños, con enseñanzas dañosas y graves omisiones. 

Frente a ese griterío, hemos de exclamar: ¡basta! (...) Hijos, no os durmáis en un quehacer rutinario. Sentir el desvelo por cumplir el bien, que el tiempo es corto. No os acobardéis jamás de dar la cara por Jesucristo

APOYARNOS EN EL SEÑOR

Para ser así, fieles, apoyaos en el Señor: es decir, no confiemos únicamente en nuestras escasas energías. Nadie más ridículo que el que se jacta, presuntuoso, de lo que realiza. (...) Tened el convencimiento de que nuestra fortaleza es prestada, que la verdadera fuerza y perseverancia sobrenatural en el bien vienen de Dios. Ninguno se crea mejor que los demás; ninguno se considere exento de errores y de pasiones (...) Fuera, hijos, el orgullo y la vanidad: buscad solamente la gloria de Dios.

(...) Nos esforzamos, con la gracia de Dios, por no abandonar; y por utilizar, con tenacidad, los medios para que no nos arranquen la fe (...) en esta casi universal deserción moral. [Hoy hablaríamos de apostasía universal]. Ya sé que este razonamiento implica que trabajemos a contrapelo en muchas cosas. Pero hemos de mantenernos así porque conviene delante de Dios y delante de los hombres, y porque comprendemos que no existe otro modo cristiano de comportarse.

(Continuará)

viernes, 26 de junio de 2015

LAS TRES CAMPANADAS (6 de 9): 3ª CAMPANADA (1 de 4)

Aunque estas campanadas son toques que dio el fundador del Opus Dei a sus hijos espirituales, sin embargo, su contenido esencial vale para todos los cristianos. La tercera campanada es la más larga en extensión. Procuraré ceñirme, en mi resumen, a lo esencial. Hoy, precisamente, se cumplen cuarenta años desde la muerte de San José María Escrivá de Balaguer. Tal vez sea un buen momento de dejar que estas campanadas o avisos entren en nuestro corazón para hacer realidad en nuestra vida su contenido, como cristianos que somos, por la gracia de Dios ... pues, como digo, aunque van dirigidas a los miembros de la Obra, no obstante -en su mayor parte- podemos considerarlas como dirigidas también a nosotros, es decir, a todos aquellos que intentamos ser fieles a Jesucristo ... con la que está cayendo. La gracia de Dios no nos va a faltar. De eso podemos estar seguros.

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SIEMPRE HAY QUE ESTAR COMENZANDO

Queridísimos: (...) Salgo otra vez a vuestro encuentro, volviendo a sonar la campana (...). Esta carta es como una tercera invitación, en menos de un año, para urgir vuestras almas con las exigencias de nuestra vocación, en medio de la dura prueba que soporta la Iglesia.

Espero -con estas líneas- impulsaros a que busquéis con mayor esfuerzo, la conversación, el trato y la intimidad con Dios Nuestro Señor, Uno y Trino (...). Así iremos por este mundo (...) cantando coplas de amor, anunciando la infinita clemencia de Dios con sus criaturas, que en tantas ocasiones no se dirigen al Señor ni le aman, porque no le conocen, ya que se ha secado la lengua de quienes deberían predicarles.

(...) Hemos sido escogidos para que demos la vida entera, sin reservarnos nada (...). Honra, dinero, progreso profesional, aptitudes, posibilidades de influencia en el ambiente, lazos de sangre; en una palabra, todo lo que suele acompañar a la carrera de un hombre en su madurez, todo ha de someterse a un interés superior: la gloria de Dios y la salvación de las almas.

Hijos míos: no os podéis entibiar (...) Revelaría un síntoma indudable de tibieza que nuestro trabajo ordinario se transformara en campo para satisfacciones de afirmación personal (...) de mundano progreso.

CUIDADO CON EL FALSO ECUMENISMO

No olvidéis el particular empeño que pone en estos tiempos el demonio, para lograr que los fieles se separen de la fe y de las buenas costumbres cristianas, procurando que pierdan el sentido del pecado, con un falso ecumenismo como excusa.

[Se ha llegado a] (...) un triste estado de ánimo, en el que no se nota inclinación por la verdad, ni repugnacia por la mentira (...)  aniquilando el celo apostólico que nos mueve a salvar la propia alma y las de los demás, defendiendo con decisión la Doctrina, sin atacar a las personas.

Cuando escritores embusteros, que se atreven en su soberbia y en su ignorancia -quizá en su mala fe- a calificarse como teólogos, perturban y oscurecen las conciencias, cada uno de nosotros ha de anunciar, con mayor fuerza, la Doctrina segura, a través de un proselitismo incesante [aunque según el papa Franciso, el proselitismo es una solemne tontería].

Para que esta acción apostólica sea fructuosa, dediquemos cada día más empeño a nuestra formación teológica personal y a nuestra vida interior (...) La realidad [la eterna y la terrena] sólo admite una postura: vivir en la Iglesia de siempre. Es cierto que, en alguna ocasión, el hecho de tener y propugnar la verdad, algunos lo interpretan falsamente como un acto de soberbia (...) cuando cumplimos estrictamente un enojoso deber. (...) Adelante, pues: No olvidar que la verdad no tiene más que un camino

[Ya sabemos que ese Camino es Cristo, que es el mismo ayer y hoy y lo será siempre (Heb 13,8). De manera que el "diálogo" ecuménico o interreligioso sólo, única y exclusivamente tiene sentido cuando tiene como finalidad la de llevar a la gente a que conozcan y amen a Jesucristo. Siendo conscientes, y sabiendo con total seguridad -si no hemos perdido la fe- que "fuera de la Iglesia no hay salvación", el ecumenismo verdadero consistiría en atraer a la gente hacia Jesús y hacia la verdadera y única Iglesia, que es la Iglesia Católica. Todo lo que no sea esto es, en el mejor de los casos, una pérdida de tiempo; y, en realidad de verdad, una sarta de mentiras, pues no puede haber acuerdo ni diálogo entre personas cuando se considera que cada uno de ellos tiene la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Esta realidad está reservada tan solo a la Iglesia Católica, por pura gracia divina; dado que sólo ella conserva el Depósito de la Fe que le fue concedido desde que Jesucristo la fundó. El resto de "religiones cristianas" no son tales religiones, sino ideologías pues son producto de los pensamientos de los hombres, que intentaron imponer su ley sobre la ley de Dios: Enrique VIII, Lutero, etc... Y las "religiones" no cristianas son meras elucubraciones debidas a la imaginación de ciertas personas que las impusieron a los demás: budismo, etc...] 

VASIJAS DE BARRO

Estamos llamados a vivir al día, con lo puesto, sin que nada nos ate, confiados a la Providencia de nuestro Padre Dios (...) [En este proceso] comprende que eres de barro de botijo y no te asustes (...) de topar dentro de tí con abismos de vileza. Clama, ruega, recorre las etapas del hijo pródigo. Tu Padre Dios sale a tu encuentro apenas te confiesas pecador, en aquello que la soberbia te ocultaba como pecado. Comienza, para tí, una gran fiesta -la profunda alegría del arrepentimiento- y estrenas un traje limpio: una caridad más honda, más divina y más humana, porque cuentas ya con la seguridad de haber aceptado humildemente la poquedad de tu condición.

[¿Quién ha dicho que la Iglesia no ha practicado la misericordia hasta ahora, hasta el Vaticano II? Una falsedad, como tantas otras, que se difunde por los poderes mediáticos, dando lugar así al engaño de miles y millones de personas. Desde siempre, Dios ha sido misericordioso y ha perdonado. La máxima manifestación de misericordia fue la venida de Jesucristo al mundo para hacer posible nuestra salvación. Claro que Dios es misericordioso. Esta idea no es del papa Francisco. Pero sólo perdona a aquellos que reconocen sus pecados como tales pecados: "Padre, he pecado contra el cielo y contra tí" ... "Yo también te perdono. Vete y no peques más", etc.... Nunca jamás se ha justificado el pecado ni el error, pues éstos siempre son condenables. Otra cosa distinta es la persona que ha quedado esclavizada por el pecado: sólo podrá salir de su situación cuando reconozca que tal situación es anómala y va en contra de la Ley de Dios; mientras eso no ocurra, el perdón es imposible]

NO PONER OBSTÁCULOS AL PLAN DE DIOS

¿Aprenderás, hijo mío, a no señalar limitaciones a quien te amó tanto que dio su vida por tí? Este camino de generosidad, y de prontitud para la conversión, marca la senda de la alegría. "Alegraos siempre en el Señor" (Fil 4, 4). Nuestro gozo está en servirte, con las barreras que Tú quieras, Señor mío.

(...) Quien no pone condiciones, servirá al Señor con alegría. ¡Qué libertad la nuestra, hijos míos, si nos decidimos a perder la vida sirviendo! ¡Qué libertad cuando renunciamos, de verdad, a ocuparnos de nosotros mismos! (...) Esto -y más hoy, y aún más en algunos círculos eclesiásticos- choca; y no me extraña que choque, porque la lógica de Dios desafía abiertamente la lógica de los hombres.

Unos, con pretextos de evangelizar el mundo, se afanan en ceder y ceder, desvirtuando la sal cristiana. Nosotros procuramos exigirnos, y exigir mucho (...) a pesar de las resistencias de nuestra personal debilidad. Justamente, por el convencimiento de nuestra flaqueza, nos consta que cediendo no se consigue nada.

Percibimos el grave deber de transmitir, a las generaciones que vendrán detrás de nosotros, este espíritu de radical dedicación, de no poner límites a cuanto el Señor nos pida en su servicio.

[De ahí la gravedad inmensa de haber desvirtuado el mensaje de Cristo; por ejemplo, no hablando del carácter sacrificial de la Santa Misa, que es esencial para comprenderla; de la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, etc... En general, de todos los misterios sobrenaturales, que constituyen la esencia del Cristianismo, sin los cuales el Cristianismo no es nada ni tiene nada que decirle al mundo ... pues si la sal se vuelve sosa para nada sirve sino para arrojarla fuera y que la pisen los hombres (cfr Mt 5, 13). Como dice San José María no se puede ceder y ceder, con el pretexto de evangelizar el mundo. No es ésa la voluntad de Jesucristo]

(Continuará)

miércoles, 24 de junio de 2015

LAS TRES CAMPANADAS (5 de 9): 2ª CAMPANADA




En la página web del Opus Dei, en el siguiente enlace, se encuentra un resumen de las tres campanadas de San José María Escrivá, que proviene de la biografía escrita en tres tomos, por Andrés Vázquez de Prada, titulada "El fundador del Opus Dei". Las tres campandas, en cuanto tales, no han sido publicadas al completo. Y, en principio, están escritas sólo para ser leídas a nivel interno por miembros del Opus Dei. No obstante, después de la canonización de José María Escrivá, salieron a relucir, al completo, la primera y la tercera (de ésta hay escrito un libro, cuyo autor es Enrique de Diego, en la editorial Rambla). En cambio, de la segunda campanada sólo he encontrado el resumen que realiza Andrés Vázquez de Prada; y que procedo a transcribir en esta entrada. Esta segunda carta está fechada en el mismo año de 1973, al poco de escribir la primera. Así lo cuenta el autor de la biografía del fundador del Opus Dei:


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Apenas habían transcurrido tres meses cuando, en vistas del cariz que tomaban las cosas, cogió de nuevo la pluma. Esta segunda carta, fechada el 17 de junio de 1973, mantenía a sus hijos al tanto de los innumerables errores que se estaban infiltrando en la doctrina y en las costumbres. De modo que la Iglesia se encontraba en medio de una borrasca tremenda; y —como explicaba el Padre, animando apostólicamente a sus hijos— en esta larga temporada de tempestad y de naufragio, debemos ser para muchos un arca de salvación.


Muchos cristianos, por desgracia, habían perdido la visión sobrenatural, ya no vivían con los ojos puestos en la eternidad hacia la que todos nos encaminamos. Deslumbrados por los espejuelos de lo temporal adoptaban posturas críticas contra la tradición y de rebeldía contra el dogma. Eran partidarios de un equívoco cristianismo adulto.

[¿Acaso no es eso lo que está ocurriendo hoy en día en la Iglesia, de una manera descarada y sin el más mínimo empacho?]

A éstos les invitaba el Padre a meterse en el Evangelio y escuchar la voz del Señor: «En verdad os digo, que si no os volvéis y hacéis semejantes a los niños, no entraréis en el reino de los cielos» (Mt. 18, 3).

Era cada vez mayor el número de quienes predicaban una vida despojada de fe sobrenatural, intentando suplantar a Dios en todas partes:

Especialmente con el marxismo, que es la suma de todos los errores, estamos asistiendo a una subversión total:

- La Eternidad es sustituida por la historia
- Lo Sobrenatural por la naturaleza
- Lo Espiritual por la materia
- La Gracia divina por el esfuerzo humano [...].

Para algunos, parece como si en lugar de ser la Iglesia —la Iglesia de siempre, la que fundó Jesucristo y a la que Jesucristo ha asistido continuamente en estos veinte siglos— la salvación para el mundo, hubiera de ser el mundo la salvación para la Iglesia 

En la Navidad de 1973, al felicitar a sus hijas y a sus hijos, seguía comentando el tema central de estas dos extensas cartas de meses anteriores. Porque, insistía, tengo la obligación de deciros estas tristes verdades, de preveniros, de abriros los ojos a la realidad, a veces tan penosa. 

Luego, les prometía un tercer escrito: Os escribiré pronto: haré sonar de nuevo la campana gorda, para que nadie sea vencido por un mal sueño

[Se está refiriendo a la tercera campanada, que es la que publicaré en las dos o tres entradas siguientes]

Pero no era cosa de entristecerse, porque no es la Navidad ocasión de amargura, ni de pesimismo. Hemos de colmarnos de serenidad, de sobrenatural esperanza, de fe: el Señor vendrá, es seguro.
Roma, 17 de junio de 1973