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martes, 12 de agosto de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (15) [Relativismo]

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Da la impresión- y posiblemente sea más que una mera impresión- de que lo que hoy se está pretendiendo en la Iglesia, y por eso tiene el aplauso del mundo, es una especie de "fraternidad universal", al estilo masónico. Se piensa que así habrá mayor paz en el mundo (entendiendo la paz como la entiende el mundo, esto es, como ausencia de guerra). 

En esta "nueva religión" que podríamos llamar LA RELIGIÓN DEL HOMBREtodos tendrían cabida.


- No habría roces entre las diferentes religiones, las cuales serían como un anexo histórico de esa única Religión Universal, inventada por el hombre para ser feliz (sólo para esta vida, claro está, puesto que no hay otra). 

- Cualquiera que actuase en conciencia pertenecería a ella (el concepto de bien y de mal desaparece. Bueno y malo es lo que a mí me parece que es bueno o malo).
- Ya no habría trabas de ningún tipo, pues todo estaría permitido y bien visto ... todo, excepto lo que podríamos llamar pecado social. Es decir, si yo no robo ni mato, puedo tener la conciencia tranquila ... De lo que se trata es de no molestar a nadie...
- Si alguno tiene algún tipo de creencias debe tenerlas  para sí mismo, de modo privado ... pero tales creencias no deben manifestarse nunca en la vida pública ... Así se evitarán confrontaciones y posibles conflictos. 

Algo parecido, por así decirlo, al "mundo feliz" de Aldous Huxley, aunque con otras connotaciones ... Sin embargo, como no podía ser de otra manera, la realidad demuestra que estos "objetivos" no pueden llevarse jamás a cabo. Se trata de una utopía irrealizable, porque parte de una idea falsa de lo que es la naturaleza humana. Si la premisa de la que se parte es errónea, los resultados a los que conduce  "teóricamente" tienen que ser necesariamente falsos  y engañosos e imposibles de llevar a cabo en la realidad real. Un intento de puesta en práctica de estas ideas, supondría un verdadero suicidio de la humanidad: cambiar el Dios real por el dios inventado por el hombre es un autoengaño, una mentira, que no puede sino tener consecuencias catastróficas.



La actuación del papa Francisco en lo que lleva de Pontificado está sembrando mucha confusión entre los cristianos ... bueno, entre aquellos cristianos que creen en el carácter sobrenatural de la Iglesia, y van a Misa y comulgan, y creen que Jesucristo está verdaderamente presente en el Sagrario y es verdadero Dios, etc.; es decir, entre los cristianos que no han perdido la fe en la Iglesia de siempre, aquélla que fue fundada por Jesucristo. 


Resulta difícil de entender -y, sin embargo, los hechos están ahí para demostrarlo- que el mismo papa Francisco está dando la impresión, tanto en sus declaraciones -de cualquier tipo- como en sus viajes, de que lo esencial del mensaje cristiano es el ecumenismo (mal entendido, por cierto), la libertad religiosa, el diálogo interreligioso, la colegialidad ... 


[Y que, para colmo, es el mismo Espíritu Santo el que así lo quiere y, gracias al cual -por la docilidad del papa Juan XXIII- pudo salir adelante el Concilio Vaticano II. Y de lo que ahora se trata es de poner en práctica todo lo que está contenido en dicho Concilio]. 


Podemos verlo en infinidad de manifestaciones del santo Padre. Valgan algunos ejemplos, a modo de pincelada, para demostrar lo que digo. En la famosa entrevista con Scalfari, el director de la Reppublica, le ratifica lo que ya le había dicho anteriormente por teléfono, a saber, que la conciencia es autónoma y que cada uno debe obedecer a la propia conciencia


[Esto es lo que decía el filósofo idealista Emmanuel Kant, uno de los que más han influido en la corriente modernista atea actual, que tanto se ha infiltrado en la Iglesia de hoy]


Y añade el Papa -y lo repite dos veces, para que no quepa la menor duda de que ha dicho lo que ha querido decir-:  "Cada uno tiene su propia idea del Bien y del Mal y debe elegir seguir el Bien y combatir el Mal como lo concibe. Bastaría eso para cambiar el mundo"


Es difícil de expresar mejor aquello en lo que consiste el relativismo moral, que es uno de los grandes males que acosan a la humanidad y a la Iglesia en particular. Lo grave es que esas palabras hayan sido pronunciadas por el Papa. Si admitimos esto que el Papa ha dicho (y aún así nuestra inteligencia sigue funcionando después de haberlo hecho), un sencillo razonamiento nos lleva inmediatamente a la conclusión de que no hay verdad: el concepto de verdad y la verdad misma desaparecen (¡cada uno tiene su verdad, que es lo que le dicta su conciencia!) 




La consecuencia más grave de todas es que la figura de Jesucristo se queda así en un mero recuerdo y reducida a la nada prácticamente: Jesús es ... lo que cada uno piense acerca de Jesús: ¡Enorme falsedad! Jesús es la Verdad, y Jesús no depende de lo que mi conciencia o mi pensamiento decidan acerca de lo que Él es o deja de ser. La realidad de Jesucristo es algo objetivo. Esta realidad histórica no depende de mi conciencia. No se puede minimizar ni banalizar la figura de Jesucristo de esa manera.


[La fe en Dios y, en particular, la fe en Jesucristo (en el Cristo real histórico que vino a este mundo) no es algo relativo ni cambiante con el tiempo. La cobardía ante el mundo moderno, por parte de muchos eclesiásticos, les ha llevado a hacer concesiones en temas en los que tales concesiones no pueden hacerse bajo ninguna circunstancia. De ese modo, se han ido relativizando temas cruciales (anticonceptivos, aborto, divorcio, etc...) y se han ido ocultando los dogmas fundamentales de la fe, aquellos que vienen contenidos en el Credo pero que pocos católicos conocen como se deben conocer para poder enfrentarse con valentía y entereza a un mundo que está cada día más separado de Dios]


La negación de la existencia de una verdad absoluta es, en realidad, la negación de la divinidad de Jesucristo quien dijo de sí mismo: "YO SOY el Camino, LA VERDAD y la Vida" (Jn 14,6); en cambio,  según el Papa actual si cada uno elige seguir el bien y combatir el mal COMO LO CONCIBEN, eso bastaría para cambiar el mundo


[¡Qué disparate, Dios mío! Bueno ... en realidad tiene razón en eso de que cambiaría el mundo, pero no sería precisamente para su bien sino para su destrucción: Es lamentable tener que oir estas cosas saliendo de la boca del mismísimo Papa. ¡Es muy triste!]


Claro está: teniendo esta idea acerca de lo que es el bien y de lo que es el mal, ya no pueden extrañarnos todas esas frases del Papa que están dando la vuelta al mundo:

 "El proselitismo es  una solemne necedad y no tiene sentido". 

 «Que los que son cristianos lo hagan con la Biblia y que los que son musulmanes lo hagan con el Corán . La fe que vuestros padres os han inculcado os ayudará siempre a avanzar -les dice a los musulmanes»
No estoy interesado en convertir a los Evangélicos al Catolicismo. 

Y así un día y otro día, por activa y por pasiva, con expresiones que van siempre en el mismo sentido, un sentido que no es, precisamente, conforme al sentir de la Iglesia de veinte siglos.  ¿Cómo es posible que se haya llegado a esta situación en el seno de la misma Iglesia? ¿Es que estamos acaso ante un Papa hereje? ¿Será éste el Papa que aparece en las profecías de San Malaquías como el último Papa ... y estaríamos entonces en los últimos tiempos, previos a la venida del Señor?  No podemos saberlo. Sí sabemos que el Papa que tenemos es legítimo ... De eso no nos debe caber la menor duda ... pero, tal como están las cosas, se impone tener las ideas muy claras: su legitimidad como Papa no puede hacer que una mentira se transforme en verdad porque él lo haya dicho

(Continuará)

domingo, 10 de agosto de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (15) [Canonizar CVII]

Por eso, entre otras cosas, es imposible comprender, por ejemplo, el beso del papa Juan Pablo II al Corán.[En este enlace se habla sobre el Islam, el Corán y el beso de Juan Pablo II a dicho libro]. Ésta es una de las razones -no la única- por la que en la actualidad se están realizando estudios muy serios por personas de una gran fe y de una gran preparación teológica en relación a la "infalibilidad" de las canonizaciones"  posteriores al Concilio Vaticano II, un tema que, ciertamente, no planteaba ningún problema antes de la celebración de dicho Concilio.

A poco que se piense -y sin ser excesivamente sagaz- no deja de sorprender la prisa (¡inmensa!) que ha surgido para canonizar, como sea, a todos los Papas que han intervenido en el Concilio Vaticano II:  Juan XXIII (ya santo), Pablo VI (que será declarado Beato el 19 de octubre de 2014), Juan Pablo I (que aunque sólo estuvo 33 días en el Pontificado, en junio de 2009, el Vaticano comenzó la fase "romana" de su proceso de beatificación, basándose en Giuseppe di Altamura Denora, que afirmó haber sido curado de cáncer... de modo que ya está en marcha una investigación oficial sobre el presunto milagro) y Juan Pablo II (proclamado también santo con tan solo un milagro atribuido a su intercesión). El que fue papa Benedicto XVI -hoy cardenal Ratzinger- aún está vivo y lo mismo el actual papa Francisco I, por lo que parece demasiado pronto para canonizarlos; bueno, si se cambian las reglas, ..., ¿quién sabe lo que puede ocurrir? 










De modo que, sin ser ningún experto, me da la impresión de que lo que se esconde tras estas canonizaciones realizadas con tanta rapidez (y saltándose, incluso, algunas reglas oficialmente establecidas) es la pretensión (¡vana!) de "canonizar" el Concilio Vaticano II, si es que eso fuera posible, que no lo sé. Aunque si tal evento ocurriera sería como para estar seriamente preocupados, pues daría lugar, sin duda, a una confusión, aún mayor de la que ya existe, entre los pocos católicos que van quedando; y que cada vez son menos, en contra de las apariencias. 


Todo el mundo sabe que el papa Francisco -por lo que sea- no es partidario de nada que aparezca en la Iglesia como tradicional; y no sólo no es partidario de lo tradicional sino que, además, lo combate ... y de modo insistente y continuado ... ¡como si ese fuese el gran problema de la Iglesia de hoy, en la que se está perdiendo la fe a una velocidad de vértigo!


Y, sin embargo, no tendríamos por qué rasgarnos las vestiduras ante ciertos gestos o modos de actuar del papa Francisco porque no hace, en realidad, sino seguir las indicaciones del Concilio Vaticano II; o sea, lo mismo que también hicieron todos los papas anteriores a él desde Juan XXIII hasta Benedicto XVI. Evidentemente cada Papa tiene su propio estilo (y el estilo del papa Francisco es el de llamar mucho la atención ... pero ése es otro asunto). Este Concilio fue sin duda, uno de los más importantes que ha habido a lo largo de la Historia de la Iglesia, pero no debe olvidarse que, anteriores a él, hubieron 20 concilios más. Tampoco hay que olvidar que  ningún concilio puede contradecir lo que, dogmáticamente, se ha definido en un concilio anterior. Esto es muy importante tenerlo en cuenta.

Recordemos que el Concilio Vaticano II  es el primero que se presentó a sí mismo como de mero carácter pastoral, sin intención de imponer nada: todos los demás concilios habían sido dogmáticos. Pero me llama mucho la atención que, siendo esto así -como lo es- ¡ay del que discrepe del Concilio Vaticano II!, [al cual se le llama simplemente el Concilio, como si fuese el único que ha tenido la Iglesia en veinte siglos]. 


Se ha vertido abundante tinta sobre él y sigue aún necesitando de muchas explicaciones, porque aparecen en él algunos documentos de dudosa ortodoxia como son los relativos a la libertad religiosa, el ecumenismo, la colegialidad y el diálogo interreligioso ... precisamente los temas en los que se está haciendo hoy tanto hincapié, de un modo, además, excesivo y fuera de lo normal, como si ése fuese el mayor problema que tiene planteado hoy la Iglesia. Ya escribí tres entradas comentando el discurso de apertura de dicho Concilio. Puedes acceder a ellas pinchando aquí , aquí y aquí.   
(Continuará)

¿Fundamentalismo cristiano? (14) [Convicciones]

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Respecto a estar en posesión de la verdad ... hay que decir que un católico, que sea fiel a las enseñanzas de Jesucristo y a la Tradición recibida por los Apóstoles -fielmente transmitida durante casi dos mil años- y que haya recibido la gracia de la fe no puede tener la menor duda acerca de las palabras de su Maestro, quien dijo de Sí mismo: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn 14,6) y que nos amó hasta el extremo de dar su vida por nosotros, dándonos así la posibilidad de ser salvos, según sea nuestra respuesta. Y resucitando, con su propio cuerpo llagado (pero ahora glorioso) mostró a todos que Él era Dios y que no hay salvación sino en Él. De ahí el mandato dado a los apóstoles para expandir su Reino por todo el mundo, a fin de que todos se salven. Y un cristiano que viviera conforme a la ley de Dios, contenida en las Sagradas Escrituras y en la Tradición, no es ningún fundamentalista en contra de lo que parece decir el papa Francisco


Si no estuviéramos seguros de que esto es así (seguridad que nos viene de Dios mismo y no de nosotros), ¿cómo nos íbamos a jugar la vida por Jesús? ¿cómo explicar la existencia de tantos mártires a lo largo de la Historia que derramaron su sangre antes que negar a Jesucristo? Y en esto -por desgracia- no hay que acudir muy lejos en el tiempo. Hoy, en pleno siglo XXI, se están produciendo verdaderos genocidios de cristianos en varias partes del mundo: en particular los cristianos de Mosul (Irak), quienes están dispuestos a morir antes que renegar de su fe, ante el silencio informativo de la mayoría de los medios de comunicación y el silencio, más culpable todavía, de las grandes super-potencias, de la comunidad internacional y del resto de los demás líderes árabes. Como muy bien dice el periodista Javier Martínez Lozanopese a los llamamientos desesperados [de los cristianos], la comunidad internacional mantiene un prolongado silencio ante lo que ocurre en Irak, país en el que en no demasiado tiempo puede que no haya cristianos porque así lo quisieron los islamistas y no lo evitó nadie.



Cuando el papa Francisco dice que "los cristianos tenemos nuestros grupos fundamentalistas también" incurre en una acusación injusta y falsa ... si se refiere, como ya se ha demostrado, a aquellos cristianos cuyo objetivo principal y el sentido de su vida es de conocer y amar a Jesucristo, y el de darlo a conocer y amar a los demás, cada uno en la medida de sus posibilidades de acción. Y, desde luego, contando siempre con la gracia de Dios y en perfecta fidelidad al Papado, a la Iglesia de dos mil años. Estos cristianos, que son los auténticos, son perseguidos dentro de la propia Iglesia. ¿Cómo es esto posible? ¿Cómo se ha podido llegar a esta situación de apostasía en el seno de la misma Iglesia? Porque se está llegando al punto en que las palabras de Jesús, referentes a los últimos tiempos, parece que tienen más actualidad que nunca: "Se acerca la hora en la que todo el que os dé muerte pensará que hace un servicio a Dios" (Jn 16,2). 


Seamos honestos: ¿Desde cuándo un cristiano católico impone por la fuerza su convicción a los demás, para que se conviertan? Un cristiano, que pretende vivir como tal y se toma en serio su vida cristiana, es aquel que, primeramente, ha respondido libremente a la invitación de Jesús a seguirle y a "pescar" hombres para Él ... pero siempre, siempre ... , ¡respetando la libertad del otro! 




[Todos estamos llamados a convertirnos. Cuando Jesús comenzó predicando el Evangelio de Dios, éstas fueron sus palabras: "El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca. Convertíos y creed en el Evangelio" (Mc 1, 15). Jesús nos interpela directamente para que cambiemos de vida dejándonos "pescar" por las redes que nos lanza. Sólo en la unión con Él, que es la Verdad, podremos llegar a ser verdaderamente libres. Su carga no es pesada: "Mi yugo es suave y mi carga ligera" (Mt 12,30). Él quiere hacer de nosotros colaboradores suyos en esa labor de "pesca" de hombres: "Venid conmigo y os haré pescadores de hombres" (Mt 4,19)]


Es impropio de un católico, que se precie de serlo, "obligar" a los demás a ser católicos -y a convertirse- haciendo uso de la violencia. En ningún católico (¡insisto, que lo sea de verdad y no esté tarado mentalmente!) se da ningún tipo de coacción contra los que no lo son: ¡No hay ni estructura mental violenta ni -muchísimo menos- violencia física contra los demás para causar su muerte! [Ésto sí ocurre en el caso de los fundamentalistas árabes, como ya conocemos muy bien, si es que no queremos cerrar los ojos] 


Alguien podrá argüir que en la historia de la Iglesia ha habido errores en ese sentido. No lo niego, ni lo afirmo ... considero que, lo primero que habría que hacer es estar bien documentado -por una parte- y tener en cuenta las épocas históricas concretas en las que eso sucedió ... ¡posiblemente nos encontraríamos con sorpresas y con mucha manipulación de documentos! De entrada, es preferible - y más objetivo- intentar comprender y, en lugar de condenar, enterarse bien de lo que realmente ocurrió para tener un conocimiento lo más completo posible de la situación a la que se alude ... ¡porque hay muchos bulos y muchas mentiras, en ese sentido, por parte de aquéllos que odian a la Iglesia y no les importa mentir con tal de desprestigiarla, aunque sea "cambiando" la historia ... o sea, haciendo que a los estudiantes de historia les llegue como cierto algo que está falseado e incompleto.


Pero, en todo caso, hay algo que sigue siendo cierto y que no se puede cambiar jamás: y es que, en sí misma, la Religión Católica no se puede imponer nunca a las personas, cuya libertad se respeta de un modo absoluto. Si alguien hubiese obrado de modo diferente no lo habría hecho como católico, aunque surgiera esa palabra de su boca. 
Es completamente imposible que un buen católico coaccione a otras personas, haciendo uso de la violencia para conseguir que se conviertan. Eso es, sencillamente, absurdo. ¡No estaríamos hablando de católicos, sino de otros especímenes que se las dan de tales, cuando son unos farsantes!  

La base del catolicismo es el amor: "Dios es amor" (1 Jn 4,8); y no un amor cualquiera, sino el amor tal como Dios lo entiende; y Dios, manifestado en Jesucristo -verdadero Dios y verdadero hombre- se ha hecho un niño pequeño por amor a nosotros, para que nosotros, a su vez, podamos amarlo. Si Dios se hubiese manifestado en toda su grandeza no hubiésemos sido libres; no hubiéramos podido decirle que no; necesariamente tendríamos que haberle dicho que sí. Pero eso ya no sería amor, sino una imposición. Y lo que Dios desea de nosotros -de cada uno- es nuestro amor libre. Desea que optemos por Él sin ningún tipo de violencia o coacción, ni física ni psíquica ni de ninguna clase. Si ésto se diera no estaríamos hablando de catolicismo ... estaríamos hablando ... ¡de otra cosa!


En cambio -y esto no se puede negar, a menos que se tenga una ignorancia supina del tema o una comedura de coco total que lleve al fanatismo, o que la maldad anide en el corazón del que afirma otra cosa- la religión musulmana tiene, en su propia estructura ideológica
(esta expresión es del santo Padre) la violencia como regla. Me atrevo a decir que los "buenos" musulmanes, entendiendo por tales aquellos que obedecen el Corán, son los más peligrosos y los más violentos. [Ya hemos podido leer lo que dice el Corán acerca de los infieles (o sea, de todos los que no se convierten al Islam)] ¿Cómo es posible decir que Alá es el mismo dios que el Dios de los cristianos? 

(Continuará)

sábado, 9 de agosto de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (13) [Soberbia y verdad]

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Parece ser (vamos, ¡me parece a mí!) que el solo hecho de estar seguro de algo es una actitud fundamentalista. Lo "progre", lo que está en consonancia con los tiempos modernos es la inseguridad. Si uno no se pronuncia nunca sobre ningún tema de un modo categórico,[ tomando como dogma la perniciosa idea de la tolerancia (mal entendida)], si sus expresiones son siempre del tipo: "Esta es mi opinión, yo pienso así; tú piensa lo que quieras. Haz con tu libertad lo que te venga en gana" ... ¡Qué bien suenan estas palabras a los oídos de todos! ... ¡Hasta da la impresión de que tienen razón! Y entonces decimos de esas personas que están abiertas al "diálogo". Esto, que parece una banalidad, es, sin embargo, algo tremendo, porque supone tomar como base del diálogo no la apertura a la verdad (en la que no se cree) sino la libertad para pensar como uno desee; y si lo hace según su conciencia siempre estará bien. ¡Un disparate colosal, al que estamos asistiendo todos los días!

Ciertamente, hay muchísimos temas en donde lo propio -y lo correcto- es precisamente que cada uno dé su opinión [¡con fundamento!] para tener así un conocimiento mayor y más profundo del tema del que se está tratando o investigando. En este caso sí habría un verdadero diálogo, porque el objetivo es que se produzca un mayor enriquecimiento de todos en el conocimiento de la verdad sobre el tema en cuestión. Digamos que se puede hablar de auténtico diálogo cuando se parte de un hecho cuya verdad y cuya realidad nadie pone en duda. 


[Se da por supuesto que existe algo que se llama verdad y que las personas se esfuerzan en conocer ese algo, poniendo cada una su granito de arena]. 


La reflexión serena sobre ese hecho da lugar a un mejor conocimiento del mismo.Y puesto que nunca se acaba por completo de conocer las cosas en toda su profundidad, aquí sí que tiene sentido hablar de diálogo, de verdadero diálogo. Todos los aportes para un mejor conocimiento de algo cuya realidad nadie discute son siempre enriquecedores para quienes dialogan: la mutua ayuda no sólo es de agradecer sino que es necesaria


Esto es lo que normalmente ocurre en el terreno del conocimiento científico [cuando no hay otros intereses de por medio]. Nadie niega -en principio- la realidad de un hecho que ha sido seriamente comprobado de modo experimental por uno o varios equipos de científicos. Y sobre esa base común que, insisto, es admitida por todos y nadie discute sobre ella ni la pone en tela de juicio, se van dando distintas teorías, admitiendo como la más buena -lo que se denomina teoría válida- aquella (o aquellas) que expliquen mejor el hecho científico en cuestión. 


Aunque dicho de un modo breve y esquemático, básicamente así es como se trabaja científicamente y es así como progresa la ciencia. Unas teorías sustituyen a otras conforme van surgiendo hechos experimentales nuevos, ya que la técnica progresa también con la ciencia y se van obteniendo aparatos de medida cada vez más precisos, entre otras cosas. Al usar instrumentos más perfeccionados es muy posible que se descubran hechos experimentales que, anteriormente, ni se sospechaba que existían; en cuyo caso se requiere de nuevas teorías científicas, que serán válidas en la medida en que expliquen los nuevos descubrimientos, además de los que ya se conocían antes. De ese modo las teorías anteriores, que eran válidas hasta ese momento, son cambiadas por otras nuevas -más válidas- que expliquen lo mismo que las anteriores y, además, los nuevos hechos experimentales que las antiguas teorías eran incapaces de explicar. 


Y así avanza la Ciencia: unas teorías van siendo sustituidas por otras, tal y como se ha explicado. Aquí es preciso avanzar que un científico serio y riguroso: (1) Admite la existencia de un mundo real, que es independiente de su conocimiento. (2) Se esfuerza al máximo para desentrañar toda la verdad posible acerca de esa realidad que se resiste a ser penetrada por su pensamiento. Dicho de otro modo: un auténtico científico es esencialmente humilde. Y no se aferra a sus teorías, pues lo que más le importa es el acercamiento a la verdad. Si existe una teoría que se acerque a la verdad y la explique mejor que él lo hacía con la suya, no tiene ningún reparo en admitir esa nueva teoría. Un buen científico es básicamente realista. ¿Qué sentido tendría todo una vida consagrada a la ciencia si resulta que no hay nada que investigar, porque nada existe? Si el científico pensara como idealista, entonces su esfuerzo no tendría ningún sentido y su vida habría sido un fracaso.




Pero hay temas que no admiten discusión. Y es preciso, por ello, tener las ideas muy claras, en un mundo en el que todo se considera opinable, hasta lo más bárbaro. Hoy el mundo camina por un sendero demasiado ancho que no le conduce a la verdad, ni a la verdad científica ni a ningún otro tipo de verdad. Se ha establecido como dogma (el dogma del modernismo ateo) un "nuevo" concepto de "libertad" en el que la verdad desaparece. En este nuevo sistema de valores sería "verdad" sólo aquello que uno decidiera que es verdad, haciendo uso de su libertad. Las cosas serían lo que cada uno decidiera que las cosas son; o sea, no serían. No habría cosas: lo que es, no tendría ser. ¡Esto es absurdo! : si cada uno tiene "su verdad" acerca de una cosa; y esas "verdades" son diferentes, entonces la misma cosa sería, al mismo tiempo, otra o varias cosas diferentes. Se cae así en la dictadura del relativismo. Y pretendiendo ser libre y un nuevo dios, el hombre acaba majara [los hechos lo demuestran] 

Aunque parezca increíble y producto de la imaginación lo que acabo de decir en el párrafo anterior, sin embargo es algo que estamos viviendo hoy en día y en lo que estamos sumergidos. Se ha perdido el sentido común más elemental, mediante la divinización de la libertad [una libertad sui generis y falsa, por supuesto]. En el nuevo lenguaje lo que uno libremente decida eso es la verdad. El hombre es el nuevo dios, es quien decide lo que es y lo que no es, lo que está bien y lo que está mal.


¿Y ocurre 
también esto  con la ciencia? En honor a la verdad, y por desgracia, hay que contestar afirmativamente. Infinidad de ejemplos nos dan la razón. Digamos algo acerca de uno de los más conocidos y de los más debatidos. Científicamente se sabe, y está demostrado, sin lugar a ninguna duda, que cuando espermatozoide y óvulo se unen para formar un cigoto, éste es ya un nuevo ser humano [en su primera fase de desarrollo], con un código genético propio, distinto del de su madre. Este código genético se mantiene a lo largo de toda su vida en sus diferentes fases: cigoto, embrión, feto, niño, adolescente, joven, adulto y anciano. No es una célula más del cuerpo de la madre, sino una persona distinta, aunque (¡eso sí!) indefensa y dependiente completamente de su madre. Destrozarla en cualquiera de sus fases es un asesinato, un crimen. ¡Esto dice la ciencia, y está sobradamente demostrado!

Pero parece ser que ... por encima de la ciencia está la "persona" - en este caso
 la madre, - que decide sobre el ser de este espécimen, "aconsejada" por las clínicas abortivas que quieren el bien de la madre [o sea, su dinero]. 

Pues no hay ningún problema ... [consejo clínico]. Se dice a la madre -engañándola descaradamente-
que la "célula" o "embrión" que lleva dentro es como un "pegote" que ha aparecido en su cuerpo, de modo que, si le molesta, se le puede extirpar ... y ya está. Eso es decisión suya. Me viene a la mente el famoso -y lamentable- dicho de las feministas:  "nosotras parimos, nosotras decidimos"

Para que la mujer no tenga problemas de conciencia (no vaya a pensar que está cometiendo un crimen y que está matando a su propio hijo) se le hace creer -desde la misma clínica- que no tiene por qué preocuparse, que lo que tiene dentro de sí aún no es persona hasta que ... [y aquí aparecen los políticos con sus "leyes"... hasta que tenga tres meses, cuatro, cinco, ..., o incluso después de haber nacido, como ocurre en algunos países]. 


De modo que, a partir de ahora, es el hombre -como nuevo dios- el que decide, con su libertad, si el feto es o no una persona o cuándo comienza a serlo -si es que se puede decir que lo es en algún momento- y aun admitiendo que lo fuese, en ese caso se atribuye el poder de decidir acerca de cuáles son sus derechos -si es que tiene alguno- o si debe ser considerado bajo la categoría de cosa, mientras permanezca en el vientre materno. [¡Una auténtica monstruosidad, que está a la orden del día!]


¿Qué ha ocurrido aquí? ¿No tiene nada que decir la ciencia?  Tendría mucho que decir, e
n realidad, pero ... hay otros intereses [económicos, políticos, morales,  etc.] de por medio. Y ... ¡en algo tan grave, calla! [Sería injusto meter en el mismo saco a todos los médicos, pues los hay con ideas muy claras y coherentes con esas ideas, aunque se jueguen el puesto de trabajo] 

Las consecuencias están a la vista. Por múltiples razones, y a pesar del sentido común, el número de abortos va en aumento. La razón última, aunque no se quiera admitir, es el olvido de Dios. Y, por lo tanto, el egoísmo como norma frente al amor; como consecuencia, tiene lugar un oscurecimiento de la inteligencia. El niño pasa a ser una carga y una amenaza que puede estropear la vida y la felicidad de la madre. Además, para que la gente se acostumbre y acabe viéndolo como algo completamente normal, los políticos legalizan el aborto. Esto está a la orden del día ... ¡Y aquí no pasa nada!


Es más: el que se oponga al aborto -que normalmente suelen ser los católicos que aún sigan siéndolo - será tachado de fundamentalista (aunque no use ningún tipo de violencia). En realidad de verdad, si aplicamos aquí la definición de fundamentalismo dada por el papa Francisco, entendido como violencia ideológica -y también física- los fundamentalistas no son los cristianos que se oponen al aborto (pacíficamente, además) sino que lo son todos los partidarios del aborto [con violencia ideológica y con violencia física, violencia que sufre principalmente el feto, al que matan, y también aquellos que aconsejan a las madres que no cometan ese disparate que las marcaría para toda la vida, y que-si no desean al hijo- que lo den en adopción. Pues bien: éstos son perseguidos, porque están fastidiando el negocio del aborto a las clínicas abortivas: éstas llaman a la policía que acude rápidamente para evitar que la clínica se arruine por culpa de esos "desalmados" que aconsejan a las mujeres que no aborten. ¡Esto es duro, es difícil de comprender ... pero es la verdad, es lo que está ocurriendo!


(Continuará)

viernes, 8 de agosto de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (12) [Una religión sin Dios]

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Lo más alarmante es que los peores enemigos de la Iglesia (a los que es difícil desenmascarar) están en la misma Iglesia. Sin ir más lejos tenemos el "ejemplo" del santo Padre cuando en la revista "Viva", (una revista de gran difusión, y no precisamente muy ortodoxa), da diez consejos para ser feliz: en ninguno de ellos aparece Dios por ninguna parte; y menos aún, Jesucristo. Yo me quedo bastante perplejo, la verdad.

En concreto, del primer consejo: "vivir y dejar vivir" para poder ser feliz no se puede decir, precisamente, que sea muy evangélico. En realidad, no es nada evangélico. Y se queda en lo puramente natural. De hecho, aunque se trata de una revelación privada (y, por lo tanto, esto se puede creer o no: no es ningún dogma de fe), es lo cierto que entre las palabras proféticas de la beata Ana Catalina Emmerich (1774-1824) aparece la expresión "vivir y dejar vivir" en un contexto satánico. Y la verdad es que se queda uno que no sabe qué pensar. Se habla ahí de una reunión de eclesiásticos, laicos y mujeres, sentados, comiendo juntos y haciendo bromas frívolas. Cada uno de ellos tenía a su lado a un espíritu malo [un demonio] que le hablaba al oido, empujándolos al mal. Estas personas estaban en un estado de excitación sensual muy peligroso y "ocupadas" en conversaciones ociosas y provocantes. Y los eclesiásticos eran de esos que tenían como principio: "Hay que vivir y dejar vivir. En nuestra época no hay que estar aparte ni ser un misántropo: hay que alegrarse con los que se alegran"




Obsérvese cómo estos eclesiásticos usan, como hizo el diablo con Jesús, las mismas palabras bíblicas, para engañar a los incautos, a aquellos que quieren dejarse engañar [nadie será engañado si, en lo más profundo de su corazón, no quiere ser engañado]. Y así dicen que hay que alegrarse con los que se alegran, parafraseando a san Pablo: "Alegraos con los que se alegran" (Rom 12, 15), pero cambiando y tergiversando completamente el concepto de la verdadera alegría del Evangelio que va unida siempre a la caridad"Los frutos del Espíritu son la caridad, la alegría, ..." (Gal 5,22). 


La alegría verdadera, la alegría del Evangelio no es la de "vivir y dejar vivir", como dice el papa Francisco en esta entrevista. De todos modos, y esto es preciso subrayarlo, en honor a la verdad, en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium, el Papa no dice lo mismo, sino que cita a san Pablo: "El amor de Cristo nos apremia" (2 Cor 5,14) y también "¡Ay de mí si no anunciara el Evangelio!" (1 Cor 9, 16). Y dice que "quien quiera vivir con dignidad y plenitud no tiene otro camino más que reconocer al otro y buscar su bien" [núm 9] 


Lógicamente, si yo busco, en verdad, el bien de otro es porque estoy convencido y tengo la seguridad de poseer ese bien, aunque sea en primicias. En el caso del que estamos hablando ese bien, el único bien, es Jesucristo. Es el amor a Jesús y el amor que Jesús nos tiene (en el que creemos, sin ningún tipo de dudas) el que nos espolea a ayudar a los demás a acercarse también a Jesucristo para que, conociéndolo puedan amarlo y encontrarse entonces con la única verdadera alegría, no la que da el mundo, sino la que procede de Él. ¡Así es como siempre ha sido y como debe de ser! 


[¡Ojo!: el que está seguro de algo, de lo que sea, automáticamente será tachado de fundamentalista ... aunque no sea violento ni en los hechos ni en la ideología. Se impone el ser "tolerante" con el error. ¡Todo el mundo tiene razón aunque digan cosas contrarias hablando de lo mismo! San Agustín no pensaba así, ni ése es el pensamiento cristiano: Es preciso odiar el pecado y amar al pecador; pero nunca falsear la verdad y afirmar que es bueno lo que es intrínsecamente malo ...; y si no, al tiempo]. 

Sin embargo, todas estas cosas que, en teoría son correctas y que, hasta ahora, no planteaban problema alguno no solo en cuanto a la necesidad sino también en cuanto a la posibilidad de su puesta en práctica ... hoy en día, los hechos las desmienten. Nos encontramos así, casi a diario, con declaraciones papales del tipo: "El proselitismo es una solemne tontería" o "Hay que vivir y dejar vivir". Éste es el verdadero problema, porque ¿en qué quedamos entonces? Por una parte - y esto por pura gracia- resulta que hemos recibido un tesoro del que Jesús nos dice: "Gratis lo habéis recibido; dadlo gratis" (Mt 10,8). Es decir, como cristianos tenemos la grave obligación de hacer partícipes de nuestra alegría a los demás, porque esa alegría no nos pertenece: la recibimos para darla a otros. ¿Pero qué es el proselitismo, bien entendido, sino el animar a otros a que conozcan al Señor y se enamoren de Él, como el único amigo que nunca les va a fallar? 


Por otra parte, un cristiano que se precie de tal es aquél cuya vida necesariamente tiene que chocar con la vida mundana"Si fueseis del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no sois del mundo, sino que Yo os escogí del mundo, por eso el mundo os odia" (Jn 15, 19). De todos modos, "si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a Mí antes que a vosotros" (Jn 15, 18). De ahí que diga: "¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!" (Lc 6,26). Todo esto son palabras bíblicas, son palabras de Jesucristo: son Palabra de Dios.


Está muy claro -o, al menos, debería de estarlo- que si un cristiano intenta vivir conforme a las enseñanzas y a la doctrina de Jesús, fielmente interpretada por la Iglesia de siempre, será tachado inmediatamente "por el mundo" de que no deja vivir tranquilos a los demás. ¡Que viva él lo que quiera, pero en privado, y que deje vivir a los demás! [La Religión reducida a algo subjetivo y a sentimientos, conforme a las teorías modernistas y al ambiente en que vivimos]. Y sin embargo, como ya se ha visto, si los demás nos importan y queremos su bien, tenemos que darles lo mejor que tenemos, esto es, a Jesucristo, a quien tienen que ver reflejado en nosotros. 


Normalmente, lo que los demás entienden por "vivir" o "vivir su vida" es más bien un "estar muertos". Todo el que no tiene a Jesús no tiene la Vida y está muerto, aunque piense que vive: una vida en ausencia de Jesús es una vida triste, gris, sosa, aburrida y desesperanzada. Esa es la razón por la que un cristiano no puede "dejar vivir" a los demás; [bien entendido] es preciso que les ayude a salir de su sopor, si es que de veras le importan, de modo que despierten ya, de una vez: "Ya es hora de despertar del sueño" (Rom 13, 11), y comiencen a vivir de verdad: "Nos es preciso nacer de nuevo" (Jn 3,7) y saborear la vida con toda su intensidad: "Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia" (Jn 10, 10)


Tal es la voluntad de Dios con relación a los hombres, pues somos muy importantes para Él. Creados a su imagen y semejanza y siendo Dios puro Amor, habiendo manifestado su Amor hacia nosotros en que envió a su Hijo para que tengamos vida en Él, sólo espera de nosotros -de cada uno- una respuesta de amor (con amor de enamoramiento, porque así es como Él nos ama y desea ser correspondido de la misma manera). El Amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro, es la clave de la Vida y de toda felicidad: la única clave, en verdad, para ser felices.


Por eso, la consigna: "Vive y deja vivir" no es evangélica. Y, además, es falsa. El que así vive no ama, porque no está interesado por el bien del otro; y sin amor no hay alegría ni felicidad posible, ni en esta vida ni en la otra. También es falso que el proselitismo y el llevar a la gente al conocimiento de Jesucristo (¡pues no se trata, en verdad, de otra cosa!) sea una solemne tontería, si es que realmente nos importan los demás. 


Eso sí: como de lo que se trata es de dar a conocer el amor de Jesucristo resulta que esto es imposible de llevar a cabo si no se está enamorado tiernamente de Él. Por otra parte, el amor es siempre sumamente respetuoso con la libertad del otro, no puede imponerse. Un amor impuesto no puede llamarse amor, porque no lo es. Así actúa Dios y así debemos actuar también nosotros en relación con los demás, de modo que Jesús sea amado por el mayor número posible de personas, pero siempre siendo recibido con plena libertad, sin lo que dicho objetivo sería imposible. Dios cuenta con nosotros para llevar a cabo su obra.  


(Continuará)

lunes, 4 de agosto de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (11) [Cobardía]

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Ya se ha aludido, aunque brevemente, a que el modernismo viene a ser un compendio de todas las herejías, según el gran Papa San Pío X, en su encíclica "Pascendi". En el modernismo hay una negación sistemática de todo lo sobrenatural, una lectura del Evangelio del tipo cortar y pegar, eliminando todo aquello que no se comprenda de modo "racional". Quedan así eliminados, de un plumazo, todos los misterios del cristianismo, que son los pilares base de la Iglesia. 

¿Cómo es posible que se haya llegado a una situación tal y como la estamos viendo? Hay muchas razones, desde luego, pero una de ellas -y no la menos importante- es la cobardía, la dejadez y el complejo de inferioridad de los católicos frente a lo que el mundo considera como bueno y que, sin embargo, se contrapone a las enseñanzas de Jesús y del Magisterio Solemne de la Iglesia.  ¡Y esto no es bueno!  Una cosa es adaptar las verdades de siempre al mundo para que se pueda entender mejor el Mensaje de Jesús y otra, muy diferente es inventarse un Jesús a la carta, al modo y manera como hacen todas las sectas protestantes; y esto es, por desgracia, lo que está ocurriendo.


Ante la duda, sin embargo, siempre tenemos la piedra de toque fundamental, la prueba de fuego que nunca falla -y en realidad la única digna de crédito- para comprobar si la interpretación de una determinada doctrina es buena o no. Nada menos que las palabras de Jesucristo: "Por sus frutos los conoceréis" (Mt 7,20). ¿Y cuáles son - si no escondemos la cabeza como el avestruz y observamos sin prejuicios y con sinceridad - los frutos que se observan de la aplicación de lo que ha dado en llamarse, como digo, el "espíritu" del Concilio? (desde hace ya más de cincuenta años)


Pues, en honor a la verdad, son desastrosos: consecuencia, entre otras cosas, de la tiranía del relativismo, (propia de la sociedad en la que vivimos) que otorga la misma carta de ciudadanía a todos los valores; y de la cobardía de los católicosSi alguien pretende no sólo absolutizar alguno de los valores sino tan solo poner en evidencia la mayor importancia de un valor sobre los demás, es acusado indefectiblemente de fanático o de fundamentalista (y de otros calificativos por el estilo). Y esto ocurre también incluso en la relación de unos cristianos con otros. Véanse, si no, las palabras del mismo papa Francisco, acusando de fundamentalistas cristianos a los que siguen siendo fieles a la Tradición recibida


Se me ocurren sólo algunos, como:


-Deserción de sacerdotes en masa 

-Seminarios casi vacíos
-Desprestigio de la función sacerdotal
-Sagrarios relegados a capillitas aisladas, a veces difíciles de encontrar, etc.



Y todo ello es consecuencia de la apostasía generalizada que se puede ver en la falta de fe de muchos católicos en todo lo sobrenatural (modernismo puro, al fin y al cabo), como, por ejemplo: la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, la realidad histórica de Jesús como verdadero hombre y verdadero Dios, la negación de todos sus milagros, entre ellos -lógicamente- la negación de su Resurrección y de su Ascensión, en cuerpo y alma, a los cielos, el carácter de María como Virgen y Madre, el carácter sacrificial de la Misa, la pérdida del sentido del pecado como ofensa a Dios, seguida de la negación del pecado, con lo que la muerte de Cristo se hace innecesaria, etc. 


La visión cristiana de las cosas está siendo sustituida por la "religión del hombre moderno". Aunque no se dice abiertamente, Dios ya no ocupa el centro de la vida cristiana y el vértice de todos los valores, como su principio y fundamento. De ahí se sigue que lo aberrante -lo que está en contra de la ley natural y de la ley de Dios- pasa a ser considerado como algo "normal": contraceptivos, aborto, divorcio, "matrimonio" entre homosexuales y la homosexualidad misma, eutanasia, etc.. Los grandes medios de comunicación nos bombardean continuamente para que no pensemos y son un arma poderosa y eficaz de un Sistema que pretende expulsar a Dios de la faz de la tierra. Ahora bien,oigamos lo que nos dice san Pablo: "No os engañéis: de Dios nadie se burla. Pues lo que uno siembre, eso recogerá" (Gal 6,7)

(Continuará)

domingo, 3 de agosto de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (10) ["Nueva" evangelización"]

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Da la impresión de que la llamada "nueva" Evangelización, nombre confuso, elegido así a propósito en mi opinión, lleva en sí misma la idea de una "nueva" Iglesia ... Ciertamente eso no puede ser, en teoría, pero es lo que parece. En realidad no es algo nuevo, sino que tiene su origen en el Concilio Vaticano II.  Sin embargo, es ahora cuando se están manifestando, con más fuerza, las consecuencias (¡nefastas para la Santa Madre Iglesia!), tanto del Concilio Vaticano II (años 1962 a 1965) como del post-Concilio. 

El Concilio Vaticano II surgió como puramente pastoral, al objeto de adaptar la verdad del Evangelio a los nuevos tiempos: lo que entonces se llamaba "aggiornamiento" ( o puesta al día), especificando claramente que no pretendía ninguna nueva definición de tipo dogmático. El discurso de apertura  fue pronunciado por el papa Juan XXIII el 11 de octubre de 1962. [ Se puede leer lo explicado en este blog y los respectivos comentarios aquí , aquí  y aquí.]

Como acabo de decir, en teoría -y esto se especifica así en sus propios documentos - el CONCILIO VATICANO II es SÓLO PASTORAL y NO es INFALIBLE. No se presenta como dogmático, de modo que, en principio, no se requiere de un asentimiento absoluto a todo lo que diga este Concilio so pena de caer en herejía. Sin duda, esto es Providencial, pues hay ciertos puntos de algunos documentos del Concilio que son, cuando menos, bastante discutibles, doctrinalmente hablando. 


Si un católico, en la lectura de un determinado documento del Concilio II encuentra que todo lo que lee no presenta ninguna contradicción con lo definido como dogma en los Concilios anteriores y en particular con lo definido en el Concilio Vaticano I, pues, ¡adelante! ... a seguir las indicaciones del Concilio. Ahora bien: si existe -claramente- tal contradicción, pues adelante también, ... ¡pero en otro sentido! Se corre un tupido velo, como si no se hubiera dicho nada, y se actúa en conciencia conforme a lo que sí que ha sido definido expresamente como dogma en concilios anteriores. La razón es clara: Si un concilio ha definido algo de modo infalible, como dogma, ningún concilio posterior puede cambiar ese dogma.Y no debe olvidarse tampoco que nada de lo que se ha dicho en el Concilio Vaticano II  se ha definido de modo infalible. Yo pienso que tendríamos que hacer -en este contexto concreto- lo que decía el apóstol Pablo: "Probadlo todo y quedaos con lo bueno" (1 Tes 5,21) 


Dice Brunero Gherardini, en su libro "Vaticano II: UNA EXPLICACIÓN PENDIENTE" (de lectura obligada para poder entender un poquito lo que está ocurriendo): "Cuando un concilio se presenta a sí mismo, al contenido y a la razón de sus documentos bajo la categoría de la pastoralidad autocalificándose, así, como pastoral... no puede pretender la calificación de dogmático, ni otros pueden conferírsela (...) Ésta es la ratio que guió, desde el principio hasta el fin, al Vaticano II. Quien, citándolo, lo equipara al Tridentino y al mismo Vaticano I, acreditándole una fuerza normativa y obligatoria que por sí mismo no posee, hace algo ilegítimo y en última instancia no respeta al concilio". Y continúa más adelante: "Alguno dirá que nunca nadie ha definido como dogmático al Vaticano II y, a fin de cuentas, es cierto. Pero es también cierto que magisterio, teología y operadores pastorales han hecho del Vaticano II un absoluto. Un error de base, sobre el cual se ha construido el edificio postconciliar y contra el cual es necesario reaccionar"


En principio no tendría por qué haber ningún problema, pues de modo explícito decía el Papa Juan XXIII que nadie debería preocuparse porque no se trataba de definir nuevas verdades; tan solo de hacer más accesibles a la gente las mismas verdades. En realidad, sobre papel, todos los Papas posteriores al Concilio han hablado de continuidad con respecto a la doctrina multisecular de la Iglesia. Y no han hablado nunca de ruptura. "El mismo Papa Benedicto XVI, a principios de su Pontificado (22 de diciembre de 2005) manifestó viva sensibilidad por el problema del Vaticano II y fijó el criterio de su recta interpretación en lo que llamó hermenéutica de la continuidad. (...) Es un claro síntoma de que el problema existe y de que el primero en reconocerlo es el Sumo Pontífice" (Gherardini)  




Sin embargo, hay un problema de hecho, tanto en lo que se refiere al contenido -en sí mismo- de algunos documentos del CVII (de clara influencia modernista) así como al carácter de absoluto -y de impositivo- que se le está dando al Vaticano II (en contra de lo que el mismo concilio dice que se haga) ... Aunque teóricamente, según decía el propio Benedicto XVI en el discurso a la Curia romana del 22 de diciembre de 2005, habría que hablar de una "hermenéutica de la reforma y de la renovación en la continuidad del único sujeto-Iglesia que el Señor nos ha dado" lo cierto y verdad es que no todos los documentos del Vaticano II colaboran en dicho desarrollo y la innovación va más allá de la frontera de lo contingente. 


Como sigue diciendo Gherardini "parece difícil negar que el post-concilio recorrió su camino sin imponerse frenos y que tomó formalmente como referencia el concilio pero, de hecho, rompió los diques de la gran Tradición, dentro de los cuales el concilio mismos había intentando contener su curso" (...) A las innovaciones post-conciliares les faltaba casi siempre el vínculo con "este mismo pensar y este mismo sentir" [que es lo propio de los cristianos], el reflejarse en la identidad tradicional de la fe y de la doctrina; el intento sincero de confesar la fe de un modo unívoco". 


Ahí tenemos los grandes temas sobre la "libertad religiosa", la "colegialidad", el "diálogo interreligioso", el mal entendido "ecumenismo", que no es tal, en realidad y algunos puntos más, que necesitan ser aclarados. La interpretación, de estilo modernista, que se está dando, en la actualidad, a esos temas -y a muchos otros concernientes a las verdades fundamentales de nuestra fe- esta conduciendo -aunque no se quiera ver o no se quiera reconocer- a una ruptura con la Iglesia de siempre, la Única Iglesia fundada por Jesucristo


Al igual que hay "un solo Cuerpo y un solo Espíritu" (Ef 4,4) pues hay "un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos (...) también hay una sola Iglesia, que es el Cuerpo Místico de Cristo, un Cuerpo que es único ... y del que nosotros somos sus miembros (1 Cor 12, 27). "A cada uno de nosotros ha sido dada la gracia en la medida en que Cristo quiere otorgar sus dones" (Ef 4, 5-7): "A algunos constituyó como apóstoles, a otros evangelizadores, a otros pastores y doctores (...) para la edificación del cuerpo de Cristo" (Ef 4,11). El objetivo es muy claro"Que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de la plenitud de Cristo" (Ef 4,13). Y el modo de lograrlo también"Que viviendo la verdad con caridad, crezcamos en todo hacia Aquél que es la Cabeza, Cristo, de quien todo el cuerpo (...) va consiguiendo su crecimiento para su edificación en la caridad" (Ef 4, 15-16)

(Continuará)