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viernes, 1 de enero de 2016

La Nueva Evangelización (5): ¿Nueva Iglesia o Iglesia "nueva" [3]?



Son ya varias las generaciones de cristianos en las que, paulatinamente -al principio- y descaradamente -en la actualidad- están siendo manipuladas; y de modo tal que se les hace pensar que no lo están siendo. La capacidad de pensar ha disminuido, de modo alarmante, en los colegios -sobre todo en España-; al menos eso afirman las últimas estadísticas que se han realizado en este sentido. 

Hoy en día -y desde hace ya bastante tiempo- la gente "piensa" lo que los medios de comunicación de masas quieren que la gente piense. Está todo muy bien orquestado y organizado por aquellos que quieren acabar con la influencia del cristianismo en la sociedad, una influencia que -todo hay que decirlo- se ha manifestado altamente positiva en lo que concierne al verdadero desarrollo y progreso de la Humanidad.


Claro está: es necesario acudir a las fuentes y a aquellos historiadores que han sabido interpretarlas de modo objetivo sin dejarse llevar por ideologías de ningún signo: por ello mismo han sacado a relucir también los fallos humanos de ciertos cristianos que han abusado de su condición de tales, pero han dejado patente, al mismo tiempo, que se trataba de una minoría y que tal minoría no era representativa del sentir de la Iglesia, a la cual se oponían, en realidad, con su "modus vivendi". Nunca se debe de juzgar el todo por una parte. Ésta es una máxima filosófica que debe de tenerse en cuenta a la hora de dilucidar o de reflexionar acerca de una determinada época histórica ... hecho lo cual el balance que resulta para la civilización cristiana ha sido -y sigue siendo- de una importancia fundamental y decisiva para el progreso bien entendido, aquél que abarca a toda la persona humana.


Sin embargo, hoy en día se rechaza -en términos generales- tal influencia, hasta el extremo de que Europa entera ha renegado de sus raíces cristianas. El proceso de descristianización de la sociedad está ya muy avanzado y la apostasía generalizada es un hecho que va en aumento. 


En todo ello, no cabe la menor duda, ha tenido mucho que ver aquél cuya existencia se niega, pero que es quien está llevando las riendas de todo este proceso ...; digámoslo sin subterfugios, puesto que es así, por más que se niegue y se mire para otra parte: el diablo. Éste no es un personaje ficticio ni inventado, sino que es muy real. En palabras de Jesucristo, el diablo es, por una parte, el padre de la mentira y de todos los mentirosos, y por otra es también el "príncipe de este mundo" ... Ya sabemos a qué atenernos.


Porque así es: es el diablo, de todas todas (ése en quien no se cree y que, precisamente, por ello, realiza su labor con tanta eficacia) el que está gobernando hoy el mundo ... y tiene muchos y muy fieles servidores, contando entre ellos -por supuesto-, a socialistas, comunistas y masones ... aunque también -y esto es lo más grave- cuenta con muchos servidores dentro de la misma Iglesia, en cuyo seno se ha infiltrado, cual caballo de Troya ... y está llevando a cabo un proceso de demolición como jamás se había visto hasta ahora. Y esto es sólo el comienzo de lo que está por venir.


Como digo, ya nadie cree en la existencia del diablo, lo que es para éste un auténtico triunfo, dado que así lleva a cabo su papel perverso y su obra demoledora de la Iglesia de un modo casi imperceptible, pero tremendamente eficaz. 


Es preciso, por lo tanto, volver a predicar de nuevo a Jesucristo, puesto que ya nadie habla de Él y la gente no le conoce; tenemos una gran responsabilidad: la de hacer llegar a tantísima gente que aún no conoce al Señor, todas aquellas verdades que nosotros, los cristianos, por pura gracia, hemos recibido y que nos han sido transmitidas, con fidelidad, por las Sagradas Escrituras, por la Tradición y por el Magisterio de la Iglesia de siempre, a lo largo de dos mil años de Historia. 


Para que esta misión sea efectiva, lo primero que tenemos que hacer es "rogar al Señor de la mies para que envíe obreros a su mies" (Mt 9, 38). Y rogar de modo insistente y con confianza, pues el Señor no puede abandonar a los suyos. Y luego, procurar vivir conforme a las enseñanzas de Jesús, para hacer de su Vida nuestra vida, de modo que la gente, de alguna manera, vea a Jesús en nosotros. Esto es posible. Lo ha sido hasta ahora y puede y debe de seguir siéndolo, si somos valientes y ponemos en Dios toda nuestra confianza, sin temores absurdos que no conducen a nada.

De entrada, debemos de tener muy claro que es imposible que se dén dos Magisterios en el seno de una misma y única Iglesia. Dios no puede permitir que existan en la Iglesia dos magisterios legítimos y, al mismo tiempo, distintos, enseñando doctrinas contradictorias o diferentes (donde cada uno, por su cuenta, exige un asentimiento completo)

Así lo dijo Jesús: Todo reino dividido contra sí mismo queda desolado; y cae casa sobre casa.(Lc 11, 17). Cierto que es un hecho innegable que existen grandes divisiones internas en el seno de la Iglesia entre los mismos Jerarcas, unas divisiones que no tendrían por qué darse ... pero se dan. No es ésa, por supuesto, la voluntad de Jesucristo, quien rogó a su Padre, en la misma noche en la que iba a ser apresado por los judíos para darle muerte, diciéndole: "Que sean uno, Padre, como Tú y Yo somos uno" (Jn 17, 22). 

¡Es de resaltar -y esto es muy importante-  que Jesús, en esta oración sacerdotal en la que se dirige a su Padre, poco antes de morir, está refiriendose únicamente a sus discípulos, es decir, a los cristianos; es decir, a nosotros que, por pura gracia, lo somos, sin merecimiento alguno de nuestra parte! ... No se está refiriendo el Señor al conjunto de la humanidad, a aquellos a quienes aún no ha llegado su mensaje; y menos aún a los que lo han rechazado abiertamente: ruega al Padre sólo por sus ovejas ... y entre ellas se encuentran aquéllos que creerán en Él por las palabras de sus discípulos y que se harán también, a consecuencia de ello, discípulos suyos (Jn 17, 20). 

Como se ha comentado ya varias veces en este blog son los frutos los que dirimen si una pastoral ha sido o no ha sido una buena pastoral. Y no hay más que apoyarse en las palabras de nuestro Maestro, quien dijo: "Por sus frutos los conoceréis" (Mt 7, 20) ... Es un hecho indiscutible que tales frutos, en concreto aquellos que se han producido a partir del Concilio Vaticano en el seno de la Iglesia, no han sido buenos.

Si recordamos, fue el propio cardenal Ratzinger, cuando era Prefecto para la Doctrina de la Fe, quien así lo reconoció y lo expresó, al afirmar que la Gaudium Spes era un anti-Syllabus,  afirmación de la que no se desdijo al llegar a la condición de Papa, de manera tal que la que el mismo Benedicto XVI llamó "hermenéutica de la continuidad" no es tal: la Tradición de siempre, previa al Concilio Vaticano II, ha experimentado un cambio radical a lo largo de estos cincuenta años posteriores a dicho Concilio. Son ya varias las generaciones de fieles cristianos que no han conocido otra cosa y, lógicamente, no pueden percibir ningún cambio ni realizar ninguna comparativa con el Magisterio anterior. 


Sin embargo, existe una gran diferencia entre ambos Magisterios. Esto lo saben, por supuesto, todos cuantos han conocido cómo era la Iglesia antes del Concilio Vaticano II y cómo es ahora. También hay jóvenes que conocen estas diferencias, pero son los menos, son la excepción. 


De manera, pues, que lo que comenzó con la pretensión de ser una nueva Evangelización, un mejor modo de acercarse al mundo actual para que el Evangelio sea mejor conocido y llegue a un mayor número de personas, todo esto que, ciertamente, estaba bien (al menos, en teoría) ... ha degenerado: Hoy en día una inmensa mayoría de cristianos católicos no conocen las verdades fundamentales de su fe.


Y todo esto sin considerar que hay determinados textos del Concilio Vaticano II que se pueden considerar realmente irreconciliables con la Doctrina multisecular de la Iglesia, de ser tomados al pie de la letra ... en todo caso están escritos en un lenguaje tan ambiguo que pueden dar lugar, como así ha ocurrido, a interpretaciones erróneas ... o tal vez no tan erróneas, lo que sería aún más grave. Me vienen a la mente el diálogo interreligioso y el mal llamado ecumenismo (no pretendo ser exhaustivo), temas que han dado lugar a situaciones un tanto atípicas, por no expresarlo de un modo más fuerte, como es el caso de los famosos encuentros de Asís, que comenzaron con el papa Juan Pablo II el 27 de octubre de 1986 y que equiparan, de alguna manera a todas las religiones, como si dieran lo mismo tener una religión u otra ... Al menos, eso es lo que parece. Y de no ser así, la confusión está servida.


Bien es verdad que, en estos encuentros, para evitar sincretismos, se usó la fórmula: “No rezar juntos, sino estar juntos para rezar” “No hay que esperar una oración común, no es posible. Pero estaremos juntos en el mismo lugar para rezar. Hay que respetar la plegaria de cada uno, permitir a todos expresarse en la plenitud de su fe, de sus creencias”. Lógicamente todo esto suena bien al oído. 


El problema radica en que no tiene mucho sentido que cada cual rece a "su dios", como si hubiera muchos dioses ... y el Dios de los cristianos sería "un dios" más, equiparable a los demás "dioses". Si los primeros cristianos hubiesen actuado así, si se hubieran prestado a colocar a Jesucristo en el Panteón de los dioses, como "un dios" más dentro del conjunto del resto de los dioses, la Religión católica no hubiese existido jamás: afortunadamente -Dios es Providente- actuaron en conformidad con la vocación que había recibido, siendo conscientes, como lo eran, de que la salvación sólo se encuentra en Jesucristo (Hech 4, 12) : Se jugaron la vida y murieron mártires antes que renegar de su fe ... no considerando en absoluto, ni por un momento, que daba la mismo adorar a un dios o a otro dios.


Los primeros cristianos, así como todos los verdaderos cristianos que les sucedieron, se dedicaron a evangelizar los distintos lugares del mundo, entre ellos, el continente americano. De este modo cumplían el mandato que Jesucristo les dio, una vez que resucitó de entre los muertos: "Id por todo el mundo y enseñad a todas las gentes ... enseñándoles a guardar TODO lo que Yo os he mandado" (Mt 28, 19.20).


Es increíble que la Iglesia actual haya pedido perdón por haber actuado así, cuando lo que ha hecho es sencillamente limitarse a cumplir el encargo que había recibido de Jesús, o sea, cumplir con la misión de evangelizar a todos los pueblos. Cierto que hubieron excesos, por parte de algunos que se llamaban a sí mismos católicos, pero que no actuaron como tales ... Lógicamente son esos excesos e injusticias de algunos los que, en realidad, deben de ser condenados, pero tal condena no puede (no debe) realizarse nunca, como sí se ha hecho, actuando en contra de la verdad histórica: Pinchar aquíaquí


Se podrían poner miles de ejemplos, con relación a los frutos obtenidos, como veníamos diciendo, aunque nos limitaremos a señalarar sólo unos pocos, a modo de recordatario (puesto que ya nos hemos referido antes a ellos); y si nuestra mente sigue estando abierta a la verdad, si todavía seguimos llamando a las cosas por su nombre, nos será fácil llegar a la conclusión de que, efectivamente, se ha producido un cambio -de hecho- en la enseñanza de la Iglesia (y no precisamente, un cambio a mejor), hasta el punto de que podemos afirmar que nos encontramos ante una "nueva Iglesia". Esto es sumamente grave y puede tener -y tendrá, casi con toda seguridad- consecuencias gravísimas e imprevisibles, en un futuro no demasiado lejano, si es que aún siguen aplicándose las leyes de la lógica ...
 

Y esto será así (yo, al menos así lo pienso) a menos que se produzca algún tipo de cambio inesperado (¡un milagro, vamos!) que produzca una vuelta a la Tradición y a la Iglesia de siempre. Claro está: Dios no suele actuar de esa manera; por lo que dicho cambio es altamente improbable, por no decir imposible. 


Desde luego, tal y como están las cosas, no cabe la menor duda de que Dios va a intervenir ... No ni el cómo ni el cuándo lo hará, pero es seguro que lo hará. En cierto modo sí sabemos cuándo ... será cuando menos se piense, cuando nadie piense que pueda producirse. Al menos esas fueron las palabras de Jesús. 

De que las puertas del Infierno no pueden prevalecer sobre la verdadera Iglesia tenemos una certeza absoluta, puesto que son palabras del mismo Jesús quien también dijo: "el cielo y la tierra pasarán pero Mis palabras no pasarán" (Mt 24, 35). Por eso, nuestra actitud, como cristianos, ha de ser aquélla a la que nos exhortaba el autor de la carta a los hebreos, cuando les escribía: "No perdáis vuestra confianza, que tiene una gran recompensa" (Heb 10, 35).

Pero dicho lo cual, es evidente que no podemos cerrar los ojos, como el avestruz ... o mirar para otra parte; y aunque veamos que se están dando en la Iglesia situaciones anormales, ignorarlas como si no estuviese ocurriendo nada. Eso no podemos hacerlo. Si procediésemos de esa manera estaríamos actuando en contra de la voluntad de nuestro Maestro y Señor, quien dijo de Sí mismo: "Yo soy la Verdad" (Jn 14, 6) "Todo el que es de la verdad escucha mi Voz" (Jn 18, 37) ... y no podríamos ni siquiera pretender ser buenos discípulos de Jesús. 



(Continuará)

jueves, 31 de diciembre de 2015

Jesucristo no es leyenda, es historia (Eulogio López)


Original, aquí

2015, el año del virus feminista, conocido como ideología de género (Eulogio López)

Original aquí

  • Que la mujer es santa y el hombre demonio no es nuevo en el lenguaje femenino: pero antes no se lo creían.
  • El imperio de la perspectiva de género ha producido una mujer amargada, por amargada, confundida; por confundida, desgraciada.
  • Todavía hay algo más tonto que una feminista: un feministo. Y están surgiendo como hongos.
  • La ideología de género se ha convertido en la venenosa atmósfera en la que nos movemos, con media humanidad enfrentada a la otra media.
  • Y el feminismo arremete contra la Iglesia, emparedada entre la ideología de género y el ISIS.
  • Al fondo, el mayor genocidio de la historia, llamado aborto.
Escribe a Hispanidad una vieja lectora. No la conozco pero, por sus escritos, me consta que es una mujer santa y sabia. Es decir, una cristiana bien formada, de lo que hoy llamaríamos intelectual.
Y ahí viene mi pasmo. Es una carta sobre San José y la Sagrada Familia. Les resumo el contenido: ¿saben cuál fue la mayor virtud del esposo de María? Pues el no haber abandonado a su esposa, como hacen tantos hombres hoy, y no haber provocado en ella, con su fuga, soledad, desamparo, ansiedad, depresión… como hacen tantos hombres de ahora mismo.
Resumiendo, el varón es verdugo y la mujer víctima, el varón es pecador y la mujer santa, el varón es un sinvergüenza frente a la mujer, prudente y responsable… ‘quod erat demonstrandum’.
Ahora bien, el juicio no es nuevo. Todas las mujeres han dicho eso desde que el mundo es mundo. Y suelen añadir que es el hombre el que malpiensa de la mujer, frente al inmaculado juicio femenino. Sí, lo han repetido… ¡pero no se lo creían, caramba! El común de las mujeres no son tan idiotas como para atender a una generalización tan mentirosa y tan estúpida. Especialmente hoy, cuando la mujer ha igualado al hombre en deslealtad y le ha superado en su infidelidad al compromiso procreador.
Ahora sí, la ideología de género ha impuesto el tópico falso como dogma cierto. y eso es lo que me preocupa. Hasta las mejores parecen inoculadas del virus feminista, hoy disfrazado como ideología de género, y que se ha convertido, no ya en el peor desafío para la conciencia católica sino también para el sentido común.
La virtud de San José no se redujo a no abandonar a María justo antes de que se le exigiera emigrar a Egipto -algo singularmente molesto- sino en amar a Nuestra Señora y a su Hijo hasta el heroísmo, en entregar su vida al servicio de ambos y en respetarla –por eso se le venera como el hombre más viril) hasta más allá del deber… tal y como se lo había pedido Dios.
Y por las mismas, la virtud de Santa María no consistía en ser mujer, sino en ser santa y perfecta, es decir, en amar como ninguna creatura, hombre o mujer, ha amado, ni amará, jamás, con la única excepción de su Hijo, Dios encarnado.
Pero la ideología de genero se empeña en una generalización interesada. Hasta ahora, el feminismo ha logrado una mujer desamorada, por desamorada, degenerada, por degenerada, desquiciada.
Pero hasta ahí nos movíamos en el terreno del alma y del corazón. Así, otra victoria de la perspectiva de género, tan amada por todo el cuerpo parlamentario, desde el PP hasta Podemos, ha consistido en inculcar el virus también en la cabeza y entonces nos encontramos con una mujer amargada, por amargada, confundida; por confundida, desgraciada.
Pero no se apuren, señoras, todavía algo más cretino que una feminista: un feministo, un varón que ha asumido al ideología de género. No, ya no es el varón que veía en la llamada emancipación femenina la posibilidad de ligar más. No, ahora hablamos del varón que se traga los planteamientos feministas de la eterna marginación y, además, los abandera. O sea, tonto de baba. Y tengan en cuenta que los feministos cada día abundan más.
Durante 2015, el virus se ha hecho ‘viral’, como su mismo nombre indica. Ha ido el año en que la ideología de género se ha convertido en políticamente correcta y en lo único ambientalmente aceptable. Se ha convertido en la venenosa atmósfera en la que nos movemos, con media humanidad enfrentada a la otra media y, al fondo, el mayor genocidio de la historia, llamado aborto.
Y es, también, el mayor reto al que se enfrenta el cristianismo hoy. Porque la ideología de género, el último invento del Nuevo Orden Mundial (NOM) -por cierto, siempre machista- es, ante todo, cristófobo. Sonroja ver a feministas y feministos arremeter contra la Iglesia y compadrear con el Islam, una doctrina verdaderamente sexista y opresora de la mujer. Con razón afirmaba esa esperanza de la Iglesia que es el cardenal negro. Robert Sarah (en la imagen), que “nos encontramos entre la ideología de género y el ISIS”, dos formas de cristofobia. Pero que las feministas aplaudan al islam y apostrofen del cristianismo ya es de cretinas.
En resumen, durante 2015, la ideología de género ha pasado de ser un radicalismo del viejo feminismo a algo políticamente correcto, a pesar de su carácter homicida (aborto y odio a la maternidad), violento (media humanidad contra la otra media) e idiota. Pero el virus de las amazonas siempre ha existido: lo que me preocupa es que se ha colado hasta en el templo de Dios. La prueba es que todos los curas progres han adoptado la ideología de género en mayor o menor medida. Y ya conocen la gradación de la estupidez: obrero de derechas, varón feminista y cura progre, medallas de bronce, plata y oro de la memez, respectivamente.
Con todo, lo que me preocupa del estallido y asentamiento global de la perspectiva de género durante 2015 es que hasta mujeres cristianas, santas y sabias, hayan resultado inoculadas por un virus tan letal. Empiezan por cuestiones menores como las bondades de San José y, cuando se quieren dar cuenta, están cuestionando al mismísimo Dios por encarnarse en forma de varón. O pasan de adorar a Cristo a adorar a la Pachamama, la madre tierra, diosa de una fertilidad a la que aborrecen. De hecho, el feminismo acompaña esa tendencia atávica de la humanidad a convertir a los dioses en ídolos y a los ídolos en esclavos… de los propios caprichos.
¿Lo más significativo –y lo peor- del año 2015 que hoy termina? Sin duda, la entronización de la ideología de género. ¡Anda, que como llegue el Islam!
Eulogio López

miércoles, 30 de diciembre de 2015

La progresía siempre se lía con la verdad… y siempre termina en homicidio (Eulogio López)

Original aquí

  • Progres de cerebro confuso y corazón vacío empeñados en condenar a la fe por irracional.
  • Cuando para los cristianos, la razón es dogma de fe.
  • Para la modernidad, la verdad no existe. Sin embargo, impone su verdad. Eso sí es fanatismo.
  • Sobre todo, a esos débiles mentales que creen en algo. Por ejemplo, en Dios.
Es inútil. Puede ser letrado o iletrado, inteligente o incapaz, pero la cabra siempre tira al monte y el progre siempre tira a la tontuna, a través de sus dos vehículos favoritos: cerebro confuso y corazón vacío.
El reconocido escritor Vicente Molina Foix (en la imagen) escribe en El País “El Mal moderado”. Les resumo el contenido del artículo. Primero: la religión es cosa de débiles mentales. Segundo: equidistancia. Esto es, existe el fanatismo islámico y el fanatismo católico, ambos en paridad de estima e igualmente vergonzantes. Punto número tres: todas las religiones deben respetar la conciencia civil y permitir “el vivir libre”. ¿Mola, eh?
Y luego viene el verbigracia: no se puede permitir que las religiones, por ejemplo, hostiguen el “humanísimo derecho al aborto” (SIC).
¿Comprenden? Lo único que se puede imponer es el vivir libre, que significa, exactamente, lo que el progre quiera que signifique.
Pues verá don Vicente: no existe ningún derecho al aborto, porque el aborto es el asesinato del inocente.
Segundo: no hay ultracatólicos porque el catolicismo no mata a nadie. El islam, sí, pero el cristianismo no. La equidistancia ente ambos credos resulta tan molesta como la equidistancia del pasado en Euskadi, donde los vascos -tan cobardes durante la época del terrorismo etarra- equiparaban a verdugos y víctimas.
En cualquier caso, fanático no es aquel que cree en la verdad: fanático es aquel que sólo cree en su verdad. Y a lo mejor su verdad hasta resulta cierta, pero sólo es una parte de la verdad.
Tercero, don Vicente: la libertad no consiste en hacerlos “demócratas aunque tenga que fusilarlos a todos”.
Por último, respetar las religiones no consiste en no asesinar cristianos en los templos: consiste en analizar qué parte de la verdad, o toda la verdad, existe en los planteamientos cristianos o de cualquier otro credo o convicción.
No consiste tampoco en enfrentar fe y razón porque la razón, para el cristiano, es cuestión de fe. Tampoco consiste en distinguir entre dogma y libertad de pensamiento, porque sólo existen dos tipos de personas: los dogmáticos, que saben que lo son y los dogmáticos que no saben que lo son (Chesterton).
En definitiva, don Vicente, no se puede vivir bajo el dogma que le sojuzga a usted: el relativismo ramplón. Nada es verdad ni nada es mentira, todo depende del color del cristal con que se mira.
No porque eso sea cierto sino porque, como todo dogma progre, es una contradicción en origen: si nada es verdad ni nada es mentira ya hay algo que sí es verdad, que es un dogma: precisamente ese, que la verdad no existe y que el hombre no puede encontrarlo. Y mire usted por dónde, don Vicente, justamente ese dogma del progresismo, su dogma, además de falso, es el que ha provocado las peores matanzas de la humanidad: las de la era moderna.
Eulogio López

martes, 29 de diciembre de 2015

Discurso de Clausura del Sínodo - y 13 (Análisis crítico)

A continuación los últimos párrafos del Sínodo y un breve comentario acerca de cada uno de ellos:



- En este sentido, el arrepentimiento debido, las obras y los esfuerzos humanos adquieren un sentido más profundo, no como precio de la invendible salvación, realizada por Cristo en la cruz gratuitamente, sino como respuesta a Aquel que nos amó primero y nos salvó con el precio de su sangre inocente, cuando aún estábamos sin fuerzas (cf. Rm 5,6).

Es cierto que nosotros no podemos obtener la salvación por nosotros mismos. Ésta es pura gracia. Sin embargo, la gratuidad de la salvación hay que entenderla siempre sin olvidar que ésta no será posible si nosotros no ponemos de nuestra parte, cada uno en función de lo que haya recibido.

- El primer deber de la Iglesia no es distribuir condenas o anatemas sino proclamar la misericordia de Dios, de llamar a la conversión y de conducir a todos los hombres a la salvación del Señor (cf. Jn 12,44-50). 


A lo largo de la historia de la Iglesia ésta no se ha dedicado a condenar sino a proclamar la necesidad de la conversión para poder así alcanzar la misericordia del Señor y ser salvos. La misericordia de Dios no es un mensaje que haya tenido lugar desde hace unos cincuenta años, a la luz del Concilio Vaticano II: La Iglesia siempre ha practicado la misericordia, tal y como hizo Jesús. El hecho de que algunos sacerdotes, obispos o incluso Papas no hayan actuado así constituye una excepción ... y desde luego nunca ha sido lo propio y específico de la Iglesia que siempre y como tal ha ejercido la misericordia con aquellos que se han arrepentido de sus pecados.

El beato Pablo VI decía con espléndidas palabras: «Podemos pensar que nuestro pecado o alejamiento de Dios enciende en él una llama de amor más intenso, un deseo de devolvernos y reinsertarnos en su plan de salvación [...]. En Cristo, Dios se revela infinitamente bueno [...]. Dios es bueno. Y no sólo en sí mismo; Dios es –digámoslo llorando– bueno con nosotros. Él nos ama, busca, piensa, conoce, inspira y espera. Él será feliz –si puede decirse así–el día en que nosotros queramos regresar y decir: “Señor, en tu bondad, perdóname. He aquí, pues, que nuestro arrepentimiento se convierte en la alegría de Dios»


"Hay más alegría en el Cielo por un pecador que se arrepiente que por cien justos que no tienen necesidad de conversión" (Lc 15, 7). Esta frase es de Jesús, proclamada por Él en la parábola de la oveja perdida. Y esto siempre ha sido proclamado en la Iglesia, que ha sabido transmitir fielmente su Mensaje. No es algo nuevo ni es invención moderna. Ahí están las palabras de Jesús que han sido pronunciadas con mucha anterioridad a las de Pablo VI. No lo olvidemos. 


 - También san Juan Pablo II dijo que «la Iglesia vive una vida auténtica, cuando profesa y proclama la misericordia [...] y cuando acerca a los hombres a las fuentes de la misericordia del Salvador, de las que es depositaria y dispensadora». 

Ciertamente la Iglesia es depositaria de la Revelación y es su deber profesar y proclamar la misericordia de Dios. Siempre -insisto- ha sido así. Y es bueno -y necesario- que los diferentes Papas lo hayan recordado ... no como algo que no se practicó en el pasado, lo que sería falso, sino como algo que tiene una perenne actualidad ... y que debe de ser continuamente recordado, para no caer en la tibieza.

- Y el Papa Benedicto XVI decía: «La misericordia es el núcleo central del mensaje evangélico, es el nombre mismo de Dios [...]


Esta frase es poco afortunada, pues en la Biblia se afirma que "Dios es Amor" (1 Jn 4, 8). En todo caso, Amor sería el nombre mismo de Dios, pero la Misericordia es una manifestación de ese Amor ... no es el Amor. En la misericordia se da un mensaje de Amor a las personas para que se arrepientan y salgan de su pecado ... pero tal misericordia no llega a tener su efecto si el pecador no se arrepiente de sus malas acciones: "Yo tampoco te condeno; vete y a partir de ahora no peques más" (Jn 8, 11). Esas fueron las palabras de Jesús a la mujer adúltera. Jesús no justificó el adulterio de la mujer. La perdonó porque vio su arrepentimiento. Y, al mismo tiempo, la exhortó a que no siguiera por ese camino de adulterio, que la separaba de Dios: perfecta conjunción entre la misericordia y la verdad. Esto es lo que vemos en Jesús. Y éste ha sido siempre el mensaje de la Iglesia. Así es como se manifiesta el Amor de Dios. Perdón y arrepentimiento. Cuando se dan ambas cosas es que el Amor de Dios ha tocado el corazón y entonces la reconciliación es posible; y la misericordia, basada en la verdad, se hace realmente eficaz.
 
- Todo lo que la Iglesia dice y realiza, manifiesta la misericordia que Dios tiene para con el hombre. Cuando la Iglesia debe recordar una verdad olvidada, o un bien traicionado, lo hace siempre impulsada por el amor misericordioso, para que los hombres tengan vida y la tengan en abundancia (cf. Jn 10,10)».


Y si la Iglesia no procediera así estaría faltando a su Misión. No obstante, no debe de ser olvidado -y es necesario recordar- el Mensaje completo de nuestro Maestro y Señor: "Id y haced discípulos a todos los pueblos ... enseñándoles a guardar TODO cuanto Yo os he mandado" (Mt 28,  19. 20). Así, por ejemplo, cuando Jesús paseaba por el Templo, en el pórtico de Salomón y los judíos, rodeándole, le dijeron: "Si Tú eres el Cristo dínoslo claramente", Él les respondió: "Os lo he dicho y no lo creéis; las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de Mí. Pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas" (Jn 10, 25-26). La misericordia de Dios para con el hombre no podrá ser llevada a efecto si el hombre rechaza a Dios. Como se ha explicado, en otras ocasiones, Dios no puede obligar al hombre a que lo ame, pues el amor es esencialmente libre.

- En este sentido, y mediante este tiempo de gracia que la Iglesia ha vivido, hablado y discutido sobre la familia, nos sentimos enriquecidos mutuamente; y muchos de nosotros hemos experimentado la acción del Espíritu Santo, que es el verdadero protagonista y artífice del Sínodo. 

"El Espíritu sopla donde quiere y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu" (Jn 3, 8). Pero no es un Espíritu cualquiera: "El Señor es Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor hay libertad" (2 Cor 3, 17). Cuando san Pablo habla del Señor se refiere a Jesucristo. El Espíritu es el Espíritu Santo, que es el Espíritu de Jesucristo. Quien se aparta de Jesucristo no posee su Espíritu. Y nadie puede pretender tener su Espíritu, el cual es esencialmente libre. No se puede apresar el Espíritu. De manera que decir que "el Espíritu Santo es el verdadero protagonista y artífice del Sinodo" es una frase con unas pretensiones que van más allá de las prerrogativas que tiene el Santo Padre ... teniendo en cuenta, por supuesto, las conclusiones a las que se ha llegado tras el Sínodo y todo el proceso previo al Sínodo; todo muy discutible. No se puede encerrar al Espíritu en palabras humanas, independientemente de quien las diga ... si esas palabras no son una manifestación evidente del Espíritu de Jesucristo y de su Doctrina. En el caso que nos ocupa no queda tan claro. El clima creado tras el Sínodo es de confusión, por lo que esa frase acerca del protagonismo del Espíritu Santo en el Sínodo es, cuando menos, discutible.

- Para todos nosotros, la palabra «familia» no suena lo mismo que antes del Sínodo, hasta el punto que en ella encontramos la síntesis de su vocación y el significado de todo el camino sinodal.


Desgraciadamente, la familia no ha salido reforzada tras el Sínodo sino todo lo contrario: más facilidad para las separaciones, ignorando la importancia de la fe así como el misterio de la Cruz, que es esencial en el Cristianismo. Muchas dificultades pueden ser superadas si se cultiva la fe entre los esposos y no se pierde de vista la importancia de su participación en la Cruz de Jesucristo: su sufrimiento adquiere así un sentido, cual es el de ser corredentores con Cristo ... pero si se facilitan las separaciones, mediante la agilización de los procesos de nulidad ... ¿dónde queda la Cruz? ¿dónde el verdadero amor, que no entiende de componendas ni se arreda ante los problemas que se sabe que siempre van a surgir entre los esposos?

- Para la Iglesia, en realidad, concluir el Sínodo significa volver verdaderamente a «caminar juntos» para llevar a todas las partes del mundo, a cada Diócesis, a cada comunidad y a cada situación la luz del Evangelio, el abrazo de la Iglesia y el amparo de la misericordia de Dios.


El Sínodo ha recorrido un camino muy tortuoso, que ha durado más de dos años. Su conclusión ha sido, además, muy precipitada. Y los resultados a los que se ha llegado muy problemáticos, provocando confusión entre los fieles cristianos que continúan creyendo en la Tradición de la Iglesia y en su auténtico Magisterio transmisor fiel del Mensaje recibido ... o mejor dicho, entre estos fieles no es confusión lo que se produce sino sufrimiento, al observar cómo la Iglesia se va rigiendo por criterios mundanos y no conforme a los criterios de Cristo.

Durante dos mil años la Iglesia ha proclamado siempre la misericordia de Dios hacia todos los hombres y no se ha dedicado a condenar, como pudiera parecer de alguna de las expresiones de este discurso papal ... eso no le ha impedido el llamar a las cosas por su nombre. Misericordia y Verdad siempre van unidas; nunca, bajo capa de misericordia, debe de acudirse a la mentira: falsa misericordia sería la que así procediera y, por supuesto, no sería conforme con la voluntad de Dios.

Todo el mensaje evangélico respira de esta misericordia de Dios. Esto ha sido siempre así. No es algo nuevo que haya surgido ahora a consecuencia de las teorías modernas. En todos los versículos del Nuevo Testamento descubrimos la Bondad y la Misecordia de Dios:  "Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, aunque estábamos muertos por nuestros pecados, nos dio vida en Cristo" (Ef 2, 4-4), de manera que "donde abundó el pecado sobreabundó la gracia" (Rom 5, 20), puesto que "Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" (1 Tim 2, 4). "Dios no quiere que nadie se pierda sino que todos se conviertan" (2 Pet 3, 9), etc...

Estas verdades forman parte del Tesoro multisecular de la Iglesia y no son ningún invento de ninguna nueva Iglesia ... pero deben de ser entendidas dentro del contexto en el que fueron escritas, pues como dice san Agustín: "Dios ama al pecador ... y odia el pecado". ¿Para qué vino, si no, a este mundo, sino para librarnos del pecado y hacer posible nuestra salvación? ... una salvación en la que nosotros debemos de intervenir. Como tantas veces se ha repetido en este blog es imposible que Dios pueda salvar a aquél que no quiera ser salvado. 

Jesucristo ha hecho la voluntad de su Padre y nos ha amado hasta el extremo de hacerse hombre y de dar su vida por nosotros. No hay una expresión mayor de amor que ésta de dar la vida, como así nos lo hizo saber Jesús ... y así actuó, en obediencia a la voluntad de su Padre, puesto que, como se dice ya en el Antiguo Testamento: "¿Acaso me agrada la muerte del impío -oráculo del Señor Dios- y no que se convierta de sus caminos y viva?" (Ez 18, 23). Y más adelante: "Convertíos, convertíos de vuestros malos caminos. ¿Por qué habéis de morir, casa de Israel" (Ez 33, 11). Las primeras palabras de Jesús, cuando comenzó su predicación fueron éstas: "El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está al llegar; convertíos y creed en el Evangelio" (Mc 1, 15)

¿Qué sentido hubiera tenido, si no, la venida de Cristo, que ya estaba anunciada en el Antiguo Testamento? Ciertamente deseaba nuestra salvación, porque -de modo incomprensible- nos amaba y nos ama. Pero este Amor de Dios requiere, de nuestra parte, una respuesta también de amor, sin la cual, tal relación de amor entre Dios y cada uno de nosotros se hace imposible ... e imposible, por lo tanto, nuestra salvación.

No es esto, sin embargo, lo que se desprende del Sínodo, por desgracia; pero es necesario que aquellos que deseen vivir conforme a las enseñanzas de Jesucristo y el sentir de la Iglesia de siempre, actúen conforme a las palabras de san Agustín, quien hizo suyos los sentimientos de Cristo, cuando dijo aquello de que "es preciso odiar el pecado y amar al pecador". Esto es doctrina perenne de la Iglesia ... Ésta es la Tradición de la Iglesia. Y si aparece algo que contradiga estas ideas debe de ser rechazado, tal y como reza el lema de este blog: "Si alguno os anuncia un evangelio diferente del que habéis recibido, ¡sea anatema!" (Gal 1, 9)


José Martí

El hombre y la mujer son distintos: Obispo Omella (Eulogio López)

(Original aquí)

Duración 1:58 minutos

Pedro Sánchez, más ultra que Podemos en cuestiones “sociales”. O sea, morales (Eulogio López)

Original aquí


  • Ideología de género… en su versión feminista más extremista.
  • Pacto sobre la educación: acabar con la enseñanza religiosa.
  • Aborto libre y gratuito hasta para adolescentes. 
  • Blindar los derechos laborales: es decir, acabar con la pequeña propiedad privada.
  • Más dinero para las comunidades autónomas.
  • Más dinero para las renovables.
  • Y para pagar las pensiones… pacto de Toledo.
Intensa mañana la del lunes, 28 de diciembre. Económicamente muerta, porque las empresas quieren saber en qué para el Gobierno, es decir, el regulador de la actividad económica y el que pone impuestos.
Pero políticamente tremenda. Mariano Rajoy, tras unas ¿merecidas? vacaciones navideñas recibe en Moncloa a Albert Rivera y a Pedro Sánchez. Con el primero pocos problemas. Comprende lo que hay y es partidario de dejar gobernar a la lista más votado y a colocar un cinturón sanitarioalrededor de los peligrosos ‘soviets’ de Podemos.
Con Pablo Iglesias la cosa fue como se esperaba. Se refirió a Rajoy como el candidato del PP, cuando sigue siendo presidente del Gobierno, porque con Pablo es lo que es: un experto en el primer pecado capital.
Y como buen comunista esconde lo que pretende, y lo que más esconde es lo que más pretende.Esconde el referéndum de autodeterminación y habla de una ley de Emergencia social, la ley 25, según el artículo 25 de la Declaración de Derechos Humanos, ese que alude a la vida digna. Él sabe lo que quiere: unirse al PSOE para entrae en el poder, con gobierno o sin él, y luego fagocitar al PSOE.
Al mismo tiempo, en la sede de Ferraz, Pedro Sánchez volvía aparecer en escena. Ha conseguido evitar el veto de los barones y ha asegurado -sólo le ha faltado darse golpes de pecho- que no habrá referéndum de autodeterminación en Cataluña. Es decir, que quiere crear un Gobierno con Podemos y otros grupos de izquierdas.
¿Que dicho grupo, entre los que abundan los independentistas, no tiene nada que ver con la moderación socialista? Pero  hombre, no seamos ingenuos. En materia ‘social’, o sea moral, el insensato de Pedrito es más extremista que Podemos, ERC o Compromís (que la CUP no me atrevo a decir, porque resulta incalificable, pero…).
Ejemplo, su ideología de género, con un pacto contra la violencia machista llega más allá que el de Podemos. Se trata de encarcelar al mayor número posible de varones.
Por ejemplo, su pacto por la educación consiste en cargarse la enseñanza religiosa y la libertad de enseñanza de los padres para educar a sus hijos como crean conveniente.
Y más: aborto libre y gratuito hasta para adolescentes.
Blindaje de los derechos laborales. Traducido: acabar con la pequeña propiedad privada.
Más dinero para las comunidades autónomas. Es decir, más derroche zapateril.
Más dinero para las energías renovables. Recuerden el déficit de tarifa (30.000 millones deeuros) que amasó Zapatero con la ‘chuminá’ de la energía verde.
Y para pagar las pensiones… Pacto de Toledo. ¿Pacto para qué? ¿Sin fomentar la natalidad? Me extraña, casi diría que imposible.
Eulogio López

lunes, 28 de diciembre de 2015

Feliz Navidad (Juan Manuel de Prada)

(Para leer el original, pinchar aquí)


Decía Chesterton que en Navidad celebramos un trastorno del universo. Adorar a Dios significaba hasta la Navidad alzar la mirada a un cielo inabarcable que nos estremecía con su vastedad; a partir de la Navidad, adorar a Dios significa dirigir la mirada hacia el interior de una cueva lóbrega, para reparar en la fragilidad de un niño que llora en un pesebre. Las manos inmensas que habían modelado el universo se convierten, de súbito, en unas manos diminutas que tiemblan en el frío de la noche y buscan el calor del pecho de su Madre. Divinidad y fragilidad habían sido hasta ese momento conceptos antitéticos; pero la Navidad los obliga a juntarse, en un pasmoso oxímoron que hace tambalear nuestras certezas y subvierte por completo nuestras categorías mentales. Los hombres, que desde la noche de los tiempos se habían arrodillado ante la furia apabullante de los elementos, deciden arrodillarse de repente ante un recién nacido, mucho más pequeño y desvalido que ellos mismos, pues ni siquiera ha podido ser alumbrado en una posada. Ante una tempestad o una lluvia de estrellas uno puede arrodillarse con miedo; ante un niño que ha nacido en una cueva, como un proscrito, uno sólo puede arrodillarse con amorosa y emocionada piedad.

Pero este oxímoron que celebramos en Navidad enseguida golpea nuestra credulidad. ¿En qué cabeza cabe que un Dios que hasta entonces había sido invisible e incorpóreo, omnipotente y glorioso, tome la apariencia (y no sólo la apariencia, sino también el cuerpo y el alma) de un niño? Semejante cosa sólo podría ocurrírsele a un Dios que estuviese loco de remate; pues no hay locura más rematada que la locura de amor. Al asumir Dios la fragilidad de la naturaleza humana, se inauguró una nueva era de la Humanidad, que desde entonces pudo entender mejor el sentido sagrado de la compasión; pues, desde el momento en que Dios se había hecho frágil como nosotros mismos, resultaba más fácil abrazar la fragilidad del prójimo, volviéndonos nosotros también locos de remate (y, en efecto, la caridad siempre ha parecido una forma insufrible de locura a quienes no la sienten). Por eso la Navidad puede considerarse una fiesta de locos rematados; y por eso, cuando falta el manantial originario de esa locura, se convierte en una fiesta indecente, puro sentimentalismo vacuo que revuelve las tripas y estraga el alma, por mucho que finjamos alegría y regocijo (o, sobre todo, cuando fingimos alegría y regocijo). Pues deja de ser verdadera fiesta, para convertirse en un aspaviento disfrazado de algarabía, atracón de turrones y vomitera nocturna; una sórdida orgía consumista, aderezada con unas dosis de humanitarismo de pacotilla.

Muchas personas sienten, en medio de los regocijos navideños, una suerte de dolor sordo o sentimiento de amputación, que a veces se identifica con una nostalgia de la inocencia perdida; pero que en realidad es conciencia dolorida de que el sentido originario de la fiesta les ha sido arrebatado, y con él la posibilidad de una genuina felicidad. El hombre contemporáneo persigue la felicidad como si de una fórmula química se tratase; pero esta búsqueda suele saldarse con un fracaso, pues en el mejor de los casos obtiene una sensación efímera de bienestar, o bien un placebo euforizante, apenas un analgésico que le distrae por unos pocos días el dolor en sordina que lo martiriza. Y este dolor (que a veces se presenta como hastío o tedio de vivir, a veces como indolencia y acedia, a veces como desesperación y angustia) es la consecuencia directa de una amputación. No hay felicidad sin una aceptación íntegra de nuestra naturaleza, que incluye una vocación religiosa; y tal vocación no se puede extirpar sin un grave menoscabo de nuestra propia naturaleza. El hombre contemporáneo, al negar su vocación religiosa, se ha convertido en un ser amputado y, por lo tanto, infeliz; y, como el manco que en los días que anuncian tormenta siente un dolor fantasmagórico en el brazo que le ha sido arrancado, el hombre contemporáneo siente más que nunca esa amputación en las fechas navideñas.

«Quitad lo sobrenatural y no encontraréis lo natural, sino lo antinatural», nos enseña Chesterton.Quitadle a la Navidad su cataclismo sacro, ese trastorno del universo del que hablábamos más arriba, y no encontraréis la verdadera fiesta, sino su parodia grotesca y antinatural: consumismo bulímico, humanitarismo de pacotilla, torpe satisfacción de placeres primarios; correteos, en fin, de un gallo al que han arrancado la cabeza y que bate las alas desesperadamente, mientras se desangra y agoniza.

Juan Manuel de Prada

Los Santos Inocentes. ¿Y por qué no matamos a los recién nacidos? (Eulogio López)

Original aquí

Añado también un vídeo de Eulogio López sobre este tema

3:13 minutos

  • ¿En qué se diferencia un feto un día antes de nacer del mismo bebé un día después?
  • El infanticidio es más sincero que el aborto: matar al niño en el seno materno, antes de nacer, y a escondidas.
  • Y no es ni más ni menos cruel o inmoral que el aborto.
  • La diferencia: que al niño recién nacido se le ve y se le toca.
  • Es lo mismo que distingue al aborto del anticonceptivo.
Es una dirigente menor de Izquierda Unida pero estoy seguro que representa el sentir de otros miembros de su formación, del 50% de los políticos españoles y del 100 por 100 de las feministas.
A fin de cuentas, ya nada nos asombra en las salvajadas sobre el asesinato del más inocente y más indefenso de todos los seres humanos, el concebido y no nacido.
Y tiene razón. Veamos: ¿qué diferencia a un niño 24 horas antes de nacer y 24 horas después, cuando aún -importante dato- no ha sido inscrito en el Registro Civil? En casi nada. ¿Entonces?
Nuestra feminista tiene razón: si el feto es suprimible, el bebé también. Eso sí, a partir de ahí, se abren inquietantes interrogantes. Porque claro, en qué se diferencia un bebé recién nacido de un bebé de tres meses? En casi nada. Sólo es un poco más grande. ¿Y de un bebé de 1 año? No mucho, sólo en el tamaño. De hecho, podíamos alargar el aborto libre hasta que los niños no tengan uso de razón. Pongamos los siete años de edad. Hasta entonces, que la madre, no el padre, por supuesto, decida si vive o muere. Ya lo tengo: lo mas progresista es el aborto libre (y gratuito, esto es importante) hasta los siete años de edad.
Día de los Santos Inocentes… e indefensos. ¿Qué por qué no hemos llegado aún al infanticidio? Fácil, porque todo la diferencia -poco ontológica, pero palpable- entre un feto al que le faltan 24 horas para nacer y ese mismo bebé 24 horas después de haber nacido es esto: que el segundo se ve y se toca. Es la misma diferencia entre aborto y anticonceptivo. Se considera que el segundo es un remedio para evitar el primero cuando en realidad, todos los anticonceptivos presentes hoy en el mercado pueden ser abortivos. Son, de hecho, potencialmente abortivos. Sólo que del aborto podemos ver, al menos, los restos, las pocas veces que nos los enseñan.
En definitiva, ver o no ver, lo que revela que vivimos tiempos de enorme profundidad intelectual. En cualquier caso, la festividad de los santos inocentes se refiere a la matanza de Belén para niños ya nacidos y hasta los dos años de edad. Unos 2.000 años después, nuestros queridos políticos nos proponen seguir el mismo camino.
Y la pregunta es: ¿que haría la mayoría si el deseo de nuestra chica de Izquierda Unida se hiciera realidad? Algunos aplaudirían, otros asegurarían que es una cuestión de conciencia personal y unos terceros que no han tenido tiempo de ocuparse del tema. Es lógico: los miembros de los tres grupos ya estarán talluditos: no corren peligro alguno.
Eulogio López

Ayuntamiento de Madrid. Los pobres con móvil de Manuela y el padre Ángel (Eulogio López)

Original aquí

  • La España de las mentiras: Navidad es el nacimiento de Cristo pero, al parecer, Cristo no fue invitado al Ayuntamiento de Madrid.
  • Cómo iba a serlo si la alcaldesa presume de atea.
  • Por cierto, las hermanitas de los pobres de la calle Martínez Campos dan de comer al doble de pobres que Manuela y el cura Ángel, sólo que 365 días al año. Y sin teles que lo filmen.
  • Por el contrario, la mano derecha del Padre Ángel sabe lo que hace su mano izquierda… además de saberlo los otros seis millones de madrileños.
  • Carmena, como Lenin, es muy consciente de que los buenos curas deben ser fusilados, pero que a los heterodoxos, a los afines… hay que mimarlos. Resultan muy útiles.
Alguien, creo que fue Aleksandr Solzhenitsyn, el autor de Gulag, definió al comunismo como la gran mentira. En efecto. El nazismo es brutalidad pero el comunismo es la misma brutalidad disfrazada de justicia social (antes) y ahora de democracia, con los chicos de Podemos.
Unos chicos, los de Pablo Iglesias, que, en efecto, podrían llegar al poder en España y convertirnos en la Venezuela donde falta hasta el papel higiénico y donde se asesina al disidente.
Sí, el comunismo actual en España se llama Podemos, sólo que mucha gente, o no se lo cree o no está dispuesta a creérselo. Pero vamos con las mentiras. Naturalmente, Podemos se cuida muy mucho de atacar la Navidad. Todo lo contrario: doña Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid –que no es de Podemos- ofrece al Padre Ángel -cuánto bueno- la sede municipal de Cibeles (en la imagen) para ofrecer una cena de Nochebuena a los pobres. Pobres con móvil, claro está, haciéndose selfis con su salvadora Manuela, buen patrimonio inmobiliario.
Y es que, aunque el padre Ángel se empeñe en lo contrario, una cosa es la pobreza en España, otra en Venezuela y otra en el Congo.
Pero, a fin de cuentas, la iniciativa está muy requetebién. No tanto la lacrimógena parafernalia televisiva montada en torno a ella. Las hermanitas de los pobres de la calle Martínez Campos (sólo éstas), sin cámaras de TV y sin alabar a la comunista Manuela, reparten cada día el doble de las comidas que el padre Ángel, tan discreto, repartió el día de Nochebuena en el Ayuntamiento.
Creánme, Navidad no consiste en dar de comer a los pobres en Nochebuena, entre otras cosas porque los pobres necesitan comer todos los días del año.  
Aún así. Lo de la cena de Nochebuena seguiría estando bien pero no quita que sea el padre Ángel el mismo que coqueteó con el aborto en un programa de televisión para quedar bien con la modernidad o el mismo que retó a su obispo, el de Madrid, monseñor Carlos Osoro, utilizando a la parroquia que se le ha encomendado para hacer homenaje, no a Pedro Zerolo, el apóstata profesional,  sino a la homosexualidad de Pedro Zerolo, con activistas gay traídos de no se sabe dónde y curas con estola bandera arco iris, lo que, además de profanación, supone una horterada de mucho cuidado.
En aquel entonces, el Arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, le llamó al orden. El padre Ángel, siempre humilde y obediente, advirtió que la próxima vez no le pediría permiso al obispo (no se lo había pedido y debiera haberlo hecho) sino a la alcaldesa comunista de Madrid, Manuela Carmena, quien “seguro que no me pone tantas pegas”.
Y por supuesto que no se las pone. La alcaldesa, como buena comunista, conoce todos los senderos de la demagogia. Y sabe, como Lenin, que los buenos curas deben ser fusilados, pero que a los  heterodoxos, a los afines, hay que mimarlos. Resultan muy útiles.
Buena prueba de la impostura de Nochebuena en la casa consistorial madrileña es que, siendo la Navidad el nacimiento de Cristo, Cristo no había sido invitado a la cena del padre Ángel y doña Manuela. ¿Cómo iba a serlo si doña Manuela es una comunista atea, que no cree en Cristo? Los pobres sólo le interesaban para darse un baño filantrópico a su costa y utilizando al cura Ángel como tonto útil. De la misma forma que al padre Ángel le interesan para hacer caridad, aunque eso sí, su mano derecha bien conoce lo que hace su mano izquierda… al igual que otros seis millones de madrileños.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com