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martes, 29 de mayo de 2018

Francisco se refiere al aborto como “interrupción del embarazo” (Carlos Esteban)


De las credenciales provida de Su Santidad es difícil dudar. No es solo que, siendo Vicario de Cristo, no pueda por menos que reafirmar una obvia postura mantenida con absoluta claridad durante toda la historia de la Iglesia, sino que, además, ha repetido en numerosas ocasiones su condena tajante y sin paliativos al aborto.

Eso es lo que hace tan desconcertante que no haya dicho una sola palabra de ánimo dirigida a los votantes católicos irlandeses durante el referéndum sobre la despenalización del aborto en el único rincón de Europa donde todavía era ilegal para las madres acabar con sus hijos en su vientre, o de consuelo y esperanza después del descorazonador resultado.

Y es eso lo que hace incomprensible que ahora se refiera a esta atroz e implacable plaga moral como “interrupción del embarazo”.

Ha sido en el discurso dado con motivo de una audiencia a los miembros de la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas, donde ha dicho: 

“Por ello, que sea vuestro compromiso en sus respectivos países y a nivel internacional, cuidar este aspecto, interviniendo en ambientes especializados, pero también en las discusiones que se refieren a las legislaciones sobre temas éticos sensibles, como por ejemplo la interrupción del embarazo, el final de la vida y la medicina genética”.
¿Interrupción del embarazo? En la crucial batalla por las ideas, perder el modo correcto de llamar a las cosas es perder el combate antes incluso de iniciarlo. “Interrupción del embarazo” es el absurdo eufemismo pergeñado por la cultura de la muerte para disimular que se estaba eliminando a un ser humano con la aquiescencia de su propia madre. El embarazo no se puede ‘interrumpir’, solo frustrar; ¿o es que luego va a continuar, tras la interrupción?

No es ninguna exageración, ni es darle importancia a algo banal. El lenguaje es importante, mucho más en cuestiones tan graves y lábiles. Toda la disputa arriana, que a punto estuvo de convertir nuestra fe en una religión totalmente diferente -de hecho, así fue durante un largo periodo en amplias zonas de Europa, incluida España-, giraba en torno a una sola letra, la más pequeña del alfabeto griego, la iota: la diferencia entre ‘homousios’ (de igual naturaleza) y ‘homoiousios’ (de naturaleza semejante).

Publicamos a continuación el discurso dirigido por el Santo Padre a los presentes en la audiencia:

Discurso del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas:

Me complace daros la bienvenida y saludaros a todos, empezando por el Presidente, el Dr. John Lee, a quien agradezco sus palabras.

Vuestra calificación de “médicos católicos” os compromete a una formación permanente espiritual, moral y bioética con el fin de poner en práctica los principios evangélicos en la práctica médica, a partir de la relación médico-paciente hasta llegar a la actividad misionera de mejorar las condiciones de la salud de las poblaciones en las periferias del mundo. Vuestra obra es una forma peculiar de solidaridad humana y testimonio cristiano; de hecho, vuestro trabajo se enriquece con el espíritu de la fe. Y es importante que vuestras asociaciones se comprometan a sensibilizar sobre esos principios a los estudiantes de medicina y a los médicos jóvenes involucrándolos en las actividades asociativas.

La identidad católica no compromete vuestra colaboración con aquellos que, desde una perspectiva religiosa diferente o sin un credo específico, reconocen la dignidad y la excelencia de la persona humana como el criterio de su actividad. La Iglesia está a favor de la vida, y su preocupación es que nada esté en contra de la vida en la realidad de una existencia concreta, aunque sea débil o indefensa, aunque no esté desarrollada o sea poco avanzada. Ser médicos católicos, por lo tanto, es sentirse profesionales de la salud que, de la fe y de la comunión con la Iglesia, reciben el impulso para hacer cada vez más madura su formación cristiana y profesional, su dedicación incansable, e inagotable la necesidad de penetrar y conocer las leyes de naturaleza para servir mejor a la vida (véase PABLO VI, Carta Encíclica Humanae Vitae, 24).

Son conocidas la fidelidad y la coherencia con la que las asociaciones de vuestra Federación, en el curso de los años, han dado fe de su fisonomía católica, poniendo en práctica la enseñanza de la Iglesia y las directrices de su Magisterio en el ámbito médico-moral. Este criterio de reconocimiento y de acción ha favorecido vuestra colaboración en la misión de la Iglesia para promover y defender la vida humana desde su concepción hasta su fin natural, la calidad de la existencia, el respeto de los más débiles, la humanización de la medicina y su plena socialización.

Esta fidelidad ha conllevado y conlleva fatigas y dificultades que, en circunstancias particulares, pueden exigir mucho coraje. Continuad con serenidad y determinación por este camino, acompañando las intervenciones magisteriales en los ámbitos de la medicina con la correspondiente conciencia de sus implicaciones morales. Tampoco el campo de la medicina y la salud se ha librado, efectivamente, del avance del paradigma tecnocrático, de la adoración del poder humano sin límites, y de un relativismo práctico donde todo se vuelve irrelevante si no sirve a los propios intereses (cf. Lit. enc. Laudato si ‘, 122).

Frente a esta situación, estáis llamados a afirmar la centralidad del enfermo como persona y de su dignidad con sus derechos inalienables, in primis el derecho a la vida. Es necesario enfrentarse a la tendencia de envilecer al enfermo como si fuera una máquina que reparar, sin respetar los principios morales, y de explotar a los más débiles descartando lo que no corresponde a la ideología de la eficiencia y el beneficio. La defensa de la dimensión personal del paciente es esencial para la humanización de la medicina, en el sentido también de la “ecología humana”. 
Preocupaos por comprometeros en los respectivos países y en el ámbito internacional, interviniendo en los entornos especializados, pero también en los debates relativos a las legislaciones sobre cuestiones éticas delicadas, como la interrupción del embarazo, el final de la vida y la medicina genética. Que tampoco falte vuestra solicitud en defensa de la libertad de conciencia, de los médicos y de todos los trabajadores de la salud. No es aceptable que vuestra función se reduzca a la de un simple ejecutor de la voluntad del enfermo o a las exigencias del sistema sanitario en el que trabajáis.
En vuestro próximo congreso, que se celebrará en Zagreb en unos días, reflexionaréis sobre el tema “La santidad de la vida y la profesión médica, desde la Humanae vitae a la Laudato Si”. Esto también es un signo concreto de vuestra participación en la vida y la misión de la Iglesia. Esta participación, -como lo subrayó el Concilio Vaticano II, -es tan necesaria que "sin ella el mismo apostolado de los pastores muchas veces no puede conseguir plenamente su efecto". (Decr. Apostolicam Actuositatem,10). Sed cada vez más conscientes de que hoy es necesario y urgente que la acción del médico católico se presente con un carácter de claridad inconfundible en el ámbito tanto del testimonio personal como asociativo.

En este sentido, es deseable que las actividades de las Asociaciones de médicos católicos sean interdisciplinarias y también involucren otras realidades eclesiales. En particular, sabed armonizar vuestros esfuerzos con los de sacerdotes, religiosos y religiosas y de todos aquellos que trabajan en la pastoral de la salud, estando con ellos junto con las personas que sufren: tienen gran necesidad de vuestra contribución y de la suya. Sed ministros, además que de curas, de caridad fraterna, transmitiendo a cuantos os acercáis con la aportación de vuestros conocimientos, riqueza de humanidad y de compasión evangélica.

Queridos hermanos y hermanas, muchos os miran, así como a vuestra obra. Vuestras palabras, vuestros gestos, vuestros consejos, vuestras elecciones tienen un eco que va más allá del campo estrictamente profesional y se convierten, si son coherentes, en un testimonio de fe vivida. La profesión se eleva a la dignidad de un verdadero apostolado. Os animo a continuar el camino asociativo con alegría y generosidad, en colaboración con todas las personas e instituciones que comparten el amor de la vida y se esfuerzan por servirla en su dignidad y sacralidad. ¡Que la Virgen María, Salus infirmorum, apoye vuestros propósitos, a los que acompaño con mi Bendición! Y por favor, rezad por mí también. Gracias.


Carlos Esteban


COMENTARIO PERSONAL

Francisco tendrá que dar cuenta a Dios de sus actos, como todos tendremos que hacerlo. Pero esa expresión que ha utilizado de llamar  "interrupción del embarazo" a lo que es un crimen claro y manifiesto, cuyo nombre es aborto,  puesta en sus labios, reviste una  especial gravedad. Y por mucho que recemos por él, ¿cómo podrá salvarse cuando está produciendo tanto daño y tanta confusión en la Iglesia? ... ¡sin ningún tipo de arrepentimiento, como si no estuviera haciendo nada malo!

Tal vez sea por aquello de que, según él, los que mueren en pecado mortal no se condenan: simplemente se esfuman y desaparecen. Eso del infierno es un cuento chino. 

Dios quiera que él no experimente en su propio cuerpo esa atroz realidad. Dios no quiere que nadie se condene sino que todos se salven ... pero esta salvación está condicionada a nuestra respuesta amorosa a su amor y a la guarda de los mandamientos: ¿Habrá que recordar esta verdad elemental al Santo Padre? Y, en concreto, el quinto mandamiento, ese que dice: "No matarás".

Yo no soy quién para juzgar a nadie, y menos al Santo Padre, Vicario de Cristo en la Tierra. Ni siquiera a mí mismo me juzgo. Eso es algo que sólo Dios  puede hacer. Pero sí puedo -¡y debo!- razonar y pensar. Y, entre otras cosas y sobre todo, es mi obligación llamar a las cosas por su nombre. Por ejemplo: quien miente es un mentiroso, quien roba es un ladrón, quien mata es un asesino ... ¡Pues eso!
José Martí

Irlanda: la que sale derrotada es la Iglesia (Stefano Montana)



La Iglesia pierde así la trascendencia respecto al propio tiempo y termina por asimilar las categorías mundanas e incluso el lenguaje. Deja de combatir, porque no ve el propio tiempo desde el punto de vista de la eternidad y cuanto muta desde el punto de vista de cuanto no muta. Al aceptar la modernidad por motivos pastorales, la Iglesia termina por aceptar la doctrina. En el caso del referendo irlandés la Iglesia ha brillado por su afasia y su ausencia.

El resultado del referendo irlandés sobre el aborto es una derrota trágica para Irlanda, que comenzará a matar sistemáticamente a sus propios hijos. La aprobación de una legislación abortista mata a una nación y a un pueblo, porque les hace ir contra natura en el punto más delicado e importante, les hace negar el acogimiento en el momento del florecer y más decisivo, le educa en la idea que lo que es legal es también bueno, acostumbrándolo a no distinguir más entre verdugo y víctima. El reconocimiento legal del aborto es para un pueblo una muerte espiritual que le priva de su conciencia, le obliga a vivir perennemente con el remordimiento sin llamarlo así, le lastima en cuanto lo más originariamente sacro y pone en manos de los ciudadanos lo que no se puede disponer. Cuando lo no disponible se torna disponible todo está perdido.

La derrota de la vida, del buen sentido, de la humanidad natural, de la maternidad y de la paternidad que ha seguido al referendo irlandés confirma tres puntos de gran relevancia para la lectura de la historia de nuestros tiempos.

El primero es que la secularización religiosa lleva en sí siempre también la secularización ética. Irlanda, quizás la última en Europa, ha sufrido en las últimas décadas un fuerte proceso de irreligiosidad que le ha hecho alcanzar velozmente el desierto al que habían arribado hace tiempo otros países europeos. Se ha tratado de un proceso devastador y violento que ha desarraigado de ese pueblo su vínculo natural e histórico con la fe católica. Los partidarios de la laicidad dirían que esto no representa de por sí un peligro, porque la sociedad puede de todos modos cultivar y defender valores naturales ligados a la vida y a la familia, también sin el apoyo de la religión. Pero esto no es cierto, y el propio referendo irlandés se los ha demostrado.

El plano de la razón natural, que en la línea del derecho debería estar en condiciones de reconocer el valor absoluto de la vida, incluso sin hacer referencia a la Revelación cristiana, en realidad no lo logra si no está sostenida en esto por la fe católica. Dios ha querido que también la ley natural fuera objeto de revelación y puso a la Iglesia para protegerla. Si la Revelación y la Iglesia son expulsadas de la escena pública, la ley natural se pierde.

La segunda es que cuando un pueblo se moderniza es inevitable que suceda lo que describí en el primer punto, es decir, que Dios sea excluido de la vida pública y, en adelante, se disuelven también los valores más naturales. No me parece que haya ejemplos históricos que contradigan esta constatación. Esto significa que en la modernidad hay algo esencialmente contaminado y contaminante.

Entiendo aquí por modernidad no una época cronológica, sino una categoría cultural que substituye la naturaleza con la historia, la verdad con la libertad, la inteligencia con la voluntad, la voluntad con la praxis, los deberes con los derechos, los derechos con los deseos, la realidad con la conciencia y el conocimiento con la interpretación. El ingreso a la modernidad entendida en este sentido implica siempre daños espirituales y una descomposición del marco de sentido que en las épocas anteriores era cohesionado y sólido. En la forma de pensar de la modernidad como categoría mental hay errores fundamentales cuyas influencias son refrenadas y combatidas, de lo contrario el resultado confirmado en Irlanda es inevitable.

El tercero es el peligro que el ingreso de un pueblo en la modernización a largo plazo empuja a la Iglesia misma a entrar en ella, pensando que en caso contrario no podrá encontrar pastoralmente al hombre contemporáneo. Sólo que, en la ilusión de encontrar al hombre contemporáneo situándose ella misma en su horizonte de modernidad, termina aceptando la modernidad como categoría mental y moral. La modernidad en sentido cronológico (encontrar con el hombre contemporáneo) se confunde con la modernidad en sentido cultural y moral (con todos sus errores). La Iglesia pierde así su trascendencia respecto al propio tiempo y termina asimilando las categorías mundanas e incluso el lenguaje. Termina luchando, porque ya no ve el tiempo propio desde el punto de vista de la eternidad y cuánto cambia desde el punto de vista de lo que no cambia.

Al aceptar la modernidad por motivos pastorales, la Iglesia termina aceptando su doctrina. En el caso del referendo irlandés la Iglesia ha brillado por afasia y ausencia. No hubo ninguna movilización del pueblo, ninguna intervención de Roma, ninguna ayuda por parte de los Episcopados europeos, aunque se trataba del último país de nuestro continente que hasta ahora había resistido contra la muerte del Estado. Está a la vista de todos, además, que desde hace tiempo la Iglesia ha dejado de luchar por la vida y de movilizar sistemáticamente las conciencias contra el aborto. Esto significa que las categorías intelectuales de la modernidad han penetrado a fondo también dentro de ella y la han hecho mundanamente inocua.

Publicada originalmente en italiano el 28 de mayo de 2018, en
www.lanuovabq.it/IT/IRLANDA-A-USCIR…

Traducción al español por: José Arturo Quarracino

Sacerdote de Dublín: "El que votó a favor del aborto no puede recibir la Santa Comunión" y otras noticias de Gloria TV



lunes, 28 de mayo de 2018

FRANCISCO ANTE EL REFERENDUM SOBRE EL ABORTO DE IRLANDA



Video mensaje de Francisco a Irlanda ante el referéndum sobre el aborto del 25 de mayo de 2018.


Duración: 10 segundos

Su boca otra vez se mantuvo cerrada…en Irlanda sólo se oyó a los grillos. 

Ahora es oficial: la nación que una vez fue católica, Irlanda, votó para derogar su octava enmienda constitucional y “legalizar” el aborto. No se puede imaginar cuántos niños no nacidos serán arrancados del hábitat natural del útero de sus madres a causa de esta decisión.

¿Qué dijo el Papa Francisco al respecto? Puede averiguarlo haciendo clic en el video de arriba. Adelante, hágalo, solo dura diez segundos. Directamente, para decirlo alto y claro : el hombre que se entremete en todas las discusiones y cuya lengua nunca deja de parlar no tiene nada que decir sobre el referéndum sobre el aborto en Irlanda. Los grillos hacen más ruido sobre este caso que Jorge Bergoglio.

Desde el 13 de marzo de 2013, las mandíbulas de Bergoglio no han parado de moverse. Ningún evento u objetivo ha sido tan ajeno o trivial para el que Francisco no haya tenido que dar algún consejo, aliento o exhortación. Él ha enviado mensajes de video para las causas más irrelevantes (irrelevantes, al menos, con respecto al cargo que posee, el papado). Ha dirigido chats en vivo con niños de la Fundación Educativa Scholas Occurrentes y con astronautas a bordo de la Estación Espacial Internacional ; él ha hecho un video largo para la conferencia laica TED ; él ha hablado en defensa de los albinos perseguidos y maltratados en África ; ha dado innumerables entrevistas (cerca de 50), incluso a reporteros anticatólicos. En 2017, la cumbre secular del G20 obtuvo su ración de sabiduría del supuesto pontífice; el mismo Francisco tenía mucho que decir a los nadadores sobre su deporte “sólido” en agua “líquida” ; y cuando un psicoterapeuta necesitaba un prólogo para su libro sobre gemidos, Francisco estaba feliz de complacerlo. Ha condenado la deforestación en la región amazónica ; tuvo que meterse en las elecciones presidenciales de EE. UU. en 2016; y no hay un solo migrante cruzando ilegalmente una frontera sin el apoyo franco de Francisco. El Papa, santo cielo, incluso envió un saludo en video a la competencia del Super Bowl de fútbol americano .

No nos engañemos: si Irlanda hubiera votado en un referéndum sobre las cuotas de migrantes, la calidad del agua del grifo o el acceso equitativo a la vivienda pública, Francisco habría estado hasta en la sopa. En los últimos meses él lo habría dado todo de sí mismo, haciendo mención de ello en innumerables homilías, discursos, entrevistas, audiencias, comentarios improvisados ​​a reporteros y un vídeomensaje al pueblo de Irlanda. 
Sin embargo, cuando se trata de un referéndum muy significativo que impacta directamente a los miembros más vulnerables de una nación que antaño se enorgullecía de ser católica, curiosamente Francisco no dispone de tiempo para hacer comentarios. 
A veces se hace la objeción de que Francisco ya ha condenado el aborto, como está registrado, calificándolo de cruel, inhumano, un crimen terrible, etc., y por lo tanto no había necesidad de que se dirigiera al pueblo de Irlanda para exhortarlo a votar en contra de la legalización del "aborto" porque ya se conoce su posición, y la de la Iglesia, sobre el aborto . 
Pero este argumento no se sostiene. Sí, por supuesto, Francisco ha condenado el aborto en el pasado, aunque con muy poca frecuencia cuando se lo compara con la cantidad de palabras que fluyen de su boca modernista. Sí, su posición es conocida. ¿Y qué?  
La posición de Francisco sobre las personas sin hogar, los pobres, los migrantes, los bosques y los ríos, la educación, el ecumenismo, los comedores populares y la mafia también es bien conocida, pero no deja de hablar de ello.
La pregunta no es si Francisco se opone al aborto o no. Por supuesto que sí , al menos oficialmente. Lo importante es saber si está haciendo todo lo que está a su alcance para quitar importancia al aborto. Él no está haciendo lo que podría y debería estar haciendo, mientras habla sobre tantos otros temas cuya importancia es mínima en comparación con la del aborto. ¿Qué madre o padre no querría recordarle a su hijo algunos elementos esenciales antes de tomar una decisión importante, excusándose porque “él ya lo sabe, porque ya se lo he dicho antes”?

Considere lo que Francisco pudo haber hecho
- Podría haber emitido una severa advertencia contra cualquiera que profese ser católico y vote a favor del aborto en el referéndum. 
- Pudo haber amenazado con severas penas eclesiásticas, incluyendo la excomunión y el interdicto, o promulgando la legislación necesaria en caso de que no esté ya en vigencia. 
- Podría haber alentado a la gente a ir a las urnas, no fuera que un gran mal, y con ello, el castigo de Dios, sobreviniera a esa nación, etc ...  
Hay muchas cosas que pudo haber hecho y que no hizo

En este punto, el silencio y la inacción de Francisco es ensordecedor, y es claro que es deliberado y calculado, revelando al mismo tiempo que este hombre realmente no se preocupa por el aborto, lo más mínimo , a pesar de sus protestas ocasionales – e incluso sus llamadas telefónicas – hablando en contrario
No es suficiente mirar lo que dice un hombre; también hay que mirar lo que hace, especialmente lo que hace habitualmente y comparar lo que dice con lo que hace y no hace con el fin de obtener una imagen real de lo que el hombre en realidad cree y representa.
Con toda su incesante charlatanería, las palabras ocasionales de Francisco contra el aborto están ahogadas por todo lo demás que dice, cosa que es completamente intencional. El objetivo a largo plazo es hacer que el Papa – porque el mundo lo percibe tal cual – sea una figura irrelevante en materia de fe o moral en las mentes de los hombres. Después de más de 5 años de Francisco, ¿quién no cree que el Papa es un bufón ridículo que nunca se calla? Esté de acuerdo con él cuando dice algo bueno; ignórelo cuando dice algo malo: ése es el principio en el que coinciden los modernistas y los “tradicionalistas” en la Iglesia del Vaticano II [aunque por razones diferentes]

La negativa de Francisco a hablar del referéndum sobre el aborto irlandés no está fuera de su carácter, en absoluto
- Recordemos su silencio ensordecedor con respecto al referéndum sobre el “matrimonio de homosexuales” en el mismo país hace tres años.  
- Recordemos su vergonzoso silencio con respecto al aborto cuando se reunió con la presidenta Dilma Rousseff de Brasil durante su gira por la JMJ de Río de Janeiro en 2013. 
- Y hace bien poco cuando Francisco ignoró totalmente, una vez más, la Marcha por la Vida que se tuvo delante de sus narices en Roma. Si me engañas una vez, la culpa es tuya. Si me engañas dos veces, la culpa es mía [por fiarme de tí]
Sin embargo, estamos dispuestos a hacer una predicción: Mañana, 27 de mayo Francisco “lamentará” los resultados del referéndum sobre el aborto en su alocución del Angelus. Porque entonces sus palabras ya no podrán influir, y la gente podrá señalar sus palabras y decir: “Mira, sí que le importa”.

Así es como funciona el juego.


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NOTA 1. En la predicción que hizo el autor de este artículo se equivocó, pues en su alocución del Ángelus ... Francisco tampoco dijo nada, ni se lamentó de los resultados, como puede leerse en la página web del Vaticano, pinchando aquí

NOTA 2. El enlace al que remite este artículo es de un blog sedevacantista ... Sin embargo, lo que se dice en él es, básicamente, cierto. Por eso, la lectura de las palabras de san Pablo a los corintios: "Nada podemos contra la verdad sino en favor de la verdad" (2 Cor 13, 8) me ha llevado a incluirlo en este blog, pues la verdad es la verdad, la diga quien la diga

NOTA 3. He tenido en cuenta también estas otras palabras del apóstol Pablo: "Probadlo todo, quedaos con lo bueno" ( 1 Tes 5, 21). Por eso, me he permitido, con respecto al artículo original quitar las comillas de la palabra "Papa", omitir la expresión "antipapa" y sustituir la expresión original "que dice poseer" (con relación al papado) por "posee". 

NOTA 4. He cambiado el formato del escrito (tipo de letra, negritas, cursivas, etc...)


José Martí

EL INFIERNO (I) (Capitán Ryder)




Lo único bueno de los ataques de Francisco a la Fe es que se vuelve a hablar de temas, ciertamente importantes, que parecían enterrados para la mayoría de católicos.
Uno de ellos es el del infierno, el único examen que hay que aprobar en esta vida y del que muchos católicos dicen que no hay tal examen o, que de haberlo, ya está aprobado por todos.
Es una pena que tantos laicos, sacerdotes y obispos, incluido el de Roma, busquen respuestas donde no las hay, en las baratijas intelectuales tipo Paulo Coelho.

Porque ése es el problema, las respuestas las tenemos delante, sólo es necesario un poco de humildad, de la de verdad. Aceptar lo que Dios ha dispuesto aunque no lo entendamos. No queramos enmendarle la plana al Señor, ¡pobres criaturas como nosotros!.
Comenzamos una pequeña serie sobre el infierno de la mano de Monseñor Segur, siglo XIX. Un pequeño compendio, desde distintos ángulos, de lo que siempre ha creído y proclamado la Iglesia.
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Era el año 1837. Dos jóvenes subtenientes recién salidos del Colegio de Saint-Cir visitaban los monumentos y curiosidades de Paris. Habiendo entrado en la iglesia de la Asunción, cerca de las Tullerías, miraban los cuadros, las pinturas y otros detalles artísticos de aquella hermosa rotonda, sin que pensasen en orar. Cerca de un confesionario vio uno de ellos a un joven sacerdote con sobrepelliz, que oraba ante el Santísimo Sacramento.
  • Mira a ese cura, dice a su camarada, diríase que está esperando a alguno.
  • Tal vez a ti, responde el otro riendo.
  • ¡A mí! ¿y para qué?
  • ¿Quién sabe? Tal vez para confesarte.
  • ¿Para confesarme? Pues bien, ¿qué quieres apostar y voy a hacerlo?
  • ¡Tú! ¿ir a confesarte? ¡bah!
Y echóse a reír encogiéndose de hombros.
  • ¿Quieres apostar? Replica el joven oficial con ademán entre zumbón y decidido. Apostamos una buena comida con una botella de Champagne.
  • Va la comida y la botella. Te desafío a que no vas a meterte en la caja.
Apenas había concluido, cuando el otro, yendo a encontrar al joven sacerdote, hablóle una palabra al oído; y éste, levantándose, entra en el confesionario, mientras que el improvisado penitente echa sobre su camarada una mirada de triunfo y se arrodilla como para confesarse.
-¿Habrá descaro? Murmura el otro, y siéntase para ver lo que iba a pasar. Aguarda cinco, diez minutos, un cuarto de hora ¡Qué es lo que hace? Se pregunta con curiosidad algún tanto impaciente. ¿Qué es lo que puede decir tanto tiempo ha?
Por fin ábrase el confesionario, sale el sacerdote con animado y grave continente, y después de saludar al joven militar, entra en la sacristía. Habíase levantado también el oficial, colorado como un gallo, estirándose el bigote con aire aturdido, y haciendo a su amigo seña de que le siguiese para salir de la Iglesia.
  • Vamos, le dice aquél, ¿qué es lo que te ha pasado? ¿Sabes que has permanecido cerca de veinte minutos con el Cura? A fe mía he creído por un momento que te confesabas de veras. Has ganado la apuesta. ¿Quieres que sea esta tarde?
  • No respondía con malhumor el otro; hoy no, veremos otro día; tengo que hacer, he de dejarte.
Y estrechando la mano de su compañero, se alejó bruscamente con ademán meditabundo. ¿Qué había pasado entre el subteniente y el confesor? Helo aquí:
Apenas el confesor había abierto la ventanilla del confesionario, cuando por el ademán del joven comprendió que se trataba de una broma. Este había llevado su imprudencia hasta decir al acabar no sé qué frase: "¡La Religión! ¡la Confesión! ¡me burlo de ellas!".
El sacerdote era un hombre de corazón.
  • Mirad, querido caballero, le dice interrumpiéndole con dulzura; veo que lo que hacéis no anda muy conforme. Dejemos a un lado la confesión y, si os place, platiquemos un poco. Yo aprecio mucho a los militares y, por otra parte, me parecéis un joven bueno y amable. ¿Cuál es vuestro grado?.
El oficial empezaba a conocer que había hecho una tontería. Contento con hallar medio de salir del paso, contesta con finura:
  • No soy más que subteniente; acabo de salir de Saint-Cyr.
  • ¿Subteniente? ¿y continuaréis mucho tiempo de subteniente?
  • No lo sé; dos, tres, cuatro años tal vez.
  • ¿Y después?
  • ¿Después? Pasaré a teniente.
  • ¿Y después?
  • ¿Después? Seré capitán.
  • ¿Capitán? ¿A qué edad se puede ser capitán?
  • Si me favorece la suerte, dice sonriendo el joven, puedo ser capitán a los veintiocho o veintinueve años.
  • ¿Y después?
  • ¡Oh! Después esa carrera es difícil; se continúa siendo capitán por largo tiempo. Más tarde se asciende a comandante; después a teniente coronel; después a coronel.
  • ¡Y bien! Heos aquí coronel a los cuarenta o cuarenta y dos años. ¿Y después de esto?
  • ¿Después? Pasaré a brigadier, y después a general.
  • ¿Y después?
  • ¿Después? Ya no hay más que el bastón de mariscal; pero no son tan altas mis pretensiones.
  • Está bien, ¿pero no os casaréis?
  • Sin duda, cuando sea oficial superior.
  • Enhorabuena. Heos aquí casado, oficial superior, general, quizás mariscal de Francia. ¿Quién sabe? ... ¿Y después, caballero?, añadió con autoridad el sacerdote.
  • ¿Después? ¿después? Replicó el oficial algo turbado; a fe mía no sé lo que sucederá después.
  • Ved cuán singular es esto; dice entonces el sacerdote en tono más y más grave. Sabéis lo que sucederá hasta entonces y no sabéis lo que ocurrirá después. Pues bien, yo lo sé y voy a decíroslo: después, caballero, después moriréis: después de vuestra muerte compareceréis delante de Dios y seréis juzgado, y si continuáis haciendo lo que habéis hecho, seréis condenado, iréis al fuego eterno del infierno. ¡He aquí lo qué pasará después!
Y como el joven atolondrado, disgustado de este final, pareciese que quería levantarse:
  • Un instante caballero, añadió el cura: tengo que deciros aún una palabra: Sois hombre de honor, ¿no es verdad? Yo también lo soy: acabáis de faltarme gravemente; me debéis una reparación. Os la pido y exijo en nombre del honor: por otra parte es muy sencilla. Vais a adarme vuestra palabra de que durante ocho días, cada noche antes de acostaros, os arrodillaréis y diréis en alta voz: “Un día moriré, me río. Después de mi muerte seré juzgado, pero me río. Después de juzgado seré condenado, pero me río. Iré al fuego eterno del infierno, pero me río”. Nada más. Pero vais a darme vuestra palabra de honor de no faltar a eso, ¿no es así?
Más y más fastidiado, queriendo a toda costa salir de aquel mal paso, el subteniente lo había prometido todo, y el buen sacerdote lo había despedido con dulzura, añadiendo:
  • No necesito deciros, mi querido amigo, que os perdono de todo corazón. Si alguna vez puedo prestaros algún servicio, me encontraréis siempre aquí, en este mismo lugar; pero no olvidéis la palabra empeñada.
El joven oficial comió solo, y estaba manifiestamente inquieto. Por la noche, al momento de acostarse, vaciló un poco, mas había empeñado su palabra, y se decidió.
“Moriré, seré juzgado, iré quizás al infierno…”No tuvo valor para añadir: me río”.
Pasáronse así algunos días. Su penitencia le venía sin cesar a la memoria, y parecía que resonaba en sus oídos.
No había transcurrido la semana, cuando volvía, pero solo, a la iglesia de la Asunción, se confesaba de verás y salía del confesionario con el rostro bañado en lágrimas y la alegría en el corazón.
Se me ha asegurado después que ha sido un digno y fervoroso cristiano.
El pensamiento serio del infierno había obrado, con la gracia de Dios, la transformación. Pues bien, lo que ha hecho en el espíritu de ese joven oficial, ¿Por qué no había de hacerlo en el suyo, amigo lector? Es menester, pues, reflexionarlo bien de una vez.
Es menester reflexionarlo; es ésta una cuestión personal, si las hay, y profundamente temible; debes confesarlo: se presenta delante de cada uno de nosotros, y de buen o mal grado exige una solución positiva.
Vamos, pues, si te parece bien, a examinar juntos, breve, pero seriamente, dos cosas: Primera, si hay verdaderamente infierno; y segunda, qué es el infierno. Apelo aquí únicamente a tu buena fe y a tu lealtad.
Monseñor Segur
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Capitán Ryder
Nota: Es necesario redoblar las oraciones por la Iglesia y su Vicario. Es, ciertamente, incomprensible el juego de Francisco

Noticias varias 28 de mayo de 2018 (Un cardenal con hijos, Obispos alemanes, Concilio Vaticano II, ideología de género, lobby-gay en la Iglesia, Jesucristo Rey, políticos irlandeses, Aborto en Irlanda, Marxismo, ...)



Adelante la Fe

Arzobispo de Ottawa ve desconcertante que el Papa diga a obispos alemanes que es aceptable cualquier cosa que decidan

Lecturas CXIII: Imprescindible sobre el Concilio Vaticano II y más ( se refiere al libro de De Mattei)

ESCÁNDALO: Francisco nombra Cardenal a Obispo “casado” y con hijos

Infovaticana

Katholisches

El papa Francisco se entromete en la vida de las monjas de clausura



La instrucción vaticana Cor orans, publicada el 15 de mayo, que contiene instrucciones para la vida de las monjas de clausura, es “la muerte” y “el final de la vida monástica contemplativa”.

Ésta es la declaración de una anónima monja carmelita del Nuevo Rito que escribe el 27 de mayo en RemnantNewspaper.com.

El documento pide la elección de abadesas federales o “presidentes” que supervisen los monasterios federados. Introduce programas compartidos de formación inicial para postulantes y novicias, cursos de formación permanente para monjas profesas y financiamientos interconectados.

Esto significa que se suprime la autonomía de los monasterios y se elimina la autoridad de la superiora. Los monasterios individuales ya no son financieramente independientes y las peculiaridades de cada casa no tienen derecho a existir.


La monja comenta: “No hay opciones en este documento, no hay elecciones, no hay recursos. Esto es lo que se nos está haciendo”.


Noticias varias 27 de mayo de 2018: Irlanda convertida en un país genocida de niños inocentes



Life Site News

Irlanda vota para legalizar el aborto: 'una tragedia de proporciones históricas'

National Catholic Register

Irlanda vota para derogar Prohibición del Aborto

La Nuova Bussola Quotidiana

Crux

Irlanda desdichada (Bruno Moreno)

Irlanda: "Ésta es la democracia en acción" (Luis Fernando Perez)


El pueblo irlandés ha decidido sumarse de forma más clara y rotunda a la apostasía de Occidente. Ya lo hizo al aprobar el “matrimonio” homosexual y lo ha vuelto a hacer al retirar de su constitución la clásula que defendía del derecho a nacer de los hijos de los irlandeses.
Resulta interesante analizar cómo han dado la noticia los cuatro periódicos más importantes de España. Así, de esa manera, describe El País lo que ocurrió ayer en Irlanda. 
“La contundencia del resultado, 66,4% frente a 33,6%, supone una histórica victoria de la Irlanda joven y cosmopolita. La victoria representa un nuevo avance para el feminismo global, cuyos millones de ojos estaban puestos desde hace días en este país de apenas 4,7 millones de habitantes, en busca de más inercia para una ola que se antoja imparable. Y entraña, por último, una aparatosa derrota de las poderosas fuerzas ultraconservadoras globales, que habían volcado sus recursos en defender el último fortín del catolicismo más reaccionario“.
Así lo cuenta El Mundo.
“Hemos hecho historia. Esta la democracia en acción", recalcó Leo Varadkar, el Primer Ministro irlandés de 39 años, hijo de inmigrantes indios y abiertamente gay, a la hora de destacar el profundo cambio social experimentado por Irlanda, que hace apenas tres años se pronunció a favor de los matrimonios homosexuales en un consulta popular y con la misma y abrumadora diferencia.
Así el Abc.
«Lo que hemos visto hoy es la culminación de una revolución silenciosa que está teniendo lugar en Irlanda desde hace diez o veinte años. Ha sido un gran ejercicio de democracia y el pueblo ha hablado», dijo el primer ministro irlandés, el democristiano Leo Varadkar
El apoyo de los ciudadanos ha sido transversal. Una encuesta a pie de urna de la televisión pública irlandesa RTE reveló que, por partidos el «sí» ha sido también la opción más votada: 74,9% en el gobernante Fine Gael, 74,5% en el nacionalista Sinn Féin, y 80,3% en el Partido Laborista. Solo en el conservador Fiana Fáil fue minoría, con el 49,7%. Su líder, Michéal Martin, se puso de lado del Gobierno pero la mayoría de sus diputados estaban en contra o no se pronunciaron.
Así La Razón:
El primer ministro irlandés, Leo Varadkar, ha destacado que tras el referéndum, Irlanda tendrá “una constitución moderna para un país moderno".
A los que han votado ‘No’, Varadkar les ha asegurado que Irlanda “es el mismo país que la semana pasada, solo que un poco más amable, un poco más tolerante y un poco más moral”.
Al tipo de El País habrá que recordarle que Polonia es también un bastión del catolicismo en Europa. Pero eso es casi lo de menos. Se le nota feliz al muchacho. Conseguir que los hospitales irlandeses sean un campo de extermino de los no nacidos es, para él, una derrota del catolicismo. Pues muy bien. 
En cuanto al primer ministro irlandés, el “democristiano” gay y abortista, ha conseguido pasar a la historia como el principal responsable de la mayor matanza de irlandeses, que se va a poner en marcha enseguida. A eso le llama ser un país “más moral".
En todo caso, seamos claros, ¿a alguien le sorprende este resultado? A mí no. La descristianización de Europa lleva necesariamente aparejada la desaparición de los últimos vestigos de la civilización cristiana. Mientras que algunos en la Iglesia Católica y todos los de las “iglesias” protestantes históricas han competido para ver quién hablaba mejor del gran destructor de la Cristiandad, Lutero; mientras católicos y protestantes compiten para ver quién es más laudatorio del sistema democrático liberal, incompatible con dicha Cristiandad, la inmensa mayoría de los europeos han vuelto la espalda a Dios, a Cristo, y a cualquier cosa que sea o parezca Iglesia de Cristo.
La Europa que se libró del totalitarismo nazi, fascista y comunista, se ha entregado en brazos del totalitarismo democrático, ese por el cual una mayoría puede decidir que un ser humano no tiene derecho a nacer. Ese por el cual se considera matrimonio algo que es una aberración a los ojos de Dios -eso dice la Biblia-. Ese por el cual los padres no tienen derecho alguno sobre sus hijos si el Leviatán estatal así lo considera. Ahí tienen los casos de Charlie Gard y Alfie Evans, modelo de eutanasia impuesta. Ahí tienen la imposición de la ideología de género. Ahí tienen… etc.
¿Y la Iglesia qué? Pues miren, algo empezó a cambiar cuando en el discurso de inauguración del último concilio ecuménico, San Juan XXIII dijo esto. Fue un jueves, 11 de octubre de 1962:
Siempre la Iglesia se opuso a estos errores. Frecuentemente los condenó con la mayor severidad. En nuestro tiempo, sin embargo, la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia más que la de la severidad. Ella quiere venir al encuentro de las necesidades actuales, mostrando la validez de su doctrina más bien que renovando condenas. No es que falten doctrinas falaces, opiniones y conceptos peligrosos, que precisa prevenir y disipar; pero se hallan tan en evidente contradicción con la recta norma de la honestidad, y han dado frutos tan perniciosos, que ya los hombres, aun por sí solos, están propensos a condenarlos, singularmente aquellas costumbres de vida que desprecian a Dios y a su ley, la excesiva confianza en los progresos de la técnica, el bienestar fundado exclusivamente sobre las comodidades de la vida. Cada día se convencen más de que la dignidad de la persona humana, así como su perfección y las consiguientes obligaciones, es asunto de suma importancia.
¿Y bien? Lo que Juan XXIII empezó hace más de 50 años, lo que continuó con la renuncia a la unidad católica para servir a la falsa idea del sano laicismo, es lo que Francisco -que no ha dicho una sola palabra sobre el referéndum irlandés ni sobre lo que pasa con el aborto en Argentina- está completando. Esa “misericordia” es la de Amoris Laetitia. Es el nuevo paradigma. Y pocos, muy pocos, alzan la voz. Y los que la alzan, son despreciados, insultados, acusados de fariseísmo, de fundamentalismo, de ser profetas de calamidades. Y además, se les manda callar… a veces con la “excusa” de que pone en peligro la unidad de la Iglesia o con la de no escandalizar a los débiles en la fe. Como si la unidad en el error fuera algo deseable. Como si los débiles en la fe no fueran, precisamente, las principales víctimas de lo que ven nuestros ojos.
Cuéntanos, Señor, entre tus elegidos. Danos fortaleza para ser testigos tuyos. Concédenos el don de la perseverancia final. 
Santidad o muerte.
Maranata.
Luis Fernando Pérez Bustamante