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jueves, 12 de mayo de 2022

Además de “Fratelli tutti”, antes del cónclave los cardenales deberían releer “Dominus Iesus”



Desde hace unos meses circula entre los cardenales una nueva revista, creada enteramente para ellos, con la finalidad declarada de ayudarles a “conocerse para tomar las decisiones correctas en los momentos importantes de la vida de la Iglesia”. En otras palabras: en vista del futuro cónclave.

La revista tiene el título en latín de “Cardinalis”, se envía a todos los miembros del sacro colegio [de cardenales] y puede ser leída en cuatro idiomas, incluso en línea. Se publica en Versalles (Francia). Está escrita por “un equipo de vaticanistas de diferentes países y de diversas tendencias”. El primer número salió en noviembre de 2021 con el cardenal iraquí Louis Raphaël Sako, Patriarca de Babilonia de los Caldeos, en la portada, y el segundo en abril de este año con el cardenal Camillo Ruini en la portada.

De hecho, la entrevista que abre este último número es con este culto cardenal de 91 años que desempeñó un papel importante en los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Settimo Cielo ha publicado recientemente dos reflexiones de Ruini sobre Dios y sobre el hombre, es decir, sobre las cuestiones claves para la misión de la Iglesia en el mundo. Y de nuevo en esta entrevista en "Cardinalis" -realizada por la vaticanista estadounidense Diane Montagna- él insiste en cuáles son las verdades “centrales y decisivas” del cristianismo, sobre las que la Iglesia lo gana o lo pierde todo:

“El primer punto, y el más importante, es aquél en el que Benedicto XVI ha insistido mucho: la fe y la confianza en Dios, la primacía de Dios en nuestra vida. El segundo punto, inseparable del primero, es la fe en Jesucristo, el Hijo de Dios y nuestro único salvador. El tercero es el hombre, creado a imagen de Dios y convertido en su hijo adoptivo en Cristo, el hombre llamado a la vida eterna, el hombre que ya hoy busca vivir como hijo de Dios”.

En particular, subraya Ruini, no se debe ensombrecer la verdad de Jesucristo, único salvador de todos, afirmada por el Nuevo Testamento y reafirmada por la declaración del año 2000 “Dominus Iesus”, un “documento fundamental” contra el relativismo presente también en la Iglesia.

Ruini no lo dice, pero el hecho de que esta verdad capital debe volver a estar en el centro de atención de los cardenales llamados a elegir al próximo Papa está subrayado con fuerza unas páginas más adelante, en este mismo número de “Cardinalis”, en un texto que tiene el inequívoco título de “Memorándum para un futuro cónclave”.

Firmado por el profesor Pietro De Marco, pero fruto de un equipo de reflexión más amplio, el “Memorándum” advierte del peligro de equiparar la revelación cristiana con otras religiones y de despojar la muerte de Jesús en la cruz de todo valor redentor, reduciéndola a un mensaje ético de transformación de los corazones y de la sociedad:

“La afirmación del carácter único y universal de la mediación salvífica de Cristo es, por otra parte, parte central de la buena nueva que la Iglesia viene anunciando ininterrumpidamente desde la época apostólica. ‘Este Jesús es la piedra que, rechazada por vosotros, los constructores, se ha convertido en la piedra angular. En ningún otro hay salvación, porque no se ha dado a los hombres otro nombre bajo el cielo por el que podamos salvarnos’ (Hechos 4, 11-12)”.

Si se oscurece esta verdad primordial “acontece, como desgraciadamente ocurre, la disolución del sujeto cristiano”. Por ello, el “Memorándum” advierte que, incluso en un cónclave, la “fidelidad a la tarea de Pedro de confirmar [en la fe] a los hermanos” debe volver al centro de la reflexión sobre esta piedra angular del Credo cristiano. Independientemente de esos repliegues que son producto de ciertas lecturas irenistas y banalizantes de una encíclica como la de “Fratelli tutti” del papa Francisco.

*

Sorprendentemente, pero no para los bien informados, también en vísperas del cónclave de 2005, en el que se eligió al papa Joseph Ratzinger, hubo un cardenal que llamó enérgicamente a sus hermanos a poner en la base de la reflexión la verdad de Jesucristo, el único salvador de todos.

Ese cardenal fue Giacomo Biffi (1928-2015), destacado teólogo y arzobispo de Bolonia desde 1984 hasta 2003, quien, al hablar el 15 de abril de 2005 en una de las reuniones a puertas cerradas que precedieron a ese cónclave, se dirigió a los asistentes de la siguiente manera:

“Hace unos días escuché en la televisión a una religiosa anciana y devota que respondía así al entrevistador: ‘Este Papa, que ha muerto, ha sido grande sobre todo porque nos ha enseñado que todas las religiones son iguales’. No sé si a Juan Pablo II le hubiese gustado mucho un elogio como ese.

“Quisiera señalar al nuevo Papa el caso de la ‘Dominus Iesus’: un documento explícitamente de acuerdo y públicamente aprobado por Juan Pablo II; un documento por el cual me gusta expresar al cardenal Ratzinger mi vibrante gratitud. Que Jesús es el único necesario Salvador de todos es una verdad que en veinte siglos – a partir del discurso de Pedro después de Pentecostés – nunca se había escuchado la necesidad de reclamar. Esta verdad es, por decir así, el grado mínimo de la fe; es la certeza primordial, es entre los creyentes el dato simple y más esencial. En dos mil años no ha sido jamás puesta en duda, ni siquiera durante la crisis arriana y ni siquiera con ocasión del descarrilamiento de la Reforma protestante. El haber tenido que recordarla en nuestros días nos da la medida de la gravedad de la situación hodierna. Sin embargo, este documento, que reclama la certeza primordial, más simple, más esencial, ha sido contestado. Ha sido contestado en todos los niveles: en todos los niveles de la acción pastoral, de la enseñanza teológica, de la jerarquía.

“Me contaron de un buen católico que propuso a su párroco hacer una presentación de la ‘Dominus Iesus’ a la comunidad parroquial. El párroco (un sacerdote por lo demás excelente y bien intencionado) le respondió: ‘Olvídalo. Ese es un documento que divide’. ‘Un documento que divide’. ¡Gran descubrimiento! Jesús mismo ha dicho: ‘Yo he venido a traer la división’ (Lc 12, 51). Pero demasiadas palabras de Jesús resultan hoy censuradas por la cristiandad; al menos por la cristiandad en sus partes más locuaces”.

*

En efecto, la declaración “Dominus Iesus”, publicada el 6 de agosto de 2000 con la firma del entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Joseph Ratzinger, fue fuertemente criticada no sólo por quienes no pertenecen a la Iglesia católica, sino también por altos miembros de la jerarquía, como el cardenal Edward Cassidy, entonces presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, y su sucesor Walter Kasper.

Para disminuir su autoridad, los opositores solían atribuir la autoría de la “Dominus Iesus” únicamente al prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sin ninguna aprobación real por parte del Papa.

Pero no fue así en absoluto. En una contribución a un libro en memoria de Juan Pablo II, escrito en 2014 tras su renuncia al papado, Ratzinger reiteró la total sintonía entre él y el Papa en la publicación de ese documento. Lo hizo con estas palabras textuales:

“Entre los documentos sobre los distintos aspectos del ecumenismo, el que suscitó las mayores reacciones fue la declaración ‘Dominus Iesus’ del 2000, que resume los elementos irrenunciables de la fe católica. […]

“Ante el torbellino que se había creado alrededor de la ‘Dominus Iesus’, Juan Pablo II me dijo que en el Ángelus tenía la intención de defender inequívocamente el documento.

“Me invitó a escribir un texto para el Ángelus que fuera irrefutable y que no permitiera una interpretación distinta. Tenía que emerger de manera totalmente incuestionable que él aprobaba el documento en forma incondicional.

“Preparé, por tanto, un breve discurso; no quería, sin embargo, ser demasiado brusco, por lo que intenté expresarme con claridad, pero sin dureza. Después de leerlo, el Papa me preguntó de nuevo: ‘¿Realmente es lo bastante claro?’. Respondí que sí.

“Quien conoce a los teólogos no se asombrará del hecho que, a pesar de todo, hubo personas que seguidamente sostuvieron que el Papa había tomado prudentemente distancia de ese texto”.

*

También en otro escrito, unos meses después, en forma de mensaje a la Pontificia Universidad Urbaniana, el Papa emérito Benedicto XVI reiteró la importancia vital de la verdad contenida en la "Dominus Iesus", aunque no la citó explícitamente.

La Urbaniana es la universidad misionera por excelencia, vinculada a la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.

Y Ratzinger aprovechó precisamente esto para reaccionar ante las dudas que amenazan la idea misma de la misión “ad gentes”, a la que muchos querrían sustituir por un diálogo igualitario entre las religiones, con vistas a “una fuerza común para la paz”.

Sin darse cuenta de que al hacerlo -escribió Ratzinger- se deja de lado “la verdad que originalmente movió a los cristianos” a predicar el Evangelio hasta los confines de la tierra:

"Se supone que la auténtica verdad sobre Dios, en última instancia, es inalcanzable y que a lo sumo se puede hacer presente lo que es inefable sólo con una variedad de símbolos. Esta renuncia a la verdad parece realista y útil a la paz entre las religiones del mundo. Pero esto es letal para la fe. En efecto, la fe pierde su carácter vinculante y su seriedad, si todo se reduce a símbolos en el fondo intercambiables, capaces de referirse sólo de lejos al misterio inaccesible de lo divino".

*

Y no sólo eso. Además de la firma del Cardenal Ratzinger, la declaración "Dominus Iesus" fue firmada también por el entonces secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Tarcisio Bertone.

En un libro-entrevista posterior, Bertone reveló otros entretelones sobre la génesis de la "Dominus Iesus" y el pleno acuerdo entre Juan Pablo II y Ratzinger:

“Un elemento típico de la firmeza doctrinal de Juan Pablo II se refiere a su pasión por una cristología verdadera y auténtica. Él mismo quiso la declaración dogmática sobre la unicidad y la universalidad salvífica de Jesucristo y de la Iglesia, 'Dominus Iesus', a pesar de los rumores que atribuían a una 'fijación' del cardenal Ratzinger o de la Congregación para la Doctrina de la Fe el hecho de haber querido esta famosa declaración, rumores que también se habían difundido en el ámbito católico. Sí, fue el propio Juan Pablo II el que pidió personalmente la declaración, porque le llamaron la atención las reacciones críticas a su encíclica sobre la labor misionera, 'Redemptoris missio', con la que quería animar a los misioneros a anunciar a Cristo incluso en contextos en los que están presentes otras religiones, para no reducir la figura de Jesús a cualquier fundador de un movimiento religioso. Las reacciones fueron negativas, especialmente en Asia, y el Papa quedó muy decepcionado. Luego, en el Año Santo del 2000 -el año cristológico por excelencia- dijo: ‘Por favor, preparen una declaración dogmática’. Así se preparó 'Dominus Iesus', denso, descarnado y con lenguaje dogmático. Sigue siendo muy importante en el clima actual de la Iglesia porque, partiendo del análisis de una situación preocupante a escala mundial, ofrece a los cristianos los lineamientos de una doctrina fundada en la revelación que debe guiar un comportamiento coherente y fiel al Señor Jesús, único y universal salvador”.

Al entrevistador que le preguntó cómo reaccionó el Vaticano a las críticas, Bertone respondió:

“No sólo en el ámbito laical, sino también en el católico, algunos se alinearon con esta crítica. El Papa estuvo doblemente amargado. Hubo una sesión de reflexión precisamente sobre estas reacciones, especialmente de los católicos. Al final del encuentro, el Papa nos dijo enérgicamente: ‘Quiero defender la 'Dominus Iesus' y quiero hablar de ello el domingo 1 de octubre, durante el rezo del Ángelus -estábamos presentes el cardenal Ratzinger, el cardenal Re y yo mismo- y quiero decir esto y esto’. Tomamos nota de sus ideas y redactamos el texto que el Papa aprobó y luego pronunció. Fue el domingo en el que se canonizó a los mártires chinos. La coincidencia había sugerido a algunos una cierta prudencia: 'No es apropiado', sugirieron, 'que hablen de 'Dominus Iesus' ese mismo día, es mejor que lo hagan en otro contexto'. Es mejor que lo posponga, podría hacerlo público el 8 de octubre, el domingo del jubileo de los obispos, en presencia de cientos de prelados”. Pero el Papa respondió a tales objeciones: ‘¿Cómo? ¿Ahora tengo que posponerlo? ¡No, en absoluto! Lo he decidido para el 1 de octubre, lo he decidido para este domingo, ¡y el domingo lo haré!’”.

En el Ángelus de aquel 1 de octubre de 2000, Juan Pablo II presentó en efecto “Dominus Iesus” como “aprobado por mí en forma especial”. Y concluyó: “Tengo la esperanza de que esta declaración, que me es muy querida, después de tantas interpretaciones erróneas, cumpla por fin su función clarificadora”.

Una función que hoy es más relevante que nunca.
Sandro Magister

Gobierno chino libera al Cardenal Zen tras presión internacional



El Cardenal Joseph Zen fue liberado bajo fianza algunas horas después de su arresto a manos de las autoridades de Hong Kong, de acuerdo a informes de prensa.

Cardinal Joseph Zen was released on bail from Chai Wan Police Station at around 11 pm on Wednesday. He did not speak. He then entered a private car parked outside the police station. The 90-year-old was accompanied by five people when he left the police station. pic.twitter.com/s21AJ0Th0A— Hong Kong Free Press HKFP (@hkfp) May 11, 2022

Los informes surgieron poco después de que el Vaticano comunicara su preocupación por el arresto, este 11 de mayo.

El diario Financial Times indicó que el Cardenal Zen fue liberado bajo fianza en la estación de policía de Chai Wan, en la isla de Hong Kong, en horas de la noche de este miércoles.

El Cardenal Zen, Obispo Emérito de Hong Kong, habría sido detenido por ser el fideicomisario del Fondo de Ayuda Humanitaria 612, que ayudó a los manifestantes a favor de la democracia a pagar sus gastos legales.

El Cardenal Zen es un abierto partidario del movimiento prodemocracia de Hong Kong.

En 2020, entró en vigor una amplia Ley de Seguridad Nacional que criminaliza una serie de libertades civiles, que antes estaban protegidas, bajo los cargos de “sedición” y “colusión extranjera”.

El Cardenal Joseph Zen fue liberado de la estación policial alrededor de las 11:00 p.m. del miércoles (hora local). No habló con la prensa. Luego entró en un auto privado estacionado en el exterior.

New: @CardJosephZen has been released on bail https://t.co/mPaSB1g95F pic.twitter.com/uyKGdZ8Jfa— Kris Cheng (@krislc) May 11, 2022

El Purpurado de 90 años estaba acompañado por cinco personas, al salir de la estación policial.

La agencia Reuters indicó que el Cardenal Zen y otras cuatro personas fueron arrestadas tras ser acusadas de “colusión con fuerzas extranjeras”

Los otros cuatro arrestados fueron la estrella pop Denise Ho, el académico Hui Po Keung y los ex legisladores de oposición Margaret Ng y Cyd Ho.

Antes de que entrara en vigor la nueva ley, muchos católicos, entre ellos el Cardenal Zen, advirtieron que podría ser usada para silenciar a la Iglesia en Hong Kong.

El Cardenal Joseph Zen Ze-kiun asumió el gobierno pastoral de la Diócesis de Hong Kong en 2002, tras seis años como Obispo Coadjutor. En 2006, el hoy Papa Emérito Benedicto XVI lo creó Cardenal. En 2009, el Papa aceptó su renuncia por límite de edad, a los 77 años.

El Purpurado ha sido uno de los más abiertos críticos del gobierno comunista chino y de su represión contra la Iglesia Católica.

El Cardenal Zen también ha expresado claramente su oposición al acuerdo provisional firmado entre el Vaticano y el gobierno comunista de China en 2018 para el nombramiento de obispos, cuyo contenido completo es aún desconocido. Además, ha denunciado que el régimen chino sigue violando derechos humanos de cristianos y otras minorías religiosas.

Traducido y adaptado por David Ramos. Publicado originalmente en CNA.

El arresto de Zen, un epitafio para los pactos secretos con Pekín (Carlos Esteban)



Los acuerdos secretos entre Pekín y la Santa Sede ha sido una de las mayores apuestas del pontificado de Francisco. El arresto de todo un cardenal por parte de las autoridades chinas parecen hacer inviable el pacto, aunque es solo el punto final de una serie de trágicos despropósitos.

Supongo que, sobre el papel, la idea parecía grandiosa: acabar con un trazo de pluma una historia de desencuentros con respecto al país más poblado del mundo, poner fin a un cisma desgarrador, el representado por la Iglesia Patriótica China, reconciliar a los fieles chinos con las autoridades de su país y, quién sabe, que un Vicario de Cristo pisase por primera vez en la historia tierra china.

Todo eso, suponemos, fue decisivo para que el Vaticano de Francisco, valiéndose de las habilidades negociadoras del defenestrado cardenal norteamericano Theodore McCarrick, llegara a un acuerdo secreto con las autoridades comunistas.

¿A qué comprometen los acuerdos? Siendo secretos, no podemos saberlo con precisión, pero al menos hemos visto en qué ha cedido Roma. Para empezar, reconociendo a la cismática Iglesia Patriótica, hasta entonces condenada, incluyendo sus órdenes sacerdotales y episcopales. Se levantó la condena, se ‘animó’ a algunos obispos de la Iglesia fiel a retirarse para ceder sus diócesis a los ‘obispos patrióticos’ y se acordó volver a una medieval ‘derecho de patronato’ por el que serían las autoridades comunistas, oficialmente ateas, las que elegirían a los obispos en adelante, aunque Roma seguiría reservándose el derecho a consagrar o no al elegido. El “no” no se ha dado todavía.

Más difícil es entender en qué ha cedido Pekín, porque las cosas no parecen haber mejorado en absoluto para los católicos chinos, más bien al contrario. Ha habido en este tiempo nuevas persecuciones, nuevos arrestos, envío de sacerdotes y fieles a los laogai, demolición de iglesias y santuarios, obligación de incluir ideología ‘patriótica’ en las homilías y de sustituir las imágenes religiosas en los hogares por fotos de Mao y Xi Jingpin.

De hecho, los pactos han sido un continuado quebradero de cabeza para los responsables de imagen del Vaticano. Francisco, un Papa particularmente comunicativo y dado a la denunciar de las violaciones de derechos humanos en todos los rincones del globo, ha tenido que tirar balones fuera cada vez que le preguntaban por la represión de las manifestaciones en Hong Kong o el presunto genocidio de los uigures.

Nada en este tiempo, en fin, permitía imaginar qué ventaja obtiene la Iglesia de estos misteriosos pactos pero, de algún modo, siguieron adelante, fingiéndose en Roma que todo iba viento en popa y elogiando incluso el entonces Canciller de la Pontificia Academia de las Ciencias y de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales, Marcelo Sánchez Sorondo, al régimen chino como modelo de la encarnación de la Doctrina Social de la Iglesia.

Pero es difícil que se pueda seguir fingiendo armonía después de que el régimen comunista haya detenido, si se confirma la noticia, a todo un cardenal, que no hay tantos en la Iglesia. Y no de cualquiera, sino del mismísimo arzobispo emérito de Hong Kong, Joseph Zen, de 90 años, que ha pasado los últimos años tratando de advertir al Pontífice de los riesgos de fiarse de los comunistas. En la última ocasión, voló desde Hong Kong solo para cruzar unas palabras con el Papa, que ni siquiera quiso recibirle. Las escuchas atentas en Roma son, ya se sabe, algo selectivas.

Pero esa negativa a recibir a Zen muestra hasta qué punto Francisco no quería hacer el menor gesto que pudiera enfadar a su socio chino, pese a todos los desplantes que ha protagonizado hasta la fecha.

Pero ahora -repetimos: si se confirma la noticia- el Papa no puede mirar hacia otra parte. Si deja pasar un ataque tan directo y ultrajante contra la Iglesia por parte del Partido Comunista Chino, abandonando a su hermano cardenal, la conmoción podría salirse de la escala Richter.

Carlos Esteban

La nueva ley del aborto de Montero: sin permiso de los padres y lista negra de médicos objetores



Duración 2:08 minutos

miércoles, 11 de mayo de 2022

AUDIO El misterio de iniquidad en la cultura contemporánea (Alberto Caturelli)

FORMACIÓN CATÓLICA HOY


Duración 1:19:20

https://app.box.com/s/1wmx8di2k3jyde1d8abk81307yw6fxtj/1/4243125801/35879756226/1



Tomado de Wikipedia
Biografía

Alberto Caturelli nació el 20 de mayo de 1927 en Arroyito, provincia de Córdoba. Era hijo de Renato Arturo Caturelli y de Maria Virgili Oscaret.

Licenciado en Filosofía por la Universidad de Córdoba en el año 1949 y doctorado en la misma Universidad en 1953. En la histórica «Casa de Trejo» cumplió una larga carrera docente como profesor, entre los años 1953 y 1993. Es profesor de Historia de la Filosofía Medieval e Investigador Superior del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)[cita requerida]

Organizó en 1979 el I Congreso Mundial de Filosofía Cristiana, en el centenario de la encíclica Aeterni Patris, de León XIII. Éste tuvo otra continuidad que dos ediciones sucesivas, en Monterrey (1987) y en Quito (1989), aunque Caturelli celebró entre las décadas de los 80 y 90 congresos católicos de Filosofía de ámbito nacional para Argentina.1

Fue nombrado doctor honoris causa de varias universidades (Universidad de Génova, Italia; Universidad FASTA, Argentina, entre otras) y miembro de redacción de revistas filosóficas argentinas y extranjeras. 

Fue miembro honorario de la Pontificia Academia para la Vida. Además tuve una amplia participación en la vida cultural de la Iglesia Católica.

Falleció el 4 de octubre de 2016, a la edad de 89 años.


Entre sus obras podemos citar:


Caturelli, Alberto (1977). La filosofía. Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-2135-4.23

​América bifronte. Troquel. ISBN 978-950-16-4201-8.45

El concepto cristiano de patria. Fund. Arché. ISBN 978-950-9158-09-2.

El abismo del mal. Gladius. ISBN 978-950-9674-91-2.

Historia de la filosofía en la Argentina 1600-2000. Ciudad Argentina. ISBN 978-987-507-199-5.

La historia interior. Gladius. ISBN 978-950-9674-67-7.

La Iglesia católica y las catacumbas de hoy. Gladius. ISBN 978-950-9674-80-6.

La Libertad. Centro de Estudios Filosóficos. ISBN 978-987-96546-0-6.

El Nuevo Mundo. El descubrimiento, la conquista y la evangelización de América y la cultura occidental. Santiago Apóstol. ISBN 978-987-1042-06-7.

La Patria y el orden temporal, el simbolismo de las Malvinas. Gladius. ISBN 978-950-9674-17-2.

El gobierno comunista chino arresta al cardenal Zen




La policía arrestó anoche al cardenal Joseph Zen Ze-kiun, de 90 años de edad, obispo emérito de la ciudad y conocido partidario del movimiento democrático chino así como opositor al acuerdo entre la Santa Sede y el país asiático. Según medios locales, el arresto está relacionada con la gestión del Fondo 612 que, hasta que fue clausurado, ayudó a miles de manifestantes prodemocráticos que participaron en las protestas de 2019.


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(Asia News/InfoCatólica) El Cardenal Zen era uno de los fideicomisarios de la organización benéfica, que dejó de funcionar en octubre del año pasado. Las autoridades lo detuvieron junto con otros promotores del fondo, entre ellos la conocida abogada Margaret Ng, el profesor universitario Hui Po-keung y la cantautora Denise Ho.

Al parecer, la investigación de la policía se centra en el posible delito de colaboración entre el Fondo 612 y fuerzas extranjeras, en violación de la draconiana ley de seguridad nacional impuesta por Beijing en el verano de 2020.

Ya hace tiempo que el Cardenal Zen se encuentra en la mira del gobierno chino. En enero, la prensa oficialista publicó cuatro artículos acusándolo de incitar a los estudiantes a rebelarse en 2019 contra una serie de medidas adoptadas por el gobierno.

Beijing no ve con buenos ojos al cardenal por sus críticas al control que ejerce el Partido Comunista Chino sobre las comunidades religiosas. Zen condenó la remoción de cruces en el exterior de las iglesias en China y a lo largo de los años celebró misas en memoria de los mártires de Tiananmen en Beijing: los jóvenes masacrados por las autoridades el 4 de junio de 1989 por pedir libertad y democracia. El cardenal también está en contra del acuerdo entre el Vaticano y China sobre el nombramiento de obispos.

Defensor a ultranza de los derechos civiles en Hong Kong y China continental, el Cardenal Zen ha asistido a menudo a las audiencias que terminaron con la condena a la cárcel de políticos y activistas pro-democráticos acusados de violar la ley de seguridad nacional.

Es también conocida su oposición al acuerdo entre la Santa Sede y China para el nombramiento de obispos.

Reacción de la Santa Sede

De momento la Santa Sede se ha limitado a decir, por boca de su portavoz, Matteo Bruni, que sigue con precaución y extrema atención el desarrollo de los acontecimientos.

martes, 10 de mayo de 2022

¡VOX EXPLOTA CONTRA EL PP Y FEIJÓO, BULO PROGRE SOBRE MACARENA OLONA Y RIDÍCULO DE JUAN MARÍN!



DURACIÓN 14:50 MINUTOS

El Bar de Montes - Fernando Lopez-Mirones



Apreciados aulladores:

A menudo centramos nuestras críticas por colaborar en la plandemia en periodistas y políticos, pero creo que deberíamos centrarnos un poco más en los que les proporcionan a estos el contenido supuestamente científico en el cual apoyarse y sin el que no tendrían esa impostada autoridad moral.

Me refiero a eso tan poco definido que se conoce como “científicos” que desde el principio de todo dan cobertura deliberadamente a las aberraciones que después los malos periodistas tergiversan aún más.

Muchas veces hemos explicado que la mayoría de los médicos y cirujanos (que no es lo mismo) no son científicos, son técnicos; excepción hecha de aquellos de ellos que, abandonando el ejercicio de su profesión, se hayan dedicado a investigar por su cuenta o por la ajena. Son muy pocos, yo diría que no llegan al 1%. También es justo decir que aquellos médicos curiosos que se entregan a la investigación suelen ser excelentes, y de hecho mis mayores referentes en esta lucha son médicos ¡hasta Felix Rodríguez de la Fuente lo era!

Por alguna razón, alguien que estudió medicina y después fue capaz de escapar a las tentaciones de su propio lobby es alguien excepcional, con mucha valía, más por lo segundo que por lo primero.

La carrera de medicina es dura deliberadamente para que aquellos que la superen entren después en su propio sistema endogámico con un estentóreo “porque yo lo valgo”, del cual la mayoría no salen jamás.

Siempre me ha impresionado cómo a todos nos marcan las estrategias de cada disciplina universitaria hasta el punto de determinar nuestra mente el resto de nuestras vidas.

Los profesores imprimen en sus alumnos mucho más que contenidos académicos, les contagian un espíritu corporativo, una forma de ver el mundo, y sobre todo, una actitud ante él.

Cuando estudiaba Biología en la Universidad Complutense de Madrid almorzaba cada día en el bar de la Escuela de ingenieros de Montes, que estaba al lado y era mucho más señorial. Para que se hagan una idea, yo tenía el pelo muy largo, a menudo con una coleta, lo cual entonces era extraordinariamente raro, y más en un estudiante, y más en el elegante bar de Montes.

Era curioso contrastar lo que imbuía el ambiente a los futuros ingenieros de Montes en comparación con nosotros los perroflautas de Biológicas.

A ellos les decían durante toda su estancia en la escuela que algún día serían “caballeros ingenieros”, mientras a nosotros nos inculcaban que el paro nos esperaba. El caso es que ambos estudiábamos la naturaleza, aunque desde puntos de partida opuestos.

Para nosotros un bosque era un ecosistema complejo y para ellos era un cultivo que se podía “limpiar”. Limpiar un bosque es un concepto absurdo, un oxímoron, como potabilizar el mar.

Tras cinco años de oír ambos mantras, los nuevos ingenieros de Montes salían a comerse el mundo creyéndose los marqueses del musgo mientras los flamantes biólogos lo hacíamos mirando al suelo como si empezara nuestro calvario. Pocos imaginaban que unos años más tarde el planeta entero estaría pendiente de los biólogos con sus diferentes denominaciones: microbiólogo, bioquímico, genético, virólogo, científico, investigador, epidemiólogo, vacunólogo...

Pues bien, a los médicos les pasa igual, padecen un exceso de ego que no mejora con los años. Una bata blanca y un fonendo colgando confieren un poder místico, sobre todo si los pacientes entran muertos de miedo al otro lado de la mesa desde que son niños. El impacto de un médico ante un niño crea una impronta de falsa autoridad que nunca olvidamos.

Algo así no es sano para nadie, y me refiero a ellos, los galenos, que además, son de los pocos gremios de la tierra que tienen licencia para matar literalmente, un “no funcionó” es suficiente, el sistema y su gremio los protegerán.

Tras superar una carrera difícil y larga privándose de gran parte de las juergas a las cuales sus amigos que estudiaban periodismo les invitaban, y otros diez años siendo dioses en las consultas, hay que tener una enorme valía humana para no creérselo demasiado y seguir pensando de forma científica. Por eso los que lo consiguen son extraordinarios. Si además les va bien económicamente, tienen prestigio en su entorno, reciben aportaciones de los laboratorios y fabricantes de prótesis, y se hacen dos o tres viajes de lujo al año pagados, ello hace mella en su capacidad de crítica a un sistema en el cual están encantados. No es el mejor ambiente para levantarse un día y decir “he leído un paper y lo tiro todo por la borda a causa de la verdad y la justicia”... y si acaso alguno tiene la tentación, pronto su pareja le recordará que tienen tres niños en colegio privado, una casa en Menorca por pagar y dos Mercedes que hay que mantener.

Llegado este punto tenemos al 99% de los médicos que deciden mirar para otro lado y mantener su status quo, y al otro 1% que son, para mi, los más valientes y valiosos del mundo. A estos pocos los he conocido a casi todos gracias a este desastre, lo cual es un filtro de amistades excelente. No solo se han enfrentado a toda una vida de aleccionamiento y privilegios, sino que también son atacados son piedad por sus propios compañeros, familiares y amigos; tengo para mi que a sus colegas les incomodan en extremo porque les recuerdan lo que ellos deberían hacer pero no son capaces.

Por eso, para mi, un médico negacionista está a nivel semidiós en el baremo de seres sobrehumanos a elogiar. Es casi tan taro como un ingeniero de Montes humilde.

Pero como hemos visto no es culpa de ellos.

A la inversa ocurre con muchos biólogos moleculares, los que en la facultad llamábamos “de bata” para distinguirlos de los “de bota” que al menos teníamos cierto glamour de aventureros. Los biólogos de laboratorio no ligaban mucho, y suelen licenciarse acomplejados, por eso cuando les va bien ocultan la palabra “biólogo” y la sustituyen enseguida por cualquier otra como científico, investigador, genético...

De todos es sabido que un acomplejado es fácil de comprar. Los más brillantes biólogos de bata, tras cambiar sus nombres, son captados por la industria médico farmacéutica para servir a sus fines. Los pacientes normales jamás los verán, no los atienden directamente, pero son los que trabajan con los microbios y los que fabrican las vacunas y los medicamentos, son los que trabajan con los genes, son la parte más importante de toda esta trama. Usted verá al médico o enfermero, que siguen protocolos, pero eso que le inyectan lo han ideado y fabricado aquellos estudiantes a los que les decían que la biología eran delfines y leones que no le importaban a nadie.

Que los biólogos sean acomplejados y los médicos soberbios ha sido el caldo de cultivo perfecto para que la falsa Pandemia arrasara el mundo.

Los que saben no hablan, y los que hablan no saben... pero poseen la autoridad social y la falta de humildad suficientes para mentir sin despeinarse.

Mi médico del centro de salud, mi hermano que es médico, mi amigo que es médico, mi prima que es médico... me lo dijo es la frase mágica en la que el 40% de la población se confió, caso cerrado. Nadie se dio cuenta de que un odontólogo, una neuróloga, un pediatra o un traumatólogo saben de vacunas y virus muy poco más que un fontanero. La falta de esa humildad necesaria para responder “no lo sé” y las presiones exteriores impuestas por protocolos para no hacerlo, liberaron a la mayoría de los médicos del remordimiento de conciencia de forma temporal.

Ahora están siendo testigos de la matanza lenta y sostenida que causó su silencio; están viendo las consecuencias de las inyecciones génicas experimentales que promocionaron sin haberlas estudiado; y eso debe ser muy duro para los que tengan conciencia, porque supone admitir que han sido colaboradores necesarios en un genocidio con sus propios familiares y amigos, incluso consigo mismos.

Pero si antes fue difícil admitirlo, ahora es mucho peor. Por eso hay tantos con depresión, tristes, rezando para que todo acabe sin que tengan que entonar un mea culpa harto incómodo... “yo no sabía”, “era lo que entonces pensábamos todos” se dicen sin convicción.

Eso los que son buenas personas, los otros están felices, salen en la TV y se hicieron famosos, los laboratorios los premian, ascienden, dan premios, financian y agasajan. Si siguen colaborando pronto serán los jefes de todo ¡y quien sabe! puede que acaben en la OMS a 10.000 euros al mes más dietas a cambio de seguir callados.

Este establishment biomédico funciona así, lo tomas o lo dejas.

Por eso era tan importante que en la universidad unos salieran engreídos y los otros amilanados.

Un aullido.

Fernando López Mirones

lunes, 9 de mayo de 2022

El sínodo y los frutos del Espíritu (Carlos Esteban)



Su Santidad insiste siempre, y con frecuencia, en la etimología de la palabra ‘sínodo’, en ese “caminar juntos” que debe ser la Iglesia. Y eso hace especialmente alarmante la escasísima participación de los fieles en un sínodo que trata, básicamente, de esa participación.

Hay algo sonrojantemente soviético en ese contraste abismal entre el entusiasmo manufacturado de la propaganda oficial y la realidad tibia e indiferente de la recepción entre los supuestamente interesados.

Madrid es el caso que tengo más cercano, del que escribe aquí nuestro inestimable Diego Lanzas. No hay interés; no hay participación en el sínodo de la participación. Si todo sínodo tiene cierta tendencia a convertirse en una reunión de especialistas, con su propio lenguaje y sus propias formas alejadas de las del común, este parece suscitar menos interés aún que la media entre los fieles, precisamente cuando trata específicamente de escucharles.

¿A qué responde esta apatía? Su hipótesis es tan buena como la mía, pero sospecho que tiene algo o mucho que ver con la percepción, después de años, de que el jaleado ‘diálogo’ y la omnipresente ‘escucha atenta’ no son exactamente universales. 
Que, por primera vez en la historia de la Iglesia, la Curia presuma de que en el nuevo sínodo se va a escuchar incluso a los no católicos, los no cristianos e incluso los no creyentes en religión alguna, como muestra de apertura total, no consigue ocultar el hecho evidente de que hay un grupo al que no se está dispuesto a escuchar: los motejados de ‘rígidos’, es decir, quienes ven con recelo unos aires renovadores en sospechosa connivencia con los intereses del mundo secular y sienten un comprensible apego a la tradición de la Iglesia.
Con estos no hay diálogo o, por lo menos, no se fomenta la escucha atenta. Por el contrario, han sido tan a menudo denunciados en los discursos papales (muy recientemente) que se dirían más allá de cualquier acercamiento posible.
Pero aquí está el problema: los ‘rígidos’ (eufemismo para designar a los tradicionalistas) son muy pocos, pero su crecimiento es exponencial. La Iglesia abierta al mundo se queda sin vocaciones en una ‘primavera’ que se parece al más crudo de los inviernos, mientras que las diócesis donde estos grupos son más activos alientan un verdadero auge vocacional. Lo que se presenta como el brillante futuro se agosta, mientras que lo que se denuncia como reliquia muerta de un muerto pasado no hace más que crecer y dar fruto.

Carlos Esteban 

Monseñor Viganò: Reflexiones sobre la reforma de la Semana Santa de 1955



8 de mayo de 2022

Estimado señor:

Le agradezco que me haya planteado la pregunta del padre… a propósito de la reforma de la Semana Santa.

Estoy de acuerdo en que puede considerarse una especie de globo sonda mediante el que los artífices de la sucesiva reforma conciliar introdujeron una serie de modificaciones –a mi juicio totalmente discutibles y arbitrarias– al Ordo Maioris Hebdomadæ hasta entonces vigente.

Es más. Yo diría que estas modificaciones pueden parecer casi inocuas, aunque extravagantes, porque la mente que las concibió todavía no se había manifestado ni con la reforma de Juan XXIII ni con la mucho más devastadora inaugurada por la constitución Sacrosanctum Concilium y más tarde agravada por Consilium ad exsequemdam. Claro que aunque a un párroco de 1956 le podía parecer una simplificación dictada por las exigencias de adaptar la complejidad de los ritos de la Semana Santa al ritmo de la modernidad –y probablemente fue presentada como tal al propio Pío XII sin revelarle su potencia destructora–, cobra a nuestros ojos un sentido muy diferente, porque ante todo vemos en ella en acción la desenvuelta mentalidad rupturista de los modernistas y los discípulos de la nunca suficientemente reprobada renovación litúrgica. Y en segundo lugar porque reconocemos en la elección de la supuesta simplificación de las ceremonias la misma ideología de las más osadas innovaciones del Novus Ordo. Por último, entre los personajes que se asoman en la mencionada reforma aparecen los protagonistas de la reforma conciliar, promovidos a los más altos cargos precisamente por su notoria aversión a la solemnidad del culto; cuesta pensar que todo lo que pusieron en marcha entre 1951 y 1955 no fuera concebido como un primer paso hacia los trastornos que habrían de venir menos de veinte años después.

Cierto es que el aire que se respira en ciertas partes del rito de Pío XII –por ejemplo, el Padrenuestro recitado a la vez por el celebrante y por los fieles– es el mismo que encontramos en el Novus Ordo: se percibe algo extraño, forzado, típico de las obras que no son inspiradas por el Señor sino que son patentemente humanas, imbuidas de un racionalismo que no tiene nada que sea verdaderamente litúrgico, sino que hiede a aquella presunción gnóstica que justamente condenó Pío XII en su inmortal encíclica Mediator Dei. Causa estupor que los mismos errores que fueron providencialmente condenados en 1947 resurjan precisamente en la reforma que él promulgó; pero no olvidemos que el Pontífice ya tenía una edad muy avanzada y estaba bastante afectado física y anímicamente por el reciente conflicto mundial. Incluir por tanto a Pío XII entre los demoledores sería injusto a más no poder.

Planteada esta premisa, hay que evaluar si al rito que promulgó Pío XII mediante el decreto Maxima Redemptionis nostrae mysteria del 16 de noviembre de 1955 se le pueden aplicar las mismas excepciones que al Novus Ordo Missae promulgado por Pablo VI con la constitución apostólica Missale Romanum del 3 de abril de 1969. O mejor aún: considerando que el motu proprio Summorum Pontificum reconoce a los católicos el derecho de hacer uso del rito anterior por su especificidad ritual, doctrinal y espiritual; y considerando que el motu proprio no examina la ortodoxia del Novus Ordo y se ciñe a una cuestión, por así decirlo, de gusto litúrgico, ¿podríamos extender ese principio a los ritos anteriores al motu proprio Rubricarum instructum de Juan XXIII y el propio decreto Maxima Redemptione nostrae mysteria, manifestando nuestra preferencia por el rito llamado de San Pío X?

En realidad, no se trata de una provocación. En primer lugar porque no estoy de acuerdo con la coexistencia simultánea de dos formas del mismo rito en la Iglesia de rito romano. Y en segundo lugar porque considero el rito reformado gravemente deficiente y sin duda alguna favens haeresim (que favorece la herejía), y me uno tanto a la denuncia de los cardenales Ottaviani y Bacci como a la de monseñor Marcel Lefebvre; estoy convencido además de que el Novus Ordo debe sencillamente ser abrogado y prohibido, en tanto que el tradicional debería ser declarado único rito romano en vigor. De hecho, sostengo que sólo desde esta perspectiva es posible impugnar también canónicamente el Ordo Hebdomadae Sanctae instauratus. Y, si nos ponemos quisquillosos, también el motu proprio Rubricarum instructum, sobre todo en vista de su coherencia con la línea del Novus Ordo y su evidente ruptura con la del Misal Romano anterior.

Ahora bien, teniendo en cuenta el vacío legal en que nos encontramos, creo que si la FSSPX considera legítimo remitirse al misal de Juan XXIII porque reconoce la misma mentalidad dolosa en todas las reformas sucesivas que condujeron al de Pablo VI –de naturaleza ante todo prudencial–, podría aplicarse el mismo principio a la reforma de la Semana Santa, aunque en ésta –como en el Misal de Juan XXIII– no hay nada heterodoxo ni que tienda remotamente a la herejía.

A mí me parece que fue ese el motivo por el que monseñor Lefebvre escogió precisamente el rito de 1962. Por otra parte, teniendo como tenía mentalidad jurídica gracias a su sólida formación, era consciente de que no sería posible aplicar una especie de libre examen a la liturgia, ya que ello habría autorizado a cualquiera a adoptar el rito que se le antojase. Al mismo tiempo, no dejaba de ver –como tampoco dejamos de verlo nosotros hoy– la naturaleza subversiva de la reforma conciliar, declaradamente abierta a derogaciones y experimentos, permitiendo aplicar infinidad variedades a voluntad del celebrante so pretexto de recuperar una presunta pureza original al cabo de siglos de sedimentación ritual. Precisamente por eso monseñor Lefebvre decidió volver al rito menos arriesgado, o sea el de 1962, sin entender tal vez algunos aspectos polémicos de las reformas de Pacelli y de Roncalli que sólo un experto en liturgia podía captar, sobre todo en los turbulentos años setenta. No olvidemos tampoco que la renovación litúrgica se produjo en Francia mucho antes que en Italia, así como que muchas innovaciones que más tarde se convirtieron en norma de la Iglesia universal se experimentaron en diócesis francesas ya a partir de los años veinte, empezando por el uso de la casulla gótica y el altar orientado versus populum. Todo en nombre de aquel arqueologismo que se proponía borrar de un plumazo un milenio entero de vida de la Iglesia. Supongo que a un prelado italiano celebrar coram populo con una casulla de estilo medieval le parecería una extravagancia, mientras que para un arzobispo francés ya era una costumbre adquirida y en ciertos aspectos ya se promovía.

Es necesario comprender además –y creo que ya lo he expresado ampliamente– que la intencionalidad de la reforma que se inició a nivel local mucho antes de Pío XII y que poco a poco se fue difundiendo por el orbe católico es totalmente antijurídica; sus artífices abusaron de su autoridad como legisladores para imponer con fuerza de ley un rito que había ser todo menos una aplicación al pie de la letra del texto litúrgico, una especie de esbozo que permitiese las peores excentricidades e introducir progresivamente en la Iglesia una inexorable pérdida del sentido de lo sagrado. Eso todavía no se observa en el Ordo Hebdomadae Sancte instauratus ni en el Misal de Juan XXIII; pero ya se había abierto el camino hacia el carácter perpetuamente mudable del rito y su descarado aggiornamento, unido a la errónea idea de que se había corrompido con el paso de los siglos y era necesario por tanto podarlo de añadidos innecesarios, cuando lo cierto es que era fruto de un desarrollo armónico fruto de las circunstancias, del tiempo y de los lugares. Y desde luego la alteración del Canon Romano por parte de Roncalli al insertar el nombre de San José iba por el mismo camino, afectando de paso a la oración más antigua y sagrada del Santo Sacrificio.

Para finalizar, señalaré que muchas comunidades que se benefician del motu proprio Summorum Pontificum celebran los ritos de la Semana Santa según el Misal anterior a la reforma pacelliana; la propia Comisión Ecclessia Dei concedió esa excepción al considerar legítimas las motivaciones de quienes la solicitaban. Por eso, no entiendo por qué la Fraternidad, que en lo que se refiere a la custodia de la Misa Tradicional estuvo a la vanguardia en tiempos bien difíciles, no puede hacer otro tanto. Ciertamente, cuando la Iglesia se reencuentre a sí misma, todo habrá de reconducirse por cauces legales; con leyes, esperamos, que tengan prudentemente en cuenta las críticas que se han hecho.

Espero que estas consideraciones hayan sido útiles al reverendo padre…

Aprovecho la ocasión para impartir a todos, queridos amigos, mi bendición paternal.

+Carlo Maria Viganò, arzobispo

(Traducido por Bruno de la Inmaculada)

Rosario de hombres (una cruzada que llega a la Argentina)



Las imágenes que llegan desde el exterior son impactantes: decenas, o incluso cientos, de hombres que de pronto se ponen de rodillas en las plazas y empiezan a rezar el Rosario a la Virgen María. Esta demostración de fe pública que se viene extendiendo por diferentes países de tradición católica, comenzó a replicarse ahora en la Argentina gracias a la iniciativa de un grupo de laicos de diferentes parroquias. En Buenos Aires, la cita es el próximo sábado 28, a las 11, en la Plaza de Mayo.

La idea de sumarse a la cruzada del Rosario, que nació en Polonia y se repitió en Irlanda, España, entre otros lugares, surgió en nuestro país hace una semana y en algunas ciudades se puso en marcha más rápido de lo previsto. En Mendoza, por ejemplo, sin tomarse demasiado margen para la difusión, convocaron a un encuentro que tuvo lugar ayer. Y lo mismo hicieron otros grupos en Malargüe, Bariloche y Tigre.

Según una reconstrucción de la productora Faro Films, en Mendoza la ocurrencia de hacer algo así fue de Sebastián Ríos. "Escribió de forma espontánea un mensaje de WhatsApp con lo que era un deseo, sin imaginar que se iba a replicar y organizar tan rápido", contó a Faro Films Fabian Brandelise, colaborador y administrador del grupo inicial.

"Dijimos: aunque vayamos 2, 3 o 5 es necesario comenzar, pensando en la promesa de Cristo, que donde hay dos o más reunidos en mi nombre ahí estoy yo", continuó Brandelise. Enseguida comenzaron a recibir llamados, que "vertiginosa y providencialmente empezaron a multiplicar esta iniciativa por otras ciudades", asegura.

Sin conexión con esa iniciativa, en Buenos Aires surgía por esa fecha la misma idea entre un grupo de amigos y sacerdotes, inspirados en la cercana experiencia española. El contacto con los otros grupos del interior del país solo fue posterior. Aquí, los impulsores de la idea pronto le cedieron la posta a Segundo Carafí para que se encargara de la organización.

En diálogo con La Prensa, Carafí cuenta que él también se sorprendió de la rápida y favorable respuesta que obtuvieron, señal de que era un anhelo compartido en silencio. "Lanzamos un flyer en las redes y explotó", asegura.

Carafí aclara que la convocatoria en Buenos Aires es impulsada por un grupo de jóvenes laicos que pertenecen a diferentes parroquias y que no responde a ninguna organización. Acompañan, sí, grupos provida, estudiantiles y sacerdotes.

"Ese día habrá sacerdotes guiando la oración", precisa también. "Son varios los que invitamos y muchos los que nos escribieron a partir de la convocatoria", añade.

¿Cuál es la propuesta? En primer lugar, "seguir el mandato de la Virgen María que nos dice: conviértanse, recen el Rosario. Y luego "que los hombres tomen el lugar que les corresponde como cabezas y líderes espirituales de sus familias, den testimonio y dirijan el rezo del Rosario en plazas públicas", responde.

"Queremos revalorizar el papel de los hombres en la sociedad", explica Carafí a la pregunta de por qué solo varones. "El hombre hoy está castigado por los medios, por la clase política, culpabilizado por su condición de hombre y discutido su papel como padre de familia".

"Pediremos por la protección de la familia de los ataques de ideologías anticristianas y su restitución como célula básica de la sociedad; por nuestra Santa Madre Iglesia y por nuestra patria, para que Argentina recupere la fe y vuelva a Dios", apunta.

En una Argentina sofocada por el secularismo, donde a los católicos se los quiere hacer sentir avergonzados de su fe y de sus valores, que no son otros que los que fundaron esta nación, y donde los políticos hace rato que se alejaron de esa fe, la cruzada mundial del "Rosario de hombres" puede ser un bálsamo. "Acá lo que venimos a decir es: no tengamos vergüenza de expresar lo que somos", coincide Carafí.

La cruzada del Rosario quiere ser, en primer lugar, una invocación a la Virgen María por la conversión personal de nuestros corazones, y en segundo lugar un testimonio de fe.

"Por eso tiene sentido salir a recuperar las calles, defender la fe en tiempos hostiles hacia la cruz, resistir la presión de que la fe debe ser vivida puertas adentro de nuestros hogares o iglesias", dice Carafí, quien, además, recuerda: "la fe se acrecienta cuando se comparte"..

Seguros en la Fe, mal que le pese a Roma (Mons. Héctor Aguer)



También en INFOVATICANA


[InfoVaticana/FVN] Es causa de asombro, desconcierto y preocupación de muchísimos fieles la persistencia del máximo exponente del magisterio eclesial en criticar -burlonamente a veces- a quienes están seguros de la identidad de la fe y se afirman en ella con alegría, agradecidos a Dios por hallarse enraizados en la gran Tradición de la Iglesia. Estos cristianos son vituperados como rigurosos fariseos. La insólita postura de la Santa Sede contradice la enseñanza de San Juan Pablo II y de Benedicto XVI, que tanto amaron y glorificaron el esplendor de la verdad.
El moralismo relativista que actualmente profesa Roma, hunde la realidad de la fe y sus consecuencias éticas y espirituales en el ámbito kantiano de la Razón práctica. Peor aún: los “nuevos paradigmas” propuestos por el pontificado se someten a los dictados de un Nuevo Orden Mundial, manejado por la masonería y financiado por el imperialismo internacional del dinero. Desde hace tiempo se sabe que el Vaticano es una cueva de masones, que se ayudan a trepar a los cargos más influyentes, según los pactos secretos que desde sus orígenes caracterizan a la secta; los cuales han sido repetidas veces denunciados por los pontífices, que alertaron sobre el peligro que la tradicional enemiga de la Santa Iglesia implica para el orden social basado en la ley natural, y para el sostén y desarrollo de la fe en la vida de los pueblos. Soy consciente de la verdad y exactitud de lo que acabo de escribir, por eso no temo que mi libertad sea coartada por medidas que nadie se atreverá a tomar.
Los errores y las herejías pueden procesarse y difundirse ampliamente, ante el silencio cómplice de quienes deberían condenarlos, según fue hecho desde los tiempos apostólicos. El testimonio del Nuevo Testamento es por demás elocuente: “Conviene que haya herejías, para que se manifieste quiénes son fieles” (1 Cor 11, 19: hina kai hoi dokimoi phaneroi genontai). El sínodo alemán, ante el silencio de Roma, distingue en ese pueblo germánico a los verdaderos creyentes de los atrapados por los errores, que deben hacer sonreír a Martín Lutero (allí donde se encuentre). En la misma carta que citamos, el Apóstol Pablo recuerda a los fieles el Evangelio que les ha predicado, el que ellos recibieron, en el cual estamos firmes (estekate: 1 Cor 15, 1) por el cual son salvados si permanecen firmes (ei katechete: 1 Cor 15, 2), porque de lo contrario han creído en vano (ektos ei me eike episteusate). Lo fundamental, que Pablo les recuerda, es lo que él les ha entregado. Resulta escandaloso que Roma descalifique la tradición. San Pedro, en su Segunda Carta, hace notar a sus lectores -¡y a nosotros!- que su propósito es asegurarlos, hacerlos más firmes, esterigmenous (2 Pe 1, 12); les advierte contra los maestros mentirosos (pseudodidáskaloi) que se introducen en la Iglesia, como los falsos profetas en el pueblo de Israel; por ellos es blasfemado el camino de la verdad (2 Pe 2, 2).

Las epístolas pastorales del Apóstol Pablo describen una situación que se ha verificado periódicamente en la historia de la Iglesia: se precipitan “tiempos peligrosos” (kairoi chalepoi, 2 Tim 3, 1) por la introducción de errores que debilitan la fe y la seguridad de los fieles, respecto de la tradición en la que se apoyan. Por eso anima a sus discípulos y colaboradores a resistir. Muchas veces he citado el pasaje de 2 Tim 4, 1 ss: los pastores de la Iglesia deben predicar incansablemente la verdad, deben argüir e increpar (epitimeson: 2 Tim 4, 2). El problema era, y es, el de los falsos maestros que halagan los oídos que buscan actualidad, procuran reubicarse en un mundo más amplio, de aquellos que se entregan a los mitos abandonando la verdad (apo men tes aletheias… epi de tous mythous, ib 4, 4). Como los textos asumidos en estas citas, se encuentran numerosos pasajes en los que se expresa todo lo contrario de la orientación del actual pontificado. El contraste aparece en la simple comparación.

He señalado una causa en el predominio del moralismo, que despoja a la doctrina de la fe del dinamismo que la orienta hacia su dimensión mística. La fe es contemplativa; su aplicación al obrar depende de aquel reposo fruitivo y seguro en la verdad que es su objeto: es theoría antes que praxis; y la segunda acierta con lo que hay que hacer, en cada circunstancia, porque es iluminada por esta lumbre superior que permite discernir con sabiduría. El moralismo es necesariamente pragmático y relativista. La crítica que dirijo a esta corriente hoy día oficial incluye la observación de que ya no se predica íntegramente la doctrina de la fe. San Juan Pablo II nos ha dejado en el Catecismo de la Iglesia Católica una síntesis actualizada de lo que hoy debemos creer y difundir. En ese corpus que abarca dogma, moral y espiritualidad se halla la identidad del catolicismo, en la cual los cristianos en este “tiempo peligroso” podemos asegurarnos, dirigiendo la mirada de nuestro espíritu al Señor que está con nosotros “todos los días” (pasas tas hemeras, Mt 28, 20).

Parece mentira -pero es una penosa realidad- que, después de más de medio siglo, se cumplan aquellas palabras de Pablo VI: “Por alguna rendija entró el humo de Satanás en la Casa de Dios”. El sedicente “espíritu del Concilio”, contra el cual reaccionó tan sabiamente Jacques Maritain en “El campesino de Garona”, asoma nuevamente, esta vez desde la mismísima Colina vaticana. Los discursos pontificios eluden expresamente las verdades que habría que recordar con claridad, con magnanimidad y paciencia; y se detienen exclusivamente en aquellos “nuevos paradigmas”, que golpean en vano a los verdaderamente fieles, que intentan vivir con fidelidad lo que han recibido. El cristiano es alguien que ha recibido lo que cree y que, merced a los sacramentos de la Penitencia y la Eucaristía, procura ordenar su vida de hombre nuevo según el ejemplo de Cristo.

No debe extrañarnos que en los programas pastorales que se alientan desde la usina de la sinodalidad, los sacramentos no tengan lugar. Sacramentum traduce el griego mysterion; el moralismo pragmático relativista es incapaz de percibir los misterios de la fe, y tiende espontáneamente a descartar la dimensión sobrenatural de una pastoral de los sacramentos, que asegura el don de la gracia ofrecido a todos: la liberación del pecado y expansión de la vida nueva de participación de la naturaleza divina. Somos participantes de la naturaleza divina, theias koinonoi physeos (2 Pe 1, 4). Lo que constituye la vida de un cristiano es mantenerse en lo que ha recibido, en el “mandato viejo”, que dice San Juan en su Primera Carta, la entolen palaiàn (1 Jn 2, 7), es decir la recepción de la luz que aleja la tiniebla: he skotia paragetai (1 Jn 2, 8).

Un hecho histórico que permite apreciar hasta dónde se extiende el “peligro” de este tiempo oscuro, ha sido el silencio, o quizá el repudio, que ha merecido la presentación respetuosa de dudas sobre el alcance de la innovación semi-disimulada en la Exhortación Amoris laetitia; obra de cuatro eminentes cardenales, Burke, Caffarra, Brandmüller y Meisner. La cuestión de la posibilidad de admitir a los sacramentos a las personas divorciadas que han pasado a una nueva unión, fue un globo de ensayo del moralismo relativista; para el cual ya no hay actos intrínsecamente malos. Es una estafa contra los mismos posibles beneficiarios de esa permisión el propósito de trazar un camino alternativo al que indica la Tradición; equívoco que no puede ser considerado un gesto de misericordia. La justicia -la justificación por la gracia- es la verdadera misericordia. No es algo menor la objetividad con que la praxis eucarística se inscribe en la vida cristiana contra el mero deseo subjetivo de comulgar; en este orden la Tradición católica, con el reconocimiento de la sana teología, es fiel a los orígenes, tal como inequívocamente aparece en el Nuevo Testamento. La seguridad que proporciona el abrazo a la verdad conocida y amada, no implica de ninguna manera desprecio de quienes vacilan o han sido ya ganados por el relativismo; al contrario, expresa la fraterna preocupación para hacerles participar de la alegría que brinda la integridad de la fe, recibida humildemente como un don inmerecido.

La inquietud que provoca la actual postura del magisterio se agrava al considerar el sistema de promociones al Episcopado y a la dignidad Cardenalicia, por su abundancia y su orientación. En efecto, ¿qué sentido tiene que una diócesis que carece de vocaciones y cuenta con un número insuficiente de sacerdotes para cubrir las necesidades pastorales, disponga de dos obispos auxiliares? Me refiero a lo que ocurre en la Argentina, aunque la misma actitud puede verificarse en otros países. 

No es un pecado de suspicacia pensar que existe el propósito expreso de reformar la Iglesia, y difundir el criterio moralista y relativista que, como ya he dicho, se ha convertido en una política oficial. Desearía liberarme de tal inquietud y estar equivocado en el juicio que hago de la orientación impuesta desde Roma. Como muchos otros que en el mundo entero comparten esta inquietud mía, sólo puedo reposar en la confianza y el amor de Cristo, Señor y Esposo de la Iglesia; y en la intercesión de la Virgen Santísima, a la que invoco de corazón. No deseo caer en la pretensión de tener la razón en la crítica que no puedo menos que hacer, aunque las declaraciones y los hechos reseñados crévent mes yeux me producen un dolor amargo, que inducen a pensar y a juzgar. ¡Que el Señor tenga piedad de nosotros, y alivie la duración de este “tiempo peligroso” que vivimos! Insisto en lo que observo al comienzo de esta nota: asombro, desconcierto, preocupación: ¿qué otros sentimientos podría suscitar el extraño fenómeno de apalear a los verdaderos católicos, y acariciar a los herejes? Nuestra sencilla gente de campo diría: “cosa ´e mandinga”; el “humo de Satanás que por una rendija se ha metido en la Casa de Dios”, según confesaba un desengañado Pablo VI.

+ Héctor Aguer
Arzobispo Emérito de La Plata
Académico de Número de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas.
Académico de Número de la Academia de Ciencias y Artes de San Isidro.
Académico Honorario de la Pontificia Academia de Santo Tomás de Aquino (Roma).


Buenos Aires, martes 3 de mayo de 2022.
Fiesta de los Santos Felipe y Santiago, apóstoles.

sábado, 7 de mayo de 2022

Los falsos nuevos derechos | Actualidad Comentada | 6-5-2022 | Pbro. Santiago Martín FM



Duración 10:09 minutos

Cómo debería ser nuestro amor a Jesucristo



Meditación predicada el 4 de diciembre de 1980.
Texto evangélico: Jn. 5: 1-16.

Duración 27:28 minutos

¡VOX ARRASARÁ EN ANDALUCÍA, RIDÍCULO DE CIUDADANOS CONTRA MACARENA OLONA Y LAS MENTIRAS DE FEIJÓO!



Duración 13:05 minutos


Bienvenidos a RoberSR!!! 

Nuevo vídeo en el canal comentando la última hora sobre las elecciones autonómicas de Andalucía del próximo 19 de junio en las que VOX conseguirá un resultado espectacular.

Los monumentales ridículos de Ciudadanos atacando a Macarena Olona y las continuas mentiras de Feijóo sobre el Partido Popular. 

Todo esto y mucho más en el vídeo de hoy!!!

El flaco favor que se hizo Feijóo en este intento de explicar las diferencias entre el PP y Vox



El nuevo presidente del Partido Popular participó esta semana en un encuentro organizado por el diario El Debate y presentado por su director, Bieito Rubido.



Presume de «bilingüismo cordial» pero aplica una política nacionalista

El vídeo completo del encuentro se puede ver aquí. Durante el mismo, Rubido preguntó al hasta ahora presidente del gobierno gallego sobre las críticas al PP por su escasa voluntad de dar la batalla de las ideas. Alberto Núñez Feijóo se fue por las ramas, para al final acabar presumiendo de que “hemos preservado a Galicia del nacionalismo” y del “bilingüismo cordial” que dice haber aplicado en su comunidad. Unas afirmaciones cargadas de cinismo, si tenemos en cuenta que Feijóo ha venido aplicando en Galicia un nacionalismo lingüístico (ya lo expliqué aquí) que tiene muchas coincidencias con el que aplican nacionalistas y socialistas en otras regiones. En algunos temas incluso ha sido más excluyente que el separatismo catalán, como ya expliqué aquí el martes.

Recuerda que el BNG es socio de Bildu, pero olvida el apoyo que el PP le da

Además, Feijóo recordó que el nacionalismo gallego (en referencia al BNG) es aliado de Bildu y de ERC. En eso está en lo cierto, pero no sé hasta qué punto le conviene recordarlo. Recordemos que en 2019 el PP regaló dos alcaldías al BNG sin que Feijóo lo desautorizase. Asimismo, en junio de 2021 el PP gallego apoyó una iniciativa del BNG de apoyo a la dictadura cubana. En octubre, también en el Parlamento de Galicia, el PP apoyó una iniciativa abortista del BNG que calificaba el aborto como un “derecho”, y en noviembre apoyó otra iniciativa del Bloque para imponer la “perspectiva de género” en planes de salud, asumiendo la terminología izquierdista para disfrazar la ideología de género.

Su discurso vacío para explicar las diferencias entre PP y Vox

La mejor parte del citado encuentro llegó cuando Rubido preguntó a Feijóo qué diferencia hay entre el PP y Vox. Podéis ver la respuesta del presidente del PP en el siguiente enlace (entre 1:07:30 y 1:10:07)


Como se puede escuchar en el vídeo, Feijóo hizo un discurso vacío de ideas en el que dijo que “la diferencia fundamental es entre lo que hemos hecho unos y lo que dicen que van a hacer otros, pero que de momento no han hecho”. Y hay que decir que tiene toda la razón. Ahora mismo Vox aún tiene el beneficio de la duda, pero ya hemos visto al PP claudicar ante los dogmas de la izquierda cada vez que gobernaba, dejando intactas su legislación abortista, la ley de memoria histórica y la ley de violencia de género que penaliza a los hombres por razón de su sexo. También hemos visto al PP votando junto al PSOE y a Podemos a favor de leyes de género que violan derechos fundamentales.

Feijóo apela otra vez a la unidad del «centro-derecha»: ¿para qué?

Pero sigamos con la explicación de Feijóo: “la diferencia entre Vox y el PP diríamos que parte de una coincidencia, y es que buena parte de dirigentes de Vox vinieron del PP, y se fueron de la casa común, y que nos interesan muchísimo aquellos votos que tienen esos dirigentes porque eran votos que tenía el PP. Y como comprenderá usted, aquí estamos para ganar. Si concentramos los votos del centro-derecha español, no tengo duda de que ganaremos las elecciones. Y si no los concentramos, el riesgo del socialismo, independentismo y aliados es un riesgo que sigue teniendo posibilidades en las próximas elecciones generales”.

Lo que acabamos de ver es el mismo discurso de Pablo Casado apelando a la unidad del centro-derecha pero sin explicar para qué. Al igual que Casado, Feijóo parece creer que los dirigentes de Vox le deben algo a su partido, por el mero hecho de que algunos -y no todos- hayan pertenecido al mismo. No se para un minuto a pensar, siquiera, que si esas personas han abandonado el PP ha sido por el mismo motivo por el que lo hemos hecho millones de votantes: porque ya estábamos hartos de que el PP se pusiese de perfil ante los grandes debates sociales, o peor aún, que acabase asumiendo el discurso de la izquierda en cada vez más temas.

Vox tiene el beneficio de la duda: el PP ya no lo tiene

Por lo demás, ¿de qué sirve que el PP gane nada si luego deja intactas las leyes ideológicas de la izquierda e incluso hace más leyes progres? ¿De qué vale invocar esa etiqueta del “centro-derecha” y pedir a la gente que confíe en el PP, si a la hora de la verdad el PP aplica las recetas y los dogmas ideológicos de la izquierda? Lo que le gustaría a Feijóo es que no existiese Vox, y que los votantes siguieran resignándose al voto del miedo y a votar con la nariz tapada, el maldito “mal menor” que, al fin y al cabo, es un mal cada vez mayor.

Yo, señor Feijóo, no me imagino a Vox regalándole alcaldías al BNG, ni votando a favor de una dictadura comunista, a favor del aborto o de la ideología de género, o apoyando una política lingüística -la del PP- que discrimina los gallegos hispanohablantes y nos trata como si fuésemos forasteros en nuestra propia tierra. Al PP no es que me imagine haciéndolo: le he visto hacerlo. Ésa es la mayor diferencia entre el PP y Vox: que mientras el partido de Abascal tiene un historial limpio y ha demostrado su negativa a plegarse a los dogmas de la izquierda, el partido de Feijóo se ha hartado de tomarles el pelo a sus votantes para dar abrazos a socialistas y nacionalistas. Así que Flaco favor se hace Feijóo al ponernos en la tesitura de recordar, precisamente, lo que el PP hizo con los votos que se le confiaron. Un voto que, por mi parte, no volverá a tener nunca más.
Elentir